Subido por luisa martin

Contratos en el derecho ROmano

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TEMA 8: DERECHO DE LOS CONTRATOS
1) LOS CONTRATOS
1.1. Concepto de contrato
Con el término contrato, que procede del vocablo latino contractus, se alude a un acuerdo de
voluntades, conventio, entre dos o más personas previsto o tipificado por el Derecho, causa civilis, del
que derivan derechos y obligaciones para los intervinientes.
Esta causa civilis podía consistir en la utilización de unas fórmulas determinadas necesarias para su
perfección, así en la stipulatio, o bien en la documentación por escrito de la voluntad de los
intervinientes, o bien en la entrega de la cosa, así en el depósito o en el préstamo. En ocasiones, bastaba
el mero consentimiento de los intervinientes, así en los cuatro contratos consensuales.
1.2. Clasificación de los contratos
1.2.1. Clasificación gayana
1. Donde Gayo dice que la obligación surge re, la doctrina habla de contratos reales.
2. Donde Gayo dice que la obligación surge verbis, la doctrina habla de contratos verbales.
3. Donde Gayo dice que la obligación surge litteris, la doctrina habla de contratos literales
4. Donde Gayo dice que la obligación surge consensu, la doctrina habla de contratos
consensuales.
Contratos reales. En Roma, el hecho de entregar una cosa previo acuerdo de que esa cosa fuese
devuelta hacía nacer un contrato real.. Gayo en las Instituciones, menciona solamente el préstamo
como contrato real.
Contratos verbales. El más corriente de los contratos verbales fue la stipulatio.
Su eficacia dependía de la observancia de la formalidad, consistente en la pregunta y la respuesta
solemne de las partes.
Contratos literales. En este tipo de contratos la obligación no nace por el hecho de escribirla, ya que
la escritura tenía solamente un valor probatorio, pero, si se documenta esa palabra, pasado un plazo no
se puede impugnar lo que se ha escrito, considerándose que la obligación nace del documento.
Como contrato literal consideraban los romanos, en primer lugar, el que surgía por inscripción de una
partida en el libro de contabilidad doméstica.
Contratos consensuales. Las obligaciones nacen por el consentimiento manifestado libremente por
las partes. Su validez del acuerdo dependía de que las partes lo orientaran hacía alguno de los tipos de
contrato consensual reconocidos por el Derecho: compraventa, arrendamiento, sociedad y mandato.
Contratos innominados. En los contratos innominados, uno de los contratantes entregaba al otro una
cosa o realizaba a su favor una prestación, por ejemplo, de servicios, quedando el otro obligado a
realizar la contraprestación convenida. La diferencia con los contratos reales típicos radicaba en que la
contraprestación no consistía en la devolución de la cosa recibida (salvo el precario), sino que era
siempre de naturaleza distinta.
1.2.2.
Contratos unilaterales y bilaterales
1) Cuando se diferencia entre unilateralidad y bilateralidad se hace referencia al hecho de que los
efectos que surgen de la relación contractual afecten o alcancen a una sola o a las dos partes
contratantes.
2) La compraventa es el ejemplo más paradigmático de contrato bilateral, pues, de ella surgen,
siempre, obligaciones tanto para el vendedor como para el comprador. Por el contrario, el mutuo
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o préstamo es unilateral porque, en principio, sólo surgen obligaciones para quien recibe en
mutuo nunca para el mutuante o prestamista.
3) Los contratos bilaterales imperfectos son aquellas relaciones contractuales que en su nacimiento o
surgimiento son unilaterales pero en su desenvolvimiento pueden, eventualmente, convertirse en
bilaterales. Son bilaterales imperfectos: el mandato, el depósito y el comodato.
En el mandato siempre surgen obligaciones para una de las partes contratantes, que es el
mandatario; no obstante, en ocasiones, pueden surgir obligaciones, como veremos en el tema
correspondiente, también para el mandante, por ejemplo, indemnizar al mandatario los gastos
efectuados como consecuencia de la ejecución del mandato.
4) Los contratos bilaterales perfectos, las obligaciones son siempre recíprocas, por lo que cabe
denominarlos como sinalagmáticos, pues, cada obligación encuentra su causa en el surgimiento
de la otra. Un ejemplo: compraventa, el comprador está obligado a satisfacer el precio convenido,
porque, a su vez, el vendedor queda obligado con él a traspasarle la pacífi ca posesión del bien
vendido
1.2.3.
Contratos onerosos y gratuitos
1) Se denominan contratos onerosos a aquellos en los que existe equilibrio entre el recíproco interés
patrimonial de las partes intervinientes.
2) El ejemplo más acabado de contrato oneroso es la compraventa. En ella puede reconocerse
fácilmente el interés explícito de las dos partes intervinientes. El comprador obtiene la pacífica
posesión del bien vendido y a través de ella aspira a convertirse en propietario; el vendedor, por su
parte, obtiene a cambio el traspaso del precio, entendido como contraprestación o contravalor del
bien entregado.
3) Son contratos gratuitos, por el contrario, aquellos en los que el interés sólo se puede reconocer
expresamente a favor de una de las partes contratantes.
4) Por el contrario, se afirma el carácter gratuito del mandato, el mandatario no tiene, en principio,
interés patrimonial alguno en la realización del encargo encomendado.
5) Los contratos gratuitos, tales como el depósito o el mandato, no son actos estrictamente lucrativos,
ya que en ellos no puede apreciarse una auténtica causa lucrativa, es decir, una atribución
patrimonial definitiva a favor de la parte interesada en la realización del contrato. Es cierto que el
mandatario o el depositario carece de ánimo de lucro, pero también lo es que su actuación
desinteresada no puede reconducirse a una efectiva y auténtica causa donandi, que es la causa
lucrativa por excelencia.
1.2.4. Contratos de Derecho estricto y contratos de buena fe

En los contratos de Derecho estricto, los derechos y obligaciones dimanantes de la relación
contractual derivan de lo expresamente pactado por las partes o de lo previsto por la ley.

En los contratos de buena fe, las partes pueden además exigirse todo aquello que derive de la buena
fe, bona fi des.
