La escalada de las tensiones por la movilización de tropas rusas a la frontera con Ucrania prende las alarmas de EE. UU., Reino Unido, la Unión Europea y la OTAN y despierta temores sobre un retorno a la Guerra Fría. Mientras Occidente busca un frente común en el que se debate entre una respuesta militar y sanciones, Rusia impulsa su fortalecimiento como potencia. El conflicto arrastra implicaciones históricas, geopolíticas y económicas que soplan aires de guerra más allá de sus fronteras. Ucrania, el centro de la creciente tensión entre Rusia y Occidente. El enfrentamiento potencialmente más peligroso con Moscú desde la Guerra Fría amenaza con consecuencias a nivel global. Desde la última escalada de 2014, Kiev y Moscú han estado técnicamente enfrentados, luego de que Vladimir Putin anexionara a su país la provincia de Crimea, en ese momento ucraniana. Si bien la presencia militar rusa en la zona limítrofe ha sido frecuente desde entonces, el aumento en los últimos meses de las tropas del Kremlin a lo largo de la frontera ha sido exponencial. El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg ha indicado que se trata de “la mayor acumulación de tropas rusas” desde hace siete años. Las alarmas se volvieron a prender el pasado diciembre cuando los uniformados de Moscú iniciaron ejercicios militares a gran escala en más de 30 campos de concentración en seis regiones diferentes, según denunció Kiev El Ministerio de Defensa ucraniano calculó que más de 114.000 soldados rusos fueron desplegados en las zonas limítrofes en el noreste, este y sur de Ucrania, incluidos alrededor de 92.000 soldados de infantería y fuerzas aéreas y marítimas. El despliegue ha sido tal que distintos gobiernos de Occidente han alertado sobre una probable y próxima invasión de Rusia a Ucrania. Aunque el Gobierno de Putin niega esas intenciones, lanza advertencias frontales a la OTAN, Washington y Bruselas. ¿El último paso al frente? Las maniobras navales en el Océano Índico que anunció el jueves 20 de enero con Irán y China, fuertes adversarios de EE. UU., “para fortalecer la seguridad en la región”. En el fondo Rusia ha dejado claro a Occidente que desista de la expansión hacia sus fronteras y se aleje de su antiguo aliado en la desaparecida Unión Soviética con el que comparte orígenes étnicos y culturales, pero sobre todo es un punto estratégico en el Mar Negro que no está dispuesto a perder. Estas son las implicaciones de la más reciente tentativa de guerra: Ucrania, un hermano que Rusia busca recuperar En el trasfondo del conflicto, algunos expertos políticos destacan sus antecedentes como naciones, pues Kiev es considerado el lugar donde nació la república rusa. De hecho, el mandatario Vladimir Putin ha ahondado públicamente en su discurso de que rusos y ucranianos representan “un sólo pueblo”. Y es que durante varias décadas lo fueron. El origen de Rusia y Ucrania se sitúa hace más de 1.200 años en la llamada ‘Rus de Kiev’, enorme federación de tribus eslavas que dominó el noreste de Europa durante la Edad Media y tenía su epicentro en la capital ucraniana Los eslavos orientales tuvieron una cultura común en la que prevaleció el cristianismo ortodoxo y el idioma ruso. Sus bases se fortalecieron con el nacimiento de la Unión Soviética en 1922, pero más tarde llegó la ruptura con la caída de esta en 1991. Un hecho que Putin incluso ha llegado a describir como “la más grande catástrofe geopolítica del siglo XX”. Mientras, algunos veían en la separación una victoria de la democracia, para Moscú millones de personas de habla rusa quedaron “atrapadas” bajo estados no rusos como Ucrania, Lituania y Kazajistán, La demografía ha resultado ser un factor clave para el conflicto. Alrededor del 17% de la población ucraniana se identifica con la etnia rusa y para un tercio ese es su idioma nativo. La mayoría se encuentra en Crimea, la península que Rusia se anexionó en 2014. El conflicto separatista La anexión de Crimea fue vista por los prorrusos como la recuperación de un territorio que les pertenecía y el idioma compartido fue una de sus justificaciones, aunque desde 1954 se había convertido en una región ucraniana tras un amplio reclamo de esa parte. Su vinculación a Rusia mediante un referéndum considerado ilegal por Kiev generó una fuerte oposición de la mayor parte de la comunidad internacional, que pronto emitió sanciones contra Moscú, pero que no lo han hecho desistir de sus objetivos. El conflicto, también denominado guerra del Donbass, creció