3. La Animación Bíblica La Palabra de Dios es un medio privilegiado para entrar en diálogo con nuestro buen padremadre Dios que “habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor, y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum 2). En estos últimos años se observan ciertamente cómo la Iglesia se esfuerza en ofrecer a sus hijos e hijas el alimento de la Palabra de Dios; sin embargo, todos somos conscientes de que aún queda mucho camino por andar. La propia Palabra anima y es luz en este empeño de toda la Iglesia. Ella tiene el poder de infundir energía, dinamicidad a la vida desde dentro. Ella llega donde otras cosas o documentos no llegan y comunica en sus “oyentes-practicantes” felicidad y sabiduría adaptada a los tiempos. El tema de la animación de toda la vida de la comunidad eclesial desde la Escritura se hace urgente, sobre todo hoy, cuando la persona, envuelta con frecuencia en rápidos cambios socioculturales, se arriesga a quedarse sin raíces, sin referencias históricas y culturales, y expuesta más fácilmente a la alienación. Mamá Margarita, la madre de don Bosco, aún siendo analfabeta, sabía más pasajes de la Escritura que muchos “letrados” actuales y los enseñó a Juanito Bosco, además con una interpretación actualizada a las circunstancias que vivía aquella pobre familia (pobre de bienes, pero rica de Espíritu). Es lo que se llama una lectura creyente de la propia vida. ¿Qué me está diciendo Dios y que le digo yo a Él ante esto que me/nos está pasando? Este diálogo con Dios se puede y se debe establecer teniendo como base la Palabra, porque Él no se desdice: como habló sigue hablando, como actúo sigue actuando. Si queremos vivir como “sal y luz” entre los demás, no debemos olvidar que la Palabra es la “gran lámpara” que ayuda a entablar relaciones, despierta energías de creatividad latentes, ofrece elementos de juicio, hace tomar conciencia de las situaciones y no deja que la vida se detenga. Y, como actúa desde dentro, hace a los sujetos y comunidades responsables principales de los procesos que le atañen. La Verbum Domini 73, invita a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la vida eclesial, recomendando «incrementar la “pastoral bíblica”, no en yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral. No se trata, pues, de añadir algún encuentro en el colegio, la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra. Allí donde no se forma y educa en un conocimiento de la Biblia según la fe de la Iglesia, en el marco de su Tradición viva, se deja de hecho un vacío pastoral. Es urgente en estos tiempos de nueva evangelización que seamos creativos y audaces en promover la formación, la oración y el conocimiento de la Biblia. Se ha de formar a todos y, en especial, a los jóvenes para discernir la voluntad de Dios mediante una familiaridad con la Palabra de Dios, leída, estudiada y rezada. Y aterrizando en cosas concretas, algunas ideas prácticas: - Cursos bíblicos: de Iniciación (introducción a la biblia, introducción a los evangelios, a Pablo, historia de salvación, introducción al judaísmo,..); Temáticos (mujeres en la biblia, profetas, parábolas, salmos, el discipulado en Marcos, María en la Escritura, …); Cursos pastorales y experienciales (lectio divina, tiempos litúrgicos, imágenes de Dios en la Biblia, Jesús y nosotros..). - Exposiciones bíblicas. Con motivo de alguna celebración significativa organizar paneles, “tienda del encuentro”, materiales, folletos, biblias, … - Grupos bíblicos: reunión un día la semana en torno a la liturgia del domingo o bien con la lectura-comentario de un libro de la Biblia que se va siguiendo. - Escuela Bíblica (de al menos dos o tres años) que prepara y realiza su Peregrinación a Tierra Santa en el último año. - Unir devoción mariana y la Palabra. Como muestra de esto, celebrar la fiesta del 25 de marzo (fiesta de la Encarnación) dedicándola también a la Escritura. Con creatividad, seguro que no sólo en los colegios, parroquia, sino en los mismos Hogares podremos recordárnoslo y celebrarlo. Ningún creyente ha logrado como Ella, efectivamente, escucharla y acogerla tan bien, hasta hacerla criatura de su seno: María nos enseña que quien cree en la Palabra la hace carne propia, que quien la sirve con la vida la hace vida propia. Don Bosco era consciente de esta tarea. Hablando un día al ministro Rattazzi dijo: «La fuerza que nosotros tenemos es una fuerza moral … Nosotros hablamos principalmente al corazón de la juventud y la nuestra es la palabra de Dios». Multiplica el Pan de la Palabra y ofrece el alimento de la Escritura. María Dolores Ruiz, FMA. [email protected]