Subido por feliperamirez27

El Estudio de lo Socio-historico

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UNIDAD I:
EL ESTUDIO DE LO SOCIO HISTÓRICO
OBJETIVO PARTICULAR:
Introducir a los estudiantes a los conceptos y la reflexión de lo Socio Histórico en formación del
pedagogo.
TEMA 1.- ¿QUÉ SIGNIFICA PENSAR HISTÓRICAMENTE?
Lectura: ¿Qué historia debemos hacer y enseñar hoy? Un modelo para (des)armar.
Aguirre Rojas, Carlos Antonio (2004). (fragmento)
Después de haber detectado y señalado las distintas figuras de la mala historia que se hace y que se
enseña en nuestro país, y a las que intentamos abiertamente superar, y luego de establecer los más
recurrentes "pecados capitales" que amenazan al historiador, y que lo hacen estar sometido al riesgo
permanente de deformar y de empobrecer sus propios resultados historiográficos, hemos tratado de
resumir también todo el conjunto de lecciones y de contribuciones que, desde Marx y hasta la actualidad,
han ido poniendo los cimientos necesarios y los elementos indispensables para el desarrollo de una
historia diferente, de una buena historia, al mismo tiempo crítica y científica, pero también acorde a las
urgencias y a las circunstancias más contemporáneas.
Para poder hacer y enseñar esta nueva historia, que tanto reclaman y necesitan los estudiantes y los
Profesores más activos, inteligentes y críticos de nuestro país, es indispensable entonces ser capaces
de evitar caer en falsas disyuntivas, y utilizar diversas técnicas, o métodos, o paradigmas, o modos de
aproximación hacia sus diferentes temas de investigación.
Se ha debatido hasta el cansancio si la historia debe de ocuparse, sobre todo, de los elementos
generales, reiterados y universales dentro de la historia, o si por el contrario, su atención debe de
concentrarse más bien en el carácter único, irrepetible y singular de los acontecimientos históricos.
Pero a partir de la lectura de obras como El 18 Brumario de Luis Napoleón Bonaparte de Carlos Marx,
o de Mozart, Sociología de un genio de Norbert Elias, o también de Martín Lutero. Un destino de Lucien
Febvre, por no mencionar la brillante Crítica de la razón dialéctica de Jean-Paul Sartre, el buen
historiador crítico sabe muy bien que no tiene sentido separar al individuo del contexto, de esta manera
brutal y a dialéctica, y que es igualmente absurdo tratar incluso de contraponer ambos términos,
forzándonos a escoger entre ellos. Y sabe también que, por el contrario, lo que más bien es necesario,
es partir de investigar siempre al individuo en el contexto, inmerso dentro de él, explicitando de manera
concreta como dicho contexto va moldeando al individuo, y formándolo para manifestarse a través de él
y en él mismo, al mismo tiempo que reconstruimos cómo ese individuo se inserta en dicho contexto,
para su acción, y para afirmar y desplegar allí sus diversas iniciativas, transformando a su vez a dicho
contexto desde los impactos múltiples de sus acciones, y configurando de esta forma a las figuras
concretas de ese mismo espacio contextual, a través de la compleja red de los círculos concéntricos
crecientes que constituyen todo su mundo de relaciones diferentes.
Así, acercando contexto e individuo, en lugar de separarlos y oponerlos, el buen historiador recorre
completos los varios círculos de va y viene que parten, por ejemplo, del individuo hacia su familia, de su
familia hacia su barrio, de su barrio hacia su ciudad, de su ciudad hacia su entorno regional o nacional,
y eventualmente de su entorno nacional hacia el contexto mundial, pero también y en un claro
movimiento de retorno, desde por ejemplo, la caracterización epocal del siglo en que ha vivido ese
individuo hacia el lapso concreto del ciclo temporal que abarca su propia vida, y de dicho ciclo hacia los
periodos sucesivos que ha recorrido a lo largo de su itinerario, de dichos periodos mayores hacia las
diversas coyunturas sucesivas que componen cada periodo, y de dichas coyunturas hasta los sucesos
que año con año, e incluso mes tras mes y día con día, ha ido recorriendo ese individuo en su específico
periplo biográfico.
Pero, como bien lo han explicado tanto Marc Bloch como Fernand Braudel, la historia es
simultáneamente cambio y permanencia, y por ende, una vez más, síntesis compleja e interactiva de
dichas estructuras que, efectivamente, permanecen vigentes durante largos periodos de la historia, junto
a procesos y realidades que cambian y se modifican de manera sustancial más o menos rápidamente.
Y todo ello, como marco y a la vez como resultado de todo un abanico diverso y complejo de acciones
individuales colectivas, que lo mismo inciden de manera fundamental para cambiar dichos procesos y
estructuras, que se pierden a veces en efectos menores o insignificantes, al chocar con la mayor o menor
resistencia que esas estructuras y procesos pueden tener hacia su propia transformación y cambio
históricos.
