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DSM y CIE conceptos básicos

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DSM y CIE
Los trastornos mentales son patrones de comportamiento de significación clínica que
aparecen asociados a un malestar emocional o físico de la persona, a una
discapacidad, al deterioro en el funcionamiento cotidiano, a la pérdida de libertad o
incluso a un riesgo significativamente aumentado de implicarse en conductas
contraproducentes o de morir prematuramente.
La clasificación de los trastornos mentales, también conocida como la nosología
psiquiátrica o taxonomía psiquiátrica, es un aspecto clave de la psiquiatría y otras
profesiones relacionadas con la salud mental y un tema importante para las personas
propensas a ser diagnosticadas. Actualmente hay dos sistemas ampliamente
establecidos para la clasificación de los trastornos mentales, Capítulo V de la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) creado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales (DSM-5) hechos por la Asociación Psiquiátrica Americana (APA). Ambas
clasificaciones de los trastornos son distintas, pero han convergido deliberadamente
sus códigos en las revisiones recientes, de modo que los manuales son a menudo
comparables en términos generales. Sin embargo, siguen existiendo diferencias
significativas.
Otros sistemas de clasificación pueden utilizarse de forma más local, por ejemplo, la
Clasificación China de Trastornos Mentales. Otros manuales tienen un uso limitado
por los profesionales de enfoques teóricos alternativas, tales como el Manual de
Diagnóstico Psicodinámico. Pero las clasificaciones ampliamente usadas a nivel
mundial son DSM y CIE, las cuales emplean definiciones operacionales.1
Hay un debate científico considerable acerca de la validez relativa de las tradicionales
"categorías diagnósticas", herencia del modelo biomédico, frente a un sistema más
de tipo dimensional propuesto durante las últimas décadas, por la cada vez mayor
evidencia científica. Un ejemplo de ello es la reciente aparición del Trastorno del
Espectro del Autismo (TEA), el cual sustituye a los distintos diagnósticos anteriores
(Autismo, Trastorno de Aspeger, Síndrome de Rett, etc.). Existe, asimismo, una
importante controversia sobre el papel de la ciencia y los valores en los sistemas de
clasificación y los usos profesionales, legales y sociales que tienen.
La historia del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) se
remonta a 1869 cuando la asociación Americana Médico-psicológica, que luego
pasaría a ser la actual asociación americana de psiquiatría (APA), crea un manual
que responde a la necesidad de contar con un sistema de clasificación de los
trastornos mentales consensuado y aceptado ampliamente que otorgue consistencia
y legitimidad científica a la psiquiatría oficial.
Desde su publicación en 1952, el manual se ha revisado siete veces. Los últimos
cambios se aplicaron en marzo de 2022, con el nombre de DSM-5 TR.
El manual contiene descripciones de síntomas, entre otros criterios que son
necesarios para poder diagnosticar trastornos mentales. Los criterios de diagnóstico,
es decir las reglas o normas por las que se establece un juicio o se toma una
determinación, facilitan el lenguaje común entre los distintos profesionales de la salud
como psicólogos y psiquiatras dedicados a la psicopatología. Ellos establecerán los
criterios con ayuda del manual de diagnóstico y así, podrán asegurar con exactitud el
diagnóstico de una persona siendo precisos y consistentes.
Clasificar es muy complicado y lo es más cuando lo que hay que clasificar no es algo
físico como pasa en la Psicología. A lo largo de la historia de la medicina ha quedado
clara la necesidad de confeccionar una clasificación de los trastornos mentales.
Esta clasificación sirve para:
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•
•
•
tener un lenguaje común entre profesionales.
ahorrar tiempo diagnóstico
elaborar protocolos de actuación clínica
facilitar la investigación
evaluar la historia natural de un trastorno determinado.
comprender las causas y el desarrollo de los trastornos mentales.
DSM-I
El padre de la clasificación de los trastornos mentales fue Kraepelin que en su manual
de Psiquiatría consigue en 1899 elaborar un sistema para construir grupos de
pacientes con sintomatología homogénea que constituían un síndrome. Unos 50 años
después publican el DMS-I con unos criterios demasiado vagos y con baja
confiabilidad.
