DSM y CIE Los trastornos mentales son patrones de comportamiento de significación clínica que aparecen asociados a un malestar emocional o físico de la persona, a una discapacidad, al deterioro en el funcionamiento cotidiano, a la pérdida de libertad o incluso a un riesgo significativamente aumentado de implicarse en conductas contraproducentes o de morir prematuramente. La clasificación de los trastornos mentales, también conocida como la nosología psiquiátrica o taxonomía psiquiátrica, es un aspecto clave de la psiquiatría y otras profesiones relacionadas con la salud mental y un tema importante para las personas propensas a ser diagnosticadas. Actualmente hay dos sistemas ampliamente establecidos para la clasificación de los trastornos mentales, Capítulo V de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) creado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) hechos por la Asociación Psiquiátrica Americana (APA). Ambas clasificaciones de los trastornos son distintas, pero han convergido deliberadamente sus códigos en las revisiones recientes, de modo que los manuales son a menudo comparables en términos generales. Sin embargo, siguen existiendo diferencias significativas. Otros sistemas de clasificación pueden utilizarse de forma más local, por ejemplo, la Clasificación China de Trastornos Mentales. Otros manuales tienen un uso limitado por los profesionales de enfoques teóricos alternativas, tales como el Manual de Diagnóstico Psicodinámico. Pero las clasificaciones ampliamente usadas a nivel mundial son DSM y CIE, las cuales emplean definiciones operacionales.1 Hay un debate científico considerable acerca de la validez relativa de las tradicionales "categorías diagnósticas", herencia del modelo biomédico, frente a un sistema más de tipo dimensional propuesto durante las últimas décadas, por la cada vez mayor evidencia científica. Un ejemplo de ello es la reciente aparición del Trastorno del Espectro del Autismo (TEA), el cual sustituye a los distintos diagnósticos anteriores (Autismo, Trastorno de Aspeger, Síndrome de Rett, etc.). Existe, asimismo, una importante controversia sobre el papel de la ciencia y los valores en los sistemas de clasificación y los usos profesionales, legales y sociales que tienen. La historia del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) se remonta a 1869 cuando la asociación Americana Médico-psicológica, que luego pasaría a ser la actual asociación americana de psiquiatría (APA), crea un manual que responde a la necesidad de contar con un sistema de clasificación de los trastornos mentales consensuado y aceptado ampliamente que otorgue consistencia y legitimidad científica a la psiquiatría oficial. Desde su publicación en 1952, el manual se ha revisado siete veces. Los últimos cambios se aplicaron en marzo de 2022, con el nombre de DSM-5 TR. El manual contiene descripciones de síntomas, entre otros criterios que son necesarios para poder diagnosticar trastornos mentales. Los criterios de diagnóstico, es decir las reglas o normas por las que se establece un juicio o se toma una determinación, facilitan el lenguaje común entre los distintos profesionales de la salud como psicólogos y psiquiatras dedicados a la psicopatología. Ellos establecerán los criterios con ayuda del manual de diagnóstico y así, podrán asegurar con exactitud el diagnóstico de una persona siendo precisos y consistentes. Clasificar es muy complicado y lo es más cuando lo que hay que clasificar no es algo físico como pasa en la Psicología. A lo largo de la historia de la medicina ha quedado clara la necesidad de confeccionar una clasificación de los trastornos mentales. Esta clasificación sirve para: • • • • • • tener un lenguaje común entre profesionales. ahorrar tiempo diagnóstico elaborar protocolos de actuación clínica facilitar la investigación evaluar la historia natural de un trastorno determinado. comprender las causas y el desarrollo de los trastornos mentales. DSM-I El padre de la clasificación de los trastornos mentales fue Kraepelin que en su manual de Psiquiatría consigue en 1899 elaborar un sistema para construir grupos de pacientes con sintomatología homogénea que constituían un síndrome. Unos 50 años después publican el DMS-I con unos criterios demasiado vagos y con baja confiabilidad. DSM-II