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libro la memoria no es un cuento 0

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Homenaje a los detenidos
desaparecidos y las detenidas desaparecidas.
¡30.000 compañeros y compañeras PRESENTES!
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Datos institucionales:
Presidencia de la Nación
Alberto Fernández
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación
Marcela Losardo
Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
Horacio Pietragalla Corti
Subsecretaría de Promoción de Derechos Humanos
Natalia Barreiro
Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria
Norberto Berner
Espacios para la Memoria y la Promoción
de los Derechos Humanos de la CABA
Ex CCDTyE “Club Atlético”. Coordinación Laura Duguine.
Ex CCDTyE “Virrey Cevallos”. Coordinación Osvaldo López.
Ex CCDTyE “Automotores Orletti”. Coordinación Ricardo Maggio.
Ex CCDTyE “Olimpo”. Coordinación María Eugenia Mendizábal / Isabel
Cerruti.
Ex CCDTyE ESMA, Ente Público Espacio para la Memoria y para la Promoción de los Derechos Humanos. Ente tripartito integrado por representantes del Directorio de Organismos de Derechos Humanos, del Poder
Ejecutivo Nacional y del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. Coordinación del Área Programa y Actividades Mariana Croccia.
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Realización del Proyecto “La Memoria no es un cuento.
Cuentos sobre la Memoria para no contar de memoria”
Coordinación integral / Desarrollo integral de contenidos pedagógicos / Capacitación docente / Realización de talleres / Diseño de
Materiales: Ángeles Aguilar, María Soledad Astudillo, Andrés Centrone,
Juan Pablo Cohen Arazi, Lorena Lasa, Susana Mitre, Patricia J. Navarro
Roa y Natalia Rizzo.
Realización audiovisual: Juan Pablo Cohen Arazi y el Área Prensa y
Comunicación del Ente Público Espacio Memoria y Derechos Humanos.
Prensa y difusión: Área de Prensa y Comunicación del Ente Público
Espacio Memoria y Derechos Humanos, Dirección de Comunicación
Estratégica de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación,
Prensa y comunicación de los Espacios para la Memoria de CABA y la
Unión de Trabajadores de la Educación.
Publicación
Producción general, edición y elaboración de prólogo e introducción:
Ángeles Aguilar, María Soledad Astudillo, Andrés Centrone, Juan Pablo
Cohen Arazi, Lorena Lasa, Susana Mitre y Patricia J. Navarro Roa.
Arte de tapa: Natalia Rizzo.
Diseño gráfico: Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
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6
Agradecemos a:
Editorial Chirimbote, Programa “Educación y Memoria” del Ministerio de Educación de la Nación, Coordinadora del Programa “Educación y Memoria” del
Ministerio de Educación de la Nación Celeste Adamoli, Editorial Calibroscopio, Librería del Centro Cultural
de la Memoria “Haroldo Conti”, Asociación de Trabajadores del Estado ATE-Capital, Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), Secretario de Derechos
Humanos de UTE Matías Zalduendo, Claudia Marra,
Alba Lanzillotto, Tatiana Sfiligoy, Miss Bolivia, Manuel
Gonçalves, Buscarita Roa e Iván Troitero.
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ÍNDICE
Introducción
12
Prólogo I
18
Prólogo II
23
La dictadura
Instituto María Ana Mogas
27
Identidad
Instituto María Ana Mogas
30
Siempre hay luz en la oscuridad
Instituto María Ana Mogas
32
Ellos
Esc. Nº 12 D.E. 10 “Prof. Rodolfo Senet”
35
Llanto de libertad
Esc. Nº 12 D.E. 10 “Prof. Rodolfo Senet”
36
Fechas, lugares y aromas
Esc. Nº 12 D.E. 10 “Prof. Rodolfo Senet”
39
El baúl de la memoria
Esc. Nº 12 D.E. 10 “Prof. Rodolfo Senet”
40
Tristeza, angustia, miedo, odio, dolor y bronca
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
42
La semilla
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
47
Sin derechos: esclavitud
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
49
8
Él era mi superhéroe
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
52
Mi identidad
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
54
La memoria
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
57
Las travesuras de Camilo y sus amigos en la Casona
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
59
Desaparecidos
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
61
La verdad sobre la dictadura
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
63
Yo contra el mundo
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
65
La última mirada
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
67
El peor recuerdo que alguien podría tener
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
71
Familia, ya llegué
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
74
Mi amiga de la infancia
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
76
El pueblo sin memoria
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
79
9
Mi hermano
Esc. Nº 3 D.E. 16 “Grecia”
82
De un cuento de hadas a la oscuridad
84
E.E. Especial y F. Integral Nº 21 “Rosario Vera Peñaloza”
El árbol sabe
Esc. Nº 23 D.E. 18 “República de Portugal”
86
El árbol
Esc. Nº 23 D.E. 18 “República de Portugal”
88
Imaginate
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
89
Ojos tapados, Argentina que no siente
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
91
Nomeolvides
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
93
Del(fin)
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
96
Silencio
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
97
¿Si estoy emocionada?
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
98
Soy yo
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
100
Otra yo
Esc. Nº 13 D.E. 19 “R. Scalabrini Ortiz”
103
10
Una noche oscura
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
105
La mudanza
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
108
La familia de Simón
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
110
La familia Galván
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
112
Expresando lo que sentimos
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
115
Esa misma luz
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
117
Un día
Esc. Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”
120
Mateo
ENS Nº 2 “Mariano Acosta”
123
Llevo tu sonrisa como bandera
E.N.S Nº 2 “Mariano Acosta”
128
Identidad
E.N.S Nº 2 “Mariano Acosta”
133
La identidad es canción
Esc. N°5 D.E. 19 “Provincia de Corrientes”
139
11
La Memoria no es un cuento: el certamen literario
Los nacimientos
El 2019, como todo año electoral, se sabía de antemano
como un año bisagra en la vida institucional del país. El giro
programático hacia lo más duro del neoliberalismo atravesaba transversalmente todas las políticas públicas nacionales
y transitaba su cuarto año de implementación. En su más
amplio sentido, las orientaciones económicas y culturales del
momento se sustentaban en la meritocracia, el individualismo, la competencia, el negacionismo y la impunidad, por
nombrar algunos de los constructos con que se disputaba el
sentido común de la gente.
En ese contexto, las Áreas Educativas de los distintos
Espacios para la Memoria de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires nos ilusionábamos con emprender una tarea a contramano de los tiempos. Unir coordinadamente nuestra labor
en torno a un proyecto común y de largo plazo que buscara
intervenir en aquella disputa a partir de generar instancias
educativas creativas, colectivas, solidarias y novedosas, que
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invitasen a las nuevas generaciones a mejor habitar el territorio de quienes hacen memoria, en contra de la impunidad
y el olvido, con proyecciones hacia una sociedad más justa y
con ampliación de derechos.