DSM-II
El DSM-II nace 15 años después. Supuso la novedad de aplicar el modelo médico a
los síndromes mentales haciendo clusters sintomáticos. Se generaron muchas
discusiones en torno a la terminología de la esquizofrenia y parecía que nadie estaba
satisfecho. Así que un año después de su publicación, comenzó su revisión.
DSM-III
El DSM-III nace en 1980 con el objetivo de establecer criterios diagnósticos con base
empírica. Se produjo una evolución generalizada donde se reemplazó el modelo
psicoanalítico con base teórica de la enfermedad por el modelo descriptivo basado en
la evidencia. Con este cambio, la “neurosis” pasa a denominarse “trastorno de
ansiedad”. Se consigue eliminar la homosexualidad como criterio diagnóstico. Este
diagnóstico había sido incluida por la APA como una categoría de enfermedad mental
en 1952, basándose en teorías sin evidencia científica que proponían una conexión
entre la homosexualidad y desajustes psicológicos, y la idea de que ésta era
necesariamente el síntoma de una enfermedad mental.
DSM-IV
Aún así aún quedaban muchas deficiencias que pulir. El DSM-IV nace con la intención
de proporcionar una base empírica más sólida abreviando los criterios diagnósticos y
con una mayor claridad del lenguaje. Para publicar este nuevo manual, los grupos de
trabajo que investigaban trastornos específicos se reunieron para realizar un proceso
de tres etapas que implicaba más pruebas de confiabilidad y validez de diagnósticos.
Este proceso incluyó revisiones profundas de investigaciones publicadas, análisis
exhaustivos de los datos de investigación y ensayos de campo en los que se
entrevistaron a miles de personas con trastornos psicológicos diagnosticados.
DSM-5
En 18 de mayo de 2013, lanzan el DSM-5, la versión más criticada por la comunidad
de psiquiatras y psicólogos. A raíz de esta publicación, el NIMH (national institute of
mental health EE.UU.) anunció que dejaría de utilizar el DSM y por tanto dejaría de
investigar para futuras versiones del manual. El director del NIMH afirmó que tomaban
esta decisión debido a que la clasificación del DSM carece de validez a nivel mundial
y que los pacientes con trastornos mentales se merecen algo mejor que los criterios
brindados por el DSM.
El DSM-5, en relación con la versión anterior del DSM IV-TR, presenta cambios
relacionados con la organización de los trastornos; ya que, estos se establecen según
el sexo, desarrollo y características culturales del paciente, eliminándose el sistema
de evaluación multi-axial, pues creaba distinciones artificiales. Pero lo más sustancial,
se refiere a las novedades en los diagnósticos específicos de los distintos trastornos.
A continuación, se exponen las modificaciones más relevantes para la práctica clínica
a nivel general y específicamente en el TDAH.
Se han incorporado nuevos trastornos como el trastorno de disregulación emocional
disruptivo (Disruptive Mood Dysregulation Disorder). Se caracteriza por niños con
rabietas recurrentes y desproporcionadas en intensidad y duración, 3 o más veces
por semana durante más de un año. Además, de forma persistente muestran un
humor enojado e irritable, presente en al menos dos entornos (casa, escuela o con
compañeros). Son niños con episodios frecuentes de un gran descontrol en su
comportamiento. El inicio del cuadro es antes de los 10 años y el diagnóstico no se
realizará antes de los 6 ni después de los 18 años. Esta nueva categoría surge
después de un amplio debate sobre la idoneidad del diagnóstico de trastorno bipolar
en la infancia y la opinión de la mayoría de los expertos acerca del incremento de
dicho diagnóstico en niños.
También, se ha incorporado el trastorno por atracón (Binge Eating Disorder), cuando
se come en exceso en más de 12 ocasiones durante un periodo de 3 meses (en el
DSM-IV no tenía categoría de trastorno). Supone adecuar los comportamientos de
ingesta impulsiva a la realidad clínica y establecer la adecuada importancia clínica
que presentan dichos comportamientos.
Igualmente, el trastorno de excoriación cuando hay un rascado compulsivo de la piel.
