Subido por Miguel Alonso

Actividad liderazgo docente

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Miguel Alonso Larre
ACTIVIDAD LIDERAZGO DOCENTE
Son muchos y nada despreciables los desafíos a los que actualmente se enfrenta nuestro
sistema educativo, tal y como se recoge en el documento España 2050: Fundamentos y
propuestas para una estrategia nacional de largo plazo publicado este mismo año por la
Oficina nacional de prospectiva y estrategia del Gobierno. En este documento se declara sin
embargo que, a pesar de ello, España tiene posibilidades de, siguiendo una determinada hoja
de ruta, situarse al frente de la vanguardia educativa a nivel internacional para el año 2050.
Entre los principales problemas que adolecen nuestro sistema este documento destaca las
altas tasas de repetición y abandono escolar, el acceso insuficiente a estudios postobligatorios,
y el estancamiento de los niveles de aprendizaje; reflejado en los resultados de las pruebas
PISA, que muestran además un bajo nivel de excelencia en nuestro sistema educativo. Otras de
sus carencias tienen que ver con la igualdad de oportunidades y la segregación escolar, y con la
desmotivación del alumnado.
Al mismo tiempo, se destacan varios frentes en los que incluir mejoras con el objetivo de
solucionar estos problemas situarse en la vanguardia educativa internacional. Estos son el
rígido currículo educativo, la formación y la carrera docente, la estructura burocrática y
administrativa de las instituciones educativas, el sistema de evaluación y la financiación.
Para cada uno de estos frentes se proponen distintas medidas de actuación. En cuanto al
curriculum, se propone su construcción abierta, flexible y descentralizada, basada en la
adquisición de competencias. Al respecto de la carrera docente, se propone reforzar su
selección y formación, e impulsar vías de formación y profesionalización continuas dentro de la
su práctica. Se propone también mejorar la gobernanza del sistema educativo ampliando la
autonomía de los centros educativos y fomentando la comunicación y la cooperación entre los
mismos; y modificar el sistema de evaluación de forma que esté centrado en la evaluación
competencial. Finalmente, se esboza un plan de incremento progresivo del gasto público en
educación y se planean ampliar y diversificar las opciones formativas postobligatorias.
Pese a toda la buena intención que presumiblemente subyace a estas propuestas del
Gobierno, cómo profesor comprometido con su profesión, preocupado por estos por
problemas y decidido a ponerles solución, no se puede esperar a que estos cambios se
instauren desde “arriba” (desde el gobierno) y que a raíz de estos cambios el sistema
educativo vea sus problemas resueltos “mágicamente”.
Un rol comprometido con la calidad de la educación requiere la implicación activa como
profesor en esta tarea por subsanar las carencias de nuestro sistema educativo. El cambio, si
llega, llegará desde las aulas, y no desde los despachos del gobierno. Lamentablemente, son
los profesores los encargados de, a través de su práctica, impulsar la institucionalización de
estos cambios.
La investigación y la innovación, tan estrechamente relacionadas, jugarán un papel crucial en
esta tarea, pudiendo dar respuesta a muchos de los problemas ya mencionados. A través de la
metodología de la investigación-acción, el docente tiene la posibilidad de iniciar acciones que
resuelvan los conflictos que pueda detectar en su práctica profesional; además de verse
habilitado para formarse y desarrollarse profesionalmente de forma simultánea al desempeño
de dicha práctica.
El carácter eminentemente colaborativo y participativo de dicha metodología puede también
sentar las bases para la creación de redes de comunicación e intercambio de información
entre distintos profesionales y distintos centros.
Además, si la planificación de las mejoras e innovaciones que incorpore el docente a través de
la investigación-acción garantizan su estabilidad en el tiempo y consideran formas en que
puedan ser asimiladas a la cultura del centro educativo; poco a poco, con las aportaciones de
todos los profesores, se conseguirá ir institucionalizando dichos cambios dentro de la
estructura funcional y administrativa del sistema educativo.
Esta es sin embargo como digo una tarea que requiere de la implicación y compromiso de la
gran mayoría de profesionales docentes que, cada uno en su campo de acción, se esfuercen
por introducir cambios en aquellas áreas de su práctica que ven no están funcionando
correctamente en vez de resignarse y aceptar ciertas circunstancias como inamovibles o ajenas
a su incumbencia.
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