Porque la historia no es, tampoco, ni puramente objetiva ni puramente subjetiva, sino justamente una
dialéctica compleja de la relación entre objeto y sujeto, en la que los educadores sin duda forman a los
educandos, pero en donde también "los educadores tienen a su vez que ser educados", y ello muchas
veces por parte de esos mismos educandos. Porque si los individuos son el fruto de las circunstancias,
las circunstancias son también creadas por los individuos, en un movimiento repetido e interminable que
es justamente el de la propia dinámica histórica.
Una de las exigencias de esta historia crítica, es la de "multiplicar las miradas posibles" respecto de un
hecho, o proceso, o fenómeno histórico cualquiera, para así hacer más compleja su comprensión y su
ulterior explicación, entonces esa multiplicación y complejización solo serán posibles si disolvemos todas
estas falsas disyuntivas, y muchas otras similares que aquí no hemos abordado. Disolución y superación
que nos permitirá ser capaces de ir más allá de estas estériles antinomias y elecciones, en el camino de
tratar de dar cuenta, de una manera adecuada, sutil y complicada, de todo el conjunto de elementos que
componen a esas distintas realidades históricas que nosotros pretendemos explicar científicamente, en
toda su también difícil, variada y compleja diversidad.
Y es justamente en esta línea que deseamos avanzar, para poder impulsar y promover de modo mucho
más activo, el tipo de historia que hoy deseamos hacer y enseñar en nuestro país.
Aguírre Rojas, Carlos Antonio (2004) Fragmento de: "¿Qué historia debemos hacer y enseñar hoy? Un
modelo para (des) armar." En Antimanual del mal historiador. O ¿cómo hacer hoy una buena historia
crítica?, México, Contrahistorias, 7 ed. pp.111-127.
TEMA 1.2.- LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA HISTÓRICA
Lectura: Pensar históricamente: una estrategia de evaluación formativa. (Fragmento)
La historia es una ciencia que, mediante el pensar históricamente, brinda significado a
las fuentes y eventos para generar conciencia histórica. Los resultados que muestran los
estudiantes de educación básica en comprensión histórica son muy bajos. El objetivo de este
trabajo fue diseñar una estrategia de evaluación formativa para desarrollar y evaluar los
conceptos sustantivos y procedimentales del pensar históricamente; la estrategia se
implementó en cuatro equipos formados por tres estudiantes que presentaban distinto nivel de
conocimiento. Se brindó retroalimentación mediante el uso de rúbricas validadas a lo largo de
cinco períodos históricos, señalados por el programa de historia para segundo grado de
secundaria. Los resultados muestran una progresión de ideas para cada concepto
procedimental a lo largo de la estrategia, por lo que se concluye que fue útil para el objetivo que
fue creada.
I. introducción
La Historia surge con la historiografía grecorromana, donde comenzó la indagación de
las causas de los acontecimientos históricos, brindando explicaciones míticas (Gómez-Lobo,
1995). Después la noción judeo-cristiana reveló un tiempo linear con una progresión histórica
de dirección y diseño divinos.
En el Renacimiento, los historiadores concibieron períodos teleológicos con claras
diferencias entre ellos y abandonaron explicaciones míticas y metafísicas. Así inició la historia
moderna como ciencia, basada en la indagación y la investigación se convirtió en una forma de
pensamiento que consiste en realizar preguntas concretas, a los objetos del pasado, con el fin
de que el ser humano se autoconozca (Collingwood, 2005; Donnelly y Norton, 2011).
Como la "historia" es referida a una "acción", se define como el proceso y el resultado de
darle significado a las piezas de lo ya acontecido (Lévesque, 2010); es una relación "activa" con
el pasado en constante descubrimiento y construcción que nunca finaliza (Chesnaux, 2009).
Pensar históricamente y sus conceptos procedimentales
Actualmente, para la Educación Básica en México la SEP (2011a) plantea que:
Pensar históricamente implica reconocer que (...) nuestro actual presente y futuro está
estrechamente relacionado con el pasado [...] implica un largo proceso de aprendizaje que
propicia que los alumnos (...) tomen conciencia del tiempo, (...) del espacio en que se producen
los hechos y procesos históricos (p. 16).
El pensar históricamente es una construcción cultural y política que involucra el contexto, el
espacio y el tiempo (Plá, 2011). Es la competencia de apropiación de conceptos sustantivos y
procedimentales que se desarrollan al analizar la historia para llegar a la comprensión del
tiempo presente (Lévesque, 2008; Wineburg, 2007), y así poder construir una conciencia
histórica que involucre el tiempo futuro.
