LA PREDICACION EN MEDIO DE LA PANDEMIA Pastor Oscar Fernández H. Ms.C. Si hay algo que es de suma importancia en el día de hoy es la labor de la predicación en las congregaciones y en todo aquel lugar donde se comparta la Palabra de Dios, además hay que agregarle la problemática actual, vivir en una época de pandemia, donde la predicación no es exclusiva del púlpito en las iglesias si no que, en la actualidad, el mundo virtual se convierte en el podio desde dónde se puede compartir la prédica. Esto nos muestra dos involucrados en la predicación, lo cual sucede en todo momento, quien predica, o sea el predicador y quien escucha la prédica, la audiencia. Hay todas las líneas de predicación que se puedan imaginar, desde la predicación “del éxito”, “la manipuladora”, la inventada 15 minutos antes de presentarla, la que tiene como intención decir algo para que ciertas personas de la congregación se sientan aludidas, la que quiere que te sientas culpable, también está la que, aplicando las correctas herramientas de hermenéuticas, expresan el sentido original que el autor bíblico tenía en mente cuando diría el texto a su audiencia, realizando un buen proceso exegético llegar a presentar una buena homilía a la audiencia actual. No hay duda que la Biblia es el libro sacro para el pensamiento cristiano alrededor del mundo y a lo largo de la historia, aunque muchos han tratado de quitar la legitimidad de este texto, para lo cual sugiero investigar respecto al tema del cómo se compuso el texto sagrado que tenemos hoy en día. Regresando al tema de la predicación, una persona que se dedica a esta tarea, ha de recordar que hay una responsabilidad implícita en lo que se predica, recordando lo que el mismo libro sagrado nos recuerda: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.” Deut 4:2 (RV60) incluso tenemos una referencia aún más estricta: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. Apoc 22:18-19 (RV60), Aunque hay mucho de qué hablar con respecto a la tarea de la predicación, veamos algunas preguntas que me han presentado al respecto. 1. ¿Por qué es tan importante la contextualización del mensaje del evangelio? Para responder a esta pregunta, debemos preguntarnos antes, ¿qué es contextualización o contexto?, bueno, el diccionario de la Real Academia Española (RAE) nos lo define como “situar algo en su determinado contexto” lo que nos puede generar otra pregunta ¿todo lo que dice en la Biblia se aplica hoy para nosotros en el siglo XXI? Hay algunos que dicen que se ha de aplicar todo al pie de la letra y otros que hay que interpretar correctamente para realizar una correcta aplicación. Pensemos en un ejemplo; comer carne de cerdo es prohibido para los cristianos basados en el texto que dice: “Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos… También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo” Lev 11:4-7, instrucción que se repite en Deut. 14, lo cual, si tomamos el texto sin ningún análisis o estudio, y si se toma literalmente, lo lamento por aquellos que les gusta comer chicharrones 1 porque si lo hacen, estarían pecando. Ahora bien, si tomamos un acercamiento muy rápido, y analizamos el contexto, nos daremos cuenta que estás son leyes o normativas alimentarias que se dan cuando el pueblo de Israel está comenzando su periplo por el desierto y que luego son recordadas en la parte de la conquista de la tierra prometida, ahora bien, imaginen, millón y medio de personas en el desierto, altas temperaturas, sin servicios sanitarios como los hay hoy en día, piensen ahora en que, un 10% de esa población se come una porción de cerdo que ya está mala, ciento cincuenta mil personas enfermas de problemas digestivos, otra vez, en el desierto, ¿se dan cuenta de la implicación? Ahora, traigamos ese texto a nuestros días, cuando los sistemas de refrigeración hacen que usted pueda tener almacenada carne por muchos días, donde los sistemas de salubridad son muy buenos, algunos nutricionistas sugieren comer la carne blanca del cerdo en sus dietas ¿cómo podría aplicar ese texto en nuestros días? ¿hay que tomarlo literalmente o hay que considerar el contexto en el cual se escribió? Es una tarea del predicador entender el contexto original en el cual el