Subido por Cecilia Briceño

Clase 12-Pautas y retroalimentación

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Tema: Entrevista intermedia: Pautas o tareas y
Retroalimentación
Módulo: Entrenamiento en Entrevista Psicológica
TAREAS Y HABILIDADES ESPECÍFICAS (COMUNICACIÓN, INTERACCIÓN
Y PROCESO)
La primera tarea de una entrevista de devolución consiste en delimitar con
precisión los problemas del cliente que requieren atención especial, teniendo
en cuenta también la queja principal que motivó la consulta. Esto incluye facilitar
información sobre las posibles causas desencadenantes, sus consecuencias
específicas en la vida cotidiana y los factores que las mantienen y/o exacerban.
Obviamente, el contenido de esta explicación variará en función del problema o
trastorno y de las propias características del cliente. Para cumplir con esta tarea
hay que comenzar por resumir el problema de un modo conciso, y con lenguaje
accesible y claro, y asegurarse de que el cliente comparte la síntesis que le
acabamos de ofrecer. El resumen no debe basarse en etiquetas diagnósticas
concretas, entre otras cosas porque ayudan poco a la comprensión del
problema y porque no siempre coinciden los significados que el profesional y el
cliente asignan a un mismo término. Explicó hace ya algunos años los problemas
que se producen entre clínicos y pacientes cuando intentan comunicarse
utilizando términos técnicos. Entre otras, señaló las siguientes diferencias
conceptuales:
➪ El paciente y el clínico utilizan el mismo término, pero en realidad quieren
decir cosas diferentes. Por ejemplo, bajo el término «depresión», el clínico puede
estar dando por supuesto que el paciente mantiene unos esquemas
disfuncionales sobre sí mismo, el futuro y el mundo, mientras que el paciente lo
interpreta únicamente como sinónimo de su estado de ánimo triste o de su falta
de motivación o interés en los asuntos de su vida cotidiana.
➪ El paciente y el clínico utilizan el mismo término, referido al mismo fenómeno,
pero cada uno le atribuye causas diferentes. En este caso, el paciente puede
atribuir su depresión al hecho de estar en paro o a sus problemas económicos,
mientras que el clínico lo interpreta en el marco de un trastorno de personalidad
o de una enfermedad neurológica.
➪ Paciente y clínico utilizan los mismos términos y las mismas explicaciones
causales, pero para el paciente tienen un gran significado emocional, mientras
que carecen de él para el clínico. Para el paciente, tener una depresión puede
ser valorado como algo horrible, que no va a poder soportar, o como una causa
de aislamiento o rechazo social (miedo al estigma). Sin embargo, para el clínico
puede tratarse de una alteración transitoria, que, además, es especialmente
frecuente en la población general y que no tiene por qué conllevar riesgos o
complicaciones especiales para el paciente.
En definitiva, el clínico debe evitar el uso de términos complicados o demasiado
técnicos y, sobre todo, asegurarse de que el paciente comparte con el clínico su
significado tanto en términos generales como en la medida en que afectan en
concreto al paciente. Ejemplos de expresiones que pueden ser interpretadas de
manera ambigua, problemática o inadecuada pueden ser algunas como las
siguientes, de uso muy común en la jerga psicológica: afecto, obsesión, refuerzo,
fobia, depresión, esquema, pensamiento automático, evitación, ansiedad,
hipocondría, delirio, alucinación, y un largo etcétera. Además de que el cliente
puede no entender el significado real, en términos psicológicos, de alguno de
estos términos («refuerzo», «evitación»), puede suceder que tengan un impacto
negativo sobre su estabilidad emocional si el clínico describe su problema con
ellos, sin explicarlos y sin ajustarlos a la realidad concreta del cliente. Por
ejemplo, decir a un paciente algo como «a la vista de lo que hemos estado
hablando, mi impresión es que tienes una depresión», puede ser interpretado
como algo especialmente amenazante por el estigma asociado a este problema,
o porque un familiar suyo diagnosticado de depresión se suicidó, o porque piensa
que si sus jefes se enteran perderá su empleo. Si el clínico, que ya conoce al
paciente puesto que ha mantenido entrevistas previas de evaluación con él,
estima que puede reaccionar de ese modo, o bien observa que en el transcurso
de la entrevista de devolución el cliente no se encuentra en disposición de
comprender adecuadamente este tipo de información, debe plantearse ofrecerla
de un modo más «suave» o tolerable. Por ejemplo, puede explicarle su
valoración de este modo: «mi impresión es que tu estado de ánimo está más
bajo de lo que debería, y de lo que ha sido habitual en ti hasta ahora, y eso influye
en que te sientas decaído, triste, cansado o más irritable de lo normal...».
