1 La imagen de los africanos como exóticos se inspira tanto en tradiciones clásicas europeas, orientales y en el relato de navegadores. África fue asociada mitológicamente tanto con el paraíso como con el infierno. El color negro de su población estaría relacionado al calor de la zona habitada por los mismos que hacía que retuvieran el color de la tierra. Esto significaba ser equivalente a un mineral, de naturaleza inferior y estar distante de la divinidad. Este mito del exotismo derivó en la concepción de África como infierno, y sus poblaciones con atributos demoníacos. En América el discurso se constituyó en base a otro mito, el del “buen salvaje”. La vida americana era evidencia de la vida antes de la expulsión del paraíso divino. Por esto es que tuvieron un trato diferente a las poblaciones negras de África. De forma explícita, la ambivalencia de este lábil sistema de entendimiento del mundo se puede ver expresada en las construcciones de imaginario y mitología en torno a África y sus negros. Los colores térreos minerales, como marcas de definición ontológica abstracta pero con consecuencias pragmáticas, constituyeron un juego dicotómico que asociaba al africano extraño diabólico, con signos de animal depravación, injusticia, locura subhumana, en contraposición a la pureza moral, sabia, estética, civilizadora y humana de lo europeo. El negro irrepresentable, y por ello terrorífico, había rechazado la gracia del esquema divino - a diferencia su primo “otro” buen salvaje, inocente, edénico americano-, “ubicándose” en el plano de las bestias serviles exotizadas y despotizadas por la hegemonía blanca que, misericordiosamente, proveía purificación e iluminación de las almas ambiguas y corruptas. 2 2- Para el caso de América, con la llegada de los españoles, las mujeres fueron reducidas a condición de servidumbre y trabajaban como sirvientas o como tejedoras en los obrajes. La persecución de brujas buscaba señalar a las mujeres que practicaban la religión antigua, a la vez que eran las principales actoras que instigaban la revuelta anti colonial. En este sentido se buscaba marcar terreno sobre las esferas donde la mujer indígena podría participar. Funcionaba como forma de atacar la integridad de la comunidad y sus raíces históricas que estas practicaban Friederick retoma de Parinetto 1 para mostrarnos como Europa tuvo un desarrollo similar a lo acontecido en América, aunque no se actuaba solamente sobre mujeres. Muestra 1 La misma expresa que fue bajo el impacto de la experiencia americana cuando la caza de brujas en Europa se transformó en un fenómeno de masas durante la mitad del S XVI. cómo para el S XVI ya existía una clase dominante en Europa implicada en la formación de una mano de obra a nivel mundial. Entre ambos casos se pueden observar similitudes temáticas e iconográficas como lo revela por ej. El uso de ungüentos o las imágenes iconográficas del aquelarre y diversas representaciones de familia donde tanto en América como en Europa las brujas fueron acusadas de sacrificar niños al diablo. En África la caza de brujas ha implicado la división actual de varios países. De la misma forma que los casos de Europa y América, implicó la expansión del capitalismo y la intensificación por la lucha de los recursos, dando lugar a la pérdida de posición social de las mujeres. Estos eventos de caza de brujas, no pertenecen al terreno de lo primitivo. Siguen produciéndose en ciertos contextos (más que nada en América y África), y se logra como forma de criminalización de la resistencia a la expropiación (principalmente por parte de mujeres) y como medio para apropiarse de ciertos recursos. - 2. La cacería de brujas encuentra su articulación en torno a procesos de cambio drástico en sistemas de percepción del mundo, entendiendo así a la modernidad, pueden anticiparse la emergencia de descontentos y resistencias a la imposición de nuevos órdenes de posibilidad, obstinaciones que deben ser absorbidas, transformadas o eliminadas. Sobre el Nuevo Mundo, se extendieron lógicas de persecución de preceptos morales corruptos europeos, asociados al aquelarre, sus canibalismos y monstruosidades; la Europa colonizadora, sus regímenes políticos, económicos, sociales, funcionaron como marco de acción para la delimitación de tierras y cuerpos insurrectos que practicaban, en conjunto, espiritualidades e ideologías condenables. La caza de idólatras, de físicos desnudos, proporcionó desde la deshumanización un individuo anómalo, desmembrado, susceptible de ser bautizado, esclavizado, asesinado. Las (a)morales brujas cuestionadas en Europa, se vieron también modificadas en el intercambio civilizatorio, adosándose demonios, ungüentos y antropofagias que no les eran propias. En África, al igual que en los anteriores, la caza de brujas se establece en una ecuación dominados/ dominadores, en la que los grupos de poder cobran especial trascendencia: elite política/clases desafortunadas, urbano/rural. La imagen social del brujo se centra históricamente en la ambición, la codicia, el egoísmo anticomunitario. En este contexto, cobran particular importancia las contradicciones impuestas por la monetarización y el capitalismo, principales generadores de frustraciones y violencia social ocultas e incontrolables, que remueven las ambivalencias ligadas al poder, y los potenciales beneficiosos o perniciosos de la brujería. 3- En el vampiro, la liminalidad del cuerpo monstruoso se hace evidente. Lo “otro”, trasciende para instaurarse en un sistema de ideas e imaginarios que estructuran los modos posibles del mundo. En el vampiro, se ponen en interacción los poderes de lo vivo y lo muerto, lo de significados ocultos, ininteligibles al saber humano. Este personaje, ligado al terror y la criminalidad, despierta por su ambigüedad intrínseca, tensiones en el entendimiento y la sensibilidad, es indeseable y al mismo tiempo anhelado. Resulta por ello imposible de capturar, rupturante de los esquemas perceptivo hegemónicos del mundo, abre el plano a la discusión, convergen no sólo la vida y la muerte, también la ciencia, la religión, la magia, los saberes del cuerpo y del alma. El vampiro tiene la capacidad de trasvasar aquellos límites de lo prohibido y lo imposible, de lo desconocido; su naturaleza que al mismo tiempo modifica los límites de lo social a su conveniencia, se ve afectada humanamente por ello…una existencia anómala, indefinible. 4-