Subido por patricia garavito cornejo

Procedimiento y tecnicas para la evaluacion forense

Anuncio
CAPíTULO 2
PROCEDIMIENTOS Y TÉCNICAS PARA LA EVALUACiÓN
PSICOLÓGICA FORENSE
Dolores Seíjo", Francisca Fariña" y Manuel Vilarlño'
"Universidad de Santiago de Compostela; 2Universidad de Vigo
los instrumentos de evaluación en la práctica clínica y forense
Los instrumentos de evaluación psicológica se agrupan en torno a tres modaliea es: observación y registro conductual, instrumentos psicométricos y entrevista.
-ooos son herramientas útiles en la evaluación clínica y forense, pero su puesta en
. ctica y funcionamiento es diferente.
La observación y registro conductual es un referente continuo tanto en la prácclínica ordinaria como en la forense. No obstante, los fines son distintos. Para
•• clínico, el objeto es la observación de aquellos síntomas que no son o no pueden
ser informados por el paciente (p. e., lenguaje raro o desorganizado). Por su parte,
<1 forense no sólo registra la sintomatología de la que el paciente no puede informar
-' o toda aquella otra que pueda entrar en contradicción con lo informado por el
s jeto (V:.\jr., ~e observan comportamientos agresivos y falta de control de impulsos
ando el sujeto manifiesta ser autocontrolado).
Los instrumentos psicométricos que se emplean en la práctica forense han de
er fiables y válidos a fin de que los resultados pueden ser replicados por otro pe. o (se descartan por tanto aquellos instrumentos no validados o que no se haya
estimado su fiabilidad); han de medir el estado clínico general del sujeto al tiempo
ue proporcionar una medida directa o indirecta de la huella psíquica delito, esto
es, el Trastorno por Estrés Postraumático (se abordará en profundidad en el capílo dedicado a la victimología); no han de circunscribirse única y exclusivamente
a poblaciones clínicas o psiquiátricas dado que los sujetos a evaluar en la práctica
orense pueden ser mentalmente sanos; y, finalmente, han de contar con medidas
del control de la validez de las repuestas del sujeto. La gran mayoría de los instrumentos psicométricos habituales en la evaluación clínica no cumplen con estos
requerimientos por lo que no son productivos y válidos para la práctica forense.
26
SALUD
y BIENESTAR
Todo esto ha llevado a que el instrumento psicométrico de referencia en el
campo forense sea el MMPI-2, Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2. No obstante, su uso no está libre de limitaciones, así no se puede aplicar en
todos los casos al requerir unas destrezas cognitivas para su comprensión que una
parte significativa de las personas a evaluar no dispone. Adicionalmente, exige un
elevado tiempo de aplicación. En cierta medida, con el objetivo de paliar esta tara
se ha desarrollado el MMPI-RF, aunque todavía se precisa de mayor investigación
para conocer el alcance de esta nueva versión dentro del contexto forense; de igual
forma que la adaptación para adolescentes, el MMPI-A Como alternativa para estos casos e incluso para uso general, disponemos de otros instrumentos, como el
SCL-90-R, Cuestionario de 90 Síntomas, que cumple los anteriores cometidos. En
el punto siguiente se abordarán en mayor profundidad estos instrumentos, así como
otros que cumplen con el propósito forense como es el caso del Inventario de Valoración de la Personalidad (PAI).
Empero, la evaluación psicométrica no es prueba suficiente para la evaluación
forense porque:
a. No proporciona diagnósticos sino impresiones diagnósticas.
b. No clasifica correctamente
a todos los simuladores.
c. El diagnóstico de simulación es compatible con la formulación de otras hipótesis alternativas.
d. Constituye una tarea conducente a la simulación.
La entrevista es el tercero, y quizás el más relevante, de los instrumentos de
obtención de información para la evaluación de la salud mental. Las entrevistas
clínicas al uso, como las que acompañan a los diversos manuales de clasificación
de las enfermedades mentales la American Psychiatric Association (First, Spitzer,
•. F'" O¿bbon, Spitzer y Williams, 1999) no son productivas para la detección de la simu,~~.::
Iación y conforman una tarea favorecedora de respuestas tendenciosas, esto es,
propiciatorias de la simulación. Por ejemplo, en relación al diagnóstico de estado
depresivo mayor para conocer del Criterio A3 se pregunta ¿has ganado o perdido
peso? ¿Cuánto? Obviamente, el sujeto que pueda tener interés en aparecer como
depresivo encuentra en esta tarea una gran facilidad para la simulación.
Lo mismo ocurre con la entrevista clínica basada en la Escala de Gravedad de
Síntomas del TEP (Echeburúa et al., 1997). Así ya modo de ejemplo, en relación al
Criterio 82 se pregunta ¿tiene sueños desagradables y repetitivos sobre el suceso?
Su tarea sólo consiste en discriminar si está ante un síntoma esperado o no esperado para su caso. La literatura al respecto advierte que los sujetos en evaluación
forense son capaces de reconocer la sintomatología que sería propia de su hipotético estado mental e incluso de discriminarla de otra no esperada.
Como consecuencia de esta inadecuación de
para el contexto forense, Arce y Fariña (2001) han
Fariña y Arce, 2013) un formato de entrevista que
se adecúa a los objetivos de obtención de la huella
la entrevista clínica tradicional
propuesto y validado (Vilariño,
no facilita la simulación y que
psíquica y de la evaluación del
3_0QUE
1: PSICOLOGIA
27
do psíquico en general, al tiempo que cuenta con unos controles de la validez
- protocolo a través del estudio de una serie de estrategias de simulación: la En-avista Clínico-Forense.
Ahora bien, la entrevista clínico-forense, si bien se ha mostrado fiable, válida y
::~uctiva
en diferentes contextos de evaluación forense tal como casos de agre• n sexual e intimidación, violencia de género, accidentes de tráfico, o de un traso mental no imputable, por sí sola no es prueba suficiente, pues puede conducir
a: errores de omisión (no detectar huella cuando la hay) y falsas alarmas (informar
ce simulación cuando no es tal).
'j.
A escala internacional, se han propuesto otras técnicas de entrevista-de tipo
estructurado, diseñadas para emplearse dentro del contexto forense, al contemplar
corno elemento central el estudio de la simulación. Entre estas destacan la Escala
..•a Trastornos Afectivos y Esquizofrenia (SADS) de Spitzer y Endicott (1978) y la
trevista Estructurada de Síntomas Informados (SIRS) de Rogers (1986).
=
En conclusión, evaluación clínica y forense no son intercambiables y ésta últino es posible abordarla desde una única medida bien sea psicométrica bien a
caves de entrevista. En consecuencia es necesario proceder con una aproximación
- ltimétodo y multimedida en la que se combinen técnicas de medida basadas en
a tarea de reconocimiento (p.e, instrumentos psicométricos) y de conocimiento
gr., entrevista).
umentos psicométricos
En este apartado se profundizará en algunos de los instrumentos psicométricos
_~ la literatura ha reconocido como útiles para la práctica forense. En este senti: • con potencial para el estudio de la simulación, destacan el MMPI-2, el PAI y el
SCL~-R.
La investigación ha mostrado que son procedimientos sensibles a los
. entos de fingimiento de los evaluados (i. e., Arce et al., 2009; Hawes y Boccaccini,
2009; Ortiz-Tallo, Cardenal y Sánchez, 2012; Rogers et al., 2003). No obstante, no
son prueba suficiente para diagnosticar simulación como han puesto de manifiesto
rios estudios, en los que se evidencia que algunos participantes son capaces de
ímular trastornos psicopatológicos (p. e., Arce, Fariña y Freire, 2002, Arce et al.,
2006; Vilariño, Arce y Fariña, 2013). Por lo tanto y como se refirió anteriormente, en
práctica psicológica forense han de ser empleados de manera complementaria
con otras técnicas, y no recurrir a ellos de modo aislado (Vilariño, Fariña y Arce,
2009).
nventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2 (MMPI-2)
El MMPI-2 es un instrumento de elevado uso en el contexto forense al cumlir un propósito duplo: la evaluación del estado clínico y, gracias a las múltiples
escalas de validez que lo conforman, el estudió de la simulación. La cantidad de
estudios desarrollados mediante el empleo del MMPI para el control del engaño en
28
SALUD
y BIENESTAR
la presentación o ocultamiento de sintomatología, así como en casuísticas diversas
(Le., ímputabilidad, daño psíquico, evaluación de custodia, etc.), es innumerable
(Rogers, 2008). De facto, hasta el momento presente continúa siendo el test más
importante en la evaluación de la simulación.
En este sentido, de acuerdo con Butcher y Ben-Porath (2004), los elementos
principales que han contribuido a su amplia divulgación son:
- La incorporación de un conjunto amplio de factores de personalidad y psicopatológicos que han demostrado su fiabilidad, validez y estabilidad a lo largo
del tiempo.
- La introduccíón de nuevas escalas conforme se producían avances en psicopatología, renovando el instrumento.
- La posibilídad que ofrece de comparar perfíles individuales con una gran base
de datos normativa elaborada durante décadas de estudio.
- El permitir una interpretación objetiva adoptando normas estandarizadas.
- Se ha baremado y adaptado a diversos idiomas y países lo que facilita la
comparación transcultural.
El MMPI-2 es una versión revisada del original MMPI, que consta de 567 ítems
a los que el sujeto tiene que responder "Verdadero" o "Falso". La evaluación de la
personalidad se lleva a cabo a través de diez escalas clínicas, aunque cuenta además con una enorme cantidad de escalas adicionales, que proporcionan información de diferentes características de la personalidad del sujeto.
Las diez escalas clínicas básicas que componen la prueba son las siguientes:
1) Hipocondría (Hs). Hace referencia al estado físico general, digestión, apetito, vista y sensibilidad, valorando el grado de preocupación que tiene el
\L:' ~.." sujeto por sus funciones corporales y que permite diferenciar a los neuróti\
cos hipocondríacos de otros grupos de trastornos mentales o de los sujetos
normales.
,
'-,
"
2) Depresión (O). Evalúa la apatía, pérdida de interés, negación de experiencias agradables y escasa capacidad para el trabajo, consistiendo su finalidad en diagnosticar cuadros depresivos.
3) Histeria de conversión (Hv). Elaborada para diferenciar histéricos de conversión de personas normales. Sus ítems aluden a quejas sobre problemas
orgánicos (musculares, gastrointestinales o cardíacos), sensaciones de tensión, angustia o miedo.