autor bíblico estaba inmerso cuando escribió el texto. Si algún predicador va a hablar de la carta a los Efesios, deberá darse la tarea investigativa de saber respecto a la economía de Éfeso, también tendrá que entender como era el ambiente político, social y religioso de esa zona, para darse cuenta el por qué Pablo escribe esa carta de la manera en que lo hace, y sería una irresponsabilidad exegética, si habiendo estudiado todo esto respecto a Éfeso, aplicara los mismos conceptos a la iglesia de Tesalónica o se diga lo mismo con respecto a la carta de los Romanos, el respeto al contexto original del texto nos va a dar la intención original del autor. Entender toda la idea, no surge del invento del predicador, surge del trabajo esforzado que realiza el mismo en buscar e investigar, invertir tiempo de calidad en la elaboración de su sermón. 2. ¿Cuál es la diferencia entre contextualizar y modernizar el mensaje? La RAE nos define contextualizar como “Situar algo en un determinado contexto”; mientras que modernizar es: “Hacer que alguien o algo pase a ser moderno” y en lo que se refiere a la predicación, son dos cosas completamente diferentes por definición y por trabajo homilético. El Dr. Ramesh Richard en su libro La Predicación Expositiva indica: “La predicación expositiva es la contemporización (cursiva es mía) 1 Carne de cerdo frita de la proposición central de un texto bíblico”, aquí el define como contemporizar como la tarea principal del predicador, en otras palabras, “tomar lo que fue escrito hace siglos y lo hace contemporáneo a las audiencias del día presente”. Aunque, teniendo el cuidado correspondiente, las palabras podrían utilizarse como sinónimos, si y solo si, tenemos el cuidado respectivo. Cuanto hablamos de “contexto” hay que pensar que una cosa es el contexto bíblico – con todas sus implicaciones – y otro es el contexto en el cual nosotros vivimos hoy – la postmodernidad – y es aquí donde la tarea del predicador es donde se pone interesante. Déjeme explicar un poco, hay algo muy importante en la definición propuesta por Dr. Richard, esa contemporización es de la proposición central de un texto bíblico (cursiva es mía), eso lo que quiere decir es que, la intención del autor bíblico cuando escribió el texto, se debe mantener para las audiencias actuales. Por ejemplo; si leemos Deut. 6.1-9, el autor bíblico tiene una idea en mente y es la que desea transmitir a su audiencia, el pueblo de Israel que ya había pasado por el desierto y está por entrar a la tierra prometida, aquí es importante resaltar que este pueblo o audiencia es mu diferente a la que había salido de Egipto, recuerden, ya han pasado 40 años y prácticamente toda esa generación había muerto en el desierto (importancia del contexto histórico). Regresemos al texto, y sin querer profundizar en la tarea hermenéutica, este texto tiene que ver con “mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase,” Aquí se presentan 3 diferentes elementos que Dios le ordenó a Moisés que enseñase al pueblo de Israel. Este pasaje no tiene nada que ver con “el poder del pastor sobre la iglesia o congregación” pero, he escuchado decir a algún predicador que esto es la tarea del pastor, y por lo tanto, lo que dice el pastor es incuestionable, se debe respetar porque son enseñanzas que deben ser aceptadas a ojos cerrados por la congregación. Esta idea ¡NUNCA! Está en la intención original del autor bíblico. La pregunta que se nos puede venir a la mente seria – y es parte del trabajo del predicador - ¿qué significan o qué era los mandamientos, estatutos y decretos en la época del Antiguo Testamento?, ¿hay alguna diferencia importante como para que el autor haga una mención que pareciera mostrar esa diferencia entre ellos? ¿qué significaría eso para nuestros días hoy? ¿Vieron? Esta ultima pregunta tiene que ver con la idea de contemporizar o darles sentido a esas palabras para nosotros hoy. Pero para poder dar ese sentido hoy, tenemos que saber qué significaron en la boca del autor de Deuteronomio, y de esa manera darle la aplicación a nuestros días. Modernizar, es una palabra que nos puede confundir como predicadores, porque podemos pensar que es algo malo, y no necesariamente lo es. Algunos me