EL HOMBRE PÁJARO Los incas eran seres espirituales que adoraban al Dios Sol. Todo lo relacionado a la naturaleza era relevante para ellos. Esta leyenda peruana de la sierra era muy contada en diversas fiestas costumbristas. Se trata de Ayar Manco y su hermano Ayar Cachi. Ayar Manco sentía gran miedo por el inmenso poder de su hermano Ayar Cachi. Un día tras algunas conversaciones y con diversos engaños, Ayar Mancó logró encerrar a su hermano en una inmensa y tétrica cueva. Aunque todo estaba cerrado y diseñado para que nadie saliera de ese lugar, Ayar Cachi logró escapar gracias a unas extensas alas negras que le aparecieron en vez de brazos. Al salir de la cueva, sobrevoló el territorio que Ayar Manco había dominado, se paró sobre un cúmulo de tierra y les dijo: «Hermanos míos, ya los he perdonado, Nuestro padre, el Dios Sol, me ha enviado para que les muestre dónde deben fundar el Imperio. Será hacía allá, detrás de lo alto del cerro». Es así como, cuentan algunos pobladores, nace el Imperio Incaico. Sin duda una de las leyendas peruanas incaicas más famosas de la región. LA NOVIA DE AZAPA Es una de esas historias en que el amor y el destino se van a entrelazar trágicamente. Si algún conductor incauto se detiene junto a una muchacha vestida de novia, que hace señas desde el borde de la carretera…puede encontrarse con más de una sorpresa. Los orígenes de esta moderna leyenda ariqueña hay que buscarlos en un mes de Octubre, mes en que el destino le tenía reservado a esta novia enamorada su nacimiento y también su muerte. En los años 1950, no existían los buses que hoy conocemos y para ir de un lugar a otro, los habitantes de la zona viajaban en camiones, los cuales realizaban uno o dos viajes diarios. En uno de esos camiones viajaba una joven enamorada hacia el Santuario de Las Peñas, donde la esperaba su novio para unirse en matrimonio hasta que la muerte los separara. Sin embargo, el novio enamorado y sus familias aguardaron inútilmente todo el día a la entrada del Santuario…el camión en el que viajaba la novia chocó de frente con otro camión en el valle de Azapa. La ruta y el camino de tierra eran en ese entonces muy estrecho, y no permitió maniobra alguna al conductor, al volcar tres personas perdieron la vida, entre ellas falleció con su vestido de novia, Gloria del Rosario Barrios. EL GUAJOJÓ Érase una vez una joven indígena, tan bella como graciosa, hija de un poderoso cacique de una tribu que vivía en un claro de la selva. La chica, que no pasaba nunca desadvertida, era amada por un guaje de la misma tribu, amor al que ella también correspondía. El joven era apuesto, valiente, un guerrero, pero, también, un chiquillo de muy tierno corazón. Al conocer que su hija amaba y era amada por un chaval que él no creía merecedor de su progenie, el viejo cacique, que también era un poderoso hechicero, decidió acabar con el amor entre los jóvenes del modo más fácil y eficaz. Un día llamó al amante de su hija y, por medio de sus artes mágicas, lo llevó a lo más espeso del bosque en donde acabó con su vida sin miramiento alguno. A medida que pasaba el tiempo la joven empezó a sospechar del odio de su padre hacia su novio y, harta ya de su ausencia, decidió ir en la búsqueda del hombre que amaba adentrándose en las profundidades de la selva. Allí descubrió los restos de su amante y, llena de dolor, volvió a su casa para increpar a su padre, amenazándolo de que iba a contar a todos el vil asesinato que había perpetrado. El viejo hechicero, cobarde, decidió acallar a su propia hija transformándole al instante en un ave nocturna para que no pudiera contar el crimen. Pero, aunque consiguió que su hija pasara de humana a animal emplumado, no consiguió hacer desaparecer su voz y, convertida ahora en pájaro, la joven emitía con profunda tristeza el lamento por la muerte de su amado. Desde entonces, cuando uno se adentra en la selva de Bolivia, puede escuchar un llanto triste y débil, capaz de enloquecer a algunos hombres. Es el guajojó, el ave que una vez fue una bella joven enamorada. LA LEYENDA DE LA TIRANA Una historia de amor Cuenta la leyenda que durante la expedición de Diego de Almagro a Chile, en el otoño de 1535, y con el fin de evitar un alzamiento de los