Se excluye el rascado debido a enfermedades somáticas como la atopia cutánea. El
trastorno de acaparamiento antes era considerado un síntoma del trastorno obsesivo
compulsivo, pero actualmente se considera por sí solo un trastorno. Se define como
dificultad persistente en desprenderse de objetos, independientemente de su valor. El
trastorno disfórico premenstrual es una de las categorías que ha causado mayor
debate por las dudas sobre su trascendencia psicopatológica. La transexualidad deja
de considerarse un trastorno mental.
El trastorno del espectro autista (TEA) comprende cuatro diagnósticos que en el DSMIV estaban separados: trastorno autista, trastorno de asperger, trastorno
desintegrativo infantil, y trastorno generalizado del desarrollo. El TEA se caracteriza
por: 1) déficit en la comunicación e interacción social; y 2) comportamiento, intereses
y actividades restringidas, repetitivas y estereotipadas. Cuando solo hay presencia
del primero, entonces el diagnóstico es de trastorno de la comunicación social.
Desaparecen, por tanto, diagnósticos bien establecidos, como el síndrome de
Asperger.
Respecto a los trastornos de ansiedad, los trastornos disociativos, trastorno obsesivo
compulsivo y el trastorno por estrés postraumático, antes unificados bajo el mismo
epígrafe, actualmente se describen en apartados independientes para legitimar su
carácter distinto.
En cuanto a los trastornos por estrés postraumático, el DSM-5 incluye cuatro grupos
de síntomas para su diagnóstico: re-experimentación, excitación, evitación y
alteraciones negativas persistentes en las cogniciones y en el estado de ánimo.
Además, se tiene en cuenta el nivel de desarrollo, pues hay criterios diagnósticos
diferentes para niños por debajo de los 6 años.
El trastorno depresivo mayor incluye dos categorías para reflejar con más exactitud
la ideación suicida: desorden del comportamiento suicida y autolesión no suicida.
En relación al duelo, en el DSM-5 no se excluye el diagnóstico de depresión en los
dos primeros meses del duelo, como ocurría en el DSM-IV. Se ha eliminado que lo
normal sea que dure 2 meses, pues en la práctica clínica habitualmente dura de 1 a
2 años. También, se considera que es un factor psicosocial adverso que puede
desencadenar una depresión mayor en un individuo predispuesto, ocurriendo en
general poco después de la pérdida.
Para la anorexia nerviosa, se ha eliminado el requisito de presencia de amenorrea
para adaptarlo a la realidad clínica.
En cuanto al trastorno por consumo de sustancias, este apartado en el DSM-5
engloba los trastornos por abuso de sustancias y la dependencia de sustancias del
DSM-IV. Además se ha creado una nueva categoría para recoger las adicciones
conductuales, donde se incluye el juego patológico (antes trastornos de control de
impulsos no clasificados).
Por último, respecto al trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los
cambios más destacados son:
• Está clasificado como un trastorno del neurodesarrollo.
• Se reconoce su existencia en la edad adulta, requiriendo un síntoma menos (5 de 9
de inatención y 5 de 9 de hiperactividad-impulsividad).
• Edad de inicio antes de los 12 años (anteriormente era antes de los 7).
• La presentación de los síntomas es transituacional, es decir, varios síntomas en
diferentes entornos.
• Es preciso como mínimo dos diferentes informadores, preferentemente un padre y
un maestro.
• Se acepta el diagnóstico comórbido con TEA.
• Los subtipos en le DSM-5 se denominan presentaciones: combinado, con
predominio del déficit de atención, con predominio hiperactivo-impulsivo.
En esta categoría, los cambios más importantes se establecen en el reconocimiento
del trastorno como una entidad que puede perdurar toda la vida y que no es sólo un
trastorno propio de la infancia, la posibilidad de diagnosticarse en situación de
comorbilidad con los trastornos del espectro autista y el retraso en la edad, en la que
deben de estar presentes los síntomas para establecer el diagnóstico. Este último
aspecto es muy importante, ya que existen pacientes que, debido a la influencia de
factores tales como un elevado cociente intelectual o un soporte cultural y educativo,
etc., pueden desarrollar el trastorno en edades tardías.