El DSM-II nace 15 años después. Supuso la novedad de aplicar el modelo médico a los síndromes mentales haciendo clusters sintomáticos. Se generaron muchas discusiones en torno a la terminología de la esquizofrenia y parecía que nadie estaba satisfecho. Así que un año después de su publicación, comenzó su revisión. DSM-III El DSM-III nace en 1980 con el objetivo de establecer criterios diagnósticos con base empírica. Se produjo una evolución generalizada donde se reemplazó el modelo psicoanalítico con base teórica de la enfermedad por el modelo descriptivo basado en la evidencia. Con este cambio, la “neurosis” pasa a denominarse “trastorno de ansiedad”. Se consigue eliminar la homosexualidad como criterio diagnóstico. Este diagnóstico había sido incluida por la APA como una categoría de enfermedad mental en 1952, basándose en teorías sin evidencia científica que proponían una conexión entre la homosexualidad y desajustes psicológicos, y la idea de que ésta era necesariamente el síntoma de una enfermedad mental. DSM-IV Aún así aún quedaban muchas deficiencias que pulir. El DSM-IV nace con la intención de proporcionar una base empírica más sólida abreviando los criterios diagnósticos y con una mayor claridad del lenguaje. Para publicar este nuevo manual, los grupos de trabajo que investigaban trastornos específicos se reunieron para realizar un proceso de tres etapas que implicaba más pruebas de confiabilidad y validez de diagnósticos. Este proceso incluyó revisiones profundas de investigaciones publicadas, análisis exhaustivos de los datos de investigación y ensayos de campo en los que se entrevistaron a miles de personas con trastornos psicológicos diagnosticados. DSM-5 En 18 de mayo de 2013, lanzan el DSM-5, la versión más criticada por la comunidad de psiquiatras y psicólogos. A raíz de esta publicación, el NIMH (national institute of mental health EE.UU.) anunció que dejaría de utilizar el DSM y por tanto dejaría de investigar para futuras versiones del manual. El director del NIMH afirmó que tomaban esta decisión debido a que la clasificación del DSM carece de validez a nivel mundial y que los pacientes con trastornos mentales se merecen algo mejor que los criterios brindados por el DSM. El DSM-5, en relación con la versión anterior del DSM IV-TR, presenta cambios relacionados con la organización de los trastornos; ya que, estos se establecen según el sexo, desarrollo y características culturales del paciente, eliminándose el sistema de evaluación multi-axial, pues creaba distinciones artificiales. Pero lo más sustancial, se refiere a las novedades en los diagnósticos específicos de los distintos trastornos. A continuación, se exponen las modificaciones más relevantes para la práctica clínica a nivel general y específicamente en el TDAH. Se han incorporado nuevos trastornos como el trastorno de disregulación emocional disruptivo (Disruptive Mood Dysregulation Disorder). Se caracteriza por niños con rabietas recurrentes y desproporcionadas en intensidad y duración, 3 o más veces por semana durante más de un año. Además, de forma persistente muestran un humor enojado e irritable, presente en al menos dos entornos (casa, escuela o con compañeros). Son niños con episodios frecuentes de un gran descontrol en su comportamiento. El inicio del cuadro es antes de los 10 años y el diagnóstico no se realizará antes de los 6 ni después de los 18 años. Esta nueva categoría surge después de un amplio debate sobre la idoneidad del diagnóstico de trastorno bipolar en la infancia y la opinión de la mayoría de los expertos acerca del incremento de dicho diagnóstico en niños. También, se ha incorporado el trastorno por atracón (Binge Eating Disorder), cuando se come en exceso en más de 12 ocasiones durante un periodo de 3 meses (en el DSM-IV no tenía categoría de trastorno). Supone adecuar los comportamientos de ingesta impulsiva a la realidad clínica y establecer la adecuada importancia clínica que presentan dichos comportamientos. Igualmente, el trastorno de excoriación cuando hay un rascado compulsivo de la piel. Se excluye el rascado debido a enfermedades somáticas como la atopia cutánea. El trastorno de acaparamiento antes era considerado un síntoma del trastorno obsesivo compulsivo, pero actualmente se considera por sí solo un