indígenas que servían como portadores y soldados en el ejército, el emperador Manco Inca Yupanqui ordenó a su hermano Paullu Inca y a Huillac Huma -sumo sacerdote del sol-, junto a su bella hija de tan solo 23 años, la noble princesa Ñusta Huillac, que acompañaran al conquistador y su milicia. Durante la marcha de regreso a Perú, cerca del oasis de Pica, Huillac Huma y Ñusta Huillac lograron escapar y se escondieron en un bosque de tamarugos -hoy Pampa del Tamarugal- donde la princesa, convertida en una despiadada jefa militar, se hizo conocida por los pobladores de la zona como la Tirana de Tamarugal. Un día, perdido en el bosque, apareció un explorador portugués llamado Vasco de Almeida, de quien la princesa se enamoró perdidamente. Al ser descubierta la relación y condenados a muerte, él la convenció de que se bautizara, para así permanecer unidos en la eternidad. Dicen que una cruz de madera apareció en el lugar donde la pareja fue asesinada por una lluvia de flechas. La misma cruz que fue encontrada en 1570 por el misionero Antonio Rendón, quien en honor a los enamorados mandó a construir en el lugar una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Carmen de la Tirana. Desde entonces, cada 16 de julio se celebra en el norte de Chile, con cantos y animados bailes, la Fiesta de la Tirana en honor a la "chinita", nombre con el cual conocen en la zona a la querida patrona de nuestra nación. MESA DE PARINACOTA La muerte rondó innumerables veces las calles de Parinacota, como viento frío por los muros del pueblo, como la muerte misma. No había nada que hacer. Aquella mesa poseída, por quien sabe quién, se aparecía frente a la casa de algún vecino. Dice la historia popular que, en el pueblo de Parinacota, una mesa anunciaba la muerte. Al amanecer, el silencio del altiplano se hacía más profundo cuando aparecía por las calles buscando un domicilio para entregar su mensaje. Cuentan que antes que en nuestra Patria se escucharan los primeros gritos de independencia, mucho tiempo antes, vieron aparecer una mesa justo frente a la casa de algún vecino, el cual pronto sufriría la pérdida de uno de sus seres queridos. Don Felix Calle Q.E.P.D., uno de los vecinos del Pueblo de Parinacota nos relató en 1991: “Yo le voy a contar, no lo sé todo, pero todo lo que sé de la mesa, se lo voy a contar. La mesa de aquí tiene algunos defectos cuando va a morir alguien, sale a caminar, camina y ustedes la ven, si la encuentran se convierte en burro o en perro, en lo que sea, no le hace nada”. “Pero si ustedes no se encuentran cuerpo a cuerpo, van en la mesa prendida de cuatro velas y el que va a morir va a parar en el centro con una vela agarrá. Llegaba a las casas porque, depende de la persona que va a morir, por ejemplo de aquí va a Chucuyo, va a este lado de la población también, todo esos caseríos recorre, la persona que va a morir a esa casa visita, se viene con el alma…” ¡Ay, ay, mensajera de la muerte, tanto dolor causaste con tu endurecido corazón de madera! TESOROS DE PIRATA El corsario Sir Francis Drake descubrió la bahía de Guayacán en 1578. Por su forma se le conoce como la bahía de la Herradura, un lugar que fue refugio de piratas, bucaneros y corsarios. Todos especialistas en asaltar galeones españoles que transportaban tesoros, producto de otros saqueos, desde América hacia Europa. La leyenda cuenta que en la bahía de Guayacán se enterraron joyas increíbles y que muchos murieron buscándolas. Las mismas excavaciones codiciosas fueron la tumba de los buscadores de tesoros. Según la leyenda, un tesoro de Drake permanecería aún en una cueva de Laguna Verde, en la costa de lo que hoy es la Región de Valparaíso. Allí habría un tesoro que nunca ha sido encontrado. Los pescadores, temerosos y osados al mismo tiempo, dicen que no se puede entrar a esa cueva, a la que se podría acceder desde la ciudad. Uno de de los accesos estaría en la calle Esmeralda de Valparaíso. Se cuenta que lo resguarda un chivato monstruoso de gran fuerza, que sale en las noches para atrapar a los buscadores de tesoros. Los lleva a la cueva y se encarga de volverlos locos. Este chivato tendría encantada a una muchacha y quien ose liberarla del encanto se expone a terribles sufrimientos.