Fontevecchia y Antecedentes: La revista Noticias publicó que Carlos Menem tenía un hijo no reconocido, que resultó ser Carlos Nair. La justicia hizo lugar a la demanda interpuesta por Carlos Menem por violación de su derecho a la intimidad y condenó a la editorial Perfil y a los periodistas Jorge Fontevecchia y Hector D’Amico (propietario y director de la revista) a pagar una suma de dinero. Esta decisión fue confirmada por la CSJN en el año 2001. El caso fue llevado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en el año 2011 resolvió que la Argentina violó el derecho a la libertad de expresión establecido en la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos, y ordenó al Estado Argentino: 1. dejar sin efecto la sentencia contra esos dos periodistas, 2. publicar la sentencia de la CorteIDH, y 3. restituirles a los periodistas el dinero que les sacaron. La Argentina cumplió con el punto 2 y el punto 3 se encuentra en vías de cumplimiento, pero rechazó cumplir con el punto1. Los fundamentos de ese rechazo son extremadamente peligrosos. En ese sentido, la CSJN consideró que: a) las decisiones de la Corte Interamericana son “en principio” de cumplimiento obligatorio, cuando el tribunal internacional actúa en ejercicio de sus “potestades remediales”; b) pero no deberían ser cumplidas si actúo en exceso de su competencia; c) o bien cuando la condena contradice “principios de derecho público constitucional argentino” conforme lo dispuesto en el art.27 de la Constitución Nacional; d) que el tribunal internacional no puede ordenar la revocación de una sentencia de la corte argentina, porque no se trata de una “cuarta instancia”; e) y que el estado argentino cuenta con un “margen de decisión” para evaluar el cumplimiento de los fallos de la Corte Interamericana. Estos argumentos implican un profundo retroceso en materia de derechos humanos, y ponen en peligro el sistema de protección y la aplicación de los tratados internacionales de rango constitucional. Los examinaremos uno por uno: a) la CSJN se arroga la facultad de establecer el alcance de las llamadas “potestades remediales”, pero en ningún párrafo dilucida el alcance de ésta fórmula, lo que en el futuro le permitiría acoger o rechazar a su antojo los fallos de la Corte Interamericana. b) La CSJN se arroga también la facultad de interpretar el alcance de la competencia de la Corte Interamericana, lo que es contrario a un principio elemental en la materia, a saber: que el tribunal internacional es juez único de sus propias competencias. Si cada Estado interpretara la competencia de la Corte Interamericana a su gusto, ésta quedaría despedazada en añicos. c) El Artículo 27 de la Constitución dice que los tratados que firme el gobierno federal deben respetar los principios de derecho público de la Constitución. De acuerdo a interpretación postulada en “Fontevecchia”, esos principios actuarían como una valla o muro infranqueable de reserva de soberanía ante la aplicación de tratados internacionales. Tal fue la doctrina que en su momento trataron de imponer los jueces Fayt y Belluscio, y que fue rechazada por la mayoría de la Corte, que consideró que los tratados incorporados a la Constitución y las normas constitucionales conforman un “bloque de constitucionalidad” que debe ser interpretado como una unidad, y no como si fueran dos órdenes distintos. Cuando la Argentina ratificó la Convención Interamericana de Derechos Humanos lo hizo en ejercicio de su soberanía, y en tal virtud ratificó también que los principios establecidos en la Convención están en plena conformidad con los principios establecidos en la Constitución Nacional. Y la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados establece que un Estado no puede invocar normas de derecho interno para incumplir normas de derecho internacional. d) La Corte Interamericana de Derechos Humanos no es una “cuarta instancia” y no “revoca” sentencias. La “revocación” de sentencias solo puede llevarse a cabo merced a un “recurso de apelación” en el marco de un proceso único. La denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos no es una “apelación” sino una demanda que