La propuesta inicial
La forma que tomó esta idea fue la de un certamen literario destinado a niños y niñas de 6.° y 7.° grado de escuelas
primarias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Acordamos que el proyecto incluiría una instancia de inscripción;
un encuentro de capacitación docente, concebido junto a
la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE); la realización de una visita a alguno de los Espacios de Memoria que
integrábamos y construíamos el proyecto; y un tiempo establecido para la redacción y envío de los relatos. El proyecto
culminaría con un acto de reconocimiento en cada una de las
escuelas participantes y la edición de un libro con los escritos
recibidos para que empezaran a formar parte de la construcción colectiva de la Memoria.
Por razones que detallaremos más adelante, nos interesaba
especialmente trabajar con estudiantes en esta etapa precisa de
formación. Nuestra convicción en la realización de este certamen estaba motivada por el deseo de conocer qué clase de
ideas, discursos, narrativas, podían ser generadas en función de
lo que vieron, observaron, sintieron, compartieron y debatieron
a partir de la experiencia de visitar un Espacio para la Memoria.
Hacedores y conocedores de la dinámica diaria y específica
de cada uno de los Espacios de Memoria que activamos, sabíamos que la efectivización de todo lo proyectado no iba a ser
rápida ni sencilla. Después de mucho sostener e impulsar, la
propuesta finalmente fue lanzada el 5 de agosto de 2019 con
la atención del país entero puesta en las elecciones Primarias,
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Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que se realizarían
seis días después. Las elecciones nacionales del 27 de octubre
y la finalización del ciclo lectivo enmarcarían temporalmente el
desarrollo del certamen “La Memoria no es un cuento. Cuentos sobre la Memoria, para no contar de memoria”.
Los niños y las niñas participantes
La decisión de trabajar con estudiantes de 6.° y 7.° grado
fue tomada en base a compartir y analizar nuestras propias
dinámicas de trabajo. Cargar de sentido algunos datos obtenidos a partir de este intercambio facilitó la elección de con
quienes trabajar.
Por un lado coincidíamos, haciendo promedios, en que la
visita de estudiantes de colegios secundarios se distribuye a lo
largo del transcurso del año, pero las visitas de escuelas primarias se concentran alrededor de la efeméride del “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”. Que no todos los
espacios ofrecen el dispositivo de la visita guiada como estrategia pedagógica para estudiantes de colegios primarios. Que
quienes sí lo hacen, las realizan solo con estudiantes del último
ciclo de esta etapa formativa. Que quienes trabajan con los dos
primeros ciclos ofrecen instancias de intercambio en formato
taller, que aborda la vulneración y la ampliación de los derechos
de manera diversa, pero excluye el dispositivo concentracionario como eje del encuentro. Que existen muchas posibilidades
de que las y los estudiantes de 6.° o 7.° grado que hoy recorren
los espacios, visitándolos o asistiendo a un taller, retornen en
unos años como estudiantes secundarios a realizar el recorrido
por el dispositivo concentracionario. Que observamos que en la
formación previa de estudiantes aún hay un trabajo que realizar tendiente a facilitar una comprensión más compleja de lo
sucedido en nuestro país, colaborando en la deconstrucción de
sentidos comunes, preconceptos, simplificaciones o desinterés.
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Por otro lado, no se nos escapaba el hecho de que estos
y estas estudiantes de 6.° y 7.° grado conforman la 3.a generación afectada por el terrorismo de Estado, cada quien a su
manera y en su medida. Los niños y las niñas con quienes
estaríamos trabajando conforman la generación de los hijos
y las hijas de nietos y nietas que aún se buscan.
Creemos que todavía hay mucha historia que aún nos
falta reconstruir. Que hay puentes generacionales que son
necesarios tender. Y que el certamen literario podría aportar en esa construcción, posibilitándole a los niños y niñas
un acercamiento a la temática para que de diferentes maneras empiecen a formar parte de esta historia de forma más
activa, más consciente. Apelamos a su mirada y la posibilidad
que tienen de crear a partir de su experiencia, de poder generar relatos, situaciones para ser contadas y compartidas. Nos
proponíamos con todo esto generar una mayor sensibilización de estos temas en la comunidad educativa.
Los docentes y las docentes
Desde la propia concepción del proyecto, y basándonos
en las actividades cotidianas que realizamos, nos posicionamos como personas aliadas estratégicas del cuerpo docente
para posibilitar el desarrollo de los cuentos. El encuentro de
capacitación proyectado para septiembre intentaba ser una
instancia de intercambio donde coordinar estrategias educativas. Para el mismo desarrollamos un cuadernillo con sugerencias didácticas y materiales de lectura o visualización.
Los relatos creados por los chicos y las chicas no fueron una
imposición de parte de los y las docentes. Escribieron quienes
quisieron y el cuerpo docente se encargó de abrir y sostener
espacios de reflexión y creación que contuvieran al grupo. Es por
eso que la mayoría de los muchos escritos que recibimos fueron
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realizados grupalmente, sean estos grupos de dos personas o
de más integrantes y hasta incluso el curso entero.
Contrariamente a nuestros temores, hubo docentes que
nos compartieron que lo extemporáneo del certamen literario les sirvió para mantener vivo el tema por fuera del calendario escolar, de lo que indica la efeméride. De esta forma,
se encontraron con que en la segunda parte del año estaban
revisitando temas que habían visto en la primera y volvían
de manera renovada. Mantener presente la Memoria como
contenido transversal de las materias es algo que también
posibilitó este certamen.
El encuentro final, o volver a partir...
Cuando ideábamos cómo sería el encuentro final en cada
escuela con las y los estudiantes que intervinieron en el certamen, sabíamos que queríamos realizar un reconocimiento a
su participación y a su posicionamiento como constructores
activos de la Memoria colectiva. No faltarían ni certificados,
ni donaciones de libros, ni instancias de conocimiento mutuo,
diálogo e intercambio que tendieran a disminuir la distancia
pasado-presente.
Sin embargo, al entrar en contacto personal con los
chicos y las chicas y sus docentes, también observamos
que el certamen literario colaboró a generar las condiciones
para que estudiantes cuenten su historia personal: abuelos secuestrados y abuelas secuestradas que sobrevivieron,
familiares desaparecidos, rupturas familiares provocadas por
el terrorismo de Estado, etc. De los 22 grados que recorrimos
surgieron espontáneamente más de una decena de estas
historias que incluían desde la narración por parte de una
niña sobre la recuperación de los restos de su abuela por el
Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), hasta el
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presente como militante social y política de otra abuela a la
que su paso por uno de los más de 700 centros clandestinos
de detención, tortura y exterminio (CCDTyE) que funcionaron
en nuestro país no pudo doblegar en su vocación de cambio
y justicia social.