La nueva clasificación aporta pocas novedades con respecto a la anterior clasificación
y además el consenso entre las organizaciones y expertos que han participado en su
elaboración ha sido menor. Aunque hay categorías que pueden mejorar la sistemática
diagnóstica, otras han sido objeto de amplio debate y habrá que esperar a su
utilización en la práctica diaria para comprobar la robustez de los criterios sugeridos.
Todos los trastornos están ordenados por orden de aparición. Primero los que
comienzan en las etapas más tempranas (infancia y niñez) para acabar en los que
aparecen en la etapa adulta. Dentro de cada uno de ellos, primero se listan los que
aparecen más precozmente. Es importante tener presente este criterio para la
sucesión de la aparición de los trastornos: se describen primero los de aparición más
temprana.
La clasificación que ofrece el DSM V de los trastornos es:
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Trastornos del neurodesarrollo
Trastornos psicóticos y del espectro de la esquizofrenia
Trastornos bipolares y relacionados
Trastornos del estado de ánimo
Trastornos de ansiedad
Trastornos obsesivos compulsivos y relacionados
Trastornos relacionados con sucesos traumáticos y estresores
Trastornos disociativos
Trastornos somáticos
Trastornos de la conducta alimentaria
Trastornos de la eliminación
Trastornos del sueño
Trastornos sexuales y de la identidad sexual
Trastornos conductuales y del control e impulso
Trastornos relacionados con el consumo de sustancias adictivas
Trastornos neurocognitivos
Trastornos de personalidad
Parafilias
Otros trastornos
Una crítica válida es que fue creado en USA para su población, por lo tanto por usos
y costumbres en otras culturas lo que ahí es considerado trastorno, no lo sea.
El diagnóstico: algunas definiciones
Los diagnósticos son construcciones que nos permiten caracterizar ciertas
problemáticas humanas, los mismos se realizan mediante la observación, la
recolección y el análisis de ciertos datos. Es importante destacar que los diagnósticos
no son la realidad, son meras construcciones que tienen alguna utilidad, pero al
diagnóstico no podemos tomarlo como una realidad en sí, tal como los miedos,
incertidumbres o deseos que las personas pueden tener.
Los diagnósticos fácilmente son tomados como verdades inamovibles, en cuanto esto
ocurre, los mismos pierden su funcionalidad original y comienzan a tener otros usos
cuestionables como la rotulación. Por eso es muy importante recordar que los
diagnósticos, son aproximaciones, más o menos precisas, pero siempre son
construcciones que deben ser revisadas, ya que las mismas cambian no sólo en cada
paciente a nivel individual, sino que la comunidad científica misma modifica los
sistemas clasificatorios y por ende los diagnósticos o los criterios que utiliza para
delimitar las diferentes entidades clínicas. También los diagnósticos deben ser
correctamente utilizados, ya que como cualquier herramienta, puede tener buenos o
malos usos, hay que salir de la lógica maniquea que propone diagnosticar todo o no
diagnosticar nada y pensar en diagnósticos funcionales que a modo de andamio los
utilizamos mientras nos sirven y después podemos dejarlos de lado, para no perder
de vista a las personas. Se dice que no hay enfermedades sino enfermos, lo mismo
podemos decir en nuestro campo, no hay trastornos o diagnósticos, sino personas
con problemas.
Signos, síntomas y síndromes
Los diagnósticos psiquiátricos y psicológicos se establecen a partir de los signos y
síntomas que las personas manifiestan. Habitualmente se consideran síntomas a
aquellos datos que las personas refieren y no pueden ser observados directamente
por el clínico, son las descripciones subjetivas que da el paciente, tal como la
sensación de vacío o el desgano por ejemplo y llamamos signos a aquellos
observables clínicos que no necesitan del relato de la persona y pueden ser percibidos
directamente, son hallazgos objetivos, ya sean hechos por un familiar, un amigo o el
terapeuta, como por ejemplo el llanto o la sudoración excesiva.
Los síndromes son un grupo de signos y síntomas que suelen aparecer juntos y son
identificables, pero que no tienen una entidad tan claramente definida como los
trastornos o las enfermedades; de hecho, en el campo psicológico y psiquiátrico,
siendo rigurosos, la mayoría de los cuadros son síndromes.