El uso de analogías, metáforas, refranes, material visual (esquemas, figuras,
diagramas) y cualquier otro recurso que sirva de ayuda para que el paciente
comprenda la información que se le facilita es también especialmente útil de cara
a manejar un lenguaje claro, comprensible y adecuado. Ahora bien, hay que
asegurarse de que el paciente entiende realmente el significado de la metáfora
o la analogía y que la aplica correctamente a su problema particular. Por ejemplo,
para que el paciente comprenda el efecto negativo que tienen sus conductas de
reaseguración en el mantenimiento de sus pensamientos de preocupación
ansiosa excesiva (worry), podríamos explicárselo de este modo: «cuando tú
llamas a tu hijo para estar segura de que llegó bien al trabajo, estás haciendo
algo parecido a lo que puede hacer una persona que tuvo un accidente y que,
aunque puede caminar sin problema, se apoya en un bastón “por si acaso”, o
para sentirse más segura...».
Es importante señalar que toda técnica explicativa que se utilice en una
entrevista de devolución debe ajustarse al máximo a la realidad del paciente. Por
ejemplo, un paciente puede entender mejor la finalidad de sus comportamientos
de evitación si éstos se explican en relación con una situación real de su vida.
En este sentido iría una explicación como ésta: «cuando decides ir caminando
en lugar de tomar el autobús, aunque eso signifique que tienes que salir de tu
casa una hora antes, estás asegurándote de que no vas a experimentar
sensaciones corporales que te resultan desagradables, como corazón
acelerado, falta de aire, sudoración, etc.».
Emplear técnicas de focalización de la atención es otro recurso útil para delimitar
con la mayor precisión y claridad posible los contenidos de la entrevista. Estas
técnicas permiten resaltar los aspectos más nucleares de la explicación del
problema y facilitan que el paciente los recuerde después. El uso de repeticiones
y resúmenes para reforzar la información que se considera crucial es una
modalidad de estas técnicas que puede ejemplificarse mediante expresiones
como éstas: «hay dos cosas muy importantes en las que quisiera que nos
fijáramos ahora»; «escúchame atentamente ahora, porque quiero explicarte muy
bien qué es lo que me parece que podemos hacer para mejorar esta situación»;
«voy a explicarte ahora un poco más en detalle cuáles son las causas que me
parece que...»; «esto que voy a comentarte ahora es muy importante, en mi
opinión».
La segunda tarea es organizar la información en conjuntos significativos y
coherentes, netamente separados entre sí y proporcionados de manera
secuencial, de manera que ello permita observar la reacción emocional del
paciente durante y después de cada uno de los bloques de información y aclarar
cualquier duda que surja antes de proseguir con el siguiente. Hacer pausas entre
cada uno de los bloques de información y preguntar al cliente si ha comprendido
lo que acabamos de decirle, o si requiere alguna aclaración adicional, o si quiere
aportar algo, es fundamental. La entrevista de devolución no es un monólogo en
el que el clínico informa y el cliente escucha.
La tercera tarea es reformular de un modo diferente la narración que el
cliente hace de sus problemas y los significados que le atribuye, con el fin
de promover un cambio de sentido que se ajuste más a la realidad y que,
además, sea compartido por el cliente y valorado como una explicación más
adecuada de sus problemas. Por ejemplo, piénsese en un paciente que atribuye
síntomas físicos, como sensación de mareo, dolores musculares o jaquecas, a
una enfermedad médica grave y mortal («un tumor cerebral»), a pesar de que
ninguna de las pruebas médicas que le han realizado confirma ese diagnóstico.