2) CONTRATOS REALES
Son contratos reales aquellos que se perfeccionan por el acuerdo de los intervinientes y la entrega de
la cosa. Se consideran dentro de esta categoría, el mutuo o préstamo, el depósito, el comodato, la
prenda y la fiducia.
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2.1. Mutuo (MUTUI DATI ) o Préstamo
1) “La dación en mutuo consiste en las cosas que se identifican por el peso, número o medida: como el
vino, el aceite, el trigo, el dinero; cosas éstas que damos para hacerlas del accipiente y recibir luego otras
del mismo género y calidad”. GAYO.
2) Mutuo es un contrato en virtud del cual una persona (el mutuante o prestamista) entrega a otra
(accipiens, mutuario o prestatario) una determinada cantidad de cosas fungibles, con la obligación por
parte de ésta de restitutir otro tanto del mismo género y calidad (, tantundem eiusdem generis
qualitatis) dentro de cierto plazo.
3) Requisitos. Son necesarios la datio y el acuerdo.
 Datio significa transmisión de la propiedad, aunque se llegó a admitir que pudiese constituirse mutuo
por personas distintas del del acreedor y del deudor, es decir, mediante terceros que obran por
delegación.
 También se considera necesario el convenio o acuerdo entre las partes de realizar el préstamo: "no
basta para que nazca la obligación que las monedas sean del que las da y se hagan de quien las recibe,
sino que se den y se reciban con la intención de que se constituya la obligación". Si se da o se recibe
con otra intención, por ejemplo para donar, no existe mutuo.
4) El mutuo tiene por objeto dinero o cosas fungibles y el mutuario debe devolver la misma cantidad. Si
la intención de las partes fue la devolución de la misma cosa que se entregó, no habrá mutuo, sino
préstamo de uso (comodato) o depósito. Si se trata de restituir una cosa distinta, es una permuta.
5) Es un contrato unilateral, no formal, de Derecho estricto y gratuito.
6) El mutuario sólo está obligado a devolver la cantidad prestada. La gratuidad deriva de la dación, que solo
obliga a restituir, no las mismas cosas, sino otras de la misma especie, cantidad y calidad, cualquiera
que fuera el valor que tuvieran al momento de restituirlas.
7) No obstante la gratuidad natural del contrato, las partes pueden acordar intereses mediante una
estipulación especial.
 El mutuo con interés (foenus) solía pactarse en una estipulación única, que comprendía el capital a
devolver (sors) y los intereses (usurae). El mutante se halla asistido por las mismas acciones que
nacen de la stipulatio certi: la acción de préstamo de cantidad cierta (actio certae creditae pecuniae) si
se trata de una cantidad de dinero y la condición de cosa cierta (condictio certae rei) para las cosas de
género, que Justinianeo denomina un condictio triticaria.
 El abuso en el cobro de intereses da lugar a leyes que lo limitan (leges fenebres). En Dº CLÁSICO, la
tasa legal era del 12% anual. Los intereses acordados por simple pacto no pueden ser reclamados.
 Aunque rige la regla clásica según la cual del nudo pacto no nace acción, la eficacia del simple
pacto de intereses llega a admitirse en ciertos casos: ·
 En los préstamos hechos en una ciudad.
 En los préstamos hechos por los bancos.
 En el caso de nauticumfoenus (préstamo de dinero destinado al comercio marítimo).
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2.2. Comodato
1) El comodato es un contrato real en virtud del cual una persona –comodante– entrega a otra –
comodatario– una cosa no consumible, mueble o inmueble, con la finalidad de que éste la use
gratuitamente del modo convenido y la restituya intacta al concedente.
2) Bilateral imperfecto, de buena fe y gratuito. El pacto de intereses por el uso no resulta exigible. El uso
de una cosa a cambio de un cantidad de dinero encajaría en la figura del arrendamiento, locatio.
3) El comodante dispone de una actio commodati directa para exigir al comodatario la devolución de la
cosa, transcurrido el tiempo pactado o realizado el uso previsto.
4)
Si el comodatario hubiese realizado gastos necesarios para la conservación de la cosa o sufrido daños o
perjuicios, a consecuencia de su uso, derivados de defectos ocultos de la cosa, podrá ejercitar la acción
comodataria contraria frente al comodante, al efecto de realizar la reclamación que corresponda.
5) Si el comodatario diese a la cosa un uso diferente al acordado incurriría en un hurto de uso, furtum
usus. En el caso de que no se hubiese pactado un uso específico, el comodatario podrá dar a la cosa el
uso que considere procedente, siempre que no la deteriore. Excepcionalmente cabe un uso de cosas
fungibles o consumibles, como así sucedía cuando el préstamo de monedas se hacía al sólo efecto de su
exhibición, ad pompam vel ostentationem, dado que las mismas eran prestadas como no fungibles y se
generaba la obligación de restituir las mismas monedas, en un sentido de estricta materialidad.
6) El comodatario responde por custodia, en sentido técnico, en orden a la conservación de la cosa, por lo
que debe asumir el perjuicio derivado del robo de la cosa, con independencia de la diligencia de su
actuación. Sólo queda eximido de responsabilidad en los supuestos de pérdida o deterioro de la cosa
por fuerza mayor, vis maior. La razón de esta responsabilidad agravada de la custodia es la ausencia de
interés del comodante en el contrato, que se formaliza, en principio, en el solo interés del comodatario.
2.3. Depósito
1) Consiste en la entrega, por el depositante, de una cosa mueble, al depositario, con la finalidad de que la
guarde y custodie, hasta que se le requiera para su devolución.
2) Notas características: • De buena fe. • Bilateral imperfecto. • Gratuito.
En torno al siglo I, el depósito es tipificado como contrato, en el marco de los de buena fe, del que
derivan ya actiones bonae fidei.
La datio no conlleva transmisión de propiedad ni de posesión, el depositario es un mero
detentador. De aquí que pueda constituir un depósito quien no es propietario. No constituye depósito
el encargo de custodiar, ya que falta la entrega de la cosa.