4) Desviación psicopática (Pd). Mide psicopatía o personalidad asocial y los
ítems se refieren a inadaptación familiar y escolar, conflictos con la autoridad, negación de las convenciones sociales y pobreza en el juicio de valores.
5) Masculinidad-feminidad
(MO. Cubre un rango de reacciones emocionales,
BLOQUE 1:
29
PSICOLOGíA
intereses, actitudes y sentimientos sobre el trabajo, relaciones sociales y
aficiones en las que generalmente difieren varones y mujeres.
6) Paranoia (pa). La componen ítems que comprenden ideas delirantes, fragilidad psicológica o sensibilidad acentuada._
7) Psicastenia (Pt). Es una escala que posibilita diagnosticar el trastorno obsesivo-compulsivo, está compuesta por ítems referidos a ansiedad, baja
autoestima, dudas acerca de su propia capacidad, sensibilidad elevada y
dificultad para tomar decisiones.
~
8) Esquizofrenia (Se). Evalúa este trastorno. Los ítems aluden a distorsiones o
peculiaridades de la percepción, sensaciones de persecución, sentimientos
de enajenación interpersonal, relaciones familiares pobres, falta de interés
por la vida sexual, dificultad de concentración y escaso control de los impulsos.
9) Hipomanía (Ma). Hace referencia a un estado maníaco moderado, ya que
un estado maníaco grave seguramente haría imposible la aplicación de
cualquier prueba al sujeto que lo padeciera. Los ítems de esta escala incluyen ideas de grandeza, excitación, elevada actividad, extraversión y altas
aspiraciones.
10) Introversión social (Si). Se refiere a la tendencia de los sujetos a aislarse de
los demás y a no participar en las actividades sociales.
Tal como se ha descrito, el MMPI-2 incorpora una serie de escalas de controlo
validez, que nos posibilitan conocer hasta qué punto la información proporcionada
por el sujeto es válida y fiable, e informan de la actitud que el sujeto evaluado adopta, por lo que resultan de especial importancia para el propósito forense.
\i"~. tas
escalas de validez estándar son:
- Escala de Interrogantes (?). La puntuación interrogante, que es la suma del
número de ítem dejados en blanco o respondidos a la vez como verdadero y
falso, puede interpretarse como un indicador de simulación por falta de cooperación con la evaluación, dado que este comportamiento es considerado
un criterio de simulación (American Psychiatric Association, 2002), invalidándose un protocolo con 30 o más ítems no respondidos o con respuesta doble,
aunque Graham (2006) advirtió que ese punto de corte es demasiado liberal,
reduciéndolo a más de 10.
- Escala K (factor corrector). Se utiliza como escala de corrección para aumentar el poder discriminativo de algunas escalas clínicas del cuestionario
'1 ?ermite \/alorar la actitud del suieto frente a la situación de e\/aluación. E.n
concreto, una puntuación elevada (T~65) es propia, entre otras hipótesis, de
defensividad en tanto una puntuación baja (T <40) es útil a la hora de detectar
a sujetos que fingen tener serias dificultades emocionales (Graham, 2006).
- Escala F (Incoherencia).
Se relaciona con contenidos insólitos y extravagan-
30
SALUD
y BIENESTAR
tes, experiencias raras, dificultad de concentración, temas religiosos, reacciones impulsivas o paranoides, trastornos somáticos o del sueño, esto es,
características difícilmente aceptables por personas atentas, del tal modo que
puntuaciones elevadas (T~65; Graham, 2006) advierten de una posible simulación. Además, esta escala resulta de valor para el control de la infrecuencia
en las respuestas y de outliers.
- Escala L (Mentira).Concebida como un indicador de validez del grado en que
el sujeto intenta falsificar sus respuestas, seleccionando aquellas que lo sitúan en la posición social más favorable (disimulación), se compone de 15
ítems, todos puntuados en la dirección falso. Los ítems se relacionan con
'conductas socialmente muy valoradas, pero que raramenté son verdad en la
mayoría de la gente (la población normal responde a un promedio de 3,5 de
estos ítems como falso), de modo que son asumidos por aquellos que quieren
dar una impresión inusualmente buena de sí mismos. Así, una puntuación
elevada (T~65) es indicativa de disimulación en casos forenses (Bagby, Nicholson, Buis, Radovanovic, y Fidler, 1999; Bathurst, Gottfried, y Gottfried,
1997).
A partir de las tres últimas escalas (L, F Y K) se perfilan dos configuraciones específicas que han mostrado tener un significado relevante (Duckworth y Anderson,
1995):
- índice F-K. Conocido como "índice de Gough", se ha observado
detectar los intentos de proporcionar una mala imagen. Si bien
puntos de corte específicos para cada contexto (Graham, 2006),
corte promedio en puntuaciones directas es de 12 (Rogers et al.,
\<;:~".'>
'.:-.;
"
"
que puede
se admiten
el punto de
2003).
- Perfil en "V invertida". Se refiere a que puntuaciones en L y K por debajo de 50
y puntuaciones F>80 (Jiménez y Sánchez, 2003), advierten de exageración
de síntomas (Nicholson et al., 1997).
El instrumento ofrece, asimismo, una serie de escalas de medida de la consistencia de las respuestas, la Escala TRIN y la Escala VRIN, así como el valor absoluto de la diferencia entre F y Fb, F-Fb (Greene, 1997). Se considera, para la detección de la simulación, que una puntuación directa igualo superior a 13 en VRIN
y TRIN, una puntuación T >70 en la adaptación española del MMPI-2 (Hathaway y
McKinley, 1999), advierte de inconsistencia en las respuestas. La media y desviación típica de F-Fb en el grupo normativo son 2,63 y 2,07, respectivamente (T70
=6,77) (Greene, 1997).
I
I
I
I
Por otro lado, existe una versión del MMPI, el MMPI-A (Butcher et al., 2003),
elaborada para aplicar a adolescentes de entre 14 y 18 años, debido a que tanto el
MMPI como el MMPI-2 están desarrollados para su aplicación en población adulta,
si bien se ha demostrado que el MMPI puede ser usado con adolescentes desde los
13 años, que posean al menos un nivel de estudios correspondiente al sexto curso
de primaria (Kane, 1999). También con el MMPI-A, se constató la fiabilidad a la hora
de detectar psicopatología fingida (Rogers, Hinds y Sewell, 1996).
UE 1: PSICOLOGIA
31
De manera muy resumida, destacar que el MMPI-A consta de diez escalas
" s básicas Hipocondría, Depresión, Histeria, Desviación Psicopática, Mascuad-feminidad, Paranoia, Psicastenia, Esquizofrenia, Hipomanía e Introversión
"1. Por otro lado, cuenta con las siguíentes escalas de validez: ''?" (No Res- estas), L (Mentira), F, F1 Y F2 (Incoherencia), y K (Factor Corrector); y las escalas
lementarias TRIN (inconsistencia de repuestas verdadero) y VRIN (inconsis- "a de respuestas variables). Este instrumento cuenta en la muestra española
una consistencia interna promedio en las escalas básicas y de validez de ,74
3~ cher et al., 2003).
Por último, referir que en la actualidad se cuenta con una v~rsión revisada del
PI, el MMPI-RF, que con una reducción significativa del número de ítems, disye de manera considerable el tiempo de aplicación de la prueba. No obstante,
equiere aún de mayor investigación para conocer el alcance de la prueba para
aplicación dentro del contexto forense, esencialmente, en lo que se refiere a la
ección de la simulación.
entario de Valoración de la Personalidad (PAI)
El PAI creado por Morey en 1991, Y adaptado a la población española por Ortiz- o, Santamaría, Cardenal y Sánchez (2011,2013), supuso un avance importante
:; a evaluación de psicopatologías mediante medidas objetivas de personalidad. A
" -el psicométrico, presenta una serie de ventajas con relación a otras medidas de
nalidad:
- Las respuestas a los ítems reflejan cuatro grados de aprobación (falso, no es
cierto en absoluto; ligeramente verdadero; bastante verdadero; y completamente verdadero).
'>j$u-validez
-.
,
discriminante se ve incrementada al utilizar escalas no solapadas.
Otras características positivas de esta prueba son su fácil comprensión lectora,
-" egración de subescalas para la interpretación clínica y la validez y, por último,
- selección de síntomas y características asociadas, que representa un amplio y
pleto espectro de síndromes y trastornos.
El PAI se compone de once escalas clínicas que se describen a continuación:
-
Quejas somáticas (SOM). Esta dimensión valora la presencia de síntomas
físicos sin alteración orgánica que los origine que se relacionan con factores
psicológicos. Incorpora a su vez tres subescalas:
a. Conversión (SOM-C). Evalúa la presencia de síntomas relativos a la pérdida o alteración de una función motora o sensorial sin base neurológica
que lo justifique.
b. Somatización (SOM-S). Mide quejas físicas de tipo rutinario como problemas gastrointestinales, dolores de cabeza, dolores de espalada, fatiga, etc.
34
SALUD
y BIENESTAR
a. Conductas antisociales (ANT-A). Medida de los comportamientos
les y destructivos, pasados y presentes, hacia los otros.
ilega-
b. Egocentrismo (ANT-E). Estima el egocentrismo y narcisismo patológico,
esto es, en qué medida el evaluado se preocupa por satisfacer sus necesidades sin considerar la de los demás.
c. Búsqueda de sensaciones (A N T-B). Valora la tendencia a buscar emociones fuertes a través de actividades de riesgo y peligrosas, y la baja
tolerancia al aburrimiento.
Problemas con el alcohol (ALC). Medida de los problemas para controlar los
excesos con el alcohol.
Problemas con las drogas (DRG). Esta escala fue diseñada para la medida
del consumo de sustancias ilegales.
Las escalas de validez que incorpora el PAI son las siguientes:
Inconsistencia (INC). Destinada a la medición de un perfil aleatorio de respuesta. Se compone de veinte pares de ítems que presentan una elevada
correlación, esto es, la respuesta a uno de los elementos permite predecir
en gran medida la respuesta a su par. Puntuaciones altas indican una tendencia a emitir información inconsistente ante pares de cuestiones de contenido similar.
Infrecuencia (INF). De objetivo análogo a la escala INC, medir la presencia
de repuestas aleatorias o incoherentes, sus elementos se elaboraron con la
finalidad de que la mayoría de las personas que los contestasen emitieran
una respuesta similar. Se trata se ítems altamente infrecuentes tanto en
individuos clínicos como normales.