En la entrevista de devolución el clínico no debe invalidar o negar la presencia
de los síntomas («no le pasa nada de lo que usted cree», «sus síntomas son
imaginarios», «no tiene nada»), puesto que el cliente los está experimentando
de verdad, sino que debe esforzarse por proporcionarle una explicación
alternativa y diferente de la que mantiene ese paciente con el fin de que éste
otorgue un significado nuevo a esos síntomas y facilite con ello su abordaje o
afrontamiento (por ejemplo: «es posible que la causa de sus dolores sea la
ansiedad»). En esta fase, es imprescindible de nuevo asegurarnos de que el
cliente comprende la reinterpretación que estamos haciendo de su problema, y
para ello las técnicas de comprobación, repetición y clarificación resultan de
utilidad. Asimismo, recurrir a material escrito o visual, adaptado al problema del
cliente, es decir, máximamente personalizado, es especialmente útil.
Al mismo tiempo, es muy posible que el cliente no comparta totalmente la nueva
explicación del problema que le estamos planteando. Esto implica que hemos de
prestar especial atención a su comportamiento verbal y no verbal para identificar
posibles discrepancias y negociarlas para llegar a una explicación que pueda ser
aceptada y aceptable. Las preguntas directas, el método socrático y los análisis
de ventajas e inconvenientes en relación con la explicación del cliente y la nueva
visión que le propone el clínico son las estrategias comúnmente utilizadas en
este caso.
Una cuarta tarea es proporcionar al paciente información adicional sobre el
problema. Aquí se incluye desde el diagnóstico formal («depresión crónica»,
«trastorno obsesivo-compulsivo», etc.), su incidencia, causas conocidas,
pronóstico en general, niveles de gravedad, comorbilidades más frecuentes,
tratamientos disponibles y su eficacia hasta los resultados de exploraciones o
exámenes de tipo psicológico realizados con anterioridad (cuestionarios,
pruebas neuropsicológicas, etcétera). Es importante poner claramente de
manifiesto que esta información es nueva y no se relaciona necesariamente con
los resultados previos de las entrevistas realizadas. De nuevo, la información
debe estar adaptada y personalizada a las necesidades del paciente, es decir, a
su capacidad de comprensión, sus conocimientos previos y sus deseos de saber
más acerca de su problema. El uso de material escrito, ejemplos de otras
personas con problemas similares, manuales o textos que le ayuden a encuadrar
mejor su problema, recursos de internet útiles, etc., puede ayudar en esta fase.
En muchos casos los pacientes disponen de información que han leído, o que
les han proporcionado otras personas (profesionales o no), y es necesario
explorar el alcance de esos conocimientos, cómo los interpreta para su caso o
problema particular, hasta qué punto se siente afectado emocionalmente por ello
y en qué medida los comprende realmente, con el fin de reforzarlos o corregirlos,
en el caso de que sea necesario.
Durante todo este proceso es importante animar al paciente a que pregunte todo
aquello que le preocupa, ya sea porque no lo ha entendido, ya porque no ha
formado parte de nuestro resumen del problema y sin embargo ha escuchado,
leído o simplemente pensado que podía ser importante. En muchos casos los
clínicos creen que abordan este aspecto haciendo una pregunta directa del estilo
«¿tienes alguna pregunta que quisieras hacerme?». La reacción del paciente
suele ser, salvo en algunos casos, la de retraerse y decir simplemente «no»,
porque quizá se siente abrumado por la cantidad de información recibida, porque
está cansado o porque todavía no se siente seguro o confiado con el clínico, al
que no conoce todavía demasiado porque es la segunda o la tercera vez que se
encuentra con él. Para facilitar la necesaria implicación del paciente, son más
útiles expresiones de este estilo: «seguramente estarás dándole vueltas a
algunas de las cosas que hemos hablado, de modo que estoy a tu disposición
para que me preguntes todo lo que te parezca»; «a veces no me explico muy
bien, así que no dudes en preguntarme todo lo que no hayas comprendido o que
te parezca importante y no hayamos abordado»; «en estas entrevistas a muchas
personas les suelen surgir dudas o preguntas, así que si quieres que hablemos
de algo más, o hay algo que te preocupa, no dudes en preguntarme»; «a veces
me pongo a hablar demasiado y no me paro a pensar si me estoy explicando
bien, así que pregúntame cuanto quieras o interrúmpeme si hay algo que no te
queda claro».
