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Ciencia con consciencia

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Reflexión sobre la ciencia en base al texto “Ciencia con consciencia” de Edgar Morín
Presentado por: José David Morales
Ciencia con Consciencia
Se parte del postulado de que la ciencia ya es capaz de aniquilar, pero sigue siendo incapaz de
reformar.
Por lo cual se hace necesaria, pues, una consciencia revolucionaria que pueda domesticar a la ciencia,
pasando posteriormente a una definición de la ciencia. ¿Qué es la ciencia? Por una parte, es una de
las ramas del pensamiento que sólo difiere de las demás formas de pensamiento por su modo de
aplicación en el campo empírico, y su manera hipotético-verificadora de desarrollarse. Por otra, es la
fuente de la técnica mecánica, organizadora, racionalizadora moderna, “en el más íntimo tejido de la
ciencia, encontramos, unidas y antagónicas, dos infraestructuras, una, la psique y el sueño, la otra, el
desarrollo técnico y económico. Aquí se impone la conjunción de Freud y Marx para plantear una
teoría de la doble infraestructura, comunicante y rotativa”. (Pág. 12)
Morín habla de estas dos estructuras (lo psíquico y lo técnico, lo imaginario y lo real) cómo una
rotación dialéctica del devenir moderno. Un movimiento que tiende no sólo a determinar cada vez
más el sentido de la humanidad, sino a confundirse con el ser mismo de la humanidad.
Por una parte, el antiguo cientificismo era el “heredero de las grandes religiones ortodoxas en el
sentido de que pretendía llevar en sí la verdad sobre el ser del mundo, pretendía ser la vía de salvación,
glorificaba al hombre como rey legítimo del cosmos”. (Pág. 16)
Pero el neo-cientificismo (que propone Morín) cuestiona la verdad, la materialidad, la lógica y al
hombre mismo. “Hijo menor de la cultura, rompe con la idea clave de la cultura, que es la
conservación de la idea de hombre” (Pág. 8).
Se pasa a la reflexión sobre las disciplinas y las relaciones entre los campos de saber. A lo cual
concluye que las ciencias humanas no tienen consciencia de los caracteres físicos y biológicos de los
fenómenos humanos. Y así mismo, las ciencias naturales no tienen consciencia de su inscripción en
una cultura, una sociedad, una historia. “Las ciencias no tienen consciencia de su función en la
sociedad. Las ciencias no tienen consciencia de los principios ocultos que gobiernan sus
elucidaciones” (Pág. 23)
Por parte de la experimentación científica. Ésta se constituye como una técnica de manipulación (una
«manip»), y el desarrollo de las ciencias experimentales desarrolla los poderes manipuladores de la
ciencia sobre las cosas físicas y los seres vivientes. La naturaleza se vuelve objeto.
Pero la potencialidad de manipulación no se halla fuera de la ciencia: reside en el carácter, que se ha
vuelto inseparable, del proceso científico-técnico. “El método experimental es un método de
manipulación que necesita cada vez más técnicas, las cuales permiten cada vez más manipulaciones”
(Pág. 24). Dicha manipulación, es la técnica producida por las ciencias que transforma la sociedad,
pero también, retroactivamente, la sociedad tecnologizada transforma a la propia ciencia. Por otra
parte, el método científico se ha fundado en la disyunción del sujeto y del objeto. Así pues, se propone
un autoconocimiento del conocimiento científico, ya que el progreso de las certidumbres científicas
produce, pues, un progreso de la incertidumbre y además ninguna ciencia está limpia de toda
ideología y en ninguna ciencia no reina más que una sola visión del mundo o una sola teoría
«verdadera». Se hace preciso entonces, reflexionar sobre las condiciones bio-antropológicas del
conocimiento, el enraizamiento cultural, social, histórico de las teorías. En palabras de Morín, nos
falta una “sociología del conocimiento científico que sea no sólo tan poderosa, sino más compleja
aún que la ciencia a la que examina” (Pág. 21).