Impresión negativa (IMN). Se dirige a controlar que el sujeto haya contestado
al inventario refiriendo un grado de psicopatología superior al objetivamente
padecido. Dos son los motivos que pueden llevar a este perfil de respuesta:
a. simular psicopatología con el objetivo de obtener algún tipo de beneficio,
y b. que el evaluado presente la tendencia a exagerar sus desgracias y que
ante la oportunidad de evidenciar que algo va mal lo haga al margen de la
circunstancia particular en la que se encuentre. Los ítems que componen
esta escala presentan un contenido referido a problemas psicopatológicos
qUe; raramente se encuentran en verdaderos enfermos mentales, esto es,
consisten en "afirmaciones categóricas de disfunciones que rayan en lo melodramático".
Impresión positiva (IMP). Mide la tendencia a mostrarse uno mismo bajo
una perspectiva más favorable de la real, esto es, evalúa la disimulación o
la deseabilidad social. Sus ítems se componen de características de personalidad habitualmente deseables que varían en relación con su probabilidad
de ocurrencia en población general.
Adicionalmente,
el PAI incorpora cinco índices complementarios
de validez:
Inconsistencia al final del cuestionario. Diseñado para detectar aquellas personas que tras contestar atentamente la primera parte del cuestionario, su
::;- OQUE 1:
PSICOLOGíA
35
grado de atención comienza a disminuir de manera progresiva, derivando
en una consistencia menor en la segunda parte de la prueba.
-
índice de simulación. Complementa la escala IMN y se dirige a la medida de
la exageración de síntomas o simulación. Se ha observado que este índice
aparece con mayor frecuencia en los simuladores que en los pacientes reales.
-
Función discriminante de Rogers. Diseñada para diferenciar los perfiles sinceros de las simulaciones de psicopatología.
-
índice de defensividad. Tiene como objetivo detectar ton mayor precisión
la respuesta de minimización de síntomas o disimulación. Se compone de
ocho características del perfil del PAI que se hallan con mayor frecuencia en
los individuos que muestran una impresión positiva.
-
Función discriminante de Cashel. Se dirige al estudio de la disimulación,
esto es, tiene como fin distinguir entre patrones de respuesta defensivos y
patrones sinceros.
Diferentes investigaciones sugieren la utilidad de esta prueba para el estudio
ce la simulación. En esta línea, Rogers, Ustad y Salekin (1998) hallaron que el PAI
7eSentaba una validez aceptable para la detección de simulación de trastornos
"""""ntales. Por su parte, Bagby, Nicholson, Bacchiochi, Ryder y Bury (2002) obseron que la PAI discriminaba entre simuladores entrenados y no entrenados ajenos
=: contexto criminal, aunque existían diferencias entre los indicadores de simulación
- cuanto a su utilidad. Otra investigación con participantes instruidos para fingir
discapacidad, puso de manifiesto el potencial del PAI para discriminar entre
pacidades simuladas y presentaciones facticias (Rogers, Jackson y Kaminski,
). Más recientemente, Kucharski, Toomey, Fila y Duncan (2007) detectaron
~¡ •• dE?las escalas
de la PAI, la IMN presentaba una buena especificidad y sena la hora de discriminar entre simuladores y no sumuladores. Por último,
señalar que Hawes y Boccaccini (2009) realizaron un meta-análisis que puso de
nifiesto que las escalas del PAI eran un buen predictor de la simulación tanto en
ietos no entrenados como entrenados. No obstante, los efectos eran mayores en
individuos no entrenados para simular.
_. , ad
SCL-90-R
El SCL-90-R, Lista de Comprobación de Síntomas - 90-R (Symptom Check
- 90 - R) de Derogatis (1977, 2002), fue desarrollado para evaluar patrones de
-' tomas presentes en el individuo, y consta de 90 ítems (existe una versión redu. a de 52) en los que el sujeto informa de sus síntomas psicológicos, psiquiátricos
somáticos. La escala de respuestas es de cinco puntos: "nada" (O), "un poco"(1),
oderadamente" (2), "bastante" (3) y "muchísimo" (4). Este instrumento se estrucen torno a 9 dimensiones primarias, 7 ítems adicionales y 3 índices globales
e malestar.
36
SALUD
y BIENESTAR
Las dimensiones primarias que conforman la prueba son las siguientes:
Somatización. Esta dimensión, compuesta por 12 ítems, evalúa la presencia
de malestar que la persona percibe relacionado con diferentes disfunciones
corporales (p.e., cardiovasculares, gastrointestinales, respiratorios).
Obsesivo-compulsivo. Esta escala engloba síntomas que están claramente
identificados con el síndrome clínico del mismo nombre. En concreto, se focaliza en pensamientos, impulsos y acciones que son experimentados como
imposibles de evitar o no deseados.
Sensibilidad intemersonal. Los nueve síntomas de esta dimensión detectan la presencia de sentimientos de inferioridad e inadecuación sobre todo
cuando la persona se compara con los otros, hipersensibilidad a las opiniones y actitudes ajenas y, en general, incomodidad e inhibición en las relaciones interpersonales.
Depresión. La depresión se mide a través de 13 ítems que recogen signos
y síntomas clínicos propios de los trastornos depresivos: estado de ánimo
disfórico, falta de motivación, poca energía, sentimientos de desesperanza,
ideas autodestructivas y otras manifestaciones cognitivas y somáticas características de los estados depresivos.
-
Ansiedad. Los diez ítems de esta escala son los clásicamente referidos a
las manifestaciones clínicas de la ansiedad, tanto .en la generalizada como
aguda (pánico), tales como nerviosismo, tensión, ataques de pánico y miedos. Además, también mide signos generales de tensión emocional y sus
manifestaciones psicosomáticas.
Hostilidad. Los seis ítems de esta dimensión aluden a pensamientos, sentimientos y conductas propios de estados de agresividad, ira, irritabilidad,
~~f~~
.~
rabia y resentimiento.
"-'. \
"
-
Ansiedad fóbica. Los siete ítems de la ansiedad fóbica aluden a una respuesta persistente de miedo a personas concretas, lugares, objetos y situaciones que es, en sí misma, irracional y desproporcionada en cuanto al
estímulo que la provoca.
Ideación paranoide. La sintomatología paranoide se aprecia mediante seis
ítems que evalúan comportamientos
paranoides fundamentalmente
en
cuanto a desórdenes del pensamiento, incluyendo características propias
del pensamiento proyectivo tales como suspicacia, centralismo auto-referencial e ideación delirante, hostilidad, grandiosidad, miedo a la pérdida de
autonomía y necesidad de control.
Psicoticismo. Los diez síntomas que evalúan la dimensión psicótica están
referidos a estados de soledad, estilo de vida esquizoide, alucinaciones y
control de pensamiento. En la población general esta dimensión está más
relacionada con sentimientos de alienación social que con psicosis clínicamente manifiesta.
-
OQUE
37
1: PSICOLOGIA
Además, el SCL-90-R contiene siete ítems que no se incorporan a ninguna de
nueve dimensiones, pero que tienen cierta relevancia clínica. Éstos son: poco
aoetito (19), problemas para dormir (44), pensamientos acerca de la muerte o mo-;:se (59), comer en exceso (60), despertarse muy temprano (64), sueño intranquilo
06), y sentimientos de culpa (89).
Por su parte, la prueba cuenta con tres índices globales de malestar, que a la
z actúan como indicadores de validez de la prueba:
- índice de Gravedad o Severidad Global (GSI). Este índice es un buen indicador del nivel actual de la severidad del malestar. Combina el número de
síntomas reconocidos como presentes con la intensidad del malestar.
- Total de Síntomas Positivos (PST). El PST es el resultado de contabilizar el
número total de ítems que tienen una respuesta positiva (esto es, mayor a
cero).
- Malestar Referido a Síntomas Positivos (PSDI). El PSDI evalúa si la persona
tiende a exagerar o minimizar los malestares que lo aquejan.
Entrevistas estructuradas
Debido a que se ha evidenciado que las entrevistas tradicionales eran poco
e caces en la detección de la simulación, se han realizado pruebas orientadas a
identificación y evaluación de la utilidad de diversas estrategias, y se han creado
entrevistas estructuradas que facilitan la tarea de discriminación de individuos simudores (Rogers, 1997). Tales entrevistas parten esencialmente de la metodología
e elección forzosa, donde el rol de la observación clínica está controlado y estreamente definido (Rogers y Mitchel, 1991).
Diversos autores partiendo de la idea de las dificultades que entraña evaluar a
.{,pbslble simulador a través de entrevistas no estructuradas, ofrecen tres alterna. as (Rogers, 1997):
a. Complementar
la entrevista tradicional con medidas estandarizadas.
b. Incorporar a la entrevista tradicional
fuente adicional de datos.
preguntas clínicas, que sirvan como
c. Investigar motivaciones o incentivos externos que puedan indicar la posibilidad de simulación.
Además, las entrevistas estructuradas proporcionan un método sistemático
para la evaluación de síntomas y características asociadas a trastornos mentales,
ues estandarizan la forma y secuencia de las preguntas clínicas y la cuantificación
de los síntomas.
En este contexto, el autoinforme del paciente puede ser analizado por la consistencia de tres parámetros:
a. Plantear preguntas idénticas en diferentes momentos.
b. Realizar entrevistas colaterales a otros informadores.
38
SALUD
c. Utilizar la narrativa inestructurada
estructuradas.
y BIENESTAR
o discurso libre del sujeto con preguntas
Rogers, Bagby y Dickens (1992) propusieron un modelo que incorporaba el
estudio de ocho estrategias de detección de psicopatología fingida: síntomas raros,
síntomas obvios, síntomas improbables, síntomas sutiles, combinación de síntomas, agrupación indiscriminada de síntomas, severidad de síntomas e inconsistencia de síntomas.
Dos de las entrevistas estructuradas más investigadas y utilizadas en evaluación de sujetos simuladores, son la Escala de Trastornos Afectivos y Esquizofrenia
(SADS) y·la Entrevista Estructurada de Síntomas Informados (SIRS) que se presentan a continuación.
Escala de Trastornos Afectivos y Esquizofrenia
(SADS)
En 1978 Spitzer y Endicott desarrollaron la escala SADS con el propósito de
estandarizar la entrevista diagnóstica, especificando su estructura por medio de una
progresión sistemática de preguntas acerca de diferentes síntomas y características
asociadas.
