ESTUDIO SOBRE ÉTICA SOCIAL ESTUDIO 7 CRISTIANOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN: VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS (III) Por PEDRO TARQUIS “Lo mismo que se debe aprender a predicar un buen sermón, el arte y las leyes de la comunicación también deben ser enseñados”. Índice I.- Odres nuevos A.- Comunic@ndo en nuestro tiempo: internet, la segunda gran revolución tras la imprenta en los medios de comunicación. B.- Ni el BOE ni salsa rosa II.- Vino nuevo I.- ODRES NUEVOS VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS La enseñanza de Jesús del vino nuevo en los odres nuevos, es aplicable a la nueva situación creada en el testimonio y la apologética en los medios de comunicación actuales y en especial en las nuevas tecnologías de Internet. Es importante prevenir de la obsesión por la profesionalidad, algo achacable a otros aspectos de la vida espiritual: arte, música. El perfecto ideal a veces es enemigo de lo bueno posible. Jesús no eligió a profesionales de la religión y la comunicación, sino personas dispuestas a recibir y difundir un pacto nuevo, un vino nuevo. Dicho esto, debemos sin embargo aspirar al máximo de calidad. En todos los aspectos: imagen, diseño, redacción. Producir vino no es una casualidad de la naturaleza, sino un proceso que tiene sus leyes, sus pautas, y sus secretos. En este sentido, debería ser una materia de enseñanza obligatoria en Seminarios y en la formación de líderes. De la misma manera que se debe aprender a predicar un buen sermón, por muy buenas cualidades que tenga un futuro predicador, el arte y las leyes de la comunicación también deben ser enseñados. Pero pasemos ya a la cuestión central de este artículo: un vino nuevo para los odres nuevos que hemos visto en los anteriores artículos. a.- Vino: no es brandy, ni mosto. VINO. - Una tendencia al comunicar es querer impresionar fundamentalmente a los sentidos, embriagar a quienes reciben el mensaje. Son bebidas de alta graduación, es poner en primer lugar la emoción, lo sensacional, la experiencia, la evasión de la realidad, de los problemas sociales. Tuercen la Palabra de forma que la legítima experiencia y la ilegítima ocupan el primer lugar: la teología de la prosperidad, el énfasis en las señales, entran en esta línea. Este contenido de la comunicación produce… beodos, que vuelven a probar más de lo mismo, o que se cansan tras alguna que otra resaca. O que viven permanentemente en situación de embriaguez espiritual. - Por otra parte, hay medios e iglesias que parecen convertir al vino en mosto, como una transformación similar a Canaán pero al revés. No sólo es que diluyan, sino que desvirtúan lo esencial del Evangelio. Sigue siendo líquido, viene de la uva (se habla de Jesús, de la Biblia) pero carece de las cualidades originales: sabor, color, efectos… En especial tienen este contenido dos tipos de medios (e iglesias). Unos, que se acomodan a conceptos y valores sociales contrarios al Evangelio, que se encuentran cómodos en el ecumenismo con el catolicismo romano, que colocan lo político o lo social por encima de los valores de la Palabra. Recientes estudios demuestran que las iglesias de teología liberal decrecen rápidamente en todo el mundo: el mosto ni alegra el alma, ni es digestivo, ni responde al color de lo que simboliza: la sangre de Cristo. El otro tipo de medio (e iglesia) que pierde el efecto característico del vino, por un insípido mosto, es el caso contrario. Cuando el mensaje y la vivencia son sólo normas, leyes, reglas bíblicas, moral a cumplir, enseñanzas doctrinales que no se viven. En definitiva, cuando la esencia del vino se pierde, que es en definitiva lo sobrenatural del mensaje de Dios, que liberta al cautivo, que transforma a la persona, que revoluciona la vida, que a través de la locura del Evangelio lleva la cordura al ser humano. Sin trascendencia, fe, esperanza y amor, la sal pierde su sabor y sólo sirve para ser pisoteada y el vino es mosto que de nada vale en el odre nuevo. - Y finalmente tenemos el auténtico vino, el fruto de la vid, aplastado, guardado, fermentado, dejado reposar. Trabajado con sabiduría humana, pero transformado por un poder que va más allá de la propia capacidad del hombre. Desvirtuar esto es perderlo todo. Hoy en día, los medios de comunicación no pueden perder de vista la presencia de la esencia: el Jesús de la Palabra y del pacto (“esta es mi sangre del nuevo pacto…”). Es un mensaje que se basa en un sacrificio cruento y necesario por la maldad intrínseca del ser humano. Cualquier medio que no tenga esta referencia última como concepto se aleja del vino del nuevo pacto, y ofrece un