Subido por anpi98

Disociación

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¿Qué es la disociación?
La disociación es un mecanismo adaptativo que “desconecta” nuestra mente de la
realidad cuando nos encontramos ante una situación límite que sobrepasa nuestros
recursos psicológicos de afrontamiento. Es una “distancia de seguridad” que reduce
el impacto emocional, la tensión, el miedo y el dolor del momento.
Este mecanismo se activa de forma instintiva cuando nuestro inconsciente
comprende que no hay salida, algo común en los casos de abuso infantil y
violaciones, donde la víctima no puede escapar. Entonces se activa un mecanismo
de defensa pasivo que produce una especie de parálisis física y un estado de
anestesia emocional. De hecho, muchos animales aplican este mecanismo de
manera innata para evitar que los depredadores sigan atacando. Cuando no
podemos huir de una situación terrible, nuestra mente no quiere estar en el cuerpo y
termina evadiendose de la realidad.
En la disociación, el cerebro emocional responde ante la situación traumática
desconectando el córtex anterior, de manera que no podemos regular nuestro
comportamiento conscientemente. La amígdala, el principal centro emocional del
cerebro, activa la producción de cortisol, una hormona que termina inhibiendo el
funcionamiento del hipocampo, la estructura que nos permite dar significado a
nuestras experiencias y ubicarlas en nuestra historia vital. También se activa la
producción de opioides, unos neurotransmisores que actúan como un anestésico
natural y nos permiten soportar mejor el dolor físico y/o emocional.
Esa es la razón por la cual, cuando sufrimos un estado de disociación ante una
experiencia traumática, no mostramos expresiones faciales de dolor y nos resulta
muy difícil recordar lo sucedido e hilvanar la historia de principio a fin.
Los síntomas disociativos después de un trauma
Los síntomas disociativos que pueden darse después de una situación de un gran
impacto emocional son:
● Lagunas de memoria. Cuando sufrimos un trauma, es habitual que
“ocultemos” en el inconsciente algunos o todos los recuerdos del episodio. Se
trata de una especie de mecanismo de defensa que nos permite “archivar” el
trauma hasta que estemos preparados para enfrentarlo. En ocasiones,
podemos “rellenar” esas lagunas de la memoria con experiencias que en
realidad no ocurrieron para intentar darle un sentido coherente a la historia, lo
cual explica por qué recordamos situaciones que nunca sucedieron. Por lo
general, estas lagunas aparecen de forma abrupta y pueden durar algunas
horas, días o incluso años, dependiendo del impacto emocional del trauma y
de los recursos psicológicos que desarrollemos para afrontarlo.
● Anestesia emocional. En algunos casos, sobre todo cuando el impacto
emocional del trauma ha sido muy fuerte, se produce una especie de
anestesia emocional que sirve para protegernos de nuestros recuerdos. Se
trata de un estado de desapego y desconexión, que puede ser parcial o total,
lo mismo ante eventos negativos que positivos. A veces, esa anestesia
emocional es tan intensa que podemos llegar a sentirnos ajenos a nosotros
mismos, de manera que vivimos lo que nos sucede en tercera persona, como
si se tratara de una película.
● Pesadillas. Cuando experimentamos una disociación, solemos apartar la
situación traumática de nuestra mente consciente, pero es usual que
revivamos pequeños flashes del episodio traumático en forma de pesadillas.
Muchas veces, esos flashes no son imágenes directas de lo ocurrido, sino
que son representaciones ficticias que hacen alusión al trauma.
● Síntomas psicosomáticos. En la mayoría de los casos, los estados
disociativos terminan generando problemas psicológicos que afectan la salud
física. Lo más común es que se manifiesten a través de molestias
gastrointestinales o dolores musculares, pero también pueden desencadenar
trastornos dermatológicos, alteraciones metabólicas o dar lugar a
enfermedades psicosomáticas más complejas
Las consecuencias de la disociación
La disociación nos permite sobrevivir a experiencias traumáticas que, de otra forma,
probablemente no hubiéramos podido afrontar o que habrían representado un costo
emocional demasiado alto. Sin embargo, si este mecanismo no se supera, si no
logramos integrarlo en nuestras experiencias de vida, se mantiene activo y puede dar
pie a trastornos disociativos más complejos, como por ejemplo:
● Amnesia disociativa. Es un trastorno caracterizado por la incapacidad para
recordar eventos importantes de nuestra vida, generalmente de carácter
estresante o traumático. Esa ausencia de recuerdos termina creando un
estado de confusión e inseguridad que no solo afectará nuestra estabilidad
emocional, sino que también nos impedirá mantener relaciones sociales
asertivas y duraderas.