Se trata de una entrevista semiestructurada larga que requiere una gran destreza y sofisticación por parte del sujeto que intenta simular, a diferencia de las entrevistas tradicionales, pues debe presentar su informe de forma detallada y ordenada
en episodios discretos, precisando su comienzo y la severidad y duración de los
síntomas. Este instrumento proporciona comparaciones estandarizadas de síntomas. Utilizando partes del SADS en entrevistas corroborativas, se analiza un mismo
episodio y se confirma (Rogers, 1986). Existe una versión del SADS aplicable a
..•.
t~~i~~S y adolescentes (entre 6 y 18 años), el K-SADS (Ambrosini, 2000).
"-:
Permite llevar a cabo un examen en profundidad de la consistencia del autoinforme del paciente, cuya variabilidad en entrevistas no estructuradas puede ser debida, por ejemplo, a cambios en el estilo o énfasis de las preguntas clínicas (Rogers,
1997). La estandarización de la SADS facilita al evaluador el control de esas otras
fuentes de variabilidad.
Rogers (1997) nos ofrece una serie de datos extraídos de tres fuentes diferentes: tres estudios (Duncan, 1995; Rogers, 1988; Ustad, 1996) que evalúan simulación en distintas muestras de individuos (esquizofrénicos, presos y pacientes
forenses, respectivamente), cuyas puntuaciones excedían sustancialmente algunas
puntuaciones de corte de la SADS. Para detectar simulación se aplicaron, siguiendo
el paradigma de Rogers (1988) cinco estrategias: síntomas raros, síntomas contradictorios, combinación de síntomas, severidad de síntomas y agrupamiento indiscriminado de síntomas. Los resultados de estos estudios sugieren que no es
recomendable utilizar la estrategia "síntomas raros" en el SADS como detectora de
simulación, dado el alto porcentaje de falsos positivos encontrados. Las restantes
estrategias resultaron eficaces en la detección de sujetos simuladores, los cuales
39
3._0QUE 1: PSICOLOGIA
raban las puntuaciones de corte establecidas
yor que las otras muestras.
por la SADS en un porcentaje
ítrevista Estructurada de Síntomas Informados (SIRS)
La SIRS surge en 1986 de la mano de Rogers, y desde entonces ha sido sotida a múltiples revisiones. Tomando como base una serie de estrategias clínicas que estaban demostrando su eficacia como indicadores de posible simulación,
co o una presentación fantástica por parte del sujeto (Davidson, 1949; Ossipov,
'944), inconsistencia en el autoinforme (Rogers, 1986; Wachspress, Berenberg y
acobson, 1953), manifestación de síntomas incompatible con el diagnóstico psiiátrico (Resnick, 1984, 1988; Rogers, 1987; Sadow y Suslick, 1961), y otras estegias desarrolladas para formar parte del cuestionario de personalidad MMPI,
ogers (1986) elaboró esta entrevista estructurada para detectar simulación.
La principal ventaja de esta entrevista consiste en que consigue eliminar la
bjetividad propia de la observación clínica (Kropp y Rogers, 1993) y, como indica
ta literatura clínica (Rogers, 1988) y estudios de psicología social (Tesser y Paulhus,
983; Tetlock y Manstead, 1985; Pollock, 1996), la influencia que la actitud del clínico podría tener sobre la presentación del sujeto, pues en este caso el evaluador no
- terviene con preguntas aclaratorias que a veces pueden reflejar actitudes como
esconfianza o incredulidad hacia el testimonio del sujeto.
La Entrevista Estructurada de Síntomas Informados está elaborada a partir de
es tipos de preguntas, que constituyen un total de 172 ítems desarrollados especícamente para medir simulación. Estos tres tipos de cuestiones son (Rogers, 1997):
a. Preguntas detalladas: valoran síntomas específicos y su severidad.
b. Preguntas repetidas: miden la consistencia de las respuestas.
\t:.·c. '''Preguntas
generales: evalúan síntomas específicos,
cos y patrones de síntomas.
problemas psicológi-
Si bien en principio esta entrevista constaba de 14 escalas, diseñadas para
inimizar falsos positivos (identificar como simuladores a auténticos enfermos), el
número de escalas se ha ido reduciendo a lo largo de múltiples estudios que evaluaban su eficacia en la detección de la simulación (Rogers, Gillis y Bagby, 1990;
Rogers, Gillis, Dickens y Bagby, 1991; Rogers, Gillis, Bagby y Monteiro, 1991), en
función de la robustez de sus propiedades psicométricas. Actualmente se utilizan 8
escalas principales, cuya fiabilidad ha sido comprobada por diferentes investigaciones (Rogers et al., 1992; Linblad, 1994):
-
Síntomas raros (RS): Se pregunta al sujeto acerca de síntomas reales que
raramente se observan en pacientes psiquiátricos, eligiéndose en función
del escaso número de veces que son informados por poblaciones clínicas.
-
Síntomas improbables o absurdos (lA): Caracterizados por poseer una cualidad fantástica o ridícula, que los diferencia de aquellos que, aunque raros,
podrían ser reales.
40
O:J':: ..
SALUD
y BIENESTAR
-
Síntomas combinados (SC): Se plantean al sujeto síntomas psiquiátricos
reales, pero que difícilmente aparecen de forma simultánea, aunque de forma separada sean síntomas corrientes.
-
Síntomas patentes u obvios (BL): Esta escala se fundamenta en los hallazgos de estudios del MMPI que indican que los simuladores tienden a
manifestar un amplio número de síntomas que son señales obvias de enfermedad mental (Greene, 1980). Son aquellos síntomas que individuos legos
pueden identificar como indicativos de trastornos mentales graves.
-
Síntomas sutiles (SU): Esta estrategia se basa~en aquellos síntomas que
- personas inexpertas pueden percibir como problemas cotidianos y no como
indicativos de enfermedad mental.
-
Selección de síntomas (SEL): Se trata de una medida global de los síntomas
que, de entre un subconjunto de 32, el sujeto afirma padecer. Esta estrategia parte de observaciones clínicas que sugieren que algunos simuladores
informan de problemas psiquiátricos de forma indiscriminada.
-
Gravedad de los síntomas (SEV): parte de la observación de que numerosos simuladores afirman padecer síntomas caracterizados por una gravedad extrema o insoportable. Los sujetos deben señalar en una lista de 32
síntomas, cuáles sufren de forma "insoportable" o "demasiado dolorosa de
aguantar".
-
Síntomas informados versus observados (RO): Generalmente se centran
en síntomas lingüísticos y motrices que puedan ser evaluados directamente
por el experto, planteando a los sujetos preguntas acerca de la conducta
observable y comparando sus respuestas con la observación clínica.
Se entiende que la SIRS es un instrumento válido con poblaciones criminales
no criminales (Gothard, Rogers y Sewell, 1995; Rogers, 1997b), ya que posibilita distinguir entre sujetos honestos y simuladores y entre simuladores de distintos
trastornos mentales, auténticos pacientes y sujetos normales, tal como evidencian
varios estudios (Melton, Monahan y Saks, 1997; Rogers, Gillis, Dickens y Bagby,
1991; Rogers, Kropp, Bagby y Dickens, 1992).
:y
En esta línea, Gothard (1993) realizó una investigación empleando la SIRS con
delincuentes condenados y pacientes psiquiátricos, en la que encontró importantes
diferencias entre sujetos simuladores, enfermos mentales y sujetos normales. Con
posterioridad, Gothard, Vigilione, Meloy y Sherman (1995) llevaron a cabo un nuevo
trabajo para evaluar la eficacia de la SIRS, en este caso como instrumento de detección de simulación de incapacidad en la sala de justicia. Empleando una puntuación
total, a partir de las ocho escalas primarias, como criterio de clasificación, la tasa
de éxito era del 90.8%. De facto, de acuerdo con los autores, la elevación de tres o
más escalas primarias sería el mejor indicador de simulación, con una tasa de éxito
de 97.8%. Estos resultados confirman la validez del instrumento como índice de simulación. Así, debido a sus óptimas propiedades psicométricas se ha convertido en
=_OQUE 1:
PSICOLOGIA
41
instrumento ampliamente utilizado en la práctica de la Psicología Forense para
:. estudio de la simulación (Lally, 2003).
Una de las principales limitaciones de la SIRS es el elevado tiempo que requie-=> su aplicación. Esto ha llevado a que algunos autores desarrollasen versiones
ucidas. En esta línea, Norris y May (1998) llevaron a cabo un estudio con pobla.. n penitenciaria, con la finalidad de conocer el porcentaje de simulación entre los
reses, empleando 5 de las 8 escalas principales del SIRS, planteadas como una
a acortada de la escala. Los resultados obtenidos a través de esta versión redu. a fueron comparados con los de la entrevista completa, observándose una elevaea consistencia entre ambas. Los datos mostraban que este instrumento clasificaba
rrectamente al 88 % de los sujetos, destacando además un mayor porcentaje
e simulación entre individuos con menos años de escolarización y menor edad,
e tendiendo estos dos aspectos como característicos de sujetos simuladores, tal
como se había expuesto en estudios anteriores (Hankins, Barnard y Robbins., 1993;
ogersetal.,1992).
Sin embargo, Norris y May (1998) entienden que la utilidad de esta versión
educida del SIRS es adecuada para un nivel inicial de evaluación, pero no como
eterminación final de simulación, para lo que será necesario complementaria con
tras medidas como el MMPI, entrevista clínica, observación y otras fuentes de inormación. Por su parte, Story (2000) también puso a prueba una versión abreviada
e la SIRS, que constaba de 71 ítems que comprendían seis de las escalas de la
SIRS. Esta prueba clasificó correctamente el 78,9% de los simuladores y un 90%
e los no simuladores. Asimismo, presentaba altas correlaciones con algunos de
s índices de simulación del MMPI-2. No obstante, la validez cuestionable de estos
grupos de criterios limita la interpretación de los resultados.
Más recientemente, Green, Rosenfeld, Dole, Pivovarova y Zapf (2008) desarrollafRfl x,.,.examinaron la efectividad de una versión abreviada de la SIRS, denominada StRS-A. Ésta se compone de 69 ítems que pertenecen a las ocho escalas
primarias de la SIRS, que son las que presentan una validez y fiabilidad más fuerte
y representan los únicos índices usados para analizar si una persona está simulando o respondiendo honestamente. Los resultados de su investigación sugieren
un interesante potencial de la SIRS-A, de cara a evaluar simulación en pacientes
psiquiátricos. A pesar de ello, todavía se requiere mayor investigación, debido a
que su sensibilidad es equiparable, incluso superior, a la de la SIRS original, pero
su especificidad es más pobre, lo que genera un mayor número de falsos positivos.