Habilitar la palabra, favorecer el “animarse a hablar” (ya
sea a través de los cuentos o personalmente en los actos de
reconocimiento), ofrecer un espacio de recepción y respeto
para quienes, aun sin haber vivido lo ocurrido en la última
dictadura cívico-militar, quisieron aportar su mirada sobre
esta historia y desde ahí ensayar la elaboración de la propia
memoria, son las continuidades de este proyecto 2019 que
con la publicación de este libro cierra, pero no termina.
Fueron diez las escuelas de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires que participaron en la primera edición de este
certamen, produciendo 47 escritos. Desde el equipo organizador realizamos 11 actos de reconocimiento y diez piezas
comunicacionales acompañando y dando cuenta de las
distintas etapas del concurso.
El resultado final es este libro, que pretende acompañar
el hacer de quienes todos los días en las escuelas de nuestra ciudad sostienen la tarea de mantener viva la llama de la
Memoria, buscando y creando nuevas estrategias para incorporar y bien venir de la mejor manera a las nuevas generaciones en una historia inobjetable y que es de todos y todas.
Espacios para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos ex CCDTyE: “Club Atlético”, “Virrey
Cevallos”, “Automotores Orletti”, “Olimpo” y “ESMA”
(Ente Público).
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La Memoria no es un cuento: los relatos
Algunas certezas y otras dudas
Al momento de elaborar las bases del certamen estábamos convencidos de que los relatos creados por los y las
estudiantes no tenían por qué ser testimoniales, ni verídicos,
entendiendo que son otras las personas con la responsabilidad histórica de poner palabras sobre la negación y el silencio,
y que son otras las instancias en donde la verdad y la justicia
aún pugnan por prevalecer. Del mismo modo, sabíamos que
esta convocatoria no buscaba intencionadamente relatos que
abordaran el secuestro, la tortura o el cautiverio.
Por el contrario, en los distintos Espacios para la Memoria
que realizamos el certamen “La Memoria no es un cuento” cotidianamente se ponen de manifiesto relatos sobre diversas actitudes, vínculos, acciones realizadas por las personas que fueron
mantenidas en los centros clandestinos de detención en calidad
de detenidas-desaparecidas, que nos hablan de resistencia, solidaridad y compañerismo. A la vez, los Espacios para la Memoria
albergan y promueven una multiplicidad de actividades, profe-
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siones y articulaciones tendiente a promover la efectivización de
los distintos derechos que asisten a las personas.
Nuestra intención, por sobre todas las cosas, era que los
y las estudiantes a partir de sus relatos pudieran aportarnos
su mirada, introducir algo novedoso en nuestra manera de
concebir y narrar esta historia. Si bien el tema sobre el que
tenían que escribir estaba ampliamente delimitado por la idea
de la “construcción colectiva de la Memoria”, lo que no estaba
establecido era el estilo del relato. Podía ser, o no, un cuento
vivencial, testimonial, ¿pero podría ser un cuento fantástico?
¿Puede haber cuentos de misterio, de detectives o de aventuras que aborden la temática? Estas incertidumbres acrecentaban nuestra curiosidad por saber. ¿Qué puede la creatividad de
las niñas y los niños cuando se les permite (re)crear? ¿Cuáles
son las formas de su expresión? ¿De qué manera interpretan
y se representan esta historia? ¿Con qué situaciones relacionan esas cuestiones en la actualidad? Ante estas preguntas
asumimos aceptar toda forma de expresión que les posibilitase, a través de la literatura, desarrollar y volcar su fantasía, su
imaginación y ¿por qué no? sus inquietudes, sus miedos, sus
(im)posibilidades de comprensión.
Los relatos
Es por eso que este libro reúne escritos de toda índole.
Al recorrer sus páginas encontrarán, agrupados por escuelas,
textos escritos en presente, en pasado o en alguna distopía
en la que no existen los derechos y la esclavitud es la norma;
narrados en primera persona, en segunda o por un relator
omnisciente; relatos testimoniales, detectivescos, metafóricos fantásticos, biográficos, de misterio, entre otros. Hay
crónicas del tipo periodística que nos van arrojando datos,
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fechas, sucesos de la época de la dictadura, pero también hay
una canción de cumbia que tiende su mano empática y solidaria a quien no conoce su identidad.
Crónicas ficcionales que narran secuestros, relatos de
cautiverio, fugas de centros clandestinos de detención y
también la clandestinidad, el exilio, las apropiaciones, el ocultamiento. Hay cuentos que imaginan cómo se produjo el
golpe, métodos de tortura, cómo desaparecían las personas
en la vía pública o discusiones familiares provocadas por la
ruptura del silencio y la mentira. La realidad también atraviesa
algunos relatos en los que podremos encontrar referencias a
Santiago Maldonado, la familia Oesterheld o estudiantes de la
Noche de los Lápices.
Hay otros cuentos donde la ficción nos presenta personajes
fantásticos o mágicos que contribuyen a elaborar con fantasía
lo sucedido y sus consecuencias, que nos cuentan acerca de la
importancia de la Memoria y nos dicen que el olvido no puede
hacer sentir mejor a nadie. O narran la reencarnación de un desaparecido en el cuerpo de un niño que tiene que hacer un trabajo
escolar sobre la dictadura y de esa manera puede reencontrarse
cara a cara con su madre que aún lo busca. En algunos de estos
relatos podemos encontrar personas desaparecidas que luego
de mucho tiempo y de pasar distintas situaciones regresan con
su familia. Existen militares que se arrepienten, que confiesan,
que se suicidan. Personas que descubren un centro clandestino a diez cuadras de su casa y quienes intentan rescatar a su
hermano de su secuestro.
También la metáfora se hace presente y amplía la capacidad
de expresión y comprensión. Un árbol protagonizando dos relatos nos puede hacer pensar en las partes que lo componen: las
raíces que enuncian un origen, el tronco robusto y visible que
sostiene, las ramas que se expanden y proyectan más allá. En
lugar de hablar de militares y militantes, una madre elige contarle a su hija acerca de tiburones y delfines. El autoritarismo y la
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prohibición toman forma de semillas proscriptas, frente a una
ley que prohíbe los árboles en un pueblo que, en su proceso de
liberación, desafía esas leyes como acto de soberanía.
El tema de la identidad ocupa varias páginas de este libro,
la mayoría de ellas narradas en primera persona. El ocultamiento, las pruebas genéticas, el camino de la restitución son
nombrados. Pero también hay quien relaciona la identidad
como una historia particular, con la identidad como una historia social, colectiva, la de un país.