3) Tipos de depósito
a. Depósito necesario. Es aquel que tiene lugar en una circunstancia excepcional, como ruina, tumulto,
naufragio, etc., que impide una libre elección de la persona del depositario. El Pretor concedía al
depositante una acción in factum con condena al doble (in duplum) contra el depositario que se niega
a restituir.
b. Depósito secuestro. Es aquel conforme al cual los intervinientes acuerdan entregar la posesión de
una cosa a un tercero, que deberá restituirla a una persona determinada pasado un cierto tiempo o a
quien se resulte de una determinada situación, así por ejemplo, al vencedor de un litigio. El
secuestratario tiene la posesión interdictal. Para conseguir la restitución, se concede la actio
depositi sequestrataria.
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c. Depósito irregular. Consiste en la entrega de cosas fungibles, así como dinero, para su custodia, con
facultad de disposición de las mismas. Constituye el antecedente directo de los modernos depósitos
bancarios y dio lugar a un debate en la jurisprudencia en torno a su distinción con el mutuo. Las
diferencias entre ambas instituciones podrían concretarse en los siguientes aspectos:
2.4. Prenda
Consiste en la entrega, por el deudor pignorante, de una cosa mueble, en posesión, al acreedor pignoraticio,
en garantía del cumplimiento de una obligación, con el compromiso por parte de éste de devolver la cosa
recibida en garantía una vez que la deuda haya sido satisfecha.
Mientras la obligación no se cumpla, el acreedor dispone de una exceptio frente a la acción pignoraticia
del deudor; cumplida la obligación, el acreedor debe devolver la cosa, pudiendo ejercitar contra él la acción
de repetición. El emperador Gordiano autorizó al acreedor a retener la prenda cuando el deudor, después de
extinguir la obligación garantizada, tuviera otras deudas no garantizadas con prenda.
3. CONTRATOS VERBALES
Los contratos verbales son aquellos que se perfeccionan por el pronunciamiento de palabras determinadas y
solemnes. El contrato verbal por excelencia es la sponsio, que pasó a denominarse stipulatio con el paso del
tiempo.
Las características de la stipulatio son la oralidad, la unitas actus, la conformidad y congruencia de la
pregunta y la respuesta y la presencia de las partes:
a) Oralidad. Se trata de un contrato que se perfecciona por la palabra.. No podían realizar la stipulatio el
sordo y el mudo, porque no pueden pronunciar u oír las palabras; tampoco puede el infans, porque no
tiene suficiente discernimiento para entenderlas.
b) Unitas actus. No cabía interrupción alguna entre la pregunta y la emisión de la respuesta.
c) Debía existir conformidad y congruencia entre la pregunta y la respuesta. De modo que no podía
prometerse una suma distinta a la pedida y tampoco podían agregarse al acto pactos o condiciones no
propuestas.
d) Las partes intervinientes en la stipulatio debían estar presentes durante el intercambio de pregunta y
respuesta. No cabía una stipulatio entre ausentes.
e) Carácter abstracto. No se expresaba la causa por la que el promitente manifestaba su compromiso de
realizar la prestación a favor del estipulante.
El carácter abstracto de la estipulación se atenuó, con el tiempo, al admitirse por los pretores la
aplicación de una exceptio doli en aquellos supuestos en los que no existía la causa. Si la causa del
compromiso del promitente había sido un préstamo de dinero y éste no se había producido en la
práctica, cabía alegar la excepción derivada en la no entrega de la cantidad de dinero, exceptio non
numeratae pecuniae.
f) Unilateralidad. De la relación de sponsio derivaban derechos a favor del estipulante y obligaciones a
cargo del promitente.
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La stipulatio, debido a su carácter formal y abstracto, se aplicó con diversas finalidades (promesa de dote,
garantía o fianza, novación, etc.). Cada una de estas aplicaciones venía a configurar un tipo especial de
stipulatio dentro del concepto genérico de obligatio verbis.
En las fuentes justinianeas se encuentra una clasificación de las estipulaciones, que se dividen en: judiciales,
pretorias, convencionales y comunes
 Judiciales, aquellas estipulaciones promovidas por el mero oficio del juez, como la cautio de dolo.
 Pretorias, las emanadas del mero oficio del pretor, como la cautio damni infecti, impuesta al dueño de
un edificio que amenaza ruina, para garantizar al vecino el daño que pudiera derivarse de su caída.
 Convencionales, aquellas provenientes del acuerdo de las partes, sin intervención judicial o pretoria
 Comunes, debían ser prestadas por los tutores o curadores a favor de pupilos para garantizar el
cumplimiento de su gestión. Podían ser judiciales y pretorias.
3.1. Contratos literales
1. Los contratos literales son aquellos que se perfeccionan por medio de la escritura en la que se
documenta el acuerdo. La forma escrita en la que constaban determinadas inscripciones realizadas en
los libros de contabilidad de los cabezas de familia, titulares de establecimientos comerciales y
banqueros pasó de ser un simple medio de prueba a constituir un documento del que nacía la obligación.
2. Notas características:
Son contratos formales, en el sentido de que requieren la forma escrita para su perfección.
Unilaterales, dado que surgen obligaciones para una de las partes y derechos para la otra.
De Derecho estricto, en la medida en que las partes no pueden exigir nada que no se haya previsto en
el documento.
3. Expensilatio. Es el acto consistente en una inscripción crediticia a nombre de un deudor. Este contrato
literal está relacionado con la costumbre, que todo paterfamilias tenía, de llevar libros de contabilidad
para la buena marcha de su casa.
4. Los chirographa son documentos de reconocimiento de deuda, fi rmados por el deudor y que éste
entregaría al acreedor como prueba del negocio celebrado entre ellos.
5. Los syngrapha son documentos redactados en doble original, suscritos por ambas partes, cada una de
las cuales conserva un ejemplar, y pueden atestiguar negocios inexistentes.
6. Los efectos de ambos fueron distintos, mientras que los chirographa tuvieron esencialmente un carácter
probatorio, los syngrapha fueron dotados de fuerza obligatoria, emanada de la escritura misma, ya que
la escritura se erigía en causa de la obligación, sin importar la existencia o no de la deuda.
4. CONTRATOS CONSENSUALES
Son aquellos que se perfeccionan por el simple consentimiento, expresado de palabra, por escrito, por actos
concluyentes o por medio de representante. Son contratos consensuales: la compraventa, el arrendamiento,
el mandato y la sociedad.