sucedáneo. Ahora bien, esto en comunicación supone amar la verdad por encima de lo políticamente correcto, tanto fuera de la iglesia como dentro. Perdonar y amar, pero defender la verdad y la justicia. Construir el edificio del que Jesús es piedra angular, pero derribar conveniencias, intereses, amiguismos, cobardías que permiten silencios culpables, rechazar la buena reputación con los hombres y elegir antes el buen testimonio delante de Dios. Y hablo – escribo – desde el corazón y la experiencia, repasando con cada palabra situaciones dolorosas, vergonzosas, a veces alentadas, consentidas o realizadas por “hombres buenos”… que después se sientan para hablar del vino nuevo: palabras vacías, porque no hay vino alguno. Sin duda, muchos dirán quién soy yo – ni nadie – para afirmar lo que es cierto o no, lo que es justo o no. Yo digo que quién es nadie para afirmar como verdad absoluta que todo es relativo, y así esperar eternamente el Godot que nunca llegará. b.- Vino nuevo. Pero no basta que el vino sea vino, ya que el vino viejo rompe el odre nuevo. En este sentido el vino debe ser nuevo. Rosado, tinto, blanco, espumoso, verde… de cada zona o cultura (Rioja, Ronda, Ribeiro, Ribera del Duero, Valdepeñas…). En este sentido, cada persona, cada iglesia, cada denominación (¿de origen?) tiene características propias, y nadie debe ser cortado por un patrón. Yo he descubierto ejemplos alentadores en hermanos de muy diferentes ideas y movimientos. Cada uno de ellos es un vino diferente, pero vino nuevo que entra y madura en el odre nuevo de la comunicación actual. Es importante reseñar que hay vinos viejos (crianza y gran reserva) que eran ideales en otros odres, pero no lo son para nuestro tiempo. En este sentido, el que el vino deba ser nuevo no es en absoluto una falta de estima al vino que se ha ofrecido durante años pasados, sino al revés, reconocerles que supieron envejecer en los odres de su tiempo, siendo una ‘bodega’ de lujo espiritual. Finalmente, destacaría cuatro aspectos necesarios que creo importantes en este ser vino nuevo en nuestros odres actuales en lo que tiene que ver con la forma de comunicar: 1.- Actualidad en los temas y el lenguaje. No ser religioso en la forma de hablar y descontextualizados de la forma de expresarse, vivir y ser de nuestra sociedad. Hoy en día el interés cambia por días, a veces por horas, y debemos estar pendientes, no sólo de cual es la respuesta, sino de qué es la pregunta que nuestros conciudadanos se hacen. ¡Naturalidad, por favor! 2.- Novedad en el enfoque, sin renunciar a lo esencial, pero con matices que den la vuelta a lo tradicional para conectar de forma fresca con la sociedad y la realidad, tanto en el argumento y presentación como en la manera de contactar y transmitir la información. En este aspecto, las técnicas modernas vía internet ofrecen multitud de recursos: audio, vídeo, chat, cartas de los lectores, blogs, encuestas… 3.- El control del medio: lograr un equilibrio entre la dirección y la participación (aquí incluyo, con diferente peso específico, a colaboradores y lectores). Tanto en la información como en la opinión. Los grandes controladores crean cementerios de la comunicación. Todo es tan correcto que lo que se transmite es una tumba informativa con voz en off – o cara de póquer, a veces con sonrisa incluida – diciendo grandes frases. Dentro de este punto, enfatizar que hay que arriesgarse con los jóvenes valores. Es mejor probar y equivocarse, que el fracaso de no ofrecer oportunidades a muchos jóvenes con enormes valores. La frescura, la ilusión y la calidad que aportan son insustituibles. En Protestante Digital hay una serie de periodistas y escritores que he aprendido a disfrutar, y que si inicialmente fueron una apuesta, hoy en día serían una pérdida, no ya para el medio, sino para mí como lector, si no estuviesen. 4.- Sentido del humor. Las mayores verdades y la mayor difusión de ideas se realiza en los programas de humor; pero si los cristianos algún mensaje damos o transmitimos de Dios es que es muy serio, terriblemente serio. Y, como dice mi buen amigo Rodolfo Loyola (Jr.), fíjense si Dios tiene sentido del humor que creó a alguien como yo. Con esto concluyo. Espero haber dado al menos una visión y una orientación general, contestado alguna pregunta, pero sobre todo haber levantado expectativas, ilusiones e inquietudes. Al fin y al cabo, esa mezcla es la mejor combinación para la mejor comunicación. PEDRO TARQUIS (Publicado en la revista EDIFICACIÓN CRISTIANA, Marzo – Abril 2009. Nº 238. Época IX. Permitida la reproducción total o parcial de esta publicación, siempre que se cite su procedencia y autor.)