Subido por Alejandro Martinez Morales

leyendas para imprimir

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EL HOMBRE PÁJARO
Los incas eran seres espirituales que adoraban al
Dios Sol. Todo lo relacionado a la naturaleza era
relevante para ellos. Esta leyenda peruana de la sierra
era muy contada en diversas fiestas costumbristas.
Se trata de Ayar Manco y su hermano Ayar Cachi.
Ayar Manco sentía gran miedo por el inmenso poder de su
hermano Ayar Cachi. Un día tras algunas conversaciones y con
diversos engaños, Ayar Mancó logró encerrar a su hermano en una
inmensa y tétrica cueva.
Aunque todo estaba cerrado y diseñado para que nadie saliera
de ese lugar, Ayar Cachi logró escapar gracias a unas extensas alas
negras que le aparecieron en vez de brazos.
Al salir de la cueva, sobrevoló el territorio que Ayar Manco
había dominado, se paró sobre un cúmulo de tierra y les dijo:
«Hermanos míos, ya los he perdonado, Nuestro padre, el Dios
Sol, me ha enviado para que les muestre dónde deben fundar el
Imperio. Será hacía allá, detrás de lo alto del cerro».
Es así como, cuentan algunos pobladores, nace el Imperio
Incaico. Sin duda una de las leyendas peruanas incaicas más famosas
de la región.
LA NOVIA DE AZAPA
Es una de esas historias en que el amor y el
destino se van a entrelazar trágicamente.
Si algún conductor incauto se detiene junto a
una muchacha vestida de novia, que hace señas
desde el borde de la carretera…puede encontrarse
con más de una sorpresa.
Los orígenes de esta moderna leyenda ariqueña hay que buscarlos
en un mes de Octubre, mes en que el destino le tenía reservado a esta
novia enamorada su nacimiento y también su muerte.
En los años 1950, no existían los buses que hoy conocemos y para
ir de un lugar a otro, los habitantes de la zona viajaban en camiones,
los cuales realizaban uno o dos viajes diarios.
En uno de esos camiones viajaba una joven enamorada hacia el
Santuario de Las Peñas, donde la esperaba su novio para unirse en
matrimonio hasta que la muerte los separara.
Sin embargo, el novio enamorado y sus familias aguardaron
inútilmente todo el día a la entrada del Santuario…el camión en el que
viajaba la novia chocó de frente con otro camión en el valle de Azapa.
La ruta y el camino de tierra eran en ese entonces muy estrecho,
y no permitió maniobra alguna al conductor, al volcar tres personas
perdieron la vida, entre ellas falleció con su vestido de novia, Gloria del
Rosario Barrios.
EL GUAJOJÓ
Érase una vez una joven indígena, tan bella como
graciosa, hija de un poderoso cacique de una tribu que vivía
en un claro de la selva. La chica, que no pasaba nunca
desadvertida, era amada por un guaje de la misma tribu,
amor al que ella también correspondía. El joven era apuesto,
valiente, un guerrero, pero, también, un chiquillo de muy
tierno corazón.
Al conocer que su hija amaba y era amada por un chaval que él no creía
merecedor de su progenie, el viejo cacique, que también era un poderoso
hechicero, decidió acabar con el amor entre los jóvenes del modo más fácil y
eficaz. Un día llamó al amante de su hija y, por medio de sus artes mágicas, lo
llevó a lo más espeso del bosque en donde acabó con su vida sin miramiento
alguno.
A medida que pasaba el tiempo la joven empezó a sospechar del odio de su
padre hacia su novio y, harta ya de su ausencia, decidió ir en la búsqueda del
hombre que amaba adentrándose en las profundidades de la selva. Allí descubrió
los restos de su amante y, llena de dolor, volvió a su casa para increpar a su
padre, amenazándolo de que iba a contar a todos el vil asesinato que había
perpetrado.
El viejo hechicero, cobarde, decidió acallar a su propia hija
transformándole al instante en un ave nocturna para que no pudiera contar el
crimen. Pero, aunque consiguió que su hija pasara de humana a animal emplumado,
no consiguió hacer desaparecer su voz y, convertida ahora en pájaro, la joven
emitía con profunda tristeza el lamento por la muerte de su amado.
Desde entonces, cuando uno se adentra en la selva de Bolivia, puede
escuchar un llanto triste y débil, capaz de enloquecer a algunos hombres. Es el
guajojó, el ave que una vez fue una bella joven enamorada.