4.1. Contrato de compraventa. Objeto
Es un contrato consensual por el que una de las partes, el vendedor, se obliga a transmitir posesión de una
cosa y asegurar su pacífico goce a otra, el comprador, en tanto que éste se obliga a entregarle en propiedad
una suma de dinero. En sus orígenes, la forma más antigua de compraventa consistía en el trueque o permuta
de unas cosas por otras.
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La evolución histórica, que lleva del peso del metal a la entrega de monedas como precio, se da en el acto
ritual de la mancipatio para la transmisión de la propiedad de las cosas mancipables. Para la compra de las
res nec mancipi se utilizaría el intercambio manual de cosa por precio.
Sin embargo, la compraventa clásica, como negocio consensual de Dº de gentes, tiene caracteres propios que
lo distinguen de los actos de transmisión de la propiedad:
La bilateralidad y reciprocidad de la relación: se trata de los actos recíprocos protegidos por dos
acciones diversas: compra (emptio)- venta (venditio): actio empti-actio venditi
La compraventa romana es un negocio meramente obligacional: crea obligaciones para vendedor y
comprador, en cumplimiento de las cuales uno y otro entregan la cosa y el precio. Pero de ella no nace
un Dº real a favor del adquiriente, ya que la obligación de transmitir y la efectiva transmisión se
producen con independencia.
4.1.2. Ius gentium. Convenire de pretio. Caracteres del precio (comprobar con lo del libro)
Los elementos constitutivos de la compraventa son el consentimiento, la cosa y el precio:
A)CONSENTIMIENTO
1. “La compra es de Dº de gentes y por ello se realiza mediante el consentimiento y puede contratarse
entre ausentes, por mensajero o por carta.” (Paulo.)
2. Puede utilizarse cualquier forma de manifestación del consentimiento y cuando se emplea la escritura
tiene función meramente probatoria. Los juristas atienden especialmente a la prevalencia de la intención
o voluntad de las partes y tratan del error en el examen de numerosos casos.
3. En los supuestos de error en el objeto (error in corpore), cuando el vendedor tiene intención de vender
una cosa y el comprador de comprar, otra distinta, o de pagar un precio diferente, no existe
consentimiento y no podía haber contrato.
4. Cuando se trata de error en la cualidad de las cosas (error in substantia), éste no impide el
consentimiento y el contrato se considera válido, aunque el vendedor debía indemnizar al comprador
por los vicios y defectos que éste ignorase. Sin embargo, Juliano considera que el contrato era nulo
si ambas partes incurrían en error sobre una cualidad esencial de la cosa. Esta decisión de Juliano
se generaliza por los juristas postclásicos que negaban la existencia del contrato, cuando una de las
partes incurría en error sobre la sustancia.
B) LA COSA:
1. El objeto propio del contrato mercantil es la mercancía (merx) que consiste en cosas fungibles, que
deben delimitarse por su propia individualidad o bien por su pertenencia a un género.
2. Se admite la compraventa de cosas futuras, y en relación con ella se distingue:
La compra de cosa futura (emptio reis peratae): cuando las partes subordinan el contrato a la
existencia de las cosas, si éstas no llegan a existir no se debe al precio. Por ejemplo: la cosecha no
producida o el ánfora que hará el alfarero;
La compra de esperanza (emptio spei): la misma esperanza de que la cosa exista es objeto del
contrato y el riesgo de que se produzca o no es a cargo del comprador y éste se obliga en cualquier
caso a pagar el precio aunque no sobrevenga la existencia de la cosa, por ejemplo, cuando versa
sobre la pesca que se recogerá echando la red.
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3. El objeto de la compraventa se extiende también a las cosas mancipables, cuando desaparece la
mancipatio, así como a los Dº’s o cosas incorporales, por ejemplo se admite la venta de una
servidumbre predial, del usufruto o de un crédito mediante su cesión.
C) PRECIO
1. A comienzos del Principado surgió, una controversia doctrinal entre sabinianos y proculeyanos;
mientras que los primeros sostenían que cualquier cosa servía de precio, los segundos afirmaban que no
existía venta sin dinero. Prevaleció la doctrina proculeyana que fue luego acogida por JUSTINIANO.
2. En Dº CLÁSICO, el precio debe ser cierto y su determinación no puede dejarse al arbitrio de un tercero.
JUSTINIANO admite la validez de la venta como condicional cuando se encarga un tercero que fije el
precio. Este debe existir realmente y no hay venta, sino donación cuando el vendedor acuerda con el
comprador que no va a exigirle el precio.
3. Los juristas clásicos no exigen que el precio sea justo, o que esté en relación con el valor de la cosa. La
justicia o adecuación del precio se exige en el Dº JUSTINIANEO. Se trata de las nuevas reglas sobre la
lesión desproporcionada (laesio enormis), según las cuales, si alguien vende un inmueble por una
cantidad inferior a la mitad de su justo valor, puede pedir la rescisión de la venta al juez. En todo caso se
reconoce al comprador la facultad de elegir entre la restitución de la cosa y el pago de lo que falta.
4. El consensus de pretio debía de referirse, naturalmente al quamtum, ya que pretium quiere decir
contravalor pecuniario; por tanto, convenir acerca del pretium no podía tener otro sentido más que
determinar el pretium en una cantidad de dinero
En la emptio venditio, el pretium en dinero se refiere al valor de una mercancía (merx), de una cosa que
se compra y vende en los mercados.. De ahí que el pretium haya de ser convenido específicamente como
cantidad (pecunia numerata), y, en consecuencia, impuesta su veracidad (verum) y su certeza
(certum).
5. Otra prueba de que el convenire de pretio es el requisito fundamental de la emptio venditio en la
época clásica es el hecho de que la imaginaria venditio es considerada precisamente por los
jurisconsultos clásicos como una venditio sine pretio. Es decir, no logra un vínculo de Derecho el
contrato imaginario, porque se simula una fides y no corresponde a la verdad. Podemos decir, pues, para
concluir este punto, que en la época clásica la imaginaria venditio no correspondía, probablemente, a lo
que hoy llamaríamos venta ficticia o negocio simulado, sino que era, simplemente, una venditio sine
pretio.