implica otro proceso judicial distinto del litigio interno, con otras partes y otro procedimiento. La Corte Interamericana no revoca, sino que examina si un Estado violó la Convención Interamericana, y en caso afirmativo ordena “dejar sin efecto” la decisión violatoria. El argumento de la “cuarta instancia” tal como se plantea en “Fontevecchia” sirva para poner un límite a futuras órdenes de revisión de sentencias. e) La doctrina del “margen de apreciación” es propia de la doctrina europea y nunca ha sido adoptada por la jurisprudencia interamericana. Su aplicación le permitiría a los estados decidir cuándo van a cumplir y cuando van a dejar de cumplir las decisiones del tribunal internacional. Además de todo ello, la doctrina sentada en éste fallo puede implicar al fin del “principio pro homine” que rige la interpretación de los derechos humanos, porque una decisión podría ser rechazada aunque sea más favorable a la persona si se considera que es contraria a los principios de derecho público establecidos en la Constitución. Por último, y para situar la cuestión en el contexto político, no puede dejar de advertirse que aunque el tema se originó en la persona de Carlos Menem, los diarios Clarín y La Nación ilustraron la noticia del fallo “Fontevecchia” con la foto de Milagro Sala También implica el fin del principio pro homine por cuanto nunca una interpretación proveniente de la convencionalidad va a ser aplicada si colisiona con la Constitución aunque sea más favorable a la persona y al sistema de derechos. Antecedentes: -Ekmedjian c/ Sofovich: deja establecido que el derecho a réplica integra nuestro ordenamiento jurídico. Interpretó que al expresar el Pacto de San José de Costa Rica, Art. 14, “en las condiciones que establece la ley” se refiere a cuestiones tales como el espacio en que se debe responder o en qué lapso de tiempo puede ejercerse el derecho, y no como se consideró en el caso antes mencionado, en el que el a quo interpretó que esa frase se refería a la necesidad de que se dictara una ley que estableciera que el derecho de réplica fuera considerado derecho positivo interno. Por lo tanto, el derecho a réplica existe e integra nuestro ordenamiento jurídico, sin necesidad que se dicte ley alguna. -Girodi Horacio David y otro, s/ recurso de casación: obligatoriedad de los fallos y de las opiniones consultivas. El sentido de la expresión “en las condiciones de su vigencia” del art.75 inc.22 es que las convenciones internacionales operan en el derecho interno en iguales condiciones que lo hacen en el derecho internacional. En el Caso Giroldi la Corte Suprema también estableció la obligatoriedad de las Opiniones Consultivas. Al considerar la responsabilidad en que incurriría la Nación en caso de ignorar lo resuelto por la Corte Interamericana, integró en el concepto de “jurisprudencia” a los fallos y opiniones consultivas. -Bramajo, Hernán Javier, s/ incidente de excarcelación: la Corte Suprema otorgó la calidad de “guía para la interpretación” de los preceptos convencionales a “la opinión de la Comisión Interamericana” desarrollada en un Informe en el que fijaba las pautas a tener en cuenta para reglamentar “el plazo razonable de detención”. Las recomendaciones, proposiciones e informes tienen efectos jurídicos y poseen obligatoriedad para los Estados. -Carranza Latrubezze, Gustavo c/ Estado Nacional: la Corte se pronunció sobre las consecuencias jurídicas aparejadas para el Estado Argentina de las recomendaciones de la Comisión Interamericana, en los términos del informe del art.51.2. En el 30/97, cabe recordar, la mencionada Comisión había concluido -en los términos del art. 51.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos- en que “…al impedir una decisión sobre los méritos del caso interpuesto por el señor Gustavo Carranza, a raíz de su destitución como juez de la provincia de Chubut, el Estado Argentino violó sus derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial… “, por lo que se recomendaba que “…el Estado Argentino indemnice adecuadamente a Gustavo Carranza por las violaciones mencionadas en el párrafo anterior” [CIDH, Informe Nº 30/97, para. 83 y 84].