Seguimos a JESÚS como discípulos misioneros

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Seguimos a JESÚS como discípulos misioneros
Nuestra vida como cristianos católicos está
orientada hacia el encuentro permanente
con Jesucristo para seguir sus pasos y
caminar guiados por el Espíritu Santo
unidos en comunidad que se dirige hacia el
Padre Dios.
Ser seguidores es dejarse atraer por la
persona de Jesús, es conocerlo y decidirse
a caminar con Él. La primera y principal
fuente para conocerlo es el Evangelio.
El punto de partida es conocer a quien seguimos. Estudiemos y
oremos el evangelio de Marcos sobre este aspecto.
Mc 8, 27 - 30
¿Qué preguntas hace Jesús a sus discípulos?
¿Qué respuestas dan los discípulos?
Mc 6, 1 - 6
¿Quién es Jesús?
En el Evangelio está escrita la experiencia de seguimiento de
Jesús que tuvo la primera comunidad cristiana. A la luz de la fe
expresan lo que vivieron junto al Maestro. Jesús no pasa
desapercibido y su forma de actuar es aceptada por unos y
rechazada por otros.
Analicemos los siguientes textos señalando qué hace Jesús
(verbos) en cada situación:
Mc 1, 21 - 22
Mc 1, 35
Mc 1, 40 - 41
Mc 2, 1 - 2
Mc 3, 1 - 6
Mc 3, 13 – 19
Mc 7, 31 - 37
Mc 8, 1 - 10
Mc 8, 22 - 26
Mc 10, 42 - 45
Mc 12, 41 - 44
Mc 6, 53 - 56
Encontramos otras fuentes que hacen referencia a Jesús pero
no desde la fe sino como dato histórico. Los siguientes textos
fueron extraídos del libro JESUCRISTO HOY de Quintín Calvo
Cubillo, Ed. Verbo Divino, Navarra - España, 1994, página 85.
Suetonio (65 - 135)
En su libro Los doce Césares, que fue escrito hacia el año 120,
hablando del emperador romano Claudio, dice:
“Expulsó de Roma a los judíos, que, a causa de un tal Cristo,
producían constantes desórdenes”.
El historiador romano no habla directamente de Cristo, y, por
otra parte, confunde a los cristianos con los judíos, cosa nada
rara por aquel entonces.
Plinio el Joven (61 - 113)
Escribió una carta, entre los años 112 y 113, contándole al
emperador Trajano sobre la plaga en la que se habían
convertido los cristianos, así como el fuerte arraigo que tenían
en su creencia. Además, Plinio pide consejo a Trajano sobre
cómo tratarlos:
“Después de diversos interrogatorios acompañados de
amenazas, mandé ejecutar a los que siguen confesándose
cristianos… Algunos han negado ser cristianos y otros incluso
han maldecido de Cristo. Mi investigación ha demostrado que
se reúnen en días fijos, antes de la salida del sol, para cantar
un himno a Cristo como si fuera un Dios”.
Talmud (hacia el 200)
Es un grupo de comentarios hechos por los rabinos sobre las
leyes judías. Este libro habla del proceso a seguir contra los
acusados y, de paso, comenta que Jesús, condenado por
engañar y sacar del buen camino al pueblo de Israel, “fue
colgado de la cruz la víspera de la Pascua”.
También dice, sobre Jesús: “… hombre sabio, que hizo
prodigios y arrastró a muchos judíos y griegos. Se pensaba que
era Cristo. Pilato le dio muerte mandándolo crucificar. Sus
discípulos no cesaron de decir que, después de muerto, se les
apareció de nuevo vivo”.
Todos los textos anteriores nos sitúan frente a
una realidad cuya importancia radica en el hecho
de permitirle a Jesucristo entrar en mi vida y
curar las heridas de mi historia y que me
arriesgue a entregar la vida y ponerme en
camino hacia donde Él quiera que yo me dirija.
Somos discípulos llamados, hermanos,
enviados y misioneros
Los siguientes textos están tomados del libro SOIS MIS
TESTIGOS, 100 pistas para el camino evangelizador, de Pedro
Jaramillo y Javier Prat, Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao,
1999.
LLAMADOS
No eres evangelizador por tu propia cuenta. Un día, es
verdad, te presentaste a tu parroquia y te ofreciste, o te
enrolaste en un movimiento o en una asociación
apostólica. Pero estabas respondiendo a una llamada.