6. El precio debía ser certum, es decir, conocido, determinado, o bien determinable con arreglo a
criterios establecidos de antemano. Así se entendía que era cierto el precio cuando su fijación se remitía
al arbitrio de un tercero, o bien el comprador se compromete a pagar como precio el dinero que
contenga un cofre o arca concreta, en cuyo caso también la determinación sería válida per relationem, en
cuanto que existiría un punto de referencia.
7. El precio debía ser verum, es decir, verdadero, no simulado. Si el precio era ficticio o irrisorio la
compraventa no era válida. En este sentido nos dice Ulpiano que si el precio no es exacto (non exactus)
no hay venta.
8. El precio debe consistir en dinero amonedado, pecunia numerata.
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4.1.3. Obligaciones del comprador
Como contrato arquetípico de buena fe, las obligaciones de las partes derivarán de lo que de la interpretatio
ex fi de bona resulte en cada caso concreto. Sin embargo, con carácter general podrían indicarse las
siguientes:
1. La obligación esencial del comprador consiste en pagar el precio, y eventualmente los intereses del
mismo, transmitiendo la propiedad de las monedas en que aquél consista.
2. Responderá de toda actitud dolosa en la realización del contrato, contraria a la bona fi des negocial.
3. Si perfeccionado el contrato, es decir, tratándose de una emptio perfecta, no sometida, por tanto, a
condición y concretada la merx, en caso de cosas fungibles la cosa queda en poder del vendedor y
perece o se deteriora, sin culpa de éste, en el intervalo previo a la traditio de la misma, el riesgo o
responsabilidad es asumido por el comprador: periculum est emptoris.
4.1.4. Obligaciones del vendedor
1. La obligación esencial consiste en transmitir (tradere) la pacífica posesión de la cosa vendida (habere uti
frui licere) y hacer todo lo posible para que el comprador se transforme en propietario de la misma.
2. Responderá de toda actitud dolosa en la realización del contrato, dolus in contrahendo, contraria a la
bona fi des negocial.
3. Responderá del cumplimiento de los pactos añadidos al contrato, o bien en el momento de su perfección
(pacta in continenti), o bien en un momento posterior (pacta ex intervallo), así como de toda prestación
accesoria o dependiente de la principal.
4. Responderá por vicios jurídicos cuando en virtud de sentencia firme el adquirente es vencido (evictio)
en un juicio reivindicatorio por el verdadero propietario de la cosa (o por el titular de un derecho real
sobre la cosa comprada, no explicitado por el vendedor y que supone una limitación de las facultades
del comprador), y privado de modo efectivo de la posesión de la misma. Por tanto, la responsabilidad
surge, cuando un tercero que es dominus, ejerce la rei vindicatio, vence en juicio al comprador o bien
cuando, sin discutir sobre la propiedad, tiene sobre ella un Dº de servidumbre, usufructo o de prenda y le
es conferida judicialmente la posesión de la cosa.
En los supuestos de transmisión de res mancipi, si las partes habían formalizado la preceptiva
mancipatio, el comprador, mancipio accipiens, podía exigir la responsabilidad por evicción al
vendedor, mancipio dans, por medio de la actio auctoritatis en virtud de la cual el transmitente
quedaba obligado a restituir el doble del precio recibido, siendo requisito necesario que el vendedor
comunicase al comprador la existencia del litigio, a fin de que este pudiere actuar, según la época o
el momento procesal de la notificación, bien como actor, como procurator in rem suam o como
coadyuvante.
En los supuestos de transmisión de res mancipi sin mancipatio y de forma especial en las
compraventas de res nec mancipi lo usual era que la responsabilidad por evicción se pactase por
medio de una stipulatio duplae.
La última jurisprudencia clásica establece la posibilidad de que por medio de la actio empti se
pueda exigir la responsabilidad por evicción, que se convierte así en elemento natural del contrato, si
bien se continúa admitiendo el acuerdo de exclusión de dicha responsabilidad (pactum de non
praestanda evictione) o de agravamiento de la misma.
5. La responsabilidad del vendedor por vicios o defectos ocultos de la cosa vendida siguió una evolución
paralela a la obligación de responder por evicción, dado que originariamente sólo se consideraba
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exigible tal responsabilidad si los contratantes habían formalizado una mancipatio, en cuyo caso el
mancipio dans quedaba obligado a cumplir lo que había declarado en la nuncupatio o en los dicta in
mancipio, o bien una stipulatio que garantizase la presencia de determinadas cualidades o la ausencia
de ciertos vicios en la cosa vendida.
Desde fines de la República, es probable que la existencia de cualidades o ausencia de vicios en la cosa
pudiese exigirse por medio de la actio empti, que protegería lo que se ha denominado el interés
negativo del comprador.
Para que proceda exigir la responsabilidad por vicios ocultos era necesario:
 Que se trate de un defecto grave que disminuya el valor o la utilidad del esclavo o animal vendido;
 Que sea oculto, ya que si es aparente y todos pueden observarlo, no existe responsabilidad;
 Que sea anterior a la venta y que lo ignore el comprador
En el edicto de los ediles curules:
 el vendedor quedaba obligado a hacer públicos, de viva voz y por escrito, y a garantizar por medio
de una estipulación, los defectos, taras, enfermedades, limitaciones, vicios, etc., no manifiestos o
visibles, por ello denominados ocultos, del esclavo o animal vendido, y probablemente
respondería el vendedor no sólo de tales declaraciones, sino también de los vicios o defectos para él
desconocidos, aunque actuase de buena fe.
 El comprador tenía a su favor, además de la actio empti,

Una actio redhibitoria, ejercitable en el plazo de dos meses, en el supuesto de que el vendedor
se hubiese negado a realizar la preceptiva estipulación. Si se realizaba, el comprador pedía
ejercitar o bien la acción derivada de la stipulatio, o bien la rescisoria actio redhibitoria
durante un plazo de seis meses a contar desde el momento de la perfección del contrato,

o bien la actio aestimatoria o quanti minoris, dirigida a obtener una reducción en el precio
proporcional a la presencia del vicio o a la ausencia de la cualidad prometida.