Esto nos lleva a las otras dos tareas de toda entrevista de devolución:
asegurarnos, mediante las comprobaciones oportunas, de que el paciente
comprende las explicaciones que damos y, paralelamente, explorar sus
reacciones a la información que estamos dándole. Para lo primero, podemos
recurrir a preguntas directas y abiertas, así como a las técnicas típicas de toda
entrevista relacionadas con la clarificación y profundización (reflexión, paráfrasis,
confrontación, interpretación, señalamiento, etc.), recurriendo para ello a
expresiones como: «hemos hablado de muchas cosas hasta ahora, ¿podrías
decirme qué es lo que recuerdas mejor?»; «no sé si me he explicado demasiado
bien. ¿Podrías decirme qué es lo que has entendido hasta ahora?». Para
explorar el impacto emocional que nuestras explicaciones están teniendo en el
paciente, podemos utilizar comentarios empáticos («me da la impresión de que
esto que acabo de decirte te ha dejado un poco preocupado»; «me parece que
no estás muy de acuerdo con esto... quizá pienses que hay otra explicación más
posible para...») y preguntas más o menos abiertas y directas sobre su reacción
emocional («toda situación nueva suele provocar algo de angustia o
preocupación... me gustaría saber si la información que te estoy dando te
preocupa o te asusta de algún modo...»; «te veo pensativa... quizá la explicación
que he dado a tus miedos te ha dejado intranquila...»).
SITUACIONES Y/O CLIENTES DE ESPECIAL COMPLEJIDAD. MANEJO DE
LA COMUNICACIÓN Y DE LA INTERACCIÓN
A la inmensa mayoría de los profesionales les gustaría poder encontrarse
siempre con clientes colaboradores, dispuestos a participar, con deseos de
mejorar y resolver sus problemas, y, además, poder desempeñar su trabajo en
contextos seguros y estables. La realidad es que esto no siempre sucede así, y
hay que ser conscientes de ello y estar preparados para trabajar en contextos o
situaciones hostiles y estresantes y con pacientes resistentes, poco
colaboradores o en crisis. En otras ocasiones la entrevista de devolución no la
recibe el paciente-cliente directamente porque no se encuentra en disposición o
situación vital para ello, o resulta necesario que, además del cliente, estén
presentes otros significativos (familiares, tutores, etc.). En este apartado vamos
a referirnos brevemente a algunas de estas situaciones que suponen una
complejidad añadida a la de ya por sí compleja situación de una entrevista de
devolución y que requieren habilidades y estrategias adicionales a las que hasta
aquí hemos venido comentando. No obstante, hemos de dejar claro que el
aprendizaje y el perfeccionamiento en estas técnicas y estrategias sólo es
factible mediante la práctica supervisada con expertos, cosa que por otro lado
es común al aprendizaje de cualquier habilidad o capacitación profesional. Y la
entrevista es una de las competencias nucleares para cualquier profesional de
la psicología. Una de las situaciones probables con las que nos podemos
encontrar es la que desde los planteamientos freudianos se cataloga como
«resistencia». Las razones por las que un cliente se muestra resistente, o
negativista, desafiante o incluso hostil pueden ser muy variadas: desde el hecho
de que se haya visto obligado por terceros a acudir a la entrevista y, por tanto,
su motivación e intereses son más bien escasos hasta porque no está de
acuerdo con acudir a una entrevista psicológica porque considera que su
problema no tiene «nada que ver con la psicología». Entre los primeros podemos
encontrarnos con personas muy diferentes: desde pacientes remitidos por
indicación judicial hasta el adolescente con graves problemas familiares,
pasando por alguien con un trastorno (de personalidad o cualquier otro) con nula
o escasa conciencia de enfermedad o problema, o aquel que acude por
imposición familiar vinculada a amenazas de divorcio, abandono del hogar, etc.
Algunas de las expresiones que pueden ayudar a identificar la resistencia de un
cliente a participar en una entrevista de devolución, que, como ya hemos
explicado, requiere la colaboración activa del paciente, son, por ejemplo, éstas:
➪ «¿Cuánto va a durar esto?»
➪ «¿Es necesario que esté aquí todo el rato, o puede contárselo a...?»
➪ «Mire, no tengo nada contra usted, pero no creo que deba estar aquí, mi
problema no es psicológico, yo no estoy mal de la cabeza.»
