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Estudio-Vida de Génesis

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Estudio-vida de Genesis
CONTENIDO
1. GENESIS: ESQUEMA GENERAL Y PENSAMIENTO CENTRAL
2. LA REBELION Y LA CORRUPCION DE SATANAS
3. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (1): EL PROCESO
4. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (2): EL PROCESO
5. LAS LUMBRERAS DEL CUARTO DIA (UN PARENTESIS)
6. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (3): EL PROPOSITO
7. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (4): EL PROPOSITO
8. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (5): LA MAXIMA CONSUMACION
9. DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS (6): LA MAXIMA CONSUMACION
10.
EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA PARA CUMPLIR SU PROPOSITO
(1)
11. EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA PARA CUMPLIR SU PROPOSITO (2)
12. LA TRANSFORMACION PARA LA EDIFICACION EN EL FLUIR DE VIDA
13. LOS DOS ARBOLES (1)
14. LOS DOS ARBOLES (2)
15. LA LINEA DE LA VIDA EN LAS ESCRITURAS
16. LA LINEA DEL CONOCIMIENTO A LO LARGO DE LAS ESCRITURAS
17. DIOS SE FORJA COMO VIDA EN EL HOMBRE
18.LA PRIMERA CAIDA DEL HOMBRE
19. DIOS AFRONTA LA PRIMERA CAIDA DEL HOMBRE (1)
20.
LA SERPIENTE, LA MUJER Y LA SIMIENTE DE LA MUJER
21. DIOS AFRONTA LA PRIMERA CAIDA DEL HOMBRE (2)
22.
LA SEGUNDA CAIDA DEL HOMBRE (1)
23.
CAIN Y ABEL
24.
LA SEGUNDA CAIDA DEL HOMBRE (2)
25.
LA SEGUNDA CAIDA DEL HOMBRE (3)
26.
LA MANERA DE ESCAPAR DE LA CONSECUENCIA FINAL DE LA
CAIDA DEL HOMBRE
27.
LA TERCERA CAIDA DEL HOMBRE
28.
LA MANERA DE SALVARSE DE LA TERCERA CAIDA DEL HOMBRE (1)
29.
LA VIDA Y OBRA QUE CAMBIO LA ERA
30.
LA MANERA DE SALVARSE DE LA TERCERA CAIDA DEL HOMBRE (2)
31. SALVOS POR MEDIO DEL AGUA
32.
LA VIDA EN RESURRECCION (1)
33.
LA VIDA EN RESURRECCION (2)
34.
LA VIDA EN RESURRECCION (3)
35.
LA VIDA EN RESURRECCION (4)
36.
LA CUARTA CAIDA DEL HOMBRE
37.
EL SIGNIFICADO DEL LLAMADO DE DIOS
38.
EL TRASFONDO Y EL ORIGEN DEL LLAMAMIENTO DE DIOS Y LA
EXPERIENCIA DE LOS LLAMADOS
39.
EL MOTIVO Y LA FUERZA DEL LLAMAMIENTO
40.
EL PROGRESO OBTENIDO AL RESPONDER AL LLAMADO DE DIOS
41. VIVIR POR LA FE
42.
LA PRUEBA DEL LLAMADO
43.
LA VICTORIA DE LOS LLAMADOS
44.
CONOCER LA GRACIA PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA SIMIENTE Y LA TIERRA
45.
CONOCER LA GRACIA PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
EL PACTO DE DIOS CON ABRAHAM
46.
CONOCER LA GRACIA PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA ALEGORIA DE LAS DOS MUJERES
47.
CONOCER LA GRACIA PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA CIRCUNCISION CONFIRMA EL PACTO DE DIOS
48.
CONOCER LA GRACIA PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA REVELACION DEL TITULO DIVINO Y EL CAMBIO DE LOS NOMBRES
HUMANOS PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS
49.
CONOCER LA GRACIA PARA CUMPLIR EL PROPOSITO DE DIOS:
LA CIRCUNCISION QUE CUMPLE EL PROPOSITO DE DIOS
50.
VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
LA COMUNION CON DIOS EN EL NIVEL HUMANO
51. VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
UNA INTERCESION GLORIOSA
52.
VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
UN JUSTO DERROTADO
53.
VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
UNA COLUMNA DE SAL
54.
VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
LA DESCENDENCIA OBTENIDA POR INCESTO
55.
VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
LA DEBILIDAD ESCONDIDA Y LA INTERCESION VERGONZOSA
EL NACIMIENTO Y CRECIMIENTO DE ISAAC
56.
57.ISAAC ES OFRECIDO (1)
58.
ISAAC ES OFRECIDO (2)
59.
MUERTE Y SEPULTURA DE SARA
60.
EL MATRIMONIO DE ISAAC, UNA VIDA PRACTICA EN UNIDAD CON
EL SEÑOR
61. EL MATRIMONIO DE ISAAC, UNA FIGURA DE LA BODA DE CRISTO Y LA
IGLESIA
62.
SIN MADUREZ EN VIDA
63.
HEREDAR LA GRACIA
64.
DESCANSAR Y DISFRUTAR
65.
UNA DEBILIDAD NATURAL COMO ABRAHAM Y UNA VIDA NATURAL
COMO JACOB
66.
LA ELECCION
67.
BAJO LA MANO DE DIOS (1)
68.
BAJO LA MANO DE DIOS (2)
69.
BAJO LA MANO DE DIOS (3)
70.
BAJO LA MANO DE DIOS (4)
71. BAJO LA MANO DE DIOS (5)
72.
BAJO LA MANO DE DIOS (6)
73.
BAJO LA MANO DE DIOS (7)
74.
BAJO LA MANO DE DIOS (8)
75.QUEBRANTADO
76.
DESPUES DEL QUEBRANTAMIENTO
77. UNA VISTA PANORAMICA DEL EDIFICIO DE DIOS EN LAS ESCRITURAS
78.
TRANSFORMADO (1)
79.
TRANSFORMADO (2)
80.
TRANSFORMADO (3)
81.TRANSFORMADO (4)
82.
TRANSFORMADO (5)
83.
TRANSFORMADO (6)
84.
TRANSFORMADO (7)
85.
EL CONSTRUCTOR DE LAS COLUMNAS: EL HABIL HIRAM (1)
86.
EL CONSTRUCTOR DE LAS COLUMNAS: EL HABIL HIRAM (2)
87.
TRANSFORMADO (8)
88.
LA MANERA DE SER PERFECCIONADOS COMO COLUMNAS
89.
TRANSFORMADO (9)
90.
TRANSFORMADO (10)
91. TRES COLUMNAS Y UNA TORRE EN LA VIDA DE JACOB
92.
LA MADUREZ: EL PROCESO DE LA MADUREZ (1)
93.
LA MADUREZ: EL PROCESO DE LA MADUREZ (2)
94.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (1)
95.
LA BENDICION
96.
LOS TRASPASOS DE PRIMOGENITURA QUE CONSTAN EN LAS
ESCRITURAS
97.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (2)
98.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (3)
99.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (4)
100.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA BENDICION PROFETIZADA EN
CUANTO A JUDA, ZABULON E ISACAR (1)
101.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA BENDICION PROFETIZADA EN
CUANTO A JUDA, ZABULON E ISACAR (2)
102.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (5)
103.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE DAN, GAD, ASER Y NEFTALI
104.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (6)
105.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE JOSE Y DE BENJAMIN (1)
106.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE JOSE Y DE BENJAMIN (2)
107.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE JOSE Y DE BENJAMIN (3)
108.
LA MAXIMA CONSUMACION DE LA OPERACION QUE DIOS EFECTUA
EN LA BIBLIA
109.
LA MADUREZ: LA MANIFESTACION DE LA MADUREZ (7)
110.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (1)
111.
EL VIVIR DE JOSE CORRESPONDE A SU VISION
112.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (2)
113.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (3)
114.
EL SECRETO DE LA LIBERACION Y EXALTACION DE JOSE
115.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (4)
116.
JOSE DISCIPLINA A SUS HERMANOS
117.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (5)
118.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (6)
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (7)
119.
120.
LA MADUREZ: EL ASPECTO REINANTE DEL ISRAEL MADURO (8)
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE UNO
GENESIS: ESQUEMA GENERAL
Y PENSAMIENTO CENTRAL
¡Alabado sea el Señor por la Biblia! ¡Alabado sea el Señor por la vida, la vida divina, la
vida eterna, que contiene este libro! ¡Y alabado sea el Señor por habernos brindado la
oportunidad de tener un estudio-vida de Su Palabra divina con una congregación tan
grande! Si Dios quiere, a partir de hoy, 6 de abril del 1974, continuaremos este estudiovida que nos llevará por toda la Biblia, libro tras libro, cada fin de semana. Que el Señor
nos conceda Su bendita presencia y Su rica unción en todo nuestro estudio.
UN LIBRO MARAVILLOSO
La Biblia es un libro maravilloso. ¡Es el “libro” por excelencia! Fueron necesarios 1600
años para terminarlo, empezando con Moisés, el profeta más grande que Dios tuvo, y
terminando con el apóstol Juan. La Biblia fue confirmada 300 años más tarde (397 d. de
C.) en el concilio de Cartago en el norte de Africa. Poco después, la Iglesia Católica
impidió que el pueblo tuviese acceso a la Biblia. La Biblia quedó sellada por casi mil
años, desde el siglo sexto hasta el siglo quince. La historia le dio a ese período el nombre
de la Edad Media o el Oscurantismo. La sociedad humana cayó en tinieblas porque no
tuvo acceso a la Biblia, la cual contiene toda la luz divina.
Más adelante Dios usó a Martín Lutero para divulgar la Biblia durante la Reforma. Por
esos mismos días se inventó la imprenta, que permitió la impresión de la Biblia. Aunque
se publicó bastante, la Biblia no quedó muy abierta. Sin embargo, le damos las gracias al
Señor por haber abierto Su Palabra repetidas veces mediante muchos maestros
destacados en estos últimos cinco siglos. Permanecemos en la senda trazada por ellos y
les estamos agradecidos. No obstante, le damos muchísimas gracias al Señor por
habernos abierto la Biblia de una manera tan clara, proporcionándonos así un rico
estudio-vida de la Palabra viva.
EL ALIENTO DE DIOS
¿Qué es la Biblia? Sabemos que la palabra “Biblia” significa “el libro”. Pero ¿qué es este
libro? La Biblia misma dice que “toda la Escritura es dada por el aliento de Dios” (2 Ti.
3:16). La Biblia es el aliento de Dios. No es simplemente la palabra o el pensamiento de
Dios, sino Su mismo aliento. Todo lo que exhalamos es nuestro aliento, y este aliento
procede de nuestro ser. Por lo tanto, la Biblia, como aliento de Dios, es algo exhalado
desde el ser de Dios. La Biblia contiene el elemento mismo de Dios. Todo lo que Dios es
se encuentra en este libro divino. Dios es luz, vida, amor, poder, sabiduría y mucho más.
Todo eso constituye el ser de Dios y fue exhalado y plasmado en la Biblia. Cada vez que
abrimos este libro con un corazón abierto y con un espíritu abierto, podemos tocar
inmediatamente algo divino: no sólo pensamientos, conceptos, conocimiento, palabras o
frases, sino algo más profundo: tocamos a Dios mismo.
EL ESPIRITU Y LA VIDA
El Señor Jesús dijo que las palabras que El pronuncia son espíritu y son vida (Jn. 6:63).
¿Podemos imaginar que la Biblia como Palabra de Dios es el Espíritu? No son
simplemente palabras escritas en papel, sino algo más elevado, más profundo, más
completo y más rico; son Espíritu y son vida. Y la Biblia nos dice que el Espíritu es Dios
mismo (Jn. 4:24) y que la vida es Cristo (Jn. 14:6). No estoy diciendo que la Biblia sea
Dios mismo, sino que el Señor Jesús declara que lo dicho en la Biblia es el Espíritu, y el
Espíritu es Dios mismo, el Señor, quien es vida para nosotros. Cuando tenemos contacto
con la Palabra, tenemos contacto con Dios mismo y recibimos vida, si estamos en la
posición correcta y si estamos abiertos en nuestro corazón y espíritu.
Cuando llegamos a la Palabra divina, prácticamente todo nuestro ser participa.
Debemos llegar con un corazón que busca a Dios, con una mente clara y sobria, y con un
espíritu abierto. Si abrimos nuestro espíritu a Dios y a Su Palabra, podemos tocarlo a El
mismo en cada página impresa. No se trata de leer simplemente con nuestros ojos, de
entender con nuestra mente, ni de buscar con nuestro corazón, sino de tocar a Dios en
nuestro espíritu. Si ejercitamos todo nuestro ser de esta manera, no sólo recibimos una
revelación, sino que algo del elemento divino, revelado y comunicado por Su Palabra
será trasmitido en nuestro espíritu. Por tanto, Efesios 6:17-18 dice que debemos recibir
“la palabra de Dios ... con toda oración y petición”. Debemos tomar lo que dice la Biblia
no sólo leyéndolo y estudiándolo, sino también con toda oración. Debemos leer y
estudiar la Biblia con oración, es decir, debemos ejercitar nuestro espíritu para tener
contacto con el Señor por medio de la oración hecha con la lectura de la Palabra divina.
LA REVELACION PRINCIPAL DE LA BIBLIA
La Biblia revela principalmente la vida. La vida es el punto central de toda la Biblia. Pero
¿qué es la vida o quién es la vida? La respuesta se encuentra en la palabra del Señor
Jesús. El dice: “Soy la vida”, y “He venido para que tengáis vida”. La Biblia es la
revelación de Cristo como vida. Cada vez que abrimos la Biblia, debemos entender que
entramos en contacto con Cristo como vida nuestra.
La Biblia entera es un libro de vida, y esta vida es la persona misma de Cristo Jesús, una
persona divina y viviente, la cual es nuestra porción. Cuando abrimos la Biblia, debemos
entrar en contacto con El. No debemos repetir la triste historia del pueblo judío que
escudriñaba las Escrituras porque pensaba encontrar vida en ellas, pero no quería
acudir al Señor Jesús (Jn. 5:39-40). Nosotros no debemos acercarnos a la Biblia sin
tocar al Señor. Cada vez que abrimos la Biblia debemos decir: “Señor Jesús, Tú tienes
que estar aquí; éste no es un libro cualquiera, sino Tu revelación. No me gusta leer este
libro sin tener contacto contigo. No me gusta oír algo de ese libro sin oírte a Ti. No me
gusta leer ese libro sin verte a Ti. Me agrada ver Tu rostro. Quiero ver en las páginas lo
que Tú eres. Oh Señor Jesús, ilumina Tu Palabra y unge cada línea para que te pueda
tocar”. Necesitamos un espíritu así para tocar la Palabra viva.
Después de ser creado el hombre, fue puesto delante de dos árboles en el huerto de
Edén: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento. Si el hombre hubiese comido del
árbol de la vida, habría recibido la vida divina, la vida de Dios, representada por el árbol
de la vida. No obstante, el hombre fue tentado y tomó del árbol del conocimiento, el cual
representa una fuente que no era Dios, sino Satanás. Esto dio por resultado la muerte.
Vemos el mismo principio al allegarnos a la Biblia. Podemos tomar la Biblia como un
libro de vida y tener contacto con ella usando nuestro espíritu y orando al Señor para
recibirlo como vida mediante Su palabra, o podemos hacer de la Biblia un libro de
conocimiento al acercarnos a ella únicamente con nuestra mente, buscando
conocimiento en la letra. Esto nos trae muerte, mas nada de vida. En 2 Corintios 3:6 se
nos advierte que “la letra (es decir, las Escrituras impresas) mata, mas el Espíritu
vivifica”. No debemos hacer de la Biblia solamente un libro de letra que nos mata.
Debemos tomar la Biblia teniendo contacto con el Señor Espíritu para que sea Espíritu y
vida para nosotros.
OTRAS FUNCIONES DE LA BIBLIA
Además, tenemos algunos versículos que nos muestran que la Biblia tiene muchas otras
funciones. La Biblia tiene la sabiduría que nos puede hacer salvos (2 Ti. 3:15). Contiene
la función de producir fruto como una semilla. Por medio del contenido de la Biblia,
podemos volver a nacer, ser regenerados (1 P. 1:23). Después del nuevo nacimiento, las
palabras contenidas en la Biblia son leche y comida para nosotros y nos nutren y nos
hacen crecer en el Señor (1 P. 2:2; Mt. 4:4). Por tanto, debemos comer la Palabra (Jer.
15:16), es decir, ingerirla ejercitando nuestro espíritu mientras leemos la Biblia.
Además, la Biblia nos puede dar la mejor enseñanza y puede perfeccionar al hombre de
Dios (Ro. 15:4; 2 Ti. 3:16-17). Si pertenecemos al Señor y deseamos ser perfectos,
ciertamente podemos recibir perfección por medio de Su palabra divina.
EL ANTIGUO TESTAMENTO
La Biblia se compone de dos Testamentos: el Antiguo y el Nuevo. El Antiguo Testamento
es principalmente una predicción de Cristo, pues anuncia con palabras sencillas,
sombras, tipologías y muchas figuras al Cristo que vendría.
En Lucas 24 el Señor Jesús nos dice en dos ocasiones que el Antiguo Testamento fue
escrito en torno a El (vs. 27, 44). Podemos dividir el Antiguo Testamento en tres
secciones principales: Moisés (que significa la ley), los profetas y los salmos. El Señor
afirmó que cada sección del Antiguo Testamento contiene algo acerca de El. En Juan
5:39, el Señor también dice que las Escrituras, el Antiguo Testamento, dan testimonio
de El. En Hebreos 10:7, dijo: “En el rollo del libro (es decir, el Antiguo Testamento), está
escrito de Mí”. Por consiguiente, el Antiguo Testamento es principalmente un relato que
profetiza acerca de Cristo como el todo para el pueblo de Dios.
GENESIS
Ahora podemos iniciar nuestro estudio-vida de Génesis. El título original de ese libro
era: “En el principio”. La Septuaginta, o sea, la traducción del Antiguo Testamento al
griego, adoptó el título de Génesis, una palabra latina que significa dar nacimiento,
origen. Génesis produce el nacimiento de todo, da origen a todo. Génesis es el libro que
contiene todas las semillas de las verdades divinas. Todas las verdades divinas de toda la
Biblia fueron sembradas en ese libro.
I. EL ESQUEMA GENERAL
Cada libro de la Biblia presenta un esquema general. El esquema general de Génesis es
el siguiente:
Dios creó, Satanás corrompió, el hombre cayó
y Jehová prometió salvar.
¡No olvide jamás estos cuatro puntos!
El libro de Génesis contiene 50 capítulos, pero es muy sencillo: está dividido en tres
secciones. Los capítulos 1 y 2 constituyen la primera sección, los capítulos del 3 al 11, la
segunda, y los capítulos del 12 al 50, la tercera. Cada sección empieza con un nombre.
Los nombres de la primera y de la tercera sección son maravillosos, pero no el nombre
de la segunda sección. En la primera sección, leemos “Dios”, en la segunda sección, “la
serpiente” y en la tercera sección, “Jehová”. Dios creó, la serpiente corrompió, y Jehová
llamó.
¿Qué creó Dios? Dios creó los cielos y la tierra. Pero eso no es todo. Finalmente Dios
creó al hombre porque los cielos fueron creados para la tierra, la tierra para el hombre, y
el hombre para Dios. Una vez que Dios terminó la creación, el insidioso, la serpiente, se
infiltró para corromper. Corrompió verdaderamente la creación por medio de la
rebelión, de principio a fin. El capítulo once presenta toda la rebelión del linaje caído.
No había esperanza. Sin embargo, había esperanza porque Jehová vino y llamó a
Abraham para empezar algo nuevo. ¡Aleluya! Dios creó, y la serpiente corrompió; pero
Jehová llamó.
¿En qué sección está usted? Puedo testificar que hace cincuenta años yo me encontraba
en la segunda sección, pero hoy estoy en la tercera sección. Hace cincuenta años estaba
corrompido por la serpiente, pero ahora he sido llamado por Jehová.
Al parecer los primeros dos capítulos son el relato de la obra creadora de Dios. Más
adelante, en los 48 capítulos siguientes, encontramos las biografías de ocho personas
destacadas: Adán, Abel, Enoc y Noé, que forman un grupo de cuatro, y Abraham, Isaac,
Jacob y José, que forman otro grupo de cuatro. Cada grupo pertenece a un linaje
diferente. Los primeros cuatro pertenecen al linaje adámico, y los últimos cuatro al
linaje de Abraham. En el libro de Génesis encontramos dos padres: Adán, el padre del
linaje creado, y Abraham, el padre del linaje llamado.
¿Pertenece usted al linaje creado o al linaje llamado? Todos los llamados son hijos de
Abraham. Gálatas 3 nos dice que todo aquel que cree en Jesucristo es hijo de Abraham
(vs. 7, 29). ¡Aleluya! Originalmente fuimos creados, pero ahora somos llamados. En 1
Corintios 1:24 se declara que para los llamados, Cristo es poder de Dios y sabiduría de
Dios. Ya no somos el linaje que Dios creó, sino el que llamó, y lo seremos para siempre;
somos llamados a participar de Cristo y a disfrutar de El.
II. EL PENSAMIENTO CENTRAL
Cada libro de la Biblia presenta un pensamiento central. El pensamiento central de
Génesis es el siguiente:
Cristo es la esperanza y la salvación del hombre caído, y Dios hará que el
hombre caído cumpla Su propósito por medio de Cristo.
Cuando entendemos clara y completamente el libro de Génesis, podemos ver que
presenta a Cristo como la esperanza y la salvación del hombre caído. Por medio de
Cristo, Dios hará posible que el hombre caído cumpla Su propósito.
Génesis es un libro cuyo centro es Cristo, y Cristo es la vida para los que El restauró
desde la caída. ¿Por qué este libro nos presenta el relato de la creación en los primeros
dos capítulos? ¿Por qué nos proporciona las biografías de ocho personas en los cuarenta
y ocho capítulos siguientes? Necesitamos una comprensión profunda. Los primeros dos
capítulos son el relato de la creación, pero este entendimiento es superficial. El
pensamiento implícito allí está centrado en la vida. Esos dos capítulos constituyen un
relato de vida. Son demasiado sencillos y breves para ser un relato apropiado de la
creación. Dios no tenía la intención de que Génesis 1 y 2 fuese un relato de la creación,
sino una revelación de la vida.
Considere estos capítulos. Primero, afirman que Dios creó el universo, y que éste fue
arruinado y quedó vacío, desierto y lleno de tinieblas. Luego, el Espíritu de Dios vino a
cernirse a fin de producir vida. Después del Espíritu de vida, llegó la luz para producir
también la vida. Después fue hecho el firmamento para dividir las aguas de muerte.
Luego la tierra surgió de las aguas de muerte. La tierra apareció con el propósito de
generar vida, e inmediatamente brotó toda clase de vida vegetal. Luego surgió la vida
animal en el agua, la vida animal en el aire, y la vida animal sobre la tierra, y finalmente
surgió la vida humana. Después de la vida humana viene la vida divina, representada
por el árbol de la vida. Por consiguiente, podemos ver que estos dos capítulos, en
realidad, no son el relato de la creación, sino de la vida.
¿Qué podemos decir de la biografía de las ocho personas? Si volvemos a leer Génesis con
detenimiento, nos sorprenderá el hecho de que estas biografías no hablan mucho de las
obras de esos hombres. Más bien relatan su vida, su conducta y su andar con Dios. La
Biblia nos dice poco de lo que hizo Adán, pero menciona cuánto vivió: 930 años. Si
quisiéramos escribir la biografía de Adán, necesitaríamos centenares de páginas para
contar sus actividades y todo lo que hizo. No obstante, Génesis nos cuenta solamente la
manera en que Adán anduvo en la presencia de Dios.
Llegamos a Abel, y luego a Enoc. Lo único que dice Génesis acerca de Enoc es que
caminó con Dios, y que finalmente fue arrebatado a la presencia de Dios. Esto es
maravilloso. Quisiera ser ese tipo de persona, sin hacer nada y sin ser nada, solamente
caminando con el Señor hasta el día que El me llame a Su presencia.
Usted se preguntará: ¿No hizo Noé alguna obra? Sí, hizo una obra, pero no conforme a sí
mismo ni tampoco para sí mismo. Lo hizo todo conforme a la revelación de Dios y para
cumplir el propósito de Dios. Pasamos a Abraham, Isaac, Jacob y José. Nos resulta
difícil encontrar alguna buena obra en Abraham, en Isaac o en Jacob. Parece que José,
el hijo de Jacob, hizo algo, pero si observamos el relato, nos daremos cuenta de que las
actividades de José fueron la parte reinante de Jacob. José gobernó como rey.
En realidad, Génesis no es un libro que habla de la creación ni tampoco de biografías. Es
un libro de vida. Dios usa el relato de la creación para mostrar la vida. Usa las biografías
de ocho personas para mostrar cómo El necesita una vida que cumpla Su propósito. En
este libro la última vida fue la de Jacob, aquel que finalmente fue llamado Israel,
príncipe de Dios. Esta es la intención de Dios: obtener un Israel. Todos debemos ser
llevados a la posición en la cual Dios pueda considerarnos Su Israel. Se trata
enteramente de la vida. Por tanto, Génesis se centra en la vida, y esta vida es Cristo.
III. EL CONTENIDO
Ahora llegamos a lo que es el contenido de Génesis.
A. El deseo de Dios y Su propósito, 1:1—2:3
La obra creadora de Dios no sólo cumple Su deseo y Su propósito, sino que también
revela el deseo que El tiene en el universo y manifiesta Su propósito en la eternidad.
Todo lo que hacemos expresa nuestro deseo. A pesar de nuestro silencio, lo que hacemos
manifiesta nuestro propósito. Cuando Dios creó los cielos, la tierra llena de tantas cosas,
y finalmente al hombre a Su propia imagen y con autoridad sobre todas las cosas
creadas, El tenía ciertamente un propósito. Con Su creación podemos ver que El tenía
un deseo y un propósito.
1. La creación original de Dios, 1:1
a. El motivo
Según Efesios 1:5, 9, el motivo de la creación original de Dios fue Su deseo y Su
beneplácito. Dios llevó a cabo la creación original para cumplir Su deseo y satisfacer Su
beneplácito. El deseó crear y le agradó hacerlo; por tanto, El lo hizo para complacerse a
Sí mismo.
b. El propósito
Existen dos aspectos en el propósito de Dios al crear. Primero, el propósito de Dios en
Su creación es glorificar a Su Hijo (Col. 1:15-19). Aunque no encontramos en Génesis 1 y
2 la expresión Hijo de Dios ni el nombre Cristo, vemos en Romanos 5:14 que Adán
prefiguraba a Cristo. Adán, creado a la imagen de Dios, tipificaba a Cristo. En Adán
podemos ver algo de Cristo. El propósito de Dios en Su creación consiste en glorificar a
Su Hijo Jesucristo.
Segundo, la creación manifiesta a Dios mismo. Los cielos y la tierra nos dan a entender
algo de Dios, y el hombre nos muestra algo de Dios. Dios es manifestado en el hombre,
particularmente por medio de Cristo Su Hijo. Cristo es la corporificación de Dios (Col.
2:9). Cuando Cristo es glorificado en el hombre en medio de la creación, Dios también
es manifestado.
¿Por qué creó Dios los cielos? ¿Cuál era Su propósito? Si leemos la Biblia con atención,
veremos que los cielos existen por causa de la tierra. Aun los científicos pueden
comprobar eso. Por tanto, muchas cosas que pertenecen a los cielos son indispensables
para la tierra: el resplandor del sol, el agua y el firmamento son vitales para la tierra.
Entonces, ¿para qué sirve la tierra? La Biblia enseña que la tierra existe para el hombre.
Zacarías 12:1 dice que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu en el
hombre. Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra para el hombre, y el hombre
para Dios. Dios creó al hombre como entidad corporativa para que lo contuviera a El, lo
expresara y lo glorificara.
c. La base
La base de la creación es la voluntad y el plan de Dios (Ef. 1:10). Apocalipsis 4:11 nos
dice claramente que todas las cosas fueron creadas conforme a la voluntad de Dios. Dios
tiene una voluntad, y conforme a esta voluntad El concibió Su plan. Conforme a esa
voluntad y plan, El creó todas las cosas.
d. El medio
El medio de la obra creadora de Dios fue el Hijo de Dios (Col. 1:15-16; He. 1:2b) y la
Palabra de Dios (He. 11:3; Jn. 1:1-3). La Biblia nos muestra claramente que Dios creó los
cielos y la tierra por medio de Cristo como Hijo de Dios y como Su Palabra. El Hijo de
Dios y la Palabra de Dios son uno solo.
Todos debemos entender que el propósito central y eterno de Dios gira totalmente en
torno a Su Hijo, Cristo. La Biblia enseña que cuando Dios creó los cielos y la tierra y
todas las demás cosas, El lo hizo por medio de Cristo y por Cristo. Todo fue hecho por
medio de Cristo, por Cristo, y en cierto sentido, en Cristo. Desde la creación, todas las
cosas subsisten en Cristo. Cristo es el eje que sostiene todas las partes del universo.
Hebreos 1:3 dice que Cristo sustenta todas las cosas por la palabra de Su poder, y en
Colosenses 1:17 vemos que todas las cosas subsisten en Cristo. Aparentemente la tierra
está colgada sobre la nada, pero en realidad es sustentada por Cristo. Si un solo planeta
se saliese de su órbita normal, se produciría una terrible colisión. Pero el Señor lo
sostiene todo. ¡Aleluya!
¿Por qué Cristo lo sostiene todo? Lo sostiene todo para Su gloria, para Su Cuerpo. Si los
cielos se desintegrasen y la tierra cayera, entonces ¿dónde estaríamos y dónde estaría el
Cuerpo? Tenemos una buena tierra donde vivimos y caminamos, y los cielos nos sirven.
Cuando necesitamos el resplandor del sol, los cielos lo mandan. Cuando necesitamos la
lluvia, ésta llega. Cuando necesitamos el aire, ahí está. No hay aire en la luna, pero
alrededor de la tierra está el firmamento, el aire. Los cielos sirven a la tierra, y la tierra
nos sirve a nosotros, y nosotros estamos aquí para el Cuerpo y somos el Cuerpo. Cristo
ama al Cuerpo. Por causa de Su Cuerpo, El sostiene todo el universo. ¡Aleluya!
e. El proceso
Job 38:4-7 revela el proceso de la obra creadora de Dios. Los cielos y todas sus huestes y
ángeles fueron creados primero. La tierra, probablemente con algunos seres vivos, fue
creada en segundo lugar. Decimos “probablemente” porque no hay ninguna declaración
específica de ello. Algunos pasajes de la Palabra nos permiten hacer deducciones. Job
38:4-7 afirma que cuando Dios puso el fundamento de la tierra, ya estaban allí las
estrellas y los ángeles (los hijos de Dios). Esto demuestra que los cielos con todas las
estrellas y los ángeles fueron creados en primer lugar, y que la tierra fue creada después.
1) En el principio
Ahora llegamos al primer versículo del primer capítulo: “En el principio...” En la Biblia
la frase “en el principio” se usa de dos maneras, la primera vez en Génesis 1:1 y la
segunda vez en Juan 1:1. El principio mencionado en Juan 1:1 fue anterior al principio
mencionado en Génesis. El principio mencionado por Juan es el principio en la
eternidad, un principio sin ningún comienzo. El principio de Génesis 1 fue el comienzo
del tiempo, el cual empezó con la creación. Juan se refiere a la eternidad, mientras que
Génesis se refiere al tiempo.
2) Dios crea
En el principio Dios creó. Es bastante interesante observar que en esta frase el sujeto
“Dios” está en plural y el verbo “creó” en singular. ¿Significa eso que existen varios Dios
es? Indudablemente ésta es una semillita de la Trinidad. Dios es uno, pero a la vez es
triuno. En el mismo capítulo (v. 26) El se llama a Sí mismo “nosotros”: Dios dijo:
“Hagamos al hombre”. Dios es uno, pero el pronombre usado es “nosotros”. No
podemos explicar eso. Dios es uno, y sin embargo es triuno. El Dios Triuno vino para
crear.
Génesis 1 y 2 usa tres verbos distintos acerca de la creación y la restauración: crear,
hacer y formar. Crear significa traer algo a la existencia de la nada. Sólo Dios puede
crear. Nosotros no podemos crear. Sólo podemos hacer. Hacer significa usar algo que ya
existe para producir algo distinto. Dios no creó la luz en el primer día, ni creó la tierra en
el tercer día, porque la luz ya existía y la tierra se encontraba sepultada bajo las aguas
profundas. En el primer día, Dios no creó sino que mandó. Dios dijo: “Sea la luz”, y la
luz fue. En el tercer día, Dios mandó que la tierra sepultada saliese de las aguas muertas.
Esto no fue un acto de creación, sino algo que hizo. Más adelante, Dios dio al hombre un
cuerpo físico. Fue una formación. Dios formó al hombre del polvo.
La obra creadora de Dios se halla en el versículo 1 y Su obra de restauración empieza en
el versículo 3. No dice que Dios hizo los cielos, ni que Dios formó la tierra. Dice que Dios
creó los cielos y la tierra.
3) La creación demuestra
la existencia de Dios
La creación declara la gloria de Dios, y demuestra por ende que El existe. Los cielos
declaran la gloria de Dios, y el firmamento, el espacio, muestra la obra de Sus manos
(Sal. 19:1-2). Aunque el poder divino y la Deidad son invisibles, el hombre puede
entenderlos mediante las cosas hechas. El hombre puede entender y no tiene excusa
(Ro. 1:20). Considere la creación; ¿cómo podría uno decir que Dios no existe?
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE DOS
LA REBELION Y LA CORRUPCION DE SATANAS
2. La rebelión y la corrupción de Satanás
Llegamos ahora a la rebelión y la corrupción de Satanás. Estudiar este tema ahora puede
sorprender. Hemos considerado la obra creadora de Dios y de repente pasamos a la
rebelión de Satanás. ¿Qué significa esto? Debemos empezar a abordar ese asunto con
una mente sobria a fin de entenderlo claramente.
Muchos cristianos sinceros piensan que el tema de los primeros dos capítulos de
Génesis está en 1:1. Se les ha dicho que esos dos capítulos presentan el relato de la
creación, y que el tema está contenido en el primer capítulo y el primer versículo. No
obstante, si el versículo 1 es el tema, ¿por qué el versículo 2 empieza con “Y”? “Y”
significa que se produce algo, y que después sigue otra cosa. “Y” es una conjunción que
enlaza dos cosas: la primera sucede y la segunda viene luego. Aun la gramática muestra
que el versículo 1 no es el tema, sino parte de la descripción. Describe el primer
acontecimiento de una serie. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y...” Esto
significa que después de que Dios creó, sucedió algo.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía”.
La versión Concordant de Génesis traduce el versículo de esta manera: “Sin embargo, la
tierra vino a ser un caos y estaba vacía”. La versión Concordant no dice “Y”, sino “Sin
embargo”. En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Sin embargo, la tierra vino a ser
un caos y estaba vacía. Un caos es una confusión. La tierra vino a ser un caos:
desordenada y vacía. Si usted construye algunas viviendas y nadie las ocupa, entonces se
dice que están vacías. Podemos traducir esta frase “un caos y vacía” o “desolada y vacía”.
Algo ocurrió entre los versículos 1 y 2, y eso hizo que la tierra quedara desolada y vacía.
a. El origen de Satanás
Satanás fue un ángel que Dios creó antes de crear la tierra. El libro de Job (38:4-7) nos
dice que cuando Dios midió los cimientos de la tierra, los hijos de Dios (los ángeles)
daban voces de alegría. Esto demuestra que Dios creó los ángeles antes de crear la tierra.
En Ezequiel 28, vemos que Satanás no era uno de los ángeles, sino el principal arcángel,
el jefe de todos los ángeles.
Ezequiel 28 describe la posición que Satanás tenía en el universo antes de su rebelión y
corrupción. Todo ese capítulo parece hablar del rey de Tiro. No obstante, el versículo 13
dice: “En Edén, en el huerto de Dios estuviste”. Si leemos el contexto, nos daremos
cuenta de que éste no era el huerto de Edén en el cual fue puesto Adán. Este Edén no
estaba sobre la tierra, sino en los cielos, en el santo monte de Dios.
“De toda piedra preciosa era tu vestidura”. El estaba vestido de piedras preciosas. G. H.
Pember dijo que esto hace referencia a su morada. Su morada estaba hecha con piedras
preciosas.
“Los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu
creación”. Antiguamente los instrumentos musicales como los tamboriles y las flautas
estaban destinados a los reyes (Dn. 3:5; 6:18). Esto indica que Satanás era un rey, y que
ocupaba la posición más elevada de ese universo. Esta fue la razón por la cual aun el
Señor Jesús lo llamó “el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31). El apóstol también lo llama
“el príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2). Lucas 4:5-6 también confirma esto. “Le
llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.
Y el diablo le dijo: A Ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha
sido entregada, y a quien quiero la doy”. ¿Era eso una mentira? Si lo hubiera sido, el
Señor Jesús habría reprendido a Satanás. El Señor no lo reprendió; por tanto, debe de
ser un hecho. Satanás, el diablo, le dijo al Señor que todos los reinos del mundo y toda
su gloria le habían sido entregados. Satanás dijo también: “a quien quiero la doy”.
¿Cuándo entregó Dios todas estas cosas a Satanás? Esto se produjo ciertamente antes de
Adán, antes del mundo de Adán. Al leer la plena revelación de la Biblia, podemos ver
que Dios nombró a Satanás como cabeza de ese universo, y que Dios entregó en su mano
todas las cosas creadas en los cielos y sobre la tierra. Por tanto, él se convirtió en “el
príncipe del mundo”. Su posición y rango eran tan elevados que ni aun “Miguel el
arcángel ... se atrevió a proferir juicio de maldición contra él” (Jud. 9). Miguel era uno
de los arcángeles (Dn. 10:13). El hecho de que no se atrevió a reprender a Satanás
demuestra que el rango de Satanás era superior al suyo. Por tanto, podemos deducir que
Satanás debe de haber sido el arcángel más elevado.
Leamos el versículo 14: “Tú, querubín grande, protector”. Satanás era el “querubín
grande, protector”. Esto significa probablemente que él cubría (véase Ex. 25:20) el arca
de Dios en los cielos (Ap. 11:19). “Yo te puse en el santo monte”. Dios hizo eso. Dios
ungió y designó al arcángel para cubrir Su arca. Ezequiel nos dice que los querubines
llevan la gloria de Dios (9:3; 10:18) y que están muy cerca del trono de Dios (10:1; 1:26).
Esto demuestra que Satanás, antes de su rebelión, cuando era el querubín ungido que
cubría el arca de Dios, debe de haber tenido una posición muy cerca de Dios, llevando la
gloria de Dios. Ezequiel también nos dice que los querubines son los cuatro seres
vivientes que Dios usa de una manera particular (10:20). Los cuatro seres mencionados
en Ezequiel son semejantes a los de Apocalipsis (Ez. 1:10; cfr. Ap. 4:7) que tomaban la
iniciativa entre las criaturas para adorar a Dios. Esto revela que el Satanás de hoy, el
adversario de Dios, originalmente el querubín ungido, debe de haber sido designado
especialmente por Dios como cabeza entre todas Sus criaturas, y que llevaba Su gloria y
conducía a los demás a adorar a Dios. Esto parece indicar que el arcángel ungido tenía
también el sacerdocio. Es posible que haya sido el sumo sacerdote en la adoración
universal de Dios.
“En el santo monte de Dios, allí estuviste”. Indudablemente esto se produce en los
cielos. “En medio de las piedras de fuego te paseabas”. En Exodo 24:10, 17, Moisés,
Aarón y muchos otros vieron debajo del trono de Dios piedras preciosas que tenían la
gloria de Dios, semejantes al fuego ardiente. Estas deben de ser las piedras de fuego. Así
podemos deducir que el querubín ungido tenía el privilegio particular de moverse en la
esfera donde se hallaba la gloria de Dios.
Además de Ezequiel 28, Isaías 14:12 nos ayuda también a ver el origen de Satanás. Nos
dice que Satanás era el “Lucero, hijo de la mañana”. Así como el lucero es la principal
estrella, Satanás debe de haber sido el líder de todos los ángeles. El título “hijo de la
mañana” muestra que él existía desde temprano, desde el comienzo del universo. Por
tanto, Satanás, desde los primeros días del universo, era la cabeza de los ángeles, y
brillaba como el lucero.
El origen de Satanás era maravilloso. El era el querubín ungido de Dios, aquel que
estaba más cerca de Dios, y que tenía la posición más elevada en la creación de Dios. No
sólo tenía el reinado, sino también el sacerdocio, la misma posición que nosotros los
redimidos de Dios tendremos para siempre (Ap. 5:9-10; 20:4-6). Pero fue despojado de
su posición y de su oficio cuando se rebeló contra Dios. Ahora Dios nos ha escogido
como Sus sacerdotes y reyes, para que asumamos la posición y el oficio que tenía
Satanás, lo avergoncemos y glorifiquemos a Dios.
b. La rebelión de Satanás
Ezequiel 28:15 indica que Satanás era perfecto en sus caminos desde el día en que fue
creado. Por supuesto, Dios no creó un Satanás maligno. Dios creó un arcángel bueno y
perfecto. Sin embargo, en cierto momento este arcángel, el querubín ungido, se rebeló
contra Dios.
1) La causa
Satanás se rebeló contra Dios por el orgullo de su corazón. Ezequiel 28:17 indica que su
corazón se había elevado debido a su belleza él corrompió su sabiduría a causa de su
resplandor. El estaba, “lleno de sabiduría, y acabado de hermosura”; él era “el sello de la
perfección” (Ez. 28:12) lo cual significa que tenía la plena medida en todo y que no le
faltaba nada. Pero él contempló su belleza y se enorgulleció. El miró su resplandor y se
corrompió. Poner los ojos en lo que Dios ha hecho por nosotros y olvidarnos de Dios
mismo siempre nos incita a enorgullecernos. El orgullo fue la causa de la rebelión de
Satanás. Por tanto, el apóstol nunca permitía que un “recién convertido” fuese puesto
como anciano de la iglesia, “no sea que cegado por el orgullo, caiga en la condenación
del diablo” (1 Ti. 3:6). El diablo puede usar todas las virtudes y cualidades naturales, y
todos los dones espirituales para volvernos orgullosos. Incluso el apóstol Pablo podía
exaltarse desmedidamente por “la excelente grandeza de las revelaciones” (2 Co. 12:7).
El diablo orgulloso sigue rondando la tierra, buscando devorar a los orgullosos (1 P.
5:8). La única manera de resistirle consiste en humillarnos, en vestirnos de humildad;
porque “Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da gracia” (1 P. 5:9, 5-6). El
Señor Jesús es un buen ejemplo de esto. Satanás se exaltó a sí mismo, pero el Señor
Jesús “se humilló a Sí mismo” (Fil. 2:8). Por tanto, el Señor venció a Satanás, y éste no
tenía nada en El (Jn. 14:30).
2) El propósito
El propósito de la rebelión de Satanás era exaltarse a sí mismo para ser igual a Dios. En
Isaías 14:13-14, vemos que en cinco ocasiones Satanás se refiere a sí mismo en el
momento de la rebelión. “[Yo] subiré ... levantaré mi trono ... en el monte del testimonio
me sentaré ... sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”.
Satanás quería ser igual a Dios. Este fue el propósito de su rebelión contra Dios.
La causa de todas las rebeliones relatadas en la Biblia es la ambición de una posición. La
rebelión de Babel (Gn. 11:4), la rebelión de Datán, Abiram y los doscientos cincuenta
príncipes israelitas (Nm. 16:1-3), y la rebelión de Absalón (2 S. 15:10-12), fueron
causadas por la maligna ambición de obtener una posición. Sin embargo, el Señor Jesús
“se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo ... por lo cual Dios también le exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil. 2:7, 9).
3) El proceso
Satanás inició la rebelión contra Dios con la maligna intención de derribar la autoridad
de Dios (Ez. 28:15-18; Is. 14:13-14).
El no se rebeló solo, sino que fue acompañado de gran parte de los ángeles que se
rebelaron bajo su mando. En Apocalipsis 12:4, 9 descubrimos que una tercera parte de
las estrellas del cielo, o sea una tercera parte de los ángeles, lo siguieron. (En Apocalipsis
las estrellas representan a los ángeles.) En Mateo 25:41 el Señor Jesús se refirió al
“diablo y sus ángeles”. Efesios 2:2 describe a Satanás como el “príncipe de la potestad
del aire”, y Efesios 6:12 nos revela que los principados y potestades están en el aire.
Estos principados y potestades eran los ángeles que estaban bajo el mando de Satanás y
que gobernaban el universo preadamítico. Por tanto, son las potestades de los aires.
Cuando Satanás se rebeló contra Dios, la mayoría de sus ángeles lo siguió en su rebelión,
convirtiéndose así en los ángeles caídos, los espíritus malignos. Ahora en el universo
existen dos categorías de ángeles: los buenos y los malos. Los ángeles buenos
permanecen con Dios; los malos están aliados con Satanás en contra de Dios.
Los seres vivos que estaban en la tierra en aquel tiempo, y que más tarde se convirtieron
en los demonios de esta tierra, también se unieron a Satanás en su rebelión.
Si leemos los cuatro evangelios veremos que en esta tierra hay otra clase de espíritus: los
demonios. ¿Quiénes son los demonios y qué son? La mayoría de los cristianos se
imaginan que los demonios son idénticos a los ángeles caídos, pero según Efesios, los
ángeles caídos viven en el aire, y no en la tierra. Los cuatro evangelios revelan que,
hablando con propiedad, los demonios nunca entran en el aire, sino que se mueven
sobre la tierra o entran en el agua, su morada. Recuerden el incidente del hombre
poseído por muchos demonios (Mt. 8:28-32). Cuando el Señor Jesús expulsó a los
demonios, éstos le pidieron permiso de entrar en una piara. Después de entrar en los
cerdos, se precipitaron al mar, donde les gusta permanecer.
Mateo 12:22-27 y 43-45 tiene muchas cosas que confirman este punto. En este pasaje
descubrimos que Satanás tiene un reino diabólico y que él es el “príncipe de los
demonios”. Leamos el versículo 43: “Cuando el espíritu inmundo [el demonio] sale del
hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla”. El demonio que fue
echado fuera del hombre ciego y mudo buscaba descanso y no lo podía encontrar en
lugares secos. Esto demuestra que el lugar de reposo, la morada, de los demonios se
encuentra en el agua. El versículo 44 nos relata lo que les sucede cuando no hallan agua.
“Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí...” Esta “casa” es el cuerpo físico del ser
humano. La morada de los demonios es el agua, y su morada temporal es el cuerpo
humano.
Hechos 23:8-9 demuestra que los demonios no son ángeles caídos. En estos dos
versículos vemos que los ángeles y los espíritus están clasificados como seres diferentes.
Aun los antiguos fariseos judíos ponían a los demonios y a los ángeles en categorías
separadas. Si leemos los cuatro evangelios detenidamente, descubriremos que los
demonios también son llamados espíritus malignos. Los ángeles son espíritus y los
demonios también lo son.
¿Quiénes son los demonios? ¿Por qué a los demonios les gusta entrar en el agua o en el
cuerpo humano? En el famoso libro de G. H. Pember Earth’s Earliest Ages [Las
primeras eras de la tierra], él llevó a cabo un estudio notable y profundo sobre el tema.
La geología y la arqueología han descubierto que la tierra no tiene sólo seis mil años,
sino que ha existido mucho más tiempo. El concepto según el cual la tierra sólo tenía
seis mil años de edad, partiendo de Adán, llevó a algunos ateos y a algunos cristianos
modernistas a decir que había un error en Génesis 1. Los arqueólogos han descubierto
fósiles de huesos que tienen miles y miles de años. Sin embargo, el señor Pember
encontró la respuesta. Entre Génesis 1:1 y 1:2 transcurre un período que él llamó el
intervalo. Nadie puede determinar cuánto duró ese intervalo. De todos modos, debe de
haber sido un período muy prolongado. Después de examinar este asunto cabalmente,
Pember dedujo que en cierto momento después de la creación original, Satanás y sus
ángeles se rebelaron. Además Pember dedujo, basándose en el relato bíblico, que en la
edad preadamítica existían en la tierra algunos seres vivos que tenían espíritu, y que
dichos seres también se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Por consiguiente,
Satanás, junto con sus ángeles caídos y estos seres, fueron juzgados por Dios. Después
de ser juzgados por Dios, estos seres perdieron sus cuerpos y se convirtieron en espíritus
incorpóreos. Esta es la razón por la cual los demonios procuran entrar en un cuerpo
físico.
El agua con la cual Dios los juzgó vino a ser el abismo donde los demonios deben vivir.
Pember también demostró que debajo del agua se halla el lugar que llaman el abismo.
La traducción griega de Génesis 1:2 usa la palabra “abismo” en vez de “profundidad”. El
abismo constituye la morada de los demonios.
Un día, mientras Jesús navegaba por el mar, un fuerte viento empezó a soplar, y se
levantó una gran tormenta. El Señor Jesús no oró; El mandó al viento que se detuviese y
a la tormenta que callase (Mt. 8:23-27). ¿Por qué el aire se llenó de viento y una
tempestad agitó el agua? Porque había ángeles caídos en el aire y demonios en el agua.
Sabían que Jesús iba a la otra orilla para echar fuera demonios (Mt. 8:28-32). Hoy en
día, el aire sigue lleno de ángeles caídos y la tierra llena de demonios.
Nosotros los hijos de Dios deberíamos conocer estos asuntos del universo y
particularmente de la tierra. Los ángeles malignos siguieron a Satanás en su rebelión
contra Dios. Los demonios, otra clase de seres, son espíritus incorpóreos que viven en el
agua y obran en la tierra. Satanás es el príncipe de este mundo, el cual incluye la tierra y
el aire. En el reino de Satanás se hallan los ángeles caídos, en el aire, los demonios, en el
agua, y los seres humanos caídos sobre la tierra.
4) El resultado
a) Satanás fue juzgado por Dios
La rebelión de Satanás produjo el juicio de Dios. Dios no podía tolerar ninguna rebelión
entre Sus criaturas. Inmediatamente después de la rebelión de Satanás, Dios pronunció
Su juicio sobre él. “Se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus calumnias ...
pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del
fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón ... corrompiste tu sabiduría ... yo te
arrojaré por tierra ... con la multitud de tus maldades ... profanaste tu santuario...” (Ez.
28:15-18). “Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Is. 14:15).
b) Los cielos y la tierra fueron juzgados
Indudablemente los cielos y la tierra se degradaron por la rebelión de Satanás. Dios
reprendió a Satanás: “Profanaste tu santuario” (Ez. 28:18). Por tanto, los cielos y la
tierra también fueron juzgados por Dios. Job 9:5-7 relata que Dios arrancó los montes
con Su furor, e hizo temblar sus columnas; mandó que el sol no saliera, y selló las
estrellas. ¿Cuándo hizo Dios todo eso? No podemos encontrar nada de esto en la historia
de la humanidad. Debe de haber ocurrido antes del mundo de Adán, cuando Dios juzgó
los cielos y la tierra a causa de la rebelión de Satanás y de sus seguidores. El juicio de
Dios impidió que las estrellas resplandecieran. La tierra se cubrió de tinieblas. El hecho
de que la tierra, después de ser juzgada por Dios, fuese sepultada debajo de las aguas
profundas comprueba que Dios debe de haberla juzgado inundándola con agua. Por
tanto, “la tierra quedó desolada y vacía (heb.)”, sepultada debajo de las aguas profundas,
y cubierta de tinieblas (Gn. 1:2).
Isaías 45:18 nos dice que Dios no creó la tierra como un lugar desolado. Job 38:4-7
muestra que Dios creó la tierra con orden. Dice que cuando Dios “fundaba la tierra”,
ordenó las medidas de la tierra y “extendió sobre ella cordel”, “cantaban juntas las
estrellas del alba y gritaban de gozo todos los hijos de Dios” (los ángeles). Cuando Dios
fundaba la tierra, ordenó sus medidas y extendió sobre ella cordel. Esto significa que El
la creó con orden. Por tanto, cuando las estrellas del alba la vieron, se regocijaron y
profirieron alabanzas, y cuando los ángeles la vieron, dieron voces de júbilo. ¿Cuándo
sucedió eso? Debe de haber sucedido en Génesis 1:1, y no en Génesis 1:2. ¿Cómo podían
cantar las estrellas del alba y los ángeles regocijarse cuando la tierra quedó desolada y
vacía?
Cada vez que las palabras “desolada y vacía” son usadas juntas en el Antiguo
Testamento, denotan el resultado de un juicio. Lo vemos en Jeremías 4:23, en Isaías
24:1 y 34:11. Todo lo que Dios juzga queda desolado y vacío. La tierra quedó desolada y
vacía porque fue juzgada por Dios.
Las tinieblas que estaban sobre la faz del abismo también eran una señal que indicaba
que el universo de esa era había sido juzgado, porque las tinieblas provienen del juicio
de Dios (cfr. Ex. 10:21-22; Ap. 16:10).
Por tanto, la tierra mencionada en Génesis 1:2 no se encontraba en la misma condición
en que fue creada originalmente por Dios. Dios la creó con orden, pero “quedó desolada
y vacía”. La expresión “quedó” es la misma que aparece en Génesis 19:26, donde vemos
que la esposa de Lot “se volvió” una columna de sal. No era una columna de sal, sino que
se convirtió en una. Según esto, la tierra no estaba desolada y vacía originalmente, sino
que se volvió así.
c) Los ángeles rebeldes y los demonios
fueron juzgados
Cuando Dios juzgó a Satanás y al universo que estaba debajo de él, también debe de
haber juzgado a los ángeles que lo siguieron y a los seres vivientes que estaban sobre la
tierra en aquella época, los cuales se le unieron en su rebelión. Después de ser juzgados
los ángeles rebeldes, se convirtieron en las “huestes espirituales de maldad” que están
en el aire (Ef. 6:12) y los seres vivientes vinieron a ser espíritus incorpóreos, los
demonios moraban en el agua con la cual fueron juzgados.
Aunque Satanás, los ángeles rebeldes y los demonios fueron juzgados por Dios, siguen
activos y laboran hoy, porque todavía no se ha ejecutado el juicio sobre ellos. Un día se
cumplirá totalmente (Ap. 12:12; Mt. 8:29; Lc. 8:31). Hoy Satanás todavía puede ir a Dios
para acusar al pueblo de Dios (Job 1:6-12; 2:1-7; Ap. 12:10). Todavía anda por la tierra
“buscando a quien devorar” (1 P. 5:8), sigue cegando a la gente (2 Co. 4:4), para
engañarla (2 Co. 11:14) y cargar sus corazones (Hch. 5:3), y ganar ventaja sobre nosotros
(2 Co. 2:11). El sigue siendo el “hombre fuerte”, que arrebata los bienes (Mt. 12:29). Los
ángeles rebeldes siguen siendo “los gobernadores del mundo de estas tinieblas” (Ef.
6:12; cfr. Dn. 10:20), (algunos ángeles caídos están ahora encarcelados hasta el juicio, 2
P. 2:4; Jud. 6) y los demonios siguen siendo los espíritus inmundos e inicuos que obran
sobre la tierra (Mt. 12:43-45). Se debe ejecutar el juicio sobre todos ellos.
Dios ya juzgó a Satanás y a sus seguidores. Sin embargo, eso no significa que Dios haya
ejecutado Su juicio en el momento en que lo pronunció. Una cosa es dictar sentencia, y
otra es llevar a cabo la condena. Dios juzgó a Satanás y a sus seguidores antes de que
Adán fuese creado, pero la ejecución de este juicio sigue adelante. La ejecución del juicio
de Dios no será llevada a cabo por Dios mismo. Dios no hará eso. Ningún juez ejecuta el
veredicto por su cuenta. El necesita ejecutores.
¿Quién ejecutará el juicio de Dios sobre Satanás y sus seguidores? Los ejecutores serán
los cristianos, la iglesia, los creyentes vencedores. ¿Por qué no se ha ejecutado el juicio
sobre Satanás y sus seguidores? Porque Dios espera que la iglesia se levante. El Juez ha
dictado Su juicio, pero El está esperando que los ejecutores lo lleven a cabo. En
Apocalipsis 12 vemos que los vencedores ejecutarán el juicio que Dios pronunció sobre
Satanás. Además, día tras día en nuestros hogares, cada vez que somos victoriosos,
nuestra victoria es una ejecución de este juicio. Dios ha declarado Su juicio sobre el
rebelde. Sin embargo, este juicio no será llevado a cabo hasta que la iglesia se levante
para hacerlo. Ahora es el tiempo de llevar a cabo el juicio de Dios sobre Satanás.
Hoy la iglesia debe orar para “atar al hombre fuerte” y “saquear su casa” (Mt. 12:29),
combatir los espíritus de maldad que están en el aire (Ef. 6:12), y echar fuera los
demonios (Mt. 17:21) cada vez que los veamos en acción perjudicando a la gente. Dios ha
juzgado a los demonios y los ha confinado al agua, pero necesita que la iglesia traiga la
era en la cual el mar ya no exista (Ap. 21:1), y los demonios que ahora están confinados
allí vean el juicio ejecutado sobre ellos (Ap. 20:13: no es posible que los muertos que se
hallan en el mar sean seres humanos; deben de ser los demonios).
El Señor Jesús, cuando estuvo en la carne como hombre, empezó a ejecutar el juicio de
Dios. El “se manifestó para destruir las obras del diablo” (1 Jn. 3:8). El Señor dio
“autoridad” a Sus discípulos (Lc. 10:19) sobre todo el poder del enemigo. Cuando los
discípulos echaban demonios, Satanás caía del cielo (Lc. 10:17-20). Cristo, por medio de
Su muerte en la cruz, destruyó al diablo (He. 2:14). El hirió la cabeza de la serpiente
antigua. Ahora nosotros, como Cuerpo Suyo, debemos proseguir esta ejecución, y
destruir la cola de la serpiente. Mediante la obra ejecutora de la iglesia, el diablo será
“arrojado a la tierra” y sus ángeles serán “arrojados con él” (Ap. 12:9). Más tarde él será
atado y arrojado en el abismo (Ap. 20:2-3). Finalmente, será “arrojado en el lago de
fuego” (Ap. 20:10). Entonces, la ejecución del juicio de Dios sobre Satanás y sus
seguidores estará completa.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TRES
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(1)
EL PROCESO
Ya vimos que el primer versículo del capítulo 1 describe plenamente la obra creadora de
Dios. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. También vimos la rebelión de
Satanás en la segunda mitad del versículo 2. “Y la tierra quedó desolada y vacía, y las
tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (heb.). El versículo 2a contiene cinco puntos
principales: el hecho de que la tierra fue convertida en algo diferente de lo que era
originalmente, la desolación y el vacío; las tinieblas y el abismo. Tenga presentes estos
cinco puntos. Después del juicio sobre la tierra a causa de la rebelión de Satanás, la
tierra quedó desolada y vacía.
Las tinieblas constituyen otro indicio de juicio. Exodo 10:21-22 y Apocalipsis 16:10
muestran que las tinieblas son resultado del juicio de Dios. Hubo tinieblas cuando Dios
trajo Su juicio sobre Faraón, y habrá tinieblas cuando El ejerza Su juicio sobre el
anticristo. Por tanto, las tinieblas de Génesis 1:2a aluden al juicio de Dios.
Además, sabemos que la luz acompaña la vida y que las tinieblas siempre representan la
muerte. Donde está la vida, allí está la luz; donde hay muerte, allí hay tinieblas. Lo
contrario también es cierto: donde hay muerte, hay tinieblas. Por tanto, las tinieblas de
Génesis 1:2 muestran también que la tierra se encontraba en una condición de muerte.
La palabra “abismo” representa las aguas profundas. En la Biblia, el agua tiene dos
significados y simboliza dos cosas distintas, una positiva y otra negativa. En el sentido
positivo, el agua representa siempre algo viviente. El agua que corre trae vida a la gente
y satisface su sed. En el sentido negativo, el agua representa la muerte. Por ejemplo,
cuando fuimos bautizados en agua, esa agua representaba la muerte. Las aguas del mar
Rojo y las aguas del río Jordán también representan la muerte. El agua mencionada en
Génesis 1:2 no representa la vida, sino la muerte. Por consiguiente, concluimos que la
tierra se encontraba bajo muerte. La tierra no sólo estaba desolada, vacía y carente de
sentido, sino que estaba llena de muerte y bajo la misma. Dios llegó en medio de esta
situación.
3. Dios restaura y crea algo más: 1:2b—2:3
Génesis 1:2b no se refiere a la creación original (que fue completada en el versículo 1),
sino a la restauración que Dios realizó. Dios iba a restaurar lo que había sido destruido e
iba a crear algo más. Por ejemplo, esta vez Dios creó al hombre. Dios no restauró al
hombre, sino que lo creó. Génesis 1:2b—2:25 es un pasaje de la Palabra divina que nos
muestra la restauración del universo destruido y una creación adicional.
Leamos el versículo 4 del capítulo 2: “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra
cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos”. La mayoría de
la gente presta poca atención a este versículo; sin embargo, es muy significativo. Nos
muestra la obra creadora original de Dios y también Su obra restauradora. La primera
mitad del versículo dice: “...los cielos y la tierra cuando fueron creados...” Observe que
los cielos se mencionan primero y luego la tierra, y que el verbo usado aquí es “crear”.
En la segunda mitad del versículo leemos: “...en el día que Jehová Dios hizo la tierra y
los cielos”. Aquí el verbo usado no es “crear” sino “hacer”. Como hicimos notar en el
primer mensaje, crear significa producir algo a partir de la nada, y hacer significa
trabajar con una substancia existente a fin de producir otra. Debemos ver que
originalmente los cielos y la tierra fueron creados. Luego, la segunda mitad del versículo
dice: “...en el día en que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos”. ¿Ha notado usted el
cambio en la secuencia? Primero, Dios creó los cielos y la tierra; luego, El hizo la tierra y
los cielos.
En Génesis 1:1 Dios creó: “En el principio creó Dios los cielos [primero] y la tierra
[luego]”. Más adelante, desde el versículo 3 hasta el final del capítulo 1, el Señor hizo la
tierra y los cielos. “Jehová Dios hizo la tierra y los cielos” (Gn. 2:4b). Si volvemos a leer
el capítulo 1, veremos que en el tercer día el Señor restauró la tierra. Dios no creó la
tierra, porque ésta ya existía; estaba sumergida en las aguas. Por tanto, el Señor recobró
la tierra en el tercer día. Además, en el cuarto día, el Señor recobró el cielo, es decir, los
cielos. Por tanto, en la restauración, no se mencionan primero los cielos y luego la tierra,
sino primero la tierra, y luego los cielos. Sin embargo, en la creación, primero existieron
los cielos y luego la tierra. Podemos ver ambas cosas en Génesis 2:4.
Como recalcamos en el primer mensaje, los primeros dos capítulos de Génesis parecen
ser el relato de la creación, pero el pensamiento implícito está estrechamente
relacionado con la vida. Esta es la razón por la cual algunas personas consideran que los
capítulos 1 y 2 de Génesis son demasiado sencillos, demasiado breves para ser el relato
de la creación. Estamos de acuerdo. Como relato de la creación, es demasiado sencillo.
Pero sabemos que la Biblia no es un relato de la creación, ni un relato histórico, ni un
relato de ninguna clase. La Biblia en su totalidad es un libro de vida. Toda la Biblia está
centrada en la vida. Si leemos el primer capítulo de Génesis con detenimiento y
recibimos la luz del Espíritu Santo, nos daremos cuenta de que es un capítulo que trata
exclusivamente de la vida. Fue escrito desde el punto de vista de la vida.
Usted dirá que la palabra “vida” no se encuentra en ese capítulo. Es cierto. Pero
podemos encontrar muchos puntos que pertenecen a la vida. Cuando Dios restauró la
tierra en el tercer día, se produjo toda clase de vida vegetal. Luego se manifestó la vida
animal en el agua, la vida animal en el aire, la vida animal sobre la tierra, la vida
humana y, finalmente, en el capítulo 2, la vida divina. ¡Aleluya! La vida es el centro de
estos dos capítulos. Con esta perspectiva, ciertamente podemos entender el relato de
Génesis 1.
a. El proceso
1) El Espíritu vino, 1:2b
La creación original de Dios fue arruinada por la rebelión de Satanás y luego juzgada por
Dios mismo. Después del juicio de Dios, sólo quedaron tinieblas sobre la faz del abismo.
Eso presenta una condición de muerte. En medio de dicha condición la Biblia dice: “Y el
Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas” (heb.). ¿No es esto maravilloso? El
Espíritu se cernía. ¡Aleluya! El Espíritu se cernía igual que una gallina se cierne sobre
sus huevos para empollarlos. Cuando la Biblia empieza a hablar del Espíritu, no dice: “el
poder del Espíritu”, “la potencia del Espíritu”, sino “El Espíritu de Dios se cernía sobre
la faz de las aguas”. Esto significa que El se estaba preparando para generar vida.
Necesitamos ver que lo que consta en Génesis 1 se relaciona con la vida, con el evangelio
de Dios y con lo espiritual. Tenemos una clara evidencia de esto en 2 Corintios 4:6.
Pablo dice: “El mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de
Dios en la faz de Jesucristo”. Esto se refiere indudablemente al capítulo uno de Génesis.
Basándonos en este versículo, debemos tener presente que todo lo narrado en Génesis 1
se relaciona con la vida. Por este versículo vemos que debemos interpretarlo todo
conforme a la vida.
Debemos recordar la condición en que estábamos antes de ser salvos. Estábamos
desolados y vacíos, nuestras vidas carecían de sentido, y estábamos rodeados de
tinieblas. Dentro de nosotros había un abismo, un pozo sin fondo. Y en este abismo
había un enjambre de demonios que nos incitaban a enojarnos, a apostar, a ir al cine y a
hacer muchas otras maldades. Estábamos desordenados y vacíos, y cubiertos de
tinieblas y de muerte.
Pero, ¡aleluya! Un día, una persona viviente empezó a cernerse sobre nosotros, a operar
dentro de nuestro corazón, a cernerse sobre la muerte y el abismo que estaban dentro de
nosotros. No se trataba de algo psicológico ni ético, sino de una persona viviente y activa
dentro de nosotros, que laboraba con ternura y delicadeza como una gran gallina que se
cierne sobre los huevos en su nido. Esta es la obra del Espíritu Santo que se cierne y que
regenera.
El Señor Jesús dijo (Jn. 16:8-11) que cuando viniese el Espíritu Santo, reprendería,
convencería al mundo (o sea, la humanidad) de pecado (relacionado con Adán), de
justicia (relacionada con Cristo), y de juicio (relacionado con Satanás). El reprendería
cerniéndose, es decir, con mucho cariño, sin ninguna violencia. En todo el universo
existen solamente tres personas: Adán, Cristo y Satanás. El Espíritu Santo obra dentro
de nosotros, convenciéndonos de que nacimos en Adán y que no tenemos más que
pecado, que de ninguna manera podemos escaparnos del pecado y de la influencia de
Adán a menos que creamos en Cristo. El Espíritu Santo se cernerá dentro de nosotros y
nos dirá: “Mira, Jesús murió en la cruz por ti y El ya hizo todo lo que Dios requiere.
Ahora la verdadera justicia está en El. Si tú te vuelves a El y crees en El, lo podrás recibir
como tu justicia. El pasó por la encarnación, por la vida en esta tierra, por la crucifixión
y por la resurrección. Fue aceptado por Dios y está a Su diestra. El está allí como prueba
de que tú estarás libre del pecado y obtendrás justicia si crees en El. Si no haces eso, irás
con Satanás al juicio de Dios”. Al cernerse el Espíritu Santo, usted quedará plenamente
convencido y dirá: “Señor Jesús, no tengo nada que decir, pero te doy las gracias”. De
ese modo usted es regenerado y nace de nuevo, nace del Espíritu (Jn. 3:6-7). ¡Aleluya!
El Espíritu de Dios vino. Esta venida es el primer requisito para generar vida. El Espíritu
vino a cernerse sobre las aguas de muerte que cubrían la tierra, y se movió para que esa
vida pudiese ser generada.
2) La Palabra vino, 1:3a
La Palabra de Dios vino a traer la luz. Este es el segundo requisito para generar la vida.
En el versículo 3 leemos: “Y dijo Dios...” Dios habló: era la Palabra de Dios. Hablar no es
algo insignificante. Supongamos que subo a la plataforma y me quedo callado mientras
ustedes me miran y yo los miro a ustedes. ¿Qué es eso? Es muerte. Si soy una persona
viviente, no puedo permanecer en silencio durante una hora. Mientras viva, debo
hablar. Cuando hablo, ello indica que estoy vivo, y mis palabras serán algo viviente. Dios
habló y la Palabra de Dios trajo la luz. “Y Dios dijo: Sea la luz”. La Palabra divina
siempre produce la luz. ¡Aleluya!
Considere su propia experiencia. Primero, el Espíritu se cierne sobre usted. Luego le
habla. Por medio de Sus palabras, usted recibe una Palabra viva, y ésta lo ilumina en su
interior. Cuando Dios habla, manda que la luz resplandezca en las tinieblas. “Porque el
mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones...” ¡Aleluya! El hablar de Dios produce luz.
El Señor Jesús dijo que todo el que oye Su Palabra y cree tiene vida (Jn. 5:24). Si
escuchamos la Palabra del Señor y creemos, tenemos vida. Jacobo 1:18 declara que Dios
nos regeneró con Su Palabra.
3) La luz vino, 1:3
Ahora llegamos al tercer requisito para generar vida: la luz, la cual vino para disipar las
tinieblas que cubrían las aguas de muerte. Alabado sea el Señor. Esto es realmente
significativo. Puedo testificar que cuando fui salvo, pasó exactamente eso: primero, vino
el Espíritu; luego, vino la Palabra de Dios; y en tercer lugar, vino la luz. Fui iluminado
dentro de mí. Algo resplandeció en mi interior. Creo que usted también ha
experimentado esto.
Además de 2 Corintios 4:6, tenemos Juan 1:4, 5, y 9. “En el principio era el Verbo ... En
El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y
las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Jn. 1:1, 4-5). Las tinieblas nunca podrán
vencer la luz. La luz siempre disipa las tinieblas. Cuando viene la luz, las tinieblas huyen.
¿Quién es la luz y qué es la luz? La luz es Cristo, el Verbo vivo de Dios. Cuando Cristo
vino como la verdadera luz que resplandece en las tinieblas, las tinieblas no pudieron
vencerlo. El es la verdadera Luz.
Debemos recordar las tres venidas: la venida del Espíritu, la venida de la Palabra o el
Verbo, y la venida de la Luz. Después de estas venidas, se producen tres separaciones,
tres divisiones.
4) La separación entre la luz y las tinieblas, 1:4-5
La primera separación se produjo entre la luz y las tinieblas. Este fue el cuarto requisito
para generar la vida. Esa separación tuvo como fin mostrar la distinción entre el día y la
noche, apartando así la luz. Esto es difícil de entender, así que usaremos un ejemplo
para aclararlo.
Inmediatamente después de ser salvo, usted no tenía ningún discernimiento y no podía
distinguir entre la luz y las tinieblas. Pasó el tiempo y siguió adelante con el Señor.
Gradualmente se produjo una separación dentro de usted, y tuvo el discernimiento de
decir: “Esto es luz y aquello es tinieblas. Guardaré la luz, y desecharé las tinieblas”.
Antes de ser salvos, no teníamos ni un solo día; vivíamos en una noche de veinticuatro
horas. Estábamos continuamente en la noche, una noche oscura, nublada y sin estrellas.
Pero, ¡alabado sea el Señor! Desde el día de nuestra salvación, algo empezó a amanecer.
Es el día.
Quizás su primer día fue solamente de cuatro horas, y luego anocheció de nuevo. No
importa cuán largo haya sido, usted tuvo su primer día. ¡Alabado sea el Señor! Después
de diez horas de noche, usted vino a una reunión y en esa reunión vio la aurora. Fue un
nuevo día y usted gritó: “¡Aleluya!” Luego fue a estudiar o a trabajar, y volvió a
anochecer. ¡No se desilusione! La tarde es una señal de que la mañana vendrá. También,
cuando usted está en la mañana, prepárese para el regreso de la tarde. En Génesis 1:5 no
dice mañana y tarde, sino tarde y mañana, porque salimos de la noche. “Y fue la tarde y
la mañana el primer día”. ¡Alabado sea el Señor!
Para los jóvenes, la noche siempre se alarga, mas para la gente mayor la noche se acorta.
Mis experiencias me muestran que tengo un día espiritual más largo que el suyo. Mi día
espiritual consta de diecinueve horas y mi noche espiritual de solamente cinco. Cuando
entremos en la Nueva Jerusalén, ya no habrá noche (Ap. 21:25). Usted debe crecer. Tal
vez su día sólo dure diez horas y su noche catorce. Usted debe crecer para que sus días
se alarguen y se acorten sus noches.
Necesitamos la separación entre el día y la noche, el discernimiento entre la luz y las
tinieblas. En 2 Corintios 6:14 Pablo pregunta: “¿Qué comunión tiene la luz con las
tinieblas?” Esta palabra debe de referirse también a Génesis 1. Dios separó la luz de las
tinieblas; así que no intente mezclarlas. La luz no tiene nada que ver con las tinieblas.
¿Qué clase de comunión puede tener la luz con las tinieblas? Esto indica que nosotros
somos hijos de luz y que no debemos unirnos en yugo ni mezclarnos con la gente que
vive en las tinieblas. Debemos mantener la separación. Ellos son hijos de las tinieblas, y
nosotros somos hijos de la luz. Todos debemos decir: “¿Qué comunión puede haber
entre la luz y las tinieblas?” Esta es una verdadera separación. Si conservamos este
requisito, tendremos más luz.
5) La separación entre las aguas
que están bajo la expansión
y las aguas que están sobre ella, 1:6-8
Pasamos al quinto requisito para generar vida: separar las aguas de vida al hacer una
expansión. Las aguas que están sobre la expansión deben estar separadas de las aguas
que se encuentran debajo de la expansión. Separar la luz de las tinieblas es algo bastante
objetivo; separar las aguas que están sobre la expansión de las que están debajo de la
expansión, resulta bastante subjetivo. Necesitamos una segunda separación: separar lo
celestial de lo terrenal (Col. 3:1-3). Las aguas que están debajo de la expansión
representan lo terrenal, mientras que las aguas que están sobre la expansión
representan lo celestial. Algunas cosas quizás no sean oscuras, pero son terrenales, y no
celestiales.
Supongamos que mientras hablo, llevo un sombrero vaquero, y estoy vestido como
vaquero, con botas y todo. Esto no es algo de las tinieblas, sino algo terrenal.
Supongamos que yo uso una corbata ancha, de 20 centímetros de ancho, de color verde,
rojo, azul, violeta y amarillo vivo. Si usara eso, demostraría que me falta la expansión.
¿Qué es la expansión? Es simplemente la atmósfera, el aire que envuelve la tierra. Sin la
atmósfera no se podría generar ninguna vida sobre la tierra. No hay vida en la luna
porque no hay ninguna expansión alrededor de ella. Dios creó la expansión alrededor de
la tierra para que ésta produjera vida. Después de ser salvos, no sólo tenemos luz dentro
de nosotros, sino también aire, expansión. Algo ha entrado en nosotros para separar lo
celestial de lo terrenal, las cosas de arriba, las que Dios aprueba, de las cosas de abajo,
las que reprueba. ¿Qué es eso? Es la obra separadora de la cruz. Después de ser salvos y
de avanzar con el Señor, experimentaremos la cruz. La cruz hace una separación. Separa
lo natural de lo espiritual, lo santo de lo vil, y lo celestial de lo terrenal. Hebreos 4:12 nos
revela que la Palabra viva puede separarnos hasta el punto de partir nuestra alma y
nuestro espíritu. Puedo decir o hacer algo bueno, pero esa palabra o ese hecho no se
origina en el espíritu, sino en el alma. No hay nada malo desde el punto de vista moral,
ético o humano. Sin embargo, en términos espirituales, no procede de Dios, ni de los
cielos. No procede del espíritu, sino del alma, de la tierra. Por tanto, necesitamos otra
separación; no solamente una separación entre la luz y las tinieblas, sino también un
discernimiento entre el espíritu (las cosas de arriba) y el alma (las cosas de abajo).
¿Ha observado usted alguna vez en Génesis 1 que cada día Dios, después de completar
algo, lo miró y lo halló bueno, con excepción del segundo? No ocurrió eso el segundo
día. Génesis no dice que Dios vio las aguas y el aire y dijo que eran buenos. ¿Por qué?
Porque el aire está lleno de ángeles caídos y las aguas están plagadas de demonios.
Recuerde que los demonios moran en las aguas. En el segundo día, algo no era bueno:
había ángeles caídos en el aire y demonios en el agua. Debemos entender que no hay
nada bueno en nosotros, aun cuando la cruz lo haya separado. Nada de lo que procede
de nosotros es bueno. Dios no puede decir que eso es bueno.
6) La separación entre la tierra
y las aguas, 1:9-10
Después del segundo día, pasamos al tercero: el día de la resurrección. En el tercer día,
el día de resurrección, surgió la tierra seca que estaba debajo de la expansión, para que
se generase la vida. Este es el sexto requisito para generar la vida. En toda la Biblia, el
mar representa la muerte, y la tierra representa a Cristo mismo. La Biblia nos dice que al
final, después de que Dios haya laborado en muchas generaciones, el mar será
eliminado. Después de la rebelión de Satanás y del juicio de Dios sobre Su creación
original, lo único que quedó fue las aguas. Luego Dios vino a hacer Su obra restauradora
mediante el Espíritu que se cernía, mediante la Palabra viva y mediante la luz
separadora. En el segundo día, la expansión separó las aguas, y en el tercer día Dios
reunió las aguas que estaban bajo la expansión para que apareciera la tierra seca, a fin
de producir la vida. Esto significa que Dios había obrado sobre las aguas para
confinarlas y fijarles límite. En Jeremías 5:22 descubrimos que Dios trazó límites al
mar. Ahora Dios sigue obrando para eliminar el mar porque allí se encuentran los
demonios. El mar representa algo demoníaco, algo diabólico. Finalmente, cuando Dios
concluya Su obra, ya no existirá el mar. En el cielo nuevo y la tierra nueva solamente
habrá tierra, y no habrá mar (Ap. 21:1). El mar, que representa la mayor parte del reino
de Satanás, habrá sido eliminado. ¡Alabado sea el Señor!
La tierra seca surgió para producir vida, para generar vida. En el tercer día, Cristo salió
de la muerte. Cristo salió de la muerte en resurrección con el único fin de generar vida.
¡Aleluya!
Aunque usted sea salvo, las tinieblas interiores no han sido disipadas, las aguas no
fueron separadas ni confinadas, y lo mortífero no ha sido limitado. A medida que usted
avance con el Señor, gradualmente las aguas de muerte que están en su interior serán
confinadas, limitadas y luego eliminadas. Dentro de usted, surgirá la tierra seca, la cual
es Cristo, Cristo en resurrección. En 1 Pedro 1:3 se nos dice que fuimos regenerados por
la resurrección de Cristo. Sin el Cristo resucitado, no se puede generar vida alguna.
La tierra fue separada de las aguas. La tierra representa la vida, y las aguas la muerte.
Separar la tierra de las aguas significa separar la vida de la muerte.
Mientras crecemos en el Señor, aprendemos a distinguir la luz de las tinieblas, a separar
lo celestial de lo terrenal, y a separar la vida de la muerte. Aunque mis palabras podrían
no tener nada de las tinieblas ni nada terrenal, podría hablar sin vida. Podría estar
desprovisto de vida. Mis palabras podrían ser sencillas y propias, sin nada de tinieblas ni
nada mundano, y aun así podría estar lleno de muerte. Por lo tanto, debo orar: “Señor
Jesús, retira todas las aguas de muerte que haya dentro de mí para que aparezca la tierra
seca y se produzca la vida”. Al hablar no se debe expresar nada de tinieblas, nada de esta
tierra y nada de muerte. Nuestras palabras deben contener la tierra seca que produce
vida.
Es posible que en su vida familiar no haya nada de tinieblas, nada mundano, y que
tampoco haya nada de vida. Cuando alguien entra en su casa, quizás no vea nada oscuro
ni mundano, pero tampoco verá vida. Todo lo que verá allí será muerte. Pero espero que
cuando yo vaya a visitarlo a usted, sólo vea vida. Cristo, la tierra seca, debe surgir en su
casa. Cristo se manifiesta produciendo vida en su casa.
En la tierra seca no hay tinieblas ni aguas de muerte. Sólo tenemos la tierra seca llena de
toda clase de vida. Por lo tanto, deseo recalcar que lo que Génesis revela es
exclusivamente un asunto de vida.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE CUATRO
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(2)
EL PROCESO
En el último mensaje abarcamos seis puntos, que incluían tres venidas y tres
separaciones. El Espíritu vino, el Verbo de Dios vino y la luz vino. Como resultado, se
produjeron tres separaciones: la luz se separó de las tinieblas; las aguas de arriba se
separaron de las aguas de abajo; y la tierra seca se separó de las aguas de muerte. Con
estas tres separaciones la tierra seca salió de las aguas de muerte en el tercer día, el día
de resurrección. El Señor Jesús es la tierra seca que salió de las aguas de la muerte.
Resucitó para regenerarnos.
En el Antiguo Testamento, la tierra representa a Cristo como fuente que genera. Esta
tierra fue sepultada debajo de las aguas de muerte y volvió a subir en el tercer día. Según
lo revela el relato del Antiguo Testamento, de esta tierra brotó toda clase de vida: la vida
vegetal, la vida animal y la misma vida humana. El hombre fue hecho del polvo de la
tierra. En tipología, eso significa que toda clase de vida procede de Cristo.
Después de la caída de la humanidad, durante la época de Noé, la tierra volvió a quedar
cubierta de las aguas de muerte (Gn. 7:17-24), lo cual significa que el hombre estaba
separado de Cristo. La humanidad estaba separada del deleite de la buena tierra.
Después la tierra fue recobrada de nuevo (Gn. 8:13-17, 22). La tierra fue recobrada hasta
el día de la rebelión de Babel, cuando el hombre cayó aún más, y toda la humanidad se
rebeló contra Dios (Gn. 11:1-9). De modo que Dios llamó a un linaje con Abraham como
padre para que entrara en la tierra elevada, la buena tierra de Canaán (Gn. 12:1, 5, 7).
Esta buena tierra representa también a Cristo. Abraham fue llamado a salir de Babel e ir
a la buena tierra. Hemos sido llamados a salir de la rebelión para entrar en Cristo,
nuestra buena tierra (1 Co. 1:9). Ahora esta buena tierra nos pertenece y está lista para
producir vida.
7) La vida vegetal es generada
La vida vegetal fue generada en la tierra. La vida inferior, una vida sin consciencia de sí,
llegó a la existencia (Gn. 1:11-13; cfr. Mr. 4:8; Os. 14:5-7). Esta es la obra generadora de
vida y sucedió el tercer día, después de que la tierra saliera de las aguas de muerte. En
aquel tiempo, no había ningún crecimiento de vida, sino sólo la forma más inferior de
vida, una vida que no estaba consciente de sí. Si hablamos al pasto o a los árboles, el
pasto no podrá entender y los árboles no reaccionarán, por no tener ningún sentimiento,
ninguna percepción de sí. No tienen ningún sentimiento, pensamiento ni voluntad
porque son vidas desprovistas de consciencia. Esta es la vida más inferior de todas.
Cuando recibimos a Cristo, El salió de las aguas de muerte que había en nosotros. Cristo
surgió, y nosotros ahora tenemos la vida, la vida que genera. Somos salvos y tenemos la
vida. En el momento de ser salvos, recibimos vida, pero la vida que llevábamos adentro
era muy insignificante. El relato de Génesis presenta eso con la vida del pasto, la vida de
las hierbas, y la vida de los árboles frutales.
Aun en la vida vegetal existen tres niveles: el pasto, la vida vegetal inferior; las hierbas
que producen semillas, o sea un nivel más elevado; y los árboles frutales, un nivel
todavía superior. Si leemos Génesis 1:29-30, veremos que Dios le dio al hombre las
hierbas y los árboles frutales para su subsistencia. Luego Dios dio el pasto a los animales
y al ganado para proporcionarles el alimento.
Cuando usted llegó a ser cristiano, recibió vida, pero esa vida era muy inferior. Tal vez la
vida que hay en usted es semejante al pasto; es vida y crece, pero es inferior. Aun
comparado con otra vida vegetal, el pasto es bastante inferior. Aunque la semana pasada
usted quizás se parecía al pasto, hoy ha crecido un poco más y ha llegado a ser la hierba
que produce semilla. Espero que después de dos meses, usted sea un árbol que dé fruto.
¿Con qué se compararía usted: con el pasto, la hierba o los árboles? Supongamos que el
Señor mismo le pregunta: “¿Y qué me dices de ti? ¿Te pareces al pasto, a las hierbas o a
los árboles?” Hoy en día usted puede ser una hierba, pero después de cierto tiempo tal
vez se parezca a un árbol que produce frutos. Sin embargo, cuando llegue a ser árbol, no
se conforme. Este no es el último versículo del capítulo uno; es algo que sucedió en el
tercer día.
8) Aparecen los portadores de luz
En el cuarto día, no vemos el crecimiento de vida, sino la aparición de luces firmes y
bien cimentadas (Gn. 1:14-17). Aunque la luz apareció el primer día, no era tan
prevaleciente, ni tan firme. En el cuarto día, no sólo vinieron las luces, sino también los
portadores de luz: el sol, la luna y las estrellas. Estas son luces más estables, más sólidas
y más disponibles. Este es el primer requisito para el crecimiento de la vida.
Supongamos que usted no es solamente pasto o hierba, sino también árbol. En esta
etapa usted recibe más luz. Aunque tiene la luz del primer día, necesita que algo suceda
en el cuarto día. Usted debe recibir luminares más elevados, más completos, más ricos,
más estables y más disponibles. En 1 Juan 1:5-7 se nos dice que después de ser salvos,
necesitamos más luz, y que debemos andar en la luz.
Génesis 1:14-19 no habla de las luces de una manera vaga, sino de una forma muy
definida: el sol, la luna y las estrellas. En tipología, el sol es Cristo. Cristo es nuestro sol.
Malaquías 4:2 nos revela que Cristo es el Sol de justicia y que Sus alas traen sanidad. Su
resplandor son Sus alas, y con el resplandor viene la sanidad. La segunda mitad de este
versículo nos dice que todos creceremos bajo el resplandor de Cristo. Lucas 1:78-79
también nos dice que Cristo es nuestra aurora, el amanecer. ¡Aleluya! Jesús el Señor es
nuestro sol. El es la “gran luz” que ha resplandecido en las tinieblas y en la sombra de la
muerte (Mt. 4:16).
El Señor Jesús compara también a los santos vencedores con el sol (Mt. 13:43). Ellos son
uno con el Señor hasta el punto de resplandecer como el sol algún día, igual que El.
Entonces, ¿quién es la luna? La luna es la iglesia. Aunque es difícil encontrar un
versículo bíblico que indique que la luna es la iglesia, tenemos una base para afirmar
que la iglesia es la luna. Recuerde el sueño de José en el que vio el sol, la luna y las once
estrellas (Gn. 37:9-11). El sol era su padre, la luna era su madre, y las estrellas sus
hermanos. Basándonos en este hecho, podemos decir que la iglesia como esposa, la
novia de Cristo, es representada por la luna. Hoy en día, la iglesia es la luna. ¿Qué es la
luna? La luna es un astro que no tiene luz propia, pero refleja la luz. La iglesia por sí sola
no tiene luz. Pero ¡aleluya!, la iglesia fue hecha de tal manera que reflejara la luz de
Cristo. Además, la luna sólo puede reflejar luz durante la noche. Hoy en día, en la edad
de la iglesia, estamos en el período nocturno. Mire el mundo. ¡Cuán oscuro está! Aunque
la iglesia se encuentra realmente en la noche oscura (las iglesias locales son los
candeleros que resplandecen en esta noche oscura, Ap. 1:20), ella puede reflejar la luz de
Cristo. No obstante, con frecuencia la iglesia (igual que la luna) no es muy estable y pasa
por altibajos. La iglesia puede ser la luna llena, la media luna o la luna nueva. Cuando no
hay luna, las estrellas resplandecen. ¡Aleluya!
No solamente tenemos el sol y la luna, sino también las estrellas; no solamente tenemos
a Cristo y la iglesia, sino también a todos los santos vencedores. Daniel 12:3 dice que
aquellos que vuelven muchos a la justicia resplandecen como estrellas. Si vamos a
ayudar a la gente a ser salva, si vamos a volver a la gente de las tinieblas a la luz, si
vamos a recobrar a todos los descarriados, debemos ser las estrellas resplandecientes.
Apocalipsis 1:20 nos revela que las iglesias son los candeleros que brillan en las tinieblas
y que los ángeles (los seres vivientes en las iglesias) son las estrellas resplandecientes. El
Señor dijo que los santos son “la luz del mundo” (Mt. 5:14), y Pablo dijo que los santos
resplandecen “como luminares en el mundo” (Fil. 2:15).
Después de crecer en vida y pasar del pasto al árbol, nosotros no deberíamos quedar
satisfechos, pues era solamente el tercer día, y no el último. Debemos seguir adelante y
pasar al cuarto día para disfrutar a Cristo como el amanecer, para disfrutar a la iglesia
como la luna resplandeciente, y para disfrutar a muchos buenos santos como estrellas
brillantes, a fin de crecer en vida.
Si la luna no resplandece, no diga que la luna no está allí. La luna sigue siempre ahí. Del
mismo modo, no diga que no hay iglesia; la iglesia sigue presente. El problema es éste:
de algún modo la iglesia está cubierta, y no está en una posición correcta con relación al
sol. Por tanto, no refleja ninguna luz. Aunque surja un problema en la iglesia, ésta sigue
presente.
Cuando hay un problema con relación a la iglesia, las estrellas deben brillar. Entre
nosotros, muchos debemos ser estrellas resplandecientes. Debemos tener contacto con
Cristo, con la iglesia y también con los santos que resplandecen. Debemos relacionarnos
con muchos santos. Cuando usted acude a un hermano o hermana viviente, ¿no siente
mucha luz? Y cuando usted entra en su presencia, ¿no se halla bajo una especie de
resplandor? Eso es luz. Esta luz nos ayudará a crecer en vida.
9) Se estableció un gobierno
Las luces que Dios hizo en el cuarto día fueron establecidas “para señorear en el día y en
la noche” con su resplandor (Gn. 1:18a). La luz no sólo resplandece, sino que también
rige con su resplandor. Donde hay resplandor, hay gobierno. Las tinieblas traen
confusión, pero la luz regula. Para crecer en vida, necesitamos el gobierno y la
reglamentación de las luces del cuarto día.
Los luminares del cuarto día también separan la luz de las tinieblas (Gn. 1:18b). La
separación entre la luz y las tinieblas ya se había producido (Gn. 1:4), como vimos en el
mensaje tres. Ahora, el gobierno del resplandor de las luminarias del cuarto día fortalece
esa separación. Para crecer en vida, necesitamos el gobierno de los luminares y también
que la separación sea fortalecida. Este es el segundo requisito para crecer en vida.
10) Los seres vivos que están en el agua
fueron generados
En el quinto día, llegó a la existencia la vida inferior, que tiene la consciencia más
primitiva (Gn. 1:20-22). Aunque todas las especies de la vida animal tienen cierto nivel
de consciencia, algunas son más elevadas y otras menos. Primero se mencionan los
peces, la vida animal que tiene la consciencia más rudimentaria. Todos hemos
experimentado eso. Supongamos que algunos peces nadan en un río y nosotros nos
acerquemos a ellos. Se asustarán y huirán. Pero si esparcimos comida en el agua y nos
alejamos, todos los peces regresarán. Esa vida es más elevada que la vida de los árboles y
que la vida vegetal (Ez. 47:7, 9). Aunque no es muy elevada, es más elevada. Esta es la
primera etapa del crecimiento de vida.
Los peces del mar viven en el agua salada. En principio, el agua salada no fomenta el
crecimiento de nada; al contrario, mata y prácticamente impide que crezcan las plantas.
El agua salada mata la vida. No obstante, los peces pueden vivir en el agua salada. El
agua puede ser salada, pero los peces nunca serán salados, a menos que estén muertos.
Esto es bastante significativo.
Toda la humanidad, la sociedad humana en su totalidad, se parece a un gran mar. No
obstante, nosotros los cristianos estamos llenos de vida. Podemos estar llenos de vida,
cohabitar en esta sociedad y no ser salados por ella. Pero una vez muertos, seremos
salados. Los chinos acostumbraban comer mucho pescado salado. Primero, mataban a
los peces, y luego los ponían en sal hasta que estuviesen bien salados. Cuando los peces
vivían, la sal no los afectaba, pues podían vivir en el agua salada. Es maravilloso.
Nosotros los cristianos, quienes llevamos la vida de Cristo, podemos vivir en esta
sociedad oscura y maligna. No obstante, si morimos, seremos salados. Hoy en día, si
usted está lleno de vida y uno de sus compañeros lo invita a ir al cine o a usar narcóticos,
usted dirá: “No”. Nada podrá afectarlo. Pero si usted está muerto, lo llevarán al cine
como oveja al matadero. Una vez sacrificado, usted estará muerto, consumirá
narcóticos, y hasta heroína. Usted será salado. Pero ¡aleluya!, nosotros nunca podremos
ser salados porque tenemos vida. La vida repele toda la sal procedente del mar. Esa vida
puede sobrevivir en cualquier situación mortífera. Esta vida sobrevive en medio de un
entorno de muerte. Esto es bueno, pero hay más todavía.
11) Los seres vivos que vuelan por el aire
fueron generados
Después de los peces, fueron creadas las aves, las cuales vuelan por el aire, en el quinto
día (Gn. 1:20-23). Esta es la vida más elevada con la consciencia de sí más elemental. La
vida de las aves es más elevada que la vida de los peces. Los peces pueden vivir en las
aguas de muerte, pero las aves pueden trascenderlas. Después de convertirse en pez,
usted debe crecer hasta llegar a ser un ave. Cuando sus compañeros de clase le digan:
“Vamos al cine”, usted volará. Nadie lo podrá afectar; usted trascenderá a esas cosas. No
sólo repelerá la sal, sino que la trascenderá.
En cuanto a todo lo que se menciona en el primer capítulo de Génesis hay un versículo
que indica que se trata de una tipología. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo a Pedro que
sería pescador de hombres (Mt. 4:19). Al decir esto el Señor Jesús, comparó a los
hombres con los peces del mar. Tenemos también Isaías 40:31 donde vemos que
aquellos que confían en el Señor serán como águilas que se elevan y se remontan por
encima de las cosas. Esta es una vida más elevada. Muchos pueden testificar que a
menudo se han elevado. Podemos hallarnos en toda clase de situaciones, pero con un
poco más de crecimiento no sólo sobrevivimos en circunstancias adversas, sino que las
trascendemos. Nos alejamos y nada nos puede afectar. ¡Aleluya! Muchas veces deseaba
ser un ave. Un día descubrí que yo era realmente un ave. Era un águila con dos alas
grandes. ¡Aleluya! Un águila puede elevarse y remontarse sobre los obstáculos de esta
tierra. Esto es admirable. No estoy hablando de algo que ignore ni de algo que no se
halle en la Biblia. Lean Isaías 40:31. Podemos ser el águila. Esta es la segunda etapa del
crecimiento de vida. Esto es maravilloso, pero todavía hay más.
12) Los seres vivos que andan sobre la tierra
fueron generados
En el sexto día llegó a la existencia la vida más elevada con la consciencia más
desarrollada (Gn. 1:24-25). Esta vida puede realizar obras sobre la tierra. Génesis 49:9
habla del león, comparando a Judá con un león que puede llevar a cabo muchas cosas.
En 1 Samuel 6:7, 12a se habla de dos vacas usadas para tirar del carro que trasportaba el
arca. Estos versículos muestran que los animales y el ganado pueden realizar tareas
sobre esta tierra. Su consciencia es más elevada que la de los peces, y más elevada que la
de las aves, y pueden llevar a cabo actividades sobre esta tierra. Esta es la tercera etapa
del crecimiento de vida.
Llevamos a Cristo dentro de nosotros como vida nuestra. A partir del pasto, el nivel de
esa vida subirá y alcanzará la condición de hierba y luego de árbol. Entonces estaremos
en otro plano, el plano de la vida animal. En ese nivel, primero seremos peces,
creceremos gradualmente hasta llegar a la condición de aves, y finalmente creceremos
aún más y seremos una vaca, con una vida más elevada, más fuerte y con más
significado.
Debemos ver lo necesaria que es la luz. En el primer día, tuvimos la luz del Espíritu y de
la Palabra. Al seguir adelante, necesitamos las lumbreras del cuarto día. En el cuarto
día, las luces vienen de Cristo, de la iglesia y de los santos resplandecientes. Por estar
bajo la iluminación de Cristo, de la iglesia y de los santos resplandecientes, no sólo
tenemos la regeneración que la vida produce, sino el crecimiento de la vida. La luz del
primer día sirve para generar la vida; las luces del cuarto día facilitan el crecimiento de
vida. Las luces del cuarto día vienen principal y directamente de Cristo, y también de la
iglesia y de los santos resplandecientes. Si deseamos crecer en vida después de haber
recibido la vida eterna, debemos relacionarnos primero con Cristo, luego con la iglesia, y
en tercer lugar con los santos que están llenos de vida. Estando bajo este resplandor, nos
hallamos en el proceso de crecimiento.
En cuanto al proceso de crecimiento, no estoy hablando de algo teórico. Sé a qué me
refiero porque yo mismo he pasado por todas estas etapas. Hace cuarenta y nueve años,
yo era una brizna de pasto. Luego crecí y pasé de pasto a hierba. Más tarde llegué a ser
un árbol. Después de cierto tiempo, fui un pez, capaz de vivir en cualquier situación
adversa. Luego alcancé un nivel donde podía elevarme a los cielos. Cuando se
presentaba un problema o venía persecución o dificultades o aflicciones de parte de mi
madre o de mis hermanos en la carne, de mi esposa e hijos, e incluso de mis hermanos
en el espíritu, lo trascendía todo. Esto es real.
A menudo su amada esposa le hace la vida difícil. Si usted todavía no es un ave, se
quedará allí para discutir y alegar. Una vez que usted llegue a ser un águila, si su querida
esposa le causa disgustos, el esposo que es un águila volará. Este esposo-águila
permanecerá en el aire observando, hasta que la esposa diga: “Alabado sea el Señor”.
Entonces el esposo-águila volverá. Usted puede decir cuándo es un pez y cuándo es un
águila. Si no ha tenido ese tipo de experiencias, le aseguro que algún día será un águila.
El águila no tiene que luchar. Cuando surge una dificultad, se eleva por el aire. Es difícil
atraparla. Cuando hay aflicción, dificultades o problemas, el águila vuela. Esta es una
verdadera victoria, una victoria que trasciende las circunstancias. ¿No desea usted ser
un águila?
No obstante, a veces cuando yo era un águila y me resultaba fácil volar, el Señor me
decía: “No te alejes. Quédate para que formes parte del ganado. Debes ser una vaca.
Produce leche para alimentar a otros o llévalos como carga. Cuando tu esposa te cause
disgustos, no te vayas; dale leche. Aliméntala y llévala a cuestas”.
Es posible que su cónyuge sea el agua de muerte para usted, la cual lo mata y lo sala. Si
usted es un árbol o una hierba, ciertamente será muerto, pero si ha crecido y ha pasado
de planta a pez, vivirá. Anteriormente, vi muchos jóvenes que iban muy bien antes de
casarse. Pero cuando se casaron, fueron muertos. Los maridos recién casados fueron
muertos por las esposas recién casadas, y éstas fueron muertas por aquéllos. Sin
embargo, también vi a algunos santos queridos que habían crecido hasta ser un pez
viviente. Las esposas no se preocuparon por lo salados que estaban sus maridos, y los
maridos no se preocuparon de cuán saladas estaban sus esposas. Siguieron viviendo.
Después de cierto tiempo, crecieron y pasaron del nivel de pez al nivel de águila. Cada
vez que pasaban por dificultades, simplemente las trascendían. Después de crecer más y
más en vida, empezaron a ver que escaparse no constituía una vida más elevada.
Entendieron que debían quedarse en la tierra a fin de producir leche para sus queridos
parientes y llevarlos a cuestas. Cuando usted llegue a esta etapa, si su querida esposa le
causa disgustos, usted no contestará nada. Simplemente la llevará sobre sus hombros
como una carga. Mientras su esposa discute con usted, usted la llevará sobre sus
hombros y le dirá: “Voy a llevarte a los cielos”.
En 1 Samuel 6 vemos un carro que lleva el arca del Señor. Usted necesita llevar parte del
peso del arca. Debe hacer algo, y desarrollar una actividad sobre esta tierra. No huya. La
que llaman vida celestial no es la vida más elevada. Cuando usted llega a ser muy
celestial, debe volver a la tierra. No se limite a elevarse; más bien crezca de tal modo que
descienda.
El Señor Jesús era Dios, pero vino a la tierra a ser una vaca para cumplir el propósito de
Dios. El vino para ser sacrificado y llevar todas nuestras cargas. Cada vez que alguien lo
perseguía a El, El llevaba a ese perseguidor sobre Sus hombros y decía: “Te llevaré a los
cielos”. ¿Qué clase de vida es ésta? Esto es maravilloso.
Ahora podemos ver que todo lo mencionado en el primer capítulo de Génesis está
relacionado con la vida. Le pido que lleve todos estos versículos y todos los puntos
incluidos en este mensaje al Señor en oración. Dígale: “Señor, tengo la vida. Pero Señor,
Tú sabes que necesito las lumbreras del cuarto día. Ya tengo la luz del primer día, pero
necesito las luces del cuarto día. Señor Jesús, te necesito como el sol. Necesito tener
contacto directo contigo. Quiero estar en Tu presencia día tras día. Quiero estar bajo Tu
resplandor. También necesito la iglesia, la luna. Y además necesito las estrellas. Necesito
a los santos vencedores, aquellos que resplandecen, que vuelven muchos a la justicia.
Necesito a aquellos que vuelven a la gente de las tinieblas a la luz”. Si usted tiene
contacto con el Señor como el sol, con la iglesia como la luna, y con algunos santos como
estrellas resplandecientes, tendrá las luces del cuarto día. Crecerá por medio de esas
luces. El plano de vida que usted tiene pasará de la vida vegetal a la vida animal. Usted
crecerá día tras día. Luego podrá resistir cualquier situación de muerte y podrá
trascender toda oposición, distracción o tentación. Finalmente, usted regresará a la
tierra por sí mismo para cumplir la voluntad de Dios. ¡Esto es maravilloso!
Sin embargo, ésta no es la vida que tiene la consciencia de sí más elevada, sino una vida
con una elevada consciencia de sí. Debemos seguir adelante hasta la última parte del
sexto día. Como veremos en un mensaje posterior, al final del sexto día viene la vida que
tiene la más elevada consciencia de sí misma, la vida humana, una vida que expresa la
imagen de Dios y que tiene dominio sobre todas las cosas para Dios.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE CINCO
LAS LUMBRERAS DEL CUARTO DIA
(UN PARENTESIS)
Antes de estudiar la creación del hombre, debemos considerar, a modo de paréntesis, el
asunto de las lumbreras del cuarto día. Génesis 1 relata que en el primer día de la
restauración Dios llamó a la luz. El primer día fue un día de luz y esa luz puede ser
llamada la luz del primer día. En el cuarto día, Dios hizo algo más en cuanto a la luz. El
hizo los portadores de luz: el sol, la luna y las estrellas. La Biblia no dice qué clase de luz
había en el primer día, y no necesitamos adivinarlo. La luz del primer día no era muy
sólida, ni fuerte ni definida. No se le dio una designación específica; fue llamada
simplemente “luz”. No obstante, las luces del cuarto día: el sol, la luna y las estrellas,
eran definidas y sólidas, firmes y disponibles.
Si prestamos atención al relato de Génesis 1, veremos que la restauración que Dios
efectuó junto con Su creación adicional se cumplió en seis días. El fin de estos seis días
no era la creación original. Dios llevó a cabo la creación original en el versículo 1 de
Génesis 1. Después de la creación, se produjo un gran cambio que sucedió en alguna
parte del versículo 2 del capítulo 1, y Dios juzgó el universo. Después de ese juicio,
transcurrió un largo período. Luego Dios vino a restaurar y a crear algo más. Esta
restauración, con su creación adicional, fue llevada a cabo en seis días, que podemos
dividir en dos secciones: los primeros tres días son la primera sección; y los últimos tres,
la segunda. Cada sección empieza con un día de luz. El primer día tuvo su luz, y el cuarto
día tuvo las suyas. En el primer día, Dios convocó la luz. En el cuarto día, restauró el sol,
la luna y las estrellas. Esto tiene mucho significado.
Estos días de luz marcan el comienzo de la creación de vida que Dios llevó a cabo. Toda
la Biblia revela que la luz es indispensable para la vida. Una vez más, vemos que la obra
creadora de Dios está completamente centrada en la vida. Todo lo que Dios creó e hizo
giraba en torno a la vida y tenía como fin la vida. Por consiguiente, la luz es necesaria. La
luz y la vida siempre van a la par. Por el lado negativo, las tinieblas y la muerte siempre
van juntas. Antes de que Dios hiciera Su obra restauradora, las tinieblas cubrían las
aguas de la muerte, lo cual indica que las tinieblas y la muerte eran uno. La muerte es
abstracta y nadie puede verla. Por tanto, la Biblia usa el agua para representarla. La
profundidad del océano describe la muerte. Antes de que Dios efectuara Su obra de
restauración, había solamente dos cosas: las tinieblas y la muerte.
Dios es vida y luz, todo lo opuesto a la muerte y las tinieblas. El Dios de luz no puede
tolerar las tinieblas; ésta es la razón por la cual vino a disiparlas. Del mismo modo, el
Dios de vida no puede tolerar la muerte; por eso vino a sorberla. Cuando lea la Biblia, no
adopte una posición científica; enfóquela desde la perspectiva de Dios. Si leemos la
Biblia desde el punto de vista de Dios, cada línea se llenará de luz y de vida porque la
Biblia es un relato del Ser divino, quien es luz y vida. El Dios de luz y de vida eliminó las
tinieblas y la muerte.
En el primer día, Dios mandó que la luz viniese y la luz vino. Luego Dios separó la luz de
las tinieblas. Esa separación puso un límite a las tinieblas. El Dios de luz parecía decir a
las tinieblas: “Tinieblas, escuchadme. Vosotras prevalecéis desde hace mucho tiempo y
llenáis todo el universo. Ahora Mi luz viene para limitaros. Sólo podréis dominar
durante la noche. No queda sitio para vosotras en el día. Os pongo límites. Separo la luz
de vosotras. Jamás podréis volver a ocupar todo el universo. Pues el universo me debe
pertenecer por lo menos la mitad del tiempo”. ¡Aleluya!
Esto era bueno; sin embargo, era bueno a medias. Todavía queda cierta medida de
tinieblas. Dios sigue eliminando esta parte oscura hasta que lleguemos a Apocalipsis 21
y 22, donde leemos la siguiente declaración: “Allí no habrá noche” (21:25b). ¡Aleluya!
Vendrá el día cuando no habrá noche.
Dios limitó las tinieblas el primer día y, según ese mismo principio, limitó las aguas de
muerte el tercer día. En Jeremías 5:22 leemos que Dios usó la arena, es decir, las
partículas de roca más finas para limitar las aguas de muerte. Dios dijo a las aguas de
muerte: “Estos son vuestros límites. No podéis ir más allá”. Por lo tanto, apareció la
tierra seca, y separó la tierra del mar. Después del primer día de restauración de la
creación, la mitad era luz y la otra mitad tinieblas; después del tercer día, la mitad era
tierra y la otra mitad agua. Dios sigue obrando para eliminar la segunda mitad de la
noche y la segunda mitad de las aguas de muerte. En los nuevos cielos y la nueva tierra,
el mar ya no existirá (Ap. 21:1); en la Nueva Jerusalén, ya no habrá noche (Ap. 21:25b;
22:5). Esto significa que tanto las tinieblas como la muerte serán totalmente eliminadas.
Examínese a sí mismo. ¿Qué medida de tinieblas tiene usted? ¿cuánta muerte lleva?
Usted debe contestar al Señor. Si usted crece continuamente en la presencia del Señor,
un día podrá decirle a Satanás: “Satanás, no tengo ninguna noche. Mi día dura
veinticuatro horas. No contengo nada del agua de muerte. En toda mi vida cristiana, en
todas partes y en cada rincón, sólo se ve tierra seca. El mar ya no está”. Todos debemos
ser así.
Si queremos ser tales, necesitamos las luminarias del cuarto día. La luz del primer día
sólo elimina la mitad de nuestras tinieblas y la mitad de nuestra muerte. Las luces del
cuarto día nos llevarán a otro mundo donde no hay ni noche ni mar.
Todas las verdades bíblicas fueron sembradas, como las semillas, en el libro de Génesis,
particularmente en el primer capítulo. Génesis 1:14-18 es una semilla maravillosa de la
luz revelada en toda la Biblia. Según el principio de vida, las luces del cuarto día no
sirven para generar la vida, sino para hacerla crecer. En el tercer día, quizás al final de
ese día, después de que el Señor llamase a la tierra seca y que la tierra surgiera de las
aguas de muerte, se generó la vida. En aquel entonces había luz, aire y tierra, tres
elementos necesarios para generar vida. Después de que apareció la tierra seca, se
generó la vida vegetal. Aunque Dios no estaba contento al final del segundo día (El no
dijo que era bueno), ciertamente se alegró al final del tercer día cuando vio la luz, el aire,
la tierra seca y toda la vida vegetal. Dios vio el pasto, las hierbas y los árboles, y dijo que
eso era bueno. Antes de ese momento, no se había creado la vida sobre la tierra.
La vida fue generada empezando con la vida vegetal. Pero ésta era una vida inferior, la
vida con una consciencia de sí muy rudimentaria, incapaz de caminar, de hablar y de
entender a Dios. Dios puede hablar a un lirio mil veces, pero el lirio no puede
contestarle porque la vida de un lirio es demasiado rudimentaria. Pese a que la vida
estaba presente, necesitaba desarrollarse. Se necesitaban las lumbreras del cuarto día
para que la vida creciera. La luz del primer día sirvió para generar vida; las lumbreras
del cuarto día sirven para fomentar el crecimiento de la vida. En el cuarto día, las
lumbreras sólidas estaban preparadas; no se hizo otro trabajo.
Muchos de los jóvenes aquí presentes han recibido la luz del primer día, pero dudo
mucho que ustedes hayan entrado en las lumbreras del cuarto día. Las luces del cuarto
día son distintas de la luz del primer día. La luz del primer día era indefinida; las
lumbreras del cuarto día son definidas. Ahora debemos ver qué prefiguran el sol, la luna
y las estrellas en tipología.
I. EL SOL: CRISTO Y LOS SANTOS
El sol representa a Cristo y también a los santos, quienes resplandecerán como el sol en
el reino. Malaquías 4:2 dice que Cristo es el sol de justicia. Sus alas (es decir, Su
resplandor) sanan de la muerte. Sin Su resplandor hay muerte; cuando aparece Su
resplandor, se es sano de la muerte. Lucas 1:78-79 revela que el nacimiento de Cristo fue
la verdadera aurora de la humanidad. Mateo 4:16 nos dice que cuando Cristo vino al
mar de Galilea, El apareció como una gran luz. El pueblo que estaba sentado en las
tinieblas vio una gran luz. La luz brilló sobre aquellos que estaban sentados en la región
y en la sombra de muerte. Esa luz era Jesús. Mateo 13:43a nos dice que los santos
vencedores resplandecerán como el sol en el reino venidero. Aunque podemos ser una
estrella hoy en día, es demasiado temprano para brillar como el sol. Tenemos que
esperar el día de la restauración para brillar así. En el reino, muchos santos
resplandecerán como el sol. Hoy en día Cristo es el sol; mañana los santos vencedores
también serán el sol.
II. LA LUNA: LA IGLESIA
La luna es la iglesia. En el sueño de José, su padre fue asemejado al sol, su madre a la
luna, y sus hermanos a las estrellas (Gn. 37:9). La iglesia es la novia, la esposa, de Cristo.
Por consiguiente, la luna es un figura de la iglesia (cfr. Cnt. 6:10).
En Apocalipsis 1:20 se nos dice que las iglesias locales son candeleros. Las lámparas son
necesarias por la noche, no en el día. Apocalipsis 1:20 demuestra claramente que la era
de la iglesia no es un día sino una noche. La iglesia como candelero brilla en la noche.
Pero el candelero mismo no brilla; lo hace la lámpara. Los siete candeleros se
encuentran en el capítulo 1 de Apocalipsis y las siete lámparas en el capítulo 4. Las siete
lámparas son los siete Espíritus (Ap. 4:5). La iglesia es el candelero, y el Espíritu es la
lámpara sostenida por el soporte. Si a la iglesia le hace falta el Espíritu, será un
candelero sin luz. En dicho caso se convertirá en una piedra de tropiezo. Pero el
candelero con la lámpara brillante es algo maravilloso. Podemos tener la iglesia como
candelero, pero ¿qué podemos decir de la lámpara? Necesitamos la lámpara. Algunos
dirán: “Tengo el Espíritu Santo como lámpara. No me preocupa el candelero”. Si usted
dice eso, está equivocado. Pues la lámpara está sobre el candelero. Si ahora, en la era de
la iglesia, usted desea tener la luz de los siete Espíritus, necesita las iglesias. Las siete
lámparas están en los siete candeleros.
Durante la era de la iglesia, está de noche, y durante la noche no tenemos acceso directo
al sol, a la luz de Cristo. Necesitamos que nos sea reflejada. Necesitamos que la luna
refleje la luz del sol; necesitamos que la iglesia refleje la luz de Cristo. Sin la iglesia sería
difícil ver la luz de Cristo. Cuando llegamos a la iglesia y ésta no está menguando,
ciertamente recibimos luz.
Al examinar la historia, vemos que hubo un largo período durante el cual la iglesia
estaba menguando. Cuando la luna está menguando, es el momento propicio para que
brillen las estrellas. Durante la Edad Media o el Oscurantismo las estrellas brillaron.
Martín Lutero era una estrella. Antes y después de Lutero, muchas otras estrellas
importantes brillaron debido a que la luna estaba menguando. Hace dos siglos,
Zinzendorf y los llamados hermanos moravos practicaban la vida de iglesia. Aunque su
luna no era una luna llena, por lo menos era una luna creciente, que le recordaba a la
gente que la iglesia estaba presente. Un siglo más tarde, surgieron algunos hermanos en
Inglaterra y la luna creciente aumentó hasta llegar casi a ser luna llena. Filadelfia, la
iglesia, estaba allí. No obstante, no duró mucho tiempo. Existe un proverbio según el
cual la luna empieza a menguar cuando está llena. En un período de setenta años, que
abarca el fin del siglo diecinueve y el principio del siglo veinte, podemos ver algunas
estrellas como Andrew Murray, la señora Penn-Lewis y A. B. Simpson. Durante aquel
tiempo, hubo estrellas sin luna; no existía la vida de iglesia. La luna estaba menguando y
las estrellas brillaban.
¡Alabado sea el Señor! Hoy en día, si no tenemos una luna llena, por lo menos tenemos
una luna creciente. En las iglesias no debemos esperar ver gigantes espirituales. Si hay
gigantes, esto significa que la luna está menguando. Cuando la luna aumenta y crece, las
estrellas no deberían ser tan visibles. No quiero ser una estrella grande, sino un
hermano pequeño. Cuando tenemos la luna, tenemos poca necesidad de estrellas.
Si acudimos al sol pidiéndole que nos alumbre durante la noche, estamos locos. El sol
nos dirá: “No acuda a mí. Vaya a mi reflejo. Vaya a la iglesia si desea recibir la luz que
procede de mí. La iglesia refleja Mi luz”. Debemos recordar que es de noche; no ha
llegado el día. Necesitamos la iglesia. El Espíritu habla a las iglesias. “El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 3:22). Debemos ir a las iglesias y obtener
la luz del sol indirectamente.
Muchos santos queridos dicen: “No me interesan las iglesias, sólo me interesa Cristo”.
Puedo garantizar que todo aquel que diga eso no crecerá. Es posible que los que afirman
esto tengan la luz del primer día, pero carecen de las lumbreras del cuarto día. Si usted
les pregunta a los santos, ellos le dirán que sólo empezaron a crecer cuando entraron en
la iglesia. Cuando volvemos sinceramente nuestro corazón a la iglesia, recibimos
indirectamente la luz adecuada de Cristo.
Como muchos pueden testificar, cada vez que nos incomodaba la iglesia y que la
rechazábamos, estábamos totalmente en tinieblas. Cuando usted le vuelve la espalda a la
luna durante la noche, su rostro queda en tinieblas. Pero cuando nos volvemos a la
iglesia y somos uno con ella, el resplandor llega inmediatamente.
Algunos dirán que ponemos demasiado énfasis en la iglesia y descuidamos a Cristo. Pero
¿cómo podría brillar la luna sin la luz del sol? Sin Cristo, la iglesia no tiene ninguna luz.
El resplandor de la luna durante la noche es simplemente el reflejo de la luz solar. La luz
de la iglesia no es más que el reflejo de Cristo. A los que hablan tanto acerca de Cristo
sin tener contacto con la iglesia adecuada les resultará difícil obtener la luz verdadera y
práctica necesaria para el crecimiento en vida. Para crecer en vida, necesitamos la luz de
la luna, la cual constituye una parte principal de los luminares del cuarto día. Cuanta
más vida de iglesia tengamos, más Cristo tendremos, más luz recibiremos y más
crecimiento en vida experimentaremos.
III. LAS ESTRELLAS: CRISTO Y LOS SANTOS
Las estrellas son Cristo y los santos. Aunque Cristo es el verdadero sol, El no aparece
como el sol durante esta edad nocturna. El resplandece como una estrella, como la
estrella resplandeciente de la mañana (Ap. 22:16b). Cristo mismo es una estrella. Los
santos vencedores también son estrellas. En 2 Pedro 1:19 se nos exhorta a prestar
atención a la Palabra segura hasta que se levante dentro de nosotros la estrella de la
mañana, la cual es Cristo. Apocalipsis 1:20 no sólo declara que las iglesias son los
candeleros que brillan con el Espíritu, sino que también los ángeles de las iglesias, es
decir, los que tienen el liderazgo o los mensajeros, son las estrellas que brillan. Daniel
12:3 afirma que aquellos que vuelven a muchas personas del camino incorrecto a la
justicia resplandecerán como estrellas. En Mateo 5:14, descubrimos que los creyentes
hoy en día son la luz del mundo; y Filipenses 2:15 dice: “En medio de la cual
resplandecéis como luminares en el mundo”. Todos estos versículos muestran que los
santos que están en el camino correcto y tienen la posición adecuada son estrellas.
IV. GOBIERNAN PARA QUE HAYA DISCERNIMIENTO
Las lumbreras del cuarto día gobiernan para que haya discernimiento. El discernimiento
procede de la luz. Sin las luminarias del cuarto día, resulta difícil discernir los objetos.
Todos necesitamos este discernimiento para crecer en vida. Los jóvenes necesitan el
discernimiento para saber adónde deben ir, qué deben decir y hacer, qué procede de
Dios y qué es de Satanás, qué está en el espíritu y qué está en el alma. Incluso los
jóvenes de secundaria necesitan discernir con cuáles compañeros de clase deben
relacionarse y a quiénes deben evitar.
El discernimiento procede de la luz. Cuando la luz resplandece, gobierna. Si estoy en un
cuarto oscuro, tropezaré. Sin luz no hay dirección ni gobierno ni discernimiento. Pero si
me encuentro bajo el resplandor de la luz, puedo discernir el camino que debo seguir.
Ustedes los jóvenes que están cursando la escuela secundaria, son diferentes de todos
los demás estudiantes porque ustedes son hijos del día. Los demás alumnos siguen en
las tinieblas. Cuando usted hable con su maestro, sabrá qué decirle. Usted tiene
discernimiento. Para los padres, la mejor manera de cuidar a sus hijos es ponerlos en las
manos del Señor. Entonces tendrán la luz, y ésta los gobernará. Esta dirección que les da
la luz, proporcionará a los hijos el mejor discernimiento. Nunca caerán en la tentación
de consumir drogas. El discernimiento es la mejor protección.
Repito que este discernimiento procede del resplandor, y el resplandor de la luz no es
más que el gobierno. Si usted lee Génesis 1:14, 16, 18 y Efesios 5:8-11, 13-14 y ora al
respecto hasta que estos versículos entren en usted y hasta que la luz brille sobre usted,
sabrá lo que debe reprobar, lo que debe aceptar, lo que debe recibir y lo que debe
rechazar. La Primera Epístola de Juan 1:5-7 constituye una porción que nos indica con
claridad que Dios es luz, que si tenemos comunión con El estamos en la luz, y que
cuando andamos en la luz conocemos la diferencia entre las tinieblas y la luz. Así,
tenemos el gobierno con el discernimiento.
V. COMO SEÑALES: PRINCIPALMENTE AL VIAJAR
El sol, la luna y las estrellas son señales. Estas señales sirven principalmente mientras
viajamos. Antiguamente los marineros navegaban guiados por las estrellas. Hoy en día,
conducimos nuestros automóviles conforme a las señales de tránsito. Por lo tanto, las
señales sirven para viajar.
Los fariseos y los saduceos acudieron al Señor Jesús, y le pidieron que les mostrase una
señal del cielo (Mt. 16:1-4). El Señor [llamándolos necios,] les dijo: “Al atardecer, decís:
Hará buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá
tempestad; porque el cielo tiene arreboles y está sombrío. Sabéis discernir el aspecto del
cielo, mas las señales de los tiempos no podéis”. [Dándoles a entender:] “Yo soy la señal;
soy como Jonás. Vosotros no veis la señal porque no tenéis la luz”. Los discípulos
también acudieron al Señor en el monte de los Olivos y le preguntaron acerca de la señal
de Su venida, la señal del fin de esta era (Mt. 24:3).
No sólo tenemos estos versículos, sino que también vemos en Apocalipsis 12:1 una gran
señal en el universo: la señal de una mujer con el sol, la luna y las estrellas. Para poder
movernos apropiadamente por este universo, tenemos a esta mujer como una gran
señal. Esta mujer está relacionada de alguna manera con la iglesia. No estoy diciendo
que la mujer sea la iglesia, sino que la iglesia constituye una parte importante de esa
mujer. Si hemos de conducirnos y actuar en este universo, necesitamos conocer a esa
mujer.
Ella tiene su origen en Génesis 3. En la Biblia vemos muchas mujeres. Satanás entró en
el linaje humano por medio de una mujer, y el Señor Jesús también entró en el género
humano por medio de una mujer. Finalmente la Biblia tiene su consumación en la
Nueva Jerusalén, la cual es una mujer, la novia de Cristo. ¡Aleluya! Todos formaremos
parte de esa mujer. Por consiguiente, todos debemos conocer la mujer de Apocalipsis 12.
Ella es una mujer bíblica, una mujer universal que abarca toda la Biblia. En realidad,
ella empezó en Génesis 2 con Eva, no en Génesis 3, y luego va de Génesis 2 a Apocalipsis
22. Si usted conoce a esa mujer, conocerá las señales. Ella es una señal muy prominente.
Constituye una señal para que el pueblo de Dios sepa si debe continuar o detenerse. Por
carecer de esa mujer, muchos cristianos no saben qué hacer. No tienen la manera de
seguir adelante. Necesitamos una señal, una señal que proceda de las lumbreras del
cuarto día.
VI. PARA LAS ESTACIONES: DESIGNADAS POR LA LUNA,
ESPECIALMENTE PARA EL CRECIMIENTO
Las señales sirven para trasladarse uno, y las estaciones propician el crecimiento. Las
palabras que el Señor Jesús pronunció sobre la cosecha muestran que las estaciones
sirven para fomentar el crecimiento (Jn. 4:35). Eclesiastés 3:1-8 nos dice que hay un
tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. Esto se refiere a las estaciones. Las
estaciones son necesarias para el crecimiento. Si usted es agricultor, debe conocer las
estaciones. ¿Sembraría usted la semilla en invierno o descansaría en verano? Las
estaciones nos indican cuándo debemos arar, cuándo sembrar, cuándo cosechar y
cuándo descansar. En Apocalipsis 22:2 vemos que el árbol de la vida lleva fruto cada
mes. Las estaciones se designan por los meses, y los meses son determinados por la
luna.
Debemos leer varios versículos en Levítico sobre este punto (Lv. 23:2, 5, 6, 24, 27, 34,
39, 41). Estos versículos indican que en el primer mes del año el pueblo celebraba una
fiesta. La fiesta se relacionaba también con las estaciones. En el primer mes se celebraba
la fiesta de la Pascua. Después venía la fiesta de los panes sin levadura, luego la fiesta de
las primicias, y después la fiesta de las siete semanas, llamada la fiesta de Pentecostés.
Estas cuatro fiestas se celebraban durante la primera mitad del año. En el primer día del
séptimo mes, tenían la fiesta de las trompetas, y en el décimo día del séptimo mes, la
fiesta de la expiación. Se celebraba además la fiesta de los Tabernáculos en el
decimoquinto día del séptimo mes. Cada una de estas siete fiestas se celebraba conforme
a los meses.
Sin un tiempo de crecimiento, usted nunca podría celebrar una fiesta. Sin crecimiento,
¿qué va a festejar usted? En tiempo de fiesta, el pueblo de Israel traía sus riquezas:
vacas, corderos, uvas y todos los productos del crecimiento. La fiesta de los
Tabernáculos era particularmente una fiesta en la que se disfrutaba la cosecha. El Señor
dijo que debemos reunirnos en Su presencia y disfrutar la cosecha; ésta es una fiesta. La
fiesta es el resultado del crecimiento, y este crecimiento está estrechamente relacionado
con la luna, la iglesia. Si no tenemos la iglesia, carecemos del elemento de la fiesta.
Pocos cristianos celebran la fiesta porque no tienen la luna. No disfrutan plenamente a
Cristo como fiesta porque no tienen la iglesia. Necesitamos la iglesia para designar las
estaciones que determinarán el crecimiento y las fiestas.
Números 28:11 habla de la luna nueva, y Números 29:6 menciona los meses. Estos
versículos están relacionados con los meses.
Jeremías 8:7 habla de la cigüeña que conoce el tiempo señalado para volar. También
habla de la tórtola, la grulla y la golondrina, que conocen su tiempo, su estación. El
Señor dijo que Su pueblo no conoce las estaciones. Es la situación de hoy. Los cristianos
no tienen ni verano ni primavera; no tienen la primera luna, ni la última luna; no tienen
ninguna luna. No tienen ninguna estación: ni primavera, ni otoño, ni verano, ni
invierno. En cierto sentido, pasa lo mismo cada día. Por consiguiente, no tienen ninguna
posibilidad de crecer ni de festejar, porque carecen de las lumbreras del cuarto día.
No obstante, cuando estamos en la vida adecuada de iglesia, la iglesia designará los
meses, los meses traerán las estaciones, y las estaciones nos proporcionarán las fiestas.
Tendremos todas las fiestas.
VII. PARA LOS DIAS:
ESTABLECIDOS POR LA ROTACION DE LA TIERRA
A FIN DE CREAR NUEVOS COMIENZOS
Tanto los días como los años están relacionados con el sol. La tierra pasa por dos clases
de movimientos en relación con el sol: la rotación de cada día y la translación de cada
año. La vuelta que da en un día es llamada rotación; el movimiento que lleva a cabo en
un año es llamado translación. Todos sabemos que la rotación de la tierra se efectúa en
un día y que la translación sucede en un año. Las palabras “para días” (Gn. 1:14b)
significa que la tierra gira continuamente para crear nuevos comienzos. ¡Aleluya! Cada
día es un nuevo comienzo, pues cada día tenemos un amanecer. Cada día tenemos una
madrugada. Cristo, como sol, nos da un nuevo comienzo día tras día. Cada mañana, el
avivamiento matutino debe ser nuestro amanecer, un tiempo en el cual la luz del alba se
levanta dentro de nosotros para que tengamos un nuevo comienzo.
En Números 28:3-4, descubrimos que cada mañana debemos presentar holocaustos.
Cada día es un nuevo comienzo. Lamentaciones 3:22-23 revela que las misericordias y
compasiones del Señor son nuevas cada mañana. En 1 Tesalonicenses 5:4-8 se nos dice
que no somos hijos de la noche, sino hijos del día.
VIII. PARA AÑOS:
ESTABLECIDOS POR LA TRANSLACION ANUAL
DE LA TIERRA A FIN DE
CREAR COMIENZOS MAS IMPORTANTES
Las revoluciones anuales de la tierra alrededor del sol producen principios más
importantes. Esto es verdaderamente maravilloso. Estamos en Cristo y estamos en la
iglesia. Por consiguiente, tenemos el sol y la luna, que nos traen las estaciones, los días y
los años.
Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto, el Señor le dijo que ése sería el principio de
un nuevo año (Ex. 12:2). Cuando fuimos salvos, aquello también fue el comienzo de un
nuevo año, el año de nuestro renacimiento, una verdadera revolución en nuestra vida.
Mi primera revolución se produjo en 1925, el año en que fui salvo. La segunda fue en
1931, el año en que fui reavivado. Menos de un año después, en julio del año 1932, tuve
otra revolución: vi la iglesia. Eso cambió toda mi vida cristiana. En mi vida cristiana he
tenido numerosos años nuevos, además de éstos. Año tras año, Cristo como sol
verdadero nos da un nuevo comienzo.
Ninguna cosecha puede crecer si no ocurren las estaciones, si no transcurren los días y
los años. Todas las cosechas crecen mediante las lumbreras del cuarto día. Por una
parte, somos la cosecha de Dios; por otra, somos la labranza de Dios. Necesitamos la
luna que designa las estaciones para nosotros y necesitamos el sol que designa los días y
los años.
Génesis 8:13 nos dice que Noé volvió a la tierra el primer día del primer mes. El tuvo un
nuevo comienzo el primer día del primer mes, otro comienzo en la nueva tierra. Exodo
40:2, 17 revela que el tabernáculo fue erigido el primer día del primer mes, otro
comienzo. ¿Por qué Dios no ordenó al pueblo que levantara el tabernáculo en el
vigésimo noveno día del cuarto mes, sino en el primer día del primer mes? Para marcar
un nuevo comienzo. En 2 Crónicas 29:17 y Ezequiel 45:18 se nos dice que el pueblo
purificaba y santificaba el templo en el primer día del primer mes. El regreso de
Babilonia empezó el primer día del primer mes, según Esdras 7:9. Todos los cristianos
necesitan estos cuatro comienzos: la llegada a la nueva tierra, el levantamiento del
tabernáculo de Dios, la purificación del templo de Dios, y el regreso del cautiverio.
Todas estas cosas son nuevos comienzos en la vida cristiana, los cuales son necesarios
para el crecimiento en Cristo y deben producirse en “el primer día del primer mes”.
IX. SOMBRAS DE CRISTO
Todos los días, las señales, las estaciones y los años son sombras. Cristo es la realidad
(Col. 2:16-17). Cristo es el día santo, Cristo es la nueva luna, Cristo es el día de sábado,
Cristo es el comienzo del año, Cristo lo es todo. Cristo es su nuevo comienzo, un
comienzo más importante que un año y más pequeño que un día. Cristo es la nueva
luna.
X. LAS LUCES FORTALECEN
En el milenio, la edad del reino, la luz de la luna equivaldrá a la luz del sol, y la luz solar
se intensificará siete veces, como de siete días (Is. 30:26). El Espíritu intensificado de
Dios llega a ser los siete Espíritus; el sol intensificado se convertirá en la luz solar siete
veces intensificada. Esto se producirá durante la edad del reino, el tiempo de
restauración, cuando Dios sane a Su pueblo. No obstante, ahora tenemos un anticipo.
En algunos santos la luna resplandece como el sol. Para mí, la vida de iglesia es
semejante al sol, mucho más fuerte que la luna ordinaria. Tengo una luna brillante, tan
resplandeciente como el amanecer, y el sol tiene una luz siete veces intensificada.
XI. FINALMENTE NO HABRA NOCHE
En la Nueva Jerusalén no habrá noche (Ap. 21:23, 25b; 22:5). En esa ciudad no se
necesitará ni sol ni luna ni luminares porque el Dios Triuno será su luz. Si leemos
detenidamente el Apocalipsis, veremos que fuera de la Nueva Jerusalén, fuera de la
ciudad, todavía habrá día y noche, pero dentro de ella no habrá noche. Tendremos a
nuestro Dios Triuno como la luz perfecta y única que brilla sobre nosotros. Los días
constarán de veinticuatro horas de luz.
No obstante, hoy en día necesitamos las lumbreras del cuarto día. Necesitamos
particularmente la luna y las estrellas que reflejan la luz del sol. Esa es la manera en que
crecemos. Espero que el Señor le hable a usted acerca de su crecimiento, para que su
crecimiento en vida se produzca con los luminares del cuarto día. La luz del primer día
fue necesaria para generar la vida, para que usted volviera a nacer. Sin embargo, usted
necesita las lumbreras del cuarto día para poder crecer.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE SEIS
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(3)
EL PROPOSITO
En este mensaje consideraremos la creación de la vida humana, la vida más elevada con
la consciencia de sí más desarrollada. El último mensaje era un paréntesis, y en este
mensaje continuaremos nuestro estudio con el proceso restaurador de Dios y con la
creación adicional.
13) El concilio de la Deidad
Génesis 1:26 revela que hubo un concilio celebrado por la Deidad y entre la Deidad.
Decimos “entre” porque Dios es triuno. En términos humanos, podemos decir que
existen tres Personas en la Deidad, un Dios de tres Personas. No puedo explicar esto.
Sólo puedo decir que Dios es triuno, que tenemos un solo Dios de tres Personas. Hubo
un concilio celebrado por las tres Personas de la Deidad, y se tomó una decisión. Este
concilio y la decisión tomada en él inició la madurez de vida. Después de crear el
ganado, las bestias y los reptiles en la primera parte del sexto día, Dios no procedió
inmediatamente a crear al hombre, sino que tuvo un concilio para hablar del tema.
Leamos Génesis 1:26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre...” Si leemos este
versículo detenidamente, veremos que hubo una especie de concilio. Dios dijo:
“Hagamos...” Dios es uno; sin embargo, el verbo usado aquí es plural. Esto demuestra
que Dios es triuno. No dice: “Voy a hacer...” La palabra “hagamos” significa tengamos
comunión. Aunque usted quizá piense que deduzco demasiado, de todos modos
tenemos la expresión “hagamos” en la Biblia.
Después de crear todo lo que mencionamos anteriormente, Dios necesitaba de todos
modos crear al hombre como la vida creada más elevada a fin de expresarse a Sí mismo
y expresar Su imagen y semejanza. Para cumplir esta obra, necesitamos que el Dios
Triuno (el Padre, el Hijo y el Espíritu) obre en el hombre. Los libros bíblicos que vienen
luego lo comprueban plenamente.
Hasta ahora hemos visto ocho puntos sobre la vida. No lo olvide. Dios creó el pasto, las
hierbas y los árboles al final del tercer día, antes de las lumbreras del cuarto día.
Después de éstas, creó los peces y las aves en el quinto día. En la primera parte del sexto
día, Dios creó el ganado, representado por el buey, las fieras representadas por el león, y
las cosas que se arrastran. Por tanto, hubo tres representantes de la vida vegetal y cinco
de la vida animal. Nos podría parecer que toda la tierra estaba llena de vida. No
obstante, no había una vida madura.