Justiniano extiende estas garantías edilicias a la venta de todo tipo de cosas, realizada fuera o
dentro de los mercados públicos, manteniendo la posibilidad de ejercitar o bien las acciones
edilicias, o bien la actio empti para exigir la reparación o indemnización de lo que se denomina
interés positivo del comprador, el cual podría ser definido como la diferencia entre el estado
patrimonial de que gozaría el comprador si el vendedor hubiere cumplido la obligación contractual
y aquél en el que se encuentra a causa del incumplimiento imputable al vendedor.
La JRP del siglo I d. C. admitió que estas reclamaciones sobre vicios ocultos podrían hacerse
mediante la acción de la compra (actio empti) que tenía la ventaja de no tener unos plazos
limitados para su ejecución. Se distinguían dos casos:
 Si el vendedor conocía la existencia del defecto, debía responder de la indemnización por el
daño causado; Si lo ignoraba, procedía la resolución del contrato o la reducción del precio
 El comprador disponía también de la acción derivada de la estipulación por la que se podía
exigir el resarcimiento del daño sufrido.
4.1.5. Pactos añadidos a la compraventa
1. Lex commissoria. En virtud de este pacto, si dentro de un plazo, el comprador no paga el precio, se
tiene por no celebrado el contrato.
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2. Pactum de retrovendendo. Mediante este pacto, el comprador se reserva el derecho de devolver en
venta la cosa al mismo precio, dentro de un plazo determinado, al vendedor.
3. Pactum de retroemendo. Es la facultad concedida al vendedor de readquirir la cosa restituyendo el
precio al comprador, dentro de un plazo.
4. Pactum displicentiae. Mediante este pacto, el comprador se reserva la facultad de rescindir el contrato
si la cosa no le satisface, dentro de un plazo. Distinto es el pactum degustationis, usual en la
compraventa de vinos, consistente en admitir una prueba de ciertas condiciones del vino comprado, la
cual ha de hacerse según el criterio de un hombre prudente y no a libre arbitrio del comprador.
5. In diem addictio. En virtud de este pacto, el vendedor se reserva la facultad de rescindir el contrato si
dentro de un plazo se presenta otra persona que ofrece mejores condiciones. El primer comprador puede
igualar la oferta del tercero, quedando entonces confirmada la venta a su favor.
6. Pactum de non alienando. Era aquel pacto por el cual el comprador se obliga, durante un cierto
tiempo, a no enajenar a persona alguna la cosa adquirida o en particular a persona determinada.
4.2. Contrato de arrendamiento
1. El Digesto dedica el Título II del Libro XIX al régimen jurídico de la locatio conductio o
arrendamiento. El primer fragmento afirma: «La locación y conducción, por ser natural y de todas las
gentes, no se contrae con palabras, sino por el consentimiento, como la compraventa».
2. La locatio conductio es un contrato consensual en virtud del cual una persona denominada locator,
arrendador, se compromete a entregar cierta cosa o a prestar determinado servicio, a otra, llamada
conductor, arrendatario, comprometiéndose quien obtiene la ventaja, a entregar como contraprestación
un precio denominado merced, merces.
4.2.1. Variantes de arrendamiento
Los autores de la escuela pandectística alemana, sobre la base de formulaciones dogmáticas medievales,
distinguieron, en un intento sistematizador, tres modalidades en las que pretendieron agrupar las muy
diferentes variantes que se recogen en las fuentes justinianeas.
I. La locatio conductio rei, o arrendamiento de cosa:
1) Es un contrato consensual en virtud del cual una persona denominada arrendador, locator, conviene
con otra llamada arrendatario, conductor, en traspasar el ejercicio temporal del uso y disfrute de un
bien, no consumible, para su aprovechamiento, con la obligación que surge en éste de abonar, de forma
normalmente periódica, como compensación una renta, pensio o merces.
2) El arrendatario es un simple detentador y no goza de la protección interdictal. El arrendamiento
puede recaer sobre cualquier cosa, con tal que sea inconsumible. El arrendatario de fundos urbanos se
denomina inquilino; el de fundos rústicos, colono.
a) Obligaciones del arrendador:
o Poner la cosa a disposición del arrendatario y permitirle su uso y disfrute
o Responder frente al arrendatario de las perturbaciones provocadas por un tercero. Si el
impedimento se debe a fuerza mayor, el arrendatario tenía derecho únicamente a la restitución o
perdón de las merces.
o Mantener la cosa arrendada en condiciones que permitan el uso normal al arrendatario, realizando
para ello los correspondientes gastos necesarios y útiles. Si el arrendador no realiza las
reparaciones necesarias, el arrendatario tendrá derecho a una reducción de las merces o al
reembolso de los gastos que haya hecho en la cosa.
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b) Obligaciones del arrendatario:
o Pagar la merced convenida, normalmente una cantidad de dinero. También puede ser una
cantidad de los frutos obtenidos, bien en una cuota determinada –pars quota–, bien en una cuota
preestablecida e invariable –pars quanta–, en cuyo caso se deberán con independencia de la
cosecha obtenida. Se libera si por causa de fuerza mayor no puede usar la cosa. Los emperadores
rebajan la renta en años de malas cosechas, compensándolas en años de abundancia.
o Puede subarrendar la cosa, salvo pacto en contrario.
o Responder por culpa en caso de un uso indebido de la cosa. Por custodia en caso de hurto de la
cosa arrendada.
o Restituir la cosa finalizado el arrendamiento.
o La duración vendrá determinada por el acuerdo de las partes. Cabe la prórroga tácita –
relocatio tacita– cuando el arrendatario continúa en posesión del objeto, finalizado el plazo, con el
consentimiento del arrendador. En los fundos rústicos, será por una anualidad; en los fundos
urbanos, no tiene duración determinada, en ambos casos puede prorrogarse sucesivamente.
3) El arrendador puede extinguir el contrato:
o Por falta de pago de dos anualidades.
o Por un uso indebido de la cosa.
o Por necesidad para sí de la cosa.
4) Por su parte, el arrendatario puede extinguir el contrato:
o Por retraso del arrendador en la entrega de la cosa.
o Por defectos de la cosa que impidan el uso normal.
o Por temor a un daño si se continúa el uso de la cosa.
II.