trastorno. Se define como dificultad persistente en desprenderse de objetos, independientemente de su valor. El trastorno disfórico premenstrual es una de las categorías que ha causado mayor debate por las dudas sobre su trascendencia psicopatológica. La transexualidad deja de considerarse un trastorno mental. El trastorno del espectro autista (TEA) comprende cuatro diagnósticos que en el DSMIV estaban separados: trastorno autista, trastorno de asperger, trastorno desintegrativo infantil, y trastorno generalizado del desarrollo. El TEA se caracteriza por: 1) déficit en la comunicación e interacción social; y 2) comportamiento, intereses y actividades restringidas, repetitivas y estereotipadas. Cuando solo hay presencia del primero, entonces el diagnóstico es de trastorno de la comunicación social. Desaparecen, por tanto, diagnósticos bien establecidos, como el síndrome de Asperger. Respecto a los trastornos de ansiedad, los trastornos disociativos, trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno por estrés postraumático, antes unificados bajo el mismo epígrafe, actualmente se describen en apartados independientes para legitimar su carácter distinto. En cuanto a los trastornos por estrés postraumático, el DSM-5 incluye cuatro grupos de síntomas para su diagnóstico: re-experimentación, excitación, evitación y alteraciones negativas persistentes en las cogniciones y en el estado de ánimo. Además, se tiene en cuenta el nivel de desarrollo, pues hay criterios diagnósticos diferentes para niños por debajo de los 6 años. El trastorno depresivo mayor incluye dos categorías para reflejar con más exactitud la ideación suicida: desorden del comportamiento suicida y autolesión no suicida. En relación al duelo, en el DSM-5 no se excluye el diagnóstico de depresión en los dos primeros meses del duelo, como ocurría en el DSM-IV. Se ha eliminado que lo normal sea que dure 2 meses, pues en la práctica clínica habitualmente dura de 1 a 2 años. También, se considera que es un factor psicosocial adverso que puede desencadenar una depresión mayor en un individuo predispuesto, ocurriendo en general poco después de la pérdida. Para la anorexia nerviosa, se ha eliminado el requisito de presencia de amenorrea para adaptarlo a la realidad clínica. En cuanto al trastorno por consumo de sustancias, este apartado en el DSM-5 engloba los trastornos por abuso de sustancias y la dependencia de sustancias del DSM-IV. Además se ha creado una nueva categoría para recoger las adicciones conductuales, donde se incluye el juego patológico (antes trastornos de control de impulsos no clasificados). Por último, respecto al trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los cambios más destacados son: • Está clasificado como un trastorno del neurodesarrollo. • Se reconoce su existencia en la edad adulta, requiriendo un síntoma menos (5 de 9 de inatención y 5 de 9 de hiperactividad-impulsividad). • Edad de inicio antes de los 12 años (anteriormente era antes de los 7). • La presentación de los síntomas es transituacional, es decir, varios síntomas en diferentes entornos. • Es preciso como mínimo dos diferentes informadores, preferentemente un padre y un maestro. • Se acepta el diagnóstico comórbido con TEA. • Los subtipos en le DSM-5 se denominan presentaciones: combinado, con predominio del déficit de atención, con predominio hiperactivo-impulsivo. En esta categoría, los cambios más importantes se establecen en el reconocimiento del trastorno como una entidad que puede perdurar toda la vida y que no es sólo un trastorno propio de la infancia, la posibilidad de diagnosticarse en situación de comorbilidad con los trastornos del espectro autista y el retraso en la edad, en la que deben de estar presentes los síntomas para establecer el diagnóstico. Este último aspecto es muy importante, ya que existen pacientes que, debido a la influencia de factores tales como un elevado cociente intelectual o un soporte cultural y educativo, etc., pueden desarrollar el trastorno en edades tardías. La nueva clasificación aporta pocas novedades con respecto a la anterior clasificación y además el consenso entre las organizaciones y expertos que han participado en su elaboración ha sido menor. Aunque hay categorías que pueden mejorar la sistemática diagnóstica, otras han