Como se ha señalado la eficacia de la SIRS ha sido probada en contextos clínicos, forenses y penitenciarios, y se ha evidenciado su capacidad para discriminar
entre casos clínicos reales y simulados. No obstante, pocos trabajos han evaluado
su capacidad en casos de indemnización e invalidez. Por ello, Rogers, Payne, Berry
y Granacher (2009) llevaron a cabo un estudio con una muestra conformada por
individuos inmersos en casos de indemnización. A partir de sus resultados concluyeron que la SIRS era efectiva en aquellos casos en los que tenía que determinarse
la realidad de un diagnóstico relacionado con el trauma como el trastorno por estrés
42
SALUD
y BIENESTAR
postraumático O la depresión mayor. Sin embargo, aunque es sensible en la detección de alteraciones cognitivas reales, presenta un valor limitado de cara a evaluar
su simulación.
También, se ha cuestionado su capacidad a la hora de evaluar pacientes con
traumas severos, lo cuales tienden a presentar indicadores de simulación en las
medidas psicológicas. Por ejemplo, se ha observado que los individuos con traumas graves tienden a presentar puntuaciones semejantes a las asociadas con la
simulación en el MMPI-2 (Elhai et al., 2003: Welburn et al., 2003). Esta problemática
motivó que Rogers, Payne, Correa, Gillard y Ross (2009~ estudiasen la utilidad de
la SIRS.con pacientes que presentaban una sintomatología traurnática grave. Sus
resultados pusieron de manifiesto que la prueba presentaba una alta sensibilidad,
pero la tasa de falsos positivos era elevada. Esto es, algunos pacientes reales con
síntomas traumáticos graves eran clasificados como simuladores. Con el objetivo
de solventar este problema desarrollaron el índice de Trauma (Trauma Index) fundamentado en tres de las escalas primarias de la SIRS (combinación de síntomas,
síntomas improbables e, inconsistencia de síntomas observados y manifestados)
que destacaban por presentar puntuaciones bajas y que, por lo tanto, no parecían
verse afectadas por la presencia del trauma. La introducción de este índice reducía
sustancial mente la tasa de falsos positivos.
Conviene destacar, además, la ventaja de que el SIRS puede ser aplicado a
adolescentes tal y como demuestra un estudio realizado por Rogers, Hinds y Sewell
en 1996, en el que compararon la utilidad de tres medidas, el MMPI-A, el SIRS y
el SIMS (Structured Inventory of Malingered Symptomatology) en una muestra de
delincuentes adolescentes. No obstante, Rogers (1997) sostiene, que el SIRS debe
ser utilizado con adolescentes sólo como una fuente de datos corroborativos, nunca
como un determinante primario de simulación.
>:t~·,.""
Finalmente, resaltar la recomendación de Rogers y Mitchell. (1991) que sostienen que el SIRS debe ser utilizado como complementación del MMPI, pero nunca
como sustituto. Gothard et al. (1995), en sintonía con Rogers, sostienen que el
modo más preciso para verificar si se da simulación, parte del uso de múltiples
medidas. Estos y otros autores destacan la importancia de estimular la utilización
de una aproximación multimétodo en la evaluación de la simulación de trastornos
mentales.
La entrevista clínico-forense
Las limitaciones que acarreaban los diferentes formatos de entrevista de tipo
clínico para su aplicación en el contexto forense, referidas en los aparatados precedentes, llevaron a Arce y Fariña (2003) ha desarrollar la denominada Entrevista
Clínico-Forense.
Se fundamenta en los modelos narrativos, que prevén que las personas crean
narraciones que tienen por objeto describir un evento o situación, y, más específi-
UE 1:
PSICOLOGíA
43
ente, en las Anchored Narratives (Wagenaar, 199; Wagenaar, Van Koppen, y
bag, 1993), que sostiene que son los episodios o eventos narrativos propios
sujeto en condiciones de anomalía (simulación) y realidad son diferentes. La
ez de estos modelos para la evaluación psicológica forense del daño psicoló_
es tal que se ha encontrado sistemáticamente (véase una revisión del estado
ze la literatura en Rogers, 1997) que, si así se le demanda, el sujeto construye una
-:.arrativa de su salud mental.
La Entrevista Clínico-Forense, que ha de ser llevada a cabo por un entrevistaentrenado y con conocimientos de psicopatología, se estructura en torno a los
uientes pasos:
1. Presentación de la entrevista, del objeto y procedimiento.
11. Pedir a los sujetos que relaten en formato de discurso libre los síntomas,
conductas y pensamientos que tienen en el momento presente en comparación con el estado anterior al delito (Escala de Evaluación de la Actividad
Global).
111.Reinstauración de contextos. Si los sujetos no responden de motu propio,
les será requerido que informen igualmente sobre sus relaciones familiares
(Escala de Evaluación Global de la Actividad Relacional, EEGAR); relaciones sociales (Escala de Evaluación de la Actividad Social y Laboral, EEASL)
y relaciones laborales (Escala de Evaluación de la Actividad Social y Laboral, EEASL)
IV. Construcción de una rejilla de síntomas (DSM-V) o recurrir a listados de síntomas. Las categorías de análisis consisten en los síntomas descritos en el
DSM-V. Así, se elabora un sistema categorial mutuamente excluyente, fiable
y válido, en lo que Weick (1985) ha denominado sistemas de categorías
metódicas.
~~Aju.star los síntomas a trastornos. La información clínica obtenida debe de
.'ser grabada y, después, se procede al análisis de contenido de la misma.
Concretadas unas hojas de registro, se señalan los síntomas detectados en
el análisis de contenido de la grabación.
VI. La detección de los síntomas responde a dos métodos complementarios:
expresión directa del sujeto e inferencias de los codificadores tras analizar los protocolos. Si bien la mayor parte de los síntomas, incluso los más
adversos, pueden ser directamente explicitados por los evaluados (Lewis
y Saarni, 1993), algunos sólo pueden observarse. Por ejemplo, un deterioro de la concentración puede ser manifestado por el sujeto directamente o
ser inferido por el evaluador tras el análisis de contenido de la entrevista.
De modo similar, pueden detectarse respuestas fisiológicas al exponerse a
estímulos relacionados con el evento traumático, respuestas de sobresalto
exageradas, etc.
VII. Control de la fiabilidad a través del estudio de las siguientes 10 estrategias
de simulación (Arce, Fariña, Carballal y Novo, 2006, 2009; Vilariño, Arce, y
Fariña, 2013):
44
SALUD
y BIENESTAR
1) No cooperación con la evaluación. Se codifica esta posibilidad cuando
el sujeto no muestra interés en la evaluación o no responde a la misma
(American Psychiatric Association, 2013).
2) Síntomas sutiles. Los síntomas sutiles no son síntomas reales, sino
problemas cotidianos que se informan como síntomas asociados a una
enfermedad mental (p.ej., ser desorganizado, falta de motivación, dificultades en la toma de decisiones ordinaria).
3) Síntomas improbables/absurdos.
Son aquellos que tienen un carácter
fantástico o ridículo (opiniones, actitudes o creencias extrañas) y que no
gozan de referentes reales (se excluyen aquí los síntomas raros).
4) Síntomas obvios. Éstos son síntomas de carácter psicótico que se relacionan con lo que vulgarmente se conoce como locura o enfermedad
mental.
5) Síntomas (cuasi) raros. Esta contingencia se da cuando el sujeto dice
padecer síntomas que raramente se observan incluso en poblaciones
psiquiátricas reales y muy infrecuentemente en las normativas.
6) Combinación de síntomas y patrones espurios de psicopatología. Este
indicador de simulación se codifica cuando el sujeto informa de síntomas
reales que difícilmente se dan juntos (v.gr., esquizofrenia y extroversión),
o cuando el sujeto describe un conjunto indiscriminado de síntomas sin
consistencia interna entre ellos o configuraciones inusuales en poblaciones clínicas.
7) Severidad de síntomas. Esta categoría analiza el grado de severidad de
los síntomas manifestados. Es frecuente que los simuladores atribuyan
a la sintomatología que dicen padecer una severidad extrema.
~~1'~~'
>
.'-: .. \
8) Inconsistencia de síntomas (observados y manifestados). Esta categoría
tiene por objeto analizar la correspondencia entre los síntomas elicitados
por el sujeto y las observaciones del forense sobre si esos síntomas se
corresponden con la actitud, presencia y comportamiento del sujeto.
9) Estereotipos erróneos. Esta categoría se refiere a las concepciones
equivocadas sobre las características clínicas comúnmente asociadas
con los trastornos mentales.
10)Agrupación indiscriminada de síntomas. El sujeto informa de problemas
psiquiátricos de forma indiscriminada.
En suma, adoptando este procedimiento requerimos al evaluado que realice
una tarea de conocimiento de síntomas, mientras que en las entrevistas estructuradas, semi-estructuradas, checklist e instrumentos psicométricos el sujeto lleva a
cabo una tarea de reconocimiento de síntomas. Es por ello que la entrevista no se
realiza en formato de interrogatorio cerrado, no es directiva y está orientada a la
reinstauración de contextos. Esto es, se lleva a cabo un procedimiento de entrevista
abierta y en formato de discurso libre, continuada de una reinstauración de contextos.
BLOQUE 1: PSICOLOGIA
45
El sistema de evaluación global de Arce y Fariña
Este procedimiento, que está adaptado al contexto legal español, integra dierentes técnicas científicas para llevar a cabo una evaluación psicológico-forense
completa, esto es, permite realizar una evaluación del estado psíquico de los evaluados y de la credibilidad de las declaraciones, además de otras áreas de interés
como la personalidad y las capacidades cognitivas.
En este sentido, el SEG incorpora técnicas dirigidas a la evaluación del estado
ental de los evaluados y, por consiguiente, para la medi~a del daño psíquico, y
rocedimientos para la obtención de la declaración (p.e. Entrevista Cognitiva Mejoada) y el análisis de credibilidad de la misma (v. gr., SVA). No obstante, dado que
existen dos módulos que abordan de manera específica estas cuestiones (el ocho
dedicado a la Victimología y el nueve centrado en la Psicología del Testimonio), no
se desarrollará en este apartado una descripción profunda de las mismas, sino que
se remite al lector a acudir a estos módulos para ampliar y completar la información,
en ellos podrá encontrar una exposición pormenorizada de sus características y
modos de aplicación. Asimismo, algunos de los instrumentos que emplea el SEG
an sido abordados en los apartados precedentes (p.e., MMPI-2 o SCL-90-R), de
al modo que no se ahondará en su descripción.