La locatio conductio operarum, o arrendamiento de servicios,
1) Es un contrato consensual en virtud del cual una persona denominada locator, arrendador, conviene
con otra, denominada conductor, arrendatario, prestar un determinado servicio o trabajo, con la
obligación que surge para éste de remunerar dicho servicio con una retribución habitualmente
denominada salarium, salario. Suele afirmarse que la locatio conductio operarum es una modalidad de
la locatio conductio rei. Las partes de locator, quien arrienda, y conductor, quien se beneficia del
trabajo o servicio, se mantienen en sus posiciones como en la locatio conductio rei.
2) En el arriendo de cosa, la renta o merces se paga por la utilización y aprovechamiento de aquella. En el
arriendo de servicios la renta se abona por el beneficio o provecho que genera el servicio prestado.
3) En el supuesto de que la prestación del servicio sea efectuada por un esclavo, estaríamos en presencia de
una efectiva locatio conductio rei, pues el conductor paga al locator, que normalmente será el dueño
del esclavo, el traspaso temporal del trabajo hecho por el esclavo a su favor. Por el contrario, si el
trabajo se realiza por un hombre libre, es el propio trabajador quien presta, y en cierto sentido coloca,
sus servicios retribuidos.
4) Normalmente los trabajos prestados en razón de este contrato son servicios materiales, ya que los
servicios prestados por profesores, gramáticos, arquitectos, médicos, agrimensores, juristas..., de ser
retribuidos, nunca se hacían a través de la locatio conductio operarum. Se consideraba que dichos
servicios no podían ser retribuidos en justa correspondencia por una renta.
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La razón obedece a que se considera que estos oficios, entendidos en sentido de ocupaciones no serviles,
son de imposible estimación, por lo que no se puede dar en ellos la nota del carácter sinalagmático o
recíproco de las prestaciones. ¡Cómo cuantificar el beneficio que se produce si un médico consigue
que recuperemos la salud, si un profesor nos enseña griego o si un jurista nos da respuesta a una
cuestión jurídica controvertida!
El locator debe prestar personalmente los servicios, salvo que sea imposible por causas ajenas a su
voluntad, pudiendo exigir la remuneración convenida, salvo pacto en contrario. Se extingue por la
muerte del locator, la obligación del conductor es transmisible a sus herederos.
III. La tercera variante de arrendamiento es la locatio conductio operis o arrendamiento de obra.
1)
Se trata de un contrato consensual en virtud del cual una persona denominada arrendatario, conductor, se
compromete a ejecutar una cierta obra a favor de otra, llamada arrendador, locator, quien por su parte se
obliga a proporcionar los elementos materiales necesarios para que aquél realice su trabajo y a retribuir
éste con una renta.
2)
Como fácilmente puede apreciarse en el análisis de la definición enunciada, las partes intervinientes
cambian de posición en esta modalidad contractual. Así, quien es arrendador, locator, paga la renta y
quien es arrendatario, conductor, realiza la obra convenida. Es el locator quien coloca la cosa, pues,
es el obligado a proporcionar el material con el que se debe realizar la obra convenida, y sigue siendo
conductor quien se la lleva consigo, para transformarla con su trabajo.
3)
El conductor puede realizar la obra por sí o por medio de terceras personas, salvo que se haya pactado lo
contrario. La obra debe reunir las características convenidas y las propias de la obra contratada y
entregarse en el tiempo acordado. Corresponde al locator aceptar la obra, en base al criterio de un hombre
de bien.
4)
El pago de la merced debe hacerse, salvo pacto en contrario, al finalizar la obra. El conductor asume
el riesgo de perecimiento de la cosa hasta el momento de la entrega o de la aceptación. Se extingue
por muerte del conductor, pues la obligación del locator se transmite a sus herederos.
4.3. Contrato de mandato
1. Gayo, en el Libro III de sus Instituciones, «Hay contrato de mandato cuando mandamos algo, bien en
interés propio, bien en interés ajeno. Así, pues, si te mando que hagas un negocio, bien mío, bien de otro, se
contrae la obligación de mandato, y quedamos obligados, uno y otro recíprocamente, en lo que cada uno
deba hacer al otro, según la buena fe».
2. El mandato es un contrato consensual en virtud del cual una persona denominada mandatario (quien recibe
el encargo) recibe de otra, denominada mandante un encargo que acepta y se obliga a cumplir en interés del
mandante(quien ordena)
3. Caracteres:
Consensual: La obligación del mandato se establece por el consentimiento de los contratantes
Gratuito: El mandato es nulo si no es gratuito, de lo contrario sería arrendamiento.
El mandato se hace en interés del mandante o de otra persona
Puede tener como objeto una actividad o negocio de carácter jurídico, siempre que se realice
gratuitamente. El objeto debe ser lícito y conforme a las buenas costumbres.
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4. Acciones:
Del mandato nace la actio mandati de buena fe. Se ejercita por el mandante para que el mandatario le
rinda cuentas de las gestiones realizadas por su encargo, y por el mandatario para reclamar los gastos y
perjuicios ocasionados por el mandato.
Obligaciones del mandatario.
o Realizar el encargo recibido conforme a las instrucciones del mandante y a la naturaleza del negocio
confiado
o Dar cuenta al mandante de su gestión y transferirle los efectos del negocio por él celebrado
o Responder por dolo en derecho clásico y por culpa en derecho Justinianeo.
El mandante tiene la obligación de:
o Resarcir al mandatario de los gastos realizados en la gestión del mandato
o Asumir los efectos derivados de la gestión
o Indemnizar al mandatario por daños y perjuicios causados por la gestión.
5. Extinción del mandato
Cuando no se ha iniciado todavía la gestión: Por la revocación del mandate o renuncia del mandatario.
Cuando la gestión se ha iniciado, el mandante debe respetar las consecuencias del encargo y el
mandatario debe continuarlo hasta su cumplimiento.
Por la muerte del mandante y del mandatario.
6. Mandato de prestar dinero
Consiste en el encargo que el mandante da al mandatario de prestar dinero o abrir un crédito a favor de
un tercero.
Existe un mutuo entre el mandatario y el tercero al que se presta, contra el que se ejercita la condictio si
no paga.
Además, por el mandato existente, el mandatario dispone de la actio mandati contraria para accionar
contra el mandante si el deudor no paga o es insolvente.