La vida madura en esta tierra se encuentra en la vida humana. Aun hoy en día, después
de seis mil años, ninguna vida sobre esta tierra puede superar la vida humana. No se
menosprecie. Usted es muy grande, más elevado que el pasto, las hierbas y los árboles, y
más desarrollado que el ganado, las bestias y los reptiles. Usted es la vida creada más
elevada. Sin el hombre, no habría madurez de vida. Por consiguiente, el Dios Triuno
tuvo un concilio y dio inicio a la madurez de la vida. El Dios Triuno decidió crear la vida
más elevada.
14) El hombre fue generado como centro
El hombre fue generado como centro; es una vida más avanzada y tiene una consciencia
de sí más elevada. Esta es la madurez de la vida que tiene la imagen de Dios y que puede
ejercer el dominio de Dios. En esta tierra el hombre es el centro. Como lo hemos hecho
notar anteriormente, los cielos fueron creados por causa de la tierra, y la tierra por causa
del hombre. Todo lo que está en el cielo: la luz del sol, la lluvia y el aire, es necesario
para el crecimiento de la vida sobre la tierra. Sin la luz del sol, la lluvia y el aire, la vida
no podría existir en la tierra. Por tanto, los cielos son necesarios para esta tierra, y la
tierra, con toda clase de vida, es necesaria para el hombre. Todos sabemos que los
minerales son indispensables para las plantas, las plantas para los animales, y las
plantas y los animales para el hombre, y el hombre está destinado para Dios. Por tanto,
el hombre es el centro.
Los cielos fueron cimentados y la tierra fue preparada. Todo estaba listo para que el
hombre llegase. ¡Alabado sea el Señor! Dios no creó al hombre para pedirle luego que
esperase a que El cimentara los cielos y preparase la tierra para él. Por el contrario,
después de que Dios estableció los cielos, preparó la tierra y tuvo todo listo, el hombre
vino a existir. Finalmente Dios creó al hombre. El hombre vino al final pero era y sigue
siendo el centro.
Eso es idéntico a un matrimonio según la costumbre oriental. En ese matrimonio, el
marido prepara todo y al final llega la novia. La novia no llega y luego espera que todo
esté preparado. Después de que todo está listo, aparece la novia. Del mismo modo, la
tierra entera es el lugar de la boda de Dios. Dios lo ha preparado todo para Su boda.
¿Quién es la novia? La novia es el hombre.
El hombre es la madurez de toda vida creada. Sin el hombre, no hay madurez. Considere
el pasto. Es verde y tierno, pero le hace falta la forma, la apariencia. No tiene rostro. Las
hierbas, que incluyen el maíz y el trigo, son plantas más desarrolladas en su forma. Sin
embargo, tampoco tienen rostro. Los árboles son más grandes, y llevan fruto y también
semillas; no obstante, ninguno de ellos tiene un rostro para expresarse. Después de
estos tres niveles de vida vegetal, aparecen los peces, el primer nivel de vida animal. El
pez sí tiene un rostro con dos ojos, pero no se puede distinguir claramente su cabeza,
pues los peces no tienen cuello. Las aves sí tienen rostro y también un cuello que se
puede distinguir; poseen ojos, oídos y una especie de boca, algo más parecido al rostro
humano. El ganado, los caballos y los bueyes tienen rostros más parecidos al rostro
humano. Después del ganado, tenemos las bestias, y específicamente el león. El rostro
de un león se asemeja bastante al rostro de un hombre. Aunque la afirmación de Darwin
de que el hombre desciende del mono es una insensatez, no podemos negar que los
rostros de algunos animales se parecen al rostro del hombre. No obstante, por mucho
parecido que tengan los rostros de las aves, del ganado, de las bestias, de las águilas, de
los bueyes y de los corderos con el rostro humano, de todos modos no son hombres. Les
hace falta mucho y son inferiores. No son la madurez de la vida creada.
Ezequiel 1:5 y 10 habla de los cuatro seres vivientes. Estos son semejantes al hombre.
Cada uno tiene cuatro caras: de frente tienen rostro de hombre, en la derecha tienen
cara de león, en el lado izquierdo tienen el rostro de un buey, y en la parte posterior,
cara de águila. Detrás tienen el rostro de un águila porque no se parece mucho al de un
hombre. Los rostros del león y del buey son más parecidos al rostro humano. No
obstante, la cara humana es la expresión suprema. Por tanto, la vida humana es la
madurez de toda vida creada, pues puede expresar a Dios y ejercer el dominio de Dios.
Lo más llamativo y maravilloso de la vida humana es su consciencia de sí. Tenemos
efectivamente la consciencia más elevada. La consciencia que tenemos de nosotros
mismos es más desarrollada que la de los peces, las águilas, los bueyes y los leones. En
cuanto a ser consciente de sí, la vida humana es la más elevada. Debemos gritar:
“¡Aleluya!” En el universo y en la tierra, se generó al hombre. El hombre fue creado y
posee una vida que tiene la más elevada consciencia de sí, una vida capaz de expresar a
Dios y representarlo. ¡Esto es maravilloso! La creación del hombre fue tan crucial e
importante que el Dios Triuno celebró un concilio antes de llevarla a cabo. El cielo había
sido restaurado. Los cielos fueron establecidos para servir a la tierra. La tierra seca
apareció a fin de generar la vida vegetal, la vida animal y la vida humana. Mire al cielo;
tenemos el sol, la luna, las estrellas, la lluvia y el aire. Considere la tierra: vemos el
pasto, las hierbas y los árboles. Tenemos las aves en los aires, los peces en el agua, y el
ganado, las bestias y los reptiles sobre la tierra. Como centro de todo eso, se encuentra el
hombre, el cual expresa a Dios y lo representa. Después de crear al hombre, Dios
descansó. El quedó satisfecho.
b. Los puntos centrales
Ahora llegamos a los puntos centrales de la obra restauradora de Dios y de Su creación
adicional.
1) Recobrar la tierra
Dios necesitaba recobrar la tierra para generar vida y para ejercer dominio (Gn. 1:9, 26,
28). Mientras la tierra se hallaba bajo las aguas de muerte, no quedaba ninguna
posibilidad de generar vida ni de ejercer dominio. Para obtener ambas cosas necesitaba
recobrar la tierra.
2) Obtener al hombre
El segundo punto central consiste en obtener al hombre como expresión de Dios mismo
y en juzgar al enemigo de Dios (Gn. 1:26-28). Más adelante profundizaremos en esto.
3) Generar vida
El tercer punto central consistía en generar vida. Esto era necesario para que Dios
pudiera expresarse y ejercer Su dominio. Recuerde estos tres puntos centrales: recobrar
la tierra, obtener al hombre y generar vida. Aunque las cosas creadas por Dios son
numerosas, en Génesis 1 y 2 Dios sólo menciona la vida y lo relacionado con ella, porque
la restauración y creación adicional se centraban en la vida. Toda la creación estaba
centrada en la vida. Dios recobró la tierra, creó al hombre y produjo toda clase de vida
con el propósito de expresarse a Sí mismo y vencer a Su enemigo.
c. El propósito
Ahora llegamos al propósito de la obra restauradora de Dios y de Su creación adicional.
Es sumamente importante.
1) Obtener al hombre para que exprese a Dios
El propósito principal de la obra restauradora de Dios y Su creación adicional fue
obtener al hombre, un hombre corporativo, que lo expresara a El (Gn. 1:26, 27). El
hombre que Dios creó era un hombre corporativo. Dios no creó muchos hombres. El
creó a la humanidad colectivamente en una sola persona, Adán. Dios creó a Adán, quien
era un hombre corporativo, un hombre colectivo. El día que Adán fue creado, fuimos
creados todos. Si usted tiene treinta años de edad, no diga que fue creado hace treinta
años. Usted nació hace treinta años, pero fue creado hace seis mil años. Aunque quizás
yo haya nacido cuarenta años antes que usted, fuimos creados al mismo tiempo. Cuando
Adán fue creado, todos fuimos creados porque todos fuimos creados colectivamente en
él. Estábamos incluidos en Adán. Dios no creó un hombre individual, sino un hombre
corporativo que lo expresara a El. En el versículo 26 Dios dijo: “Señoreen” (heb.);
aunque se trata de un solo hombre, el verbo es plural. Esto demuestra que ese hombre
es un hombre corporativo. En este versículo, el verbo plural indica que Dios es triuno, y
el complemento plural indica que el hombre es corporativo. Dios creó al hombre
corporativo a Su propia imagen y semejanza para que éste le expresara.
a) Con la imagen de Dios interiormente
En Génesis 1:26 dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza...” Aquí encontramos dos cosas: la imagen y la semejanza. Todos los
estudiosos serios de la Biblia concuerdan en que la imagen se refiere a algo interno y la
semejanza a algo externo. Todos tenemos algo interior: el intelecto, la voluntad y la
parte emotiva. Exteriormente, tenemos la semejanza, la forma física.
(1) La imagen de Dios es Cristo
En 2 Corintios 4:4 y en Colosenses 1:15 se revela que la imagen de Dios es Cristo. Cristo
es la imagen del Dios invisible. Dios es invisible; no obstante, tiene una imagen. El Dios
invisible tiene una imagen visible. A Dios nadie lo vio jamás, pero Cristo lo ha dado a
conocer (Jn. 1:18). Todos nosotros hemos visto a Cristo de un modo u otro. Pedro lo vio.
Juan lo vio. Después de Su resurrección, lo vieron quinientos hermanos al mismo
tiempo (1 Co. 15:6). El es realmente la imagen de Dios. Hebreos 1:3 declara que Cristo es
la imagen visible de la Persona de Dios.
(2) El hombre fue creado a la imagen de Cristo
El hombre, por haber sido creado a la imagen de Dios, la cual es Cristo, fue creado a la
imagen de Cristo. En Génesis 1:26, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen...”
Pero en el versículo 27 dice: “Creó Dios al hombre a Su imagen”. Indudablemente “Su
imagen” aquí significa la imagen de Cristo. Así que, el hombre fue hecho a la imagen de
Cristo.
(3) Adán tipificaba a Cristo
Romanos 5:14 revela que Adán, el primer hombre, tipificaba a Cristo, era figura de El. Si
tomamos la fotografía de una persona, esa imagen es la figura de la persona o el tipo de
ella. Adán era la fotografía de Cristo. Cristo era la imagen de Dios, y Adán era la
fotografía de Cristo. Así como la fotografía es la expresión de cierta imagen, también el
hombre fue hecho para ser la expresión de la imagen de Dios, la cual es Cristo.
Usemos un guante como ejemplo. Un guante es hecho a la imagen y semejanza de la
mano. Tanto la mano como el guante tienen cinco dedos. El guante fue hecho a la
imagen de la mano para que un día la mano pudiese entrar en el guante. La mano llena
el guante, y el guante expresa la mano. ¿Por qué fue hecho el hombre a la imagen de
Cristo? Porque Dios quería que algún día Cristo entrara en el hombre y se expresara por
medio de éste. Romanos 9:21 y 23 nos revela claramente que el hombre fue hecho como
una vasija, es decir, como un recipiente. El hombre no es ni un cuchillo, ni un martillo,
ni una herramienta; es una vasija, un recipiente. Romanos 9:21 y 23 añade que el
hombre fue hecho como vaso de honra para contener a Dios, para contener la gloria de
Dios. En 2 Corintios 4:7 se afirma que tenemos este tesoro en vasos de barro. Esta vasija
es semejante al guante; un día la mano entra en él; el contenido entra en el recipiente.
Somos simplemente una vasija que debe contener a Cristo.
(4) Cristo fue hecho a la semejanza del hombre
Un día Cristo vino para tomar la semejanza del hombre (Fil. 2:6-8). El hombre fue
hecho a la imagen de Cristo, y Cristo fue hecho a la semejanza del hombre. ¿No es eso
maravilloso? ¿Quién es conforme a quién? Es algo mutuo. El hombre fue hecho
conforme a Cristo, y Cristo fue hecho a la semejanza del hombre para que mediante Su
muerte y resurrección, el hombre pudiera obtener la vida de Dios. Esto es un misterio;
no obstante, es un hecho. ¡Aleluya! Todos hemos obtenido esta vida.
(5) El hombre puede ser transformado
y conformado a la imagen de Cristo
Nosotros por tener la vida divina podemos ser transformados y conformados a la
imagen de Cristo (2 Co. 3:18; Ro. 8:29m). Aquí tenemos dos cosas: la transformación y
la conformación. La transformación es interior y la conformación es exterior.
Tenemos un intelecto, una parte emotiva y una voluntad, los cuales fueron hechos
conforme a Cristo. Sin lugar a dudas, Cristo tiene el mejor intelecto, la mejor voluntad y
la mejor parte emotiva. Nuestro intelecto, nuestra voluntad y nuestra parte afectiva no
son muy reales. Considere nuevamente el ejemplo de la mano y el guante. La mano
humana tiene un pulgar y cuatro dedos, y el guante tiene también un pulgar y cuatro
dedos. No podemos negar que el pulgar de un guante es un pulgar, pero cuando lo
comparamos con el pulgar de la mano, encontramos una gran diferencia. Compare su
intelecto con el de Cristo. Nuestro intelecto se parece al pulgar vacío de un guante. El
intelecto de Cristo es semejante al pulgar de una mano humana. Tenemos sabiduría,
pero vemos nuevamente que nuestra sabiduría es semejante al pulgar vacío del guante, y
la sabiduría de Cristo se parece al pulgar de la mano. No obstante, un día el pulgar de la
mano entrará en el pulgar del guante y ¡ambos pulgares llegarán a ser uno! Uno es la
apariencia, la expresión; el otro es la realidad, el contenido. Nuestra sabiduría es
simplemente lo que contiene la sabiduría de Cristo; es la expresión de la sabiduría de
Cristo. ¿Tiene usted amor? Sí, todos tenemos amor, pero nuestro amor es semejante a
un guante vacío. Esposas, no esperen amor de sus esposos. Aun cuando su esposo la
ama, ese amor es vacío. ¡Alabado sea el Señor porque ese amor está vacío! Está vacío
para que entre el amor de Cristo.
Pero esto no siempre resulta fácil. El amor de Cristo debe obrar a fin de entrar en
nosotros. Los dedos de un guante pueden estar torcidos o doblados y, por ende, resistir
la entrada de la mano que procura penetrar. Del mismo modo, necesitamos cierta
disciplina para que el amor de Cristo entre en nosotros. Un día el amor de Cristo entra
en el amor vacío del marido. En ese momento, usted disfrutará del verdadero amor, el
amor de Cristo, por medio del amor vacío de su marido. ¡Alabado sea el Señor!
Todo lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo que podemos hacer es simplemente
un molde vacío, cuya única utilidad es ser un envase para mantener todo lo que Cristo
es, todo lo que tiene y todo lo que puede hacer.
Cristo está en nosotros. La vida de Cristo continuamente lleva a cabo una obra
transformadora dentro de nosotros. Nuestro amor, nuestras emociones y nuestros
pensamientos son inadecuados. Nada de lo que tenemos por naturaleza es adecuado
porque está vacío y es limitado. La esencia, el elemento, de Cristo debe entrar en todo lo
que somos. La sabiduría de Cristo debe entrar en nuestra sabiduría vacía e impartirnos
Su mente (Fil. 2:5). Nuestra mente debe ser el recipiente de la mente de Cristo; la mente
de Cristo debe llenar la nuestra. Entonces, nuestra mente será transformada a la imagen
de Cristo. En 2 Corintios 3:18 dice que todos nosotros, a cara descubierta contemplamos
y reflejamos como un espejo la gloria del Señor y somos transformados a Su imagen.
Esta es la transformación interior. Esta transformación interior también llegará a ser la
conformación interior. Seremos conformados a la imagen del Hijo de Dios (Ro. 8:29m).
(6) Nuestro cuerpo será transfigurado
a la semejanza del cuerpo glorioso de Cristo
Fuimos hechos conforme a Cristo. Un día Cristo vino y tomó la semejanza de nuestra
forma. Lo recibimos a El, y El entró en nosotros. Este Cristo está ahora en nosotros, y
lleva a cabo la obra de transformación, no sólo transformándonos a Su imagen, sino
también conformándonos a Su propia forma. Finalmente, El vendrá a fin de transfigurar
nuestro cuerpo físico a la semejanza de Su cuerpo glorioso (Fil. 3:21). Con el tiempo,
seremos plena y completamente lo que El es (1 Jn. 3:2b). Cuando El se mire a Sí mismo,
dirá: “Todos vosotros sois como Yo”. Cuando nos miremos, diremos al Señor Jesús:
“Todos somos como Tú, y Tú eres como nosotros”. No habrá ninguna diferencia. Todos
seremos como Cristo, y Cristo será idéntico a nosotros. Cristo y nosotros, nosotros y
Cristo, tendremos la misma imagen y la misma semejanza. Este era el propósito de Dios
al crear al hombre para expresarse a Sí mismo. En cierto sentido, la creación del hombre
fue completada, pero el proceso de transformación continúa. Estamos ahora bajo el
proceso de transformación, esperando Su regreso.
b) Con la semejanza exterior de Dios
El hombre fue creado no solamente a la imagen interior de Dios, sino también en Su
semejanza exterior. Todas las demás cosas de la creación concuerdan con “su propio
género”. Sin embargo, el hombre no fue creado conforme al género humano, sino a la
semejanza de Dios. Así como la imagen alude al ser interior de Dios, la semejanza debe
de referirse a la forma externa de Dios.
La relación entre Dios y el hombre es un misterio. Por una parte, la Biblia dice que Dios
es invisible; por otra, afirma que aun antes de la encarnación de Jesús, El apareció
varias veces como hombre en el Antiguo Testamento. Varias veces Cristo apareció con
cuerpo humano. Mientras Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda, vio que
tres hombres venían (Gn. 18:2a). El Señor y dos ángeles se le aparecieron. Abraham
invitó a los tres hombres a su tienda y les sirvió una buena comida. Todos comieron con
él. Dios comió con Abraham, y ambos conversaron mucho. Esta es la razón por la cual a
Abraham se le llamó amigo de Dios (Jac. 2:23). Si leemos Génesis 18, veremos que el
relato de ese pasaje trata de una comunión entre amigos. Dios era amigo de Abraham.
Después de cierto tiempo, el Señor despidió a los dos ángeles, y El permaneció con
Abraham. Este estuvo delante del Señor, como delante de un amigo (Gn. 18:16a, 22).
Ese era Cristo antes de Su encarnación.
La segunda vez que Cristo apareció en forma de hombre fue en el caso de Jacob en
Peniel. Un hombre vino para subyugar al fuerte Jacob (Gn. 32:24). De hecho, ¡era Dios
quien estaba luchando con Jacob! Dios en forma humana estaba luchando con Jacob.
Jacob era muy fuerte y Dios no pudo subyugarlo hasta que le tocó el muslo, y Jacob
quedó cojo. Jacob le pidió que le declarara su nombre. Dios dijo que no le preguntara Su
nombre y que le dejara bendecirlo. Finalmente, Jacob se dio cuenta de que se había
encontrado con Dios cara a cara (Gn. 32:28-30). Peniel significa la faz de Dios. Dios
apareció como hombre allí, como un hombre verdadero. Si El no hubiera sido un
hombre de verdad, ¿cómo habría podido luchar con Jacob?
En otra ocasión (Jos. 5) Dios apareció con cuerpo humano. En esa oportunidad Josué
sentía la gran responsabilidad de vencer a Jericó. Posiblemente era al día siguiente que
el ejército de Dios saldría a combatir contra Jericó, y Josué, su líder, sentía la carga de
aquella batalla. Creo que él estaba considerando la situación por la tarde cuando de
repente vio a un hombre. Josué le preguntó: “¿Eres de los nuestros o de nuestros
enemigos?” El hombre dijo: “No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido
ahora” (Jos. 5:13-14). El hombre dijo también a Josué: “Quita el calzado de tus pies,
porque el lugar donde estás es santo” (Jos. 5:15). En ese lugar estaba Dios.
Todos estos casos nos muestran que el Señor Jesús, antes de Su encarnación, apareció
varias veces en la forma corpórea de un hombre. Esto es realmente misterioso.
El pasto, las hierbas y los árboles no tienen ningún rostro. A partir de la vida animal,
hemos visto que los peces tienen rostro, pero no muy parecido al rostro humano. Luego
vinieron las aves, el ganado y las bestias. Más tarde vino el hombre, cuyo rostro es muy
parecido al de Dios. Esto es un misterio. De todos modos, se nos dijo claramente que
fuimos hechos a la imagen de Dios. Esta es la razón por la cual tenemos sabiduría,
voluntad y emociones, tal como Dios, pero sin la realidad. Lo que tenemos es sólo las
expresiones. Necesitamos el contenido.
También tenemos una forma, la forma de la imagen, igual que una fotografía. Sin
embargo, la fotografía carece de realidad. Cuando el hombre fue creado con la forma de
Dios y a Su imagen, no tenía la realidad de Dios. Después de ser creado el hombre,
seguía necesitando recibir a Dios. El hombre no tenía la realidad de Dios ni Su vida,
aunque sí tenía la forma y la imagen de Dios. El hombre fracasó. Entonces el Señor vino
en forma de hombre. El murió en esta forma y resucitó para elevar esta forma. Su
muerte y resurrección nos permiten recibirlo fácilmente. Hemos recibido y obtenido
esta vida divina, y por dicha vida podemos tener la realidad de Dios. La vida divina obra
ahora en nosotros para transformar nuestra vida vacía en la forma divina de realidad.
En esto consiste la transformación. Finalmente seremos conformados a Su imagen. La
Biblia es la revelación de este misterio. Es muy importante, crucial y esencial que
veamos la imagen de Dios y Su forma, en las cuales y conforme a las cuales fuimos
creados. Todos debemos ver cómo Cristo fue esa imagen y cómo tomó forma de hombre
para que lo recibiésemos a El como vida y realidad nuestras. Finalmente seremos
mezclados El y nosotros, y llegaremos a ser uno. Seremos Su apariencia y expresión; El
será nuestra realidad y contenido. El y nosotros seremos uno. El será como nosotros y
nosotros seremos como El. Entonces, expresaremos a Dios en todo el universo.
Ahora podemos ver por qué Dios creó los cielos y la tierra y por qué creó la vida
humana. Este es el significado y el centro del universo. Si no vemos eso, no podemos
entender cuál es el significado del universo ni para dónde vamos. Hoy en día,
conocemos el significado del universo y sabemos dónde estamos y adónde vamos.
Estamos aquí para expresar a Dios, y salimos a Su encuentro para ser uno con El.
Cuando fuimos salvos, la vida divina que entró en nosotros era semejante al pasto.
Creció hasta ser hierbas y árboles. Después creció hasta llegar a un plano de vida más
elevado: los peces, las aves, el ganado y las fieras. Podemos expresar a Dios sólo cuando
alcanzamos la cima de la vida creada. Necesitamos la vida humana. Ezequiel 1:5, 10 y
Apocalipsis 4:6-7 nos revelan que de los nueve aspectos de la vida, descritos en Génesis
1, sólo cuatro son representados en la presencia de Dios: el águila, el buey, el león y el
hombre. Estos cuatro están en la presencia de Dios, y representan a todas las criaturas
que se encuentran delante de El. Ezequiel y Apocalipsis no mencionan el pasto, las
hierbas, los árboles, los peces, ni los reptiles. En la eternidad no habrá mar y, por
consiguiente, no habrá peces. Ciertamente no habrá animales que se arrastren. Lo que
estará representado en la presencia de Dios será el hombre, el ganado, el león y el águila.
Todos debemos crecer hasta llegar al plano de vida más elevado, es decir, al plano del
ganado, el león y el águila. Debemos seguir adelante a la madurez de vida, que está
representada por la vida humana. Esta vida es lo único que puede expresar a Dios. Esta
vida es lo único que puede tener dominio por Dios. Esta es nuestra meta. Debemos
crecer cada vez más y pasar de la vida vegetal a la vida animal, y de la vida animal a la
vida humana.
PALABRA ADICIONAL
Usted ya ha escuchado que todas las verdades bíblicas fueron sembradas en Génesis,
particularmente en el capítulo 1. Como vimos, Génesis 1 habla de la luz, y esta luz se
desarrolla en toda la Biblia. Vimos la luz del primer día, las lumbreras del cuarto día, y el
desarrollo de éstas hasta el final de la Biblia, donde leemos en los últimos dos capítulos
que “no habrá noche”. Finalmente, Dios mismo será la luz para Sus redimidos. Nosotros
los redimidos que estaremos en la Nueva Jerusalén no necesitaremos el sol, la luna, ni
ninguna otra fuente de luz. Dios mismo será la luz. Por consiguiente, la semilla de luz
sembrada en Génesis 1 se desarrolló plenamente en Apocalipsis 22.
Según el mismo principio, tenemos la palabra “imagen”. “Dios hizo al hombre a Su
propia imagen”. La imagen de Dios lo expresa a El. Expresar a Dios no es más que
manifestar Su gloria. Esta pequeña palabra “imagen” se desarrolla continuamente hasta
ser la Nueva Jerusalén al final de la Biblia. La ciudad entera tiene la apariencia del jaspe
(Ap. 21:11). Si usted lee Apocalipsis 4:3, verá que el que se sienta en el trono es
semejante al jaspe. La apariencia de Dios es como jaspe. Por último, toda la ciudad, la
Nueva Jerusalén, estará constituida de jaspe. El muro de la ciudad también estará
constituido de jaspe (Ap. 21:18a). Desde todos los ángulos, todas las perspectivas y todos
los lados la Nueva Jerusalén tiene la apariencia de Dios. Esta es la expresión de la
imagen de Dios.
Esta mañana, mientras orábamos-leíamos, el hermano Al me preguntó acerca de los
cuatro seres vivientes de Ezequiel 1:5, 10 y Apocalipsis 4:6-7. En Ezequiel, cada uno de
estos seres tiene cuatro rostros; el rostro frontal es humano; el rostro posterior es de
águila; el rostro lateral derecho es de león, y el rostro lateral izquierdo es de buey. Sin
embargo, si seguimos adelante y pasamos de Ezequiel al capítulo 4 de Apocalipsis,
veremos una pequeña diferencia. Allí, cada uno de los cuatro seres tiene un solo rostro.
El primero no es de hombre, sino de león. El segundo no es de buey, sino de becerro.
Conocemos la diferencia entre un buey y un becerro. Un buey tiene más edad. Esto es
extraño. En mi opinión, en Ezequiel el buey debería ser un becerro, y en Apocalipsis el
becerro debería ser un buey; primero el más joven, luego el mayor. No obstante, la
Biblia menciona primero el mayor y luego el menor; primero el buey, luego el becerro.
Les aseguro que nosotros los cristianos no vamos a envejecer, sino a rejuvenecer.
Cuanto más crezcamos, más joven seremos.
En Apocalipsis viene primero el león, luego el becerro, en tercer lugar el hombre, y en
cuarto lugar el águila. El hermano Al me preguntó por qué había esta diferencia entre
Ezequiel y Apocalipsis. Esta es la razón: el orden de los seres vivientes de Apocalipsis
concuerda con el orden de los cuatro evangelios. En Mateo tenemos al león, o sea el rey.
En Marcos, tenemos el siervo, el esclavo, es decir, el becerro. En Lucas tenemos al
hombre. En Juan tenemos a Dios, el águila que se remonta a las alturas. ¿Qué significa
esto? En realidad, los cuatro seres vivientes de Ezequiel eran la manifestación de la
gloria de Dios. En la conferencia que tuvimos sobre Ezequiel, abarcamos Ezequiel 1 y
vimos cómo los cuatro seres vivientes eran la manifestación de la gloria de Dios. ¿Qué es
la gloria de Dios? Es Cristo. Cuando la gloria de Dios es expresada, es Cristo. Pero
observe la diferencia. En Ezequiel los cuatro seres vivientes eran la manifestación de la
gloria de Dios. En Apocalipsis los cuatro seres vivientes son la expresión de Cristo
mismo. Se ha producido una mejoría, pues se ha pasado de la gloria de Dios a Cristo
mismo. Por lo tanto, en Apocalipsis, la apariencia de los cuatro seres vivientes
concuerda exactamente con los cuatro evangelios. Esto significa que los cuatro seres
vivientes de Apocalipsis son simplemente la expresión de Cristo. No estoy diciendo que
sean Cristo. No, no lo son, pero sí lo expresan a El; expresan lo que Cristo es. Cristo se
presenta en cuatro aspectos: como rey, como esclavo, como hombre y como Dios mismo.
Cristo lleva estos cuatro aspectos, y este Cristo necesita una expresión en Su creación.
Así que en este universo existen cuatro seres vivientes, los cuales representan todas las
clases de vida en todos los niveles, para expresar a Cristo.
Todo lo que presenta Génesis 1 es Cristo, con excepción de las tinieblas, las aguas de
muerte, y los animales que se arrastran. El Espíritu vino a cernerse. Este es Cristo.
Cristo es el Espíritu. Cristo también es la Palabra. Cristo es la luz. Sin lugar a dudas,
Cristo es el aire. El Espíritu es Cristo, y la Palabra es Cristo, la luz es Cristo, y el aire es
Cristo. La tierra seca es Cristo. El pasto es Cristo porque Cristo es nuestro pasto verde.
Las hierbas son Cristo. Cristo es el maíz, el trigo, la flor de alheña, y toda clase de
hierbas hermosas. Todos los árboles son Cristo. Cristo es el olivo, la higuera, la vid, el
árbol de vida. Y los peces son Cristo. Cristo alimentó a 5000 personas con cinco panes y
dos peces. La mayoría de los cristianos sólo prestan atención a los cinco panes y se
olvidan de los dos peces. Sin embargo, Cristo no sólo es los cinco panes, sino también
los dos peces, algo que procede de las aguas de muerte para alimentarnos. Cristo
también es las aves. El es el águila. Exodo 19:4 revela que Cristo fue la gran águila que
llevó a los israelitas sobre Sus hombros. Como la gran águila, El liberó a Su pueblo de
Egipto. En cierta ocasión Cristo dijo que El era una gallina. Al final de Mateo 23 (v. 37),
Cristo dijo: “Soy una gallina. Quiero reuniros a todos vosotros bajo Mis alas, pero
vosotros no queréis venir a Mí”. Cristo es el ganado, el buey, el becerro, la vaca, la oveja
y el cordero. Cristo también es un león (Ap. 5:5). Finalmente Cristo es el hombre, el
verdadero Adán. Cristo también es el sol, la estrella de la mañana y la verdadera fuente
de la luz de la luna. En el capítulo 1 de Génesis, todo es Cristo y Cristo lo es todo.
Si usted sólo disfruta a Cristo como el pasto, no está calificado para expresarlo. Si lo
disfruta como las hierbas y como todos los árboles, todavía no está calificado. Aun
cuando usted lo disfrute como el pez, no está calificado. Aunque quizás disfrute mucho a
Cristo, aún así no está calificado para expresarlo. Usted debe avanzar y pasar de todos
esos niveles de vida al nivel de vida de las aves. Entonces empieza a estar calificado para
expresar a Cristo.
La vida de las aves constituye una de las cuatro categorías de vida representadas delante
del trono de Dios. Como ya lo mencioné, entre las nueve categorías de vida de Génesis 1,
sólo cuatro están representadas delante del trono de Dios. Permítanme darles
nuevamente las nueve categorías: el pasto, las hierbas, los árboles, los peces, las aves, el
ganado, las fieras, los animales que se arrastran y el hombre.
Entre las nueve categorías, sólo cuatro (las aves, el ganado, las fieras y el hombre) están
calificadas para expresar a Cristo. El pasto no está calificado; es bueno, pero es una clase
de vida inferior. Ni las hierbas, ni los árboles, ni los peces están calificados. Por
supuesto, todos los animales rastreros son dejados a su suerte por la eternidad. Van al
lago de fuego.
Sólo las aves, el ganado, las fieras y el hombre tienen un rostro distinguible. El rostro de
usted es la apariencia exterior de su ser interior. Lo que usted es interiormente se
expresa exteriormente en su rostro. Como lo mencionamos antes, ni el pasto ni las
hierbas ni los árboles tienen rostro. Los peces tienen rostro, pero su rostro no es
distintivo. Y los peces tampoco tienen cuello. Necesitamos un cuello más largo para que
nuestro rostro sea más distintivo. Entre estas nueve categorías, sólo cuatro tienen una
cara distinguible, y de estas cuatro, el rostro humano es el mejor, el más elevado y el
más distinguible. Compare su rostro con el rostro de un águila, de un becerro o de un
león. Se dará cuenta de que su rostro es mucho más distinguible. ¿Por qué? Porque la
vida humana es muy distinta de la vida de las aves, de los becerros y de las fieras.
En conformidad con la economía de Dios, Cristo tiene cuatro aspectos. El es un hombre,
pero sirve a la gente como un becerro. El es un hombre, pero pelea la batalla, ejerce
control y tiene dominio como el león. El es un hombre, pero El puede volar lejos y
elevarse como un águila. Necesitamos la vida humana para expresar a Cristo, y también
necesitamos la vida del becerro, del león y del águila. Cuando tenemos estas cuatro
podemos expresar plenamente a Cristo.
Ahora podemos ver que la pequeña palabra “imagen” que aparece en Génesis 1 ha
experimentado un gran desarrollo. No sólo vemos los cuatro seres vivientes que
expresan a Cristo en cuatro aspectos, sino que finalmente tenemos la Nueva Jerusalén,
una ciudad elevada que tiene la imagen de Dios y expresa a Cristo. Dios es semejante al
jaspe, y la apariencia de la Nueva Jerusalén también es como jaspe, igual que la
apariencia de Dios. Este es el cumplimiento de Génesis 1:26. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE SIETE
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(4)
EL PROPOSITO
Vimos ya que el hombre es el centro de la obra creadora de Dios y que la vida humana es
la vida creada más elevada. Nunca debemos olvidar las nueve entidades vivas
mencionadas en Génesis 1: el pasto, las hierbas, los árboles, los peces, las aves, el
ganado, las bestias, los animales que se arrastran, y el hombre. El hombre es la vida
creada más elevada. Según el relato de Génesis 1, cuando Dios llegó al momento de crear
al hombre, tuvo un concilio. Este concilio celebrado en la Deidad fue muy
impresionante. Dios dijo: “Hagamos...” Esto es bastante significativo. Eran necesarias
las tres Personas de la Deidad para crear al hombre. Los demás libros de la Biblia
desarrollan el tema de la obra que llevó a cabo el Dios Triuno sobre el hombre. Dios dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Luego Dios
dijo: “Señoreen” (heb.). Dios no dijo hagamos a los hombres, sino al hombre. Hombre
es un sustantivo singular, pero señoreen está en plural [en el hebreo]. “Hagamos al
hombre ... señoreen...” ¿Había un solo Dios o varios dioses? ¿Había un solo hombre o
varios hombres? Nuestro Dios es único, pero es triuno. El hombre es uno, pero es
corporativo. ¡Aleluya! Nunca olvide los dos términos de Génesis 1:26. Dios dijo:
“hagamos” y “señoreen”. La palabra “hagamos” revela que el Dios único es triuno; el
verbo “señoreen” revela que el único hombre es corporativo. El Dios Triuno creó un
hombre corporativo.
2) Obtener al hombre
para que ejerza el dominio de Dios
Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen ... y señoreen...” Dios creó un hombre
corporativo para que ejerciera Su dominio (Gn. 1:26-28). El verbo “señorear” incluye
más que autoridad. Señorear significa tener autoridad para gobernar y establecer un
reino y también significa tener un reino como esfera en la cual ejercer autoridad. Si
tengo autoridad sin ninguna esfera sobre la cual gobernar, no tengo ningún señorío,
ningún dominio. Dios dijo: “Señoree el hombre...” Al hombre se le dio dominio sobre
todas las cosas. Recuerde las palabras “imagen” y “señorear”, y subráyelas en su Biblia.
Muy pocos cristianos prestan atención a la palabra señorear cuando leen Génesis 1.
Debemos considerar un poco más las palabras imagen y señorear. Una imagen es una
expresión. Dios creó al hombre a Su imagen con la intención de que el hombre lo
expresara. El Dios invisible desea ser expresado. El necesita una expresión. Señorear
denota reino y autoridad. El hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresarle, y
recibió autoridad para representar a Dios y señorear. Somos la expresión de Dios y
somos Sus representantes. Los jóvenes deben asirse particularmente de estas dos
palabras con estas dos revelaciones fundamentales: imagen y señorío. El propósito de
Dios al restaurar y formar Su creación adicional era doble: obtener al hombre
corporativo para que lo expresara y para que ejerciera Su señorío.
a) La esfera:
Este asunto del señorío incluye una esfera. Existen tres puntos relacionados con esta
esfera:
(1) Sobre todo lo que hay en los mares
El hombre debe señorear sobre los mares. Los mares son la morada de los demonios
(Mt. 8:32; 12:43). Por tanto, la esfera del señorío de Dios debe incluir los mares.
(2) Sobre todos los seres del aire
El hombre debe señorear sobre todos los seres que vuelan por el aire, donde están
Satanás y sus ángeles (Ef. 2:2; 6:12). Existen potestades malignas en los aires con
Satanás como cabeza. Efesios 2:2 describe a Satanás como príncipe de las potestades del
aire.
(3) Sobre todo lo que hay sobre la tierra
El hombre debe señorear sobre todo lo que hay en la tierra, el campo de las actividades
de Satanás. Satanás está muy activo en la tierra (Lc. 4:5-6). Así que aquí en Génesis 1:26
dice específicamente que el hombre debe señorear “en toda la tierra”. La tierra fue
usurpada por Satanás. Por consiguiente, debe ser gobernada por el hombre, el
representante de Dios.
Recuerde que la esfera del dominio que Dios confió al hombre incluye tres secciones: los
mares, la morada de los demonios; el aire, el lugar donde están Satanás y sus ángeles; y
la tierra, el campo de actividades de Satanás.
Cuando el Señor Jesús estuvo sobre esta tierra, tuvo que vencer a Satanás, a los ángeles
caídos o a los demonios por dondequiera que iba. Esta fue la razón por la cual el Señor
Jesús reprendió el viento y las olas durante una tempestad. El viento procedía de los
ángeles caídos que estaban en el aire, y las olas venían de los demonios que estaban en el
agua. El Señor dijo al viento: “¡Calla!” y a las olas “¡Aquietaos!” En seguida el viento cesó
y las olas se calmaron. Los ángeles caídos y los demonios fueron sometidos y dominados
por el Señor Jesús. Si sabemos cómo leer la Biblia, veremos que en los cuatro
evangelios, el Señor Jesús ejerció la autoridad de Dios sobre los mares, el aire y la tierra.
Esta es la esfera del dominio que Dios confió al hombre.
b) La intención:
El señorío de Dios no sólo tiene una esfera, sino también una intención. ¿Cuál era la
intención de Dios al dar señorío al hombre?
(1) Vencer al enemigo de Dios
El primer aspecto de la intención de Dios es vencer a Su enemigo, Satanás, tipificado por
los seres que se arrastran (Gn. 1:26). En la Biblia lo que se arrastra es demoníaco,
diabólico y satánico. En el último mensaje, destacamos el hecho de que sólo los cuatro
seres vivientes, los cuales representan a toda la creación, están presentes delante del
trono de Dios: el águila, el buey, el león y el hombre. Los seres que se arrastran como las
serpientes o los escorpiones no están representados delante de Dios. En la Biblia,
Satanás es tipificado por la serpiente (Gn. 3:1). En Apocalipsis 12:9, Satanás es llamado
“la serpiente antigua”. El se ha envejecido desde que apareció por primera vez en
Génesis 3.
En la creación original, Dios tenía un solo propósito: expresarse a Sí mismo. Pero
debido a la rebelión de Satanás, Dios tiene ahora otro propósito: vencer a Su enemigo.
Cuando Dios creó al hombre, tenía estos dos propósitos. Por consiguiente, El creó al
hombre a Su propia imagen para que lo expresara, y le dio señorío para que venciera a
Su enemigo. Ambas cosas se deben cumplir. Necesitamos la imagen de Dios para poder
expresarle, y necesitamos Su señorío para someter al enemigo.
Debemos expresar a Dios y vencer a Satanás en nuestra vida de familia. Muchas veces
cuando el esposo llega a casa, la esposa no expresa a Dios, sino a la serpiente. La cara de
la esposa tiene la apariencia de una serpiente insidiosa. A menudo el marido también
expresa a la serpiente. He aprendido eso por experiencia. A veces, cuando vi a Satanás
expresado en los miembros de mi familia, no dije ni una sola palabra. Iba a mi cuarto,
me arrodillaba y oraba: “Señor, ata a la serpiente”. Muchas veces me di cuenta de que yo
mismo expresaba a la serpiente. Corría de nuevo a orar: “Oh Señor, perdóname. Ata a la
serpiente”. En muchas ocasiones, no se ejerce la autoridad divina de Dios, sino que se
expresa el poder maligno de Satanás. Hace poco, me enteré de que muchos hermanos
jóvenes viven en casas de hermanos solteros. No obstante, me temo que aun en dicha
casa exista la posibilidad de que se exprese la imagen de Satanás, y no la de Dios, de que
se ejerza el poder maligno y no la autoridad de Dios. Todos debemos entender que ahora
Dios quiere llevar a cabo esta doble meta: expresarse a Sí mismo y vencer a Su enemigo.
En realidad, no es el esposo de usted el que se enoja, sino la serpiente. No es su esposa la
que dice algo para provocarlo, sino la serpiente. No se enoje con su esposo y no se
enfade con su esposa. No es culpa de su cónyuge. Debemos vencer a la serpiente que
está detrás de nuestro cónyuge. Intercambiar ofensas nunca vencerá a Satanás. Cuanto
más alegamos, más terreno gana Satanás. La única manera de vencer a Satanás es
arrodillarnos, orar, invocar el nombre de Jesús, y pedir que El ate a la serpiente.
(2) Recobrar la tierra
El segundo aspecto de la intención de Dios al dar señorío al hombre es recobrar la tierra
(Gn. 1:26-28). El hombre ha de señorear sobre la tierra, sojuzgarla y conquistarla.
Puesto que es necesario conquistar la tierra, queda implícito que el enemigo ya está allí,
que se libra una guerra. Por consiguiente, debemos luchar y conquistar.
Los jóvenes que se están preparando para casarse deben entender que el matrimonio es
una batalla. Muchos de nosotros sabemos eso por experiencia. Aun cuando estábamos
en nuestra luna de miel, estábamos en el campo de batalla, peleando con nuestro
cónyuge. Si no luchábamos exteriormente, lo hacíamos interiormente. Cada área de la
vida, la vida escolar, el trabajo y la vida familiar, constituye un campo de batalla. El
enemigo nunca duerme. El está alerta todo el día, no sólo en la vida de familia, sino
también en la vida de iglesia. Aun en la vida de iglesia, Satanás y todos sus mensajeros
están ocupados. En la tierra se está librando una guerra. La intención de Dios es
recobrar la tierra.
Satanás usurpó y sigue usurpando a la tierra. Mire la sociedad actual. Mire cómo el
enemigo sigue usurpando toda la tierra.
Dios desea recobrar la tierra. La tierra se ha convertido en un lugar crítico, un lugar que
Satanás desea conservar en su poder y que Dios quiere recuperar. La batalla se libra por
la tierra. El que obtenga la tierra será el ganador. Si Satanás puede conservar la tierra en
su mano, tendrá la victoria. Si Dios la puede recuperar, obtendrá la victoria. El Señor
Jesús no ha regresado porque la tierra todavía se encuentra bajo la usurpación de
Satanás. Esta es la razón por la cual Dios necesita la iglesia. La iglesia debe pelear la
batalla para recobrar la tierra, si no toda la tierra, por lo menos algunos lugares donde el
Señor Jesús pueda poner Sus pies, algunos frentes de ataque donde el Señor Jesús
pueda poner Sus pies. La tierra es un lugar crucial.
Este punto quedó plenamente demostrado en el salmo 8. Este salmo empieza con las
palabras: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán admirable es Tu nombre en toda la tierra!”
También termina de esta manera. Sin lugar a dudas, el nombre del Señor es admirable
en los cielos, pero en cierto sentido, el nombre del Señor no es admirable en esta tierra.
Su nombre no es excelente entre tantas personas caídas. Debemos orar: “Santificado sea
Tu nombre” (Mt. 6:9). El nombre del Señor debe ser santificado sobre esta tierra. El
problema no está en los cielos, sino aquí en la tierra.
Dios desea que Su reino venga a esta tierra y que Su voluntad se cumpla en la tierra (Mt.
6:10). Ahora podemos entender la oración que el Señor Jesús estableció. El dijo:
“Santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino”. Indudablemente esto se refiere a venir de
los cielos a la tierra. La oración continúa: “Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra”. La voluntad de Dios se cumple ahora en los cielos; sin embargo, en
esta tierra existen muchos obstáculos que impiden que se cumpla. Debemos orar:
“Santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra”. Debemos pelear para recobrar la tierra.
En el milenio la tierra será el reino de Dios. Eso se revela en Apocalipsis 11:15. Cuando el
Señor Jesús venga a inaugurar el milenio, toda la tierra se convertirá en el reino de Dios.
Entonces Dios recuperará la tierra.
En la eternidad la morada de Dios bajará de los cielos a la tierra nueva (Ap. 21:1-2).
Muchos cristianos sueñan con ir al cielo. Es un buen sueño e indudablemente todos
nosotros estaremos allí. Sin embargo, Dios desea descender a la tierra. Nos gustan los
cielos, pero a Dios le agrada la tierra. Nosotros estamos subiendo, y El está bajando.
¡Aleluya! Déjenme decirles la verdad: cuando vayamos al cielo, el Señor dirá: “Hijos
Míos, descendamos; bajemos para señorear en la tierra”. En la eternidad los cielos no
serán la morada de Dios. La morada de Dios será la Nueva Jerusalén, y la Nueva
Jerusalén descenderá del cielo a la tierra nueva. Esto demuestra que Dios desea poseer
la tierra.
Satanás, el usurpador, no sólo será derribado de los aires, sino que también será
expulsado de la tierra. Según Apocalipsis 12:9, Satanás primero será derribado del aire y
echado a la tierra, y después será atado y expulsado de la tierra y echado en el abismo
(Ap. 20:2-3). No habrá más contaminación espiritual. Tendremos aire fresco, y la tierra
estará limpia de toda corrupción. Esto se producirá durante el milenio. Al final del
milenio, Satanás será echado en el lago de fuego (Ap. 20:10). Después del milenio,
tendremos la eternidad, donde estará la morada eterna de Dios en la tierra nueva. Dios
desea poseer la tierra.
(3) Traer la autoridad de Dios
El tercer aspecto de la intención de Dios al dar el señorío al hombre es traer Su
autoridad para que se ejerza en la tierra. El hombre debe ejercer la autoridad de Dios
para que el reino de Dios venga a la tierra, a fin de que en la tierra se cumpla la voluntad
de Dios, y la gloria de Dios se manifieste. Todo eso ocurrirá en la tierra. Dios nunca
estará satisfecho con un reino solamente en los cielos. Tampoco le complacerá ver que
Su voluntad se cumpla solamente en los cielos, ni ver Su gloria expresada solamente en
los cielos. El desea que todas estas cosas sucedan en la tierra. Esta es la responsabilidad
de la iglesia hoy. En la iglesia tenemos el reino de Dios. En la iglesia se cumple la
voluntad de Dios. En la iglesia se expresa la gloria de Dios. ¡Aleluya! Tenemos un
anticipo. Ahora podemos ver por qué Dios dio señorío al hombre sobre todo lo que está
en los mares, en el aire y en la tierra. La intención de Dios es eliminar al enemigo,
recobrar la tierra y manifestar Su gloria.
(4) El cumplimiento
¿Se ha llevado a cabo eso? Ciertamente no. Pero Dios creó al hombre con esta intención.
Satanás sabe eso mucho mejor que nosotros. La Biblia nos dice que inmediatamente
después de la creación del hombre, Satanás se infiltró a fin de destruir al hombre que
Dios había creado para Su propósito. El hombre cayó. Sin embargo, Dios no lo
abandonó. Dios mismo se hizo hombre. El vino para entrar en el hombre y hacerse uno
con él. Vino como el hombre llamado Jesús para ser el segundo hombre (1 Co. 15:47). El
primer hombre no cumplió el propósito de Dios, pero el segundo hombre sí. El primer
hombre era un hombre corporativo, y el segundo hombre también lo es. Adán era la
cabeza del primer hombre corporativo, y Cristo es la cabeza del segundo hombre. El
propósito de Dios es cumplido por el segundo hombre.
(a) Con Cristo:
El cumplimiento del propósito de Dios al dar señorío al hombre empezó con Cristo.
aa. Cuando vino Cristo, llegó el reino de Dios
En el Nuevo Testamento, la predicación empieza de una manera particular, de una
manera opuesta a nuestros conceptos. Dice: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos
se ha acercado” (Mt. 4:17). Las palabras “se ha acercado” significa “ha venido”. Cuando
Cristo vino, llegó el reino de Dios. Cristo trajo el reino. Ese pequeño hombre llamado
Jesús era el reino de Dios. Muchos cristianos piensan que el reino no llegó cuando Jesús
vino. Tienen la idea de que el reino fue suspendido y la edad de la iglesia empezó cuando
el pueblo judío rechazó a Jesús y al reino. Creen que la iglesia no es el reino, que
después de la edad de la iglesia, el reino será establecido con el regreso de Jesús. En la
Biblia hay cierta base para afirmar esto y en cierto sentido está correcto, pero sólo
parcialmente. Romanos 14:17 nos dice que la iglesia actual es el reino. La vida de iglesia
es el reino. En cierto sentido, el pueblo judío rechazó el reino. En otro sentido, el Señor
estableció el reino al establecer la iglesia. Nunca podemos separar la iglesia del reino. En
Mateo 16:18 el Señor Jesús dijo a Pedro: “Pedro, tú eres una piedra, y sobre Mí mismo,
la roca, edificaré Mi iglesia. Las puertas del Hades no prevalecerán contra esta iglesia”.
Inmediatamente después de eso (v. 19), el Señor Jesús dijo: “A ti te daré las llaves del
reino”. En el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio, Pedro estableció la iglesia al
usar las llaves del reino que abrieron la puerta a los judíos y a los gentiles para que
entraran en el reino. Por tanto, cuando la iglesia empezó, allí estaba el reino. La iglesia
es el reino. Indudablemente el reino se manifestará plenamente en el futuro. Sin
embargo, la realidad del reino está aquí ahora. Esta es la vida de iglesia.
bb. Cristo echó fuera demonios
para introducir el reino de Dios
Los cuatro evangelios nos muestran que Jesús encontraba demonios adondequiera que
iba. El nunca pudo tolerar demonios y los echaba inmediatamente. En Mateo 12:28
Jesús nos dice que el hecho de que El echara demonios correspondía a la venida del
reino. Eso era el dominio de Dios. Adán fracasó y no introdujo el reino, pero cuando
Jesús vino, El introdujo el reino echando demonios. Echar demonios equivale a traer el
reino de Dios.
cc. Cristo dio a Sus discípulos
autoridad sobre el poder del enemigo
Cristo dio también a Sus discípulos autoridad sobre todo poder de Satanás. En Lucas
10:19 el Señor Jesús dijo: “Os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre
todo poder del enemigo”. Las serpientes y los escorpiones están en plural, lo cual indica
que son muchos. En el versículo 18 del mismo capítulo vemos a Satanás. En el versículo
20 vemos los espíritus, es decir los demonios. Las “serpientes” representan el poder
satánico, y los “escorpiones” representan el poder demoníaco. Satanás, las serpientes y
los escorpiones tienen poder, pero nosotros tenemos autoridad. Nuestra autoridad
supera su poder. Hay muchos potentes automóviles en las calles. No obstante, cualquier
policía, aun el más pequeño, tiene autoridad sobre ellos. Cuando él dice: “¡Alto!”, ellos se
detienen. Los automóviles tienen poder, pero el policía tiene autoridad. Satanás y sus
demonios tienen poder, pero nosotros somos los policías de Dios. Debemos dar a
Satanás el mandamiento: “¡Detente!” Cuando Jesús dio a Sus discípulos esta autoridad y
ellos la usaron para expulsar demonios, se entusiasmaron. No obstante, el Señor Jesús
les dijo: “No os regocijéis de esto ... regocijaos de que vuestros nombres están escritos en
los cielos”. Cuando Jesús vino, llegó el reino. Cuando Jesús echó fuera demonios, trajo el
reino de Dios. Además, Jesús hizo eso mediante Sus discípulos. El les dio autoridad para
echar demonios, y ellos lo hicieron.
dd. Cristo recibió toda autoridad
Cristo, después de la resurrección, recibió toda la autoridad en los cielos y en la tierra
(Mt. 28:18). Como el Señor Dios, El tenía autoridad antes de Su resurrección. Como el
hombre llamado Jesús de Nazaret, se le comisionó toda la autoridad en los cielos y en la
tierra después de Su resurrección. Jesús es el verdadero Adán. A El se le confió el
dominio de Dios.
(b) Con la iglesia, que incluye a los santos:
aa. Las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia
El cumplimiento de la intención de Dios al dar dominio al hombre, tiene que ver con
Cristo como Cabeza y con la iglesia, la cual incluye a todos los santos, el Cuerpo. El
cumplimiento de la intención de Dios no está solamente relacionado con la Cabeza, sino
también con el Cuerpo. Las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia (Mt.
16:18). La Biblia no dice que las puertas del Hades (las cuales representan el poder de
Satanás) no prevalecerán contra los santos; mas prevalecerán contra ellos si están
separados o son individualistas. Usted debe ser edificado, hecho parte de la iglesia. El
Cuerpo edificado con Cristo nunca puede ser vencido por Satanás. Satanás nunca puede
prevalecer contra la iglesia edificada.
bb. Los santos recibieron autoridad para atar al enemigo
Los santos recibieron autoridad para atar al enemigo (Mt. 16:19; 18:18). En Mateo 16:19
se habló a Pedro; en Mateo 18:18 se habla a cada creyente. La Iglesia Católica asevera
que Pedro tenía la autoridad de representar a Cristo. Se basan en Mateo 16:19. No
obstante, debemos decirles que también tenemos Mateo 18:18. Pedro no fue el único en
recibir la autoridad de atar y desatar, también nosotros la hemos recibido. A todos los
creyentes se les dio la autoridad de atar y desatar. Hoy en día, la iglesia, constituida de
todos los santos, tiene la autoridad de atar y desatar. A menudo, no deberíamos orar
solamente, sino atar y desatar.
cc. Dios aplastará a Satanás
bajo los pies de los santos
En Romanos 16:20 dice: “El Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros
pies”. Pablo dijo: “en breve”. No sé que pensaba Pablo cuando dijo eso hace diecinueve
siglos. Nos puede parecer que ha transcurrido mucho tiempo desde aquel entonces. Sin
embargo, nosotros creemos que no ha pasado tanto tiempo. Dentro de poco, Satanás
será aplastado. El verbo “aplastar” no significa solamente golpear o quebrantar, sino
también someter. Satanás debe estar debajo de nuestros pies. En nuestra vida de
familia, Satanás debe estar debajo de nuestros pies. En la vida matrimonial, Satanás
debe estar debajo de nuestros pies. En la vida de iglesia, Satanás debe estar debajo de
nuestros pies. Tenemos que decirle: “Satanás, tú debes estar debajo de nuestros pies”.
Aquí y ahora Satanás debe estar debajo de nuestros pies.
dd. Los santos deben luchar contra el enemigo
En 2 Corintios 10:3-5 y Efesios 6:11-13 se nos exhorta a luchar contra el enemigo. No
sólo peleamos, sino que luchamos. Luchar es más difícil que pelear. Debemos luchar
contra las potestades malignas de los aires.
ee. Los santos vencedores
tendrán autoridad sobre las naciones
Los santos vencedores tendrán autoridad sobre las naciones (Ap. 2:26-27) y en el
milenio serán reyes que regirán con Cristo en toda la tierra (Ap. 20:4, 6). Para entonces,
Dios señoreará plenamente en esta tierra. Este será el cumplimiento de lo que El
deseaba conseguir en Génesis 1.
ff. Todos los santos reinarán por la eternidad
Finalmente todos los santos regirán como reyes sobre la tierra por la eternidad en la
Nueva Jerusalén. En ese tiempo, Satanás, los ángeles malignos del aire, y el mar con
todos los demonios serán echados en el lago de fuego (Ap. 20:10, 13-14; Mt. 25:41). Toda
la contaminación desaparecerá. El aire, el agua y la tierra fueron contaminados. Cuando
llegue la eternidad, desaparecerá toda contaminación. Todo estará limpio, y el señorío
de Dios prevalecerá allí. Se ejercerá la autoridad de Dios en la tierra. En esa esfera, la
imagen de Dios se expresará plenamente y Su gloria se manifestará totalmente. Ese será
el reino eterno, el dominio de Dios.
Génesis 1 es un vivero. Todas las semillas de la verdad fueron sembradas allí. Vimos que
la palabra “luz” fue sembrada en Génesis 1 y desarrollada en toda la Biblia hasta llegar a
Apocalipsis 22, donde ya no se necesitan el sol, la luna ni luminar alguno. Dios mismo es
la luz. Del mismo modo, la palabra “imagen” aparece por primera vez en Génesis 1 y se
desarrolla en toda la Biblia hasta que vemos la Nueva Jerusalén llevar la imagen de Dios
y expresarle. Según el mismo principio, la palabra “señorío” también necesita la
explicación de toda la Biblia. Pasamos de la palabra “señorear” en Génesis 1 a
Apocalipsis 22:5, donde vemos que todos los santos reinarán con Dios por la eternidad.
Ese será el cumplimiento final del señorío de Dios.
El hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresarle, y recibió el dominio de Dios
para representarle y vencer a Su enemigo. Hoy en día, la iglesia es la parte más
importante del segundo hombre. La responsabilidad y el deber de la iglesia son, por un
lado, expresar a Dios y, por otro, vencer al enemigo de Dios. Este es nuestro deber.
Debemos asumir esta responsabilidad.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE OCHO
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(5)
LA MAXIMA CONSUMACION
d. La máxima consumación
En este mensaje llegamos a la máxima consumación, al punto culminante de Génesis 1.
Debemos recordar varios pasos en el proceso de restauración y creación adicional que
Dios llevó a cabo. El Espíritu se cernía sobre las tinieblas y la muerte. La luz vino, y creó
una separación entre la luz y las tinieblas. Dios hizo la expansión para separar las cosas
de arriba de las cosas de abajo. Luego Dios llamó a la tierra seca a salir de las aguas de
muerte. En la tierra seca se generó la vida vegetal. Después de la vida vegetal, se
produjeron las lumbreras del cuarto día y resplandecieron sobre la tierra. Luego vino la
vida de los peces, la vida de las aves, del ganado, de las bestias y de todo lo que se
arrastra. Finalmente Dios creó al hombre. El hombre es el punto culminante de la
creación de Dios porque lleva la imagen de Dios. Esto no es algo insignificante.
1) Dios fue expresado y representado
El hombre es la expresión de Dios porque lleva la imagen de Dios. El tiene también el
señorío de Dios. Al hombre le fue confiado el señorío sobre los mares, sobre el aire,
sobre la tierra y, particularmente, sobre todo lo que se arrastra. El hombre tiene poder,
autoridad y señorío porque es semejante a Dios. El hombre lleva la imagen de Dios; por
tanto, tiene autoridad. El punto culminante en la creación de Dios es el hombre, el cual
lleva la imagen de Dios y lo representa con Su autoridad sobre todas las cosas.
Cuando el hombre mira a Dios y Dios mira al hombre, ven que se parecen. Si tomo una
fotografía de usted, usted se parecerá a la foto, y la foto se parecerá a usted. Del mismo
modo, Dios puede decir: “Hombre, te pareces mucho a Mí”. El hombre contestará:
“Dios, Tú te pareces mucho a mí. Tú y yo somos muy parecidos”. Asimismo, cuando el
hombre viene de la presencia de Dios, él gobierna todas las cosas creadas y tiene
potestad para gobernar. Esto es tener señorío, esto es el reino.
En el capítulo 1 de Génesis, las dos palabras clave son imagen y señorío. Usted puede
olvidarse de lo que se arrastra y de los peces, pero no olvide al hombre con la imagen y el
señorío. El hombre no fue hecho a la imagen de una serpiente ni de un escorpión, sino a
la imagen de Dios. Este es el punto culminante: el hombre lleva la imagen de Dios y
ejerce la autoridad de Dios para mantener el señorío.
La imagen y el señorío fueron sembrados como dos semillas en Génesis 1. No obstante,
estas dos semillas requieren toda la Biblia para crecer y desarrollarse. La cosecha, o sea
la plena madurez, se encuentra en Apocalipsis 21 y 22. Toda la Nueva Jerusalén expresa
a Dios, expresa el semblante de Dios. La Nueva Jerusalén también ejerce la autoridad de
Dios para mantener el señorío de Dios por la eternidad. Ahora ambas semillas van
creciendo dentro de usted y dentro de mí. La imagen de Dios y la autoridad de Dios
crecen continuamente dentro de nosotros.
Considere el caso de una pareja recién casada. El marido ama a la esposa, y la esposa
ama al marido. Aunque ella ama al marido, dice dentro de sí: “Aunque te amo, no eres
más que un joven travieso”. Doctrinalmente es correcto decir a la esposa que su marido
es su cabeza. No obstante, la esposa pensará: “Sé que mi marido es mi cabeza, pero en
realidad él es un joven malcriado. Me cuesta trabajo respetarlo”. Un día el marido es
salvo, y la vida divina entra en él. Esta es la semilla, y la semilla crece en este joven día
tras día, mes tras mes. Es probable que después de dieciocho meses, la esposa mire a su
marido y diga: “Indudablemente debo respetarle. Antes él no era más que un joven
malcriado. Pero ¡mírenlo ahora! Es bien serio. No es tan descuidado. Ahora tiene
sobriedad”. No es necesario que el esposo imponga la autoridad y diga: “Debes saber
que ahora soy un esposo cristiano. Debes someterte a mí”. El marido no necesita decir
eso. Cada vez que la esposa lo mire, se dará cuenta de que las palabras del esposo tienen
peso, que hay algo precioso y valioso en él. Ella lo respetará espontáneamente.
Anteriormente ella discutía. Ahora ella lo respeta y lo honra, y considera todo lo que dice
porque ahora él lleva la imagen de Dios, y de esta imagen viene la autoridad divina. Este
es el señorío.
Muchas personas han leído el libro de Watchman Nee Autoridad espiritual. Usan ese
libro únicamente de esta manera: “Nosotros somos los ancianos de la iglesia. Somos los
líderes de un grupo de cristianos. Somos la autoridad de Dios”. Si ustedes dicen eso, ya
no tienen la autoridad de Dios. No llevan la imagen de Dios. Cuando el Señor Jesús vino,
nunca tuvo una actitud autoritaria hacia la gente ni le pidió que se sometiera a El. Jamás
hizo semejante cosa. Pero mientras estuvo en esta tierra, llevaba la imagen de Dios.
También tenía la autoridad de Dios. La autoridad siempre procede de llevar la imagen
de Dios.
La máxima consumación consiste en que Dios es expresado y representado. No existe
nada superior a eso. Cuando Dios es expresado y representado, ése es el punto
culminante.
El hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresarlo a El. Esto es un asunto de vida.
El propósito de la vida y la imagen es expresar a Dios. Dios le dio al hombre señorío
sobre todas las cosas para que lo representara. Este es un asunto de autoridad. Si usted
desea representar a Dios con autoridad, debe expresar a Dios en vida. Todo el relato
bíblico constituye una sola narración, la historia de los santos que expresaron a Dios y lo
representaron. Ahora vamos a considerar dieciocho casos que se extienden a lo largo del
Antiguo Testamento y del Nuevo.
a) El caso de Abraham:
Empezamos con Abraham. Esto no significa que antes de Abraham no hubiese ningún
hombre que expresara a Dios. Hubo por lo menos tres hombres notables: Abel, Enoc y
Noé. No obstante, si leemos su historia, no encontramos ningún relato en el cual
sometieran al enemigo o hubiesen vencido algo. Antes de Abraham no hay ningún relato
de alguien que hubiese sometido al enemigo. Abraham construyó un altar para tener
contacto con Dios (Gn. 12:7). Cuanto más contacto tenga usted con Dios, más llevará la
imagen de El. Cuanto más mire a Dios, más se parecerá a El. Construir un altar para
acercarse a Dios significa ser transformado cada vez más a Su imagen. Abraham no
construyó una torre. Los habitantes de Babel no construyeron un altar para tener
contacto con Dios; construyeron una torre para hacerse un nombre (Gn. 11:4). Esto se
llama orgullo. No obstante, Abraham fue llamado a salir de ese entorno; él construyó un
pequeño altar y allí tuvo contacto con Dios. Cuanto más tocaba a Dios, más se parecía a
Dios. La Biblia nos dice que finalmente Dios llegó a ser amigo de Abraham y que
Abraham fue llamado el amigo de Dios (Jac. 2:23). Si usted lee Génesis 18, verá que
Dios no se presentó a Abraham como el Creador ni como el Todopoderoso; se presentó a
él como un amigo. Dios y Abraham tuvieron comunión como dos amigos que
conversaban. En aquel tiempo, Abraham se parecía cada vez más a Dios. Por tanto,
leemos que Abraham venció a los enemigos (Gn. 14:17).
b) El caso de José:
José fue la última persona cuya historia leemos en Génesis. El llevó una vida santa y
victoriosa (Gn. 39:11-12). Llevó una vida que se parecía mucho a Dios. Dios era santo;
José era santo. Dios era victorioso; José era victorioso. José llevaba la imagen de Dios.
El fue un hombre que cumplió la intención de Dios. La historia de José es la historia de
una vida santa y victoriosa, una vida que finalmente llegó a ser la autoridad gobernante.
José regía sobre todo Egipto (Gn. 41:39-45). En el capítulo uno de Génesis, vemos a un
hombre hecho por Dios a Su imagen y al cual se le comisionó el señorío de Dios. En los
últimos capítulos de Génesis, también vemos a un hombre que realmente expresaba a
Dios y lo representaba, y gobernaba sobre toda la tierra.
c) El caso de Moisés:
Moisés no fue un gran político. Fue un hombre que se mantuvo en contacto con Dios.
Después de tener contacto con Dios, su rostro brillaba con la gloria divina (Ex. 34:2930). Cuando el rostro de Moisés resplandecía con la gloria de Dios, él llevaba la imagen
de Dios. Por tanto, Moisés se convirtió en un hombre de autoridad. El tenía la autoridad
de gobernar sobre toda la casa de Israel (He. 3:2, 5). También tenía la autoridad de
vencer al enemigo (Ex. 14:30-31). No peleó la batalla con ametralladoras ni bombas
atómicas, sino con una pequeña vara. Esta vara no sólo representaba el poder, sino
también la autoridad. Moisés usó esa vara y dijo al mar Rojo: “Abre el camino”, y se
separaron las aguas. Esto era autoridad. Moisés era un hombre que llevaba la imagen de
Dios y representaba a Dios con la autoridad divina.
d) El caso de Israel con el tabernáculo:
Después de Moisés, tenemos al pueblo de Israel. Israel era un pueblo llamado a ser un
reino de sacerdotes (Ex. 19:6). Israel no fue llamado a ser un reino de reyes, sino un
reino de sacerdotes. El sacerdocio está estrechamente relacionado con la imagen de
Dios. El reinado está relacionado con la autoridad de Dios. Tanto en el Antiguo
Testamento como en el Nuevo, vemos estos dos oficios: el sacerdocio y el reinado. El
sacerdocio sirve para que tengamos contacto con Dios y para que llevemos la imagen de
Dios; el reinado sirve para que representemos a Dios y ejerzamos Su autoridad. Más
adelante veremos que los cristianos fueron llamados a ser sacerdotes y reyes. El destino
del reino de Israel consistía en ser un reino de sacerdotes. Debían relacionarse con Dios
hasta que, como Moisés, sus rostros brillaran con la gloria de Dios. No se fije en el lado
negativo del pueblo de Israel. Mire el lado positivo. En cuanto al arca del tabernáculo,
los israelitas fueron los sacerdotes que vencieron a Jericó (Jos. 6:1-21). Si usted vuelve a
leer Josué 6, se dará cuenta de que la nación de Israel no peleó la batalla con espadas ni
con lanzas. Día tras día, ellos llevaban el testimonio y hacían sonar los cuernos de
carneros. Luego gritaron, lo cual significa que alabaron a Dios. Y Jericó cayó. No
pelearon la batalla como soldados ni como guerreros. Pelearon la batalla como
sacerdotes. Mientras usted es sacerdote, está calificado para vencer al enemigo.
Esposas, ¿por qué pierden ustedes la guerra en su vida de familia? Porque no tienen el
rostro de un sacerdote. Quizás tengan el rostro de un escorpión o de una tortuga o de
una serpiente. Si no expresan el rostro de un sacerdote, ya han perdido la guerra.
Maridos, nosotros somos la cabeza, pero ¿qué clase de cabeza somos: la cabeza de un
escorpión? El marido que tiene una cabeza de escorpión nunca podrá ser una cabeza
apropiada. Usted debe tener una cabeza con rostro de sacerdote, en el que resplandezca
la gloria de Dios. Si tenemos el rostro de un sacerdote, ganaremos la victoria en nuestra
familia. Quisiera hacerles una pregunta a los hermanos que viven en la casa de los
hermanos solteros. ¿Qué clase de rostro tienen ustedes? ¿Tienen el rostro de un
sacerdote que refleja la gloria del Señor o el rostro de un ratón? Debemos ser sacerdotes.
Entonces someteremos todo lo que nos rodea. Mientras usted tiene rostro de sacerdote,
tiene autoridad. Jericó será sometida.
e) El caso de Aarón con la vara que floreció:
El caso de Aarón es muy interesante. Aunque la intención de Dios era hacer de toda la
nación de Israel un reino de sacerdotes, la nación le falló a Dios. Por tanto, de toda la
nación Dios llamó una sola tribu, los levitas, a ser una tribu de sacerdotes. La cabeza de
esa tribu era la casa de Aarón. En cierto tiempo, el pueblo de Israel murmuró y se rebeló
en contra de Aarón, diciendo: “¿Está Dios solamente contigo y no con nosotros?”
Entonces Dios pidió que cada una de las doce tribus trajera una vara con el nombre de la
tribu escrita en ella. La vara representa la autoridad. La vara de Aarón fue la única vara
que reverdeció (Nm. 17:2-10). Echó almendras. En Palestina, lo primero que florece en
la primavera es el almendro. En tipología, las flores del almendro representan la vida de
resurrección. Después del invierno, lo primero que florece es el almendro; ésta es la vida
de resurrección. La vara de Aarón era un pedazo de madera muerta. De la noche a la
mañana, este pedazo de madera muerta floreció. Se convirtió en una vara floreciente,
donde brotaron almendras, y no manzanas ni uvas. Esto significa que sobrevivió con la
vida de resurrección. Donde hay vida, hay autoridad. Donde hay vida divina, hay
autoridad divina. Donde está la vida, está la imagen, y la imagen trae el señorío. Por
consiguiente, Aarón tenía la vida de resurrección que expresa a Dios. Por tanto, Aarón
tenía la autoridad de representar a Dios.
Ancianos de las iglesias locales, líderes de todos los grupos de servicio, hermanas que
llevan el liderazgo, tengan muy presente: para ser un líder en las iglesias entre el pueblo
de Dios, ustedes deben reverdecer. Deben florecer con la vida de resurrección. Todos
somos únicamente pedazos de madera muerta. La autoridad de esta vara de madera
muerta depende del florecimiento de la vida de resurrección de esa madera muerta. Si
usted tiene la intención de ser un líder en un servicio determinado, esperaremos para
ver si la madera muerta se pudre o reverdece. Si retoña con la vida de resurrección,
demostrará que la autoridad está allí. Ya no es un pedazo de madera muerta, sino una
vara de autoridad.
f) El caso de Josué y Caleb:
Vemos el mismo principio en el caso de Josué y Caleb. Ellos siguieron al Señor con
plena determinación (Nm. 14:24). El Señor mismo testificó que Caleb lo seguía
plenamente. Por consiguiente, ellos derrotaron al enemigo (Nm. 14:6-9). Cuando
seguían al Señor, tenían la imagen. Entonces estaban en una posición de autoridad.
g) Los casos de los jueces:
Me agrada Jueces 5:31. Este versículo dice que en la época de los jueces, algunos
amaban al Señor. Aquellos que amaban al Señor brillaban como el resplandor del sol.
Por tanto, vencieron al enemigo. Cada vez que una persona brillaba como el sol, se
obtenía la victoria sobre el enemigo y toda la nación descansaba. Todo el libro de Jueces
es un libro de repeticiones. Cada vez que alguien amaba al Señor y brillaba como el sol,
se obtenía la victoria por medio de él. La nación entera disfrutaba de reposo por medio
de él.
h) El caso de David:
David era un hombre según el corazón de Dios. Si usted lee 1 Samuel 13:14, verá que
originalmente Saúl era el rey. Sin embargo, no tenía un corazón conforme al corazón de
Dios. El perdió el trono, y Dios encontró otro hombre cuyo corazón era conforme al
Suyo. Indudablemente David tenía la imagen de Dios. El venció al enemigo (1 Cr.
22:8a).
i) Los casos de los reyes:
Vimos ya el sacerdocio. Ahora llegamos al reinado. Cada vez que los reyes eran uno con
el Señor, vencían al enemigo (2 Cr. 14:2-14). Cuando no eran uno con el Señor, eran
vencidos. Perdían la autoridad. En otras palabras, cada vez que los reyes se
conformaban a la imagen de Dios y lo expresaban a El, tenían la autoridad de vencer a
los enemigos. Ahora tenemos el sacerdocio y también el reinado. No olvide jamás que el
sacerdocio corresponde a la imagen y el reinado al señorío. Ahora somos sacerdotes que
han de ser semejantes a Dios y, al mismo tiempo, somos reyes que han de representar a
Dios, ejerciendo Su autoridad sobre los enemigos.
j) El caso de Daniel:
Daniel era un cautivo en Babilonia, un muchacho que estaba en el palacio del rey. No
obstante, llevaba una vida santa, una vida que expresaba a Dios (Dn. 1:8). Por
consiguiente, él llegó al poder. El tenía autoridad sobre el mundo de aquellos tiempos
(Dn. 6:28).
k) El caso de Jesús:
Cuando Jesús estaba en esta tierra, El expresaba a Dios. Adondequiera que iba,
expresaba a Dios. El era un hombre auténtico y típico, pero expresaba continuamente a
Dios. Por tanto, El obtuvo autoridad sobre todas las cosas (Mt. 28:18). Zacarías 6:13 nos
dice que Jesús tiene dos oficios, el sacerdocio y el reinado. El era sacerdote y rey. Hoy en
día El sigue siendo el Sumo sacerdote y el Rey de reyes. El es Aquel que expresa a Dios,
Aquel que lo representa. El lleva la imagen de Dios y mantiene la autoridad de Dios.
Este es Jesús.
l) El caso de los dos hijos de Zebedeo:
Un día, la madre de los hijos de Zebedeo acudió a Jesús con sus dos hijos, para orar (Mt.
20:20-23). Ella hizo una buena oración, pidiendo que sus dos hijos se sentaran a ambos
lados del Señor en el reino. Puede ser que todos hayamos orado allí. El Señor Jesús
contestó su oración, pero no de la manera que ella pidió. El Señor Jesús dijo: “Has orado
pidiendo que tus hijos estén a cada lado Mío. Ahora debes saber que esto no depende de
Mí; depende del Padre. Pero sí te puedo decir una cosa: debes sufrir. Debes beber lo que
Yo beberé y sufrir lo que Yo sufriré”. Esto significa que si ustedes desean tener
autoridad, deben tener vida. Sufrir significa obtener vida. Sin muerte, no puede haber
vida. Sin sufrimiento, no hay vida. La vida siempre proviene del sufrimiento. Si
deseamos obtener autoridad, debemos ganar vida por medio del sufrimiento.
m) Los casos de los apóstoles:
Todo el libro de Hechos y todas las epístolas nos muestran que los apóstoles eran
personas que llevaban la imagen de Dios. Por consiguiente, tenían constantemente la
autoridad de Dios. Tenían la imagen de Dios y ejercían Su autoridad. No debemos
considerarlos simplemente buenos predicadores o grandes maestros. Esto es demasiado
insignificante. Ese no es el punto culminante. Debemos considerarles como personas
que llevaban la imagen de Dios y ejercían la autoridad divina.
n) El caso negativo de los siete hijos de Esceva:
Los siete hijos de Esceva vieron cómo Pablo echaba fuera demonios en el nombre de
Jesús (Hch. 19:13-16). Imitaron a Pablo, diciendo a los demonios: “Te echamos en el
nombre de Jesús, el que Pablo predica”. Los demonios no se vencen tan fácilmente. El
demonio dijo: “Yo conozco a Jesús y conozco también a Pablo, pero ¿quiénes son
ustedes que se atreven a echarme? Saltaré sobre ustedes”. En vez de vencer a los
demonios, fueron derrotados por ellos. Si usted no tiene la imagen, nunca tendrá la
autoridad. Los demonios saben y usted mismo también lo sabe. Si usted no tiene vida,
no tiene autoridad. Si usted no lleva la imagen, nunca podrá ejercer el señorío.
o) El caso de los creyentes en la era de la iglesia:
Apocalipsis 5:10 y 1 Pedro 2:9 nos revelan que hoy en día los cristianos son sacerdotes
reales. Por una parte somos sacerdotes, y por otra, somos reyes. No obstante, debemos
relacionarnos con Dios para tener la verdadera imagen que lleve la gloria de Dios en
vida. Entonces tenemos la autoridad que representa a Dios. Pero la mayoría de los
cristianos pierden de vista eso. No parecen sacerdotes y, por ende, no son reyes. Si usted
no tiene la imagen, perderá la autoridad. Alabado sea Dios porque en el transcurso de
los siglos ha habido y sigue habiendo algunos santos que tienen contacto con Dios, que
se mantienen en el verdadero sacerdocio. Tienen autoridad y ejercen el reinado.
p) El caso de los santos vencedores en el milenio:
Durante el milenio, la era del reino venidero de mil años, los santos vencedores serán
sacerdotes y reyes (Ap. 20:4, 6). Serán sacerdotes que expresan a Dios y reyes que lo
representan.
q) El caso de todos los santos
en el cielo nuevo y en la tierra nueva:
En la eternidad, todos los santos servirán a Dios como sacerdotes (Ap. 22:3b-4).
Expresarán a Dios y tendrán la imagen de Dios. Los santos también regirán como reyes,
y representarán a Dios con Su autoridad (Ap. 22:5b).
r) El caso de la Nueva Jerusalén:
Finalmente, la Nueva Jerusalén tendrá la apariencia de Dios. Apocalipsis 4:3a nos dice
que la apariencia de Dios es semejante al jaspe. Al final, la pared de toda la Nueva
Jerusalén será de jaspe (Ap. 21:18a). La ciudad entera tendrá la apariencia de Dios (Ap.
21:11). Entonces la ciudad ejercerá la autoridad de Dios (Ap. 21:24, 26). En la eternidad,
todo el cuerpo de los santos redimidos llevará la imagen de Dios para expresarlo, y
ejercerá Su autoridad para representarlo. Esto será el punto culminante y la máxima
consumación.
No tenemos que esperar ese día. Todos podemos tener un anticipo ahora. Podemos
disfrutar de la imagen de Dios y de Su señorío. Hoy somos sacerdotes y reyes. Debemos
mantener nuestra primogenitura. Aquí expresamos a Dios con Su imagen y aquí lo
representamos con Su señorío. ¡Aleluya! ¡Qué posición es ésta y qué responsabilidad!, y
a la vez ¡qué disfrute! ¡Alabado sea el Señor! Somos sacerdotes de Dios y somos reyes
Suyos. Llevamos la imagen de Dios y tenemos Su señorío. Ahora somos aquellos que
constituyen la iglesia, quienes expresan a Dios y quienes representan a Dios. ¡Aleluya!
Sí, tenemos la imagen y el señorío.
Espero que todos podamos ver que la Biblia relata el desarrollo de la imagen y del
señorío. El hecho de que estos dos puntos sean la cumbre del relato de Génesis 1 no es
algo insignificante. Ese capítulo empezó con las tinieblas, el vacío, la desolación y las
aguas de muerte. Luego el Espíritu se cernía, la luz separaba, y la expansión dividía. La
tierra seca apareció para generar vida. Luego vino la vida más baja, la vida inferior, la
vida elevada y la vida creada más elevada: el hombre. Considere todas las formas de
vida. Ni el pasto, ni las hierbas ni los árboles tienen rostro. Un pez sí tiene rostro pero
no se distingue muy bien. El rostro de un ave es más fácil de distinguir. Luego tenemos
el ganado y las fieras. Por último, tenemos el rostro humano. Todos debemos reconocer
que el rostro humano es el más distintivo. Este rostro es la cara que lleva la imagen de
Dios. A este rostro, es decir a esta expresión, le fue encomendada la autoridad de Dios.
Su parecido lo determina todo. El parecido con un escorpión indica cierta relación con
los demonios. La semejanza a una serpiente tiene cierta relación con Satanás. Pero la
similitud con un hombre se relaciona con la imagen de Dios. Un hombre auténtico tiene
autoridad.
¿Qué es el verdadero hombre? Un verdadero hombre es un sacerdote de Dios. Si usted
es sacerdote, entonces es rey. Si usted está en el sacerdocio, ciertamente tiene el
reinado. Esto significa que si usted tiene la imagen de Dios en vida, ciertamente tiene la
autoridad de Dios para ejercer Su señorío.
Toda la Biblia relata el desarrollo de la imagen y del señorío. En Génesis 1 vemos a
Adán, hecho a la imagen de Dios y con el señorío de Dios, pero eso sólo es una pequeña
semilla. Seguimos con Abraham, quien fue la primera persona que maduró y desarrolló
algo de la imagen y de la autoridad de Dios. El se mantenía en contacto con Dios y
venció al enemigo. Luego llegamos a José, una persona muy madura. Mientras leemos la
historia de José, vemos a un hombre que lleva la imagen completa de la santidad y de la
victoria de Dios. Vemos al hombre José ejerciendo autoridad. En aquel tiempo, la
autoridad no era el Faraón de Egipto, sino José. José gobernó sobre toda la tierra.
Mientras seguimos en el Antiguo Testamento, vemos que Dios llamó al pueblo a ser una
nación de sacerdotes. La nación entera debía tener contacto con Dios y de llevar la
imagen de Dios como sacerdotes Suyos. Por consiguiente, debían ser reyes en toda
situación. No necesitaban pelear. Toda situación debía ser sometida a sus pies. Luego
llegamos a los reyes y los profetas. Finalmente, llegamos a Jesús. El es todo un sacerdote
y también un rey. En El está el sacerdocio que expresa a Dios y el reinado que lo
representa. Cristo es la Cabeza. Después de El tenemos el Cuerpo, compuesto de todos
los santos redimidos. Como Cuerpo, somos iguales a la Cabeza, como sacerdotes
llevamos la imagen, y como reyes ejercemos la autoridad. Hoy en día somos sacerdotes
para Dios y reyes sobre toda situación. Expresamos a Dios en la vida de iglesia y lo
representamos a El en cada situación. Más adelante vendrá el milenio, la plenitud de los
tiempos, durante el cual todos los santos vencedores serán literalmente los reyes que
expresen a Dios con Su imagen, y los reyes que representen a Dios con la autoridad de
El, y tendrá pleno señorío sobre esta tierra. Finalmente tendremos la eternidad. En la
eternidad veremos una consumación maravillosa: la Nueva Jerusalén. Esta será la
verdadera cumbre. Nada puede ser más elevado y más completo que esto. Toda la
ciudad, la Nueva Jerusalén, tendrá la imagen de Dios y ejercerá el señorío de Dios.
¡Aleluya! Este es el relato de la Biblia. La Biblia relata el desarrollo de la imagen de Dios
y Su señorío. Dios será eternamente expresado y eternamente representado por Su
pueblo redimido.
PALABRA ADICIONAL
Volvamos al libro de Mateo y leamos el último versículo del capítulo 16 y los primeros
dos versículos del capítulo 17. El Señor Jesús dijo: “De cierto os digo: Hay algunos de los
que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre
viniendo en Su reino. Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan
su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y
resplandeció Su rostro como el sol, y Sus vestidos se volvieron blancos como la luz”. En
estos versículos, vemos la venida de Jesús en Su reino. El resplandor de Jesús en la
transfiguración constituye la venida del reino. Donde está el resplandor de Jesús, allí
está el reino. Este resplandor es la imagen de Dios que llevamos. La imagen está
presente, y el señorío aparece inmediatamente. Cuando resplandece la gloria de Dios, no
necesitamos ejercer señorío a propósito. La autoridad de Dios está allí.
¿Cómo podemos resplandecer con la gloria de Dios? Debemos leer 2 Corintios 3:18:
“Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria
del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el
Señor Espíritu”. Me encanta la expresión “a cara descubierta”. Al transfigurarse el Señor
Jesús, Su rostro resplandecía como el sol resplandeciente. Sin embargo, la cara
mencionada en 2 Corintios 3:18 no es solamente el rostro exterior, sino el rostro
interior. Todos tenemos una cara exterior y una cara interior. La cara exterior es
simplemente la expresión del rostro interior. La cara exterior es nuestro ser exterior, y la
cara interior es nuestro ser interior. La cara es la expresión que muestra todo nuestro
ser, la manifestación de todo nuestro ser. Entre nosotros nadie lleva un velo sobre su
cara exterior, pero me temo de que muchos entre nosotros tienen algunos velos sobre su
cara interior. Necesitamos una cara descubierta.
Lo religioso y lo santo, así como lo pecaminoso y lo mundano pueden constituir un velo
para nosotros. Si usted estudia el contexto de 2 Corintios 3, verá que el velo mencionado
allí corresponde particularmente a la letra del Antiguo Testamento. Aun la Biblia puede
constituir un velo. Incluso la letra de la Biblia puede ser un velo que nos cubra y nos
evite ver al Señor viviente. Si la letra de la Biblia puede ser un velo para nosotros,
entonces cualquier cosa puede ser un velo: su esposa, su marido, sus amigos, sus hijos,
su ego, sus hermanos y hermanas, su comportamiento bueno o malo, su celo, sus obras
para Dios, o sea, todo. Todas las cosas, en tanto que no sean el Señor mismo, pueden
convertirse en un velo. No importa cuán santo sea algo, cuán celestial, cuán espiritual y
cuán religioso, puede ser un velo, si no es el Señor mismo. Tal vez usted siga bajo esta
clase de velo. Esta es la razón por la cual está sentado aquí, pero no puede ver al Señor.
En 2 Corintios 3:18 dice que todos nosotros, a cara descubierta, contemplamos como un
espejo. Somos un espejo. Por ser un espejo, contemplamos. Lo que contempla un espejo,
es lo que refleja. Debemos tener una cara descubierta que contemple y refleje la gloria
de Dios, así como Moisés cuando contempló la gloria de Dios durante cuarenta días, y la
gloria de Dios resplandecía desde el cutis de su rostro. Cuando él descendió del monte,
resplandecía, y brillaba con la gloria de Dios. Todos debemos ser así. Todos debemos
olvidar todo lo malo, lo bueno, lo santo, lo profano, lo religioso, lo irreligioso, lo
espiritual, lo no espiritual. Debemos echar a un lado todo lo que no es el Señor mismo.
Debemos percatarnos de la astucia del enemigo. Satanás puede usarlo todo para
desviarlo a usted e impedirle que contemple al Señor. Lo único que Satanás no puede
usar es al Señor mismo.
El Nuevo Testamento contiene por lo menos cuatro libros escritos particularmente
acerca de las cosas que obstaculizan a la gente y le impiden contemplar al Señor, cosas
que ponen un velo sobre la gente para que no tenga contacto con el Señor ni lo disfrute a
El. El libro de Gálatas habla de la ley, de la religión y de la tradición. Todo eso constituye
un velo de separación. La ley fue dada por Dios y era santa. Inclusive el Nuevo
Testamento dice que la ley es santa (Ro. 7:12). No obstante, hasta la ley puede separarlo
a usted de Cristo, e interrumpir el disfrute que tiene de Cristo (Gá. 5:4). Podemos ser
separados de Cristo, no solamente por los libros inmorales, sino por la ley que Dios dio.
¿Cómo? Porque el rostro de uno puede volverse a la ley en vez de volverse a Cristo. Por
consiguiente, la ley se convierte inmediatamente en velo. La ley forma siempre una
religión, y la religión tiene largas tradiciones. De modo que, tenemos la ley, la religión y
las tradiciones, las cuales forman capas que lo aíslan a uno de la electricidad celestial, la
cual es el Señor mismo.
Colosenses es otro libro. En Colosenses se usa la palabra filosofía. En Colosenses la
palabra filosofía denota en realidad el gnosticismo. El gnosticismo era una filosofía muy
elevada, una composición de las filosofías griega, egipcia y babilónica, además de la
filosofía del cristianismo, la cual incluía la filosofía judía. Era realmente una mezcla.
Aquella filosofía, el producto más elevado de la cultura humana, se infiltró en la iglesia
primitiva, y causó un gran obstáculo. Aunque la filosofía puede resultar buena y ser el
mejor producto de la cultura humana, se convierte en velo porque no es el Señor. Debe
ser aniquilada.
Llegamos a otro libro, el libro de Hebreos. Si usted lee dicho libro, verá que presenta
una lista de todo lo bueno del judaísmo. El libro de Hebreos nos muestra que todas las
buenas cosas del judaísmo deben ser consideradas como tipos, figuras y sombras de
Cristo.
Supongamos que usted antes de visitarme me manda una fotografía suya. Estimaré esa
fotografía porque le amo a usted. Esto es de esperarse; simplemente amo su fotografía.
Ahora usted viene a visitarme personalmente. En lugar de mirarlo a usted, sigo mirando
a su fotografía y amándola. Su fotografía se convierte en velo para mis ojos. Usted dirá:
“Necio, tira la fotografía. Mírame a Mí”.
Antes de que Jesús viniese, Dios usó el Antiguo Testamento para presentar a Su pueblo
muchos cuadros de Cristo desde varios ángulos. Sin embargo, los judíos se fijaron
simplemente en los cuadros, no sólo vistos desde cuatro ángulos, sino desde treinta y
dos direcciones distintas. Eso los absorbía y les impedía ver a Cristo. Cristo se encuentra
fuera de ese cerco. Los judíos vieron muchas cosas acerca de Cristo, pero no pudieron
ver al propio Cristo. Por tanto, el libro de Hebreos fue escrito para comunicarles a todos
los creyentes judíos que debían abandonar los cuadros, todo el sistema del judaísmo y
mirar a Cristo. Considere al Apóstol y Sumo Sacerdote, Jesucristo (He. 3:1). Olvídese de
Moisés, de los ángeles y de Josué. Considere solamente a nuestro Apóstol Jesucristo.
Considere a nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo. Mírelo a El; no lo mire solamente, sino
que ponga sus ojos en El (He. 12:2). Apártese de las cosas judías. Apártese de la Biblia y
mire a Jesús mismo.
Tenemos un libro más, 1 Corintios. En 1 Corintios, Pablo nos advirtió que aun los dones
espirituales, tales como el hablar en lenguas, la interpretación de lenguas, las sanidades
y los milagros, pueden ser velos para el cristiano. ¿Ve usted la sutileza del enemigo?
La ley, la filosofía, el judaísmo con sus escrituras y enseñanzas, y los dones espirituales,
son buenos, pero se han convertido en velos que cubren la cara de muchos cristianos
genuinos. Todos debemos decir al Señor Jesús: “Señor Jesús, te amo. Estimo la Biblia
porque te revela a Ti, pero nunca dejaré que la Biblia se convierta en un velo. Te amo,
Señor Jesús. Te amo a Ti personalmente, te amo directamente, te amo de manera muy
íntima. Te amo besándote. No me agrada que estés alejado. Quiero verte cara a cara.
Señor, quiero incluso besarte”. Creo que muchos de ustedes ya han entrado en esta
experiencia, pero todos debemos ser preservados en esta experiencia. Debemos decirle
al Señor: “Señor Jesús, aprecio los dones porque me ayudan a tocarte, pero si los dones
llegan a ser un velo, los abandonaré. Te amo sólo a Ti, Señor. Te amo personal, directa e
íntimamente. Te amo de una manera tal que puedo besarte en cualquier momento. No
existe ninguna distancia entre Tú y yo, ninguna distancia, ninguna separación y ningún
aislamiento. Estoy directa e íntimamente en Tu presencia”. Si usted actúa así, subirá al
monte de la transfiguración. Será transfigurado y resplandecerá.
Entre nosotros son muchos los que pueden dar testimonio de sus padres. Cuando salían
de su cuarto después de pasar tiempo en la presencia del Señor, sus rostros
resplandecían, dándonos testimonio de que ellos habían estado con el Señor. Este
resplandor subyuga toda criatura rebelde. Somete al marido, a la esposa, a los hijos y a
toda clase de circunstancias. Este resplandor es el reino; es el señorío. El señorío
proviene del resplandor. Jesús apareció en Su reino cuando se transfiguró. El
resplandeció como el sol. El tenía la imagen y tenía el señorío.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE NUEVE
DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(6)
LA MAXIMA CONSUMACION
Continuamos con el tema de la máxima consumación. Como vimos en el mensaje
anterior, el primer punto de esta consumación era Dios expresado y representado. Este
era el punto culminante. Basándonos en ese punto, consideraremos varios puntos
adicionales.
2) Dios bendijo al hombre
para que fructificara
Dios bendijo al hombre para que éste fructificara, se multiplicara, llenara la tierra y la
conquistara (Gn. 1:28). Esto no es algo insignificante. Antes de tener a un hombre que lo
expresara y lo representara, Dios no tenía ninguna posibilidad de derramar Su plena
bendición. Dios es rico y es rico en bendición, pero antes de la creación del hombre no
existía ningún ser que recibiera Su plena bendición. Dios no tenía ninguna posibilidad
ni oportunidad de bendecir plenamente a Sus criaturas. Génesis 1 relata que Dios sólo
empezó a bendecir cuando los seres vivos llegaron a existir (Gn. 1:22). No obstante, la
vida humana está en el nivel en el que puede recibir plenamente la bendición de Dios.
Después de crear al hombre, Dios pudo ver en la tierra un ser vivo que llevaba Su
imagen y tenía Su señorío. Inmediatamente Dios le concedió al hombre Su plena
bendición.
Bendición es una buena palabra. Muchos hablan de la bendición de Dios. A menudo
hemos orado: “Oh Señor, bendícenos”. Pero si deseamos recibir la bendición de Dios,
debemos satisfacer los requisitos. Una vez más, los requisitos son: llevar la imagen de
Dios y tener Su señorío. Si en la casa de usted se expresa la imagen de Dios y Su señorío,
puede estar seguro de que allí también estará la bendición de Dios. La bendición de Dios
siempre viene con Su imagen y Su señorío. En otras palabras, la bendición de Dios
siempre va adonde se encuentren Su expresión y Su representación.
La bendición de Dios está siempre con el sacerdocio y con el reinado. Vemos esto en el
caso de Melquisedec. El era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, y bendijo a
Abraham (Gn. 14:17-19). La bendición siempre va acompañada del sacerdocio y del
reinado. Si la iglesia busca la bendición de Dios, debe tener el sacerdocio y el reinado.
¿Qué significan el sacerdocio y el reinado? Significan simplemente la imagen de Dios y
Su señorío. El sacerdocio expresa la imagen de Dios, y el reinado manifiesta Su señorío.
Mientras ejerzamos el sacerdocio para tener contacto con Dios, contemplar a Dios y
reflejar la imagen de Su gloria, tendremos el reinado. La bendición de Dios vendrá
inmediatamente.
Dios bendijo al hombre para que éste fuese fructífero, se multiplicara y llenara la tierra.
La bendición es la fructificación, el aumento, la multiplicación y el llenar de la tierra.
Supongamos que Adán, el hombre corporativo, hubiese sido hecho a la imagen de un
escorpión o de una serpiente, y que Dios hubiese bendecido al escorpión y a la serpiente
para que se multiplicaran y llenasen la tierra. La tierra se habría llenado de escorpiones
y de serpientes. ¡Qué horrible sería la tierra! En tal caso, yo preferiría no haber nacido.
Supongamos que usted tiene doscientos escorpiones en su cuarto y doscientas
serpientes en su salón. Aquello no sería una bendición, sino una maldición. Pero Dios
creó al hombre a Su imagen, y le dio autoridad a fin de que ejerciera el señorío para el
Todopoderoso en la tierra. Dicho hombre estaba listo para recibir la bendición de Dios.
La bendición de Dios consistía en capacitar a ese hombre para que fuese fructífero. Uno
se multiplicaría en diez, diez en ciento, ciento en mil, mil en cien mil, cien mil en un
millón, un millón en un billón, hasta que toda la tierra se llenase de rostros hermosos
que expresaran y representaran a Dios.
Aunque los seres humanos están caídos, les queda algo maravilloso. Lo maravilloso que
tienen es la imagen de Dios. Hay personas que quieren a los perros, pero el amor por un
perro es muy diferente del amor por un ser humano. Por muy bueno que sea un perro,
no es tan digno de amor como un ser humano. Se puede amar a todos los seres humanos
porque cada ser humano lleva la imagen de Dios. Por muy caídos que estén los seres
humanos, todos ellos llevan la imagen de Dios.
En la vida de iglesia actual, somos el verdadero hombre que lleva la imagen de Dios y
que ejerce el señorío de Dios. En la vida de iglesia estamos listos para que Dios
intervenga y nos conceda Su bendición. La medida de bendición que Dios da depende de
cuánto lo expresemos y lo representemos. Si lo expresamos y lo representamos de una
manera apropiada, ciertamente recibiremos Su plena bendición, la cual se relaciona con
la multiplicación y con llevar fruto.
Ahora quisiera compartir acerca de la predicación del evangelio. En el campo cristiano,
incluso en la predicación del evangelio, todo se ha deteriorado por la práctica deficiente
de los siglos pasados. La verdadera predicación del evangelio no es solamente una obra
exterior. La verdadera predicación del evangelio consiste en llevar fruto como resultado
de la vida interior. En Mateo, Marcos y Lucas el Señor Jesús nos exhortó a ir a predicar
el evangelio y a hacer discípulos a las naciones, pero en Juan dijo que debemos llevar
fruto. La predicación es una cosa, pero llevar fruto es otra. La verdadera predicación del
evangelio no consiste en convencer a la gente con doctrinas, ni en someter sus ideas y
cambiar sus conceptos. La verdadera predicación del evangelio consiste en ministrar
vida a los demás. La fructificación es el reboso de las riquezas de la vida interior.
Considere la rama de un árbol lleno de savia vital. La rama rebosa de vida y este reboso
produce vida. El fruto es el resultado de la riqueza interior de la vida. Debemos entender
que la predicación del evangelio debe consistir en llevar fruto y que llevar fruto proviene
de la bendición de Dios. Aunque debemos orar por la predicación del evangelio, no se
trata simplemente de esforzarnos. Debemos recibir la bendición de Dios. Si una iglesia
desea aumentar, ciertamente debe predicar el evangelio. No obstante, si la predicación
del evangelio no se encuentra bajo la bendición de Dios, no obtendremos nada, por
muchos esfuerzos que hagamos. El fruto ganado no tendrá cara de hombre, sino de
escorpiones. Usted puede traer mucha gente, pero cuando Dios mire a esas personas, le
dirá: “Este es un escorpión, ése es una serpiente, y aquél es una rana. Efectivamente
trajiste muchas personas, pero pocos tienen el rostro adecuado que me exprese a Mí”.
¿Qué clase de personas va a traer usted? ¿Personas con rostro de escorpión o personas
con hermosos rostros que expresen a Dios mismo? El fruto que usted lleva es una
expresión de lo que usted es. Si usted es un manzano, nunca podrá producir naranjas. Si
es un melocotonero, nunca podrá producir plátanos. Para producir plátanos, debe ser
un platanero. Si usted es un árbol de conocimiento, no espere llevar el fruto de la vida.
El árbol de vida es el único que puede producir vida. Todos debemos esforzarnos por
predicar el evangelio, pero consideremos lo que somos. Si somos hechos a la imagen de
Dios y si tenemos el señorío de Dios, ciertamente conduciremos a otros a la imagen de
Dios y al señorío de Dios. Todas las iglesias locales necesitan aumentar en número, pero
jamás usen artimañas, ya que pueden producir “moabitas” en lugar de fruto apropiado.
Dios le prometió a Abraham una simiente. Dios estaba probando a Abraham hasta que a
éste se le agotara la energía natural. Entonces El le dio descendencia. Mientras Abraham
estaba siendo probado por Dios, a su esposa se le ocurrió un buen plan (Gn. 16:1-2). Y
dicha propuesta dio resultado. Sin embargo, no produjo a Isaac, lo que Dios deseaba,
sino a Ismael, a quien Dios rechazó. Estos dos nombres, Isaac e Ismael, empiezan con
“Is”. Se parecen mucho. Todas las iglesias necesitan incrementarse, pero no imiten a
Sara. No produzcan ismaelitas.
También tenemos el caso de las dos hijas de Lot (Gn. 19:30-38). ¿Recuerda usted cómo
hablaron de llevar fruto? Dijeron: “Es posible que nuestro padre no tenga ningún
descendiente. Hagamos algo para ayudarle a producir un heredero”. Hicieron algo, y
funcionó. Produjeron a los moabitas y a los amonitas. Muchos cristianos actuales
producen ismaelitas, moabitas o amonitas. Más nos vale no tener ningún descendiente
de ésos.
Debemos ser hombres que lleven la imagen de Dios y que ejerzan Su autoridad.
Entonces estaremos bajo la bendición de Dios, y así seremos fructíferos y nos
multiplicaremos. Los rostros humanos con la imagen de Dios llenarán la tierra. Este es
uno de los puntos de la máxima consumación. No se imagine que la predicación del
evangelio es algo pobre. Debe ser algo elevado. La predicación del evangelio debe ser el
punto culminante, y no debe producir ni ismaelitas ni moabitas ni amonitas, sino Isaacs.
Nosotros los cristianos siempre tenemos un sueño vano. Citamos el relato de Hechos
donde dice que 3000 fueron salvos el día de Pentecostés y que 5000 fueron salvos en
otra ocasión. Aunque este dato aparece allí, la multiplicación de los seres humanos no
puede producirse con demasiada rapidez. Pueden necesitarse veinte años para producir
una generación. Uno no puede obtener una generación en cinco años. A los cinco años,
una persona todavía es un niño. Incluso a los quince años de edad es un adolescente.
Generalmente se necesitan veinte años para producir una generación de seres humanos.
Resulta fácil hacer flores artificiales. En una sola noche podemos llenar este cuarto de
reunión con flores, pero todas serán artificiales. Sin embargo, para cultivar un huerto se
necesita tiempo. Si usted mira un huerto por la mañana, presentará prácticamente el
mismo aspecto que el día anterior. Pasará lo mismo el día siguiente, y cada día se
parecerá al día anterior. Se pueden necesitar varios años para cultivar árboles que lleven
fruto. Pero, ¡aleluya!, una vez que crecen, se multiplican. Esta es la vida de la iglesia.
Todas las iglesias necesitan incrementarse, pero no queremos el aumento como el de los
hongos, que se produce de un día para otro. Necesitamos el incremento que proviene de
la imagen y del señorío de Dios bajo Su bendición. Esto requiere tiempo.
3) El hombre y los demás seres vivos
quedaron satisfechos
Decir que el hombre estaba satisfecho no es algo insignificante (Gn. 1:29). Supongamos
que Adán hubiese sido creado sin que tuviera nada de comer. Supongamos que Dios
hubiese dicho a Adán: “Te creé, pero no he preparado tu comida. Haz el favor de esperar
un día o dos”. Ese no fue el caso. Todo fue preparado antes de que Adán llegase a la
existencia. Dios había hecho árboles que eran buenos para comer. Cuando Adán salió de
la mano creadora de Dios, ya tenía comida a su disposición. El quedó satisfecho. Adán
no sólo estaba satisfecho, sino que todos los seres vivos también lo estaban (Gn. 1:30).
Más adelante veremos que el verdadero descanso proviene de la satisfacción. ¿Podemos
descansar si tenemos hambre? Mientras tengamos hambre, nunca podremos descansar.
El descanso depende de la satisfacción. ¡Aleluya! El hombre comió y estaba satisfecho.
4) Todo era muy bueno
Génesis 1:31 dice que Dios miró todo lo que El había hecho y vio que era bueno en gran
manera. Antes del sexto día, Dios no dijo: “Bueno en gran manera”; solamente dijo:
“Bueno”. ¿Por qué dijo Dios “bueno en gran manera” en el sexto día? Porque Adán fue
creado a la imagen de Dios y había recibido el señorío de Dios. Nadie murmuraba y
nadie tenía hambre. Dios podía decir: “¡Bueno en gran manera!” Esa fue la cumbre.
Después de que Dios dijera eso, vino el séptimo día, el día de descanso.
5) Dios descansó, Dios estaba satisfecho
Dios descansó porque estaba satisfecho (Gn. 2:1-3). Este fue el último aspecto de la
máxima consumación; Dios descansó y quedó satisfecho.
a) El motivo del descanso
Dios descansó porque Su gloria se manifestó debido a que el hombre llevaba Su imagen
y a que Su autoridad estaba a punto de ser ejercida. Satanás, el enemigo de Dios, iba a
ser aniquilado por Dios. Mientras el hombre exprese la imagen de Dios y venza al
enemigo de Dios, Dios puede reposar. Lo importante no era el hecho de que Dios
hubiese terminado Su obra, sino que Su obra era un hombre que llevaba la imagen de
Dios y que subyugaba al enemigo de Dios. Por estos dos hechos, Dios descansó.
b) La miniatura del descanso: el reposo de la creación
El descanso que hubo después de la creación fue un pequeño descanso, un descanso en
miniatura. En este reposo, el hombre tenía la imagen de Dios y podía ejercer el señorío
de Dios. Estos dos factores fueron la causa del descanso, pero un descanso en una escala
muy pequeña.
c) Los tipos del reposo
Todo lo mencionado en Génesis 1 y 2 es una semilla. En los mensajes anteriores vimos
que la luz, la imagen y el señorío son semillas. El descanso también es una semilla, la
cual necesita toda la Biblia para crecer y desarrollarse. La semilla del descanso es
sembrada en Génesis, y la cosecha de esta semilla se halla en Apocalipsis. En Apocalipsis
vemos la consumación del reposo.
La Biblia presenta algunos tipos del descanso. El sábado del Antiguo Testamento tipifica
el descanso (Ex. 20:8-11). El hombre era un testimonio, una expresión, de Dios. El
hombre también estaba sometido a la autoridad de Dios. La autoridad de Dios se ejercía
sobre el pueblo que guardaba el sábado. Por tanto, era una especie de descanso.
El día del Señor en el Nuevo Testamento también constituye un tipo de descanso (Ap.
1:10; Hch. 20:7; 1 Co. 16:2). El día del Señor tipifica el descanso venidero. La iglesia,
constituida de los santos, libera la vida del Señor y expresa a Dios mismo. Este es el
descanso que tenemos ahora. Mientras Dios pueda ser expresado, hay descanso. La
iglesia, compuesta de los santos, ejerce la autoridad del Señor, la cual vence a Su
enemigo. Si liberamos la vida del Señor y ejercemos Su autoridad, tenemos descanso
desde ahora. Por el contrario, si discutimos y luchamos, no tendremos ningún descanso
porque no estaremos liberando la vida del Señor. Si no ejercemos autoridad sobre el
enemigo, no tendremos ningún descanso.
d) El anticipo del descanso
El reposo que experimentamos ahora es un anticipo del descanso porque el reposo pleno
todavía no ha llegado.
(1) En los santos
En los santos la vida de Dios fluye, y Dios mismo es manifestado. En tanto que la vida de
Dios fluya y Dios mismo sea manifestado, habrá descanso. Este es un anticipo del
descanso venidero. Usted puede experimentar este reposo aun cuando esté en su
trabajo. Cuando usted permite que la vida de Dios fluya y cuando deja que Dios sea
expresado, tiene el sentido del descanso. No obstante, si usted se ha apartado del fluir de
la vida de Dios, no tendrá paz en su interior. Usted no tendrá ningún descanso. Cuanto
más discuta con su esposa, más problemas gástricos tendrá. Incluso puede producirse
una úlcera, lo cual indica que no hay ni vida ni descanso. Por el contrario, si libera la
vida de Dios cada vez que su esposa le cause disgustos, tendrá un anticipo del descanso.
En los santos se ejerce la autoridad de Dios y el enemigo de Dios es vencido. Cuando su
esposa lo molesta, no ejerza su autoridad como cabeza. No le diga: “¿No sabes que yo
soy la cabeza?” Si dice eso, perderá su rostro humano y expresará el rostro de una
serpiente; se convertirá en un escorpión. Cuando su esposa lo moleste, acuda al Señor
como sacerdote. Deje que la vida fluya y se libere. La autoridad y el señorío estarán allí,
el enemigo será sometido, y tanto usted como su esposa tendrán descanso. Todos hemos
experimentado eso.
(2) En la iglesia como Cuerpo
En la iglesia como Cuerpo, Dios se expresa y Satanás es vencido (Ef. 1:23; 3:19b; 6:1113). Donde y cuando quiera que Dios es expresado y Su enemigo es vencido, viene el
anticipo del descanso. Ocurre lo mismo en nuestra vida familiar, en nuestra vida
matrimonial y en nuestra vida personal. Si usted compra algo que no le ayuda a expresar
a Dios ni a vencer a Satanás, perderá el anticipo del descanso. Si usted expresa a Dios y
vence a Su enemigo en todo lo que haga y adondequiera que vaya, tendrá un agradable
anticipo del reposo venidero.
No alegue ni murmure en la vida de iglesia. Una noche recibí una llamada telefónica que
me informaba acerca de cierta iglesia que se encontraba en una condición lamentable.
Había dos personas en la línea telefónica, uno confirmaba lo que el otro decía acerca de
la condición lamentable y enfermiza de la iglesia. Dejaron de hablar y querían oír lo que
yo iba a decir. Dije inmediatamente: “No hablen así. Olvídense de esta conversación. Si
ustedes dicen que la iglesia está mal, ciertamente la iglesia estará mal porque ustedes
son malos. Si ustedes afirman que la iglesia es maravillosa, la iglesia ciertamente será
maravillosa porque ustedes son maravillosos. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es ustedes.
Cuando ustedes dicen que la iglesia es mala, se condenan a sí mismos”. Continué
hablando con los hermanos diciéndoles que debían estar conscientes de la astucia del
enemigo. Dijeron: “¿Qué haremos? ¿A quién iremos?” Contesté: “No acudan a nadie.
¡No hablen! Sólo vayan a las reuniones de la iglesia y alaben al Señor”. Preguntaron:
“¿No debemos orar?” Dije: “Sí, deben orar, pero no oren de manera negativa. Oren de
manera positiva. La iglesia no tiene problemas. La iglesia es gloriosa. La iglesia no
necesita que ustedes oren así: ‘Oh Señor, tenemos un problema’. Ustedes son el
problema. Cuanto más oren acerca del problema, más se convierten en el problema. No
creen un problema y no sean un problema. Vayan a las reuniones de la iglesia, alaben al
Señor, y oren de manera positiva”.
Todos debemos percatarnos de los ardides del enemigo. De ahora en adelante no hablen
de la condición de la iglesia. Simplemente vayan a las reuniones de la iglesia y alaben al
Señor. La iglesia es la iglesia. Por tanto, tenemos descanso. Cuando hablen de la
condición de la iglesia, perderán su descanso. No tendrán el anticipo del reposo. Si van a
las reuniones de la iglesia y alaban al Señor, sin duda recibirán el anticipo del descanso.
e) El cumplimiento del descanso:
el reposo del milenio
El cumplimiento del descanso es el reposo del milenio, es decir, el reino de mil años. El
libro de Hebreos nos revela que existe un reposo prometido para el pueblo de Dios, y
todos nosotros debemos esforzarnos por entrar en ese reposo (He. 4:1, 3, 9, 11). Si no
nos esforzamos por entrar en dicho reposo, lo perderemos. La manera de entrar en ese
descanso consiste en experimentar el anticipo ahora. Si tenemos el anticipo, ciertamente
entraremos en el pleno disfrute. Si no tenemos el anticipo de ese descanso ahora,
perderemos el pleno disfrute que está por venir. Durante el descanso del milenio, los
santos serán semejantes a Cristo, y expresarán la gloria de Dios (1 Jn. 3:2; Col. 3:4; 1 Ts.
2:12). Los santos reinarán con Cristo (Ap. 20:6).
f) La consumación del reposo
La consumación del reposo es el descanso en el cielo nuevo y la tierra nueva. Todos los
redimidos expresarán como un solo Cuerpo la gloria de Dios por la eternidad (Ap. 21:11,
23). Del mismo modo, todos los redimidos reinarán como un solo Cuerpo para Dios por
la eternidad (Ap. 22:5b). Eso será la consumación del descanso. En Génesis 2 el
descanso era solamente tipología; la consumación se tendrá en la Nueva Jerusalén.
Todos quedarán satisfechos. Todos tendrán descanso porque Dios mismo estará
satisfecho y Dios mismo hallará descanso allí. Hoy en día la vida de iglesia constituye
una miniatura de la Nueva Jerusalén. La vida de iglesia es un anticipo del pleno disfrute.
El descanso final incluye principalmente dos cosas: la expresión de la imagen de Dios y
el ejercicio de la autoridad de Dios.
g) El hombre también descansó con Dios
Si usted lee Génesis 1 detenidamente, verá que después de crear Dios al hombre, no le
pidió que hiciera nada. Dios habló simplemente de la comida del hombre (Gn. 1:29).
(1) El séptimo día de Dios
fue el primer día del hombre
Según el calendario bíblico, un día no empieza por la mañana, sino por la tarde. Creo
que el hombre fue hecho por la tarde del sexto día. Cuando el hombre salió de la mano
creadora de Dios, entró inmediatamente en el séptimo día. Para Dios el séptimo día fue
el día de reposo (Gn. 2:2-3). El séptimo día de Dios fue el primer día del hombre. Esto
significa que Dios lo había preparado todo para el disfrute del hombre. Después de ser
creado el hombre, no se unió a la obra de Dios, sino que entró en el reposo de Dios.
¡Aleluya! No se imagine que usted debe hacer algo. Dios no necesita que usted haga algo.
Dios posee muchísimas riquezas y desea que usted se acerque y disfrute de ellas. ¡No
labore! Si usted intenta laborar, Dios dirá: “Hijo insensato, no tengo ninguna obra para
ti, pero tengo grandes riquezas que puedes disfrutar. Ven y únete a Mí en Mi reposo. Mi
día de sábado es tu primer día. He trabajado durante seis días. Ahora ven y únete a Mí
en el descanso como tu primer día. Unámonos y descansemos”. Eso fue lo que el hombre
hizo.
He dedicado mucho tiempo tratando de saber lo que hizo el hombre después de ser
creado. Me enteré de que no hizo nada más que comer y descansar. ¿No es eso
maravilloso? Después de ser salvos los creyentes, se imaginan que deben hacer algo.
Olvídense de las actividades. Vengan a comer a Jesús. Vengan y sean saciados. Vengan a
unirse a Dios en Su descanso. Dios dirá: “Hijito, olvídate de tus acciones. Olvídate de tu
labor. Yo lo he hecho todo. Para Mí, es tiempo de descansar. Ven y únete a Mí en Mi
descanso”.
En 1936 estaba yo en la obra en el norte de China, con una intensa carga por la obra del
Señor. La labor era dura y las pruebas y circunstancias difíciles. Yo viajaba en bicicleta
por los suburbios, la echaba al suelo, caía con todo mi peso y gritaba: “¡Señor,
ayúdame!” Estaba molesto y perturbado. Un día, antes de dar un mensaje, recibí una
palabra que me decía: “¿Sabes que el primer día del hombre es el séptimo día de Dios?
El séptimo día de Dios fue el primer día del hombre. ¿Por qué laboras tanto, hijo necio?
Desiste de ello. Abandona tu obra. Todo lo que necesitas hacer es venir y unirte a Mí en
Mi descanso”. Aquel domingo por la mañana di un mensaje en el cual dije que el
séptimo día de Dios fue el primer día del hombre. Le dije al pueblo: “¡Aleluya! Hoy es mi
primer día. Durante varios meses he laborado mucho, pero ahora dejo mi obra. Ya no
voy a laborar. Ahora empiezo a descansar con Dios. Su séptimo día es mi primer día”.
Tal vez usted pregunte: “¿Qué diremos del día que viene después del séptimo?” Fue el
primer día de la semana, el día del Señor, un nuevo descanso y un nuevo sábado.
¡Alabado sea el Señor!
(2) El sábado fue hecho para el hombre
Los fariseos obligaban a todo hombre a dedicarse por entero al sábado. El Señor los
condenó y les dijo que estaban totalmente equivocados. Dijo que el sábado fue hecho
para el hombre, y no el hombre para el sábado (Mr. 2:27). ¡Aleluya! El destino del
hombre no es la labor sino el sábado.
(3) El hombre descansa porque Dios descansa
Cuando Dios está satisfecho, usted está satisfecho. Cuando usted está satisfecho, eso
demuestra que Dios está descansando. El está satisfecho.
(4) El hombre descansa
cuando la obra de Dios llega a Su meta en él
No labore. Ocúpese de una sola cosa: que Dios alcance Su meta. ¿Cuál es la meta de
Dios? La meta de Dios es expresar Su imagen y ejercer Su señorío. Cuando usted
expresa la imagen de Dios y ejerce Su señorío para vencer a Su enemigo, El alcanza Su
meta. Dios dirá: “Estoy satisfecho”. Entonces usted dirá: “Dios, yo también estoy
satisfecho”. De modo que usted descansa con Dios.
Todos los reposos mencionados anteriormente se deben al hecho de que Dios ha logrado
Su meta y a que el hombre disfruta del descanso con Dios. ¡Alabado sea el Señor! Esto es
maravilloso.
Me alegra mucho que el Señor nos haya permitido compartir estos nueve mensajes
sobre Génesis. En estos mensajes podemos ver que el relato divino se centra
exclusivamente en la vida. Génesis 1 y 2 es simplemente un bosquejo. Las biografías de
los ocho hombres (Adán, Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y José) lo describen
plenamente. Finalmente veremos que Jacob y José van unidos. En realidad los dos son
un solo hombre: Jacob llega a ser Israel, el príncipe de Dios, y lleva la imagen de Dios;
José llega a ser aquel que gobierna por encima de todo, ejerciendo el señorío de Dios. Al
final de Génesis, vemos un hombre doble: un aspecto (Jacob) expresa la imagen de Dios,
y el otro aspecto (José) ejerce el señorío de Dios. Allí se expresa la imagen de Dios, se
ejerce la autoridad de Dios, y hay descanso. ¡Aleluya!
Toda la Biblia, con todas sus historias, biografías y enseñanzas, se centra en la vida. Esta
vida producirá la expresión de Dios y la representación de Dios. Dios será manifestado y
Su enemigo será vencido. ¡Aleluya! Entonces habrá un descanso final en este universo.
Damos las gracias a Dios por el Antiguo Testamento y por el Nuevo. Sin el Nuevo
Testamento, resultaría difícil entender las alegorías, tipologías, figuras y sombras del
Antiguo Testamento. Pero sin el Antiguo Testamento, sólo tendríamos las palabras
directas del Nuevo Testamento. Nos faltarían los cuadros. Alabado sea el Señor porque
tenemos ambos testamentos. Tenemos los cuadros y también las palabras claras que nos
permiten conocer nuestra condición: tenemos la imagen de Dios y el señorío de Dios, y
estaremos en el descanso de Dios. Debemos recordar las cinco palabras cruciales que
hemos abarcado hasta ahora: imagen, señorío, bendición, satisfacción y reposo. Cuando
llevemos la imagen de Dios, que lo expresa a El, tendremos Su señorío, el cual lo
representa. Entonces Su plena bendición estará sobre nosotros, y nosotros estaremos
satisfechos. Finalmente Dios y nosotros descansaremos con plena satisfacción bajo Su
bendición con Su imagen y Su señorío.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE DIEZ
EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA
PARA CUMPLIR SU PROPOSITO
(1)
En los mensajes anteriores abarcamos el primer punto crucial del libro de Génesis: el
deseo y propósito de Dios. Esto fue revelado en Génesis 1:1—2:3. El deseo y propósito de
Dios consiste en tener un hombre corporativo que lo exprese a El en Su imagen y lo
represente con Su autoridad. Ahora debemos preguntarnos: ¿Cómo puede el hombre
expresar a Dios en Su imagen y representarlo con Su autoridad? Esto nos trae al
segundo punto de ese libro.
B. El procedimiento que Dios usa
para cumplir Su propósito, 2:4-7
El capítulo 2 de Génesis revela la manera en que Dios cumple Su propósito. Esta es la
razón por la cual tenemos el segundo relato de la creación que aparece en Génesis 2.
Cuando llevaba poco tiempo como cristiano, me confundían estos dos relatos de la
creación del hombre. Génesis 1 nos proporciona un relato de la creación. ¿Por qué
necesitamos otro relato en Génesis 2? El Señor me dio la respuesta posteriormente en
mi ministerio. Aunque el relato de la creación que consta en Génesis 1 revela el
propósito de Dios al crear el hombre, no nos muestra la manera en que cumple este
propósito. Por consiguiente, necesitamos el segundo relato, el cual revela la manera, el
procedimiento, que usa Dios para cumplir Su propósito. Después de ver el propósito en
el capítulo 1, debemos ver el procedimiento en el capítulo 2. Este procedimiento es
completamente revelado en Génesis 2, empezando con el versículo 5 y continuando
hasta el final del capítulo. Si leemos este pasaje a la luz de toda la Biblia, veremos los
tres pasos de este procedimiento. Podemos abarcar un solo paso en este mensaje;
veremos los dos otros en los mensajes siguientes. No obstante, antes de considerar el
primer paso, queremos hacer notar que el medio por el cual Dios cumple Su propósito es
la vida.
1. Por la vida
Dios va a cumplir Su propósito por medio de Su propia vida. ¿Cómo puede alguien
expresar a otra persona si no tiene la vida de ésta? Un perro no puede expresar a un gato
porque no tiene la vida del gato. Un perro tiene la vida de un perro, y ésa sólo sirve para
expresar la vida de un perro. Según el mismo principio, un gato nunca podrá expresar a
un perro. Si pensamos de otro modo, estamos fuera de la realidad. ¿Cómo pueden los
seres humanos expresar a Dios? Sería imposible sin la vida de El. Si un perro ha de
expresar a un gato, debe de existir la posibilidad de inyectar la vida del gato en el perro.
Cuando el perro reciba la vida del gato, le será fácil expresar espontáneamente al gato.
El destino del hombre es expresar a Dios. ¿Podemos hacer eso? Nos resulta imposible
hacerlo con nuestra vida porque no es más que una vida humana. Dios es trascendente.
Nuestra vida es demasiado inferior para expresarlo a El. Si hemos de expresar a Dios,
necesitamos Su vida. Si tenemos la vida de Dios, lo expresaremos a El espontánea e
inconscientemente. Al tener Su vida, expresamos Su imagen. La vida es el medio por el
cual se cumple el propósito de Dios. Esta vida no es nuestra vida natural, sino la vida
divina y eterna de Dios.
La autoridad también está relacionada con la vida. Una mesa o una silla no pueden
tener autoridad, porque la autoridad está siempre relacionada con cierta vida. Mírese
usted mismo. Cuanto más vida posee, más autoridad tiene. Los seres humanos tenemos
autoridad sobre los animales porque tenemos más vida que ellos. Incluso en las
relaciones humanas, podemos verificar ese principio: cuanto más vida posee una
persona, más autoridad tiene. Si soy más maduro que usted, tengo autoridad sobre
usted. Si un adolescente acude a mí, no necesito amenazarlo. El se pondrá
espontáneamente bajo mi autoridad. Esta autoridad no me fue conferida por el
presidente de los Estados Unidos. Me vino con los años. Si usted tiene 110 años de edad
y yo 70, me pondré bajo su autoridad. Su edad le confiere la autoridad. Si queremos
representar a Dios con Su autoridad, necesitamos Su vida.
Si usted ha de representar a cierta persona en la sociedad, debe poseer una vida casi
idéntica a la de ella. Supongamos que usted está invitado a representar al presidente de
los Estados Unidos. Usted debe tener la misma cantidad de vida que él. Si su vida es
inferior, no podrá representarlo. La norma de su vida debe corresponder a la vida del
presidente.
Este es el principio fundamental y lógico que debemos acatar: nunca podremos expresar
a Dios o representarle por nuestra propia vida. Considere su vida. Su vida no puede
expresar a Dios; todo lo que puede expresar es a usted mismo. Hasta cierto punto, una
esposa no está calificada, por lo que a la vida respecta, para representar a su marido,
porque su vida no es tan elevada como la de su esposo. Me pregunto si las hermanas
estarán de acuerdo con eso. En todo caso, cada uno de nosotros debe reconocer que
nuestra vida natural no puede expresar ni representar a Dios. No sólo nuestra vida caída
es inadecuada para eso, sino que aun la vida creada que tuvimos al principio también
era inapropiada. Como lo veremos en el próximo mensaje, ésta es la razón por la cual
Dios, después de crear al hombre, lo puso frente al árbol de vida, lo cual indica que el
hombre debía poseer una vida más elevada que la anterior.
Algunas personas preguntarán: “¿No nos creó Dios a Su imagen?” Sí, Dios nos creó a Su
imagen. Entonces esas personas dirán: “Si ya tenemos la imagen de Dios, ¿por qué no
podemos expresarle?” Podemos decir que el hombre creado a la imagen de Dios es
semejante a la fotografía de una persona. Supongamos que usted toma una fotografía
del hermano John y la muestra a los demás diciendo que es el hermano John. En cierto
sentido, usted tiene razón, pues ése es el hermano John. Sin embargo, la fotografía no es
el hermano John, sino la fotografía de él. Aunque la fotografía revela los rasgos, la
apariencia y la persona del hermano John, no contiene la vida de él. Puede mostrar algo
del hermano John, pero no lo puede expresar a él. Para expresar al hermano John, la
fotografía debe tener su vida; ésa es la única manera. El hombre fue creado a la imagen
de Dios, pero era una fotografía que mostraba algo de Dios pero no tenía Su vida.
Aunque el hombre fue hecho a la imagen de Dios, no tenía Su vida. Dios deseaba que el
hombre participara de la vida representada por el árbol de vida. El hombre falló en eso.
Ahora, al creer en Cristo, hemos sido traídos de nuevo a participar de esa vida. Todos
nosotros recibimos la vida eterna. Así que, no tenemos ninguna otra posibilidad de
expresar a Dios a Su imagen y de representarlo con Su autoridad si no participamos de
Su vida. Muchos versículos de la Biblia confirman esto.
a. La vida conforma los creyentes
a la imagen de Dios y los introduce en la gloria
La Biblia afirma que es la vida la que conforma los creyentes a la imagen del Hijo de
Dios (Ro. 8:2, 6, 29). Podemos ser conformados a la imagen del Hijo de Dios
únicamente por la vida. Romanos 8:2 habla del “Espíritu de vida”, y el versículo 6 dice
que la mente puesta en el espíritu es vida. Por medio de la vida del Espíritu podemos ser
conformados al Hijo de Dios. Está bastante claro. Del mismo modo, es Cristo como vida
quien nos introduce en la gloria de Dios para expresar a Dios. Colosenses 3:4 nos revela
que Cristo nuestra vida nos introducirá en la gloria de Dios a fin de que expresemos a
Dios. Esto confirma que sólo por la vida de Dios podemos expresar a Dios.
b. La vida de resurrección confiere autoridad
La Biblia también muestra que fue la vida floreciente de resurrección la que confirió
autoridad a la vara de Aarón (Nm. 17:8). Las doce varas que representaban a las doce
tribus de Israel fueron colocadas en la presencia del Señor durante una noche. Cada vara
era un pedazo de madera seca y muerta. Durante la noche, la vara de Aarón floreció, lo
cual significa que la vida de resurrección había autorizado a la vara para reinar sobre el
pueblo. Por consiguiente, la vida confiere autoridad. Si usted desea llevar el liderazgo en
la iglesia, necesita muchísima vida. Los ancianos son asignados no solamente por el
nombramiento exterior sino por la autorización interior en vida. Todos los ancianos
deben ser maduros en vida y estar calificados para gobernar por esta vida reinante. Es el
mismo caso con los diáconos, las diaconisas y los que se responsabilizan de los grupos
de servicio. Solamente la vida puede conferir autoridad.
Apocalipsis 20:4 revela que la vida vencedora de resurrección introduce a los creyentes
en el reino con Cristo durante el milenio. La vida de resurrección nos introduce en el
reinado con Cristo porque procede del trono de Dios. El trono de Dios representa la
autoridad. Vemos un cuadro de eso en Apocalipsis 22:1, donde el agua de vida sale del
trono de Dios. Por tanto, la autoridad y la vida están relacionadas. El río de vida está
relacionado con el trono de Dios. Si tenemos este trono como nuestra fuente, estaremos
en el agua de vida. Si estamos en el agua de vida, ésta nos llevará al trono de Dios,
dándonos la autoridad que procede de Su trono. La vida trae autoridad. Todos debemos
ver que se requiere la vida de Dios para representarlo a El.
2. El primer paso: crear al hombre
como vasija que contuviera a Dios como vida
El primer paso del procedimiento que Dios usó para cumplir Su propósito fue crear al
hombre como vasija para que lo contuviera a El como vida. Me agrada la palabra vasija.
¿Se da cuenta de que usted, como ser humano, es una vasija? Una vasija es semejante a
una botella o a una taza. Hoy, mientras yo estaba con el Señor, me regocijaba por ser
una vasija. Pensé: “Hombre, eres exactamente igual a una botella. Tu boca se parece a la
boca de una botella. El propósito de la botella es contener algo, no a sí misma. Eres una
vasija diseñada para contener a Dios”.
Esta no es idea mía. Esto fue presentado inicialmente en Génesis y recalcado por Pablo
en Romanos 9 donde escribió: “¿Quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿No te das
cuenta de que eres barro? El alfarero tiene autoridad soberana para moldear el barro y
hacer las vasijas”. Romanos 9:21, 23 revela que Dios creó al hombre como un vaso.
Somos vasijas que pueden contener a Dios como vida.
Por consiguiente, después de que Dios creó al hombre, lo puso frente al árbol de vida. El
árbol de vida era comestible. En Juan 6 el Señor Jesús dijo que El era comestible, que El
era el pan de vida (Jn. 6:35). De modo que todos podemos comerlo a El. Además,
contenemos todo lo que comemos porque entra en nuestro ser. Nuestro ser es
simplemente una vasija que contiene todo lo que comemos. Todo lo que comemos no
sólo está en nosotros, sino que es asimilado hasta ser el elemento mismo que nos
constituye. Incluso se convierte en nosotros mismos. Por tanto, los dietistas dicen:
“Usted es lo que come”. No sólo somos vasijas, sino que somos vasijas que comen,
vasijas que asimilan lo que comen. Dios desea que lo comamos a El. Si le decimos a Dios
que queremos comerlo, El se alegrará. Somos las vasijas que lo comen y lo asimilan.
Finalmente, Dios se convertirá en nosotros. ¡Alabado sea el Señor! Fuimos hechos
vasijas para contener a Dios como vida.
Romanos 9:21, 23 nos dice que somos vasijas para honra, vasijas de misericordia
preparadas para gloria. Esta es nuestra porción. No me menosprecien. Soy una vasija
para honra y no para deshonra. Un día estaré lleno de gloria y estaré en la gloria
expresando al Dios de gloria. Todos nosotros somos vasijas de misericordia preparadas
para gloria.
a. El trasfondo
En primer lugar, debemos entender el trasfondo del primer paso que Dios dio para
cumplir Su propósito.
1) Dios no había hecho llover sobre la tierra
Aprecio mucho la Biblia. He permanecido con la Biblia durante 50 años exactamente y
ahora la quiero más que nunca. Al llegar a Génesis 2:4-7, quisiera dirigir unas palabras a
los jóvenes. Cuando yo era un cristiano joven, me confundía Génesis 2, pues no me
parecía muy bíblico. Creía que la Biblia debía ser clásica, pero Génesis 2 no me parecía
muy clásico. Por ejemplo, en Génesis 2:5 dice: “Jehová Dios aún no había hecho llover
sobre la tierra”. Me preguntaba por qué estaba eso incluido en la Biblia. No pensaba que
eso fuera importante. Luego el versículo 5 añade: “No había hombre para que labrase la
tierra”. ¿Qué significa eso? No me parecía nada bíblico. La primera parte del versículo 5
dice: “Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo
antes que naciese”. ¿Qué significa eso? Pensaba que sonaba como las expresiones de un
niño de cuarto año de primaria. Además, el versículo 6 nos dice que “subía de la tierra
un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra”. No me parecían palabras bíblicas.
Muchos dirán: “Romanos 8 es un buen pasaje. Parece que así debe ser la Biblia. Pero no
me gusta Génesis 2, porque no contiene nada del espíritu ni de la mente ni de la vida.
Sólo habla de hierbas, plantas y vapor. No obstante, Génesis 2:5-6 forma parte de la
Biblia, y sin estos versículos la Biblia quedaría incompleta. La Biblia necesita estos dos
versículos de Génesis 2 para ser perfecta. Es bastante significativo ver lo que revela este
pasaje.
No menosprecie ningún renglón de la Biblia, porque ella procede de la boca de Dios.
Toda palabra, toda frase, toda expresión y toda oración salieron de Su boca. Leer una
frase de la Biblia es algo serio. Lo puede comprobar al leer Génesis 2:5-6 una y otra vez
con un espíritu de oración. Si usted ora y lee estos versículos de esta manera, será
nutrido. No obstante, si hace lo mismo con las líneas de un periódico de Los Angeles o
de Santa Ana, estará muerto. Existe una gran diferencia entre los escritos seculares y la
santa Biblia. En ésta todas las palabras son santas; vienen de Dios.
Dios no había hecho llover sobre la tierra. Esto significa que Dios no había mandado que
Su Espíritu se mezclase con el hombre, quien iba a ser hecho del polvo de la tierra. En
Joel 2:23, 28-29, vemos que la lluvia se presenta como alegoría del Espíritu de Dios.
Algunos cristianos nos critican por usar demasiadas alegorías para interpretar la Biblia.
No obstante, debemos entender que es necesario alegorizar al interpretar la Biblia
porque gran parte de ella, y particularmente Génesis 1 y 2, está escrita en lenguaje
figurativo. Pablo mismo usó alegorías para referirse al Antiguo Testamento. En 2
Corintios 4:6, él habla del Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz.
Esto se refiere indudablemente a Génesis 1. El hecho de que el Dios que mandó que de
las tinieblas resplandeciese la luz resplandezca ahora en nosotros, significa que la obra
de Dios en Génesis 1 constituye una alegoría de lo que El está haciendo en nosotros hoy.
En Gálatas 4, Pablo usó a Sara, la esposa de Abraham, y Agar, la concubina de Abraham,
como alegoría. Pablo se refirió simbólicamente a estas dos mujeres como a dos pactos.
Por consiguiente, la mejor manera de entender al Antiguo Testamento es usar alegorías.
En los cuatro evangelios, el Señor Jesús usó alegorías para casi todo. Lo hizo con todos
los tipos, sombras y figuras del Antiguo Testamento. Dijo que El era Salomón, David, el
sábado, la luz, el alimento, el aire, la puerta, el pastor y los prados. El lo era todo. Por
consiguiente, debemos emplear alegorías al referirnos a la Biblia. Le animo a hacer eso.