Fases del Sistema de Evaluación Global
El SEG se compone de los siguientes pasos:
a) Obtención de la declaración. El primer material y más importante es la declaración de las partes implicadas. Para ello se aplica el procedimiento de
obtención de la información que mejor se ajuste al evaluado, ya sea la en"... trevista cognitiva o aquellos formatos existentes para casos especiales (menores o discapacitados).
b) Repetición de la obtención de la declaración. Generalmente, se obtiene una
única declaración. Ahora bien, con una única medida perdemos una posibilidad de análisis de la consistencia de la declaración en el tiempo. De todos
es asumido que esta opción no tiene porqué contaminar los datos procedentes de una entrevista no viciada externamente (v.gr., Campos y AlonsoQuecuty, 1999), tal y como ocurre en los protocolos de obtención de la declaración anteriormente mencionados. En la primera medida no se procede
al interrogatorio, esto es, sólo se acude a la reinstauración de contextos,
recuerdo libre, cambio de perspectiva y recuerdo en orden inverso. El interrogatorio subsiguiente se deja para la segunda medida a fin de no contaminar la memoria de eventos. De una segunda medida se obtiene un análisis
de la consistencia que, de acuerdo con la hipótesis Undeutsch (1967, pág.
125), debe entenderse en función de la centralidad periferia del material que
entra en contradicción. Así, señala que sólo es relevante la contradicción si
afecta a detalles centrales para la acción de juicio. La inconsistencia en la
46
SALUD
y BIENESTAR
información periférica o la omisión de cierta información sólo es importante
si es transcendente para la construcción de un evento verdadero. Para dar
cabida a las interferencias (teoría de la interferencia del olvido), a la entrada de nueva información (hipótesis constructiva del olvido) y a la curva del
olvido, el tiempo a transcurrir entre entrevista y entrevista lo estimamos en
superior a 1 semana (pero no mucho más allá). Las hipótesis básicas que
se postulan son tres. Primera, al ser un evento vital estresante el efecto del
desuso será menor (referido al testimonio de víctima y agresor, y contiguo
a los hechos). Segunda, una teoría de racionalidad
~ por parte del mentiroso
que se plasma en que la mentira es planificada, 'aprendida y, por extensión,
consistente en el tiempo con lo que no estará mediada por interferencias e
información post-suceso (hipótesis constructiva). Para esto, es imprescindible obtener la primera declaración en formato de discurso libre sin ningún
interrogatorio porque a través de éste entraría información post-suceso que
el sujeto acomodaría a la nueva reconstrucción. El interrogatorio sólo procedería tras la obtención en discurso libre de la segunda declaración. Tercera,
el sujeto que dice verdad narra imágenes con lo que la descripción de los
hechos aún siendo muy semejante, será de construcción distinta al no responder a esquemas episódicos. En suma y en formato de recuerdo libre, la
declaración verdadera será menos consistente y aunque el evento sea el
mismo, la narración será significativamente distinta tanto en su recuperación
como en el contenido (omisiones, elicitación de eventos distintos a los hechos pero relacionados con ellos, inconsistencia en información periférica,
recuperación de nueva información poco relevante para los hechos). Por su
parte, el sujeto mentiroso narra historias aprendidas con lo que las repetirá
básicamente igual guiado por un esquema.
e) Contraste de las declaraciones hechas a lo largo del sumario. Asimismo, se
recaban, de acuerdo con el procedimiento de estudio de la validez SVA, las
otras declaraciones hechas a lo largo del proceso judicial (v. gr., sumario).
Ahora bien, el valor de éstas es relativo. Es preciso tener en mente que muchas de ellas son transcripciones de lo que un testigo ha dicho con lo cual
no reflejan fehacientemente lo testificado. Además, el tipo de interrogatorio
puede haber mediatizado la respuesta. De hecho, en el caso de interrogatorios a menores se encuentran muchas expresiones y conceptos que preguntado el menor no sabe qué son (p.e., en la declaración del menor aparece
la expresión "echó semen", si preguntado el menor qué es semen, y éste
no lo sabe es que no responde a su declaración tal expresión). Por tanto, la
falta de consistencia de las declaraciones obtenidas ante los peritos y otras
recogidas en el sumario tiene un valor muy relativo. En su caso, debe explicarse que esta falta de consistencia no es relevante para el análisis de la
plausibilidad de la declaración. Es importante tomar con más precauciones
de las que podrían esperarse a priori las confesiones por parte del acusado,
y, muy especialmente, de las incriminaciones a cambio de beneficios para
el informador. La fuente de sesgo viene de la mano de los interrogatorios.
3_0QUE
1: PSICOLOGíA
47
Así, las técnicas habituales para conseguir una confesión se basan en estrategias tales como las amenazas; la atribución de responsabilidad a causas
externas tales como la provocación por parte de la víctima; minimización
de la seriedad del crimen; o el desarrollo de una relación personal con el
sospechoso (esto es, la típica estrategia de dos entrevistadores uno hostil,
y otro amigable y protector). Por su parte, la estrategia basada en el dilema
del prisionero para la obtención de la declaración puede llevar bien a estrategias de cooperación bien de competición que distorsionan la emisión del
testimonio (v. gr., Kelley y Stahelski, 1970) Al respecto una decisión de la
Corte Suprema de los Estados Unidos (Miranda v. Arizona, 1966) declaró
este tipo de interrogatorios coercitivos.
d) Análisis de contenido de las declaraciones. En el análisis de contenido de las
declaraciones se seguirá el procedimiento del SVNCBCA. El SVA, a través del
estudio del sumario en su conjunto, analiza la validez de la declaración, en tanto que el CBCA, ceñido al estudio del contenido de la declaración, la consistencia interna de la misma (fiabilidad). Este procedimiento de análisis, creado
en principio para el testimonio de menores víctimas de agresiones sexuales,
es igualmente efectivo con adultos (Landry y Brigham, 1992; Zaparnuik et al.,
1995; Sporer, 1997; Vrij et al. 1999), en secuencias de medidas, y en otros casos diferentes a la agresión sexual (Porter y Yuille, 1996; Sporer, 1997; Arce,
Fariña y Freire, 2002). En estos nuevos contextos obviamente no todas las
categorías son productivas. Así, Landry y Brigham (1992) limitan el uso a 14
categorías con adultos porque tres de ellas sólo son aplicables a menores
(incomprensión de detalles relatados con precisión; perdón al autor del delito;
y detalles característicos de la ofensa) mientras que otras dos (elaboración
inestructurada y asociaciones externas relacionadas) no eran productivas. Sin
embargo, nosotros (Arce, Fariña y Freire, 2002) encontramos que la categoría
\i"~:"perdón al autor del delito" era productiva, en declaraciones de adultos, tanto
agresiones sexuales como en amenazas. En suma, en principio deben
considerarse todos los criterios en el análisis porque la productividad depende
del tipo de caso, de las particularidades de la acción a examinar y del perfil sociodemográfico del entrevistado. A su vez, la combinación de SVNCBCAy RM
es posible y efectiva, ya que pueden sumar sus efectos (Sporer, 1997; Vrij et
al., 1999). En concreto, la combinación de ambos sistemas de evaluación RM
y SVNCBCA mejora ligeramente la fiabilidad del sistema (en simulaciones),
resultando de añadir al CBCA los criterios "información perceptual" y "operaciones cognitivas" del RM (Vrij, 2000). Por tanto, procede la inclusión de estos
dos nuevos criterios a añadir a los del CBCA. Este procedimiento se puede
aplicar en medidas repetidas (véanse las hipótesis a contrastar en el apartado
"repetición de la obtención de la declaración").
'. en
e) Análisis de la fiabilidad de las medidas. Es importante garantizar la fiabilidad de
la medida del objeto pericial. En este momento, lo que tenemos es un instrumento fiable y versátil, pero no una medida fiable. Esto es, no está garantizada
la fiabilidad de la medida concreta. Para ello, se debe proceder de modo que
48
SALUD
y BIENESTAR
tengamos una consistencia inter- e intra-medidas, inter-evaluadores e intercontextos (Weick, 1985). La fiabilidad inter-contexto se obtiene recurriendo a
un evaluador entrenado que haya sido efectivo y consistente en otros contextos previos, o sea, en pericias anteriores. El recurso a dos evaluadores con, al
menos, uno de ellos entrenado y fiable en evaluaciones anteriores, que ejecuten la tarea por separado posibilita obtener una aproximación a la consistencia
inter-evaluadores e inter-contextos. Como herramienta estadística de análisis
de la consistencia inter-evaluadores proponemos el índice de concordancia
[IC= Acuerdos/(acuerdos+desacuerdos)],
que es más restrictivo que los valores kappa, tomando como punto de corte
(Tversky, 1977). En otras
palabras, sólo se consideran los resultados fiables si dos evaluadores, por
separado, se superponen en más del 80% de las categorías de evaluación.
La consistencia inter-e intra-medidas viene de la mano de la consistencia interna de las medidas (p.e., las escalas de validez del MMPI, de las declaraciones
en el tiempo o del estudio de las estrategias de simulación en la entrevista
clínica), de la consistencia entre distintas medidas (v.gr., concordancia entre
MMPI y entrevista clínica, entre los análisis de contenido de las declaraciones)
así como de la consistencia, esto es, complementación o no (verbigracia, una
presenta indicios de veracidad y la otra de falsedad o están ausentes) de las
evaluaciones obtenidas del presunto agresor y la presunta víctima.
lo
f)
..,~~:.~",.