4.4. Contrato de sociedad
1. Es un contrato consensual por el que dos o más personas se obligan recíprocamente a poner en común
bienes y/o trabajos, con el propósito de alcanzar un fin lícito y común a todos, del que cada uno de los
socios pretende obtener un beneficio que se distribuirá conforme a la proporción acordada.
2. Es muy importante la affetio societatis, es decir, la intención de constituir la sociedad y mantenerse en ella,
pues expresa el animus sociorum, como elemento integrador del consenso. Si desaparece el animus
sociorum desaparecerá la sociedad.
3. Es un contrato consensual, pues se contrae por el consentimiento expresado de cualquier forma, que debe
ser permanente y continuado.
4.
La aportación de los bienes o trabajos no tiene por qué ser igual para todos los socios
5. No tiene personalidad jurídica independiente.
6. Acción. De la sociedad nace la actio pro socio de buena fe, que se ejercita para liquidar las deudas
pendientes entre los socios como consecuencia del contrato.
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5. CONTRATOS INNOMINADOS
La denominación de contrato innominado alude, conforme indican Ulpiano y Paulo, a la falta de un título en
el edicto, como ocurre con las demás categorías típicas de contratos, bajo el que se agrupan las diversas
convenciones que, con posterioridad, adquieren la naturaleza de contratos y están protegidos con la acción
general de palabras prescritas (actio praescriptis verbis).
No significa, por tanto, que se trate de fi guras que no tengan un nombre propio. Alguna de ellas, como la
permuta, por ejemplo, no sólo fue siempre conocida de esta forma, sino que es una de las más antiguas,
junto con la donación
5.1 CONTRATO DE PERMUTA (trueque)
1. Tiene su origen en el trueque, cuando no existía la moneda.
2. La permuta se configura como un contrato innominado, real, sinalagmático, que produce la obligación de
transmitir la propiedad de las cosas intercambiadas, oneroso y de buena fe.
3. Puede ser objeto del contrato de permuta cualquier cosa mueble o inmueble que esté dentro del comercio,
es decir, cuyo tráfico comercial no esté prohibido por la ley.
4. La obligación de transmitir la propiedad de las cosas permutadas implica la garantía recíproca entre
ambos contratantes en orden a la posible evicción y vicios ocultos que pueden surgir en relación con las
mismas. No cabe pedir la rescisión por laesio enormis en caso de permuta, en contraposición a lo
establecido a partir de la época postclásica en materia de compraventa, probablemente porque no se llega
a concebir en la permuta que el intercambio de cosas puede producirse ante una necesidad extrema o en
una situación apremiante y, a consecuencia de ello, una desproporción relevante en el valor de las cosas
permutadas.
5. Entre las principales semejanzas y diferencias con la compraventa cabe indicar las siguientes:
a. El carácter consensual de la compraventa, frente a la naturaleza real de la permuta. Es decir, en la
permuta tiene que mediar la traditio para que nazca la obligatio.
b. La obligación de transferir la propiedad de las cosas permutadas se contrapone con la obligación, en
principio, de transmitir la cosa y garantizar su pacífica posesión por parte del vendedor en la época
clásica.
c. Es diferente la protección procesal otorgada a los intervinientes en los contratos de compraventa y en
los de permuta.
d. La venta de cosa ajena, de cosa futura y de esperanza, válidas en materia de compraventa, no lo son
en el marco de la permuta, ya que en la permuta es un contrato real (cosa), actual (no futura).
e. La rescisión de la venta en el caso de que se considere que se ha producido una desproporción
considerable entre el verdadero precio de la cosa puesta en venta y el precio recibido por el vendedor
(laesio enormis), no se prevé en caso de permuta.
f. En numerosos textos de las fuentes se señala la extensión, por analogía, de la responsabilidad por
evicción y vicios ocultos en la compraventa, a los supuestos de permuta.
g. En la Permutua, el precio es una referencia de la obligación, que se utiliza como responsabilidad en el
incumplimiento de una parte de la obligación de la entrega (el doble del valor).
h. La permutua se perfecciona con la datio que genera la obligación del otro. Protegido por actiones
específicas, con garantía reciprocas de vicios ocultos o evicciones por el pretor.
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6. En época justinianea, se habría producido el reconocimiento de la categoría de los contratos innominados,
protegidos todos ellos, no a través de actiones específicas para cada contrato, como sucedía respecto de
las fi guras específicas encuadradas en el resto de las categorías contractuales típicas, sino mediante:
a. Actio praescriptis verbis, dirigida a exigir el cumplimiento de la prestación.
b. La condictio ob causa datorum, ahora denominada condictio causa data causa non secuta, dirigida a
la repetición de lo entregado, en caso de permuta, en los supuestos en los que el incumplimiento se
haya debido a culpa del obligado.
c. En todos los supuestos en los que el incumplimiento se haya producido, con independencia de la
culpa del obligado, podrá exigirse la restitución o la correspondiente indemnización al permutante, a
través de la vía de la condictio ex poenitentiae.
5.2. AESTIMATUM O CONTRATO ESTIMATORIO
1. Es un contrato innominado de buena fe,
denominación de contrato estimatorio.
que se regula en el Derecho mercantil actual con la
2. Consistía la aestimatio en un acuerdo en virtud del cual una persona, tradens, entregaba a otra, accipiens,
una o varias cosas para su venta, en un periodo determinado, con precio tasado, comprometiéndose el
accipiens a proceder a la venta de la mercancía o, en caso de no poder efectuarse ésta, a restituir las cosas
recibidas.
3. El precio superior que, en su caso, obtuviese el accipiens por la venta de las cosas, le pertenecería, en
concepto de retribución por la gestión realizada.
4. Cabe la venta parcial, es decir, que el accipiens no logre vender todas las cosas, en cuyo caso, deberá
pagar el precio tasado de las vendidas y proceder a la restitución de las no vendidas
5. Se trata de un contrato frecuente entre almacenistas o vendedores al por mayor y minoristas o vendedores
ambulantes, que se perfeccionaba desde el momento en que el tradens procedía a la entrega efectiva de
las mercancías al accipiens.
6. Mediante la acción derivada del aestimatum se trataría fundamentalmente de exigir responsabilidad al
accipiens por parte del tradens, cuando aquél o bien no entrega el precio o bien no procede a la
devolución de las mercancías no enajenadas.
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