sido objeto de amplio debate y habrá que esperar a su utilización en la práctica diaria para comprobar la robustez de los criterios sugeridos. Todos los trastornos están ordenados por orden de aparición. Primero los que comienzan en las etapas más tempranas (infancia y niñez) para acabar en los que aparecen en la etapa adulta. Dentro de cada uno de ellos, primero se listan los que aparecen más precozmente. Es importante tener presente este criterio para la sucesión de la aparición de los trastornos: se describen primero los de aparición más temprana. La clasificación que ofrece el DSM V de los trastornos es: • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Trastornos del neurodesarrollo Trastornos psicóticos y del espectro de la esquizofrenia Trastornos bipolares y relacionados Trastornos del estado de ánimo Trastornos de ansiedad Trastornos obsesivos compulsivos y relacionados Trastornos relacionados con sucesos traumáticos y estresores Trastornos disociativos Trastornos somáticos Trastornos de la conducta alimentaria Trastornos de la eliminación Trastornos del sueño Trastornos sexuales y de la identidad sexual Trastornos conductuales y del control e impulso Trastornos relacionados con el consumo de sustancias adictivas Trastornos neurocognitivos Trastornos de personalidad Parafilias Otros trastornos Una crítica válida es que fue creado en USA para su población, por lo tanto por usos y costumbres en otras culturas lo que ahí es considerado trastorno, no lo sea. El diagnóstico: algunas definiciones Los diagnósticos son construcciones que nos permiten caracterizar ciertas problemáticas humanas, los mismos se realizan mediante la observación, la recolección y el análisis de ciertos datos. Es importante destacar que los diagnósticos no son la realidad, son meras construcciones que tienen alguna utilidad, pero al diagnóstico no podemos tomarlo como una realidad en sí, tal como los miedos, incertidumbres o deseos que las personas pueden tener. Los diagnósticos fácilmente son tomados como verdades inamovibles, en cuanto esto ocurre, los mismos pierden su funcionalidad original y comienzan a tener otros usos cuestionables como la rotulación. Por eso es muy importante recordar que los diagnósticos, son aproximaciones, más o menos precisas, pero siempre son construcciones que deben ser revisadas, ya que las mismas cambian no sólo en cada paciente a nivel individual, sino que la comunidad científica misma modifica los sistemas clasificatorios y por ende los diagnósticos o los criterios que utiliza para delimitar las diferentes entidades clínicas. También los diagnósticos deben ser correctamente utilizados, ya que como cualquier herramienta, puede tener buenos o malos usos, hay que salir de la lógica maniquea que propone diagnosticar todo o no diagnosticar nada y pensar en diagnósticos funcionales que a modo de andamio los utilizamos mientras nos sirven y después podemos dejarlos de lado, para no perder de vista a las personas. Se dice que no hay enfermedades sino enfermos, lo mismo podemos decir en nuestro campo, no hay trastornos o diagnósticos, sino personas con problemas. Signos, síntomas y síndromes Los diagnósticos psiquiátricos y psicológicos se establecen a partir de los signos y síntomas que las personas manifiestan. Habitualmente se consideran síntomas a aquellos datos que las personas refieren y no pueden ser observados directamente por el clínico, son las descripciones subjetivas que da el paciente, tal como la sensación de vacío o el desgano por ejemplo y llamamos signos a aquellos observables clínicos que no necesitan del relato de la persona y pueden ser percibidos directamente, son hallazgos objetivos, ya sean hechos por un familiar, un amigo o el terapeuta, como por ejemplo el llanto o la sudoración excesiva. Los síndromes son un grupo de signos y síntomas que suelen aparecer juntos y son identificables, pero que no tienen una entidad tan claramente definida como los trastornos o las enfermedades; de hecho, en el campo psicológico y psiquiátrico, siendo rigurosos, la mayoría de los cuadros son síndromes. Versión Año Número de trastornos DSM-I 1952 102 DSM-II 1968 182 DSM-III 1980 265 DSM-III-R 1987 292 DSM-IV 1994 297 DSM-IV-TR 2000 365 DSM-5 2013 157 Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) La Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, Décima