Ahora vamos a usar la alegoría de Génesis 2:5-6 donde vemos que Dios no hizo llover
sobre la tierra. Esto significa que Dios todavía no había mandado Su lluvia celestial, Su
Espíritu, sobre la tierra. Cuando la lluvia baja a la tierra, empapa el suelo y se mezcla
con él a fin de producir la vida. Ahora podemos ver el punto: el hecho de que no había
lluvia antes de que el hombre fuese creado significa que el Espíritu de los cielos todavía
no se había mezclado con algo hecho de polvo para producir la vida.
2) No había hombre que labrase la tierra
“No había hombre para que labrase la tierra” significa que no había ningún hombre que
trabajase en coordinación con Dios al unir la labor humana con la divina (cfr. 1 Co. 3:9).
Muchos cristianos son demasiado espirituales. Cuando son “superespirituales” se
convierten en superficiales. Son espiritualmente superficiales cuando dicen: “No
debemos hacer nada. El Espíritu lo hace todo”. Ese es un concepto equivocado. Si usted
no hace nada, Dios no puede hacer nada, pues El necesita que la labor humana coopere
con la labor divina. ¿Para qué sirve la lluvia si no hay ningún hombre que labre la tierra?
Si usted como hombre ha labrado la tierra, tiene derecho a orar: “Señor, aquí estoy.
Manda la lluvia”. Entonces Dios mandará la lluvia. Pero supongamos que no hay ningún
hombre sobre la tierra que pida la lluvia y que algunos ángeles digan: “Oh Dios Jehová,
¿por qué no mandas la lluvia?” Dios contestará: “Si mando la lluvia, se estropeará. Estoy
esperando que haya un hombre que cultive la tierra. Cuando haya hombre que labre la
tierra, mandaré la lluvia”.
En estos días, la iglesia se preocupa por la predicación del evangelio. Pero supongamos
que no hay ningún cristiano en Anaheim que labore con Dios y que algunos ángeles en el
aire oren: “Oh Dios Todopoderoso, salva a la gente de Anaheim. Envía Tu voz y todos se
arrepentirán”. Dios contestaría: “Eso es una insensatez. Si no hay nadie en Anaheim que
labore conmigo, ¿cómo puedo salvar a la gente?” ¿Se acuerdan de la historia de
Cornelio? Aunque un ángel se le presentó con un mensaje, el ángel no podía predicarle
el evangelio (Hch. 10:1-8). El ángel dijo a Cornelio: “Necesitas mandar a buscar a Pedro
y pedirle que venga. No puedo labrar la tierra porque soy un ángel. No estoy calificado
para ello. Está establecido que sean los seres humanos quienes prediquen el evangelio.
Ellos están calificados para hacerlo. Pídele a Pedro que venga”.
Mientras no había ningún hombre en la tierra para que labrase la tierra, Dios no podía
mandar la lluvia. No había ningún hombre que laborase con Dios coordinando la labor
humana con la divina. Debemos laborar en coordinación con la labor divina de Dios.
Debemos orar día y noche por nuestros parientes y nuestros amigos. Debemos trabajar
en ellos. Entonces llegará la lluvia. Si no cooperamos con Dios labrando la tierra, nunca
vendrá la lluvia. Dios no desperdicia Su lluvia. Cuando llega, viene para producir la vida.
3) No había brotado de la tierra ninguna vida
“Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que
naciese” significa que todavía no había ninguna vida, pues la vida no había crecido de la
tierra. No había nadie que labrase la tierra y no había caído lluvia; por lo tanto, era
imposible que hubiera vida.
4) Subía de la tierra un vapor
“Sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (v. 6). Esto
significa que sólo salía algo de la tierra para labrar la tierra; nada descendía de los cielos
para que la tierra produjera vida.
Estos cuatro puntos constituyen el trasfondo de la creación del hombre. Si abordamos
estos versículos de una manera alegórica, los consideraremos dignos de estar en la
Biblia. Aprecio mucho Génesis 2:5-6. Ahora podemos entender que necesitamos la lluvia
y que Dios nos necesita. Dios necesita nuestra colaboración. Entonces la lluvia bajará de
los cielos para mezclarse con el polvo de la tierra a fin de producir la vida.
b. La manera: Génesis 2:7
Pasemos ahora a considerar la manera en que Dios creó al hombre. Dios creó al hombre
exactamente igual que una botella, con un cuello y una boca. ¡Alabamos al Señor porque
tenemos boca! ¿Cómo podría uno vivir sin ella? Dios nos hizo de esta manera.
1) Formar el cuerpo del hombre
con el polvo de la tierra
Dios formó el cuerpo del hombre con el polvo de la tierra para que el hombre tuviese un
cuerpo que fuera su expresión exterior y como un órgano con el cual tener contacto con
lo material. Dios hizo al hombre del polvo y no de oro. El oro no puede producir vida. Si
usted siembra una semilla en oro, la desperdiciará. Pero en el polvo puede crecer vida. Si
siembra semilla en la tierra, la semilla crecerá. No somos hombres de oro, sino de polvo.
Me alegro de ser un hombre de polvo. Soy un vaso de barro. ¡Aleluya!
Nuestro cuerpo fue formado del polvo para que fuera nuestra expresión exterior.
Cuando tengo tiempo, me agrada mirarme en el espejo, y examino especialmente mi
cara. Cuanto más me miro, más estoy convencido de que Dios me hizo. Ninguna otra
persona en todo el universo podría haber moldeado esta criatura maravillosa. El estilo
de los automóviles estadounidenses puede ser mejorado y cambiado cada año, pero
nadie puede mejorar el diseño del ser humano. Nuestros oídos fueron perfectamente
diseñados para escuchar. ¡Cuán horrible sería nuestra condición si los miembros de
nuestro cuerpo fuesen puestos en otra parte! ¿Qué pasaría si nuestra nariz estuviese
sobre la frente y al revés? La lluvia y el polvo entrarían en ella. Dios diseñó
intencionalmente la nariz para que mirase hacia abajo a fin de que sólo entrase el aire.
Aunque mi nariz no es muy atractiva, sigo apegado a ella. Dios la diseñó para mí.
Debemos considerar muchas cosas acerca del cuerpo humano. En Eclesiastés 12:3
Salomón menciona las muelas, diciendo que cuando un hombre envejece, las muelas
cesan porque habrán disminuido. Los dientes incisivos son los que cortan los alimentos,
y las muelas son las que los trituran. Cuando comemos un pedazo de carne, nuestros
dientes lo cortan, y la lengua lo empuja hacia las muelas donde es triturado y llega a ser
una substancia digerible. Eclesiastés enseña que las muelas cesan porque una persona
mayor generalmente tiene menos dientes. ¿Quién nos diseñó de esta manera? ¿Quién
diseñó nuestros incisivos, nuestras muelas y la saliva segregada, con los cuales
trituramos los alimentos? Indudablemente Dios lo hizo.
El hombre fue creado por Dios. Fue diseñado por el mejor artista. No preste atención a
la teoría de la evolución. Hasta la ciencia médica puede confirmar que el cuerpo humano
contiene todos los elementos que hay en el polvo, tales como la sal, el azufre, el cobre y
el hierro. Dios formó un cuerpo humano maravilloso a partir de ese polvo. No tengo
palabras para describir esto. Mírese a sí mismo. Mire sus hombros, sus brazos y los
cinco dedos de cada mano. Con los cuatro dedos y el pulgar el hombre puede hacerlo
todo. ¿Qué podríamos hacer si tuviéramos cinco pulgares en cada mano? No podríamos
usar los utensilios para comer. Si examina su cuerpo humano, descubrirá que es una
botella viviente. Verdaderamente fuimos hechos por Dios.
2) Infundir el aliento de vida
en la nariz del hombre
Dios infundió el aliento de vida en la nariz del hombre para que éste tuviese un espíritu,
que es el recipiente, el órgano en el cual puede recibir a Dios a fin de relacionarse con El
y con lo espiritual (Jn. 4:24; Ro. 1:9). Dentro del radio hay un receptor. Cuando ese
receptor se daña, las ondas de radio no pueden llegar a su destino. Del mismo modo,
nuestro cuerpo es un recipiente exterior y dentro de nosotros se encuentra un espíritu
que Dios hizo como receptor para que éste percibiera a Dios, como las ondas de la radio
celestial. Por medio de este órgano podemos tocar las cosas espirituales. Toco la pizarra
usando mi mano. Percibo los olores con mi nariz, y los colores con mis ojos. Escucho los
sonidos con mis oídos. Todas estas cosas materiales pueden ser percibidas por los
sentidos de nuestro cuerpo físico. El universo también contiene cosas espirituales. Dios
está en este universo, y El es Espíritu. No lo podemos percibir por medio de nuestros
sentidos físicos. Es insensato negar la existencia de Dios porque no podemos percibirlo
físicamente. Pretender que algo no existe porque no podemos sentirlo es una necedad.
Aunque existen muchas ondas en la atmósfera, no podemos percibirlas sin un receptor.
Del mismo modo, no podemos detectar la realidad de Dios sin el receptor apropiado,
nuestro espíritu humano. Si nuestro espíritu no funciona bien, no podremos percibir a
Dios. Debemos sintonizar nuestro espíritu. Debemos ejercitar nuestro espíritu para
tocar a Dios. Hay en nosotros un órgano que la Biblia llama el espíritu del hombre.
a) El aliento de vida y el espíritu del hombre
La palabra hebrea que se traduce “aliento” en Génesis 2:7 es neshamah, y se traduce
“espíritu” en Proverbios 20:27. Esto significa que el aliento que se menciona en Génesis
2:7 es el espíritu humano, y éste es la lámpara del Señor. Antiguamente la gente usaba
lámparas de aceite. La lámpara contenía aceite que era quemado para producir luz.
Dentro de nosotros tenemos una lámpara que puede contener el Espíritu de Dios como
el aceite. Aunque tenemos esta lámpara en nosotros, aún así necesitamos que el aceite
divino entre en ella, permitiendo que la lámpara arda y brille. Proverbios 20:27 afirma
que el espíritu del hombre escudriña todas las partes internas de nuestro ser. Cuando
Dios, el aceite, entra para encender nuestra lámpara, somos iluminados y examinados.
La Biblia nos enseña claramente que el aliento de Dios se ha convertido en nuestro
espíritu humano y que nuestro espíritu es la lámpara de Dios, la cual le contiene como el
aceite y nos da luz.
b) El espíritu del hombre fue formado
especialmente por Dios
El espíritu del hombre fue formado especialmente por Dios (Zac. 12:1; Job 32:8).
Zacarías 12:1 dice que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu del
hombre dentro de él. En este universo existen tres cosas igualmente importantes: los
cielos, la tierra y el espíritu del hombre. Los cielos fueron creados para la tierra, la tierra
para el hombre, y el hombre tiene un espíritu creado para Dios. Dios creó los cielos para
la tierra. Sin los cielos, nada podría crecer en la tierra. La tierra sirve para el hombre, y
el hombre tiene un espíritu dentro de sí que puede contener a Dios. Por consiguiente, el
hombre es el centro del universo, y el centro del hombre es su espíritu. Esto es muy
importante. A los ojos de Dios, si el hombre no tuviese espíritu, sería una cáscara vacía.
Sin el hombre en esta tierra, ésta se hallaría vacía y los cielos serían inútiles. Alabamos
al Señor porque los cielos sirven a la tierra, la tierra sirve al hombre, y el hombre tiene
un espíritu con el cual puede recibir a Dios. Alabado sea el Señor porque “¡hay un
espíritu en el hombre!”
c) El espíritu del hombre es el lugar
donde el Espíritu de Dios obra y donde el Señor mora
El espíritu del hombre es el lugar donde obra el Espíritu de Dios. Romanos 8:16 afirma
que el Espíritu de Dios da testimonio juntamente con nuestro espíritu. Por consiguiente,
el Espíritu Santo obra con el espíritu humano. En 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor esté
con tu espíritu”. El Señor Jesús está ahora con nuestro espíritu. El mora allí.
3) Hacer al hombre como un alma viviente
Dios hizo al hombre como un alma viviente para que tuviese un alma, la cual sería la
persona, la personalidad y el órgano con el cual habría de relacionarse con la esfera
sicológica. Entre nuestro cuerpo exterior y nuestro espíritu interior está nuestra alma,
nuestra persona. Con el alma tenemos contacto con las cosas sicológicas. Anteriormente
mencioné algunas cosas físicas y algunas cosas espirituales; ahora quisiera hablar de lo
sicológico. Tomemos como ejemplo la alegría. La alegría no es ni material ni espiritual;
es sicológica. Si acude a mí y ve que no estoy contento con usted, ¿cómo sabrá que no
estoy contento? Lo sabrá por medio de su alma, su parte sicológica. Queda muy claro
que Dios nos ha hecho de tres partes: un espíritu, un alma y un cuerpo.
4) Hacer al hombre como un ser tripartito:
espíritu, alma y cuerpo
Dios hizo al hombre como un ser tripartito. En 1 Tesalonicenses 5:23 dice claramente
que tenemos espíritu, alma y cuerpo. Hebreos 4:12 dice que nuestro espíritu puede ser
separado de nuestra alma. ¿Por qué nos creó Dios de esta manera? Simplemente para
que seamos una persona maravillosa. Somos maravillosos porque somos tripartitos. Los
seres humanos no son sencillos. No se consideren como algo sencillo. En el alma
tenemos la mente, la parte emotiva y la voluntad. En el cuerpo, tenemos muchos
miembros. En la medicina se necesitan varios años para estudiar el cuerpo humano y
aún así uno no llega a conocerlo muy bien. En nuestro espíritu tenemos la conciencia, la
intuición y la comunión. Dios nos creó de una manera tan maravillosa porque quería
que fuésemos Su recipiente. No fuimos hechos con ningún otro propósito. Nuestro
cuerpo existe para que seamos un vaso viviente que contenga a Dios. Si hemos de ser esa
vasija, no sólo necesitamos el espíritu interiormente, sino el cuerpo exteriormente, el
cual nos capacita para vivir en la tierra, ejercitando nuestro espíritu a fin de tocar a Dios,
de ingerirlo, contenerlo e incluso asimilarlo. ¡Alabado sea el Señor porque fuimos
hechos de manera maravillosa y tripartita!
Por causa de los jóvenes, quisiera usar un ejemplo. Supongamos que usted es pobre. Se
esfuerza por ganar dinero, principalmente para satisfacer sus necesidades físicas. Con el
tiempo consigue una buena casa, buena comida, excelente ropa y el mejor medio de
transporte. Una vez satisfechas sus necesidades básicas, empieza a desear música,
deportes y esparcimiento. Esto satisface las necesidades sicológicas de su alma. Aunque
usted pueda darse toda la recreación que desee, al estar solo en su casa por la noche,
siente en lo más recóndito que está vacío. Todavía necesita algo. Entonces piensa: “Lo
tengo todo. ¿Qué más quiero? Tengo un buen automóvil, una buena casa, buena esposa
y buenos hijos, y todo el esparcimiento que quiero”. No obstante, en lo profundo de su
ser, algo dice: “Todavía tienes una necesidad”. En lo profundo de su ser, algo está
reclamando, solicitando e incluso suplicando. ¿Qué es eso? Es su espíritu. Esta parte de
su ser, su espíritu, necesita a Dios.
Tenemos tres clases de necesidades, a saber, físicas, sicológicas y espirituales, porque
nuestro ser consta de tres partes. En la sociedad humana la gente se preocupa por las
dos primeras necesidades y descuida la tercera. Esta es la razón por la cual la iglesia está
aquí, pues sólo la iglesia puede ayudar a la gente a satisfacer la tercera necesidad.
Aunque quizás tengamos el mejor disfrute material y la mejor satisfacción sicológica, de
todos modos algo falta. Usted necesita deleite espiritual, necesita a Dios. Usted necesita
ser satisfecho en lo profundo de su ser. Por tener una satisfacción interior, no me
preocupan mucho el automóvil ni la casa. Mi espíritu está satisfecho con Dios, pues fue
hecho para contenerlo a El.
Dios, a fin de cumplir Su propósito, primero hizo al hombre como vaso que lo contuviera
a El como vida. El hombre fue hecho de una manera muy específica, no solamente con
un cuerpo para subsistir físicamente y con un alma para expresarse, sino también con
un espíritu como órgano con el cual relacionarse con Dios y como recipiente en el cual
recibir y retener a Dios. El alma del hombre es su persona y toda su personalidad. Es
una persona completa. No obstante, la intención de Dios al crear el hombre no era que el
hombre se expresase consigo mismo. La intención de Dios era que el hombre, como ser
creado completo, lo tomara a El como vida y lo expresara en todos los aspectos de su
personalidad. Por consiguiente, además del alma, el hombre necesita un órgano
específico con el cual tocar a Dios: el espíritu humano.
Como subrayamos anteriormente, todo lo descrito en Génesis es una semilla que se
desarrollará en los demás libros de la Biblia. Lo mismo sucede con los asuntos que
hemos considerado en este mensaje: el hombre como vasija que puede contener a Dios,
el espíritu humano como órgano que toca a Dios, etc. Todos estos puntos son sembrados
como semillas en Génesis y se desarrollarán completamente en el Nuevo Testamento
como cosecha. Necesitamos muchos versículos del Nuevo Testamento para dar una
definición completa de estos asuntos, pero de momento detengámonos aquí.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE ONCE
EL PROCEDIMIENTO QUE DIOS USA
PARA CUMPLIR SU PROPOSITO
(2)
En los diez mensajes previos vimos claramente en la Palabra santa que el propósito
eterno de Dios consiste en expresarse a Sí mismo por medio del hombre y en conferirle a
éste Su autoridad para que ejerza Su dominio sobre la tierra. Vimos también que la vida
es el medio que Dios usa para cumplir Su propósito. Como primer paso en el
cumplimiento de Su propósito, El creó al hombre de una manera muy específica, pues lo
formó como una vasija que le contuviera a El, y no como un instrumento que laborara
para El. Romanos 9 expresa claramente que Dios hizo al hombre del polvo de la tierra
como vaso de misericordia para honra y gloria a fin de que contuviera a Dios mismo. Por
consiguiente, Dios creó al hombre con un órgano especial: el espíritu humano. Nunca
debemos olvidar Zacarías 12:1 donde leemos que Dios extendió los cielos, fundó la tierra
y formó el espíritu del hombre dentro de él. En este universo se necesitan tres cosas para
cumplir el propósito de Dios: los cielos, la tierra y el espíritu del hombre. Nuestro
espíritu es sumamente importante; es tan vital para cumplir el propósito de Dios como
lo son los cielos y la tierra. Aunque el espíritu del hombre no es tan vasto como los cielos
ni tan ancho como la tierra, es el aspecto más crucial de nuestro ser.
En Job 32:8 se afirma: “Ciertamente espíritu hay en el hombre”. Todos saben que el
hombre tiene un corazón, una mente, una voluntad y una conciencia, pero pocos
entienden que el hombre tiene un espíritu. No nos referimos al Espíritu Santo de Dios,
sino al espíritu humano del hombre. Tenemos este órgano.
Consideremos los órganos de nuestro cuerpo físico: tenemos los órganos del oído, la
vista, el olfato, el gusto y del tacto. Con mis ojos puedo ver muchos colores distintos. Si
estuviese ciego, no podría comprobar la existencia de estos colores. Aunque los colores
de todos modos existirían, yo no podría percibirlos, pues un objeto determinado sólo
puede ser percibido por el órgano designado específicamente con ese propósito.
Mientras yo hablo, los oídos de ustedes pueden percibir el sonido de mi voz. Si ustedes
no tuviesen oídos, pensarían que mi voz no existe. Sucede lo mismo con nuestro olfato.
Aunque haya un aroma fragante en este cuarto, necesitamos el olfato para olerlo.
Dios no creó solamente nuestros órganos físicos, sino también nuestros órganos
psicológicos. ¿Cómo podemos determinar la existencia del pensamiento? Comprobamos
que existe el pensamiento por la función de nuestra mente. Del mismo modo, podemos
sentir el gozo por el órgano afectivo de la alegría que se suscita en nuestra alma.
Comprobamos la existencia del pensamiento y del gozo por los órganos
correspondientes que están en nuestra alma.
Además de nuestros órganos físicos y psicológicos, Dios creó un órgano espiritual: el
espíritu humano. Aunque resulta difícil entender qué es nuestro espíritu, podemos saber
algo al respecto por medio de la función de nuestra conciencia. Aunque pocas personas
entienden qué es el espíritu humano, todos conocen el significado de la conciencia.
Según la Biblia, la conciencia es el órgano principal de nuestro espíritu humano. ¿Dónde
está nuestra conciencia? No es fácil determinarlo. De hecho, también es difícil ubicar
nuestra parte emotiva, nuestra mente y nuestro corazón. En realidad, tenemos dos
corazones, uno físico y otro psicológico. Es fácil ubicar nuestro corazón físico, pero
resulta difícil encontrar nuestro corazón psicológico. No podemos negar que tenemos
ese corazón, pero no podemos determinar dónde está. Ocurre lo mismo con nuestra
conciencia. Aunque no podemos ubicarla, sabemos que existe porque nos acusa o nos
excusa constantemente. Nuestra conciencia protesta continuamente contra nuestro
razonamiento y nuestras emociones. Por ejemplo, en la escuela algunos jóvenes tienen
la tentación de robar cuando piensan que los demás son ricos, que lo tienen todo y que
ellos son pobres. Por consiguiente, deciden robar de los demás, tratando de justificar su
acción. La mente está de acuerdo, las emociones asienten, y la voluntad decide. No
obstante, cuando el joven está a punto de cometer el robo, su conciencia protesta: “No
hagas eso; no está correcto”. Aun cuando él no le haga caso al sentimiento de su
conciencia y robe todo lo que quiera, la voz de su conciencia lo condenará durante
mucho tiempo. Esta voz interior no viene de la mente, ni de la parte emotiva ni del
corazón, sino de la conciencia, y ésta es la parte principal de nuestro espíritu.
Ahora debemos relacionar eso con un asunto muy importante acerca de Dios. ¿Qué es
Dios? Dios es una substancia espiritual. En Juan 4:24 Jesús dice que Dios es Espíritu.
Esta mesa que está a mi lado está hecha de madera; la madera es su substancia.
Asimismo, Dios es Espíritu; la substancia de Su ser divino es Espíritu. El órgano por el
cual podemos percibir ese ser divino es nuestro espíritu humano. Si intentamos
experimentar a Dios sin ejercitar nuestro espíritu, será como intentar percibir colores
sin usar la vista. Si usamos el órgano equivocado, es imposible percibir a Dios.
Alabamos a Dios porque en Su creación El formó un espíritu dentro de nosotros. Por ser
hechos como vasijas para contener a Dios, necesitamos nuestro espíritu como receptor
correspondiente.
El receptor de nuestro cuerpo físico es nuestro estómago. Si tuviéramos boca pero
careciéramos de estómago, nos resultaría imposible recibir comida para abastecer todo
el cuerpo. El estómago no es solamente un receptor, sino también un órgano digestivo
que asimila la comida y la distribuye a las células de la sangre. Finalmente, la substancia
de la comida digerida y asimilada se convierte en nuestros tejidos orgánicos. Dios tiene
la intención de depositarse en nosotros. ¿Cómo lo puede hacer? El lo hace al ser nuestra
comida. El mismo Señor Jesús nos dijo que El venía como el pan de vida (Jn. 6:35). El
dijo también: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí” (Jn. 6:57). Esto
significa que Jesús no es solamente nuestro Salvador, Redentor y vida, sino también
nuestra provisión de vida. El es el pan de vida. Dios desea infundirse en nosotros al ser
alimento que podemos recibir. ¿Qué órgano usaremos para ingerir a Dios? Nuestro
espíritu humano.
Debemos orar. La oración no consiste solamente en pedir a Dios que haga cosas por
nosotros. Esta idea de la oración es demasiado superficial. Orar es respirar. Cada vez
que clamamos: “Oh Padre celestial” o invocamos: “Oh Señor Jesús”, estamos
respirando. Cuando respiramos, inhalamos aire. Asimismo, cada vez que oramos a Dios
ejercitando nuestro espíritu, recibimos Su ser divino en nuestro espíritu. Dentro de
nuestro espíritu lo contenemos a El y, en cierto sentido, lo asimilamos y distribuimos
Sus elementos divinos a todo nuestro ser. De este modo Dios entra en nosotros como
vida. Nosotros los seres humanos fuimos hechos por Dios de una manera muy
específica: fuimos hechos como vasijas que tienen un receptor, nuestro espíritu humano.
Este fue el primer paso que Dios dio para cumplir Su propósito.
3. El segundo paso: el hombre
recibe a Dios como vida, 2:8-17
Ahora llegamos al segundo paso. Casi nadie puede llevar a cabo algo en un solo paso.
Por consiguiente, después de crear Dios al hombre como vasija con un espíritu humano
que lo recibiera y lo contuviera, dio otro paso al poner al hombre delante del árbol de la
vida.
a. Puso al hombre frente al árbol de la vida
Como relaté en el mensaje anterior, cuando yo llevaba poco tiempo como cristiano, me
confundía Génesis 2 porque para mí no parecía tener el estilo clásico que se esperaba de
la Biblia. Me recordaba el juego de algunos niñitos que hacen objetos de barro y los
colocan frente a otros. No obstante, según Génesis 2 Dios puso al hombre frente al árbol
de la vida. ¿Qué es la vida? La vida es misteriosa. Incluso los médicos y los biólogos son
incapaces de definir la vida. Aunque la vida es misteriosa, Génesis 2 la presenta de una
manera palpable y sólida como el árbol de la vida. Tal vez anhelemos conocer el
significado del árbol de la vida, pero no debemos apresurarnos. No debemos acercarnos
a algo tan misterioso como la vida de una forma apresurada y superficial. Es fácil hablar
de un pizarrón, pero resulta muy difícil hablar de la vida. De momento debemos ver
simplemente que Dios puso al hombre frente al árbol de la vida.
Cuando yo era joven y leía los dos primeros capítulos de Génesis, me preguntaba por
qué Dios no le había ordenado a Adán que lo adorara como Creador. Pensaba que Dios
debía haber dicho a Adán: “Soy tu creador. Debes adorarme por la mañana, al mediodía
y por la tarde. Debes adorarme por lo menos siete veces al día. Debes inclinarte,
arrodillarte y postrarte delante de Mí. Escribiré algunas alabanzas para que practiques
la manera de adorarme”. Este era mi concepto. Yo pensaba que poner al hombre delante
del árbol de vida sin hacer nada era algo insensato. Además, creía que después de crear
a Eva, Dios debió darles un sermón sobre el matrimonio, diciendo: “Adán, debes
agradecerme por darte esa querida esposa. Debes prometerme que la amarás para
siempre. Eva, como esposa de Adán, te ordeno someterte a él”. Me parecía muy lógico
que Dios pusiera esos requisitos. Bajo la influencia del cristianismo, y particularmente
de las ceremonias de boda, me imaginé que Dios daría un sermón sobre el matrimonio a
la primera pareja. Sin embargo, Dios no les dio tal discurso. Sólo parecía decirles:
“Tengan cuidado con la comida. Deben comer correctamente. No me preocupa el amor
ni la carencia de amor que tengas por tu esposa, ni me preocupa tu sumisión o falta de
sumisión a tu marido. La adoración no me interesa mucho. Me preocupa lo que coman.
Si comen mal, estarán mal. Si comen del árbol erróneo, morirán. Adán, debes entender
que no es tan importante lo que haces, sino lo que eres. Serás lo que comes. Si comes
muerte, te convertirás en muerte; si comes vida, serás vida. No se trata de hacer sino de
ser. Cuídate en lo que comes”. Al principio de mi vida cristiana, me molestaba eso.
Francamente, en aquel tiempo no me gustaba Génesis 2. Apreciaba el capítulo 1, que
describe la obra creadora de Dios, pero pensaba que el capítulo 2 parecía una caricatura
para niños.
Después de crear al hombre, Dios lo puso delante de un árbol. Dios no le pidió al
hombre que obedeciera diez leyes y requisitos. No había ningún mandamiento, sino una
colocación. Dios puso al hombre delante del árbol de la vida; El quería que el hombre
comiera de ese árbol. Más adelante en ese mensaje, veremos el significado del árbol de
la vida.
1) “Al oriente”:
el lugar de la gloria resplandeciente
Según Génesis 2:8 estaba ubicado “al oriente”. Cuando leemos Génesis 2, debemos
entender que este relato está escrito en un lenguaje figurativo y que estas figuras deben
ser entendidas en su sentido simbólico. En el mensaje diez dije que ver el lenguaje
simbólico de la Biblia no es algo equivocado, pues aun el apóstol Pablo hizo una alegoría
con respecto a Sara y a Agar (Gá. 4:22-26). Por consiguiente, debemos usar la
simbología para entender Génesis 2. En la Biblia “al oriente” se refiere a la dirección de
la gloria resplandeciente porque la luz gloriosa del sol viene del oriente (Ez. 43:2). Esto
es muy significativo. Cada vez que nos reunimos y tenemos la presencia del Señor,
sentimos en lo profundo de nosotros que esta reunión es gloriosa. Después de esa
reunión, usted irá a casa y le hablará a su esposa de la gloria que experimentó.
2) “En el Edén”: un lugar delicioso
Dios puso al hombre en el Edén. En hebreo, la palabra Edén significa delicia. Por tanto,
Edén es un lugar placentero, un lugar de deleite y de esparcimiento. No se imagine que
es incorrecto divertirse. Indudablemente las diversiones pecaminosas y mundanas de
hoy no son sanas, pero la diversión en Dios ciertamente es correcta.
3) En “un huerto”:
un lugar hermoso y agradable
Dios puso al hombre en un huerto, y no en una fábrica ni en una escuela ni en una
catedral. El lo puso en un huerto, un lugar que no sólo es agradable y hermoso, sino
también un lugar donde crecen cosas. Un huerto no es un patio donde la gente juega, ni
una fábrica donde se trabaja, ni una escuela donde se estudia, ni un hospital donde se es
aliviado, ni una catedral donde se adora. Un huerto es un lugar en el cual se cultiva, un
lugar para producir vida. La idea central de Génesis 1 y 2 es la vida. A Dios no le
preocupa mucho la educación ni la adoración. El se interesa por el crecimiento. Por
tanto, puso al hombre en un huerto. La vida de iglesia no debe parecerse a una escuela
ni a una catedral; la vida de iglesia debe ser un jardín. En 1 Corintios 3:9 Pablo dice:
“Sois labranza de Dios”. En 1 Corintios 3, el pensamiento que Pablo expresa es idéntico
al que presenta Dios en Génesis 2, pues una labranza es un lugar en el cual se cultiva. El
huerto exhibe cosas hermosas puesto que produce vida. Por el contrario, resulta difícil
encontrar belleza en una fábrica. El lugar más agradable y más hermoso es un huerto
lleno de plantas multicolores que crecen allí. ¡Alabado sea el Señor porque el hombre fue
puesto en un huerto!
4) Con todo “árbol”
En el huerto lo más importante son los árboles. En las Escrituras, el concepto del árbol
es crucial. Cuando las Escrituras mencionan al hombre, tanto al principio como al final,
mencionan también el árbol. Del árbol depende si el hombre vivirá o morirá, si vivirá
eternamente o perecerá (cfr. Gn. 2:16-17; 3:1-3, 22, 24; Ez. 47:12; Ap. 22:2, 14, 19). El
concepto del árbol es absolutamente vital para el destino del hombre.
a) “Delicioso a la vista”: para complacer al hombre
Al hacer todo árbol delicioso a la vista (Gn. 2:9), Dios quería complacer al hombre y
hacerlo feliz. La intención de Dios no era que el hombre trabajase, sino que fuera
totalmente satisfecho y complacido. Esto va en contra de nuestro concepto religioso, que
se centra en la adoración a Dios. Cuando llevaba poco tiempo como cristiano, vi a
muchos adoradores de Dios con caras largas. Pero a Dios no le interesa esa clase de
adoración. A El le preocupa nuestra felicidad. Esta es la razón por la cual dice en los
Salmos en varias ocasiones: “Aclamemos alegremente a Jehová” (Sal. 95:1; 100:1). Dios
se complace en nuestras caras sonrientes. Le agrada ver que estamos complacidos y
satisfechos con El. No piense en lo que usted ha hecho por Dios ni en lo que debería
hacer por El. Usted debe considerar lo alegre que está en el Señor. Romanos 14:17 dice
que el reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Usted debe regocijarse
en la presencia de Dios. Si usted no se alegra en la presencia de Dios y si no está feliz,
eso significa que está equivocado en cuanto a El. Todo lo que haga por Dios se le
convertirá en una pesada carga si no siente ninguna alegría. Usted no tiene por qué
llevar esa carga; necesita alegría. Debe estar alegre, complacido y plenamente satisfecho
por Dios y con Dios.
b) “Bueno para comer”:
a fin de satisfacer al hombre
Génesis 2:9 indica que los árboles eran buenos para comer. Observe que la Biblia no
dice que los árboles eran buenos para producir materiales, pues el concepto de Génesis
no incluye labores ni realizaciones humanas. Por consiguiente, no se menciona ningún
material para obras manuales. El concepto de Génesis 2 se centra plenamente en la vida.
Por consiguiente, dice que los árboles eran buenos para comer porque la comida está
relacionada con la vida. Sin alimento, no podemos vivir. El alimento mantiene nuestra
vida y nos satisface.
c) El “árbol de la vida” era el centro
El árbol de la vida estaba en medio del huerto. Si estudiamos el relato de Génesis 2, nos
daremos cuenta de lo siguiente: con excepción del árbol del conocimiento del bien y del
mal, el único árbol que se nombra es el árbol de la vida. No conocemos los nombres de
los demás árboles, pero sí sabemos que había un árbol que se llamaba el árbol de la vida.
Esto demuestra que el árbol de la vida constituía el centro.
(1) El centro del universo
El árbol de la vida es el centro del universo. Conforme al propósito de Dios, la tierra es el
centro del universo, el huerto de Edén es el centro de la tierra, y el árbol de la vida es el
centro del huerto de Edén. Debemos ser conscientes de que todo el universo gira en
torno al árbol de vida. Aparte de ese árbol, no hay nada más crucial para Dios y para el
hombre. Es muy significativo ver que el hombre fue puesto en el huerto delante del árbol
de la vida.
(2) Capacita al hombre
para que reciba a Dios como vida
Este árbol capacita al hombre para que reciba a Dios como vida. ¿Cómo podemos
comprobar eso? Los siguientes libros de la Biblia revelan que Dios es vida. Por tanto, el
árbol de la vida que estaba en el huerto demostraba que Dios desea ser nuestra vida en
forma de alimento. Conforme al Evangelio de Juan, un día Dios se hizo carne (Jn. 1:1,
14). En El estaba la vida (Jn. 1:4). La vida que exhibía el árbol de vida en Génesis 2 era la
vida que se encarnó en Jesús, quien era Dios en carne. Jesús nos dijo que El mismo era
vida (Jn. 14:6). Además, Juan 15 nos dice que Cristo es un árbol, la vid. Por una parte, El
es un árbol; por otra, El es vida. Cuando juntamos todos estos pasajes de Juan, vemos
que Jesús es el árbol de vida. Jesús dijo que El es el pan de vida, lo cual significa que El
vino a nosotros como el árbol de la vida en forma de alimento.
No es fácil entender la Biblia. Déjenme hacer una pregunta: ¿Qué tan alto era el árbol de
la vida? Si me lo preguntan a mí, contestaré que no era más alto que yo. Doy esta
respuesta porque Adán, quien fue puesto delante del árbol de la vida, probablemente no
era más alto que yo. Si el árbol de la vida tuviese una gran altura, su fruto habría estado
fuera de nuestro alcance. Adán y Eva no tenían ni escalera ni instrumento alguno para
coger el fruto de ese árbol. Por consiguiente, creo que el árbol de vida no era muy alto.
Jesús, por ser el Dios todopoderoso, es altísimo, pero cuando vino a nosotros como
comida El fue humilde. El era un pan. Incluso fue las migajas que caen debajo de la
mesa (Mt. 15:21-27). Este Jesús que vino a nosotros como vida en forma de alimento no
era alto ni grande; El era pequeño y humilde. Todo lo que comemos debe ser más
pequeño que nosotros; de lo contrario, no podríamos ingerirlo. Aun cuando nuestra
comida sea más grande que nosotros, debemos cortarla en pedazos lo suficientemente
pequeños para poderla ingerir. Por tanto, Jesús vino a nosotros como vida en forma de
comida. El dijo: “Soy el pan de vida”, y: “El que me come, él también vivirá por Mí”. Dios
en el Hijo es el árbol de vida bueno para ser comido. Día tras día podemos alimentarnos
de El. Podemos comerlo a El.
(3) Tipifica a Cristo
El árbol de vida tipifica a Cristo quien imparte vida al hombre y quien lo complace y lo
satisface (cfr. Jn. 15:1; Ex. 15:25). Cristo nos imparte la vida divina, nos complace y nos
satisface. Muchos de nosotros podemos dar testimonio de eso. Podemos decir:
“¡Aleluya! Jesús me ha impartido vida. El me satisface siempre”. Este es el árbol de la
vida.
5) Con un “río”
Cerca del árbol hay un río (Gn. 2:10). Puesto que éste es un árbol de vida, el río también
debe ser de vida. Al final de la Biblia vemos también un río de vida que fluye y un árbol
de vida que crece (Ap. 22:1-2). Al principio y al final de la Biblia encontramos el árbol de
vida y un río que fluye con agua viva. En las Escrituras, el concepto del río también es
crucial. Cuando las Escrituras mencionan al hombre, tanto al principio como al final,
también mencionan el río. Recibir a Dios como vida, disfrutar de la grosura de Dios,
satisfacer la sed, ser regados, crecer y regocijarnos son cosas que dependen
completamente del río (cfr. Sal. 36:8-9; 46:4; 65:9; Ex. 17:1-7; Jl. 3:18; Zac. 14:8; Jn.
4:14; 7:37-38; Ap. 22:1-2).
Si usted recibe al Señor Jesús, en seguida sentirá que en lo profundo de su ser algo lo
riega. Algo fluye dentro de usted. ¿No ha tenido usted esta experiencia? Cada vez que
dice: “Señor Jesús, te amo” o cada vez que ora al Señor, significa que lo recibe una vez
más; usted siente que algo fluye dentro de usted. Cada mañana debe tomar a Cristo
como su desayuno, al mediodía El debe ser su almuerzo, y por la noche lo debe comer
como cena. Usted debe comer a Cristo por lo menos tres veces al día. Si hace eso, el agua
de vida lo regará a usted interiormente. Nunca estará seco. Quizás usted trabaje en una
oficina todo el día y llega a casa, cansado y extenuado del trabajo, sintiéndose bastante
seco. Si toma a Jesús como su cena, brotará agua viva dentro de usted. “Salía de Edén un
río para regar el huerto”. Este fluir evacuará muchas cosas viejas de su ser. Nuestra
experiencia y el relato divino que consta en la Biblia nos dicen que este río es necesario.
Aunque Génesis 2 parece ser un relato de la creación, en realidad fue escrito según la
experiencia de vida. El árbol de vida y el río que fluye indican que cada vez que
recibimos a Jesús como alimento, ese alimento imparta la vida divina, una vida que
riega y fluye. En Apocalipsis 22:1-2 vemos que el río de vida con el árbol de vida que
crece en él, procede del trono de Dios. Este cuadro es una prueba adicional que
demuestra que el árbol de la vida y el río de vida representan la experiencia genuina de
la vida. Cada vez que ingerimos a Dios en Cristo como vida nuestra, tenemos este río que
fluye dentro de nosotros para regarnos y obrar en gran manera dentro de nosotros.
a) Regar, satisfacer la sed y emanar vida
Este río fue hecho para regar el huerto a fin de que en éste crecieran productos llenos de
vida. Indudablemente satisfacía también la sed del hombre para que éste pudiese
sobrevivir. Todo eso significa que el río producía el fluir de la vida. En nuestra vida física
debemos beber mucha agua para mantener la circulación de nuestra sangre. El fluir de
nuestra vida física depende del agua. Del mismo modo, día tras día debemos tomar el
agua de vida para mantener el fluir de la vida divina dentro de nosotros. Esto nos
proporciona la circulación espiritual de la vida divina.
b) Brota de Edén
El río fluye de Edén, lo cual significa que brota de Dios. En Apocalipsis 22, el río de agua
de vida procede del trono de Dios. Es también un fluir que procede de Dios mismo. Dios,
la vida misma, es la fuente de agua viva, y fluye a nosotros para que le disfrutemos.
c) Un solo río se convierte en cuatro brazos
Este río es un solo río. ¿Tiene usted dos ríos? Aunque aquí puede haber mil creyentes,
de todos modos tenemos un solo río porque todos procedemos de la misma fuente: Dios
el Creador. La fuente es una sola; por tanto, el curso también debe ser uno solo.
Este río único se dividió en cuatro brazos (Gn. 2:10-14). ¿Qué significa eso? Esto
significa que el río procede de Dios, quien es la fuente y el centro, para llegar a los
hombres en todas las direcciones. En la Biblia el número uno es el número de Dios, el
Creador, pues El es único. El número cuatro representa al hombre, la criatura. Puesto
que los hombres viven en las cuatro direcciones, el único río de Dios fluye en todas las
direcciones para llegar hasta ellos.
(1) El primer brazo
El nombre del primer brazo es Pisón, que significa “correr libremente” (cfr. Is. 55:1; Ap.
22:17). Este río fluye sin costo alguno, pues es gratuito. Fluye a la tierra de Havila, que
significa “hacer crecer”. Este brazo del río fluye libremente para que crezca todo lo que
contiene vida (cfr. Ez. 47:9, 12).
Este fluir también contiene oro, el cual representa la naturaleza divina (cfr. 2 P. 1:4). Si
usted no experimenta esto, no entenderá lo que significa; si tiene alguna experiencia,
podrá decir: “Amén”. Cuando la vida de Dios fluye en nosotros, nos trae el oro, la
naturaleza divina. En el mensaje anterior dije que no me gusta ser un hombre de oro y
que prefiero ser de polvo porque en el oro no crece la vida. En la perspectiva del
crecimiento en vida, resulta muy bueno ser hombres de polvo. No obstante, necesitamos
que el elemento del oro nos sea añadido. Con el tiempo, llegaremos a ser hombres de
oro. En 1 Corintios 3 Pablo nos amonesta a ser cuidadosos con nuestra obra de
edificación, y nos pide que usemos los materiales adecuados, de los cuales el primero es
el oro. Además, en Apocalipsis 1 se nos dice que las iglesias son candeleros de oro. Los
candeleros no son hechos de barro, sino de oro. En Romanos 9, somos polvo; en
Apocalipsis 1, somos oro. ¿Cómo puede el polvo ser reemplazado por el oro? La vida
divina debe fluir dentro de nosotros para impartirnos el oro. Sucede lo mismo con el oro
físico que se encuentra frecuentemente en un río. Antes de experimentar a Cristo como
el fluir de vida, no teníamos nada de la naturaleza divina, nada de oro. Ahora tenemos
oro en nosotros por el fluir de la vida divina. Dentro de nosotros se ha introducido algo
precioso y de peso, el elemento mismo de Dios.
El fluir del río también produce la perla. En esta ocasión no tenemos tiempo para definir
la perla; diremos solamente que se trata de una substancia que procede de una
transformación. Representa al nuevo hombre regenerado (cfr. Mt. 13:45) porque la perla
no es un elemento creado sino una substancia que ha sido transformada.
Además, el fluir del río produce la piedra de ónice, que representa al hombre
transformado, el cual expresa la gloriosa imagen de Dios (cfr. Ap. 4:3; 2 Co. 3:18).
Ahondaremos más en este tema en el mensaje siguiente.
El primer brazo, Pisón, significa que el río de vida fluye libremente, haciendo crecer
todas las cosas y trayendo consigo tres clases de materiales preciosos: el oro, la perla y
las piedras preciosas. Si leemos toda la Biblia, veremos que estos materiales se
encuentran en la Nueva Jerusalén. Los materiales traídos por el fluir del río de vida
sirven para edificar la morada de Dios. Sólo pueden ser traídos por el fluir de la vida
divina. En otras palabras, la vida divina que fluye en nosotros hace de nosotros los
materiales para el edificio de Dios. Este es el significado del primer brazo del río.
(2) El segundo brazo
El segundo brazo se llama Gihón, que significa turbulencia de aguas. Las turbulencias
implican plenitud (cfr. Jn. 4:14; 7:38). Este río corre como una inundación poderosa.
Supongamos que tenemos varias gotas de agua. Esa cantidad de agua no puede generar
una turbulencia. Si queremos tener una turbulencia como las cataratas del Niágara,
necesitamos una enorme cantidad de agua. La turbulencia del agua indica su plenitud.
Este río fluye hacia Cus. Cus es el antiguo nombre hebreo que designa a Etiopía, y
significa rostro negro, lo cual representa la naturaleza maligna e inmutable de los
pecadores (cfr. Jer. 13:23; Ro. 7:18). Yo era cusita antes de ser salvo; era negro, pecador
y maligno. De hecho, todos éramos cusitas; éramos muy negros, y nuestra naturaleza era
maligna. Desde la perspectiva humana, esta naturaleza jamás puede cambiar. Alabado
sea el Señor porque la turbulencia de las aguas divinas nos regenerarán y nos
transformarán en otra persona. El fluir del río divino es tan rico y fuerte que puede
cambiar nuestra naturaleza maligna, e incluso puede glorificarnos. Aunque los cusitas
no pueden cambiar la piel de su rostro, nuestro cutis negro y maligno tiene la
posibilidad de ser plenamente transformado por la turbulenta corriente del fluir de la
vida divina.
(3) El tercer brazo
El tercer brazo se llama Hidekel (el nombre hebreo del Tigris), que significa rápido, lo
cual implica poder (cfr. Fil. 3:10; Ef. 1:19-20). El agua que fluye con rapidez tiene poder.
El Hidekel fluye hacia Asiria, que significa plano, lugar habitado. Esto nos indica que el
fluir del agua viva llega al lugar en donde mora la gente (cfr. Jn. 10:10b; 7:37).
(4) El cuarto brazo
El cuarto brazo es llamado Perat (el nombre hebreo del Eufrates), que significa dulce,
fértil o fructífero (cfr. 2 Co. 2:14; 2 P. 1:3-8, 11; Gá. 5:22-23). ¡Alabado sea el Señor! El
último brazo del fluir de agua viva nos trae dulzura, y nos hace fértiles y fructíferos.
Hace poco hablábamos de llevar fruto. ¿Cómo podemos llevar fruto? Sólo por el fluir del
río de vida que corre dentro de nosotros. Mientras la vida fluya adentro, nos traerá
dulzura, y nos hará fértiles y fructíferos. ¡Esto es maravilloso!
Si juntamos los cuatro brazos del único río, tenemos un cuadro completo del Nuevo
Testamento. Necesitamos todo el Nuevo Testamento para definir los cuatro brazos del
único río de la vida divina.
Una vez más, quisiera decir que todo lo que encontramos en el libro de Génesis es una
semilla, el crecimiento de la semilla está en el Nuevo Testamento, y la cosecha se halla
en el libro de Apocalipsis. La semilla del río que fluye es sembrada en Génesis 2, el
crecimiento se produce en los siguientes libros de la Biblia, y la cosecha se encuentra en
el libro de Apocalipsis. Necesitamos toda la Biblia para hallar el verdadero significado
del cuadro en Génesis 2. Dios en Su Hijo Jesucristo es vida para nosotros en forma de
alimento. Si lo ingerimos a El, no sólo hallamos satisfacción, sino que esta vida se
convertirá en un río que corre dentro de nosotros. Esta agua será un torrente que fluye
en nosotros para regenerarnos, transformarnos y hacernos dulces y fructíferos. Con este
fluir seremos el oro, la perla y las piedras preciosas con los cuales se edificará la morada
de Dios, la Nueva Jerusalén. ¡Alabado sea el Señor! Así cumple Dios Su propósito
eterno. No obstante, no es más que el segundo paso. Abarcaremos el tercer paso en el
mensaje siguiente.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE DOCE
LA TRANSFORMACION PARA LA EDIFICACION
EN EL FLUIR DE VIDA
En este mensaje quisiera considerar, a modo de paréntesis, los materiales preciosos que
se revelan en varios pasajes de la Biblia. Génesis 2:10-12 menciona tres categorías de
esos materiales: el oro, las perlas y la piedra de ónice. Apocalipsis 21 habla de oro, de
perlas y de variedades de piedras preciosas (vs. 11-14, 18-21). Si leemos Exodo 28:6-21,
descubriremos que unas piedras de ónice engastadas en monturas de oro fueron
colocadas sobre los hombros del efod, y que sobre el pectoral que llevaba el sumo
sacerdote se montaron doce piedras preciosas. En 1 Corintios 3:12 también se
mencionan los materiales preciosos. Pablo dice que debemos mirar cómo
sobreedificamos la iglesia, que debemos edificar con oro, plata y piedras preciosas.
Aunque Pablo reemplaza las perlas por la plata, las otras dos substancias siguen siendo
las mismas. El Señor Jesús habló de piedras cuando dijo a Pedro que éste era una piedra
para la edificación de la iglesia (Mt. 16:18). Más adelante Pedro, en su primera epístola,
dijo que todos somos piedras vivas con las cuales se edifica una casa espiritual (1 P. 2:5).
También debemos prestar atención a una palabra sumamente crucial en el Nuevo
Testamento: transformación. Esta palabra es traducida acertadamente del griego en
Romanos 12:2 donde dice que debemos ser transformados por la renovación de nuestra
mente [y en 2 Corintios 3:18, donde dice]: “Transformados en la misma imagen”. De
modo que en el Nuevo Testamento, la palabra griega traducida transformación se usa
por lo menos dos veces. El equivalente en nuestro idioma es “cambio metabólico”. La
transformación no es meramente un cambio exterior, sino un cambio orgánico, un
cambio metabólico. Transformar significa convertir una substancia de una forma y
elemento en otra forma y elemento. Las piedras preciosas son producidas por el proceso
de transformación. Este es el significado de la transformación.
Muchos cristianos no saben que la Biblia habla de la transformación. Así que
dedicaremos este mensaje a dicho asunto. En los mensajes anteriores vimos el propósito
eterno de Dios, el cual consiste en expresarse a Sí mismo y en expresar Su dominio por
medio del hombre. En Su deseo de cumplir ese propósito, Dios creó al hombre de una
manera específica como una vasija que lo contuviera a El como vida. Por consiguiente,
Dios creó al hombre con un espíritu humano para que éste se relacionara con El, lo
recibiera, lo retuviera y lo asimilara en todo su ser. Después de crear al hombre de esta
manera, Dios lo puso en un huerto en cuyo centro estaba el árbol de vida. Junto con el
árbol de la vida se encontraba un río de agua viva, y en la corriente de ese río había oro,
perlas y piedras de ónice. Génesis 2 lo describe claramente.
¿Qué significa esta descripción? Sabemos que la Biblia es muy económica; en ella no se
desperdicia un solo párrafo, frase o palabra. Cada palabra es dada por el aliento de Dios
(2 Ti. 3:16). Por tanto, debemos conocer la razón por la cual Dios usó casi un capítulo
entero para describir un huerto, un árbol, un río y tres materiales preciosos. ¿Qué
significa todo eso?
La Biblia entera constituye la revelación de Dios, y la mayoría de las semillas de esta
revelación fueron sembradas en Génesis 1 y 2. Por ejemplo, Dios, el hombre y la vida son
algunas de las semillas sembradas en Génesis 1 y desarrolladas en toda la Biblia. Las
semillas sembradas en Génesis crecen en los siguientes libros de la Biblia, y
particularmente en el Nuevo Testamento, produciendo un cultivo en las epístolas y una
cosecha en Apocalipsis. Casi todo lo que se siembra en Génesis 1 y 2 es segado y forma
una gran cosecha en el libro de Apocalipsis.
Basándonos en ese principio, consideremos algunos puntos que aparecen tanto en
Génesis como en Apocalipsis. En Génesis 2, vemos el árbol de la vida en medio del
huerto. Luego descubrimos un río que corre junto al árbol y produce oro, perlas y
piedras de ónice. El escenario en que se encuentra todo esto es un huerto, y un huerto
representa las cosas naturales que Dios creó. En un huerto, podemos ver el crecimiento
de las cosas creadas.
Cuando llegamos a Apocalipsis 21 y 22, no encontramos un huerto sino una ciudad. Una
ciudad no es creada sino edificada. En Génesis 2 vemos la creación; en Apocalipsis 21 y
22 descubrimos el edificio. En la ciudad también tenemos el árbol de la vida. Por tanto,
la Biblia empieza y termina con vida. Además, en la ciudad encontramos un río de agua
viva que sale del trono de Dios. Esto corresponde al río que había en el huerto. Además,
en Apocalipsis encontramos las tres categorías de materiales preciosos, no en un estado
natural, sino edificados como una ciudad de oro, perlas y piedras preciosas. Por
consiguiente, la semilla sembrada en Génesis es la cosecha segada en Apocalipsis. El
crecimiento de la semilla y el desarrollo de la cosecha se encuentran entre Génesis y
Apocalipsis. Este no es nuestro concepto humano; es la revelación de la Palabra divina
contenida en los primeros capítulos de la Biblia y en los últimos.
Al principio de la Biblia vemos un huerto, y al final, vemos una ciudad. Entre el huerto y
la ciudad transcurre un largo proceso, y se debe llevar a cabo una extensa obra. No
obstante, la semilla sembrada en el huerto llega a ser la cosecha en la ciudad. Esta
semilla incluye el árbol de la vida, un río y los tres materiales preciosos. En el período de
cosecha de Apocalipsis, los materiales ya no se encuentran en un estado natural, sino
que llegan a ser un edificio bien entretejido. La Nueva Jerusalén es un edificio de oro,
perlas y piedras preciosas.
Si leemos Apocalipsis 21 y 22 detenidamente, descubriremos que la Nueva Jerusalén es
una montaña de oro. No es un edificio de barro. Esta montaña de oro también es una
ciudad de oro. De manera que el oro es el sitio, el terreno, sobre el que se edifica la
ciudad. Las piedras preciosas constituyen el muro de la Nueva Jerusalén, y en este muro
cada puerta es una perla enorme. El sitio donde se alza la Nueva Jerusalén es de oro, el
muro se compone de piedras preciosas, y cada una de las doce puertas es una perla. Por
consiguiente, esta ciudad está hecha de los materiales preciosos que se encuentran en
estado natural en el huerto. En Génesis las substancias preciosas se hallan en el huerto;
en Apocalipsis constituyen una ciudad.
Esta no es mi interpretación. Entre Génesis y Apocalipsis tenemos 1 Corintios. En 1
Corintios 3, Pablo dice que como arquitecto él puso el único fundamento, Jesucristo, y
que todos debemos mirar cómo sobreedificamos. ¿Qué materiales usamos en la
edificación de la iglesia? Pablo nos exhorta a edificar con oro, plata y piedras preciosas.
(Más adelante veremos la razón por la cual él sustituyó las perlas por la plata). Así
podemos ver que no sólo la Nueva Jerusalén es edificada con oro, perlas y piedras
preciosas, sino que también la iglesia en esta era debe ser edificada con oro, plata y
piedras preciosas, y no con madera, heno y hojarasca. Como lo veremos, el oro contrasta
con la madera, la plata está en oposición al heno, y las piedras preciosas a la hojarasca.
Cuando vi eso al poco tiempo de hacerme cristiano, me entusiasmé. Vi un huerto en
Génesis 2, en el cual había materiales preciosos. Vi una ciudad en Apocalipsis,
construida con esos mismos materiales. Entre Génesis y Apocalipsis vi una iglesia
edificada con oro, plata y piedras preciosas. Vi que la iglesia se compone de todo el
pueblo redimido, y que esta composición es un edificio. ¿Quién es el oro, la plata y las
piedras preciosas? Usted y yo. Nosotros los redimidos de Dios somos los materiales con
los que se construye el edificio espiritual de Dios.
En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios también tenía un pueblo, los hijos de
Israel. La persona más prominente entre ellos era el sumo sacerdote, el cual los
representaba en la presencia de Dios. Cada vez que él entraba en la presencia de Dios
para interceder por el pueblo, tenía que llevar dos placas en los hombros y un pectoral.
En las placas de los hombros se encontraban dos grandes piedras de ónice sobre los
cuales estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel. En el pectoral se
encontraba un hermoso marco de oro fino, e incrustadas en ese marco se hallaban doce
piedras preciosas en cuatro hileras de tres cada una. Las doce piedras del pectoral
corresponden al número doce en la Nueva Jerusalén. El número doce en la ciudad y en
el pectoral se compone de cuatro por tres. Por ejemplo, el pectoral tiene cuatro hileras
de tres piedras, y la ciudad tiene cuatro lados con tres puertas en cada lado, cuyo
producto es doce en el pectoral y también en la ciudad. Así que, el número de las piedras
engastadas en el pectoral del sumo sacerdote era el número de la Nueva Jerusalén.
Además, en estas doce piedras estaban grabados los nombres de las doce tribus de
Israel. En Apocalipsis 21 encontramos los nombres de las doce tribus sobre las doce
puertas de la ciudad. Esto es muy significativo.
Consideremos el significado de eso. En el Nuevo Testamento, vemos una iglesia
construida de oro, plata y piedras preciosas. En el Antiguo Testamento vemos al pueblo
de Dios compuesto de oro y de piedras preciosas convertido en una entidad completa. A
los ojos de Dios, el pectoral del sumo sacerdote formaba parte de la miniatura de la
Nueva Jerusalén venidera. Del mismo modo, la iglesia edificada con oro, plata y piedras
preciosas también forma parte de la miniatura de la Nueva Jerusalén. En el Antiguo
Testamento, vemos a Israel con las doce tribus. En el Nuevo Testamento tenemos la
iglesia con los doce apóstoles. Por consiguiente, Israel y la iglesia constituyen la Nueva
Jerusalén. Los nombres de las doce tribus de Israel se encuentran en las doce puertas de
la Nueva Jerusalén, y los nombres de los doce apóstoles de la iglesia están sobre los doce
cimientos de la ciudad. Este edificio abarca toda la Biblia desde el principio, con el
huerto de Génesis, hasta la conclusión, con una ciudad en Apocalipsis. Entre el huerto y
la ciudad se encuentran dos pueblos: Israel y la iglesia. Tanto Israel como la iglesia
tienen doce nombres. Finalmente, todos fueron transformados en oro, plata o perlas, y
piedras preciosas. Por lo tanto, el huerto, la ciudad y los dos pueblos están relacionados
con las tres categorías de materiales preciosos.
En la Biblia, entre el huerto y la ciudad, existen solamente dos pueblos: Israel y la
iglesia, representados por el oro y las piedras preciosas, construidas como la morada de
Dios, pero estos dos pueblos disfrutan también de la vida y del río. En Salmos 36:8-9 se
nos dice que los hijos de Israel disfrutaban la fuente de vida y el torrente de las delicias
de Dios. En Juan 6 y 7 se indica que los que constituyen la iglesia disfrutan el pan de
vida y los ríos de agua viva. Así que, la Biblia no sólo menciona continuamente los
materiales preciosos, sino también la vida y el río que aparecen al principio y al final.
¿Por qué se encuentran las perlas en Génesis 2 y en Apocalipsis 21 y la plata en 1
Corintios 3? En 1 Corintios 3 vemos la plata porque en tipología la plata representa la
redención. La redención aniquila el pecado. Si no existiese el pecado, no habría
necesidad de redención. En el huerto de Génesis 2 no había ningún pecado, y por la
eternidad en la Nueva Jerusalén de Apocalipsis 21 el pecado estará desterrado. El
pecado entró en Génesis 3 y será completamente eliminado en Apocalipsis 20. Por
consiguiente, no encontramos pecado ni en Génesis 2 ni en Apocalipsis 21. Por tanto, en
estas situaciones no se necesita la redención, o sea, la plata. Allí no es necesaria la plata,
la cual trae redención, sino la perla, que tiene que ver con la regeneración. La redención
consiste en eliminar el pecado, y la regeneración, en traer la vida divina. La plata
representa la redención que aparece entre Génesis 2 y Apocalipsis 21 debido al gran
problema del pecado, el cual requiere la redención. En la era actual necesitamos la plata.
Con este trasfondo, llegamos al tema de la transformación. Ya vimos que Dios tiene un
propósito, y para cumplirlo creó al hombre como vasija que lo contuviera a El, poniendo
en él un espíritu humano. El Señor Jesús le dijo a la mujer samaritana que Dios es
Espíritu y que los que desean adorarle deben adorarle en espíritu (Jn. 4:24). Si hemos
de adorar a Dios, debemos usar el órgano apropiado. Por ejemplo, no podemos beber
agua con nuestros oídos; lo hacemos con nuestra boca. Dios es el agua viva. Si queremos
beberlo como nuestra agua viva, debemos ejercitar nuestro espíritu para tocarlo a El.
Cuando ejercitamos nuestro espíritu para tocar a Dios el Espíritu, en realidad estamos
bebiendo a Dios como el agua viva (Jn. 4:24, 14). De manera que Dios hizo al hombre
con un espíritu para que éste se relacionara con él y lo adorara.
Dios es vida. Dios mismo es el árbol de la vida. Cuando El se hizo carne, se reveló como
vida y como el suministro de vida. Cristo es el pan de vida (Jn. 6:35). Todo lo que
comamos lo asimilará nuestro ser. Esto es muy significativo. Dios viene a ser vida para
nosotros en forma de comida. Debemos recibirlo a El comiéndole. Una vez en nosotros,
Dios se hace el fluir de vida dentro de nosotros. Una comida adecuada requiere algo
sólido y algo líquido. Juan 6 trata del pan de vida que debemos comer, y Juan 7 habla
del agua viva que debemos beber. Si tenemos pan sin agua, nos será difícil comerlo.
¿Cómo podemos digerir y asimilar nuestra comida sin agua? Necesitamos el fluir de la
vida. En Génesis 2 vemos el árbol de vida que podemos comer y el río que fluye para que
lo bebamos. Empezamos con la comida y seguimos con el agua. Cuando recibimos al
Señor como alimento, lo tenemos también como el agua que fluye dentro de nosotros.
I. HACE QUE EL HOMBRE TENGA
LA NATURALEZA DIVINA: EL ORO
En el mensaje once vimos que esta corriente de agua viva produce tres clases de
materiales. El primero es el oro, el cual tipifica la naturaleza de Dios. Todos los eruditos
bíblicos están de acuerdo en afirmar que en tipología el oro representa la naturaleza
divina. El oro no es una substancia transformada, sino un elemento natural. A diferencia
del oro, la perla y las piedras preciosas son materiales transformados, pues han pasado
de una forma a otra. El oro es un elemento creado y nunca puede ser transformado ni
alterado. Esto es significativo. El hierro o el acero pueden cambiar con el paso de los
años, pero el oro permanece inmutable. Es el elemento más fuerte e inalterable. Por
consiguiente, el oro es muy costoso y valioso. Por eso en la tipología Dios usó el oro en
representación de Su naturaleza divina. La naturaleza divina fue introducida en nuestro
ser. El elemento de oro nos fue añadido (2 P. 1:4; 1 Co. 3:12; Ap. 21:18, 21).
Cuando usted adore a Dios u ore a El durante cierto tiempo, se sentirá como de oro.
Sentirá que resplandece, que es valioso y que tiene peso. El oro tiene mucho peso. Antes
de orar de esta manera, usted estaba ligero y liviano. Pero después de orar dos horas,
tendrá en su interior un elemento precioso, resplandeciente y de peso. ¿No ha tenido
usted esta experiencia? Cuando ora a Dios el Padre o invoca el nombre del Señor Jesús,
la vida divina fluye dentro de usted produciendo oro.
Ahora me gustaría hablar con las hermanas acerca de ir de compras. Supongamos que
ustedes oran dos horas. Después de orar, se sienten preciosas y con peso. Luego van a
las tiendas, y se olvidan del oro interno. Si ustedes compran de esa manera, sentirán que
su oro se esfuma y desaparece. Aunque permanece algo dentro de usted, tiene la
sensación de que ha desaparecido. Por el contrario, suponga que desea ir de compras
después de haber orado por dos horas, y que en su interior el oro divino no está de
acuerdo. Si usted responde: “Amén, Señor. No iré”, sentirá que el peso del oro ha
aumentado dentro de usted. Si andamos continuamente en el espíritu, sentiremos que el
oro interior se incrementa constantemente. La naturaleza divina se incrementará dentro
de nosotros.
¿Cuánto “oro” lleva usted por dentro? Tal vez algunos tengan que reconocer que tienen
muy poco. Si oramos y andamos en el espíritu, el oro interior se incrementará cada día.
El fluir de la vida divina nos añadirá más naturaleza divina. Aunque fuimos hechos del
polvo, la intención de Dios es impartirnos Su oro mediante el fluir de Su vida. De esta
manera empieza el proceso de transformación.
La transformación requiere que un nuevo elemento sea añadido al elemento original.
Supongamos que soy una persona de tez pálida. Si usted me maquilla, eso será una
decoración exterior, y no una transformación interior. Si deseo cambiar
verdaderamente, se me debe añadir un nuevo elemento. ¿Cómo puede hacerse esto? Por
mi alimentación. Si ingiero comidas sanas día tras día, pasaré por una transformación
interior, un cambio metabólico en vida. Cuando sucede un cambio metabólico, se
añaden nuevos elementos y los viejos elementos son evacuados. En esto consiste la
trasformación.
II. HACE QUE EL HOMBRE SEA REGENERADO:
LA PERLA
¿Qué representa la perla? La perla era lo que Dios tenía en mente originalmente, pero
fue reemplazada por la plata en 1 Corintios debido a que se hizo necesaria la redención.
Cuando yo era joven, no sabía a qué se refería la Biblia cuando mencionaba la perla.
Pero después de pasar por muchas experiencias con el Señor, entendemos ahora el
significado de la perla.
Considere cómo se forma una perla. Una ostra que vive en el mar es herida por un grano
de arena. La ostra segrega un jugo vital alrededor del grano de arena hasta convertirlo
en perla. Cristo es la ostra que vivía en el océano de este mundo. Nosotros somos los
granos de arena que lo hieren y después de herirlo, permanecemos en Su herida. Su vida
segrega Su esencia de vida, que nos envuelve en capas sucesivas. Finalmente, después de
estar totalmente envueltos con esta secreción de vida, nos convertimos en una perla (Mt.
13:46). Esta es la experiencia de la regeneración. Originalmente, éramos granitos de
arena, pero nos hemos convertido en perlas por el jugo vital de Cristo, que envolvió
nuestro ser. Cada puerta de la Nueva Jerusalén es una perla y representa la entrada al
reino de Dios (Ap. 21:21). El Señor Jesús dijo que si no nacemos de nuevo no podemos
entrar en el reino de Dios (Jn. 3:5; cfr. Tit. 3:5). Todos nacimos de nuevo y podemos
entrar en el reino. Además, por ser perlas, llegamos a convertirnos en la entrada misma.
Después de entrar en la Nueva Jerusalén por la puerta de perla, nos encontramos en la
calle de oro (Ap. 21:21). Esto significa que andamos conforme a la naturaleza divina y
que la naturaleza divina llega a ser nuestro camino. La regeneración es nuestra puerta, y
la naturaleza divina es nuestro camino. No pregunte a los demás qué debería hacer. El
Señor Jesús es su camino (Jn. 14:6). Usted sólo debe andar siguiendo la calle de oro, la
naturaleza divina que está dentro de usted. Hermanos, ¿se cortan ustedes el pelo
conforme a la naturaleza divina? Hermanas, ¿van ustedes de compras según la
naturaleza divina? Estoy convencido de que el camino de oro nunca conduce a un cine.
Cuando usted vaya en dirección al cine, se encontrará en el camino de polvo. Todos
debemos andar por el camino de oro. Estar en la calle de oro consiste en tocar la
naturaleza divina, la naturaleza de Dios.
III. HACE QUE EL HOMBRE SEA TRANSFORMADO
A LA IMAGEN DE CRISTO: LAS PIEDRAS PRECIOSAS
Aunque tengamos las puertas de perla y la calle de oro, aún así no tenemos un muro
edificado que exprese la imagen de Dios. El muro de la Nueva Jerusalén no es solamente
una línea de separación entre lo santo y lo común, sino también un edificio que expresa
la imagen de Dios. En Apocalipsis 4:2-3, el Dios que está sentado en el trono tiene la
apariencia del jaspe. El muro de la Nueva Jerusalén y la primera piedra del cimiento de
la muralla también son de jaspe (Ap. 21:18-19), es decir, tienen la misma apariencia que
Dios. Aunque hemos pasado por la puerta de la perla y andado por el camino de oro, aún
así anhelo ver alrededor de nosotros un muro edificado que abrace todo lo referente a
Dios, y que excluya todas las cosas mundanas, y que exprese la imagen de Dios. Este
muro es edificado por la transformación (2 Co. 3:18; Ro. 12:2a; 1 Co. 3:12a). Los
materiales de la muralla son piedras preciosas transformadas (Ap. 21:11, 18a, 19-20).
Sólo quienes son transformados pueden ser juntamente edificados.
¿De dónde vienen las piedras preciosas? Una piedra preciosa es el producto de la
transformación. Todas las piedras preciosas provienen de otros materiales. Algunas de
ellas se formaron a partir de rocas ígneas como producto de la presión y el calor. Otras
se formaron de rocas sedimentarias por la presión y por corrientes de agua. Todas se
convirtieron en piedras preciosas. El diamante (Ex. 28:18) se forma a partir del carbón
por el calor y la presión. Bajo presión extrema e intenso calor, el carbón se convierte en
diamante. Estos son los principios de la transformación de las piedras preciosas.
¡Necesitamos el fuego, el fluir del agua viva, y la presión!
Después de entrar por la puerta de perla y caminar por la calle de oro, quizás piense que
anda bien con el Señor en todos los aspectos. Con relación a la puerta y a la calle, usted
anda bien con El. Mientras anda por el camino de oro, quizás no tenga ningún problema
con el Señor, pero surgirán otras dificultades. Por ejemplo, siendo un hermano joven,
puede aspirar a tener una esposa que sea una buena hermana. Del mismo modo, las
hermanas esperan tomar por esposo a un buen hermano joven. No obstante, los casados
pueden testificar que el matrimonio es un deleite y al mismo tiempo un sufrimiento. El
marido es una fuente de sufrimiento para la esposa, y la esposa es una fuente de
sufrimiento para el marido. Aunque usted quizás le proporcione deleite a su esposa,
también le causa sufrimiento. Hacemos cuanto sea posible por complacer a nuestra
esposa, pero no podemos evitar que sufran por nuestra causa. Aunque el matrimonio
constituye una causa de padecimiento, no podemos ir muy lejos sin él. Nuestro
matrimonio no está en nuestras manos, sino que está dominado por el soberano Señor
conforme a Su economía. Aparte del sufrimiento causado por el matrimonio, hay
muchos sufrimientos más. Junto con el camino de oro, se encuentran muchos dolores y
espinas punzantes.
En su cocina, usted tiene muchos electrodomésticos. Entre ellos tiene un horno y una
estufa. Es difícil cocinar adecuadamente sin estufa ni horno. En cierto sentido, la iglesia
es un huerto. En otro sentido, la iglesia es un comedor y una cocina. Sin la cocina, el
comedor estaría vacío. La cocina de la iglesia tiene una gran estufa con muchos
compartimientos. Todos nosotros cabemos en esa estufa. Puedo testificar por
experiencia propia que en la iglesia somos verdaderamente pasados por fuego a fin de
que seamos transformados. Los hermanos encargados se queman continuamente el uno
al otro. Los maridos queman a sus esposas, y las esposas a sus maridos. Este es el fuego
de Dios que nos transforma.
Fuimos hechos vasijas de barro. Aunque estas vasijas son útiles, su material, el barro, no
está al nivel de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén no tiene ningún ladrillo, sólo
piedras transformadas. Necesitamos una gran presión, un intenso fuego y el fluir de la
vida para poder ser transformados en piedras preciosas. Cuanto más presión, más fuego
y más corriente experimentemos, más preciosos llegaremos a ser.
IV. PARA LA EDIFICACION
DE LOS REDIMIDOS DE DIOS
Pablo nos exhortó a edificar la iglesia en la debida forma. La mayor parte de la obra que
se lleva a cabo entre los cristianos no es de oro, ni de plata, ni de perlas, ni de piedras
preciosas, sino de madera, de heno y de hojarasca. Mientras el oro en tipología
representa la naturaleza divina, la madera representa nuestra naturaleza humana. Por
tanto, la madera es lo opuesto al oro. Nos gusta decir que todos somos humanos,
especialmente cuando cometemos errores. Sin embargo, no debemos tomar nuestra
humanidad como pretexto. Nuestra humanidad debe ser una humanidad resucitada,
pues la humanidad natural no está calificada para edificar la iglesia de Dios. La
edificación de la iglesia requiere una humanidad transformada, y no una humanidad de
madera.
El heno está en contraste con la plata. La Biblia nos dice que toda carne es como heno
(Is. 40:6; 1 P. 1:24). El heno representa la gente que se ha hecho carne. El heno no es tan
sólido como la madera; es débil y frágil. De modo que el heno representa la naturaleza
caída del hombre.
El último aspecto que Pablo menciona en 1 Corintios 3:12 es la hojarasca. La hojarasca
es el tallo que queda después de ser trillado el grano de una cosecha. La hojarasca que
proviene del suelo, es opuesta a la piedra preciosa, la cual es una substancia
transformada. En 1 Corintios 3:12 se presenta un vívido contraste. La madera es un
árbol sin fruto, y la hojarasca es un cultivo sin grano. No debemos ser madera ni
hojarasca, materiales que serán quemados y que son inútiles para edificar la iglesia de
Dios.
Para edificar la morada del Señor necesitamos el oro divino, la perla regenerada y las
piedras preciosas transformadas. Cuanto más materiales preciosos tengamos, más
fácilmente podremos ser edificados espontáneamente. Si experimentamos el oro, la
perla y las piedras preciosas, no sólo seremos los materiales preciosos, sino también un
edificio entretejido que constituye la morada de Dios en nuestro espíritu (Ef. 2:22). Por
consiguiente, la transformación es indispensable para el edificio de Dios. Debemos orar
acerca de estos asuntos y tener comunión al respecto para que el Señor nos introduzca a
todos en la realidad de la transformación por causa de Su edificio.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TRECE
LOS DOS ARBOLES
(1)
En los mensajes anteriores hablamos del propósito eterno de Dios y de algunos puntos
relacionados con la manera en que lo lleva a cabo. Dios cumple Su propósito
primeramente al crear al hombre como una vasija que lo contuviera a El como vida y
luego al ponerlo en un huerto delante del árbol de la vida, lo cual indica que Dios anhela
que el hombre participe del fruto de ese árbol. No obstante, junto con el árbol de la vida,
Génesis 2:9 y 17 menciona el árbol del conocimiento del bien y del mal. Por
consiguiente, debemos prestar mucha atención al significado de estos dos árboles.
b. Permite que el hombre tenga
libre albedrío, 2:16-17
Aunque Dios deseaba que el hombre comiera del árbol de la vida, no lo forzó a hacerlo.
Dios tampoco puso al árbol de la vida dentro del hombre, sino que le dio libre albedrío;
le dio la libertad de escoger. Cuando las madres alimentan a sus niños, parecen forzarlos
a tomar el alimento. No obstante, el pequeño todavía tiene su libre albedrío, pues a
menudo rechaza la comida que le ponen en la boca. La madre desea que su niño coma,
pero debe reconocer que él tiene su libre albedrío.
Dios creó al hombre con la libertad de escoger. ¿Por qué hizo Dios eso? Dios es
grandioso. El no es pequeño. Sólo una persona insignificante obliga a otros a aceptar su
opinión. Si usted obliga a los demás a seguirlo a usted, eso demuestra que usted es una
persona mezquina. Si usted es un gran hombre, nunca obligará a la gente a aceptarlo.
Siempre proporcionará la posibilidad de elegir, diciendo: “Si usted me ama, me puede
aceptar. Si no tiene interés en mí, bien puede olvidarme”. Ningún hombre grande u
honrado se impone a otros. Del mismo modo, Dios es grande. El es tan atractivo por ser
el Dios de gloria. Dios no puso al hombre exclusivamente delante de Sí, obligándolo así a
escogerlo a El. Lo puso delante de dos árboles, confrontándole a elegir.
Cuando yo era un cristiano joven, eso me molestaba. Decía: “¿Por qué puso Dios al
hombre en esa situación peligrosa? Si yo fuese Dios, habría quitado el árbol del
conocimiento del bien y del mal. Habría dejado el árbol de la vida, habría puesto al
hombre delante de él, y habría levantado una pared de protección para preservarle. ¿Por
qué no hizo Dios eso? ¿Por qué puso Dios el árbol del conocimiento del bien y del mal en
el huerto como tentación? Todos los problemas provienen de allí. ¿Por qué Dios no lo
quitó? Si lo hubiera hecho, eso nos habría evitado muchos problemas”. Yo no era el
único que tenía estos interrogantes. Muchos jóvenes me hacían la misma pregunta. No
obstante, si Dios no le hubiera dado al hombre la libertad de escoger, lo habría obligado
a tomar del árbol de la vida. Dios es demasiado grande para hacer eso. Dios es honesto y
atractivo. El necesita el segundo árbol para poder exhibir Su grandeza y demostrar cuán
atractivo es.
Según el libro de Job, Satanás, el adversario de Dios, acusó a Job delante de Dios. El
parecía decir: “¿Por qué te adora Job? El te adora sólo porque lo bendices. Si le retiras
todas estas bendiciones, te rechazará y blasfemará contra Ti en Tu presencia” (Job 1:911). En otras palabras, Satanás dijo al Señor que El sobornaba a Job para que le adorase
y si no lo hacía, Job lo abandonaría. Por tanto, Satanás calumnió a Dios y a Job. Dios
parecía contestarle: “Haz lo que quieras. Sólo te ordeno que preserves su vida. Te
demostraré que Job no ha sido sobornado, sino que está atraído por Mí. Job me adora
por su propia cuenta”.
Dios es el mismo hoy en día. El nunca obliga a nadie a aceptarlo. Cuando el Señor Jesús
vino, no forzó al pueblo a seguirlo. El se presentó al pueblo, pero siempre respetó la
elección de las personas. El Señor parecía decir: “Si tú me quieres, puedes aceptarme. Si
no me quieres, olvídate de Mí”. Algunos de nosotros podemos tener la idea de que la
misericordia del Señor nos obligó a creer en El. Estoy de acuerdo hasta cierto punto. Su
misericordia nos ha conquistado, persuadiéndonos a recibirle. No obstante, puedo
testificar firmemente que si usted me obliga a rechazarlo, seguiré tomándole a El. Jamás
lo abandonaré. ¿Por qué ha habido tantos mártires a lo largo de los siglos? El Señor Dios
se hizo a un lado, permitiendo así que Su pueblo escogiera, para que fuese revelada la
verdadera condición a Su enemigo. Dios parecía decir: “Haz cuanto puedas, Satanás. Mi
pueblo sigue escogiéndome a Mí”. Nuestro hermano Watchman Nee estuvo en la cárcel
veinte años, desde 1952 hasta su muerte, en 1972; en ese período fue puesto a prueba y
tentado. El nunca cambió de parecer porque su Señor era muy adorable y atractivo.
Recibimos al Señor Jesús, no por haber sido forzados o presionados, sino por haber sido
llamados por Su gloria y atraídos por Su virtud (2 P. 1:3). Todos podemos confesar que a
pesar de todo lo que nos ofrezca la gente, jamás renunciaremos al Señor Jesús. Nuestro
Señor es muy querido, precioso y atractivo. Hemos hecho de El nuestra única
preferencia.
El mismo principio se aplicó en el huerto de Edén donde Dios puso a Adán delante de
dos árboles, que denotaban dos fuentes. Dios deseaba que el hombre lo escogiera a El, el
árbol de vida.
1) El árbol de la vida
a) Representa a Dios
El árbol de la vida era un símbolo que representaba a Dios como la fuente correcta (cfr.
Sal. 36:9; Jn. 1:4; 10:10b; 11:25; 14:6; 1 Jn. 5:12; Col. 3:4). Si leemos solamente Génesis
2, no podremos entender el significado del árbol de la vida. Sin embargo, el Evangelio de
Juan revela concretamente la vida representada por el árbol de la vida. En Juan 1:4 dice:
“En El estaba la vida”, y Juan 15:5 nos dice que el Señor Jesús es la vid [un árbol]. Si
juntamos estos dos versículos, nos daremos cuenta de que Cristo es el árbol de la vida.
Jesús, la corporificación de Dios, es el árbol de la vida. Por consiguiente, el árbol de la
vida mencionado en Génesis 2 es un símbolo de Dios como fuente de vida.
Aparte de esa fuente, hay otro árbol, otra fuente en el universo: la muerte. Sin embargo,
ese árbol no se llama el árbol de la muerte, sino el árbol del conocimiento del bien y del
mal. Tal árbol existe en este universo. Estos dos árboles se oponen el uno al otro; el
árbol de la vida denota a Dios como la fuente de la vida, y el árbol del conocimiento
representa a Satanás como la fuente de la muerte. Así como Dios es la fuente de la vida,
Satanás es la fuente de la muerte. Por consiguiente, en Génesis 2 descubrimos dos
fuentes representadas por dos árboles.
En este estudio-vida, hemos destacado en varias ocasiones que casi todo lo que consta
en Génesis 1 y 2 es una semilla de la revelación divina. Los dos árboles son tales
semillas. Junto con las demás semillas sembradas en Génesis 1 y 2, estas semillas crecen
en los siguientes libros de la Biblia y son segadas como cosecha en el libro de
Apocalipsis. En Apocalipsis 20:10, 14 vimos que la muerte es echada al lago de fuego. En
Apocalipsis 22:2, vemos que la vida mora en la Nueva Jerusalén. Al principio de la
Biblia, encontramos la vida y la muerte, y al final de la Biblia vemos nuevamente la
muerte y la vida. Entre los dos extremos de la Biblia, podemos ver dos líneas: la de la
muerte y la de la vida. Ambas líneas empiezan en el libro de Génesis y terminan en el
libro de Apocalipsis. La muerte empieza con el árbol del conocimiento del bien y del mal
y termina en el lago de fuego. La vida empieza con el árbol de la vida y termina en la
Nueva Jerusalén. Antes de ser salvos, estábamos en la línea de la muerte. Después de ser
salvos, fuimos puestos en la línea de la vida.
b) Su contenido, naturaleza y resultado
La primera de estas dos elecciones fue el árbol de la vida, que denotaba a Dios mismo
como vida. El contenido del árbol de la vida es la vida; es vida sencilla, pura y absoluta.
La naturaleza de este árbol y el resultado de ese árbol también son vida. La vida es el
contenido, la naturaleza y el resultado. Todo es vida.
c) Su principio: ser dependiente
El árbol de la vida representa el principio de la dependencia. Quizás muchos de ustedes
no entiendan claramente el principio de la dependencia. Permítanme usar el ejemplo de
lo que sucede cuando una persona se gradúa. Prácticamente todos los que leen este
mensaje se han graduado en alguna escuela, ya sea la primaria, la secundaria o la
universidad. Aunque podemos graduarnos en estas escuelas, jamás podremos
graduarnos en un restaurante. Podemos graduarnos en los estudios, pero nunca en la
comida. Además, tampoco podemos graduarnos en beber agua o en respirar. Les animo
a que estudien mucho y se gradúen en sus estudios tan pronto como puedan. Sin
embargo, jamás los alentaría a graduarse y dejar ya de respirar, pues si lo hacen
morirán. ¿Qué significa esto? Significa que el conocimiento nos hace personas
independientes y que la vida exige dependencia. Obtener ciertos conocimientos nos
permite graduarnos y actuar independientemente. Por ejemplo, quizás yo no sepa
cocinar. Después de estudiar culinaria bajo la supervisión de un experto, con el tiempo
obtendré el conocimiento, llegaré a ser independiente y capaz de cocinar sin la ayuda de
mi instructor. No obstante, en lo que atañe a la vida, jamás podemos ser independientes.
Constantemente dependemos de la vida. He respirado desde el día en que nací, y sigo
respirando veinticuatro horas al día. Nunca “me he graduado” en la respiración. Nunca
podría ser independiente de la respiración y seguir viviendo. No podría llegar a decir:
“Ya he practicado bastante la respiración. Ahora soy un experto. Les puedo enseñar a
ustedes cómo respirar, pero yo ya no necesito hacerlo”. Por muy mayores que seamos,
seguiremos dependiendo siempre de la respiración porque la respiración es un asunto
relacionado con la vida.
Cuando Dios llamó a Abraham a salir de Ur de los caldeos, no le dio un mapa. Dios no le
dijo: “Abraham, aquí tienes un mapa para tu viaje. Quiero que salgas de Ur en Caldea y
te llevaré a la buena tierra. Este mapa es muy detallado. Si sigues la ruta correctamente,
llegarás a tu destino”. Dios simplemente le dijo que saliera de su tierra, de su parentela y
de la casa de su padre. Dios no le dijo a Abraham adónde debía ir. ¿Por qué actuó Dios
de esta manera? Dios lo condujo de esta manera porque, antes de llamar a Abraham, el
linaje humano se había apartado de Dios. El hombre había rechazado la presencia de
Dios y vivía en total conformidad con el conocimiento, y no conforme a Dios como vida.
Así que Dios intervino y llamó a Abraham a salir de esa situación y a volver a El. No le
dio un mapa ni indicaciones, porque Su intención era que Abraham viviera y prosiguiera
continuamente en Su presencia. La presencia de Dios era el mapa. La presencia de Dios
era la guía, las instrucciones. Si Abraham le hubiera preguntado a Dios: “Señor, dime
adónde debo ir mañana”, El habría contestado: “Hijo, duerme bien y quédate en paz. No
te preocupes. Mañana Yo seré tu guía. Seré tu mapa viviente”.
A ningún conductor le gusta ir con otro que esté diciéndole por dónde ir. Pero si usted es
el conductor del automóvil celestial, necesita un copiloto. Si tiene al Dios vivo como
copiloto, no necesitará un mapa. El será su mapa viviente y su guía viviente. En realidad,
usted dejará de ser el conductor y lo dejará conducir a El. Usted puede sentarse cerca de
El y disfrutar Su conducción, diciendo: “¿Por qué debo esforzarme y dar vueltas? Señor
Jesús, obra Tú. Señor, conduce Tú en mi lugar. Déjame simplemente disfrutar Tu
conducción”. Esto es lo que significa depender de la vida.
Por el contrario, supongamos que aprendo todas las doctrinas, conozco todos los libros
de la Biblia y preparo centenares de mensajes que me servirán para ministrar durante
toda la vida. Si fuese una persona así, sólo podría darles el árbol del conocimiento. El
conocimiento no requiere nuestra dependencia. Cuando ustedes adquieren
conocimiento y lo almacenan en su memoria o en sus cuadernos, pueden apartarse de la
presencia del Señor y seguir laborando para El. Cuando tienen conocimiento, no
necesitan depender del Señor Jesús. El Señor podría estar en el tercer cielo y ustedes en
una región lejana de la tierra; pero ustedes seguirían dirigiendo su ministerio.
La vida actúa de una manera totalmente opuesta a esto. A menudo sentía la carga de
hablar en una próxima reunión. Por ejemplo, una vez oré toda una tarde y una noche,
diciendo: “Señor, dame una palabra. Oh Señor, ¿cuál es Tu carga?” Aunque sentía una
carga, no tenía una guía clara en cuanto al contenido de la carga. Tenía que hablar
aquella noche. Cuando entré en el salón de reuniones, no tenía nada que decir. Mientras
la congregación cantaba y oraba, sentía una carga, pero todavía no tenía palabras. Seguí
orando: “Señor, ¿cuál es Tu carga? ¿Cuál es Tu mensaje? Oh Señor, ¿qué me quieres
decir?” Aunque ya era tiempo de dar el mensaje, todavía no sabía lo que debía decir.
Subí a la plataforma y dije: “Abramos la Biblia...” En aquel momento todavía no sabía
cuál libro debía abrir. Entonces dije: “...y leamos el libro de Génesis”, aunque no sabía
cuál capítulo. Entonces dije: “capítulo tres”, pero no sabía cuál versículo. Fue entonces
cuando entendí que debía empezar el mensaje con Génesis 3:15, donde leemos que la
simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente. Brotó un mensaje de vida.
Desde el principio hasta el fin tuve que depender del Señor. No tenía ningún
conocimiento. Lo único que podía hacer era depender del Señor viviente. Este es el
principio del árbol de la vida.
Podemos aplicar este principio a la enseñanza acerca del matrimonio dada en Efesios 5.
Las esposas cristianas conocen el versículo de Efesios 5 que las exhorta a someterse a
sus maridos. Los esposos cristianos conocen el versículo que los exhorta a amar a sus
esposas. Sin embargo, las esposas y los esposos fallan y no cumplen los requisitos de
estos versículos, porque toman a Efesios 5 como el árbol del conocimiento, y no como el
árbol de la vida. Maridos y mujeres, no deben vivir conforme al árbol del conocimiento.
Deben vivir por el árbol de la vida. Ustedes las esposas deberían decir: “Señor, no sé
cómo someterme a mi marido. Señor, aun cuando supiera, no podría hacerlo. Me
olvidaría de eso. Señor, no usaré mis esfuerzos ni mi energía para cumplir este requisito.
Señor Jesús, me quedo simplemente en Tu presencia. Quiero permanecer en Ti y
disfrutarte las veinticuatro horas del día”. Si usted hace eso, instantáneamente desde su
ser interior brotará la sumisión. Será el rebosamiento del deleite que tiene de Cristo
como su vida interior. Esto es depender del árbol de la vida.
¿En qué consiste el principio del árbol de la vida? Su principio es la dependencia. Todos
debemos ser dependientes. No siga el camino del conocimiento, pues el resultado sería
la muerte.
2) El árbol del conocimiento
del bien y del mal
La segunda opción era el árbol del conocimiento (Gn. 2:17), que estaba en oposición al
árbol de la vida. Observe que a este árbol se le llamó el árbol del conocimiento del bien y
del mal, y no simplemente el conocimiento del mal. Tanto el conocimiento del bien
como el conocimiento del mal vienen del mismo árbol. No importa que el conocimiento
sea del bien o del mal. Mientras sea conocimiento, no pertenece al árbol de la vida;
pertenece al árbol del conocimiento.
a) Representa a Satanás y todo lo ajeno a Dios
Aunque el árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás, no lo
representa directamente. Primero representa todo lo que esté fuera de Dios y luego
representa a Satanás indirectamente, porque Satanás está escondido detrás de las cosas
que están fuera de Dios. A Satanás le gusta esconderse. Por tanto, el árbol del
conocimiento lo representa indirectamente.
Satanás no es tan franco como Dios. Dios es muy franco y siempre da la cara. En
cambio, Satanás es astuto, y procura mantenerse siempre oculto. Si Satanás desea
perturbarle, no lo hará abierta y francamente. Lo hará con astucia, y actuará por medio
de su esposa o mediante el mundo, como por ejemplo por medio de una tienda. A veces
Satanás hasta usa la Biblia, obrando a través de la letra de las Escrituras para
perseguirlo a uno. Recuerde cómo los judíos religiosos, o sea, los fariseos y los escribas,
usaron la Biblia para condenar a muerte al Señor Jesús (Jn. 19:7). El árbol del
conocimiento no representa directamente a Satanás debido a que él es astuto.
Representa todo lo que está fuera de Dios, incluyendo las cosas buenas, lo bíblico y lo
religioso. Satanás puede usar cualquier cosa, buena o mala, mientras no sea Dios
mismo.
Las cosas ajenas a Dios caen en tres categorías: el conocimiento, el bien y el mal.
Supongamos que usted tiene la intención de hacer cierta buena acción. Sin embargo, en
lo profundo de su espíritu tiene la sensación de que no la debe tocar ni hacer. No está
seguro de este sentir interior que le prohíbe hacerlo y va a uno de los ancianos, diciendo:
“Hermano, mire esta buena acción que tengo en mente y que pienso hacer. Es muy
buena. ¿Por qué no tengo paz para hacerla?” Es posible que el anciano diga: “No
importa si usted siente paz o no. Usted deber hacerla porque es una buena obra”. Si el
anciano le da esa respuesta, ciertamente será un anciano de conocimiento, alguien que
no conoce el principio de la vida. Todo anciano verdadero debería decir: “Hermano,
nunca debemos seguir el árbol del conocimiento del bien y del mal. El principio que nos
rige no es el bien ni el mal, lo correcto ni lo incorrecto. Es la vida”. No usen el principio
del bien y del mal; más bien cooperen con el principio de la vida. Si usted no tiene paz
interior, eso significa que el Espíritu de vida no está de acuerdo con lo que intenta hacer.
Usted debe cooperar con El. Si lo hace, recibirá vida. ¿No ha tenido usted esa clase de
experiencia repetidas veces? Cada vez que usted actuó conforme al bien, recibió muerte;
experimentó la muerte. No obstante, cuando actuó conforme a la vida interior, recibió
más vida.
El árbol del conocimiento representa primeramente todo lo que usa Satanás, sea bueno
o sea malo. No representa a Satanás directamente, porque a él le gusta mantenerse
oculto. Cuando Satanás entró en el hombre, no lo hizo de manera franca. Entró en
forma de serpiente. Al principio de la Biblia, la serpiente era muy astuta y
aparentemente muy atractiva (Gn. 3:1), muy diferente a las horribles serpientes que
están bajo la maldición de Dios. Mientras Eva conversaba con la serpiente, no se percató
de que Satanás estaba en la serpiente. En eso consiste el principio de la apariencia de
Satanás: él nunca se muestra tal como es, sino que se presenta sutilmente.
Encontramos otro ejemplo de la apariencia engañosa de Satanás en el caso de Pedro en
los evangelios. Pedro era un discípulo honrado y fiel, y amaba mucho al Señor. Cuando
el Señor habló de que sería crucificado, Pedro dijo: “¡Dios tenga compasión de Ti, Señor!
¡De ningún modo te suceda eso!” (Mt. 16:21-23). El Señor Jesús se volvió, y le dijo a
Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!” Aparentemente Pedro era el que hablaba;
en realidad, lo hacía Satanás en Pedro. Satanás estaba también en Judas cuando éste
traicionó al Señor Jesús. Judas estaba lleno de Satanás y fue llamado “diablo” (Jn. 13:2,
27; 6:70).
Con todos estos ejemplos, podemos ver que Satanás nunca actúa de frente. Es siempre
astuto y usa a los demás para cubrirse. Usted dirá: “Esto no proviene de Satanás, sino de
mi esposa; o esto proviene de mi querido esposo”. Sin embargo, la mujer y el marido
fueron usados por Satanás. Por consiguiente, debemos tener cuidado.
b) Su contenido
Todo lo que contiene el árbol del conocimiento está fuera de Dios. Inclusive la letra de la
Biblia, inspirada por Dios, y de la ley, dada por Dios, pueden ser usadas por Satanás
como parte del árbol del conocimiento. Aun la experiencia de Cristo que usted ha tenido
hoy puede convertirse en el árbol del conocimiento mañana. Ya he presentado la
experiencia de dar un mensaje sobre Génesis 3:15 en completa dependencia del Señor.
Aquel mensaje estaba lleno de vida. No obstante, supongamos que me invitan a hablar
en otra ciudad, y que razone así: “Di un buen mensaje sobre Génesis 3:15. Creo que
volveré a dar el mismo mensaje”. Si hago tal cosa, ese mensaje se convertirá en el árbol
del conocimiento. Hace dos meses ese mensaje era el árbol de la vida; si lo repito ahora
en forma de conocimiento, llegará a ser el árbol del conocimiento. Usted puede tener
una experiencia similar después de hacer una oración viviente al Señor. Tal vez una
noche usted haga una oración viviente dependiendo del Señor. Esa oración fue excelente
y viviente, pero decide repetirla, palabra por palabra, en la siguiente reunión de oración.
Se llevará una sorpresa: la oración que antes procedía del árbol de la vida llega a ser el
árbol del conocimiento. Por lo tanto, aún una oración llena de vida puede convertirse en
el árbol del conocimiento.
Tomemos un ejemplo de nuestra vida familiar. A menudo los padres instruyen a sus
hijos, diciendo: “¿No ves que Juan es tan bueno? ¿Por qué no actúas así?” Si el
comportamiento de Juan proviene de su dependencia al Señor, proviene del árbol de la
vida. Si otro niño imita a Juan, su imitación no pasa de ser el árbol del conocimiento.
Debemos aplicar eso a nosotros mismos. Si actuamos de cierta manera conforme a la
vida y luego repetimos esa acción según el conocimiento derivado de nuestra primera
experiencia, esa repetición se convierte en el árbol del conocimiento.
Hasta la Biblia puede ser dos árboles para nosotros. Si usted depende del Señor y
ejercita su espíritu mientras toca la Palabra, la Biblia le será el árbol de la vida. Pero si
ejercita su mente e investiga la Biblia como un libro literal, ésta vendrá a ser para usted
el árbol del conocimiento. Podemos hacer de la letra de la Biblia el árbol del
conocimiento. El Señor Jesús dijo a los judíos: “Escudriñáis las escrituras ... pero no
queréis venir a Mí para que tengáis vida” (Jn. 5:39-40). Escudriñar simplemente las
Escrituras equivale a acudir al árbol del conocimiento; tocar al Señor por medio de la
Palabra es acudir al árbol de la vida. No convierta la Biblia en el árbol del conocimiento.
Consérvela siempre como el árbol de la vida. El factor determinante es éste: ¿depende
usted del Señor cuando lee la Biblia? Si no depende de El, todo lo que puede obtener es
el árbol del conocimiento. Si usted depende de El, todo lo que reciba será el árbol de la
vida. No se imagine jamás que los dos árboles mencionados en Génesis 2 forman parte
de una historia pasada. Génesis 2 no es un relato anticuado, sino una revelación
viviente, actual y divina de dos principios.
c) Su naturaleza y su resultado
La naturaleza y el resultado del árbol de la vida son vida porque proceden de un árbol de
vida. Sin embargo, la naturaleza y el resultado del árbol del conocimiento del bien y del
mal son muerte porque el conocimiento, el bien y el mal pertenecen a la muerte y traen
consigo muerte. Todo lo que no sea vida pertenece a la muerte y da por resultado la
muerte. En realidad, el árbol del conocimiento del bien y del mal es el árbol de la
muerte; sin embargo, no es llamado el árbol de la muerte, sino el árbol del conocimiento
del bien y del mal. La muerte no está solamente detrás del mal, sino también detrás del
conocimiento y detrás del bien. El título del árbol del conocimiento del bien y del mal es
sutilmente engañoso porque a Satanás siempre le gusta mantenerse oculto. Satanás
tiene el imperio de la muerte (He. 2:14). El árbol del conocimiento del bien y del mal
representa a Satanás, puesto que en realidad es el árbol de la muerte.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE CATORCE
LOS DOS ARBOLES
(2)
En el mensaje anterior vimos que el árbol del conocimiento del bien y del mal
representa a Satanás, el cual tiene el poder de la muerte, que contiene todo lo que está
fuera de Dios, y que el resultado y la naturaleza que posee son la muerte. Ahora
debemos ver en qué consiste el principio de este árbol.
d) Su principio: ser independiente
Si conocemos cuál es el principio sobre el cual opera el árbol de la vida, también
sabremos cuál es el principio del árbol del conocimiento, pues es contrario al principio
del árbol de la vida. El principio del árbol de la vida es la dependencia; el principio del
árbol del conocimiento es la independencia. Todo lo que hacemos, dependiendo del
Señor, se halla en el principio del árbol de la vida. Todo lo que hacemos
independientemente del Señor se encuentra en el principio del árbol del conocimiento.
Todas las personas quieren ser independientes. No obstante, nunca deberíamos
independizarnos del Señor. La independencia espiritual conduce a la muerte. Si somos
independientes, nos matamos a nosotros mismos.
Independizarnos del Señor significa tener un aislamiento que nos separa del Señor, que
interrumpir la corriente de la electricidad divina. Aunque tengamos una central eléctrica
con una potencia tremenda y aunque todo el equipo necesario sea instalado
correctamente, todo eso será inútil si el interruptor está apagado. Este aislamiento corta
el fluir de la electricidad. El menor aislamiento, incluso una capa tan fina como el papel,
puede detener el fluir. La independencia es un aislamiento espiritual que nos desconecta
de la vida de Dios. No se considere un experto en asuntos espirituales. Por mucho
tiempo que haya funcionado la electricidad, seguirá necesitando funcionar sin aislante.
Lo mismo sucede en la esfera espiritual. Nunca diga: “Tengo mucha experiencia en
Cristo. He ejercitado mi espíritu durante muchos años y no necesito seguir haciéndolo”.
Nunca deberíamos adoptar esa actitud. Debemos depender continuamente del Señor.
No se independice nunca del Señor viviente. Un segundo de independencia significa la
muerte.
3) Los dos principios se aplican
El principio del árbol de la vida y el principio del árbol del conocimiento del bien y el
mal se siguen en toda la Biblia. Todas las cosas negativas que la Biblia menciona se
hallan en la línea del árbol del conocimiento, y todas las positivas están en la línea del
árbol de la vida. Llamo a la primera línea, la línea del conocimiento y a la segunda, la
línea de la vida. Si seguimos estas dos líneas, nos llevarán por todas las Escrituras.
Primero el hombre fue incitado a comer del árbol del conocimiento y, como resultado,
cayó. Los descendientes del hombre caído no dependían de Dios. Dependían de su
conocimiento. En Génesis 4 vemos que la primera cultura humana fue inventada, y esa
cultura se desarrolló hasta convertirse en el mundo corrupto de los días de Noé. En
tiempos de Noé, Dios juzgó la tierra con el diluvio. Los descendientes de Noé llegaron a
ser otro linaje, pero éste seguía sin depender de Dios. Con el tiempo surgió la segunda
cultura humana, la cultura que erigió la torre y la ciudad de Babel. Entonces Dios llamó
a Abraham a salir de ese linaje caído. Así podemos ver el desarrollo de las dos líneas. En
realidad, la línea de la vida empezó con Adán, quien cayó y fue redimido, y siguió a
través de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y muchos israelitas. En la línea de
vida vemos la tienda de Noé, la tienda de Abraham, el tabernáculo y el templo. La línea
del conocimiento empezó con Caín y continuó por todo el pueblo impío. En la línea del
conocimiento vemos las ciudades de Enoc, Babel y Sodoma, las ciudades de los tesoros
de Faraón, y Babilonia, la cual capturó las cosas en la línea de la vida.
Encontramos las mismas dos líneas en el Nuevo Testamento. Aunque el Antiguo
Testamento y la ley se encontraban originalmente en la línea de la vida, los judíos
fanáticos los consideraban mero conocimiento y los pusieron en la línea del
conocimiento. Los fariseos usaron al Antiguo Testamento como simple conocimiento.
Cuando vino el Señor Jesús, los líderes religiosos estaban en la línea del conocimiento.
Sólo el Señor Jesús estaba en la línea de la vida. Luego trajo a Sus discípulos a la línea de
la vida. En el día de Pentecostés, Sus discípulos condujeron mucha más gente a la línea
de la vida. Por tanto, en aquel tiempo la religión judía estaba en la línea del
conocimiento, y la iglesia estaba en la línea de la vida. Sin embargo, poco después la
iglesia se degradó, y cayó del Cristo viviente al conocimiento bíblico muerto, y así surgió
el cristianismo. La iglesia se hallaba en la línea de la vida, pero el cristianismo estaba en
la línea del conocimiento. Apocalipsis 17 nos revela que finalmente el cristianismo
llegará a ser la Babilonia religiosa, y Apocalipsis 18 dice que el sistema mundial
conducirá a la Babilonia política. La gran Babilonia tendrá dos aspectos: el aspecto
religioso y el aspecto político. En todos los aspectos, la gran Babilonia es la culminación
de la línea del conocimiento. Entre los cristianos de todos los siglos, los vencedores
nunca pasaron de la línea de la vida a la línea del conocimiento. Ellos permanecerán en
la línea de la vida hasta el fin, hasta que esa línea desemboque finalmente en la Nueva
Jerusalén. La gran Babilonia y todas las cosas ajenas a Dios serán arrastradas por un río
de fuego (Dn. 7:10) al lago de fuego (Ap. 20:10, 14-15; 21:8). En el transcurso de las
edades, todas las cosas positivas mencionadas en la Biblia serán llevadas adelante por el
río de agua de vida (Ap. 22:1) a la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén, una ciudad de
agua (Ap. 21:10—22:4) será contraria al lago de fuego. Al final de la Biblia vemos un lago
y una ciudad: el lago es el lago del fuego que produce la sed como consumación final de
la línea del conocimiento; la ciudad es la ciudad del agua que apaga la sed como
consumación final de la línea de la vida. Por tanto, al final del libro de Apocalipsis
encontramos la cosecha de la simiente del árbol del conocimiento y del árbol de la vida.
¿En cuál línea está usted? ¿En la línea de la vida o en la línea de la muerte? Recuerde
que Dios es franco. Por ser Dios, la vida también es franca. Por el contrario, la muerte es
engañosa. La muerte no se manifiesta como muerte; aparece como conocimiento. La
vida es simplemente vida; su contenido, naturaleza y resultados son vida. La muerte es
conocimiento. A todos les gusta el conocimiento. Hasta los niños pequeños lo anhelan.
Nos asedian con muchas preguntas. Si uno contesta una sola pregunta, ellos responden
con más preguntas porque dentro del hombre existe un anhelo por el conocimiento. El
hombre codicia el conocimiento. Incluso muchos cristianos lo codician. Aunque la
palabra “conocimiento” puede ser un buen término, detrás y debajo del conocimiento
yace la muerte. La letra mata porque la letra es conocimiento (2 Co. 3:6). La letra de la
Biblia mata cada vez que la Biblia es separada del Dios viviente. La religión ha separado
la Biblia del Cristo vivo. Por tanto, la Biblia puede matar y propagar la muerte.
La muerte está escondida debajo de muchas cosas buenas, ocultándose inclusive debajo
de nuestras mejores intenciones. Muchos queridos cristianos han muerto por las buenas
intenciones de otras personas. Aunque usted puede tener una intención excelente,
Satanás se oculta debajo de ella, y Satanás es muerte. Todos sabemos que la muerte se
esconde detrás de las cosas malignas. Por ejemplo, en Las Vegas los casinos de apuestas
evidentemente son malignos y mortíferos. No obstante, visitar una catedral parece ser
algo bueno, mucho mejor que visitar un casino. Sin embargo, la muerte se encuentra en
ambos lugares. La diferencia está en la apariencia, y no en la realidad, porque la muerte
está presente y prevalece tanto en las cosas buenas como en las malas. La muerte es
solapada.
Ahora sabemos en cuál línea debemos estar. Debemos mantenernos en la línea de la
vida.
4) Palabras adicionales
Todavía tengo la carga de compartir más acerca de los dos árboles con base en el
Evangelio de Juan. El Evangelio de Juan es un libro de vida. En ese evangelio, se le
presentan muchos casos humanos al Señor, y casi todos los casos están relacionados con
la religión, la enseñanza o con preguntas acerca de lo correcto y lo incorrecto. Como
veremos, en ninguno de los casos el Señor Jesús contestó ni con un sí ni con un no.
La mujer samaritana le preguntó al Señor acerca del lugar adecuado donde se debía
adorar; ¿se debía adorar en el monte de Samaria o en Jerusalén? (Jn. 4:20). El Señor
Jesús contestó que no se trataba del lugar apropiado o equivocado, sino que era un
asunto del espíritu. Preocuparse por contestar con un sí o un no equivale a enredarse en
el árbol del conocimiento del bien y del mal. El Señor dijo que Dios es Espíritu y que
debemos adorarle, no en un lugar correcto, sino en nuestro espíritu. Así como Dios el
Espíritu es vida y tenemos contacto con El y lo recibimos como el agua viva en nuestro
espíritu, también esta adoración se basa en el principio del árbol de la vida.
Un día el Señor vio a un hombre que había nacido ciego (Jn. 9:1). Los discípulos,
afectados por los conceptos naturales y religiosos le preguntaron: “¿Quién pecó, éste o
sus padres, para que haya nacido ciego?” (v. 2). Escuche la respuesta del Señor: “No es
que pecó éste, ni sus padres, sino que nació así para que las obras de Dios se manifiesten
en él” (Jn. 9:3). La respuesta del Señor indica que la gente siempre evalúa las
situaciones conforme al sí o al no, a lo correcto o a lo equivocado, que son el fruto del
árbol del conocimiento del bien y del mal, pero el Señor Jesús siempre conduce a la
gente al árbol de la vida, que es Dios mismo.
Cuando Nicodemo acudió al Señor con enseñanzas religiosas, el Señor le contestó que él
necesitaba nacer de nuevo, por medio de la vida divina. No era un asunto de enseñanza
ni de conocimiento intelectual, sino de regeneración, de que la vida divina entrara en el
espíritu.
Si leemos todo el libro de Juan, veremos que el Señor Jesús nunca contestó ni con un sí
ni con un no. Cuando la gente le sugirió que actuara, El se negó a hacerlo. Cuando se
agotó el vino en las bodas de Caná, y cuando la madre de Jesús quería que solucionara
ese problema, El se rehusó. No obstante, cuando ella dejó de pedir, El transformó el
agua en vino (Jn. 2:3-9). Durante la fiesta de los Tabernáculos, los hermanos del Señor
lo desafiaron a que fuese a Judea. El Señor les pidió que fuesen ellos, pero que El no iría.
Sin embargo, después de que Sus hermanos fueron a la fiesta, El también fue (Jn. 7:110). Del mismo modo, cuando informaron al Señor que Su amigo Lázaro estaba
enfermo, no fue a verlo (Jn. 11:1-6). El permaneció otros dos días donde estaba. Luego,
el Señor decidió volver a Judea, y Sus discípulos no querían (Jn. 11:7-8). ¿Por qué el
Evangelio de Juan presenta al Señor actuando de esa manera? Porque el Evangelio de
Juan es un libro de vida. El Señor quería adiestrar a Sus discípulos a deshacerse de lo
correcto y de lo incorrecto, del sí y del no, es decir, a rechazar al árbol del conocimiento
del bien y del mal, y a acoger plenamente la vida, la cual es Dios mismo.
Encontramos otro caso en el capítulo ocho, donde una mujer pecaminosa fue traída al
Señor (Jn. 8:1-11). Pillaron a esa mujer en el acto mismo del adulterio. Los fariseos
dijeron al Señor que Moisés había mandado que una persona así fuese apedreada.
Entonces preguntaron al Señor: “¿Qué dices?” Aunque lo presionaron para que diera
una respuesta positiva o negativa, El no contestó de esa manera. El dijo: “El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. ¿Qué significa
eso? Significa que el Señor dirigió la atención de ellos a Dios, pues en todo el universo
Dios es el único que no es pecaminoso. La respuesta del Señor calló a los fariseos.
Entonces el Señor dijo a la mujer: “Ni Yo te condeno; vete, y no peques más”. Este caso
revela que no se trata de la ley ni del conocimiento, sino de tocar al Dios vivo.
Como hice notar previamente, cuando Dios llamó a Abraham, El no le dijo adónde debía
ir. Si Dios hubiera hecho eso, Abraham habría recibido conocimiento. Pero Dios
intencionalmente no le dio a Abraham ninguna información a fin de que éste se
mantuviera constantemente en contacto con El. La presencia viva de Dios era su mapa,
su guía.
Muchos libros cristianos nos explican la manera de hacer las cosas. Cuando leemos los
libros, podemos aprender la manera correcta. Por ejemplo, en cuanto a ser uno
crucificado juntamente con Cristo, los libros nos exhortan a considerarnos muertos. Si
hacemos de eso un simple método, pertenecerá al árbol del conocimiento. ¿Qué es el
conocimiento? ¿Qué es la religión? El conocimiento, o la religión, significa ser bueno y
hacer el bien, adorar a Dios y laborar para El sin tener Su presencia viva. Todo el bien
hecho para Dios sin Su presencia es religión. Para nosotros, cierta cosa puede ser vida y
al mismo tiempo conocimiento. Si experimentamos la presencia del Dios viviente al
hacerla, será vida; pero si la hacemos sin la presencia de Dios, será simple conocimiento
muerto. No nos puede ayudar ningún método. Necesitamos al Dios vivo.
¿Qué es la vida? La vida es Dios mismo. ¿Cuál es el principio de la vida? El principio de
la vida consiste en depender de Dios en todo. Si usted depende de Dios, todo es vida.
5) Un triángulo
Cuando Adán estaba delante de los dos árboles, se encontraba frente a Dios y a Satanás.
Esto formó un triángulo entre el hombre, Dios y Satanás en el universo. La lucha entre
Dios y Satanás se desarrollaba en el hombre. Escoger a Dios o seguir a Satanás depende
netamente de la decisión del hombre. Este triángulo se encuentra ahora dentro de
nosotros. Anteriormente Satanás estaba en el huerto fuera de Adán; ahora está en
nuestra carne. Antes, Dios también estaba en el huerto, fuera del hombre; ahora está en
nuestro espíritu.
En el mensaje diez hicimos notar que el hombre es tripartito; él tiene espíritu, alma y
cuerpo. El espíritu es nuestra parte más profunda, el cuerpo es nuestra parte exterior, y
el alma, la parte principal de nuestro ser, está situada entre ellos. Como resultado de la
caída, Satanás, el árbol del conocimiento, se introdujo en la carne del hombre. Por haber
creído nosotros en Cristo, Dios, el árbol de la vida, entró en nuestro espíritu. Por
consiguiente, los dos árboles que antes estaban en el huerto fuera del hombre se
encuentran ahora dentro de nosotros: uno en nuestra carne y el otro en nuestro espíritu.
Si leemos detenidamente Romanos 7, veremos que Pablo dijo que en su carne no mora
el bien, sino el pecado. El pecado es realmente la naturaleza maligna de Satanás. Decir
que el pecado mora en nuestra carne significa que Satanás, el maligno, está en nuestra
carne. Romanos 8:16 demuestra que Dios está en nosotros y dice que el Espíritu de Dios
da testimonio juntamente con nuestro espíritu. Por tanto, todo cristiano verdadero es
un huerto de Edén en miniatura. La mente de su alma representa su yo, el pecado de su
carne representa a Satanás, y el Espíritu que está en su espíritu representa a Dios. Igual
que en el huerto de Edén, las tres partes forman un triángulo dentro de nosotros.
La semilla de este triángulo fue sembrada en Génesis 2, y el crecimiento de la semilla se
encuentra en Romanos 8, donde afloran los dos árboles. Romanos 8:6 indica que la
mente puesta en la carne es muerte y que la mente puesta en el espíritu es vida y paz. En
Génesis 2 los dos árboles eran objetivos; en Romanos 8 son subjetivos. Nunca
deberíamos decir que estos dos árboles ya no están en nosotros. Mientras usted lee este
mensaje, ellos están dentro de usted. En el pasado, yo deseaba desarraigar al árbol del
conocimiento en mi carne, pero cuanto más lo intentaba, más permanecía conmigo.
Finalmente descubrí Romanos 8. Vi que otro árbol mora en mi espíritu. Por
consiguiente, en Romanos 8, encontramos el huerto de Edén actual. Romanos 8:2
menciona la ley del Espíritu de vida, que nos libera de la ley del pecado y de la muerte.
Por tanto, en Romanos 8, descubrimos dos leyes: la ley de vida y la ley de muerte. Estas
dos leyes son los principios de los dos árboles que están en nuestra experiencia
subjetiva.
Quiero decir algo particularmente a los jóvenes que lean este mensaje. Espero que
temprano en su vida cristiana aprendan a disfrutar al Señor como su árbol de vida. Al
oír el testimonio de un hermano más experimentado en el Señor, no intente imitarlo. Si
lo hace, se volverá al árbol del conocimiento. Sólo necesita tener contacto con el Señor
constantemente, y el Señor será su árbol de vida. Como resultado, usted amará
espontáneamente al Señor y a Su Palabra. Su amor emanará al tocar usted al Señor
como su fuente viviente, como su árbol de vida. Cuando yo era joven, amaba al Señor y
le buscaba, pero nadie me pudo brindar esta ayuda. En la vida de iglesia hoy ustedes
están rodeados de hermanos y hermanas que los alientan a disfrutar al Señor como su
árbol de vida.
c. Exhorta al hombre a llevar la responsabilidad,
a cooperar con Dios, 2:15
Dios exhortó al hombre a labrar el huerto a fin de que la vida creciera para que se
cumpliera el primer aspecto del propósito de Dios, es decir, expresar a Dios a Su
imagen. Labrar la tierra traería el crecimiento del árbol de la vida. ¿Qué significa labrar
la tierra? Este asunto de labrar la tierra fue sembrado como semilla en Génesis 2 y
desarrollado en Mateo 13. En Mateo 13, el Señor Jesús dice que la tierra es el corazón
humano. Además, en Mateo 13 el árbol de la vida es el propio Señor Jesús como la
semilla que El siembra en nuestro corazón. Labrar la tierra significa desatar y romper
nuestro corazón duro, abrir nuestro corazón a los cielos a fin de que la lluvia descienda
para que la vida crezca en nosotros. Cuando Dios le ordenó al hombre que labrara la
tierra, daba a entender que el hombre debía estar abierto, quebrantado y preparado para
que el árbol de la vida entrara en él.
Junto con este mandato, Dios le dio al hombre una orden: el hombre no sólo debía
labrar la tierra, sino que también la debía guardar. Dios le pidió al hombre que
protegiera el huerto del enemigo a fin de que se cumpliera el segundo aspecto de Su
propósito, es decir, vencer a Satanás por la autoridad de Dios. El árbol de la vida
requiere que la tierra sea labrada, y el árbol del conocimiento necesita que la tierra sea
guardada. Debemos labrar la tierra para que Dios pueda entrar en nosotros. No
obstante, puesto que Satanás también desea invadirnos, debemos guardar la tierra, sin
dejar ninguna apertura para el árbol del conocimiento. Labrar la tierra equivale a
abrirnos al árbol de la vida; guardar la tierra consiste en cerrarnos al árbol del
conocimiento.
d. Le advierte al hombre; le prohíbe algo, 2:17
Génesis 2:17 nos dice que Dios le dio al hombre una advertencia y una prohibición. Dios
quería que el hombre sólo lo tocara a El y recibiera vida, y que no tocara las cosas ajenas
a Dios a fin de que no recibiera muerte. Es como si Dios dijera a Adán y a Eva: “No
toquen el árbol del conocimiento; sólo toquen el árbol de la vida. Si comen del árbol de
la vida, me recibirán a Mí y tendrán Mi vida. Si comen del árbol del conocimiento,
tomarán a Satanás y recibirán su muerte”. Esto no era solamente un mandamiento, sino
una advertencia. Debemos entender que en todo el universo existen dos fuentes: la
primera es la fuente de la vida, y la segunda es la fuente de la muerte. Tenga cuidado con
la fuente que toca. Si toca a Dios, obtiene la fuente de la vida y recibe vida. Si toca a
Satanás, obtiene la fuente de la muerte y recibe muerte.
I. ABEL: SE RELACIONABA CON DIOS SEGUN DIOS
La vida de Abel se caracterizó por el contacto que mantuvo con Dios conforme al camino
fijado por Dios (Gn. 4:4). No diga que en tanto que usted tenga contacto con Dios todo
está bien. ¿De qué manera tiene contacto con Dios: a su manera o a la manera de El?
Existen tres pueblos que afirman tener contacto con Dios: los judíos, los musulmanes y
los cristianos. Los judíos tienen contacto con Dios conforme a su propio camino.
Conforme a Romanos 10:2-3, los judíos quieren establecer su propia justicia y no se
someten a la justicia de Dios. Esto significa que ellos se relacionan con Dios conforme a
su propia idea. Los musulmanes muestran aún más devoción en su propia manera de
adorar a Dios. Si usted visita una mezquita musulmana, encontrará que los musulmanes
se muestran bastante piadosos, y adoran a Dios postrándose. Muchos de los que se
llaman cristianos, incluyendo a los católicos, llevan a cabo su servicio para Dios
conforme a su propio concepto, y no por medio de la redención de Cristo ni en el
Espíritu.
¿Cuál es el origen de la manera humana de tocar a Dios? La fuente es la conflictiva
mente del hombre, la cual no puede producir más que conocimiento. Por consiguiente,
los hombres tienen contacto con Dios por medio del conocimiento, y no por la vida. Sin
embargo, Abel se relacionó con Dios de la manera que Dios deseaba. Como lo veremos
en el mensaje siguiente, Caín, su hermano mayor, tenía contacto con Dios, pero según
su propio camino. El camino de Dios es la vida; el camino de Caín fue el conocimiento.
Todos debemos tener cuidado. Aunque usted diga que está entregado absolutamente a
Dios, quizás lo esté según su propio camino. Usted se acerca a Dios de la manera que
usted se inventa, y esa manera no es más que conocimiento. No siga ese camino.
Debemos observar el ejemplo de Abel y relacionarnos con Dios desechando nuestros
pensamientos, nuestras opiniones y nuestros conceptos; debemos decir: “Señor, me
relaciono contigo según Tu camino. No te toco a Ti por mis pensamientos, conceptos o
conocimiento. Señor, Tú eres mi camino”. Si hacemos eso, disfrutaremos a Dios como el
árbol de la vida. Abel participó de Dios como el árbol de la vida. El comió
verdaderamente del fruto de ese árbol.
II. SET Y ENOS:
INVOCABAN EL NOMBRE DEL SEÑOR
Quizás usted desconozca los nombres de Set y Enós. Set y Enós fueron parte de la
tercera y la cuarta generaciones de la humanidad respectivamente, aunque la Biblia los
considera como una sola. Después de habérsele dado muerte a Abel, la línea de la vida
parecía haber terminado. No obstante, Set y Enós fueron levantados para continuarla.
Estas dos generaciones tienen una característica extraordinaria: empezaron a invocar el
nombre del Señor (Gn. 4:26). No sólo oraron, sino que invocaron el nombre del Señor.
Si usted lee el texto original del hebreo y del griego, verá que la palabra invocar significa
gritar, y no solamente orar. Aunque todos los cristianos oran, pocos oran invocando. La
mayoría oran calladamente, incluso en silencio. No obstante, la tercera y la cuarta
generaciones de la humanidad aprendieron que para tocar a Dios, necesitaban clamar a
El a gran voz e invocarle. No argumente diciendo que Dios no es sordo, que El puede
oírnos de todos modos. Aun el Señor Jesús oró con un gran clamor en el huerto (He.
5:7). En la época de Set y Enós, los hombres aprendieron a orar a Dios invocándole. Si
usted lo invoca, descubrirá que eso hace una gran diferencia. El apóstol Pablo dijo que el
Señor es rico para con todos los que le invocan (Ro. 10:12). Si usted quiere disfrutar de
las riquezas del Señor, debe invocar Su nombre.
Suponga que usted ayuda a un nuevo converso a tocar al Señor en oración. El ora:
“Jesús, Tú eres el Hijo de Dios. Moriste por mí. Te tomo como mi Salvador. Gracias”.
Aunque ésta es una buena oración, le resultaría mejor invocar al Señor a gran voz. Si él
dice: “Oh Señor Jesús, gracias por morir por mí”, su espíritu será avivado y tocará al
Señor de una manera viva.
Aunque la tercera y la cuarta generaciones de la humanidad descubrieron la manera de
invocar el nombre del Señor, esta manera de invocarle se perdió gradualmente. Hoy en
día, muchos cristianos la descuidan y hasta la menosprecian. Sin embargo, ningún
cristiano puede evitar invocar el nombre del Señor. En los períodos de paz y de
tranquilidad, usted puede guardar la compostura, y no estar dispuesto a quedar mal
invocando al Señor. No obstante, en tiempo de dificultades, quizás después de un
accidente automovilístico o en tiempo de enfermedad repentina, le invocará
espontáneamente, diciendo: “Oh Señor”. No es necesario enseñar a otros a invocar al
Señor. Un día lo invocarán. Cuando pasen por problemas, necesitarán invocar el
nombre del Señor. Invocar el nombre del Señor consiste simplemente en disfrutarle y en
comerle como el árbol de la vida.
III. ENOC: CAMINABA CON DIOS
La vida de Enoc se caracterizó por el hecho de que él caminaba con Dios (Gn. 5:22, 24).
No se nos relata que él laborara por Dios ni que hiciera proezas para Dios, sino que
caminó con Dios. Esto es significativo. Si usted desea andar con una persona, debe
amarla. Si usted no me cae bien, nunca andaré con usted. Primero usted me cae bien,
luego lo amo, y entonces caminaré continuamente con usted. El hecho de que Enoc
anduviera con Dios demuestra que amaba a Dios. El amaba el simple hecho de estar en
la presencia de Dios. El Señor Jesús reprendió a la iglesia en Efeso porque ellos hacían
muchas obras para Dios pero habían perdido su primer amor (Ap. 2:2-4). El Señor no
quiere ver tantas buenas obras; El desea ver nuestro amor para con Dios. Suponga que
una esposa lleva a cabo muchas buenas obras para su marido, sin estar nunca en la
presencia de éste. Ciertamente el marido dirá: “No quiero que estés ocupada y apartada
de mí. Quiero una esposa que esté conmigo todo el tiempo”.
Enoc caminaba con Dios. Si leemos cuidadosamente Génesis 5:21-24, veremos que Enoc
empezó a caminar con Dios a la edad de sesenta y cinco años y siguió caminando con El
durante trescientos años. El caminó con Dios día tras día durante un período de
trescientos años. Finalmente, fue como si Dios le dijera: “Enoc, has caminado conmigo
suficiente tiempo. Déjame traerte a Mí”. A muchos cristianos les fascina hablar del
arrebatamiento y de la venida del Señor. ¿Se da cuenta usted de que el arrebatamiento
exige que usted ame al Señor y viva en Su presencia? Debemos amar al Señor. “Señor
Jesús, Te amo. Quiero vivir en Tu presencia. Quiero andar contigo porque Te amo”. Esta
actitud de amor es la preparación, la condición y la base del arrebatamiento. ¿Por qué
razón fue arrebatado Enoc? El fue arrebatado porque anduvo con Dios durante
trescientos años. Enoc nos presenta un excelente ejemplo.
IV. NOE: CAMINABA CON DIOS
Noé siguió los pasos de Enoc y también caminó con Dios (Gn. 6:9). En realidad, él
anduvo con Dios más de trescientos años. Por haber caminado Noé con Dios, recibió
una visión de lo que Dios quería hacer en esa era. Noé recibió la visión del arca,
mediante la cual ocho miembros del linaje caído fueron salvos. Así como Noé, nosotros
no deberíamos actuar conforme a nuestro concepto. Todo lo que hacemos y toda nuestra
labor debe concordar con la visión que recibimos al andar con el Señor. Al andar
diariamente con el Señor, llegaremos a ver Su deseo, Su intención y Su voluntad.
Entonces laboraremos y serviremos conforme al deseo de Dios, y no conforme a
nuestros pensamientos. Noé disfrutó a Dios al andar con El.
V. ABRAHAM: VIVIA EN LA APARICION DE DIOS
E INVOCABA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Abraham fue más extraordinario que Noé. Como subrayamos en el estudio-vida de
Romanos, Abraham recibió una infusión con la aparición del Dios de gloria. Mientras
Abraham estaba en Ur de Caldea, el Dios de gloria se le apareció y lo atrajo (Hch. 7:2).
Génesis nos revela que Dios se apareció a Abraham varias veces más (Gn. 12:7; 17:1;
18:1). Abraham no era un gigante de fe en sí mismo; él era tan débil como nosotros. El
Dios de gloria se apareció a Abraham repetidas veces, e infundió en él Sus elementos
divinos, lo cual le capacitó para que viviera por la fe de Dios. La experiencia de Abraham
se parece a una batería que opera bien después de ser cargada, pero que necesita ser
cargada cada cierto tiempo. Resulta muy interesante estudiar la historia de Abraham
según las apariciones de Dios. Dios llamó a Abraham a salir de Ur de Caldea y le mostró
el camino apareciéndosele repetidas veces. Como ya dije, cuando Dios llamó a Abraham
a salir de Ur, no le dio un mapa ni instrucciones. Abraham anduvo conforme a las
apariciones de Dios. Si las apariciones de Dios se producían en cierta dirección,
Abraham simplemente se movía en esa dirección. De esta manera, Abraham disfrutó de
las riquezas de Dios.
Además de experimentar las apariciones de Dios, Abraham invocaba el nombre del
Señor (Gn. 12:7-8). Isaac, el hijo de Abraham, y Jacob, su nieto, también invocaban el
nombre del Señor. Puesto que estas tres generaciones eran la misma, Dios fue llamado
el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Esto significa que Dios es el Dios de Su pueblo,
el cual vive según la aparición de Dios e invoca Su nombre. Mientras Abraham vivía
según la aparición de Dios e invocaba el nombre del Señor, lo disfrutaba a El como el
árbol de la vida. Génesis 18 nos dice que Dios se apareció a Abraham mientras éste
estaba sentado a la entrada de su tienda, y permaneció con él como medio día, y hasta
comió con él. De manera que la Biblia dice que Abraham fue llamado amigo de Dios
(Jac. 2:23). En Génesis 18, Dios y Abraham conversaron y comieron juntos como
amigos.
Indudablemente todos nosotros deseamos disfrutar así al Señor. No obstante, nuestra
porción actual es mucho mejor que la experiencia de Abraham mencionada en Génesis
18. En Apocalipsis 3:20 el Señor Jesús toca a la puerta. Si alguien oye Su voz y abre la
puerta, el Señor entra en él y cena con él. Día tras día, podemos tener un banquete con
el Señor. Abraham cenó con el Señor durante aproximadamente medio día, pero
nosotros podemos tener un continuo banquete con El. Podemos encontrarnos con el
Señor al desayuno, al almuerzo y a la cena. Nuestra porción es más elevada y más rica
que la de Abraham.
Abraham disfrutó a Dios como el árbol de la vida. ¿Qué es el árbol de la vida? El árbol de
la vida es la provisión de vida que sustenta nuestra vida en la presencia de Dios.
Abraham disfrutaba a Dios de esa manera.
VI. ISAAC: VIVIA EN LA APARICION DE DIOS
E INVOCABA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Isaac, como hijo de Abraham, se relacionó con Dios de la misma manera que su padre.
El también vivió en la aparición de Dios e invocó el nombre del Señor (Gn. 26:2, 24-25).
El no sólo heredó todas las bendiciones de su padre, sino también su manera de
disfrutar a Dios.
VII. JACOB: VIVIA EN LA APARICION DE DIOS
E INVOCABA EL NOMBRE DEL SEÑOR
Jacob, la tercera generación del linaje llamado, fue finalmente guiado por Dios a no vivir
por su propio camino, un camino de suplantación, sino por el mismo camino que
siguieron su abuelo y su padre, que consistía en relacionarse con Dios. Después de ser
disciplinado por el Señor durante un tiempo considerable, él aprendió a vivir en la
aparición de Dios y a invocar el nombre del Señor (Gn. 35:1, 9; 48:3). Para él, éste no era
solamente el método que había heredado, sino también el camino por el que lo condujo
la disciplina de Dios.
VIII. MOISES: VIVIA EN LA APARICION
Y LA PRESENCIA DE DIOS
Moisés fue una persona muy interesante. Nació cuando los israelitas se encontraban
bajo la persecución de los egipcios. Dios lo puso soberanamente en el palacio de Faraón,
y fue criado como miembro de la familia real, como hijo de la hija de Faraón. Moisés se
enteró de los sufrimientos que infligían los egipcios a su pueblo; probablemente se lo
dijo su nodriza, quien era su verdadera madre. Indudablemente estos informes
despertaron el corazón de Moisés. Quizás Moisés haya dicho: “Los egipcios han
perseguido a mi pueblo. Haré algo para ayudar a mi pueblo”. Aunque Moisés tenía un
buen corazón, éste era un corazón de conocimiento, un corazón de muerte. El caso es el
mismo con muchos cristianos hoy. Muchos tienen un buen corazón. Son despertados y
quieren hacer algo por Dios. Sin embargo, Moisés actuó a su manera y con su propia
fuerza. Esto dio por resultado el fracaso, y él quedó terriblemente desilusionado.
Finalmente, Moisés se dio cuenta de que no podía hacer nada; estaba desanimado hasta
el punto que desistió. Fue como si dijese: “Todo el interés de mi corazón estaba en mi
pueblo, pero Dios no me ayudó. Dios no valoró mis esfuerzos. Puesto que Dios no está
conmigo, me olvidaré de esta situación y me iré al desierto”. Aunque él se preocupó por
el bienestar de los hijos de Israel, quedó desilusionado por su fracaso y huyó al desierto,
donde llegó a ser un pastor de ovejas, solitario y abatido. Moisés, el hombre que había
sido enseñado en toda la sabiduría de los egipcios y que era poderoso en palabras y en
obras (Hch. 7:22), ahora era un pequeño pastor en el desierto, un hombre vencido y
rechazado.
Un día, cuando Moisés estaba desilusionado, Dios vino y se le apareció en la visión de
una zarza que ardía sin consumirse (Ex. 3:2, 16). Moisés se sorprendió y se acercó para
ver la zarza. Aparentemente Dios le decía a Moisés: “Moisés, debes ser como esta zarza
ardiente. No ardas por ti mismo ni actúes por tu propia cuenta. Tuviste un buen
corazón, pero actuaste de manera equivocada”. Podemos usar el ejemplo de un
automóvil moderno. Si queremos echar a andar el automóvil, sería insensato empujarlo.
Esto nos cansaría; y eso sería todo lo que conseguiríamos. Debemos usar la gasolina
como fuente de energía. Cuando se quema gasolina, el auto se mueve. Debemos usar el
automóvil de esta manera. Del mismo modo, Moisés aprendió a abandonar su propio
conocimiento, su propio camino, su propia energía y sus propias actividades. Moisés
empezó a vivir, como lo hicieron sus antepasados, en la presencia y la aparición del
Señor. El dejó de actuar por sí mismo. De ahí en adelante, fue uno con Dios. Para dirigir
a los israelitas en su viaje, el Señor le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”.
Y él dijo al Señor: “Si Tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Ex.
33:13-15). Esto demuestra que Moisés conocía la necesidad de obrar para el Señor en Su
presencia. El actuaba en la presencia del Señor.
Después de que Moisés hubo sacado de Egipto a los hijos de Israel, Dios lo llamó a la
cima del monte, donde permaneció cuarenta días. Mientras se encontraba allí, fue
totalmente inundado con la gloria shekinah de Dios. Mientras bajaba por la ladera del
monte, la gloria de Dios resplandecía en su rostro (Ex. 34:29). En esa cima Moisés
experimentó el pleno disfrute de Dios como el árbol de la vida. A pesar de haber
desaparecido para los incrédulos el árbol de la vida, apareció a Moisés, y éste disfrutó a
Dios como el árbol de la vida en el monte de la gloria.
Moisés, igual que Noé, recibió una visión del edificio de Dios. Mientras se encontraba en
la gloria en el monte, Dios le dio un modelo detallado de Su morada sobre la tierra (Ex.
25:9). Si somos uno con Dios mientras ministramos y laboramos para El, nuestra obra
no será un trabajo, sino un disfrute. Cuando hablo por el Señor, lo disfruto en gran
manera. Cuando termino un mensaje, me siento satisfecho. En realidad, la ministración
que pertenece a Dios y concuerda con El constituye una especie de comida para el
ministro. Así sirvió Moisés a Dios y así le disfrutó.
