EL REGALO M uy bien jovencito, bienvenido a clases por fin encontraste el camino a la escuela. Con tu hipocresía ahora vas llegando, abriendo la boca ¡bribón! ¡sinvergüenza! ¡Qué gusto de verte, hacía mucho tiempo que aquella butaca que está a la derecha, ha estado vacía esperando ansiosa que tu vinieras. En la lista diaria ya te di de baja y estoy seguro que el año no apruebas tienes reprobadas todas las asignaturas, sólo ceros tiene tu tarjeta. ¿Acaso algún premio de la lotería te tocó y por eso faltas a la escuela? pues mira tarugo te juro y me encargo que vas para afuera. ¿Dónde están los libros? ¿Dónde los cuadernos? ¿Dónde las tareas? ¿Dónde el uniforme? ¿Dónde el distintivo que te da derecho a estar en la escuela? Mira los zapatos, mira los cabellos, esos pantalones rotos de las piernas, observo tus manos, mírate las uñas, ni sierres, ni broches, tampoco agujetas, mírate ese cuello, mírate esas fachas, ¡Estas elegante! ¡Te miras muy guapo! Y como te agracian tus gestos y muecas no se como diablos hoy se te ha ocurrido venir disque a clases, llegar a la escuela que dios responde no te hagas el tonto. ¿O acaso pensabas que era día de fiesta? ¿Por qué no has venido? acaso la feria tiene más valores y más importancia que los ejercicios de toda la ciencia? ¡Mira! No te agaches, levanta le frente, no podrás fingirme que tienes tristeza yo te conozco, eres algo grande y de buena gana te daba tu felpa. No sé que demonios estas escondiendo no sé que cosa en la mano aprietas, ¡Qué! ¿Quieres golpearme? ¿O es que te has robado alguna cosilla de la casa ajena? ¡Presta las manos! Enséñalas pronto, dime lo que escondes con tanta insistencia hoy voy a golpearte por ser indeseable no vaya a ser que luego me arrepienta. Maestro, maestro, pido mil perdones si usted es maestro no debe ser malo y debe tenerme tantita paciencia. Usted es bueno, todo el mundo lo dice, que se carga un alma muy noble y muy buena, y como es humano va a considerar a fondo mi gran tristeza. Cuando me apuntaron yo vine solito trayendo solamente mi anterior boleta, y ahí está la cosa que seguí faltando por dar atenciones a mi madre enferma. Yo corrí haciendo mandados, vendiendo periódico, haciendo faenas, necesitaba ganar muchos quintos para medicinas de mi madre enferma. Hace unos días me dijo mi madre, hoy no sales, ni vas a la escuela ya me estoy sintiendo más mejoradita hazme una tizada con menta y canela. Y salí corriendo, tenía mucho gusto de ver aliviada a mi madre buena, compre unos panes, un poco de azúcar y unas rajas de buena canela. Llegando a mi casa iba silbando una tonadilla que aprendí en la iglesia y abriendo la puerta mi madre con ansia me llamó y me dijo con mucha tristeza. Mi hijo, mi hijito, yo te quiero más es necesario que la verdad sepas te vas a quedar solito en el mundo te vas a quedar solito en la tierra. Yo me voy hijito, Dios me está llamando, ya miro su cara, ya siento su esencia, adiós mi cariño, que Dios te bendiga recuerda, no olvides todos mis consejos. Me abracé a su cuerpo llorando en silencio le grité angustiado, mamá, mamacita, no te mueras, no me dejes solo, mamá, mamacita. Mas ya su carita estaba fría y seria. Hoy ya estoy solito, ya no tengo a nadie, ni casa, ni ropa, ni pan, ni a mi viejecita. Y es por eso maestro que le pido permiso de vivir un tiempo en esta escuela, no faltaré a clases, yo se lo prometo, mi comportamiento será de primera y a recuperarme y llenar de dieses toda mi boleta. Pero mire maestro, tome lo que yo escondía es un relicario con una cadena me dijo mi madre que el día del maestro yo se lo obsequiara, que yo se lo diera. Tome usted maestro esto, es un regalo se lo da mi madre, son las de una muerta. Tomé aquel tesoro, abracé a ese niño sin padre, sin madre, sin nadie en la tierra. Y como regalo del día del maestro lo adopté como a mi hijo lleno, lleno de tristeza. ABRAHAM RIVERA SANDOVAL