en el terreno como respuesta al llamado Euromaidán, una serie de protestas que desde la capital pedían revivir el político Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio que estaba próximo a acercar oficialmente a Ucrania con la Unión Europea y naufragó justamente por las presiones de Rusia. La crisis llevó a la renuncia del entonces mandatario ucraniano, Víktor Yanukóvich y el momento fue aprovechado por Moscú que desplegó sus tropas a Crimea bajo el discurso de que Ucrania era un estado fallido, gobernado por dirigentes “antirrusos”. Rusia continúa respaldando a los separatistas en la región de Donbass y el Kremlin afirma que teme que Ucrania intente recuperar las áreas rebeldes por la fuerza, lo que califica de "aventurerismo peligroso". El actual presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, rechaza las acusaciones y en repetidas ocasiones ha pedido infructuosamente conversaciones directas con Moscú para poner fin a una guerra que según las estimaciones de Kiev ha matado a al menos 14.000 personas. Ucrania, en el medio de la estrategia militar de Rusia y Occidente Ucrania resuena como el centro del tablero geopolítico entre el este y el oeste. Ante su ubicación, a las puertas del territorio ruso, es vista por Estados Unidos y la Unión Europea como un aliado estratégico y militar. Pero justamente, la furia de Moscú estalla ante los planes de Kiev de unirse tanto a la OTAN como a la Unión Europea (UE). Si bien Ucrania no es miembro de la alianza militar, sí ha mostrado su inclinación hacia la organización que le ha ofrecido completo respaldo para preservar la soberanía de la exrepública soviética, así como la promesa de una eventual adhesión. Rusia, cuya principal base naval en el Mar Negro se encuentra en la antigua provincia ucraniana de Crimea, exigió el pasado 17 de diciembre a la OTAN que se repliegue detrás de lo que eran sus fronteras antes de que las naciones de Europa central y oriental se unieran desde 1997. Sin embargo, la acumulación de tropas de Rusia cerca de Ucrania está galvanizando las defensas de la OTAN en Europa que el presidente Vladimir Putin quiere desmantelar, dando a la alianza una sensación de renovación después de los fracasos en Afganistán. "Una de las cosas que más me llama la atención sobre esto es que las acciones de Rusia han precipitado exactamente lo que el presidente Putin dice que quiere evitar (…) Ciertamente, tendremos que fortalecer aún más la postura defensiva de la OTAN", aseguró esta semana el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, antes de partir hacia Ucrania. Los expertos no descartan más tropas, barcos y aviones de la OTAN en el área del Mar Negro y en el Báltico y pasar de una estrategia de rotación de tropas a una presencia de fuerza permanente allí, incluidos más soldados y armas estadounidenses. "Creo que el traslado de capacidades adicionales de EE. UU. a Europa ahora está definitivamente en proceso, porque la situación lo exige", señaló el ministro de Defensa de Lituania, Arvydas Anusauskas. Las decisiones sobre movimientos de tropas podrían ocurrir tan pronto como se celebre una cumbre de la OTAN en Madrid en junio, indicaron diplomáticos y funcionarios, aunque es probable que cualquier retirada por parte de Moscú dé lugar a una pausa en las amenazas militares. Posibles respuestas al conflicto Frente a los altos costos de las eventuales medidas militares y económicas, desde Occidente no hay consenso en este asunto. Aunque Washington evita referirse de forma directa a un enfrentamiento armado con Moscú, sí ha prometido ayuda militar a Ucrania, al igual que Reino Unido. “Si Rusia interviene en Ucrania habrá respuesta”, apuntó el secretario de Estado Antony Blinken durante su gira por Europa esta semana. Sin embargo, Francia y Alemania rechazan el suministro de armas a Kiev. Otros gobiernos, como España, también apelan al diálogo, especialmente cuando el continente se ha visto golpeado por los altos costos del combustible. “Apostamos por la paz y evitar una escalada del conflicto”, afirmó la ministra de Igualdad, Irene Montero. Entretanto, Suecia desplegó en los últimos días a cientos de militares a su estratégica isla de Gotland, que se encuentra en el mar Báltico. Dinamarca también reforzó su presencia en la región. Los más optimistas del bloque de 27 países apuestan por fijar una nueva serie de posibles sanciones contra Moscú antes del 24 de enero, cuando está prevista la próxima reunión de ministros de Relaciones Exteriores. ANUNCIOS