IX. LOS HIJOS DE ISRAEL:
VIAJABAN EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR
Cuando hablamos de los hijos de Israel, es fácil tener una mala impresión de ellos. Si
nos acordamos de la manera en que adoraron al becerro de oro en el desierto,
pensaremos que eran despreciables. No obstante, en el universo todo tiene dos lados.
Por ejemplo, tenemos el día y la noche. Además, en todas las casas hay una sala y
también un lugar para echar la basura. En la Biblia podemos ver lo positivo y lo
negativo, dependiendo de lo que miremos. Por ejemplo, Abraham, que era tan bueno,
tenía una concubina y no era tan admirable como pensamos. Pero no debemos mirar lo
negativo sino lo positivo. Sucede lo mismo cuando llegamos a la historia de los hijos de
Israel.
Durante cuarenta años los hijos de Israel anduvieron en la presencia del Señor (Ex.
13:21-22; Nm. 14:14). Tenían la columna de nube durante el día y la columna de fuego
por la noche. Los israelitas no viajaban conforme a sus opiniones, sino que simplemente
seguían la columna. En realidad, no eran dos columnas, sino una sola. En el día, la
columna era semejante a una nube, y por la noche, a un fuego. Durante el día Dios hacía
sombra al pueblo, y los protegía de los abrasadores rayos del sol. Durante la noche, El
les daba la luz que iluminaba su camino. Esta columna era Dios mismo. Por
consiguiente, durante los cuarenta años que los hijos de Israel vagaron por el desierto,
disfrutaron de la presencia de Dios. También comieron del maná, la comida celestial, día
tras día, lo cual indica que disfrutaron a Dios como el árbol de la vida. De modo que aun
en el desierto vemos la línea del árbol de la vida. A pesar de nuestro concepto negativo
acerca de los hijos de Israel en el desierto, ellos experimentaron el árbol de la vida,
disfrutando a Dios día tras día.
¿No sería maravilloso experimentar esa columna de nube, esa columna de fuego y ese
maná celestial en el condado de Orange hoy en día? No obstante, nuestra porción es
mucho mejor. Tenemos el Espíritu Santo como columna de nube, y la Biblia como
columna de fuego. También tenemos al Señor Jesús como nuestro maná celestial.
Mientras viajamos por el desierto del condado de Orange, el Señor está presente con
nosotros, y lo disfrutamos a El como el árbol de la vida.
X. JOSUE: VIVIA Y LABORABA
EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR
Cuando Dios llamó a Josué, lo alentó, y le aseguró que estaría con él del mismo modo
que había estado con Moisés (Jos. 1:5-9). El Señor exhortó a Josué a ser fuerte y
valiente, pues el Señor estaría con él adondequiera que fuese. Josué era una persona que
disfrutaba a Dios. Mientras disfrutamos de la presencia de Dios, podemos ser un Josué
hoy en día. Dios no está lejos de nosotros; El está con nosotros todo el tiempo. Por tanto,
nosotros, como Josué, podemos vivir, andar y laborar en la presencia del Señor.
XI. GEDEON: LUCHABA
EN LA PRESENCIA DEL SEÑOR
La característica más sobresaliente de Gedeón era que libraba las batallas en la
presencia de Dios (Jue. 6:12, 16). El no sólo vivía, andaba y laboraba en la presencia del
Señor, sino que luchaba junto con la presencia del Señor. Todos debemos ser así. En
cierto sentido, nuestra vida cotidiana es un andar, en otro sentido es una labor, y en otro
sentido también es una lucha. Debemos estar en la presencia del Señor al andar, al
laborar y al luchar. Estar en la presencia del Señor significa simplemente disfrutar al
Señor como el árbol de la vida. Gedeón disfrutaba a Dios como el árbol de la vida.
XII. SAMUEL: ORABA E INVOCABA AL SEÑOR
Samuel fue otra persona admirable en el Antiguo Testamento, un hombre que oraba
continuamente por los hijos de Dios. La Biblia relata que Samuel dijo al pueblo que él no
pecaría contra el Señor dejando de orar por ellos (1 S. 12:23). Cuando Samuel supo que
el rey Saúl había ofendido a Dios, se entristeció y lloró delante del Señor toda una noche
(1 S. 15:11). Por consiguiente, la Biblia se refiere a Samuel como un hombre que
invocaba al Señor (Sal. 99:6) y como un hombre que permanecía en la presencia de Dios
(Jer. 15:1). Todo eso nos revela que Samuel era una persona que oraba continuamente,
que invocaba el nombre del Señor, y que permanecía en la presencia de Dios. Al
permanecer en la presencia del Señor y al invocar el nombre del Señor, él disfrutaba al
Señor, pues participaba de El como el árbol de la vida. Esta motivación y este deleite
hicieron de él una persona tan notable en la historia humana.
XIII. DAVID: CONFIABA EN DIOS, RECURRIA A EL,
Y DISFRUTABA DE LA VIDA DE DIOS
David era un hombre que confiaba en Dios y recurría a El (1 S. 17:37, 45; 30:6). El
secreto de la vida de David consistía en que él deseaba morar continuamente en la casa
de Dios y contemplar Su hermosura (Sal. 27:4, 8, 14). Esto significa que él disfrutaba de
la presencia de Dios. Además, disfrutaba a Dios como la grosura y como el torrente de
Sus delicias (Sal. 36:8-9). David dijo: “Contigo está el manantial de la vida”. Esto
demuestra que aun en aquellos tiempos David disfrutaba de la vida de Dios como el
árbol de la vida y como el río que fluía dentro de sí. Este disfrute hizo de él ese gran rey
de los hijos de Israel.
XIV. DANIEL: ORABA A DIOS
Todos conocemos la historia de Daniel. No obstante, la mayoría de los cristianos sólo
sienten curiosidad en cuanto a las profecías de Daniel. Desean saber sobre la gran
imagen de Daniel 2, la imagen que tenía cabeza de oro, hombros de plata, abdomen de
bronce, piernas de hierro y dedos de barro. También quieren conocer las bestias que
salen del mar en Daniel 7. Todos los jóvenes se interesan por estos asuntos. Aunque
pasé mucho tiempo estudiando estos puntos hace años, finalmente llegué a valorar más
los otros aspectos del libro de Daniel. Ahora me agrada el libro de Daniel porque allí veo
a un hombre que oraba constantemente al Señor y tenía un contacto continuo con El
(Dn. 6:10-11; 9:3-4; 10:2-3, 12). Daniel 6 nos enseña que Daniel era preeminente entre
los gobernadores y príncipes en el reino de Darío. Los demás gobernadores y príncipes
le tenían envidia y planearon intrigas en su contra, tratando de destruirlo. Cuando
Daniel se enteró de esto, acudió al Señor y oró. La meta de la conspiración de ciento
veinte gobernadores consistía en hacer tambalear la relación que tenía Daniel con Dios.
No obstante, Daniel abrió sus ventanas hacia Jerusalén y oraba tres veces al día. Al leer
la profecía de Jeremías, Daniel se enteró de que el período de exilio sería setenta años y
de que el cautiverio iba a terminar; entonces empezó a orar (Dn. 9:2-3). Luego recibió
otra visión y oró sin detenerse durante tres semanas hasta que recibió la respuesta (Dn.
10:1-3, 12). La vida de oración de Daniel procedía de una vida santa. El llevaba una vida
santa en la tierra pagana de Babilonia. Por ejemplo, Daniel se negó a participar de la
comida del rey, la cual era ofrecida a los ídolos y luego usada para alimentar al rey y a su
gente (Dn. 1:8). El rechazó esa comida y disfrutaba mucho a Dios. El disfrutaba a Dios
como el árbol de la vida.
XV. JESUS: COMO HIJO DE DIOS
VIVE POR DIOS
Al llegar al Nuevo Testamento, vemos que la primera persona en la línea de vida del
Nuevo Testamento fue el Señor Jesús. Jesús no sólo disfrutaba el árbol de la vida, sino
que El mismo era el árbol de la vida. El dijo que venía del Padre y que vivía por el Padre
(Jn. 6:57). El no vivió conforme al conocimiento ni al aprendizaje. El vivía, andaba y
laboraba conforme al Padre que obraba dentro de El (Jn. 14:10).
XVI. LOS CREYENTES NEOTESTAMENTARIOS:
VIVEN POR EL SEÑOR
Nosotros los creyentes neotestamentarios tenemos un destino: permanecer en el Señor y
permitir que El more en nosotros (Jn. 15:5). Esto significa que disfrutamos al Señor. El
Señor Jesús nos dijo que debemos comerle a El, y que todo aquel que lo coma vivirá por
El (Jn. 6:57; 14:19). Debemos comer al Señor Jesús porque El es nuestro pan de vida,
nuestro árbol de vida. El árbol de la vida es la vida presentada en forma de alimento. En
Juan 6 el Señor se presentó como la provisión de vida también en forma de alimento,
diciéndonos que El es el pan de vida (v. 35) y que Su carne es comestible (v. 55). Si lo
comemos a El, lo tomaremos como nuestra vida y como nuestra provisión de vida por la
cual vivimos. Este es el verdadero disfrute del árbol de la vida.
XVII. PABLO: VIVIA AL SEÑOR
Entre todos los creyentes neotestamentarios, Pablo fue el ejemplo por excelencia de un
hombre que vivía al Señor. En Gálatas 2:20, dijo que Cristo vivía en él y que la vida que
él vivía la vivía por la fe del Señor Jesús. Pablo dijo que él mismo había sido crucificado
y sepultado, y que era Cristo quien vivía en él. Finalmente Pablo pudo decir: “Para mí el
vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Cristo era su vida y su provisión de vida, porque Pablo
disfrutaba a Cristo como él árbol de la vida.
XVIII. LA IGLESIA COMO CUERPO DE CRISTO:
VIVE POR CRISTO COMO VIDA
La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Es imposible que el cuerpo no disfrute de la cabeza. El
cuerpo no puede ser separado de la cabeza, pues esa separación significaría la muerte.
La iglesia entera es el Cuerpo de Cristo, depende de Cristo y vive por Cristo como vida
(Ef. 1:23; Col. 3:4). Por lo tanto, podemos ver que la iglesia puede disfrutar a Cristo
como el árbol de la vida.
XIX. LA NUEVA JERUSALEN: SUSTENTADA
POR EL RIO DE VIDA CON EL ARBOL DE LA VIDA
Al final de la Biblia vemos la consumación del árbol de la vida: la Nueva Jerusalén. En el
centro de esa ciudad hallamos el río de vida, que sale del trono de Dios y del Cordero, y
en el cual crece el árbol de vida que lleva fruto cada mes (Ap. 22:1-2). Nuestro destino y
nuestra porción eterna será el disfrute del árbol de la vida y el agua de la vida. La Biblia
concluye con una promesa y un llamado. La promesa se encuentra en Apocalipsis 22:14
donde leemos: “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras, para tener derecho al
árbol de la vida”. Vemos el llamado de Apocalipsis 22:17 donde leemos: “El que quiera,
tome del agua de la vida gratuitamente”. Por tanto, toda la Biblia termina con comer y
beber, es decir, con disfrutar a Dios como el árbol de la vida y con beberlo como el agua
de la vida. Esta es la consumación de la línea de la vida.
¿Qué debemos hacer ahora? No debemos hacer nada. Sólo debemos permanecer en la
línea del árbol de la vida, disfrutando a Dios como nuestra vida y como nuestra
provisión de vida. Dios se ocupará de todo. Al disfrutar al Señor como nuestra provisión
de vida, nuestra vida cotidiana, nuestro andar, nuestra labor y la edificación de las
iglesias serán el resultado de ello. Entonces todo lo que tengamos se conformará al
elemento divino, al elemento de Dios, y no a nuestros conceptos. Ahora vemos el camino
que debemos tomar. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que todos
sigamos la línea de la vida.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE DIECISEIS
LA LINEA DEL CONOCIMIENTO
A LO LARGO DE LAS ESCRITURAS
Vimos ya que la Biblia empieza con dos árboles, el árbol de la vida, que produce vida, y
el árbol del conocimiento, que produce conocimiento. No obstante, el conocimiento es
un pretexto, pues en realidad el árbol del conocimiento es el árbol de la muerte y
produce muerte. Por tanto, desde el principio de la Biblia vemos dos líneas que
continúan en toda la Biblia. La primera es la línea de la vida, la cual empieza con el árbol
de la vida y continúa a través de las Escrituras hasta su final en la Nueva Jerusalén,
donde vemos también el árbol de la vida (Ap. 22:1-2, 14). La segunda línea es la línea del
conocimiento, la cual empieza con el árbol del conocimiento y continúa en las Escrituras
hasta su fin en el lago de fuego. En este mensaje consideraremos la línea del
conocimiento que se extiende a lo largo de las Escrituras. En todos los libros de la Biblia
podemos ver el conocimiento que trastorna, perjudica, mata y destruye. Ahora
examinaremos muchos casos de personas que vivían, laboraban, obraban y actuaban
apoyadas en el conocimiento, y no en la vida.
I. CAIN
Caín, el primer hijo de Adán y la segunda generación de la humanidad, fue la primera
persona que vivió conforme al conocimiento. Caín presentó el fruto de la tierra como
ofrenda al Señor (Gn. 4:3). Eso parecía muy bueno, pero era incorrecto porque Caín
presentó una ofrenda a Dios según su propio método, y no conforme a la manera que
Dios deseaba. Lo que Dios exigía era que el hombre caído ofreciera un sacrificio
redentor que le permitiera tener contacto con El. Pero Caín sólo ofreció el fruto de la
tierra sin la sangre redentora. La ofrenda de Caín fue presentada conforme a los
razonamientos que él tenía en su mente. Fue ofrecida según su propio método. Todos
estos métodos se originan en la mente humana. Debemos tener cuidado. Como ya lo
hicimos notar, el principio del árbol del conocimiento consiste en independizarse de
Dios. Significa que tomamos nuestras decisiones de manera independiente. Aunque
Caín hizo una buena obra, lo hizo independientemente de Dios. Todo lo que es bueno
pero independiente de Dios conducirá a la muerte. Esto es semejante al aislante que
interrumpe la corriente eléctrica. No importa cuál sea el material que se use como
aislante, hasta un diamante, puede interrumpir la corriente eléctrica. En tanto que algo
cree este aislante, no importa lo bueno o lo malo que sea. Del mismo modo, si una cosa
nos aleja de Dios, por muy buena que sea, trae muerte.
Como consecuencia de haber actuado independientemente, Caín salió de la presencia
del Señor (Gn. 4:16). Esto era horrible. Por muy buenos que seamos, resulta terrible
alejarnos de la presencia de Dios. No importa si somos buenos o malos, el resultado será
el mismo si estamos fuera de la presencia del Señor.
Cuando la gente sigue su propio camino y sale de la presencia de Dios, procura erigir un
edificio para sí misma. Caín construyó una ciudad y la llamó Enoc, el nombre de su hijo
(Gn. 4:17). Caín no le puso a la ciudad el nombre de Dios; le puso un nombre humano.
Esto constituyó una declaración que indicaba que el hombre era independiente de Dios.
II. NIMROD
Nimrod fue un poderoso cazador delante del Señor (Gn. 10:8-11). El fue un hombre
poderoso en la tierra, una persona absolutamente independiente de Dios. El estableció
un reino para sí, y el comienzo de dicho reino fue Babel. Aunque muchos cristianos
saben que los hombres construyeron la torre y la ciudad de Babel, pocos saben que el
reino de Babel fue establecido por Nimrod. El primer reino en la historia humana fue
probablemente el reino de Babel formado por Nimrod, quien construyó también la gran
ciudad de Nínive en Asiria. Su construcción fue la señal que indicaba que la humanidad
se había independizado completamente de Dios. Por el contrario, Abraham sólo
construyó un pequeño altar. El moraba en una tienda. Del mismo modo, Noé sólo
construyó un arca y un altar. La gente que confía en Dios no se dedica a construir
mucho. Cuanto más confiemos en Dios, menos edificios independientes tendremos. Sólo
los obreros gigantes, aquellos que se independizan de Dios, construyen sus elevadas
torres.
III. EL PUEBLO DE BABEL
El pueblo de Babel formó un consejo (Gn. 11:3). No oraron ni inquirieron del Señor lo
que debían hacer ni adónde debían ir. La historia humana es una historia de consejos.
Después de la primera guerra mundial se formó la Liga de las Naciones; en realidad esta
liga era un consejo. Al final de la segunda guerra mundial, la Liga de las Naciones se
llamó las Naciones Unidas, y dispone de un gran edificio en Nueva York donde
organizan un consejo casi a diario. Estos consejos humanos son totalmente
independientes de Dios. El consejo en Babel dio por resultado la construcción de una
torre alta que exaltaba el nombre de la humanidad, y la formación de una ciudad que era
su posesión (Gn. 11:4).
IV. LOT
Aunque Lot era salvo, se apartó de la línea de la vida al hacer una elección según lo que
vieron sus ojos (Gn. 13:10-11, cfr. vs. 14-15). Cuando Lot se separó de Abraham, alzó los
ojos, miró hacia la llanura del Jordán, y tomó una decisión basándose en lo que vio. El
no oró: “Señor, no sé que hacer. ¿Qué debo hacer? Señor, ten misericordia de mí. Escoge
Tú. Quiero hacer lo que Tú prefieras”. Lot no oró de esta manera, sino que escogió
conforme a lo que vieron sus ojos. Como resultado, se trasladó a la ciudad maligna de
Sodoma (Gn. 13:12-13, cfr. v. 18). Cada vez que usted siga un camino independiente de
Dios, puede estar seguro de que su camino fracasará. Su camino conducirá a la ciudad
pecaminosa de Sodoma.
V. ESAU
Si leemos la historia de Esaú, veremos que desde el punto de vista ético, él no hizo nada
malo. Jacob parecía ser peor. No obstante, Esaú era un cazador, y cazaba para su propia
satisfacción (Gn. 25:27, 29). Esaú cazaba independientemente de Dios. Finalmente, él
vendió su primogenitura para satisfacer su apetito (Gn. 25:30-34). Todos los que son
independientes de Dios han vendido su primogenitura humana, el disfrute de Dios.
Puesto que Dios creó al hombre a Su propia imagen para que fuera Su expresión,
entendemos que, por nacimiento, el hombre tiene derecho a expresar a Dios. De modo
que cada ser humano tiene una primogenitura, o sea, el derecho innato de expresar a
Dios. Sin embargo, casi todo el mundo ha vendido su primogenitura por causa de su
independencia. ¿Qué significa arrepentirse y creer en el Señor Jesús? El
arrepentimiento significa tener un cambio en nuestro modo de pensar, en nuestra
mentalidad. Anteriormente, yo iba en cierta dirección dando la espalda a Dios. Después
de oír el evangelio, me volví. Esto es lo que significa el arrepentimiento. Creer en el
Señor Jesús significa volver a nuestra primogenitura humana, volver a disfrutar a Dios y
a expresarle. Este es el significado del arrepentimiento y de la fe en el Señor Jesús. Esaú
no hizo eso, sino que iba en la dirección opuesta.
VI. FARAON
En Exodo 1—12 vemos cuán independiente era Faraón. El no sólo era independiente,
sino también rebelde, se oponía a Dios, y hasta llegó a preguntar: “¿Quién es Jehová?”
(Ex. 5:2). Faraón no se interesaba en Dios y no tenía interés en conocerle. Por tanto, el
corazón de Faraón se endureció. El endureció su corazón y también Dios lo endureció
(Ex. 7:13, 22; 8:15, 19, 32; 9:34-35). El corazón de Faraón se endureció reiteradamente.
En el mundo actual la gente ha endurecido su corazón porque no se interesa en Dios. Se
preocupa por sus consejos, planes y conspiraciones, pero no se interesa en Dios. Por
consiguiente, Dios la abandona, y sus corazones se endurecen.
VII. AARON
El nombre de Aarón se refiere a un buen personaje. A pesar de haber sido sumo
sacerdote y de haber estado en la línea de la vida, Aarón actuó conforme a la línea del
conocimiento. Mientras Moisés estaba en el monte disfrutando a Dios como el árbol de
la vida, Aarón y el pueblo se quedaron al pie del monte. No oraron al Señor ni acudieron
a El. Cuando el pueblo le propuso a Aarón que le hiciera dioses de oro, él accedió (Ex.
32:1, 4, 24). A veces no debemos escuchar al pueblo, pues la congregación puede
presentar una propuesta que va contra Dios. Aarón siguió el consejo de ellos, actuó de
manera independiente y fabricó un ídolo de oro. El ídolo era muy atractivo; no era de
barro sino de oro. Cuando Moisés bajó del monte, preguntó a Aarón qué había sucedido.
Aarón contestó que él puso el oro en el fuego y que salió un becerro de oro (Ex. 32:24).
Aarón parecía defenderse al pedirle a Moisés que no lo condenara pensando tal vez que
no había hecho gran cosa. No obstante, cuando nos independizamos de Dios, no
importa lo mucho o lo poco que hagamos. Cuando nos independizamos de Dios, aparece
el becerro de oro. No necesitamos hacer mucho: simplemente independícese de Dios y el
resultado será un becerro de oro.
VIII. NADAB Y ABIU
Nadab y Abiú ofrecieron a Dios un “fuego extraño” al traer su incienso (Lv. 10:1-2).
Aunque el incienso era bueno, el fuego era “extraño”. No era el fuego del altar donde se
llevaba a cabo la expiación. El fuego que usaron era aceptable en su propia opinión, pero
era “extraño” para Dios. Este “fuego extraño”, aplicado según el método de ellos, y no
conforme a la revelación de Dios, fue la causa de la muerte de ellos.
IX. MIRIAM Y AARON
Miriam y Aarón hablaron en contra de Moisés porque éste se había casado con una
pagana (Nm. 12:1-2). Indudablemente Moisés había errado en ese caso. Sin embargo,
Miriam y Aarón se opusieron a Moisés, no por haber tocado a Dios, sino por motivos
personales. Su oposición a Moisés no se originaba en Dios, sino en ellos mismos, en su
conocimiento. Esto trajo la ira de Dios sobre ellos, y como resultado Miriam contrajo
lepra y, por ello, fue excluida del campamento durante siete días (Nm. 12:9-15).
La Biblia nos relata que ha habido un solo liderazgo que no tuvo ninguna falta: el
liderazgo del Señor Jesús. Los demás liderazgos presentan alguna deficiencia. Por lo
tanto, todo liderazgo que no sea el del Señor Jesús, siempre exhibe errores. No obstante,
debemos tener mucho cuidado con nuestro ataque, aun cuando el liderazgo esté
equivocado.
X. LOS DOCE ESPIAS
El fracaso de los diez espías consistió en observar la situación de la tierra según su vista
(Nm. 13:28, 32-33). Mientras espiaban la tierra, vieron a los gigantes y las ciudades
fortificadas y se asustaron. No volvieron sus ojos a Dios, con excepción de Josué y Caleb.
Fracasaron porque confiaron en su conocimiento y no quisieron confiar en el Señor (cfr.
Nm. 13:30; 14:6-9). Cada vez que usted se vea en una situación difícil, no la observe con
sus propios ojos. Si lo hace, se apartará de Dios. En medio de una situación difícil debe
cerrar los ojos, volverse en su espíritu a Dios y orar. Entonces será rescatado. Los diez
espías no confiaron en el Señor por haber mirado la situación con sus propios ojos,
mientras que Caleb y Josué sí confiaron en el Señor. Josué y Caleb dijeron al pueblo:
“Olvídense de esa situación y confíen en el Señor. El Señor es más grande que las
murallas de la ciudad y más fuerte que todos los gigantes”. La diferencia entre los diez
espías y Josué y Caleb era que estos dos confiaban en el Señor mientras que los diez
espías observaron la situación según su propio entendimiento, es decir, según su propio
conocimiento.
XI. CORE Y SU SEQUITO
Coré y su séquito atacaron la autoridad que Dios había delegado (Nm. 16:1-3). Todo
ataque en contra de la autoridad de Dios, sea razonable o no, se origina en la mente. Lo
mismo sucede con la iglesia hoy día. Es posible que ustedes ataquen a los líderes porque
sienten que “se toman demasiadas atribuciones”, pero su ataque, originado en la mente,
le trae muerte espiritual. Coré y su séquito sufrieron la destrucción de la muerte debido
a sus ataques en contra de la autoridad de Dios. Usted pensará que tiene razón en su
ataque en contra de los líderes de la iglesia, pero debe examinar el resultado: ¿trae
muerte o trae vida? Si usted tiene la razón, el resultado de su ataque debe ser la vida. No
obstante, puedo testificar que he visto varios ataques en contra del liderazgo de la
iglesia, y cada uno de esos ataques causó la destrucción mortífera de los atacantes. ¡Esto
es bastante grave! Usted debe preguntarse: “¿Mi ataque viene del espíritu, del trono de
Dios, o procede de mi mente?” Los ataques en contra de la autoridad delegada de Dios,
cualquiera que sea la razón, se encuentran en la línea del conocimiento que trae muerte.
El ataque de Coré y su séquito se debió a que descuidaron la presencia de Dios (Nm.
16:19). Si hubieran prestado la debida atención a la presencia de Dios, habrían sido
rescatados de su ataque en contra de Moisés y de Aarón. Se habrían vuelto de la línea del
conocimiento a la línea de la vida.
XII. SAUL
Saúl no actuó con inmoralidad como lo hizo David. No obstante, él combatió a los
enemigos según sus preferencias (1 S. 15:8). Dios le pidió que matara a todos sus
enemigos, pero Saúl salvó a algunos de ellos porque eran buenos ante sus propios ojos.
Por tanto, Saúl actuó de manera independiente y no siguió al Señor (1 S. 15:11, 22-23).
Como resultado de esta independencia, Saúl fue destronado y perdió su reino.
XIII. ABSALON
Absalón se rebeló contra su padre, el rey David (2 S. 15:10-13). Según 2 Samuel 13—18,
él actuó exclusivamente por su propia cuenta y por su conocimiento. El no confiaba en
Dios, y el resultado no fue otra cosa que la muerte.
XIV. ACAB
Acab fue un rey perverso. El se casó con Jezabel, una mujer idólatra y diabólica, y
construyó un templo a Baal, el ídolo más famoso de aquel entonces (1 R. 16:30-32).
Aunque Acab nació en la nación de Dios, él se independizó de Dios. Ni uno solo de sus
pensamientos se dirigió a Dios. Estaba totalmente independiente de El.
XV. LOS PRINCIPALES SACERDOTES Y LOS ESCRIBAS
Ahora llegamos al Nuevo Testamento. Los principales sacerdotes y los escribas conocían
la Biblia. Cuando el rey Herodes preguntó en dónde habría de nacer el Cristo, le
contestaron inmediatamente (Mt. 2:4-6). Aunque no hay nada malo en el conocimiento
bíblico en sí, es peligroso aferrarse sólo al conocimiento, como lo hicieron los
principales sacerdotes y escribas. Sabían que Cristo había de nacer en Belén, pero
ninguno fue a verle. Esto demuestra que estaban en la línea del conocimiento, y no en la
línea de la vida. Los hombres sabios del oriente, quienes no conocían nada de la Biblia,
estaban en la línea de la vida. Siguiendo la estrella celestial, llegaron al lugar donde
estaba Cristo y lo adoraron. Indudablemente estos hombres sabios que venían de una
tierra pagana tenían vida, mientras que los principales sacerdotes y los escribas tenían
muerte. Aunque los principales sacerdotes y los escribas conocían la Biblia, el resultado
de su conocimiento era muerte. El conocimiento no puede dar vida.
XVI. NICODEMO
Nicodemo era un hombre bueno. Sin embargo, cuando acudió por primera vez al Señor,
estaba en la línea del conocimiento (Jn. 3:1-2). Le dijo al Señor Jesús: “Rabí, sabemos
que has venido de Dios como maestro”. En Su respuesta, el Señor apartó a Nicodemo de
la enseñanza y del conocimiento y lo condujo a la línea de la vida (Jn. 3:3). El Señor
quiso decirle con esto a Nicodemo: “No necesitas enseñanza. Necesitas un nuevo
nacimiento y una nueva vida. Nicodemo, no necesitas más conocimiento. Como maestro
de la ley de Moisés ya tienes suficiente conocimiento. Lo que necesitas es una nueva
vida”.
XVII. LA MUJER SAMARITANA
Aunque la mujer samaritana era inmoral, era religiosa. Tenía el conocimiento
tradicional de la religión, pero vivía en pecado, sin hallar satisfacción (Jn. 4:15-20). Esto
demuestra que la religión no puede ayudarnos. La mujer samaritana estaba en la línea
del conocimiento. El Señor Jesús la condujo a Dios, quien es el Espíritu, el agua viva que
le satisfaría (Jn. 4:21-24, 14). Aunque ella estaba en la línea del conocimiento, el Señor
la volvió a la línea de la vida.
XVIII. LOS JUDIOS FANATICOS
Ahora llegamos a los judíos fanáticos. Según Juan 5 el Señor Jesús sanó a un hombre
que había estado enfermo treinta y ocho años. Esto sucedió en un día de sábado, y los
judíos fanáticos se ofendieron (Jn. 5:1-16). Ellos se preocupaban únicamente por el
sábado, y no por el verdadero descanso humano. El paralítico no había tenido ningún
descanso, ni siquiera en el día de sábado, durante treinta y ocho años. Cuando el Señor
Jesús lo vivificó, él experimentó el verdadero reposo. Los judíos fanáticos condenaron al
Señor Jesús, y El les dijo: “Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece que
en ellas tenéis la vida eterna ... pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida”. En
otras palabras, el Señor les dijo que ellos escudriñaban la Biblia pensando que en ella
tendrían la vida eterna, pero que no querían acudir al Señor para recibir esa misma vida.
En principio sucede lo mismo con la gente de hoy. Muchos cristianos escudriñan las
Escrituras, pues piensan que en ellas tienen la vida eterna, pero no acuden al Señor
viviente. Podemos leer muchos versículos y capítulos de la Biblia sin tocar al Señor.
Nunca debemos separar nuestra lectura bíblica del contacto con el Señor. Ambas cosas
deben ser una sola. Cada vez que leamos una línea de la Biblia, debemos decir: “Señor
Jesús, permíteme tocarte a Ti en la Palabra divina. Señor, Tú eres la Palabra viva. Sin Ti
como Palabra viva, no puedo obtener vida de la palabra escrita. Señor, tengo que tocarte
a Ti. Aunque eres tan misterioso, Te alabo por haberme dado una Palabra tangible. Esta
Palabra es sólida, concreta y palpable. Te doy las gracias por la Palabra que puedo leer y
con la cual puedo orar. Pero Señor, lo que necesito no es la letra impresa, sino a Ti, el
Espíritu viviente”. Esta es la manera correcta de usar las Escrituras. No toque jamás la
Biblia independientemente del Señor. Usted no necesita leer una novela inmoral para
experimentar la muerte. Si lee la Biblia sin estar en el espíritu, también experimentará
muerte. Por consiguiente, aun la lectura de la Biblia puede estar en la línea del
conocimiento que conduce a la muerte.
XIX. LOS ESCRIBAS Y LOS FARISEOS
Los escribas y los fariseos se aferraban al conocimiento de la ley, pero todavía estaban
bajo el cautiverio del pecado (Jn. 8:5, 9, 34). Trajeron a una mujer pecaminosa al Señor
y, conforme a su conocimiento, insistieron en que El les diera un sí o un no acerca de lo
que se debía hacer con la mujer. Le dijeron que Moisés había mandado que una persona
sorprendida en tal circunstancia fuese apedreada. Aunque el libro de Juan revela que
desafiaron varias veces al Señor Jesús, pidiendo un sí o un no, El se negó en todos los
casos a hacerlo. El evitaba dar respuestas de esa índole, no por ser sabio, sino por Su
interés en la vida. El Evangelio de Juan trata de la vida. La vida es simplemente la vida,
y no conocimiento que se expresa con un sí o un no, como bueno o como malo. El sí y el
no, lo mismo que el bien y el mal, pertenecen al árbol del conocimiento. Así que el Señor
no les contestó de esta manera. El se inclinó y escribía en el suelo. Entonces les
respondió: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra
ella”. Cuando el Señor les dijo eso, Su palabra tocó la conciencia de ellos y, empezando
con los más vividos, se retiraron. Ninguno de ellos estaba exento de pecado. La única
persona que no tenía pecado era el Señor Jesús. Por consiguiente, la respuesta del Señor
lo señalaba a El mismo como el árbol de la vida.
XX. LOS DISCIPULOS
No se imaginen que por ser discípulos tenemos la garantía de estar en la línea de la vida.
Los discípulos que estaban con el Señor seguían aferrados al conocimiento religioso
tradicional cuando vieron a un hombre ciego de nacimiento (Jn. 9:1-3). Basándose en su
conocimiento religioso, preguntaron: “¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya
nacido ciego?” El Señor contestó: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino que nació así
para que las obras de Dios se manifiesten en él”. El Señor no les contestó ni sí ni no, sino
que los dirigió a Dios. El sí y el no pertenecen al árbol del conocimiento del bien y del
mal, pero Dios es el árbol de la vida. Por tanto, el Señor sacó a los discípulos de la línea
del conocimiento y los introdujo en la línea de la vida.
XXI. MARTA
Marta era un discípulo del Señor. No obstante, estaba ocupada en la línea del
conocimiento, aferrándose a las enseñanzas sanas acerca de la resurrección que vendrá
en el día postrero (Jn. 11:24). Marta se había quejado al Señor diciendo que si El hubiera
estado presente, Lázaro no habría muerto. Cuando el Señor le dijo que su hermano
resucitaría, Marta interpretó inmediatamente la palabra del Señor, diciendo que ella
sabía que Lázaro se levantaría en la resurrección en el día final (Jn. 11:23-24). Ella
pospuso dos mil años la vida de resurrección. El Señor se refería en Su respuesta, a la
vida actual de resurrección, pero Marta, con su conocimiento religioso y su
interpretación de la palabra del Señor, pospuso la resurrección para un futuro lejano.
Esto era terrible. Marta dio una exposición bíblica buena y ortodoxa. No obstante, el
Señor la condujo a la resurrección del momento, pues dijo: “Yo soy la resurrección y la
vida” (Jn. 11:25). Aparentemente el Señor le decía a Marta: “No se necesita esperar dos
mil años. No necesitas esperar el último día. Yo soy la vida de resurrección ahora
mismo. No cambies Mi palabra por tu interpretación religiosa y ortodoxa. Yo soy la
resurrección ahora mismo”.
XXII. PEDRO
Pedro, inmediatamente después de recibir la revelación del Padre celestial (Mt. 16:17),
se volvió a su mente y fue usado por Satanás para tratar de impedir que el Señor sufriese
la crucifixión (Mt. 16:21-23). El Señor lo reprendió diciendo: “¡Quítate de delante de Mí,
Satanás! ... porque no pones la mente en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.
El pensamiento proviene de la mente y del conocimiento. Resulta fácil ser usurpados y
usados por Satanás cuando ejercitamos nuestra mente dentro de la línea del
conocimiento para pensar de manera independiente del Señor. Aunque Pedro estaba en
la línea de la vida, pasó a la línea del conocimiento sin darse cuenta. ¡Todos debemos
tener cuidado con nuestra manera de pensar! De otro modo, podríamos ser vencidos por
Satanás, la fuente de la muerte.
XXIII. JUDAS
Judas era uno de los doce apóstoles, pero siempre permanecía en su mente contando el
dinero (Jn. 12:4-6). El estaba totalmente embebido en la línea del conocimiento
aniquilador y no en la línea de la vida, a pesar de que acompañaba al Señor Jesús, quien
era el árbol de la vida en aquel entonces. Por tener la mente ocupada con el dinero, él
abrió su ser al diablo, el cual puso en su corazón el pensamiento de traicionar al Señor
(Jn. 13:2). Con el tiempo, “Satanás entró en él” (Jn. 13:27), y él entregó al Señor por
treinta monedas de plata (Mt. 26:15). No obstante, el resultado fue el siguiente: él no
sacó ningún beneficio del dinero y se perdió a sí mismo al ahorcarse (Mt. 27:5).
XXIV. LOS JUDIOS
Los judíos observaban su ley y conforme a ella condenaron a muerte al Señor (Jn. 19:7).
Dijeron: “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se hizo a Sí
mismo Hijo de Dios”. Conforme a la ley de ellos, el Señor había blasfemado a Dios al
decir que era Su Hijo. Por consiguiente, lo condenaron a muerte conforme a su ley.
Debemos tener cuidado al usar y citar la Biblia. Hay mucho de por medio cuando
usamos las Escrituras dependiendo si lo hacemos según la vida o según el conocimiento.
Las Escrituras deben ser el árbol de la vida, el cual trae vida, pero pueden ser el árbol del
conocimiento, el cual trae muerte. Aun cuando usamos las Escrituras debemos tener
cuidado.
XXV. SAULO DE TARSO
Saulo de Tarso era un fanático destacado. El era sumamente celoso de la tradición de
sus padres y aventajaba a muchos de sus contemporáneos en la religión judía. Como
resultado, él persiguió a la iglesia (Gá. 1:13-14). La religión, con su conocimiento
tradicional, siempre persigue a la iglesia viviente. ¿Cómo hizo Dios para hacer que Saulo
de Tarso volviera a la línea de la vida? Mientras Saulo perseguía a las iglesias, Dios le
reveló a Su Hijo, y Saulo llegó a vivir por El (Gá. 1:16; 2:20). Saulo era sumamente
religioso. A pesar de que nadie piensa que la religión está equivocada, ésta se encuentra
totalmente sumergida en el conocimiento. Sólo al volvernos al Cristo viviente pasamos
de la línea del conocimiento a la línea de la vida.
XVI. LOS CORINTIOS
Los creyentes corintios fueron enriquecidos en todo conocimiento, pero se
enorgullecieron y siguieron siendo niños en Cristo (1 Co. 1:5; 8:1; 3:1). El conocimiento
no ayuda a crecer ni un solo centímetro; sólo lo mantendrá a uno en la infancia
espiritual. Cuanto más se aferre usted al conocimiento, más tiempo permanecerá como
niño en Cristo. En la Primera Epístola a los Corintios, Pablo los sacó del conocimiento y
los volvió al crecimiento en vida para que experimentaran la transformación a fin de
producir el edificio de Dios (1 Co. 3:6-12). Pablo dijo: “Yo planté, Apolos regó; pero el
crecimiento lo ha dado Dios”. Parecía decirles a los corintios: “Vosotros no necesitáis
más conocimiento; lo que necesitáis es crecimiento en vida. Este crecimiento sirve para
la transformación que produce los materiales preciosos con los que se construye el
edificio de Dios. Necesitáis crecimiento en vida para ser transformados del estado carnal
al estado verdaderamente espiritual a fin de que lleguéis a ser piedras preciosas para el
edificio de Dios”.
XXVII. LOS GNOSTICOS
En la época de los apóstoles existía una filosofía llamada el gnosticismo. El gnosticismo
era un compuesto de ideas egipcias, babilónicas, judías y griegas. Esta filosofía ecléctica
se infiltró en la vida de la iglesia y es descrita como una filosofía, una hueca sutileza, la
tradición de hombres y como los rudimentos del mundo, en Colosenses 2:8. Esta
filosofía distrajo y perjudicó a muchos creyentes, y los desvió de Cristo como vida. En
aquel tiempo la política romana no hizo tanto daño a los creyentes como lo hicieron la
religión hebrea y la filosofía griega. Por consiguiente, Pablo escribió la Epístola a los
Colosenses, dándoles instrucciones de volver al Cristo que habían recibido. Por haber
recibido a Cristo, también debían andar en El (Col. 2:6), y no según la filosofía, ni los
conceptos humanos, ni los rudimentos del mundo.
XXVIII. LOS DISIDENTES QUE HAY EN LA IGLESIA
El Nuevo Testamento alude a los disidentes que hay en la iglesia. En Romanos 16:17,
Pablo nos exhorta a estar alerta en cuanto a los disidentes. Estos propagan enseñanzas
disidentes y causan divisiones y tropiezos. Hablan con palabras aduladoras y seductoras
y se pasan por personas serviciales. Si no hablaran con palabras aduladoras, nadie les
haría caso. Pablo nos exhortó a tener cuidado con los disidentes porque a ellos les gusta
enseñar cosas distintas y pelear por doctrinas contrarias. No obstante, no debemos
aplicar la prueba del bien y el mal, de lo correcto y lo incorrecto cuando surjan palabras
disidentes. Más bien debemos preguntarnos: “¿Esto edifica o destruye? ¿Preserva esto la
unidad o causa división? ¿Ayuda a seguir adelante o causa tropiezo?” Antes de escuchar
a los disidentes usted estaba vivo, pero después de escucharlos por una hora, quedó
lleno de muerte, lo cual demuestra que las conversaciones facciosas propagan la muerte.
No examine a los disidentes conforme al bien o al mal, pues si lo hace estará gustando
del árbol del conocimiento del bien y el mal. Usted debe poner a prueba todas las
opiniones de los disidentes sobre el criterio de la muerte o la vida. Después de escuchar
una conversación tendenciosa, ¿está usted vivo o muerto? Si usted está verdaderamente
vivo, entonces escuche todo lo que pueda. Pero si experimenta muerte, debe acudir al
Señor y pedirle que lo limpie y lo rescate de esa muerte. En las décadas pasadas, vimos
muchos disidentes. Debemos entender que ninguna iglesia presenta una situación
siempre correcta. Así que, no se trata de tener la razón o no, sino que es asunto de vida o
muerte. No examine jamás una conversación tendenciosa sobre la norma de lo correcto
o lo incorrecto. Mídala siempre con la muerte o con la vida. Usted puede recibir todo lo
que le avive y le dé vida. Debe renunciar a todo lo que le traiga muerte y lo mate.
Pablo le pidió a Timoteo que se quedara en Efeso para hacer una sola cosa: mandar a los
disidentes que no enseñaran cosas diferentes, y que prestaran atención a la edificación
de Dios, al dispensar de Dios como vida (1 Ti. 1:3-4). Una vez más vemos que la prueba
es la vida. Si lo que alguien dice le imparte a Dios como vida, entonces todo está bien. Si
en lugar de darle vida, lo mata, aquello ciertamente está en la línea del conocimiento.
XXIX. BALAAM, LOS NICOLAITAS Y JEZABEL
Apocalipsis 2 menciona la doctrina de Balaam, la doctrina de los nicolaítas, las
enseñanzas de Jezabel y las profundidades de Satanás (Ap. 2:14, 15, 20, 24). Las iglesias
primitivas fueron engañadas por esas enseñanzas y se apartaron, dejando así de comer
al Señor y de cenar con El. Por consiguiente, para que las iglesias volvieran a disfrutar al
Señor, El les prometió que si se apartaban de esta clase de conocimiento El les daría de
comer de Sí mismo. En Apocalipsis 2:7, el Señor promete darles de comer el árbol de la
vida. En Apocalipsis 2:17 promete darles el maná escondido. En estos dos versículos
vemos el árbol que estaba en el huerto de Edén y el maná que se hallaba en el desierto;
ambos son Cristo mismo. El Señor no les dijo que les daría enseñanzas o que les ofrecía
una doctrina superior. Balaam y los nicolaítas poseen sus doctrinas, Jezabel su
enseñanza, y Satanás sus profundidades, mientras que el Señor Jesús tiene el árbol de la
vida y el maná escondido. Según Apocalipsis 3:20, el Señor promete un banquete a todo
aquel que le abra cuando El toque la puerta. ¿Qué significa comer del árbol de la vida,
participar del maná escondido y cenar con el Señor Jesús? Significa que debemos
permanecer continuamente en la línea de la vida para disfrutar al Señor. Si en medio de
las confusiones y divisiones actuales, seguimos las enseñanzas, seremos muertos. Pero si
disfrutamos al Señor, es decir, si permanecemos en la línea de la vida, recibiremos vida
y viviremos.
XXX. EL ANTICRISTO
El anticristo será un hombre completamente intelectual, con una voluntad firme e
independiente. Por tanto, estará totalmente poseído por Satanás y llegará a ser su
encarnación (Ap. 13:5-8). El es llamado “el hombre de iniquidad”, “el hijo de perdición”,
porque se exaltará a sí mismo como si fuera Dios (2 Ts. 2:3-4). El será el gigante de la
línea del conocimiento bíblico, y no tendrá ni idea de la línea de la vida, y tampoco se
interesará en ella. Su destino será sufrir la muerte eterna junto con Satanás, quien es la
fuente de la muerte (Ap. 19:20; 20:10).
XXXI. EN GENERAL
En conclusión quisiera referirme a 2 Corintios 3:6, donde dice: “La letra mata, mas el
Espíritu vivifica”. Esta “letra” se refiere al Antiguo Testamento, y la misma palabra
griega se traduce “Escrituras” en 2 Timoteo 3:15, donde Pablo menciona que Timoteo
conocía las Sagradas Escrituras desde su infancia. Sin embargo, la Biblia en letra
muerta, que pertenece al árbol del conocimiento, mata, mientras que el Espíritu, que
pertenece al árbol de la vida, vivifica. Por consiguiente, sí tenemos alternativa. ¡Alabado
sea el Señor por esta elección! ¡Podemos escoger la vida! Aparte de la línea del
conocimiento está la línea de la vida. Debemos escoger entre la vida y el conocimiento.
Debemos elegir entre la muerte y la vida.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE DIECISIETE
DIOS SE FORJA COMO VIDA
EN EL HOMBRE
En este mensaje llegamos a la última parte de Génesis 2. A pesar de ser bastante breve,
Génesis 1 y 2 contiene muchos puntos fundamentales. Anteriormente subrayamos que
casi todos los puntos contenidos en estos dos capítulos son semillas de la verdad divina,
y que se necesita toda la Biblia para explicar y desarrollar estas semillas. En la Biblia la
revelación divina presenta cosas espirituales, y éstas son misteriosas, abstractas e
inmateriales desde el punto de vista del hombre. Debido a nuestra habilidad limitada
para entender éstas, Dios se vio obligado a presentar Su revelación divina en forma de
cuadros y de alegorías. Génesis 2 fue escrito en lenguaje figurativo, y todos los puntos
presentados allí son figuras. No deberíamos abordarlo únicamente como letra impresa,
sino examinar el significado intrínseco de las figuras. El árbol de la vida y también el
árbol del conocimiento del bien y del mal son figuras. ¿Qué es el árbol de la vida? A la
gente le resulta difícil entender esto. No obstante, se trata del árbol de la vida. En
Génesis 2, encontramos también un río, y en el fluir de este río hay oro, perlas y piedras
de ónice. ¿Qué significan todas estas cosas? ¿Qué quieren decir? Como vimos en
mensajes anteriores, todas ellas son figuras y constituyen una alegoría.
Desde la perspectiva humana, el final de Génesis 2 es fácil de entender porque presenta
la historia de una boda. Adán fue creado, pero no tenía esposa. Así que Dios le
proporcionó una esposa. Esto no parece alegórico. Si sólo leemos Génesis 2, no nos
daremos cuenta de que se trata de una alegoría. Pero si leemos toda la Biblia, veremos
que la boda de Génesis 2 es en realidad una alegoría. ¿Por qué afirmamos esto? Porque
más adelante en el Antiguo Testamento Dios dijo a Su pueblo: “Tu marido es tu
Hacedor” (Is. 54:5). El creador del hombre es el marido de éste, lo cual significa que en
el universo el único ser masculino es Dios mismo. En realidad, el hombre creado por
Dios no es un ser masculino, sino una entidad femenina. Quisiera hacer una pregunta a
todos los hombres que leen este mensaje: ¿Es usted un varón o una mujer? Soy una
mujer. Lo soy porque formo parte de la esposa. Primero, Dios fue mi creador. Segundo,
El se convirtió en mi redentor. Ahora El es mi esposo.
En el Nuevo Testamento se explica claramente y se desarrolla este concepto. Mucha
gente considera a Jesús como un gran maestro y otros como su Salvador; pero los cuatro
evangelios lo revelan también como el novio. Indudablemente El es un maestro y el
Salvador. Pero también es el novio que viene a recibir a la novia (Jn. 3:29). Un día los
discípulos de Juan acudieron al Señor Jesús, y le preguntaron por qué Sus discípulos no
ayunaban (Mt. 9:14-15). El Señor Jesús se reveló en Su respuesta como el novio. El les
preguntó: “¿Acaso pueden los compañeros del novio tener luto mientras el Novio está
con ellos?” Además, Pablo, el gran apóstol, nos dijo claramente que la iglesia es la
esposa y que Cristo es el esposo. En 2 Corintios 11:2 él dijo: “Pues os he desposado con
un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. Por consiguiente,
somos la esposa de Cristo. Además, en Efesios 5 Pablo habla del matrimonio, diciendo
que cuando un hombre se une a su esposa, los dos llegan a ser una sola carne. En Efesios
5:32 Pablo dice que ese matrimonio representa el gran misterio de Cristo y la iglesia.
En Génesis 2 Adán tipificaba o prefiguraba a Cristo. En figura, podemos decir que Adán
era Cristo. Cuando vemos a Adán en Génesis 2, vemos a Cristo. Entonces ¿qué
representa Eva? Aparentemente era solamente una mujer, la esposa de Adán. No
obstante, si tenemos la visión espiritual de Efesios 5, veremos que Eva en el huerto
prefiguraba a la iglesia. Si tenemos esta perspectiva, entenderemos que todo lo que le
sucedió a Adán en Génesis 2 era una experiencia de Cristo y todo lo que le sucedió a Eva
estaba relacionado con la iglesia. Debemos entender Génesis 2 de esta manera. En
figura, Adán era Cristo y Eva era la iglesia.
Esto es semejante a la fotografía de una persona. Supongamos que tengo una fotografía
del hermano John. Si le muestro a usted la fotografía y le pregunto quién es esta
persona, usted acertará al contestar que es el hermano John. Sin embargo, debemos
tener cuidado, pues a pesar de ser una fotografía del hermano John, no es la persona
misma del hermano John; es simplemente una fotografía de él, la cual nos muestra su
apariencia y nos da una idea de su semblante. Del mismo modo, en Génesis 2 vemos una
figura o un cuadro de Cristo y la iglesia en la tipología de Adán y Eva. Cuando
examinamos la fotografía de Adán y Eva, entendemos cómo la iglesia llegó a existir.
Resulta difícil entender eso si hablamos simplemente de Cristo y de la iglesia; no
obstante, si miramos la fotografía, lo entenderemos perfectamente. La fotografía ahorra
muchísimas palabras. Si le describo el hermano John a usted, usando muchas palabras,
de todos modos le será difícil visualizar cómo es él. Pero si le muestro la fotografía, usted
comprenderá inmediatamente. A pesar de no ser la persona misma, la fotografía facilita
su descripción, y evita que usted tenga que adivinar cómo es. Dios usa el cuadro de Adán
y Eva en Génesis 2 para darnos una revelación definida de Cristo y de la iglesia. Sin este
capítulo, nunca entenderíamos la relación que existe entre Cristo y la iglesia de manera
tan exacta. Este cuadro describe cómo llegó a existir la iglesia.
Por favor, recuerden que Génesis 1 y 2 revela dos asuntos principales. Génesis 1 revela el
propósito eterno de Dios, que consiste en expresarse por medio del hombre y en ejercer
Su dominio con él. El hombre fue creado para expresar a Dios y para representarlo.
Génesis 2 presenta luego la forma en que se cumple el propósito de Dios. Dios tiene un
propósito, pero El necesita el medio para cumplirlo. ¿Cuál es el medio divino que Dios
emplea para cumplir Su propósito? Como ya vimos, El usa la vida. Dios desea entrar en
nosotros como vida. Para cumplir Su propósito, El desea entrar en el hombre a fin de ser
su vida y su provisión de vida. Además, Génesis 2 revela que el procedimiento que Dios
usa consta de tres pasos. El primer paso consistió en crear al hombre como un vaso que
pudiera contenerlo a El como vida. El hombre puede vivir por Dios, expresarlo a El y
representarlo porque fue hecho como un vaso cuyo propósito era contener a Dios. En el
segundo paso Dios puso al hombre frente al árbol de la vida. Vimos que el árbol de la
vida representa a Dios mismo. Al poner al hombre frente al árbol de la vida, Dios daba a
entender que deseaba que el hombre lo tomara para que fuera transformado en los
materiales preciosos con los que se edifica la iglesia.
4. El tercer paso: Dios se forja
como vida en el hombre, 2:18-25
Ahora llegamos al tercer paso. El primer paso consistió en hacer el vaso; el segundo, en
poner el vaso delante del árbol de vida; y el tercero en forjar a Dios como vida en el
hombre. ¿Como puede forjarse Dios como vida en el hombre? Alabado sea el Señor
porque tenemos una alegoría que nos ayuda a entender esto. Debemos tener una visión
clara de esa alegoría. Aunque estamos familiarizados con la historia del matrimonio de
Adán, quizás usted nunca se ha percatado de su significado.
a) El trasfondo, 2:18-20
Dios creó los cielos para la tierra, y la tierra para el hombre. Luego creó al hombre para
Sí mismo con un espíritu en el cual lo pudiera recibir a El. El hombre tipifica a Dios
como el marido verdadero y universal que busca una esposa para Sí.
1) No es bueno que Dios esté solo
Después de crear al hombre, Dios dijo de él: “No es bueno que el hombre esté solo: le
haré el auxiliar que le corresponde” (Gn. 2:18, heb.). A pesar de la perfección del
hombre, no estaba completo. Por ejemplo, una cabeza humana es perfecta, pero sin el
cuerpo está incompleta. Cada persona se asemeja a la mitad de una sandía. Por ser
solamente media sandía, es incompleta. A pesar de ser perfecta, necesita su
complemento. Se requieren las dos mitades de una sandía para completarla. Del mismo
modo, un hombre y una mujer son como las dos mitades de una sandía, y juntos
constituyen una unidad completa. Esta es la razón por la cual suelo aconsejar a los
jóvenes que se casen. Si usted no está casado, está incompleto, por muy perfecto que
sea. Por consiguiente, cuando Dios miró a Adán, fue como si le dijera: “Adán, eres
perfecto, pero eres solamente la mitad de una unidad. Estás demasiado solitario. Te
haré un complemento”.
El hombre tipifica a Dios, el verdadero marido universal. Dios estaba solo antes de hacer
al hombre. No era bueno que Dios estuviera solo. A pesar de ser absoluta y eternamente
perfecto, Dios no está completo. Decir que Dios es imperfecto es una blasfemia. Nuestro
Dios es eternamente perfecto. No obstante, sin la iglesia El está incompleto. Sin la
iglesia, El es como un esposo sin esposa o una cabeza sin cuerpo. Por consiguiente,
cuando Dios dijo que no era bueno que Adán estuviese solo, daba a entender que El
mismo estaba incompleto y que no era bueno que El estuviera solo. Adán necesitaba una
esposa, y eso tipifica y describe la necesidad que tiene Dios de conseguir un
complemento. Si vemos esto, se aclararán todos los aspectos de Génesis 2.
2) No había nadie semejante a Dios
que pudiera ser Su complemento
Dios formó del polvo de la tierra todo animal del campo y toda ave que vuela por el aire
y los trajo a Adán (Gn. 2:19). Cuando Dios trajo un caballo a Adán, quizás éste haya
dicho: “Es un caballo; este animal nunca podrá compaginarse conmigo porque tiene
cuatro patas, mientras que yo tengo dos piernas”. Cuando Dios puso una vaca delante de
Adán, tal vez Adán haya dicho: “Es una vaca; tiene dos cuernos. No se parece a mí y no
puede ser mi complemento”. Dios presentó todos los animales a Adán, y Adán dio
nombre a todo el ganado, a todas las aves del cielo, y a todos los animales del campo,
pero no encontró entre ellos ningún complemento para sí (Gn. 2:20), ninguno que fuera
compatible con él. Aunque Adán, con sabiduría, le dio nombre a todas las criaturas, él
parecía decir: “Todas ellas están lejos de mí. No se parecen a mí. ¿Cómo podría alguna
de ellas ser mi complemento?” En cierto sentido, Adán, después de dar un nombre a
todas las criaturas, quedó desilusionado. En toda la creación no pudo encontrar a nadie
que fuera compatible con él, que lo complementara. Pero Dios sabía exactamente lo que
tenía planeado.
Luego Jehová Dios de una costilla tomada de Adán edificó una mujer, y la trajo a éste
(Gn. 2:22). Cuando Adán despertó de su sueño y vio a Eva, dijo: “Esto es ahora hueso de
mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2:23). Aparentemente Adán decía: “Ella no es
como todo lo anterior. Antes vi un león, un caballo, una paloma, una tortuga... Esta vez
tengo delante de mí hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ciertamente ésta es mi
otra mitad, mi segunda parte. Este es mi complemento, pues es plenamente compatible
conmigo”. Cuando él y Eva, las dos partes, se unen, llegan a ser una sola carne, una
unidad completa. Así podemos ver que la esposa, Eva, era el complemento del marido,
Adán. Sin Eva, Adán estaba incompleto. Eva fue sacada de Adán y volvió a Adán para
que los dos llegaran a ser una sola carne. Si vemos eso, comprendemos el significado
básico de la alegoría contenida en Génesis 2.
Así como Eva era el complemento de Adán, la iglesia es el complemento de Cristo. En
figura, el cristianismo contiene muchas cosas que no son más que “caballos, vacas,
tortugas y palomas” puesto que no proceden de Cristo y no armonizan con El. Los que
fueron regenerados por Cristo y viven por El como iglesia, son los únicos que están a la
par de Cristo y pueden ser Su complemento. Al ver eso, Cristo debe de decir: “Esta vez
frente a Mí tengo hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Ef. 5:30).
b. El proceso, 2:21-24
Ahora debemos considerar el proceso. ¿Qué hizo Dios para producir un complemento
para Sí?
1) Se hizo hombre: creó a Adán
Un día Dios se hizo hombre (Jn. 1:14). Este hombre nació de una virgen en la ciudad de
Belén y fue llamado Jesús. La encarnación de Dios fue tipificada por la creación del
hombre. Antes de la creación no existía el hombre. Mediante la creación soberana llegó
a existir el hombre. Asimismo, antes del nacimiento de Jesús en el pesebre de Belén,
Dios era solamente Dios. Sin embargo, por la encarnación, El se hizo hombre. Este
hombre era el verdadero Adán. El Adán de Génesis 2 era una fotografía (Ro. 5:14); con
el nacimiento de Cristo en la carne, vino el verdadero Adán. La Biblia enseña que al
Adán que estaba en el huerto se le llama el primer Adán, y al Señor Jesús, el verdadero
Adán, se le llama el postrer Adán (1 Co. 15:45). Por ser el postrero, es el verdadero.
2) Pasó por la muerte: Adán durmió
Un día, al verdadero Adán se le hizo dormir en la cruz donde El durmió por seis horas,
de las nueve de la mañana a las tres de la tarde (Mr. 15:25, 33). Este es el significado de
la frase de Génesis 2: “Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán”, y “tomó una de sus
costillas” a fin de edificar una mujer para él (Gn. 2:21). El sueño de Adán tipifica la
muerte que Cristo sufrió en la cruz para producir la iglesia. Esta es la muerte de Cristo,
la cual libera la vida, la imparte, la propaga, la multiplica y la reproduce, y es
representada por un grano de trigo que cae en tierra para morir y crecer a fin de
producir los muchos granos (Jn. 12:24), con los que se hace el pan, el cual es el Cuerpo,
la iglesia (1 Co. 10:17). Al producir la iglesia de esta manera, Dios en Cristo se forjó como
vida en el hombre. Primero, Dios se hizo hombre. Luego ese hombre con la vida y la
naturaleza divinas, fue multiplicado mediante la muerte y la resurrección hasta ser los
muchos creyentes que llegan a ser los muchos miembros que conforman la verdadera
Eva, para estar a la par de El y ser Su complemento. Mediante ese proceso, Dios en
Cristo se forjó en el hombre con Su vida y naturaleza para que éste fuese idéntico a El en
vida y en naturaleza a fin de que armonizara con El como complemento Suyo.
3) Su vida brotó:
la costilla que fue extraída de Adán
Al final de la crucifixión de Cristo, los judíos, que no querían que los cuerpos de los
criminales crucificados permanecieran en la cruz el día de sábado, pidieron a Pilato que
fuesen quebradas las piernas de los condenados (Jn. 19:31). Cuando los soldados se
presentaron delante de Jesús para quebrar Sus piernas, encontraron que ya había
fallecido y que no necesitaban quebrarle los huesos. Esto cumplió la escritura que decía:
“No será quebrado hueso Suyo” (Jn. 19:32-33, 36; Ex. 12:46; Nm. 9:12; Sal. 34:20). Sin
embargo, los soldados le traspasaron el costado, y brotaron sangre y agua (Jn. 19:34). La
sangre era necesaria para la redención (He. 9:22; 1 P. 1:18-19). ¿Qué representa el agua?
En Exodo 17:6 vemos la tipología de la roca golpeada (1 Co. 10:4). Después de ser
golpeada la roca, fue partida y de ella brotó agua viva. Jesús en la cruz fue herido con la
vara de Moisés, es decir, con la ley de Dios. El fue quebrantado; Su costado fue abierto, y
de ahí salió agua. Esta agua era el fluir de Su vida divina, que es la vida que produce la
iglesia.
Esta vida fue tipificada por la costilla, un hueso sacado del costado abierto de Adán, del
cual fue producida y edificada Eva. Por consiguiente, el hueso tipifica la vida divina
representada por el agua que brotó del costado de Cristo. No fue quebrantado ninguno
de Sus huesos. Esto significa que Su vida divina no puede ser quebrantada. Su vida física
fue aniquilada, pero nada podía quebrantar la vida divina que emana de El para
producir la iglesia.
4) Resucitó: Adán despertó
Después de que Dios terminara la obra de producir a Eva durante el sueño de Adán, éste
despertó de su sueño. Así como el sueño de Adán tipifica la muerte de Cristo, su
despertar representa la resurrección de Cristo. Después de despertar Adán, llegó a ser
otra persona con Eva, quien provino de él. Después de resucitar Cristo, también llegó a
ser otra persona con la iglesia, la cual brotó de El. Así como Adán despertó finalmente
de su sueño para recibir a Eva como su complemento, Cristo también resucitó de los
muertos para tomar a la iglesia como Su complemento.
5) Produjo la iglesia: Eva fue edificada
Cuando Adán despertó de su sueño, descubrió inmediatamente que Eva, quien fue
edificada con Su costilla, estaba presente. Del mismo modo, cuando Cristo resucitó de
los muertos (1 Co. 15:20), la iglesia fue producida con Su vida divina. Mediante Su
muerte la vida divina que estaba en El fue liberada, y mediante Su resurrección esta vida
divina liberada nos fue impartida a quienes creemos en El. Por consiguiente, la Biblia
dice que fuimos regenerados por medio de Su resurrección (1 P. 1:3). El fue el grano de
trigo que cayó en tierra, murió y produjo muchos granos (Jn. 12:24). Nosotros somos los
muchos granos que fueron regenerados con Su vida de resurrección. Nosotros los
regenerados que lo tenemos a El como vida y que vivimos por El, constituimos Su
iglesia, la verdadera Eva, en resurrección.
Cuando Adán vio a Eva, dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”
(Gn. 2:23). Cuando Cristo vio a la iglesia, El pudo haber dicho: “He visto las vacas, los
leones, las tortugas, los peces y las aves, pero ninguno de ellos podía estar a Mi nivel.
Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne, pues la iglesia es producida por
Mi muerte y resurrección. La iglesia sale de Mí. La iglesia y yo podemos ser uno”.
Muchos cristianos hablan de la iglesia. Algunos dicen que la iglesia es un edificio
material y hablan de ir a la iglesia. Después de ver el significado de la tipología de Adán
y Eva en Génesis 2, jamás podremos llamar iglesia a un edificio físico. Un edificio
material no es una iglesia; es una casa hecha de madera y ladrillos. Otras personas, con
una visión más amplia, dicen que la iglesia es un grupo de cristianos verdaderos. No
obstante, es posible que un grupo de cristianos verdaderos no constituya la iglesia.
Todavía pueden ser el hombre natural constituido de muchos estadounidenses, chinos,
japoneses y mexicanos. Esta congregación de hombres naturales no forma la iglesia.
¿Qué es la iglesia? La iglesia es parte de Cristo; no es nada menos que Cristo mismo. La
iglesia es el elemento de Cristo que hay en los creyentes. Cuando se añade este elemento,
que está en tantos creyentes, el resultado es la iglesia. La iglesia no se compone de
estadounidenses, mexicanos, japoneses y chinos. La iglesia es la totalidad del Cristo que
está en todos Sus creyentes. A pesar de ser regenerados, en realidad no somos miembros
del Cuerpo de Cristo si vivimos y actuamos conforme a nuestra disposición natural. En
tal caso podríamos decir que somos miembros de Su Cuerpo sólo en un sentido
superficial. Cuando nos conducimos conforme a nuestra disposición natural podemos
ser estadounidenses, judíos o chinos típicos, pero en efecto no somos miembros de
Cristo. En realidad, ¿qué es un miembro de Cristo? Es una persona producida por el
elemento de Cristo, quien es el Espíritu vivificante y está en el espíritu de la persona.
Cristo como Espíritu vivificante mora en Sus creyentes. Cuando se añade el Cristo que
está en los creyentes, la suma equivale a la iglesia. Por consiguiente, todos debemos
despojarnos de nuestro viejo hombre. Debemos desechar toda la vida natural de tal
manera que el Cristo vivo sea expresado desde nuestro espíritu. Entonces seremos
verdaderamente la iglesia. En la iglesia, en el nuevo hombre, no hay griego, ni judío, ni
bárbaro, sino que Cristo lo es todo en todos (Col. 3:11). Expresar algo que no sea Cristo
no es la iglesia. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). “Para mí el vivir es
Cristo” (Fil. 1:21). ¡Esta es la iglesia! ¡Esto es ahora hueso de Sus huesos! Todo lo que
sale de la vida natural del hombre, como por ejemplo las organizaciones humanas y toda
clase de actividad humana, predominantes en el cristianismo, no constituye la iglesia y
tampoco puede ser el complemento de Cristo, pues no está a la par de El. En figura,
estas cosas no deben considerarse como Eva, sino como todas las demás cosas a las que
Adán puso nombre.
Considere el cuadro descrito en los cuatro evangelios. Cuando el Señor Jesús vino como
el postrer Adán y miró a los judíos fanáticos, El parecía decirles: “Este es un caballo y
ésta es una tortuga”. En Mateo 16, El se volvió a Pedro y lo llamó “Satanás”. El Señor
parecía decir: “No son Mi complemento. No corresponden a Mí. Nunca podrán ser Mi
complemento”. Por consiguiente, el Señor Jesús tenía que morir. El debía dormir en la
cruz para liberar Su vida y producir Su verdadero complemento, uno que fuese
compatible con El. Después de despertar de la muerte a la resurrección, El vio la iglesia.
En ese momento, y particularmente en el día de Pentecostés, El pudo decir: “Esto es
ahora hueso de Mis huesos y carne de Mi carne”.
Sólo lo que procede de Cristo puede ser reconocido por El. Sólo lo que proviene de
Cristo puede regresar a El y corresponder a El. Sólo lo que procede de la vida de
resurrección de Cristo puede ser Su complemento, el Cuerpo de Cristo. Sólo lo que
procede de Cristo y que es Cristo mismo puede ser uno con El.
Las epístolas revelan que después del día de Pentecostés se infiltraron muchas cosas
negativas. Los animales, tales como el caballo y la tortuga aparecieron de nuevo. Por
tanto, el Señor Jesús tuvo que decir otra vez: “Esto no es y aquello tampoco es”. Ahora
El está esperando la boda venidera. En el día de la boda, El mirará a los vencedores y
dirá: “Esto es ahora hueso de Mis huesos y carne de Mi carne”.
Mientras estamos en camino a la fiesta de bodas, debemos desechar todas las cosas
naturales, las cosas del hombre natural, lo que no sea Cristo mismo. Yo he pasado por
muchas cosas. Nací en el cristianismo y fui criado en él. Mientras pasaba por muchas
cosas y las consideraba, la vida de resurrección dentro de mí decía de ellas: “Esto no es y
aquello tampoco”. Un día toqué lo verdadero, y la vida de resurrección dentro de mí
dijo: “¡Esto sí es!” Con frecuencia, aun entre nosotros, la vida interior dice: “Esto no es”,
pero la vida de resurrección dice con más frecuencia: “Esto sí es”. Debemos oír la voz de
Cristo, la vida de resurrección dentro de nosotros, y seguirla siempre.
6) Ser uno con el hombre:
Adán y Eva llegaron a ser una sola carne
En la tipología, Adán y Eva llegaron a ser una sola carne (Gn. 2:23-24). En la realidad,
Cristo y la iglesia son un solo espíritu, porque todo el que se une al Señor es un sólo
espíritu con El (1 Co. 6:17). En figura, todos los que creen en Cristo son “miembros de Su
Cuerpo”. La unión matrimonial entre marido y mujer es un gran misterio “respecto de
Cristo y de la iglesia” (Ef. 5:29-32).
Si tenemos esta visión al leer la Biblia, entenderemos el Cantar de los cantares: Cristo es
nuestro amor y nosotros somos Su amada. También entenderemos todo el Nuevo
Testamento en concordia con la vida, y no con un método natural ni según el
conocimiento. Entenderemos que todos nacimos de nuevo y que fuimos creados de
nuevo juntamente con Cristo, que ahora somos un solo espíritu con El y los unos con los
otros, y que en la tierra ahora experimentamos una vida matrimonial con nuestro
esposo, Cristo. No estamos meramente esperando el futuro; llevamos una vida
matrimonial corporativa ahora. En cierto sentido, ya tenemos la vida matrimonial y
vivimos con nuestro marido. En un sentido más amplio, sólo tenemos el anticipo ahora
y estamos esperando el pleno disfrute del matrimonio venidero. Estas bodas se llevarán
a cabo en Apocalipsis 19. Después de eso, la iglesia tendrá su consumación como la
Nueva Jerusalén, la cual será la esposa completa de Cristo por toda la eternidad. Cristo y
la esposa completa disfrutarán de la vida matrimonial por la eternidad. Por supuesto,
esta esposa no será una persona individual, sino una expresión corporativa y edificada,
la Nueva Jerusalén.
En Génesis 2 vemos la creación del hombre y el árbol de la vida, el cual denota a Dios
como la vida del hombre y su provisión de vida. Mientras Dios se forja en el hombre,
éste empieza a experimentar el fluir de la vida, y el fluir de vida contiene los materiales
preciosos: el oro, las perlas y la piedra de ónice. Al final de Génesis 2 vemos la
edificación de una mujer. Todos los materiales preciosos mencionados anteriormente en
este capítulo sirven para que sea edificada esta mujer. Si tenemos solamente Génesis 2,
no podemos entender esto de manera apropiada y clara. Pero al final de la Biblia
también encontramos una mujer, la Nueva Jerusalén. Esta mujer es una ciudad
edificada con oro, perlas y piedras preciosas. En Génesis 2 estos materiales se
encontraban en el fluir de la vida, pero todavía no constituían un edificio. Al final de la
Biblia, todos estos materiales constituyen una ciudad, que es la mujer final y eterna. En
Génesis 2 podemos ver la Nueva Jerusalén prefigurada por Eva, y en Apocalipsis 21,
podemos ver a Eva consumada en la Nueva Jerusalén, la esposa corporativa del
Cordero, edificada con los tres materiales preciosos. Así que vemos de nuevo que casi
todo lo que se encuentra en Génesis 1 y 2 constituye una semilla que crece en toda la
Biblia y madura hasta ser una cosecha en el libro de Apocalipsis.
Hoy en día no estamos ni al principio ni al final: estamos en el camino. No estoy
satisfecho estando en Efesios 5. Quiero estar en Apocalipsis 19:7-9, en la fiesta de bodas
de Cristo. Si queremos estar allí, debemos desechar todas las cosas naturales: las vacas,
las tortugas, los caballos, etc. Usted tal vez en su disposición natural parezca un caballo
poderoso. Debemos desechar esta vida natural. Alabado sea el Señor porque dentro de
nosotros tenemos otra vida, otro elemento, que es Cristo como Espíritu vivificante.
Debemos vivir por esta vida, despojándonos del viejo hombre y vistiéndonos del nuevo
hombre día y noche. De esta manera seremos transformados y conformados a Su
imagen, preparados para la fiesta de bodas cuando regrese el Señor. Con el tiempo,
seremos la Nueva Jerusalén, y se cumplirá plenamente el propósito eterno de Dios.
c. El resultado
1) Consiguió una Novia: Adán obtiene a Eva
El resultado del sueño de Adán, en el cual su costado fue abierto para extraer de allí una
costilla, fue que él obtuvo a Eva como su complemento, quien estaba a la par de él. Esto
significa que el resultado de la muerte de Cristo, cuando Su costado fue abierto para que
Su vida divina fuera liberada, fue que El consiguió a la iglesia como Su complemento.
Desde entonces Dios no está solo. Cristo obtuvo una novia que está a la par de El.
Apocalipsis 21—22 revela que en la eternidad la Nueva Jerusalén como la consumación
de la iglesia será la novia de Cristo, el pleno complemento de Dios, y estará a la par de El
por la eternidad.
2) Uno con el hombre:
Adán y Eva llegaron a ser una sola carne
Adán y Eva llegaron a ser finalmente una sola carne, una unidad completa. Esta era una
figura de Dios y el hombre perfectamente unidos. Dios desea ser uno con el hombre. El
alcanzó esta meta por medio de la muerte y la resurrección de Cristo, lo cual produjo la
iglesia, y ella representa la humanidad apropiada que está al nivel de El como esposo.
En esta unión lo humano llega a ser uno con lo divino; esta unión perdurará
eternamente. La Nueva Jerusalén venidera no será otra cosa que la unión de Dios con el
hombre, una unidad viva y completa compuesta de lo divino y lo humano.
3) Vive con el hombre: Adán vivió con Eva
Adán y Eva, puesto que eran uno, vivían juntos. Esto muestra que Dios, el marido
universal, vivirá con la humanidad regenerada para siempre. La vida matrimonial
universal de Dios y el hombre se revela plenamente en Apocalipsis 21. En la eternidad,
Dios en Cristo será el centro, la realidad y la vida del ser humano, y el hombre vivirá por
Dios en Cristo como vida. El hombre expresará la gloria de Dios y ejercerá la autoridad
de Dios sobre la nueva tierra. Dios y el hombre, el hombre y Dios, vivirán juntos en una
vida matrimonial eterna.
En consecuencia, Génesis 1:1—2:3 es un cuadro del propósito de Dios, y 2:4-25 describe
la manera en que se cumple el propósito de Dios. Estas dos secciones pueden
considerarse como la reproducción de un plano arquitectónico. Lo abarcado entre
Génesis 3 y Apocalipsis 20 se puede considerar como el proceso de edificación, y
Apocalipsis 21 y 22 como una fotografía del edificio terminado.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE DIECIOCHO
LA PRIMERA CAIDA DEL HOMBRE
Me gustan los libros de Génesis y Apocalipsis porque en ellos podemos ver el propósito
de Dios y el cumplimiento del mismo. Estos dos libros también revelan cómo el astuto
enemigo se infiltró y cómo será echado. Los que se conocen como críticos modernos,
que no creen en la Biblia, atacan principalmente los libros de Génesis y de Apocalipsis.
Cuando éramos jóvenes, este alto criticismo era muy predominante, y lo combatíamos
con ahínco. Los partidarios del alto criticismo atacaban los libros de Génesis y de
Apocalipsis porque la serpiente insidiosa descrita en ellos sabía que los demás libros no
la exponían tanto. Si usted desea saber cómo se infiltró la serpiente y cuál será su
destino, debe leer los primeros capítulos de Génesis y los últimos de Apocalipsis.
Apocalipsis 12:9 menciona a “la serpiente antigua, que se llama el diablo y Satanás”. La
palabra “antigua” que describe a la serpiente se refiere a la época de Génesis 3. Por
consiguiente, si no tuviéramos los libros de Génesis y de Apocalipsis, la astuta serpiente
no quedaría plenamente expuesta. Es por esto que la serpiente inventó la supuesta
crítica moderna en una tentativa de desacreditar esos dos libros.
En Génesis 1 y 2 vemos un huerto, y en Apocalipsis 21 y 22 tenemos una ciudad.
Mediante la transformación y la edificación, el huerto se convierte en una ciudad. Entre
Génesis 2 y Apocalipsis 21 transcurren muchas épocas o dispensaciones. La serpiente
apareció por primera vez en Génesis 3 y desde aquel entonces ha estado activa; nunca
duerme. En el transcurso de las generaciones, a partir de Génesis 3, la serpiente ha
trabajado constantemente. Si usted lee la Biblia con detenimiento, verá que la serpiente
se infiltró en Génesis 3 y que en Apocalipsis 20:10 será echada al lago de fuego. Satanás
siempre ha estado activo en todas las edades o dispensaciones. En la primera
dispensación, es decir, la primera forma en que Dios se comunicó con el hombre,
Satanás estuvo presente. Satanás no sólo corrompió a la primera pareja humana, sino
que ha venido corrompiendo al hombre en todas las dispensaciones sucesivas. Cuando
Dios inició otra edad o dispensación, Satanás estaba allí para perjudicar a la gente. Siglo
tras siglo y dispensación tras dispensación, Satanás ha estado presente, intentando
hacer creer que Dios no puede controlar la situación. Sin embargo, éste no es el caso.
Dios es grande. Sólo necesitamos darle un poco de tiempo. Para Dios mil años equivalen
a un día. Para El, el período que se extiende desde la creación de Adán hasta el presente
constituye en realidad menos de seis días. Debemos ser pacientes cuando se trata de El.
Cuando llegamos a la dispensación de la iglesia, vemos el conflicto más intenso entre
Satanás y el hombre. ¡Qué batalla! El libro de Apocalipsis nos muestra que en las
iglesias, Dios ha obtenido un grupo de vencedores que derrotarán a Satanás. Al final de
esta dispensación, el Señor Jesús regresará victorioso. El Señor Jesús no ha podido
regresar porque todavía no existe ningún terreno de victoria sobre el cual El pueda
apoyar Sus pies. El está esperando eso. Los vencedores establecerán un frente de ataque
para que el Cristo glorioso vuelva victorioso. Según Apocalipsis 12, primero Satanás será
vencido por los vencedores. Entonces, cuando vuelva el Señor, Satanás será atado y
echado al pozo sin fondo (Ap. 20:1-3). Por último será echado al lago de fuego (Ap.
20:10).
En Génesis 3 Satanás se introdujo, y en Apocalipsis 20 él será echado. Inmediatamente
después de los dos primeros capítulos de Génesis, Satanás se introdujo, e
inmediatamente antes de los dos últimos capítulos de Apocalipsis será expulsado. Por lo
tanto, en toda la Biblia encontramos solamente cuatro capítulos en los cuales no vemos
ningún indicio del enemigo que contamina. Aparte de estos cuatro capítulos, él ha
contaminado todas las épocas y todo el espacio. Sólo Génesis 1 y 2 y Apocalipsis 21 y 22
están libres de la contaminación de Satanás. Entre Génesis 2 y Apocalipsis 21 vemos
todas las actividades de la astuta serpiente. ¿Ha observado usted que Satanás apareció
inmediatamente después de los primeros dos capítulos de Génesis y que será echado en
el lago de fuego antes de los últimos dos capítulos de Apocalipsis? En este mensaje
queremos considerar cómo se introdujo el astuto enemigo.
Como vimos, Génesis 1 revela el propósito eterno de Dios y el deseo de Su corazón, y
Génesis 2 revela la manera en que Dios cumple Su propósito. No obstante, Satanás se
introdujo antes de que Dios pudiese cumplir Su propósito. En todas las cosas, Satanás
intenta ser el primero. Todo lo que es auténtico puede permitirse alguna lentitud, pero
lo falso siempre actúa con prisa. Por consiguiente, en muchos asuntos no nos conviene
actuar desde el comienzo. Supongamos que un pequeño niño acude a su padre y le dice:
“Papá, quiero comprar un juguete nuevo”. El padre debería contestarle: “Hijo, espera
dos días. Veamos qué dice el Señor”. Tal vez sea mejor esperar dos días más. Puesto que
Satanás está siempre apurado, nunca deberíamos aceptar la primera propuesta. Si un
hermano acude a usted buscando una respuesta acerca de cierto asunto, no conteste
inmediatamente. Tal vez esta pregunta sea un ejemplo de la actividad apresurada de
Satanás. Usted debe esperar un poco. Después de algunos días, ese hermano tal vez
cambie de opinión. He visto que eso sucede muchas veces. La disposición de los jóvenes
es muy activa; ellos tienen un carácter apresurado. Les gusta actuar rápidamente y
obtener respuestas en seguida. Esta prisa se origina en la serpiente sagaz. Si usted
espera, Dios intervendrá. En la mayoría de los casos Dios no está presente al principio.
La serpiente actuará siempre antes de Dios para intentar vencerlo.
Génesis 3 nos muestra que Satanás fue el primero en actuar. La Biblia contiene el
principio de la primera mención. Todo lo que se menciona en primer lugar en un campo
dado, establece el principio para todas las demás veces que ese asunto se mencione. Por
tanto, Génesis 3, donde se menciona por primera vez la actividad de Satanás, revela el
principio de que Satanás se trata de anteponer a Dios.
IV. LA CAIDA DEL HOMBRE, 3:1—11:9
Según Génesis, del capítulo 3 al 11, la humanidad experimentó cuatro caídas. En este
mensaje, consideraremos la primera de ellas.
A. La primera caída
La mayoría de la gente sabe por lo menos algo de la Biblia. Incluso algunas personas que
no son cristianas saben que Adán y Eva comieron el fruto del árbol del conocimiento. No
obstante, son pocos (incluso entre los cristianos) los que conocen el significado de la
primera caída del hombre. Por tanto, debemos abordar este tema desde tres
perspectivas. Primero, debemos determinar la causa de la caída. ¿Cuál fue la causa o el
factor fundamental de la caída del hombre? Segundo, debemos conocer el proceso o la
manera en que sucedió la primera caída. Tercero, debemos descubrir el resultado de la
primera caída del hombre. Esta es la carga que tengo en este mensaje. Me doy cuenta de
que se trata de un mensaje difícil porque estamos en la batalla. El enemigo está dentro
de nosotros. Aun el conocimiento que tenemos ahora de Génesis 3 puede estorbarnos e
impedirnos penetrar en las profundidades de este capítulo. Debemos escudriñar las
profundidades del significado de la primera caída del hombre y no mirarla
superficialmente.
1. La causa
a. La tentación de la serpiente
Si yo les preguntara a cuál fue la causa de la primera caída del hombre, indudablemente
contestarían que la causa fue Satanás. Eso es correcto. No obstante, no deberíamos
echarle toda la culpa a Satanás. Como lo veremos, la causa de la primera caída del
hombre no fue principalmente Satanás, sino el hombre mismo. Podemos comparar esto
con un resfriado. Para resfriarse uno, debe estar expuesto al aire frío. Sin embargo, el
aire frío en sí no es suficiente para causar un resfriado. Uno debe tener los microbios del
catarro. Una silla no puede resfriarse, aun cuando esté expuesta a una corriente de aire
frío porque es inmune a los microbios del resfriado. Nosotros nos podemos resfriar
fácilmente porque tenemos los microbios que producen el resfriado. No deberíamos
culpar al aire frío, pues la mayor parte de la culpa la tienen los microbios que causan el
resfriado. Del mismo modo, no debemos culpar a Satanás por la caída, puesto que la
mayor parte de la responsabilidad recae sobre el hombre. Aún así, puse a Satanás como
la primera causa de la caída del hombre. Satanás fue el factor inicial de esta caída.
Satanás no es más que Satanás. Jamás debemos esperar que mejore ni que sea diferente.
1) “El tentador”
Satanás tiene un nombre específico, a saber: “el tentador” (Mt. 4:3). Adondequiera que
vaya, él actúa como tentador, pues él es así por disposición y constitución. El Señor
Jesús lo llamó mentiroso, diciendo: “Cuando habla mentira, de lo suyo habla; porque es
mentiroso, y padre de mentira” (Jn. 8:44). Todo lo que proviene de Satanás es una
mentira. Nunca debemos esperar que mejore. Debemos mantenernos lejos de él.
a) “El diablo” mismo
En la Biblia, a Satanás se le llama “el diablo” (Ap. 12:9; 20:2) que significa “el
calumniador”. El calumnia a Dios ante los hombres, y calumnia al hombre ante Dios.
Las palabras con que se dirigió a Eva llevaban implícita cierta calumnia en contra de
Dios (v. 5). Su calumnia siempre es una mentira. Mediante sus calumnias él tienta al
hombre, y fue así como tentó a Eva.
b) “La serpiente”, la encarnación del diablo
Cuando Satanás se acercó a Eva fue muy astuto, pues fingió ser lo que no era y apareció
por medio de una especie de encarnación. Cuando el Señor se encarnó, El era Dios
hecho hombre. Aunque todos podían ver al hombre, pocos sabían que ese hombre era
Dios. Antes de que Dios mismo se encarnara, Satanás se le adelantó al encarnarse. En
Juan 1 Dios se encarnó; Satanás se encarnó en Génesis 3. En muchas cosas que Dios
emprendió, Satanás se le adelantó tratando de hacer algo parecido. Por consiguiente,
antes de que Dios se encarnara, Satanás se encarnó como serpiente astuta.
La serpiente era astuta. Esto significa que era sagaz, hábil e insidiosa. Ella se hizo pasar
por lo que no era a fin de engañar a Eva. Debemos cuidarnos de la astucia. Debemos
tener cuidado con quienes son sagaces, pues son presa fácil de la serpiente. Satanás no
tomó la forma de una tortuga, porque la tortuga es tonta. Debemos desconfiar de todo lo
astuto y hábil, porque Satanás se puede esconder en ello.
De modo que exteriormente Satanás fue el causante de la primera caída del hombre.
Como lo veremos más adelante, la causa interior de la caída fue el hombre mismo.
2) La manera de tentar
Espero que especialmente los jóvenes tomen a pecho estos puntos. Estos puntos son
principios fundamentales.
Satanás empieza a tentar al hombre haciéndole una propuesta (vs. 1, 4), algo que ponga
en duda la Palabra de Dios. Satanás siempre intentará tentarlo a usted, seducirlo y
atraparlo haciéndole propuestas que pongan en duda la Palabra de Dios. Cada vez que
usted dude de la Palabra de Dios, debe darse cuenta de que esa duda no proviene de
usted sino de la serpiente. Hace años leí un artículo de un ministro bautista de los
Estados Unidos, en el cual él escribía: “El signo de interrogación tiene la forma de una
serpiente que se levanta y pregunta: ‘¿Conque Dios ha dicho?‘ ” No debemos poner en
duda ninguna palabra de la Biblia; más bien debemos decir “Amén” a cada palabra.
Decir “Amén” es seguro, pero dudar es peligroso. Una duda acerca de la Palabra de Dios
es una sugerencia que se origina en el tentador.
La propuesta de Satanás siempre incita al hombre a dudar de la Palabra de Dios y de los
motivos de Dios. El insidioso enemigo es semejante a un escorpión, y sus preguntas son
como el veneno que contiene su ponzoña. La serpiente le dijo a Eva: “No moriréis”. En
realidad, la serpiente le estaba diciendo a Eva: “¿Por qué te ha prohibido Dios comer del
árbol del conocimiento? Porque El sabe que cuando comas del árbol, serás como El.
Serás tan sabia como Dios”. Estas palabras eran venenosas, eran el veneno de la
ponzoña del escorpión. Eva fue picada, y el veneno le fue inyectado. Así que ella miró el
árbol del conocimiento y lo encontró agradable y bueno (v. 6). Esta fue la manera en que
Satanás la tentó.
b. La mujer asumió la posición de la cabeza
Ahora debemos ver la causa interna de la primera caída del hombre. Quiero hacer
hincapié en esto. La causa interna de la caída del hombre fue el hecho de que la mujer
asumió la posición de la cabeza (vs. 2-3, 6). Eva fue engañada por la serpiente porque se
olvidó de su marido. El diablo era astuto, y sabía que la mujer era más débil que el
hombre (1 P. 3:7), y por eso la escogió como blanco. Estar allí hablando con la serpiente
constituía en sí una equivocación, independientemente de lo que dijera, pues indicaba
que ella había asumido la posición de la cabeza. Ella habría evitado eso si no hubiera
hablado con el maligno, se hubiera vuelto a su marido y se hubiera escondido detrás de
él. Si Eva hubiera hecho eso, el astuto enemigo habría quedado imposibilitado. Por
consiguiente, la causa fundamental de la primera caída del hombre fue el hecho de que
la esposa asumió la autoridad. A pesar de tener un marido, ella actuó por su propia
cuenta.
1) El significado de la mujer
La mayor importancia de la mujer consiste en que ella representa al hombre delante de
Dios. En el estudio-vida de Romanos 7, hicimos notar que Isaías 54:5 dice: “Porque tu
marido es tu Hacedor”. Dios es el hombre único y universal. Todos nosotros formamos
parte de Su esposa, no importa si somos hombres o mujeres. La posición del hombre no
es la posición de marido, sino la posición de esposa. Dios es nuestro marido. Dios como
cabeza tiene la autoridad, y no nosotros, ni siquiera los varones. Delante de Dios, la
posición de los hermanos es la misma que la de las hermanas. Tanto las hermanas como
los hermanos son mujeres a los ojos de Dios.
2) La posición de la mujer
Dios es nuestro marido y nuestra cabeza, y siempre debemos mantenernos bajo Su
autoridad y resguardo. La mujer debe cubrirse la cabeza y nunca asumir la posición de
cabeza (1 Co. 11:3, 5, 14-15). Ya que Dios es nuestra cabeza, siempre debemos acudir a
El. Por la misericordia del Señor, he aprendido de El. Si yo hubiera sido Eva en el huerto
y el diablo se me hubiera presentado a mí, ni siquiera lo habría mirado. Me habría
vuelto a mi marido y me habría escondido detrás de él. Habría dejado que Adán fuese la
cabeza y que ejerciera su autoridad como tal. Entonces no habría ocurrido ningún
problema.
3) El fracaso de la mujer
El fracaso de la mujer consistió en ponerse por encima del hombre asumiendo la
autoridad (cfr. 1 Ti. 2:14). El fracaso de Eva tipifica el hecho de que el hombre asumió la
autoridad e indica que se puso por encima de Dios y lo hizo a un lado. Este principio
sigue vigente aun hoy. Cada vez que actuamos por nuestra cuenta, poniendo al Señor a
un lado, somos vencidos. Si intentamos obtener una victoria por nuestra cuenta, ese
esfuerzo será un fracaso porque nos aparta de nuestro marido, nuestra cabeza. Nunca
haga nada por sí mismo. Hacer algo por sí mismo significa asumir la autoridad y
olvidarse de la posición de esposa. Deberíamos ser sabios y nunca tomar la posición de
marido.
En el huerto Eva era nuestro representante. Casi todos nosotros hemos actuado como
ella alguna vez. Hemos llegado a ser Eva. Nosotros enfrentamos cualquier situación por
nuestra propia cuenta. Por mucho que hubiéramos orado, nos olvidamos de nuestro
marido y actuamos como si no tuviésemos marido cuando se presenta un problema.
¿Por qué no se vuelve usted a su marido? ¿Por qué siempre se enfrenta solo a las
tentaciones? Al enfrentarse solo a las situaciones, queda apartado de su marido. Esta fue
la causa fundamental de la primera caída del hombre. Como ministro de la Palabra,
debo aprender la lección de no hablar por mi cuenta. Mientras hablo, debo depender de
mi marido. Debo esconderme en El y ser uno con El. Si no hago eso, me convertiré en
otra Eva y seré derrotado.
Ahora podemos ver que no debemos echarle toda la culpa a Satanás. Debemos
culparnos a nosotros mismos por haber asumido la autoridad y no haber respetado a
nuestro marido. Hemos asumido la posición de la cabeza olvidando que somos la
esposa. Cuando las madres educan a sus hijos, pueden hacerlo de manera
independiente. Pueden decir: “Yo sé cómo cuidar a los niños. He sido madre por años.
Sé lo que debo hacer y cómo hacerlo”. Si adoptan esta actitud, se convertirán
inmediatamente en Eva. Aunque pueden hacer un buen trabajo, ya están vencidas.
Debemos recordar el principio de la primera caída del hombre: el hombre renunció a la
autoridad de esposa y asumió la posición de marido, haciéndose la cabeza y el marido.
No importa si nuestros esfuerzos tienen éxito o fracasan. En tanto que nos apartemos de
Dios y pensemos que podemos actuar aparte de El, ya estamos derrotados. Debemos ver
eso.
Podemos experimentar eso cuando lidiamos con nuestro enojo. Ser vencido por la ira es
algo insignificante. Pero si intentamos vencer nuestro mal genio con nuestra propia
capacidad, cometemos un pecado. Este intento es un gran pecado. Intentar vencer la ira
indica que estamos asumiendo la autoridad. Usted debe aprender a decir: “Señor, no me
preocupo por vencer mi enojo. Señor, dependo de Ti en este asunto. Vencer mi enojo no
es responsabilidad mía. Señor, yo no soy el marido. Tú eres mi marido y dependo
solamente de Ti. No pretendo tener la autoridad. Señor, Tú eres mi cabeza. Señor,
encárgate de mi enojo”. Si todos aprendemos esta lección y mantenemos esta posición
delante de Dios, desaparecerá nuestro enojo, y el diablo será vencido. Debemos
aprender este principio fundamental.
2. El proceso
a. No usaron el espíritu
Adán y Eva fracasaron porque no usaron el espíritu. Si Eva se hubiera vuelto al espíritu,
no habría tenido ningún problema. Nuestro marido está en nuestro espíritu. No
obstante, si permanecemos en nuestra mente, eso significa que estamos asumiendo la
autoridad y fijando nuestra mente en comportarnos de manera independiente. Esto es
pecaminoso y terrible. Debemos darnos cuenta de que nuestro marido está en nuestro
espíritu, y, por consiguiente, debemos ejercitar nuestro espíritu. Aun cuando brote la ira
dentro de usted, debe volverse al espíritu. Aunque diga que es difícil hacerlo en esa
circunstancia, yo contestaría que en esos momentos difíciles es aún más necesario
volverse uno a su espíritu. No intente vencer su ira; vuélvase al espíritu; aprenda a usar
su espíritu. Todos los cristianos saben cómo orar y pedir a Dios que les ayude, pero son
pocos los que saben que tienen un espíritu al cual pueden volverse. Tenemos dicho
órgano, y éste tiene una función maravillosa. Puesto que Dios está en nuestro espíritu,
debemos volvernos a éste. Si aprendemos a volvernos a nuestro espíritu y a ejercitarlo
en toda situación, los resultados serán maravillosos.
¿Cómo sabe usted cuándo está usando su espíritu? Es muy fácil. Cada vez que haga algo
o se relacione con una persona sin estar con Dios, no está usando su espíritu. No
importa lo que haga usted, si se independiza de Dios y no se relaciona con El mientras lo
hace, entonces usted no está en el espíritu. Tenga la plena certeza de que en tal caso
usted sufrirá pérdida. Todos debemos aprender a mantener contacto con Dios en todas
las cosas. Cuando tenemos contacto con Dios, estamos en nuestro espíritu. Cuando
camino, uso mis pies; cuando miro, uso mis ojos; y cuando tengo contacto con Dios, uso
mi espíritu, puesto que mi espíritu es el órgano con el cual me relaciono con El (Jn.
4:24). Si veo, eso significa que uso mis ojos. Del mismo modo, si me relaciono con Dios,
debo de estar ejercitando mi espíritu. Esto es algo preciosísimo en nuestro diario andar,
y todos debemos aprender a practicarlo.
Por tanto, el primer paso del proceso de la caída del hombre fue que éste no usó el
espíritu. Adán y Eva no se mantuvieron en contacto con Dios al comer del árbol del
conocimiento, sino que prestaron atención a cosas que no eran Dios y no tomaron a
Dios como cabeza.
b. Ejercitó el alma
El hombre no usó su espíritu, sino que ejercitó su alma, lo cual indica que el hombre,
representado por el alma, asumió la autoridad. A menudo la gente se niega a orar o a
ejercitar su espíritu, y más bien piensa, considera y estudia. Les resulta difícil orar
porque su mente está muy activa y llena de pensamientos. Son incapaces de sosegar su
mente. Todos nosotros hemos pasado por esta situación. A muchas esposas cristianas
les es fácil hablar. Hablan a sus maridos, a sus amigos y a sus parientes. No obstante, si
uno les pide que oren, les cuesta hacerlo porque han ejercitado mucho su alma. La mejor
lección que podemos aprender es tener calmada nuestra mente. Si podemos parar
nuestros pensamientos y volver a la oración, eso demuestra que somos personas que
andan con el Señor y viven en Su presencia. Ahora bien, si usted es una persona
habladora y con una mente muy activa, le será difícil estarse quieto durante algunos
minutos para orar. Una persona así ejercita su alma continuamente.
Durante el proceso de la caída, Eva ejercitó su alma. Mientras hablaba con la serpiente,
su mente razonaba (vs. 2-3). Entonces a su parte emotiva le agradó el fruto del árbol del
conocimiento (v. 6). Por último, su voluntad tomó la decisión de alcanzar el fruto y
comerlo (v. 6). Nuestra experiencia es la misma. Cuando nos tienta algo, nuestra mente
razona y considera, nuestra parte emotiva es estimulada y acaba por amar aquello, y
nuestra voluntad toma la decisión. Nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra
voluntad constituyen nuestra alma. No deberíamos confiar en ninguna de ellas. No
confíe en su mente, ni en su parte emotiva ni en su voluntad; más bien vuelva todo su
ser al espíritu. Mientras piensa en algunos asuntos, debe volverse a su espíritu.
Podemos usar como ejemplo el ir de compras. Muchas veces cuando un hermano o una
hermana va de compras y ve un artículo en particular que desea, razona dentro de sí:
“Necesito eso. Ahora está en realización y está bastante barato. Esta es mi única
oportunidad de comprarlo a ese precio”. Cuanto más razona acerca del artículo, más
precioso llega a ser. Todos lo hemos experimentado. Sin embargo, cuando compramos el
artículo y lo traemos a casa, pierde rápidamente su atracción y nos arrepentimos.
Mientras usted estaba razonando, la pequeña serpiente estaba presente, excitando la
parte emotiva suya, fortaleciendo su voluntad y diciendo: “Cómpralo”. Cada vez que
usted se encuentre en esa situación, debe darse cuenta de que está repitiendo la historia
de Eva. No debemos burlarnos de Eva, pues nuestro hogar es el huerto de Edén y a veces
nosotros somos Eva. Muchas hermanas no son Marta, ni María ni Rut, sino Eva.
Algunas hermanas escogen el nombre de María, pero parece que nadie prefiere el
nombre de Eva. ¿Cuáles eran las características de María? Ella estaba tranquila en la
presencia del Señor, y no razonaba demasiado. Todos nosotros debemos aprender esta
lección fundamental.
c. El cuerpo actuó
El tercer paso del proceso de la caída fue la acción del cuerpo. Cuando descuidamos el
espíritu y ejercitamos el alma, el cuerpo se convierte en esclavo de nuestros propósitos.
El ojo ve, la mano toma y la boca come. Si en el asunto de ir de compras nos olvidamos
de nuestro espíritu y usamos nuestra alma, nuestro cuerpo nos llevará a la tienda.
3. El resultado
Es muy importante que entendamos cuál fue el resultado de la primera caída del
hombre. Si conocemos el resultado, entenderemos cuál es nuestra condición y qué
somos hoy en día.
a. El alma se corrompió
El primer resultado de la caída fue que el alma del hombre se corrompió, se contaminó y
quedó arruinada. Fue contaminada porque aceptó el pensamiento y las palabras del
diablo (v. 7). Eva no debía haber hablado con el maligno, pues mientras hablaba con él,
el pensamiento inicuo de él entró en la mente de ella. Por tanto, aun antes de que Eva
participara del árbol del conocimiento, su mente ya estaba contaminada con el
pensamiento del enemigo. No piense que Eva no fue contaminada antes de tomar del
árbol del conocimiento. Mientras hablaba con la serpiente, el pensamiento de la
serpiente penetró en su mente y la ensució. Por consiguiente, su mente quedó
arruinada. Por último, la mente de ella fue completamente contaminada cuando comió
del fruto del árbol del conocimiento.
b. El cuerpo cambió de naturaleza
Entonces el cuerpo cambió de naturaleza por haber adquirido el elemento del árbol del
conocimiento, el elemento de Satanás, el cual lo convirtió en la carne (v. 7).
Originalmente el cuerpo humano era un vaso puro que contenía una sola esencia, el
elemento creado por Dios. Al comer del fruto del árbol del conocimiento, un elemento
ajeno fue inyectado en el cuerpo humano, y lo convirtió en la carne. El cuerpo que
originalmente era puro e inmaculado contiene ahora el elemento maligno de Satanás.
Según Romanos 7, este elemento es el pecado que mora en nosotros y habita en la carne
del hombre. En Romanos 7:17 Pablo dice: “Ya no soy quien obra aquello, sino el pecado
que mora en mí”. Aquella substancia maligna, la naturaleza del pecado que contaminó
nuestro cuerpo, todavía mora en nuestra carne. De modo que no debemos confiar en
nuestra carne porque ha sido completamente ocupada y saturada con el pecado de
Satanás.
Podemos usar una parábola para mostrar esto. La madre de un niño le prohibió tocar
cierta botella porque ésta contenía veneno. Un día, mientras la madre estaba fuera de
casa, el niño tomó la botella y bebió del veneno que contenía. El transgredió la
prohibición de su madre, pero en realidad eso era algo insignificante. Lo grave era que el
veneno había entrado en su ser. Del mismo modo, el día que el hombre tomó del árbol
del conocimiento, entró una substancia maligna en su cuerpo. Por lo tanto, no se trata
simplemente de una transgresión, sino de un elemento venenoso, el pecado o la
naturaleza del maligno, que entró en el cuerpo humano. Nadie puede refutar el hecho de
que todavía tenemos este elemento maligno en nuestra carne, a pesar de haber sido
salvos por años. Incluso en este momento, mientras usted lee este mensaje, la
substancia del pecado sigue morando en su cuerpo.
c. El espíritu entró en muerte
Como consecuencia de la caída, el espíritu humano quedó en muerte, aislado de Dios y
perdió la función de relacionarse con Dios (vs. 8, 10). Aunque el espíritu fue amortecido,
ni el pecado, ni Satanás mismo entraron en el espíritu del hombre. Le damos gracias al
Señor por eso. No obstante, el espíritu del hombre fue amortecido. Efesios 2 nos dice
que antes de ser salvos, estábamos muertos (vs. 1, 5). ¿En qué parte de nuestro ser
estábamos muertos? No estábamos muertos en nuestro cuerpo ni en nuestra alma, sino
en nuestro espíritu. ¿Qué significa estar muerto? Estar muerto significa simplemente
carecer de función o de sensibilidad. Si mi mano no funciona, es una mano muerta.
Todos tenemos un espíritu humano desde que fuimos creados por Dios (Zac. 12:1), y con
este espíritu podemos percibir a Dios y tener contacto con El. Sin embargo, como
resultado de la caída, el espíritu humano entró en muerte, sin función ni sensibilidad y
desprovisto de la capacidad de tocar a Dios. Se le puso fin a la función del espíritu
humano, la de tener contacto con Dios. Cuando nos arrepentimos y aplicamos la sangre
redentora para que nuestra conciencia fuera purificada, nuestro espíritu muerto fue
revivido. Entonces nuestro espíritu empezó a sentir a Dios y a relacionarse con El. Ahora
cuanto más decimos: “Señor Jesús, te amo”, más avivado es nuestro espíritu. Cuanto
más oramos: “Señor, límpiame, lávame y cúbreme con Tu sangre prevaleciente”, y
cuando más confesamos nuestros pecados y alabamos al Señor, más viviente será
nuestro espíritu.
Debido a la caída, el alma del hombre se corrompió, su cuerpo cambió de naturaleza y su
espíritu fue amortecido, perdiendo así la función de relacionarse con Dios. Debemos
entender que éste no fue simplemente un asunto de transgresión exterior, sino algo que
perjudicó interiormente al ser humano. Cada una de las tres partes del hombre —el
cuerpo, el alma y el espíritu— fue afectada por la caída. El cuerpo cambió de naturaleza,
el alma se contaminó, y el espíritu fue amortecido. Todos estábamos en esa condición. Si
usted no es salvo, sigue en esa condición. Su cuerpo es habitado por el pecado, su mente
es corrompida, su alma es contaminada, y su espíritu es amortecido. Cuánto
agradecemos a Dios por habernos redimido y lavado mediante la sangre de Cristo, por
haber avivado nuestro espíritu, por haber puesto nuestra alma bajo el proceso de
renovación y transformación, y porque nuestro cuerpo estará sometido a nuestro
espíritu.
d. Fue constituido pecador
El hombre caído fue constituido pecador (Ro. 5:19). Dentro del ser del hombre caído
existe cierta constitución, y el principal elemento de esta constitución es la naturaleza
satánica. La naturaleza satánica entró en el ser humano, y llegó a ser el elemento que lo
constituye pecador. No piense que usted es pecador simplemente porque está mal o que
es pecaminoso solamente en sus obras exteriores, en su comportamiento. Antes de hacer
algo pecaminoso, ya somos pecadores. Si el árbol no está corrompido, no puede
producir fruto maligno (Mt. 7:17-18). Del mismo modo, si usted no es pecador, no puede
pecar. Un árbol no es corrupto porque produce frutos malos, sino que produce frutos
malos porque es corrupto. Del mismo modo, no somos pecadores porque pecamos, sino
que pecamos porque somos pecadores, porque fuimos constituidos pecadores. Por ser
pecadores, tenemos la función de pecar.
Nosotros fuimos constituidos pecadores y, como tales, tenemos la vida maligna de
Satanás en nosotros. Esto es lo que Pablo describe como “el pecado que mora en mí” y
“el mal está conmigo” (Ro. 7:17, 20, 21). Pablo descubrió que había un elemento maligno
dentro de él y lo llamó “el pecado que mora en mí”. Pablo aprendió que cuando trataba
de hacer el bien, el mal estaba en él. La palabra griega traducida “el mal” en Romanos
7:21 es kakos, una palabra que denota maligno en carácter. Esto debe de referirse al
carácter maligno del propio Satanás. Cada vez que intentamos hacer el bien, “el mal”
está presente en nosotros. Tenemos una vida de pecado dentro de nosotros y, como
resultado, hemos sido constituidos pecadores.
e. Fue condenado
Por haber trasgredido la prohibición de Dios, no sólo tenemos un elemento pecaminoso
dentro de nosotros, sino también un caso judicial exteriormente (Ro. 5:18). Tenemos un
caso en la corte celestial, un caso que fue provocado por Adán, y no por nosotros. Todos
estábamos en Adán; por tanto, este caso no sólo concierne a Adán, sino a todos
nosotros.
f. Trajo la maldición
La primera caída del hombre trajo la maldición (vs. 17-19). Podemos contar los puntos
de la maldición: la maldición misma, el dolor, las espinas, los abrojos y el sudor. Estos
son los aspectos de la maldición. Aunque somos cristianos, con frecuencia nos
enfrentamos con circunstancias difíciles al procurar ganarnos la vida. En los cultivos, la
cosecha no crece rápidamente, pero la cizaña sí. ¿Qué hace crecer la cizaña? La
quitamos un día y reaparece pronto. Esto demuestra que la tierra fue maldita hace miles
de años. Además, sudamos en casi todo lo que hacemos. Sin sudor, parece que no
podemos cumplir nada. El sudor es la señal de que el hombre está bajo la maldición.
g. Fue echado del paraíso
Como resultado de la caída, el hombre también fue echado del paraíso, la esfera de la
vida (vs. 23-24). El paraíso era la esfera de la vida, pues incluía el árbol de la vida y en
ella el hombre puede recibir vida. Por tanto, ser echado del paraíso significa ser
apartado de la esfera de la vida.
Génesis 3:23-24 nos muestra que cuando el hombre fue expulsado del huerto, Dios puso
un querubín con espada de fuego para preservar el árbol de la vida. El querubín
representaba la gloria de Dios, la espada Su justicia, y la llama de fuego Su santidad.
Esto significa que la gloria, la justicia y la santidad de Dios preservaban la esfera de la
vida e impedían la entrada al hombre pecador hasta que viniera el Señor Jesús. El Señor
Jesús murió en la cruz para cumplir todos los requisitos de la gloria, la justicia y la
santidad de Dios abriéndonos así el camino a fin de que entremos nuevamente en la
esfera de la vida. Ahora tenemos un camino nuevo y vivo para entrar en el Lugar
Santísimo y tener acceso al árbol vivo, el árbol de la vida (He. 10:19-20).
h. Trajo la muerte
El resultado final de la primera caída del hombre fue la muerte (Gn. 3:19; 5:5; Ro. 5:12).
Primero, el espíritu humano fue amortecido y, con el tiempo, su cuerpo muere. Con la
transgresión de Adán entraron el pecado y la muerte en el mundo por medio del pecado.
La muerte reina sobre todos los hombres (Ro. 5:14, 17). Por tanto, “en Adán todos
mueren” (1 Co. 15:22).
b. Juzgó a la serpiente
Cuando Dios se presentó a Adán y a Eva, El les hizo preguntas, pero cuando se dirigió a
la serpiente no hizo ninguna pregunta. El condenó inmediatamente a la serpiente. Dios
no le preguntó a la serpiente: “¿Serpiente, hiciste eso?” Cuando Dios se presentó a Adán,
le preguntó: “¿Dónde estás tú?” (v. 9). También le preguntó: “¿Quién te enseñó que
estabas desnudo?” y: “¿Comiste del árbol, de que te mandé no comieses?” (v. 11). Dios
también le preguntó a la mujer: “¿Qué hiciste?” (v. 13). Dios les hizo todas estas
preguntas a Adán y Eva no porque tuviese la intención de condenarlos, sino para
incitarlos a confesarse. Sin embargo, cuando Dios se dirigió a la serpiente no le preguntó
nada. Le dijo: “Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos
los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu
vida” (v. 14). Este fue el juicio de Dios sobre la serpiente.
1) Se arrastra sobre el pecho:
limitado a moverse en la tierra
Andar sobre el pecho y comer del polvo todos los días de su vida fue indudablemente
una maldición. En esta maldición pronunciada sobre la serpiente, hay algo escondido e
implícito. Con el juicio que Dios pronunció sobre la serpiente, limitó la actividad y el
mover de Satanás a la tierra. Un ave está libre y puede elevarse por los aires cada que lo
desee. Pero la serpiente no tiene esa libertad, sino que está restringida a la tierra.
Cuando estamos por encima de la tierra, la serpiente, o sea, el diablo, Satanás, no puede
tocarnos. Cuando trascendemos esta esfera, estamos por encima de El. Pero si también
nos arrastramos sobre la tierra, estaremos donde él está. Seremos su compañero y nos
arrastraremos con él y con todas las demás cosas rastreras. Sin embargo, no nos
estamos arrastrando sobre esta tierra; trascendemos este nivel.
2) Come del polvo:
limitado a comer cosas terrenales
La serpiente fue limitada a comer solamente el polvo; éste fue el segundo aspecto de la
maldición pronunciada sobre la serpiente. La comida de la serpiente es el polvo. Fuimos
hechos del polvo. Si somos terrenales, y vivimos de una manera terrenal, nos
convertimos en la comida de la serpiente y ésta nos devorará (1 P. 5:8). Si usted es una
persona terrenal que vive con su cónyuge de manera terrenal, se convertirá
inmediatamente en comida para el diablo. Muchas familias son completamente
devoradas por el diablo porque son muy terrenales. ¿Por qué su vida matrimonial
aparentemente es devorada por el diablo? Porque su vida matrimonial es terrenal y está
llena de polvo.
Al condenar a la serpiente, Dios limitó a Satanás: la serpiente no puede moverse por
encima del nivel de la tierra y sólo puede comer polvo. Dios creó al hombre con espíritu,
alma y cuerpo. El cuerpo y el alma son terrenales, pero el espíritu no lo es. Nuestro
espíritu, por no ser terrenal, no es comida para Satanás. A la serpiente sólo se le permite
comer del polvo. Nuestro cuerpo y alma caídos constituyen la comida de Satanás, pero
nuestro espíritu es diferente. El espíritu humano no es terrenal; por tanto, no es la
comida de Satanás. Cada vez que andamos en nuestra carne nos convertimos en una
suculenta comida para Satanás, y cada vez que somos anímicos somos comida para el
diablo. No obstante, cada vez que nos volvemos al espíritu, olvidando el cuerpo y el
alma, Satanás no tiene nada que comer. Cuando nos volvemos al espíritu, Satanás queda
limitado. Alabado sea el Señor por los límites que Dios en Su juicio estableció para la
serpiente.
No tenemos que arrastrarnos sobre la tierra y tampoco tenemos que ser terrenales.
Hermanas, cuando su marido o sus hijos le causen disgustos, no deben permanecer en la
tierra. Pueden ejercitar su espíritu y elevarse inmediatamente a los cielos, y el diablo no
podrá tocarles. La “serpiente” está limitada a la tierra y sólo puede comer cosas
terrenales. Si usted se eleva al tercer cielo dirá: “Satanás, ¿qué estás haciendo allí? Estás
jugando con mi marido y con mis hijos traviesos. Satanás, estoy aquí en el tercer cielo, y
tú no puedes tocarme. No puedes devorarme. Puedo aplastarte debajo de mis pies”. “El
Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies” (Ro. 16:20). Si queremos
aplastar a Satanás debemos estar por encima de él. Si nos encontramos debajo de él,
¿cómo puede Dios aplastarlo debajo de nuestros pies? Puesto que “la serpiente” ha sido
limitada a la tierra, nos resulta muy fácil pisarla. Alabado sea el Señor porque al juzgar a
“la serpiente”, Dios predicó el evangelio. Dios ha limitado la actividad y la dieta de
Satanás. Después de pronunciar ese juicio sobre la serpiente, Dios proclamó las buenas
nuevas mencionadas en Génesis 3:15.
c. La promesa hecha al hombre
En Génesis 3:15 vemos la promesa maravillosa que Dios hizo al hombre después de la
caída: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Ciertamente esta promesa es
una buena nueva.
1) El trasfondo
El trasfondo en el que fue dada la promesa de Dios era que el hombre había sido tentado
por la serpiente y había caído en el pecado (v. 13). En aquel tiempo, el hombre temía a
Dios, y esperaba su sentencia de muerte (vs. 8, 10). Sin embargo, Dios no lo condenó. El
juzgó a la serpiente (v. 14).
2) El contenido
a) Puso enemistad entre la serpiente y la mujer
En Génesis 3:15 Dios dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer...” No
nos gusta la palabra enemistad porque no queremos meternos en luchas ni en conflictos,
pero Dios dijo que El pondría enemistad entre la serpiente y la mujer. Dios no abandonó
el control de la situación y no permitió que la mujer y la serpiente se defendieran.
Aparentemente Dios decía: “Controlaré esta situación. Mantendré Mi control sobre
todo. Pondré enemistad entre ti y la mujer”. Pronto veremos quién es la mujer. En
Génesis 3:15 Dios añadió que El pondría enemistad entre la simiente de la serpiente y la
simiente de la mujer; que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, y que
la serpiente heriría el calcañar de la simiente de la mujer. Esto revela que la simiente de
la serpiente y la simiente de la mujer serían enemigas, que la simiente de la mujer
heriría la cabeza de la serpiente, y que la serpiente heriría el calcañar de la simiente de la
mujer. Herir la cabeza de la serpiente significa destruirla y matarla. Génesis 3:15 nos
muestra que la simiente de la mujer destruirá la serpiente, y que la serpiente sólo puede
herir el calcañar de la simiente de la mujer.
Como la mayoría de las cosas mencionadas en Génesis del 1 al 3, Génesis 3:15 es una
semilla, una semilla extremadamente significativa del evangelio. En Génesis 3:15 Dios
proclamó por primera vez Su evangelio pleno. Por consiguiente, debemos detenernos en
este versículo para ver quién es la mujer, quién es la simiente de la serpiente, y quién es
la simiente de la mujer. Debemos familiarizarnos con estas tres clases de personas: la
mujer, la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. Primero, veamos quién es la
mujer.
Como dijimos con anterioridad, en Génesis del 1 al 3 casi todo constituye una semilla y
también una señal o un símbolo. Por consiguiente, debemos presentar la alegoría de este
pasaje de la Palabra santa. Después de leer el mensaje precedente, debemos entender
que la posición adecuada de los seres humanos es la de una mujer. A los ojos de Dios,
todos tenemos la posición de mujer, aunque seamos hombres. Si proclamamos que
somos hombres delante de El, seremos devorados inmediatamente por Satanás.
Indudablemente, la mujer mencionada en Génesis 3:15 es Eva, y representa a todo el
pueblo de Dios, a los que se mantienen en la posición de mujer, confiando en Dios.
Cuando confiamos en Dios, somos Su pueblo, Su esposa. Así que la mujer de Génesis
3:15 es primeramente Eva y en segundo lugar todo el pueblo que depende de Dios y que
confía en El. En resumen, la mujer es todo el pueblo de Dios. Por consiguiente, la
enemistad entre la serpiente y la mujer es la enemistad entre Satanás y Eva, entre
Satanás y todo el pueblo de Dios. Eva representa a todo el pueblo de Dios.
En Apocalipsis 12:1 vemos la señal de una mujer universal. Esta mujer, una gran señal,
está vestida con el sol, tiene la luna debajo de sus pies y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza. Por consiguiente, esta mujer no es una mujer solitaria, local ni
individual; es una mujer universal, una señal que representa todo el pueblo de Dios, de
Adán a Abraham, de Isaac a Moisés, de Moisés a los apóstoles, y de los apóstoles al
tiempo presente. Todo el pueblo de Dios constituye esta mujer y está incluido en ella.
Las doce estrellas representan a los patriarcas, tales como Adán, Abel, Enoc, Abraham y
Jacob. Estos patriarcas eran estrellas que todavía no formaban una unidad. Después de
ellos viene el pueblo de Israel. Por haber vivido en la noche oscura, son representados
por la luna. Pero cuando el Señor Jesús vino, el día amaneció y el sol brilló con fuerza.
Por lo tanto, el pueblo que conforma la iglesia es representado por el sol. De manera que
todo el pueblo de Dios (los patriarcas, Israel en el Antiguo Testamento y la iglesia en el
Nuevo Testamento, incluyendo a todos los creyentes) compone esta mujer universal. La
mujer universal de Apocalipsis 12 estaba representada por la mujer individual, Eva,
mencionada en Génesis 3:15. En Génesis 3 Eva era un símbolo de esta mujer universal.
En las buenas nuevas que Dios anunció en Génesis 3:15, El dijo que pondría enemistad
entre la serpiente y la mujer. Esto significa que en el transcurso de los siglos, Satanás, el
diablo, ha luchado en contra de todo el pueblo de Dios. La serpiente no sólo combatió a
Eva, sino que también ha luchado contra el pueblo de Dios en cada generación. El
asesinato de Abel por mano de su hermano Caín es un ejemplo de esto. En 1 Juan 3:12
se nos muestra que ese asesinato no fue simplemente un crimen perpetrado por Caín,
sino algo hecho por el inicuo, la serpiente. La serpiente usó a Caín para matar a Abel. Si
no ponemos nuestra confianza en Dios, no somos el pueblo de Dios. Si no somos el
pueblo de Dios, nos hallamos en la misma categoría que Satanás, y él no peleará en
contra de nosotros. Pero cuando usted se vuelve a Dios y confía en El, la serpiente lo
atacará inmediatamente. Esta es la enemistad que existe entre la serpiente y la mujer.
b) Puso enemistad entre
la simiente de la serpiente
y la simiente de la mujer
Adán y Eva esperaban la muerte, pensando estar bajo sentencia de muerte. Por
consiguiente, la mención de una simiente vino como buenas nuevas para ellos.
Pensaban que les era imposible tener una simiente porque estaban destinados a morir
inmediatamente. Cuando Adán oyó que la mujer iba a traer simiente, él le dio a su
esposa el nombre de Eva, que significa en hebreo “viviente”. Mientras Adán y Eva
esperaban la condena a muerte con temor y temblor, vino la buena nueva: esta mujer
tendría una simiente, y Adán dijo espontáneamente: “Viviente, no estás muriendo, estás
viva. Tu nombre es Eva. Estás viviendo”. Como vimos en el mensaje diecisiete, cuando
Adán vio a Eva por primera vez en Génesis 2:23, estaba emocionado y dijo: “Esto es
ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne”. En Génesis 3 Adán también se mostró
emocionado. En lugar de recibir la condena a muerte, él oyó el evangelio. Por tanto,
Adán llamó a su esposa “viviente”. Todos hemos oído estas buenas nuevas y todos
debemos llamarnos “vivientes”. Si ustedes me preguntan cómo me llamo, les contestaré
que mi nombre es “viviente”.
Dios predicó el evangelio en el versículo 15, y Adán reaccionó al evangelio en el versículo
20. Si Adán no hubiera reaccionado al evangelio, habría llamado a su esposa “Muerta”,
diciendo: “Pobre mujer, ¿no sabes que eres la causa de la muerte? Tu nombre debería
ser Muerta”. Por el contrario, después de oír a Dios predicar el evangelio, Adán estaba
contento y le dio a su esposa el nombre de Eva: “Viviente”. Hoy en día el mundo entero
está condenado a muerte, y nosotros debemos ir a ellos y proclamar Génesis 3:15.
Cuando la gente oiga las buenas nuevas de Génesis 3:15, reciba el evangelio y responda a
él, gritará: “Ahora vivimos. ¡Alabado sea el Señor!”
(1) La enemistad entre la simiente de la serpiente
y la simiente de la mujer
La simiente de la serpiente es el pueblo que sigue a Satanás. La Biblia usa varios
términos para describirlos. En Mateo 3:7 son llamados “cría de víboras”. En Mateo
13:38 son designados “hijos del maligno”. En Juan 8:44 el Señor Jesús se refirió a ellos y
dijo que pertenecían a su padre, el diablo. En 1 Juan 3 el apóstol Juan dijo que todo
aquel que practica el pecado es del diablo (v. 8); él también usó la expresión “los hijos
del diablo” (v. 10). Todos estos títulos indican que quienes siguen a Satanás son la
simiente de la serpiente. El significado es el mismo, que se llamen cría de víboras, hijos
del maligno, o hijos del diablo: son la simiente de la serpiente y persiguen al Señor Jesús
y a los vencedores y luchan contra ellos.
La simiente de la mujer es el Señor Jesús. Nació de la virgen María (Is. 7:14; Mt. 1:23;
Gá. 4:4). De modo que El es la verdadera simiente de la mujer. El es la simiente
profetizada en las buenas nuevas que Dios mismo proclamó en Génesis 3:15. El es Aquel
que hirió la serpiente. Existe una gran enemistad entre los que siguen a Satanás y el
Señor Jesús.
(2) La simiente de la mujer
hiere la cabeza de la serpiente
El Señor Jesús, la simiente de la mujer, hirió la cabeza de la serpiente. El Señor destruyó
a Satanás, aquel que tiene el poder de la muerte. Hebreos 2:14 y 1 Juan 3:8 lo revelan
claramente.
(3) La serpiente hiere el calcañar
de la simiente de la mujer
Mientras el Señor Jesús destruía la serpiente en la cruz, la serpiente hería su calcañar.
Esto significa que Satanás hirió al Señor Jesús al clavar Sus pies en la cruz (Sal. 22:16).
(4) La enemistad entre la serpiente y los vencedores
¿Quiénes son los vencedores? Como ya hemos visto, la mujer de Génesis 3:15 es, en
primer lugar, Eva y, en segundo lugar, todo el pueblo de Dios, incluyendo a la virgen
María, como lo representa Eva. Por consiguiente, la simiente de la mujer es
principalmente el Señor Jesús, quien nació de María. Sin embargo, podemos ver más
acerca de la simiente de la mujer en Apocalipsis 12. La mujer descrita en Apocalipsis 12
y representada en Génesis 3:15 es una mujer universal, y dentro de ella se encuentra una
parte llamada el hijo varón (Ap. 12:1, 2, 5). En un sentido bíblico, la mujer representa la
debilidad, pues la mujer es el vaso débil (1 P. 3:7). El hombre, especialmente el hijo
varón, representa la fuerza. La mujer universal que se describe en Apocalipsis 12 tiene
dos partes: la parte exterior, que es la mujer misma, y la parte interior, o sea, el hijo
varón. La parte exterior, la mujer, es la parte débil; la parte interior, el hijo varón, es la
parte fuerte. El pueblo de Dios en su totalidad constituye la mujer, quien es bastante
débil, pero entre todo el pueblo de Dios se encuentra una parte fuerte, el hijo varón, los
vencedores. En las iglesias, es posible que algunos santos, por ser parte de la mujer, sean
débiles, pero otros, por ser parte del hijo varón, pueden ser bastante fuertes. Este puede
ser considerado parte de la simiente de la mujer. El hijo varón es la parte fuerte entre el
pueblo de Dios. Todo el pueblo de Dios constituye la mujer, y la parte fuerte del pueblo
de Dios es el hijo varón. Por consiguiente, el hijo varón también forma parte de la
simiente de la mujer.
Me agrada comparar Apocalipsis 12 con Génesis 3. En Génesis 3:15 vemos tres entes
principales: la serpiente, la mujer y la simiente de la mujer. Encontramos estos tres
seres en Apocalipsis 12, donde vemos la serpiente antigua, la mujer universal y el hijo
varón. ¿Ha visto cómo corresponden estos dos capítulos entre sí? La “serpiente antigua”
de Apocalipsis 12:9 es la serpiente de Génesis 3; la mujer universal de Apocalipsis 12:1
es la mujer de Génesis 3:15; y el hijo varón de Apocalipsis 12:5 forma parte de la
simiente de la mujer mencionada también en Génesis 3:15. Si usted no entiende
Apocalipsis 12, no comprenderá completamente Génesis 3:15. Este pequeño versículo
revela tres entes principales: la serpiente, la mujer y la simiente de la mujer. Es difícil
entender estos tres seres sin leer toda la Biblia, incluyendo el Apocalipsis. Cuando
llegamos a Apocalipsis 12, descubrimos que la serpiente de Génesis 3:15 es el diablo,
pues Apocalipsis 12:9 habla de “la serpiente antigua, que se llama el diablo y Satanás”.
La mujer no es solamente Eva, sino todo el pueblo que puso su confianza en Dios,
incluyendo a la virgen María, pues el pueblo de Dios ocupa la posición de mujer delante
de El. Además, vemos que la mujer contiene una parte fuerte llamada el hijo varón. Por
consiguiente, el hijo varón de Apocalipsis 12 forma parte de la simiente de la mujer
mencionada en Génesis 3:15.
Algunos preguntarán quién es el hijo varón. Existen varias enseñanzas al respecto en el
cristianismo. Algunos afirman que el hijo varón es el Señor Jesús. Estoy de acuerdo con
eso en un sentido porque el Señor Jesús es la cabeza, el centro, la realidad, la vida y la
naturaleza del hijo varón. No obstante, este hijo varón no es individual, sino
corporativo. Puesto que la mujer misma no es individual, sino universal y corporativa,
su hijo también debe ser universal y corporativo. El hijo varón corporativo incluye al
Señor Jesús como cabeza, centro, realidad, vida y naturaleza del hijo varón. Las
Escrituras así lo demuestran. En Salmos 2:8-9 se profetiza que el Señor Jesús, el Ungido
de Dios, reinará sobre las naciones con vara de hierro. Apocalipsis 2:26-27 revela que
los vencedores que haya en las iglesias reinarán sobre las naciones con vara de hierro.
Ahora en Apocalipsis 12:5 vemos que el hijo varón reinará sobre todas las naciones con
vara de hierro. Por consiguiente, el relato bíblico revela que tanto el Señor Jesús como
Sus vencedores reinarán sobre las naciones con vara de hierro. En consecuencia, el hijo
varón mencionado en Apocalipsis 12:5 incluye al Señor Jesús y también a los vencedores
que haya en las iglesias. Además, Apocalipsis 20:4 dice que Cristo y los vencedores
resucitados reinarán durante mil años. Así que el hijo varón de Apocalipsis 12 no es el
Señor Jesús como individuo ni los vencedores separados de El, sino el Señor Jesús junto
con los vencedores. Cristo es el vencedor más destacado (Ap. 3:21). Como principal
vencedor, El es la cabeza, el centro, la realidad, la vida y la naturaleza de los vencedores.
Entre el pueblo de Dios en la tierra hay una parte fuerte que incluye al Señor Jesús y a
los vencedores. Por lo tanto, el Señor Jesús y los vencedores componen el hijo varón.
La enemistad que hay entre la serpiente y la simiente de la mujer mencionada en
Génesis 3:15 se manifiesta plenamente en Apocalipsis 12. En Apocalipsis 12 vemos que
la serpiente antigua hace todo lo posible por perjudicar al hijo varón y a la mujer (vs. 4,
13-17). Así la enemistad de Génesis 3:15 se cumple cabalmente.
El Señor Jesús fue un hijo varón; sin embargo, nació de una mujer. ¿Qué significa esto?
Esto significa, en la esfera espiritual, que el Señor Jesús nació de una fuente que
confiaba en Dios. La mujer es la fuente de la simiente, y la simiente, la cual incluye al
hijo varón que vence al enemigo, es más fuerte que la mujer. La fuente del hijo varón es
una mujer, no un hombre. Su fuente es el que confía en Dios, y no quien se declara
independiente de Dios. El hijo varón es la simiente de una mujer que confía en Dios y
que depende de El. El Señor Jesús fue la simiente que provino de esa fuente.
Del mismo modo, todos debemos ser la simiente de la mujer, la simiente de una fuente
que depende de Dios. Si pretendemos ser un hombre delante de Dios, ponemos fin a
nuestra relación con Dios y dejamos de pertenecerle a El. Todo aquel que pertenece a
Dios debe ser una mujer delante de El. Si los que tienen a su cargo las iglesias dicen:
“Sabemos cómo manejar las cosas”, entonces dejan de ser la mujer delante de Dios, y
asumen la posición de hombre. Los hermanos que tienen el liderazgo deben decir:
“Señor, Tú sabes cuán débiles somos. Dependemos de Ti. Aparte de Ti, Señor, no
podemos hacer nada. Confiamos en Ti en todas las cosas”. Si los hermanos que tienen el
liderazgo tienen esta actitud, son verdaderamente la mujer delante de Dios. Génesis 3:15
no menciona la simiente del hombre; pues sólo la simiente de la mujer tiene la debida
posición delante de Dios.
Por una parte, somos la mujer; por otra, somos la simiente de la mujer. Somos aquellos
que confían en Dios; ésta es nuestra fuente. También somos la simiente de esta fuente
que confía en Dios. Por consiguiente, podemos fortalecernos. La simiente de la fuente
que confía en Dios es la única que puede ser fuerte, no fuerte en sí misma, sino en Dios.
El Señor Jesús fue el primero en ser una persona así. El es la cabeza del hijo varón.
Ahora también es el centro, la realidad, la vida y la naturaleza del hijo varón. ¡Cuánto
combate el enemigo, Satanás, en contra del hijo varón!
3) El centro
El punto crucial y central de Génesis 3:15 es el hecho de que la simiente de la mujer, o
sea, el Señor Jesús, vendría para destruir a Satanás en la cruz. Esta es la mayor
proclamación en la predicación de las buenas nuevas. Una vez más repito que Adán y
Eva temblaban bajo la inminente condena a muerte, pero Dios, en lugar de condenarlos,
los sorprendió con la predicación del evangelio. Adán y Eva temían a Dios y aborrecían a
la serpiente. Por consiguiente, Dios declaró en Sus buenas nuevas que Aquel que era
llamado “la simiente de la mujer” vendría para destruir a la serpiente. Este era el
evangelio. La promesa con respecto a la simiente de la mujer y a la destrucción venidera
de la serpiente era las buenas nuevas proclamadas a la primera generación de
pecadores.
4) El cumplimiento
a) En el pueblo de Dios
La promesa de Génesis 3:15 se ha cumplido a lo largo de las generaciones. Primero se
cumplió en todo el pueblo de Dios. Desde que fue dada esta promesa, Satanás ha sido el
enemigo del pueblo de Dios. El seguirá siendo el enemigo hasta que sea echado al
abismo (Ap. 20:1-3) y finalmente al lago de fuego (Ap. 20:7-10). Antes de ser echado al
lago de fuego, él seguirá siendo el enemigo del pueblo de Dios.
b) En todos los vencedores
Además, esta promesa se cumple en todos los vencedores hasta el tiempo del
arrebatamiento. Esto se revela en Apocalipsis 12.
c) En el Señor Jesús
Esta promesa se cumplió por completo en el Señor Jesús. Primero, se cumplió en el
tiempo de Su nacimiento (Mt. 2:13-22). Cuando el Señor Jesús nació, la serpiente
suscitó mucha enemistad, y provocó la muerte de muchos niños. Segundo, la promesa se
cumplió en la vida terrenal del Señor. Si leemos los cuatro evangelios, veremos que
Satanás perturbaba continuamente al Señor Jesús, persiguiéndole y oponiéndose a El.
Finalmente, Satanás hirió el calcañar del Señor en la cruz, como se profetizó en Salmos
22:16.
La promesa hecha en Génesis 3:15 revela que Satanás es el enemigo del pueblo de Dios.
Por último, el Señor Jesús vino como la simiente de la mujer para destruir al enemigo.
Hoy en día disfrutamos el cumplimiento de esta promesa.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTE
LA SERPIENTE, LA MUJER
Y LA SIMIENTE DE LA MUJER
En este mensaje tengo la carga de presentar, a modo de paréntesis, unas palabras
adicionales sobre Génesis 3:15. Como vimos en el mensaje anterior, Génesis 3:15 es el
evangelio. Génesis 3:15 es el primer caso de proclamación del evangelio en toda la
Biblia. En este versículo, Dios mismo le predicó al hombre las buenas nuevas al juzgar a
la serpiente. Así que debemos dedicarle más tiempo a este versículo.
En mensajes anteriores he repetido varias veces que casi todo lo que encontramos en
Génesis, del capítulo 1 al 3, es una semilla que crece en los siguientes libros de la Biblia,
aparece como un cultivo en las epístolas del Nuevo Testamento y llega a ser la cosecha
madura en el libro de Apocalipsis. Ya vimos que este principio se aplica a muchas cosas.
En este mensaje quisiera subrayar nuevamente este principio mientras consideramos las
tres figuras principales mencionadas en Génesis 3:15: la serpiente, la mujer y la simiente
de la mujer.
I. LA SERPIENTE
Cuando leemos las Escrituras, descubrimos que la serpiente no se menciona únicamente
en Génesis, sino también en los demás libros de la Biblia. Apocalipsis 12:9 y 20:2
también aluden a la serpiente. En Apocalipsis 12 y 20 vemos que Satanás tiene varios
nombres: el dragón, la serpiente antigua, el diablo y Satanás. Entre esos nombres, se
encuentra la expresión “la serpiente antigua”. Juan usa esta expresión porque cuando
escribió el libro de Apocalipsis, la serpiente había envejecido, por lo menos cuatro mil
años. ¿Quién es esta “serpiente antigua”? Sólo podríamos contestar esta pregunta
consultando el tercer capítulo de Génesis donde se menciona la serpiente por primera
vez.
En Juan 3:14 vemos otra referencia a la serpiente. Cuando Nicodemo, un caballero de
clase alta y con logros superiores, acudió al Señor Jesús con una actitud positiva, el
Señor le dijo que necesitaba nacer de nuevo con una nueva vida (Jn. 3:3, 5). El Señor le
dijo que su espíritu humano necesitaba nacer de nuevo, del Espíritu Santo, pues “lo
nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6). No obstante, pocos cristianos han observado
que en la conversación del Señor con Nicodemo, a éste se le mencionó la serpiente (Jn.