La figura del hijo/hija cobra relevancia en muchos relatos donde quienes escriben se ponen en el lugar de hijos o
hijas de personas detenidas-desaparecidas. Algunos pueden
irse del país con su madre, otros quedan solos. Hay relatos
en los que estos hijos y estas hijas presencian el secuestro
de sus padres, y los y las estudiantes escriben y ensayan una
respuesta a una pregunta universal, ¿qué imagino que podría
hacerse ante esa situación? En otro relato un padre a punto
de fallecer, y sobreviviente del terrorismo de Estado, después
de décadas le cuenta por primera a su hijo sobre su cautiverio. En otros relatos los narradores y las narradoras adoptan
el lugar de hijos e hijas de represores. Así la ficción se hace
presente cuando un niño se entera de que su padre es un
represor cuando lo sigue hasta su trabajo, al que identifica
como un centro clandestino. Otro padre le confiesa mucho
tiempo después a su hija ser el responsable del secuestro de
su mejor amiga en la infancia e intenta redimirse.
Huellas de la memoria
Para finalizar, nos gustaría invitar a quienes se acerquen
a los diferentes relatos que componen este libro, a que lo
hagan intentando suspender todo juicio o calificación que de
21
inmediato pudiera provocar una primera lectura, para darle
lugar a la observación y la reflexión sobre una variada gama
de representaciones. Creemos de incumbencia para quienes
llevamos adelante tareas educativas tomar como insumo las
ideas y las palabras que conforman el entendimiento de los y
las estudiantes y así acompañar el proceso de comprensión
de manera situada en cada grupo, atendiendo a sus particularidades. Y, por sobre todas las cosas, no olvidar que quienes
escriben estos textos rondan entre los 11 y 12 años de edad.
La reflexión que estos relatos puedan llegar a provocar a
quienes se acerquen a ellos es de sumo interés para quienes
realizamos esta convocatoria. Aspiramos a que todo lo que traslucen estos relatos pueda motivar instancias de debate y conocimiento autónomo y en contexto junto a los y las estudiantes,
así como también entre docentes y trabajadores de la Memoria.
¿Cuáles son las posibilidades de comprensión e interpretación del momento histórico? ¿Cómo se representan la
militancia, un secuestro, el cautiverio? ¿En qué consiste la
identidad? ¿Es posible ensayar ponerse en el lugar de otras
personas, de jugar a habitar otra piel y así motivar algo de
la empatía, la solidaridad, el vínculo intergeneracional? ¿Qué
lugar le dan al deseo, a la utopía, a la fantasía quienes empiezan a descubrir las injusticias y las atrocidades que han sucedido en este país?, podrían ser algunos disparadores que nos
aporten estos relatos.
Este libro se abre entonces a las nuevas formas de narrar
y a todas las novedades que pueden introducir los niños y las
niñas en materia de Memoria, a la vez que construyen y nos
comparten su mirada del mundo y su propia memoria.
Espacios para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos ex CCDTyE: “Club Atlético”, “Virrey
Cevallos”, “Automotores Orletti”, “Olimpo” y “ESMA”
(Ente Público).
22
Entre el legado y una dolorosa herencia
Lloré al leer estos trabajos recibidos. Me emocioné por un
lado y, por el otro, no tardó la reflexión sobre esa verdad de que
la Memoria no es un cuento. Para nadie que la haya vivida “en
directo” o recibida a través de testimonios y diversos puentes
de Memoria.
A los 92 años, si uno o una siente la responsabilidad hacia el
futuro y si, además, como es mi caso, se es una Madre de Plaza
de Mayo y parte de una Fundación que apunta a la Memoria
Histórica y Social, se siente la necesidad de dejar un LEGADO.
Y, a la vez, se constata la realidad de la Herencia que se deja y
que, en nuestro caso y muchos otros históricos, es MUY DOLOROSA. Deja heridas que no cicatrizan en quienes lo vivieron y
rastros en las generaciones siguientes, que reciben el “relato”
de familiares y maestros además de los libros de historia. En
los últimos años logré convencer a Madres de Línea Fundadora
de la necesidad de dejar un Legado con consignas hacia futuro
sin abandonar, desde luego, las nuestras, de todos los Organismos que defienden los Derechos Humanos, y que son Verdad,
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Justicia y Memoria. Se trata de metas destinadas a esa esencial del NUNCA MÁS. SON NUNCA MÁS EL ODIO Y NUNCA
MÁS EL SILENCIO. Y tienen que ver con el conocimiento histórico, la capacidad de reflexión y, constatados los síntomas de
repetición de tragedias, como racismos y genocidios, que ha
conocido la Humanidad, empeño a no dejarse llevar por la instigación al Odio que origina sometimientos y otras violencias
más, no quedarse paralizados por los miedos, las connivencias
y las complicidades, no hacer en la Indiferencia y el SILENCIO
FRENTE AL PELIGRO QUE SE PASE DE LOS SÍNTOMAS A
LOS PROLEGÓMENOS Y A TREMENDAS ACCIONES DE LESA
HUMANIDAD, crímenes contra sociedades, etnias, culturas,
religiones, pueblos enteros…
El Legado es intentar no solamente de defender siempre la
legalidad, la paz, la libertad y la DEMOCRACIA, sino la Justicia
Social, la inclusión para todos, para que todos tengan siempre
las mismas oportunidades y todos sepan respetar los derechos
humanos, la DIGNIDAD DE CADA UNO y DE TODOS. Lo que
ocurre y siempre ha ocurrido es que más allá de los legados, más
allá de los ideales y luchas para un MUNDO MEJOR, también
estamos marcando a los más jóvenes, a los niños, adolescentes, estudiantes y trabajadores de nuevas generaciones, UNA
DOLOROSA HERENCIA, la de las cicatrices que no cierran y
siguen sangrando. Yo tengo una experiencia directa de mi niñez
con traumas vividos sino con el peso de las tragedias heredadas y a mi vez, nuevamente transmitidas. Muchos puentes
de Memoria que tienen que ver con la Shoá (erróneamente
llamada Holocausto) luego el Exilio, y, muchos años después,
el genocidio de la última dictadura cívico-militar argentina. No
hay tumba para mi abuelo deportado en Auschwitz, tampoco
para mi hija Franca que, secuestrada, llevada a la prisión clandestina, el infierno de la ex ESMA, fue torturada y asesinada
con un vuelo de la muerte. La historia trágica se repite y se
repite… Deja rastros imborrables por más que se siga adelante
en la propia vida. Los niños y niñas reciben el impacto.
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Pero también tienen, al igual que los adultos, la posibilidad de reaccionar y buscar nuevas ideas y estrategias pacíficas, nunca violentas o vengativas, de lograr ese mundo mejor
el que tantos y en tantas épocas se luchó. Creo y quiera dejar,
esto sí que siento como esencial responsabilidad, de dejar un
legado de esperanza. Voluntad y capacidad de aprovechar,
cuando se acabe la pandemia que estamos ahora viviendo, de lograr las transformaciones más constructivas con la
fuerza de la Unidad, la Solidaridad y en defensa, siempre, del
respeto en ideal del bien común y la paz de todos.