Se hace una crítica directa al proceso de separación de los distintos campos de conocimiento, ya que
esto significa también la separación del ser humano en biológico, físico, social. etc. Es algo a lo que
Morín llamó el pensamiento disyuntivo: “El pensamiento disyuntivo aísla a las disciplinas unas de
otras e insulariza a la ciencia en la sociedad por el mismo proceso”. (Pág. 26)
Se hace un llamado también a la incorporación de los saberes de la física cuántica y la termodinámica
en las reflexiones sociales y humanas, ya que el propio progreso del conocimiento científico necesita
que el observador se incluya en su observación, que el concepto se incluya en su concepción, en suma,
que el sujeto se vuelva a introducir de forma autocrítica y auto-reflexiva en su conocimiento de los
objetos. Así pues, surge un nuevo yo científico. El yo que aquí surge es el yo modesto que descubre
que su punto de vista es necesariamente parcial y relativo.
Se alude a un principio de complejidad ya que por doquier surge la necesidad de un principio de
explicación más rico que el principio de simplificación (disyunción/reducción), éste se funda en la
necesidad de distinguir y analizar como el precedente; pero además pretende establecer la
comunicación entre lo que es distinguido: el objeto y el entorno, la cosa observada y su observador.
Así mismo, Morín propone el método de la visión poliocular o poliscópica, en la que, las dimensiones
físicas, biológicas, espirituales, culturales, sociológicas, históricas de lo humano dejan de ser
incomunicables. Ya que los principios ocultos de la visión disyuntiva/reduccionista por una parte, se
volvían ciegos ante la naturaleza técnica, social y política de la ciencia, y por otra parte ante la
naturaleza física, biológica, cultural, social e histórica a la vez de todo lo humano. Éstos mismos
principios son los que han establecido y mantienen la gran disyunción naturaleza/cultura,
objeto/sujeto.
Así pues, se propone un nuevo pensamiento apto para afrontar la complejidad de lo real, que al mismo
tiempo permita que la ciencia reflexione sobre sí misma. Una ciencia donde los científicos estén
capacitados para auto-investigarse, es decir, que la ciencia esté apta para auto-estudiarse. Una ciencia
que se ayude o estimule la transformación de las estructuras de pensamiento. Pero no solamente un
nuevo pensamiento, sino un nuevo modo de desarrollo científico que: 1) mantenga y desarrolle el
pluralismo teórico y 2) proteja la desviación en el seno de los programas e instituciones.
Así pues, se llega a una necesidad científica. La necesidad de auto-estudiarse que tiene la ciencia.
Ésta supone que los científicos quieran auto-investigarse, lo que supone que entren en crisis, es decir,
que “descubran las contradicciones fundamentales a que llegan las actividades científicas modernas
y particularmente las contradicciones a las que se encuentra sometido todo científico que confronta
su ética del conocimiento con su ética cívica y humana” (Pág. 49). Esto último significaría la reforma
del mundo del pensamiento científico y la recuperación del control intelectual de las ciencias por
parte de los científicos.
Finalmente, la cita que da nombre al texto de Morín. “Las ciencias no tienen consciencia de que les
falta consciencia. Pero de todas partes surge la necesidad de una ciencia con consciencia. Ha llegado
el momento de tomar consciencia de la complejidad de toda realidad -física, biológica, humana,
social, política- y de la realidad de la complejidad. Ha llegado el momento de tomar consciencia de
que una ciencia carente de reflexión y una filosofía puramente especulativa son insuficientes.
Consciencia sin ciencia y ciencia sin consciencia son mutiladas y mutilantes” (Pág. 142). Ésta última
cita, invita a la unificación científica de los objetos y métodos de investigación tomando consciencia
de la complejidad de lo real y lo humano, que permita tanto superar el cientificismo como la
separación/disyunción entre las diferentes ciencias y entre el ser humano con sus iguales, su entorno
y los demás organismos con los que convive.
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