preguntan por ejemplo ¿cuál es la mejor versión de la Biblia que puedo usar para predicar? ¿son mejores las versiones modernas sobre las antiguas como la Reina Valera 1969 (quizás la más usada alrededor del mundo) Y la respuesta más rápida, aunque no la más sencilla es que, nosotros, los predicadores, cuando estamos preparándonos para predicar debemos comparar (leyendo) varias versiones y de esa manera tener una mejor idea del texto para saber qué es lo que quiere decir el texto. Este tema es mucho más amplio, pero en términos generales, esa comparación le puede ayudar a entender mejor un texto bíblico, lo ideal es que tengamos herramientas instrumentales que nos ayuden en el estudio del texto en las lenguas originales (griego para el Nuevo Testamento y hebreo para el Antiguo Testamento) lo cual va a hacer que su estudio del texto sea más serio y eficiente, lo cual, su congregación lo va a disfrutar. 3. ¿Qué tan peligroso es pretender hacer hablar a la Biblia en vez de simplemente decir lo que ella dice? Es quizás lo peor que el predicador puede hacer en su labor, decir que la Biblia dice algo cuando realmente no lo dice. No sé si usted ha escuchado la frase: “Como la Biblia dice ayúdate que yo te ayudaré” eso NO aparece en el texto sagrado. También sospecho que usted ha escuchado a alguien decir “Como dice Pablo en el libro de los Hebreos…” bueno, no hay certeza de que Pablo haya escrito ese libro, u otros errores tan sencillos como decir es que “Dios le cambió el nombre a Saulo y le puso Pablo” tampoco es cierto, o quizás la otra frase “cuando Pablo se encontró con Dios y cayó del caballo” tampoco lo dice la Biblia. Estos son ejemplos muy sencillos de errores simples que se pueden cometer por un desconocimiento o mala lectura del texto. Hay otros que yo no llamaría errores, sino horrores, en la interpretación bíblica, tal como la autoridad de un apóstol o profeta (que yo los tildaría de seudos) donde muchos dicen que “usted no puede dudar de lo dicho por el apóstol porque se levanta contra Dios” hoy eso se escucha mucho y es otra muestra de la falta de estudio bíblico, ya que, al respecto encontramos muchos textos que nos dicen lo contrario, hasta Dios felicita a la iglesia de Éfeso cuando les dice “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos” (Apoc 2:2 – cursivas agregadas) Tristemente hoy se predica, una mal llamada teología de la prosperidad, que no tiene un sustento firme en la Biblia, una teología del éxito, para ganar adeptos, lo que yo he llamado, hacer proselitismo religioso, basado más en pensamientos de hombres que es un estudio serio y profundo del texto bíblico. 4. ¿Qué proceso podemos seguir para compartir el mensaje del Evangelio de manera relevante y contextualizada para esta generación? Esta pregunta es tan valiosa para nosotros los predicadores, e igual, por asuntos de espacio trataré de dar una respuesta corta, aunque no sé si lo voy a lograr � Primeramente, el proceso de la preparación o capacitación constante. El llamado a predicar, debe estar capacitando siempre, porque el que ha sido a enseñar, tanto el maestro como el predicador, debe estar en, lo que Pablo recomienda “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Rom 12:2 – RV60) y ese “transformaos” tiene que ver con un cambio de naturaleza; ¿qué es “renovación”? bueno en otras palabras hacer algo nuevo y no es hacer nuevo cualquier cosa, ¡no! tiene que ver con “vuestro entendimiento” o sea con lo que usted sabe o piensa. La Traducción Lenguaje Actual lo pone de la siguiente manera: “Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar.” Una frase que uso en mis talleres o conferencias dirigidas a pastores o líderes es debemos aprender a desaprender” en otras palabras tengo que tomar la actitud de aprendizaje continuo. ¿Recuerdan que quizás en la escuela nos enseñaron el agua es un recurso inagotable? Hoy la enseñanza es otra, vemos como países están perdiendo esa riqueza y por el contrario hoy nos dicen ¡cuide el agua, que se está agotando! Segundo, invertir tiempo en el estudio del texto bíblico. Una buena y profunda preparación de un texto para predicar de cuarenta a cincuenta minutos, te ha de llevar cerca de diez a doce horas de inversión en el estudio