Revisión (CIE-10) fue respaldada por la Cuadragésima Tercera Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 1990 y se empezó a usar en los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a partir de 1994. Las primeras cinco revisiones fueron convocadas por el gobierno francés y las posteriores han quedado a cargo de la Organización Mundial de la Salud. La clasificación es la última en una serie que tiene sus orígenes en el año 1850. La primera edición, conocida como la Lista Internacional de las Causas de Muerte, fue adoptada por el Instituto Internacional de Estadística en 1893. La OMS asumió la responsabilidad de la CIE a su creación en 1948 cuando se publicó la Sexta Revisión, cuya publicación incluía por primera vez las causas de morbilidad. La Asamblea Mundial de la Salud de OMS adoptó en 1967 el Reglamento de Nomenclaturas que estipula el uso de CIE en su revisión más actual por todos los Estados Miembros. La CIE-10 constituye uno de los estándares internacionales más usados para elaborar estadísticas de morbilidad y mortalidad en el mundo. El propósito de la CIE es permitir el registro sistemático, el análisis, la interpretación y la comparación de los datos de mortalidad y morbilidad recolectados en diferentes países o áreas, y en diferentes momentos. La clasificación permite la conversión de los términos diagnósticos y de otros problemas de salud, de palabras a códigos alfanuméricos que facilitan su almacenamiento y posterior recuperación para el análisis de la información. La CIE puede utilizarse para clasificar enfermedades y otros problemas de salud consignados en muchos tipos de registros vitales y de salud. Originalmente su uso se limitó a clasificar las causas de mortalidad tal como se mencionan en los registros de defunción. Estructura básica y principios de clasificación con la CIE La CIE es un sistema de clasificación de eje variable. Su estructura se ha desarrollado a partir de la propuesta por William Farr en la época en que comenzaron las discusiones internacionales sobre la estructura de una clasificación. Su esquema fue que, para todos los propósitos prácticos y epidemiológicos, los datos estadísticos relativos a las enfermedades debieran agruparse de la manera siguiente: enfermedades epidémicas enfermedades constitucionales o generales enfermedades localizadas ordenadas por sitios enfermedades del desarrollo traumatismos Volúmenes de la CIE-10 La CIE-10 se edita en tres volúmenes, el primero de los cuales contiene la clasificación propiamente dicha ordenada por aparatos sistemas y especialidades y cuenta con una clasificación adicional para identificar el tipo histológico de los tumores. El volumen dos es propiamente el manual del usuario y contiene los procedimientos para el registro, la codificación y la selección de la causa básica de defunción y para la selección de la afección principal en morbilidad. El volumen tres incluye el índice alfabético que ayuda al usuario a localizar los códigos respectivos para cada término diagnóstico anotado por el médico. La CIE es una clasificación realizada por una agencia internacional de las Naciones Unidas, un recurso público de libre acceso para servir de herramienta en la salud pública. El DSM, sin embargo, es un sistema producido por una asociación profesional de una única disciplina de un solo país, y en el que la asociación tiene un gran interés comercial. Por otra parte, el desarrollo de la CIE se enmarca dentro de un proceso global y multidisciplinar, y se lleva a cabo en diversas lenguas y teniendo en cuenta la multiculturalidad mundial, mientras que el DSM se genera desde una perspectiva eminentemente estadounidense y anglófona. La CIE tiene como objetivo ser de utilidad a los países miembros de la OMS, así como a los servicios de atención sanitaria de primera línea, mientras que el DSM está mayormente dirigido al campo de la Psiquiatría. La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) es una clasificación diagnóstica estándar internacional para una amplia variedad de condiciones de salud. La CIE-10 señala que los trastornos mentales "no es un término exacto", aunque generalmente se utiliza "... para dar a entender la existencia de un conjunto clínicamente reconocible de síntomas