';
\
Medida de las consecuencias clínicas del hecho traumático (Trastorno de Estrés Postraumático. TEP). El trastorno de estrés postraumático es la consecuencia psicológica que buena parte de las víctimas de delitos padecen, especialmente de agresiones sexuales, de delitos contra la vida y de allanamiento
de morada (Arce y Fariña, 1995). El hallazgo de los síntomas propios de este
trastorno en la víctima es un indicador positivo de victimación. Ahora bien, es
preciso descartar otras causas a parte del delito. Por ejemplo, la unión de un
proceso de separación con malos tratos no permite diferenciar cuál es el origen del trastorno. Además, para garantizar la existencia del trastorno es preciso obtener una medida clínica aséptica que podría complementarse con otras
psicométricas [el MMPI-2 aporta dos medidas psicométricas del TEPj a fin de
computar la validez convergente. Las medidas psicométricas por sí mismas no
son válidas ya que no diagnostican sino que dan "impresiones diagnósticas" a
la vez que facilitan la tarea de simulación del sujeto al implicar una tarea de reconocimiento de síntomas (Arce, Pampillón y Fariña 2002; Arce, Fariña y Freire, 2002). Complementariamente, la entrevista clínica en formato de discurso
libre presupone la ejecución de una tarea de conocimiento. De 200 pruebas
que hemos llevado a cabo encontramos que sólo dos personas (mujeres que
simulaban ser víctimas de una agresión sexual) eran capaces de simular un
TEP. Si a esto añadimos el estudio de la validez convergente con las medidas
psicométricas, la potencia de los resultados aumenta aún más. En todo caso,
ténganse presentes las siguientes limitaciones: a) no toda agresión produce el
TEP; b) la no presencia del TEP no implica que la agresión no sea cierta.
g) El estudio de los protocolos de las entrevistas clínicas (grabaciones en vídeo)
consiste en construir una hoja de registros con los criterios del TEP recogi-
BLOQUE 1: PSICOLOGIA
49
dos en el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2002); cotejar la
consistencia de las medidas con dos observadores independientes (véase el
apartado de estudio de la fiabilidad); y contrastar si se cumplen los criterios
suficientes para un diagnóstico de TEP. Además, se procederá igualmente a
la detección de la identificación de una o más de las seis estrategias que la
literatura ha descrito que siguen los simuladores y que son productivas en
formato de entrevista no directiva: síntomas raros, combinación de síntomas, síntomas obvios, consistencia de síntomas, síntomas improbables, y
severidad de síntomas.
h) Evaluación de la declaración de los actores implica~os. Si bien en un principio
la técnica fue creada para la evaluación del testimonio de la supuesta víctima,
el mismo procedimiento de análisis de contenido de las declaraciones también
es susceptible aplicación al supuesto agresor, lo que permite llevar a cabo un
análisis de las dos versiones. El procedimiento de justicia inquisitorial, como es
el nuestro, permite esta doble confrontación, no así un sistema de adversarios.
Con este procedimiento obtendremos una estimación de la validación convergente de los datos
i) Análisis de personalidad de los actores implicados. El estudio de la personalidad del acusado puede ser de suma transcendencia ya que en él podemos encontrar las claves explicativas de la agresión o cualquier enfermedad
mental con implicaciones jurídicas relevantes. Para ello lo más recomendables es el uso del MMPI junto con una entrevista clínica en formato de
recuerdo libre (véase anteriormente el procedimiento para el contexto forense). Con estas dos medidas, además, podemos acercarnos al estudio de la
simulación que parece ser frecuente entre los agresores (Rogers, 1997).
j)
Implicaciones para la presentación del informe. El sistema de la credibilidad
de las declaraciones en 5 categorías de respuesta, tal y como se recoge
en el SVA, no se ajusta a los requerimientos de nuestro sistema de justicia.
Así, el TS exige la seguridad plena, no la alta probabilidad (p. e., sentencia
del TS de 29 de octubre de 1981, RA 3902). No obstante, toda medida, y
muy especialmente la psicológica, está sujeta a error, por lo que debemos
reconocerlo, pero absteniéndonos de establecer grados de certeza que, de
acuerdo con las consideraciones del TS, sólo conllevan a una mayor confusión. De este modo, las categorías más ajustadas serían "probablemente
cierto", "probablemente no-cierto" y, en su caso, "indeterminado". Téngase
presente también que el sistema es más robusto en la identificación de la
verdad que de la mentira. Asimismo, no es aconsejable que se haga una descripción de los hechos basada en frases, sino en acciones de conjunto, porque
el procedimiento valida hechos y no partes aisladas.
Referencias
Ambrosini, P. J. (2000). Historical development and present status of the Schedule for Affective Disorders and Schizofhrenia for School Age Children (K-SADS). Journal of the
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 39(1),49-58.
50
_o
••
_
SALUD
y BIENESTAR
American Psychiatric Association (2002). DSM-IV- TR. Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (4a. ed. rev.). Barcelona: Masson.
Arce, R y Fariña, F. (1995). El estudio psicosocial de la víctima. En M. Clemente (Ed.), Fundamentos de la psicología jurídica (pp. 431-447). Madrid: Pirámide.
Arce, R y Fariña, F. (2001). Construcción y validación de un procedimiento basado en una
tarea de conocimiento para la medida de la huella psíquica en víctimas de delitos: La
entrevista forense. Manuscrito Inédito, Universidad de Santiago de Compostela.
Arce, R, y Fariña, F. (2003). La obtención del testimonio y evaluación de la veracidad de las
declaraciones. En G. Buela-Casal, D. Bunde, y E. Jiménez (Comps.), Manual de psicología forense. Madrid: Biblioteca Nueva.
Arce, R, y Fariña, F. (2004). Construcción y validación de un procedimiento basado en una
teree de conocimiento para la medida de la huella psíquica en víctimas de delitos: La
entrevista c/ínico-forense. Santiago de Compostela, España: Universidad de Santiago
de Compostela.
Arce, R, y Fariña, F. (2005). Peritación psicológica de la credibilidad del testimonio, la huella
psíquica y la simulación: El Sistema de Evaluación Global (SEG). Papeles del Psicólogo, 26,59-77.
Arce, R, Fariña, F., Carballal, A. y Novo, M. (2006). Evaluación del daño moral en accidentes
de tráfico: Desarrollo y validación de un protocolo para la detección de la simulación.
Psicothema, 18(2), 278-283.
Arce, R, Fariña, F., Carballal, A. y Novo, M. (2009). Creación y validación de un protocolo
de evaluación forense de las secuelas psicológicas de la violencia de género. Psicothema, 21(2),241-247.
Arce, R, Fariña, F. y Freire, M. J. (2002). Contrastando la generalización de los métodos
empíricos de detección del engaño. Psicologia: Teoria, tnvestiqscéo e Prática, 7(2),
71-86.
Arce, R, Pampillón, M.C. y Fariña, F. (2002). Desarrollo y evaluación de un procedimiento
empírico para la detección de la simulación de enajenación mental en el contexto legal. Anuario de Psicología, 33(3), 385-408.
Bagby, R M., Nicholson, R A., Bacchiochi, J. R, Ryder, A. G., & Bury, A. S. (2002). The predictive capacity of the MMPI-2 and PAI validity scales and indexes to detect coached
and uncoached feigning. Journal of Personality Assessment, 78,69-86.
Bagby, R M., Nicholson, R A., Buis, T. Radovanovic, H. y Fidler, B. J. (1999). Defensive
responding on the MMPI-2 in family custody and access evaluations. Psychological
Assessment, 11(1),24-28.
Bathurst, K., Gottfried, A. w., y Gottfried, A. E. (1997). Normative data for the MMPI-2 in child
custody litigation. Psychological Assessment, 7, 419-423.
Butcher, J.N. y Ben-Porath, Y.S. (2004). Use of the MMPI-2 in medico-Iegal evaluations: An
altemative interpretation for the Senior and Douglas (2001) critique. Australian Psychologist, 39,44-50.
Campos, L. y Alonso-Quecuty, M. L. (1999). The cognitive interview: Much more than simply
"try again". Psychology, Crime and Law, 5,47-59.
Derogatis, L. R (2002). SCL-90-R. Manual. Madrid: TEA Ediciones.
Duckworth, J. C., Y Anderson, W. P. (1995). MMPI and MMPI-2: Interpretation manual for
counselors and c/inicians. Bristol: Accelerated Development.
Duncan, J. (1995). Medication compliance in schizophrenic patients. Comunicación no publicada, Universidad del Norte de Texas, Denton.
Echeburúa, E., Corral, P. de, Amor, P.J., Sarasua, B. y Zubizarreta, 1. (1997). Repercusiones
psicopatológicas de la violencia doméstica en la mujer: Un estudio descriptivo. Revista
de Psicopatología y Psicología Clínica, 2 (1), 7-19.
BLOQUE 1: PSICOLOGIA
51
Elhai, J. D., Frueh, B. C., Davis, J. L., Jacobs, G. A, Y Hamner, M. B. (2003).Clinical presentations in combat veterans diagnosed with posttraumatic stress disorder. Journal of
Clinical Psychology, 59,385-397.
First, M. B., Spitzer, R L., Gibbon, M., Spitzer, R L. Y Wi"iams, J. B. W (1999). Guía del
usuario para la entrevista clínica estructura da para los trastornos del eje I del DSM-IV:
SCID-I. Barcelona: Masson.
Gothard, S. (1993). Detection of malingering in mental competency evaluations. Tesis doctoral no publicada, California School of Professional Psychology, San Diego.
Gothard, S., Rogers, R, y Sewell, K.W (1995). Feigning incompetency to stand trial, An investigation of the Georgia Court Competency Test. Law and Human Behavior, 19(4),
363-373.
~
Gothard, S., Viglione, D. J., Meloy, J. R., Y Sherman, M. (1995). Detection of malingering in
competency to stand trial evaluations. Law and Human Behavior, 19(5),493-505.
Graham, J. R (2006). MMPI-2: Assessing personality and psychopathology (4a ed.). New
York: Oxford University Press ..
Green, D. G., Rosenfeld, B., Dole, T., Pivovarova, E. y Zapf, P. A. (2008). Validation of an abbreviatedversion of the Structured Interview of Reported Symptoms in Outpatient and
Community Setting. Law and Human Behavior, 32, 177-186.
Greene, R L. (1980). The MMPI: An interpretative manual. Nueva York: Grune y Stratton.
Greene, R L. (1997). Assessment of Malingering and defensiveness by Multiscale Inventories. En R Rogers (Ed.), Clinical assessment of malingering and deception. Nueva
York: Guilford Press.
Hankins, G. C., Barnard, G. W, y Robbins, L. (1993). The validity of the M Test in a residential forensic facility. The Bulletin of the American Academy of Psychiatry and the Law,
21(1),111-121.
Hathaway, S. R y McKinley, J. C. (1999). Inventario multifásico de personalidad de Minnesota-2. Manual. Madrid: TEA Ediciones.