Versión
Año
Número de trastornos
DSM-I
1952
102
DSM-II
1968
182
DSM-III
1980
265
DSM-III-R
1987
292
DSM-IV
1994
297
DSM-IV-TR
2000
365
DSM-5
2013
157
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE)
La Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas
Relacionados con la Salud, Décima Revisión (CIE-10) fue respaldada por la
Cuadragésima Tercera Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 1990 y se empezó
a usar en los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a
partir de 1994.
Las primeras cinco revisiones fueron convocadas por el gobierno francés y las
posteriores han quedado a cargo de la Organización Mundial de la Salud.
La clasificación es la última en una serie que tiene sus orígenes en el año 1850. La
primera edición, conocida como la Lista Internacional de las Causas de Muerte, fue
adoptada por el Instituto Internacional de Estadística en 1893. La OMS asumió la
responsabilidad de la CIE a su creación en 1948 cuando se publicó la Sexta Revisión,
cuya publicación incluía por primera vez las causas de morbilidad. La Asamblea
Mundial de la Salud de OMS adoptó en 1967 el Reglamento de Nomenclaturas que
estipula el uso de CIE en su revisión más actual por todos los Estados Miembros.
La CIE-10 constituye uno de los estándares internacionales más usados para elaborar
estadísticas de morbilidad y mortalidad en el mundo.
El propósito de la CIE es permitir el registro sistemático, el análisis, la interpretación
y la comparación de los datos de mortalidad y morbilidad recolectados en diferentes
países o áreas, y en diferentes momentos. La clasificación permite la conversión de
los términos diagnósticos y de otros problemas de salud, de palabras a códigos
alfanuméricos que facilitan su almacenamiento y posterior recuperación para el
análisis de la información.
La CIE puede utilizarse para clasificar enfermedades y otros problemas de salud
consignados en muchos tipos de registros vitales y de salud. Originalmente su uso se
limitó a clasificar las causas de mortalidad tal como se mencionan en los registros de
defunción.
Estructura básica y principios de clasificación con la CIE
La CIE es un sistema de clasificación de eje variable. Su estructura se ha desarrollado
a partir de la propuesta por William Farr en la época en que comenzaron las
discusiones internacionales sobre la estructura de una clasificación. Su esquema fue
que, para todos los propósitos prácticos y epidemiológicos, los datos estadísticos
relativos a las enfermedades debieran agruparse de la manera siguiente:
enfermedades epidémicas
enfermedades constitucionales o generales
enfermedades localizadas ordenadas por sitios
enfermedades del desarrollo
traumatismos
Volúmenes de la CIE-10
La CIE-10 se edita en tres volúmenes, el primero de los cuales contiene la
clasificación propiamente dicha ordenada por aparatos sistemas y especialidades y
cuenta con una clasificación adicional para identificar el tipo histológico de los
tumores.
El volumen dos es propiamente el manual del usuario y contiene los procedimientos
para el registro, la codificación y la selección de la causa básica de defunción y para
la selección de la afección principal en morbilidad.
El volumen tres incluye el índice alfabético que ayuda al usuario a localizar los códigos
respectivos para cada término diagnóstico anotado por el médico.
La CIE es una clasificación realizada por una agencia internacional de las Naciones
Unidas, un recurso público de libre acceso para servir de herramienta en la salud
pública. El DSM, sin embargo, es un sistema producido por una asociación profesional
de una única disciplina de un solo país, y en el que la asociación tiene un gran interés
comercial. Por otra parte, el desarrollo de la CIE se enmarca dentro de un proceso
global y multidisciplinar, y se lleva a cabo en diversas lenguas y teniendo en cuenta
la multiculturalidad mundial, mientras que el DSM se genera desde una perspectiva
eminentemente estadounidense y anglófona. La CIE tiene como objetivo ser de
utilidad a los países miembros de la OMS, así como a los servicios de atención
sanitaria de primera línea, mientras que el DSM está mayormente dirigido al campo
de la Psiquiatría.
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) es una clasificación diagnóstica
estándar internacional para una amplia variedad de condiciones de salud. La CIE-10
señala que los trastornos mentales "no es un término exacto", aunque generalmente
se utiliza "... para dar a entender la existencia de un conjunto clínicamente reconocible
de síntomas o comportamientos asociados en la mayoría de los casos con angustia y
con interferencia con las funciones personales. " (OMS, 1992). El capítulo V se centra
en "trastornos mentales y del comportamiento" y consiste en 10 grupos principales:
F0: Orgánicos, incluidos los trastornos sintomáticos, mentales.
