Maestros, detrás de un tercio de los casos de bullying en Jalisco o En 2012 se registraron 56 casos, mientras que en lo que va de 2013 ya van 38 La SEJ señala que las denuncias de abusos de docentes a alumnos han aumentado GUADALAJARA, JALISCO (08/JUL/2013).- Uno de cada tres casos de violencia o acoso contra alumnos que ocurren dentro de las aulas de Jalisco es cometido por un profesor, de acuerdo con la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ). De hecho, las denuncias por bullying docente —maltrato de profesores a alumnos— registradas en los primeros cinco meses de 2013 ya son 47% más que las documentadas durante todo el año 2012: 56 contra 38 casos. Estos números reflejan uno de cada tres reportes que llegan hasta las oficinas directas de la SEJ, pero hay casos que se quedan en las escuelas, advierte el director de Seguimiento y Evaluación de la Gestión de la dependencia, Ismael Vargas Ibarra: “Muchísimas de las situaciones se resuelven con el director (...) En otras, las quejas no son ciertas y el enfoque del padre no es lo que consideraba; por ello se da un proceso que no amerita sanción”. Vargas Ibarra atribuye el incremento de los reportes a que “el ciudadano se acerca con más confianza a las autoridades”. Los reportes se reciben en la Dirección General de Contraloría y, si no hay conciliación entre el agresor y agredido, se continúa la investigación en el Departamento Jurídico. Las estadísticas indican que de las denuncias que proceden jurídicamente hay registro de 17 casos en 2012, contra tres en este año. Las sanciones al profesor pueden ir desde una amonestación escrita o verbal, hasta una multa, la separación temporal sin goce de sueldo o el despido definitivo. “Tenemos bastantes reglas muy claras: no puedes levantarle la voz al alumno y no puedes hacer un comentario que vaya en detrimento de su autoestima (…) Tampoco se puede dar una palmada al niño, ni para felicitarlo. Se puede prestar a una mala interpretación, por eso los maestros deben ser precavidos”. Entre las quejas que registró la SEJ en 2012 y 2013 destaca el maltrato físico, con 55% de ventaja en ambos años, respecto a 45% de agresión psicológica. Dan cursos a maestros para tratar a los niños, pero son voluntarios La teoría normalista invita al profesor a pulir sus planes de estudio y concede estrategias para que sus clases sean atractivas y afines al desarrollo educativo de los alumnos, pero deja de lado premisas claras sobre el comportamiento adecuado frente a un grupo de niños repletos de energía; hay cursos para que quienes ejercen la docencia se preparen en su trato con los infantes, pero no son obligatorios. La Dirección de Psicopedagogía y la de Formación Continua de la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ) se encargan de impartir cursos a los docentes periódicamente sobre el trato a los alumnos y, además, es parte de los programas de enseñanza en las Normales, asegura el director de Seguimiento y Evaluación de la Gestión, Ismael Vargas Ibarra. “La SEJ tiene un catálogo de cursos en los que el maestro se puede inscribir. Los sábados y domingos tenemos estos programas”; sin embargo, la asistencia no es obligatoria. Hay ambigüedad en el manual de disciplina que se les concede a los profesores, narra René Valdivia, un profesor de la Escuela Urbana 1202, ubicada en el fraccionamiento Santa Fe, de Tlajomulco. Esto porque únicamente “dice que invites al niño a que se porte bien”, y la obviedad que a esto le sigue: sin dañarlo física, psicológica o emocionalmente. “Es evidente que no lo tienes que hacer, pero no te dan tablas específicas”. ”A un niño no le podemos decir: ‘Estás suspendido’, o dejarlo sin recreo; yo, por ejemplo, en el caso de grados superiores (quinto o sexto de primaria), uso el diálogo, pero con los niños chiquitos no puedes hacer nada, simplemente invitarlos a que se porten bien”, explica René Valdivia. Castigar a un infante, por ejemplo, tras pelear a golpes con un igual, significa un debate ideológico complicado, pues el término “castigo” en sí lo es. Reprender a los infantes no es bueno ni malo, sino lo contrario; nadie, asegura el joven profesor, ha llegado a las escuelas para hacer ver cómo se “bientrata” a los alumnos, y para que el estigma del maltrato por profesores quede atrás. “Anteriormente llegaban los niños con malas calificaciones a su casa y el papá les reclamaba; ahora el reclamo va para el maestro. Ése es el problema”. La solución, añade, es sencilla. Se necesita conformar una comisión en la que la Secretaría de Educación (estatal o