o comportamientos asociados en la mayoría de los casos con angustia y con interferencia con las funciones personales. " (OMS, 1992). El capítulo V se centra en "trastornos mentales y del comportamiento" y consiste en 10 grupos principales: F0: Orgánicos, incluidos los trastornos sintomáticos, mentales. F1: Trastornos mentales y de comportamiento causados por el uso de sustancias psicoactivas. F2: Trastornos de esquizofrenia, esquizotípico y delirios. F3: Trastornos del humor (afectivos). F4: Trastornos neuróticos, somatomorfos y relacionados con el estrés. F5: Síndromes del comportamiento asociados con alteraciones fisiológicas y factores físicos. F6: Trastornos de personalidad y de comportamiento en personas adultas. F7: Discapacidad intelectual. F8: Trastorno del desarrollo psicológico. F9: Trastornos conductuales y emocionales con inicio en la infancia y adolescencia. Además, un grupo de "trastornos mentales no especificados". Dentro de cada grupo hay subcategorías más específicas. CIE incluye trastornos de la personalidad en el mismo dominio que otros trastornos mentales, a diferencia del DSM. La OMS está revisando sus clasificaciones en esta sección como parte del desarrollo del CIE-11 (la revisión finaliza el año 2018) y un "Grupo Consultivo Internacional" se ha sido establecido para guiar el proceso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado la undécima edición de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11). Esta nueva edición, que viene a sustituir a la CIE-10, cuya publicación se remonta a hace 28 años, se ha publicado con el objetivo de que los proveedores y profesionales sanitarios se vayan familiarizando con los cambios, de manera que en mayo de 2019 se presentará ante la Asamblea Mundial de la Salud para su adopción formal por los Estados miembros, estando establecida la fecha para su entrada en vigor el 1 de enero de 2022. En lo que respecta a la revisión del Capítulo sobre Trastornos Mentales y Conductuales, se incorporan numerosas novedades, entre las que cabe destacar el cambio en la clasificación de síntomas para la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Frente a las anteriores propuestas que establecen una división en diferentes subtipos (y que han sido criticadas por el solapamiento entre estos subtipos, su inestabilidad o su alejamiento respecto a la realidad clínica), la CIE-11 propone una nueva forma de categorizar a estos pacientes con síntomas psicóticos en función de seis dominios principales, con indicadores de presencia y gravedad. Esta nueva forma de conceptualizar a los pacientes con trastornos psicóticos se espera que proporcione beneficios también a la hora de personalizar los tratamientos en función de los dominios afectados y su impacto en el funcionamiento diario de la persona. Asimismo, los cambios realizados en los trastornos por uso de sustancias, una de las categorías diagnósticas que más modificaciones ha sufrido a lo largo de las diferentes revisiones, se espera que también se adecuen mejor a la realidad clínica y que permitan mejorar las orientaciones para la prevención y el tratamiento de estos problemas. Entre las novedades que incorpora la nueva versión, se encuentra que la CIE-11 recoge los diferentes patrones de consumo nocivo, desde episodios recurrentes hasta continuos y simplifica las pautas de diagnóstico para la dependencia de sustancias. Otros de los cambios que presenta esta versión, y que han sido objeto de atención mediática, tienen que ver con la inclusión de la transexualidad en el apartado de comportamientos sexuales y, por tanto, su eliminación como trastorno mental o desorden de la identidad de género, así como la incorporación del trastorno por videojuegos dentro del epígrafe de trastornos debidos a comportamientos adictivos. En definitiva, la nueva versión de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11), ha intentado mediante este proceso de revisión primar el principio de utilidad clínica, un aspecto que, según la OMS, depende de: su valor para la mejora de la comunicación entre profesionales, pacientes, familias, administradores…; sus características de implementación para la práctica clínica (tales como precisión en la descripción, facilidad de uso y tiempo empleado); y su utilidad para la selección de las