➪ «Qué sitio más feo, ¿tardaremos mucho?»
➪ «No se esfuerce, me da igual, estoy aquí porque no tengo otro remedio, así
que acabemos cuanto antes con el trámite...»
Indicios de resistencia de un paciente hacia la psicoterapia
Pueden estar presentes asimismo en una entrevista de devolución: hablar
demasiado, hablar muy poco, llegar tarde, llegar mucho antes de la cita (y
enfadarse por esperar), mantener bajo control sus emociones todo el tiempo, no
controlar nada sus emociones durante la entrevista, no estar preparado
(mentalmente) para recibir el informe o haberse preparado demasiado (lecturas,
internet, etc.) para discutir cualquier aspecto del informe. Ante este tipo de
situaciones, es obvio que lo primero a plantearse es qué podemos hacer para
reducir la resistencia del cliente y llevar adelante la entrevista. Cuando nos
encontramos con clientes resistentes, hostiles, negativistas o ambivalentes, la
mejor opción es comenzar la entrevista del modo más positivo y empático y
menos culpabilizador posible. Las preguntas orientadas a solucionar objetivos
concretos, relacionadas con las quejas del cliente y dirigidas a validar
emocionalmente su frustración o su ira, o su miedo, pueden ser un buen modo
de comenzar. Por ejemplo, ante las quejas o expresiones que antes expusimos,
podríamos plantear cosas como:
➪ «¿De cuánto tiempo dispones?» o «¿cuánto tiempo te parece que sería
suficiente?».
➪ «Entiendo que prefieras estar en otro sitio y con otra gente en lugar de aquí,
pero, ya que has venido ¿hay algo que te interesaría saber antes que nadie, o
conocer de primera mano? ¿Qué es lo que más te interesaría saber?»
➪ «Comprendo perfectamente que no confíes en mí porque apenas nos
conocemos, pero ya que estás aquí me gustaría mucho saber qué opinas tú
mismo de tu problema... ¿Qué crees que podríamos hacer para que tu visita sea
útil?»
➪ «Sí, la verdad es que es pequeño y feo, pero, ya que estamos aquí, intentaré
centrarme en lo que más te interese y aprovecharemos el tiempo a ver si los dos
nos olvidamos un poco de lo feo que es esto...»
➪ «Sí, ya sé que estás aquí porque te han obligado, pero, ya que estamos, no
nos obliguemos nosotros mismos también a pasar un mal rato. Dime, ¿en qué te
gustaría que nos detuviéramos más? ¿Hay algo que te gustaría saber y que no
se me ocurrió plantearte en la entrevista anterior?»
En otras ocasiones, especialmente cuando nos hallamos con pacientes muy
hostiles, las mejores estrategias son probablemente las de reflexión y validación
de sentimientos, seguidas por el planteamiento de una retroalimentación sincera
y genuina, para terminar nuestra intervención con una pregunta centrada en la
búsqueda de una solución concreta. Imaginemos, por ejemplo, la entrevista de
devolución en un contexto tan hostil como una cárcel, con un cliente que no
quiere entrevistarse de nuevo con nosotros, pero al que debemos informar de
nuestra evaluación previa, que, además, hemos de remitir posteriormente al
juez. Un posible modo de comenzar sería éste:
«Me han comentado que no tienes ningún interés en que mantegamos este
encuentro. La verdad es que te entiendo, porque no es agradable verse obligado
a hablar con alguien a quien no se conoce sobre los problemas que se tienen.
Supongo que a mí me pasaría lo mismo. Pero, a pesar de todo, me gustaría que
me escucharas. ¿Puedo ser absolutamente sincera contigo? Como bien sabes,
tienes problemas legales. Me gustaría poder ayudarte en eso, de alguna manera,
aunque fuera sólo un poco. Los dos tenemos que estar aquí, nos guste o no.
Podemos estar sentados sin hacer nada durante una hora o así y aburrirnos
miserablemente, o podemos hablar tranquilamente sobre tus problemas, cómo
los veo y qué opinas tú de eso, si te parece mejor. No sé lo que pensarás, pero
seguramente, si lo hacemos así, al final de la hora nos sentiremos mejor los dos
que si solo estamos dejando correr los minutos, o si soy yo el único que habla...».