El pensar históricamente debe comenzar con la indagación disciplinada que involucra el
aprendizaje en los estudiantes, al responder preguntas históricas, encontrar información,
evaluar fuentes, conciliar e interpretar diversas explicaciones (Levstik y Barton, 2011; Seixas,
1993).
Los conceptos sustantivos hacen mención a la mera información histórica, respondiendo a las
preguntas qué, cómo, cuándo y dónde; a diferencia de los procedimentales, herramientas que
ayudan a entender la historia mediante su razonamiento (Lee, 1983; Lee, 2011; Lévesque,
2008; Seixas y Morton, 2013; Van Sledright, 2009).
En este trabajo se involucran los conceptos procedimentales que señala la SEP (2011b)
"causalidad, progreso, decadencia, (...) fuentes primarias y secundarias (p. 71); y los que
configuran la conciencia histórica: significancia histórica (importancia en el pasado), efectos en
el presente e imaginación a futuro (Pagés, 2003; Saab, 2013).
Abordando la causalidad, Carr (1961) menciona que "el estudio de la historia es el estudio de
las causas". Los historiadores tratan de descubrir el porqué de la ocurrencia de los eventos
(Montanero y Lucero, 2011). El sentido común brinda explicaciones de causalidad centrada en
personajes históricos, ignorando el contexto histórico (Carretero y Voss, 1998; Halldén, 1998),
el cual involucra condiciones socioeconómicas, socioculturales y sociopolíticas.
Se requiere un desarrollo de la progresión de ideas hacia la explicación multicausal que
involucre tanto personajes como contextos (Shemilt, 1984; Topolski, 2004; Voss y Wiley, 1997),
puesto que los estudiantes tienden a presentar concepciones equivocadas con este último
término (Wineburg 1996, 2001). También se debe desarrollar una progresión de ideas al lograr
que los estudiantes tomen diferentes perspectivas, al concebir tanto beneficios como daños de
las consecuencias que fueron producidas por los eventos históricos. Al hacerlo se construye
una historia reflexiva y crítica (McCarthy, 1998; Rivas, 2008); se restaura el sentido de la historia
y se aborda una historia secular que contempla progreso y retroceso (Le Goff, 2005; Rodríguez,
2006).
En el análisis de la historia, se han privilegiado las fuentes primarias (Lévesque, 2008), y en el
aula son los principales recursos para el entendimiento de la historia (Pagès y Santisteban,
2010; Prieto, Gómez y Miralles, 2013), por ello se debe desarrollar una progresión de ideas al
discernir entre las fuentes que fueron producidas al paso mismo de los acontecimientos
(primarias), y entre los comentarios o reflexiones de las fuentes primarias (secundarias) (Prats,
2001).
Es importante que los alumnos se cuestionen sobre lo que fue importante en el pasado, puesto
que los libros de texto plasman su contenido como verdad absoluta (Beck y McKeown, 1994;
Carretero, Jacott y López-Manjón, 2002). La significancia histórica ayuda a discriminar los
eventos históricos más trascendentes (Lévesque, 2008; Lomas, 1990); uno de sus criterios es
el de cantidad, el cual señala que un evento es más trascendente mientras mayor número de
personas involucre (Partington, 1980).
Al trabajar los efectos en el presente, Carretero y Montanero (2008) mencionan que se extrapola
la memoria colectiva y se convierte en articulación de representaciones mentales para
comprender el presente que se vive. Por ello, y debido a que existe poca investigación al
respecto, es relevante considerar este concepto (Muñoz y Pagès, 2012).
Méndez y Tirado (2013) pidieron a estudiantes de secundaria que refirieran primero efectos en
el presente y después consecuencias sobre cierto evento histórico. Demostraron que el orden
en que son presentados los conceptos procedimentales es importante, puesto que los efectos
en el presente fueron los mismos que las consecuencias. Por ello se hace necesario preguntar
dichos conceptos a la inversa, enfatizando que las consecuencias atienden a hechos que
siguieron a cierto evento histórico en el tiempo mediato o inmediato; y que los efectos en el
presente refieren a hechos que suceden a cierto evento histórico hasta el momento presente.
La incapacidad de predecir el futuro es un problema en la historia, porque pareciera perder su
cientificidad (Le Goff, 2005). Sin embargo, Staley (2002) señala que el trabajo con el futuro no
es para determinarlo, sino para representarlo e imaginarlo (envision). Se debe realizar un
esfuerzo para vislumbrar un porvenir basado en evidencias y, con base en ellas, producir
inferencias y realizar representaciones entre pasado y futuro (Staley, 2007).
Tirado Segura, Felipe y Méndez Lozano, Sergio Manuel. (2016) Fragmento de ”Pensar
históricamente: una estrategia de evaluación formativa” en Revista electrónica de
investigación educativa, versión On-line ISSN 1607-4041. Universidad Nacional Autónoma de
México
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