3:14). Aunque Nicodemo era todo un caballero, un erudito, “un maestro de Israel”, el
Señor le dio a entender que era una serpiente.
En cierto momento de la conversación entre el Señor Jesús y Nicodemo, le dijo: “Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado”. ¿Qué significa eso? Era la respuesta del Señor a la pregunta de Nicodemo.
Nicodemo había preguntado: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?” y: “¿Cómo
puede hacerse esto?” Nicodemo preguntó cómo podía nacer de nuevo. El Señor
contestó: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” Aunque Nicodemo enseñaba el
Antiguo Testamento al pueblo, no sabía qué era nacer de nuevo. Por consiguiente, el
Señor se refirió a la tipología de la serpiente de bronce que fue levantada sobre un asta
por Moisés (Nm. 21:9). El Señor parecía decirle: “Todos tus padres fueron mordidos por
las serpientes venenosas, y el veneno de éstas entró en ellos. Tus padres se convirtieron
en serpientes a los ojos de Dios. Puesto que estaban muriendo, Moisés oró a Dios por
ellos, y Dios le pidió a Moisés que levantara una serpiente de bronce sobre un asta para
traer Su juicio sobre los israelitas envenenados. Todo aquel que había sido envenenado
por las serpientes y que miraba a la serpiente de bronce alzada en el asta sobrevivía.
Muchos israelitas hicieron eso, y sus vidas fueron preservadas. Esto tipifica la
regeneración. El Señor parecía decir a Nicodemo: “No te consideres todo un caballero.
Debes entender que eres una de las personas que fueron envenenadas por la serpiente y
que tienes naturaleza serpentina. Aparentemente eres un hombre, pero en realidad eres
una serpiente. A los ojos de Dios eres una de las serpientes. Aunque tú eres una
serpiente, Yo he venido a morir por ti. Moriré en la cruz en forma de serpiente. Cuando
Yo esté en la cruz, a los ojos de Dios sólo seré un sustituto por los pecadores, y allí seré
juzgado en forma de serpiente por Dios. La única diferencia es ésta: la verdadera
serpiente tiene veneno, pero Yo sólo tendré la forma de la serpiente. No tengo ni la
naturaleza ni el veneno de la serpiente. He venido en semejanza de carne de pecado, en
forma de serpiente, a fin de morir por todos los que han sido envenenados por la
serpiente”.
La primera mención de la serpiente, en Génesis 3, es una semilla que se desarrolla en los
siguientes libros de la Biblia. Vemos la serpiente en Génesis 3 y también en Juan 3:14.
Casi todos los cristianos han visto la vida eterna en Juan 3:16, pero son pocos los que
han visto la serpiente en Juan 3:14. No obstante, si hemos de entender lo que es la vida
eterna, necesitamos comprender lo que es la serpiente. Debemos ver la serpiente. La
serpiente no está solamente en Génesis y en Juan, sino que también se explica
claramente en el libro de Apocalipsis. En Génesis 3:15 la serpiente es una pequeña
semilla, en el Evangelio de Juan esta semilla ha crecido, y en el libro de Apocalipsis la
semilla llega a ser una cosecha. Al leer toda la Biblia, podemos ver que en cada
generación la obra de Dios ha tenido una meta: edificar el Cuerpo para expresar a Su
Hijo, Cristo, y también eliminar a la serpiente. Dios tiene la intención de expulsar a la
serpiente. Por consiguiente, todos debemos entender dónde está la serpiente ahora.
A. Se ha inyectado en la humanidad
Mediante la caída del hombre, la serpiente se inyectó en la humanidad. ¿Dónde se
encuentra esta serpiente ahora? Está en nuestra carne. En el huerto, antes de la caída
del hombre, la serpiente estaba fuera del hombre. Pero desde la caída, la serpiente
insidiosa y astuta está en el hombre, en su carne.
Un día el Señor Jesús preguntó a Sus discípulos: “¿Quién decís que soy Yo?” Y Pedro
contestó inmediatamente: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mt. 16:15-16).
Poco después, el Señor reprendió a Pedro, llamándolo “Satanás” (Mt. 16:23). ¿Puede
creer usted que en un instante él era Pedro, una persona santa, y que poco después él se
convirtió en Satanás? Si yo hubiera sido Andrés, el hermano de Pedro, le habría
preguntado al Señor Jesús: “¿Dónde está Satanás? Yo soy Andrés, el hermano de Pedro,
pero ¿dónde está Satanás?” El Señor Jesús podría haberle contestado: “Satanás está
dentro de él. Satanás está dentro de Pedro”. Cuando usted habla con maldad, ¿quién es?
Es Satanás. Cuando actúa vilmente con su cónyuge, ¿quién es usted? Satanás. En ese
momento, el Señor Jesús podría llamarlo a usted: “¡Satanás!” ¿Dónde está Satanás? Está
dentro de la humanidad caída. Hoy en día Satanás está en la carne del hombre. Todos
debemos estar alerta porque Satanás, aquel que tentó y perjudicó a la primera
generación de la humanidad, ahora está dentro de nosotros.
B. Los hombres se convierten
en “serpientes”
Satanás se ha inyectado en el hombre, y por esta razón todos los hombres se convierten
en serpientes a los ojos de Dios. Aunque usted piense que es un hombre, a los ojos de
Dios, es una serpiente. En Mateo 3:7 vemos que Juan el Bautista llamó a los judíos
religiosos “cría de víboras”. Eran serpientes. Juan parecía decirles: “Vosotros pensáis
que sois religiosos. Sois muy religiosos, pero no entendéis que sois una cría de víboras”.
En la explicación que dio el Señor Jesús con respecto a la parábola del sembrador, usó la
expresión “los hijos del maligno” (Mt. 13:38). ¿Quién es el maligno? La serpiente,
Satanás; él es el maligno y todos sus seguidores son hijos suyos. Los seguidores de
Satanás no son sus hijos adoptivos; son sus hijos por nacimiento. Es por eso que en
Juan 8:44 el Señor Jesús dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo”. El Señor
parecía decir: “Vuestro padre es el diablo porque vosotros tenéis su vida. La vida y
naturaleza del diablo está en vosotros. Nacisteis de vuestro padre y ahora tenéis su vida
y naturaleza”. El apóstol Juan menciona “los hijos del diablo” y dice: “El que practica el
pecado es del diablo” (1 Jn. 3:10, 8). Por esta misma razón Pablo llamó a Elimas el mago
“hijo del diablo” (Hch. 13:10). Aun un hombre como Nicodemo, una persona de tanta
categoría, era una serpiente a los ojos de Dios, y tenía naturaleza serpentina. Esta es la
razón por la cual toda la gente serpentina necesita que el Señor Jesús sea su sustituto y
tome forma de serpiente.
C. Los hombres tienen
naturaleza y vida de serpiente
Todos nosotros, por ser hijos del diablo, nacidos de la serpiente, tenemos la naturaleza y
la vida de una serpiente (1 Jn. 3:12). Nadie puede negar ni refutar esto, pues vemos la
naturaleza y la vida de Satanás en nuestros hijos. Aparentemente los niños pequeños
son agradables; pero cuanto más crecen, más queda expuesta la naturaleza serpentina
que tienen. Aunque no se les enseña a exhibir la naturaleza y la vida serpentinas, las
manifiestan espontáneamente. He observado eso en muchos niños, incluyendo a los
míos. Debemos recordar que todos somos así. No sólo somos así, ¡somos eso mismo!
Tenemos una naturaleza y una vida serpentinas dentro de nosotros.
D. Como el espíritu maligno
que obra en el hombre caído
Satanás, la serpiente, es el espíritu maligno que obra en el hombre caído (Ef. 2:2). Este
espíritu maligno no está dormido, sino que obra activamente en los hijos de
desobediencia. Por ejemplo, considere cómo Satanás obró en Judas, el hombre que
traicionó al Señor Jesús (Jn. 13:2, 27; 6:70). ¡Cuánto laboró Satanás en ese pobre
hombre! Ya vimos que a Pedro se le llamó Satanás (Mt. 16:23). Si no tuviéramos este
relato de Mateo 16, nadie creería que Pedro, un apóstol principal, podía convertirse en
Satanás. Además, después del día de Pentecostés, Ananías y Safira se llenaron de
Satanás y mintieron al Espíritu Santo (Hch. 5:3). Ananías y Safira no estaban en una
casa de juego, sino en la iglesia después del día de Pentecostés. No obstante, estaban
llenos de Satanás.
Ahora conocemos el paradero de Satanás. El no está lejos; está dentro de nosotros.
Algunos cristianos piensan: “Después de ser salvos y de estar en el Cuerpo de Cristo,
Satanás no tiene nada que ver con nosotros”. Este pensamiento no es la voz del Espíritu
Santo, sino la voz de la serpiente astuta, y la predicación de este concepto es una
mentira de la serpiente. Todos debemos estar alerta porque el astuto enemigo todavía
está entre nosotros. Mientras estamos en la vieja creación, la serpiente permanece en
nosotros.
II. LA MUJER
A. Representa a todo el pueblo de Dios
Ahora veamos quién es la mujer. Indudablemente, la mujer de Génesis 3:15 es en primer
lugar Eva. En segundo lugar, como todos los maestros ortodoxos concuerdan, esta
mujer también alude a María, la madre de Jesús, porque la simiente de la mujer era el
Señor Jesús. El Señor Jesús no nació de un hombre, sino de una mujer, una virgen. Por
consiguiente, Su título es “la simiente de la mujer”. No obstante, la mujer tiene un triple
significado, y no representa solamente a Eva y a la virgen María, sino también a la mujer
revelada en Apocalipsis 12.
La mujer de Apocalipsis 12:1 es una mujer universal que incluye a todo el pueblo de
Dios. Por tanto, es una mujer corporativa. No obstante, algunas personas tienen otra
interpretación de lo que es la mujer de Apocalipsis; para ellos se trata de María, la
madre del Señor Jesús. Pero María era una virgen individual, local. Si leemos
Apocalipsis 12, podemos ver que la mujer mencionada allí es universal y no local. Tiene
doce estrellas sobre la cabeza, la luna debajo de sus pies, y está vestida del sol. Todo eso
indica sin duda que es universal y corporativa. La mejor manera de interpretar la Biblia
es consultar otros pasajes de la Palabra santa. Vemos algo similar en el sueño de José
(Gn. 37:9). En aquel sueño José vio el sol, la luna y once estrellas. El sol representaba a
Jacob, el padre de José; la luna representaba a la madre de José; y las once estrellas
representaban a los hermanos de José. Por consiguiente, en principio, el sol, la luna y
las estrellas representan en conjunto todo el pueblo de Dios. Así que la mujer de
Apocalipsis 12 no es una virgen individual y local, sino que es universal y corporativa e
incluye a todo el pueblo de Dios.
Según la Biblia el pueblo de Dios cabe en tres categorías: los patriarcas, Israel y la
iglesia. Los patriarcas, que vivieron antes de la nación de Israel, son representados por
las estrellas de Apocalipsis 12. Israel, que vivía en tiempos de oscuridad, es representado
por la luna que yace debajo de los pies de la mujer. Cuando el Señor Jesús vino, brilló el
sol (Lc. 1:78-79), y la iglesia llegó a existir. En cierto sentido, durante la edad actual, la
iglesia es el sol, en el día. Por tanto, la iglesia es representada por el sol. Ahora podemos
ver que esta mujer se compone de los patriarcas, de Israel, incluyendo a María la madre
de Jesús, y de todos los que constituyen la iglesia. Incluye a todo el pueblo de Dios
empezando con Adán y continuando a lo largo de los períodos del Antiguo Testamento y
del Nuevo Testamento hasta el regreso del Señor Jesús. Todos estamos incluidos en esta
mujer.
He afirmado reiteradas veces que nuestra posición delante de Dios es la de mujer.
Nuestra condición no es de hombre, sino de mujer, pues todos somos una mujer delante
de Dios. No se considere un hombre sabio, fuerte y capaz. Si asume esta clase de
posición, se halla inmediatamente en una condición caída. Todos tenemos la misma
posición, la de mujer, seamos hermanos o hermanas. Debemos decir: “Señor,
permanezco en la posición de mujer. No sé nada y no puedo hacer nada. Señor, pongo
mi confianza en Ti. Tú eres mi marido”: Cuando tomamos esta posición, y nos apoyamos
en el Señor Jesús, formamos parte de la mujer. Todos los patriarcas eran personas así.
Los verdaderos israelitas y todos los que conforman la iglesia a través de las
generaciones han constituido esta clase de personas. Nosotros también debemos ser
tales. Debemos decir: “Señor, fuera de Ti estamos desamparados y no podemos hacer
nada. Ponemos nuestra confianza en Ti”. Debemos entender que, según la Biblia, la
mujer es el vaso débil (1 P. 3:7).
B. Es atacada por la serpiente
En todas las generaciones, la mujer, el pueblo de Dios, ha sido atacada por la serpiente.
La serpiente atacó a Job (Job 1:6-12; 2:1-7). Atacó también a Israel, a David (1 Cr. 21:1),
y a Josué el sumo sacerdote (Zac. 3:1-2). Por tanto, en Apocalipsis 12 vemos que la
serpiente se opone, persigue y combate a la mujer (Ap. 12:4, 13-17).
Aunque la mujer es el vaso débil, dentro de ella se encuentra una parte fuerte, el hijo
varón. Ahora consideremos a este hijo varón, la simiente de la mujer.
III. LA SIMIENTE DE LA MUJER
¿Quién es el hijo varón? Como dijimos en el mensaje diecinueve, algunos cristianos
ortodoxos dicen que el hijo varón es el Señor Jesucristo. Estoy de acuerdo con eso en
cierto sentido, aunque no completamente. Existen dos razones por las cuales no creo
que en todos los aspectos el hijo varón de Apocalipsis 12 se refiera a Cristo. Ya mencioné
que la madre del hijo varón no es una mujer local e individual, sino una mujer universal
y corporativa. Puesto que la madre es corporativa, su hijo también debe ser corporativo.
Segundo, si leemos Apocalipsis 12 con detenimiento, veremos que el hijo varón es
arrebatado en el versículo 5. El no es arrebatado a los aires, sino al trono de Dios.
Algunas personas dicen que eso describe la ascensión del Señor Jesús a los cielos. No
obstante, en el siguiente versículo dice que después del arrebatamiento del hijo varón,
habrá un período de “mil doscientos sesenta días”. Este es un lapso de cuarenta y dos
meses, pues cuarenta y dos meses multiplicados por treinta equivalen a mil doscientos
sesenta días. Este período de mil doscientos sesenta días o de cuarenta y dos meses es el
lapso de “un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (Ap. 12:14). “Tiempo”
representa un año, “tiempos” representan dos años, y “medio tiempo”, medio año, lo
cual suma tres años y medio en total. Esto equivale a cuarenta y dos meses o mil
doscientos sesenta días. Estos tres años y medio constituyen la segunda mitad de los
últimos siete años, que es la última semana de las setenta mencionadas en Daniel 9:2527. La expresión “una semana” de Daniel 9:27 especifica un lapso de siete años,
considerado por todos los maestros bíblicos como el período de la gran tribulación. La
gran tribulación será intensificada durante la última mitad de esos siete años, la cual se
refiere a los cuarenta y dos meses o a los mil doscientos sesenta días. A lo que me refiero
cuando menciono esto es lo siguiente: si usted dice que el hijo varón es solamente el
Señor Jesús, quien ascendió a los cielos hace más de mil novecientos años, ¿cómo
podría entenderse que después de Su ascensión a los cielos sólo transcurran tres años y
medio? Esto es imposible. No obstante, después del arrebatamiento del hijo varón al
trono de Dios, sólo transcurrirá la última mitad de los últimos siete años. Así podemos
entender que el hijo varón no debe de ser Cristo.
El hijo varón de Apocalipsis 12 es el cumplimiento completo de la profecía acerca de la
simiente de la mujer que se dio en Génesis 3:15. En el mensaje diecinueve mostré la
manera en que Génesis 3:15 y Apocalipsis 12 constituyen dos porciones de la Palabra
divina que se correlacionan. En Génesis 3:15 vemos tres figuras principales: la serpiente,
la mujer y la simiente de la mujer. En Apocalipsis 12 vemos estas tres figuras cruciales:
la serpiente, la mujer y el hijo varón. Como vimos en el mensaje anterior, la simiente de
la mujer, mencionada en Génesis 3:15, es indudablemente Cristo. Sin embargo, cuando
esta simiente llega al punto de ser el hijo varón descrito en Apocalipsis 12, ya no es
solamente el Señor Jesús, sino el Señor en compañía de la parte vencedora de Su
Cuerpo. Lo que era anteriormente una simiente individual llega a ser una entidad
corporativa en Apocalipsis 12. Cuando el Señor Jesús nació en el pesebre, era la simiente
individual de la mujer, y cuando fue crucificado para ser nuestro Redentor, todavía era
esa simiente individual. Pero después de Su resurrección, El se reprodujo y se
multiplicó. El grano de trigo que estaba solo, se convirtió en los muchos granos (Jn.
12:24). Antes El era el único, el Unigénito (Jn. 1:14), pero mediante la muerte y la
resurrección, llegó a ser el Primogénito entre muchos hermanos, el primer Hijo entre
muchos hijos (Ro. 8:29; He. 2:10). El Primogénito es la Cabeza del Cuerpo, y todos los
hermanos, los muchos hijos, son los miembros del Cuerpo. Ahora la simiente de la
mujer no es un individuo, sino una persona corporativa constituida del Cristo individual
como Cabeza y de todos Sus miembros como Cuerpo. Por consiguiente, Cristo es la
Cabeza de este hijo varón. El también es el centro, la realidad, la vida y la naturaleza del
hijo varón. La Cabeza fue a los cielos, pero Su Cuerpo permanece en la tierra. Por lo que
a la Cabeza se refiere, ella ascendió a los cielos hace más de mil novecientos años. Pero
nosotros Su Cuerpo todavía estamos aquí esperando el arrebatamiento venidero.
Después del arrebatamiento del hijo varón, habrá un tiempo de tres años y medio.
El hijo varón, igual que la mujer, es universal y corporativo. La virgen María forma parte
de esta madre universal. Así que, inicialmente tenemos una madre individual con una
simiente individual, pero al final tenemos una madre corporativa con un hijo varón
corporativo. Somos como El. El es el vencedor que va adelante, y nosotros somos los
vencedores que lo seguimos. El es la Cabeza del hijo varón, y nosotros somos el Cuerpo.
El es el centro del hijo varón, y nosotros somos la circunferencia. El es la realidad del
hijo varón, y nosotros somos la expresión del hijo varón. El es la vida y naturaleza del
hijo varón, y nosotros somos el hijo varón.
A. Cristo
Vimos que la simiente de la mujer es primeramente Cristo. Cristo nació de una mujer,
una virgen (Is. 7:14; Mt. 1:23; Gá. 4:4). Cuando la simiente de la mujer estaba en la
tierra, ató a la serpiente, o sea, al hombre fuerte (Mt. 12:29). Cuando el Señor Jesús
estaba en la tierra, Satanás, la serpiente, era el hombre fuerte, y el Señor ejerció Su
autoridad para atarlo. Jesús, la simiente de la mujer, ató a la serpiente y saqueó todos
sus bienes. En Juan 14:30 El dijo a Sus discípulos que la serpiente, el príncipe del
mundo, no tenía nada en El. Aunque la serpiente hizo todo lo posible, no pudo
encontrar nada para sí en la simiente de la mujer. Cuando el Señor Jesús fue a la cruz,
aplastó la cabeza de la serpiente, y la destruyó completamente. Esta es la razón por la
cual Hebreos 2:14 dice que por medio de la muerte, Cristo destruyó al diablo, quien
tiene el imperio de la muerte, y deshizo las obras del diablo (1 Jn. 3:8). En el futuro
Cristo regirá las naciones con vara de hierro (Sal. 2:8-9; Ap. 12:5).
Todo lo que se relaciona con Cristo como simiente de la mujer es algo maravilloso,
aunque sigue estando fuera de nosotros. Todavía no ha entrado en nosotros. No
obstante, después de que Jesús nació, ató al hombre fuerte, no cedió nada de terreno al
príncipe del mundo, y después de destruir al enemigo en la cruz, resucitó; y en
resurrección fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). En cualquier tiempo y lugar
que una persona diga: “Señor Jesús”, el Espíritu vivificante entrará inmediatamente en
ella. Esto es un misterio y también un hecho. Al entrar Cristo en los creyentes como
Espíritu vivificante, se forja en ellos como simiente vencedora.
Cristo fue sembrado en nosotros como semilla. La parábola del sembrador narrada en
Mateo 13, muestra que Cristo se sembró como una semilla en nuestros corazones. Como
resultado, fuimos regenerados. Pedro dice que fuimos regenerados, no por una simiente
corruptible ni corrupta, sino por una simiente incorruptible, la Palabra de Dios que vive
y permanece para siempre (1 P. 1:23). Esta Palabra es Cristo, y Cristo es la simiente.
Además, el apóstol Juan dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado,
porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de
Dios” (1 Jn. 3:9). Esta simiente es Cristo, la simiente de la mujer. La simiente del
vencedor es esta misma simiente. La simiente es el principal vencedor. Tenemos en
nosotros una simiente vencedora. Si dejamos crecer esta simiente, ella vencerá. Todos
debemos clamar: “¡Aleluya, tenemos en nosotros la simiente vencedora!”
Un día quedé sorprendido al leer la última estrofa de “¡Escuchad! Los ángeles
pregoneros cantan”, un himno escrito por Carlos Wesley hace más de doscientos años.
En esa estrofa, encontramos una referencia clara a la simiente vencedora de la mujer:
¡Ven, Deseado de naciones,
ven!
Fija en nosotros Tu humilde
hogar:
Elévate, vencedora simiente
de
la
mujer,
Aplasta en nosotros la
cabeza de la serpiente;
Borra ahora la semejanza de
Adán,
Forja Tu imagen en su
lugar:
Postrer Adán, Adán de arriba,
Restablécenos en Tu amor.
Esta estrofa empieza con un llamado al “Deseado de naciones”, una alusión a Hageo 2:7.
Cristo es el deseado de todas las naciones. El autor no pide que Cristo, el deseado de las
naciones, venga a morir en la cruz por nosotros, sino que fije en nosotros Su humilde
hogar. La siguiente línea no dice: “Elévate Emanuel, elévate Jesucristo, Hijo de Dios”.
Dice: “Elévate, vencedora simiente de la mujer”. Me agrada esta línea. Luego el autor
implora a esta vencedora simiente” que aplaste en nosotros la cabeza de la serpiente.
Aunque El aplastó la serpiente en la cruz, ahora debe aplastar la cabeza de esa serpiente
en nosotros. Además, la semejanza de Adán debe ser borrada porque se ha llenado de la
naturaleza serpentina. Y Wesley añade: “Forja Tu imagen en su lugar”, lo cual significa
que somos transformados a la imagen del Señor. El himno termina con una oración: que
el “postrer Adán” nos restablezca en Su amor. Todos debemos alabar al Señor por haber
fijado Su humilde hogar en nosotros y por aplastar ahora la cabeza de la serpiente en
nosotros. El es “la vencedora simiente de la mujer”.
B. Los vencedores
Esta simiente vencedora también nos hace vencedores. Somos los que vencen
juntamente con Cristo porque llevamos la simiente vencedora dentro de nosotros. En
Romanos 16:20 tenemos la promesa de que Dios pronto aplastará a Satanás debajo de
nuestros pies. No obstante, nosotros los que vencemos juntamente con Cristo, somos
atacados y acusados por la serpiente (2 Co. 12:7; Ap. 12:10). La serpiente también
intentará devorarnos (Ap. 12:4), pero nosotros podemos vencerla. No vencemos por
nuestro mérito, sino por la sangre del Cordero y por la palabra de nuestro testimonio
(Ap. 12:11). Debemos declarar la palabra de nuestro testimonio y decir a la serpiente:
“Ya fuiste aplastada”. No sólo debemos predicar el evangelio a los seres humanos, sino
que también debemos declarar a la serpiente los hechos relacionados con la simiente
conquistadora de la mujer. Si usted está a punto de enojarse, no intente vencer su ira.
Sólo hable con Satanás: “Satanás, no me tientes. ¿No sabes que fuiste aplastado?” Diga
eso la próxima vez que Satanás le incite a enojarse. No ore, sólo recuérdele a la serpiente
que ya fue aplastada. Dígale: “Satanás, lee la Biblia. Lee Hebreos 2:14. Quiero recordarte
que fuiste destruido”. Nosotros lo vencemos por la palabra de nuestro testimonio al
declarar lo que Jesús hizo. Esta es nuestra victoria. Además, los vencedores aborrecen la
vida de su alma hasta la muerte.
Por último, seremos correyes con Cristo y regiremos las naciones con vara de hierro (Ap.
2:26-27). Apocalipsis 2:26-27 es una cita del salmo 2, una profecía acerca de Cristo, que
predice Su dominio sobre las naciones. Sin embargo, el cumplimiento de esta profecía
concierne a los vencedores. Así podemos ver que la Biblia en realidad combina a Cristo
con todos Sus vencedores como un solo Cuerpo. Eso nos proporciona más base para
decir que el hijo varón de Apocalipsis 12 no es solamente Cristo, sino Cristo como
Cabeza junto con todos los vencedores como Su Cuerpo. En la profecía del salmo 2
Cristo es profetizado como Aquel que rige las naciones con vara de hierro. En el
cumplimiento de Apocalipsis 2:26-27, los vencedores son revelados como aquellos que
regirán las naciones con vara de hierro. La profecía y su cumplimiento traen a Cristo
juntamente con Sus vencedores como un solo hijo varón. Por consiguiente, Apocalipsis
12:5 dice que el hijo varón regirá todas las naciones con vara de hierro. ¡Aleluya!
Regiremos juntamente con Cristo. Apocalipsis 20:1-6 nos muestra que también seremos
correyes de Cristo, pues reinaremos con El en el reino milenario.
IV. EL RESULTADO
Ahora llegamos al resultado. La semilla se encuentra en Génesis 3:15, y el resultado, la
cosecha, se halla en Apocalipsis, del capítulo 20 al 22. Cada uno de estos tres seres ha
pasado de una semilla a una forma altamente desarrollada. La serpiente ha crecido y ha
llegado a ser un dragón (Ap. 12:9; 20:2), la mujer individual se ha convertido en una
mujer corporativa, y la simiente individual de la mujer ha crecido hasta ser un hijo
varón corporativo.
A. La serpiente será echada
al lago de fuego
Apocalipsis 20:10 declara que la serpiente finalmente será echada al lago de fuego. Esta
es la cosecha de Satanás. El destino de Satanás es el lago de fuego.
B. La mujer dará por resultado
la Nueva Jerusalén
La mujer dará por resultado la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2, 9-10). Esta es la cosecha de la
mujer. El destino de la mujer es la Nueva Jerusalén.
C. La simiente de la mujer
será el centro de la Nueva Jerusalén
¿Qué diremos de la simiente de la mujer? La simiente de la mujer será el centro de la
Nueva Jerusalén (Ap. 21:22-23; 22:1). Esta es la cosecha de la simiente de la mujer. El
destino de la simiente de la mujer es llegar a ser el centro de la Nueva Jerusalén.
Creo que el Señor nos ha mostrado claramente la serpiente, la mujer y la simiente de la
mujer. La simiente de estas entidades se halla en Génesis 3:15, y la cosecha se encuentra
en Apocalipsis en los capítulos del 20 al 22.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTIUNO
DIOS AFRONTA LA PRIMERA CAIDA DEL HOMBRE
(2)
En este mensaje consideraremos otros aspectos de la manera en que Dios afronta la
primera caída del hombre.
d. El hombre recibe disciplina con los sufrimientos
Como ya vimos, después de que el hombre cayó, Dios no vino a condenarlo, sino a
buscarlo y a juzgar a la serpiente. Al condenar a la serpiente, Dios proclamó la promesa
en cuanto a la simiente de la mujer (Gn. 3:15). No obstante, ése no fue el fin. Aunque
Dios había proclamado la promesa de Su salvación, el hombre aún estaba en una
situación confusa. Este no sólo se hallaba en una situación difícil, sino que un elemento
pecaminoso había sido inyectado en su naturaleza. Por consiguiente, el hombre es
pecaminoso exteriormente y corrupto interiormente. Dios no tenía ninguna intención de
condenar al hombre. Todo lo que sentía Dios en Su corazón hacia el hombre era amor, y
el hombre estaba bajo el amoroso cuidado de Dios. Por consiguiente, Dios dispuso
algunos sufrimientos por el bien del hombre. Aunque no nos gustan los padecimientos,
de todos modos Dios ha determinado que pasemos por ellos.
1) El propósito
¿Cuál es el propósito de los sufrimientos que Dios dispuso para el hombre? El fin
principal es restringirlo. En realidad, los sufrimientos designados por Dios son nuestra
salvaguarda y protección. Jamás olvide que el hombre tiene un elemento corrupto y
corruptor en su naturaleza como resultado de la caída. Dios ama al hombre y lo trata
con amor, aunque en la naturaleza de éste todavía haya un elemento satánico. Es
probable que inmediatamente después de la caída, el hombre no haya entendido su
verdadera condición; sin embargo, Dios comprendía el problema, y por eso determinó
los sufrimientos para el hombre caído con el fin de restringirlo. Los jóvenes de todo el
mundo desean libertad; quieren tener su libertad. No obstante, debemos darnos cuenta
de que demasiada libertad elimina las restricciones que Dios, en Su amor, estableció
para nosotros. Como hombres caídos que poseemos una naturaleza corrupta, sin duda
necesitamos reglamentaciones que nos protejan y nos salvaguarden. Supongamos que
una mujer tiene un niño travieso. Si ella no ejerce ningún control sobre el niño, éste no
lograría sobrevivir tres días. El se mataría como resultado de su libertad excesiva.
Ninguna madre es tan insensata como para conceder plena libertad a un niño travieso.
Todos los niños necesitan restricciones. Las limitaciones son buenas para nosotros.
Como adulto tengo que ser restringido por mis queridos hermanos en el Señor, y me
gusta serlo. Las hermanas me limitan aún más. En realidad dispongo de muy poca
libertad. Si ustedes me ofrecieran libertad, yo les diría: “No, gracias. Llévese su libertad;
yo necesito ser refrenado”. Cuánto le agradezco al Señor por haberme restringido
mediante las limitaciones que me ha impuesto en estos últimos años. No me han
causado sufrimiento las restricciones de los santos, sino que las he disfrutado. Los
límites que me han puesto mis hermanos y hermanas en el Señor han sido mi
protección. Aunque, por el momento, no piense usted que las restricciones sean
agradables, creo que dentro de algunos años adorará al Señor diciendo: “¡Gracias,
Señor, por las restricciones!”
Quisiera decir algo acerca de los cónyuges. A ninguna mujer le gusta ser restringida. Las
hermanas queridas pueden ser santas y procurar la espiritualidad, pero no creo que
anhelen ser restringidas. A la esposa no le gusta aceptar restricciones de su marido ni de
su suegra. Me he enterado por la historia y por experiencia que son pocas las nueras que
quieren a sus suegras. Parece que Dios así lo dispuso. Dios determinó que la suegra
fuese una restricción para la nuera y que la nuera fuese un problema para la suegra. Esto
no nos parece agradable, pero en realidad eso es bueno. Toda hermana que esté
dispuesta a aceptar restricciones de parte de su marido, de sus hijos y de su suegra
estará protegida.
Ahora me dirijo a los maridos. Nosotros los hermanos necesitamos indudablemente las
restricciones que provienen de nuestras esposas. Le doy gracias al Señor por mi querida
esposa. Puedo testificar que la mejor ayuda que ella me ha brindado ha sido sus
restricciones. Ella me restringe hasta en lo que como. Aunque mi estómago me
pertenece, ella determina la cantidad de alimentos que como. Día tras día, le digo:
“Todavía tengo hambre”, pero ella contesta: “Es suficiente. Ya no queda más”. Con el
tiempo, al aceptar sus restricciones, mis problemas gástricos fueron sanados. He
aprendido que si usted tiene un problema gástrico o una úlcera estomacal, la mejor
manera de sanarlo es limitar su alimentación. Por tanto, toda regulación es en realidad
una gran ayuda. Todos necesitamos esta ayuda. Por consiguiente, Dios determinó los
sufrimientos para el hombre a fin de limitarlo, rescatarlo con la disciplina y
salvaguardarlo.
2) Acerca de la mujer
a) Sufrimientos en las preñeces
En cuanto a la mujer, Dios dispuso que experimentara sufrimientos o dolores en las
preñeces (Gn. 3:16; 1 Ti. 2:15). Los sufrimientos de las preñeces incluyen el embarazo y
el parto. Las preñeces, es decir, el embarazo y el parto, son dolorosas. Dios no había
dispuesto que esto fuera así antes de la caída; pero debido a la caída, El determinó
sufrimiento para la mujer, que fue la primera en caer. Usted se preguntará por qué Dios
primero determinó los sufrimientos para la mujer y después para el hombre. Dios hizo
eso porque la mujer fue la primera en transgredir la prohibición de Dios. Por tanto, Dios
empezó por ella. Eso estaba correcto. Si Dios hubiera empezado por Adán, éste habría
dicho: “Señor, no empieces por mí. No fui yo el primero en caer. Debes ir al primero”.
Por tanto, Dios empezó por Eva.
¿Por qué algunas mujeres limitan sus preñeces? Porque quieren disfrutar de una vida
libre. Esto va en contra del camino de Dios. Todos sabemos que la preñez acarrea
problemas, pero Dios la estableció como restricción. La mejor protección para una joven
demasiado liberada es tener muchos hijos. Aun cuando ni los padres de ella ni su
marido ni su familia política logren restringirla, sus hijos le limitarán su excesiva
libertad. Los hijos constituyen una restricción y una protección para su madre. Esta es la
razón por la cual Pablo deseaba que las mujeres jóvenes se casaran y tuvieran hijos para
que no fueran chismosas ni entrometidas (1 Ti. 5:13-14).
b) El señorío del marido
El Señor también le dijo a Eva que su marido se enseñorearía de ella. Esto significa que
toda hermana debe estar bajo el señorío de su marido. ¿Por qué cayó Eva? Por no hacer
caso a su marido y asumir el liderazgo. Por consiguiente, Dios parecía decirle: “Eva, de
ahora en adelante nombro a Adán para que tenga dominio sobre ti”. A pesar de que esto
es difícil de aceptar, la Biblia nos enseña que la mujer debe estar sujeta al marido. Todos
nosotros debemos aceptar esto como una salvaguardia y una protección. El señorío del
esposo es una verdadera salvaguardia para la esposa. Por esto Pablo escribe en 1
Timoteo 2:11-12: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción; no permito a la
mujer enseñar, ni ejercer autoridad sobre el hombre”. La enseñanza de Pablo al respecto
se basa en lo que Dios determinó en Génesis 3:16. Espero que las hermanas presten
atención a esta palabra divina de la Biblia.
3) Acerca del hombre
a) La tierra produce espinos y cardos
En cuanto al hombre, la tierra produce espinos y cardos (Gn. 3:17-18). Entre ustedes
pocos son agricultores y tal vez piensen que pueden escaparse de la tierra. No obstante,
cualquiera que sea su trabajo o profesión, su trabajo o profesión constituye la tierra. En
toda la tierra no existe ningún trabajo o profesión que no presente dificultades. En todos
los empleos, la tierra produce espinos y cardos. Entonces algunos dirán: “No trabajaré
para otro. Estableceré mi propio negocio”. Si usted dice eso, después de unos años ya no
querrá estar en los negocios. Deseará abandonar su negocio porque, en lugar de
producirle dinero, le produce espinos y cardos. En toda clase de empleos, en las
escuelas, las fábricas, los mercados y las oficinas, la tierra parece producir fácilmente
espinos y cardos. Hace varios años encontré a un hermano que cultivaba frutas. Yo
pensaba que ser agricultor era algo maravilloso, pero el hermano me habló bastante
sobre las dificultades que tenía con su finca. Estas dificultades son determinadas por
Dios. Jóvenes, ustedes deben estar conscientes de que esto es lo que Dios dispuso. Dios
le dijo a Adán que la tierra producirá espinos y cardos y que él debía sufrir dolor y fatiga.
b) Dolor, sudor y fatiga durante toda su vida
Dios le dijo al hombre que sufriría dolor, sudor y fatiga durante toda su vida (Gn. 3:19).
Por tanto, el hombre debe laborar, sudar y sufrir. Sin embargo, la fatiga y los
sufrimientos constituyen una protección para el hombre caído. Si un hombre no está
ocupado en un trabajo determinado, le resulta fácil caer en pecado. Todos los hombres
deben estar ocupados en alguna labor a fin de evitar cometer pecados. Para muchos, el
trabajo en sí no es una salvaguardia suficiente; necesitan otros sufrimientos. Así que, el
trabajo y los sufrimientos frecuentes impiden que la gente peque.
c) Volvería a la tierra
Después de la caída, Dios también ordenó que el hombre no viviera para siempre, sino
que muriese y volviese a la tierra. No obstante, esto no significa que el hombre debe
perecer, porque Dios, en Su relación con él, le ha proporcionado la manera de ser salvo.
En el castigo que Dios asignó al hombre y a la mujer hay sufrimientos, pero no
necesariamente la perdición. No obstante, si el hombre no toma el camino de la
salvación que Dios le brinda, ciertamente perecerá después de la muerte. La muerte
también es una restricción que Dios puso al hombre caído.
Hace varios años, di un mensaje que abarcaba tres temas: el sufrimiento, el sueño y la
muerte. Ninguno de estos asuntos parece bueno, y no me agrada ninguno de ellos.
Quisiera ser una persona que no sufriera jamás, que no necesitara dormir y que viviera
para siempre. Pero debemos entender que el sufrimiento, el sueño y la muerte son
restricciones para los pecadores. Si Hitler viviese en la actualidad y siguiera viviendo
otros quinientos años, sería el peor diablo que la tierra hubiese conocido jamás. Cuando
yo estaba en Manila hace más de veinte años la gente me habló de cierta persona
maligna. Les dije: “No se molesten. Dejen que empeore lo más que pueda. Les aseguro
que no podrá seguir diez años más. No creo que cambie para bien, pero estoy seguro de
que después de diez años morirá”. Poco después leí en el periódico que esta persona
había muerto. El sufrimiento restringe a la gente, el sueño la inmoviliza, y la muerte la
aniquila. Si usted va a Hong Kong, oirá hablar de un juego llamado Mah-Jongg. A
ningún jugador de Mah-Jongg le gusta dormir; juegan Mah-Jongg día y noche hasta
setenta y dos horas sin parar. Pero después de este lapso, sus esposas no necesitan
pararlos; el sueño los vence. Por tanto, por muy mala que sea una persona, primero se
detendrá a causa del sueño y luego será aniquilada por la muerte. El sueño es una
pequeña muerte, y la muerte es un sueño más grande. En esta tierra hoy en día, no
existe ni una sola persona maligna que tenga ciento cincuenta años de edad. Todas las
personas malignas de estos últimos ciento cincuenta años están muertas y sepultadas.
Dios ha usado la muerte para purgar la tierra. En cierto sentido, la muerte es un
sufrimiento para el hombre; no obstante, el hombre no se da cuenta de que ésta es
verdaderamente la manera que Dios usa para protegerlo.
e. La redención dada de antemano
Junto con los sufrimientos ordenados por Dios, Adán experimentó una redención
anticipada. ¿Por qué decimos que era una redención anticipada? Porque en Génesis 2 la
verdadera redención no se había efectuado. En Génesis 3:21 vemos un anticipo de la
redención que había de cumplirse cuatro mil años más tarde. Tanto el hombre como la
mujer se encontraban en una situación que requería redención. Aunque Dios no los
había condenado, aunque los había buscado y les había dado sufrimientos como
restricción y protección para ellos, y aunque les había proclamado la promesa de la
simiente venidera, de todos modos cuando Adán y Eva se miraron, todavía estaban casi
desnudos. Digo que estaban casi desnudos porque estaban cubiertos ligeramente por los
delantales (o cubiertas) que ellos se habían hecho con hojas de higuera (Gn. 3:7). Las
cubiertas de hojas de higuera representaban la propia obra del hombre en su intento de
tapar su pecado.
Adán y Eva eran pecadores, y sus ojos fueron abiertos al conocimiento del bien y el mal.
Un siervo del Señor dijo que no es necesario hacer el mal, pues el mero hecho de
conocer el mal es maligno en sí. Anteriormente Adán y Eva eran inocentes y no eran
malignos. Pero cuando se dieron cuenta de que estaban desnudos, se hicieron malos
porque el hecho de conocer el mal es maligno. Nadie puede evitar el mal si lo conoce. En
tanto que usted conozca el mal, se contaminará con él. La mejor manera de apartarse
del mal es no conocerlo. Adán y Eva eran pecadores y lo sabían. Por tanto, intentaron
ayudarse al hacerse cubiertas de hojas de higuera a fin de tapar su desnudez. Esto era lo
que sus propias manos habían hecho con las hojas de higuera. Después de la caída, todo
lo que usa el hombre de la vida vegetal representa lo que se hace sin la sangre redentora.
Antes de la caída, el hombre no necesitaba la sangre redentora, pero después de la caída
sí la necesita. Por tanto, el intento de cubrir su desnudez con la vida vegetal nunca podrá
lograrlo. El hombre pecador necesita la sangre de un animal; necesita el sacrificio de
sangre para efectuar la redención (He. 9:22). Por consiguiente, las cubiertas que Adán y
Eva hicieron con las hojas de higuera no taparon su desnudez a los ojos de Dios.
Sin embargo, no debemos olvidar Génesis 3:20. Después de oír las buenas nuevas, Adán
llamó inmediatamente a su esposa “Eva”, que significa “viviente”. Adán y Eva temblaban
porque temían la sentencia de muerte, pero de pronto Adán oyó las buenas nuevas,
respondió creyendo, y le dijo a Eva: “Eva, estás viva. No vas a morir; vas a vivir”. El
versículo 20 significa que Adán creyó en las buenas nuevas. La primera vez que la Biblia
alude a la fe se halla en Génesis 3:20, y el primero que creyó en las buenas nuevas fue
Adán. Cuando Adán oyó las buenas nuevas, creyó que él y Eva iban a vivir y que no
morirían.
Después del versículo 20 en el cual vemos que Adán creyó, llegamos al versículo 21
donde vemos la justificación que Dios da. Después de que Adán creyó en las buenas
nuevas, Dios les hizo túnicas de piel a él y a su esposa, y los vistió. Las túnicas los
cubrieron completamente. Reflexione un poco acerca de las túnicas hechas con hojas de
higuera. Después de algunos días, las hojas se habrían secado y quebrado. Con el
tiempo, habrían caído, y el hombre y la mujer habrían quedado completamente
desnudos. Por esto, usted nunca debería cubrirse con su propia labor. Usted es pecador
a los ojos de Dios y está desnudo delante de El. Todo lo que hace para taparse no es más
que una cubierta hecha con hojas marchitas de higuera, las cuales proceden de la vida
vegetal. Usted necesita ser cubierto con túnicas de vida animal. Las túnicas de pieles que
Dios hizo para Adán y Eva los cubrían día y noche.
Por favor, recuerde que casi todos los asuntos mencionados en los primeros tres
capítulos de Génesis constituyen una semilla. Aquí en Génesis 3:20-21, tenemos la
semilla de la fe en el evangelio y la semilla de la justificación efectuada por Dios. La
semilla de la fe en el evangelio de Dios se encuentra en Génesis 3:20 donde Adán
declara que el nombre de Eva era “Viviente”. La proclamación del evangelio por parte de
Dios, y la respuesta de Adán al llamar a Eva “Viviente”, constituían la semilla de la fe en
el evangelio. Más adelante Dios vino para justificar. Adán y Eva estaban desnudos y se
habían hecho delantales para cubrirse. Estos no cubrían sus cuerpos como era debido.
Después de que Dios vino a predicar el evangelio y de que Adán respondió creyendo,
Dios vistió al hombre y a la mujer con túnicas. Esto significa que los justificaba. Ser
justificado significa estar cubierto con la justicia de Dios, la cual es Cristo mismo y no
una obra humana. El hecho de que Adán y Eva estaban cubiertos con las túnicas
significaba que estaban en Cristo. En Gálatas 3:27 se afirma: “Todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. La túnica es el tipo más claro en la
Biblia de Cristo como justicia de Dios, la justicia que nos cubre. Por tanto, en figura,
Adán y Eva estaban en Cristo. Por consiguiente, tanto la fe del hombre como el acto de
Dios de justificar a los que creen, fueron sembrados a modo de semillas en Génesis
3:20-21. Estas semillas se desarrollan en las epístolas del Nuevo Testamento.
A pesar de que la Biblia no dice explícitamente que las túnicas fueran tomadas de un
cordero, yo creo, junto con otros, que eran vestiduras de piel de cordero, porque de las
pieles se hicieron túnicas. Algunas versiones dicen “cubiertas” y otras “prendas”. De
todos modos, de las pieles fue hecha la ropa. Sin lugar a dudas, las pieles no venían de
las vacas; deben haber sido pieles de corderos tiernos, pieles adecuadas para vestir.
Después de que Adán y Eva fueron vestidos con las túnicas de pieles, ellos tenían
apariencia de cordero. ¿Era Adán un hombre o un cordero? Lo que se veía era la lana,
pues Adán estaba completamente cubierto por el cordero. A pesar de ser un hombre, se
había convertido en cordero a los ojos de Dios. La gente siempre se convierte en lo que
la cubre. Nosotros expresaremos a Cristo y nos pareceremos a El por estar cubiertos de
El. Cuando Adán y Eva se taparon con las cubiertas de hojas de higuera que ellos
mismos habían hecho, deben de haber parecido horribles, desnudos y pecadores. No
obstante, después de vestirse con túnicas de pieles de cordero, deben haber parecido
corderos. Dios nos puso en Cristo (1 Co. 1:30), y nosotros nos hemos vestido de Cristo
(Gá. 3:27). Por tanto, podemos expresar a Cristo. Pablo podía incluso decir: “Para mí el
vivir es Cristo” (Fil. 1:21). Pablo llegó a ser la expresión de Cristo al ser uno con El. El
pensamiento de expresar a Cristo fue sembrado en la tipología de las túnicas de pieles
que cubrieron a Adán y Eva y que llegaron a ser su expresión.
1) El sacrificio de sangre: la sustitución
Sin duda alguna, los corderos tuvieron que ser sacrificados para poder obtener las
túnicas. Fueron inmolados y su sangre fue derramada. Creo que Dios probablemente
mató a los corderos en presencia de Adán y Eva y que ellos vieron el sacrificio. Eso debe
haberles dejado una profunda impresión. Tal vez Adán le haya dicho a Eva: “Eva, ¿no
sabes que ése debería ser nuestro destino? Nosotros merecíamos morir. Nuestra sangre
debió ser derramada porque caímos, cometimos pecado y transgredimos la prohibición
de Dios. Según la prohibición de Dios, deberíamos morir. Pero Dios no nos mató, Eva.
Dios está matando a estos corderos en lugar nuestro. Cuán agradecidos deberíamos
estar por estos corderos. Ellos son nuestro sustituto”.
Un día el Señor Jesús vino, y Juan el Bautista dijo de El: “He aquí el Cordero de Dios”
(Jn. 1:29). Juan 1:29 desarrolla Génesis 3:21. En tipología, los corderos fueron
inmolados, pero Cristo ya había sido inmolado a los ojos de Dios, pues El fue inmolado
desde la fundación del mundo (Ap. 13:8). Dice en Hebreos 9:22: “Sin derramamiento de
sangre no hay perdón”. Así que este asunto de derramar la sangre también fue sembrado
en Génesis 3:21 y se desarrolla en Juan 1:29 y Hebreos 9:22. Si usted lee las epístolas del
Nuevo Testamento, observará con qué frecuencia se menciona la sangre. Fuimos
redimidos por la preciosa sangre del Cordero de Dios, el cual fue preparado por Dios
para nosotros antes de la fundación del mundo (1 P. 1:18-20). Cristo fue determinado
como cordero antes de la caída de Adán. Podemos ver un cuadro del derramamiento de
la sangre de Cristo allí en el huerto. Sin derramamiento de sangre, ¿cómo puede un Dios
justo justificar a un hombre pecador? Sin derramamiento de sangre, no habría sido
lícito, justo ni bueno que Dios pusiera una túnica sobre el hombre caído. No obstante,
antes de cubrir al hombre pecador con túnicas de pieles, Dios lo juzgó y lo mató en el
sacrificio. Dios nunca nos matará, porque El ya nos mató en Cristo. En la cruz, el Dios
justo inmoló a Cristo. Por consiguiente, cuando respondemos al evangelio y decimos:
“Viviente”, Dios inmediatamente viene y nos cubre con Cristo como nuestra justicia.
Esto significa que la justificación que da Dios se basa en la redención. El poner túnicas
de pieles se basaba en el derramamiento de la sangre del sacrificio, pues en realidad el
cordero del sacrificio era un sustituto del hombre pecador.
2) Las pieles que nos cubren: la unión
Aunque muchos cristianos hablan de sustitución, del hecho de que Cristo murió en
nuestro lugar, pocos entienden qué significa la unión. La verdadera sustitución se basa
en la unión. Adán y Eva eran pecadores, y los corderos fueron inmolados y su sangre fue
derramada por sus pecados. ¿Cómo pudo la muerte de los corderos ser la muerte de
ellos? Si los corderos y Adán y Eva estuvieran separados el uno del otro, los corderos no
podían sustituirlos. Cuando Adán creyó en las buenas nuevas, Dios lo cubrió con una
túnica de piel de cordero, y Adán fue hecho uno con el cordero. El pecador se hizo uno
con el sustituto. Esta es la unión. La unión hace que la sustitución sea eficaz, pues sin la
unión, la sustitución queda aislada. La sustitución no tiene nada que ver con nosotros
hasta que entramos en esa unión. Cuando participamos de la unión, todo lo que el
sustituto ha cumplido es nuestro. Cristo lo realizó todo por nosotros en la cruz, pero sin
unión nada de lo que El cumplió en la cruz tendría relación con nosotros. Pero si
decimos: “Amén, Señor”, seremos vestidos de Cristo y puestos en El. Al ser uno con
Cristo, todo lo que El cumplió en la cruz llega a ser nuestro, nuestra porción. La unión
trae la eficacia de la sustitución, y la sustitución se basa en la unión.
Cuando predicamos el evangelio, algunas personas nos preguntan: “Puesto que Cristo
murió por nosotros, ¿por qué necesitamos creer? Usted acaba de decirnos que El efectuó
plena redención por nosotros. Entonces, ¿por qué tenemos que creer nosotros?” Porque
ustedes necesitan la unión. Si ustedes no creen en Cristo, no tienen esa unión. Si no
tienen unión con El, no podrán hacer suyo todo lo que El hizo en la cruz ni podrán
aplicarlo. Debemos creer en Cristo. Cada vez que la Biblia habla de creer para ser salvos
usa la preposición “en”. Debemos creer en El. Esta pequeña palabra “en” denota
“unión”. Creer en Jesucristo significa ser uno con El, tener unión con El. Si soy un
hombre pobre y usted es multimillonario, es posible que usted tema unirse a mí, pero yo
estaría contento de unirme a usted, porque cuando yo me uno con usted, todo lo suyo
llega a ser mío. Esta es la razón por la cual tantas mujeres quieren casarse con hombres
ricos. Según la ley de California, en la unión entre marido y mujer queda implícito que la
esposa llega a poseer todo lo que el marido tiene. Nosotros tenemos el mejor
matrimonio. Nosotros los pobres mendigos nos hemos casado con Cristo, el
multimillonario más grande. Todo lo que El tiene, todo lo que es, lo que ha hecho y va a
hacer, lo que ha logrado y obtenido, es nuestro. Ahora estamos en Cristo. Este asunto de
unión también fue sembrado en Génesis, se desarrolla plenamente en las epístolas del
Nuevo Testamento y madurará como una cosecha en Apocalipsis 21.
f. Se cerró el camino al árbol de la vida
1) La razón
Aunque vimos que los sufrimientos fueron determinados para restringirnos, rescatarnos
y guardarnos y aunque vimos la redención anticipada, queda de todos modos un
problema práctico: ¿Qué sucede con el árbol de la vida? ¿Puede el árbol de la vida
quedar a disposición del hombre caído y pecaminoso?
Aunque en aquel entonces Adán y Eva tenían un anticipo de la redención, no tenían la
verdadera redención. Todavía eran pecaminosos en su naturaleza. Si ellos, siendo
corruptos en su naturaleza, hubieran comido del árbol de la vida mientras estaban en
esa condición, habrían vivido para siempre con su naturaleza pecaminosa. Dios no lo
permitió. El árbol de la vida, el cual representa a Dios, no debe ser tocado por el hombre
pecaminoso. Por tanto, antes de efectuarse la verdadera redención, Dios debía cerrar el
camino al árbol de la vida. Al completarse la verdadera redención, el árbol de la vida
volvería a ser accesible. Así que, Génesis nos dice que después de que Dios preparó la
redención anticipada para el hombre, cerró el camino al árbol de la vida.
2) El medio
Resulta muy significativo considerar la manera en que Dios cerró el camino al árbol de
la vida. En figura, Dios cerró el camino mediante los querubines y una espada
encendida. Aquí vemos tres asuntos: los querubines, la llama y la espada. Como dijimos
con anterioridad en cuanto a otros asuntos en estos capítulos de Génesis, debemos usar
alegorías para interpretar todas las figuras de Génesis 3. Es perfectamente válido usar
alegorías al interpretar el Antiguo Testamento, pues tanto el Señor Jesús como el
apóstol Pablo lo hicieron.
a) Los querubines: la gloria de Dios
Si leemos Ezequiel 9 y 10 y Hebreos 9, veremos que los querubines simbolizan la gloria
de Dios. Ezequiel 9:3 revela que la gloria de Dios estaba con los querubines, y Hebreos
9:5 habla de “los querubines de gloria”, porque Dios los usó para representar, expresar y
mostrar Su gloria. Por consiguiente, el camino al árbol de la vida fue cerrado por los
querubines, lo cual significa que fue cerrado por la gloria de Dios. La gloria de Dios no
permitía que el hombre pecaminoso tocara a Dios antes de que se cumpliera la
verdadera redención. En Romanos 3:23 Pablo dice que todos pecaron y carecen de la
gloria de Dios. Por tanto, fue la gloria de Dios la que cerró el camino al árbol de la vida.
La gloria de Dios no permitía que ninguna persona pecadora y carente de Su gloria
tuviera contacto con El.
b) La llama: la santidad de Dios
La llama representa el fuego, y el fuego en tipología es la santidad de Dios. Dios es un
fuego consumidor (Dt. 4:24; 9:3; He. 12:29). Todo lo común, lo impuro o lo pecaminoso
es consumido por El. Este fuego consumidor representa la santidad de Dios, y sin
santidad nadie lo verá (He. 12:14). Por tanto, el segundo elemento que cerró el camino al
árbol de la vida fue la santidad de Dios.
c) La espada: la justicia de Dios
La espada representa la muerte. En Génesis 3 la muerte a espada indica la justicia de
Dios (cfr. Lm. 3:42-43; Ro. 2:5). Si Dios mata a alguien sin que el pecado esté de por
medio, El podría ser censurado por actuar injustamente. Sin embargo, puesto que el
pecado está de por medio, es necesario, según el Dios justo, darle muerte a tal persona.
Por tanto, la espada que mata representa los requisitos de la justicia de Dios. Por
consiguiente, la gloria, la santidad y la justicia de Dios cerraron el camino al árbol de la
vida, lo cual indica que el hombre, mientras era pecador, no podía tener contacto con
Dios como el árbol de la vida.
3) Los ejemplos
a) Dios en el monte Sinaí
Ahora consideremos dos ejemplos del hecho de que Dios cerró el camino al árbol de la
vida. En el monte Sinaí, Dios vino a visitar a Su pueblo (Ex. 19:10—20:21). No obstante,
parecía decir a Moisés: “Moisés, di al pueblo que debo tener un límite alrededor del
monte y que nadie debe cruzar el límite. Yo soy santo, justo y estoy lleno de gloria. Entre
vosotros, seres pecaminosos, nadie está calificado para pasar ese límite. Si lo hacéis,
moriréis”. El monte Sinaí quedó cubierto con una nube en la cual estaba la gloria de
Dios (Ex. 24:16-17). Esa gloria era muy exigente. Separó a todo el pueblo pecaminoso de
la presencia de Dios y cerró el camino al árbol de la vida. También, en el monte estaba el
fuego consumidor (Ex. 19:18). Los israelitas estaban tan atemorizados que dijeron a
Moisés: “No nos pidas acercarnos a Dios. Acércate tú a El por nosotros. Mira lo que está
en el monte: el fuego devorador. No nos atrevemos a dar un paso más”. Esto era el
requisito de la santidad de Dios. Además, durante el encuentro de Dios con Moisés en el
monte Sinaí, le dio la ley, los diez mandamientos justos (Ex. 20:1-17). Estos
mandamientos también eran una gran exigencia. Por consiguiente, en el monte Sinaí
vemos el cuadro de tres asuntos: la gloria de Dios, Su santidad y Su justicia. Estos
atributos divinos pusieron exigencias y requisitos sobre el hombre pecador. De esta
manera, el hombre fue separado de Dios, el árbol de la vida, por la gloria, la santidad y
la justicia de Dios.
b) Dios en el Lugar Santísimo del tabernáculo
Un segundo ejemplo es el tabernáculo, en cuyo centro se encontraba el Lugar Santísimo
(Lv. 16:1-2). Dios estaba en el Lugar Santísimo, que Su gloria shekinah llenaba
continuamente. Sin embargo, el hombre no podía entrar en el Lugar Santísimo en todo
tiempo porque los querubines que estaban encima del arca (Ex. 25:18-20) observaban si
el hombre pecaminoso podía satisfacer los justos requisitos de Dios. Esto significa que la
gloria de Dios estaba allí observando. También había querubines bordados en el velo de
separación (Ex. 26:31-34). Además, cuando Nadab y Abiú, los dos hijos de Aarón,
entraron al lugar santo con un fuego extraño, fueron quemados y muertos (Lv. 10:1-3).
El fuego, que representa la santidad de Dios, salió del lugar santo para devorarlos.
Además, en el arca del Lugar Santísimo se hallaba la ley de Dios (Ex. 40:20-21; He. 9:34). La ley representaba la justicia de Dios. Por consiguiente, una vez más vemos que la
gloria, la santidad, y la justicia de Dios pusieron exigencias sobre el hombre pecador y le
impidieron tener contacto con Dios.
4) El límite del tiempo
a) Hasta que el Señor Jesús
efectuó la redención en la cruz
El camino al árbol de la vida fue cerrado durante el período que precedió el
cumplimiento de la redención por parte del Señor Jesús. Mediante la muerte todoinclusiva de Cristo en la cruz, fueron satisfechos todos los requisitos de la gloria, la
santidad y la justicia de Dios.
(1) Los requisitos de la gloria de Dios
La muerte redentora de Cristo satisfizo los requisitos de la gloria de Dios. Cuando El
murió, el velo en el cual estaban bordados los querubines de la gloria se rasgó en dos de
arriba abajo (Mt. 27:50-51). El hecho de que se haya rasgado de arriba abajo demuestra
que esto era obra de Dios y que la barrera entre Dios y el hombre quedaba eliminada. El
hombre carecía de la gloria de Dios, pero ahora Dios lo puede justificar mediante la
redención que está en Cristo (Ro. 3:23-24).
(2) Los requisitos de la santidad de Dios
La santidad de Dios quedó satisfecha con la muerte de Cristo en la cruz. Somos
santificados, hechos santos, mediante la ofrenda que hizo Cristo una vez y por todas
(He. 10:10). Por Su única ofrenda, Cristo nos perfeccionó en la santificación, en la
santidad (He. 10:14). El nos santificó con Su sangre (He. 13:12). Por la muerte de Cristo,
la santidad de Dios es nuestra y los requisitos de Su santidad ya no son un problema
para nosotros.
(3) Los requisitos de la justicia de Dios
La muerte de Cristo también satisfizo la justicia de Dios. Dios hizo a Cristo pecado por
nosotros a fin de que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El (2 Co. 5:21). El
justo sufrió por los pecados de los injustos (1 P. 3:18). Mediante la muerte de Cristo, la
justicia de Dios se ha hecho nuestra y no puede apartarnos del Dios justo que es el árbol
de la vida. Por lo tanto, el camino al árbol de la vida nos fue completamente abierto una
vez más al efectuar Cristo la redención.
b) Abrió un camino nuevo y vivo
La sangre de Cristo nos abrió un camino nuevo y vivo puesto que El cumplió los
requisitos de la justicia, la santidad y la gloria de Dios (He. 10:19-20, 22). La palabra
“nuevo” de Hebreos 10:20 significa “fresco” o “recién hecho”. Tenemos este camino
fresco, un camino hecho recientemente. Mediante este camino nuevo, fresco y vivo
tenemos la confianza de entrar en el lugar secreto donde se halla el árbol de la vida.
No tengan temor de su naturaleza pecaminosa, pues ya fue crucificada. La naturaleza
pecaminosa, el viejo hombre, el alma, el ego y el horrible “yo” fueron clavados en la cruz.
Por consiguiente, Dios tiene la confianza de concedernos la vida eterna. El no tiene
temor de que vivamos eternamente con nuestra naturaleza caída porque ésta fue
aniquilada por la muerte todo-inclusiva de Cristo.
c) Al hombre se le permite acercarse a Dios
y disfrutarlo como vida
Ahora podemos acercarnos a Dios (Jac. 4:8; He. 4:16; 10:19, 22). Mediante la redención
efectuada por Cristo, Dios entró en nuestro espíritu. Debemos volvernos a nuestro
espíritu y, mediante la sangre de Jesús, entrar en el Lugar Santísimo donde tenemos
acceso al árbol de la vida. Esto es maravilloso. Ahora no estamos bajo el anticipo de la
redención, sino que disfrutamos de la redención cumplida. Esta redención nos ha
abierto un camino nuevo y vivo para entrar en el Lugar Santísimo. Este camino no
estaba presente en el huerto, pero ahora está en nuestro espíritu. Por consiguiente,
ahora tenemos la confianza de tocar al Dios viviente, quien es el árbol de la vida. Puesto
que nuestras túnicas fueron lavadas, tenemos derecho a acercarnos al árbol de la vida y
a disfrutar sus riquezas (Ap. 22:14).
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTIDOS
LA SEGUNDA CAIDA DEL HOMBRE
(1)
Después de ver la primera caída del hombre y la proclamación de las buenas nuevas por
parte de Dios, lo cual se relata en Génesis 3, llegamos a Génesis 4. Aparentemente
estamos estudiando la caída; pero en realidad estamos considerando las buenas nuevas.
Si no hubiese sucedido la caída, no habría buenas nuevas. ¡Alabado sea el Señor por la
caída! La caída del hombre trajo el evangelio de Dios. En este mensaje llegamos a otro
paso en la caída del hombre y también en la proclamación de las buenas nuevas por
parte de Dios.
B. La segunda caída
1. El trasfondo
En Génesis 4 el hombre ya había caído (Gn. 3:6-8, 22-24). No obstante, había recibido
de Dios la promesa de la salvación (3:15) y el camino de la salvación (3:21). Cuando Dios
prometió a Adán que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, éste creyó
y respondió dando a su esposa el nombre de “Viviente”. Adán y Eva esperaban ser
condenados a muerte. Por consiguiente, cuando oyeron las buenas nuevas, Adán no
llamó a su esposa “Muerta”, sino “Viviente”. Como dijimos en el mensaje diecinueve,
todo el género humano está muriendo; nadie vive. Sin embargo, después de oír y recibir
el evangelio de Dios, el hombre es vivificado. ¡Aleluya, estamos vivos!
Aunque la respuesta de Adán en Génesis 3:20 demuestra que él creyó el evangelio, no
encontramos ningún indicio de que Eva también haya creído. No obstante, Génesis 4:1
nos revela que Eva creyó en las buenas nuevas. “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual
concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido varón, Jehová” (heb.). Eva dio a luz un
hijo y lo llamó Caín, que significa “adquirido”. Aunque Caín mismo era perverso, su
nombre tenía mucho significado. Cuando Eva dio a luz a Caín, declaró: “He adquirido
varón”. No había adquirido una casa ni alguna tierra; había adquirido un hombre. Según
su concepto, Caín era la simiente de la mujer, que había sido prometida en Génesis 3:15.
Dios le había prometido a Eva que su simiente heriría la cabeza de la serpiente, el
maligno. En Génesis 4:1 las palabras de Eva demuestran que ella había creído en esa
promesa y que esperaba tener esa simiente. Cuando su primer hijo nació, ella declaró:
“He adquirido varón, Jehová”. Si usted piensa que esta traducción es demasiado osada,
le sugiero que consulte el texto hebreo. En el texto hebreo de Génesis 4:1 no existe
ninguna preposición entre las palabras “varón” y “Jehová”. Aunque algunos traductores
añadan las preposiciones “de” o “con”, no existe tal preposición en el texto original
hebreo. El texto hebreo dice simplemente: “He adquirido varón, Jehová”. La versión
Concordant de Génesis lo traduce de esta manera en el texto, y la versión New
American Standard pone esta traducción en el margen. Por tanto, para Eva, el niño que
ella dio a luz en 4:1 era el cumplimiento de la promesa acerca de la simiente de la mujer,
que recibió en 3:15. Por consiguiente, ella llamó a su niño Jehová, el Señor.
No obstante, esta afirmación era prematura. En realidad Eva no dio a luz al hombre
Jehová. Cuatro mil años más tarde la virgen María dio a luz un niño, cuyo nombre fue
Dios fuerte (Is. 9:6). El niño que nació en el pesebre de Belén era Jehová. Su nombre fue
Jesús, que significa “Jehová, el Salvador” (Mt. 1:21). Aunque Eva no dio a luz al hombre
Jehová, ella era símbolo de la virgen María, quien sí lo dio a luz. Con el tiempo, la
verdadera simiente de la mujer vino por medio de la virgen María. Por eso Jesús, o sea,
Jehová el Salvador, es verdaderamente el hombre Jehová, que Eva pensó haber dado a
luz como lo menciona Génesis 4:1. Al darle a su hijo el nombre de Caín, Eva demostró
que ella creía en el evangelio proclamado por Dios en Génesis 3:15. Al cabo de los cuatro
mil años que habían de transcurrir, el hombre Jehová finalmente vino por medio de la
virgen María.
Adán y Eva creyeron en el evangelio. Adán creyó y le dio a su esposa el nombre de
“Viviente”; Eva creyó y llamó a su hijo “Adquirido”, pensando que ella había adquirido
lo que Dios había prometido. Indudablemente Adán y Eva predicaron el evangelio a sus
hijos, contando a Caín y a Abel cómo fueron creados por Dios, cómo Dios les había
mandado no comer del árbol del conocimiento, cómo habían desobedecido a Dios y
habían comido, cómo tuvieron temor y temblor mientras esperaban la sentencia de
muerte, y cómo Dios les predicó el evangelio al prometerles que la simiente de la mujer
heriría la cabeza de la serpiente. Además, Adán y Eva deben de haber contado también
cómo quedaron desnudos en presencia de Dios y cómo Dios había matado algunos
corderos como sacrificios, usando luego las pieles para hacer las túnicas que cubrieran la
desnudez de ellos a fin de que permanecieran delante de El y tuvieran comunión con El.
Estoy convencido de que Adán y Eva predicaron este evangelio a sus hijos. Encontramos
una evidencia de ello en Hebreos 11:4, donde leemos: “Por la fe Abel ofreció a Dios más
excelente sacrificio que Caín”. Según la Biblia, la fe proviene de oír la palabra predicada
(Ro. 10:17, 14). Abel debe de haber oído de sus padres la predicación de las buenas
nuevas, puesto que tuvo tanta fe y la ejercitó y ofreció un sacrificio a Dios conforme a
esa fe. El recibió la fe cuando oyó esta palabra. El no presentó su sacrificio conforme a
su propia opinión ni a lo que sabía, y su ofrenda no fue ninguna invención suya. El
presentó su ofrenda por la fe conforme a las palabras que le predicaron sus padres.
El padre, Adán, la madre, Eva, y el segundo hijo, Abel, creyeron en el evangelio.
Nosotros los salvos, no somos los primogénitos. Los primogénitos perecieron (Ex.
12:29), y los que nacieron luego fueron salvos al creer. Nosotros los que creemos
constituimos el segundo hijo. Alabado sea el Señor porque somos los hijos que nacieron
después, el segundo hijo. Adán era un buen padre y fue el primero en creer el evangelio.
Espero que todos los padres que lean este mensaje sean los primeros en creer el
evangelio. Eva, buena esposa y madre, también fue creyente y siguió a su marido
preparando el camino para que también su hijo creyera. Por consiguiente, en Génesis 4
vemos un padre creyente, una madre creyente y un hijo creyente. Consideren esa
familia: todos creyeron en el mismo evangelio. Cuando la gente me preguntaba si Adán y
Eva habían sido salvos, yo contestaba: “¿Por qué no? Si ustedes son salvos, ellos
indudablemente también lo son. De hecho, fueron salvos mucho antes que ustedes”.
Adán y Eva fueron pioneros en creer el evangelio. Adán abrió el camino. Eva preparó el
camino, y Abel anduvo en él. Ahora somos seguidores de Abel. Quisiera que todo padre
fuese un Adán, toda madre una Eva, y todos los hijos unos Abeles. La primera familia
que hubo en la tierra fue una familia que creyó el evangelio, una familia de creyentes.
Abel mismo fue un creyente extraordinario. Es posible que usted haya leído la Biblia por
años sin notar cuál era la profesión de Abel. El fue “pastor de ovejas” (Gn. 4:2). En los
días de Abel las ovejas no formaban parte de la alimentación del hombre, puesto que
antes del diluvio, sólo se permitía comer verduras (Gn. 1:29). Sólo después del diluvio
Dios permitió que el hombre comiera carne y también legumbres (Gn. 9:3). Así que,
cuando Abel alimentaba las ovejas, no trabajaba para obtener alimento. Aparentemente
Caín fue más inteligente; fue más práctico que Abel, pues “fue labrador de la tierra” (Gn.
4:2). Caín pudo haber dicho a su hermano: “Abel, lo que haces no es práctico. ¿De qué te
sirve criar ovejas? Mira lo que hago yo. Trabajo en la tierra porque la tierra produce
comida de la cual puedo vivir. ¿Cómo puedes ganarte la vida simplemente alimentando
ovejas? Todo lo que puedes conseguir es pieles para cubrirte, pero no tienes nada con
qué sobrevivir”. Si ahondamos en el pensamiento de Génesis 4:2, veremos que Abel no
trabajaba para obtener su sustento, sino para satisfacer a Dios. Abel no se preocupaba
por su propia satisfacción, sino por la de Dios. Por el contrario, Caín no se preocupaba
por satisfacer a Dios; a él sólo le interesaba ganarse la vida.
Génesis 4:2 nos habla de dos hermanos de sangre: el mayor labraba la tierra, y el menor
apacentaba las ovejas. La tierra producía alimento para el hombre, mientras que las
ovejas se usaban principalmente como ofrendas para Dios. Vemos, pues, que Caín servía
a la tierra y Abel servía a Dios. Quisiera hacer una pregunta a los que leen este mensaje:
¿Apacientan ustedes las ovejas o sirven a la tierra, al mundo? Si vivimos para el Señor,
todo lo que hacemos es alimentar ovejas. Pero si no servimos al Señor, todo lo que
hacemos es servir a la tierra. Existen solamente dos clases de personas: las que sirven al
mundo y las que alimentan ovejas para Dios. ¿Quiénes son ustedes? Toda la gente
mundana sirve a la tierra diligente y sinceramente, sin preocuparse en absoluto por
Dios. Todos los seres humanos caídos sirven a la tierra y son esclavos de ella. ¿Es usted
un siervo, un esclavo? La gente que sirve a la tierra piensa que nosotros los que
alimentamos ovejas para Dios, estamos locos. Cuando se enteran de que nos reunimos
continuamente, cuando nos ven leer a la Biblia y tener comunión unos con otros, cuando
nos oyen cantar y alabar al Señor todo el tiempo, se preguntan qué clase de gente somos.
Somos pastores de ovejas. Día y noche alimentamos ovejas. No diga que usted enseña en
la escuela o que trabaja en su negocio. Usted alimenta ovejas para Dios. Somos Abeles,
personas que están más interesadas en alimentar a las ovejas para Dios que en
simplemente ganarse el sustento. No diga que los hermanos que tienen el liderazgo en la
iglesia son los únicos en alimentar a las ovejas y que los demás hermanos y hermanas
deben ocuparse de su empleo o negocio. Aparentemente usted se ocupa en su empleo o
en su estudio, pero en realidad está alimentando a las ovejas para Dios. El empleo o la
educación es algo secundario; lo principal es alimentar a las ovejas. El aspecto principal
de nuestro vivir consiste en que nos preocupemos por satisfacer a Dios. No servimos a la
tierra; somos pastores de ovejas para Dios.
Abel alimentaba las ovejas con el único propósito de proveer ofrendas para Dios. Por
consiguiente, Abel se dedicó por completo a servir a Dios. Todo lo que usted haga, debe
realizarlo con el propósito de servir a Dios. No debería actuar por ninguna otra razón
que no fuese ésta. Nosotros servimos a Dios, alimentando a las ovejas para presentarle
ofrendas. Todo se debe hacer con este fin. Por ser Abel una persona así, fue un creyente
extraordinario. El no sólo creyó en el evangelio, sino que practicó el evangelio y vivió por
él.
Cuando Eva dio luz a Caín, se alegró y declaró: “He adquirido varón, Jehová”. Es
probable que poco después haya quedado desilusionada y haya dicho: “Este no era
Jehová. No es más que un niño travieso”. Además, Caín no escuchó sus consejos. Por
consiguiente, cuando Eva dio luz a su segundo hijo, lo llamó Abel, lo cual significa
“vanidad”, como si un aliento se esfumara. En el nacimiento del primer hijo, ella se
regocijó y exclamó: “He adquirido”; en el nacimiento del segundo, ella quedó
desilusionada y dijo: “Vanidad”. Cuando Abel nació, Eva dijo simplemente: “Es
vanidad”. Este pensamiento es muy significativo. Somos vanidad; no obstante, somos
pastores de ovejas. No somos nada ni nadie, pero somos pastores de ovejas para Dios.
Me resulta difícil contestar a los que me preguntan cuál es mi profesión. A menudo
contesto: “Me cuesta trabajo decirlo. En cierto sentido, no soy nadie. En otro sentido,
soy maravilloso”. Por una parte, no soy nadie, soy vanidad; por otra, soy una persona
maravillosa que tiene la maravillosa labor de apacentar ovejas para Dios. No existe nada
más maravilloso que la obra de apacentar las ovejas para Dios. Este es Abel. Por
nacimiento, somos gente vana. Si no alimentamos las ovejas para Dios, todo lo que
somos y hacemos es “vanidad de vanidades” (Ec. 1:2). Alabado sea el Señor porque en
medio de las vanidades pastoreamos a las ovejas para satisfacer a Dios. Por
consiguiente, ya no somos vanidad; estamos haciendo una labor maravillosa para
satisfacer a Dios.
2. La causa
En Génesis 4 vemos dos ejemplos diferentes. Abel fue un excelente ejemplo de alguien
que creyó el evangelio, lo puso en práctica y vivió para él. Caín, el primogénito de la
segunda generación humana, fue un ejemplo de la continuación de la caída y de alguien
que se apartó del camino de la salvación. Con relación a Adán y a Eva existen dos
asuntos principales: la caída que causaron y el evangelio que recibieron y predicaron.
Adán y Eva fueron salvos y comunicaron la palabra de salvación a la siguiente
generación. También debemos compartir estas cosas con nuestros propios hijos,
contándoles la triste historia de la caída del hombre y proclamándoles las buenas nuevas
de la salvación que Dios trae. Caín no siguió el camino de la salvación, sino que continuó
la caída. Su vida fue la continuación y prolongación de la caída del hombre. Por
consiguiente, podemos decir que con Caín la humanidad experimentó una segunda
caída. Sus padres causaron la primera caída, él la continuó y trajo la segunda.
Quisiera en este punto dar una advertencia: No continúe jamás la caída. Debemos
separarnos de la caída y decirle: “Caída, me niego a cooperar contigo. Mantente lejos de
mí. No te permitiré continuar. Voy a correr a la salvación de Dios”. Caín perpetuó la
caída del hombre, pero Abel persiguió el camino de salvación de Dios. Hoy somos
confrontados con la misma elección. ¿Quieren permanecer en la caída y continuarla, o
acudir a Dios para ser salvos? No deberíamos ser tan insensatos como para continuar la
caída. Debemos aceptar la provisión que Dios nos brinda para que seamos salvos. No
obstante, Caín fue insensato, pues se mantuvo en la caída y propició aún más su
desarrollo.
a. La ganancia del diablo
Debemos entender la causa de la segunda caída del hombre. Una de las razones por las
cuales Caín continuó la caída fue que el diablo lo había ganado para sí interiormente.
Aparentemente fue Caín el que rechazó las buenas nuevas de Dios, pero en realidad, fue
Satanás el que lo apartó del camino de la salvación que Dios le brindaba. Satanás sabía
que si Caín hubiera recibido las buenas nuevas, él no tendría ninguna posibilidad de
ganarlo. De modo que fue astuto e incitó a Caín a seguir su propio camino en cuanto a la
comunión con Dios. De esta manera él tenía a Caín en sus manos y lo hizo caer aún más.
Por consiguiente, la segunda caída del hombre fue instigada por el enemigo insidioso
que había ganado a Caín y obraba dentro de él.
b. La arrogancia del hombre al rechazar
el camino de la salvación que Dios le brinda
En Génesis 4 el diablo ya se había inyectado en el hombre, y Dios le había mostrado al
hombre el camino de salvación. No obstante, Caín fue arrogante, pues rechazó el camino
de la salvación que Dios le brindó. Esto significa que siguió al diablo y desechó la
voluntad de Dios. Esta fue otra causa de la segunda caída. A Caín no le interesó la
Palabra de Dios, el evangelio, ni escuchó la predicación de sus padres. Una vez más
afirmo que creo que sus padres le predicaron el evangelio a él y a su hermano,
hablándoles de la necesidad de tener túnicas que los cubrieran y que fueran hechas con
las pieles de los corderos del sacrificio. Creo que esto justifica el deseo de Abel de ser un
pastor de ovejas. Pero a Caín aquello no le interesaba en lo más mínimo, y por ende,
rechazó el camino de Dios con arrogancia e inventó su propio camino.
3. El proceso
a. La arrogancia del hombre
al ofrecerle a Dios “el producto de la tierra”
Caín era arrogante y servía a Dios según su propio concepto. “Caín trajo del fruto de la
tierra una ofrenda a Jehová” (Gn. 4:3). Caín sirvió a Dios según su concepto. El inventó
una religión basándose en su concepto humano. En Génesis 3 no se dice nada acerca de
ofrecer a Dios el fruto de la tierra. A Dios le interesa un sacrificio en el cual la sangre sea
derramada para satisfacer los requisitos de Su justicia y también le interesan las pieles
de los corderos del sacrificio con las que se pueden cubrir los seres caídos y desnudos.
Cuando Adán y Eva vieron que estaban desnudos, se cubrieron con vestiduras hechas
con hojas de higuera, pero a Dios no le agradó esa clase de vestimenta. El mató algunos
corderos para el sacrificio por el pecado, y con las pieles de esos corderos hizo túnicas a
fin de cubrir al hombre y a la mujer. Ya vimos que Adán y Eva deben de haber contado
eso a Caín y Abel y que Abel recibió su palabra y actuó conforme a ella, mientras que
Caín se consideró más inteligente y menospreció los intereses de Dios, negándose a
seguir Su camino. El no obedeció al evangelio de Dios, sino que inventó su propio
método, una religión conforme a sus propios conceptos. ¿Quién le pidió que ofreciera el
fruto de la tierra? El mismo se lo propuso, motivado por el enemigo insidioso. Esta
práctica se originó en su mente.
Con el transcurso de los siglos y de las generaciones, Caín ha tenido incontables
seguidores, personas de todas partes que inventan su propia religión. No incitaron al
pueblo a pecar, sino a servir a Dios y a adorarle. En su arrogancia, estas personas creen
estar sirviendo a Dios. Dicen: “¿Qué hay de malo en servir a Dios de esta manera? No
apostamos ni robamos ni matamos. Servimos a Dios”. No obstante, quiero decirles:
“Ustedes sirven a Dios conforme a sus propios conceptos. A la larga, ustedes no sirven a
Dios, sino que se sirven a sí mismos. Ustedes sirven sus propios conceptos y no se
preocupan por satisfacer a Dios. Dios no es su Dios; sus conceptos y su mentalidad son
su dios.
Si usted lee Génesis 4 con prisa, tendrá el mismo problema que tuve yo cuando leí este
pasaje en mi juventud. Dije: “Dios no es justo. Ambos hermanos le presentaron una
ofrenda. ¿Qué había de malo con la ofrenda de Caín? El no apostaba ni robaba, y era
religioso. Si no hubiese sido religioso, no habría presentado una ofrenda. El labró la
tierra hasta que ésta produjo fruto, y luego apartó algunas frutas como ofrenda a Dios.
¿Acaso eso no estaba bien? ¿Cómo podría Dios condenarle por hacer eso?” No obstante,
la Biblia dice: “Pero no miró a Caín y a la ofrenda suya” (Gn. 4:5, heb.). Dios parecía
decirle a Caín: “Caín, hiciste algo religioso, pero ni siquiera lo miraré. Esto no es un
servicio para Mí. Tú estás sirviendo a tus propios conceptos. No me interesa tu ofrenda
en absoluto”. Cuando yo era joven, no podía entender por qué Dios obró de esa manera,
respetando la ofrenda de Abel y rechazando la de Caín. Yo pensaba que Dios era injusto.
Con el paso de los años llegué a comprender que Caín no presentó su ofrenda a Dios
conforme al camino de Dios, sino según sus propias ideas. El inventó una manera de
adorar a Dios conforme a su propio concepto y deseo. En el cristianismo actual se
inventan muchas novedades para adorar a Dios. Todas estas invenciones son
arrogancia.
Caín en su ser natural ya no era puro. Adán era puro cuando fue creado por Dios, pero
Satanás, el maligno, se inyectó en él como resultado de la caída. Por consiguiente, cada
vez que el hombre actúa por su propia cuenta, está en unión con el diablo. Por tanto, el
hombre no debería actuar por su propia cuenta, sino que debe rechazarse a sí mismo y
depender de Dios. Debo entender siempre que soy una persona caída y que Satanás está
dentro de mí, en mi naturaleza, en mis pensamientos, en mis deseos y en mi voluntad.
Satanás se hace totalmente uno conmigo. No me atrevo a actuar según mi propia
voluntad. Debo decir: “Señor, me desecho a mí mismo y pongo mi confianza en Ti.
Señor, ve Tú primero; toma la iniciativa. Señor, quiero seguirte y permanecer en Tu
camino”. No somos solamente pecadores, sino que nuestro ego se ha hecho diabólico
porque Satanás está en nosotros. Todo lo que planeamos según nuestra naturaleza es en
realidad una invención del diablo. Caín, igual que muchos hoy, no estaba consciente de
eso. El pensaba que mientras hiciera algo por Dios, sirviéndole y adorándole, todo iría
bien. Usted no debe pensar así. Debe entender en qué condición se encuentra usted y
qué es. Como personas caídas, somos uno con el diablo. El no está solamente alrededor
de nosotros y sobre nosotros, sino también dentro de nosotros, en nuestra naturaleza,
en nuestra mente, en nuestra parte emotiva y en nuestra voluntad. Cada vez que usted
se enoja, Satanás está allí. Cada vez que usa sus propias emociones, Satanás está activo
en usted. No diga que es solamente usted el que se comporta así, pues Satanás está con
usted y en usted. Vemos eso no solamente en las cosas malas, sino también en las
buenas. Cuando Caín presentó el fruto de la tierra como ofrenda a Dios, Satanás estaba
metido en dicha actividad. En Caín, Satanás presentó una ofrenda a Dios. Esta era la
razón por la cual Dios no quiso mirarla. Dios parecía decir: “Caín, tu ofrenda es maligna.
Es un insulto para Mí. Es una abominación a Mis ojos. Me niego a aceptarla”.
b. La ira del hombre
Cuando Caín vio que Dios no había mirado su ofrenda, “se ensañó ... en gran manera, y
decayó su semblante” (Gn. 4:5). Pasa lo mismo con los religiosos hoy en día. Si usted no
aprecia las obras que hacen, se enojarán y dirán: “¿Acaso no servimos nosotros a Dios?
¿Por qué no está de acuerdo usted conmigo?” Cuando los religiosos vean que otros
sirven a Dios como El manda y obtienen así Su respeto, se enfurecerán más todavía.
Caín fue el primero en actuar así. Si usted sirve a Dios de la manera que lo hizo Abel, lo
cual significa que sigue el camino de Dios, los religiosos se enojarán con usted y le dirán:
“¿No cree usted que nosotros también servimos a Dios? ¿Por qué Dios lo va a aceptar a
usted y a nosotros no?” Con frecuencia hemos oído estas palabras. Le sugiero que tenga
cuidado. Si bien usted sirve a Dios, ¿cómo lo hace, a su manera o la manera de Dios?
¿Sirve usted a Dios conforme a lo que El ha revelado, o según los conceptos que usted
tiene o según sus propias invenciones? Decir simplemente que usted sirve a Dios no es
suficiente. Es necesario determinar la manera en que lo hace. ¿Corresponde su servicio a
la Palabra de Dios o a sus propias ideas?
No obstante, Dios tuvo mucha misericordia de Caín y siguió hablándole. Caín no oró a
Dios ni le preguntó: “Dios, ¿qué hay de malo conmigo?” Aunque Caín no oró, Dios,
quien es rico en misericordia, vino a él y le dijo a Caín: “Por qué te has ensañado, y por
qué ha decaído tu semblante?” (Gn. 4:6). Dios preguntó a Caín por qué se había
ensañado y por qué había decaído su semblante. Todos los que siguen el camino de Dios
tienen un semblante elevado. Alzan su semblante y dicen: “¡Alabado sea el Señor! Amén,
Aleluya. Jesús es Señor!” Según algunas versiones, Dios le dijo a Caín: “Si bien hicieres,
¿no serás enaltecido?” El hebreo, el idioma original, también puede ser traducido: “Si
bien hicieres, no tendrías el rostro en alto?” Si estamos en el camino de Dios, nuestro
semblante será alzado. Aunque muchos religiosos sirven a Dios y lo adoran, Dios no los
mira. Como resultado se enojan, diciendo: “¿Acaso no sirvo yo a Dios? ¿No estoy
haciendo muchas obras para El?” Estas palabras de enojo son indicio de un semblante
caído. Cuando Caín se enojó, Dios parecía decirle: “Caín, no debes enojarte. Tú eres un
pecador. ¿Acaso no te han enseñado tus padres las buenas nuevas? Tengo un camino.
¿Por qué ha decaído tu semblante? Tú estás así porque has rechazado Mi camino,
porque no has escuchado la predicación de tus padres, y porque no has creído el
evangelio. Si tomas Mi camino y crees el evangelio, tu rostro se elevará. Caín, todavía no
es tarde. Pero ten cuidado. Si sigues en este camino, el pecado te acecha y procura
devorarte”.
En Génesis 4:7 Dios le dio a Caín una advertencia: “Y si no hicieres bien, el pecado está a
la puerta”. La última parte de ese versículo es difícil de traducir. Algunas versiones dicen
acertadamente: “A ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. Otras versiones dan a
entender que el deseo del pecado es para Caín y que éste debe vencerlo. ¿A quién se
refiere el pronombre “él” en este versículo? Encontramos la respuesta en Juan 8:44 y 1
Juan 3:12. Con la ayuda de estos versículos podemos ver que en Génesis 4:7 “él” es el
diablo. Por consiguiente, Dios le dijo a Caín que el pecado estaba a la puerta y que su
deseo, es decir, el deseo de Satanás, se dirigía a él, y que Caín debía vencerle. El pecado y
Satanás son uno. ¡Tenga cuidado! Si usted rechaza el camino de salvación de Dios, el
pecado acecha a la puerta para apoderarse de usted. El deseo del pecado, es decir, el
deseo de Satanás, está dirigido a usted, y usted debe vencerlo. La mejor manera de
vencer a Satanás consiste en huir de los conceptos de uno y refugiarse en la obra
salvadora de Dios. La salvación de Dios es Jesús como sacrificio. Jesús derramó Su
sangre por nuestros pecados y se dio a Sí mismo por nosotros como la justicia que cubre
nuestra desnudez. Este es el camino que nos permite huir de Satanás y escapar del
pecado que está a nuestro acecho. Si alguno de ustedes lee este mensaje y no toma a
Jesús como su Salvador, debo decirle que el pecado acecha a su puerta como una fiera
voraz, esperando la oportunidad de apoderarse de usted y devorarle. Este pecado es
Satanás, el enemigo insidioso, el mentiroso, aquel que es homicida desde el principio.
c. El hombre asesinó a su hermano
“Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el
campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató” (Gn. 4:8). Cuando
comparamos este versículo con Juan 8:44, descubrimos que Caín no fue el único
homicida; Satanás también era homicida. En ese pasaje el Señor Jesús se refería al
diablo, cuando dijo: “El ha sido homicida desde el principio”. Aunque Abel fue muerto
por Caín, Satanás cometió el homicidio al realizar Caín esta acción. Caín, por haber
rechazado el camino de Dios y Su advertencia, fue atrapado por Satanás, el homicida, y
se convirtió en homicida junto con Satanás. Por consiguiente, dos homicidas cometieron
el mismo crimen. Cuando Caín mató a su hermano, vino a ser totalmente poseído por el
diablo, pues éste asesinó a Abel con las manos de Caín y con su cooperación. Caín
desdeñó la predicación de sus padres y no hizo caso a la advertencia de Dios. Por tanto,
motivado por Satanás, sirvió a Dios conforme a su propia invención y finalmente fue
totalmente poseído por Satanás y se convirtió en homicida. Esta fue la segunda caída del
hombre.
La segunda caída del hombre empezó cuando éste inventó la religión. No empezó con el
robo; empezó con la adoración a Dios conforme al concepto humano. Adorar a Dios
conforme a la religión fabricada por el hombre no constituyó una salida de la primera
caída, sino una continuación de ella. La segunda caída, que empezó con la religión que
creó el hombre, se completó con ese homicidio. ¿Cree usted que los religiosos pueden
cometer homicidios? Si usted lee la historia, descubrirá que la Iglesia Católica Romana
ha dado muerte a más cristianos auténticos que el Imperio Romano. Millares de
cristianos fueron inmolados por el Imperio Romano, y la Iglesia Católica Romana
continuó esta persecución, matando más creyentes verdaderos. Si usted procura ser un
cristiano genuino en Portugal o en España, debe tener cuidado, pues los religiosos de
esos países podrían intentar quitarle la vida. La religión humana siempre es así: empieza
sirviendo a Dios y acaba matando a la gente. Esto corresponde exactamente a lo dicho
por el Señor Jesús en Juan 16:2: “Viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará
que rinde servicio a Dios”.
¿En qué consistió la primera caída del hombre? La primera caída del hombre consistió
en que éste ingirió algo que no era Dios. El hombre no hizo nada malo; simplemente
absorbió un elemento ajeno a Dios. ¿Cuál fue la segunda caída del hombre? La segunda
caída del hombre fue la invención de la religión, lo cual condujo a un acto de homicidio.
La segunda caída ocurrió por la arrogancia del hombre. La arrogancia significa que el
hombre no se preocupa por la economía de Dios, por el camino de Dios, sino que sólo se
interesa en sus propios deseos y conceptos. Cuando el hombre se negó a seguir el
camino de Dios, e inventó su propia religión, se convirtió finalmente en un homicida del
pueblo de Dios. Esta fue la segunda caída del hombre.
Resulta muy útil entender la caída, pues nos permite ver más de la obra salvadora de
Dios. Espero que entre ustedes nadie se convierta en Caín. Todos deberíamos ser Abeles,
justos. Seamos todos como Abel, creamos el evangelio, practiquémoslo y vivamos por él.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTITRES
CAIN Y ABEL
En este mensaje, que es un paréntesis de nuestro estudio sobre Génesis 4, debemos
profundizar el tema de Caín y Abel. En el presente estudio-vida de Génesis hemos
señalado en varias ocasiones que casi todo lo que encontramos en los tres primeros
capítulos de Génesis constituye una semilla que se desarrolla en los siguientes libros de
la Biblia, particularmente en el Nuevo Testamento. Vemos eso también en el caso de
Caín y Abel. Según la revelación de la Palabra divina, estos dos hermanos deben ser
considerados como dos semillas importantes sembradas en Génesis 4. El Nuevo
Testamento lo demuestra al referirse a Caín y también a Abel (Jud. 11; 1 Jn. 3:12; Mt.
23:35; He. 11:4; 12:24). El Señor Jesús aludió a Caín en Juan 8:44 cuando dijo que el
diablo “ha sido homicida desde el principio”. Como vimos en el mensaje anterior, Caín
se unió con el diablo y, por consiguiente, tanto Caín como el diablo fueron homicidas de
Abel. En Juan 8:44 el Señor Jesús dijo también que el diablo era mentiroso: “Cuando
habla mentira, de lo suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. Creo que eso
también se refiere a Caín, a la mentira que dijo a Dios cuando se le preguntó por su
hermano (Gn. 4:9). Caín le mintió a Dios en Su misma presencia. Por tanto, Caín no era
solamente homicida, sino también mentiroso. Por consiguiente, lo que dijo el Señor en
Juan 8:44 es una evidencia de que la historia de Caín narrada en Génesis 4 es una
semilla.
Ya vimos que en el principio, el hombre fue puesto delante de dos árboles, el árbol de la
vida y el árbol del conocimiento (Gn. 2:8-9). Estos dos árboles representan dos fuentes
de las cuales corren dos líneas por toda la Biblia: la línea del árbol de la vida y la línea
del árbol del conocimiento. Indudablemente, Caín estaba en la línea del árbol del
conocimiento, y Abel en la del árbol de la vida.
Con seguridad Adán y Eva tuvieron más hijos después de estos dos. No obstante, aquí la
Biblia sólo menciona a Caín y Abel. ¿Por qué la Biblia sólo menciona a estos dos? Porque
la intención de la Palabra santa es mostrarnos las dos categorías de personas que
existieron desde el principio de la segunda generación humana: Caín, quien representa
la línea del árbol del conocimiento, y Abel, quien representa la línea del árbol de la vida.
La Biblia termina de la misma manera que empieza. Se inicia con dos árboles que
denotan dos fuentes, y concluye con dos ciudades: la gran Babilonia y la Nueva
Jerusalén, las cuales denotan dos consumaciones. Una de estas ciudades es grande y la
otra santa. La gran Babilonia será la máxima consumación tanto de la línea del árbol del
conocimiento como de la simiente de Caín. La simiente de Caín es sembrada en Génesis
4, desarrollada en el Antiguo y el Nuevo Testamentos, y tendrá su consumación en la
gran Babilonia revelada en Apocalipsis 17 y 18. Del mismo modo, la Nueva Jerusalén no
será solamente la máxima consumación de la línea del árbol de la vida, sino también de
la simiente de Abel. Todo aquel que forme parte de la Nueva Jerusalén será un Abel. En
esa ciudad, toda piedra preciosa será un Abel por la eternidad. Por el contrario, la
mayoría de los que vivan en la gran Babilonia serán Caínes. Por consiguiente, la gran
Babilonia es la máxima consumación de muchos Caínes, y la Nueva Jerusalén es la
totalidad de todos los Abeles. ¿Quién es usted, Abel o Caín? Espero que no haya ningún
Caín entre los que lean este mensaje.
Examinemos ahora estos dos hermanos más detenidamente a la luz de los siguientes
libros de la Biblia. Empecemos por Caín.
I. CAIN
A. Trabajó y vivió para sí mismo:
era “un siervo de la tierra”
En el mensaje anterior, dijimos que Caín era siervo de la tierra, de la cual derivaba su
supervivencia. Fue llamado “siervo de la tierra” (v. 2, heb.). Esto significa que él
trabajaba y vivía para sí. No sólo trabajaba y vivía para sí mismo, sino también por sus
propios esfuerzos. Recuerden, que después de la caída del hombre, el ego de éste se
convirtió en la encarnación de Satanás. Por tanto, vivir por el ego del hombre significa
en realidad vivir por Satanás. Caín vivía así.
B. Adoró a Dios según su propio concepto,
cuyo origen era Satanás
¿Qué había de malo en Caín? Desde el punto de vista humano, él no estaba equivocado
inicialmente. Cuando yo era un joven cristiano, actuaba como abogado de Caín,
buscando argumentos para defenderlo en la corte celestial. Pensaba que no había nada
malo en él. Caín fue el primero en presentar una ofrenda a Dios, mientras que Abel fue
segundo. El quizás aprendió eso de Caín. Yo pensaba que presentar una ofrenda a Dios
como lo hizo Caín no estaba mal, pues no era como las apuestas, la mentira o el
homicidio. Por tanto, estaba en desacuerdo con Dios, y le decía: “Dios, no fuiste justo
con Caín. Tu injusticia lo incitó a matar a su hermano. Si hubieras sido justo en ese
asunto, Caín probablemente habría amado mucho a su hermano”. Hablé como un
abogado ignorante, como un muchacho torpe en una corte. No obstante, Dios fue
bondadoso para con Caín, pues no ejecutó Su juicio sobre él. Dios también fue
misericordioso para conmigo, pues no me mató. Finalmente, con el transcurso de los
años, entendí la razón por la cual Dios no aceptó ni miró a Caín ni a su ofrenda.
Permítanme explicarles la razón. Caín y Abel nacieron de padres caídos. Adán y Eva no
estaban solamente mal con Dios, sino que se les había inyectado la naturaleza maligna
de Satanás. La naturaleza de Satanás había entrado en la naturaleza de ellos, en su
mente y en sus conceptos. Adán y Eva se dieron cuenta de su condición y reconocieron
que estaban equivocados delante de Dios. De hecho, también se habían llenado del
elemento maligno de Satanás. Se dieron cuenta de que Dios era misericordioso y que
habían hallado gracia ante El, pues les prometió la salvación y les proporcionó túnicas
de pieles para cubrir su desnudez, lo cual representaba a Cristo como la verdadera
justicia que había de venir. Como mencionamos en el mensaje anterior, Adán y Eva
comunicaron eso a sus hijos y les declararon el camino de la obra salvadora de Dios. Por
tanto, Caín y Abel no nacieron de padres puros; eran descendientes de padres
contaminados, corruptos y arruinados.
Consideremos un vaso de agua pura y otro de agua contaminada. Si usted me ofrece el
agua pura, yo se lo agradecería mucho, y la bebería para satisfacer mi sed. Pero si me
ofrece el vaso de agua contaminada, eso me molestaría. A pesar de tener sed, rechazaría
la propuesta de beber el agua contaminada. Si usted entiende este ejemplo, se dará
cuenta de que Dios no fue injusto al rechazar lo que le ofrecía Caín. Queda claro que
Dios no puede aceptar el agua contaminada, es decir, una ofrenda contaminada. Caín
nació de padres contaminados y era impuro y contaminado por nacimiento. Al
contrario, Dios es santo, justo y puro. Caín y Abel no sólo eran corruptos y pecadores,
sino que dentro de ellos se encontraba el enemigo de Dios. Puesto que Satanás, el
enemigo de Dios, vivía y actuaba en ellos y los motivaba a hacer cosas, todo lo que
hacían por sí mismos constituía una acción del enemigo de Dios. Si usted fuese Dios y
supiese que dentro de Caín estaba el diablo, su enemigo, ¿aceptaría usted su adoración?
Esta adoración es un insulto para Dios.
Aparentemente no vemos al diablo en Génesis 4; vemos a Caín matando y mintiendo.
Sin embargo, en Juan 8:44 el Señor Jesús dijo que fue el diablo el que mató y mintió. A
los ojos de Dios, no fue solamente Caín, sino el diablo. Además, en 1 Juan 3:12 se afirma
que Caín era “del maligno”. La palabra griega traducida “del” significa “proveniente de”.
Por consiguiente, Caín provenía del maligno, del diablo. La fuente de Caín era Satanás.
Estos dos versículos nos muestran clara y concluyentemente que Caín y el diablo, el
diablo y Caín, eran uno.
Quizás usted se pregunte cómo puede el diablo motivar a la gente a adorar a Dios.
Considere el caso de Pedro en Mateo 16:21-23. Después de recibir la visión celestial
acerca de Cristo, él fue incitado por Satanás a decirle al Señor Jesús, quien acababa de
hablar de que padecería e iría a la muerte: “¡Dios tenga compasión de Ti, Señor!” El
Señor se volvió y le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás”. Observe que el
Señor no dijo: “¡Quítate de delante de Mí, Pedro!” Así que el que acababa de recibir una
revelación del Padre se convirtió en Satanás. No se hizo Satanás en cuanto a algo
maligno, sino mostrándose interesado en el Señor.
Cuando nos exhortan a adorar a Dios, o cuando nos acercamos al Señor, y procuramos
tener comunión con El, constantemente Satanás, el insidioso, nos incita a no hacerlo, y
nos propone un camino que difiera de la revelación de Dios, en su intento de alejarnos
de la economía de Dios. Mientras Satanás nos aparte del camino de Dios y nos impida
cumplir el propósito de Dios, nos motivará incluso a hacer cosas para Dios. Esta fue la
manera en que obró en Caín.
Debemos tener cuidado, pues nos puede suceder lo mismo. Debemos comprender que
no se trata de obrar sino de ser. La cuestión no es si adoramos a Dios o no, sino si somos
uno con el diablo en lo que hagamos. Aun cuando usted ama a los demás, siendo uno
con el diablo, esta clase de amor es un insulto para Dios, porque Satanás, el enemigo de
Dios, está activo en tal acción. Así que, Caín presentó la ofrenda, pero el diablo fue el
que lo motivó, el que inició su adoración. Supongamos que usted tiene un enemigo que
se niega a reconciliarse con usted, pero que manda a alguien a que lo adore a usted. ¿No
consideraría usted esa adoración como un insulto? Ahora podemos ver lo que estaba
errado en Caín.
Caín ofreció a Dios el fruto de su propia labor (Gn. 4:3). El trajo del fruto de la tierra sin
derramar sangre. Esto significa que había rechazado el camino redentor de Dios, que
había oído de sus padres. El camino redentor de Dios, según había sido revelado a los
padres de Caín, consistía en un sacrificio en el cual la sangre fuese derramada, pues sin
derramamiento de sangre no hay remisión de pecados (He. 9:22). A los ojos de Dios el
hombre había caído, estaba arruinado, era pecaminoso y estaba contaminado.
Necesitaba el derramamiento de la sangre para la remisión de los pecados. Aunque los
padres de Caín ciertamente le hablaron del camino redentor de Dios, él lo rechazó y lo
hizo a un lado. A Caín no le interesó el camino de Dios, e inventó su propio camino
según su concepto.
¿Qué es un concepto? Los conceptos humanos provienen del árbol del conocimiento. Al
tomar Caín el camino del árbol del conocimiento, abrió su ser al diablo. Cuando hizo
esto, quedó completamente atrapado por el maligno. Fue Caín quien inventó la religión.
Usted argumentará: “Caín inventó la religión para adorar a Dios. El no inventó los
casinos de apuestas”. Pero Dios no se interesa en lo que usted inventa; El se interesa en
el origen. Las invenciones del hombre no se originan en Dios y no se conforman al
espíritu del hombre, sino a su mente. Si su invención se inicia en usted, en su mente, esa
invención, por muy buena que sea, tiene su origen en Satanás, pues Satanás, el
insidioso, se halla en su mente. Cuando Caín diseñó su propia manera de adorar a Dios,
él fue absolutamente uno con Satanás. El estaba lleno y saturado del diablo. Por
consiguiente, el Señor Jesús en Juan 8:44 aludió a él cuando habló de Satanás. ¿Cómo
se atrevió este hombre a presentar una ofrenda a Dios sin derramar sangre?
Ahora podemos entender la razón por la cual Dios no aceptó la ofrenda de Caín. Aunque
Caín debió darse cuenta de que Dios deseaba un sacrificio con derramamiento de
sangre, no lo hizo. El adoró a Dios según su propio concepto, sin derramamiento de
sangre, y sin las pieles del sacrificio, con las cuales se podía cubrir. Esto significa que él
rechazó el camino de Dios, que consistía en tomar a Cristo como la justicia de Dios para
cubrirse, según lo revelan Filipenses 3:9 y 1 Corintios 1:30. El, al igual que los judíos
religiosos, buscó establecer su propia justicia, haciendo a un lado la justicia de Dios, y
negándose a someterse a ella como lo revela Romanos 10:3. Por tanto, su ofrenda
constituía un insulto para Dios; era una abominación a Sus ojos, y El la rechazó.
C. Siguió su propio camino
Judas 11 habla de aquellos que “han seguido el camino de Caín”. ¿Cuál es el camino de
Caín? Es hacer el bien para complacer a Dios y adorarlo en arrogancia con esfuerzos
humanos y conforme a la propia invención del hombre motivado por el diablo. El
camino de Caín consiste en adorar a Dios religiosamente sin Cristo. Desde el punto de
vista humano, el camino de Caín no es malo, pues la religión es la mejor invención de la
cultura humana. De hecho, la Biblia enseña que la religión fue la primera y la más
destacada de las invenciones de la cultura humana. No obstante, debemos hacernos la
siguiente pregunta: ¿Quién inventó la religión? No fue Caín, sino Satanás, quien
motivaba interiormente a Caín. Satanás usurpó la primera generación humana al
inducirla a que tomara del árbol del conocimiento. Sin embargo, Dios intervino para
rescatar al hombre y recobrarlo por Su camino redentor. Aunque, en cierto sentido,
tanto Adán como Eva estaban perdidos, Dios intervino y los volvió a Sí mismo, abriendo
Su camino redentor, el camino del derramamiento de sangre. Fue así como Dios llevó a
cabo la obra de rescatar, de salvar. Vimos que Adán y Eva comunicaron este camino a
sus hijos y que Caín, su primogénito, lo rechazó, siguió su propio camino, y se unió con
el diablo. Ese rechazo, es decir, el seguir su propio camino, equivalía a rechazar a Dios y
seguir a Satanás. Este es el camino maligno de Caín.
Dios nos reveló plenamente Su camino. Por mucho que hayan predicado Adán y Eva a
sus hijos, no tenían la Biblia como la tenemos nosotros. Tenemos la Biblia, la cual se
compone de sesenta y seis libros que nos relatan claramente el camino de la salvación, el
camino de la vida, el camino del derramamiento de sangre y el camino de Cristo.
Tenemos el camino. No obstante, muchas personas han oído hablar de ese camino, o sea
que han oído la predicación del evangelio, pero se han apartado de ella y han seguido su
propio camino, tratando de adorar a Dios según sus propios conceptos y procurando
hacer el bien para complacer a Dios según su propio deseo. Mucha gente sigue el camino
de Caín, el cual no consiste en apostar en las casas de juego, sino en fabricar una religión
humana, una manera de adorar a Dios, que no concuerda con la revelación divina, sino
con la invención del hombre. Aparentemente eso es bueno, pero en realidad es horrible,
pues al inventar la religión, la segunda generación humana fue completamente
capturada por Satanás. Satanás se apropió de la primera generación humana induciendo
al hombre a comer del árbol del conocimiento, y capturó la segunda generación
apartando al hombre del camino de Dios e induciéndolo a seguir las invenciones
humanas.
El camino de Dios está en contraste con el bien y el mal. Muchas personas piensan que
mientras no hagan nada malo, andan bien. Sin embargo, en tanto que usted se
encuentre fuera del camino de Dios, no interesa si está en el lado del bien o en el del
mal. A Dios no le interesa que usted esté en el lado bueno o en el malo; El sólo se
preocupa por el hecho de que usted se halle en Su camino redentor. Tal vez usted piense
que es superior y que su camino es mejor que el de Dios. Muchos religiosos, que han
inventado su propia religión, se consideran superiores a los que siguen el camino de
salvación de Dios. Tal vez sean más grandes que nosotros, pero nosotros estamos en el
camino de Dios. El camino de Caín no es el camino del mal declarado, sino el camino del
bien. No obstante, distrae al hombre y lo aparta de Dios. Satanás está tanto en el lado
del bien como en el del mal. Recuerde que el árbol de la vida posee un solo factor: la
vida. Pero el árbol del conocimiento tiene dos factores: el bien y el mal. Por tanto,
mientras usted esté fuera del camino de Dios se encontrará en el camino de Satanás,
independientemente de si hace el bien o el mal.
Quisiera dirigirme a los no salvos que leen este mensaje. Ustedes necesitan el camino
redentor de Dios. No interesa cuánto bien hayan hecho o puedan hacer, deben entender
que nacieron pecadores, que la naturaleza diabólica está en su carne, y que el elemento
satánico se encuentra en su mente. Necesitan, entonces, el derramamiento de la sangre
de Jesús, porque sin ella no hay remisión de pecados.
¡Agradecemos a Dios porque el Señor Jesús derramó Su sangre! Con ella tenemos la
remisión de nuestros pecados. Mi esposa puede testificar que casi siempre que oramos
juntos la primera palabra que digo es: “Señor, acudimos a Ti por Tu sangre. Señor,
límpianos con Tu sangre. ¡Cuánto necesitamos que Tu sangre nos cubra!” Cuando nos
encontramos en la vieja creación, todavía tenemos un elemento sucio y corrupto dentro
de nosotros. Por consiguiente, necesitamos ser lavados por la sangre de Jesús.
Frecuentemente he dicho al Señor en mis oraciones: “Señor, debemos pasar por el altar.
Necesitamos que Tú seas nuestra ofrenda. Señor, te tomamos a Ti como nuestro
sacrificio por el pecado y Te ofrecemos la grosura”. Caín erró el blanco. El rechazó el
camino del derramamiento de la sangre y tomó el camino de Satanás.
Cuando el apóstol Pablo estaba en la religión judía, aventajaba a muchos de sus
contemporáneos (Gá. 1:14). No obstante, en aquel tiempo él no consiguió la justicia de
Dios. En Filipenses 3:9 él presentó una palabra profunda y excelente: “Y ser hallado en
El, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en
Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe”. Pablo no quería ser hallado en sí
mismo, con su propia justicia; él quería ser hallado en Cristo, con la justicia que es de
Dios. Nosotros, igual que Pablo, debemos ser hallados en Cristo. El hecho de que El sea
nuestra justicia se expresa en las palabras de un himno muy conocido: “El Cristo de Dios
es mi justicia, mi hermosura, mi vestido glorioso”. Cristo, como la justicia de Dios, es
nuestro vestido bajo el cual permanecemos. Dios nos ha puesto en Cristo y lo ha hecho
nuestra justicia (1 Co. 1:30). Permanecemos bajo Su cubierta. Somos uno con El.
Nuestra justicia es El mismo, Su misma persona, y no uno de Sus atributos.
En Romanos 10:3 Pablo habló de los judíos incrédulos: “Porque ignorando la justicia de
Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios”.
Esos judíos eran verdaderos seguidores de Caín. Caín fue el precursor de ellos, pues
mostró el ejemplo de intentar establecer su propia justicia y de no someterse al camino
de Dios, que consiste en tomar a Cristo como su justicia. De nuevo afirmo que éste es el
camino de Caín. Cada vez que nosotros, estando fuera de Cristo, intentamos hacer el
bien para complacer a Dios, a los ojos de El seguimos los pasos de Caín. No haga eso
jamás. Según la revelación dada por Dios, debemos darnos cuenta de que adorar a Dios
según nuestro parecer es un insulto para El.
D. Ganado por el diablo
Aunque Dios tuvo misericordia de Caín, éste no se arrepintió. Dios tenía la base legal
para condenar a Caín a muerte, pero no lo hizo. Por el contrario, le advirtió que el
pecado acechaba a la puerta, esperando una oportunidad para apoderarse de él y
devorarlo (Gn. 4:7). En esa advertencia Dios daba a entender que el pecado era una
persona, Satanás, que deseaba apoderarse de Caín, y que éste debía vencerlo. Caín
descuidó la advertencia de Dios, y se preocupó solamente por su propio camino. El no se
arrepintió ni se volvió ni cambió. Persistió en seguir su propio camino hasta el fin, hasta
la muerte. Por tanto, fue totalmente vencido por Satanás y se unió con el diablo (Jn.
8:44). Por consiguiente, 1 Juan 3:12 dice que él era “del maligno”.
E. Persigue a los verdaderos seguidores de Dios
Cuando Caín vio cuán contento estaba Dios con Abel, Su verdadero adorador, se puso
celoso. ¿Por qué mató Caín a su hermano? Durante años, intenté encontrar la respuesta
a esta pregunta. Creo que Caín mató a Abel porque éste fue enaltecido, mientras que su
propio semblante decaía. En Génesis 4:7 dice: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?”
Caín peleó en contra de Abel porque el semblante de Abel resplandecía y era sonriente.
El semblante de Abel, quien había sido enaltecido, provocó los celos de Caín. Sucede lo
mismo hoy en día. Si usted está contento y disfruta del Señor, provocará los celos de los
religiosos. La gente dirá: “¿Por qué se regocija tanto? ¿Acaso Dios está solamente con
usted? ¿No está también con nosotros?” Ellos lo perseguirán. Creo que ésta fue la razón
por la cual Caín atacó a Abel. El se ofendió por el rostro resplandeciente de Abel, por
llevar en alto su semblante y por su voz alegre. En algunos lugares la gente nos ha
advertido: “Dejen de hacer eso. Si persisten, los echaremos”. El celo religioso es algo
terrible. No hay celo tan horrible como el celo religioso. Vemos eso en el hecho de que la
Iglesia Católica Romana dio muerte a más cristianos verdaderos que el Imperio
Romano.
Escuche lo que el Señor Jesús dijo a los fariseos: “Para que venga sobre vosotros toda la
sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta
la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar” (Mt.
23:35). ¿Dónde mataron los religiosos a Zacarías? No fue en un teatro, sino entre el
templo y el altar, en el lugar donde los religiosos adoraban a Dios. Los religiosos
mataron a los que adoraban a Dios como El lo mandaba y no según el parecer de ellos,
matándolos en el mismo lugar donde ellos rendían adoración a Dios según su propio
concepto. Por una parte, adoraban, y por otra, cometían homicidios. Este es el celo de la
religión. ¡Cuán horrible es!
II. ABEL
A. Trabajó y vivió para Dios:
era “pastor de ovejas”
Ahora llegamos a Abel, la semilla que halla su consumación en la Nueva Jerusalén. Abel
trabajaba y vivía para Dios. También vivía por Dios. Día tras día, Abel vivía para Dios y
por Dios; él era “pastor de ovejas” para Dios. Como dijimos en el mensaje anterior, en la
época de Abel las ovejas eran principalmente para Dios. Abel no trabajaba ni vivía para
sí mismo como lo hacía Caín, sino para satisfacer a Dios según lo que El deseaba. Parece
que el propósito e interés de su vida era satisfacer a Dios de la manera que Dios había
dispuesto.
B. Adoró a Dios conforme
a la revelación de Dios
Abel no presentó su sacrificio según sus conceptos, sus ideas o sus preferencias, sino
conforme al camino de salvación de Dios. El adoró a Dios conforme a la revelación
divina (He. 11:4). Al contrario de Caín, Abel presentó los primogénitos de su rebaño, que
se componía probablemente de corderos. La Biblia dice que él “trajo también de los
primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas” (Gn. 4:4). Cuando ofrecía la
grosura, el animal era sacrificado y la sangre derramada, pues sin muerte era imposible
presentar la grosura a Dios. Abel estaba consciente de que necesitaba una ofrenda con
derramamiento de sangre. El sabía que había nacido de padres caídos y que era maligno,
pecador y estaba contaminado a los ojos de Dios. Por tanto, ofreció algunos
primogénitos de sus ovejas, derramando la sangre por su redención y quemando la
grosura para satisfacer a Dios. ¿Quién le dijo que ofreciera los primogénitos de las
ovejas? Indudablemente El obró conforme a las instrucciones de sus padres. Lo que
Abel hizo correspondía exactamente a los requisitos de la ley mosaica que sería dada
más tarde. Esto demuestra que su manera de adorar a Dios concordaba con la revelación
divina, y no con su concepto.
Todo lo que nosotros los seres caídos pensamos, es pecaminoso. Aun cuando tengamos
los mejores pensamientos, nuestra manera de pensar sigue siendo pecaminosa. Además,
todo lo que vemos y decimos es pecaminoso. San Agustín dijo que aun nuestras lágrimas
de arrepentimiento necesitan ser lavadas por la sangre. Somos tan pecaminosos que
hasta necesitamos arrepentirnos por nuestro arrepentimiento. Somos la corporificación
del pecado. Por consiguiente, todo lo que se origina en nosotros, en nuestros
pensamientos, en nuestras palabras, en lo que oímos y sentimos, es algo pecaminoso.
Debemos quitarnos de en medio. En realidad quitarnos de en medio significa quitar de
en medio al diablo, porque el diablo está en nuestro ego. Si nos hacemos al margen,
rechazaremos simultáneamente a Satanás de manera absoluta. No diga: “Mi método es
bueno. Mis pensamientos son excelentes”. Por muy buenos que sean sus pensamientos,
Satanás está en ellos, y usted debe rechazarlos y tomar el camino de Dios conforme a lo
que El revela.
La ofrenda de Abel tipificaba a Cristo. Según Números 18:17, el primogénito de una vaca
o de una oveja, que tipifica a Cristo, no podía ser comido por los israelitas; tenía que ser
ofrecido a Dios. Por consiguiente, en tipología, Abel ofreció Cristo a Dios. La ofrenda del
primogénito de una vaca o de una oveja presentaba dos factores: la sangre, rociada
sobre el altar para la redención, y la grosura, quemada sobre el altar como ofrenda,
como olor grato a Jehová, el cual le traía satisfacción. El Señor Jesucristo tenía estos dos
factores. El tenía la sangre que fue derramada por nosotros, y la grosura que satisfacía el
deseo de Dios. Abel obedeció lo que sus padres le habían comunicado con respecto al
camino de salvación de Dios, y presentó esta ofrenda a Dios. Por tanto, Abel tomó a
Cristo como su cubierta y fue justificado por Dios (He. 11:4; Mt. 23:35). Necesitamos la
sangre de Cristo para ser limpios, y necesitamos a Cristo mismo para cubrirnos a fin de
ser aceptos a Dios y satisfacerlo.
Permítanme compartir con ustedes algunas experiencias mías. Cuando era un joven
activo, pensaba que podía y debía hacer muchas cosas para Dios. Pensaba que era muy
inteligente, muy capaz y con muchísima iniciativa. En consecuencia, soñaba con hacer
muchas cosas por Dios y por la iglesia. Al poco tiempo, la luz celestial vino y
resplandeció sobre mí. Aunque no vi mucho al principio, la luz siguió resplandeciendo
día y noche, aun cuando yo dormía. Gradualmente recibí iluminación hasta el punto de
inclinarme delante del Señor y decirle: “Señor, no me atrevo a mirarme ni a imaginar
cómo soy. Todo lo que soy es una vergüenza. Cada parte de mi ser es horrible”. Me veía
realmente así. En aquel tiempo, empecé a ver cuán valiosa es la sangre del Señor. Oré:
“Señor, no tengo nada que decir; sólo lávame. Lávame con Tu sangre. Limpia mis ojos,
limpia mis pensamientos, limpia cada parte de mi ser. Señor, limpia todo mi ser”. Un
día hice una larga confesión al Señor que duró medio día. A pesar de haber confesado
cosas sin interrupción, sentí que mi confesión no era completa. En mi interior brotó una
profunda convicción: no me atrevía a hacer nada. Sólo podía decir: “Señor, no debo
iniciar nada. Todo mi ser necesita que Tú lo laves, no que yo esté activo. Señor, sólo
aplico Tu sangre. Señor, toma Tú la iniciativa. Si no haces nada, yo tampoco haré nada”.
Fui capturado por la visión celestial. Había visto que todo mi ser era completamente
pecaminoso, que no debía inventar nada ni iniciar nada, que todo lo que procedía de mí
era corrupto a los ojos de Dios, que aun mis lágrimas de arrepentimiento debían ser
lavadas por la sangre, y que en mi arrepentimiento se encontraba un elemento del ego
que hacía de mi arrepentimiento algo impuro. Por tanto, tenía que arrepentirme de ese
arrepentimiento. Esto es lo que significa aplicar la sangre de Jesús y vestirnos de Cristo
como nuestra justicia, como nuestra cubierta. He llegado a reconocer que necesito la
sangre de Cristo. He entendido que todo lo que hago debe ser simplemente el vivir de
Cristo como mi cubierta. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Este es el significado de
ofrecer los primogénitos y la grosura al Señor. Puedo testificar que nunca estuve tan
contento como aquella vez. Me embargaba la dulzura del Señor. Estaba en los cielos.
Esta fue la experiencia de Abel. Sé que muchos de los que leen este mensaje han tenido
esta clase de experiencia.
Lo que hizo Abel corresponde exactamente al evangelio del Nuevo Testamento, que nos
exhorta a recibir el lavamiento de la sangre, a negarnos a nosotros mismos, a hacernos a
un lado, y a tomar a Cristo como nuestra cubierta. Debemos confesar nuestros pecados y
negarnos a nosotros mismos. Debemos ofrecer a Cristo como los primogénitos de las
ovejas de Dios y presentar Su grosura como la dulzura que satisface a Dios,
olvidándonos de nosotros mismos, rechazándonos a nosotros mismos, renunciando a
nosotros mismos, quitándonos de en medio y tomándolo a El como nuestra cubierta. Si
hacemos eso, no sólo viviremos para El, sino también por El. Cristo no es solamente el
sacrificio para Dios, sino también el camino de Dios, el camino de redención y de vida.
Hebreos 11:4 dice que por el sacrificio que ofreció en fe, el cual tipificaba a Cristo, Abel
obtuvo el testimonio de que era justo. Con esa clase de fe él sigue hablando hoy en día.
C. El primer sacerdote de Dios
Abel fue el primer sacerdote. El no contrató ningún sacerdote para que ofreciera su
sacrificio; lo hizo él mismo. Todo Abel es un sacerdote. No pida a otros que ofrezcan el
sacrificio de usted. No vaya a un padre de la Iglesia Católica, a un sacerdote de la Iglesia
Anglicana, ni a un ministro o pastor. Usted debe ser el sacerdote, el que presenta la
ofrenda del sacrificio. Todo aquel que está en la vida de la iglesia es un sacerdote.
Ofrecemos continuamente a Cristo delante de Dios.
D. Perseguido por los
que adoran en la carne
Abel fue perseguido y muerto por Caín porque adoraba a Dios a la manera de Dios, y no
como Caín, que adoraba a Dios según su propio parecer. Caín estaba en la carne,
confiando en el fruto de su labor, pero Abel no tenía ninguna confianza en sí mismo. El
puso su confianza en su ofrenda. En otras palabras, Abel confió en Cristo y se glorió de
El, no teniendo ninguna confianza en la carne (Fil. 3:3). Los que adoran en la carne
siempre se oponen a los que adoran por el Espíritu (Gá. 4:29) y los persiguen.
E. Un tipo de Cristo
Abel tipificaba a Cristo (He. 12:24). ¿Qué es un tipo? Es una sombra o un cuadro.
Aunque Abel no era Cristo, era un cuadro de Cristo que mostraba algunos aspectos de
Cristo. Por ejemplo, Abel apacentaba las ovejas. El Señor Jesús fue el verdadero pastor,
el verdadero apacentador del pueblo de Dios (Jn. 10:11, 14; He. 13:20). Son pocos a los
que en la Biblia se les llama justos; sin embargo, tanto el Señor Jesús como Abel son
llamados justos. En Mateo 23:35 Abel fue llamado “Abel el justo”; en Hechos 7:52 y
22:14, el Señor Jesús es llamado el Justo. A Abel lo mató su hermano en la carne. A
Jesús también lo mataron Sus hermanos judíos. Además, tanto la sangre de Abel como
la sangre de Jesús hablan. Génesis 4:10 dice que la voz de la sangre de Abel clama a Dios
desde la tierra. No obstante, el hablar de la sangre de Abel sólo tipificaba el hablar de la
sangre de Cristo. En Hebreos 12:24, que es el cumplimiento de la tipología de Génesis
4:10, se nos dice que la sangre de Jesús es la “sangre rociada que habla mejor que la de
Abel”. Alabado sea el Señor. Tenemos la sangre que habla. No sólo tenemos la sangre
redentora, la sangre que limpia, la sangre que cubre, sino también la sangre que habla.
La sangre de Abel habló desde la tierra; la sangre de Jesús habla desde los cielos, y habla
mejor que la sangre de Abel. ¡Alabado sea el Señor!
ESTUDIO VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTICUATRO
LA SEGUNDA CAIDA DEL HOMBRE
(2)
En este mensaje continuaremos nuestro estudio de la segunda caída del hombre. Como
vimos en mensajes anteriores, en la primera caída el hombre comió algo equivocado.
Según nuestro concepto humano, eso no era muy grave. Cuando yo era un cristiano
joven, traté de alegar con Dios, y le preguntaba qué había de malo en comer un pedazo
de fruta. Encontré a otros cristianos que tenían el mismo concepto. No obstante, si
pasamos de Génesis 3 a Génesis 4, veremos las cosas malignas que brotan de esta
pequeña semilla.
A la semilla que entró en el hombre en Génesis 3 Pablo la llama pecado en Romanos 7.
Leamos lo que dice Pablo en Romanos 7:19-20: “Porque no hago el bien que quiero, sino
el mal que no quiero, eso practico. Mas si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el
pecado que mora en mí”. Aunque la mayoría de los cristianos sabe que Gálatas 2:20 dice
“ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, son pocos los que prestan atención a Romanos
7:20, donde vemos que ya no obro yo, sino que el pecado mora en mí. Gálatas 2:20 nos
muestra que el Cristo que mora en nosotros es una persona. Cristo, la corporificación
misma de Dios, mora en nosotros. Según el mismo principio, podemos decir que el
pecado que mora en nosotros también debe de ser una persona viviente. No tengo
ninguna duda de que el pecado es la corporificación de Satanás. Cristo es la
corporificación de Dios y mora en nuestro espíritu; mientras que el pecado es la
corporificación de Satanás y mora en nuestra carne. Satanás, el maligno, se ha inyectado
en nuestra naturaleza. Esto se produjo en Génesis 3, pero el resultado de esta inyección
aparece en el hombre caído de Génesis 4.
Esta simiente maligna empezó a expresarse religiosamente en forma de adoración a
Dios. ¿Puede usted imaginar que la simiente de Satanás que mora en el hombre caído lo
incitaría a adorar a Dios? No obstante, como mencionamos antes, la simiente que estaba
en Caín lo incitó efectivamente a adorar a Dios, no conforme al camino de Dios ni a Su
revelación, sino según sus conceptos de hombre caído. ¿Cuáles son los conceptos del
hombre caído? Son la expresión de Satanás en el hombre. No olvide jamás el incidente
relatado en Mateo 16:20-23, en el cual Pedro expresó su preocupación por el Señor.
Pedro no se dio cuenta de que Satanás estaba presente en su concepto, pero el Señor lo
reconoció y llamó a Pedro “Satanás”. Por consiguiente, el concepto del hombre caído no
es más que la expresión de la presencia interior de Satanás.
d. La mentira del hombre y su arrogancia
Génesis 4 nos muestra que la simiente maligna inyectada en el hombre en Génesis 3
empezó a manifestarse en lo que era aparentemente algo bueno: la adoración a Dios. No
obstante, este capítulo nos muestra que la semilla se desarrolla más aún: primero los
celos, luego la ira, el odio, el homicidio y las mentiras. Caín no sólo mató a su hermano,
sino que también mintió a Dios mismo. ¿Puede imaginarse que esa persona se atrevió a
mentirle a Dios? Después de que Caín mató a Abel, Dios se le presentó con bondad y
misericordia. En cierto sentido, Dios no vino a juzgar ni a ejecutar la sentencia de
muerte sobre Caín. Dios le preguntó a Caín dónde estaba su hermano. Esta pregunta
indica que la puerta del arrepentimiento todavía estaba abierta. Si yo fuese Caín, habría
dicho: “Señor, perdóname porque maté a mi hermano; cometí una acción muy
pecaminosa”. Iluminado por el evangelio, habría confesado y pedido perdón. Pero
escuche la respuesta de Caín: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Gn. 4:9).
Esta respuesta era una gran mentira, la primera mentira en la historia de la raza
humana. Juan 8:44 demuestra que no fue Caín solo el que mintió, sino que le diablo
también mintió desde el principio. Caín fue uno con la mentira, el diablo. Satanás, el
diablo, era mentiroso, y Caín cooperó con él para decir una gran mentira. La primera
mentira de la tierra no se le dijo a un hombre, sino a Dios. Observe ahora el desarrollo
de la semilla de Génesis 4: empezó con la adoración a Dios y continuó con la mentira a
Dios. Además, Caín era arrogante. Sus palabras: “¿Soy yo acaso guarda de mi
hermano?” así lo demuestran. Ahora podemos ver hasta qué punto el hombre había
caído. Toda la maldad que encontramos en Génesis 4 provenía de la pequeña simiente
inyectada en el hombre en Génesis 3.
Esta pequeña simiente permanece en nuestra naturaleza. Aparentemente, usted puede
ser amable, bueno, agradable y comprensivo; pero en realidad, la simiente maligna de
Satanás mora en su naturaleza. Por tanto, debemos seguir el camino de la salvación
revelado por Dios. La simiente de la mujer herirá la cabeza de la serpiente, el maligno,
quien es la fuente de todo mal (Gn. 3:15). La simiente de la mujer, nuestro Señor
Jesucristo, hirió la cabeza de la serpiente objetivamente en la cruz; día y noche, El sigue
hiriendo la cabeza de la serpiente subjetivamente dentro de nosotros. Bajo la sangre
prevaleciente del Señor, la cual nos cubre, puedo testificar que varias veces en el día de
hoy la simiente interior de la mujer ha herido la cabeza de la serpiente dentro de mí.
Mientras no nos preocupemos por la simiente de la mujer, la simiente que está en
nosotros, Satanás seguirá manipulándonos. No tenemos ninguna otra alternativa que
creer diariamente que Jesús es la simiente de la mujer y a toda hora hiere la cabeza del
maligno dentro de nosotros.
No tenemos ninguna necesidad de cometer pecados para ser pecadores. Como seres
humanos, ya somos pecaminosos. Somos pecaminosos por nacimiento. De hecho,
éramos pecaminosos antes de nacer. Por consiguiente, no somos otra cosa que pecado.
Si usted me pregunta lo que soy yo naturalmente, contestaría que no soy más que
pecado. Estoy contaminado y soy corrupto. Necesito ser lavado por la sangre del
Cordero de Dios. Necesito a Cristo como la simiente de la mujer para que aplaste la
serpiente dentro de mí. No obstante, si adoro a Dios según mi propio concepto en lugar
de tomar el camino de salvación de Dios, me encontraré automáticamente bajo el
control del maligno. Si él me incita a adorar a Dios, al hacerlo él se apoderaría
completamente de mí. Después de incitarme a adorar a Dios, él puede desarrollarse en
mí hasta el punto de hacer de mí un hombre mentiroso y arrogante en presencia de
Dios. Todos debemos ver que la simiente de cada maldad mora en nosotros.
Cuando yo era un joven cristiano, decía: “Puesto que Satanás estaba en Caín, y éste era
tan malo, ¿por qué Dios no lo eliminó? Si yo fuese Dios, lo habría sentenciado a
muerte”. Pero Dios era bondadoso y misericordioso, y dejó abierta la puerta al
arrepentimiento para Caín y para todas las personas caídas.
4. El resultado:
a. Una maldición peor
Como resultado de la segunda caída del hombre, Dios pronunció una maldición peor:
“Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la
sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza” (4:11-12).
Estas palabras constituían una advertencia para Caín. Dios parecía decir: “Por haber
hecho cosas tan malignas, la tierra recibirá una maldición peor que la anterior. Fue
maldita a causa de la caída de tus padres y por eso produjo espinos y cardos (3:17-18).
Ahora, debido a tu caída, la tierra recibirá una maldición mayor. Será maldita hasta el
punto de no darte el producto de su fuerza por mucho que la labres”.
b. Anda errante y es extranjero
Además, Dios le dijo a Caín que sería “errante y extranjero” (4:12). ¿Qué es un
extranjero? Un extranjero o un nómada es una persona sin meta, sin hogar, sin
satisfacción ni descanso. Un vagabundo no tiene morada ni comodidades; él anda
errante continuamente por la tierra, pasando de un lugar a otro. Dios le dijo a Caín que
sería un extranjero.
Sin embargo, esta sentencia estaba llena de misericordia. Si en algún momento, Caín se
hubiera arrepentido y hubiera buscado el perdón de Dios, el Señor lo habría perdonado
con mucho gusto. Supongamos que Caín hubiese dicho: “Señor, estoy equivocado. No
seguí el camino que indicaste a mis padres, el camino que mis padres me enseñaron.
Ahora me arrepiento y sigo ese camino. Señor, perdóname”. Si Caín hubiera orado de
esta manera, Dios ciertamente lo habría perdonado. Pero escuche la respuesta de Caín a
la sentencia misericordiosa de Dios: “He aquí me echas hoy de la faz de la tierra, y de tu
faz me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que
me hallare, me matará” (4:14, heb.). No detectamos el menor indicio de
arrepentimiento. Caín sólo discutía con Dios, diciendo que sería echado de la tierra.
¿Qué significa ser echado de la faz de la tierra? Todos los lectores de la Biblia tienen
dificultad para entender esto. ¿Qué significa eso según usted? Aparentemente, Caín no
fue echado de la faz de la tierra. ¿Cómo podría ser echado de la faz de la tierra y seguir
viviendo? Recuerde que esta palabra no fue dada por Dios, pues El sólo le dijo a Caín
que sería errante y extranjero, y no que sería echado de la tierra. No obstante, Caín
interpretó así las palabras de Dios, al darse cuenta de que estaba a punto de ser echado
de la faz de la tierra. ¿Qué significa eso? Contestaré a esta pregunta más adelante en este
mensaje.
Caín no se arrepintió. El argumentó con temor. No temía a Dios, sino al hecho de que
otros pudieran matarlo. ¿Por qué tenía ese temor? Porque había dado muerte a su
hermano. A menudo el hermano Watchman Nee me decía: “Si alguien piensa que usted
le puede robar, se debe a que esa persona debe de ser un ladrón. Sólo un ladrón teme
que otros lo roben. Si usted nunca les roba a los demás, no pensará que le van a robar a
usted”. Si no sabe nada de robos, jamás pensará que alguien puede robarle. Pero si usted
roba, será consciente del peligro de que le roben. Caín tenía miedo de ser muerto porque
él había matado a su hermano. Así que no se arrepintió, sino que argumentó con Dios,
diciendo: “Y sucederá que cualquiera que me hallare me matará”. Caín sabía que no
disponía de ninguna protección. Sin embargo, Dios fue bondadoso. La bondad de Dios
es proporcional a nuestra capacidad de recibir. “Y le respondió Jehová: Ciertamente
cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en
Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara” (4:15). Vemos que Dios puso una
señal sobre Caín. No me pregunten en qué consistía esta señal, porque no lo sé. Sólo sé
que Dios marcó a Caín a fin de protegerlo.
c. Fue echado de la presencia de Dios
Caín tomó su propio camino sin arrepentirse. Su propio camino consistió en apartarse
de la presencia de Dios. “Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de
Nod, al oriente de Edén” (4:16). Adán fue echado del paraíso, del huerto de Edén, pero
Caín fue echado de la presencia de Dios. A pesar de adorar a Dios, con el tiempo se
apartó de Su presencia. ¿Qué clase de adoración es ésta? Aborrezco toda clase de
adoración que aparte a la gente de la presencia de Dios. No diga: “¿Qué hay de malo con
la manera en que adoramos a Dios?” Está equivocada si lo aparta a usted de la presencia
de Dios. Estar fuera de la presencia de Dios es algo terrible.