Un segundo grupo de pacientes con los que puede ser difícil mantener una
entrevista de devolución está formado por personas que tienen problemas
añadidos que dificultan considerablemente la interacción durante la entrevista
por diversas razones: enfermedades médicas o de otro tipo que afectan al nivel
de comprensión y atención, situaciones de riesgo vital extremo, personas con
elevada deprivación cultural o social, emigrantes con poco o nulo conocimiento
del contexto o del idioma, etc. En estos casos, más que resistencia o actitud
desafiante u hostil, el problema es sobre todo de comunicación, pues pueden
tener dificultades para comprender cuál es el objetivo y la necesidad de las
entrevistas o para mantener la atención durante el tiempo necesario. En todos
estos casos, la estrategia de comunicación va a ser la misma que la que
emplearíamos en situaciones normales, con la única diferencia de que en la
entrevista de devolución debe estar presente alguien que haga de mediador
(traductor, mediador cultural) o que reciba el informe en representación legal del
paciente (familiar, tutor, etc.). En todo caso, siempre que sea posible, el paciente
sobre el que se hace la entrevista de devolución debe estar presente y el
entrevistador debe mantenerse atento a cualquier indicio de colaboración,
pregunta o impacto emocional que puede suscitar la información que se está
proporcionando.
El tercer grupo problemático es el de los menores. La primera norma pasa,
necesariamente, por adecuar el lenguaje de tal modo que sea comprensible para
el menor. Para ello, adoptaremos las mismas estrategias y técnicas que ya se
comentaron antes, con un énfasis especial en las formulaciones empáticas,
organizando la información en bloques pequeños y utilizando la técnica de
resumen de lo entendido. Además, en este caso es especialmente útil
acompañar la explicación verbal con apoyos visuales (imágenes, dibujos,
palabras clave, etc.). Asimismo, hay que facilitar la intervención activa del menor,
invitándole a hacer todas las preguntas y aportaciones que le puedan parecer
oportunas y reforzando sus intervenciones en este sentido. Siempre que sea
posible (y lo es la mayoría de las veces), la devolución tiene que proporcionarse
en primer lugar al niño/a en solitario. Una vez hecho esto, se informa al menor
de que a continuación vamos a entrevistarnos también con sus padres o tutores
legales. La presencia del niño/a en la entrevista con los padres es una cuestión
a valorar en cada caso: en la mayoría de los casos es posible y necesaria la
presencia conjunta. Pero en algunas ocasiones, como, por ejemplo, cuando se
trata de diagnósticos de especial gravedad o pronóstico muy incierto, puede ser
más aconsejable que no esté presente el menor. Por último, hay que recordar
que en muchos casos los padres o tutores pueden estar muy angustiados o
preocupados, y en estos casos hay que seguir las mismas normas que ya hemos
comentado con anterioridad.
Para terminar, es necesario señalar que el clínico debe mantener la
confidencialidad en todo momento en relación con los contenidos de la
devolución. Además, está obligado por ley a solicitar el consentimiento del cliente
para informar a terceros, con la única excepción de los menores de edad. No
obstante, incluso en estos casos, y aunque no sea por imperativo legal, es más
que aconsejable solicitar la conformidad del menor. Únicamente en caso de
orden judicial el clínico está obligado a informar al juez, aunque el cliente no haya
dado su consentimiento expreso. No obstante, en estos casos el informe suele
ser escrito y debe ceñirse a las preguntas o requerimientos expresamente
formulados por el juez. Finalmente, aunque en este capítulo nos hemos centrado
básicamente en el ámbito clínico, la mayoría de las situaciones y restricciones
vinculadas con la función de devolución de la entrevista son igualmente
aplicables a otros contextos, como el educativo o el sociolaboral.
Referencias bibliográficas
Morrison, J. (2008). The first interview, 3.ª ed. Nueva York: Guilford Press.
Rojí, B. y Cabestrero, R. (2008). Entrevista y sugestiones indirectas:
entrenamiento comunicativo para jóvenes psicoterapeutas, 2.º reimp. Madrid:
UNED.
Sommers-Flanagan, J. y Sommers-Flanagan, R. (2009). Clinical interview, 4.ª
ed. New Jersey: Jon Wiley & Sons.
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