del texto. Te invito a que puedas llevar un curso de predicación expositiva y te vas a dar cuenta de lo que estoy diciendo �. Escribí un artículo que le llamé el Predicador Chef 2 donde realizo una comparación entre la labor del chef y la del predicador, Tu puedes ofrecer dos tipos de alimento a la grey que Dios ha puesto delante de ti. Una comida rápida donde el proceso de preparación es igual de rápida y donde la calidad de los nutrientes va a ser limitada y va empacada en una “cajita feliz” � o puedes prepara un alimento tan exquisito que te vas a chupar los dedos, que ha seguido instrucciones de cocimiento, que el plato que se presenta por delante, solo a la vista, da un deseo de comerlo y cuando lo llevas a la boca te queda la sensación de un “hummmmm” se disfruta, tras de haberte terminado de comer el plato fuerte, de un momento a otro te ponen por delante un postre, igual, una escultura al paladar. Terminas de comer y la pregunta que te queda en la mente es ¿puedo repetir? Esa puede ser la diferencia entre una predicación insulsa, sin sabor y que tu audiencia se “la comió” pero no quedó nada en su paladar; pero con una buena preparación y exposición, tu audiencia escucha y saborea cada palabra que estás diciendo, disfruta escuchar el consejo divino y queda con la sensación de ¡yo quiero más! ¿Me explico? ¿Puedes notar la diferencia? Tercero, una relación espiritual de oración con el autor del texto sagrado. La oración es parte de la vida del predicador, no se puede estar desconectado de la relación con ese que, un día, inspiró toda la escritura, y que es el mismo que desea tener una relación con aquellos que somos sus servidores. El Dr. Ramesh Richard dice: “Preparar un sermón, entonces, es un arte, una ciencia, una disciplina y una relación. Un sermón efectivo es hijo de la unión de la dinámica espiritual con la mecánica del estudio. La dinámica de la preparación del sermón surge de la relación del predicador con el Señor del texto” (Richard, 2002, pág. 19) Cuarto, tener una conexión con la audiencia a la que vamos a predicar. No es lo mismo predicar a un grupo de jóvenes que predicarle a un grupo de adultos; no es lo mismo predicar a nuestra congregación que predicar en otra congregación; no es lo mismo predicarle a un grupo de profesionales que predicar a personas de poca escolaridad; tampoco es lo mismo predicarle a personas no conversas que predicarle a 2 http://pastoroscar.com/ personas que tienen muchos años de estar en la iglesia, de igual manera no es lo mismo predicarle a un grupo de líderes que predicarle a la generalidad de la congregación. El predicador debe conocer muy bien a la audiencia a la que va a predicar, ¡ojo! La intención del autor bíblico no cambia lo que cambia es el cómo el predicador va a compartir lo aprendido del texto. Al joven no le va a decir que es más difícil seguir al Señor (por su juventud) y al adulto le va a decir que es más fácil (por su experiencia) ¡NO! el costo de seguir al Señor es el mismo, solo que las audiencias lo van a comprender dependiendo del cómo es presentado el mensaje. Ser predicador o maestro de La Palabra es un honor, pero como siempre digo, es una gran responsabilidad y como le dijeron al personaje del hombre araña � “un gran poder, representa una gran responsabilidad” � y cada uno de nosotros cuando comparte el consejo divino, no está diciendo sus propias palabras, no está compartiendo lo que cree o sospecha que está diciendo el texto, ¡no! lo que está diciendo es lo que Dios dice a su iglesia a través de lo que está escrito en su texto sagrado. Cuando digas “así dice el Señor” más vale que digas lo que el Señor dice, no lo que tu creas o sospeches que dice, sino que, de tu estudio del texto puedas decir con la seguridad que ese estudio te lo permite, lo que Dios ya dijo a su iglesia. Esta es la responsabilidad del predicador. Tomemos la posición del que escucha la predicación en la celebración cultica o del que está “consumiendo” múltiples predicaciones en el mundo virtual. Este debe tomar una actitud activa, no solo conformarse con el que escucha pasivamente y acepta a ojos cerrados lo dicho por el predicador, sea este un desconocido o un famoso predicador, sino que debe ser una persona que