federal) involucre a la Comisión (también estatal o federal) de Derechos Humanos, a psicólogos infantiles, trabajadores sociales, especialistas e incluso a los propios padres de familia, para que se dé seguimiento puntual del trato que reciben los niños y los profesores se capaciten a la par. CONTACTO Dónde hacer una denuncia Las quejas pueden reportarse por teléfono al 01 800-3- MCUIDA (01-800-3-628432). Posteriormente hay que ratificar la denuncia en persona. PARA OBSERVAR Los síntomas médicos Principales daños físicos Alteraciones en órganos fonéticos (oído) Daños de tipo vascular Daños a largo plazo en la vista Enfermedades Colitis Gastritis Frecuentes gripes Migrañas Parálisis faciales (en casos excepcionales y extremos) Principales daños sicológicos Neurosis Fatiga Trastornos de personalidad en contextos personales, familiares y escolares. Fuente: El Mal-Estar Docente, José Antonio Lara Peinado, publicación independiente. LA VOZ DEL EXPERTO Derechos del niño, una de las claves Dante Haro (investigador de la UdeG) Para reducir los casos de bullying docente es necesario cambiar el sistema educacional por uno con perspectiva de derechos de la infancia al que Jalisco apenas empieza a abrirse, sobre todo en colegios privados, explica el académico Dante Haro Reyes. El experto en sociología jurídica subraya que el paradigma de la convivencia disciplinar, que implica castigos físicos, regaños y amenazas, debe sustituirse por un sistema con los parámetros de la convivencia escolar, el cual se desarrolla con motivaciones e incentivos para los niños. Este sistema implica también comunicación directa entre autoridades, docentes y alumnos; que exista correlación entre lo que sucede en casa y en la escuela, y que no se limite el proceso escolar a lo que sucede adentro de un aula. "SOMOS DE TODO", DICEN DOCENTES Sugieren contratar sicólogos para dar apoyo Los maestros de primaria lidian con el alumnado, en el ánimo en que éste se encuentre. Incluso cuando algún estudiante pasa por momentos complicados en su vida familiar o personal. Y el docente “claro que lo nota”. Con base en el comportamiento de cada niño en el aula es como se desarrolla la clase. La profesora Maribel Hernández, de la escuela Urbana 1202 en Tlajomulco de Zúñiga, por ejemplo, sabe cómo actuar cuando detecta algo irregular, pero se trata de un conocimiento adquirido en virtud de la experiencia al frente de más de 40 infantes. “Es parte del instinto. Me doy cuenta de que tienen dolor de cabeza o problemas de familia. El niño va a estar pensando en otras cosas, y no va a atender la clase. También es necesario que el gobierno analice esas situaciones; necesitamos personas preparadas en psicología, en donde puedas canalizarlo y así ayudar al alumno”. El problema, sostiene, es que el maestro “es todo: eres el sicólogo, el docente, el que, si no funciona la clase, está mal”. En ocasiones la cantidad de niños influye tanto que resulta imposible impartir la clase. LECTURA DESDE EL PSICOANÁLISIS Fatiga magisterial, la neurosis de los profes Los problemas a que son susceptibles los profesores mexicanos se inician desde que deciden ejercer esta profesión. De acuerdo con el psicoanalista José Antonio Lara Peinado, el gremio de maestros en el país no sabe qué hacer y cómo prevenirse ante esa problemática. En su libro “El Mal-Estar Docente”, el académico expone los síntomas que cada profesor puede detectar para autoevaluarse y conocer si es proclive a padecer un brote neurótico. Entre las señales para desarrollar lo que califica como “fatiga magisterial”, da cuenta de la predisposición al dolor físico, muchas veces ocasionado por obra de alguna enfermedad mal tratada, que no inhibe la asistencia al aula de clase. “Aun con él (el dolor), acuden (...) a veces como un hecho que inclusive los llena de orgullo. Lejos de ser heroico y comprometedor, habla de una cotidianeidad del dolor, del sufrimiento: ‘Ya ni siento nada; ya me acostumbré’”. Otro indicio es la irritabilidad ante el ruido, sobre todo en casa y no en hora clase, lo que genera desesperación y enojo. El texto habla, además, de una marcada disminución en la actividad social y sexual, así como olvidos amnésicos temporales, o bien, actividades cotidianas que comienzan a olvidarse (dónde dejaron las llaves, por ejemplo). El prólogo de esta pieza deja en claro que el censo se realizó con base en unos tres mil testimonios de docentes, por lo que subraya: “Es mucho más frecuente de lo que percibimos, pero también hay que reconocer que el magisterio no es un gremio de psicópatas”.