● Trastorno de identidad disociativo. Conocido antiguamente como
personalidad múltiple, se distingue por la presencia de dos o más estados de
la personalidad bien definidos que se presentan indistintamente. Cuando
adoptamos la otra personalidad, nuestras preferencias, actitudes y
perspectivas cambian y comenzaremos a sufrir lagunas de memoria con los
episodios recientes. Como resultado, descubriremos evidencias de cosas que
no recordamos haber hecho.
● Trastorno de despersonalización/desrealización. Se trata de una alteración
compleja caracterizada por la sensación de extrañeza y falta de familiaridad
con nuestro cuerpo o acciones. Podemos sentir que estamos dentro de un
cuerpo que no es el nuestro o experimentar un distanciamiento del entorno,
de manera que nos percibimos con una sensación de irrealidad.
Los daños que implica culpabilizar a las víctimas por no
defenderse
En el imaginario popular se considera que una persona ha sido víctima de un trauma
si muestra signos de lucha, sufrimiento y una profunda afectación emocional. Sin
embargo, esa imagen se corresponde únicamente con una de las posibles
reacciones ante el trauma, obviando la existencia del mecanismo de disociación.
Debemos tener en cuenta que un trauma no es el hecho en sí, sino la conjugación de
las circunstancias que vivimos, el significado que les conferimos y nuestros
recursos psicológicos de afrontamiento. Eso significa que todos no reaccionamos
de la misma manera y que, ante una agresión o situación de riesgo, cada persona
activará el mecanismo de afrontamiento que considera más seguro y efectivo para
sobrevivir: intentará huir si es posible; luchará si cree que tiene oportunidad de ganar
o asumirá una actitud pasiva para intentar reducir el impacto del trauma.
La elección de uno u otro mecanismo de afrontamiento dependerá de las
circunstancias y de nuestra capacidad para adaptarnos a ellas, lo que significa que
una elección no es mejor ni más válida que otra. De hecho, la decisión más
inteligente, entendiendo la inteligencia como nuestra capacidad para adaptarnos a
las circunstancias, es aquella que nos permita sobrevivir.
Por desgracia, aunque asumir una postura pasiva puede, literalmente, salvarnos la
vida en una situación de abuso sexual, muchas víctimas experimentan una profunda
sensación de vergüenza y culpa, lo cual representa una carga añadida al dolor
emocional que ha generado el trauma. Si a esto se le suma la crítica y el
enjuiciamiento social por la manera de afrontar el evento, el precio emocional que
tiene que pagar la víctima es demasiado elevado. Por eso, culpabilizar a las víctimas
de agresiones sexuales por no defenderse es un error terrible.
Tratamiento psicológico de la disociación y los síntomas
disociativos
El abordaje del trauma y de los síntomas disociativos se debe hacer en tres etapas:
primero estabilizar y fortalecer emocionalmente a la víctima, luego lograr el
reprocesamiento emocional de los recuerdos traumáticos y por último, habría que
pasar la fase de reconexión y reintegración de la personalidad.
La técnica imprescindible para ayudar a nuestro cerebro a re-procesar el trauma
emocional es EMDR, a través de la cual se facilita la sincronización de los
hemisferios cerebrales para que la persona pueda re-procesar lo sucedido e
integrarlo en tu historia de vida, restándole su impacto emocional. Esta técnica
cuenta con un gran número de estudios científicos que respaldan su eficacia y
seguridad en el tratamiento del estrés postraumático y la disociación.
APA: Linares, R. (2020, 3 julio). Disociación y síntomas disociativos: qué son y cómo
tratarlos. El Prado Psicólogos.
https://www.elpradopsicologos.es/blog/disociacion-sintomas-disociativos/
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