D. Algunos elementos para comprender el texto

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15 DE FEBRERO DEL 2015
DOMINGO 6 DEL TIEMPO ORDINARIO
TEXTO: MARCOS 1, 40-45
Lv 13, 1-2. 44-46/ Sal 31/ 1Co 10, 31-11, 1
“Si quieres, puedes limpiarme”. “Quiero, queda limpio” (Mc. 1, 41-42)
1.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu Santo, envíanos desde el Cielo un rayo de tu luz. Oh Luz santísima, llena lo más íntimo de los
corazones de tus fieles. Lava lo que está manchado, riega lo que es árido, cura lo que está enfermo
2.
LECTURA ¿Qué dice el texto?
A. Proclamación y silencio
B. Reconstrucción del texto
Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria, también se puede transcribir el
texto, permitiendo que se tenga una experiencia de lo que Dios quiere para cada uno. Otro
medio para profundizar y entender mejor, es utilizar las siguientes preguntas:
-
¿Quién se le acercó a Jesús? ¿Qué hizo delante de Jesús y qué le pidió? ¿Con qué palabras
pidió ayuda?
¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué hizo y qué dijo para ayudar al leproso?. Después de
“purificarlo”, ¿Qué le prohibió, y qué le mandó hacer Jesús?
El leproso curado obedeció a la prohibición de Jesús; Como consecuencia de la curación del
leproso, dónde debía quedarse Jesús?
C. Ubicación
Jesús ha realizado ya varios milagros en Cafarnaún, ahora recorre Galilea predicando y, es en
este peregrinar donde sucede la curación del leproso, quien está expulsado de la sociedad y, en
consecuencia no puede entrar en el pueblo o sinagoga. Por eso ha de venir al encuentro de
Jesús, para solicitar con fe su curación.
D. Algunos elementos para comprender el texto
Paralelos:
Leer: Mt. 8, 2-4; Lc. 5, 12-16; Mc. 5, 30; Mc. 1, 34; Lv.14, 1-32. Comentar
-
Ideas fundamentales:
En el tiempo de Jesús, la lepra se tenía como una enfermedad contagiosa. En aquel
entonces no había remedio. La lepra llevaba implacablemente a una muerte horrible, por
eso los leprosos fueron obligados a vivir separados de los demás. Habitaban en desiertos o
en cementerios hasta morir del todo, en completa soledad. La ley los declaraba “impuros”,
es decir: no podían participar en la comunidad y en las celebraciones del culto. Nadie podía
acercarse a ellos. Quien tuviera trato con algún leproso, o solamente tocara un objeto
utilizado por el enfermo, quedaba también en condición de impuro. Esto tenía que doler
más que la enfermedad física: un leproso fue un expulsado de su familia y de su comunidad.
Los sanos lo consideraban como si ya estuviera muerto, de hecho, una curación era tan
improbable como una resurrección. Además se pensaba que la lepra era el castigo de Dios
por algún pecado grave, así el leproso, rechazado por los hombres, tenía que sentirse
rechazado también por Dios. Fue una imagen viviente de un muerto en vida.
El leproso reconoce humildemente su impureza y, al mismo tiempo confiesa el poder de
Dios, cayendo de rodillas delante de Jesús, en señal de reconocer en Él al Salvador.
Representa a todos los que descubren que están perdidos si no les socorre Jesús.
Conociendo las severas leyes que prohibían estrictamente tener algún trato con un leproso,
sorprende e impresiona la actitud de Jesús. No solamente no rechaza al enfermo, sino toca
al intocable y, en lugar de quedar contaminado, comunica su propia pureza.
Jesús “se conmovió”. No permanece indiferente ante el sufrimiento humano. Le dolía el
aislamiento del enfermo, le dolía también que lo que había sido creado bueno, fuera
corrompido por el pecado. Extiende la mano para recrear la primera creación renovándola.
Las palabras: “lo quiero, queda purificado” suenan como aquellas palabras con las que Dios
creó al mundo. Ahora se rehace admirablemente lo que había sido hecho bueno al principio.
En el relato el leproso no lleva nombre, ni se indica lugar ni tiempo de su curación. Es porque
él representa muy bien a toda la humanidad, enferma y dividida entre sí. Jesús tocó al
leproso. Dios no quedó mirando desde el cielo nuestra condición humana caída en el
pecado. Sino el Hijo de Dios se hizo hombre, “tocó” a la humanidad, haciéndose igual a
nosotros en todo, menos en el pecado.
Llama la atención que el texto bíblico en ningún momento habla de curar o sanar sino, en
pocos renglones, habla cuatro veces de “purificar” (limpiar). Al autor le interesa mucho
más el cambio de situación de aquel que es considerado “impuro”, que el milagro de
haberse curado de la lepra. Dios quiere que todos los hombres sean puros, es decir que
estén en comunión con Dios y en comunión con todos sus hermanos. Después del
encuentro con Jesús, una vez que el leproso ha perdido su condición de impuro, es
reintegrado en la comunidad. El que era considerado ya muerto, recupera la vida.
Jesús le manda al leproso curado que no diga nada a nadie, pero el que experimenta a Jesús
como su Salvador, no puede menos que proclamar la Buena Noticia a todo el mundo. Jesús
prohíbe hacer publicidad de sus milagros. Es inútil que alguien escuche de los milagros de
Jesús y hasta los experimente en su propio cuerpo, si no va descubriendo el misterio de la
persona de Jesús.
Además, Jesús no quería que su fama se extendiera, para no fomentar en el pueblo la falsa
idea de un Mesías triunfalista y de un poder fácil. En verdad, El es el Servidor sufriente de
Dios. El que es inocente, carga con las culpas de los hombres. El impuro que vivía en el
desierto, por medio de Jesús puede volver a la comunidad. Y Jesús soporta en su propia
carne la culpa de expulsar a los demás. Ahora El tiene que vivir en lugares desiertos. El que
pasaba la vida haciendo el bien es cada vez más marginado y rechazado por los hombres. Y,
al final, abandonado en la cruz, entrega su vida para reconciliar a los hombres con Dios y
entre sí.
3.
4.
MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?
¿A mi alrededor hay algún “leproso”, es decir: considerado “impuro”, expulsado, marginado de la
comunidad? ¿Qué haré para ayudar a reintegrarlo?
¿Me conmueve el sufrimiento ajeno? ¿me duele el aislamiento de muchos?
¿Qué me interesa más? ¿Sanaciones “milagrosas”, o la persona de Jesucristo?
¿Soy capaz de sufrir para aliviar el dolor de otros?
ORACIÓN: ¿Qué me hace decir el texto?
Invitar a los participantes a hacer un corto acto penitencial, reconociendo todos los pecados que nos
llevan a la situación del leproso... Repetir interiormente la frase “Si quieres, Señor, puedes limpiarme”
Terminar meditando el Salmo 50
5.
CONTEMPLACIÓN ¿A qué me compromete el texto?
Experimentar la presencia del Señor que purifica especialmente nuestro corazón (la conciencia) de todas
nuestras esclavitudes, pecados que nos enferman espiritualmente.
¿A qué me compromete la actitud purificadora de Jesús? Ej. Prepararme para una buena confesión;
buscar un director espiritual; meditar la palabra de Dios diariamente, intensificar la oración, etc.
CANTO: HOY PERDÓNAME (MPC 237)
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