Ahora volvemos a lo que significa ser echado de la faz de la tierra. Si usted no vive en la
presencia de Dios, no tiene ningún lugar donde vivir en esa tierra. La tierra fue hecha
para los que viven en la presencia de Dios. En Génesis 4:14 la faz de la tierra equivale a
la faz de Dios. Las expresiones “faz” y “delante de” en los versículos 14 y 16
respectivamente son traducciones de la misma palabra hebrea, y en el versículo 14 “la
faz de la tierra” corresponde a “tu faz”, es decir, la faz de Dios. Caín dijo: “He aquí me
echas hoy de la faz de la tierra, y de tu faz me esconderé”. Por tanto, si uno no vive
delante de Dios, no vive como debería en esta tierra. Si usted no vive en presencia de
Dios, está robando la tierra. La tierra no fue hecha para los que están en contra de Dios,
sino para los que viven para Dios. Así que si usted no está delante de Dios, no tiene
derecho a estar en esta tierra. Por tanto, ser echado de la faz de Dios equivale a ser
echado de la faz de la tierra. Desde el punto de vista de la lógica, tal vez eso no parezca
válido, pero, espiritualmente, está correcto. Si usted no está en la presencia de Dios,
tendrá la convicción de que no tiene adonde ir. En su interior sentirá que es un
vagabundo. Usted diría: “No hay lugar para mí en la tierra”. Pero cuando está en la
presencia de Dios, todos los lugares se convierten en los cielos. Cualquier lugar resulta
muy agradable. Ninguna persona que viva en presencia de Dios cometería suicidio. Sólo
aquellos que han perdido completamente la presencia de Dios y que se han convertido
en vagabundos en la tierra, personas sin hogar, contemplan la posibilidad de suicidarse.
Nuestra verdadera morada es la presencia de Dios.
Durante la segunda guerra mundial, mi labor en la iglesia fue la causa de que me
encarcelara el ejercito japonés que había invadido China. En la cárcel todo estaba sucio.
Este encarcelamiento me causó muchos sufrimientos. Pero el Señor estaba allí, y yo
estaba en Su presencia. Jamás disfruté más de la presencia del Señor que cuando estuve
encarcelado. Una noche tuve una comunión profunda con el Señor. Sentía que el Señor
estaba en frente de mí. Me salieron lágrimas y dije: “Señor, esto es maravilloso”. Esta
fue mi experiencia en la cárcel. Esta cárcel se convirtió en los cielos para mí, y moré con
el Señor en los cielos.
d. Produjo una cultura sin Dios
Caín se apartó de la presencia de Dios y siguió su propio camino. Lo primero que hizo
fue construir una ciudad. El produjo una cultura sin Dios (4:16-24). En la Biblia, el
concepto de una ciudad es muy significativo, y en ella podemos trazar una línea de
ciudades, empezando con Enoc, una ciudad construida por Caín, y terminando con la
Nueva Jerusalén, una ciudad construida por Dios. La ciudad construida por Caín tendrá
su consumación en la gran Babilonia. La ciudad de Enoc fue una falsificación del edificio
de Dios. No pertenecía a Dios, sino que Satanás la inició dentro de Caín.
1) El motivo
Debemos saber cuál es el origen de la cultura humana y el motivo de su desarrollo. La
cultura humana se desarrolló porque la humanidad había perdido a Dios.
Originalmente, Dios, el Creador del hombre, lo era todo para el hombre. Dios era su
protección, su mantenimiento, su provisión, su alegría, su esparcimiento y su defensa.
Dios lo era todo. En el huerto el hombre no tenía necesidad de hacer otra cosa que
labrar la tierra para cooperar con Dios. Dios lo era todo para el hombre allí. No obstante,
cuando el hombre perdió a Dios, lo perdió todo. El perdió la protección, la salvaguardia,
el sustento, el abastecimiento y el esparcimiento. Al perder a Dios el hombre se vio
obligado a inventar la cultura humana. Por haberlo perdido todo, el hombre tuvo que
inventar algo.
2) El proceso
a) Construyó una ciudad para poder subsistir
Satanás, obrando desde el interior de Caín, le sugirió que construyera una ciudad.
Quizás Satanás haya dicho: “Caín, tienes miedo de que la gente te mate. Para sobrevivir
necesitas una ciudad que te proteja”. Caín tenía miedo porque había perdido a Dios.
Perdió a Dios como su abastecimiento, su alegría y su protección. Antiguamente las
ciudades servían principalmente como protección. Por consiguiente, Caín construyó esa
ciudad para su propia protección. En una cultura sin Dios la gente se ve obligada a
defenderse. Caín no le dio a la ciudad el nombre de Jehová, sino el de Enoc, el nombre
de su hijo. El dio el mismo nombre a su hijo y a su ciudad, pues, en cierto sentido, su
ciudad era su hijo y él la amaba como amaba a su propio hijo. Es muy significativo
observar que el nombre Enoc significa “iniciado”, refiriéndose a algo iniciado por Caín.
Caín fue el primer constructor de ciudades, el primero en hacer los planos de una
ciudad, y el primer arquitecto. Caín fue un inventor, un iniciador. Sin embargo, lo
primero que inventó no fue la ciudad, sino la religión. Primero, él inventó la religión; y
en segundo lugar inventó la construcción de ciudades.
Uno de los descendientes de Caín fue Lamec. En hebreo, el nombre Lamec significa
“fuerte”, “poderoso”. Lamec, de la séptima generación humana, fue una persona
poderosa. El practicaba la poligamia, pues tenía dos esposas (4:19). De modo que la
poligamia empezó en la ciudad de Enoc en el país de Nod, que significa “nómada”.
Lamec practicó la poligamia para satisfacer su lujuria. La poligamia viola la ley natural
ordenada por Dios con relación a la subsistencia del hombre. El matrimonio es
necesario para la supervivencia humana. No obstante, el matrimonio debe limitarse al
principio de que el marido debe tener una sola esposa. Dios dispuso este principio a fin
de mantener la existencia humana. Lamec fue el primero en quebrantar el principio
divino del matrimonio. La primera de sus dos esposas se llamaba Ada, que significa
“adorno”. Ella se adornaba y se embellecía. Ada fue una esposa de adorno. Al tener dos
esposas, quedó expuesta la lujuria de Lamec. Un día Lamec se jactó ante sus esposas
Ada y Zila: “Oíd mi voz; mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: que un varón mataré por
mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad
setenta veces siete lo será” (4:23-24). Lamec era aún más arrogante que su antepasado
Caín, pues se jactaba de haber dado muerte a un varón porque éste lo había herido, y de
haber matado a un joven por un golpe que ése le había propinado. Por tanto, Lamec no
sólo era polígamo sino homicida, arrogante y jactancioso. Al leer este pasaje podemos
ver lo horrible que fue la primera cultura humana, una cultura sin Dios. Todas estas
maldades deben de haber sucedido en la ciudad de Enoc, que había sido construida por
Caín. A esto se le puede llamar vida de ciudad, y fue tan perversa como la vida en las
grandes ciudades de hoy.
b) Inventó la crianza de ganado para ganarse la vida
Ada, la primera esposa de Lamec, dio a luz a Jabal y a Jubal. Jabal fue el padre de los
que crían ganado (4:20). El inventó la crianza de ganado usada para ganarse la vida. Se
hizo nómada, y vagaba de un lugar a otro, porque no tenía tierras que le devolvieran el
producto de su fuerza. En Estados Unidos nadie estaría dispuesto a ser nómada, porque
la tierra de este país es muy fértil. Por tanto, aquí nadie necesita ser nómada. No
obstante, Jabal encontró que la tierra no le devolvía su fuerza. Esto lo obligó a andar
errante y a criar ganado como medio de subsistencia. Ganarse la vida es uno de los
aspectos principales de la cultura humana. La ciudad fue inventada para la
supervivencia del hombre, y la crianza de ganado fue inventada para obtener el sustento
del hombre.
c) Inventó la música para entretenerse
Jubal inventó la música (4:21). El inventó arpas y flautas. De hecho, el nombre Jubal
significa “jubileo” o “sonido alegre” o “música”. ¿Qué es la música? La música es una
especie de diversión, y alegra a la gente. ¿Por qué necesita el hombre esparcimiento?
Porque perdió a Dios como su alegría. Dios es el verdadero deleite del hombre.
Anteriormente dije muchas veces a los amigos que me invitaban a acompañarlos al cine:
“No necesito eso; tengo algo mucho mejor”. No necesito mirar la televisión, pues tengo
un televisor celestial. Todo lo que se encuentra en la Nueva Jerusalén fue grabado para
mí. Nunca podré olvidar una experiencia que tuve al visitar la ciudad de Houston. Un
amigo me guió por la ciudad. Yo le dije: “Después de ver a la Nueva Jerusalén, no
necesito ver ninguna ciudad terrenal”. No estoy diciendo una necedad. En realidad así lo
creo.
En cierta ocasión, en el año 1937, yo predicaba el evangelio en la capital de Nanking.
Tuvimos un buen tiempo de predicación, y el evangelio prevaleció. Después de una
reunión, una señora joven e inteligente, vestida a la moda y de una manera muy
mundana, me dijo: “Señor Lee, su predicación me ha convencido. Quisiera creer en su
Jesús. Pero esta decisión depende de algo. A mí me encanta el teatro. Dígame, después
de ser cristiana, ¿podré seguir yendo al teatro?” Esta pregunta me molestó bastante. Me
di cuenta de que ella estaba convencida y dispuesta a creer en el Señor Jesús. No
obstante, si contestaba su pregunta negativamente, no tomaría la decisión de recibir al
Señor. Sin embargo, como predicador del evangelio, ¿cómo podría contestar de manera
afirmativa? Mientras consideraba la manera de contestarle, me dirigí al Señor y le pedí
una respuesta sabia; y me la dio. Le respondí así: “Usted tiene a su hijo consigo.
Supongamos que un día él juega con un cuchillo afilado, y que usted considera que es
peligroso para él. ¿Qué haría usted? ¿Lo obligaría a dejar el cuchillo, o le quitaría el
cuchillo de su mano?” Ella contestó: “Ninguno de los dos. Echaría simplemente algunos
dulces o manzanas al suelo. Estoy segura de que él dejaría el cuchillo y tomaría los
dulces y las manzanas. Dejaría el cuchillo porque sus manos se llenarían de cosas
mejores”. Entonces dije: “Sucede exactamente lo mismo con la asistencia al teatro. Si
usted desea tomar a Jesús, El la llenará y no quedará sitio para nada más”. Ella dijo:
“¡Eso es maravilloso!, creeré”. Entonces le dije: “Usted debe hacerlo ahora”. Ella
respondió: “Sí, lo haré ahora. Creo en el Señor Jesús”. Y fue salva.
¿Por qué va la gente a ver películas o a bailar? Porque está vacía. No tiene a Dios como
su alegría. La razón por la cual yo no voy al cine no son las reglas de la iglesia. La iglesia
no tiene una lista de mandamientos en contra de estas cosas. No obstante, a pesar de la
falta de reglamentación al respecto, yo no iría al cine ni aunque me dieran miles de
dólares por hacerlo. Tengo algo mejor. Estoy lleno de Cristo y no me queda espacio para
nada más.
Jubal inventó la música porque en aquel tiempo el hombre estaba vacío. Se hallaba en la
vanidad del mundo, y nada lo podía satisfacer. La falta de entretenimiento lo condujo a
inventar algo que lo divirtiera. El mismo principio se aplica hoy a las diversiones. La
gente necesita divertirse porque no tiene a Dios.
Algunos de ustedes han oído hablar del avivamiento que se produjo en el país de Gales
hace como setenta años. En aquel tiempo, en toda la isla de Gales los teatros y los
lugares de entretenimiento cerraron porque toda la gente fue salva. Tenían algo mejor
que la diversión mundana. Tenían a Cristo.
Lamec satisfizo su lujuria, y Ada se adornó y se embelleció. De estos padres nació Jubal,
el inventor de la música. Aquí vemos una familia compuesta de lujuria, adornos y
diversión. ¡Qué familia! Hoy en día muchas familias se parecen a ellos: el padre satisface
su lujuria, la madre se preocupa por su ropa y sus adornos, y los hijos buscan divertirse.
¿No es ésta una familia moderna?
En Génesis 4 podemos ver dos familias bien opuestas. La familia de Adán era una
familia que creía en el evangelio. El padre abrió el camino y creyó en el evangelio, la
madre preparó el terreno, y el hijo, Abel, anduvo en ese camino. Pero la familia de
Lamec anhelaba las cosas del mundo. El padre satisfizo su lujuria, la madre se
preocupaba por los adornos, y el hijo, Jubal, buscaba divertirse. ¡Qué contraste! No me
gustaría ser miembro de la familia de Lamec. ¡Alabado sea el Señor, porque somos
miembros de la familia que cree en el evangelio!
La simiente sembrada en Génesis 4 seguirá desarrollándose hasta convertirse en una
cosecha en la gran Babilonia. Apocalipsis 18 enumera muchas mercancías, las cuales
sirven para tres fines: satisfacer la lujuria, adornar, y divertir a la gente. Si se quitan
estas cosas de la sociedad humana, se cerrarán todas las tiendas. ¿Qué venden las
tiendas? Venden cosas que gratifican la lujuria del hombre, adornan a las mujeres, y
proporcionan diversión a los jóvenes. Esta es la razón por la cual cada vez que entro en
una tienda siento en lo profundo de mi ser que voy al infierno. Mi esposa puede
testificar que en más de tres años, no he ido a ninguna tienda. Así que, la sociedad
moderna constituye un agrandamiento del relato de Génesis 4. El principio de cada
asunto se ha conservado inmutable.
d) Inventó armas para defenderse
Zila, la otra esposa de Lamec, dio a luz a Tubal-Cain, quien era “artífice de toda obra de
bronce y de hierro” (4:22), lo cual significa que fue el inventor de las armas. Las armas
que él produjo tenían como fin matar. El arsenal moderno es la cosecha total de las
armas que encontramos en Génesis 4. Claro que todas estas armas tienen el propósito
de defender al hombre.
El nombre Zila significa “sombra”, “cubierta”. ¿A qué clase de cubierta se refiere eso? A
cubrirse con las armas. Una de las esposas de Lamec sirvió para adornarse, y la otra
sirvió de cubierta, de sombra. Fue usada como sombra para cubrirlo.
Por lo tanto, vemos cuatro cosas que inventó la primera cultura humana, una cultura sin
Dios: una ciudad para la existencia; la crianza de ganado con el fin de obtener el
sustento; la música para divertirse; y las armas para defenderse. Estos cuatro asuntos
constituyen a la vez los principales aspectos de la cultura humana moderna. Todos estos
aspectos llegaron a existir porque el hombre perdió a Dios.
Si usted analiza la situación actual del mundo a la luz de la historia, descubrirá que es
simplemente el desarrollo de la cultura humana que se creó en Génesis 4. La presente
situación mundial, como la cultura inventada en Génesis 4, se compone de cuatro
elementos: las ciudades en las cuales sobrevive el hombre, las diversas maneras de
ganarse la vida, las diversiones y la defensa.
En Génesis 4 se inició una cultura sin Dios, la cual se desarrolló y seguirá
desarrollándose hasta culminar en la gran Babilonia. Le damos las gracias al Señor
porque no estamos en aquella cultura.
3) El resultado
Ya vimos que el hombre produjo una cultura sin Dios. Esta cultura da por resultado lo
siguiente: la satisfacción de la lujuria, o sea, el adulterio, la lucha y la matanza. Hemos
encontrado un ejemplo de ello en la persona de Lamec. Por tanto, vemos en la Palabra
santa que la pequeña simiente inyectada en la naturaleza humana en Génesis 3 se ha
desarrollado hasta ese punto. A todas las maldades de Caín se añadieron la satisfacción
de la lujuria y las luchas dentro del género humano. ¡Cuántas maldades se han
desarrollado a partir de una sola semilla pequeña que se sembró en la naturaleza
humana!
Zila no sólo dio a luz a Tubal-Cain, sino también a una hija llamada Naama (4:22). El
nombre Naama significa “hacerse agradable y deseable”. ¿Con qué propósito se hizo
atractiva? Para satisfacer la lujuria del hombre. Este es también un aspecto de la
sociedad moderna. A las señoras jóvenes les gusta hacerse deseables y agradables. Por
tanto, todo lo que contiene la cultura contemporánea ya estaba presente en Génesis 4 en
forma de semilla. Ahora conocemos el origen de la cultura humana. Llegó a existir
porque el hombre había perdido a Dios.
Si usted lee Génesis 5, descubrirá que allí se mencionan las edades de todas las personas
nombradas. Por ejemplo, nos dice que Adán vivió novecientos treinta años. Pero la
genealogía de Génesis 4 no nos dice la edad de nadie. ¿Por qué? Porque esa genealogía
es la genealogía de los perdidos. Todas las personas mencionadas en Génesis 5 fueron
salvas. Por tanto, esa genealogía es la genealogía de los salvos. Las personas salvas
andan en el camino de Dios y, como resultado, sus días y años son valiosos a los ojos de
Dios. Por el contrario, los perdidos ya están acabados delante de El, y sus días y años no
cuentan delante de El. ¿Cuánto tiempo vivieron Jabal, Jubal y Tubal-Caín? No se sabe.
Pero sí podemos leer cuántos años vivieron Adán y Matusalén: novecientos treinta años
y novecientos sesenta y nueve, respectivamente. Génesis 5 también habla de Enoc, un
Enoc distinto al que encontramos en Génesis 4, y vemos que él vivió trescientos sesenta
y cinco años. Sus días y años fueron valiosos a los ojos de Dios.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTICINCO
LA SEGUNDA CAIDA DEL HOMBRE
(3)
En este mensaje, llegamos a los últimos dos versículos de Génesis 4. Hemos visto que
casi todos los puntos mencionados en los primeros capítulos de Génesis son semillas
que se desarrollan en los libros bíblicos que siguen. A pesar de constituir un pasaje
bíblico muy breve, Génesis 4:25-26 contiene una semilla muy significativa. No obstante,
antes de considerar esa semilla, debemos abordar otros asuntos.
5. La manera de escapar
Tenemos la primera caída del hombre en Génesis 3, y la segunda en Génesis 4. Vimos
que la manera de escapar de la primera caída consiste en creer en la simiente de la
mujer, es decir, en el Señor Jesús, y en seguir el camino de salvación de Dios. Sin
embargo, la caída dio por resultado la presencia de Satanás en nuestra naturaleza. Esta
fue la principal causa de la segunda caída. ¿Cuál es la manera de escapar de esta
segunda caída?
a. Sin la arrogancia debida a
nuestros propios conceptos
Si queremos escapar de la segunda caída del hombre, debemos tener cuidado de no ser
arrogantes. ¿Qué significa ser arrogantes? Significa hacer el bien, adorar a Dios y servir
a Dios según nuestros conceptos humanos y no conforme a la revelación de Dios. Vimos
un ejemplo en el caso de Caín (4:3). Hacer algo por nosotros mismos, por muy bueno
que sea a nuestros ojos, es una arrogancia y está unido con el diablo. Como hombres
caídos que contenemos a Satanás en nuestra naturaleza, debemos rechazar todo lo que
se origine en nosotros. Debemos hacerlo todo según lo reveló Dios a fin de ser
preservados del diablo y de seguir cayendo.
b. Vivir para Dios y adorarle
según lo dispuesto por El
Además, si deseamos escapar de la segunda caída del hombre, debemos vivir para Dios y
adorarle conforme a lo que El dispuso, como lo hizo Abel (4:2, 4; cfr. 3:21; He. 11:4).
Debemos evitar, por el lado negativo, ser arrogantes; y debemos, por el lado positivo,
vivir para Dios y adorarle conforme a lo que El reveló y según lo que El dispuso. No se
trata solamente de vivir para Dios y adorarlo, sino de hacerlo conforme a Su revelación.
Debemos permanecer en el camino de Dios a fin de no seguir cayendo.
c. Ser conscientes de la vanidad
de la vida humana
En Génesis 4 encontramos dos nombres particularmente significativos. El primero es
Abel, que significa “vanidad”. Como resultado de la caída, la vida humana se hizo vana.
Mire la gente de hoy. A pesar de estar muy ocupada, tiene un vacío en su interior. Las
personas sienten un vacío en lo profundo de su ser. Cualquiera que sea su rango social,
su fortuna o el éxito que haya logrado, usted sabe que hay un vacío en su interior cuando
está solo en el silencio de la noche o temprano por la mañana. Este vacío es la vanidad
de la cual estoy hablando. Es exactamente a lo que se refería el sabio rey Salomón
cuando dijo: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad ... debajo del sol” (Ec. 1:2-3). Si
queremos escaparnos de la segunda caída del hombre, debemos tomar consciencia de
que todo lo que somos nosotros, los hombres caídos y carentes de Dios, lo que poseemos
y lo que hacemos, está vacío. No somos más que vanidad.
d. Reconocemos la fragilidad del hombre
El segundo nombre particularmente significativo es Enós, que significa “hombre frágil y
mortal”. Después de la caída, no sólo la vida humana se hizo vana, sino que el hombre
también se volvió frágil y mortal. Debemos reconocer que somos frágiles, débiles y
fácilmente deshechos. ¡Es muy fácil fracasar! El hombre es mortal. Nadie puede jactarse
de tener la certeza de que va a vivir una semana más. Nadie sabe lo que le pasará
mañana. Si queremos escapar de la segunda caída del hombre, debemos reconocer la
vanidad de la vida humana y la fragilidad del hombre. Si entendemos eso, no tendremos
ninguna confianza en nosotros mismos y, por ende, no tendremos la arrogancia de
apartarnos del camino de Dios.
e. Invocar el nombre de Jehová: el “Yo soy”
Cuando vemos que no debemos ser arrogantes, y que debemos vivir para Dios y adorarle
como El lo ha ordenado y reconocer la vanidad de la vida humana y la fragilidad del
hombre, decimos: “Oh Señor, no debo ser arrogante. Debo vivir para Ti y adorarte como
Tú has mandado. Señor, mi vida es vanidad. Soy frágil y mortal”. Cuando tomamos
consciencia de que nuestra vida es vanidad y de que somos frágiles, espontáneamente
invocamos el nombre del Señor. Esta es la razón por la cual Génesis 4:26 dice:
“Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”. Desde la época de
Enós, la tercera generación de la humanidad, los hombres empezaron a invocar el
nombre del Señor, al darse cuenta de que eran débiles, frágiles y mortales.
Nótese que en hebreo se usa “Jehová” para referirse al Señor (4:26; cfr. Ex. 3:14). El
título “Dios” se usa principalmente refiriéndose a la relación que Dios tiene con Su
creación en Génesis 1. El nombre Jehová se usa principalmente refiriéndose a la relación
de Dios con el hombre a partir de Génesis 2. Jehová es el nombre que describe la
relación íntima que Dios tiene con el hombre. Por consiguiente, Génesis 4:26 no dice
que los hombres empezaron a invocar el nombre de Dios, sino el nombre de Jehová. Los
hombres no invocaban al Creador de todas las cosas, sino a Aquel que estaba cerca de
ellos, Aquel que estaba estrechamente relacionado con ellos. El nombre Jehová significa
“Yo soy el que soy”, es decir, El es Aquel que existe desde la eternidad hasta la eternidad.
El es el que existía en el pasado, existe en el presente, y existirá en el futuro y para
siempre. El es el Eterno. Cuando los hombres se dieron cuenta de que eran frágiles y
mortales, comenzaron a invocar a Jehová, el Eterno, es decir, a invocar el nombre del
Señor. Esta invocación empezó desde la tercera generación de la humanidad.
Cuando no nos interesamos en Dios, no invocamos Su nombre. No obstante, cuando nos
percatamos de que debemos vivir para El y adorarle a Su manera, y cuando nos damos
cuenta de que somos frágiles y mortales y de que nuestra vida no es más que vanidad,
espontáneamente y desde lo profundo de nosotros, no sólo oramos, sino que invocamos
el nombre del Señor. Por consiguiente, debemos considerar esta importantísima semilla,
la de invocar el nombre del Señor. Se trata de un asunto de lo más trascendente tanto en
el Antiguo Testamento como en el Nuevo.
1) La definición de invocar al Señor
Primero, necesitamos saber lo que significa invocar el nombre del Señor. Algunos
cristianos piensan que invocar al Señor equivale a orar. Yo pensaba lo mismo. Pero un
día el Señor me mostró que invocar a Su nombre difiere de la oración. En efecto, invocar
es una especie de oración, pues forma parte de nuestra oración, pero invocar no es
simplemente orar. En hebreo invocar significa “clamar”, “gritar”, es decir, llamar. La
palabra griega traducida “invocar” significa “invocar a una persona”, “llamar a alguien
por su nombre”. En otras palabras, quiere decir llamar a una persona por su nombre en
voz alta. Aunque la oración puede ser silenciosa, la invocación debe ser pronunciada en
voz audible.
Invocar al Señor significa también gritarle y experimentar la respiración espiritual.
“Invoqué Tu nombre, oh Jehová, desde el hoyo más profundo; oíste mi voz; no escondas
Tu oído a mis suspiros, a mi clamor” (Lm. 3:55-56). Estos versículos indican que invocar
significa también llorar y respirar. El llanto es la mejor respiración. Me han dicho que el
llanto es el mejor ejercicio para los recién nacidos. Cuando usted llora, respira
espontánea y profundamente. Al llorar y respirar, exhalamos e inhalamos. La inhalación
siempre va después de la exhalación. Al exhalar sacamos todas las cosas negativas.
Cuando usted exhale las cosas negativas, las cosas positivas del Señor lo llenarán.
Permítanme usar el ejemplo de una persona que se enoja. Cuando una persona se enoja,
no debe procurar tranquilizarse, sino invocar: “Oh Señor Jesús”. Luego añada una corta
oración: “Señor Jesús, voy a enojarme”. Haga eso y vea si sigue enojándose. Al invocar el
nombre del Señor usted exhalará su ira e inhalará al Señor Jesús. Exhalará su ira e
inhalará al Señor. ¿Quiere ser santo? La manera de ser santo consiste en invocar el
nombre del Señor Jesús. Al invocar usted el nombre del Señor, exhalará todas las cosas
pecaminosas, malignas e impuras, e inhalará todo lo positivo, las riquezas del Señor.
El señor A. B. Simpson escribió un himno acerca de respirar al Señor. Leamos algunas
estrofas:
Oh Señor, exhala Tu Espíritu
sobre
mí,
Enséñame
a
inhalarte;
Ayudame a derramar en Tu
pecho
Toda la vida de mi yo y de
mis pecados.
Estoy exhalando mi tristeza,
Exhalando mis pecados;
Estoy inhalando, inhalando,
Toda Tu plenitud.
Exhalando mi naturaleza
pecaminosa,
Has llevado todo por mí;
Inhalando
Tu
plenitud
limpiadora,
Encontrando toda mi vida
en Ti.
En 1963 presenté este himno a algunos santos en los Estados Unidos. Un día, después
de cantar este himno, un querido santo se me acercó y dijo: “No puedo entender ese
himno. Respirando, respirando, respirando: ¿respirando qué?” Estaba algo confuso.
Algunos años más tarde, después de publicar nuestro himnario, este mismo santo me
dijo: “Hermano, mi himno favorito en el himnario es aquel himno que habla de inhalar
al Señor”.
¿Cómo respiramos al Señor? Inhalamos al Señor al abrirnos a El y al invocar Su nombre.
Debemos invocarle y clamar a El, pues, como dijo Jeremías, invocar al Señor significa
clamar a El. El invocó al Señor desde el hoyo más profundo. Cuando estamos en una
situación lamentable, es decir, en un “hoyo”, debemos invocar el Señor y clamar a El
pidiéndole que nos libere de la cárcel y que recibamos más de El en nuestro ser.
Isaías también nos dice que invocar al Señor es clamar a El. “He aquí Dios es salvación
mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jah Jehová, quien
ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis
en aquel día: ¡Alabad a Jehová, invocad su nombre! ... Cantad salmos a Jehová ... Clama
y grita de júbilo, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de
Israel” (Is. 12:2-6). En estos versículos, Isaías nos exhorta a alabar, cantar, clamar y
gritar de júbilo. Todo eso corresponde a la invocación mencionada en el versículo 4. En
el versículo 2, él dice que Dios es nuestra salvación y nuestra fortaleza. Dios lo es todo
para nosotros. Sólo debemos sacar aguas de las fuentes de la salvación de Dios. ¿Cómo
podemos sacar agua de las fuentes de la salvación con alegría? Invocando el nombre del
Señor, alabándole, cantando himnos, clamando y gritando de júbilo. En el versículo 4
descubrimos que la alabanza y la invocación van juntas, y en el versículo 6, vemos que
clamar y gritar van juntos. Esto demuestra que invocar al Señor consiste en clamarle y
elevar la voz a El. Muchos cristianos no han gritado nunca. Si usted nunca ha gritado
delante del Señor, dudo que haya disfrutado ricamente al Señor. Intente gritar delante
de El. Si nunca ha proclamado lo que el Señor significa para usted, le animo a hacerlo.
Cuanto más clame: “Oh Señor Jesús, Tú eres tan bueno para mí”, más será liberado de
su ego y más se llenará del Señor. Usted estará en el tercer cielo. Por consiguiente,
Isaías, aun en los tiempos del Antiguo Testamento, exhorta a alabar al Señor, a invocar
Su nombre, a clamar y a gritar de júbilo.
Permítanme compartir una parte de mi testimonio acerca de invocar al Señor. Fui
criado en la Iglesia Bautista del Sur. Después de ser salvo, y por mi anhelo de ahondar
en la Palabra, estuve varios años con una asamblea de los Hermanos, la cual era muy
estricta. Ellos solían permanecer en silencio. No exagero al decir que se podría oír el
ruido causado al caer al suelo un alfiler. Fuimos educados de esa manera. Me senté a los
pies de los maestros de esos hermanos, y escuché sus enseñanzas. Le doy gracias al
Señor por eso. Aunque amaba al Señor y la Palabra, no recibí la ayuda en la vida. La
única ayuda que recibí fue el entendimiento de la letra de las Escrituras.
En cierta ocasión, en agosto de 1931, mientras andaba por la calle, el Espíritu me habló
en mi interior y me dijo: “Mírate. Has adquirido mucho conocimiento. Conoces las
profecías y la tipología, pero mira cuán muerto estás”. En lo profundo de mi ser sentí
inmediatamente sed y hambre. Dentro de mi algo deseaba brotar. Pero mi trasfondo
religioso me impidió hacerlo en la calle. Me restringí, sufriendo durante el resto de la
tarde y por la noche, esperando que llegase la mañana para poder presentarme delante
del Señor. Mi casa estaba ubicada al pie de un pequeño monte. Cuando llegó la mañana,
corrí a la cima del monte y solté lo que había en mi corazón. No tenía ninguna intención
de clamar, pero algo me presionaba desde dentro, diciendo: “Oh Señor Jesús”. Invoqué
espontáneamente al Señor. Nadie me enseñó a invocar al Señor, y no había visto nada al
respecto en la Biblia. Sencillamente me brotó espontáneamente. Aunque no disponía de
las expresiones “disfrutar al Señor” y “liberar el espíritu”, sí tuve la realidad de ellas.
Efectivamente ejercité y liberé mi espíritu e indudablemente disfruté al Señor. De ahí en
adelante, casi todas las mañanas subía a la cima del monte e invocaba al Señor. Al
invocar, el Señor me llenaba de El. Cada mañana cuando descendía de aquel lugar,
rebosaba de gozo. Estaba en los cielos, y toda la tierra con su contenido se hallaba
debajo de mis pies.
Sin embargo, mi trasfondo me impedía enseñar aquello. No animé a nadie a practicar
esto. Doce años más tarde, en 1943, fui encarcelado por el ejército japonés que había
invadido China. Un día me persiguieron y me golpearon. No podía hacer nada. Clamé
espontáneamente: “Oh Señor Jesús”, y dejaron de golpearme. No obstante, mi trasfondo
religioso seguía impidiéndome practicar eso todos los días. No sabía que podíamos
hacerlo en nuestra vida cotidiana.
Veinticuatro años más tarde, en 1967 en Los Angeles, hablamos de este asunto de
invocar al Señor. En aquel tiempo sentí la necesidad de averiguar la validez de esto
estudiando la Palabra. Después de dedicar mucho tiempo a leer en la Palabra todo
relacionado con invocar al Señor, descubrí que los santos de tiempos antiguos
practicaban esto. Empezó hace miles de años. Con la ayuda de una concordancia
encontré muchísimas citas relacionadas con invocar al Señor, y noté los varios aspectos
de la invocación. En esa ocasión, recibí confirmación y fui fortalecido no sólo a practicar
la invocación al Señor, sino también a enseñar a los demás y a ayudarles a invocar al
Señor. Desde 1967 invocar al Señor ha sido uno de los elementos del recobro del Señor.
Descubrimos que era la mejor manera de tocar al Señor. En aquel año visité el Lejano
Oriente y presenté ese asunto a los santos. Puedo testificar que millares de santos fueron
liberados y enriquecidos al invocar el nombre del Señor.
2) La historia de invocar al Señor
No se imagine que el hecho de invocar al Señor fue inventado por nosotros. No es una
nueva invención. Cuando mucho, podemos llamarlo un redescubrimiento o una parte de
lo que está recobrando el Señor. Como vimos, invocar al Señor empezó con la tercera
generación del linaje humano. Enós, el hijo de Set, fue la tercera generación. Eva dio a
su segundo hijo el nombre de Abel, que significa vanidad. Luego Set, el hermano de
Abel, llamó a su hijo Enós, lo cual indica que Set era consciente de que la vida humana
era débil, frágil y mortal. Al llamar Set a su hijo Enós, quizá le comunicó a su hijo que
era débil y frágil. Al darse cuenta éste de la fragilidad de la vida humana, empezó a
invocar el nombre del Señor eterno. Por consiguiente, cuando nos damos cuenta de que
no somos nada, de que somos débiles y frágiles, ¿qué debemos hacer? Debemos
simplemente clamar: “Oh Señor Jesús”.
La historia de invocar el nombre del Señor continúa por toda la Biblia, y podemos
enumerar los nombres de muchas personas que invocaron el nombre del Señor:
Abraham (Gn. 12:8), Isaac (Gn. 26:25), Moisés (Dt. 4:7), Job (Job 12:4), Jabez (1 Cr.
4:10), Sansón (Jue. 16:28), Samuel (1 S. 12:10), David (2 S. 22:4), Jonás (Jon. 1:6), Elías
(1 R. 18:24), Eliseo (2 R. 5:11), Jeremías (Lm. 3:55). Los santos del Antiguo Testamento
no sólo invocaron al Señor, sino que también profetizaron que el pueblo invocaría este
nombre (Jl. 2:32; Sof. 3:9; Zac. 13:9). Aunque muchos conocen la profecía de Joel acerca
del Espíritu Santo, pocos han prestado la debida atención al hecho de que recibir el
Espíritu Santo derramado requiere que invoquemos el nombre del Señor. Por una parte,
Joel profetizó que Dios derramaría Su Espíritu; por otra, profetizó que la gente invocaría
el nombre del Señor. El derramamiento que Dios trae requiere la cooperación de
nuestra invocación. La profecía de Joel se cumplió el día de Pentecostés.
La invocación del nombre del Señor también fue practicada por los santos del Nuevo
Testamento. Comenzó el día de Pentecostés (Hch. 2:21). El día de Pentecostés Dios
derramó Su Espíritu, y los primeros santos recibieron al Espíritu invocando el nombre
del Señor. Su invocación era una respuesta al derramamiento del Espíritu de Dios.
Esteban también invocó el nombre del Señor. Mientras lo apedreaban a muerte, él
invocaba el nombre del Señor (Hch. 7:59). El murió invocando el nombre del Señor. Si
el Señor demora Su venida y nosotros morimos, espero que muramos invocando Su
nombre.
Todos los creyentes del Nuevo Testamento tenían por costumbre invocar al Señor (Hch.
9:14; 22:16; 1 Co. 1:2; 2 Ti. 2:22). Cuando Pablo era Saulo de Tarso recibió autoridad de
los principales sacerdotes para atar a todos los que invocaban el nombre del Señor (Hch.
9:14). Esto indica que los primeros santos invocaban a Jesús. Invocar el nombre del
Señor era una señal, una marca, que identificaba a los cristianos. Por tanto, Saulo de
Tarso pensó que le resultaría fácil encontrar a los cristianos de Damasco por el hecho de
que ellos invocaban el nombre del Señor. No sólo oraban al Señor, sino que lo
invocaban. Son muchos los verdaderos cristianos que oran al Señor cada día, pero sus
vecinos, amigos y compañeros de clase no saben que son cristianos. Podemos llamarlos
cristianos silenciosos. No obstante, si llegan a ser cristianos que invocan el nombre del
Señor, su invocación los marcará como cristianos. Tal fue el caso de los primeros
cristianos.
¿Sabe usted lo que le sucedió a Pablo cuando iba a Damasco con la intención de
encarcelar a todos los que invocaban el nombre del Señor? Fue capturado por el Señor y
fue cegado. El Señor envió a un pequeño discípulo llamado Ananías a visitar a Saulo y a
darle un mensaje de Su parte. Escuche lo que dijo Ananías: “Ahora, pues, ¿por qué te
detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando Su nombre” (Hch. 22:16).
Según la gramática, la palabra “invocando” modifica el verbo “lava”. ¿Qué pecado debía
lavar Saulo? El pecado de atar a aquellos que invocaban el nombre de Jesús. El lo había
hecho en Jerusalén y tenía la intención de hacerlo en Damasco. Todos los cristianos
sabían que él era muy malo. A sus ojos, Saulo pecó al perseguir a los santos y al
encarcelar a los que invocaban a Jesús. Por tanto, la mejor manera de lavar sus pecados
era invocar el nombre de Jesús. Al hacer eso, quedaría claro para todos los creyentes que
él verdaderamente se había convertido. El que anteriormente llevaba presos a los que
invocaban el nombre del Señor, invocaba ahora ese mismo nombre.
Algunos cristianos interpretan erróneamente Hechos 22:16, pensando que “lava tus
pecados” modifica a “bautízate”. Según la gramática, éste no puede ser el significado. El
versículo menciona dos cosas: “bautízate” y “lava tus pecados”, y la conjunción griega
kai, traducida “y” en español, las conecta. De modo que una cosa es bautizarse, y otra es
lavar los pecados. Saulo fue bautizado y se lavó de sus pecados invocando el nombre del
Señor. Saulo de Tarso, quien había perseguido a tantas personas que invocaban el
nombre del Señor, fue capturado por el Señor. Entonces Ananías, quien fue enviado por
el Señor, le pidió a Saulo que se bautizara y se lavara de sus pecados invocando el
nombre del Señor. Si Saulo sólo hubiera sido bautizado, muchos creyentes habrían
dudado de la sinceridad de su conversión. Habrían dicho: “Ananías, no deberías haber
bautizado a ese creyente silencioso”. Pero cuando Ananías estaba a punto de bautizar a
Saulo, parecía decirle: “Hermano, lava tus pecados invocando el nombre del Señor
Jesús. Hermano Saulo, has encarcelado a muchos cristianos. Tú eres malo a los ojos de
los santos. Intentaste llevar presos a todos los que invocan a Jesús. Ahora, la mejor
manera de lavar tus pecados ante ellos es que invoques: “Oh Señor Jesús”. Cuando
Saulo invocó el nombre del Señor, todos los cristianos pudieron ver que el perseguidor
se había convertido en uno de sus hermanos. El hecho de que invocara al Señor
demostraba que se había convertido.
El mismo Pablo puso énfasis en el asunto de invocar, cuando escribió la Epístola a los
Romanos. El dijo: “Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor
es Señor de todos y es rico para con todos los que le invocan; porque: ‘Todo aquel que
invoque el nombre del Señor, será salvo‘ ”. (Ro. 10:12-13). En Romanos 10:12 Pablo dijo
que el Señor es rico para con los que le invocan, y en el versículo 13, él citó la profecía de
Joel según la cual todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. Pablo también
habló de invocar al Señor en 1 Corintios cuando escribió: “Con todos los que en
cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”
(1 Co. 1:2). Además, en 2 Timoteo le dijo a Timoteo que siguiera las cosas espirituales
con los que de corazón puro invocan al Señor (2 Ti. 2:22). Todos estos versículos nos
muestran que en el primer siglo invocar el nombre del Señor era una práctica bastante
común entre los cristianos. Por consiguiente, en todo el Antiguo Testamento así como
en los primeros días de la era cristiana, los santos invocaron el nombre del Señor. ¡Qué
lastima que la mayoría de los cristianos hayan descuidado esto por tanto tiempo! Creo
que hoy el Señor desea recobrar este asunto para que lo practiquemos y disfrutemos de
las riquezas de Su vida.
3) El propósito de invocar al Señor
a) Ser salvos
¿Por qué se debe invocar el nombre del Señor? Los hombres deben invocar el nombre
del Señor para ser salvos (Ro. 10:13). Supongamos que una persona oye el evangelio y
empieza a creer en el Señor. Usted le puede ayudar a ser salva al orar al Señor con ella
de una manera muy tranquila; yo he visto a muchas personas salvarse así. No obstante,
si usted no sólo le ayudara a orar, sino también a invocar el nombre del Señor, la
experiencia de salvación que la persona tendrá será mucho más sólida. El primer
método, el de orar en silencio, ayuda en efecto a la gente a ser salva, pero no de una
manera tan rica. El segundo método, el de invocar en voz alta, ayuda a la gente a ser
salva de una manera más rica y más completa. Por tanto, debemos alentar a la gente a
abrirse y a invocar el nombre del Señor Jesús.
b) Ser rescatados de las angustias,
las calamidades y el dolor
Otra razón por la cual debemos invocar al Señor es que con ello somos rescatados de las
angustias (Sal. 18:6; 118:5; 50:15; 86:7), las calamidades (Sal. 81:7) y el dolor (Sal. 116:34). La gente que ha discutido acerca de invocar al Señor lo invoca cuando es afligida por
penas o enfermedades. Cuando nuestras vidas no presentan problemas, debatimos
acerca de invocar al Señor. Pero cuando llegue un problema, no necesitaremos que
nadie nos pida que invoquemos al Señor. Usted lo invocará espontáneamente. Invocar al
Señor nos rescata y nos libera. Debemos invocar al Señor cuando estamos en angustia y
en aflicciones. Además, en Salmos 116:3-4 se nos dice que invocar el nombre del Señor
nos rescata de muchas cosas negativas, como por ejemplo la angustia, el dolor, la muerte
y el infierno. Si usted quiere ser librado de esas cosas, debe invocar al Señor.
c) Participar de la misericordia del Señor
En Salmos 86:5 se afirma que el Señor es bueno, y que está dispuesto a perdonar, y está
lleno de misericordia para con los que le invocan. Invocando al Señor podemos
participar de Su abundante misericordia. Cuanto más le invocamos, más disfrutamos de
Su misericordia.
d) Participar de la obra salvadora del Señor
El salmo 116 nos dice que podemos participar de la obra salvadora del Señor al
invocarle. “Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre del Señor” (v. 13). En
ese salmo, se menciona cuatro veces invocar al Señor (vs. 2, 4, 13, 17). El propósito de
invocar es la participación en la obra salvadora del Señor. Como vimos anteriormente,
se sacan aguas de las fuentes de salvación invocando el nombre del Señor (Is. 12:2-4).
e) Recibir al Espíritu
Otra razón por la cual debemos invocar al Señor es la de recibir al Espíritu (Hch. 2:17,
21). La manera más fácil y mejor de llenarse del Espíritu Santo es invocar el nombre del
Señor Jesús. El Espíritu ya fue derramado. Sólo debemos recibirlo invocando al Señor.
Lo podemos hacer en cualquier momento. Si usted invoca el nombre del Señor varias
veces, estará lleno del Espíritu.
f) Beber del agua espiritual
y comer del alimento espiritual
para obtener satisfacción
En Isaías 55:1 dice: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. ¿Cuál es
la manera de comer y beber al Señor? Isaías nos revela esta manera en el versículo 6 del
mismo capítulo: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que
está cercano”. Por consiguiente, la manera de beber el agua espiritual y de comer el
alimento espiritual para obtener satisfacción consiste en buscar al Señor e invocar Su
nombre.
g) Disfrutar de las riquezas del Señor
Romanos 10:12 dice que el Señor es rico para con los que le invocan. El Señor es muy
rico para con todos los que le invocan. La manera de disfrutar de las riquezas del Señor
consiste en invocarle. El Señor no solamente es rico, sino que también está cercano y
disponible como lo menciona el versículo 8 del mismo capítulo, porque El es el Espíritu
vivificante. Como Espíritu, El es omnipresente. Podemos invocar Su nombre en todo
tiempo y en todo lugar. Cuando lo invocamos, El viene a nosotros como el Espíritu, y
disfrutamos de Sus riquezas. Cuando usted invoca a Jesús, el Espíritu viene.
En 1 Corintios se habla de disfrutar a Cristo. En el capítulo doce, Pablo nos dice cómo
disfrutar al Señor. La manera de disfrutar al Señor consiste en invocar Su nombre (12:3;
1:2). Cada vez que decimos “Señor Jesús”, bebemos de El, del Espíritu vivificante (v. 13).
En 15:45 vemos que el Señor ahora es el Espíritu vivificante. Cada vez que invocamos:
“Señor Jesús”, El viene como Espíritu. Cuando llamo a una persona por su nombre, si
ésta es real, viviente y presente, entonces viene. El Señor Jesús es real, viviente y
presente. El está siempre disponible. Cada vez que le invocamos, El viene. Aun en la era
del Antiguo Testamento, Moisés dijo del Señor: “Porque ¿qué nación grande hay que
tenga un dios tan cercano a ellos como lo está Jehová nuestro Dios siempre que le
invocamos” (Dt. 4:7). Cuando invocamos Su nombre, El está cerca (Sal. 145:18). ¿Quiere
usted disfrutar de la presencia del Señor y de todas Sus riquezas? La mejor manera de
experimentar Su presencia con todas Sus riquezas es invocar Su nombre. Invóquelo
cuando conduzca en la carretera o cuando esté trabajando. En cualquier momento y
dondequiera que invoque, el Señor está cerca y es rico para con usted.
h) Nos despierta
Al invocar el nombre del Señor, podemos despertarnos. Isaías 64:7 dice: “Nadie hay que
invoque Tu nombre, que se despierte para apoyarse en Ti”. Cuando sentimos que
estamos desanimados, podemos elevarnos y despertarnos al invocar el nombre del
Señor Jesús.
4) Cómo invocar al Señor
Ahora debemos considerar la manera de invocar al Señor. Primero debemos invocarle
con un corazón puro (2 Ti. 2:22). Nuestro corazón es la fuente y debe ser puro, y buscar
solamente al Señor. En segundo lugar, debemos invocar con pureza de labios (Sof. 3:9).
Debemos vigilar nuestra conversación, pues nada contamina tanto nuestros labios como
una conversación liviana. Si nuestros labios son impuros a causa de una conversación
ociosa, nos resultará difícil invocar al Señor. Además de un corazón puro y labios puros,
debemos abrir la boca (Sal. 81:10; cfr. v. 7). Debemos abrir nuestra boca e invocar al
Señor. Además, debemos invocar al Señor corporativamente. En 2 Timoteo 2:22 dice:
“Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de
corazón puro invocan al Señor”. Debemos reunirnos con el propósito de invocar el
nombre del Señor. En Salmos 88:9 leemos: “Te he llamado, oh Jehová, cada día”. Por
tanto, debemos invocarle cada día. Invocar el nombre del Señor no es una doctrina. Es
algo muy práctico. Debemos practicarlo cada día y a toda hora. Nunca dejamos de
respirar. Todos sabemos lo que ocurre cuando cesa la respiración. Además, en Salmos
116:2 dice: “Por tanto, le invocaré en todos mis días”. Mientras vivimos, debemos
invocar el nombre del Señor. Espero que muchos creyentes del pueblo de Dios,
particularmente los nuevos, empiecen a hacer una práctica esto de invocar al Señor. Si
usted lo hace, se dará cuenta de que es la mejor manera de disfrutar las riquezas del
Señor.
Desde que practicamos este asunto de invocar el nombre del Señor en Su recobro,
algunas personas me han preguntado: “¿No está el Señor dentro de nosotros? ¿Por qué
necesitan ustedes decir que el Señor está cerca cuando le invocan?” Tengo una pregunta
para aquellos que piensan que no necesitamos invocar al Señor puesto que El ya está
dentro de nosotros. ¿Acaso no hay aliento dentro de usted? Puesto que el aliento ya está
en su interior, ¿por qué necesita seguir respirando? La lógica de esta pregunta es la
misma que la de invocar al Señor cuando ya está dentro de nosotros. Aunque parece
lógico decir que no necesitamos invocarle puesto que El ya mora en nosotros, eso no es
práctico. Nadie practicaría semejante cosa en cuanto a su respiración. Nadie diría que
no necesitamos respirar porque el aliento está en nosotros. Debemos seguir respirando
para sobrevivir. Del mismo modo, el Señor está en nosotros, pero debemos seguir
invocándole y respirándole.
Otros han preguntado: “¿Por qué invocan ustedes con tanto ruido? ¿Acaso es sordo
nuestro Dios? ¿Acaso no puede El oír nuestra oración silenciosa?” Argumentan que
nuestro Dios no es sordo, y que, en consecuencia, no debemos hacer tanto ruido al orar
o al invocarle. Sin embargo, mire cómo ora el Señor en Hebreos 5:7. “El, en los días de
Su carne, habiendo ofrecido ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía
librar de la muerte y habiendo sido escuchado por Su piedad”. Indudablemente “el gran
clamor” en este versículo no es una oración silenciosa. Si usted se queja de quienes
invocan al Señor en alta voz, debe preguntarle al Señor Jesús por qué oró El con tanto
clamor. Dios no es sordo; así que, ¿por qué oró el Señor de esta manera? Además, por lo
menos en dos ocasiones en el Evangelio de Juan, el Señor Jesús dijo que El no estaba
solo, sino que el Padre estaba siempre con El (16:32; 8:29). Puesto que el Padre estaba
continuamente con El, ¿por qué necesitaba El clamar en voz alta al orar al Padre?
Además, en los Salmos en varias ocasiones se nos dice que hagamos una alegre algarabía
para el Señor (66:1; 81:1; 95:1, 2; 98:4, 6; 100:1). No se habla allí de una voz alegre
solamente, sino de una algarabía. Todos sabemos cuál es la diferencia entre hablar y
hacer una algarabía. Debemos hacer un alegre alborozo para el Señor, pues a El le gusta
oír tal ruido.
En todo caso, lo importante no es saber si Dios nos oye, sino ejercitar nuestro espíritu,
liberando lo que está en nuestro espíritu y en nuestro corazón, a fin de que el Señor
como Espíritu vivificante entre en nosotros. No se trata de ser escuchado, sino de
disfrutar al Señor y participar de todas Sus riquezas. La carga y la intención que tengo
en este mensaje es simplemente citar lo que dice la Biblia acerca de invocar al Señor. Si
usted considera lo que dice la Biblia al respecto, quedará convencido de que invocar el
nombre del Señor no es una invención reciente. Se trata del recobro de una de las cosas
santas de la Biblia. Como vimos en Génesis 4:26, invocar el nombre del Señor empezó
hace miles de años, desde la tercera generación de la humanidad.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTISEIS
LA MANERA DE ESCAPAR DE
LA CONSECUENCIA FINAL
DE LA CAIDA DEL HOMBRE
En este mensaje llegamos a Génesis 5. Muchos de los que leen la Biblia consideran que
este capítulo es muy árido y lo pasan de largo en su lectura; cuando mucho, quizás
hayan prestado atención únicamente a los últimos doce versículos. No obstante,
debemos reconocer que Génesis 5 constituye una porción muy importante de la Palabra
santa. A pesar de que dicho capítulo menciona muchos nombres y edades, no es un
relato histórico. La Biblia en su totalidad es un libro de vida, y este capítulo, con todos
sus nombres y cantidades de años, nos muestra el camino de la vida.
Como vimos en el mensaje anterior, al final de Génesis 4 descubrimos el asunto
maravilloso de invocar el nombre del Señor (4:26). Génesis 5 habla de caminar con Dios
(v. 22). Invocar al Señor es una cosa, y caminar con Dios es otra. Todos debemos invocar
al Señor, y luego caminar con Dios. No debemos andar conforme a este siglo, sino con
Dios. Caminar con Dios debe venir después de que invocamos al Señor. Por tanto,
debemos pasar de Génesis 4 a Génesis 5. Consideremos ahora el contenido de este
capítulo.
C. La consecuencia final de la caída del hombre
y la manera de escapar de ella
1. La genealogía de los salvos
En primer lugar, Génesis 5 nos revela el origen del hombre. ¿Cuál fue el origen del
hombre? Encontramos la respuesta en los primeros dos versículos de este capítulo, que
son muy importantes y maravillosos. “Este es el libro de las generaciones de Adán. El
día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y
los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados”. Según estos
versículos, el origen del hombre no era Dios solamente, sino también Su semejanza y Su
imagen. La imagen de Dios fue el origen práctico de Adán, pues Adán fue hecho a la
imagen de Dios. Por consiguiente, nuestro origen no es una raza ni una nacionalidad
determinada, sino Dios con Su imagen. Todos nosotros fuimos creados por Dios a Su
imagen. No importa que seamos hombres o mujeres porque tanto el hombre como la
mujer, tanto el marido como la esposa, fueron llamados Adán. Dios determinó esto
como un principio divino, y este principio sigue operando en la actualidad. Por ejemplo,
tanto el señor Taylor como su esposa tienen el mismo apellido. El señor Taylor es el
marido Taylor, y la señora de Taylor es la esposa Taylor. De manera que el marido y la
esposa son Taylor. Del mismo modo, tanto Adán como Eva fueron llamados Adán.
Cuando Dios establece un principio, éste permanece y nadie puede alterarlo.
El capítulo 5 de Génesis es maravilloso. Nunca leí nada parecido en ningún otro libro.
En ninguna otra parte he leído que un hombre haya vivido cierta cantidad de años y
luego haya engendrado un hijo, y que después vivió otro lapso de tiempo, engendró hijos
y luego murió; y que su hijo vivió tantos años y engendró hijos y siguió viviendo y
engendrando hijos y luego murió. Este es el relato de Génesis 5, un relato que parece
muy reiterativo. Génesis 5 está lleno de nombres difíciles de pronunciar, con el número
de años que vivieron las personas, y con las palabras “vivió”, “engendró” y “murió”.
Estas tres palabras se repiten continuamente por todo el capítulo. Además, ¿ha
observado usted que la palabra “vivió” se usa dos veces para cada persona? Por ejemplo,
vemos que Adán vivió ciento treinta años y engendró a Set (5:3) y que todos los años que
vivió Adán fueron novecientos treinta (5:5). Después de Adán, Set vivió ciento cinco
años y engendró a Enós y luego vivió otros ochocientos siete años (5:6-7). Este ciclo de
vivir, engendrar, vivir, engendrar y morir se repite ocho veces en este capítulo. Aunque
se mencionan diez generaciones en Génesis 5, debemos exceptuar a Enoc quien fue un
caso especial y a Noé cuya muerte no se narra en este capítulo. Así que tenemos ocho
generaciones que vivieron, engendraron, vivieron, engendraron y murieron.
Existe una gran diferencia entre el relato de Génesis 4 y el de Génesis 5. El capítulo
cuatro nos dice que ciertas personas vivieron, pero no nos dice por cuantos años. En
cierto sentido, las personas nombradas en Génesis 4 no tenían ninguna existencia a los
ojos de Dios; sus vidas eran vanidad. Pero sí se nos habla de muchas cosas que ellos
inventaron: la religión, la planeación y construcción de ciudades, la agricultura, la
música y las armas. Aquel capítulo también habla de las maldades que cometía la gente.
Es extraño que Génesis 5 no nos diga nada de las acciones y las actividades de la gente.
Aquellos hombres vivieron mucho tiempo, en la mayoría de los casos, más de
novecientos años. ¿Qué hacían? Aunque dediqué mucho tiempo a estudiar ese capítulo,
todo lo que pude aprender era que la gente vivía, engendraba, vivía, engendraba y
moría. Aparte de eso, no se revela nada acerca de la manera en que vivían. Todo lo que
hacían era vivir y engendrar.
El hombre fue creado no solamente por Dios y a la imagen de Dios, sino también para
Dios. Por consiguiente, Dios ordenó que el hombre debía multiplicarse. El propósito
eterno de Dios jamás podría cumplirse sin la multiplicación del hombre. Si usted le
hubiera preguntado a Adán lo que estaba haciendo, él probablemente habría
contestado: “Hermano, estoy viviendo para el propósito de Dios. Estoy engendrando
hijos para que se cumpla el propósito de Dios. Dios no necesita mi trabajo, El necesita
que yo engendre”. ¿Qué es engendrar? Usando la terminología del Nuevo Testamento,
podemos llamarlo llevar fruto. Engendrar significa llevar fruto. Por consiguiente, Adán
llevaba fruto para que se cumpliera el propósito de Dios. El fue muy fructífero. Ya
mencioné que la palabra “vivió” se usa dos veces con cada persona. Ahora quisiera hacer
notar que la palabra “engendró” es usada tres veces en cada persona. Por ejemplo, Adán
vivió ciento treinta años y engendró a Set; después de engendrar a Set, él vivió
ochocientos años más y engendró hijos e hijas. Esto indica que las personas que figuran
en Génesis 5 sólo vivían y engendraban.
Estamos haciendo lo mismo ahora. No diga que usted es maestro o carpintero. Debe
decir: “Vivo en la presencia de Dios y engendro, llevando así fruto para cumplir el
propósito de Dios”. Como ya vimos, el cumplimiento del propósito de Dios depende de
que nosotros engendremos. Cuantos más hijos engendremos, más útiles seremos en las
manos de Dios. Este fue un asunto físico en el caso de Adán, pero en nuestro caso es
espiritual. Vivimos y engendramos. Hace cincuenta años yo estaba soltero. Ahora tengo
una familia grande compuesta de muchos hijos y nietos. No obstante, estoy más
contento con mi familia en las iglesias que con mi familia biológica. Mediante este
humilde ministerio, he vivido y engendrado una familia grande compuesta de millares
de personas. Si me preguntaran qué he hecho durante los últimos cuarenta y tres años,
contestaría que no he hecho nada más que vivir y engendrar.
Nuestra profesión es única, consiste en vivir y engendrar. Cuando decimos eso, la gente
mundana no puede entender a qué nos referimos. Sin embargo, es algo muy real. Las
cosas mencionadas en Génesis 4 son vanidad, pero no encontramos ninguna vanidad en
Génesis 5. Si usted lee Génesis 5 junto con Lucas 3, verá que la genealogía de Génesis 5
produjo finalmente al Señor Jesús. Esta genealogía comenzó con Dios y terminó en
Cristo. La vida y el engendramiento produjeron a Jesús. Cuando juntamos Génesis 5 y
Lucas 3, vemos que ninguno de los santos queridos de Génesis 5 vivía en la vanidad.
Ellos vivían y engendraban con un importante propósito: producir a Cristo.
El relato de la genealogía que consta en Génesis 5 es maravilloso en cuanto a la vida y el
engendramiento de la gente. Sin embargo, contiene un punto oscuro: después de vivir y
engendrar, la gente moría. Para ellos, vivir y engendrar era algo maravilloso, pero morir
no lo era. Si se compara esta genealogía con la de Cristo en Mateo 1, verá que en la
genealogía de Cristo en Mateo 1 no se menciona la muerte. La muerte prevalecía en la
genealogía de Adán porque Cristo todavía no había venido. Al venir Cristo, la muerte
desapareció de la genealogía de Cristo. Cristo “anuló la muerte y sacó a luz la vida y la
incorrupción por medio del evangelio” (2 Ti. 1:10).
2. La consecuencia final
de la caída del hombre: la muerte
Génesis 5 es el relato de los salvos que vivían con la esperanza de que Cristo vendría.
Pero en su tiempo Cristo no vino. Por consiguiente, seguían sometidos a la muerte, y en
su genealogía se mencionaba la muerte, algo negativo. Vivir y engendrar es algo bueno,
pero morir no lo es. Yo no quiero morir. De las diez generaciones mencionadas en
Génesis 5, ocho murieron. La muerte es la consecuencia final de la caída del hombre.
Aunque Génesis 5 constituye un relato maravilloso de los que viven y llevan fruto, este
capítulo muestra que todavía son afectados por la consecuencia final de la caída del
hombre, a saber, la muerte. ¿Existe alguna manera de escapar de la muerte? ¿Cuál es la
manera? Este capítulo revela que los primeros santos vivían y engendraban, y también
revela la manera en que nosotros podemos escapar de la consecuencia final de la caída
del hombre. Entre los relatos de las diez generaciones, encontramos que una sola
generación escapó de la muerte. Enoc vivió, engendró, caminó con Dios, engendró y no
murió, pues Dios lo arrebató (Gn. 5:24). Dios arrebató a Enoc para que éste no viera la
muerte (He. 11:5). Ser preservado de la muerte fue la salvación final que Dios le dio. Esta
es la plena salvación. Las otras ocho generaciones pueden haber disfrutado del noventa
por ciento de la salvación. Ellos vivieron y engendraron para el propósito de Dios, pero
no fueron preservados de la consecuencia final de la caída del hombre. Sólo Enoc
disfrutó y participó de la plena salvación de Dios.
Ahora vivimos y engendramos, pero ¿qué diremos de la muerte? La muerte tiene una
doble aplicación. La muerte obra y mata continuamente, y se cierne sobre nosotros a
diario. En el plano físico, mental y espiritual, nos encontramos bajo el aniquilamiento de
la muerte. Esa es la primera aplicación de la muerte. La segunda aplicación de la muerte
la vemos en el hecho de que si el Señor demora Su regreso, todos moriremos
físicamente. No habrá una tercera aplicación de la muerte a nosotros, porque no
tendremos parte en la segunda muerte (Ap. 21:8). No obstante, ahora estamos bajo la
muerte en dos sentidos: la muerte nos perjudica continuamente y lleva a cabo una obra
aniquiladora dentro de nosotros y sobre nosotros; y el poder de la muerte puede llevar
nuestro cuerpo mortal a la muerte física.
3. La manera de escapar de la muerte
¿Sabía usted que existe una manera de escapar de la muerte? ¿Cree usted que haya
algún modo de hacerlo? La manera fue descubierta por la séptima generación de la
humanidad. Invocar el nombre del Señor fue descubierto por la tercera generación, y
cuatro generaciones después, la manera de escapar de la consecuencia final de la caída
del hombre fue descubierta en la séptima generación por Enoc. Enoc vivió de tal manera
que fue preservado totalmente de la muerte física. Antes de que Dios arrebatase a Enoc
y mientras éste vivía y caminaba en la tierra, la muerte había dejado de matarlo. Enoc
venció el aniquilamiento de la muerte.
Enoc fue la primera persona que fue arrebatada. Ahora a muchos cristianos les gusta
hablar de profecías y del arrebatamiento. Muchos dicen que el Señor Jesús regresará
pronto y que todos serán llevados a los aires. En cierto sentido, esto corresponde a la
profecía bíblica (1 Ts. 4:16-17). Pero en otro sentido, me temo que la mayoría de los
cristianos aplican esa profecía conforme a su comprensión humana. Si usted lee la Biblia
detenidamente, con la luz divina, verá que el arrebatamiento revelado no corresponde a
lo que imaginan muchos cristianos. En la Biblia, la primera mención de un asunto
establece el principio de dicho asunto; así, el caso de Enoc, el primero que fue
arrebatado, establece el principio del arrebatamiento. ¿En qué consiste el principio del
arrebatamiento? En madurar en vida al caminar con Dios. Enoc caminó con Dios por
trescientos años, y Dios lo arrebató (Gn. 5:22-24).
a. Caminar con Dios
¿Espera usted ser arrebatado? Si es así, debe caminar con Dios. No sólo debe invocar el
nombre del Señor, sino también caminar con Dios. Después de invocar viene el andar.
Caminar con Dios no es pasar por encima de Dios, ni es ser arrogantes, ni es obrar según
nuestros conceptos y deseos, ni es actuar sin Dios. Caminar con Dios consiste en
tomarlo a El como nuestro centro y nuestro todo, en obrar conforme a Su revelación y
dirección, y en hacerlo todo con El. No consiste solamente en vivir para Dios y hacer
obras para El, sino en vivir y actuar conforme a Dios y con El. Enoc anduvo con Dios de
esa manera, viviendo y obrando conforme a Dios y con El, y no según su propio deseo o
concepto, ni según la corriente de la era en la cual vivía.
No es fácil caminar con otra persona. Cuando yo caminaba con los hermanos o con los
miembros de mi familia, todos decían que yo caminaba demasiado rápido y que no
podían seguirme el paso. Me pedían que caminara más despacio. Tengo una pregunta
que dirigir a los hermanos y a mi familia: ¿Va usted a caminar conmigo o voy a caminar
yo con usted? Determinemos primeramente quién va a caminar con quién. Si usted va a
caminar conmigo, debe seguirme el paso. No me eche la culpa a mí por caminar
demasiado rápido. Si se queja de que camino demasiado rápido, olvídese de mí y camine
con alguien que ande al mismo ritmo que usted. Pero si desea caminar conmigo, debe
ajustarse a mis normas. Si tengo la intención de caminar con usted, debo aminorar el
paso y caminar a la misma velocidad que usted.
Haga el favor de contestarme: ¿Camina Dios con usted, o camina usted con Dios?
¿Caminaba Dios con Enoc o caminaba Enoc con Dios? La Biblia no dice que Dios
caminaba con Enoc, sino que Enoc caminaba con Dios. Resulta difícil encontrar un
pasaje bíblico donde se muestre que Dios caminaba con la gente. Encontramos un caso
en Lucas 24. En el día de resurrección, el Señor Jesús caminó con dos discípulos que
iban de Jerusalén a Emaús. Los discípulos no caminaron con el Señor Jesús; fue el
Señor Jesús quien caminó con ellos. Cuando el Señor camina con usted, ello indica que
usted va para abajo, que desciende de Jerusalén a Emaús. No obstante, cuando camina
con el Señor, sube a Jerusalén desde Emaús. ¿Camina usted con el Señor o camina El
con usted? En otras palabras, ¿va usted para abajo o para arriba? Por ejemplo, si va para
abajo al cine, el Señor Jesús caminará allí con usted. A menudo el Señor ha caminado
así hacia abajo con los santos. Muchos santos le han dicho al Señor: “Señor, no puedo
quedarme contigo. Quiero ir a ver una película”. Entonces, el Señor ha dicho: “¿Vas a
ver una película? Iré allí contigo; caminaré hacia abajo contigo. ¿Por qué voy a ir contigo
allí? Porque te voy a traer de regreso. No debes ir hacia abajo a Emaús. Mi intención es
que permanezcas en Jerusalén. Puesto que vas para abajo, tengo que ir contigo. Debo
caminar contigo para traerte de regreso”.
Enoc caminó ascendentemente con Dios. No se imagine que el arrebatamiento de Enoc
sucedió repentinamente. No se crea que en un momento él estaba en la tierra y que al
momento siguiente estaba en los cielos. Enoc no tuvo altibajos con Dios, ni anduvo
zigzagueando. El caminó continuamente hacia arriba hasta tocar los cielos. A la edad de
trescientos sesenta y cinco años, cuando Enoc casi tocaba los cielos, Dios le dijo:
“Querido hijo, estoy aquí. Ven conmigo”. Y Enoc fue arrebatado.
¿Cree usted que el andar de Enoc con Dios conoció altibajos? ¿Cree que Enoc anduvo
con Dios de manera irregular y que Dios le dijo: “Pobre hijo, sube rápidamente”? No
creo que haya sido así como Dios arrebató a Enoc. Enoc anduvo con Dios día y noche
durante tres siglos, más de cien mil días. Enoc anduvo con Dios día tras día,
acercándose a El cada día un poco más que el día anterior. Enoc vio la situación, el
entorno, la gente y sus obras, y vio que todo era impío. Sin embargo, él siguió
caminando con Dios de una manera piadosa y santa, y lo hizo por trescientos años.
Si queremos andar con Dios debemos estar con El. Debemos ser uno con El en nuestros
pensamientos, nuestro amor y nuestras decisiones. Como dijimos, no es fácil caminar
con otra persona. Supongamos que yo camino a su lado y tengo ideas diferentes a las
suyas, y le digo: “Hermano, lo quiero y deseo caminar con usted, pero no vaya por allí.
Venga por aquí. No quiero ir en esa dirección”. Si digo eso, no estoy caminado con usted,
sino que discuto con usted. No obstante, eso es exactamente lo que hacen muchos
creyentes que aman a Jesús. Dicen: “Señor, te amo y deseo seguirte. Quiero ir contigo”.
No obstante, a la hora de la verdad, muchos no caminan con El, sino que discuten con
El. Caminar con el Señor implica mucho de parte de usted: negarse a sí mismo, negarse
a sus pensamientos y a su amor, negarse a todo lo que proviene de usted. Implica que
usted se entrega a El, que deja que El rija y vaya delante. Caminar con el Señor no es una
cosa insignificante. Al caminar con El usted muere. Mi esposa sufre cuando camina
conmigo. Pero si usted desea caminar conmigo, debe negarse a sí mismo. Por otra parte,
si yo deseo caminar con usted, debo olvidarme de mí mismo, condenarme a mí mismo, y
renunciar a mí mismo a fin de ser uno con usted. Si no estoy dispuesto a hacer eso, no
puedo caminar con usted ni con ninguna otra persona.
No se trata simplemente de invocar el nombre del Señor. Es maravilloso y disfrutable
clamar: “Oh Señor Jesús”, pero ¿qué viene después de invocar? Cuando el Señor dice:
“Sígueme”, ¿lo seguirá usted? ¿Caminará usted con El? Nunca olvide que en Génesis 4
se menciona invocar y que en Génesis 5 aparece el caminar. Si el caminar no viene
después de invocar, éste no será muy sincero. En un mensaje posterior, veremos que
después de caminar, tenemos la construcción. Enós invocó, Enoc caminó y Noé caminó
y construyó. Debemos partir de Génesis 4 y pasar de invocar a caminar. La invocación
trae la suministración, pero no mata. La invocación lo hace vivir a uno, mientras que el
caminar siempre lo mata a uno, aunque también lo resucita. El caminar empieza por
matarlo a uno, pero luego lo resucita para avivarlo cuando disfruta de la presencia de
Dios. Uno vivirá al máximo, no de una manera natural, sino en resurrección. ¡Cuánto
debemos caminar todos con Dios!
b. Creer en Dios
Aunque la Biblia habla muy poco de Enoc, lo que revela Génesis, Hebreos y Judas es
suficiente para que apreciemos su vida. Hebreos 11:5-6 nos muestra que Enoc creía en
Dios antes de ser arrebatado por El. Esto indica que Enoc no sólo caminaba con Dios,
sino que también creía en El. “Por la fe Enoc fue trasladado para no ver muerte” (He.
11:5). ¿Qué significa tener fe? Según Hebreos 11, tener fe significa que creemos que Dios
es (He. 11:6), es decir, creemos que Dios existe. Hay un solo Dios, y El es real, viviente,
presente y es Dios. Todos debemos creer eso. Esperamos que ningún lector de este
mensaje tenga dificultad con este asunto. Nosotros creemos que Dios existe y que El vive
hoy.
Hebreos 11:6 dice que al creer en Dios, uno también cree que El es galardonador. El no
sólo existe, sino que es galardonador. ¿Por qué recompensa Dios al hombre? Porque El
anhela que el hombre viva para Su propósito y lo lleve a cabo. No sólo debemos creer
que Dios existe, sino también que El recompensa a quienes lo buscan. Dios está en este
universo, y ningún hombre puede verlo, pero sí debemos buscarlo. ¿Cree usted que hay
un Dios, que Dios existe? Entonces, ¿qué debe hacer? Debe buscarlo. Enoc lo hizo. El
creyó que Dios existía y lo buscó con la fe de que Dios era galardonador. Debe de haber
sido su fe en Dios y su búsqueda lo que le motivó a caminar con Dios. Enoc buscó a Dios,
y Dios fue su galardonador. El buscó a Dios y caminó con El, y Dios lo recompensó.
¿Qué recompensa dio Dios a Enoc? Dios le dio el nivel más elevado de vida: escapar de
la muerte. “Enoc fue trasladado para no ver muerte”. ¡Qué galardón maravilloso!
Durante muchos años, le dije al Señor: “Señor, no quiero ver la muerte. Señor, ven
pronto. Presérvame hasta Tu regreso. No quiero ver la muerte; quiero verte a Ti”. Este
deseo me ha conducido y sigue motivándome a buscar al Señor. No me jacto, sino que
digo la verdad: yo busco seriamente al Señor. ¿No es usted uno de los que le buscan? Por
la misericordia y la gracia del Señor, todos nosotros lo buscamos a El.
Cuando empecé a usar en este país la expresión “santos que buscan más del Señor” en lo
que compartía y en las oraciones, muchos se sorprendieron al oírla. Más adelante, acorté
esa expresión y usé “buscadores”, los buscadores del Señor. Aunque algunos santos
estaban renuentes a usar esta expresión, se usa ahora en todas las iglesias. Muchos oran
al Señor, diciendo: “Señor, Tú tienes muchos buscadores en el condado de Orange. Oh
Señor, cautiva a todos Tus queridos buscadores”. El Señor es galardonador, y nosotros
debemos ser Sus buscadores. Enoc creyó en esto y lo practicó. El creyó que Dios existía y
que lo recompensaría si le buscaba. Enoc buscó al Señor y obtuvo el galardón.
Judas habla del entorno en el cual vivía Enoc, y usa la palabra “impío” cuatro veces al
describir la gente y las obras de la generación de Enoc (Jud. 15). No obstante, Judas
relata una de las profecías de Enoc en la cual éste usó una palabra maravillosa: “santos”.
“De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor
con millares de Sus santos” (Jud. 14). Enoc no dijo que el Señor venía con millares de
pecadores o de impíos, ni siquiera con creyentes o con salvos. Enoc dijo que el Señor
venía con millares de Sus santos. Como lo revela el relato de Judas, Enoc profetizó lo
que estaba dentro de él. El se dio cuenta de que toda su generación era impía. Los
vecinos, la gente y todo lo demás era impío. No obstante, él era piadoso y santo, y
llevaba una vida santa. De no ser así, él no habría podido profetizar que el Señor vendría
con millares de Sus santos a ejecutar Su juicio sobre los impíos. Los santos mencionados
en Judas 14 presentan un gran contraste con los impíos del versículo 15. A pesar de lo
impíos que eran su generación, su era, la sociedad, el entorno, la gente y todo lo demás,
Enoc conservaba una vida piadosa y santa. El llevó una vida santa entre la gente impía
en un contexto impío. El lo hizo en fe, creyendo que Dios existía y que era galardonador.
Enoc caminó con Dios en fe.
c. Creer en la Palabra de Dios
A la edad de sesenta y cinco años, Enoc engendró un hijo y le dio el nombre de
Matusalén (5:22). El nombre Matusalén tiene un significado profético. Significa “cuando
él muera, aquello será enviado”. Esta era una profecía del diluvio. Al dar a su hijo el
nombre de Matusalén, Enoc profetizó el juicio venidero del diluvio. Indudablemente lo
hizo por el Espíritu de Dios. El recibió la revelación de Dios y no desechó Su voluntad. El
fue inspirado con la voluntad divina y supo que el juicio iba a venir sobre toda la
generación impía. Creo que la profecía relatada por Judas tiene un doble cumplimiento.
Es posible que Enoc haya creído que el juicio del diluvio era la venida del Señor con
millares de Sus santos para ejecutar el juicio sobre los impíos. No obstante, esta profecía
suya, como otras del Antiguo Testamento, tiene un doble cumplimiento. El primero se
efectuó con la venida del diluvio y prefiguró el segundo, que se realiza con la segunda
venida del Señor, como se menciona en Judas. Si Enoc no hubiera profetizado acerca de
la segunda venida del Señor, Judas no la habría mencionado. Mediante la profecía de
Enoc podemos entender que él sabía que Dios iba a ejecutar Su juicio sobre la
generación impía. Por tanto, él llamó a su hijo Matusalén, lo cual indica que cuando
muriera su hijo, el juicio de Dios sería enviado.
Enoc engendró a Matusalén a la edad de sesenta y cinco años. Por consiguiente, la
profecía de Enoc acerca del diluvio fue dada cuando tenía sesenta y cinco años. De ahí
en adelante, día y noche, Enoc esperaba el cumplimiento de esa profecía, y esa
esperanza lo alentó a caminar con Dios. Aunque toda la generación y todo lo que
contenía era impío, él mismo no se atrevió a caer en impiedad. El era santo y caminó
con Dios, esperando ser salvo del juicio de Dios. Enoc conservó esta esperanza durante
trescientos años. Sin embargo, el juicio no vino durante esa época. Había de venir
novecientos sesenta y nueve años después del nacimiento de Matusalén.
El diluvio vino el año en que Matusalén murió. Matusalén engendró a Lamec a la edad
de ciento ochenta y siete años (5:25), y Lamec engendró a Noé a la edad de ciento
ochenta y dos años (5:28). Cuando Noé tenía seiscientos años de edad, vino el diluvio
(7:11). Si sumamos estas tres cifras, obtenemos un total de novecientos sesenta y nueve
años, la edad en qué falleció Matusalén. El diluvio vino novecientos sesenta y nueve
años después de que Enoc profetizara al respecto. Sucedió, tal como se profetizó, el año
en que murió Matusalén. Si Enoc hubiera permanecido en la tierra hasta el diluvio,
habría esperado novecientos sesenta y nueve años. No obstante, sólo esperó trescientos
años, pues Dios parecía decir: “Enoc, ya basta. No te dejaré en la tierra hasta agotar tu
paciencia. Ven conmigo y quédate conmigo”. Así que Enoc fue arrebatado. Hebreos 11:5
indica que después de ser arrebatado, la gente lo buscó pero no pudo encontrarlo.
En cierto sentido, yo aprecio a Matusalén. En otro sentido, no lo quiero mucho, porque
vivió demasiado tiempo. Su vida fue más larga que cualquiera de las que menciona la
Biblia. Indudablemente si nosotros viviéramos tanto tiempo, nuestra paciencia se habría
agotado. Por tanto, oramos: “Señor, ven pronto”. Aunque el Señor nos dijo que El viene
pronto (Ap. 22:7, 12, 20), han pasado más de mil novecientos años, y todavía no ha
regresado. Aquí vemos un principio: nuestra paciencia natural debe agotarse. Si usted
espera la venida del Señor con su paciencia natural, quedará desilusionado y agotado.
Olvídese del tiempo y simplemente camine con Dios. Para El, mil años equivalen a un
día. Si usted dice: “Señor Jesús, esto es demasiado tiempo”, El dirá: “Todavía no han
pasado dos días. Para mí, mil años equivalen a un día. ¿Por qué estás impaciente? Estás
impaciente porque no caminas conmigo. Si caminaras conmigo, me tendrías contigo, y
no te preocuparías por el tiempo. La tierra será como los cielos porque cuando tú me
tienes, estás en los cielos”.
El punto más crucial revelado en Génesis 5 acerca de nuestro vivir es éste: debemos
caminar con Dios. Si queremos caminar con Dios, debemos creer que El existe y que es
galardonador. También debemos creer en Su Palabra. Así que debemos buscarlo, vivir
conforme a Su Palabra, seguirle y caminar con El por fe. Finalmente, seremos
arrebatados para escapar de la muerte, que es la última consecuencia de la caída del
hombre. ¡Aleluya!
4. El final de esta genealogía
La genealogía de los salvos relatada en Génesis 5 termina de manera muy prometedora.
Concluye con el nombre de Noé, que significa “consuelo” o “descanso” (5:28-32). Con el
nacimiento de Noé, la familia de la salvación encuentra consuelo y descanso. La familia
de los salvos no es una familia sin esperanza; es una familia llena de consuelo. Esto
significa que la familia de Noé está llena de esperanza, consuelo y descanso.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTISIETE
LA TERCERA CAIDA DEL HOMBRE
D. La tercera caída
En este mensaje llegamos a la tercera caída del hombre, la cual se relata en el capítulo
seis de Génesis. Si estudiamos Génesis detenidamente, nos daremos cuenta de que el
Espíritu Santo tiene la intención de mostrar la degradación continua del hombre. En
cada paso el hombre cayó cada vez más bajo. El relato de Génesis revela que la caída del
hombre se produjo por lo menos en cuatro etapas. Podemos llamar a estos pasos las
cuatro caídas del hombre. En cada caída el hombre descendió un paso más, cayendo
cada vez más hasta llegar al punto más bajo. La tercera caída del hombre no fue la peor
caída sino un paso más en su degradación. Como veremos, después de la tercera caída,
hubo una cuarta. La caída del hombre fue tal que difícilmente podríamos imaginarla.
1. La causa
Primero, debemos considerar la causa de la tercera caída del hombre. Podemos
encontrar una razón o causa para cada caída. La causa de la tercera caída del hombre no
fue sencilla. Incluso la causa de la primera caída no fue sencilla, porque no fue
producida por el hombre, sino por una fuente diferente de éste: la serpiente, es decir, el
diablo, Satanás, el enemigo de Dios. Vimos que el enemigo de Dios, quien había entrado
en el hombre caído, llegó a ser una causa subjetiva de la segunda caída. Por tanto, en
cada caída, hubo una causa distinta del hombre mismo. Por supuesto, en cada caída fue
el hombre quien cayó, pero en cada caso la causa no fue el hombre solo, sino el hombre
en compañía del enemigo de Dios. En la primera caída, el enemigo de Dios estaba fuera
del hombre; en la segunda caída, se hallaba dentro. Ahora, en la tercera caída, el
enemigo dio otro paso, e hizo caer aún más al hombre. Debemos descubrir cuál fue ese
paso adicional. Es mucho peor de lo que podemos imaginar. Aunque usted tal vez haya
estudiado el libro de Génesis varias veces, es probable que no haya observado el misterio
secreto de la trampa de Satanás. Mientras consideramos esta trampa satánica, debemos
acudir al Señor a fin de ser cubiertos por Su sangre prevaleciente, pues este mensaje
toca el poder maligno y expone la trampa sutil del enemigo de Dios.
a. Los espíritus malignos se mezclaron con el hombre:
los ángeles caídos se unieron con el hombre
por medio de un matrimonio ilícito
En la primera caída, Satanás sedujo al hombre para que éste tomara algo que no fuese
Dios. En la segunda caída, Satanás, quien estaba en la naturaleza del hombre, distrajo al
hombre apartándolo del camino de salvación de Dios. En la tercera caída, Satanás incitó
a los espíritus malignos, es decir, a los ángeles caídos, a mezclarse con el hombre y a
unirse con el hombre por medio de un matrimonio ilícito. Cuando Satanás cayó, antes
de la creación del presente mundo, él cautivó a un gran número de ángeles (véase
Estudio-vida de Génesis, mensaje dos). Apocalipsis 12:4 nos muestra que la tercera
parte de los ángeles siguió a Satanás en su rebelión. Esta es la razón por la cual Efesios
6:12 habla de los principados y potestades que están en los aires. El Señor Jesús nos dijo
que Satanás tiene un reino (Mt. 12:26). Este universo contiene el reino maligno del
astuto enemigo de Dios, que es el reino de Satanás. Satanás tiene un reino, lo cual
significa que tiene bajo su dominio un gran número de principados, dominios y
potestades.
Según la revelación completa de la Palabra santa, en los tiempos de la tercera caída del
hombre, los ángeles caídos y controlados por Satanás hicieron algo que contaminó el
género humano. Incitaron al linaje humano a pecar en exceso y a mezclarse. El género
humano dejó de ser simplemente el linaje humano y se convirtió en un linaje mezclado
con ángeles caídos. Es posible que esto les parezca extraño. Pocos cristianos saben que
el género humano se contaminó anteriormente mezclándose con ángeles caídos, con
espíritus caídos. Pero esto consta en la Biblia. Durante la tercera caída del hombre,
muchos ángeles caídos, los principados de Satanás, descendieron a la tierra, tomaron
cuerpo y usaron estos cuerpos para formar matrimonios ilícitos con las hijas de los
hombres. De esta manera, el género humano se mezcló con los espíritus caídos.
1) Los hijos de Dios son los angeles caídos
Esta interpretación de Génesis 6 no es una invención mía ni un descubrimiento que
hice. Cuando empecé a estudiar Génesis 6:2 hace cincuenta años, este pasaje me
confundía. No tenía ninguna dificultad con 6:1, pero el versículo 2 me planteaba un
problema. ¿Quiénes son los hijos de Dios mencionados allí? Luego me enteré de que
algunos maestros de la asamblea de Hermanos enseñaban que existen dos líneas en
Génesis 4: la línea de los descendientes de Set, es decir, la línea del pueblo piadoso, y la
línea de los descendientes de Caín. Ellos decían que los hijos de Dios eran los
descendientes de Set. Por pertenecer a Dios, los descendientes de Set eran hijos de Dios.
También enseñaban que las hijas de los hombres eran las hijas de los descendientes de
Caín. Yo no quedé satisfecho con esa interpretación. No me parecía lógica. ¿Cómo
pueden decir que los hijos de Dios eran los descendientes de Set y que las hijas de los
hombres eran los descendientes de Caín? ¿Acaso no eran también hombres los
descendientes de Set? Yo no podía aceptar esa interpretación. Finalmente encontré la
interpretación correcta en los escritos del hermano Watchman Nee. El dijo en sus
escritos que los hijos de Dios mencionados en 6:2 eran ángeles. El hizo notar el hecho de
que el Antiguo Testamento muestra claramente que los ángeles son llamados hijos de
Dios (Job 1:6; 2:1). Aunque esto tenía más sentido, me parecía muy difícil de creer. Yo
me preguntaba cómo podían los ángeles casarse con seres humanos. El hermano Nee
añadió que la versión siriaca del Antiguo Testamento traduce “hijos de Dios” como
“ángeles” y que algunos manuscritos antiguos también usan “ángeles” en lugar de “hijos
de Dios” en Génesis 6:2. Entonces el hermano Nee explicó que no podemos decir que
sólo las hijas de Caín eran descendientes de los hombres y los hijos de Set no. Ya estaba
de acuerdo con este punto. El hermano Nee agregó que Judas 6 y 7 comprueba
claramente que los hijos de Dios mencionados en Génesis 6 eran ángeles caídos.
Indudablemente el hermano Nee había estudiado el libro Earth’s Earliest Ages [Las
primeras eras de la tierra] de G. H. Pember. En dicho libro, el señor Pember demostró
claramente que los hijos de Dios a los que se alude en Génesis 6 eran ángeles caídos. Así
que, después de mucho estudio, quedé plenamente convencido de que en Génesis 6 los
hijos de Dios eran ángeles caídos.
2) Los ángeles caídos
cometieron fornicación con humanos
Los ángeles caídos cometieron fornicación con seres humanos, dando así un ejemplo
que habrían de seguir Sodoma y Gomorra. Tocante a ese punto, debemos leer
cuidadosamente Judas 6 y 7: “Y a los ángeles que no guardaron su principado, sino que
abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas,
para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de
la misma manera que aquéllos, se dedicaron a la fornicación y fueron en pos de una
carne diferente, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”.
Cuando Pedro y Judas escribieron acerca de la degradación, usaron como trasfondo los
hechos relatados en Génesis. En el versículo 6, Judas dice que los ángeles no guardaron
su principado. Aquí el principado significa el dominio o gobierno de los ángeles, y se
refiere a la esfera de su dominio. ¿Cuál es el principado o la esfera de los ángeles? En
Efesios 2:2 y 6:12 se nos indica que su principado es el aire. La morada de Dios es el
tercer cielo, la morada del hombre es la tierra, y la de Satanás y sus ángeles es el aire.
Cuando Judas 6 dice que los ángeles no guardaron su principado, sino que abandonaron
su habitación, quiere decir que abandonaron la esfera del aire, bajaron a la tierra, y
contrajeron matrimonio ilícitamente con seres humanos. Dios ha guardado estos
ángeles caídos bajo las tinieblas en prisiones eternas hasta el juicio del gran día.
¿Cuándo abandonaron estos ángeles su principado? ¿Cuándo salieron de su principado
en el aire los ángeles caídos y descendieron a la tierra para hacer algo que condujo Dios
a echarlos en prisiones hasta el juicio del gran día? Deben de haber hecho algo muy
grave para que Dios actuase así. ¿Cuándo sucedió eso? Debe de haberse producido
durante el tiempo mencionado en Génesis 6.
La palabra “como” de Judas 7 indica que este versículo es la continuación del versículo
6. Puesto que el sujeto de esta frase no es solamente Sodoma y Gomorra, sino también
“las ciudades vecinas”, necesitamos una coma después de “vecinas”. Por tanto, Sodoma,
Gomorra y las ciudades vecinas son el sujeto de la frase. El predicado es “fueron
puestas”. Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas fueron puestas como ejemplo. Entre
el sujeto y el predicado tenemos el calificativo “de la misma manera que aquéllos, se
dedicaron a la fornicación y fueron en pos de una carne diferente”. ¿A quiénes se refiere
“aquéllos”? Se refiere a los ángeles caídos mencionados en el versículo anterior. ¿Qué
significa “de la misma manera”? Significa la manera de ir “en pos de una carne
diferente”. Los ángeles caídos fueron en pos de la carne humana. Sodoma, Gomorra y
las ciudades vecinas también fueron “en pos de una carne diferente”. Esto significa que
estas ciudades siguieron el ejemplo de los ángeles caídos. No inventaron esa clase de
fornicación, sino que siguieron el ejemplo de los ángeles caídos que la inventaron.
Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas fueron seguidores; los ángeles fueron los
inventores.
Ahora quisiera dirigirme especialmente a los jóvenes. El matrimonio es algo santo. Dios
instituyó el matrimonio a fin de preservar el linaje humano que El creó para Su
propósito. Nadie debe considerar el matrimonio de manera liviana. Todos debemos
considerarlo santo. Hebreos 13:4 nos aconseja respetar al matrimonio, considerándolo
como algo santo. Hay un principio estricto acerca del matrimonio: el principio de que el
marido debe tener una sola esposa. Dios dispuso este principio santo para preservar el
linaje humano en la debida condición a fin de cumplir Su propósito. No obstante,
cuando el hombre cayó por tercera vez, el enemigo astuto se introdujo para quebrantar
el principio santo del matrimonio humano, usando a sus ángeles caídos, quienes
tomaron cuerpos humanos a fin de casarse con mujeres. Esto violó el principio del
matrimonio que protegía la pureza del género humano. El matrimonio ilícito de ángeles
caídos con seres humanos no sólo quebrantó el principio del matrimonio, sino que
contaminó la humanidad. ¿Cuál era la intención del diablo al hacer eso? Su intención no
consistía solamente en corromper el linaje humano, sino también en contaminarlo hasta
el punto de convertirlo en una mezcla de humanidad con espíritus caídos. Los ángeles
caídos establecieron ese ejemplo de quebrantar el principio del matrimonio. Sodoma,
Gomorra y las ciudades circunvecinas siguieron ese ejemplo al quebrantar el principio
que Dios había establecido.
Ahora podemos entender la razón por la cual Dios envió el diluvio sobre el género
humano y lo condenó a muerte. Dios decidió hacerlo porque el hombre se había
mezclado. Ahora podemos entender también la razón por la cual Dios consumió con
fuego a Sodoma, a Gomorra y a las ciudades vecinas. Cuando yo era joven, leí acerca del
diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y la matanza de los cananeos, y no aprobé
lo que hizo Dios. Dije: “¿Acaso no es Dios un Dios de amor? ¿Cómo puede un Dios de
amor hacer semejante cosa? ¿Cómo puede un Dios amoroso ahogar en agua a la gente,
quemar sus ciudades, y dar muerte a los cananeos por medio de los israelitas?” Le dije a
Dios: “Dios, no fuiste justo. ¿No crees que los israelitas también eran pecaminosos? ¿Por
qué destruiste a todos los cananeos? ¿Cómo puedes decir que eres un Dios de amor?”
Finalmente, Dios me dijo: “Hijo, ¿no has visto que antes del diluvio la humanidad se
había convertido en una mezcla? No pude conservar a ese linaje mezclado sobre esta
tierra. Tenía que eliminarlo. ¿No ves que entre los cananeos había nefileos [es decir,
gigantes], lo cual demuestra que los cananeos habían dejado de ser un linaje puramente
humano, y se habían mezclado con los ángeles caídos? Tuve que eliminarlos”. Entonces,
me incliné y dije: “Señor, Tú eres Dios. Te adoro. Actuaste correctamente”.
Si leen Judas 6 y 7, verán que los ángeles caídos inventaron este enlace ilícito,
quebrantando así el principio establecido por Dios con respecto al matrimonio, y fueron
“en pos de una carne diferente”, en pos de los seres humanos. Esta invención estableció
un ejemplo que fue seguido por Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas. Junto con
esos ángeles, las ciudades vecinas cometieron fornicación y buscaron “una carne
diferente”. En cierto momento, hubo algunos ángeles que habían caído hasta tal punto
que Dios intervino y los juzgó. ¿Cuándo sucedió eso? Debemos aplicarlo a Génesis 6.
3) Causan una mezcla del linaje humano
y los espíritus caídos,
lo cual produce los nefileos
Este matrimonio ilícito entre los ángeles caídos y el género humano produjo los nefileos.
“Los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” en 6:4 fueron el
resultado de la mezcla de los espíritus caídos con el género humano (cfr. Nm. 13:33). La
palabra hebrea nefilim, o sea nefileos, que algunas versiones traducen “gigantes” en
Génesis 6:4 y Números 13:33, significa “seres caídos”. G. H. Pember dice en su libro
Earth’s Earliest Ages, que esta palabra se refiere probablemente a los ángeles caídos. No
obstante, los nefileos no eran ángeles solamente, sino el producto de la mezcla entre los
ángeles caídos y las hijas de los hombres. Fueron el resultado de la mezcla entre el
género humano, es decir, la sangre humana, y los espíritus angélicos.
La Biblia revela que los nefileos eran “hombres de grande estatura” (Nm. 13:32). Al
verlos uno se atemorizaría. Es exactamente lo que les ocurrió a diez de los doce espías
que Moisés envió a explorar la tierra de Canaán. Ellos vieron a los nefileos y se
horrorizaron (Nm. 13:33). Dijeron a los israelitas que no debían entrar en el país, pues
habían visto allí a los nefileos. Los nefileos que ellos vieron deben de haber sido los
descendientes de los ángeles caídos que se habían mezclado con las hijas de los
hombres. Los nefileos eran gigantes, hombres poderosos y de renombre.
Dios mandó el diluvio para exterminar la generación de Noé porque la sangre de esa
generación se había hecho impura. Del mismo modo, Dios mató a todos los cananeos
porque los nefileos estaban nuevamente entre ellos, y la sangre de ese linaje había vuelto
a ser impura. Dios no podía tolerar esa situación. Para cumplir Su propósito, El no podía
permitir la existencia de una humanidad así.
Todos debemos aprender esa lección: la fornicación es algo grave. En toda la Biblia, y
particularmente en la enseñanza del Señor Jesús (Mt. 19:9), la fornicación se considera
un asunto grave. Cuando usted lee las epístolas del Nuevo Testamento, puede ver que
los apóstoles eran muy estrictos, y no toleraban la fornicación en la vida de iglesia (1 Co.
6:9-10, 18; Ef. 5:5). ¿Por qué eran tan estrictos? Si lee la Biblia, descubrirá que la
fornicación está relacionada con la idolatría (Ap. 2:14, 20). El culto a los ídolos fomenta
la fornicación. En el budismo, los que adoran ídolos no prestan mucha atención a su
fornicación. El culto que rinden a los ídolos los conduce a la fornicación. En China, en
frente de los templos donde la gente adoraba a los ídolos, se presentaba la ópera a
menudo con historias de fornicación. Si usted lee el libro de Números, verá que cuando
los israelitas adoraban ídolos, cometían fornicación (25:1-2). El culto a los ídolos lleva a
la fornicación, y la fornicación conduce a la idolatría. Pero eso no sucede en la verdadera
adoración de Dios. El verdadero culto a Dios nos mantiene puros en cuanto al
matrimonio, preservando el principio que Dios estableció. Hace varios años, algunos
jóvenes vivían juntos en San Francisco y se entregaron a la fornicación. Con el tiempo, la
fornicación los condujo a la brujería. La fornicación pone a la gente en contacto con los
demonios. ¿Por qué? Porque los demonios, los espíritus caídos, buscan cuerpos
humanos. Si usted usa correctamente sus facultades intelectuales y su razón, no
permitirá que ningún espíritu maligno entre en usted. Pero cuando la gente se embebe
en la fornicación, no se preocupa por su intelecto; pierde la razón, y deja la puerta
abierta para que entren los demonios, los cuales toman plena posesión de su persona.
Ningún fornicario se preocupa por su intelecto ni por su raciocinio. Deja de ser lógico y
normal. Si usted es racional y normal, se preocupará por su intelecto o su raciocinio, y
no hará nada que quebrante el principio establecido por Dios. Caer en la fornicación es
algo horrible.
La Biblia relata que durante la tercera caída, el hombre se hizo carne. Estaba lleno de
lujuria. Los hombres se encontraban en esa condición; por tanto, abrieron la puerta a
los ángeles, los seres caídos, y éstos podían entrar. En ese momento, el hombre no sólo
tenía al diablo en su naturaleza maligna, sino que algunos hombres fueron poseídos por
los ángeles caídos, los cuales usaron sus cuerpos para contraer matrimonios ilícitos y
producir un linaje mezclado. Esta fue la peor maldad a los ojos de Dios, y El no podía
tolerarla.
b. El hombre hecho carne: el hombre caído
Ya vimos que la primera causa de la tercera caída del hombre fue la mezcla de los
espíritus malignos con la humanidad. Consideremos ahora la segunda causa. La
segunda causa de esta caída fue que el hombre se hizo carne. Génesis 6:3 dice: “Y dijo
Jehová: no contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es
carne”. En la primera caída, el hombre no ejercitó su espíritu. En la segunda caída, él
usó excesivamente su alma. Caín no sabía nada acerca de su espíritu, pero sí ejercitó
sobremanera su alma, e inventó una religión. En la tercera caída, el hombre abusó del
cuerpo caído y se volvió carne. El hombre no sólo descuidó su espíritu, sino también su
alma. El hombre descuidó el intelecto y el raciocinio de su alma.
Hoy en día, mucha gente se encuentra en la misma situación. Ellos no se preocupan por
el espíritu, por la presencia de Dios, y tampoco se preocupan por su alma ni por su
intelecto ni por su raciocinio. Sólo temen a la policía. Si se aboliera la policía nacional o
la guardia civil, la carne afloraría, haciendo caso omiso del espíritu, del intelecto
humano y del raciocinio del hombre. La gente simplemente abusaría de su carne y
actuaría casi como animales. Cuando el hombre se encuentra en tal condición, casi ha
llegado a lo más vil. La primera caída expone el hecho de que el hombre no usó el
espíritu, y la segunda caída expone el uso excesivo del alma. Por abusar de su alma, el
hombre cayó aún más y empezó a abusar de su cuerpo. Así, el hombre se hizo
totalmente carne.
La Biblia revela que el peor y más maligno enemigo de Dios es nuestra carne. La
Epístola a los Romanos así lo revela, particularmente en los capítulos siete y ocho. Dios
aborrece totalmente la carne; no la tolera. En cierto sentido, Dios puede tolerar nuestros
errores y transgresiones, pero jamás tolerará la carne. Todo lo que procede de nuestra
carne constituye una ofensa para El. Durante la tercera caída, todo el linaje humano se
hizo carne. Por tanto, Dios se presentó y dijo a Su siervo Noé que iba a destruir a toda
esa generación.
2. El proceso
No es difícil entender el proceso. El primer paso del proceso fue satisfacer la lujuria de la
carne. Cuando una persona se hace carne, no tiene otra alternativa que satisfacer los
apetitos de la carne. Como resultado, el hombre se hace maligno y totalmente corrupto
(6:5, 11-13). La Biblia es muy económica, y no desperdicia ninguna palabra; sin
embargo, en Génesis 6 se repite varias veces que la tierra se había corrompido y estaba
llena de violencia (vs. 11-13). A los ojos de Dios, la tierra estaba corrupta. No sólo era
maligna, sino corrupta, hasta tal punto que Dios no la pudo tolerar más.
3. Las consecuencias
a. El Espíritu Santo se retiró de ellos,
lo cual significa que Dios los abandonó
La primera consecuencia de la tercera caída del hombre fue la retirada del Espíritu
Santo, lo cual significa que Dios abandonó al hombre. El Señor dijo: “No contenderá mi
Espíritu con el hombre para siempre”. Esto indica la obra de gracia que efectúa el
Espíritu Santo de Dios. Dicho pasaje demuestra que antes de aquel tiempo el Espíritu de
Dios obraba y contendía continuamente con el hombre. Es la segunda vez que se
menciona el Espíritu en el libro de Génesis. La primera vez aparece en 1:2, donde vemos
que el Espíritu de Dios se cernía sobre la situación de muerte para traer la vida a la
existencia. Cuando se menciona el Espíritu por segunda vez, vemos que Dios el Espíritu
dejaría de contender con el hombre, lo cual demuestra que antes de eso el Espíritu había
luchado y trabajado. Dios estaba lleno de gracia. No se imagine que Abel era bueno por
sí mismo. Eso era imposible. Todos los santos mencionados en Génesis 5 fueron
ayudados por el Espíritu de Dios. ¿Cree usted que Enoc pudo haber caminado con Dios
por su propia cuenta? Yo no creo. Enoc fue ayudado, fortalecido y motivado por el
Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios luchaba contra la rebelión del hombre. No
obstante, en Génesis 6 alcanzamos el punto en que el Espíritu de Dios dejó de luchar
contra el hombre. ¡Cuán terrible es eso! Si el Espíritu de Dios se apartase de nosotros,
¡qué terrible sería!
b. Vino el diluvio
La segunda consecuencia de la tercera caída del hombre fue la venida del diluvio, el cual
trajo el juicio de destrucción (6:17; 7:10-12). Una de las consecuencias de la tercera caída
del hombre fue que algo muy bueno, el Espíritu Santo, habría de apartarse de él, y que
algo muy terrible, el juicio del diluvio, habría de venir para ejecutar la condena a muerte
sobre el hombre caído.
4. Una prefigura de la era actual
La tercera caída del hombre prefiguraba la era presente. El Señor Jesús comparó el
presente siglo con los días de la tercera caída (Mt. 24:37-39). El Señor dijo que antes del
diluvio, estaban comiendo, bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día
en que Noé entró en el arca y vino el diluvio y se los llevó a todos. Lo único que la gente
hacía era comer, beber, casarse y darse en casamiento. En la época de la tercera caída, el
hombre caído abusaba del matrimonio. Ocurre exactamente lo mismo hoy en día:
comen, beben y abusan del matrimonio. Estar casados no es malo; es algo santo. Pero
no abuse de ello. Su matrimonio debe conformarse al principio de Dios. Esto traerá la
gracia y la bendición de Dios sobre usted y su familia. Pero si el hombre abusa del
matrimonio, vendrá juicio sobre él. Miren la situación de hoy. Es idéntica a la situación
que precedió el diluvio. La gente está entregada a comer, beber y casarse, pero no
conoce el juicio venidero. Ellos actúan como si no hubiera un Dios en el universo. No se
preocupan por el juicio venidero. Pero la Biblia asegura que Dios todavía está en el trono
y que la tierra le pertenece a El. Un día El intervendrá y ejercerá Su juicio sobre esta era
impía. ¿Qué haremos pues? Vayamos a Noé y veamos lo que hizo. En el siguiente
mensaje consideraremos a Noé.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTIOCHO
LA MANERA DE SALVARSE
DE LA TERCERA CAIDA DEL HOMBRE
(1)
En este mensaje, proseguimos con nuestro estudio sobre la tercera caída del hombre. A
nadie le gusta oír la palabra “caída”, pero debemos entender que las caídas descritas en
el libro de Génesis forman el fondo de un cuadro muy positivo de lo que Dios ha hecho
con el linaje humano caído. El propósito principal de Génesis no es mostrar la caída,
sino todo lo que puede hacer la gracia de Dios por los seres caídos. La caída constituye
un fondo oscuro que nos ayuda a ver un cuadro blanco. Sin un fondo negro, el cuadro
blanco no sería muy notorio. En Génesis 3 vimos la primera caída y lo que Dios hizo por
la humanidad caída. En Génesis 4 vimos la segunda caída del hombre y cómo Dios obró
una vez más en favor de los seres caídos. En este mensaje veremos lo que Dios hizo
como resultado de la tercera caída del hombre.
5. La manera de salvarse
de la tercera caída
Al considerar la tercera caída del hombre, veremos más acerca de lo que Dios hizo por el
hombre caído. Después de la primera caída, Adán y Eva fueron salvos. Ser salvos no es
algo insignificante. Adán y Eva eran salvos a pesar de haber caído. Adán dijo: “Viviente”
y Eva dijo: “He adquirido”. Adán y Eva no fueron salvos por sus propios esfuerzos; fue
Cristo, el Cordero de Dios y la simiente de la mujer, quien los salvó. Después de ver
cómo Dios trató a Adán y a Eva, vemos que Abel le ofreció sacrificios y dones (He. 11:4).
El ofreció un sacrificio por sus pecados, y presentó dones para complacer a Dios. ¿Puede
un hombre caído complacer a Dios? Abel era un hombre caído; sin embargo, complació
a Dios. El fue salvo y además satisfizo a Dios. Abel no complació a Dios por sí mismo ni
consigo mismo, sino por Cristo y con Cristo. Pasamos de Adán a Abel y de Abel a Enós.
Enós empezó la práctica de invocar el nombre del Señor para disfrutar de todas Sus
riquezas. En el caso de Enós, no se trataba solamente de salvación ni de complacer a
Dios, sino de invocar al Señor a fin de disfrutar todo lo que El es. Al pasar de Génesis 4 a
Génesis 5, encontramos más riquezas. En el capítulo cinco, descubrimos que los salvos
vivían, engendraban y caminaban con Dios. Después de todo eso, vemos aún más cosas
en el capítulo seis, donde se nos muestra que Noé ciertamente fue salvo, complació a
Dios, invocó el nombre del Señor y disfrutó de todo lo que El es. Noé también vivió y
engendró, pues tuvo tres hijos. Aparte de todos los aspectos positivos de la vida de los
salvos, Génesis 6 nos muestra otros aspectos.
a. Caminar con Dios
Génesis 6:9 nos dice que Noé caminaba con Dios. Indudablemente, Noé heredó de sus
antepasados Adán, Abel, Enós, Enoc... todas las bendiciones espirituales y siguió el
ejemplo de su bisabuelo Enoc, quien caminó con Dios en medio de una generación
maligna, perversa y adúltera. Estoy convencido de que lo que oyó del caminar piadoso
de su bisabuelo Enoc ejerció una gran influencia sobre él. Noé continuó firmemente la
línea de la vida, y la prolongó y desarrolló bastante.
1) Halló gracia a los ojos del Señor
En Génesis 6:8 dice: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. Hallar gracia a los
ojos del Señor no es algo insignificante. ¿Qué significa “hallar gracia”? Observe que este
versículo no dice que Dios le mostró gracia a Noé, ni que el Señor concedió gracia a Noé.
No, dice que Noé halló gracia. Recuerde que Génesis es un libro lleno de semillas
espirituales. En 6:8 vemos la gracia mencionada por primera vez en la Biblia. Noé pudo
ser lo que fue porque halló gracia a los ojos del Señor.
En Hebreos 4:16 se nos exhorta a acercarnos confiadamente al trono de la gracia, a fin
de recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Cuando yo era joven,
oraba casi todos los días así: “Señor, me acerco al trono de la gracia. En Tu trono de
gracia encuentro gracia para mi oportuno socorro. Señor, necesito Tu gracia cada
minuto. Necesito Tu gracia cada año, cada semana, cada día, cada hora, y también cada
minuto. Sin Tu gracia, no puedo soportar nada”. Ahora sigo necesitando la gracia del
Señor cada minuto. Tal vez mis parientes me mortifiquen dentro de unos minutos, o
algún hermano me moleste. Quizás reciba una llamada telefónica de una hermana. Por
tanto, le sigo diciendo al Señor: “Señor, necesito Tu gracia cada minuto. Sé que estás
lleno de gracia y que Tu gracia está disponible para mí. Señor, puesto que la gracia
necesita mi cooperación, me arrodillo delante del trono de gracia para hallar gracia, la
cual satisface mis necesidades”. A menudo no podemos soportar nuestra situación y no
podemos enfrentarnos a lo que nos sucede. No obstante, existe un lugar llamado el
trono de la gracia. Acérquese confiadamente al trono de gracia a fin de recibir
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
¿Cree usted que Noé podía hallar gracia a los ojos del Señor por sus propios esfuerzos?
No creo que él haya hecho por su propia cuenta lo que hizo. El diluvio vino 1,656 años
después de que Dios hizo a Adán, quien vivió novecientos treinta años. Transcurrieron
setecientos veintiséis años entre la muerte de Adán y el diluvio. Cuando Adán tenía
seiscientos veintidós años de edad, nació Enoc y fue contemporáneo de Adán trescientos
ocho años. Después de la muerte de Adán, Enoc vivió cincuenta y siete años más antes
de ser arrebatado por Dios. Sesenta y nueve años más tarde, nació Noé. Por
consiguiente, Noé nació solamente ciento veintiséis años después de la muerte de Adán.
Cuando Enoc tenía sesenta y cinco años de edad, engendró a Matusalén y luego vivió
otros trescientos años antes de ser arrebatado. Matusalén vivió novecientos sesenta y
nueve años, y murió cuando Noé cumplió seiscientos años, cuando llegó el diluvio.
Indudablemente, Enoc aprendió de sus antepasados las cosas de Dios; es posible que
haya aprendido directamente de Adán. El hecho de que Enoc llamara a su hijo
Matusalén, que significa “cuando muera, será enviado”, demuestra que él enseñó a su
hijo lo relacionado con Dios. Matusalén debe de haber enseñado a su hijo Lamec, y éste
a su hijo Noé. Noé venía de una familia piadosa y aprendió de sus antepasados todas las
cosas piadosas. Por tanto, él se dio cuenta de que necesitaba la gracia. Su generación era
corrupta y estaba llena de violencia. El linaje humano se había hecho carne. Noé vivía
entre una generación torcida, perversa y maligna. Sin embargo, sus padres y abuelos le
habían enseñado las cosas de Dios, y él se había dado cuenta de que necesitaba la gracia
de Dios.
Ahora podemos ver por qué Noé halló gracia. El versículo 3 del mismo capítulo indica
que Dios estaba dispuesto a conceder gracia al hombre caído, porque Su espíritu
contendía con el hombre, y estaba listo para conceder gracia a los necesitados. No
obstante, esta gracia necesitaba la cooperación humana. Noé proporcionó la
cooperación necesaria y halló gracia.
¿Qué es la gracia? La mayoría de los cristianos piensan que esa gracia es simplemente
algo dado por Dios. Si yo le regalo a usted una Biblia, eso es gracia. A pesar de que eso es
correcto, en la Biblia la gracia significa mucho más que eso. La gracia no es solamente
algo dado por Dios, sino que es el propio Dios que obra por nosotros. La gracia no es
simplemente algo objetivo que Dios nos ha dado. La gracia es Dios mismo que viene a
nosotros y actúa por nosotros. ¿Es usted débil? Dios vendrá para ser su fortaleza, y dicha
venida es gracia. ¿Es usted incapaz de enfrentar su situación? Esto no debe preocuparle,
porque Dios vendrá para permanecer con usted y enfrentar esa situación por usted y en
usted. Eso es gracia. Si usted lee Génesis 6 detenidamente, verá que esa gracia no
significa que Dios le dio muchas cosas a Noé sino que vino a Noé y estuvo con él. La
presencia de Dios era la fortaleza y el poder de Noé. El no sólo disfrutó algo que Dios le
había dado objetivamente, sino a Dios mismo. En medio de una generación torcida,
perversa y adúltera, una generación cuyas tentaciones no podía resistir nadie, Noé halló
gracia a los ojos del Señor. Dios intervino y fortaleció a Noé, permaneció con él y lo
mantuvo firme. Esta era la gracia que Noé halló, y es la gracia que necesitamos ahora.
Considere la condición de la sociedad moderna. Yo ni siquiera me atrevo a leer un
periódico. Contiene demasiadas tentaciones. Mientras camino por la calle, no me atrevo
a mirar las vitrinas de las tiendas. Esta es la razón por la cual no me gusta entrar en las
tiendas. Las tiendas son muy diabólicas, y lo que exhiben y ofrecen proviene del
infierno. La conversación que usted oye en la radio, en el trabajo y en la escuela es
maligna, corrupta y diabólica. A cualquiera le resulta difícil, como persona caída,
permanecer firme en esa situación. Este siglo es verdaderamente corrupto, perverso y
adúltero; está lleno de fornicación e inmoralidad. La gente habla de inmoralidad sin
ninguna vergüenza. ¿Quién podría permanecer firme en esta generación? Ninguno de
nosotros podría hacerlo. Todos tenemos una naturaleza caída, la misma naturaleza
maligna que tienen los demás. Necesitamos la gracia. Debemos acercarnos
confiadamente al trono de la gracia y decir: “Señor, aquí estoy. Necesito Tu gracia. No
vengo a pedirte que me des bienes materiales. Vengo para buscar gracia a fin de
satisfacer mis necesidades. Señor, no puedo ir al trabajo o a la escuela sin Tu presencia.
Señor, no puedo ir a una tienda sin Tu presencia. Señor, necesito que permanezcas
conmigo. Ven y sé mi fortaleza. Señor, Levántame y sostenme”.
El divorcio tienta a los jóvenes hoy en día. Las tentaciones están afuera y la lujuria se
encuentra adentro. ¿Quién puede mantenerse firme en esa era? ¡Qué tentación más
grande! Como no podemos permanecer, necesitamos que la gracia nos haga el Noé de
hoy. Sólo la gracia lo puede capacitar a uno para permanecer con su cónyuge. Sólo la
gracia puede ayudarnos a amar a nuestro cónyuge sin cambiar jamás. Ninguno de
nosotros puede lograrlo sin la gracia, pues hay demasiadas tentaciones. El ritmo, la
corriente y la tendencia de esta edad son demasiado fuertes. A la gente le parece que si
usted no se ha divorciado, no es una persona moderna. Dicen que para actualizarse,
debe divorciarse. ¡Cuánta gracia necesitamos! Necesitamos que Dios venga a nosotros y
sea nuestra fortaleza y todo lo que necesitamos. El es la gracia. El es a quien Noé
necesitaba y a quien nosotros también necesitamos hoy. Noé halló gracia, y nosotros
también debemos hallarla. A Noé le fue fácil caminar con Dios porque halló gracia.
Los padres se preocupan por los hijos que tienen estudiando. La mayor tentación que
enfrentan los niños en las escuelas hoy en día es las drogas. Incluso en las escuelas de
primaria hay niños que consumen heroína. ¡Qué lástima! Los niños pequeños no pueden
resistir esta clase de tentaciones. Necesitan la gracia. No existe ningún vicio que usted
pueda vencer solo. Usted debe acercarse al trono de la gracia para hallar gracia. Noé
halló gracia y caminó con Dios. La gracia le ayudó a andar con Dios.
2) Por la fe
Noé caminó con Dios por la fe (He. 11:7). Como destacamos en el Estudio-vida de
Romanos, la fe no es algo que salga de nosotros. La fe proviene de Dios y El la infunde
en nuestro ser. Cuanto más tocamos el trono de Dios y más acudimos al Señor, más
recibimos lo que El es. Cuando El se infunde en nuestro ser, Su elemento divino
infundido en nosotros se convierte en nuestra fe. Cuando uno toca el trono de la gracia y
Dios es impartido en uno, espontáneamente uno cree en El. Usted no necesita esforzarse
por creer en El. Cuando el elemento de Dios se infunde en usted, algo dentro de usted
brota y lo impulsa a creer en El. Es Dios mismo el que se ha infundido dentro de usted y
quien cree por usted. No sabemos cómo creer y no podemos creer. No obstante, si usted
se acerca simplemente al trono de la gracia, acudiendo al Señor, tocándole y buscando la
gracia, le será infundido el Dios que cree. El creerá, y lo hará por usted. El será su fe. La
fe procede de esta fuente.
3) Justificado por Dios
Noé creyó en Dios y, como resultado, llegó a ser justo. El era justo ante Dios, ante los
demás y ante sí mismo. Ninguna persona mundana es justa ante Dios, ante los demás ni
ante sí misma. Pero Noé era un hombre justo (Ez. 14:14), y Hebreos 11:7 dice que él “fue
hecho heredero de la justicia que es según la fe”.
Primero, Noé halló gracia. En segundo lugar, creyó en Dios porque Dios se había
infundido en él. Noé tenía la facultad de creer porque el elemento de la fe en Dios le
había sido impartido. El creyó en Dios, e inmediatamente Dios contó su fe por justicia
como lo hizo con Abraham (Ro. 4:3, 9). Además, esta gracia lo fortaleció y le ayudó a
llevar una vida justa porque él halló gracia a los ojos del Señor. En su andar diario,
expresaba la justicia. Esta clase de justicia no era solamente objetiva, sino también
subjetiva. Primero, él recibió la justicia objetiva, y luego expresó la justicia subjetiva. Por
tanto, a los ojos de Dios, Noé fue heredero de la justicia.
En el capítulo seis de Génesis, vemos tres semillas importantes: la carne, la gracia y la
justicia. Vemos este asunto de la carne desarrollado plenamente en el Nuevo
Testamento, particularmente en las epístolas, y sobretodo en Romanos 7 y 8. No
necesitamos repetirlo ahora, puesto que ya abordamos ese tema en el Estudio-vida de
Romanos.
¿Se da cuenta usted de que la gracia de Dios vino a causa de la carne? “El Verbo se hizo
carne, y fijó tabernáculo entre nosotros ... lleno de gracia...” (Jn. 1:14). En cierto sentido,
donde está la carne, allí está la gracia. ¿Qué es la carne? La carne es la obra maestra de
Satanás. ¿Sabe usted dónde está Satanás hoy? Está en nuestra carne. La carne es el lugar
de Satanás, del pecado y de la muerte. Estos tres grandes enemigos se reúnen
continuamente en nuestra carne, y su reunión nunca acaba. No podría decirles desde
cuántos miles de años ha durado esa reunión. La carne es algo horrible.
Entonces, ¿qué es la gracia? La gracia es el propio Dios a quien disfrutamos y quien nos
ayuda a enfrentarnos con la carne. En cierto sentido, si no tuviéramos la carne, no
necesitaríamos tanto la gracia. Si no fuese por la carne, Dios probablemente no nos
habría dado tanta gracia. Hemos visto que, según Hebreos 4:16, podemos hallar gracia
para nuestro oportuno socorro. ¿Qué elemento hace que necesitemos la gracia?
Principalmente la carne. Comprendo a los jóvenes, pues yo también fui joven. Al pasar
por todas las experiencias humanas, llegué a entender cuánto permanecemos en la
carne. Aunque no me gusta estar en la carne, la carne está ahí. Una vez me enfadé con el
Señor y le dije: “Señor, ¿por qué no quitas mi carne?” El me mostró que en cierto
sentido, yo necesitaba la carne, pues ella es el factor que me obliga a acercarme al trono
de la gracia. No puedo hacer nada con esta carne. Todo lo que puedo hacer es acudir al
trono de la gracia. Aunque no hay nada que podamos hacer, aún así hay un lugar al que
podemos acudir: el trono de la gracia.
Si usted lee detenidamente el Nuevo Testamento, verá que donde está la carne, allí está
también la gracia. Lo vemos particularmente en la Epístola a los Gálatas. Gálatas 5:4
dice que si intentamos justificarnos por la ley, caemos de la gracia. Estamos en la carne.
Gálatas habla de la carne, y también abarca el tema de la gracia. No diga que no tiene
carne. Tiene muchísima carne. Ahora mismo, al leer este mensaje, usted está
combatiendo contra la carne. ¿Qué haremos? Acerquémonos al trono de la gracia para
solucionar el problema de la carne. Necesitamos la gracia porque la carne está aquí con
nosotros.
La carne es la misma presencia del diablo, y la gracia es la misma presencia de Dios.
Necesitamos la presencia de Dios para enfrentarnos a Satanás. ¿Dónde está Satanás? No
se imagine que Satanás está lejos. El está dentro de usted. Cada minuto, aun mientras
usted ora, Satanás está en su carne. Muchas veces mis oraciones son entorpecidas por la
carne. Incluso en tiempo de mucha santidad, de oración, la carne es un estorbo. Este
impedimento nos obliga a acercarnos al trono de la gracia. La carne es la presencia de
Satanás, pero tenemos la gracia, que es la presencia de Dios, para superarla y
combatirla. ¿Qué tan fuerte es usted? ¿Lo suficientemente fuerte como para vencer a
Satanás? ¿Cree usted que puede vencerlo? Olvídese de eso. Satanás es mucho más
grande que nosotros. Pero Dios es más grande que Satanás. Dios es más grande que
cualquier ser. Como Satanás está con nosotros, necesitamos que Dios esté presente.
Debemos decir: “Señor, Tú sabes que Tu enemigo está aquí mismo. Ven y permanece a
mi lado para oponerte a él”. Cuando Dios se nos presenta y permanece con nosotros, lo
que obtenemos es la gracia.
Dios es soberano y sabio. El sabe que si quitara la carne de en medio, muy pocos de
nosotros buscaríamos desesperadamente Su gracia. En Su soberanía y sabiduría, El deja
la carne aquí, sabiendo que, en cierto sentido, nos resulta útil. Día y noche la carne nos
ayuda a volvernos al trono de la gracia. Cuando seamos maduros, es decir, cuando
seamos arrebatados, podremos volvernos a la carne y decir: “Pequeña carne, te ha
llegado la hora. Debes irte ahora”. Antes de llegar a la madurez de la vida, necesitamos
la carne en cierta medida, no para perjudicarnos, sino para que nos obligue a acercarnos
al trono de la gracia.
Donde está la carne, allí está la gracia, y donde está la gracia, allí está el resultado de la
gracia: la justicia. Romanos 5:17 cita la gracia junto con la justicia. Este versículo dice
que “reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la
gracia y del don de la justicia”. La justicia siempre va con la gracia. Ningún marido
puede estar bien con su esposa si no tiene la gracia, y ninguna esposa puede ser justa
con su marido si no aplica la gracia. Existe una sola clase de cónyuge justo: el que halla
gracia. Cuando hallemos gracia, la gracia nos pondrá en paz con nuestro cónyuge.
Considere el caso de un marido a quien se le dijo durante años que debería tratar mejor
a su esposa. Sin embargo, no está convencido. Una noche, halla gracia, y la gracia lo
lleva a la justicia. Esto cambia inmediatamente su actitud.
Mediante el poder de la gracia, la fortaleza de la gracia, y la vida de gracia, podemos
estar bien con Dios, con los demás y aun con nosotros mismos. La gracia produce la
justicia. La justicia es el producto más elevado de la gracia. Por lo tanto, Romanos 5:21
dice que la gracia reina “por la justicia para vida eterna”. Por consiguiente, la justicia y la
gracia siempre van juntas. Donde está la carne, allí está la gracia, y donde está la gracia,
se produce justicia.
Nosotros los que hallamos gracia somos justos. Somos más justos que los demás a causa
de la gracia. No somos justos por nosotros mismos, sino por la gracia. Aun podemos
jactarnos de que los miembros de la iglesia son más justos que los demás. Son justos
porque han hallado gracia. La justicia llegó a ser un motivo de jactancia no solamente
para Noé, sino para Dios mismo. Dios podía jactarse ante Su enemigo. Dios podía
jactarse de la justicia de Noé ante aquella generación torcida y perversa. La justicia de
Noé reforzó la posición de Dios y le permitió ejecutar Su juicio sobre aquella generación
impía.
b. Construyó el arca
Dios estaba muy contento con Noé porque éste había hallado gracia, caminaba con El
por fe, y era heredero de la justicia. Dios sonreía continuamente a Noé. Cuando Noé
estaba con Dios, Dios le sonreía. ¿Y qué diremos de usted? ¿Le está sonriendo Dios?
¿Está feliz con usted? Si es así, usted debería decir: “Amén” secretamente a Dios. Por
estar feliz con Noé, Dios se abrió a él. Por tanto, Noé no solamente caminaba con Dios,
sino que también construyó el arca, la cual servía para salvar. En aquel tiempo, el arca
de salvación fue construida por Noé. Abel ofreció dones a Dios, Enós invocó el nombre
del Señor, Enoc caminó con Dios, pero Noé hizo todas estas cosas, y además construyó
al arca.
1) Recibió la revelación
Primero, Noé construyó el arca al recibir la revelación (6:14-16). Mientras Noé andaba
con Dios y Dios estaba contento con él, abrió Su corazón a Noé y le reveló Sus secretos.
Aparte de él, nadie sabía cuál era la verdadera situación. La gente mundana de aquel
tiempo quedó atónita, cegada, cubierta, velada y embotada. No sabía dónde estaba ni lo
que iba a suceder. Estaban cegados y embotados por su lujuria. Considere la situación
actual. Sucede exactamente lo mismo hoy. La gente ama el dinero, se ama a sí misma y
ama los placeres, como la gente descrita por Pablo en 2 Timoteo 3:1-3. La gente
mundana además de amar el dinero, los placeres y a sí misma, no ama a Dios. Todas las
personas fueron embotadas por su lujuria, sus placeres, sus riquezas y las demás cosas
mundanas. No saben dónde están, adónde van, ni qué les sucederá. Ocurrió lo mismo en
la antigüedad. Pero Noé estaba con Dios. El vio la verdadera situación porque Dios le
había revelado Sus secretos. Dios dijo a Noé que la tierra estaba llena de violencia, que
había llegado el fin de toda carne y que destruiría toda carne y a la tierra (6:13). Además,
Dios le dijo a Noé lo que debía hacer: construir un arca. Noé construyó el arca conforme
a la revelación de Dios.
En cierto sentido, nosotros también estamos bajo la misma revelación. ¿No está usted
consciente de la situación actual? ¿No sabe usted lo que vendrá ni adónde va? Puedo
jactarme de saber todas estas cosas. Sé dónde estoy. Sé lo que ocurre en el mundo. Sé lo
que ha de venir. Sé adónde iré, y sé donde estará la iglesia. No somos personas cubiertas
con velos ni cegadas por los placeres modernos. La gente mundana está cubierta con
varios velos. Van al cine, a la discoteca, a las fiestas, a toda clase de diversión, placeres y
deportes. No conocen otra cosa. Sin embargo, todo esto no es más que “narcotizantes”.
La gente mundana ha sido “narcotizada” y cegada. ¿Cabe usted en esa categoría de
personas? Alabado sea el Señor porque nos quitó el velo. Estamos conscientes de
nuestra condición, conocemos la situación mundial, y sabemos lo que ha de suceder.
Sabemos lo que hará el Señor con esta generación impía, y sabemos dónde estaremos
nosotros. Entendemos todas estas cosas. Estamos construyendo el arca, no solamente
para nuestra propia salvación, sino también para la de los demás. Hermanos y
hermanas, ¿qué hacemos aquí? Construimos el arca de salvación para cumplir el
propósito de Dios. Inclusive cuando nos reunimos, edificamos. No sólo ofrecemos un
don a Dios, invocamos el nombre del Señor para disfrutar de todas Sus riquezas,
vivimos, engendramos, y caminamos con Dios, sino que también hallamos gracia,
recibimos revelación y construimos el arca. Alabado sea el Señor porque estamos
construyendo.
2) Creyó en la palabra de Dios
Después de recibir la revelación, él creyó inmediatamente en la Palabra de Dios (He.
11:7). La Biblia revela que creer siempre significa creer por medio de la Palabra. En
Romanos 10:14 Pablo pregunta: “¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído?” Sin
la predicación de la Palabra, a la gente le resulta difícil creer. El creer viene de escuchar
la Palabra. Es por eso que Romanos 10:17 dice: “Así que la fe proviene del oír, y el oír,
por medio de la palabra de Cristo”. Indudablemente Noé oyó la Palabra de Dios y creyó
la Palabra que oyó. No diga que usted no tiene fe. No diga que no puede creer. Nosotros
no tenemos una fe de nosotros, pero la fe es el mismo Dios que cree dentro de nosotros.
Debemos acudir a El y recibirlo. Dios debe infundir en nosotros lo que El es. Dios es fe.
Dios es nuestra fe. Cuando usted se acerca a El, cuando El se infunde en usted y cuando
usted escucha Su Palabra, espontáneamente el Dios que se ha infundido en usted cree
por usted. Este es el significado de creer en Su Palabra.
3) Predicó la justicia
Noé predicó lo que creía y practicaba. El era un heraldo de justicia (2 P. 2:5). ¿Por qué
predicó Noé la justicia? Porque en su generación nada era justo. La tierra estaba llena de
violencia, y esa violencia incluía el robo, el homicidio, la fornicación y la iniquidad. Noé
era heraldo de justicia, exhortando a las personas a enderezar su camino delante de
Dios, de los demás y de sí mismas; de lo contrario caería el justo juicio de Dios sobre
ellas. Noé predicó esta clase de justicia probablemente durante un período de ciento
veinte años (6:3). Quizás la gente haya pensado que estaba loco, y le haya dicho: “Noé,
¿de qué estás hablando? ¿Qué quieres decir cuando hablas del diluvio que está por
venir? Mira el cielo. Es el mismo de siempre”. Yo creo que Noé sufrió muchísimo por las
burlas que le hicieron durante ciento veinte años.
4) Preparó el arca
Mientras Noé predicaba la justicia, él construía y preparaba el arca (1 P. 3:20). Tal vez la
gente le haya dicho: “Noé, ¿estás construyendo una casa para tu nieto? Estás loco al
pensar que vendrá un diluvio. ¿Por qué construyes esa arca: trescientos codos de
longitud, cincuenta codos de anchura, treinta codos de altura, de tres pisos, una puerta a
un lado, y una ventana abierta hacia los cielos? ¡Qué absurdo!” Si usted fuese Noé,
¿habría construido esa arca? Tal vez su querida esposa se hubiera opuesto. Aquellos
años no debieron de ser nada fáciles para Noé.
5) Entró en el arca con su familia
y con los demás seres vivientes
Un día, después de que Noé preparó el arca, quizás mientras el cielo todavía estaba
despejado, Dios le pidió a Noé que entrara en el arca y trajera consigo a su esposa, sus
hijos y sus nueras (7:13-16). La esposa de Noé, sus hijos y sus nueras eran muy sumisos.
Entraron en el arca con todos los seres vivientes. Si yo fuese la esposa de Noé,
probablemente habría vacilado, pero todos entraron allí.
6) El Señor lo encerró en el arca
Después de entrar en el arca, Dios lo encerró (Gn. 7:16). Su entrada en el arca tipifica
nuestra entrada en Cristo. A pesar de entrar libremente, una vez que estamos adentro,
no tenemos ninguna posibilidad de salir. Cuando usted crea en el Señor Jesús, nunca
podrá salir de El. Le corresponde a usted entrar, pero no le corresponde salir. Puedo
testificar con firmeza que en estos cincuenta años he intentado salir de Cristo varias
veces. Lo intenté, pero descubrí que estaba encerrado. Cuando usted entra en Cristo,
queda encerrado.
Cuando Noé, su familia y los animales entraron en el arca, la gente probablemente dijo:
“Miren a esos locos. ¿Qué están haciendo? No se preocupan por sus hogares ni por nada.
Lo han dejado todo sólo para entrar en esa arca”. El Señor Jesús dijo que en el día del
Hijo del hombre la situación será como la que prevalecía en los días de Noé (Mt. 24:3739). La gente comerá, beberá, se casará y se dará en casamiento. De repente, El vendrá,
así como vino el diluvio en los tiempos de Noé. Cuando llegó el diluvio, Noé y su familia
estaban en el arca, protegidos, preservados y a salvo.
Todos debemos ser los Noés de hoy. Sigamos los pasos de Noé, a saber: hallar gracia,
caminar con Dios por fe, recibir la revelación, creer en la Palabra de Dios, testificar de
nuestra fe a la gente, laborar sobre lo que creemos, y entrar en lo que creemos.
Finalmente, Dios nos encerrará en el arca, y seremos preservados y salvos.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE VEINTINUEVE
LA VIDA Y OBRA QUE CAMBIO LA ERA
En este mensaje, que constituye un paréntesis en nuestro estudio-vida de Génesis, tengo
la carga de que veamos un punto crucial acerca de la vida de Noé: su vida y obra cambió
la era. A pesar de haberlo visto anteriormente en mi estudio de Génesis, nunca lo había
visto de manera tan vívida como en estos días. Cambiar la era no es nada insignificante.
Hay un gran contraste entre Génesis 1 y Génesis 6. Si leen la última parte de Génesis 1,
verán que Dios creó al hombre a Su imagen para que lo expresara a El (1:26). Dios
deseaba que el hombre fuese Su expresión. El hombre fue hecho a la imagen de Dios
para expresar nada menos que al propio Dios. El hombre es como una fotografía, hecha
a la imagen de Dios para expresarlo a El. Y también recibió la autoridad de Dios a fin de
ejercer esta autoridad para que el dominio de Dios estuviera sobre la tierra. Debemos
ver cuán importante es esta comisión. El hombre fue creado a la imagen de Dios para
expresarlo a El, y se le encomendó la autoridad de Dios para representarlo y para
establecer un dominio en la tierra y señorear sobre todas las criaturas de Dios. Dios no
le mandó al hombre que laborara ni que estableciera un monasterio. No, Dios tenía la
intención de que el hombre lo expresara a El con Su imagen y lo representara con Su
autoridad.
Después de crear al hombre y de contemplarlo bien, Dios dijo que era “bueno en gran
manera” (1:31). Después de algunos de los seis días, El dijo simplemente que era
“bueno”. En el segundo día, Dios no dijo nada, porque en aquel día había ángeles caídos
en el aire y demonios en el agua. Ese día El no pudo decir que era “bueno”. Dios no dijo
nada acerca del segundo día. En el sexto día, cuando Dios creó al hombre, contempló Su
obra, particularmente al hombre, y dijo que era “bueno en gran manera”. A los ojos de
Dios, el hombre era muy bueno.