Es con esta responsabilidad y el rumbo a un mundo
mejor, que aprecio el trabajo creativo y la comprensión de
estos niños y niñas que, a su vez van pronunciándose y
participando con mucha sinceridad y creatividad, por cierto
en nuestros caminos.
Es con un abrazo y tanto cariño que escribo estas línea
destinadas a los niños y niñas que participaron con sus
trabajos y pensando en los otros niños y niñas que tal vez
lean estos relatos que pegan justamente en el clavo de que la
realidad no es un cuento. HAY TANTO POR HACER, TODOS
Y CADA UNO, cuidemos nuestra salud y aprendamos unos
de otros y otras a unirnos y discutir, respetándonos siempre.
Con este ánimo podremos ser esperanzados y optimistas,
vamos a confiar en el porvenir.
Vera Jarach.
Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Fundación Memoria Histórica y Social Argentina.
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Debemos entender que se trata de niños púberes, preadolescentes, con mezcla de tensiones y de informaciones del
medio en que viven, y en este caso, de la influencia de los
saberes previos que pudieron absorber, junto con la elaboración de sus pensamientos, las respuestas a sus relatos como
reacción de los adultos que los rodean e influyen en ellos.
Es muy interesante la iniciativa que involucra a alumnos
de los grados superiores de la Escuela Primaria, y denota el
trabajo de sus docentes en torno a los temas de Memoria,
Verdad y Justicia, en relación con nuestra historia reciente y
también en la actualidad.
El uso de ricas metáforas desde el lenguaje del arte, en
este caso, literario, nos conectan con las vivencias, sentires y
pareceres de niños de 11 y 12 años. Los baúles, los árboles, los
cuentos, los animales, las fotos, las semillas, los espejos, las
cartas…, son elocuentes símbolos que dan voz a las miradas
de estos nóveles escritores preadolescentes. Muchos de los
relatos están protagonizados por niños de su misma edad
que, a través de historias de aventuras y rebeldías, buscan
resolver las situaciones traumáticas que vive su comunidad,
tejiendo hilos de continuidad con sus ancestros.
Marcos Weinstein.
Fundación Memoria Histórica y Social Argentina.
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Yo tuve suerte de no haber nacido en la época del `76
en la Argentina, porque fue una época oscura, una época de
miedo, una época de desapariciones…
En ese tiempo 30.000 personas desaparecieron, 8.571
fueron reconocidas, la mayoría de esas personas eran jóvenes
que fueron secuestradas y torturadas en cautiverio, algunas
mujeres embarazadas tuvieron a sus hijos en esos lugares y se
los quitaron y se los dieron a otras familias… hasta hoy en día las
Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo reclaman que les devuelvan a sus nietos/hijos. Fueron encontrados 130 y se estima que
en la dictadura fueron secuestrados cerca de 400 bebés.
A algunas de las personas desaparecidas los militares las
tiraron de aviones, los conocidos vuelos de la muerte, una de
las formas de exterminio practicadas que consistía en arrojar
desde pleno vuelo a las personas hacia el mar. Los ejecutores de estos crímenes utilizaban la denominación en código
de “traslado”, antes practicadas como fusilamiento, aunque
dentro de los centros clandestinos de detención el término
era usado para hacer creer a las personas secuestradas que
serían llevadas a establecimientos carcelarios.
27
Las víctimas eran inyectadas con pentotal sódico aduciendo ser una vacuna y arrojadas vivas, semidesnudas y en
estado de somnolencia desde aeronaves militares en vuelo
sobre el mar o el Rio de la Plata, con el fin de hacer desaparecer los cadáveres y las pruebas de los crímenes.
Las personas que vivieron esos años no podían opinar,
no podían hablar libremente, no podían vivir en paz. Sufrían
persecución si se oponían, tenían que obedecer a todo lo que
decía el “gobierno” o padecer las consecuencias. Ese “gobierno” censuró libros, canciones, películas, revistas, etc. Y persiguió a escritores, artistas, educadores, poetas, periodistas e
intelectuales en general.
Profundizando más en esta dictadura, se puede empezar diciendo que fue liderada por Jorge Rafael Videla (Mercedes, Buenos Aires; 2 de agosto de 1925 – Marco Paz, Buenos
Aires; 17 de mayo de 2013), que la dictadura empezó el 24 de
marzo de 1976 y terminó el 10 de diciembre de 1983, que fue
causada por un golpe cívico-militar, es decir que los militares
contaron con poyo de empresarios, comunicadores, instituciones internas y externas. Que a la gente la secuestraban en
autos verdes, por eso algunas personas que vivieron en esa
época cuando ven un auto de ese color les da pánico, porque
nunca pudieron superar ese trauma...
La Noche de los Lápices fue otra tragedia de la dictadura,
sucedió el 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la
ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires,
Argentina.
Consistió en una serie de secuestros de estudiantes, en
su mayoría adolescentes menores de 18 años, que fueron
torturados antes de ser asesinados. Habían reclamado en
1975, ante el Ministerio de Obras Públicas, el otorgamiento
del boleto de autobús con descuento estudiantil.
28
Nuestra opinión personal:
La verdad es que nos sorprende cada vez más lo que sucedió en el pasado reciente, la gente que sufrió por sus ideales, el
dolor y la lucha de las madres y las abuelas a quienes les quitaron a sus hijos y/o nietos y que intentan recuperarlos hoy en
día, las personas que murieron en los vuelos de la muerte al ser
lanzadas al mar y otros fusilados, que continúan desaparecidos...
Esa dictadura fue una tragedia y lo único que esperamos es
que nunca se repita algo así en ningún país… ¡que todos vivamos en paz y con democracia!
Belén González y Milagros Maldonado.
Estudiantes de 7.º grado.
Turno tarde.
Docente a cargo: Sonia Celis.
Biblioteca María Elena Walsh.
Instituto María Ana Mogas.
29
Hola, me llamo Lucila. Mi papá se llama Daniel pero le
dicen Pelado y mi mamá se llama Rosa pero le dicen Betty.
Vivimos en Mataderos.
Mis abuelos se conocieron trabajando en un frigorífico. Soy
hincha de Chicago y voy a la cancha con mi papá. También voy
al colegio. Yo puedo contar todo esto porque se quién soy.
En Argentina desde 1976 hasta 1983 hubo una dictadura cívico-militar en la que desaparecieron muchas personas, 30.000
que se siguen buscando y se recuerdan de muchas maneras.
Hay gente que vive con sus familias, pero en realidad no
lo son y ellos no saben quiénes son realmente.