intervenciones y para la toma de decisiones clínicas. El proceso de elaboración de esta nueva versión se ha establecido, además, sobre la base de un intenso trabajo de investigación para mejorar la solidez científica de esta nueva clasificación. Evaluación Multiaxial: ¿Qué es y para qué sirve? La evaluación multiaxial permite realizar un informe sobre la actividad global de una persona, a partir del diagnóstico de cinco ejes contemplados en el manual DSM V. Este sistema diagnóstico facilita una evaluación completa y sistemática no solo de trastornos mentales y psicológicos. También comprende posibles enfermedades médicas, problemas psicosociales y/o ambientales, que pueda estar atravesando un individuo. Los 5 ejes de la evaluación multiaxial El informe multiaxial se lleva a cabo según los criterios diagnósticos del DSM V evalúa a la persona en diferentes variables. El diagnóstico consta de 5 ejes. Estos son: Eje 1: Trastornos Clínicos Se refiere a cualquier tipo de problema que pueda requerir la atención de un profesional de la salud. Incluye desde una adicción, estrés, hipotiroidismo, cáncer, entre otros. Generalmente se utiliza los manuales diagnóstico y se incluye el código y la descripción del o los trastornos en los informes. Eje 2: Trastornos de la personalidad Involucra todo tipo de trastornos de personalidad, algún tipo de retraso o trastorno psíquico. Al igual que en el eje anterior puede incluir en el informe más de un trastorno y se debe especificar el cogido y descripción. Eje 3: Enfermedades médicas Hace referencia a enfermedades médicas diagnosticadas, tales como sobrepeso, desnutrición, asma o cualquier otra enfermedad. Eje 4: Problemas psicosociales y ambientales Entre ellos encontramos problemas relacionados a lo laboral, a lo económico, familiar, un duelo emocional. Se deben hacer constar aquellos problemas psicosociales y ambientales que hayan estado presentes durante el año anterior a la evaluación actual. Eje 5: Evaluación de la actividad global Incluye la opinión del clínico acerca del nivel general de actividad del sujeto. Esta información es útil para planear el tratamiento y medir su impacto, así como para predecir la evolución. Dentro del informe se aclara junto a un número del 1 al 100 en base a la Escala de Evaluación de la Actividad Global (EEAG). La misma evalúa el nivel de funcionamiento de los enfermos mentales donde 100 representa una amplia gama de actividades realizadas de modo satisfactoria y el 1 representa peligros de lesionarse gravemente a otros o a si mismo. ¿Cómo se hace un diagnóstico multiaxial? El diagnostico multiaxial consiste en distintas entrevistas, que por lo general se suelen realizar entre cuatro y cinco encuentros. Sin embargo, cuando se trata de niños pequeños o personas mayores con algún tipo de demencia o de imposibilidad de interlocución las entrevistas pueden llegar a ser ocho. Todo depende de la complejidad del caso y del profesional que lleve a cabo la evaluación. Además, en el transcurso de las distintas entrevistas se aplican test o técnicas psicométricas. Todo esto permite hacer una relación de la complejidad del caso, no solo del diagnóstico psicológico. “El uso del sistema multiaxial facilita una evaluación completa, ya que promueve la aplicación del modelo biopsicosocial en clínica. Permite valorar en contexto los aspectos biológicos, psicológicos, sociales y culturales de las dolencias del individuo, por lo que posibilita un diagnóstico más preciso”. ¿En qué casos y ámbitos se usa? La evaluación multiaxial se utiliza en distintos ámbitos. Dicha evaluación suele ser requerida en una instancia judicial por algún perito, como así también por las instituciones educativas. “En los colegios suelen pedir la evaluación multiaxial cuando existe alguna sintomatología en un niño o adolescente. Pero, el ámbito en que más se utiliza es en el Ministerio de Salud, ya que el informe multiaxial es un requisito fundamental para la obtención del certificado único de discapacidad”. La evaluación integral se debe realizar a todo tipo de pacientes, ya que permite un abordaje global y sistemático de niños, adolescentes y adultos de todas las edades. “Esto hace posible combinar el diagnóstico y las intervenciones de diferentes profesionales y tomar adecuadas decisiones terapéuticas”.