F1: Trastornos mentales y de comportamiento causados por el uso de sustancias
psicoactivas.
F2: Trastornos de esquizofrenia, esquizotípico y delirios.
F3: Trastornos del humor (afectivos).
F4: Trastornos neuróticos, somatomorfos y relacionados con el estrés.
F5: Síndromes del comportamiento asociados con alteraciones fisiológicas y factores
físicos.
F6: Trastornos de personalidad y de comportamiento en personas adultas.
F7: Discapacidad intelectual.
F8: Trastorno del desarrollo psicológico.
F9: Trastornos conductuales y emocionales con inicio en la infancia y adolescencia.
Además, un grupo de "trastornos mentales no especificados".
Dentro de cada grupo hay subcategorías más específicas. CIE incluye trastornos de
la personalidad en el mismo dominio que otros trastornos mentales, a diferencia del
DSM. La OMS está revisando sus clasificaciones en esta sección como parte del
desarrollo del CIE-11 (la revisión finaliza el año 2018) y un "Grupo Consultivo
Internacional" se ha sido establecido para guiar el proceso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado la undécima edición de la
Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados
con la Salud (CIE-11). Esta nueva edición, que viene a sustituir a la CIE-10, cuya
publicación se remonta a hace 28 años, se ha publicado con el objetivo de que los
proveedores y profesionales sanitarios se vayan familiarizando con los cambios, de
manera que en mayo de 2019 se presentará ante la Asamblea Mundial de la Salud
para su adopción formal por los Estados miembros, estando establecida la fecha para
su entrada en vigor el 1 de enero de 2022.
En lo que respecta a la revisión del Capítulo sobre Trastornos Mentales y
Conductuales, se incorporan numerosas novedades, entre las que cabe destacar el
cambio en la clasificación de síntomas para la esquizofrenia y otros trastornos
psicóticos. Frente a las anteriores propuestas que establecen una división en
diferentes subtipos (y que han sido criticadas por el solapamiento entre estos
subtipos, su inestabilidad o su alejamiento respecto a la realidad clínica), la CIE-11
propone una nueva forma de categorizar a estos pacientes con síntomas psicóticos
en función de seis dominios principales, con indicadores de presencia y gravedad.
Esta nueva forma de conceptualizar a los pacientes con trastornos psicóticos se
espera que proporcione beneficios también a la hora de personalizar los tratamientos
en función de los dominios afectados y su impacto en el funcionamiento diario de la
persona.
Asimismo, los cambios realizados en los trastornos por uso de sustancias, una de las
categorías diagnósticas que más modificaciones ha sufrido a lo largo de las diferentes
revisiones, se espera que también se adecuen mejor a la realidad clínica y que
permitan mejorar las orientaciones para la prevención y el tratamiento de estos
problemas. Entre las novedades que incorpora la nueva versión, se encuentra que la
CIE-11 recoge los diferentes patrones de consumo nocivo, desde episodios
recurrentes hasta continuos y simplifica las pautas de diagnóstico para la
dependencia de sustancias.
Otros de los cambios que presenta esta versión, y que han sido objeto de atención
mediática, tienen que ver con la inclusión de la transexualidad en el apartado de
comportamientos sexuales y, por tanto, su eliminación como trastorno mental o
desorden de la identidad de género, así como la incorporación del trastorno por
videojuegos dentro del epígrafe de trastornos debidos a comportamientos adictivos.
En definitiva, la nueva versión de la Clasificación Estadística Internacional de
Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11), ha intentado
mediante este proceso de revisión primar el principio de utilidad clínica, un aspecto
que, según la OMS, depende de: su valor para la mejora de la comunicación entre
profesionales, pacientes, familias, administradores…; sus características de
implementación para la práctica clínica (tales como precisión en la descripción,
facilidad de uso y tiempo empleado); y su utilidad para la selección de las
intervenciones y para la toma de decisiones clínicas. El proceso de elaboración de
esta nueva versión se ha establecido, además, sobre la base de un intenso trabajo
de investigación para mejorar la solidez científica de esta nueva clasificación.