Durante esos años hubo una guerra para recuperar unas
tierras que geográficamente son argentinas pero fueron
usurpadas por Inglaterra. Estas islas llamadas Malvinas
fueron testigos de múltiples muertes.
30
Yo te digo todo esto porque es parte de la identidad de
mi país. Como al principio te conté un poco de mi historia, te
conté una parte de la historia de mi país. Te lo conté porque
no hay que olvidar. Lo tenemos que recordar porque son
momentos que marcaron nuestras vidas, nuestra historia
colectiva. Y eso hace a nuestro país nuestro país.
Lucila.
Estudiante de 7.º grado. Turno tarde.
Instituto María Ana Mogas.
Docente a cargo: Bibliotecaria Sonia Celis.
Biblioteca María Elena Walsh.
31
Hola soy Graciela Ojaba y hoy les voy a contar mi historia.
Todo comenzó el 13 de junio de 1978. Yo estudiaba en la
UBA, para poder ser abogada y defender nuestros derechos.
En mi mochila llevaba unos volantes que planeaba repartir a la salida de la clase, para poder concientizar sobre lo que
estábamos pasando. Tardé mucho en convencerme de hacerlo, pero finalmente me decidí. No quería que las cosas siguieran así pero era la situación que me tocaba.
Faltaban 10 minutos para que terminara la clase del día
cuando entraron unos militares y empezaron a revisar nuestras cosas.
Llegó mi turno, estaba asustada de lo que me podría llegar
a pasar. Abrieron mi mochila y allí encontraron mis volantes, se
miraron entre si y se dijeron algo al oído, finalmente me llevaron detenida junto a otros compañeros.
Nos trasladaron en un Ford Falcon verde, pero al entrar al
32
auto nos vendaron los ojos y no sabíamos dónde nos estaban
llevando.
Llegamos, no sé muy bien a qué lugar. Pero supuse que
estaba cerca de una cancha ya que podía escuchar a los
hinchas gritar.
Ahí empezó todo. Al entrar lo único que escuchaba era
sufrimiento, llantos, gritos… ni bien llegué me ordenaron
que me saque la ropa. Intenté no hacerlo, pero me obligaron
con un golpe y no me quedó otra que obedecer. Luego de
unas horas de estar sola, desnuda y con los ojos vendados
me llevaron a un lugar donde me pareció estar sola con uno
de ellos. Empecé a sentir sus manos pervertidas tocándome,
estaba violándome…
No podía hacer nada ya que me tenían atada, ¡pero quería
escaparme! Me sentía lastimada, debilitada, mi cuerpo no
podía soportar nada más.
Finalmente un día me liberaron. Parecía que todo acabó,
pero no por mucho.
Llegué a mi casa devastada, tenía miedo de que me vuelvan a agarrar. No me animaba a asomarme a la vereda.
Pasó un tiempo y no tenía mi período, en ese momento me
empecé a preocupar.
Luego de unas semanas decidí ir al hospital para ver si
estaba embarazada, y sí, lo estaba.
En ese momento tomé la decisión de tenerlo, criarlo y
jamás le ocultaría nada de lo que pasó o de quién era su padre.
Luego de algunos meses, regresé al hospital pensando que
saldría con mi bebé en brazos.
33
El tiempo se me pasó volando y cuando quise recordar ya
mi bebé había nacido pero nunca me lo dieron, solo se lo llevaron sin explicación alguna.
Hoy en día formo parte del grupo Madres y Abuelas de Plaza
de Mayo. Estamos luchando para poder recuperar a nuestros
familiares perdidos y que esta situación no ocurra nunca más.
Aún con todo el dolor que sentimos, es más fuerte nuestra
esperanza y nuestro convencimiento de no rendirnos.
Hay un compromiso con el pueblo argentino y es cuidar
nuestros derechos, por eso no bajamos los brazos, por eso
contamos lo que pasó. Para que nunca más se repita ese horror
llamado dictadura.
Luana, Giuliana, Valentina, Lucía, Santino, Lucila y Zoe.
Estudiantes de 7.º grado. Turno mañana.
Docente a cargo: Bibliotecaria Sonia Celis.
Instituto María Ana Mogas.
Biblioteca María Elena Walsh.
34
Él estaba con sus padres. Era feliz, tenía solo cinco años.
Hasta que vinieron ellos. Vestían de verde. Él pensaba que el
color verde era bueno, pero ese día cambió para siempre su
pensamiento. Ellos tomaron por la fuerza a sus padres y los
introdujeron en un auto verde. Él se quedó en la vereda, solo,
horrorizado. Nunca más pudo ver a sus padres, y el color verde
no significaba más esperanza y vida. Todo había cambiado
para siempre. Todo sigue guardado en la Memoria.
Rafael.
Estudiante de la Escuela Nº 12 D.E 10.
“Prof. Rodolfo Senet”.
Profesor a cargo: Leandro Lentini.
35
Cuando era chica mi vida era muy rutinaria siempre
me despertaban a la misma hora para ir al colegio. Cuando
volvía, mi mamá siempre me preguntaba cómo me había
ido y si había hecho algún amiguito nuevo, mi papá en
cambio era más serio, menos demostrativo, pero yo sabía, o
eso intentaba creer, que a su manera, me quería.
Cada noche, soñaba lo mismo. Una beba naciendo en un
cuarto blanco, desgastado, húmedo, a mi lado una mujer lloraba intensamente, pidiendo, clamando, que no se lleva-ran a
esa niña, su hija. Me sobresalta, porque era tan real, que sentía
en mi interior que se referían a mí; pero ¿dónde me iban a
llevar? Luego de eso todo se volvía oscuro, solo se escuchaban
llantos y gritos, dolor. Al despertarme, bañada en sudor y muy
perturbada, la presencia de mis padres, conteniéndome, indicando que todo iba a estar bien. ¿Todo iba a estar bien?
36
Cuando desperté, seguía teniendo la sensación de que
ellos no eran mis papás. Ese pensamiento estuvo dando
vueltas en mi cabeza todo el día, entonces pensé seriamente si la chica que lloraba en mi sueño era algo mío ¿y si era mi
mamá? Entonces tomé valor y fui a decirle mis sentimientos
más profundos a mi papá. Se quedó inmóvil, pálido como la
nieve en invierno que cae impetuosamente del cielo.
-Lara hay algo que tu mamá y yo nunca te dijimos. Nos
parecía que todavía no estabas preparada para saberlo-.
Dijo mi papá con voz temblorosa y angustiada.
Mi mamá, al observar la situación, hizo un gesto con su
mano, y apoyando lentamente su mano sobre el hombro de
mi papá le indicó que me contestara con calma.
-Larita, tuviste una infancia muy difícil, nosotros en
realidad no somos tus verdaderos padres, tus papás son
desaparecidos de la dictadura militar. Todo el proceso de
embarazo lo vivió en un campo de concentración y cuando
naciste te separaron de ellos y te trajeron con nosotros-.