LA LEYENDA DE LA TIRANA
Una historia de amor
Cuenta la leyenda que durante la expedición
de Diego de Almagro a Chile, en el otoño de 1535,
y con el fin de evitar un alzamiento de los indígenas
que servían como portadores y soldados en el
ejército, el emperador Manco Inca Yupanqui ordenó
a su hermano Paullu Inca y a Huillac Huma -sumo
sacerdote del sol-, junto a su bella hija de tan
solo 23 años, la noble princesa Ñusta Huillac, que
acompañaran al conquistador y su milicia.
Durante la marcha de regreso a Perú, cerca del oasis de Pica,
Huillac Huma y Ñusta Huillac lograron escapar y se escondieron en un
bosque de tamarugos -hoy Pampa del Tamarugal- donde la princesa,
convertida en una despiadada jefa militar, se hizo conocida por los
pobladores de la zona como la Tirana de Tamarugal. Un día, perdido en
el bosque, apareció un explorador portugués llamado Vasco de Almeida,
de quien la princesa se enamoró perdidamente. Al ser descubierta la
relación y condenados a muerte, él la convenció de que se bautizara,
para así permanecer unidos en la eternidad.
Dicen que una cruz de madera apareció en el lugar donde la pareja
fue asesinada por una lluvia de flechas. La misma cruz que fue
encontrada en 1570 por el misionero Antonio Rendón, quien en honor a
los enamorados mandó a construir en el lugar una iglesia dedicada a
Nuestra Señora del Carmen de la Tirana. Desde entonces, cada 16 de
julio se celebra en el norte de Chile, con cantos y animados bailes, la
Fiesta de la Tirana en honor a la "chinita", nombre con el cual conocen
en la zona a la querida patrona de nuestra nación.
MESA DE PARINACOTA
La
muerte
rondó
innumerables
veces
las
calles
de
Parinacota, como viento frío por los muros del pueblo, como la
muerte misma. No había nada que hacer. Aquella mesa poseída,
por quien sabe quién, se aparecía frente a la casa de algún
vecino.
Dice la historia popular que, en el pueblo de Parinacota,
una mesa anunciaba la muerte.
Al amanecer, el silencio del altiplano se hacía más profundo
cuando aparecía por las calles buscando un domicilio para
entregar su mensaje.
Cuentan que antes que en nuestra Patria se escucharan los primeros gritos de
independencia, mucho tiempo antes, vieron aparecer una mesa justo frente a la casa de
algún vecino, el cual pronto sufriría la pérdida de uno de sus seres queridos.
Don Felix Calle Q.E.P.D., uno de los vecinos del Pueblo de Parinacota nos relató en 1991:
“Yo le voy a contar, no lo sé todo, pero todo lo que sé de la mesa, se lo voy a contar.
La mesa de aquí tiene algunos defectos cuando va a morir alguien, sale a caminar,
camina y ustedes la ven, si la encuentran se convierte en burro o en perro, en lo que sea,
no le hace nada”.
“Pero si ustedes no se encuentran cuerpo a cuerpo, van en la mesa prendida de
cuatro velas y el que va a morir va a parar en el centro con una vela agarrá. Llegaba a
las casas porque, depende de la persona que va a morir, por ejemplo de aquí va a Chucuyo,
va a este lado de la población también, todo esos caseríos recorre, la persona que va a
morir a esa casa visita, se viene con el alma…”
¡Ay, ay, mensajera de la muerte, tanto dolor causaste con tu endurecido corazón
de madera!
TESOROS DE PIRATA
El corsario Sir Francis Drake descubrió la
bahía de Guayacán en 1578. Por su forma se
le conoce como la bahía de la Herradura, un
lugar que fue refugio de piratas, bucaneros y
corsarios. Todos especialistas en asaltar
galeones españoles que transportaban tesoros,
producto de otros saqueos, desde América
hacia Europa.
La leyenda cuenta que en la bahía de Guayacán se enterraron
joyas increíbles y que muchos murieron buscándolas. Las mismas
excavaciones codiciosas fueron la tumba de los buscadores de
tesoros. Según la leyenda, un tesoro de Drake permanecería aún
en una cueva de Laguna Verde, en la costa de lo que hoy es la
Región de Valparaíso. Allí habría un tesoro que nunca ha sido
encontrado. Los pescadores, temerosos y osados al mismo tiempo,
dicen que no se puede entrar a esa cueva, a la que se podría
acceder desde la ciudad.
Uno de de los accesos estaría en la calle Esmeralda de
Valparaíso. Se cuenta que lo resguarda un chivato monstruoso de
gran fuerza, que sale en las noches para atrapar a los buscadores
de tesoros. Los lleva a la cueva y se encarga de volverlos locos.
Este chivato tendría encantada a una muchacha y quien ose
liberarla del encanto se expone a terribles sufrimientos.
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