Subido por Nicki Sainez

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2.2. Falta de control de impulsos
2.2.1. Definición
Se caracteriza por reiterarse a un impulso, una motivación, o una tentación de
llevar a cabo un acto perjudicial para la persona que lo realiza y en ocasiones para los
demás.
En la mayoría de los casos hay una percepción de tensión, ansiedad o nervios
que pueden acompañar o aparecer después del acto. A veces siente gratificación,
placer, etc.
2.2.2. Características
La conducta impulsiva presenta unas características específicas previas y
posteriores a la ejecución de la conducta impulsiva entre ellas encontramos las
siguientes:
Características previas:
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Aumento de la tensión corporal. Previo a la conducta impulsiva hay una
hiperactivación del sistema nervioso que genera un malestar emocional.
-
Este aumento del malestar emocional, induce a una conducta impulsiva, poco
reflexionada.
-
La persona se bloquea y es el "cerebro emocional" el que toma las riendas de
la conducta anulando las funciones ejecutivas de la corteza cerebral. La
persona siente que entra en una especie de "trance" en el que pierde el control
de su propia conducta.
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-
Se genera la conducta impulsiva que puede ser dañina para ella misma o para
los demás.
Características posteriores:
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Una vez que se ha realizado la conducta impulsiva, la persona tiene
sentimientos de culpabilidad o vergüenza por la conducta exhibida.
-
Aun cuando la persona sabe que su conducta es inapropiada, negativa y que
puede conllevar consecuencias negativas, no es capaz de inhibirla y se
convierte en un patrón de comportamiento.
Normalmente la conducta impulsiva responde a una necesidad de
gratificación inmediata, en muchos casos esto es la eliminación o neutralización del
malestar emocional que la desencadena.
2.2.3. Causas
Hay diversas causas por las que podemos llegar a manifestar conductas
impulsivas y falta de autocontrol.
Falta de asertividad
Podemos entender el asertividad como la capacidad para comunicarnos con
los demás desde una postura de autoconfianza gracias a la cual podemos expresar
nuestros sentimientos, nuestras ideas y nuestras necesidades teniendo en cuenta a sí
mismo las necesidades y los sentimientos de los demás. Las personas no asertivas
pueden presentar comportamientos agresivos e impulsivos.
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Déficit en la regulación emocional
Los mecanismos de regulación de las emociones son fundamentales para
poder actuar de manera moderada y eficaz para resolver situaciones. Las personas
con falta de autocontrol no han desarrollado de manera adecuada estos mecanismos
por lo que tienden a verse sobrepasados por sus propias emociones lo que les lleva a
tomar decisiones guiados por las emociones y no de forma reflexiva.
Problemas para la demora de las gratificaciones
Las conductas impulsivas están relacionadas con una incapacidad o dificultad
para demorar gratificaciones. Las personas con déficit del control de impulsos
presentan tendencia a realizar conductas que les proporcione un beneficio inmediato,
aunque a largo plazo sea contraproducente, en vez de demorar la gratificación,
aunque ésta sea mucho mayor a largo plazo.
Intolerancia a la frustración
La frustración nos genera sensaciones molestas y desagradables. Es la
emoción que nos informa de que las cosas no han salido como queríamos o
anticipábamos y que por tanto debemos seguir trabajando en la consecución de
nuestros objetivos desarrollando nuevas estrategias para conseguirlos. Las personas
con baja tolerancia a la frustración gestionan estas sensaciones molestas y
desagradables a través de conductas impulsivas que las neutralicen de forma
inmediata.
Pobre inhibición de la conducta
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La capacidad para la toma de decisiones forma parte del funcionamiento
ejecutivo del cerebro. La capacidad ejecutiva cerebral se produce en la corteza
prefrontal, que es la encargada de inhibir las conductas impulsivas y potenciar las
conductas planificadas y orientadas a objetivos. Estudios neurológicos han
demostrado que las personas impulsivas presentan una disminución de la actividad
en la corteza prefrontal, lo que les dificulta inhibir conductas impulsivas.
2.3. Trastorno del control de impulsos
El trastorno del control de los impulsos es un patrón de comportamiento
irritable por el cual la persona que lo sufre se ve incapaz de controlar y resistir sus
impulsos. Se trata de personas que se enfadan con facilidad, inician muchas
discusiones y pueden mostrarse desafiantes o vengativas con los demás. El trastorno
del control de los impulsos provoca una pérdida de la calma repentina,
susceptibilidad en las relaciones, sentimientos de resentimiento y rencor hacia los
demás.
El trastorno del control de impulsos se define, según el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), como aquellos trastornos en los que
la persona experimenta grandes dificultades o no es capaz de soportar o resistirse al
impulso de cometer una acción que acabará siendo nociva para la propia persona o
para los demás. En casi todas estas alteraciones de la conducta, el paciente
experimenta una sensación de tensión o de gran activación previa a la realización de
la acción, seguida de una emoción o sentimiento placentero, de gratificación o,
incluso, de liberación. No obstante, en ocasiones el paciente puede sentir
sentimientos de culpabilidad y auto-reproches.
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2.4. Autocontrol
Se conoce como autocontrol aquella capacidad que puede poseer un ser
humano de ejercer dominio sobre sí mismo, es decir, de poder controlarse, tanto en
sus pensamientos como en su actuar. Sin embargo, el término se inclina más hacia
los actos que pueda llegar a realizar una persona, sobre todo cuando son hechos por
impulso y no porque la persona se haya detenido a pensar el pro y los contras de
dicho acto.
Es la habilidad que nos permite controlar nuestras emociones, nuestros
impulsos y nuestras conductas, permitiéndonos así alcanzar nuestras metas y
objetivos. El autocontrol es necesario para desempeñar con éxito la mayoría de las
facetas de nuestra vida, como por ejemplo estudiar, trabajar, educar, conservar
nuestras relaciones. Podríamos decir que el autocontrol es una especie de termostato
que tiene como función mantener nuestro equilibrio y nuestra estabilidad, tanto a
nivel interno como externo. Cuando este funciona de forma adecuada, nos ayuda a
controlar los impulsos y deseos que nos distancian de nuestras metas.
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