Luego de terminar sus palabras estalló en llanto.
En ese momento tuve una mezcla de rabia y dolor. No
pude aguantar y pregunté si mis papás estaban muertos.
Me lo dejaron claro con sólo un movimiento de cabeza hacia
arriba y abajo.
Pasado un tiempo, entre lágrimas, búsqueda e incertidumbre, conocí a un grupo de mujeres que buscaban a sus
hijos y nietos, que se encontraban desaparecidos, víctimas
de la dictadura militar. ¿Tal vez alguna de ellas podía ser mi
familia? Unas semanas después me reuní con ellas, después
de varias entrevistas y análisis (toma de sangre, pruebas de
37
ADN) cosas bastante extrañas para mí, supe que mi abuela
estaba ahí y también mi tío.
El encuentro fue duro, difícil, pudimos hablar, escuchar,
abrazarnos y sentir a mi mamá en los cálidos brazos de,
ahora sí, mi verdadera abuela.
Mi nombre es Estela Pérez Velazco no Lara y soy hija de
desaparecidos. Aún hoy, hay chicos, chicas que no conocen
su verdadera historia. Debemos seguir luchando por esas
personas y por las que ya no están con nosotros que fueron
torturadas, asesinadas, pero no olvidadas. Digamos juntos
“NUNCA MÁS”.
Marilú.
Estudiante.
Profesor a cargo: Leandro Lentini.
Escuela Nº 12 D.E 10 “Prof. Rodolfo Senet”.
38
En su memoria solo hay fechas, lugares y aromas. La
primera, la iniciática…24 de marzo de 1976, un lugar…Buenos
Aires, un barrio…Saavedra un aroma, el miedo. Ese día todo
cambió, la libertad, el pensamiento, las ideas, comenzaron a
ser encerradas en una alta torre de marfil. La realidad se fue
transformando, o eso es lo que su memoria le indica. Muerte,
dolor, torturas, mentiras, dinosaurios, morsas, desapariciones. Buenos Aires, humedad, dolor, llanto y aroma a muerte.
El año 1982 trajo sorpresas, inicios de libertad acaso, pero
el panorama fue de muerte, guerra, olvido y destrucción.
Democracia, esperanza, Plaza de Mayo, aroma a libertad, año
1983, el final, el comienzo de algo nuevo y diferente.
Lauti y Lea.
Estudiantes.
Profesor a cargo: Leandro Lentini.
Escuela Nº 12 D.E 10 “Prof. Rodolfo Senet”.
39
Hoy me desperté sobresaltada, tuve un sueño extraño.
Caminando por una casa desconocida encontraba un baúl,
el cual abría y en su interior había fotos de personas que no
eran conocidas para mí.
Todas las tardes ayudo a mi mamá a realizar tareas de
reparto, ya que tenemos un almacén en el barrio de Saavedra. Me envió a varias direcciones y la última quedaba
bastante apartada del negocio, lo que me pareció extraño,
pero fui igual. Era la casa de una persona mayor, una anciana. Me pidió si podía ayudarla y dejar sobre la mesada de la
cocina de granito pulido negro,el pedido del almacén. Así lo
hice y cuando el mismo me estaba por pagar, pude reconocer a lo lejos el viejo baúl de mi sueño.
Entre curiosa y distraída, le pregunté por ese baúl, a lo
que la anciana me respondió con cortesía y una mezcla de
extrañeza ante la pregunta de una niña, que podía ser su
bisnieta. Nos acercamos, me contó que en él tenía muchos
recuerdos de su hija que se encontraba desaparecida. Al ver
su contenido realmente quedé sorprendida, eran las mismas
fotos que había visto en mi sueño. Nos quedamos charlando
por largas horas, Doña Aida, ese es su nombre, llamó a mi
40
mamá para que no me preocupe y pudo mostrarme fotos,
cartas y otras cosas atesoradas en su baúl. Su hija, Irma, una
joven de apenas 17 años, había sido secuestrada y estaba
embarazada. No supo más de ella ni de su nieto o nieta.
Aida, es una abuela de Plaza de Mayo, pero también es una
Madre que busca a su hija. Con mucho amor me obsequió su
pañuelo blanco, un símbolo que ya es de todos. Ese pañuelo
es mi tesoro más preciado y desde ese día, todas las semanas, al llevarle el pedido a Doña Aida, ella llama a mi mamá
para que no me preocupe y recordamos los momentos bellos
de su hija, recordamos la vida y como pude aprender en este
tiempo. Todo está guardado en la memoria y allí continúan
viviendo las personas que amamos y ya no están más con
nosotros.
Guada, Mili y Luka.
Estudiantes.
Profesor a cargo: Leandro Lentini.
Escuela Nº 12 D.E 10 “Prof. Rodolfo Senet.
41
Juan, un niño de 7 años, inocente y sensible, como cualquier otro niño, pero no era cualquier niño, era mi niño, mi
hijo hermoso.
Ese verano de 1976, iba a pasarlo conmigo, porque mi
marido viajaba por trabajo. Juan estaba convencido de que
todo iba a ser perfecto. Estaba en su cuarto dibujando, y le
grite: - Juan vení a saludar a tu papá que ya se va-. Juan bajó
con rapidez, abrazó a su padre y le deseó buen viaje, él le dio
un beso en la frente y se fue.
Mi nombre es Luciana Galván, soy conocida, por mis
cuentos, muchos hablan de amor, otros de libertad, aventura, y derechos.
Luego de tres días de esa tierna despedida, a las 7 de
la mañana, tocan la puerta de mi casa. Juan que estaba
despierto, me avisa, me calzo y bajo a abrir. Del otro lado
de la puerta, se encontraba un señor, muy serio, vestido
con un traje del ejército. El hombre me preguntó con voz
grave si en esa casa vivía una tal Luciana Galván, que la
estaban buscando. Asombrada le digo que sí, que era yo a
quien buscaban. El hombre me golpeó con un barrote y caí
42
al suelo, me levantó rápidamente, me colocó una bolsa en
la cabeza, me ató las manos y me metió en su coche. Me
desperté desesperada, gritando y pataleando, no sabía qué
le había pasado a Juan, si estaba bien, si se lo habían llevado.
Estaba alterada, escuchaba el ruido del motor del coche y
la voz del hombre hablando con más personas. La angustia
no me dejaba respirar bien, y el no poder respirar bien me
daba más angustia. Comencé a patear todo, a gritar, a patalear para todos lados, pero era imposible de que alguien me
escuchara. No me rendí, seguí pateando, gritando, llorando,
cuando escuché el ruido de un arma cargada, quedé inmóvil,
muda, no sabía qué hacer, el corazón me latía cada vez más
fuerte, tenía miedo, mucho miedo. Me bajaron del auto, yo
me sacudía para todos lados, lloraba gritaba, pero era como
si nada. Comencé a tener un dolor en el pecho, a marearme,
y caí al piso, totalmente desmayada.