escucha y analiza, uno que, con un espíritu de sana criticidad, pesa lo dicho por el predicador. Como pastor, yo le digo a mi gente que analice lo que yo digo, que no acepte a ojos cerrados lo que predico, que deben analizar, que deben pesar lo dicho a la luz de la Palabra de Dios, si hay algo que no le suena, si hay algo que le genere duda, vaya a su casa, estudie, analice y venga a mi y desarrollemos un proceso de análisis y diálogo que nos ayude a evacuar la duda, ¡claro! Con un buen argumento y análisis, y si por un error exegético de mi parte estoy dando una mala aplicación del texto, pues ha de modificarse. Con todo esto, la actitud de quien escucha la predica ha de ser igual a los de la iglesia de Berea ¿recuerdan?; “pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.” (Hch 17:11 – RV60) no solo recibieron la Palabra, sino que escudriñaron. La TLA nos lo escribe de una manera más sencilla: “Escucharon muy contentos las buenas noticias acerca de Jesús, y todos los días leían la Biblia para ver si todo lo que les enseñaban era cierto. (cursivas agregadas) hay que analizar lo que se escucha. Tristemente, en las redes sociales, uno puede escuchar y/o leer, verdaderas atrofias bíblicas, cuando personas, quizás con buenas intenciones, pero con mala práctica investigativa del texto, dice cosas que el texto realmente no dice. En una muy triste ocasión, participando de un programa de televisión, un predicador realizó su exposición de un texto con un pésimo acercamiento exegético del texto; y uso el texto para realizar una “manipulación” para dar ofrendas al canal en cuestión. Al terminar su exposición, yo me le acerqué y con mucho respeto le dije “hermano, lo que usted dijo de ese texto, no tiene nada, pero nada que ver con dinero y mucho menos con la acción de dar dinero”; su respuesta, la cual recuerdo como si hubiese sido ayer fue: “yo sé, pero sirvió”; cada vez que recuerdo eso, me trae un profundo dolor en el corazón, porque estoy seguro que hay muchos que por desconocimiento de las correctas herramientas de interpretación, dicen cosas que el texto no dice, pero me duele más cuando hay personas que saben lo que están haciendo y lo hacen. Entonces, mis amados y amadas en el Señor, no podemos tener una actitud pasiva ante lo que se escucha o se lee, debemos ser como los de Berea, que pesamos a la luz de la Biblia lo que escuchamos o somos como los de Éfeso que encontramos a los que son falso profetas o maestros. También es justo decir, que estos personajes, no nos han de tomar de sorpresa, recordemos la recomendación, por no decir ordenanza de Pablo a Timoteo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2Tim.4.3-4 – RV60), la Nueva Versión Internacional nos lo dice de esta manera: “Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos” y leyendo el mismo texto, pero en la TLA dice: “Porque llegará el día en que la gente no querrá escuchar la buena enseñanza. Al contrario, querrá oír enseñanzas diferentes. Por eso buscará maestros que le digan lo que quiere oír. La gente no escuchará la verdadera enseñanza, sino que prestará atención a toda clase de cuentos.” ¿Se dan cuenta? No podemos apartarnos de la verdad, no podemos dejarnos llevar por los propios deseos, no podemos dejarnos llevar por novelas evangélicas, como dice el dicho (que no es bíblico �) ¡no comamos cuento! Analiza todo lo que leas o escuches, no te importe si es el predicador más famoso del que hayas escuchado hablar, no importa si es tu pastor (de hecho, eso le va a ayudar a él/ella a prepararse mejor) sabiendo que tiene gente inteligente que le está escuchando hablar y que no solo está escuchando, sino que también está analizando lo que se está diciendo. Para terminar, se puede concluir que tanto el predicador como el que escucha, tienen una responsabilidad grande delante de Dios, el que predica; predicar y decir lo que el Señor inspiró a hombres para escribir y enseñar al pueblo de Dios, y el que escucha; analizar lo que escucha y no volverse un oidor olvidadizo. Por eso la Palabra de Dios es tan apasionante, porque hay tanto que aprender de ella, que no podemos darnos el lujo de desperdiciar lo que tenemos, mientras en otras latitudes, desean tener lo que nosotros tenemos.