Hawes, S. W y Boccaccini, M. T. (2009). Detection of overreporting of psychology on the
Personality Assessment Inventory: A meta-analytic review. Psychological Assessment,
21 (1),112-124.
Jaffe, M. E. Y Sharma, K. (1998). Malingering uncommon psychiatric symptoms among de•. , ....
fendants charged under California's "Three Strikes and you're Out" Law. Journal of
':~~
Forensic Sciences, 43(3), 549-555.
Jiménez, F. y Sánchez, G. (2003). Evaluación psicológica forense. Contribución de las técnicas de Minnesota y Mil/on. Salamanca: Amarú Ediciones.
Kane, A W (1999). Essentials of malingering assessment. En M. J. Ackerman (Ed.), Essentials of forensic psychological assessment. Nueva York: John Wiley and Sons.
Kelley, H. H., Y Stahelski, A J. (1970). Social interaction basis of cooperators' and competitors' beliefs about others. Journal of Personality and Social Psychology, 16, 66-91.
Kropp, P. R, Y Rogers, R (1993). Understanding Malingering: Motivation, Method, and Detection. En M. Lewis, y C. Saarni, (Eds.). Lying and deception in everyday life. Nueva
York: Guilford Press.
Kucharski, L. T., Toomey, J. P., Fila, K. y Duncan, S (2007) Detection of malingering of psychiatric disorder with the Personality Assessment Inventory: An investigation of criminal defendants. Journal of Personality Assessment, 88 (1),25-32.
Lally, S. J. (2003). What tests are acceptable for use in forensic evaluations? A survey of experts. Professional Psychology: Research and Practice, 34,491-498.
Landry, K. L. Y Brigham, J. C. (1992). The effect of training in criteria-based content analysis
on the ability to of detect deception in adults. Law and Human Behavior, 16,663-676.
Lewis, M. y Saarni, C. (1993). Lying and deception in everyday life. Nueva York: Guilford
Press.
52
SALUD
y BIENESTAR
Lindblad, A. D. (1994). Detection of malingered mental illness within a forensic population: An
analogue study. Oissertation Abstracts Intemational, 54-B, 4395.
Melton, G. B., Monahan, J. y Saks, M. J. (1987). Psychologists as law professors. American
Psychologists, 42, 502-509.
Nicholson, R. A., Mouton, G. J., Bagby, R. M., Buis, T., Peterson, S. A., y Buigas,R. A. (1997).
Utility of MMPI-2 indicators of response distortion: receiver operating characteristic
analysis. Psychological Assessment, 9(4), 471-479.
Norris, M. P., Y May, M. C. (1998). Screening for malingering in a correctional setting. Lawand
Human Behavior, 22 (3),315-323.
Ortiz-Tallo, M., Cardenal, V. y Sánchez, M. P. (2012). Guía de interpretación y evaluación de
casos clínicos con el PAI. Madrid: TEA Ediciones.
Ortiz-Mallo, M., Santamaría, P., Cardenal, V. y Sánchez, M. P. (2013). Inv.entario de evaluación de la personalidad. Manual Técnico (Adaptación Española). Madrid: TEA Ediciones.
Ossipov, V. P. (1944) Malingering: The simulation of psychosis. Bulletin of the Menninger
Clinic, 8, 31-42.
Resnick, P. J. (1984). The detection of malingered mental illness. Behavioral Sciences and
the Law, 2(1), 20-38.
Resnick, P.J. (1999). The detection of malingered psychosis. Psychiatric Clinics of North
America, 22, 159-172.
Pollock, P. H. (1996). A cautionary note on the determination of malingering in offenders. Psychology Crime and Law, 3 (2),97-110.
Porter, S. y Yuille, J. C. (1996). The language of deceit: An investigation of the verbal clues in
the interrogation context. Law and Human Behavior, 20, 443-458.
Rogers, R. (1986). Conducting insanity evaluations. Nueva York: Van Nostrand Reinhold.
Rogers, R. (1988). Structured interviews and dissimulation. En R. Rogers (Ed.), Clinical assessment of malingering and deception (1a ed., pp. 250-268). Nueva York: Guilford
Press.
Rogers, R. (1990). Models of feigned mental illness. Professional Psychology: Research and
Practice, 21, 182-188.
t.iC".
~ogers, R., Bagby, R. M. Y Dickens, S. E. (1992). Structured Interview of Reported Symptoms
"~:.~:. ~
(SIRS) and professional manual. Odessa, FL.: Psychological Assessment Resources.
Rogers, R., Gillis, J. R., Y Bagby, R. M. (1990). The SIRS as a measure of malingering: A validation study with a correctional sample. Behavioural Sciences and the Law, 8, 85-92.
Rogers, R., Gillis, J.R., Bagby, R.M., y Monteiro, E. (1991). Detection of malingering on
the Structured Interview of Reported Symptoms (SIRS): A study of coached and uncoached simulators. Psychological Assessmenf: A Joumal of Consulting and Clinical
Psychology, 3(4), 673-677.
Rogers, R., Gillis, J. R., Dickens, S. E., y Bagby, R. M. (1991). Standardized assessment of
malingering: Validation on the Structured Interview of Reported Symptoms. Psychological Assessmenf: A Joumal of Consulting and Clinical Psychology, 3(1), 89-96.
Rogers, R., Hinds, J. D., Y Sewell, K. W. (1996). Feigning psychopathology among adolescent
offenders: Validation of the SIRS, MMPI-A, and SIMS. Joumal of Personality Assessment, 67(2), 244-257.
Rogers, R., Jackson, R. L. Y Kaminski, P. L. (2004). Factitious psychological disorders: The
overlooked response style in forensic evaluations. Joumal of Forensic Psychology
Practice, 3, 115-129.
Rogers, R. y Mitchell, C. N. (1991). Mental health experts and the criminal courts: A handbook
for layers and clinicians. Scarborough, ON: Thomson Professional Publishing Canada.
Rogers, R., Payne, J. w., Berry, D. T. R. Y Granacher Jr., R. P. (2009). Use of the SIRS in
BLOQUE 1:
PSICOLOGIA
53
Compensation Cases: An examination of its validity and generalizability. Law and Human Behavior, 33, 213-224.
Rogers. R., Payne, J. W, Correa, A. A., Gillard, N. D. Y Ross, C. A. (2009). A study of the SIRS
with severely traumatized patients. Joumal of Personality Assessment, 91(5),429-438.
Rogers, R., Sewell, K. W, Martin, M. A. Y Vitacco, M. J. (2003). Detection of feigned mental
disorders: A meta-analysis of the MMPI-2 and malingering. Assessment, 10, 160-177.
Rogers, R., Ustad, K. L. Y Salekin, R. T. (1998). Convergent validity of Personality Assessment Inventory: A study of emergency referrals in a correctional setting. Assessment,
5(1),3-12.
Sadow, L., y Suslick, A. (1961). Simulation of a previous psych~tic state. Archives of General
Psychiatry, 4, 452-458.
e
Spitzer, H. L. Y Endicott, J. (1978). Schedule of affective disorders and schizophrenia. Nueva
York: Biometric Research.
Sporer, S. L. (1997). The less travelled road to truth: Verbal cues in deception detection in
accounts of fabricated and self-experienced events. Applied Cognitive Psychology, 11,
373-397.
Story, D. L. (2000). Validation of a short form of the structured interview of reported symptoms
(SIRS). Miami, Florida: Carlos Albizu University.
Tesser, A., y Paulhus, D. (1983). The definition of self: Private and public self-evaluation management strategies. Joumal of Personality and Social Psychology, 44, 672-682.
Tetlock, P. E. Y Manstead, A S. (1985). Impression management versus intrapsychic explanations in social psychology: A useful dichotomy? Psychological Review, 92(1),59-77.
Tversky, A. (1977). Features of similarity. Psychological Review, 84, 327-352.
Undeutsch, U. (1967). Beurteilung der glaubhaftigkeit von zeugenaussagen. En U. Undetsch
(Ed.), Handbuch der psychologie, Vol. 1/: Forensische psychologie (pp. 26-181). Gottingen: Verlag für Psychologie.
Ustad, K. L. (1996). Assessment of malingering on the SADS in a jail referral sample. Tesis
doctoral no publicada, Universidad del Norte de Texas, Denton.
Vilariño, M., Arce, R., y Fariña, F. (2013). Forensic-clinical interview: reliability and validity for
the evaluation of psychological injury. The European Joumal of Psychology Applied to
Legal Context, 5 (1), 1-21. Vrij, A (2000). Detecting lies and deceit. Chichester: Wiley.
Vilariño, M., Fariña, F. y Arce, R. (2009). Discriminating real victims from feigners of psychological injury in gender violence: validating a protocol for forensic setting. The European Joumal of Psychology Applied to Legal Context, 1(2),221-243.
Vrij, A., Edward, K., Roberts, K. P. Y Bull, R. (1999, julio). Detecting deceit via criteria based
content analysis, reality monitoring and analysis of non verbal behavior. The First Joint
Meeting of the American Psychology-Law Society and the European Association of
Psychology and Law, Dublin.
Wachspress, M., Berenberg, A N. Y Jacobson, A. (1953). Simulation of psychosis. Psychiatric
Quarterly, 27,463-473.
Wagenaar, W A (1995). Anchored narratives: A theory of judicial reasoning. En G. Davies,
S. Lloyd-Bostock, M. McMurram y C. Wilson (Eds.), Psychology, Law and Criminal
Justice (pp. 267-285). Berlin: Walter de Gruyter.
Wagenaar, W A, Koppen, P. J. Y Crombag, H. F. M. (1993). Anchored narratives. The psychology of criminal evidence. Hemel Hempstead: Harvester Wheatsheaf.
Weick, K. E. (1985). Systematic observational methods. En G. Lindzey, y E. Aronson (Eds.),
The handbook of social psychology (vol. 1) (pp. 567-634). Hillsdale, N. J.: LEA
Welburn, K. R., Fraser, G. A, Jordan, S. A., Cameron, C., Webb, L. M. Y Raine, D. (2003). Discriminating dissociative identity disorder from schizophrenia and feigned dissociation
\t~' ",
54
SALUD
y BIENESTAR
on psychological tests and structured interview. Journal of Trauma and Dissociation,
4,109-130.
Zaparniuk, J., Yuille, J. C. y Taylor, S. (1995). Assessing the credibility of true and false statements. International Journal of Law and Psychiatry, 18, 343-352.
\f':'
~
. .. ~'\
~'
Descargar