Cinco capítulos más adelante, en Génesis 6, Dios volvió a mirar a la humanidad. Cuando
Dios miró por primera vez a la humanidad en Génesis 1, estaba contento y complacido
con el hombre. Cuando consideró nuevamente al hombre en Génesis 6, vio que el
hombre había venido a ser malo y corrupto al máximo, y le dolió haberlo hecho. ¡Qué
cambio más radical, comparado con Génesis 1! Originalmente el hombre se encontraba
en un elevado nivel, pero desde el capítulo tres, comenzó a descender. ¿Qué hubiera
hecho usted si fuese Dios? Tal vez habría dicho: “Olvidémonos del hombre”. Pero ¿en
qué quedaría el propósito eterno de Dios? ¿No es Dios el Dios eterno? ¿Acaso puede
cambiar el Dios eterno? Dios no es un Dios temporal, sino un Dios eterno. En El no hay
sombra de variación (Jac. 1:17). Cuando El toma una decisión, ésta perdura para
siempre. Si Dios hubiera olvidado Su propósito eterno, Su enemigo se habría burlado de
El, diciendo: “Creaste al hombre con la intención de vencerme, pero el vencido no fui yo
sino Tú”. ¿Podrá Dios ser vencido? ¡Jamás! Entonces, ¿qué debía hacer Dios?
Encontramos la respuesta, la cual en principio no ha cambiado a lo largo de los siglos,
en Génesis 6:8: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”.
Leamos los versículos del 5 al 8: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha
en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal”. En hebreo, las palabras “todo designio” significa propósitos
y deseos. “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su
corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado,
desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento
de haberlos hecho”. Si eso fuera todo, no quedaría ninguna esperanza. Pero ¡aleluya por
el versículo 8! Este versículo empieza con un gran “pero”. “Pero Noé halló gracia ante los
ojos de Jehová”. Este es uno de los versículos más importantes del libro de Génesis.
Satanás estaba contento de que el hombre fuera raído por Dios de la faz de la tierra, pero
Noé halló gracia a los ojos de Jehová. Esto cambió la situación y la era. ¡Aleluya, Dios no
fue vencido! En medio de un aparente fracaso, un hombre venció por hallar gracia ante
los ojos del Señor. Este fue un momento crítico. Si leen la historia a la par de la Biblia,
verán que en cada generación Satanás ha hecho lo posible por empeorar la situación,
pero siempre ha habido una persona o varias que han hallado gracia a los ojos de Dios y
que han llegado a cambiar la era. Recuerde la historia de Israel. Aunque el pueblo se
seguía degradando a lo más vil, hubo, para sorpresa del enemigo, un joven llamado
Daniel. Dice en Daniel 1:8: “Pero Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la
porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía”. Allí en el libro de Daniel
leemos “Pero Daniel”; y aquí en Génesis 6:8 leemos “pero Noé”. En la fase más baja de la
caída del hombre, siempre hay un “pero”.
Si examinamos la vida de Noé, veremos que ésta no consistió simplemente en andar con
Dios o en edificar el arca. El punto fundamental y crucial es éste: Dios usó a Noé para
cambiar la era. El enemigo había trastornado la situación, al grado que Dios se
arrepintió de haber hecho al hombre. Aparentemente ya no había ninguna esperanza.
Pero Noé halló gracia. La vida de Noé fue una vida que cambió la era.
Consideren la situación actual. Si leen los evangelios y ven el propósito de Dios para la
iglesia, se darán cuenta de que la iglesia tiene una comisión muy elevada. La iglesia fue
producida por la vida de Dios a fin de expresarlo en esta era neotestamentaria. A la
iglesia se le encomendó esa comisión gloriosa. No debemos mirar el pasado. La
situación actual es suficiente para mostrarnos cuánto ha caído y se ha desviado la iglesia
de la meta de Dios. Pero no se desilusione. Aunque Satanás hizo todo lo posible por
estorbar el propósito original de Dios, éste todavía puede llevarlo a cabo. En medio de
todos los fracasos, Dios ha establecido iglesias locales para cambiar la era hoy en día.
I. LA VIDA
Veamos ahora la vida que cambió la edad. ¿Qué clase de vida era? Siento una pesada
carga al respecto. Temo y tiemblo pues no quisiera faltar a la revelación de Dios. No
intento darles un sermón. Deseo comunicarles mi carga, pasarles la carga que el Señor
me ha dado. ¡Cuánto necesitamos ver la clase de vida que Dios puede usar para cambiar
la era!
A. Heredó los caminos piadosos de los patriarcas
Esta vida siempre hereda los caminos piadosos de los antepasados. Alabado sea Dios
porque Noé, la décima generación desde Adán, tuvo muchos antepasados buenos. Enoc
fue la séptima generación, Matusalén la octava, Lamec la novena, y Noé la décima. Los
nueve antepasados de Adán a Lamec fueron personas piadosas. Aunque Génesis nos
presenta un relato de la caída del hombre, es solamente el fondo que nos muestra el
verdadero cuadro de la piedad.
1. El camino de Adán: la salvación
Noé heredó el camino de salvación de Adán (3:20-21). En Adán vemos la manera de ser
salvos. A pesar de haber caído, Adán recibió el camino de la obra salvadora de Dios. Si
usted nunca hubiera caído, jamás podría probar lo agradable que es la salvación. Por
haber caído y luego ser salvos, podemos dar testimonio de la dicha que es recibir de Dios
la salvación. Saquemos con gozo aguas de las fuentes de la salvación (Is. 12:3). Adán fue
el primero en sacar aguas de las fuentes de la salvación de Dios. El sentía tanto gozo que
llamó a su esposa “Viviente” (3:20; “Eva” significa “viviente”). ¿No cree usted que él
sintió gozo al llamarla “viviente”? Estoy seguro de que él sacó con gozo aguas de las
fuentes de la salvación. No tengo la menor duda de que Noé heredó este camino de
salvación.
2. El camino de Abel: presentar ofrendas
Noé también heredó el camino de Abel, el de presentar ofrendas (4:4). Adán anduvo en
el camino de ser salvo, pero Abel anduvo por el de complacer a Dios al ofrecerle dones
(He. 11:4). ¿Puede usted imaginar que un hombre caído podía complacer a Dios? Abel
fue un hombre caído que complació a Dios. El complació a Dios ofreciéndole el tipo de
Cristo. Yo puedo complacer a Dios de la misma manera. A pesar de ser un hombre caído
con una naturaleza caída, puedo complacer a Dios al ofrecerle Cristo como don. No me
estoy jactando, pero puedo declararles que he complacido mucho a Dios en días
pasados. Sé que Dios ha estado complacido conmigo. Incluso esta mañana y esta tarde
estoy contento porque mi Dios está complacido. Mi Dios está contento, y yo también.
¿Cómo puede uno complacer a Dios? Como lo hizo Abel, o sea, ofreciendo a Cristo a
Dios, no sólo como sacrificio por nuestros pecados, sino también como un don que
complace a Dios. Cuando usted da un don a una persona, ésta siente gozo. Del mismo
modo, dondequiera que llevamos Cristo a Dios, El se alegra mucho con nuestro don.
Dios se complace en Cristo. Ciertamente Noé adoptó el camino de Abel.
3. El camino de Enós: invocar al Señor
El tercer camino piadoso que Noé heredó fue la manera en que Enós invocó el nombre
del Señor para disfrutar de todo lo que El es (4:26). Esta fue una añadidura a los dos
primeros caminos piadosos. No se trataba solamente de ser salvos y complacer a Dios,
sino de participar de lo que Dios es y disfrutarlo, invocando Su nombre. Podemos
participar de las riquezas de Dios al invocar el nombre del Señor. Noé seguramente
practicó eso.
4. El camino de todos los patriarcas:
vivir y engendrar
Noé también heredó el camino de vivir y engendrar (5:3-28). Noé, igual que sus
antepasados, no era ocioso, pues vivía con un propósito para Dios y engendró hijos para
la debida multiplicación del hombre a fin de que el propósito de Dios se cumpliese sobre
esta tierra mediante la humanidad.
5. El camino de Enoc: andar con Dios
Noé también heredó el quinto camino: andar con Dios (5:22, 24). ¡Qué bueno es que un
hombre caído camine con Dios! Aunque es maravilloso ver que un hombre caído puede
ser salvo, debemos ir más allá y ver que esa persona puede caminar con Dios. En la
séptima generación humana, Enoc descubrió el camino de andar con Dios.
Podemos ser salvos, agradar a Dios, invocar Su nombre, vivir y engendrar, y caminar
con El. ¿Qué más queremos? Parece que quedamos plenamente satisfechos. Somos
salvos; podemos complacer a Dios; podemos invocar Su nombre y así disfrutar de todo
lo que El es para nosotros; podemos vivir con un propósito y engendrar, es decir, llevar
fruto, para la multiplicación de Dios; y podemos caminar con El. ¿Qué nos hace falta?
Nada. Estamos complacidos y satisfechos. No obstante, Dios no ha sido satisfecho. Esta
es la carga que el Señor me ha mostrado. No es suficiente ver solamente que Noé heredó
los caminos piadosos de sus antepasados. Si este ministerio sólo le ayuda a usted a ver
eso, ha fracasado ante Dios. Debemos ver algo más.
B. Recibió más revelación
Dios le dio a Noé lo que fue prácticamente una revelación todo-inclusiva, una revelación
adicional que ninguno de sus antepasados había visto. Aunque Enoc profetizó que
cuando su hijo Matusalén muriera el diluvio vendría (lo cual es el significado del
nombre “Matusalén”) y que el juicio de Dios sería ejecutado sobre la tierra corrupta, y
aunque profetizó acerca de la venida del Señor (Jud. 14), él nunca recibió la visión
acerca de la manera en que Dios acabaría con la generación corrupta y traería una nueva
era. Ninguno de los antepasados de Noé recibió esta revelación. Un día, Dios vino a Noé
y se la reveló. Como resultado, eso amplió mucho la visión de Noé acerca de la piedad y
vio mucho más que sus antepasados. El recibió la visión y también una revelación clara.
Todos necesitamos esa revelación.
En principio nuestra situación es exactamente la misma que la de Noé. La generación
actual está corrupta, y la tierra está llena de maldad y de violencia. El concepto humano
nos da la impresión de que Dios fue vencido y echado de la tierra. Sin embargo, ¿no se
da cuenta usted de que hoy en día hay un gran “pero”? Algunos santos queridos han
heredado todos los caminos piadosos de los santos desde el primer siglo de la era
cristiana hasta ahora. Hemos heredado todos los caminos piadosos que se practicaron
en los siglos pasados. Pero, ¿debemos detenernos aquí? ¿Debemos decir: “Mirad lo que
tenemos”? No. Aunque hemos heredado tantos elementos de la piedad y estamos
satisfechos y contentos, ¿qué diremos de Dios y de Su propósito? Debe ponerle fin a esta
era. El necesita un cambio de generación. Necesita un arca que saque a Su pueblo de
esta generación y empiece una nueva era. Dios necesita un arca. He visto eso y clamo
por ello.
¿Fueron salvos ustedes? ¡Alabado sea el Señor! ¿Pueden ustedes complacer a Dios?
Alabado sea el Señor por eso. ¿Pueden ustedes invocar Su nombre para participar de
Sus riquezas? Desde 1967 hemos practicado este asunto de invocar el nombre del Señor.
¿Viven y engendran ustedes? Sí, día tras día vivimos para el Señor y engendramos para
que el Señor se multiplique. ¿Está usted satisfecho? Aleluya, estamos satisfechos. Pero
¿qué ha de suceder con Dios y Su propósito? ¿Se dan cuenta ustedes de que Dios desea
aniquilar esta generación y traer otra era? Para lograr eso El necesita un arca. No
podemos construir el arca con nuestra imaginación. Igual que Noé, nosotros debemos
recibir una revelación acerca del arca que Dios necesita.
1. En cuanto a la generación
Dios no sólo reveló a Noé que necesitaba un arca, sino que le mostró exactamente en
qué condición se encontraba su generación. Esa generación quedó totalmente expuesta
delante de Dios. También quedó expuesta a los ojos de Noé por la revelación de Dios.
¿Se dan cuenta de que la mayoría de la gente, incluyendo a muchos cristianos, no tiene
un entendimiento claro en cuanto a la generación en la cual vivimos? La humanidad ha
sido embotada, y está aturdida por todas sus concupiscencias y sus placeres malignos.
Aun las supuestas iglesias cristianas están embotadas con la corriente de esta era.
Necesitamos una revelación. Necesitamos que Dios venga y nos revele la verdadera
condición de esta generación maligna. Debemos ver eso. Recibí esta revelación hace casi
cincuenta años. Dios me mostró la maldad de esta generación.
2. En cuanto a la intención de Dios
Dios le mostró a Noé la maldad de su generación, y además le reveló lo que El se había
propuesto. Dios ha tenido y sigue teniendo un propósito en todo lo que hace, y El nunca
será vencido en Su propósito. Hace muchos años Dios nos mostró Su propósito. Muchos
de ustedes han leído el testimonio personal del hermano Nee acerca del sueño que tuvo
una vez, una verdadera revelación, en la cual vio iglesias locales establecidas en toda
China. El vio iglesias levantadas por Dios. Lo que él llamó un sueño fue en realidad una
revelación. Por medio del hermano Nee, hace muchos años, Dios nos mostró que
necesitaba tener iglesias. Antes del regreso del Señor, El necesita que las iglesias sean
establecidas. De no ser así, El no tendrá ninguna posibilidad de regresar. ¿Qué es el arca
de hoy? ¿Cuál es el camino que Dios usa para poner fin a esta generación maligna y traer
una nueva era? ¡Las iglesias! Dios reveló el arca a Noé, y debo testificar que Dios nos ha
revelado la necesidad de tener una vida de iglesia apropiada. La vida de iglesia
apropiada es el arca que Dios necesita hoy. Se necesita la vida de iglesia para acabar con
esta generación e introducir una nueva era.
Desde el mismo día en que recibimos esta revelación y la declaramos con firmeza, nos
hemos enfrentado con mucha oposición, y hemos sido rechazados y condenados.
Durante ciento veinte años, Noé contó al pueblo lo que Dios le había mostrado y en ese
lapso construyó el arca. Probablemente durante todo ese tiempo se burlaron de él. La
gente quizá le haya dicho: “Noé, ¿qué estás haciendo? ¿Acaso todos nosotros estamos
equivocados? ¿Eres tú el único que tiene la razón? ¿Acaso todo lo que hacemos será
juzgado y sólo permanecerá la insignificante arca que estás construyendo?” Tal vez Noé
haya contestado: “El tiempo lo dirá. Solamente esperen. Si el diluvio no viene en diez
años, quizás venga en cincuenta años. Si no llega en cincuenta, tal vez venga en ochenta
o cien o ciento diecinueve años. Esperen un poco más y vendrá el diluvio. Entonces se
darán cuenta de que necesitan el arca, pero para entonces será demasiado tarde”.
Estoy convencido de que nos encontramos en la misma situación hoy en día. Al
permanecer firmes en el testimonio de la iglesia, conforme a la revelación de Dios,
hemos tenido que enfrentarnos a muchas críticas y a mucha oposición. Incluso algunos
aseveran que somos una secta. ¿Cómo podríamos ser una secta? Siendo francos,
creemos en la Palabra santa con más sinceridad que muchos creyentes de hoy. No nos
jactamos; sólo decimos la verdad. Por lo menos creemos en la Palabra santa como lo
hacen los demás, pero no de una manera leudada. ¿Tienen las queridas personas que
nos critican la seguridad en su conciencia de que somos herejes? Todos los cristianos
tienen una conciencia. Deben escuchar a su conciencia delante del Señor. Escuchen su
conciencia, por favor, y lo que el Señor les revela en su conciencia.
He pedido a los hermanos aquí en los Estados Unidos que me expliquen por qué un
pequeño hombre de China, que llega a la primera nación de la tierra, puede llamar tanto
la atención. ¿Por qué se interesan tanto en mí? Deberían simplemente olvidarse de este
insignificante hombre. Ahora, desde la costa occidental hasta la costa oriental se
propaga el rumor de que Witness Lee es un hereje. Incluso en 1964, cuando fui a Texas,
algunos cristianos me siguieron como espías de un lugar a otro. Escribieron lo que dije
en mis mensajes, y lo imprimieron después de tergiversar mis palabras. Por tanto,
durante diez años, este pequeño hombre ha recibido mucha atención injustificada. ¿Por
qué tanta gente presta atención a un hombre tan insignificante? Porque ese hombre ha
traído algo a este país que perturba al enemigo y pone en peligro el reino de las tinieblas.
Este testimonio sacude el territorio de las tinieblas.
Soy un hombre insignificante. No obstante, desde las profundidades de mi ser y con una
conciencia limpia, tengo la plena seguridad de que este ministerio le enseña al pueblo de
Dios la revelación actual. Estados Unidos es el país del cristianismo. Un oriental no
tiene necesidad de venir aquí y hablar acerca del cristianismo. Pero los queridos santos
de este país necesitan ver la revelación actual de Dios. ¿Qué quiere hacer el Señor hoy?
El no sólo quiere salvar a la gente, hacer que complazca a Dios, enseñarle a invocar el
nombre del Señor, permitirle vivir, engendrar y caminar con Dios. Ahora El quiere ir
más allá de todo eso. El necesita levantar las iglesias. Su intención es atraer a los que lo
aman y lo buscan y reunirlos a fin de que pongan en práctica la vida apropiada de iglesia
como un testimonio contra el reino de tinieblas del enemigo y como una preparación
para Su regreso. Esta es Su intención hoy. Todos necesitamos ver eso y construir esta
“arca” para ser el Noé de hoy y así acabar con esta generación y traer la nueva era del
reino.
3. En cuanto al deseo de Dios
Dios no sólo tiene una intención sino también un deseo. El desea hacer algo y también
tiene hambre y sed de lograrlo. Dios desea que se produzca la vida de iglesia. En 1933 un
pastor, bienintencionado, vino a visitarme. El no me llamaba hermano Lee, sino señor
Lee. El dijo: “Señor Lee, si usted no hablara de la iglesia, y ministrara solamente la
Palabra, todos le invitaríamos a hablar en nuestras iglesias. Haríamos arreglos para que
usted ministrara de iglesia en iglesia todo el año. Si cierra la puerta de su local, despide a
la gente que se reúne con usted, y predica simplemente la Palabra, todos le abriríamos
nuestras puertas”. Le respondí: “Gracias. Ya tengo mi carga y estoy bastante ocupado”.
Cuando fui a Taiwán, un misionero vino a verme. Primero, me elogió mucho, diciendo:
“Hermano Lee, cuánto le damos las gracias a Dios por haberlo usado a usted y por haber
levantado una obra tan maravillosa en la isla de Taiwán”. Mientras él me elogiaba, yo
sabía lo que iba a añadir. El prosiguió y comentó algo acerca de la iglesia con cierto tono
faccioso. Algunos misioneros en el Lejano Oriente comparaban nuestra práctica de
iglesia con “una mosca en la leche”. Algunos me decían: “Si usted deja de hablar tanto
acerca de la iglesia, todos los cristianos lo recibirán”. Contesté: “Lo siento, eso no
depende de mí. El Señor me ha asignado esta carga”. Acostumbraba decirles: “Les
estamos agradecidos a ustedes hermanos por haber venido de países lejanos a predicar
el evangelio, y especialmente a aquellos pioneros del siglo pasado que vinieron a China
después de un viaje de seis meses. Apreciamos el hecho de que abandonaron su país, su
familia, su hogar y todo lo demás para venir a predicar el evangelio. Sin embargo,
nuestra carga no es solamente el evangelio, sino también la iglesia. Dios necesita la
iglesia. El evangelio debe predicarse para que exista la iglesia. También predicamos el
evangelio, como ustedes saben, pero al hacerlo nuestra meta es la edificación de la
iglesia. Lamento decirles que nos parece que ustedes no se preocupan por esta meta, la
cual Dios nos ha mostrado”.
Fui invitado a visitar Londres y Dinamarca en 1958. No puedo expresar en palabras
cuan cálida fue la bienvenida que me extendieron en ambos lugares. Pero luego la
mayoría de los líderes se desilusionaron conmigo por el asunto de la iglesia. Estoy
absolutamente dedicado a la iglesia. Estrechas amistades en el Señor se rompieron por
esta razón.
Mi posición en cuanto a la vida de iglesia conforme a lo que el Señor nos ha mostrado,
ha apartado a muchos santos de mí. No tengo la menor duda de que el tiempo mostrará
que la vida de iglesia es lo que Dios desea tener hoy en día. Como lo puede atestiguar el
hermano John Ingalls, yo vine a Los Angeles en 1962 para mantenerme firme junto con
los hermanos en el recobro del Señor. En aquel entonces, pedí a ese pequeño grupo de
hermanos que esperaran cinco o diez años y entonces verían algo. Hoy afirmo lo mismo.
Espero que el Señor vuelva pronto. En caso de que se demore, les sugiero a ustedes que
esperen diez años más y vean lo que sucederá. El Señor va a recobrar este país y los
demás países avanzados.
Todos debemos recibir esta visión. Todos debemos tener la revelación actual para ver
cuál es el deseo que Dios tiene en Su corazón. ¿Va usted a ser el Noé de hoy? Si así es,
debe ver lo que hizo Noé. Dios no sólo desea que millares de personas sean salvas; El
quiere tener la maravillosa vida de iglesia.
Cuánto le agradecemos a Dios por todos los santos que ha usado en el pasado.
Recibimos mucha ayuda de la vida y obra de ellos. Pero creemos que en esta era, el
Señor nos ha mostrado algo más. Efectivamente seguimos los caminos piadosos de
todos los que nos precedieron en el Señor, pero la revelación del Señor nos ha hecho
avanzar más en Su mover en esta tierra. La revelación del Señor ciertamente nos ha
hecho diferentes a los queridos santos que permanecen en las tradiciones. Que el Señor
tenga misericordia de nosotros y seamos fieles a Su revelación, sin preocuparnos por el
hecho de ser diferentes a los demás.
C. Creyó y practicó la revelación que vio
Noé creyó en la revelación que recibió y la practicó (6:22). El la practicó de tal manera
que no se preocupó por el hecho de ser diferente de sus antepasados y de su generación.
Quizás la gente le haya dicho: “Noé, ¿qué estás haciendo? Adán nunca habló de esta
manera. Tampoco lo hicieron Abel ni Enós. Todos los patriarcas vivieron, engendraron y
murieron, pero ninguno de ellos habló como tú. ¿Quién te crees que eres? ¿Acaso eres
mayor que Adán o Enoc? Admiramos a Enoc, pues él caminó con Dios. ¿A qué te refieres
con eso del diluvio que vendrá? ¿Qué quieres decir cuando hablas de construir el arca?”
El principio es el mismo hoy en día. Seguimos la revelación de Dios, la cual concuerda
con la Biblia, y practicamos la vida de iglesia; no obstante, la mayoría de los cristianos
carecen de esta revelación. La revelación de Dios siempre lo hace a uno diferente. Daniel
y sus tres compañeros eran diferentes, porque se rehusaron a ingerir la comida real.
Pablo era distinto, y también Martín Lutero. Todo el que ha visto la revelación de Dios
es una persona distinta. La revelación hace de él una persona diferente. Debemos ser
diferentes a nuestros parientes, compañeros de clase, vecinos y aun nuestros hermanos
cristianos. Las personas comunes son aquellas que carecen de revelación divina. Cuando
vemos algo, eso nos hace diferentes. Es bueno ser diferentes.
II. LA OBRA
A. Predicó la justicia
Ahora debemos considerar la obra de Noé. Primero, Noé fue heraldo de la justicia (2 P.
2:5). Si usted lee todo el contexto, verá que en la época de Noé predicar el evangelio
consistía en protestar contra la generación maligna. Su generación era maligna y estaba
llena de violencia, pero Noé predicaba la justicia y protestaba contra todas las
injusticias, maldades y violencias. El daba testimonio del camino de la justicia de Dios.
B. Construyó el arca
1. Por la fe, según la revelación de Dios
Mientras Noé predicaba la justicia, construía el arca. En principio, estamos haciendo lo
mismo. Estamos predicando la justicia y protestamos contra la era maligna. Mientras
predicamos, construimos el arca corporativa. Noé construyó el arca por la fe y conforme
a la revelación de Dios (He. 11:7). No la construyó según la tradición ni según su propio
concepto o invención, sino en absoluta conformidad con la revelación de Dios. Esta es la
razón por la cual en todo debemos volver a la revelación de Dios que consta en Su
Palabra santa. Debemos volver a la pura Palabra de Dios.
2. Contra la corriente de este siglo
La construcción del arca se oponía totalmente a la corriente de la generación de Noé. El
se opuso a la tendencia de esa era y “condenó al mundo” (He. 11:7). Aparte de la familia
de Noé, nadie valoraba esa labor. La labor de Noé y de su familia era única, peculiar y
extraña. A los ojos humanos, lo que hacían no era práctico. Concordaba con la
revelación de Dios y, por tanto, iba en contra de la corriente y el curso de aquella
generación. ¿No cree usted que el principio es el mismo hoy en día? Lo que estamos
predicando y haciendo va totalmente en contra de la corriente de esta generación. Pero
alabamos al Señor porque estamos en Su fluir. No seguimos la corriente de esta
generación, sino que nos hallamos en el fluir que procede del trono conforme a la
revelación de Dios. ¡Alabado sea El!
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA
LA MANERA DE SALVARSE
DE LA TERCERA CAIDA DEL HOMBRE
(2)
C. El arca
En este mensaje llegamos al arca (Gn. 6:14-16). Hemos visto que Génesis es un libro que
contiene muchas semillas espirituales. El arca es indudablemente una gran semilla. El
Señor nos ha mostrado algo acerca de las profundidades de este importante tipo.
1. El tamaño
Primero, quisiera hablar de las dimensiones y el tamaño del arca. La longitud del arca
era de trescientos codos, la anchura de cincuenta codos, y la altura de treinta codos
(6:15). El arca tenía tres pisos (6:16). Puesto que la altura del arca era de treinta codos,
la medida de cada piso debe de haber sido diez codos de altura. Estas dimensiones son
muy significativas. ¿Por qué el arca no medía ochocientos codos de longitud, setenta de
anchura, y veinte o cuarenta de altura? ¿Por qué medía trescientos codos de longitud,
cincuenta codos de anchura, y treinta codos de altura? Por una sencilla razón: los
números fundamentales del edificio de Dios son tres y cinco.
Exodo 25:10 nos habla de otra arca: el arca del testimonio de Dios. Así que, la Biblia
contiene dos arcas: el arca de Noé y el arca del testimonio de Dios. La primera arca
llevaba dos números: el tres y el cinco. Pero las dimensiones del arca del testimonio
eran: dos codos y medio de longitud, un codo y medio de anchura, y un codo y medio de
altura. Al comparar estas dos arcas, vemos que dos y medio es la mitad de cinco y uno y
medio la mitad de tres. La primera arca tiene las medidas completas, y la segunda arca
tiene las mitades de los números. La Biblia es la Palabra divina, y cada uno de sus
puntos tiene un significado específico. ¿Por qué las medidas del arca del testimonio
están divididas en mitades? Cuando usted ve la mitad, se da cuenta de que hay otra
mitad, y que en conjunto forman un testimonio. Las dos mitades conforman una unidad
completa. Ese es el testimonio de Dios. La segunda arca era el testimonio de Dios.
¿Cómo podía el testimonio ser presentado por medio de una cifra? A la gente le resulta
difícil ver una cifra y entender que se refiere al testimonio; pero cuando mira las
medidas del arca del testimonio y ve que son mitades, inmediatamente entiende la
necesidad de tener la otra mitad. Se da cuenta de que eso era un testimonio, pues dos es
el número de testimonio. ¿De qué dan testimonio las medidas del arca? Son el
testimonio de una unidad completa en los números fundamentales tres y cinco.
¿Cuál es el significado de los números tres y cinco? En la Biblia el número tres
representa primeramente al Dios Triuno: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu
(Mt. 28:19). ¿Por qué debe Dios ser tres Personas? ¿Tenemos un Dios o tres dioses?
Queremos recalcar que tenemos un solo Dios. No obstante, algunos cristianos, con la
idea de la Trinidad según su raciocinio, han llegado a creer en tres dioses. Una vez un
hombre me dijo que el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres dioses. Cuando oí eso, dije:
“Por favor, no diga eso. Es una verdadera herejía. En ninguna parte nos dice la Biblia
que existan tres dioses. La Biblia siempre dice que hay un solo Dios. Nuestro Dios es
uno solo (Dt. 6:4; Is. 45:5; 1 Co. 8:4). ¿Por qué y cómo puede este Dios único contener
tres Personas? El término “Persona” no se encuentra en la Biblia; proviene de la
interpretación humana. Griffith Thomas, el autor del mejor comentario sobre Romanos,
dijo en su libro Principles of Theology [Principios de teología]: “A veces hay objeciones
en cuanto al término Persona. Indudablemente este término no debería ser demasiado
recalcado, pues ello conduciría al triteísmo ... Aunque nos vemos obligados a usar
términos como ‘substancia’ y ‘Persona’, no debemos pensar que son idénticos a la
substancia y la personalidad humanas ... La verdad de la experiencia de la Trinidad no
depende de la terminología teológica”. Griffith Thomas también dijo que nuestro
lenguaje humano es demasiado limitado para explicar este misterio divino. Carecemos
de palabras y términos para expresarlo. No tenemos la comprensión adecuada de este
misterio divino. ¿Qué término debemos usar? No lo sabemos. No disponemos de ningún
término apropiado. La Trinidad es un misterio, y no tenemos ningún vehículo, ningún
medio, para expresarla. Cuando Felipe le pidió al Señor Jesús que le mostrara al Padre a
él y a los demás discípulos, el Señor contestó: “¿Tanto tiempo hace que estoy con
vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Jn. 14:9).
Muchos me han censurado por decir que el Señor Jesús es el Espíritu. Aunque no me
gusta discutir ni refutar, quisiera preguntar a esos queridos hermanos que me censuran:
¿cómo interpretan 2 Corintios 3:17 donde dice: “Y el Señor es el Espíritu”. No pregunte:
“¿Entonces son el Señor y el Espíritu uno solo?” No tenemos la capacidad ni los medios
para explicar eso adecuadamente. Aunque no podemos explicarlo adecuadamente,
tenemos efectivamente un versículo bíblico que dice: “Y el Señor es el Espíritu”. ¿Qué va
a hacer usted con este versículo? ¿Lo puede acaso quitar de su Biblia? También quisiera
presentar a esos hermanos Isaías 9:6, que dice: “Hijo nos es dado ... y se llamará su
nombre ... Padre eterno...” ¿Es El el Hijo o el Padre? Aunque tampoco lo podemos
explicar adecuadamente, este versículo dice que el Hijo se llamará el Padre. En 2
Corintios 3:17 se revela que el Señor ahora es el Espíritu, y en Isaías 9:6, que el Hijo es
llamado el Padre. Este es el misterio de la Trinidad. Tenemos el Padre, el Hijo y el
Espíritu; no obstante, el Hijo es llamado el Padre, y el Hijo es el Espíritu. Ellos tres
siguen siendo un solo Dios.
Todos conocemos Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios”.
Queda claro que el Verbo y Dios son distintos. La siguiente frase de Juan 1:1 dice: “Y el
Verbo era Dios”. Esta frase crea un problema. En el principio existía el Verbo de Dios, el
Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. ¿Son uno solo o son dos? Este es un
misterio, el misterio del Dios Triuno.
Efesios 4:6 dice que el Padre está en nosotros. Colosenses 1:27 afirma que Cristo, el
Hijo, está en nosotros. Y Juan 14:17 especifica que el Espíritu Santo está en nosotros. El
Padre, el Hijo y el Espíritu están en nosotros. En una ocasión presenté estos versículos a
una persona, y le pregunté si los entendía y si creía en ellos. Le pregunté: “¿Cree usted
en todos estos hechos: que el Padre, el Hijo y el Espíritu se encuentran en usted?”
Cuando él contestó afirmativamente, le pregunté: “Dígame, ¿cuántos se hallan en usted
ahora?” El respondió: “Uno solo”. Entonces dije: “¿No acaba de reconocer usted que
según la Biblia, el Padre, el Hijo y el Espíritu están en usted? ¿Cómo puede afirmar que
sólo uno está en usted?” No pudo contestar. La Biblia dice que el Padre, el Hijo y el
Espíritu están en nosotros. Sin embargo, según nuestra experiencia, tenemos uno solo
en nosotros, a quien llamamos el Espíritu o el Señor. Este es el misterio de Trinidad de
nuestro Dios. El es el único Dios, pero es el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Dios se revela como triuno porque quiere impartirse en nosotros. No podemos ingerir
ninguna comida que no haya sido cocida o preparada. Si un alimento no está cocido, por
lo menos debe pasar por el proceso de ser masticado, tragado, digerido y asimilado. Sin
ese proceso, nada puede entrar en nosotros. El Dios Triuno es el Dios que se imparte en
nuestro ser. Mateo 28:19 dice: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo”. ¿Para qué bautizamos a la gente en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu? Para ponerlos en Dios mediante un proceso y para poner a Dios en ellos
mediante un proceso. El Dios Triuno, la Trinidad, no es una teoría ni una enseñanza
teológica. Se refiere a la impartición de Dios.
El número tres representa a Dios en Su impartición. El número tres implica el Dios que
se imparte, el Dios que se infunde en la gente. Siempre que la Biblia habla de la mezcla
de Dios con el hombre, de la entrada de Dios en el hombre, o de que Dios se deposita en
el hombre, usa el asunto de la Trinidad. Por ejemplo, considere 2 Corintios 13:14, donde
dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo
sean con todos vosotros”. No es una doctrina acerca de tres dioses; es el Dios Triuno en
el proceso de impartirse, de entrar en nosotros y de introducirnos en todas Sus riquezas.
Este es el significado del número tres.
¿Qué significa el número cinco? Es muy fácil de entender. Los diez mandamientos
fueron divididos en dos tablas de cinco mandamientos cada una. En Mateo 25 vemos
diez vírgenes divididas en dos grupos de cinco. Si usted se mira a sí mismo, verá que
tiene diez dedos en las manos y diez dedos en los pies, repartidos en grupos de cinco.
Los cinco dedos en cada una de sus manos se componen de cuatro más uno. Si usted
tuviera dos pulgares y tres dedos, le resultaría muy incómodo hacer algo. Pero por tener
un pulgar y cuatro dedos, podemos hacer con facilidad cualquier cosa. El pulgar es el
número uno y representa al único Dios, el Creador. Cuatro es el número de las criaturas
de Dios, como los cuatro seres vivientes (Ap. 4:6). Por tanto, cuatro más uno representa
al hombre, la criatura de Dios, junto con Dios. Aquí los números tres y cinco aluden a la
mezcla del Dios Triuno con el hombre. ¿Qué es el edificio de Dios? El edificio de Dios
consiste simplemente en que El se edifica en nosotros, y nosotros somos edificados en
El, quedando así unidos. Por tanto, en el arca los números fundamentales tres y cinco
significan que este edificio es la mezcla de Dios con el hombre.
¿Por qué la longitud del arca era de trescientos codos, la anchura de cincuenta, y la
altura de treinta? Queda claro que el número trescientos es cien multiplicado por tres,
que el número cincuenta es diez multiplicado por cinco, y que el número treinta es diez
multiplicado por tres. Los números fundamentales son tres y cinco, y los números
trescientos, cincuenta y treinta son múltiplos de estos números básicos. El número cien
denota plenitud. El Señor Jesús dijo que la mejor manera de llevar fruto es multiplicarlo
cien veces (Mt. 13:23). Por consiguiente, en la Biblia el número cien es el número de la
plenitud. El número diez representa lo completo (Dn. 1:12, 20). Si a usted le falta un
pulgar, está incompleto. Diez representa lo completo y cien indica la plenitud; por tanto,
el arca es la mezcla plena y completa del Dios Triuno con el hombre.
Si usted lee Exodo 27, encontrará que los números tres y cinco también son los números
fundamentales del tabernáculo. El atrio del tabernáculo medía cien codos de longitud en
los lados sur y norte (Ex. 27:9, 11). La anchura del atrio en los lados occidental y oriental
era de cincuenta codos (Ex. 27:12-13). El cercado o las cortinas del atrio medían cinco
codos de altura (Ex. 27:18). Las cortinas de ambos lados de la entrada medían quince
codos de longitud (Ex. 27:14-15). Estas cortinas pendían de tres pilares en cada lado,
formando así tres secciones de cinco codos cada una. Nada se escribió en vano en la
Biblia. Las medidas de todo el atrio del tabernáculo se componen de los números
fundamentales: el tres y el cinco. Además, el tabernáculo mismo se dividía en tres
secciones; el atrio, el lugar santo y el Lugar Santísimo. En el lugar santo había tres
muebles: la mesa de los panes de la proposición, el candelero y el altar del incienso.
Todo eso es muy significativo. Los números tres y cinco son los números fundamentales
del edificio de Dios.
Espero que usted reciba esta Palabra y se dé cuenta de que todo lo que sea parte de la
edificación de la iglesia debe componerse de tres y de cinco; debe ser el Dios Triuno
mezclado con el hombre. Todo lo que usted hace para la edificación de la iglesia debe
proceder de la mezcla del Dios Triuno con usted y con los demás. Este es un concepto
muy profundo.
2. Tres pisos
El arca se componía de tres pisos: la planta baja, el segundo piso y el tercero (6:16). Los
tres pisos representan la altura del arca. Las tres secciones del tabernáculo representan
las profundidades en las cuales debemos entrar todos. Los tres pisos del arca
representan la altura que todos debemos alcanzar. En cierto sentido, profundizamos, y
en otro sentido nos elevamos. Indudablemente, los tres pisos del arca representan al
Dios Triuno. En la Trinidad de la Deidad, siempre decimos: el Padre, el Hijo y el
Espíritu. En la Trinidad ¿cuál persona forma el primer piso? Es fácil decir quién es la
segunda persona, pues todos sabemos que el Hijo está en el medio. Pero ¿es el primer
piso Dios el Padre o Dios el Espíritu? En Lucas 15 encontramos tres parábolas: el pastor
que recobra a la oveja perdida, la mujer que busca y encuentra la moneda perdida, y el
padre que acoge al hijo pródigo. La primera parábola se relaciona con el Hijo, la
segunda, con el Espíritu, y la tercera, con el Padre. Nuestra experiencia nos muestra que
primero vino el Espíritu a nosotros, nos encontró, nos trajo al Hijo y nos impulsó a creer
en el Hijo. Después de creer en el Hijo, invocamos: “Oh Padre”. El Espíritu nos lleva al
Hijo, y el Hijo nos lleva al Padre. Cuando llegamos al Padre, estamos en el tercer piso.
El Evangelio de Juan es un libro que nos habla del Hijo, y la Primera Epístola de Juan es
un libro relacionado con el Padre. En el libro acerca del Hijo, se nos habla de la gracia,
pero en el libro sobre el Padre, se nos habla del amor. El amor es superior a la gracia. En
el Evangelio de Juan se menciona la verdad, pero en la Primera Epístola de Juan se
menciona la luz. La luz es superior a la verdad. El Evangelio de Juan es bueno, porque
nos lleva al Hijo. Sin embargo, la Primera Epístola de Juan nos conduce al Padre. Todos
debemos avanzar en nuestra experiencia, del Hijo al Padre.
El primer piso del arca corresponde al Espíritu. A muchos cristianos les gusta mucho
hablar del llamado bautismo en el Espíritu Santo y de las cosas carismáticas, pero todo
eso se encuentra en el primer piso. Todos debemos acudir al Espíritu para conocer al
Hijo, a Cristo. Conocer a Cristo es algo distinto, algo superior. Un día, todos llegaremos
al piso que corresponde al Padre. Es el piso más elevado, más excelente y más
misterioso.
Supongamos que yo tengo una residencia de tres pisos. Si usted no es un amigo especial,
sólo le permitiría entrar a la planta baja. No le dejaría subir al segundo piso. Si usted es
un buen amigo mío, le permitiría subir al segundo piso. Pero jamás le llevaría al tercer
piso para enseñarle algunos de mis misterios, secretos y tesoros escondidos, a menos
que nuestra relación sea muy estrecha. No me atrevería a revelarle mis secretos y mis
riquezas. ¿Quién podría subir al tercer piso? Indudablemente mi esposa podría. Los de
afuera nunca podrían subir al tercer piso.
Supongamos que ahora usted está en el arca. ¿Preferiría quedarse en la planta baja, en el
segundo piso o en el tercero? No tengo la menor duda de que Noé, sus hijos y sus nueras
se encontraban en el piso superior. Las bestias inferiores, las que se arrastraban, deben
de haber estado en la planta baja y los animales superiores en el segundo piso. Puedo
dar testimonio de que ya he pasado por la planta baja. Quiero elevarme cada vez más.
3. Una sola ventana hacia los cielos
para recibir luz
Después llegamos al asunto de la luz. En el arca había una sola ventana, la cual miraba
hacia los cielos (6:16). Era una claraboya. El original hebreo traducido ventana tiene la
misma raíz que la palabra traducida mediodía. Esto significa que cuando uno se
encuentra debajo de la ventana, está en el mediodía. Está bajo la luz solar, lleno de luz.
La cantidad de luz que uno tiene indica el lugar donde se encuentra: la planta baja, el
segundo piso o el tercero. He visto muchos cristianos fervientes. En un sentido, eran
fervorosos, pero no tenían mucha luz. También he conocido algunos santos queridos
cuya presencia lo iluminaba todo. Pasé muy buenos ratos con el hermano Nee. Cuando
una persona se sentaba con él, todas las tinieblas desaparecían de ella, y todo se
aclaraba. Su presencia era como la luz del mediodía. ¿En qué piso está usted? El piso en
que usted se encuentra indica la cantidad de luz que usted tiene. Cuanto más luz tiene
usted, más elevado está, y cuanto menos luz tiene, más bajo se encuentra.
Había una sola ventana en el arca. La gente hoy debate mucho acerca de los diferentes
ministerios. No me interesa el número de ministerios. Hay una sola ventana y una sola
luz. El apóstol Pablo dijo que debemos rechazar las doctrinas que difieran de lo que él
predicaba y enseñaba (Gá. 1:6-9; Ro. 16:17; 1 Ti. 1:3). En la economía de Dios y en la
iglesia de Dios debe haber una sola ventana. La luz no debe venir del norte, del sur, del
oriente ni del occidente, sino del cielo. En el edificio de Dios, hay una sola ventana, una
sola revelación, y una sola visión. La luz viene de arriba.
4. Una sola puerta, a un lado
El arca tenía una sola puerta, a un lado (6:16). Nadie ha caído jamás del cielo al arca.
Todos hemos entrado por el lado. Hay una sola puerta, un solo camino para entrar.
Algunos pueden discutir diciendo que hay doce puertas en la Nueva Jerusalén, tres
puertas en cada uno de los cuatro lados de la ciudad. Pero ¿no sabe usted que los tres
están en uno solo? ¿Qué es el tres? Es la impartición de la Deidad. En el arca hay una
sola apertura para la luz y una sola entrada para todos. Todos nosotros, incluyendo al
apóstol Pablo, pasamos por la misma puerta. Y esta puerta es Cristo.
5. El material: madera de gofer
El arca fue hecha con madera de gofer (6:14). ¿Cuál es la madera de gofer? Es un ciprés,
rico de resina; es una madera resinosa. Puede resistir las inclemencias del agua. Una
madera sin resina no puede resistir el ataque del agua. La madera de gofer podía resistir
el ataque de las aguas del diluvio. En Cantar de Cantares 1:17 habla del cedro y del
ciprés. En tipología, particularmente en Cantar de Cantares, el cedro representa al
Cristo resucitado. El Cristo resucitado es el cedro que crece en la cima del monte de
Líbano. El ciprés es una figura del Cristo crucificado. El Cristo crucificado puede resistir
las aguas de la muerte. El gustó la muerte, y la muerte no pudo hacerle nada. El arca de
madera de gofer pasó por el diluvio, y el diluvio la atacó continuamente, sin afectarla.
Esto representa la solidez de Cristo como el crucificado. Cristo es la verdadera madera
de gofer. El es el verdadero ciprés, lleno de resina y resistente a cualquier diluvio. Las
aguas del diluvio de muerte no pueden afectarlo.
6. Cubierta con brea por dentro y por fuera
Cristo no es solamente el crucificado, sino también quien derramó Su sangre para
cubrirnos de la culpa de nuestros pecados. Por tanto, el arca estaba cubierta de brea por
dentro y por fuera (6:14). La palabra hebrea traducida brea tiene la misma raíz que la
palabra hebrea traducida expiación. El significado principal de esta raíz hebrea es
“cubrir”. La palabra que se refiere al propiciatorio, la cubierta del arca del testimonio, se
deriva de la misma raíz. Eso significa que en Cristo estamos totalmente cubiertos. Todos
estamos cubiertos con Su redención. La muerte no puede afectarlo a El, y por tanto,
ninguna condenación ni juicio puede llegar a nosotros, porque nos hallamos cubiertos
por la redención de Cristo. La brea representa la obra redentora de Cristo, que cubre el
edificio de Dios por dentro y por fuera. La cubierta interior la vemos nosotros, y la
cubierta exterior la ve Dios. Quizás los que iban en el arca estaban atemorizados en su
interior cuando el diluvio atacaba el arca. Pero cada vez que miraban la brea que cubría
el arca por dentro, podían estar en paz. La brea untada por dentro del arca les
proporcionaba paz. La brea aplicada por fuera del arca servía para satisfacer a Dios. La
cubierta de brea por fuera también la veían Satanás y los ángeles. Es un cuadro de la
sangre. Cada vez que miramos la sangre, tenemos paz. Cada vez que Dios mira la sangre,
queda satisfecho. Cada vez que Satanás mira la sangre, queda incapacitado para atacar.
Cada vez que los ángeles miran la sangre, se regocijan.
7. Tipifica a Cristo
El arca en su totalidad representa a Cristo (1 P. 3:20-21). Cristo no es una canoa, sino un
arca. Una canoa es un tronco de madera que se ha vaciado; un arca se compone de
muchos pedazos unidos adecuadamente; es un edificio. Una canoa es una pieza
individual, pero un arca es una entidad corporativa. Mi Cristo es un arca. Nunca
podríamos estar a salvo en una canoa. Pero cuando estoy en el arca, puedo dormir bien,
por muy violenta que sea la tormenta. Estamos en el arca. Algunos cristianos quizás
tengan a Cristo como canoa, pero nuestro Cristo es un arca.
El arca tipifica a Cristo; por tanto, ¿cómo pudo Noé construirla? Es cierto, el arca fue
construida por Noé. Muchos cristianos solamente predican el evangelio, y esperan que
un día Dios traiga el arca de los cielos. Si usted dice que debemos construir el arca, es
decir, la salvación, la gente lo censurará, diciendo que “somos salvos por gracia, y no por
obras”. Noé fue salvo por medio del arca que él edificó con su labor. Filipenses 2:12-16
dice: “Llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en
vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito ... para que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida
y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; enarbolando
la palabra de vida”. ¿Qué significa “llevad a cabo vuestra salvación”? Significa enarbolar
la Palabra de vida, iluminar, brillar, expresar a Cristo. Esto se lleva a cabo porque Dios
realiza en nosotros tanto el querer como el hacer. Ya que Dios obra en nosotros,
nosotros tenemos que llevar a cabo nuestra salvación. Aunque ya fuimos salvos, Dios
sigue obrando en nosotros para que llevemos a cabo nuestra salvación. Miles de
personas fueron salvas, pero ¿cuántas de ellas tienen la vida que se describe en
Filipenses 2:15? Muchos no están llevando a cabo su salvación.
¿Estamos llevando a cabo nuestra salvación ahora? Noé edificó el arca que finalmente lo
salvó no solamente del juicio de Dios, sino también de esta generación torcida y
perversa. Debemos llevar a cabo esta clase de salvación. No tenemos duda alguna de que
fuimos salvos de la perdición eterna. Pero Noé no fue salvo solamente de la perdición,
sino también de esa era maligna y además fue trasladado a otra era. El arca que él
construyó puso fin a la vieja generación y trajo una nueva. Esta era la clase de salvación
que Noé estaba construyendo. No fue solamente la salvación que lo libró de la perdición
eterna, sino la salvación que lo rescató de esta generación torcida y perversa. Esta clase
de salvación no fue preparada solamente por Dios, sino que fue elaborada por medio de
la cooperación colectiva de los salvos.
Ningún salvo perecerá jamás. No obstante, necesitamos una salvación más profunda y
más elevada que nos libre de esta generación torcida y perversa. ¿Es usted salvo? ¿Qué
me dice de la era venidera? ¿Tendrá usted una parte en ella? ¿Estará allí cuando Cristo
vuelva y tome posesión de toda la tierra y ejerza Su poder y reine sobre ella? ¿Tendrá
usted parte en ese reino? Aunque todos fuimos salvos de la perdición eterna, muchos
entre nosotros no están laborando en algo que los saque de esta era maligna. El arca que
Noé construyó era la salvación que no sólo lo salvó del juicio de Dios, sino que también
lo separó de esta generación torcida y perversa y lo introdujo en una nueva era. En
cuanto al juicio de Dios, todos fuimos salvos, pero en cuanto a la economía de Dios, nos
hace falta algo. Dios condenó al mundo, pero usted sigue amando al mundo. Dios le
mandó que escapara de esta era, pero usted sigue en ella. Usted carece de la salvación
profunda y más elevada. La salvación mencionada en Filipenses 2 no es la salvación de
la perdición, sino de la generación torcida y perversa.
Mientras los apóstoles predicaban el evangelio, también edificaban el arca en la cual
disfrutarían de la plena salvación. ¿Qué era el arca? Era el Cristo corporativo. Mientras
los apóstoles predicaban al Cristo individual, construían al Cristo corporativo. Mediante
el Cristo corporativo, millares de personas no sólo fueron salvas del juicio de Dios, sino
también de esa generación torcida y perversa.
Si somos fieles a Dios hoy, debemos hacer lo mismo. Por una parte, predicamos el
evangelio; por otra, edificamos el arca. Lo que predicamos es lo que edificamos. Lo que
predicamos no es una teoría ni una doctrina. Predicamos lo que estamos edificando.
Con nuestra vida y obra, edificamos lo que estamos predicando a los demás. Con el
tiempo, entraremos en lo que edificamos. Otros también pueden entrar. El arca
edificada nos salvará de esta generación condenada. ¿No cree usted que estamos
edificando el arca? Estoy muy contento porque estamos construyendo el arca. Mis
amigos y parientes siempre me preguntan: “¿Qué estás haciendo?” Contesto: “Estoy
haciendo algo que ustedes difícilmente podrían entender. Sólo podrían entenderlo si
ustedes mismos participan de ello”. No solamente predicamos el evangelio sino que
también construimos lo que predicamos. ¿Predicamos a Cristo? Edificamos a Cristo y
también lo predicamos. Esto significa que vivimos por Cristo y con El. Expresamos a
Cristo, nos aferramos a El y lo expresamos. Esta es la edificación que llevamos a cabo.
Al mismo tiempo edificamos la iglesia. La iglesia es el Cristo corporativo (1 Co. 12:12)
que, en cierto sentido, es el arca de hoy. Millares de personas fueron salvas al entrar en
la vida de iglesia. Muchos pueden testificar que fueron salvos al entrar en la iglesia. A
pesar de haber sido salvos por muchos años, usted fue separado de este mundo torcido
cuando entró en la iglesia, y no antes. Esa arca corporativa lo separó. Cuando entramos
en la iglesia, nadie tuvo que pedirnos que saliéramos del mundo. Empezamos
simplemente una vida de iglesia, yendo de una reunión a otra. Con el tiempo,
desaparecieron el pelo largo y muchas otras cosas de esta era. Al participar de la vida de
iglesia, desaparecerá todo lo de esta era torcida. ¿Qué puede salvarnos de esta era
perversa? Iglesiar lo puede hacer. Estamos edificando el arca que nos puede salvar de la
era condenada por Dios a nosotros y también a otros.
8. No sólo para la humanidad,
sino también para todos los seres vivientes
El arca no solamente sirvió para salvar al hombre, sino también para salvar a todos los
seres vivos. ¿Qué significa eso? Hebreos 2:9 revela que Cristo gustó la muerte no sólo
por todos los hombres, sino también por todas las cosas, como lo indica el griego. Es por
eso que Colosenses 1:20 dice que Dios ha reconciliado todas las cosas consigo por medio
de Cristo. Las criaturas así como los seres humanos estaban en el arca. Cristo
experimentó una muerte todo-inclusiva por toda criatura, por todas las cosas. Por
consiguiente, el arca fue necesaria no sólo para la salvación del hombre, sino también
para la salvación de todos los seres vivos.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y UNO
SALVOS POR MEDIO DEL AGUA
D. Salvos por medio del agua
La salvación que Dios trajo a Noé consistió en librarlo no solamente del juicio, sino
también de esta generación torcida, perversa y maligna. Para ser salvo de esa era
maligna, él necesitaba ser salvo por agua. En 1 Pedro 3:20 dice explícitamente que Noé
fue salvo por agua. ¿Qué significa ser salvo por agua? Si queremos entender esto,
debemos conocer el trasfondo de la generación de Noé.
Noé vivía en una era torcida y perversa. Como resultado de la primera caída del hombre,
la naturaleza maligna de Satanás había sido inyectada en el hombre. En la segunda
caída, el hombre se alejó de la presencia de Dios y estableció la cultura humana. La
naturaleza maligna de Satanás fue inyectada en el hombre cuando éste cayó la primera
vez, y se desarrolló hasta constituir la cultura humana carente de Dios en la segunda
caída. En la tercera caída del hombre, la cultura produjo una generación maligna,
torcida, corrupta y perversa. Esa generación fue condenada a los ojos de Dios. Noé nació
en dicha generación. Dios había condenado a aquella generación, y el poder maligno de
las tinieblas estaba presente en la tierra. Cuando el hombre cayó por tercera vez, el
poder maligno de las tinieblas había corrompido la tierra y la había llenado de violencia.
Como resultado, Dios intervino y juzgó aquella generación y puso fin a esa era.
Quienquiera que viviese durante esa era se hallaba bajo dos cosas: el juicio de Dios y el
poder maligno de las tinieblas.
Vivimos en la misma clase de era. En Mateo 24 y Lucas 17 el Señor Jesús comparó
nuestra era con la de Noé. El trasfondo de Noé era exactamente el mismo que el nuestro;
aquella era prefiguraba nuestro trasfondo. Fíjense en la situación mundial de hoy;
indudablemente se encuentra bajo la condenación de Dios. Se halla también bajo el
poder maligno, la influencia maligna. Ningún joven y ningún adulto puede resistir el
poder maligno ni la influencia de la sociedad moderna. Los padres cristianos oran por
sus hijos aun antes de que nazcan. Consagran sus hijos al Señor e intentan ayudarles con
temor y temblor a que conozcan a Dios y se alejen de la influencia de este mundo de
tinieblas. No obstante, a los seis años de edad, los niños deben asistir a la escuela, y una
vez en la escuela, están expuestos a la influencia maligna de las tinieblas de esta era.
Casi todos los niños reciben algo de esta influencia. Nadie es inmune. Podemos ver que
existe ese poder maligno, la influencia maligna de las tinieblas, sobre esta tierra. Todos
están bajo el juicio de Dios y bajo el poder y las tinieblas del maligno. Por lo tanto, la
plena salvación de Dios no sólo nos libra de que El nos condene, sino también del poder
maligno y de la influencia de esta era tenebrosa. En el día de Pentecostés, Pedro exhortó
al pueblo: “Sed salvos de esta perversa generación” (Hch. 2:40).
Repito una vez más que casi todo lo que contiene el libro de Génesis constituye una
semilla que necesita desarrollarse. Ser salvos por medio del agua es un bautismo. En 1
Pedro 3:20-21 se revela que el agua por la cual pasó Noé tipificaba el bautismo.
Podemos considerarla la primera alusión al bautismo en la Biblia. Por tanto, fue la
semilla del bautismo. Esta semilla se desarrolló primeramente cuando los hijos de Israel
atravesaron el mar Rojo. En 1 Corintios 10:1-2 se nos dice que el paso del mar Rojo fue
un bautismo. El paso por las aguas del mar Rojo tipificaba claramente el bautismo en
agua. Más adelante, en la era neotestamentaria, lo primero que sucedió fue la
proclamación del bautismo en agua. Dios envió a Juan el Bautista para que lo llevara a
cabo. El vino con el propósito de bautizar a la gente con agua.
Consideremos ahora el caso de los israelitas. A pesar de ser el pueblo escogido de Dios,
ellos cayeron y fueron a dar a Egipto. Toda la nación egipcia se encontraba bajo el juicio
de Dios. Por vivir allí, los israelitas se encontraron también bajo juicio. Al mismo
tiempo, estaban bajo el poder de Faraón y de los egipcios. Al salir de Egipto no huían del
juicio de Dios, sino de Egipto. Este éxodo fue una liberación del cautiverio egipcio.
Veamos la salvación que disfrutaron los hijos de Israel. Primero, disfrutaron de la
redención de la sangre del cordero. Mataron corderos y untaron la sangre sobre los
dinteles de las puertas. De esta manera, los israelitas fueron cubiertos por la sangre
redentora y se salvaron del juicio de Dios. Cuando Dios ejecutó Su juicio sobre el país de
Egipto, los que estaban bajo la sangre fueron salvos. Los hijos de Israel fueron salvos del
juicio de Dios por la sangre. Después de eso, todos comieron la carne del cordero. El
propósito de aquello no era salvarlos del juicio, sino fortalecerlos para que salieran de
Egipto. Cuando comieron el cordero, calzaban sandalias, tomaban sus bastones, y
estaban listos para salir. Mientras comían, se preparaban para salir de Egipto.
¿Qué libró a los israelitas de Egipto y del poder de Faraón? Aunque Dios los salvó del
juicio, Faraón, el rey de Egipto, no quería dejarlos ir. Faraón tipificaba a Satanás.
Faraón, es decir, Satanás, parecía decirles: “Ustedes hijos de Israel fueron salvos del
juicio de Dios y comieron la carne del cordero. Están listos para marcharse. ¿Creen que
pueden salir tan fácilmente? Este es mi territorio; es mi poder, mi reino y mi imperio.
Aquí yo tengo el poder y no dejaré que se vayan”. Por tanto, Faraón envió su ejército a
detener a los israelitas. Pero Dios vino a liberarlos; no mandó ángeles ni fuego que
consumiera a Faraón y sus fuerzas, sino que abrió el mar Rojo para que lo cruzaran.
Después de que Su pueblo pasara el mar, los persiguió el ejército egipcio. Mientras
perseguían al pueblo de Dios y al estar en medio del mar, Dios le dijo a Moisés que
extendiera su brazo sobre el mar para que las aguas volviesen sobre los egipcios (Ex.
14:26). Moisés lo hizo, y el mar le obedeció. El ejército de Faraón y todo el poderío
egipcio quedaron sepultados. Los hijos de Israel fueron liberados. ¿De qué fueron
librados? No del juicio de Dios, sino del poder de Egipto y de Faraón, es decir, del poder
del mundo y de Satanás.
Los hijos de Israel disfrutaron de una doble salvación. El primer aspecto de su salvación
fue la sangre redentora, y el segundo aspecto fue el agua del juicio. ¡Aleluya por la
sangre que redime y por el agua que juzga! Sabemos lo que es la sangre redentora, pero
dudo que muchos sepan lo que es el agua del juicio. Para nosotros, el agua del juicio es
la cruz de Cristo. La muerte del Señor Jesús en la cruz es el agua del juicio. Una línea del
himno 142 en nuestro himnario dice: “Yo el mar Rojo al fin crucé”. La muerte del Señor
fue el agua del juicio. Satanás y el mundo fueron juzgados en la cruz. Cuando el Señor
Jesús estaba a punto de ir a la cruz, El declaró: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora
el príncipe de este mundo será echado fuera” (Jn. 12:31). Satanás y el mundo fueron
juzgados en la cruz.
El Señor salvó a Su pueblo del mundo juzgándolo. Dios ejecutó Su juicio sobre los
egipcios, y ese juicio fue una salvación para los israelitas. Para Satanás y su mundo, la
cruz fue un juicio; mas para nosotros, el juicio ejecutado sobre la cruz es una salvación.
No es una salvación de ser condenados por Dios, sino del poder de Satanás y de la
influencia maligna de esta era de tinieblas. Este asunto queda claro; así que, podemos
volver al caso de Noé.
1. Noé se salvó
del juicio de Dios,
por el arca cubierta de brea
Indudablemente Noé se encontraba bajo la condenación de Dios. El estaba también bajo
el poder maligno de la era en la cual vivía. Noé construyó un arca que estaba cubierta de
brea por dentro y por fuera. La brea tipificaba la sangre redentora. Por consiguiente,
Noé fue salvo del juicio de Dios por la brea que cubría el arca.
2. Noé se salvó
del mundo condenado,
por medio del agua del juicio
¿Qué salvó a Noé de esa era maligna? El diluvio que Dios envió como juicio sobre el
mundo maligno. Ese diluvio, ese juicio, separó a Noé de aquella era. El agua del mar
Rojo sepultó a los egipcios y separó a los hijos de Israel del mundo egipcio, y las aguas
del diluvio hicieron lo mismo con Noé. Por una parte, el diluvio juzgó la era maligna; y
por otra, separó a Noé de esa era. El agua que juzgó al mundo salvó a Noé de la
generación maligna. Como resultado de los dos aspectos de la plena salvación de Dios,
Noé fue salvo de la condenación de Dios y también de la generación maligna.
Casi ningún cristiano conoce el segundo aspecto de la obra salvadora de Dios. Un
cristiano verdadero sabe que la sangre nos libra de ser condenados por Dios, de perecer
eternamente. Le damos gracias a Dios por eso. Pero ¿cuántos cristianos alaban al Señor
por la salvación conferida por medio del agua? Yo lo hago mucho. Hace más de cuarenta
años, empecé a agradecer al Señor por la salvación recibida por medio de la sangre y por
la salvación recibida mediante el agua. “Gracias, Señor, porque fui salvo del juicio de
Dios y también del poder maligno de Satanás. ¡Aleluya, estoy fuera de Egipto!” Muy
pocos cristianos saben que han sido librados de la era maligna de este mundo, y por eso,
tengo la carga de que todos veamos el segundo aspecto de la plena salvación de Dios. La
gran obra salvadora de Dios no sólo nos salva de Su juicio, sino también del poder de
Satanás.
a. Dios condenó al mundo
y todas sus edades
Dios condenó al mundo y todas sus edades. Existe un solo mundo con muchas edades.
Tenemos la era de la moda pasada y la era de la moda moderna. Existe una era del pelo
corto y una era del pelo largo. Dios condena todas las eras. El mundo de la era de Noé
fue condenado (Gn. 6:11-13), y el mundo de la era egipcia también fue condenado (Ex.
14:26-28).
El mundo entero constituye un sistema satánico que ha clasificado a toda la humanidad.
El mundo tiene varios departamentos así como distintas eras. En la misma era tenemos
el departamento de educación, de economía, de religión, etc. Cada departamento
pertenece al sistema satánico que clasifica y organiza al hombre. El mundo entero y
todas sus épocas y departamentos se encuentran bajo la condenación de Dios (Jn. 12:31;
16:11). No obstante, mi intención es que simplemente veamos la condenación de Dios.
Sólo debemos mirarla y seguir adelante hacia la salvación que El nos da.
b. El pueblo de Dios fue salvo del mundo
por el juicio que Dios trajo sobre el mundo
El pueblo de Dios fue salvo del mundo por medio del juicio que Dios trajo sobre ése.
¿Con qué nos salva Dios del mundo condenado? Con lo mismo que El usó para juzgar al
mundo. El diluvio que Dios usó para ejecutar Su juicio sobre el mundo antiguo salvó a
Noé de ese mundo. El mar Rojo que Dios usó para juzgar a los egipcios salvó a los hijos
de Israel del poder maligno de aquéllos. La cruz con la cual Dios juzgó a Satanás y su
mundo también nos salva de este mundo que está bajo condenación.
Nosotros los cristianos somos salvos por la cruz de Cristo que juzga. La cruz ejecutó el
juicio de Dios sobre Satanás y el mundo. Nosotros fuimos salvos del juicio de Dios por la
sangre redentora de Cristo (Ro. 5:9). Fuimos salvos del mundo condenado por la muerte
de juicio de Cristo. Gálatas 1:4 dice: “El cual se dio a Sí mismo por nuestros pecados
para rescatarnos del presente siglo maligno”. Aunque Cristo murió por nuestros
pecados, la meta era librarnos del presente siglo maligno. He escuchado muchos
mensajes acerca de la muerte de Cristo que nos salva de los pecados, pero casi no he
oído ningún mensaje que explique que la meta de la muerte de Cristo era salvarme del
presente siglo maligno.
Dice en Gálatas 6:14: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. Para Pablo, el
mundo estaba en la cruz, y para el mundo, Pablo estaba en la cruz. ¿Está el mundo en la
cruz para usted? ¿Está usted en la cruz para el mundo? A nuestros ojos, el mundo debe
estar en la cruz. Ya fue crucificado. ¿Ama usted algo que ya fue crucificado? Para el
mundo, estamos en la cruz. A menudo he oído a los padres de un santo decir: “Mi hijo
está muerto”. Algunos maridos pueden decir que sus esposas están muertas, y algunas
esposas pueden decir que sus maridos están muertos. Esto es correcto. Todos los
esposos, las esposas, los hijos y las hijas que son cristianos han muerto. Hemos muerto
al mundo, y el mundo ha muerto para nosotros mediante la muerte de juicio de Cristo.
3. El bautismo por agua representa
la muerte de Cristo, la cual juzga
y nos salva del mundo que Dios condenó
Cuando usted es bautizado, queda sepultado. La sepultura es lo más eficaz para sacar del
mundo a la gente. Del mismo modo, ¿qué cosa es más eficaz que el bautismo para
sacarlo a uno del mundo? Supongamos que cierto hombre ama mucho al mundo, y que
está muy apegado al mundo. Su esposa, sus hijos y sus parientes lo aman. El tiene
dinero en el banco y varios negocios bajo su control. ¿Cómo puede ese hombre salir del
mundo? La sepultura es la manera más fácil. Cuando sus parientes lo hayan sepultado,
habrá acabado con el mundo. Por tanto, la sepultura es lo que más separa a una persona
del mundo.
¿Qué es el bautismo? Lamento decir que mucha gente cree que se trata de un rito con el
cual llegan a ser miembros nominales de alguna “iglesia”. Antes de experimentar el
verdadero bautismo, pasé por ese rito. Nunca deberíamos bautizar a la gente como si
fuese un rito. Cuando bautizamos a la gente, debemos orar y ejercitar nuestro espíritu
con autoridad y con el poderoso nombre del Señor Jesús. Entonces bautizamos a las
personas, y las ponemos en una “tumba”, las sepultamos. Este sepelio los separa del
mundo.
Fuimos bautizados en la muerte de Cristo (Ro. 6:3). Fuimos sepultados juntamente con
Cristo en el bautismo (Col. 2:12). Morimos y fuimos sepultados en cuanto a los
rudimentos de este mundo (Col. 2:20). Pasamos por las aguas del diluvio y por el mar
Rojo. Las aguas del diluvio que juzgaron la generación de Noé lo rescataron a él, y el mar
Rojo que juzgó a los egipcios rescató a los israelitas. Esta es la salvación que necesitamos
hoy en día. Cada cristiano necesita el segundo aspecto de la plena salvación de Dios. ¿Ha
disfrutado usted este aspecto de la obra salvadora de Dios? Puedo gritar y declarar: “¡Fui
separado de Egipto! ¡Fui separado de esta generación maligna, torcida y perversa!”
a. Tipificado por las aguas del diluvio
El bautismo por agua fue tipificado por el diluvio que salvó a Noé del presente siglo
maligno (1 P. 3:20-21). Noé fue bautizado en un bautisterio enorme y experimentó un
bautismo muy extenso. Duró por lo menos cuarenta días. El número cuarenta significa
prueba. Nadie pudo haber construido un bautisterio tan grande ni haber recogido tanta
agua. En la Biblia, la primera mención del bautismo fue un bautismo mundial. Nuestro
bautismo también debe ser así. Cuando usted entra en esa clase de bautisterio, no tiene
ninguna posibilidad de salir. Nos resulta fácil salir del bautisterio que tenemos en el
salón de reuniones, pero Noé no pudo salir del bautisterio donde fue bautizado. Noé fue
sepultado en una tumba del tamaño del mundo. Esta fue la semilla del bautismo. La
muerte de Cristo es todo-inclusiva. El bautismo basado en Su muerte abarca todo el
mundo, es universal, y está lleno de las aguas que juzgan y sepultan.
b. Tipificado por
las aguas del mar Rojo
Este bautismo por agua, que representa la muerte de Cristo, la cual juzga, también fue
tipificado por las aguas del mar Rojo que salvaron a los israelitas de la era egipcia (Ex.
14:26-28). Tenemos dos clases de bautismo por agua: el diluvio y el mar Rojo. En 1
Pedro 3:20-21 dice que el diluvio por el cual pasó Noé fue una figura del bautismo que
nos salva, y en 1 Corintios 10:1-2 se nos revela que el mar Rojo que atravesaron los
israelitas también fue un bautismo que salvó al pueblo de Dios del poder maligno, del
cautiverio del enemigo. Todas las ocupaciones mundanas, los placeres mundanos, las
diversiones y los deportes, quedaron sepultados en el mar Rojo de nuestro bautismo.
Esta clase de bautismo eficaz en el poder del Espíritu nos salva del mundo, de la era
maligna que Dios condenó y juzgó.
c. Representado por el lavacro,
el mar de bronce y el mar de vidrio
Aparte de las figuras que tipifican el bautismo, tenemos las señales bíblicas que
representan el significado del bautismo. El bautismo era representado por el lavacro del
tabernáculo (Ex. 30:18-21). En frente del tabernáculo se encontraba el lavacro. El área
que estaba fuera de la línea separadora del tabernáculo representaba al mundo.
Supongamos que alguien sale del mundo, desea ser un sacerdote y entra en la presencia
de Dios en el tabernáculo. Primero tendría que pasar por el altar, el cual representa la
cruz de Cristo. En el altar se presentaban las ofrendas por los pecados. Después de pasar
por el altar, se eliminaban sus pecados y era salvo. Muchos cristianos piensan que
después de pasar por el altar, él podía entrar inmediatamente en el lugar santo que
estaba dentro del tabernáculo. Pero dicha persona no podía moverse tan rápidamente,
pues después de pasar por el altar, necesitaba lavarse en el lavacro. El lavacro no
eliminaba sus pecados. Los pecados ya habían sido eliminados en el altar. El lavacro
eliminaba la suciedad de la tierra. La persona necesitaba ser lavada, porque traía sobre
sí la suciedad de la tierra. El lavamiento del lavacro quitaba esa suciedad. La sangre
estaba en el altar, y no en el lavacro. Después de que los pecados eran eliminados en el
altar y de que la suciedad terrenal era quitada en el lavacro, entonces el hombre podía
entrar en el lugar santo y entrar en la presencia de Dios.
Muchos cristianos no pueden entrar en la presencia de Dios. Si bien fueron salvos en la
cruz, ellos creen que existe todavía una separación, una barrera, que les impide entrar
en la presencia de Dios. ¿Qué es eso? Es la suciedad del mundo. Carecen del lavamiento
que produce el lavacro, el cual les quita la suciedad del mundo. En otras palabras, sus
pecados fueron eliminados en la cruz, pero el mundo que traen consigo no fue sepultado
debajo del mar Rojo. El lavacro es una señal del bautismo, del diluvio y del mar Rojo.
El mismo principio se aplica al mar de bronce y a los diez lavacros asociados con el
templo. Cuando los hijos de Israel se establecieron en la tierra de Canaán, construyeron
un templo. Junto con el templo, construyeron un mar de bronce y diez lavacros (1 R.
7:23, 38). El bronce representa el juicio. El mar de bronce y los diez lavacros indican la
plenitud de la realización del bautismo. Usted no puede entrar en la presencia de Dios
antes de pasar por el verdadero significado del bautismo, es decir, antes de ser sepultado
para el mundo.
Por ejemplo, debemos sepultar nuestra actividad mundana de salir de compras. Al leer
este mensaje, su espíritu tal vez le diga que tiene un problema con las compras. Usted no
va de compras bajo la dirección del Señor. Por supuesto, no hay ningún problema si
usted va de tiendas guiado por el Señor. Pero si no lo hace bajo la dirección del Señor,
estará muerto durante unos días. No podrá orar debidamente ni entrar en la presencia
del Señor durante ese tiempo. Usted puede argumentar que no hay nada malo en
comprar una prenda de vestir. Aunque no haya nada inmoral, su espíritu le dice que
mientras lleve esa prenda no podrá orar con la presencia del Señor. Aunque quizás
pueda orar sin sentir la presencia del Señor, no puede entrar en la presencia de Dios
antes de quitarse esa prenda. Si lo hace, estará libre. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Debemos lanzarnos al mar de bronce.
El bautismo también es representado por el mar de vidrio (Ap. 4:6). En el capítulo
cuatro de Apocalipsis, Juan estaba en el espíritu y vio el trono de Dios. En frente del
trono había un mar de vidrio. ¿Qué significa eso? El bronce denota el juicio, y el vidrio
indica estar expuesto. Lo que se lavaba en el lavacro o en el mar de bronce no podía
verse desde el lado; pero lo que se lavaba en el mar de vidrio era visible porque el mar de
vidrio es transparente. En Apocalipsis 15:2 el mar de vidrio se ve mezclado con fuego.
Esto también es una señal del bautismo universal. El mar está mezclado con fuego. Por
supuesto, un mar contiene mucha agua, pero este mar está mezclado con fuego. ¿Qué
significa esto? Dios juzgó la primera creación por causa de la caída de Satanás y la caída
del hombre. Dios ha juzgado continuamente desde el principio. Dios juzgó la era
preadamítica con agua. También juzgó la era adámica con agua en la época de Noé. Pero
después del diluvio, Dios dijo que jamás volvería a juzgar al mundo con el agua (Gn.
9:11). El juzgará por fuego. Por tanto, en Apocalipsis 15:2, el mar está mezclado con
fuego; el fuego arde en el mar. Las dos clases de juicio que Dios ejerció sobre la creación
caída son: el juicio por agua y el juicio por fuego. El mar de vidrio mezclado con fuego
tendrá su consumación en el lago de fuego (Ap. 20:10, 14-15). Todo lo que fue sepultado
cuando usted fue bautizado irá al lago de fuego.
Apocalipsis 15:2-3 revela que los salvos están sobre el mar de vidrio, regocijándose y
cantando. Cantan dos cánticos: el cántico de Moisés, que fue cantado por primera vez a
la orilla del mar Rojo, y el cántico del Cordero. Cantan el cántico de Moisés porque
Moisés los hizo pasar el mar Rojo, y cantan el cántico del Cordero de Dios porque El los
hizo pasar el mar del bautismo. Por tanto, todos los salvos se hallan en el mar de vidrio.
Este es el bautisterio universal. Al final, todas las cosas creadas serán quemadas (2 P.
3:6-7, 10, 12). La creación entera pasará por el bautismo, y la vejez será quemada y
lavada por el fuego consumidor en el lago de fuego. Este es el bautisterio universal.
d. En el cielo nuevo y la tierra nueva
no habrá mundo ni habrá agua de juicio
Al final, el cielo nuevo y la tierra nueva, la nueva creación, serán llevados a la presencia
de Dios, y la Nueva Jerusalén descenderá. La presencia de Dios se encontrará allí. Ya no
habrá mar (Ap. 21:1). El lago de fuego será la consumación de todos los bautismos en el
transcurso de las edades. Todo lo demás estará en presencia de Dios, quien hará de la
Nueva Jerusalén Su morada eterna. Por tanto, ser salvos por medio del agua significa
que todo lo que no sea de Dios y no esté destinado a El debe ser eliminado por el diluvio.
Finalmente, este diluvio se mezclará con el fuego y llegará a su consumación en el lago
de fuego. Nosotros los que hayamos sido lavados de todo lo que no es Dios estaremos en
la consumación de la Nueva Jerusalén.
El principio es el mismo en la vida de la iglesia hoy en día. La iglesia es la Nueva
Jerusalén en miniatura, y el bautisterio es una figura del lago de fuego. Cada bautismo
es un cuadro que nos muestra cómo todas las cosas negativas sepultadas en el
bautisterio irán al lago de fuego. Permítanme preguntarles: ¿dónde están sus compras
mundanas? ¿Dónde están sus nuevas modas? ¿Dónde están su pelo largo y sus faldas
cortas? Están en el bautisterio. El bautisterio trasladará esas cosas al lago de fuego. Este
es el significado de ser salvos por medio del agua. Esta salvación pondrá fin a la era vieja
y traerá la nueva era. Esta salvación nos sacará de la generación vieja, torcida y perversa
y nos introducirá en el reino de Cristo. Por consiguiente, el próximo mensaje hablará de
la vida del reino en resurrección.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y DOS
LA VIDA EN RESURRECCION
(1)
En el mensaje anterior, vimos que Noé y quienes le acompañaron en el arca, pasaron
por las aguas del diluvio. Como ya vimos, el paso por el agua tipifica el bautismo del
Nuevo Testamento. Después del diluvio, el arca reposó sobre los montes de Ararat (Gn.
8:4). Eso también fue una señal, un tipo, una sombra de la resurrección de Cristo. La
Biblia revela que el arca tipifica a Cristo. El paso del arca por el agua representa el paso
de Cristo por las aguas de la muerte bajo el juicio de Dios. Al posarse el arca sobre las
montañas, se indica que Cristo salió en resurrección de las aguas de muerte.
E. La vida en resurrección
La Biblia es maravillosa. Génesis 8:4 revela que el arca se posó sobre los montes de
Ararat en el séptimo mes, a los diecisiete días del mes. Si leen la Biblia detenidamente y
consideran la historia y consultan en los mejores diccionarios de los idiomas originales,
se darán cuenta de que en Egipto durante la Pascua, el séptimo mes fue cambiado y vino
a ser el primero (Ex. 12:2). Los judíos tienen dos clases de calendarios: el calendario civil
y el calendario sagrado. El calendario civil era el antiguo, y el calendario sagrado era el
nuevo, que empezó con la Pascua. Cuando Dios les pidió a los israelitas que celebrasen
la Pascua, El les dijo que aquel mes había de ser contado como el primero del año. En
hebreo, el nombre de aquel mes era Abib (Ex. 13:4), que significa nueva espiga de maíz
que germina o brota. Esto significa que Dios consideraba la Pascua como un nuevo
comienzo de vida. ¿Por qué hago notar esto? Porque el Señor Jesús fue crucificado el día
de la Pascua, el día catorce del mes (Ex. 12:6; Jn. 18:28). El calendario sagrado indica
que El fue crucificado el primer mes, y el calendario civil muestra que lo fue el séptimo
mes, el mismo mes cuando reposó el arca en el monte. El Señor fue crucificado el día
catorce de aquel mes y fue resucitado tres días después. Por tanto, el calendario sagrado
indica que Cristo resucitó el día diecisiete del primer mes. Según el calendario civil,
ocurrió el día diecisiete del séptimo mes, el mismo día en que el arca reposó sobre los
montes de Ararat. Por tanto, en ese primer tipo, en que el arca se posó sobre el monte,
vemos la fecha exacta de la resurrección de Cristo. ¡Esto es maravilloso!
En 1 Pedro 3:20-21 Pedro relaciona la resurrección de Cristo con el arca. El dijo que
“ocho almas, fueron llevadas a salvo por agua. Esta os salva ahora a vosotros, como
antitipo, en el bautismo ... por medio de la resurrección de Jesucristo”. La figura del
bautismo también nos salva mediante la resurrección. Repito que el reposo del arca
sobre la cumbre del monte representa la salida de Cristo de las aguas de muerte al
resucitar. El mes y el día de estos dos eventos fueron idénticos.
1. Una sombra de la iglesia
a. Resucitados juntamente con Cristo
¿Qué encuentra usted después de la resurrección? Vemos una nueva vida. Noé y las siete
personas que le acompañaban tenían una nueva vida. También quisiera llamarles la
atención al hecho de que fueron ocho las personas que estuvieron en el arca. El número
ocho representa la resurrección. Una semana tiene siete días, y el comienzo de una
nueva semana es el octavo día. Cristo resucitó el primer día de la semana, es decir, el
octavo día (Jn. 20:1). Por tanto, el número ocho representa la resurrección. En esta
nueva vida el pueblo se halla en resurrección. Todo lo que hace se encontraba en
resurrección.
Son pocos los cristianos que entienden el verdadero significado de la tipología de este
pasaje de la Palabra. Debemos entender este pasaje según la tipología. Todos los
cristianos están de acuerdo en que el arca tipifica a Cristo, y 1 Pedro 3:20-21 nos revela
claramente que el paso por el diluvio prefigura el bautismo. Basándonos en ambos
hechos, debemos entender que todo lo relacionado con Noé y las siete personas que
estaban con él después del diluvio también debe formar parte del tipo completo, y debe
formar un cuadro entero del tipo. No deberíamos detenernos en el bautismo tipificado
por el diluvio, ni en la resurrección de Cristo representada por el arca que reposó sobre
el monte. ¿Qué diremos de la vida que esas ocho personas llevaron después del diluvio?
En otras palabras, ¿qué podemos decir de la vida de las personas después de la
resurrección? ¿Qué representa la vida que esas ocho personas llevaron después del
diluvio? Representa la vida de la iglesia. Después de la resurrección, la vida del pueblo
resucitado fue la vida de la iglesia. Es muy lógico. Las ocho personas que estuvieron en
el arca nos representan a nosotros los creyentes neotestamentarios.
Quisiera dirigirme a los jóvenes. Cuando yo era un cristiano joven, usaba mucho mi
intelecto para tratar de comprender las afirmaciones bíblicas según las cuales estamos
en Cristo. Intenté averiguar cómo podemos estar en Cristo. No podía ver esta realidad ni
entender su significado. Un día, mientras consideraba lo que tuvo que pasar el arca de
Noé, el Señor me mostró que las ocho personas que estuvieron en el arca constituían un
cuadro que indicaba la manera en que estamos en Cristo. Estas ocho personas estaban
en el arca cuando ésta pasó por el diluvio. En consecuencia, ellos también pasaron por el
diluvio en el arca, pero ellos mismos no tuvieron contacto con el diluvio. Fue el arca la
que resistió las aguas del diluvio. Esto explica la manera en que la crucifixión de Cristo
puede ser nuestra y cómo fuimos crucificados nosotros en Cristo. Cuando el arca salió
del diluvio, las ocho personas también salieron. Cuando el arca se posó sobre la cumbre
del monte, las ocho personas también fueron resucitadas y se posaron sobre la cumbre
del monte en el arca. Efesios 2:6 dice que fuimos resucitados juntamente con Cristo.
Antes de nacer, ya habíamos resucitado. Cuando Cristo fue resucitado de las aguas de
muerte, nosotros estábamos en El. Por consiguiente, quienes estamos en la iglesia
somos personas resucitadas.
Si miramos el cuadro presentado por la tipología, veremos que la iglesia es otra
comunidad; no es la vieja sociedad. La vieja sociedad fue sepultada. Cuando fuimos
bautizados, sepultamos a la vieja comunidad. El diluvio vino y sepultó la vieja
comunidad de Noé, y sólo ocho personas fueron resucitadas. Ahora la vida de estas ocho
personas que estaban en la nueva línea debe tipificar la vida de iglesia. Somos quienes
constituyen la iglesia, y este pueblo es un pueblo resucitado. Somos otra comunidad,
otra sociedad. La vida de iglesia es una nueva comunidad.
Después del diluvio, las ocho personas que fueron salvas mediante el arca empezaron
una nueva vida. Antes del diluvio, vieron muchas cosas malignas e impías. Pero ellos
fueron salvos, separados, resucitados e introducidos en una nueva vida. Esa nueva vida
tipificaba la vida de iglesia. Aparte de las demás semillas sembradas en el libro de
Génesis, la semilla de la vida de iglesia también fue sembrada allí. Cada parte de la vida
de las ocho personas prefiguraba una parte de la vida de iglesia.
b. Los carnales, representados por el cuervo,
vuelven al mundo juzgado por Dios
Antes de que las ocho personas iniciaran su nueva vida en la nueva tierra, Noé hizo
algunas pruebas. El mandó un cuervo y una paloma (8:7-12). Los cuervos representan a
los carnales. Si usted lee Levítico 11 detenidamente, descubrirá que los cuervos son aves
inmundas. Las aves inmundas son impuras porque comen animales muertos y
cadáveres. En otras palabras, comen muerte. Son impuras porque se alimentan de
muerte. La muerte es inmunda a los ojos de Dios. Según el Antiguo Testamento, cuando
una persona tocaba muerte, inmediatamente se volvía impura. Las aves impuras comían
muerte, pero las aves puras comían grano y cereales. Los granos contienen vida. Las
aves puras son limpias porque se alimentan de vida. A los ojos de Dios, la vida es lo más
puro que hay, y la muerte lo más impuro. ¿Come usted muerte o vida? ¿Come cadáveres
o semilla? Todo aquel que come carroña es un cuervo, y quienquiera que come semilla
es una paloma.
Noé fue sabio y envió primero un cuervo. Cuando el cuervo salió del arca, sintió como si
hubiera salido de una jaula. El vio los cadáveres flotando sobre el agua del juicio y
empezó a alimentarse de ellos. Cuando él estaba confinado en el arca, no tenía ninguna
oportunidad de comer carroña, porque no había muerte en el arca. No obstante, al salir
del arca, vio que la superficie de las aguas estaban llenas de cadáveres, llenas de muerte.
¿Qué significa eso? Significa que dentro de la iglesia no hay muerte y que allí todos los
cuervos se mueren de hambre. En la iglesia, la gente que come muerte se muere de
hambre. Un día, con la primera oportunidad de salir, los cuervos se marcharán y
empezarán a comer cadáveres. En el transcurso de los años, he visto a muchos
“cuervos”. Estuvieron un tiempo en la vida de la iglesia, pero salieron y estuvieron en
contacto con el mundo juzgado por Dios y empezaron a alimentarse de cadáveres. Todo
aquel que ama al mundo condenado es semejante a un cuervo que se alimenta de las
cosas de muerte. Aún Demas, quien estuvo con el apóstol Pablo anteriormente, amó al
mundo y rechazó a Pablo (2 Ti. 4:10). Amar al mundo significa alimentarse de las cosas
muertas condenadas y juzgadas por Dios.
c. Las personas espirituales,
representadas por la paloma,
se quedaron en la vida de iglesia y
se preocuparon por la vida en el Espíritu
Después de enviar Noé un cuervo, envió una paloma. La paloma no pudo encontrar
lugar de reposo, porque la tierra todavía estaba llena de aguas de muerte. Por tanto,
puesto que no había lugar para la paloma, ésta volvió al arca (8:9). Después de siete
días, Noé envió nuevamente la paloma, y esta vez regresó con una hoja fresca de olivo
(8:11). En tipología, el olivo representa el Espíritu, y la hoja de olivo fresca y nueva
representa la nueva vida en el Espíritu. La paloma vio la hoja fresca de olivo y la
arrancó. Fue una señal de vida.
Se necesita una hoja fresca de olivo para abrir una nueva oportunidad a la iglesia. Si
vamos a establecer una iglesia en cierta ciudad, debemos mandar una o dos “palomas”
para ver si hay alguna hoja fresca de olivo. En caso de que haya, se puede llevar la vida
de iglesia en esa ciudad. De otro modo, las “palomas” deben volver al arca. Cuando Noé
mandó a la paloma por tercera vez, ésta no regresó, porque la tierra de la vida había
emergido. Esta es una señal de que podemos tener la vida de iglesia. Supongamos que
algunos santos intentan empezar la vida de iglesia en una ciudad. Deben averiguar si las
aguas de muerte anegan la ciudad o si van bajando. Si el agua ha bajado y algunos olivos
brotan con hojas frescas, eso puede ser una señal de que la iglesia debería estar allí.
Deben esperar que las aguas de muerte bajen y que la tierra aparezca. Para ellos, será
tiempo de empezar la vida de iglesia. Antes de empezar la vida de iglesia en un lugar,
debemos actuar conforme al mismo principio, y ver si la situación es propicia para la
vida de iglesia.
d. El ofrecer Cristo a Dios es representado
por las ofrendas y mediante la cruz
representada por el altar
¿Qué hicieron los resucitados después de salir del arca y empezar su nueva vida? La
primera cosa que hicieron al salir del arca fue construir un altar y ofrecer sacrificios a
Dios (8:20-22). En la vida de la iglesia, lo primero no debería ser el trabajo, sino el
ofrecer a Cristo ante Dios mediante la cruz. Noé construyó un arca y ofreció sacrificios a
Dios (8:20). Tanto el altar como los sacrificios son tipos. El altar tipifica la cruz de
Cristo, y los sacrificios tipifican los distintos aspectos de Cristo. Debemos ofrecer a
Cristo en diferentes aspectos a Dios. Debemos ofrecerle a Dios el Cristo que hemos
experimentado. Si experimentamos a Cristo como el holocausto, entonces debemos
traerlo a Dios y ofrecérselo. Dios quiere que le llevemos a Cristo. Experimentar a Cristo
y traer a Dios el Cristo que hemos experimentado agrada a Dios. Debemos ofrecer a
Cristo ante Dios para Su satisfacción. En la vida de iglesia, debemos prestar atención a
eso. Debemos aprender cómo experimentar a Cristo, llevarlo a Dios, y compartirlo con
El. Esto es lo que Dios acepta.
Ofrecemos a Cristo ante Dios por medio de la cruz. No labore; vaya a la cruz. No intente
hacer nada ni comportarse bien; sólo vaya a la cruz. ¿Qué hará la cruz por usted? Hará
una sola cosa: lo crucificará. Antes de hacer algo por Dios, debe ir a la cruz y permitir
que ella obre en usted. Si un joven desea obedecer los mandamientos y honrar a sus
padres, primero debe permitir que la cruz obre en él. Si un marido desea amar a la
esposa, también debe ser crucificado. Ocurre lo mismo con una esposa que procura
someterse a su marido. ¿Va usted a obrar para Dios? Antes de obrar por El, debe ir a la
cruz y ser crucificado. A la larga, no habrá ninguna labor, servicio ni comportamiento
naturales. Después de pasar por la cruz, lo único que permanece es Cristo. Ese Cristo
será un olor fragante para Dios.
1) Satisfacer a Dios
Cuando nosotros, mediante la cruz, ofrecemos a Dios el Cristo que hemos
experimentado, Dios queda satisfecho. Todos debemos ser crucificados en el altar para
ofrecer al Cristo que hemos experimentado en nuestra vida diaria. Cuánto agradezco al
Señor porque en el transcurso de los años, las iglesias en este país han practicado estos
dos puntos. Somos crucificados y también experimentamos a Cristo, llevándolo a Dios y
compartiéndolo en presencia de Dios. Cuando nos reunimos de esta manera, tenemos la
seguridad de que Dios está satisfecho. ¿Cómo sabemos que El está satisfecho? Porque
nosotros estamos satisfechos. Cuando usted tiene hambre, puede estar seguro de que
Dios también tiene hambre. Cuando no está contento, Dios tampoco lo está. Pero
cuando usted está satisfecho, el Dios a quien ofrece Cristo también queda satisfecho.
Cuanto más trabaje usted por su cuenta, más insatisfecho estará. Cuanto más intente
comportarse bien por sus propios medios, más sentirá hambre y sed. No obstante,
cuando sea clavado en la cruz y experimente plenamente a Cristo, estará lleno, contento
y satisfecho. Dirá: “Aleluya. Estoy lleno y satisfecho. Estoy en paz. Tengo alimento y
agua. Lo tengo todo. Esto indica que Dios está satisfecho.
2) Alejar la maldición
El ofrecer Cristo a Dios por medio de la cruz aleja la maldición. Como resultado de la
primera caída del hombre, éste quedó bajo maldición (3:17). ¿Qué es la maldición? La
maldición, a la larga, es la muerte. La muerte, incluyendo todos los demás sufrimientos,
es la consumación de la maldición. Al ofrecer a Cristo ante Dios por medio de la cruz
alejamos la maldición. Esto significa que alejamos la muerte. Todos los chismes, las
murmuraciones, las críticas, las quejas, etc., son señales de la maldición de la muerte.
Todo eso queda eliminado al experimentar a Cristo mediante la cruz. Si no
experimentamos a Cristo por medio de la cruz, estamos bajo la maldición de la muerte,
las murmuraciones, los chismes, las críticas y las quejas. Entonces, si vamos a la reunión
de la iglesia, estaremos bajo la maldición de muerte. Cuando llegamos a una reunión y
sentimos que la reunión está en muerte, significa que la reunión está en cierta medida
bajo maldición. Pero cuando llegamos a una reunión llena de vida, y sentimos que hay
algo viviente, encendido y resplandeciente, allí no hay maldición. La maldición es
alejada. En lugar de la maldición de la muerte, recibimos la bendición de la vida. En la
Biblia la consumación de la maldición es la muerte, y la bendición más grande es la vida.
La vida es la bendición dispuesta por Dios (Sal. 133:3). En una buena reunión de iglesia,
la muerte es sorbida y la maldición alejada.
3) Traer bendición a la tierra
Al ofrecer a Cristo ante Dios por medio de la cruz viene bendición a la tierra (8:22).
Génesis 8:22 menciona ocho puntos. El primero es el tiempo de sembrar la semilla. En
la vida de iglesia debemos sembrar a Cristo en los demás. Debemos predicar el evangelio
y ministrar a Cristo como semilla de vida a los demás. Cuando lo sembramos a El,
tenemos el tiempo de siembra. Después viene la cosecha. El tiempo de siembra es el
comienzo, y la cosecha es la consumación, o sea el tiempo de la siega. No sólo
ministramos Cristo a los demás, sino que también traemos la cosecha. Traer a un
convertido, en quien vive Cristo, es nuestra cosecha.
El tercer y cuarto artículos son el frío y el calor. Si usted quiere estar sano, el mejor lugar
para vivir es donde haga frío en invierno y calor en verano. No debemos estar tibios. Por
una parte, la iglesia debe estar fría: fría para con Satanás, el pecado y el mundo. Para
Satanás, el pecado y el mundo, nosotros somos semejantes a una montaña de hielo.
También debemos ser fríos para con el yo, la carne, la vida anímica y todas las demás
cosas negativas. Podemos decir: “Satanás, ven aquí. Te congelaremos hasta que
mueras”. Por otra parte, debemos ser ardientes y calentar a los demás. Génesis 8:22
también habla del verano y del invierno, del día y de la noche. Esta es la bendición de
vida.
En la vida apropiada de iglesia, debe haber frío e invierno para Satanás y noche para
dormir. También debemos tener el calor, el verano, y el día para nuestro Dios. Esta es la
bendición. Examinen la sociedad actual. No hay frío ni calor ni verano ni invierno ni día
ni noche. La gente que va a los clubs nocturnos, cambia la noche por el día y el día por la
noche. Por no tener ellos la vida apropiada, están bajo maldición. En la iglesia debemos
llevar la vida apropiada bajo la bendición de Dios. A diferencia de nosotros, la gente del
mundo no está acostumbrada a la vida de iglesia. Nosotros los que estamos
acostumbrados a la vida de iglesia estamos verdaderamente bajo la bendición de Dios,
tanto en el plano espiritual y mental, como en el plano físico. Todos los que constituyen
la iglesia se mantienen sanos porque se encuentran bajo la bendición de Dios por medio
de la vida de iglesia. Entre los santos en la iglesia, muchos pueden testificar que antes de
entrar en la vida de iglesia estaban débiles y enfermizos. Muchos estaban enfermos
mentalmente, pero después de estar en la vida de iglesia llegaron a ser sobrios y sanos.
Esta es la bendición. Esta bendición viene al ofrecer a Cristo delante de Dios por medio
de la cruz. Hermanas, si ustedes quieren estar sanas, deben experimentar a Cristo y
ofrecerlo a Dios por medio de la cruz. Si usted vive de esta manera por un tiempo, se
fortalecerá mucho y obtendrá sobriedad mental. Cada hermana joven que viva así,
estará sana en su mente y también en sus emociones. La mayoría de las mujeres jóvenes
están enfermas en su parte afectiva o en su mente. Ningún psiquiatra las puede ayudar.
Pero si usted experimenta la vida de iglesia, el mismo Cristo que usted ofrece a Dios lo
sanará. Es mejor que cualquier psiquiatra. No acuda a un psiquiatra; vaya a Cristo y
ofrézcalo a Dios. Entonces estará sano, será sobrio y equilibrado en sus emociones. La
vida de iglesia, por ser la vida apropiada, trae la bendición de Dios. La paz, el gozo, el
amor, la comprensión, la bondad y el vivir normal son señales de la bendición de vida
que viene al experimentar a Cristo mediante la cruz.
e. Cumplir el propósito de Dios
La vida de iglesia vuelve al principio para cumplir el propósito de Dios (9:1-2, 6-7). En el
principio estaban la expresión de Dios y la representación de Dios (1:26). Dios creó al
hombre a Su imagen para que éste lo expresara a El, y le dio la comisión de que ejerciera
Su señorío para representarlo a El. El hombre le falló a Dios en eso. Por tanto, Dios
salvó a ocho personas por medio del agua y las introdujo en la nueva era en
resurrección. Entonces Dios repitió Su meta a la humanidad resucitada. Esta es la vida
de iglesia. En la vida de iglesia, hemos vuelto a la meta original de Dios: que el hombre
lo exprese y lo represente a El. Ahora en la vida de iglesia expresamos a Dios y lo
representamos.
La iglesia aun puede y debe ejercer su autoridad celestial y estar por encima de la
situación mundial actual. Debemos decirle al Señor: “Señor, no estamos de acuerdo con
la situación del mundo actual. Debe servir para Tus intereses”. Debemos ejercitar
nuestro espíritu y declarar estas cosas a todo el universo. La iglesia tiene el derecho de
hacerlo. Lamento decir que la mayoría de los cristianos han perdido esta visión. No
entienden que la iglesia tiene este derecho.
Somos un pueblo resucitado, un pueblo que ha vuelto de la caída al principio. Caímos en
Adán, pero fuimos recobrados en Cristo. En Cristo, hemos regresado al principio para
expresar y representar a Dios. En la vida de iglesia tenemos la vida que expresa a Dios.
Podemos decirle a la gente: “¿Quiere ver usted a Dios? ¿Desea conocerlo? Venga a la
iglesia y lo verá. En la iglesia usted verá la expresión de Dios”. Además, la iglesia fue
autorizada para representar a Dios en esta era sobre la tierra. Somos embajadores de
Cristo (2 Co. 5:20). Cuando usted ore al Señor, quien tiene la autoridad y la soberanía
sobre todo el universo, no lo haga a modo de lamento ni de súplica. Usted debe orar
ejerciendo y declarando esta autoridad, pues usted tiene autoridad. Con la oración,
debemos expresar nuestra actitud, diciendo: “No estamos de acuerdo con las maldades
que suceden en este país”. El Señor honrará esta clase de oración porque nosotros los
que estamos en la vida de iglesia somos los representantes de Dios.
Génesis 1:26 dice que el hombre fue hecho a la imagen de Dios. Colosenses 3:10 nos dice
que la iglesia es el nuevo hombre creado conforme a la imagen de Dios. Esto significa
que la vida de iglesia reemplaza al Adán caído. Adán perdió su posición, y la iglesia fue
puesta allí en lugar de él. Ahora la iglesia es el sustituto de Adán para ejercer la
autoridad divina sobre todas las cosas. Después del diluvio, Dios le dijo a Noé que todos
los seres vivos estaban en su mano (9:2). En los tiempos de la creación y de la
resurrección, todos los seres vivos estaban destinados a estar bajo la autoridad del
hombre. No estaban destinados a estar bajo la autoridad del hombre caído, sino bajo la
autoridad del hombre resucitado. En la vida de iglesia, somos ese hombre resucitado.
¿Es usted un hombre caído o un hombre resucitado en la vida de iglesia? Todos
debemos resucitar y decirle al enemigo que no estamos de acuerdo con sus maldades y
que él debe apartarse de nosotros. A menudo es necesario que oremos así. Debemos orar
de esta manera en las reuniones de oración de la iglesia. A veces los “cuervos” no sólo
comen cadáveres, sino que vuelven y perturban la vida de iglesia. Por tanto, debemos
ejercer la autoridad y decir al enemigo que no estamos de acuerdo con estas molestias y
que no las permitiremos. Tenemos derecho a decir esto porque fuimos puestos en la
posición de representantes de Dios. Fuimos establecidos en la posición original del
hombre. Esta es la vida de iglesia. No sólo vivimos, sino que también gobernamos. Una
iglesia en una localidad determinada debe gobernar esa localidad. Si la iglesia está en la
posición correcta, tiene la autoridad de gobernar cualquier situación.
f. Vivir bajo el pacto de Dios
1) No vendrá otro juicio de muerte
Entonces Dios hizo un pacto con Noé, con su simiente y con todos los seres vivos (9:811). Este pacto tenía un solo aspecto: que jamás la muerte vendría por las aguas de
muerte. Este pacto tipifica principalmente el hecho de que en la vida de iglesia, ya no
hay muerte, sino vida. Las ocho personas vivieron bajo ese pacto. Por no compartir el
trasfondo de ellos, nos resulta difícil entender lo que sintieron al salir del arca.
Supongamos que usted es una de las nueras de Noé. Después de salir del arca, todavía
tendría miedo, pensando que el diluvio podría volver al poco tiempo. Tal vez usted se
diría a sí mismo: “Antes del diluvio, me sentía seguro. Miraba al cielo, y lo hallaba
diáfano. Yo estaba confiado porque el cielo estaba despejado. No sentía miedo. Ahora,
después de pasar por el diluvio, no tengo ninguna seguridad. El cielo está despejado,
pero tal vez vuelva el diluvio”. Ellos no sentían ninguna seguridad; estaba atemorizados
y amedrentados. Esto significa que después de ser salvos e introducidos en la vida de
iglesia, seguimos en peligro de morir. Muchos están en peligro por los pecados
habituales y por la posibilidad de enojarse. Aborrecen su ira. Hace dos semanas, su cielo
estaba despejado, pero de repente hubo un trueno y un gran aguacero; es decir,
perdieron la paciencia. Cuando eso sucede, tienen miedo. Muchos santos me han dicho:
“Hermano, la vida de iglesia es muy buena. Pero no tenemos la fe ni la certeza de que
cada día será igual. Hoy soy bueno con mi esposa, pero quizás después de dos días me
enoje y estaré arruinado. No tengo ninguna seguridad, ninguna paz. Estoy lleno de
temores”. Algunas hermanas no sienten ninguna paz con sus maridos ni consigo
mismas. Tienen miedo de que vuelva el diluvio, de que vuelvan las aguas de muerte.
Debido a este peligro que sentían Noé y los demás, Dios hizo un pacto con ellos. Dios
parecía decir: “Tranquilícense y siéntanse a salvo. No vendrá ningún diluvio. No habrá
más aguas de muerte”. Esto significa que podemos estar seguros y confiados en la vida
de iglesia, pues ya no habrá muerte. Ahora en Cristo no hay ninguna condenación (Ro.
8:1), ninguna agua de muerte. Estamos en Romanos 8 donde no hay ninguna
condenación, ningún diluvio, ninguna muerte ni ningún juicio. Cuanto más decimos “Ya
no hay”, más nos percatamos de que no hay más muerte. No confíe en sus sentimientos
ni preste atención a sus convicciones. Sus convicciones no son confiables; son mentiras.
Usted debe vivir bajo el pacto de Dios. No viva por sus sentimientos, sus convicciones ni
por las circunstancias. El pacto de Dios declara que cuando el cielo esté nublado, El
mandará un arco iris. Cuando usted ve el arco iris, sabe que el diluvio no vendrá. Si su
cónyuge ha sido amable durante dos semanas y de pronto el cielo se nubla, no lo crea.
Debe decir: “Señor, manda el arco iris”. No crea que su marido va a enojarse; más bien
diga: “Señor, Tú eres fiel. Tú puedes quitar la nube y mandar al arco iris”. Si usted dice
eso, el cielo se despejará.
No crea que es débil. Eso es una mentira de Satanás. No se imagine que se enojará y que
caerá. Si cree algo negativo y lo proclama, eso sucederá. Ciertamente estas profecías se
cumplen. Si usted tiene miedo de algo y profetiza que le vendrá, le sucederá. No crea en
sus debilidades. ¿Cree usted en ellas? ¿Vive ahora por sus debilidades o bajo el pacto de
Dios? El Nuevo Testamento en su totalidad es un testamento nuevo. Un testamento es
mejor que un pacto. Tenemos un testamento de veintisiete libros, es decir, un pacto de
veintisiete libros. Este pacto dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús” (Ro. 8:1). Este pacto también dice: “Bástate Mi gracia; porque Mi
poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). ¿Cree usted eso? Si es así, debemos
decir con confianza: “Amén”. El pacto también dice: “Cristo ... anuló la muerte” (2 Ti.
1:10). ¿Cree usted eso? No se mire a sí mismo; mire a Cristo. Cuando usted se mira a sí
mismo, tiembla. No debemos vivir por nuestra propia cuenta, sino por el pacto de Dios.
¡Tenemos un pacto! El pacto que Dios hizo con Noé duró poco tiempo: como medio
capítulo de longitud cuando mucho. Pero nuestro pacto tiene veintisiete libros. ¿Es
usted débil? Debe contestar: “No, ya no soy débil, porque el pacto me dice que puedo
fortalecerme ‘en la gracia que es en Cristo Jesús’ (2 Ti. 2:1), y puedo gloriarme en mis
debilidades para que el poder de Cristo extienda tabernáculo sobre mí” (2 Co. 12:9). En
el ámbito espiritual, me gusta el cántico que aprendí cuando era niño: “Cristo me ama,
bien lo sé; Su Palabra me hace ver...” También podemos decir: “Soy fuerte en la gracia,
bien lo sé, Su Palabra me hace ver...” Podemos declarar: “No tropezaré; bien lo sé, Su
Palabra me hace ver...” (Jud. 24). Tal vez algunos de ustedes no tengan la fe de decir
esto. Quizás piensen que esto es una exageración y se pregunten: “¿Cómo puede usted
decir: no tropezaré; bien lo sé? No me atrevo a contestar. Si lo dijera esta noche,
ciertamente caería mañana”. Sí, usted caería, pero simplemente porque así lo profetizó.
Caerá porque vive por lo que siente, y no por el pacto de Dios.
Dios dice en Su pacto: “No habrá más diluvio, ni más juicio por agua”. Si usted hubiera
estado allí en aquel tiempo, ¿habría contestado: “Amén”? Yo habría dicho: “Amén”
repetidas veces. Cuando Noé vio las nubes, no tenía miedo, porque sabía que el arco iris
vendría. Por tanto, cuando la nube de la ira aparece, usted puede decir: “Señor, no
perderé la calma. Envía el arco iris. No pondré los ojos en la nube, sino en el arco iris. El
cielo está oscuro y la nube grande, pero viene un colorido arco iris. Mira el arco iris”.
Cuando usted dice eso, por fe llama las cosas que no son como si fueran. Esta fe no se
conforma a su imaginación, sino a los veintisiete libros del pacto escrito de Dios.
Después del diluvio, las ocho personas se convirtieron en un pueblo amparado por el
pacto. Eran un pueblo que tenía un pacto. En la vida de iglesia, en la resurrección de
Cristo, somos un pueblo abrigado por un pacto. Tenemos un pacto. No vivimos por
ninguna de nuestras convicciones, consideraciones, ni mentiras, sino por el pacto de
Dios. Ahora vivimos bajo el Nuevo Testamento. ¿Está usted débil? ¿Va usted a enojarse,
a golpear a su esposa, o a amar al mundo? Usted puede decir: “No, porque la Biblia me
hace ver”. Estamos seguros, resguardados y protegidos por las promesas que contiene el
pacto de Dios. Estas promesas son grandes y preciosas, y por medio de ellas podemos
ser partícipes de la naturaleza de Dios y escapar de la corrupción que está en el mundo
mediante la lujuria (2 P. 1:4).
2) El arco iris es una señal
de la fidelidad de Dios en guardar Su pacto
¿Qué significa el arco iris que Dios puso en las nubes como señal del pacto (9:12-17)?
Representa Su fidelidad. La fidelidad de Dios es el arco iris. En el último libro de la
Biblia, Apocalipsis, el apóstol Juan vio a Dios sentado en un trono, y alrededor del trono
había un arco iris (Ap. 4:3). El Apocalipsis, siendo el último libro de la Biblia, siempre
nos vuelve al principio de la Biblia. En el primer libro había un arco iris, y en el último
todavía encontramos el arco iris. La fidelidad de Dios permanece para siempre. El no
puede negarse a Sí mismo (2 Ti. 2:13). Cuando El habla, guarda Su Palabra. El mismo es
fidelidad. En 1 Corintios 1:9 dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la
comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”, y en 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos
nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de
toda injusticia”. Dios es fiel.
¿A qué es fiel Dios? El es fiel a lo que dice. El es fiel a Su Palabra, y Su Palabra es el
testamento, el pacto. El pacto es simplemente la Palabra de Dios. Dios es fiel en todo lo
que dice. Este es el arco iris. Cuando aparezca una nube, usted debe pedir que venga la
fidelidad de Dios. De este modo usted llama al arco iris. Cuando se sienta débil, debe
pedir la fidelidad de Dios, de esta manera: “Oh Dios, Tú eres fiel. Yo soy débil, pero Tú
debes fortalecerme conforme a Tu Palabra”. Todos vivimos bajo el pacto con la fidelidad
de Dios como señal segura de que el diluvio no vendrá. Esta es la vida de iglesia.
Nuestra vida cristiana y nuestra vida de iglesia son una vida salvaguardada por el pacto.
Nos encontramos bajo el pacto. En cada versículo del Nuevo Testamento, encontramos
las promesas de Dios. Quisiera mostrarles una de ellas, que he experimentado mucho.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no
os dejará ser tentados más de lo que podéis, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co. 10:13). Hay un versículo para cada
circunstancia que usted afronta. Si usted se aferra al pacto de Dios, le puedo asegurar
que para todo lo que le suceda, hay un versículo con una promesa viva en la que puede
confiar y por la que puede vivir. Todos debemos aprender a vivir bajo el pacto de Dios.
No debemos sentirnos amenazados ni atemorizados por las nubes de nuestras
convicciones, nuestros sentimientos y nuestro entorno. Estamos bajo el pacto de Dios,
bajo Su plena bendición. Ya no hay condenación ni juicio ni maldición. La muerte ya fue
abolida. En la iglesia disfrutamos continuamente de la vida. Todo es vida. No esté
atemorizado por la pérdida de su trabajo ni por su salud. No tema ninguna cosa
tenebrosa ni negativa. Somos el pueblo del pacto, y tenemos un versículo con una
promesa para cada situación. Debemos permanecer bajo el pacto y no creer en ningún
fracaso, debilidad, tinieblas, ni en nada negativo. Nuestro destino está bajo el pacto de la
sangre rociada. ¡Aleluya, somos el pueblo del pacto! No hay ninguna nube ni ningún
diluvio; sólo hay vida. No hay ninguna maldición; sólo bendiciones. La vida de iglesia es
esta vida, y el pueblo de la iglesia es un pueblo que está bajo el pacto. De hecho,
podemos ser llamados la iglesia del pacto.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y TRES
LA VIDA EN RESURRECCION
(2)
En este mensaje profundizaremos en el tema de la vida de iglesia como la vemos
tipificada en Génesis 8 y 9, pero esta vez la examinaremos desde el lado negativo.
g. El fracaso del líder y la autoridad delegada
En medio de todos los aspectos positivos de la vida de iglesia, sucede algo negativo: el
fracaso de Noé, quien era el líder y la autoridad delegada de Dios sobre la nueva tierra
(9:20-27).
1) A causa del éxito de su labor
¿Por qué fracasó Noé? Porque tuvo mucho éxito. El relato de Génesis nos muestra que
Noé se había convertido en el líder de la nueva tierra y en el padre de toda la humanidad
que habitaba sobre la tierra. En aquel entonces él, como padre y líder de toda la
humanidad, disfrutaba ciertamente la bendición de Dios. Noé se dedicó a la agricultura
y plantó una viña (9:20). Sabemos que tuvo éxito en ello porque las vides produjeron
uvas con la cuales hizo vino (9:21). Entonces, Noé relajó su moralidad. El vino era
nutritivo, pero Noé bebió en exceso. El cometió el error de darse a esta liviandad. Debió
ejercer dominio propio, pero no lo hizo, de modo que terminó por embriagarse. En su
ebriedad, él fue ligero y se descuidó, y se halló desnudo sin saberlo. Había quedado
desnudo sin darse cuenta, y su hijo Cam lo vio. Esto muestra que todos nosotros
debemos tener cuidado cada vez que tenemos éxito bajo la bendición de Dios, pues ese
éxito fácilmente nos puede llevar a ser livianos y descuidados. No debemos regocijarnos
demasiado con nuestro éxito. Por el contrario, debemos regocijarnos con nuestros
sufrimientos (Ro. 5:3). Pero cuando tenemos éxito, debemos tener cuidado. Cualquier
clase de éxito puede llevarlo a uno a relajarse en la presencia de Dios. Después de
relajarse, puede uno descuidarse. Entonces puede perder su contacto con la realidad
hasta el punto de desnudarse. ¿Qué significa estar desnudo? Significa quedar
descubierto a los ojos de Dios.
Aquí debo decir algo enfático. Nosotros, como seres humanos caídos, necesitamos una
cubierta. Necesitamos una cubierta no solamente en el plano espiritual, sino también en
el físico. En los dos ámbitos debemos estar cubiertos en la presencia de Dios. Antes de
que el hombre cayera, estaba desnudo ante Dios. No había nada malo en esta desnudez,
porque no existía el pecado. Después de la caída, la desnudez constituye un pecado
porque el pecado ya vino. Somos pecaminosos en nuestra naturaleza y necesitamos estar
debidamente cubiertos ante Dios.
En el plano físico, la cubierta apropiada es nuestra ropa. Inmediatamente después de la
caída de Adán y Eva, descubrieron que estaban desnudos e hicieron lo posible por
cubrirse (3:7), pero no lo hicieron muy bien. Entonces Dios vino y los cubrió con las
pieles del sacrificio (3:21). Esta cubierta también tipificaba a Cristo como la cubierta del
pueblo caído. En el plano físico, el hombre caído necesita una cubierta, especialmente
ante Dios. Los sacerdotes no podían estar desnudos; tenían que estar completamente
cubiertos cuando entraban en la presencia de Dios (Ex. 20:25-26; 28:40-43).
Hoy en día, a la gente le gusta desnudarse, y exponer su cuerpo todo lo posible. No es
necesario preguntar qué enseña la Biblia al respecto: sólo pregúnteselo usted mismo.
¿No cree usted que estar desnudo es algo vergonzoso? Su naturaleza le dice que sí. La
situación actual es lamentable. La gente no sólo se opone a la Biblia, sino que también
va en contra de su propia naturaleza y su conciencia. Los varones y las mujeres deben
cubrir sus cuerpos. Debido a esta convicción profunda, intento cubrirme lo más posible.
No me gusta exhibir mi cuerpo. Cuanto más cubiertos estamos y más nos escondemos
bajo una cubierta, más paz tenemos. Cuando yo era joven, veía a algunas personas llevar
pantalones cortos durante el verano. Si yo ministrara llevando pantalones cortos, no
podría hablar. Aun descalzo o llevando una camisa de manga corta aquí en la
plataforma, me resultaría difícil hablar. Cuanto más exponemos nuestro cuerpo físico,
menos paz tenemos. Si usted lee la Biblia, encontrará que esta convicción en cuanto a la
desnudez proviene de la caída. Por muy santos que seamos, seguimos necesitando
cubrirnos. Nuestro cuerpo físico debe estar cubierto. Si yo pudiera cubrir mi cuerpo
entero, incluyendo mi cabeza y mis manos, podría hablar mucho mejor, porque tendría
la seguridad de que nadie me vería. Podría hablar encubiertamente. Debemos cubrirnos
todo lo que podamos.
Necesitamos una cubierta espiritual con mayor razón que una cubierta física. ¿Qué es
nuestra cubierta espiritual? Es Cristo. En tipología, la ropa y la vestimenta simbolizan a
Cristo como cubierta nuestra (Lc. 15:22; Sal. 45:13). Estar desnudos espiritualmente
significa perder nuestra cubierta en presencia de Dios, es decir, perder a Cristo, nuestra
cubierta. Cuando los hermanos están en comunión, a menudo se entusiasman por algún
éxito que han tenido. Cuando se relajan y se despreocupan en esa conversación
entusiasta, pierden a Cristo como cubierta de ellos. Hablan en presencia de Dios sin
ninguna cubierta. He visto eso entre las hermanas. Algunas amadas hermanas oran de
manera muy espiritual plenamente cubiertas en la reunión de la iglesia, pero cuando
tienen comunión unas con otras acerca de algunas cosas que las entusiasman, se relajan
y se despreocupan. Pierden a Cristo como cubierta. En cierto sentido, están ebrias y
desnudas. Cuando he visto esta situación entre las hermanas, no me he atrevido a
intervenir. Mis experiencias pasadas me han mostrado que no es bueno ver la desnudez
de un santo. Cuando las hermanas se dan a esta comunión entusiasta y desnuda, no es
bueno ver lo que sucede allí. Me agrada ver una maravillosa reunión de oración, una
reunión muy elevada, con oraciones fuertes, y con todos los hermanos y hermanas bajo
la cubierta de Cristo. Es una bendición ver esa clase de reuniones. Sin embargo, cuando
veo una situación negativa, me alejo porque no me gusta ver lo que se exhibe allí. Todos
debemos tener cuidado y no entusiasmarnos al punto de relajarnos, descuidarnos,
embriagarnos, desnudarnos y perder la cubierta apropiada. A menudo nos portamos así
incluso cuando hablamos de cosas espirituales o de la vida de iglesia. Tal vez hablamos
de una reunión de iglesia muy elevada, pero lo hacemos con desnudez sin estar
cubiertos por Cristo. Como seres humanos caídos, debemos mantenernos cubiertos por
Cristo en toda actividad, en todo lo que hagamos y digamos. No quiero hacer nada sin
estar cubierto por Cristo. No me dirigiría a mi esposa, a mis hijos, a los hermanos y
hermanas sin estar cubierto por Cristo. Si hago algo sin la cubierta de Cristo, estoy
actuando de manera relajada, con descuido, ebriedad y desnudez. Significa que he
perdido el dominio de mí mismo. Eso es exactamente lo que le ocurrió a Noé.
Los jóvenes deben aprender a estar plenamente cubiertos en su actitud, su conversación
y aun en su comunión. Esta es realmente una lección. Todas sus deficiencias quedarán
plenamente expuestas cuando envejezcan. Nosotros los de edad avanzada debemos
entender que nuestras deficiencias actuales exponen la falta de aprendizaje que tuvimos
cuando éramos jóvenes. Pasa lo mismo con la educación. Si usted no aprende lo
suficiente cuando es joven, sentirá que le faltan ciertos conocimientos cuando llegue a
ser adulto. Es bueno ser salvo lo antes posible. Debemos alentar a los jóvenes a aprender
las lecciones ahora. De otro modo, cuando sean adultos, sus deficiencias pondrán de
manifiesto que les faltó conocimiento hoy. Ahora es el momento de aprender algunas de
las lecciones con respecto a los detalles de la vida espiritual.
2) Cam, el padre de Canaán,
recibió la maldición por exponer el fracaso
Noé cometió un error y tuvo un fracaso. Cuando Noé se despertó, no confesó su falta.
Inmediatamente maldijo a aquel que había revelado su desnudez (9:22, 24-25). Cuando
yo era joven, estaba bastante insatisfecho con este caso. Dije: “Noé, ¿no te das cuenta de
que estás equivocado? Debiste haberte confesado a Dios y luego reconocer tu error ante
Cam, el hijo que vio tu desnudez. En lugar de confesarte, maldijiste”. Esto en realidad
me perturbaba. Noé maldijo al que lo había puesto en evidencia y bendijo a los que le
habían cubierto. El maldijo a quien no estuvo a su favor y bendijo a quienes estaban a su
favor. Probablemente algunos de ustedes han sido turbados con este pasaje de la
Palabra. Tal vez ustedes no entiendan la razón por la cual eso sucedió.
En el plano espiritual, le era fácil a una persona como Noé ser humilde y confesarse. ¿No
cree usted que eso es fácil? Sin embargo, al que falla y queda expuesto, le resulta muy
difícil maldecir o bendecir. Noé fue el padre de la familia y el líder de la humanidad.
Todos tenían puestos los ojos en él. El fracasó y quedó expuesto. El pudo ser humilde,
pudo haber confesado su error y reconocido que había fracasado. No obstante, puesto
que Dios lo había establecido como líder, él tenía que hablar, no según sus convicciones,
sino conforme al gobierno de Dios. ¿Qué es más fácil hacer: ser humildes y confesar la
falta, o hablar conforme al gobierno de Dios? A cualquiera le resulta fácil ser humilde,
reconocer el fracaso y confesarlo. No obstante, si Noé lo hubiera hecho, ¿en qué se
habría convertido el gobierno de Dios sobre esta tierra? ¿Y qué diríamos de sus
descendientes? ¿Y de la economía de Dios, de la administración de Dios? Habría sido
bueno que Noé se confesara así, pero habría significado la ruina del gobierno de Dios
sobre la tierra. Aparte de Noé, ¿quien habría representado a Dios para hablar desde una
posición de gobierno? Sólo Noé podía realizar esa obra. Le resultaba difícil a Noé, el que
había fracasado, representar a Dios y hablar con autoridad gubernamental. Es posible
que mientras él hablaba de esta manera, su conciencia lo haya molestado y quizás el
diablo haya acusado su conciencia con estas palabras: “¿Cómo puedes hablar de esta
manera, acabando de tener este fracaso?” En ocasiones cuando los líderes en la iglesia
caen en esta clase de situación, renuncian y no dicen nada. Por tanto, no queda ningún
gobierno divino.
No juzgue a Noé según el concepto humano. En el gobierno de Dios, Noé fue un buen
ejemplo. A pesar de haber fracasado, él permaneció firme como representante de Dios y
habló como gobernante. Le resultó difícil a Noé hacer eso. No examine a Noé con ese
enfoque, el de su fracaso. Usted debe considerar la situación desde la perspectiva del
gobierno de Dios. Indudablemente Noé se equivocó. El se relajó, se despreocupó, se
embriagó y se desnudó. No obstante, debemos mirar a Noé desde la perspectiva del
gobierno de Dios.
¿Que debemos hacer cuando el líder está equivocado? Esto afecta el gobierno de Dios.
Aquí vemos dos cosas: el gobierno divino y el fracaso humano. Si usted desea entender
este pasaje de la Palabra divina, debe ver en qué consiste el gobierno divino. El
problema no es simplemente un fracaso humano. El gobierno de Dios debe preservarse,
independientemente de que el líder tenga razón o esté equivocado. Cam, quien puso en
evidencia la desnudez de Noé, descuidó el gobierno de Dios. Exponer el fracaso de un
líder significa entrometerse en el gobierno divino. Todos necesitamos entender eso.
Supongamos que Noé no hubiera sido el líder ni la autoridad delegada sobre la tierra.
Entonces lo que se hizo cuando él fracasó no habría sido tan grave. Nada de lo que
hicieron habría afectado el gobierno de Dios ni los habría expuesto al castigo
gubernamental de Dios. Pero Noé era el líder y la autoridad delegada de Dios sobre la
tierra. ¿Cuál debería ser nuestra actitud ante el fracaso de un líder como éste? Esto nos
conduce al castigo gubernamental de Dios. Moisés cometió el error de casarse con la
mujer etíope (Nm. 12:1). Miriam habló en contra de él y sufrió la maldición de quedar
leprosa (Nm. 12:10). Fue maldita porque descuidó al gobierno de Dios y tocó la
autoridad delegada de Dios de manera negativa.
¿Por qué afirma la Biblia con tanto énfasis que todo el que menosprecie o deshonre a sus
padres será maldito? (Dt. 27:16). Porque esto involucra el gobierno de Dios. Dios es un
Dios de orden, un Dios de gobierno. Si usted observa la creación, verá que todo está en
orden. Este orden se relaciona con el gobierno de Dios. En el gobierno universal de Dios,
los padres son la autoridad de Dios sobre los hijos. Cuando los hijos deshonran a sus
padres, se rebelan contra el gobierno de Dios. Deshonran la autoridad delegada de Dios
sobre la tierra. Cuando hacen eso, reciben maldición. David cometió un grave error al
dar muerte a Urías y al tomar a la esposa de éste. Su hijo, Absalón, se rebeló contra él y
sufrió como maldición la muerte (2 S. 15:10; 18:14-15). Hoy en día, muchos jóvenes
desprecian y deshonran a sus padres y como resultado pierden la bendición de Dios.
Considere la forma en que viven y actúan; son semejante a animales primitivos. Se
perdieron la bendición que Dios destinó para la humanidad. ¿Por qué perdieron la
bendición de Dios? Porque fueron malditos al haber deshonrado a sus padres. La Biblia
dice claramente que quien honre a sus padres recibirá la bendición de una vida larga
(Ef. 6:2-3). Jóvenes, si ustedes honran a sus padres, recibirán la bendición de una vida
larga y normal. Ustedes serán sabios y sabrán cómo portarse bien. Conocerán la manera
correcta de llevar una vida normal. No estarán bajo la maldición de vivir como animales
primitivos. Vivir en el camino equivocado es señal de maldición.
¿Por qué fue maldito Cam? Porque tocó la autoridad de Dios e intervino en el gobierno
divino. Noé estaba equivocado. Sin embargo, Cam debió tener en cuenta su posición y el
gobierno de Dios. El fracaso del líder siempre se convierte en una prueba para nosotros.
¿Estamos realmente bajo el gobierno de Dios? Si tal es el caso, seremos bendecidos. De
no ser así, perderemos la bendición. El fracaso de Noé fue una prueba para sus hijos.
Con la misma prueba, uno recibió una maldición y los otros dos recibieron bendición. La
manera de relacionarnos con el gobierno de Dios determina si recibiremos maldición o
bendición. Aunque el fracaso de Noé fue grave, para Sem y Jafet fue una buena
oportunidad de recibir bendición.
Cuando yo era joven, sentía mucho pesar por el relato bíblico. Parecía que cuando Dios
hacía algo, Satanás venía y lo dañaba todo. En aquel tiempo yo sólo veía el lado
negativo, y no el positivo. Más adelante, el Señor me mostró que el lado positivo es más
grande que el lado negativo. Noé fracasó: eso fue el lado negativo. La liviandad de Noé,
su despreocupación, su ebriedad y su desnudez se debían a la obra que el diablo lleva
acabo mediante la carne. No obstante, este fracaso causado por el diablo provocó una
gran bendición. Sin ese fracaso, la bendición de Dios no habría podido ser tan práctica
como lo es ahora. En todo caso, no diga: “Hagamos males para que vengan bienes”.
Jamás diga tal cosa. La bendición de Dios siempre supera el daño causado por Satanás.
Satanás destruye, pero Dios bendice continuamente. Dios parece decir: “Satanás,
¡destruye lo que he hecho! Cuando lo hayas arruinado, Yo vendré para bendecirlo. Mi
bendición superará tu daño”. ¿Quién recibirá esta bendición? Sólo aquellos que estén
bajo el gobierno de Dios. No se moleste por el daño que Satanás cause a la obra de Dios.
Manténgase bajo el gobierno de Dios, y fuera del daño causado por Satanás, y recibirá
bendición.
Cam se perdió una oportunidad de oro de recibir la bendición. La perdió por descuidar
el gobierno divino. La conversación que tuvo con sus hermanos se basó en un hecho. No
hizo correr rumores ni dijo mentiras. Pero Sem y Jafet, sus dos hermanos, conocían y
respetaban el gobierno de Dios. ¿Ha observado usted lo que hicieron? “Entonces Sem y
Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás,
cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la
desnudez de su padre” (9:23). Ni siquiera miraron la desnudez de su padre. Lo que
hicieron no sólo estaba correcto y era moral, sino que concordaba a cabalidad con el
gobierno de Dios. No olvide que la situación que allí se presentó no sólo estaba
relacionada con el comportamiento de un hombre, sino también con el gobierno de
Dios. Tenga cuidado. El hecho de que su padre tenga razón o esté equivocado es una
cuestión personal. No olvide usted que él se encuentra en la posición de la autoridad
delegada de Dios sobre la tierra. Si usted publica su fracaso, estará interviniendo en el
gobierno de Dios. Todos debemos ver eso. Hablo de algo que he experimentado
plenamente. Sem y Jafet conocían el gobierno de Dios. Ellos intervinieron, mas no para
mirar el fracaso, sino para cubrirlo.
Ver el fracaso de los demás no constituye una bendición. Cuando usted visita la casa de
un hermano, no se pasee por toda su casa mirando los detalles. Eso no será una
bendición, sino una maldición. No ganará nada, sino que saldrá perdiendo. Cuando
visite la casa de un hermano o hermana, debe ir allí como si fuera ciego. Esta es la razón
por la cual tengo una buena respuesta para la gente que me pregunta por los demás.
Digo: “No sé”. Digo la verdad al contestar eso, porque en realidad no lo sé. A menudo he
sido invitado a la casa de un hermano, pero no conozco nada de esa casa aparte del
comedor y la sala. No sé dónde está la cocina. No me gusta saber estas cosas. Quiero
estar ciego. Prefiero ser ignorante. Sólo me gusta conocer la carga que el Señor me
infunde. Hermanos y hermanas, aprendan a no enterarse de cosas. Aprendan a no ver.
Aprendan a estar ciegos y sordos. ¿Sabe usted de dónde vienen los chismes? Los
chismes vienen de ver y de oír. Si usted estuviese ciego y sordo, no tendría ningún
motivo de diseminar chismes. Todos debemos aprender a no ver la situación de los
demás. No procure ver esas cosas, pues eso le pondrá frente al gobierno de Dios. Estar
involucrados con el gobierno de Dios no es algo insignificante.
En el transcurso de casi cincuenta años, he visto y oído a muchos santos amados criticar
al hermano Watchman Nee. Puedo testificar con osadía que de entre los opositores del
hermano Nee, los que lo criticaron, afirmando que estaba equivocado y que ellos tenían
razón, ninguno recibió bendición. Muchos de ellos sufrieron pérdida espiritual. Algunos
perdieron su salud y los demás perdieron sus negocios. Es difícil encontrar alguna
excepción. En los primeros años, no sabía por qué ocurrían estas cosas. Gradualmente
aprendí que eso se debía al hecho de que todos los opositores y los que nos censuraban
habían tocado el gobierno de Dios.
No interesa si el líder tiene la razón o está equivocado; lo que importa es si usted está
bajo el gobierno de Dios o no. Si el líder siempre obra correctamente, usted jamás será
puesto a prueba. El fracaso o el error del líder se convierte en una prueba por la cual se
manifiesta cuál es la verdadera condición de usted. Si se halla en la posición correcta
bajo el gobierno de Dios, el fracaso del líder se convertirá en bendición para usted.
Permítanme relatarles una historia acerca de mi propia experiencia. Durante seis años,
de 1942 a 1948, el hermano Watchman Nee cesó su ministerio. En China la labor del
diablo causó una tormenta espiritual, lo cual impidió que Watchman Nee ministrara.
Durante la guerra él y yo estábamos lejos el uno del otro. Después de la guerra, en 1946,
me invitaron a trasladarme del norte a la capital del sur. Algunos colaboradores
involucrados en esa tormenta contra el hermano Nee me conocían muy bien y vinieron
de lejos para hablar conmigo. Me preguntaron: “¿Hermano Lee, ¿puede usted decir que
el hermano Nee jamás se ha equivocado?” Contesté: “Hermanos, que él se haya
equivocado o no, no viene al caso. Ustedes deben reconocer que todos le debemos
mucho a él. Todos debemos reconocer que él fue como un padre para nosotros. Si él no
lo es para ustedes, debo testificar que, en la economía del Señor, él ciertamente fue un
padre para mí. Antes de encontrar al hermano Nee, yo no sabía nada de la economía del
Señor. El fue mi padre espiritual, y ha formado mi ser espiritual”. Luego conté a los
hermanos la historia de Noé. Dije: “Hermanos, consideren el caso de Noé. ¿Estaba Noé
equivocado? Indudablemente que sí. Pero no se trata de saber si Noé estaba equivocado
o no; lo que cuenta es saber de dónde recibimos nuestro ser. ¿No fue Noé nuestro
padre? Si él fuese el vecino y no el padre de ustedes, el asunto sería otro. Pero recuerden
que él formó el ser de ustedes. El es su padre. Todo lo que ustedes son y han obtenido
proviene de él. Esto los pone a ustedes frente al gobierno divino. Hermanos, no veo por
qué la gente censura al hermano Nee. Aun cuando yo viera que él está equivocado, no
estoy en posición de decir nada con respecto a su error, porque él es mi padre espiritual
y porque mi ser salió de él. Nunca podría decir nada en su contra. Estoy bajo el gobierno
de Dios. Hermanos, ustedes deben considerar que oponerse a nuestro padre espiritual
no es nada insignificante. Cuando ustedes no estaban en contra del hermano Nee, ¿cuál
era su sentir interior?” Todos reconocieron que sentían mucha vida. Cuando pregunté:
“¿Qué me dicen ahora?” Contestaron: “Debemos reconocer que estamos muertos. No
tenemos ninguna unción ni rocío interior. Nos hemos secado”. Entonces dije:
“Hermanos, ustedes deben escuchar este sentir genuino. No se preocupen por su
análisis mental. Según su análisis intelectual, el hermano Nee está equivocado, y
mientras ustedes lo condenan, están muertos. Cuanto más lo condenan, más muertos
están”. Los hermanos cambiaron inmediatamente de actitud y fueron salvos de su
situación de muerte.
Todos debemos interesarnos en el gobierno de Dios. Creo que entre nosotros sí existe un
gobierno divino. Si éste es el recobro del Señor, entonces el gobierno divino está entre
nosotros.
La maldición y la bendición de Noé fueron inspiradas por Dios en Sus administración
gubernamental. No se basaron en los sentimientos personales de Noé, sino en el
gobierno de Dios. No pertenecían a Noé mismo, sino al Dios que ejerce Su gobierno
sobre la humanidad. Uno de los hijos de Noé fue maldecido y los otros dos fueron
bendecidos. La maldición vino primero y las bendiciones vinieron después. La historia y
la geografía enseñan que Sem, el primer hijo de Noé, fue el padre de los hebreos, los
judíos. Cam, su segundo hijo, fue el padre de los pueblos de raza negra. El hijo de Cam
fue Cus, el padre de los etíopes. Jafet, el tercer hijo de Noé, fue el padre de los pueblos
europeos.
3) Sem y Jafet recibieron la bendición
por encubrir el fracaso
En la profecía dada por Noé se declaró explícitamente que Jafet sería engrandecido por
Dios (9:27). Esta palabra requirió siglos para cumplirse. La historia nos muestra que los
europeos se engrandecieron. Considere la historia de los siglos pasados. Se produjo un
enorme crecimiento, una expansión, de los pueblos europeos a partir de la época de
Colón. Esta expansión sigue y se debe principalmente a tres factores entre los europeos:
el poder gubernamental, la ciencia y las artes, incluyendo la tecnología, y el comercio. A
causa de estas tres cosas, los europeos se han expandido constantemente. Los
estadounidenses son la prolongación de los europeos. Finalmente la cultura europea se
ha extendido por todo el mundo por medio de los Estados Unidos. Este fue el
cumplimiento de la bendición dada proféticamente a Jafet. Una sola palabra de la
profecía dada a Jafet, el termino “engrandecido”, necesitó siglos para cumplirse. Muchas
naciones siguen el estilo europeo de gobierno porque los europeos se destacaron en este
asunto, lo aprendieron de los romanos. Además, las ciencias, la tecnología y las artes
vinieron de los europeos. Todo eso es el cumplimiento de la profecía de Dios según la
cual Jafet sería engrandecido.
