DANIELA CALAMBAS CISNEROS LICEO MIXTO LA MILAGROSA RELIGION

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PECADO SEXUALES
DANIELA CALAMBAS CISNEROS
LICEO MIXTO LA MILAGROSA
RELIGION
GRADO: 10°
SANTIAGO DE CALI / VALLE 2012
PECADO SEXUALES
CITAS BIBLICAS DONDE ESTA EL PECADO
SEXUAL:Cuando Dios creó a Adán y Eva, los
instaló en un hermoso jardín repleto de vegetales
comestibles. De todos los árboles frutales solo
había uno del que les prohibió comer: el “árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo”. Como
poseían libre albedrío, tenían la opción de
obedecer o desobedecer a Dios en este asunto.
Sin embargo, él le advirtió a Adán: “En el día que
comas [del árbol del conocimiento], positivamente
morirás” (Génesis 1:29; 2:17).
Una prohibición razonable
Tal prohibición no los obligaba a pasar
privaciones, pues podían comer de todos los
demás árboles del jardín (Génesis 2:16). Tampoco
los privaba de su dignidad ni daba a entender que
tuvieran malas tendencias. Si Dios hubiera
prohibido cosas tan abominables como la
bestialidad o el asesinato, se podría alegar que los
seres humanos perfectos tenían inclinaciones
perversas que debían refrenarse. La acción de
comer, en cambio, era natural y correcta.
¿Eran las relaciones sexuales el fruto prohibido,
como afirman algunos? No hay base en las
Escrituras para tal idea. En primer lugar, cuando
Dios decretó la prohibición, Adán estaba solo, y
por lo visto siguió así por un tiempo (Génesis
2:23). En segundo lugar, Dios les dijo a Adán y
Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen
la tierra” (Génesis 1:28). No es lógico pensar que
les mandara así violar su ley y luego los
sentenciara a muerte por hacerlo (1 Juan 4:8). Y
por último, Eva comió del fruto primero y después
le dio de este a su esposo (Génesis 3:6). Está claro
que el fruto no podían ser las relaciones sexuales.
Eva deseaba ser como Dios para decidir por sí
misma lo que está bien y lo que está mal
Un intento de obtener la independencia moral
El árbol del conocimiento era un árbol literal que
simbolizaba el derecho que Dios tiene como
Gobernante de decidir lo que está bien y lo que
está mal para su creación humana. Comer del
árbol, por tanto, constituía no solo un robo —pues
estaban tomando algo que pertenecía a Dios—,
sino también un intento descarado de obtener la
independencia moral, o autodeterminación.
Fijémonos en que Satanás, después de asegurarle
a Eva que ella y su esposo ‘no morirían’ si comían
del fruto, añadió: “Dios sabe que en el mismo día
que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y
tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y
lo malo” (Génesis 3:4, 5).
Ahora bien, cuando Adán y Eva comieron del fruto
no alcanzaron una comprensión divina del bien y
el mal. De hecho, Eva le dijo a Dios: “La
serpiente... ella me engañó” (Génesis 3:13). Aun
así, Eva conocía el mandato divino, pues hasta se
lo repitió a la serpiente, la cual actuaba como
portavoz de Satanás (Revelación [Apocalipsis]
12:9). De modo que ella desobedeció a Dios de
forma deliberada (Génesis 3:1-3). Adán, en
cambio, no fue engañado (1 Timoteo 2:14). Pero
en vez de obedecer lealmente a su Creador,
escuchó a su esposa e imitó su proceder
independiente (Génesis 3:6, 17).
El fruto prohibido no eran las relaciones sexuales
Al independizarse de Jehová, Adán y Eva dañaron
para siempre su relación con él, y el pecado se
arraigó en su organismo, afectando hasta su
misma composición genética. Aunque es cierto
que siguieron viviendo cientos de años, “el día” en
el que pecaron empezaron a morir, tal como le
sucedería a la rama que se cortara de un árbol
(Génesis 5:5). Además, por primera vez notaron
intranquilidad de espíritu. Se sintieron desnudos e
intentaron esconderse de Dios (Génesis 3:7, 8).
También experimentaron sentimientos de culpa,
inseguridad y vergüenza. Su pecado les produjo
una gran agitación interna, y su conciencia los
empezó a acusar.
A fin de mantener su palabra y cumplir con sus
santas normas, Dios sentenció a Adán y Eva a
muerte y los expulsó del jardín de Edén (Génesis
3:19, 23, 24). De ese modo se perdieron el
Paraíso, la felicidad y la vida eterna, y se
introdujeron el pecado, el sufrimiento y la muerte.
¡Qué tragedia para la familia humana! No
obstante, inmediatamente después de sentenciar
a nuestros primeros padres, Dios prometió
reparar todo el daño que resultara del pecado, sin
incumplir sus justas normas.
Jehová decidió tomar medidas para que los
descendientes de Adán y Eva fueran liberados del
pecado y la muerte, y utilizó para ello a Jesucristo
(Génesis 3:15; Mateo 20:28; Gálatas 3:16).
Mediante él, Dios eliminará el pecado y todos sus
efectos y convertirá toda la Tierra en un paraíso,
tal como se propuso en un fin.
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