La misma llamada que hizo Jesús a sus apóstoles y
discípulos para que fueran sus compañeros en el
anuncio de la Buena Nueva a los hombres,
especialmente a los más pobres. Aunque tú la hayas
percibido por medios muy humanos, la llamada a ser
evangelizador la has recibido de Dios. Dios te necesita.
Dios nos necesita. La semilla de la fe que recibiste en tu
bautismo ha dado su fruto. Te has sentido "consagrado"
al Señor y "exigido" por Él para anunciar a los hombres las maravillas de su
salvación. Tu llamada no es un título de honor; es una vocación de servicio. Vívela
así en todo lo que haces por la causa del evangelio.
HERMANOS
Ser evangelizador no te coloca por encima de nadie en la
comunidad o en el pueblo. No se te ha confiado un poder,
sino un servicio a favor de quienes son tus hermanos. No
mires a nadie por encima del hombro. No busques el
reconocimiento social de la gente. "Marcha, humilde, junto
a tu Dios". Dios, que "te pidió permiso" para entrar en tu
historia personal, pide también permiso a los demás a través
de tu cercanía de hermano.
Desarrolla la sensibilidad fraterna. Te sentirás acompañado y acompañante en "el
camino, junto a Dios". Acompañado por una multitud de hermanos: tu parroquia, tu
comunidad, tu grupo, tu equipo. No estás solo. Siente el acompañamiento de los
tuyos. Busca ser acompañado, para mantener tú mismo la fidelidad, para saber
descubrir lo que Dios te pide en cada momento, para avivar la esperanza y estar
atento al paso del Señor. Cuando te dejas acompañar, reconoces que no eres tú
mismo el autor de tu camino; que recorres un sendero abierto por el Señor y
recorrido por una multitud de hermanos. Aprende de quienes ya recorrieron el
camino y de quienes lo están recorriendo a tu lado.
ENVIADOS
"El Espíritu del Señor está sobre mí... Él me ha ungido y
me ha enviado". Como evangelizador, compartes esta
misma conciencia de Jesús. El mismo Espíritu que ungió
y envió a Jesús te ha ungido también a ti y te ha enviado.
No te quedes sólo saboreando la unción, atrévete
también a responder al envío. Cuando escuchas que el
Señor te dice: "ve y diles..." te ocurre lo que a todos los
enviados: tienes miedo; y también se te ocurre pensar:
"pero, ¿quién soy yo...?" Y más aún ahí en tu pueblo, en
tu parroquia, donde la gente te conoce..., y te agarra por
dentro eso que llamamos el "respeto humano", el "¿qué
dirán?". Es verdad, muchos van a decir: "pero, ¿quién es
éste?", "¿qué se ha creído?". También lo dijeron de Jesús
sus paisanos, y hasta "se escandalizaron de él". Si Jesús
hubiera hecho caso al "qué dirán" no hubiera pasado de ser un buen carpintero de
Nazaret.
MISIONEROS
No te dejes vencer por la rutina. A base de repetir cosas puedes
perder pasión y entrega. Tu tarea de evangelizador te pide
empezar siempre de nuevo, mirando al futuro con realismo. Lo
tienes en tus manos y el Espíritu te impulsa a hacerlo realidad.
Él "te lleva al conocimiento pleno de la verdad" y hace que no
te "acostumbres a evangelizar". Lo sabes bien: tu tarea no es
sólo conservar lo logrado. Tienes que abrir horizontes y buscar
nuevas metas. No es posible tanta indiferencia a tu alrededor,
cuando el evangelio está destinado también a quienes "pasan de
él". ¿No será que los evangelizadores estamos atrapados en la
rutina? Somos responsables de nuestro presente y del futuro que puede nacer de él.
El Señor ha puesto en nuestras manos su mensaje y depende mucho de nosotros que
logremos hacerlo creíble a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. El Espíritu es
quien trabaja, pero nos toca a nosotros "facilitar" su tarea y no entorpecerla con
nuestras rutinas y perezas. La verdad es que, a veces, parecemos más repetidores
cansones que anunciadores entusiastas y valientes del Señor que nos ha encontrado
en nuestra vida, transformándola.
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