Examinemos ahora a Sem. “Y él dijo: bendito por Jehová mi Dios sea Sem”. El
engrandecimiento corresponde a Jafet, pero Dios es el Dios de Sem. Jehová, Dios,
pertenece a Sem. Todos los judíos pueden jactarse, diciendo: “Dios es nuestro”. Aun el
Señor Jesús le dijo a la mujer samaritana que la salvación viene de los judíos (Jn. 4:22).
Todo lo relacionado con Dios proviene de los judíos. ¿Quién escribió el Antiguo
Testamento? Los judíos. ¿Quién escribió el Nuevo Testamento? El Nuevo Testamento
fue escrito por judíos, con la única excepción de Lucas, el médico. Incluso Lucas escribió
con el conocimiento que había recibido de los creyentes judíos. Todo lo relacionado con
Dios, el evangelio de Dios, Cristo, y la salvación, viene de los judíos. Se profetizó que
Jehová Elohim pertenecía a Sem. Sem no posee el gobierno ni la ciencia, pero tiene a
Dios. La profecía declara que el Jafet engrandecido debe morar en las tiendas de Sem
(9:27). Los europeos, incluyendo a los estadounidenses, son fuertes, pero necesitan las
tiendas de los hebreos. Si uno no cree en lo que predican los judíos, no tiene tienda ni
reposo.
Los descendientes de Sem no construyeron Babilonia; construyeron tiendas como lo
había hecho Abraham y construyeron el tabernáculo para Dios. El Señor Jesús, un
descendiente de Sem, fue comparado con un tabernáculo (una tienda, Jn. 1:14).
Finalmente, la Nueva Jerusalén también será la tienda eterna de Dios (el tabernáculo,
Ap. 21:2-3), que lleva los nombre de las doce tribus y los nombres de los doce apóstoles
judíos. Los descendientes de Jafet, los europeos, incluyendo a los estadounidenses, han
morado verdaderamente en las tiendas de salvación de Sem. Esta profecía se ha
cumplido y se sigue cumpliendo.
Jafet fue engrandecido y debe morar en las tiendas de Sem. Cam fue maldecido por
haber intervenido en el gobierno de Dios. El perdió la bendición. Bajo la maldición, se
convirtió en un esclavo de esclavos. ¿Fue eso comprobado por la historia? ¡Sí! Leamos
Hechos 13:1 “Había entonces en Antioquía, en la iglesia local, profetas y maestros:
Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el hermano de
crianza de Herodes el tetrarca, y Saulo”. En este versículo, vemos que varios pueblos han
llegado a ser una sola iglesia. Aquí vemos a ciertos profetas y maestros que se
mencionan entre los miembros de la iglesia, miembros destacados y activos. Bernabé y
Saulo eran judíos. Simeón era llamado Niger (que significa negro). Eso puede indicar
que era moreno. Lucio de Cirene venía de Africa. Cirene era una ciudad en Africa del
norte, donde se encuentra Libia ahora. Manaén fue criado con Herodes. Herodes
descendía de un idumeo (un edomita), y en el aspecto gubernamental estaba
relacionado con los romanos (los europeos). Por lo tanto, aunque se desconoce el origen
de Manaén, éste, como hermano de crianza de Herodes, debe de haber sido criado en la
cultura europea. Por consiguiente, vemos que los cinco miembros importantes que
funcionaban en la iglesia de Antioquía se componían de dos judíos, descendientes de
Sem, uno de Africa y uno que podía ser una persona de raza negra; es posible que ambos
hayan sido descendientes de Cam, y que uno de ellos estaba relacionado, por lo menos
culturalmente con los descendientes de Jafet. Todos llegaron a ser una sola iglesia. No
importa la ascendencia que usted tenga; no se desanime. Todos nosotros, por haber sido
regenerados, constituimos la iglesia. Nacimos con distintos orígenes, pero ahora todos
estamos en la misma iglesia. Todos nacimos en el cumplimiento de la profecía que Dios
dio por conducto de Noé acerca de la humanidad. Pero nuestra condición natural
cambió cuando recibimos la salvación de Dios en Cristo.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y CUATRO
LA VIDA EN RESURRECCION
(3)
En los mensajes anteriores hablamos principalmente de la historia de Noé. Allí vimos
que el arca que hizo Noé pasó por las aguas e introdujo a Noé y a su familia en una
nueva era. Según la tipología, en aquel tiempo Noé y su familia vivían en resurrección, y
esa clase de vida era una sombra de la vida de iglesia. Esta sombra de la vida de iglesia
en resurrección revela la manera en que aquellos que constituyen la iglesia son
resucitados juntamente con Cristo, la forma en que adoran a Dios con Cristo y vuelven al
propósito original de Dios que consiste en que el hombre lo exprese y lo represente.
Además, esta sombra muestra cómo los miembros de la iglesia viven bajo el pacto de
Dios. Podemos llamarlos el pueblo del pacto. Todo lo que hacen se encuentra bajo el
pacto de Dios y está lleno de bendiciones. También vimos que infortunadamente, en esa
sombra de la vida de iglesia hubo un fracaso, pues, en cierto sentido, Noé, quien era la
autoridad delegada de Dios, le falló a Dios. Ese fracaso puso ciertas cosas de manifiesto.
Algunos recibieron bendición y otros maldición.
h. Da por resultado las denominaciones,
representadas por las naciones
En este mensaje debemos considerar un aspecto desagradable de la vida de iglesia. La
historia de la iglesia tiene un lado glorioso y uno vergonzoso y desagradable.
Necesitamos examinar el lado desagradable.
Después del diluvio, Noé y su familia tuvieron un nuevo comienzo. Existía una
verdadera unidad entre ellos. Estaban unidos en todo. Primeramente, eran uno con
Dios. Como personas que están en resurrección (en tipología el número ocho denota
resurrección), estas ocho personas eran uno con Dios. Adoraban a un solo Dios. En
segundo lugar, tenían una sola meta: expresar a Dios y representarlo. Su meta era volver
al propósito que Dios tenía desde el comienzo. Al principio Dios tenía el propósito de
que el hombre lo expresara a El con Su imagen y que lo representara con Su señorío.
Después del diluvio, el nuevo linaje volvió al propósito original de Dios, el de expresarle
y representarle. En tercer lugar, estas ocho personas eran uno en sus opiniones, su
lenguaje, sus conceptos y su comprensión. Todos hablaban lo mismo. Eran
verdaderamente uno.
Con el transcurso del tiempo, la gente se fue multiplicando. La población aumentó
muchísimo. Como resultado se dividieron. No sólo se dividieron en familias y
generaciones, sino también en naciones. Una nación es un reino, un imperio en el cual
alguien ejerce autoridad como si fuera la cabeza. Cuando alguien ejerce autoridad sobre
los demás, allí se constituye un imperio, una nación. Al principio de la nueva era de vida
en resurrección, había una sola autoridad delegada, Noé, quien representaba a Dios, la
verdadera cabeza. Había una sola familia con una sola cabeza. Esta era una unidad
completa. Pero con el tiempo los descendientes de Noé no sólo se dividieron en familias,
sino también en naciones. Eso fue terrible.
Como hemos hecho notar repetidas veces en los mensajes anteriores, Génesis, un libro
todo-inclusivo, es un libro de semillas. Casi todo lo que contiene la Biblia fue sembrado
allí. Las semillas sembradas en el libro de Génesis se desarrollan en los siguientes libros
de la Biblia, llegando a ser una cosecha en el libro de Apocalipsis. Lo mismo ocurre con
la semilla de la división. La semilla de la división se siembra en Génesis 10, crece en las
epístolas del Nuevo Testamento y se convierte en una cosecha en el Apocalipsis. Ahora
consideraremos la semilla de división entre el pueblo de Dios.
1) Eran uno originalmente
Originalmente los que conformaban el pueblo de Dios eran uno. ¿Por qué eran uno?
Ellos eran uno por el elemento de familia que los unía, pero el factor principal de su
unidad era su único Dios. Noé y su familia adoraban al Dios único. Este Dios único es el
factor principal que mantiene unido al pueblo de Dios. La familia de Noé estaba unida
porque adoraba al único Dios. La adoración a Dios es crucial. Cuando se cambia la
adoración a Dios, también cambia la situación del pueblo de Dios. Cuando existen varios
tipos de adoración entre el pueblo de Dios, se crean divisiones entre ellos. Por
consiguiente, el factor principal que preservaba la unidad del nuevo linaje era que ellos
tenían al único y verdadero Dios. Del mismo modo, nosotros tenemos un solo Dios.
Adoramos al único Dios. Nuestro Dios es único. Por consiguiente, también somos uno.
Efesios 4:6 habla de un solo Dios y Padre. Somos uno porque tenemos un solo Dios y
Padre.
Además, como ya dije, Noé y su familia eran uno por compartir una sola meta. Ni Noé ni
sus hijos se centraban en sus propios intereses. Todos eran partidarios de Dios. ¿Cuál
era la meta de Dios? El objetivo de Dios era que el hombre lo expresara y lo
representara. Noé y su familia no tenían otro Dios ni otra meta. Su meta no era cultivar
ni educarse ni fomentar la industria. Su meta no giraba en torno a sus propios intereses.
Su única meta era expresar a Dios y representarlo. Eso nos debe causar una profunda
impresión. Aunque tenemos un solo Dios, es posible que tengamos varias metas. Si
tenemos distintas metas, estaremos divididos. ¿Cuál es su meta? ¿Ser importante y
famoso? ¿Es acaso construir algo que no está en el propósito de Dios? Estamos aquí en
Anaheim para expresar a Dios y para representarlo. Tenemos una posición firme que
declara a todo el universo, a Satanás y a todos los ángeles rebeldes, a los principados, a
las potestades, a los poderes y a los demonios que nosotros, las iglesias locales, somos
uno con Dios y que nuestro único interés es Su propósito. Nuestra única meta es
expresar a nuestro Dios. Estamos aquí para expresarlo a El.
Quisiera dirigir unas palabras sencillas a los que recién comienzan a asistir a nuestras
reuniones. ¿Entienden lo que estamos diciendo? Nuestro pueblo no es muy talentoso ni
muy bien vestido. Los que están al frente entre nosotros no tienen ninguna belleza ni
atractivo. No tenemos un piano de cola ni un órgano. Ni siquiera tenemos un rótulo.
¿Quiénes somos? No somos nadie. Sólo somos una voz que clama en el desierto (Jn.
1:23). Cuando ustedes vienen a nuestras reuniones, no ven nada exterior. Sin embargo,
con toda seguridad ustedes ven algo: a Dios mismo expresado. Quizás después de asistir
a una reunión, ustedes digan para sí: “Me agrada estar con ellos, pero no encuentro qué
tienen de bueno. No cantan muy bien. Nadie se viste de manera atractiva. No hay
ninguna belleza ni ninguna fachada. Pero hay algo especial en ellos”. Este “algo especial”
es la expresión de Dios. Dios es nuestra expresión. El es nuestra fachada, nuestra belleza
y nuestro atractivo. Como iglesia, hemos regresado al propósito original de Dios, al
propósito que El tenía al principio, esto es, que el hombre lo expresara y lo representara.
Este es el recobro del Señor.
En calidad de iglesia representamos a Dios. Esta es la razón por la cual oramos muchas
veces: “Señor, te entregamos el mando. Tú debes hacer algo. Estamos aquí
representándote a Ti, y no a nosotros mismos. Nosotros somos Tu representación; por
tanto, debes hacer algo para Ti”. ¿Puede usted orar de esta manera? ¿Se atrevería a orar
así? Si usted no está en posición de representar a Dios, su conciencia no le permitirá
declarar eso al orar. Pero cuando se mantiene en posición de representar a Dios, su
conciencia le confirmará y le fortalecerá para que diga: “Señor, Te damos el mando.
Debes vindicar Tu camino. Este es Tu recobro, Tu propósito. Debes intervenir. No
representamos nada que no seas Tú, Señor; por esta razón, debes intervenir”. Esta es la
vida apropiada de iglesia. Mientras estemos en esta posición, tenemos la única unidad.
Somos uno. No necesitamos decir: “Hermanos, seamos uno”. Si necesitamos decir eso,
ya es demasiado tarde para ser uno. Cuando volvemos al principio, al propósito original
de Dios, a saber, que el hombre lo exprese y lo represente a El, somos espontáneamente
uno. Somos uno porque tenemos una sola meta.
2) Se dividen con el paso del tiempo
¿Por qué, pues, se dividió la gente? Ellos se dividieron porque empezaron a tener varias
clases de adoración y porque adquirieron varias metas, intereses y propósitos. Génesis
10:31 revela cuatro maneras en que la gente se dividió: por familias; por idioma, es
decir, por sus propias palabras, conceptos, comprensión y declaraciones; por sus
distintos países; y por sus distintas naciones. Permítanme decir algo acerca de cada uno
de estos cuatro puntos.
¿Qué representa una familia? Representa una relación en la carne. Mucha gente no se
interesa en Dios, ni en Su propósito, ni en Sus intereses. Se preocupan solamente por su
familia. ¿Por qué son uno con su familia? Simplemente porque su familia está
compuesta de sus parientes. El principio es el mismo entre el pueblo del Señor hoy en
día. Muchas divisiones fueron causadas por relaciones en la carne. Toda relación carnal
da inicio a una división. Aunque no pertenezcamos a la misma familia según la carne,
podemos tener una relación carnal. Quizás a usted le caiga bien cierto hermano porque
es la clase de personas que le agrada, pero tal vez no le agraden otros. Si usted ama a
ciertas personas porque son la clase de personas que a usted le caen bien, constituye una
familia carnal, unida por relaciones dictadas por sus gustos carnales. Por consiguiente,
si queremos mantener una verdadera unidad, debemos vencer las relaciones carnales.
El idioma constituye otra causa de divisiones. El idioma no significa solamente el habla,
sino que también denota la enunciación de lo que uno entiende. El idioma es la
expresión de los conceptos. Las divisiones pueden producirse por nuestras diferencias
en comprensión y en conceptos. Usted sostiene un concepto, yo defiendo otro, y una
tercera persona tendrá otro diferente. Finalmente, los tres hablaremos distintos
idiomas. Aunque hablemos el mismo idioma, cada uno de nosotros hablamos a nuestra
manera, en nuestro propio lenguaje. Esto conducirá a contiendas y divisiones. Tenemos
familias por causa de nuestros intereses carnales y tenemos idiomas por causa de las
diferencias en conceptos y expresiones. Las diferentes expresiones causan discusiones, y
éstos a su vez traen divisiones. Observe la historia del cristianismo. Al principio, muchos
santos estaban totalmente unidos. Pero en cierto momento, algunos de ellos se
aferraron a distintos conceptos y empezaron a hablar cosas diferentes; comenzaron a
hablar un idioma diferente. Esto causó molestias. Esta es la historia de la división en el
cristianismo a lo largo de los siglos. El lenguaje es verdaderamente un factor de división.
¿Qué representan los países? Representan territorios. Cuando yo era joven me enteré de
que los diferentes misioneros que fueron a mi provincia y predicaban el mismo Señor y
el mismo evangelio tuvieron un concilio en el cual se dividieron entre ellos partes de esa
provincia. Dijeron que cierto territorio pertenecía a los bautistas del sur y otro territorio
a los presbiterianos, otro a los hermanos abiertos, etc. Dividieron esa parte del país en
cuatro o cinco territorios. Eran estrictos al respecto, y decían a los que invadían su
territorio: “¿Por qué vienen ustedes a predicar en nuestro territorio? ¿No recuerdan que
dividimos esta región en territorios?”
El Señor nos ha guiado a presentar aquí en Estados Unidos el tema de que el terreno o la
base de la iglesia es la localidad. Hace diez años enfrentamos mucha oposición a la
enseñanza de la localidad como terreno de la iglesia. Ahora este tema se ha convertido
en un asunto explosivo. La gente habla de la iglesia local, y muchos se proclaman la
iglesia local de su ciudad. No obstante, muchos grupos no son iglesias locales, sino
sectas locales. Algunos nos dijeron: “Nosotros somos la iglesia local aquí. No vengan a
perturbarnos”. Otros dicen: “Somos la iglesia local aquí y somos autónomos”. ¿Qué es la
autonomía? Es la división del territorio con fines egoístas. Cuando la gente dice: “No nos
molesten: somos la iglesia local en esta ciudad”, a los ojos de Dios son una secta local, y
no una iglesia local. Ahora la gente tendenciosa usa cualquier pretexto para seguir
causando división. Es cierto que todas las iglesias locales son independientes
localmente, pero universalmente son un solo Cuerpo. Podemos decir que hay muchas
iglesias locales, pero nunca podríamos decir que hay muchos cuerpos. Puede haber mil
iglesias locales, pero el Cuerpo de Cristo sigue siendo uno solo universalmente. Cristo no
tiene más que un solo Cuerpo. Si los hermanos aquí en Anaheim proclaman que son la
iglesia en Anaheim y que los demás no deberían molestarlos, se habrán convertido en
una secta local. Habrán dividido el territorio.
Tomemos el ejemplo de los Estados Unidos, una nación de cincuenta estados. Estos
cincuenta estados no son países separados. Podemos viajar de un estado a otro. Usted
puede ser un ciudadano de California hoy y un ciudadano de Oregón mañana. Poco
después puede mudarse a Arizona y ser ciudadano de ese estado. A pesar de componerse
de cincuenta estados, los Estados Unidos no están divididos en cincuenta países.
Cuando ustedes se conviertan en una familia carnal, tendrán un lenguaje lleno de
opiniones y un método divisivo de fraccionar el país. Con el tiempo, se convertirán en
una nación en sí mismos. Es interesante observar que la palabra denominación incluye
la palabra nación. En tipología, constituye una nación; en el cristianismo, es una
denominación. La palabra denominación denota lo que ha recibido un nombre. En
tipología hay naciones, tales como Etiopía, Egipto, Seba, etc.; en el cristianismo hay
denominaciones, como los luteranos, presbiterianos, episcopales, etc. Estos constituyen
naciones o denominaciones. Todos están divididos.
Cuando fui salvo, todos los pastores y ministros estaba contentos usando la palabra
denominación. Entonces el Señor nos levantó para denunciar las denominaciones, y los
pastores y ministros dejaron de usar ese término. Aunque dejaron de usar el término
denominación, siguen usando muchos nombres. ¿Se da cuenta usted de que cada
nombre es una división? Cada denominación, cada nombre, es una división. No diga que
nuestro nombre es “la iglesia local”. No tenemos ningún nombre. Por ejemplo, la luna
no tiene ningún nombre; es simplemente la luna. Debemos llamar simplemente “luna” a
la luna. Algunas personas dicen que la luna de Estados Unidos es más brillante que la
luna de China. Pero no existe una luna estadounidense ni una luna china. Todo lo que
usted puede decir es “la luna [que se ve] en Estados Unidos o la luna [que se ve] en
China”. Se trata de una sola luna. Existe una sola luna y no hay otra. Del mismo modo,
la iglesia es simplemente la iglesia. La expresión “iglesia local” no es nuestro nombre,
sino la descripción de nuestra naturaleza. No somos las supuestas iglesias facciosas y
divididas; somos la iglesia que está en una localidad. Por tanto, la expresión “iglesia
local” denota nuestra naturaleza, y no es nuestro nombre. No considere “la iglesia local”
como un nombre. Todo lo que podemos decir es la iglesia en cierta localidad, como la
iglesia en Los Angeles, la iglesia en Anaheim, etc.
En una familia no hay ningún rey. La cabeza de familia no es un rey. Cuando hay
opiniones o expresiones diferentes, de todos modos no tienen rey. Cuando dividen el
territorio, es probable que allí todavía no haya ningún rey. Pero cuando adoptan un
nombre y se convierten en una nación, obtienen un rey y automáticamente quedan
divididos. Originalmente, la unidad se basa en un solo Dios y una sola meta, y la división
fue el resultado de las diferentes clases de adoración, incluso la adoración de diferentes
objetos con distintos intereses y propósitos. Finalmente se formaron familias, se expresó
un lenguaje, el país se dividió en territorios, y se crearon las naciones, o sea las
denominaciones. El resultado fue la división. Si uno observa la historia del cristianismo,
se dará cuenta de que se dividió precisamente de esta manera.
En la década de 1930, hablé mucho acerca de las denominaciones. Un día, al regresar a
mi ciudad natal después de una larga ausencia, algunos amigos me invitaron a un
banquete con varios líderes cristianos de edad avanzada que me conocían muy bien.
Cuando estuve allí, teniendo apenas treinta años de edad, me encontré rodeado por un
grupo de personas mayores, que tenían en general más de sesenta años de edad. Uno de
ellos empezó a hablar y dijo: “Señor Lee, en las predicaciones que usted presentó en
años anteriores, ha denunciado las denominaciones. Queremos preguntarle ¿por qué,
después de haber predicado contra las denominaciones, ha formado usted otra
denominación?” Pensaban que me habían vencido. Contesté: “Me alegro de estar aquí
con todos ustedes, pues éste es el mejor momento para aclarar todo este asunto. El
apóstol Pablo reprendió a los corintios que decían: ‘Yo soy de Apolos’, ‘yo soy de Pablo’,
y ‘yo soy de Cefas’. Algunos incluso dijeron: ‘Yo soy de Cristo’. El apóstol Pablo
reprendió a todos los facciosos que estaban en Corinto (1 Co. 1:11-13). Ustedes afirman
ser bautistas, o presbiterianos, o chinos independientes. Díganme con sinceridad: si el
apóstol Pablo estuviera aquí, ¿aprobaría lo que ustedes hacen? Dijeron: ‘Claro que no,
Pablo jamás aprobaría esto’”. Fueron honestos. Y tenían que serlo porque ya los había
acorralado. Entonces proseguí: “Puesto que ustedes están de acuerdo en que no está
correcto decir: ‘Soy bautista’, o ‘Soy presbiteriano’, entonces ¿dónde me ubicarían a mí?
¿Me pondrían en su denominación presbiteriana, o en la bautista o en la iglesia china
independiente?” Contestaron: “No lo pondríamos en ninguna de ellas”. Entonces dije:
“Pero ustedes deben ponerme en alguna parte. ¿No debería yo quedar en alguna parte?”
Quedaron perplejos. Entonces agregué: “Por la misericordia y la gracia del Señor, lo amo
ciertamente a El. Por amarlo a El, debo predicar el evangelio a los incrédulos. Muchos
fueron salvos por medio de mi predicación. ¿Dónde los ubicaré? ¿En qué denominación
los pondré, en la bautista, la presbiteriana o la iglesia china independiente?” No
pudieron contestar nada. Entonces dije: “¿Ven la situación? ¿Ahora ven por qué, por
una parte, predico contra las divisiones y por otra, les parece que formo otra división?
Debemos reunirnos. No somos uno con ustedes porque ustedes nos obligan a no serlo.
Ahora bien, si ustedes me prometen que a partir de mañana derribarán todos sus
carteles y se olvidarán de sus diferentes nombres, entonces les prometo que tendré
comunión con todos los hermanos esta noche y cerraremos inmediatamente nuestro
local de reuniones. Entonces podremos reunirnos como una sola iglesia en esta ciudad.
¿Qué les parece?” Entonces dijeron: “No, no podemos hacer eso”. Para concluir, les dije:
“Ustedes no lo quieren hacer; entonces, ¿quién es responsable por las divisiones?”
Después de aquella noche hasta el día en qué salí de la China continental, ninguno de
ellos me volvió a molestar. Habían perdido el caso en la corte celestial. Querían
conservar sus nombres divisivos, sus denominaciones. Algunos decían: “Somos los
chinos independientes. No hay nada mejor que eso”. Otros decían: “Somos
presbiterianos de tercera generación. ¿Cómo podríamos renunciar a este nombre?”
Otros querían decir: “Somos bautistas. Los bautistas son mucho mejor que los
presbiterianos, quienes bautizan por aspersión, lo cual es un error, pero nosotros
bautizamos por inmersión”. Ya conocemos bien esta clase de disputas.
Cuando llegamos a la isla de Taiwán, el Señor bendijo la obra. Aumentamos en número,
de menos de quinientos santos a más de veinte mil. Durante unas conferencias de diez
días en Taipéi en 1957, di por lo menos treinta mensajes sobre la base de la unidad.
Después de aquellos días, todos los ancianos sintieron la carga de ponerse en contacto
con algunos grupos independientes destacados en la ciudad. Había por lo menos dos o
tres grupos que afirmaban no ser sectarios ni denominacionales, pues se reunían
simplemente en el nombre del Señor. Primero, mandamos dos o tres ancianos a visitar a
estos grupos para tener una conversación detallada con ellos acerca de la unidad entre
los santos. Luego invitamos a cada uno de los grupos a que enviaran algunos de sus
líderes a reunirse con nosotros. Cuando nos reunimos con ellos, les dijimos: “Hermanos,
quizás ustedes piensen que por ser nosotros tan numerosos en comparación con
ustedes, vamos a manipular la situación. Tranquilícense. Les hablamos con un corazón
sincero. Somos serios acerca del recobro del Señor y de la verdadera unidad del Cuerpo.
Estamos dispuestos a renunciar a ser ancianos para que ustedes sean los ancianos.
Estamos dispuestos a poner todas las propiedades de todas las salas de reunión en sus
manos. Además, estamos dispuestos a tener una conferencia para pedir a todos los
santos que sean uno con ustedes y se sometan a todos ustedes. Se lo prometemos y
estamos dispuestos a escribirlo y firmarlo”. Los habíamos obligado a definirse. Dijeron:
“Hermanos, apreciamos su sinceridad, pero queremos seguir siendo independientes”.
Los líderes de cada grupo dijeron lo mismo. Con eso nos dimos cuenta de que no
querían ser uno. ¿Por qué no estaban dispuestos a ser uno? Porque disfrutaban el hecho
de tener sus propios imperios, sus propias naciones.
Después de la primera guerra mundial, el señor Wilson, presidente de Estados Unidos, y
los líderes de Gran Bretaña y de Francia formaron la Liga de las Naciones en un intento
de unificar a todas las naciones del mundo. Esto acabó en un fracaso. Más adelante,
después de la segunda guerra mundial, el señor Roosevelt y otros líderes formaron las
Naciones Unidas. ¿Están verdaderamente unidas las naciones? Sólo están unidas en sus
conflictos. En principio, pasó lo mismo en mi ciudad natal hace cincuenta años. Poco
tiempo después de ser salvo, fui a ver a mi pastor y le pregunté por qué los cristianos
estaban tan divididos. El me contestó: “Anímate. Tengo buenas noticias para ti. Todas
las denominaciones de nuestra ciudad se van a unir”. Poco tiempo después, el mismo
pastor me dijo que cuanto más intentaban unirse, más se dividían. En la conferencia que
organizaron para intentar unificarse, combatían entre ellos. Si no me cree, congregue a
todos los líderes de las denominaciones y verá lo que sucede. Cada uno de ellos
declarará algo diferente. Tal vez todos hablen en el mismo idioma, pero todos
declararán conceptos diferentes. Usted verá las divisiones que se formarán entre ellos.
Ser disidente y hablar cosas diferentes es una maldición. Si usted es un disidente, será el
primero en recibir maldición. Si habla cosas diferentes, traerá muerte a su espíritu.
Indudablemente perjudicará la vida de iglesia, y además usted mismo sufrirá una gran
pérdida. Ser disidente o hablar cosas diferentes jamás ha sido una bendición, sino todo
lo contrario. Durante los últimos cuarenta y cinco años, he notado que todos los
disidentes, sin excepción, han sufrido pérdida. Hermanos, no hace falta que seamos
disidentes. ¿Acaso no tenemos un solo Dios? ¿No tenemos una sola Biblia? ¿No creemos
en un solo Señor? Puesto que tenemos un solo Dios, una sola Biblia, y un solo Señor,
olvidémonos de todos los conceptos disidentes, y hablemos lo mismo por el bien de los
intereses del Señor. Esta fue la razón por la cual el apóstol Pablo nos amonestó a todos a
que hablásemos una misma cosa, y a que no hubiese divisiones entre nosotros, sino que
estuviésemos perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer (1 Co.
1:10), y a que tuviésemos un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes,a una
voz, glorificásemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (Ro. 15:5-6).
Durante el primer año de mi labor en el recobro del Señor en este país, me invitaron a
Tyler, Texas. Sabía que los cristianos siempre tienen opiniones diferentes; por eso, tuve
mucho cuidado. No grité ni dije en voz alta: “Amén, alabado sea el Señor”. Mientras
algunos oraban, me senté allí y dije en voz baja: “Amén, Señor” pensando que nadie me
oiría. Finalmente alguien dijo: “Hermano Lee, usted probablemente no conoce la
costumbre de aquí. La gente no acostumbra oír ningún Amén”. Dejé de decir Amén
audiblemente. Más tarde, algunos vinieron y me dijeron: “La gente en este país no está
de acuerdo con decir Amén durante el servicio”. Hace años, en algunas iglesias
wesleyanas, tenían una esquina para los que decían Amén y todos los que querían decir
Amén tenían que sentarse allí. No deberíamos molestarnos por tales cosas. Deberíamos
estar conformes cuando la gente diga Amén y cuando no lo diga, cuando lo diga en voz
alta y cuando no lo enuncie audiblemente.
Hay muchos debates acerca del bautismo. Algunos dicen que la aspersión es la manera
correcta. Algunos aseveran que sólo la inmersión es bíblica. Algunos insisten en
sumergir a la gente hacia delante, y algunos en hacerlo hacia atrás. Algunos insisten en
sumergir una vez, y otros tres veces. Otros discuten en cuanto a la clase de agua que se
debe usar, si debe ser caliente o fría, salada o fresca, en una piscina hecha por los
hombres, o en un lago, en un río o en el mar. Existen muchas y diversas opiniones. Nada
de eso nos debería dividir. Mientras todos adoremos a un solo Dios y creamos en el
único Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien se encarnó para ser nuestro Salvador,
quien murió en la cruz por nuestros pecados al derramar Su sangre por nuestra
redención, quien resucitó al tercer día, y quien es ahora el Señor y está en los lugares
celestiales y también es vida dentro de nosotros, todos deberíamos ser uno y no estar
divididos en nada.
Después de que el Señor nos condujo a orar-leer la Palabra de Dios y a invocar Su
nombre, algunos cristianos empezaron a oponerse a nosotros en estos asuntos. Algunos
nos criticaron y otros aun nos censuraron con mala intención por estas dos cosas. Si
orar-leer o invocar el nombre del Señor cambia la vida de una persona, entonces soy
partidario de esas cosas. Es diez mil veces mejor que ir al cine o asistir a encuentros
deportivos. Y es mucho mejor que la música rock.
En cuanto a la Trinidad, creemos, conforme a la Biblia, en un solo Dios, el Dios Triuno:
el Padre, el Hijo y el Espíritu. Creemos exactamente en lo que la Biblia dice. Pero
algunos definen la Trinidad según sus propios conceptos, y afirman que el Padre, el Hijo
y el Espíritu son tres personas distintas que tienenla naturaleza de un solo Dios.
Entonces, ¿qué sucede con aquel único Dios? ¿No es El una persona? Así como el Padre
es una persona, el Hijo también es una persona al igual que el Espíritu; por
consiguiente, Dios también debe de ser una sola persona. En dado caso, debe de haber
cuatro personas en el único Dios. Hablar de la Trinidad con esta clase de terminología
causa problemas y confunde a los que la usan. No debemos dejarnos envolver en esos
debates. Griffith Thomas, famoso por su exposición del libro de Romanos, dice en The
Principles of Theology [Principios de teología]: “El término ‘Persona’ ... no debe ser
usado excesivamente pues conduciría al triteísmo ... La verdad y la experiencia de la
Trinidad no dependen de la terminología teológica”. La Trinidad es un misterio
insondable. Nadie lo puede explicar completamente. Sólo podemos decir que según la
Biblia, existe un solo Dios, el Dios único, que es Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu; y
que Isaías 9:6 revela que el Hijo es el Padre, y 2 Corintios 3:17 nos dice que el Señor es el
Espíritu. Creemos simplemente en todo lo que enseña la Biblia. No podemos añadir
nada más. Los que defienden el concepto de tres personas distintas “que tienen la
naturaleza de un solo Dios” pueden ser cristianos, pero están divididos en sus opiniones
y en su terminología. Aun teniendo esta clase de conceptos, los reconoceremos como
hermanos en Cristo, siempre que crean en el Dios único, el Dios Triuno: el Padre, el
Hijo, y el Espíritu, y en el Señor Jesús quien es el Hijo de Dios encarnado para ser
nuestro Salvador, quien murió en la cruz por nuestros pecados y derramó Su sangre por
nuestra redención, quien resucitó al tercer día, y quien es ahora el Señor en los cielos y
la vida en nosotros. Nosotros creemos en la Trinidad conforme a la Palabra pura de la
Biblia. No deberíamos aferrarnos a conceptos o terminología que causen división.
Nuestro único interés es la unidad del Cuerpo en el recobro del Señor. La disensión trae
maldición, pero la unidad trae bendición: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
habitar los hermanos juntos en armonía! Porque allí envía Jehová bendición, y vida
eterna” (Sal. 133:1, 3).
i. Tiene su consumación en Babilonia,
representada por Babel
Babel se levantó de entre las naciones. Esto significa que Babilonia provenía de las
denominaciones. Todas las sectas y las denominaciones tendrán su consumación en la
gran Babilonia. Babilonia, palabra de origen griego, es el equivalente de la palabra
hebrea Babel. Si usted lee el Nuevo Testamento, verá que Babilonia sale de las sectas del
cristianismo, es decir, de todas las denominaciones. Antiguamente el producto de todas
las naciones fue Babel, y todas las denominaciones que hay en el cristianismo llegarán a
su consumación final en la gran Babilonia. Una vez más, vemos que Génesis es un libro
de semillas, pues aquí en Génesis 10 tenemos la semilla de Babilonia, y en Apocalipsis 17
y 18 tenemos la cosecha de la gran Babilonia.
1) De la línea de la maldición
Babel salió de las naciones que se encontraban en la línea de la maldición (10:6, 8). La
línea maldita acompañaba a Cam. Cus, el constructor de Babel, era hijo de Cam, y
Nimrod, el hijo de Cus, fue el primero en reinar sobre Babel.
Esto tipificaba al cristianismo. El cristianismo es tipificado en detalle por las naciones.
Entre las naciones, Babel provenía de la línea de maldición. ¿Cuál fue la causa de la
maldición? ¡La rebelión! Cam fue maldecido por haberse rebelado contra el gobierno de
Dios. Los descendientes de Cam, a quien Dios había maldecido por haberse rebelado
contra el gobierno divino, fueron usados por Satanás para establecer Babel, el sistema
satánico. Sucede lo mismo hoy en día. Babilonia había sido construida por cristianos
que no se preocupaban por el gobierno de Dios, sino sólo por su propio reino.
En cada denominación, incluyendo la Iglesia Católica Romana, hay cristianos auténticos
y salvos. Son el pueblo de Dios y le pertenecen al Señor. Pero la organización de las
denominaciones en las cuales se encuentran no pertenece a Dios. Las organizaciones
denominacionales fueron usadas por Satanás para establecer su sistema satánico a fin
de destruir la economía de Dios en cuanto a la vida adecuada de iglesia. Todos los
verdaderos creyentes, dondequiera que estén, en las denominaciones o aun en la Iglesia
Católica Romana, son salvos, pero el sistema, la organización maligna, se encuentra bajo
el juicio de Dios.
2) Nimrod fue el primer rey de Babel e inició la idolatría
Nimrod fue el primer rey de Babel, y la historia enseña que él introdujo muchos
elementos de idolatría (10:10). Esa idolatría creó un emblema totalmente demoníaco: la
Madona con su hijo. El libro Las dos babilonias enseña que la Madona era la madre de
Nimrod y también su esposa. Este emblema, inventado por el culto babilónico, se
extendió por toda la tierra: a Egipto, India, Grecia, la Roma pagana, el Tíbet, China y
Japón. También invadió el catolicismo romano. Cuando la Iglesia Católica Romana
mandó misioneros a China hace varios siglos, ellos encontraron el mismo emblema en
los templos idólatras budistas y mandaron un informe al Vaticano al respecto. Esto se
documenta en Las dos babilonias. Cuando yo era apenas un niño, antes de ser salvo, fui
a una catedral católica en China y vi ese emblema. Por esa misma época, visité un
templo budista chino y allí vi el mismo cuadro. Después de ser salvo, en mis
predicaciones comenté que en ciertos aspectos el catolicismo y el budismo provienen de
la misma fuente. Podemos encontrar el mismo emblema de una madre con un hijo en
sus brazos en las catedrales católicas así como en los templos idólatras budistas. Esto
pone de manifiesto el origen de algunas cosas del catolicismo actual.
Así como las naciones condujeron a Babel, las denominaciones conducirán finalmente a
la gran Babilonia. No son palabras que escuchamos con agrado. Pero no dejen que los
perturben. Cuando las naciones se convirtieron en Babel, Dios intervino y llamó a
Abraham. El hizo algo mejor que lo que había hecho antes. La historia de Abraham es
mucho mejor que la de Noé. ¿Quiénes son los Abraham de hoy? ¡Los que conforman la
iglesia! En cierto sentido, somos los Noés de hoy; en otro sentido, somos los Abraham
de hoy. En cuanto a esta generación maligna, somos los Noés de hoy y en cuanto al
cristianismo denominacional, somos los Abraham de la actualidad que fueron llamados
a salir de Babel. Veremos más acerca de la vida de Abraham en los mensajes siguientes.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y CINCO
LA VIDA EN RESURRECCION
(4)
2. Una sombra del reino
En los mensajes anteriores vimos muchas riquezas que encontramos en el libro de
Génesis. En este mensaje veremos otro aspecto de estas riquezas: el reino. El reino es
una de las numerosas verdades sembradas en forma de semillas en el libro de Génesis,
desarrolladas en toda la Biblia y segadas como cosecha en Apocalipsis. Ya vimos que
después del diluvio Noé y su familia vivían en resurrección y que la vida en resurrección
era una sombra del reino. El reino es un tema muy importante en la Biblia y tiene
muchísimo significado.
a. El comienzo del gobierno humano
1) El hombre recibe autoridad sobre los demás
El reino está implícito en Génesis 9:1-7. Leamos el versículo 6: “El que derramare sangre
de hombre, por el hombre su sangre será derramada”. Este es un versículo crucial en el
libro de Génesis. Todos los maestros de Biblia concuerdan en que este versículo, donde
vemos que Dios le dio al hombre autoridad sobre los demás, describe el comienzo del
gobierno humano. Hasta entonces Dios no le había dado al hombre autoridad sobre
otros hombres. Todos los hombres estaban directamente bajo el mando de Dios. Pero la
caída produjo una naturaleza rebelde en la humanidad. Por esta razón, Dios estableció
cierta autoridad en la tierra como representante Suyo para regir al hombre. Desde el
comienzo del libro de Génesis hasta la época de Génesis 9:6, no hay ningún indicio de
que, aparte de poner al marido como cabeza de su esposa (3:16), Dios le hubiera dado al
hombre autoridad sobre los demás. No obstante, después del diluvio, cuando el hombre
vivía en resurrección sobre la tierra de una manera nueva, Dios estableció una autoridad
delegada sobre la tierra.
2) Noé es la autoridad delegada
Noé fue la autoridad delegada por Dios después del diluvio. Como cabeza de un nuevo
linaje, él era la autoridad delegada bajo el mando de Dios. Adán no fue la autoridad
delegada por Dios sobre los hombres. A él se le dio autoridad sobre las criaturas, mas no
sobre los hombres. Si usted lee Génesis 1 detenidamente, verá que Adán tenía autoridad
sobre los peces, las aves, las bestias, los animales que se arrastran y sobre “todas las
bestias que se mueven sobre la tierra” (vs. 26, 28). Pero no existe ni una sola palabra
que dé a entender que Adán haya recibido autoridad sobre los demás hombres. Sin
embargo, Noé, después de convertirse en la cabeza de un nuevo linaje, recibió de Dios la
autoridad no sólo para señorear en las criaturas, sino también en los hombres.
3) El reino de Dios sobre la tierra
entre los hombres
Si leen Génesis 9 detenidamente, verán una sombra del reino. ¿Qué es el reino? Un
reino es un gobierno o un reinado. Allí, en Génesis 9, vemos la sombra del reino de Dios
sobre la tierra entre los hombres. El gobierno que tiene la autoridad que Dios confirió
entre los hombres en la tierra nueva representa al dominio del reino de Dios en la vida
de resurrección.
b. Antes de ese reino
1) La tierra se llenó de violencia
¿Cuál era la situación en la tierra antes de establecerse ese reino? Primeramente, la
tierra estaba llena de violencia (6:11, 13). ¿Por qué estaba la tierra llena de violencia?
Porque no había autoridad delegada; nadie estaba autorizado para gobernar a los
demás. Antes del diluvio no existía la autoridad delegada sobre los hombres.
Supongamos que hoy en día no hubiera ningún gobierno local, estatal ni federal.
¿Podríamos vivir en paz? No, el país estaría lleno de violencia. Nadie podría dormir
tranquilo durante la noche, pues todos tendrían miedo de que sus posesiones fuesen
robadas. La tierra estaba llena de violencia porque no había ningún gobierno sobre la
tierra. Como veremos en el próximo mensaje, en esa época el gobierno era la conciencia
del hombre. En el huerto, antes de la caída, el hombre estaba dirigido directamente por
Dios, por el gobierno divino. Después de la caída, el hombre se regía por su propia
conciencia. No obstante, el gobierno de la conciencia, o mejor dicho el autogobierno, no
funcionó muy bien. Como resultado de este autogobierno, toda la tierra se llenó de
violencia. Por consiguiente, después del diluvio Dios autorizó al hombre para gobernar
sobre los demás y así empezó el gobierno humano.
2) El hombre no prestó atención
a los intereses de Dios
En segundo lugar, antes de ese reino, el hombre no prestaba ninguna atención a los
intereses de Dios. Según Lucas 17:26-27, antes del diluvio los hombres comían, bebían,
se casaban y se daban en casamiento. Nadie se preocupaba por los intereses de Dios.
Finalmente el juicio de Dios cayó sobre ellos.
c. En ese reino
Las cosas cambiaron después del diluvio. La situación cambió bajo el mando de la
autoridad delegada de Dios, el cual era una sombra del reino de Dios.
1) La tierra se llenó de paz
Después del diluvio, la tierra quedó en paz. Lo sabemos porque Génesis 9:20 dice que
Noé plantó una vid. Miqueas 4:3-4 indica que cuando el pueblo de Dios tiene una vid,
ello significa que reina la paz sobre la tierra. Estos versículos de Miqueas se refieren al
reino venidero y nos dicen que los hombres convertirán sus espadas en azadones, y sus
lanzas en hoces porque no habrá guerra, y que se sentará cada uno debajo de su vid y
debajo de su higuera. Esto significa que hay paz. El hecho de que Noé plantó una vid
demuestra que disfrutaba de paz en el reino. En esos días no había violencia. Hoy en día,
la vida apropiada de iglesia es la verdadera vid donde ya no hay peleas, sino descanso.
2) El hombre restaurado
a la situación inicial
En ese reino, el hombre fue recobrado para el propósito que Dios tenía para con él desde
el principio: expresarlo a El y representarlo (9:1-7). Es muy interesante ver que parte de
lo dicho en 1:26-28 se repite aquí en Génesis 9. Esto significa que después del diluvio, el
hombre fue puesto de nuevo en la situación inicial para que cumpliera el propósito de
Dios, o sea, para que tuviera la meta de expresar a Dios y representarlo.
d. Da por resultado la rebelión de Babel
Cuando llegamos al final de la Biblia, vemos que el reino desembocará en una situación
muy desagradable: una gran rebelión. Pasa lo mismo con la tipología del libro de
Génesis. Estaba muy bien que Noé disfrutara de paz en el reino y que la humanidad
fuera restaurada y puesta de nuevo en su situación inicial para cumplir el propósito de
Dios. No obstante, todo eso dio por resultado la rebelión de Babel. La rebelión de la
humanidad en Babel se debió exclusivamente a la obra de Satanás.
1) Satanás usurpó al hombre
y lo incitó a usar indebidamente
la autoridad conferida por Dios,
con el fin de formar naciones
Satanás usurpó al hombre y le incitó a usar indebidamente la autoridad conferida por
Dios, con el fin de formar naciones. Dios le dio al hombre la autoridad de gobernar a
otros para establecer la paz, pero Satanás usurpó al hombre y lo condujo a usar mal esta
autoridad y así formar naciones. Aunque Dios deseaba efectivamente que el hombre
gobernara a los demás, no quería que se formaran naciones. La formación de las
naciones fue la obra de Satanás. Satanás incitó al hombre a usar indebidamente la
autoridad que se le había dado, con el fin de formar naciones y establecer pequeños
imperios para el hombre mismo.
2) Satanás instigó al hombre
a rebelarse contra Dios
Satanás instigó al hombre a rebelarse contra Dios en la construcción de la ciudad de
Babel y su torre. La construcción de la ciudad y de la torre de Babel fue una declaración
de independencia con respecto a Dios. La humanidad declaraba que se independizaba
de Dios.
3) Juzgada por Dios
Esa rebelión fue juzgada directamente por Dios. Cuando Dios juzgó la tierra en la época
del diluvio, no lo hizo directamente. El mandó un diluvio para juzgar esa era. No
obstante, en Babel Dios descendió personalmente y El mismo juzgó esa rebelión. No
pidió a nadie que acabase con la rebelión, sino que El mismo lo hizo.
e. La iglesia es el reino en realidad
Ahora llegamos al Nuevo Testamento donde vemos el verdadero reino, el reino en
realidad. El Nuevo Testamento es el libro del reino. Todo el Nuevo Testamento gira en
torno al reino. ¿Qué es lo primero que se predica en el Nuevo Testamento? El reino. El
reino se predica en los primeros capítulos de los evangelios. En el Nuevo Testamento se
predica el evangelio con relación al reino, y no a irse para el cielo. El Nuevo Testamento
no dice: “Arrepentíos, porque los cielos os esperan”, sino: “El reino de los cielos se ha
acercado” (Mt. 3:2; 4:17). Hoy en día la gente oye miles de mensajes evangélicos. ¿Ha
oído usted algún mensaje evangélico que exhorte a la gente a arrepentirse porque el
reino se acerca? En toda mi vida no lo he escuchado ni una sola vez. Cuando los
cristianos predican el evangelio en la actualidad, la mayoría de ellos siempre habla del
pecado, de los cielos y del infierno. Casi nadie habla del evangelio en relación con el
reino. Pero en el Nuevo Testamento cuando se predica el evangelio por primera vez, se
nos exhorta a arrepentirnos por causa del reino.
El evangelio tiene como objetivo el reino. La predicación del evangelio tiene como fin
que los hombres entren en el reino. El evangelio se proclama con el fin de que la gente
sea salva, y esté calificada y facultada para entrar en el reino. La regeneración tiene
lugar por causa del reino (Jn. 3:3, 5). Si usted no ha sido regenerado, no puede entrar en
el reino de Dios. ¿Fue usted salvo, lavado en la sangre y regenerado? ¿Con qué
propósito? Antes de entrar en la vida de iglesia, me dijeron que yo necesitaba ser salvo,
lavado y regenerado para poder ir al cielo. En la iglesia vimos algo más elevado: fuimos
salvos, lavados y regenerados por causa de la iglesia (Ef. 5:25, 23; Hch. 20:28). El
evangelio del reino trae los pecadores rebeldes a la iglesia. Pero ahora debemos ver lo
que es la realidad de la iglesia. El reino es la realidad de la iglesia. Si usted fue salvo,
lavado y regenerado por causa de la iglesia, eso significa que experimentó estas cosas
por causa de la realidad del reino.
En este mensaje tengo la carga de compartir con ustedes lo que es la verdadera vida de
iglesia. El reino es la verdadera vida de iglesia. El fin del evangelio es el reino. Ser salvo,
lavado y regenerado es algo que tiene una estrecha relación con el reino.
La iglesia es el reino en la realidad. Algunos cristianos afirman que ésta es la era de la
iglesia y que el reino todavía no ha venido. Según ellos, al terminar la era de la iglesia,
empezará la del reino. Aunque esta comprensión es correcta en cierto sentido, no lo es
en todos los aspectos. Como lo veremos, hoy la iglesia es el reino. La iglesia apropiada,
genuina y viviente es el reino, y éste es la realidad de la iglesia. Sin el reino, no hay
iglesia. Nuestra salvación y nuestra regeneración tienen como fin la iglesia, y la iglesia
tiene como finalidad el reino.
1) La iglesia edificada, el reino establecido
Cuando la iglesia fue edificada, el reino fue establecido. La edificación de la iglesia
equivale al establecimiento del reino. Lo comprobamos en Mateo 16:18-19. En el
versículo 18 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”, y en el versículo 19 le
dijo a Pedro: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos”. El habló de la iglesia en el
versículo 18. Y en el versículo 19 reemplazó la palabra “iglesia” por la expresión “el
reino”. Esto demuestra que la iglesia y el reino son términos intercambiables; se refieren
a lo mismo.
Estos dos versículos indican que a Pedro se le darían las llaves del reino con miras a la
edificación de la iglesia. Creo que Pedro sólo tenía dos llaves. ¿Cuáles eran y cuándo las
usó? Todas las puertas y todas las entradas tienen una cerradura específica que requiere
una llave específica. Pedro usó la primera llave el día de Pentecostés (Hch. 2). Esta llave
abrió la puerta para que los judíos entraran en el reino. Más adelante, en la casa de
Cornelio (Hch. 10), usó la segunda llave, la que abrió la puerta para que los gentiles
entraran en el reino. El Señor dio estas llaves a Pedro, y éste las usó para abrir las dos
entradas al reino, la de los judíos y la de los gentiles, a fin de que la iglesia fuese
edificada. La iglesia fue el reino al cual entraron los judíos y los gentiles.
¿Quién puede decir que hoy la iglesia no es el reino? Por ejemplo, el lugar donde usted
vive es su hogar. Usted no puede decir: “Tengo un apartamento, pero no tengo hogar”.
Mientras usted tenga vivienda, tiene un hogar, pues esa vivienda es su hogar. Del mismo
modo, mientras exista la iglesia en la tierra, Dios tiene un reino. No diga que la iglesia
no es el reino, pues la iglesia es el reino.
2) La vida de iglesia es el reino
Romanos 14:17 indica que la vida de iglesia es el reino. El libro de Romanos trata de la
vida cristiana y la vida de iglesia. Antes del capítulo doce, dicho libro trata de la vida
cristiana. En el capítulo doce se empieza a hablar de la vida del Cuerpo. Al leer los
capítulos doce a catorce, se podrá ver que el capítulo catorce forma parte de la vida
práctica del Cuerpo y que ésta es el reino. En Romanos 14:17 Pablo menciona el reino de
Dios. En este versículo, no habla de la iglesia ni de la vida del Cuerpo, sino que dice: “El
reino de Dios ... es ... justicia, y paz y gozo en el Espíritu Santo”. Esto no se refiere al
futuro; es actual y se refiere a ahora mismo. La vida del Cuerpo, la vida de iglesia, es el
reino.
3) Hoy quienes forman la iglesia están en el reino
Apocalipsis 1:9 revela que hoy quienes están en la iglesia están en el reino. Hoy en la
iglesia estamos bajo el dominio celestial de Dios. Todos debemos ser gobernados por El.
Cuando somos dirigidos por Dios, podemos gobernar por El con la autoridad celestial.
La primera vez que el reino se menciona en conjunción con la iglesia (Mt. 16), se habla
de atar y de desatar. Este es el dominio que ejercemos con la autoridad de Dios. Cuando
estamos bajo el dominio de Dios, podemos ejercer Su autoridad para regir nuestras
circunstancias.
Nosotros los cristianos, los que estamos en la vida de iglesia, ¿necesitamos todavía el
dominio exterior del gobierno o de la policía? Sería vergonzoso que necesitáramos este
gobierno exterior, pues llevamos el dominio celestial dentro de nosotros. Supongamos
que usted compra comida en una tienda y que la cajera le devuelve más dinero que el
que corresponde. ¿Podría usted comer sus alimentos en paz? No. Tendría que devolver
el dinero extra, pues el dominio celestial sobre usted y dentro de usted no le permitiría
sacar ventaja de los demás. Usted no necesitaría que un policía le exigiera devolver el
dinero. Nosotros, quienes constituimos la iglesia, estamos bajo el dominio celestial de
Dios. La realidad del reino se halla en nuestro medio.
No obstante, a veces debemos ser gobernados por otros porque todavía vivimos en
nuestra naturaleza caída. Puesto que no estamos debidamente entregados al dominio
celestial, algunas hermanas deben ser gobernadas por sus maridos. Tal vez sean
demasiado emocionales y necesiten que sus maridos las dirijan. Este es el dominio del
marido, y no el dominio celestial. Muchas hermanas deben ser gobernadas por sus
maridos por ser muy naturales y por no vivir realmente por Cristo ni andar en el
espíritu. Si vivieran por Cristo y anduvieran en el espíritu, no necesitarían el dominio
del marido. Cuando las esposas se encuentran bajo el dominio celestial, no necesitan el
dominio de sus esposos.
Los hermanos y hermanas jóvenes que estudian quizás necesiten que sus maestros los
dirijan. Tal vez necesiten también que sus padres ejerzan autoridad sobre ellos en casa.
No obstante, en principio, si todos los hermanos y hermanas jóvenes se hallan bajo el
dominio celestial de Dios, no necesitarán otro dominio. En las escuelas, en las tiendas,
en las casas y demás lugares el dominio celestial de Dios será más que suficiente. Este es
el reino. Estamos en el reino, y el reino está en la iglesia. La iglesia es el reino, y el reino
es la realidad de la iglesia.
La realidad de la iglesia como reino depende totalmente de la vida que está en el
espíritu. ¿Qué es esta vida? Es una vida bajo el dominio celestial de Dios. Mientras
vivimos y andamos en nuestro espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial de
Dios. Vivir así bajo el dominio de Dios es la realidad de la vida de iglesia; es la realidad
de la vida de iglesia hoy en día. El reino está realmente presente en la iglesia viviente.
f. La iglesia trae la manifestación del reino
La iglesia con el reino como su realidad trae la manifestación del reino. El reino
presenta varios aspectos. La realidad del reino es un aspecto, y la manifestación del
reino es otro. En la iglesia tenemos la realidad del reino, pero no la manifestación de
éste. El reino se lleva a cabo por nuestra vida de iglesia, pero no es manifestado. Es
llevado a cabo interiormente, pero no se manifiesta exteriormente. La realidad interior
del reino está en la iglesia hoy, mientras que la manifestación exterior vendrá en el
futuro.
Si usted está en la realidad del reino, devolverá el dinero extra que la cajera le haya
devuelto en una tienda o en un restaurante. Los demás no nos pueden entender cuando
hacemos eso. Quedan sorprendidos por el hecho de que no nos aprovechemos de la
situación. La gente simplemente no entiende que la devolución del cambio y el no
aprovecharse de los demás constituye un ejemplo de la realidad interior del reino en
nuestra vida cristiana. La gente mundana no puede entender que eso es el reino. Pero
cuando vuelva el Señor Jesús, traerá consigo la manifestación del reino. Entonces toda
la gente dirá: “Este es el reino manifestado”.
En cierto sentido, el reino está aquí; en otro sentido, el reino vendrá. Es como el Señor
Jesús. En cierto sentido, el Señor Jesús está aquí con nosotros. Dondequiera que
estemos, el Señor está con nosotros. Sin embargo, en otro sentido, El va a venir. Aunque
el Señor está con nosotros interiormente, El va a venir exteriormente. Hoy día es
necesario decirle a la gente que creemos en el Señor Jesús y que lo tenemos en nosotros.
Debemos explicar lo que significa creer en el Señor y tenerlo en nosotros. Pero cuando el
Señor venga visiblemente y traiga la manifestación del reino, ya no se necesitarán
explicaciones. Todos verán el reino manifestado. La manifestación del reino, o sea, el
reino en manifestación, será traído por la iglesia que es la realidad del reino. La
manifestación del reino no llegará repentinamente; vendrá por medio de la vida de
iglesia. ¿Por qué? Porque los vencedores deben vencer al maligno, vencer el mundo,
preparar el camino y establecer un frente de ataque para facilitar el regreso del Señor.
Entonces vendrá la manifestación del reino.
1) La iglesia produce los vencedores
La iglesia produce los vencedores. Apocalipsis 12 lo revela claramente. En dicho capítulo
vemos la mujer que representa el pueblo de Dios en su totalidad (v. 1), incluyendo a los
santos del Antiguo Testamento y también a los creyentes del Nuevo Testamento,
quienes (los creyentes neotestamentarios) conforman la iglesia. No piense que toda la
iglesia, o sea todos los miembros, serán vencedores. ¡No! en la iglesia, algunos serán
vencedores y otros no. Esto es similar al caso de una familia compuesta de las personas
mayores, los pequeños, y los fuertes. ¿Quiénes son los vencedores en una familia? ¡Los
fuertes! El libro de Números enseña que aquellos que tenían más de veinte años de edad
y menos de cincuenta salían al combate (Nm. 1:20; 4:3). Los menores de veinte años y
los mayores de cincuenta sólo disfrutaban. Los combatientes eran los fuertes, los
mayores de veinte años y menores de cincuenta. Ahora en la vida de iglesia tenemos
algunos santos que espiritualmente son mayores de cincuenta años: son los
disfrutadores. Alabado sea el Señor porque tenemos también algunos jóvenes, los que
espiritualmente son menores de veinte años; éstos son los disfrutadores jóvenes. Pero le
damos aún más gracias al Señor porque tenemos algunos que espiritualmente son
mayores de veinte años y menores de cincuenta. Estos son los fuertes, los que pelean la
batalla; son los combatientes. La batalla está en sus manos. Los demás son los
disfrutadores. La iglesia produce los fuertes, los vencedores, quienes pelearán la batalla
contra Satanás, el enemigo de Dios, y contra el mundo de éste.
2) Los vencedores hacen venir el reino
Apocalipsis 12 revela que cuando los vencedores sean arrebatados a los cielos, Satanás
será echado a la tierra (vs. 5, 9). Entonces se declarará que el reino de Dios ha venido (v.
10). El reino de Dios viene por medio de los vencedores. La iglesia produce los
vencedores, y los vencedores vencen al enemigo y traen la manifestación del reino.
Veremos más detalles al respecto en nuestro estudio-vida de Apocalipsis.
g. Reinan en resurrección
La iglesia es el dominio del reino. Sin embargo, este dominio no está en nuestra carne ni
en nuestra vida natural. Debe ser un dominio en resurrección. Esta clase de dominio no
está limitado al futuro, sino que debe estar en nuestro espíritu ahora. Supongamos que
los ancianos entre nosotros asumen su posición y ejercen autoridad para regir a los
demás en la vida de iglesia. Esto nunca traerá resultados. Si los ancianos intentan hacer
eso, nos daremos cuenta en lo profundo de nuestro espíritu de que los ancianos no
reinan en resurrección sino en su posición. Todos debemos aprender que en la iglesia,
donde se encuentra la realidad del reino, debemos actuar por nuestro espíritu. Debemos
vivir y andar en resurrección. Mientras andemos en resurrección, tendremos autoridad.
Es correcto decir que los hermanos son la cabeza y que las hermanas deben estar bajo su
autoridad. No obstante, si los hermanos no viven ni actúan en el espíritu, y las hermanas
sí, sentiremos en nosotros que los hermanos no tienen autoridad y las hermanas sí. En
tal caso, las hermanas tienen autoridad porque su vida está en resurrección. Cuando
hablamos valiéndonos de nuestro hombre natural, perdemos terreno inmediatamente.
Pero cuando hablamos y actuamos en el espíritu, mantenemos una posición de
autoridad. En la iglesia, el dominio no es humano ni natural, sino que está en
resurrección.
Permítanme decir algo a los cónyuges. Si un marido ejerce autoridad de manera natural,
inmediatamente deja de ser cabeza y se convierte en cola. Pero si vive en el espíritu, el
Espíritu de Dios pondrá en evidencia que él es la cabeza y que deben someterse a él.
Incluso los pequeños niños en las casas pueden entender eso. A menudo, cuando la
madre y el padre discuten, los hijos dirán: “Mamá, estás equivocada. Papá tiene razón.
Debes escucharle”. En otras ocasiones, los hijos dirán: “Papá, estás en la carne. Ya que
estás en la carne, ¿cómo puedes ser la cabeza?” Eso sucede a menudo en los hogares
cristianos. El Espíritu Santo así como nuestros niños saben si estamos en la carne o en el
espíritu. Aun su niña de dos o tres años de edad sabe en qué posición está usted.
Maridos, no ejerzan su autoridad valiéndose solamente de su posición como cabeza.
Tienen que vivir y andar en el espíritu y estar en resurrección. Si lo hacen, serán la
cabeza.
El dominio en el reino de Dios es un asunto de resurrección. Estar en resurrección
significa estar en el espíritu. ¡Cuánto debemos estar en el espíritu! Aunque a veces las
esposas están equivocadas, el Espíritu Santo dentro de ellas siempre tiene la razón.
Dentro de ellas tienen un espíritu imparcial que les dice: “Tu marido tiene razón”. Sin
embargo, si no estamos en el espíritu, perdemos la base correcta. Perdemos el dominio
celestial. Si queremos estar en resurrección, debemos estar en el espíritu. Cuando
estamos en el espíritu, nos encontramos bajo el dominio celestial y este dominio se
ejerce espontáneamente sobre las circunstancias.
1) Con Cristo en una nueva era
Un día los vencedores se levantarán y reinarán con Cristo (Ap. 20:4, 6). Mientras
estemos muertos, nunca podremos reinar con Cristo. Los resucitados reinarán con
Cristo en una nueva era durante el milenio.
2) Sobre las naciones
Los resucitados reinarán con Cristo sobre las naciones (Ap. 2:26-27; 12:5). Cuando yo
era joven leí eso, pero no lo podía creer. Me dije a mí mismo: “Indudablemente no estás
calificado para reinar sobre las naciones”. ¿Cree usted realmente que en la resurrección
será rey juntamente con Cristo y que reinará con El sobre todas las naciones? Si lo cree,
le pediría que se mire a sí mismo. ¿Se parece a un rey? En la vida de iglesia, en la
realidad del reino, somos disciplinados con miras al reinado. Debemos vivir en el
espíritu, andar en el espíritu, dejar que nuestra vida natural sea anulada y permanecer
siempre en resurrección. Si usted está en resurrección, será la persona con más
dignidad; será rey.
Supongamos que soy una persona mayor en mi familia y un hombre mayor entre los
hermanos. Si actúo con dignidad natural, diré a mi familia: “¿Hijos, no saben que yo soy
la cabeza de la familia? No se dan cuenta de que soy el abuelo y que todos ustedes se
encuentran bajo mi autoridad?” Si actúo así, seré semejante a una tortuga. Aunque
intente actuar con dignidad, en realidad la perderé por completo. Si digo a los
hermanos: “¿No se dan cuenta de que soy mayor, que soy el más calificado? Deben
reconocer mi dignidad entre ustedes”. Si adopto esta actitud, seré semejante a un
escorpión y no tendré ninguna dignidad. Pero cuanto más viva en el espíritu, ande en el
espíritu, y me mantenga en resurrección, más tendré la verdadera dignidad. Este es el
reinado. Nuestro reinado se halla en andar debidamente en el espíritu, en la vida en
resurrección. No necesitamos esforzarnos por obtener poder o autoridad. La mejor
manera de obtener autoridad es mantenernos en resurrección. El retoñar (que
representa la resurrección) de la vara de Aarón fue lo que le dio autoridad en su
ministerio (Nm. 17:3-10).
h. Da por resultado la rebelión
Según la tipología del reino en Génesis, el reino desembocó en la rebelión que se dio en
Babel. En el cumplimiento del reino, que se menciona en Apocalipsis 20, vemos la
verdadera rebelión. ¿Puede usted creer que después de mil años de dominio celestial
bajo el reinado de Cristo en restauración (Hch. 3:21) pueda producirse tal rebelión?
Pero el cumplimiento en la tipología y en la realidad es el mismo. El resultado es
rebelión.
Muchos maestros cristianos enseñan que cuando Cristo vuelva todo estará bien. Afirmo
con certeza que no será así. Aun después del regreso del Señor, la naturaleza rebelde
seguirá presente en el hombre. Aun después de la restauración durante el milenio, la
naturaleza humana rebelde seguirá presente en el hombre.
1) Satanás es liberado para dejar expuesta
la naturaleza rebelde del hombre
Al final del milenio, Satanás será suelto de su prisión (Ap. 20:7). ¿Por qué permitirá
Dios que Satanás sea liberado? Será liberado para poner en evidencia la oculta
naturaleza rebelde del hombre. Apocalipsis 20:8 habla de Gog y Magog. Si usted
examina un mapa bíblico, podrá darse cuenta de que Gog y Magog están en el norte de
la tierra. La tendencia del género humano actual implica esta rebelión. Aun después de
mil años de dominio celestial, la naturaleza rebelde seguirá presente en el hombre. Por
consiguiente, Dios soltará a Satanás de la prisión para dejar expuesta la rebelión en el
hombre.
2) Dios juzgará al hombre y a Satanás
Después de esa rebelión, Dios ejercerá Su juicio sobre el hombre y sobre Satanás. Ese
juicio acabará con la naturaleza rebelde de la humanidad.
No deberíamos tomar el reino como una doctrina. Todos debemos ver en qué condición
estamos hoy. Estamos en la vida de iglesia bajo el dominio celestial. Ahora debemos
estar en resurrección, y vivir y andar conforme al espíritu para tener la realidad del
reino entre nosotros.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y SEIS
LA CUARTA CAIDA DEL HOMBRE
F. La cuarta caída
En este mensaje llegamos al capítulo once de Génesis. Según el relato divino del libro de
Génesis, la humanidad pasó por cuatro caídas. La primera caída fue la de Adán en el
capítulo tres, la segunda fue la de Caín en el capítulo cuatro, y la tercera fue la de una
generación torcida y perversa antes del diluvio mencionado en el capítulo seis. Ahora, en
el capítulo once, vemos la cuarta caída del hombre (vs. 1-9). Estas cuatro caídas fueron
consecutivas. En esta cuarta caída, queda manifiesta la astucia del enemigo. Esta caída
se produjo después del diluvio. Ocurrió en la nueva tierra después de la restauración de
la vida humana bajo la autoridad de Noé. Como ya hemos comentado, esa vida tipificaba
la vida en resurrección. La cuarta caída del hombre tenía este trasfondo.
1. La causa
Detrás de cada una de las cuatro caídas había un origen único y común: Satanás, el
enemigo de Dios. Usted preguntará: “¿Acaso no es Dios el Todopoderoso? ¿Entonces
por qué no destruyó a ese enemigo? Le habría sido muy fácil hacerlo”. Sin embargo, aun
el enemigo de Dios resulta, por lo menos en una pequeña medida, útil para la economía
de Dios. Aunque la economía de Dios tiene muchas cosas positivas, necesita algunas
cosas negativas que le sirvan de contraste. Satanás es una de las cosas negativas.
Muchos filósofos han escrito libros acerca de la condición del hombre sobre la tierra.
Sus escritos están llenos de insensateces; ninguno de ellos dio en el blanco. Pero cuando
llegamos a la Biblia, encontramos que está llena de hechos y de revelación divina. No se
desperdicia ninguna palabra. Por ejemplo, los primeros dos capítulos de Génesis revelan
el propósito de Dios y la relación entre Dios y el hombre. En los siguientes ocho
capítulos y medio, de Génesis 3 a la mitad de Génesis 11, encontramos el relato de las
cuatro caídas del hombre. En la cuarta caída el hombre cayó a lo más bajo. Ninguna
caída puede ser peor. Esto significa que en la cuarta caída del hombre, Satanás, el
enemigo de Dios, produjo los peores estragos. El no puede hacer nada más. El hizo todo
lo posible dentro de sus límites, usando todos los medios disponibles para provocar la
cuarta caída del hombre.
a. La instigación de Satanás
Satanás instigó una rebelión en el corazón del hombre contra Dios. Por consiguiente, la
cuarta caída fue una completa rebelión. La primera rebelión, a pesar de contener un
pequeño elemento de rebelión, no fue una rebelión en sí, sino mayormente una caída.
Pero la última caída del hombre fue verdaderamente una rebelión instigada por Satanás.
La cuarta caída, igual que las tres anteriores, tenía los dos factores de Satanás y el
hombre. En esta caída Satanás fue la verdadera causa, porque instigó una rebelión
dentro del hombre en contra de Dios. En cierto sentido, creó una rebelión en el corazón
del hombre. En todas las caídas del hombre, éste cayó por lo menos de tres niveles.
Ahora debemos examinar cada uno de ellos.
1) El hombre cae de la presencia de Dios
a su propia conciencia
El primer nivel consistió en que el hombre cayó de la presencia de Dios a su propia
conciencia. Esto significa que el hombre descendió del gobierno divino a su propio
gobierno. Génesis 2 revela que después de que Dios creó al hombre, lo puso delante de
Sí. El hombre estaba en la presencia de Dios, y no había ninguna barrera entre Dios y él;
no había ninguna separación ni obstáculo. El hombre estaba en la presencia directa de
Dios. En un sentido positivo, el hombre era directamente gobernado por la presencia de
Dios.
Como vimos en el mensaje diez, cuando Dios creó al hombre, lo hizo de tres partes:
espíritu, alma y cuerpo. El espíritu estaba directamente relacionado con la presencia de
Dios, el alma estaba bajo la dirección del espíritu humano, y el cuerpo bajo el control del
alma. Originalmente el espíritu humano estaba bajo el control de la presencia de Dios,
su alma bajo el control de su espíritu, y su cuerpo bajo el dominio de su alma. Tal era la
condición del hombre al principio. En el principio, la presencia de Dios era la esencia
que controlaba. Podemos llamar así al gobierno divino. Antes de la caída, el hombre
creado que aún no había caído se encontraba directamente bajo el gobierno divino. En
aquel tiempo, el hombre ni siquiera era controlado por algo que proviniera de Dios.
Estaba controlado directamente por la presencia de Dios. ¡Cuán maravilloso era eso! Me
gusta ser controlado por la presencia de alguien. Si los hermanos me dicen unas
palabras dirigiéndome a hacer ciertas cosas, me sentiría bastante mal. No me gustaría
ser controlado por sus palabras; preferiría ser guiado por su presencia. Por ejemplo, en
la vida matrimonial, las esposas a menudo son controladas por la presencia de sus
maridos. Esto es muy placentero. Lo observé con frecuencia cuando me invitaban a
cenar con una familia. El marido no tenía que decir nada a su esposa. Al mirar ella los
ojos de su marido, sabía exactamente lo que debía hacer. Con una sola mirada al rostro
de su marido, ella sabía que era tiempo de servir el té. Es bueno ser gobernado y dirigido
por la presencia de los seres queridos.
Al principio el hombre estaba bajo el control de la presencia de Dios, del cual cayó a su
propia conciencia. Este asunto de la conciencia ha sido un problema para la mayoría de
los estudiantes de la Biblia, porque nadie ha podido determinar si Dios le dio una
conciencia al hombre cuando lo creó. No hay ningún relato al respecto. Como resultado,
muchos estudiantes de la Biblia han llegado a la conclusión de que el hombre no tenía
conciencia antes de su primera caída. Pero debemos creer que desde el principio había
en el hombre un elemento creado por Dios, que más tarde vino a ser la conciencia del
hombre. El elemento de la conciencia estaba dentro del hombre desde la creación, pero
la función de la conciencia sólo se desarrolló después de la caída, cuando Adán y Eva
participaron del árbol del conocimiento del bien y el mal y sus ojos fueron abiertos.
Inmediatamente, cuando se abrieron sus ojos, su conciencia empezó a funcionar. Dios
es soberano y previsivo. Cuando creó al hombre, lo acondicionó para que tuviera
conciencia. El elemento de la conciencia estaba presente en el hombre, pero su función
no se ejerció hasta que el hombre fue seducido por Satanás y cayó. Cuando sucedió esta
caída, la conciencia empezó a funcionar.
Considere el ejemplo de una alarma contra robo. Un sistema de alarma se instala en un
edificio, pero sólo funciona en caso de que traten de robar. Si no hay ningún intento de
robo, la alarma no ejerce su función. Pero cuando se produce un robo, la alarma se
activa inmediatamente. Este es un ejemplo del elemento de conciencia que hay en el
hombre, elemento que fue puesto en él cuando fue creado. Fue instalado en el edificio
humano cuando Dios lo creó. Pero la conciencia, ya presente en el hombre, tenía que
esperar el momento propicio para funcionar. Ese momento se dio cuando el hombre
cayó por primera vez. Cuando se produjo esa caída, la conciencia empezó a funcionar
inmediatamente, y Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos (3:7). Se
sintieron avergonzados. Ese fue el comienzo de la función de la conciencia humana.
Es bueno que los seres humanos pueden sentirse avergonzados. Si yo robara algún
objeto y me jactara de ello, sería una cosa terrible. Si robara algo, debería sentirme
avergonzado. Pero mucha gente hoy en día no siente ninguna vergüenza; no se siente
avergonzada por sus maldades. Sin embargo, la vergüenza protege a los hombres caídos;
forma parte de la función de nuestra conciencia. Si tenemos una conciencia genuina,
buena y limpia, siempre nos avergonzaremos cuando nuestras acciones sean sucias o
inmorales. Ella es una excelente protección.
La función de la conciencia ha preservado el linaje humano en toda la historia. El mero
hecho de confiar en las leyes, los tribunales y la policía no es suficiente. Se necesita una
obra detallada, interior y profunda: la función de la conciencia. La función de la
conciencia no sólo nos condena, sino que también nos permite sentir vergüenza.
¡Cuánto se ha deteriorado la condición humana en los últimos cincuenta años! Ahora la
inmoralidad es pública. Incluso algunas personas se jactan de su inmoralidad sin sentir
ninguna vergüenza. Parece que no tuvieran conciencia. Son semejantes a los animales.
¿Qué diferencia hay entre el hombre y los animales? El hombre tiene una conciencia que
le da un sentido de vergüenza. Los animales no tienen esa conciencia. Esto forma parte
de la soberanía de Dios en Su administración sobre el hombre. En la primera caída, el
hombre cayó de la presencia de Dios a su propia conciencia. Caer de la presencia de Dios
fue realmente lamentable. Pero aun habiendo bajado a la conciencia, ésta seguía siendo
una salvaguarda.
2) El hombre cae de su conciencia al control de los demás
El hombre no permaneció mucho tiempo bajo el gobierno de su conciencia. Caín fue el
primero en violar la ley de la conciencia. Génesis 4 revela que Caín no sintió vergüenza
al mentir y dar muerte a su hermano Abel. Al mentirle a Dios acerca de la muerte de
Abel, él demostró que había violado su conciencia. El fue arrogante y no sintió ninguna
vergüenza por su pecado. Desde que el hombre violó su conciencia hasta el diluvio, la
tierra estaba llena de violencia (6:11). Según vimos en el mensaje anterior, no había
ningún gobierno humano antes del diluvio. Dios estableció la autoridad delegada
después del diluvio, no antes. El hombre empezó a ejercer la autoridad de Dios al
gobernar a los demás. Este fue el inicio del gobierno humano. Así que, en la segunda
caída el hombre descendió del autogobierno al gobierno de otro hombre.
En los primeros nueve capítulos de Génesis, vemos tres clases de gobierno: el gobierno
divino, el gobierno de la conciencia o el gobierno de uno mismo, y el gobierno humano.
Todos los estudiantes bíblicos concuerdan en que estos gobiernos constituyen tres
dispensaciones, es decir, tres maneras en que Dios se relacionó con el género humano.
La primera dispensación fue la del gobierno de Dios, y la segunda fue la del gobierno de
la propia conciencia del hombre. Cuando el hombre cayó del dominio de su conciencia,
quedó bajo la tercera dispensación, la del gobierno humano.
Quisiera dirigirme a los jóvenes. Le damos gracias a Dios porque somos Sus criaturas.
Nosotros los seres humanos estamos bajo Su autoridad, y El es el verdadero gobierno
sobre nosotros. También tenemos una conciencia que El nos proporcionó. Eso está bien.
Además, tenemos muchas autoridades delegadas: los padres en la casa, el director y los
maestros en la escuela, y el gobierno. Todos ellos son autoridades delegadas por Dios. El
linaje humano ha sido preservada por estas tres clases de gobierno. Aunque la
humanidad no ha sido salva, sí ha sido preservada por estas tres clases de gobierno.
Como seres humanos, todos deberíamos temer a Dios, prestar atención a nuestra
conciencia y respetar la autoridad que Dios delegó. Debemos respetar a nuestros padres,
a los administradores de la escuela y del gobierno. Dios usa todas las autoridades
delegadas para preservar la especie humana a fin de poder cumplir Su propósito. No se
rebele jamás en contra de Dios, ni en contra de la conciencia humana ni en contra del
gobierno humano.
La obra salvadora de Dios se mueve en una dirección opuesta a la de la caída del
hombre. Primero, el hombre cayó de la presencia de Dios a la conciencia del hombre;
segundo, pasó de la conciencia al gobierno humano; y finalmente del gobierno humano
a la rebelión instigada por Satanás. En la obra salvadora de Dios, primero somos salvos
de la rebelión y conducidos al gobierno humano, luego del gobierno humano a la
conciencia, y finalmente somos salvos de la conciencia a la presencia de Dios en nuestro
espíritu.
3) El hombre cae del gobierno humano
a la instigación de Satanás
La caída del gobierno de uno mismo al gobierno del hombre por el hombre no fue la
caída final. El hombre cayó aún más, pues descendió del gobierno humano a la
instigación de Satanás. El gobierno humano fue autorizado por Dios. Pero Satanás usó
la autoridad que Dios había dado al hombre para formar naciones e instigar una
rebelión en contra de Dios usándolas. Por consiguiente, el hombre cayó en una rebelión
abierta en contra de Dios. ¿Qué es la rebelión? La rebelión es la negación del derecho y
la autoridad. En la rebelión de Babel, el hombre declaró que rechazaba el derecho de
Dios y que se independizaba totalmente de la autoridad de Dios. Vemos eso en el mundo
actual. Algunas personas dicen: “¿Quién es Dios? ¿Qué es Dios?” Se deshacen del sentir
de su conciencia y rechazan el derecho y la autoridad de Dios sobre ellas. Es
exactamente lo que sucedió en Babel. En esa rebelión, los hombres rechazaron el
derecho y la autoridad de Dios sobre ellos. Aunque hoy existe esta misma tendencia,
parte de la humanidad todavía no es partidaria de eso. Esta es la razón por la cual Dios
permite que el hombre permanezca sobre la tierra. Si el linaje humano de repente se
hiciese semejante al hombre de Babel, Dios tendría que decir: “Es tiempo de intervenir”.
Ya hemos visto que en la caída en Babel, Dios intervino y juzgó personalmente esa
rebelión.
La cuarta caída, la de Babel, fue más que una caída; fue una rebelión. Esa rebelión fue
una instigación satánica. La cuarta caída no fue un asunto de inmoralidad, homicidio o
violencia. Si usted lee el relato de la cuarta caída del hombre en Génesis 11, encontrará
que no menciona nada de inmoralidad ni de violencia allí. Cuando leí esta porción de la
Biblia en mi juventud, no pensaba que estaban tan equivocados. Me pregunté: “¿Qué
había de malo en construir una ciudad y una torre alta? Eso me parece maravilloso. ¿Por
qué tenía Dios que bajar para traer juicio? No había robo ni derramamiento de sangre ni
inmoralidad”. En aquel tiempo no veía lo que había detrás de esa rebelión. Detrás de esa
rebelión estaba la instigación satánica. Por consiguiente, la cuarta caída del hombre
debe ser llamada rebelión. En esa caída, la cuestión no era la moralidad ni la
inmoralidad. Se trataba de determinar quién tenía el derecho y la autoridad en el
universo. ¿Pertenecen el derecho y la autoridad a Dios o al hombre? Pertenecen a Dios.
El es el Creador, el dueño de todo. Todo derecho y autoridad debe ser Suyo. En Babel las
criaturas de Dios se rebelaron en contra de El, dando a entender que no se interesaban
en El. Afirmaron ser los dueños, que esa autoridad les pertenecía, y que harían todo lo
que quisieran. Por consiguiente, eso no fue solamente una caída, sino una rebelión
instigada por el rebelde Satanás.
Primero el hombre estaba bajo la autoridad de Dios; luego su propia conciencia lo
controlaba; y más adelante, estaba bajo el gobierno humano. ¿Dónde estaba el hombre
en la época de Babel? Era controlado por la instigación de Satanás. En aquel entonces, el
hombre estaba bajo el dominio total de Satanás. El hombre colaboró con Satanás. Esto
nos conduce al segundo factor de la causa de la cuarta caída.
b. La rebelión de la humanidad
El segundo factor de la causa de la cuarta caída fue la rebelión del género humano. Toda
la humanidad se rebeló colectivamente contra el derecho y la autoridad de Dios. Como
ya vimos, lo que estaba en juego era ¿quién tendría el derecho en este universo, quién
tendría la autoridad sobre la tierra? Toda la humanidad fue alborotada, por haber sido
incitada a rebelarse y declarar que no se preocupaba por el derecho de Dios ni por Su
autoridad.
1) El hombre no usa su espíritu
En la primera caída, el hombre no usó su espíritu. Si usted lee Génesis 3, verá que
probablemente Adán y Eva se habían olvidado de su espíritu. No lo usaron.
2) El hombre actúa con el alma
En la segunda caída, el hombre actuó con su alma. Si lee la historia de Caín en Génesis
4, verá que él era un hombre a quien su alma regía ciento por ciento. El estaba
totalmente fuera de su espíritu.
3) El hombre anda conforme a la carne
En la tercera caída, el hombre anduvo conforme a la carne. ¿Puede usted ver estas tres
etapas? Primero, el hombre descuidó el espíritu; segundo, actuó con el alma; y tercero,
vivió y anduvo totalmente conforme a la carne. Por tanto, ya en Génesis 6, el hombre se
había hecho carne (6:3). Dios ya no podía tolerar esta carne caída y, por ende, mandó el
diluvio como juicio sobre ella.
4) El ser humano en su totalidad
se levanta colectivamente para rebelarse contra Dios
En la cuarta caída, el hombre se levantó colectivamente para rebelarse contra Dios.
Todo su ser fue alborotado por Satanás a fin de rebelarse en contra de Dios. Si usted
considera su experiencia, encontrará estos cuatro puntos dentro de usted. A veces no
usamos nuestro espíritu y a veces nos dejamos conducir por el alma. En otras ocasiones,
somos mucho peor, pues nos conducimos en la carne. Otras veces, la situación empeora
más aún, pues dentro de nosotros podemos decir: “No me intereso en Dios”. Creo que
todos hemos dicho eso. Si no lo hemos dicho a menudo, por lo menos lo hemos dicho
algunas veces. No creo que haya excepción. Aun cuando no hayamos dicho estas
palabras en voz alta, dentro de nosotros hemos dicho: “Dios no me interesa. El es
demasiado exigente. Soy una persona libre. No quiero que Dios me moleste”. Aun
después de entrar en la vida de la iglesia, todavía permanece en uno esta clase de
instigación satánica. Esta es la obra de Satanás; con ésta intenta construir de nuevo a
Babel dentro de usted. Cuando usted dice que no le interesa Dios, eso significa que
procura establecer una ciudad y una torre. Eso se llama rebelión y proviene de la
instigación de Satanás.
5) El hombre cae en lo más bajo
En la cuarta caída, el hombre cayó en lo más vil. El no podía descender más. Había
tocado el fondo. Esta última caída finalmente forzó a Dios a abandonar el linaje
adámico. Dios decidió abandonar el linaje creado. Ya no se podía esperar nada del
hombre. Llegó hasta tal punto que Dios no pudo hacer nada con él. A pesar de haber
abandonado el linaje creado, Dios no abandonó Su propósito para con el hombre. Por
una parte, abandonó el linaje adámico, pero por otra, llamó a un hombre a salir del
linaje caído para iniciar algo nuevo. El nombre de esta persona fue Abraham. La Biblia
relata que Abraham llegó a ser la cabeza de un nuevo linaje. Adán fue la cabeza del linaje
creado, y Abraham fue la cabeza del linaje llamado. En los siguientes mensajes,
tendremos mucho que decir acerca del llamamiento de Abraham.
El Señor ha de cumplir Su propósito. A pesar de la instigación de Satanás y de la
rebelión del hombre, Dios sigue siendo Dios. El es soberano. Dios parecía decir: “Muy
bien, haré a un lado el linaje adámico”. Sin embargo, bajo Su soberanía, El eligió a una
persona como cabeza de un nuevo linaje. Esta elección fue hecha antes de la fundación
del mundo. Dios la planeó de esta manera y la efectuó conforme a un itinerario. Dios
tiene un itinerario. En Su plan, El abandonó el linaje adámico y llamó a Abraham para
que fuese la cabeza de un nuevo linaje.
2. El proceso
a. Conspiran para rebelarse contra Dios
Consideremos ahora el proceso o procedimiento de esta rebelión. En esta rebelión hubo
una conspiración (11:3). Bajo la instigación de Satanás, los hombres se unieron para
conspirar y rebelarse contra Dios. La rebelión contra Dios es instigada por Satanás y
siempre empieza con una conspiración. En el transcurso de las generaciones, a menudo
esta conspiración contra Dios se ha producido en la humanidad. La primera fue en
Babel. Este fue el comienzo de la rebelión de los hombres contra Dios. Bajo la
instigación de Satanás, el hombre decidió colectivamente abandonar a Dios y rebelarse
en contra de El.
b. Hacen ladrillos de la tierra con la labor humana
¿Qué hicieron los hombres al conspirar y rebelarse contra Dios? Hicieron ladrillos y los
cocieron a fuego (v. 3). Aparentemente, es una historia sencilla, y hasta los niños la
conocen. No obstante, su significado es profundo.
Según la revelación bíblica en su totalidad, el edificio de Dios jamás fue hecho con
ladrillos. El edificio de Dios está hecho de piedras. Finalmente, la Nueva Jerusalén
estará construida con piedras preciosas (Ap. 21:18-20). Las piedras difieren de los
ladrillos. Las piedras son hechas por Dios, y los ladrillos por los hombres. Las piedras
preciosas no sólo son hechas por Dios, sino también transformadas por El. Los ladrillos
son hechos por los hombres usando barro. En Babel, el hombre quemaba el barro, el
lodo, y lo convertía en ladrillos para construir una ciudad y una torre. Faraón también
construyó sus ciudades de almacenaje con ladrillos (Ex. 1:11, 14a). Ahora debemos usar
una alegoría para explicar este pasaje de la Palabra santa a fin de ver lo que significa esta
historia.
Según el relato bíblico, la tierra fue creada para el desarrollo de la vida (1:11). El
crecimiento de la vida requiere ciertos elementos. La tierra tiene todos los elementos
necesarios para producir vida. Incluso crecemos físicamente con los elementos
contenidos en la tierra. La carne, las verduras y los cereales que comemos provienen de
la tierra. Todos los elementos que nutren y hacen crecer en estos productos provienen
de la tierra. Por tanto, la tierra contiene los elementos necesarios para el desarrollo de la
vida. ¿Qué significa hacer ladrillos? Consiste en matar y quemar todo elemento terrenal
que produzca vida, por causa de la edificación del hombre. Si usted entiende eso, verá
que hoy en día, toda sociedad y toda cultura humana quema la tierra para hacer
ladrillos. Por ejemplo, las escuelas matan el elemento que produce vida, y lo queman a
fin de hacer ladrillos.
En tipología, la tierra representa la humanidad. La rebelión instigada por Satanás mata
con fuego el elemento que dentro del hombre produce vida y lo desvía induciéndole a
construir algo en contra de Dios. Eso fue lo que sucedió en Babel y, según el mismo
principio, lo que ha sucedido en toda la historia humana.
Hacer ladrillos requiere labor humana, mucha labor. El hombre, por haber rechazado a
Dios, tiene que laborar para construir algo. Toda la historia humana es un relato de lo
que el hombre construye con su labor y con la tierra (la humanidad) usada
incorrectamente. Babel fue construida usando incorrectamente la tierra además de la
labor humana.
c. Construyen una ciudad para tener una vida
fabricada por el hombre y desprovista de Dios
Construir con la labor humana usando la tierra incorrectamente equivale simplemente a
edificar una vida fabricada por el hombre, una vida desprovista de Dios. La ciudad
construida en Babel no podía producir nada. Estaba desprovista de Dios y de vida.
Observe la cultura humana, la sociedad y la condición del mundo. ¿Qué está haciendo la
gente? Está quemando la tierra y haciendo ladrillos para construir una ciudad sin Dios y
sin vida. Esta es la sociedad actual. Cada sociedad es una Babel. La sociedad actual está
construida con ladrillos hechos por hombres que queman el elemento productor de vida
de la tierra creada por Dios. En la sociedad actual, cada organización quema la tierra
para hacer ladrillos y edificar a Babel sin Dios y sin vida.
¿Ha visto usted una sociedad que no haga eso? Si la ha visto, ésa debe ser la iglesia. La
iglesia no quema la tierra; la iglesia labra la tierra y siembra semilla en ella. La iglesia no
edifica una ciudad sin vida y sin Dios, sino una ciudad llena de Dios y de vida. En la
iglesia, el edificio está hecho de piedras preciosas, y no de ladrillos, que proceden de la
quema de la tierra. La gente quema la tierra y hace ladrillos no sólo en la sociedad
secular, sino también, hasta cierto grado, en la supuesta sociedad cristiana, en el
cristianismo. Ellos queman por completo el elemento que produce vida para edificar una
ciudad sin Dios y sin vida. Espero que en la iglesia, todos vean la diferencia entre la
iglesia y una sociedad. La iglesia es única en el sentido de que no quema la tierra. La
iglesia labra la tierra, siembra semilla en ella, y la riega. Esta semilla de vida, la cual es
Cristo, crecerá y producirá materiales para la edificación de la santa ciudad de Dios. Es
lo que hace la iglesia. No obstante, todas las sociedades, incluyendo a los que se llaman
grupos cristianos, queman el elemento que produce vida, para edificar una ciudad sin
Dios y sin vida. Pero aquí en la vida de iglesia no quemamos la tierra, sino que la
regamos. Llevamos a cabo la obra de sembrar y cultivar. Estamos labrando, sembrando,
regando y cultivando; no quemamos ni matamos. Tenemos efectivamente un edificio, el
edificio de Dios, pero no está construido con ladrillos hechos por el hombre ni con labor
humana, sino con piedras creadas y transformadas por Dios, y con la obra divina.
d. Construyen una torre para declarar
que renuncian a Dios
Cuando yo era joven, no entendía por qué la gente de Babel construía una torre y una
ciudad. ¿Cuál era el propósito de la torre? Si usted lee este pasaje de la Palabra santa, se
dará cuenta de que la torre era una declaración a todo el universo, y especialmente a
Dios, de que el hombre se había independizado de Dios y de todos los demás.
Vemos el mismo principio de una ciudad con una torre hoy en día en la sociedad
humana. Una torre representa la publicidad. Incluso en la obra cristiana se puede
construir una torre para hacerse publicidad. El doctor fulano de tal quizás haga
propaganda como predicador mundialmente conocido. Esta propaganda es una torre.
En tal caso, Jesucristo no tendrá un nombre tan grande como el del doctor fulano de tal,
el predicador mundialmente conocido. La gente va a oír a éste, y no a Cristo. Grandes
carteles y enormes propagandas son evidencias de la construcción de una torre.
Babel es el origen de Babilonia, pues Babilonia es el equivalente griego de la palabra
hebrea Babel. Con el tiempo, no sólo tenemos a Babel en Génesis 11, sino también a
Babilonia en Apocalipsis 17. La Babilonia mencionada en Apocalipsis 17 es el
cristianismo actual. Hoy en día, muchos líderes cristianos saben que en Apocalipsis 17
Babilonia es la cristiandad. No obstante, siguen construyendo su propia Babilonia. No
sólo permanecen en Babilonia, sino que la están construyendo. Quieren edificar sus
torres lo más alto posible.
Un día, mientras consideraba esta situación, el Señor me mostró que la ciudad de Babel
es semejante a una tumba y la torre a una lápida sepulcral. Si una tumba no tiene una
lápida, está incompleta. Cuando la gente erige una señal para hacer propaganda, debería
darse cuenta de que es en realidad una lápida sepulcral, o sea, una señal de muerte.
e. Se hacen un nombre
para negar el nombre de Dios
También construyeron la torre para hacerse un nombre. En su intento de hacerse un
nombre, negaron al nombre de Dios, es decir, negaron a Dios mismo. Lo que más
ofendió a Dios fue el propósito con el cual construyeron la torre de Babel: hacer un
nombre para el hombre. En realidad, hacer un nombre para el hombre significa negar el
nombre de Dios. Si leen detenidamente el capítulo siguiente, Génesis 12, descubrirán
que cuando Abraham entró en la buena tierra, no edificó una torre para hacerse un
nombre; él construyó un altar para invocar el nombre del Señor (12:7-8). Aquí en Babel,
el hombre rebelde construyó una ciudad con una torre a fin de obtener un nombre para
sí, pero Abraham, en la buena tierra, erigió una tienda para morar en ella y construyó un
altar a fin de invocar el nombre del Señor. Ciertamente la torre hecha por los hombres
en Babel constituyó una ofensa para Dios. Establecer una torre para hacernos un
nombre equivale a negar el nombre de Dios. Es mejor esconder nuestro nombre. Si
usted intenta hacerse un nombre, es mejor tener un mal nombre, es decir, tener mala
fama.
3. El resultado
a. Esparcidos en el vivir
Como resultado de la cuarta caída del hombre, la humanidad fue esparcida en el vivir;
no pudieron vivir juntos en un solo lugar (vs. 8-9). La Biblia relata que en el primer
siglo, la iglesia no fue esparcida. La iglesia se extendía. Del mismo modo, en todas
nuestras migraciones, nos extendimos. La dispersión significa división. Pero nosotros
no estamos divididos. Somos uno y nos extendemos. Esperamos que más iglesias sean
establecidas en los años venideros. Pero eso no será una dispersión, sino una
maravillosa extensión. La iglesia no va a dispersarse; va a extenderse.
b. Confundidos en el idioma
Segundo, como resultado de la cuarta caída, la humanidad fue confundida en su
lenguaje; y no pudo hablar el mismo idioma (vs. 7, 9). En Babel la lengua fue
confundida. Como dije en el mensaje treinta y cuatro, el lenguaje es la afirmación, la
expresión, de nuestros conceptos. En la iglesia no deberían existir varias clases de
enunciaciones, porque en la iglesia deberíamos tener un solo sentir. En Romanos 15:5-6,
1 Corintios 1:10 y Filipenses 2:2, el apóstol Pablo exhortó a los creyentes a tener un solo
sentir. Nosotros tenemos una sola mente. Algunas personas nos critican severamente,
diciendo que todas las iglesias locales son idénticas, hablan lo mismo y tienen el mismo
concepto. Aunque ellos afirman que eso es terrible, yo pienso que es maravilloso. Es lo
contrario de Babel.
La maldición siempre conduce a la confusión. Si en la iglesia en Anaheim, tenemos
diferentes ideas y opiniones, eso es señal de que la maldición ha caído sobre nosotros.
En todos los años que he estado en la obra, nunca he pronunciado una sola palabra de
disensión. Esto no significa que en cada aspecto yo era idéntico a los demás
colaboradores, pero sí me di cuenta de que no debería ser una persona bajo la
maldición. Todo disidente estará bajo maldición. ¡Tengan cuidado! No sean disidentes.
Si son disidentes, serán los primeros en estar bajo la maldición. La bendición de vida
eterna que Dios envía, reposa sobre la unidad (Sal. 133:3). Le doy gracias al Señor
porque en el transcurso de los años no he recibido maldición, sino bendición, porque
nunca fui disidente con los colaboradores. En la vida de iglesia debemos mantenernos
alerta y no decir cosas distintas. No intente exhibir su inteligencia o su perspicacia. No
intente mostrar que es mejor ni más grande que los demás. La persona más perspicaz es
aquella que recibe la bendición, y recibir la bendición depende del hecho de hablar la
misma cosa. Romanos 15:5-6 habla de que debemos tener una sola mente y hablar al
unísono. La iglesia debería tener una sola boca porque es un solo cuerpo. Mírese usted
mismo. ¿Cuántas mentes y cuántas bocas tiene? Por supuesto, usted tiene una sola
mente y una sola boca. Si tuviera dos mentes, tendría muchas dificultades. La razón por
la cual el cristianismo actual tiene tantos problemas es que hay miles de mentes. El
cristianismo actual casi no tiene manos ni pies; sólo tiene mentes y bocas. Cada
miembro forma una boca. Cuando me encontraba en esa situación, no podía escuchar
nada más que: “No estoy de acuerdo con eso”, o “No creo en esto”, o “No me parece”.
Las esposas ni siquiera estaban de acuerdo con sus maridos, ni los hijos con los padres.
Esta es la situación predominante en el llamado cristianismo. Esta es la razón por la cual
el cristianismo está lleno de maldición.
¿Qué tenemos en la vida de iglesia? Tenemos la bendición porque tenemos una sola
mente y una sola boca. Si usted visita la iglesia en Hong Kong hoy y la iglesia en Tokio
mañana, quedará sorprendido al oírles hablar la misma cosa. Hace poco estuve un mes
en Taipéi y luego pasé unos días en Corea y en Japón. Los creyentes de Corea y los de
Japón hablaban lo mismo que los de Taipéi. A pesar de no entender el coreano ni el
japonés, podía comprender sus labios. Sus labios no estaban confundidos. Esto no es
Babel sino Pentecostés. En el día de Pentecostés, los diferentes pueblos que hablaban
idiomas distintos se entendieron entre sí (Hch. 2:7-11). La vida de iglesia actual es el
verdadero Pentecostés. No estamos dispersos; tenemos unidad. No tenemos confusión;
tenemos un solo hablar. Somos verdaderamente pentecostales.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y SIETE
EL SIGNIFICADO DEL LLAMADO DE DIOS
V. EL LLAMADO DE DIOS
INTRODUCCION
En este mensaje llegamos a la sección más maravillosa del libro de Génesis: la sección
sobre el llamamiento que Dios hace (11:10—50:26). Génesis, un libro de cincuenta
capítulos, se divide en tres secciones. La primera sección (1:1—2:25) trata de la creación,
la segunda (3:1—11:9) narra la manera en que la serpiente corrompió a la humanidad, y
la tercera presenta el llamado de Jehová. Cada sección empieza con una frase especial.
La primera sección empieza con las palabras: “En el principio creó Dios”. La segunda
sección empieza con la frase: “Pero la serpiente”. La tercera sección empieza con las
palabras: “Pero Jehová” (12:1). En estas tres secciones vemos tres títulos: Dios, la
serpiente y Jehová. Estos títulos tienen mucho significado para nosotros. Dios creó,
luego la serpiente se infiltró para corromper, y luego Jehová vino e hizo un llamamiento.
Por tanto, el libro de Génesis narra primordialmente tres eventos.
La Biblia revela que Elohim, la palabra hebrea que se traduce Dios en 1:1, es un título
relacionado principalmente con la creación. No obstante, el título Jehová tiene que ver
particularmente con la relación que Dios tiene con el hombre en cuanto a la vida. Jehová
forma una parte esencial del maravilloso nombre de Jesús, pues Jesús significa “Jehová
el Salvador”. Puesto que el nombre Jesús incluye a Jehová, podemos decir que Jesús es
el Jehová del Nuevo Testamento y que Jehová es el Jesús del Antiguo Testamento.
En estas tres secciones de Génesis vemos que Dios creó, la serpiente, Satanás,
corrompió, y Jehová hizo el llamamiento. Por consiguiente, en estas secciones tenemos
la creación, la corrupción y el llamamiento. ¿Cuál de éstas le agrada más a usted? A mí
me gusta el llamamiento de Dios. No somos solamente los seres creados sino también
los llamados.
1. La creación revela el propósito
y el procedimiento de Dios
La creación revela el propósito eterno de Dios. El propósito eterno de Dios consiste en
que el hombre lo exprese a El con Su imagen y lo represente con Su dominio. Nosotros,
el linaje humano, estamos destinados a expresar y representar a Dios. El primer capítulo
de Génesis revela esto claramente. En el segundo capítulo vemos el procedimiento que
Dios sigue para cumplir este propósito divino. Su procedimiento se efectúa por la vida
divina. Dios debe forjarse en nosotros como nuestra vida para que cumplamos Su
propósito eterno. Así que, en el capítulo uno, vemos el propósito de Dios, y en el capítulo
dos, el procedimiento que El usa para cumplir este propósito.
2. La serpiente corrompió al hombre
y provocó su caída
En la segunda sección (3:1—11:9), vemos que la serpiente, Satanás, se infiltró para
causar la caída del hombre. La serpiente corrompió al hombre y lo hizo caer en lo más
vil. El hombre cayó cada vez más hasta que tocó el fondo. En aquel tiempo, Satanás
estaba contento y podía celebrar su éxito. Toda la humanidad se había rebelado contra
Dios. En cierto sentido, Dios fue expulsado de la tierra.
3. Jehová hace un llamado, lo cual cumple
el propósito de Dios por Su procedimiento
Aparentemente Satanás había expulsado de la tierra a Dios obrando en el hombre caído,
pero Dios es soberano y no puede ser vencido ni estorbado por ningún tipo de ataque.
Todo lo que hace Satanás le proporciona a Dios una excelente oportunidad de exhibir Su
sabiduría. Aunque a veces quizá me lamente por ser una persona caída, la mayor parte
del tiempo me regocijo, porque fui redimido, regenerado y ganado nuevamente. Nuestra
relación con Dios el Padre es más grata y más significativa que si no se hubiera
producido la caída. Si usted se detiene a examinar su vida, creo que llorará, no de
tristeza, sino de contemplar la hermosura de la obra de Dios, tan llena de sabiduría y de
gracia. Cuando entremos en la eternidad, ejercitaremos nuestro espíritu y recordaremos
el tiempo que estuvimos en la tierra, y la memoria de ese tiempo será hermosa,
agradable y significativa. Dios es sabio. El permitió que interviniera la serpiente. Dios
observó a la serpiente y parecía decirle: “Pequeña serpiente, ¿qué estás haciendo? Sigue
adelante y sigue obrando. Cuanto más trabajas, más oportunidad tengo de manifestar
Mi sabiduría. Pequeña serpiente, haz cuanto puedas. Sigue adelante hasta que quedes
satisfecha y ya no puedas hacer nada más”. Finalmente, Satanás tuvo que decir: “Hice
cuanto pude. Me he agotado incitando a la humanidad a caer cada vez más. No puedo
hacer más. Ya no pueden caer más bajo. He terminado”. Cuando se llegó a este punto,
Dios vino, no como Elohim, sino como Jehová, la simiente prometida en 3:15. Nada
puede estorbar a Dios, ni vencerlo, ni obligarlo a renunciar a Su propósito eterno. El
concluirá lo que se propuso. Nada puede cambiarle. Cualquier interrupción sólo le
proporciona la oportunidad de expresar más de Su sabio consejo.
Si Dios no hubiera sido tan sabio, el libro de Génesis habría sido muy corto. Pero
Génesis contiene cincuenta capítulos que exhiben la sabiduría de Dios. Los últimos
treinta y nueve capítulos y medio son un resumen de todo el Nuevo Testamento. ¿Sabe
usted cómo empieza el Nuevo Testamento? Empieza con las palabras: “Libro de la
genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mt. 1:1). Según la genealogía
presentada en Mateo, el evangelio empieza con Abraham. El Nuevo Testamento empieza
con las generaciones de Abraham. Esto corresponde a Génesis 12. Casi todo lo que
encontramos en el Nuevo Testamento está sembrado como semilla en Génesis. Por
consiguiente, los treinta y nueve capítulos y medio que componen la tercera sección de
Génesis constituyen la síntesis de todo el Nuevo Testamento.
Como hemos dicho en otras ocasiones, el Nuevo Testamento empieza con la predicación
del evangelio del reino. Cuando Jehová llamó a Abraham en Génesis 12, le dio una
promesa, y esa promesa era la predicación del evangelio. Gálatas 3:8 lo comprueba: “Y
la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, anunció de
antemano el evangelio a Abraham, diciendo: ‘En ti serán benditas todas las naciones’ ”.
La primera predicación del evangelio no se encuentra en Mateo sino en Génesis 12.
Cuando se le predicó el evangelio a Abraham, el punto central fue la nación. La nación
es el reino. En el próximo mensaje veremos que Dios prometió que haría de Abraham
una gran nación, y esa nación es el reino de Dios, que se compone de Israel en el
Antiguo Testamento, de la iglesia en el Nuevo Testamento, del reino milenario en la era
venidera, y también del cielo nuevo y la tierra nueva. Este es el reino y éste es el
evangelio del reino.
Gálatas 3:14 habla de la bendición de Abraham: “Para que en Cristo Jesús la bendición
de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por medio de la fe recibiésemos la
promesa del Espíritu”. ¿Qué es la bendición? Es el Espíritu. ¿Quién es el Espíritu? El
Espíritu es Jesús (2 Co. 3:17). El Espíritu es Jesús, Jesús es Jehová, y Jehová es Dios.
Por consiguiente, esta bendición es Dios mismo. Al predicarle el evangelio a Abraham,
Dios le prometió que se les daría a Sí mismo como bendición. Esta bendición es Jehová
mismo. Jehová es Jesús, y Jesús es el Espíritu que recibimos por medio de la fe en
Cristo. Este es el evangelio. Recuerde, Génesis es un libro que nos da un resumen de
todo el Nuevo Testamento. ¡Cuánto debemos adorar a Dios por Su sabiduría soberana!
Esta larga sección de Génesis abarca las vidas de tres personas solamente: Abraham,
Isaac y Jacob. Cuando Dios se reveló a Moisés, le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios
de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (Ex. 3:6). Más adelante veremos que esto
se relaciona claramente con el Dios Triuno. El Nuevo Testamento es simplemente una
autobiografía del Dios Triuno: el Padre en Abraham, el Hijo en Isaac, y el Espíritu en
Jacob. Quizás algunos preguntarán acerca de José. Ya veremos que José no queda
aislado; él forma parte de Jacob. En el libro de Génesis, la historia de los llamados es la
historia de estas tres personas, y todo el Nuevo Testamento es un relato de la Trinidad
divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu, experimentados por todos los creyentes
neotestamentarios.
A. El significado del llamado de Dios
1. El nuevo comienzo de Dios
Ahora examinaremos el significado del llamamiento que Dios hace. Primero, el llamado
de Dios era un nuevo comienzo. Cuando Dios creó al hombre, hubo un principio. Pero
ese hombre se corrompió y se arruinó. El hombre que Dios había creado para Sí cayó y
rechazó a Dios. Así que, Dios vino y llamó al hombre caído para tener un nuevo
comienzo con él. Inclusive en nuestro caso, el llamamiento de Dios ha sido un nuevo
comienzo. Todos nosotros tuvimos un nuevo principio. Le doy gracias a Dios porque,
después de vivir más de diecinueve años en la vieja creación, tuve un nuevo comienzo
antes de cumplir los veinte años de edad. El llamado de Dios es un nuevo comienzo que
Dios mismo proporciona. Dios no quería abandonar al hombre. Por el contrario, El vino
y llamó al hombre para darle un nuevo comienzo.
El hombre a quien Dios llamó era Abraham. Cuando Dios creó Adán, no creó un hombre
solo sino un hombre corporativo. Cuando Dios llamó a Abraham, en cierto sentido,
llamó a un hombre corporativo, pero en otro sentido, llamó a una sola persona. Aunque
todos los descendientes de Adán fueron creados en Adán, no podemos decir que todos
los descendientes de Abraham fueron llamados en Abraham. Aunque ése parece ser el
caso, en realidad no lo es, porque Romanos 9:7-8 revela que no todos los descendientes
de Abraham son hijos de Dios. El mero hecho de ser judío de nacimiento no significa
que una persona tenga un nuevo comienzo con Dios. También los judíos de nacimiento
necesitan un nuevo comienzo. Todos nosotros, seamos judíos o gentiles, somos hijos de
Abraham, si hemos experimentado un nuevo comienzo por la fe en Cristo (Gá. 3:7). La
mayoría de nosotros no somos judíos, pero todos somos descendientes de Abraham por
la fe en Cristo. Somos la simiente de Abraham porque tuvimos un nuevo comienzo.
Cuando Dios llamó a Abraham, éste tuvo nuevo comienzo, y ahora todos hemos entrado
en este nuevo comienzo por medio de la fe. Cuando se habla del llamado de Dios, debe
entenderse que Su llamado significa un nuevo comienzo. Nunca podré olvidar esa tarde
de 1925 cuando Dios me llamó. Inmediatamente tuve un nuevo comienzo y toda mi vida,
mi ser y mis conceptos cambiaron. Este es el llamado de Dios.
2. El cambio de linaje
Cuando Dios hizo el llamamiento, el nuevo comienzo de Dios para con el hombre
constituyó el traspaso a otro linaje. Al llamar a Abraham, Dios indicaba que abandonaba
el linaje de Adán y que escogía a Abraham y sus descendientes como el nuevo linaje para
que fueran Su pueblo a fin de cumplir Su propósito eterno. Este fue un traspaso de
linaje, del linaje adámico, el género creado, al linaje de Abraham, el linaje llamado
(12:2-3; Gá. 3:7-9, 14; Ro. 4:16-17). Cuando decimos que el llamamiento de Dios es un
nuevo comienzo, debemos entender que este nuevo comienzo es un traslado de linaje.
Todos fuimos trasladados del viejo linaje creado al nuevo linaje llamado. Aunque
nacimos en un linaje específico, cuando fuimos llamados, fuimos trasladados a otro
linaje, el de los llamados.
3. El cambio de vida
El traslado de linaje en el llamamiento que hizo Dios es, en realidad, un traslado de vida.
Usted puede declarar con certeza que ha cambiado de linaje, pero ¿puede afirmar que ha
experimentado el cambio de vida? Aunque tuvimos el traslado de linaje, seguimos en el
proceso del traslado de vida. No me atrevo a decir que he tenido un pleno traslado de
vida. Tampoco podría decir que no tuve ningún traslado de vida. He tenido cierta
medida de traslado de vida, pero este proceso todavía no se ha completado. Todos
estamos en el proceso del traslado de vida.
Necesitamos un traslado interior de vida. Aunque fuimos trasladados de linaje, la vida
que hay dentro de nosotros también debe ser cambiada. Sin este traspaso interior de
vida, seguiremos siendo idénticos al linaje caído. Si pasamos simplemente de una
posición a otra, en realidad seguiremos iguales en vida. El traslado en sí no puede
cumplir el propósito que Dios tuvo al llamarnos. También debe haber un traslado de
vida.
El traslado de vida nos pasa de la vida de Adán a la vida de Cristo; por esta razón, se
trata de un traslado de la vida de la vieja creación a la vida de la nueva creación. Debido
a la caída del hombre, la creación original de Dios se envejeció y dejó de cumplir el
propósito de Dios. Por tanto, Dios necesita una nueva creación, una creación con una
vida más fuerte y mejor que la vida creada de Adán. Esta vida más fuerte es la vida
increada de Dios, la vida de Cristo. El traslado de vida en el llamado de Dios se efectúa
de la vida caída de la vieja creación a la vida más fuerte y mejor de la nueva creación.
4. Como se ve en los llamados
Vemos claramente el significado del llamamiento de Dios en los llamados de Dios. En
Abraham, Isaac y Jacob, y en los creyentes del Nuevo Testamento podemos ver el nuevo
comienzo que Dios provee, el traspaso de linaje y el traslado de vida. Sus vidas pueden
ser consideradas cuadros vívidos de lo que significa el llamamiento de Dios.
a. En Abraham
El cuadro descrito en el caso de Abraham es muy claro. El tuvo el nuevo comienzo, el
traslado de linaje, y el traslado de vida, lo cual fue un gran problema para él y para Dios.
El nuevo comienzo y el cambio de linaje en él se produjeron inmediatamente cuando fue
llamado, pero el cambio de vida en él requirió muchos años. El traslado de vida le llevó
varias décadas, y aun en aquel entonces no fue totalmente terminado.
1) Primero contó con Eliezer
Cuando Dios llamó a Abraham a salir de la tierra corrupta, Abraham no tenía ni hijo ni
heredero. Dios era soberano. El no permitió que Abraham tuviera un hijo antes de ser
trasladado a otro linaje. Por no tener hijo, Abraham contaba con Eliezer, su servidor, y
lo hizo mayordomo de su casa, y le dijo al Señor: “Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo
así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo
también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí, que será mi heredero un
esclavo nacido en mi casa” (15:2-3). Abraham llamó a Eliezer esclavo de su casa y
pensaba que él sería su heredero. Abraham tenía un entendimiento muy natural, así
como nosotros hoy. A pesar de haber recibido la promesa, él la interpretó de manera
natural. Dios rechazó a Eliezer, y dijo a Abraham: “No te heredará éste, sino un hijo tuyo
será el que te heredará” (15:4). Dios le dijo a Abraham que Eliezer no sería el heredero
de la promesa que El había dado. Un descendiente de Abraham, nacido de Sara, sería su
heredero.
2) Engendró a Ismael con la fuerza de su carne
Después de que Dios rechazó a Eliezer como heredero, Abraham hizo caso a la
sugerencia de Sara de tener un hijo con Agar, y él ejerció la fuerza de su carne para
cumplir la promesa de Dios. Así engendró a Ismael. La esposa lo propuso, y con el
tiempo fue ella quien se molestó con el resultado de su propuesta. El hecho de que Sara
se hubiese enfadado de esa manera fue algo providencial. Por una parte, la propuesta de
Sara de pedir que Abraham tuviera un hijo con Agar era de la carne. Por otra parte, su
petición de expulsar a Ismael concordaba con la providencia de Dios. Ella le dijo a
Abraham que debía echar a Ismael, quien había nacido de la esclava (21:9-10). Esta
petición le dolió mucho a Abraham; y le turbó bastante. Entonces Dios le dijo a
Abraham: “No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te
dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia” (21:12). Esto
significa que Dios le dijo a Abraham que hiciera ir a Ismael, pues no era éste quien había
de heredar la promesa que le había hecho a Abraham. Isaac había de ser su heredero.
Todos debemos entender que en el llamamiento de Dios no puede prevalecer nada de
nuestra vida natural. El cambio de linaje no es suficiente. Necesitamos un traslado
completo de vida.
3) Su nombre fue cambiado
y su carne circuncidada
Primero, Dios prometió a Abraham que tendría prole y que ésta heredaría la tierra
prometida (12:7; 13:15-16). Más tarde, cuando le dijo a Abraham que Eliezer no sería su
heredero y que sólo el que naciera de él sería su heredero, confirmó con solidez Su
promesa según la cual Abraham tendría descendencia propia (15:2-5). Después
Abraham intentó cumplir la promesa de Dios usando su fuerza carnal y produciendo a
Ismael. Como respuesta, Dios le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí
y sé perfecto” (17:1). Aparentemente Dios le decía a Abraham: “Lo que hiciste al
engendrar a Ismael no es perfecto delante de Mí. Ahora debo transformarte. Tu nombre
será cambiado de Abram, que significa padre exaltado, a Abraham, que significa padre
de una gran multitud (17:5). Por eso debes circuncidarte (17:10-14) para que tu fuerza
carnal sea cortada, a fin de que Yo cumpla Mi promesa, y tú seas fructífero”. Aquí Dios le
prometió a Abraham que haría de él un gran padre, el padre de una gran multitud. Esto
indicaba que Abraham sería el padre no solamente de sus descendientes según la carne,
sino también de los creyentes neotestamentarios conforme a la fe (Ro. 4:16-17).
Nosotros los cristianos nos hemos convertido en la simiente de Abraham por la fe en
Cristo. Aunque habíamos nacido del linaje de Adán, nacimos de nuevo en el linaje de
Abraham.
4) Engendró finalmente a Isaac
por la fuerza de la gracia de Dios
Cuando Dios cambió el nombre de Abraham y le mandó circuncidarse, le dijo en 17:21:
“...Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene”. Aquí vemos que
Dios hizo una cita, estableciendo así el tiempo para el nacimiento de Isaac. En Génesis
18:14 el Señor aludió a este versículo: “Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo
de la vida, Sara tendrá un hijo”. El tiempo señalado, el tiempo establecido para el
nacimiento de Isaac, era “el tiempo de la vida”. La expresión “el tiempo de la vida”, tiene
mucho significado. En esta expresión, la palabra “vida” es la misma palabra hebrea
usada para aludir al árbol de la vida en 2:9. El tiempo en que Isaac había de nacer era “el
tiempo de la vida”. Esto sucedió después de la circuncisión de Abraham, lo cual indica
que “el tiempo de la vida” en que Cristo es vida para nosotros viene después de que
nuestra fuerza natural es aniquilada.
a) Después de poner fin a la fuerza de su carne
Antes de que naciera Isaac, Abraham y Sara estaban prácticamente muertos. El vientre
de Sara estaba muy muerto, y el cuerpo de Abraham podía considerarse como muerto
(Ro. 4:18-19). Lo que él tenía, Eliezer, y lo que intentaba conservar, Ismael, fue
rechazado, y su capacidad natural fue aniquilada. Entonces ¿qué podía hacer? Quizás
Abraham y Sara hayan tenido alguna conversación desagradable. Tal vez Abraham le
haya dicho a su esposa: “Querida, mírate a ti misma. Tu capacidad de engendrar está
muerta”. Quizás Sara le haya contestado: “Querido, mírate tú. ¡Qué viejo estás!”. Ambos
se encontraban en una condición de muerte. Tal vez Sara haya dicho: “Eliezer es bueno,
pero Dios lo ha rechazado”. Abraham pudo haber contestado: “Ismael es mejor, pero
Dios tampoco lo ha aceptado. Puesto que Eliezer fue eliminado e Ismael rechazado, todo
depende de nosotros, y nos encontramos en una situación lamentable. ¿Qué haremos?”.
Pero cuando vino “el tiempo de la vida”, Isaac nació de estos dos seres casi muertos,
como por el poder de la resurrección. La vida de ese nacimiento era “el tiempo de la
vida”. En términos espirituales, el nacimiento de Isaac fue un nacimiento de vida.
b) Por la visitación de Jehová
El nacimiento de Isaac se produjo por la visitación de Jehová, por la venida del Señor
(18:14). El nacimiento de Isaac no fue un simple nacimiento humano. En ese nacimiento
vino Jehová, porque el Señor dijo que en el tiempo señalado volvería, e Isaac nacería y
eso sería “el tiempo de la vida”. Cuando se agotó la fuerza natural de Abraham, Jehová
vino y produjo el nacimiento de Isaac en “el tiempo de la vida”. Este fue el traslado de la
vida. Todo lo que pertenece a la vida natural debe desaparecer. Incluso la capacidad de
engendrar debe ser aniquilada. Todo lo que pertenece a nuestra vida natural o a nuestro
ego queda excluido de participar en la economía de Dios. Todo lo natural debe ser
aniquilado hasta que muramos, seamos aniquilados y nos convirtamos en nada.
Entonces, cuando lleguemos a nuestro fin, Jehová vendrá. La venida de Jehová significa
vida. Este es “Isaac”. Por consiguiente, el nacimiento de Isaac es la venida de Jehová, y
es la vida, el nuevo comienzo, y además es el traslado de la vida. Este es el significado
del llamamiento que Dios hace.
Es muy bueno ver que todos nosotros fuimos llamados y tuvimos un nuevo comienzo y
un cambio de linaje. Sin embargo, todos debemos reconocer que todavía estamos en el
proceso del traslado de vida. Es probable que todavía algunos de nosotros nos aferremos
a Eliezer, algunos queramos asirnos de Ismael, y otros hayamos quedado totalmente
desilusionados. No obstante, entre nosotros otros han llegado al “tiempo de la vida”. En
el caso de ellos, “Isaac” nació. Entre nosotros algunos han experimentado la venida de
Jehová, Su visita. Esto es el traslado de la vida. Todos necesitamos este traslado.
Debemos olvidar las enseñanzas superficiales y naturales, como por ejemplo, la de
mejorarnos y comportarnos bien. No se trata de conducta, sino de un cambio de vida.
Todos debemos cambiar no solamente de linaje sino también de vida.
Cuando Abraham fue llamado a salir de la tierra corrupta, no tenía ningún hijo. El
envejeció y todavía no tenía hijo. Por consiguiente, puso su confianza en Eliezer, el hijo
de sus posesiones. Dios rechazó a Eliezer. Entonces Abraham ejerció la fuerza de su
carne para engendrar a Ismael. Abraham amó a Ismael y quería conservarlo, pero Dios
no lo aceptó. El hijo prometido había de nacer de la venida de Jehová, de la fuerza de la
gracia de Dios en el tiempo señalado. Cuando llegó el tiempo señalado, Jehová vino a
Sara, e Isaac fue producido. En cierto sentido, Jehová entró en Sara, y luego Isaac brotó
de ella. Este fue “el tiempo de la vida”. Fue todo un traslado de vida.
b. En Isaac
En cierto sentido se cumplió el traslado de vida en Isaac, pero no se completó. Lo
sabemos por el hecho de que Isaac engendró a Esaú, a quien Dios aborreció (Ro. 9:13).
Esto significa que dentro de Isaac todavía permanecía la vida natural. Por consiguiente,
podemos decir que en Isaac el traslado de vida no fue completado. Se completó en
Jacob.
c. En Jacob
1) Primero Jacob es el suplantador
Al principio, Jacob era el suplantador. Su nombre significa suplantador. Suplantar
significa tomar el lugar de otro, u obtener algo, por astucia. Jacob hurtaba secretamente.
Por ejemplo, le robó a su tío Labán. Labán pensaba que Jacob lo ayudaba con sus
rebaños, pero mientras Jacob le ayudaba se apartaba un rebaño para sí. Este es un
ejemplo de la manera en que Jacob suplantaba. Al principio, Jacob no había sido
trasladado en vida.
2) Transformado finalmente en Israel,
el príncipe de Dios
Dios sabía qué hacer con Jacob. El transformó a Jacob, el suplantador, y lo hizo príncipe
de Dios. Aunque le tomó mucho tiempo llevarlo a cabo, en cierto momento El dijo a
Jacob que su nombre ya no era Jacob sino Israel (32:27-28). De ahí en adelante, Jacob
se llamó Israel. Dios hizo con Jacob lo mismo que hizo con Abraham: le cambió el
nombre y la fuerza. Cuando Dios vino a transformar a Jacob, éste era todo un
suplantador. Inclusive peleó con Dios. El tenía tanta fuerza natural que hasta a Dios le
costó trabajo someterlo. No debemos burlarnos de Jacob, pues somos iguales a él.
Somos tan fuertes que Dios mismo tiene dificultad para someternos. Cuando Dios viene
a transformarnos, luchamos contra El. Aunque a Dios le resulte difícil someternos, al
final lo logrará. La lucha de Jacob obligó a Dios a tocar su muslo, la parte más fuerte de
su ser, después de lo cual Jacob quedó cojo. A partir de aquel momento Jacob dejó de
suplantar. El suplantador se había convertido en un príncipe de Dios. En todos los años
que le quedaron, no volvió a robar. Sus manos suplantadoras se convirtieron en manos
de bendición. Dejó de suplantar y sólo bendecía. El extendía sus manos para bendecir a
quienes venían a él. Incluso bendijo a Faraón, el soberano más grande de la tierra en
aquel entonces (47:7, 10). El suplantador llegó a ser el que bendecía, el príncipe de Dios.
Aquí tenemos el traslado completo de linaje y de vida. Este es el llamamiento de Dios.
Este llamamiento empezó en Génesis 12:1 y seguirá hasta la venida de la Nueva
Jerusalén. Todos los suplantadores llegarán a su fin y se convertirán en príncipes de
Dios. La Nueva Jerusalén vendrá, no sólo como un traslado de linaje, sino también
como un traspaso de vida.
d. En los creyentes
1) Empieza con la regeneración
Al principio, la experiencia es la misma en el caso de los creyentes hoy. En ellos, el
traslado de vida empieza con la regeneración (Jn. 3:3, 5). Después de ser regenerados,
estamos en el proceso del traspaso de vida.
2) Efectuado por la experienciade la circuncisión espiritual
En el caso de los creyentes, el traslado de vida es llevado a cabo por la experiencia de la
circuncisión, por el despojo de la carne (Col. 2:11; Gá. 5:24). Hoy en día, Dios nos
circuncida, y esta circuncisión dura bastante tiempo. Creo que entre nosotros muchos
todavía están bajo la mano circuncidante de Dios. Es posible que usted se aferre a su
fuerza natural o a su hombre natural. Esto requiere que Dios venga y corte o circuncide
esa parte. Por consiguiente, todos estamos en el proceso de circuncisión. En otras
palabras, estamos en el proceso de transformación.
3) Se completa en la redención
y transfiguración de nuestro cuerpo
El traspaso de la vida se completará cuando el Señor vuelva. En ese entonces, nuestro
cuerpo será plenamente redimido y transfigurado (Ro. 8:23; Fil. 3:21). Entonces
seremos los llamados, no sólo por haber sido trasladados de linaje, sino por haber
experimentado un traslado completo en vida. En aquel tiempo disfrutaremos de todas
las bendiciones que Dios prometió a nuestro padre Abraham. Este es el llamamiento de
Dios. El llamamiento de Dios no está dirigido a los descendientes de Abraham en lo
natural, sino a los que siguen a Abraham en el ejercicio de la fe que han obtenido, en
vivir por Dios y en El, y en experimentar el traslado de la vida por la obra de Dios. Como
resultado de este proceso, seremos un nuevo pueblo, un pueblo de llamados de Dios.
Entonces disfrutaremos de todas las bendiciones de la promesa de Dios. Todo lo que
Dios prometió a Abraham vendrá a ser las bendiciones del evangelio neotestamentario
del cual todos participaremos mediante la fe en Cristo.
ESTUDIO-VIDA DE GENESIS
MENSAJE TREINTA Y OCHO
EL TRASFONDO Y EL ORIGEN
DEL LLAMAMIENTO DE DIOS
Y LA EXPERIENCIA DE LOS LLAMADOS
Génesis es un libro extenso, pero contiene solamente tres secciones: la creación (1:1—
2:25), la corrupción introducida por la serpiente (3:1—11:9), y el llamamiento de Jehová
(11:10—50:26). En el mensaje anterior vimos el significado del llamamiento de Dios. El
llamado de Dios denota el nuevo comienzo que El establece, el traslado de linaje, y el
traslado de vida. Por nuestra parte, el llamado de Dios es un traslado de linaje y de vida,
pero por el lado de Dios es un nuevo comienzo. Dios tuvo un nuevo comienzo al crear al
hombre, pero éste se corrompió. Por tanto, Dios vino a iniciar algo nuevo al llamar a
Abraham. En realidad, este nuevo comienzo es el traslado del linaje de Adán al de
Abraham, un traslado del linaje creado al linaje llamado. El llamamiento de Dios
significa que somos llamados a salir del linaje original creado para pasar al linaje actual
llamado. Este traslado de linaje no es solamente un asunto de posición, sino también de
disposición, pues se trata en realidad de un traslado de vida.
Abraham experimentó el traslado tanto de posición como de disposición. Fue trasladado
del antiguo país de Caldea a la buena tierra de Canaán. Este fue un traslado de posición.
No obstante, Dios se forjó en él y también obró en él. En cierto momento, Dios le dijo
que su nombre debía ser cambiado (17:5). La Biblia enseña que el cambio de nombre
siempre indica un cambio de vida. Cuando el nombre de Abraham fue cambiado, su
disposición, su vida, también cambió. Dios parecía decir a Abraham: “Sigues en el viejo
hombre. Estás demasiado enfrascado en tu vida natural. Aunque fuiste llamado a salir
del viejo linaje, todavía permanecen en ti la naturaleza y la vida del viejo linaje, y todavía
vives por esa vida. Es necesario que Yo obre en ti. Debo cortar esa vida”. La extirpación
de la vida vieja estaba representada por la circuncisión. La circuncisión de Abraham se
produjo cuando Dios cambió su nombre. Exteriormente, su nombre fue cambiado e
interiormente Dios tocó su disposición, su naturaleza y su vida. Después de que la fuerza
de la vida natural de Abraham hubo sido cortada, nació Isaac en “el tiempo de la vida”.
En realidad, Isaac no nació de la fuerza natural de Abraham; nació de la venida de Dios,
pues Dios había dicho: “Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida,
Sara tendrá un hijo” (18:14). La venida del Señor fue el nacimiento de Isaac. Esto
significa que Isaac no fue producido por la fuerza natural de Abraham sino por una vida
sometida a Dios. Con eso vemos que Abraham no sólo fue trasladado de posición, sino
también de disposición.
Aparentemente Isaac no necesitaba un traslado de vida. No obstante, Esaú, el primero
de los gemelos nacidos de Isaac y Rebeca, estaba centrado en lo natural. Dios nunca
acepta nada de lo natural. Puesto que el primer hijo de Isaac era muy natural, Dios
escogió al segundo. El primogénito representa la vida natural. Por esta razón, Dios quitó
la vida a todos los primogénitos de Egipto la noche de la Pascua. Por el contrario, el
segundo representa la vida trasladada. Jacob, por ser el segundo, fue escogido.
Aunque Jacob fue escogido, su naturaleza no fue cambiada. Por tanto, en cierto
momento, Dios vino y tocó la fuerza natural de Jacob. En aquel tiempo, su nombre fue
cambiado de Jacob, suplantador, por Israel, príncipe de Dios. De ahí en adelante, Jacob
quedó cojo. Esto constituyó una señal de que Dios lo había tocado, de que su fuerza
natural había sido anulada y de que había llegado a ser un príncipe de Dios. Este es el
verdadero significado del llamamiento de Dios.
¿Fue usted llamado? Si tal es el caso, entonces debe salir de Caldea, de Babel, el antiguo
linaje y de su vida natural. Debe salir de su vida natural y extirparla. En el llamado de
Dios, se necesita el nuevo comienzo, el traslado de linaje y el traslado de vida. Todos
debemos ser trasladados. En todos los años en que he estado con los santos, he
observado el proceso de este traslado. Me he regocijado al ver que tantos santos han
pasado por el traslado de vida. A veces este proceso no es agradable, pero después uno
puede ver en los santos el verdadero traslado de vida. Este es el significado del llamado
que Dios hace.
B. El contexto del llamamiento de Dios: Babel
1. Rechazaron a Dios
Ahora en este mensaje, debemos ver la experiencia de los llamados. Pero antes de llegar
allí, debemos considerar el trasfondo y el origen del llamamiento de Dios.
Cuando Dios se apareció a Abraham, éste tenía un trasfondo muy oscuro. Sus
antecedentes eran bastante negativos. El primer aspecto de este trasfondo fue el rechazo
de Dios por parte del hombre. Este rechazo estaba representado por la construcción de
una ciudad. Lo vimos en el caso de Caín en el capítulo cuatro. El hombre construyó una
ciudad porque había perdido a Dios como protección. Al dejar de tener a Dios como
salvaguardia, el hombre construyó una ciudad para protegerse. Por tanto, la
construcción de la ciudad fue la señal de que el hombre había rechazado a Dios. El
hombre parecía decir: “Que se vaya Dios. Yo construiré un ciudad para protegerme”. La
construcción de la ciudad fue la declaración de que el hombre había rechazado a Dios.
2. Exaltaron al hombre
El hombre rechazó a Dios, y además construyó una torre para exaltarse a sí mismo. La
torre fue un indicio de la exaltación del hombre. Cuando el hombre rechaza a Dios, se
exalta automáticamente a sí mismo. Cada vez que el hombre construye una ciudad,
edifica también una torre para hacerse un nombre.
3. Negaron el derecho de Dios
Además, en Babel el hombre también negó el derecho de Dios sobre Su creación. El
hombre y también la tierra eran parte de lo que Dios había creado. Sin embargo, el
hombre no quería reconocer el derecho de Dios; y más bien estableció las naciones. El
establecimiento de las naciones significaba que el hombre había negado el derecho y la
autoridad de Dios. Como ya vimos, después del diluvio Dios le dio al hombre la
autoridad de regir a otros, pero Satanás incitó al hombre a abusar de la autoridad que
Dios le había dado y a formar naciones para que el hombre tuviera su propio dominio,
negando el derecho y la autoridad de Dios sobre sí.
4. Sirvieron a los ídolos
Finalmente, Josué 24:2 nos muestra que en Babel el hombre se volvió de Dios a los
ídolos, a otros dioses. Detrás de todos los ídolos se encuentran los demonios. Cuando un
hombre adora a un ídolo, adora a los demonios. Aparentemente adora ídolos, pero en
realidad adora a los demonios.
El contexto en el que Dios hace el llamamiento es la ciudad, la torre, las naciones y los
demonios. El hombre había rechazado a Dios, se había exaltado a sí mismo, había
negado el derecho y la autoridad de Dios, y se había alejado de El para servir a los
ídolos. ¿Cree usted que la situación es mejor ahora? No lo creo. Es tan mala como en
aquel entonces. Es exactamente la misma situación.
C. El origen del llamado de Dios es Dios
¿Quién inició este llamado? No fue Abraham. Aunque él fue el padre del linaje llamado,
el llamamiento no fue iniciado por él. Creo que Abraham era idéntico a nosotros hoy en
día. El nunca se imaginó que Dios lo llamaría. De repente, mientras él y sus parientes
estaban en Caldea, adorando a otros dioses (Jos. 24:2), Dios se le apareció. Dios fue el
iniciador de este llamamiento.
1. Dios se apareció a Abraham
Aunque el llamado de Dios se lleva a cabo en el tiempo, algo se produjo en la eternidad
pasada antes del llamamiento de Dios, a saber, la elección de Dios. Dios escogió a
Abraham en la eternidad pasada. Además, todavía en la eternidad pasada, Dios
predestinó, marcó de antemano, a Abraham. Antes del nacimiento de Abraham, incluso
antes de la fundación del mundo, cuando sólo existía Dios, El escogió a Abraham y lo
predestinó. Un día, ya en el tiempo, mientras Abraham adoraba a otros dioses, sin
pensar que iba a ser llamado, Dios lo visitó. Dios vino a él como el Dios de gloria.
Abraham quedó sorprendido. El Dios de gloria no sólo fue a Abraham, sino que se le
apareció.
Debido al trasfondo tan oscuro de Abraham, Dios tuvo que aparecerse a él de un modo
contundente. Muchos de nosotros también hemos experimentado este profundo
llamado de Dios. Puedo testificar que un día, cuando yo era un joven lleno de
ambiciones, Dios vino a mí de una manera intensa. Esa fue la visitación que El me hizo.
No lo puedo negar. Muchos de nosotros hemos experimentado lo mismo. Habíamos
caído en lo más bajo, y jamás habríamos respondido a una predicación casual y pobre.
Necesitábamos que el Dios viviente, el Dios de gloria, nos visitase. He oído muchos
testimonios al respecto.
Dios se apareció dos veces a Abraham. La primera vez fue en Ur de Caldea (Hch. 7:2;
Gn. 11:31). Si estudiamos detenidamente la Biblia, veremos que en Ur de Caldea, Dios
no se apareció al padre de Abraham sino al propio Abraham. Sin embargo, Abraham no
aceptó inmediatamente ese llamado, y Dios, por Su providencia, hizo que su padre Taré
mudara a su familia de Ur a Harán. Ellos se quedaron allí hasta la muerte de Taré.
Abraham no respondió inmediatamente al llamado de Dios, y su indecisión causó la
muerte de su padre. Dios se llevó a su padre. Luego, en Harán, Dios se apareció a
Abraham por segunda vez (12:1). Allí podemos ver que Dios tiene un propósito
específico al relacionarse con el hombre. No creo que ninguno de u
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