Evaluación Multiaxial: ¿Qué es y para qué sirve?
La evaluación multiaxial permite realizar un informe sobre la actividad global de una
persona, a partir del diagnóstico de cinco ejes contemplados en el manual DSM V.
Este sistema diagnóstico facilita una evaluación completa y sistemática no solo de
trastornos mentales y psicológicos. También comprende posibles enfermedades
médicas, problemas psicosociales y/o ambientales, que pueda estar atravesando un
individuo.
Los 5 ejes de la evaluación multiaxial
El informe multiaxial se lleva a cabo según los criterios diagnósticos del DSM V evalúa
a la persona en diferentes variables.
El diagnóstico consta de 5 ejes. Estos son:
Eje 1: Trastornos Clínicos
Se refiere a cualquier tipo de problema que pueda requerir la atención de un
profesional de la salud. Incluye desde una adicción, estrés, hipotiroidismo, cáncer,
entre otros. Generalmente se utiliza los manuales diagnóstico y se incluye el código y
la descripción del o los trastornos en los informes.
Eje 2: Trastornos de la personalidad
Involucra todo tipo de trastornos de personalidad, algún tipo de retraso o trastorno
psíquico. Al igual que en el eje anterior puede incluir en el informe más de un trastorno
y se debe especificar el cogido y descripción.
Eje 3: Enfermedades médicas
Hace referencia a enfermedades médicas diagnosticadas, tales como sobrepeso,
desnutrición, asma o cualquier otra enfermedad.
Eje 4: Problemas psicosociales y ambientales
Entre ellos encontramos problemas relacionados a lo laboral, a lo económico, familiar,
un duelo emocional. Se deben hacer constar aquellos problemas psicosociales y
ambientales que hayan estado presentes durante el año anterior a la evaluación
actual.
Eje 5: Evaluación de la actividad global
Incluye la opinión del clínico acerca del nivel general de actividad del sujeto. Esta
información es útil para planear el tratamiento y medir su impacto, así como para
predecir la evolución. Dentro del informe se aclara junto a un número del 1 al 100 en
base a la Escala de Evaluación de la Actividad Global (EEAG). La misma evalúa el
nivel de funcionamiento de los enfermos mentales donde 100 representa una amplia
gama de actividades realizadas de modo satisfactoria y el 1 representa peligros de
lesionarse gravemente a otros o a si mismo.
¿Cómo se hace un diagnóstico multiaxial?
El diagnostico multiaxial consiste en distintas entrevistas, que por lo general se suelen
realizar entre cuatro y cinco encuentros. Sin embargo, cuando se trata de niños
pequeños o personas mayores con algún tipo de demencia o de imposibilidad de
interlocución las entrevistas pueden llegar a ser ocho. Todo depende de la
complejidad del caso y del profesional que lleve a cabo la evaluación.
Además, en el transcurso de las distintas entrevistas se aplican test o técnicas
psicométricas. Todo esto permite hacer una relación de la complejidad del caso, no
solo del diagnóstico psicológico.
“El uso del sistema multiaxial facilita una evaluación completa, ya que promueve la
aplicación del modelo biopsicosocial en clínica. Permite valorar en contexto los
aspectos biológicos, psicológicos, sociales y culturales de las dolencias del individuo,
por lo que posibilita un diagnóstico más preciso”.
¿En qué casos y ámbitos se usa?
La evaluación multiaxial se utiliza en distintos ámbitos. Dicha evaluación suele ser
requerida en una instancia judicial por algún perito, como así también por las
instituciones educativas.
“En los colegios suelen pedir la evaluación multiaxial cuando existe alguna
sintomatología en un niño o adolescente. Pero, el ámbito en que más se utiliza es en
el Ministerio de Salud, ya que el informe multiaxial es un requisito fundamental para
la obtención del certificado único de discapacidad”.
La evaluación integral se debe realizar a todo tipo de pacientes, ya que permite un
abordaje global y sistemático de niños, adolescentes y adultos de todas las edades.
“Esto hace posible combinar el diagnóstico y las intervenciones de diferentes
profesionales y tomar adecuadas decisiones terapéuticas”.
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