Después de unas horas me desperté, estaba en un lugar
totalmente diferente, cerrado, oscuro, en un cuadrado rodeado por barrotes, como una cárcel. Lloraba sin parar, en cada
momento pensaba en Juan, en lo que podía estar sufriendo.
Me acurruqué contra un rincón, tapándome con mis brazos,
de repente, se escucha una voz que dice bajito: Acá nos
traen a los que… pero no terminó de hablar que vi como se
la llevaba uno de los guardias, pataleaba, gritaba pero no
podía hacer nada. Por la puerta entre abierta miré como
la golpeaban, la empujaban, el hombre no paró de pegarle
hasta que la mujer cayó al suelo. Quedé en shock, el dolor
en el pecho iba en aumento. No sabía por qué estaba allí, ni
porqué habían tratado así a esa chica, se me llenaron los ojos
de lágrimas, pero de repente se escuchó la voz de uno de los
hombres, que decía casi susurrando: Por fin muerta, estaba
cansado de que siempre me lleve la contra, espero que todo
esto les haga entender que no pueden pensar diferente, que
deben pensar igual que nosotros.
43
Entendí todo lo que estaba pasando, estaba ahí por mis
libros, por pensar en un país libre, en los derechos de cada ser
humano. La tristeza era cada vez más grande, quería hacer
algo para detenerlos, pero el miedo me comía la mente.
Entró el hombre que me había raptado, me amenazó con
Juan, si hacía o decía lo que no debía. Dijeron que a partir
de ese momento iba a hacer lo que dijeran, que en el caso
contrario pasarían cosas que no quisiera saber.
No sabía qué hacer, lloraba por mi hijo, quería saber
dónde estaba, tenía un montón de cosas para gritarle o
decirle, pero el miedo me dejó muda. Lloraba, Juan era lo
más importante, en lo que más pensaba. También quienes
eran esos tipos, y porqué hacían todo eso.
Al día siguiente, abrieron la puerta de la celda. Fui a
pegarle, pero me apuntó con un arma y dijo:- no te acordás
de lo que hablamos, estás bajo una amenaza, y tu hijo es la
víctima. Quedé helada, dí tres pasos para atrás y pregunté: ¿Qué quieren conmigo, por qué me hacen esto a mí y
a esa chica? ¿hay más gente acá encerrada?. El hombre le
tiró una seña a otro que había en la puerta y dijo:- Basta
de preguntas. Me agarro del brazo, me ató nuevamente las
manos, y me puso la bolsa en la cabeza. Tenía miedo, sacudía
mi cuerpo para que no me aten, pegaba codazos para todos
lados. El hombre me hizo caminar, me llevó por unas cuantas
escaleras abajo y me colocó en otra celda. Me sacó la bolsa,
allí se encontraban más personas, hombres y mujeres. Entró
al lugar otro señor, más alto. Comenzó a darnos latigazos, y
a golpearnos. Nos torturaban. Miré hacia la izquierda, en una
de las celdas se encontraba la chica que había estado arriba.
Creía que estaba muerta, pero no. El hombre la agarró del
brazo y la llevó a un rincón. Le dijo que espere ahí, yo tenía
miedo. La chica lloraba, el hombre la agarró y la llevó a un
sillón que había en el fondo. Nadie miraba, todos estaban
dormidos. La acostó y la utilizó para su satisfacción sexual.
44
La había drogado, la chica no se dejaba, gritaba y lloraba. En
ese momento me sentí peor que nunca, no solo nos tenían
acá por pensar diferente sino también para satisfacerlos.
El miedo era peor, lloraba y lloraba, pensaba en Juan y me
ponía peor. Ya no sabía qué hacer, si luchar y arriesgarme o
dejar que todo pase. Juan, lloraba día y noche, no sabía cómo
podía estar. TRISTEZA, ANGUSTIA, MIEDO, ODIO, DOLOR,
BRONCA, todas esas cosas las sentía mutuamente, y no
sabía qué hacer para detenerlas.
Después de diez días, me seguían torturando. Pero ese
día fue el peor. Uno de los hombres se me acercó a plena
noche, todos estaban durmiendo, incluso yo. Me despertó
me ató los brazos y me hizo tragar 5 pastillas, yo trataba
de no hacerlo, pero el hombre me golpeaba y me recordaba cada vez la amenaza, yo tragaba y tragaba, lloraba,
no sabía para qué me estaban drogando. Mi odio crecía y
crecía. Me llevó al sillón, al mismo sillón que la otra chica,
yo estaba perdiendo la conciencia. Me fue a tocar, yo no lo
iba a permitir, pero me ganaron las pastillas. Después de eso
no me acuerdo más nada. Desperté en el sillón. No había
nadie en los pasillos, me levanté, estaba mareada. Caminé
hacia la puerta, subí las escaleras y entre en un salón. Otro
hombre que estaba parado en la puerta me vio, me agarró,
me golpeó y por poco me mata. Me puso en una celda. Al
poco tiempo vino un hombre, y me dijo que estaba libre. Yo
no sabía qué hacer, fui a mi casa, más o menos ubicaba el
lugar donde había estado. Al llegar estaba la puerta abierta,
no había nadie adentro. Lloraba y lloraba sin parar, Juan no
estaba. Lo busqué por todas partes, en esos días no dormí.
Llamé a mi marido Lucas, le conté todo, volvió del viaje. Yo
no sabía qué hacer, qué decir. Me sentía muy mal, asustada
y culpable. Yo no sabía si lo volvería a ver.
Lucas llegó a la madrugada, me abrazó con fuerza al
igual que yo a él. Quiso hacer algo al respecto, pero no se
podía, los policías y militares eran parte todo eso. Me sentía
45
mal, todo lo que estaba pasando por pensar diferente. Le
expliqué todo lo que había pasado a Lucas, lloramos los dos,
pero no nos rendimos, seguimos buscando a Juan.
Luego de un mes, seguíamos sin encontrarlo. Tanto a
Lucas como a mí, el miedo y la culpa nos superaban, ya no
sabíamos qué hacer, habíamos buscado por todas partes.
Ese día fuimos a la casa de mis padres, ellos se desesperaron al escuchar lo de Juan y lo que me había pasado. Nos
contaron que a muchos amigos les había pasado lo mismo.
Las lágrimas no se podían resistir, lo que estaba pasando era
horrible. No sólo a nosotros sino a mucha gente le estaba
pasando lo mismo.
Ya pasaron 16 años y todavía no lo encontramos, por
eso, cada día decimos que nunca más, que todos podamos
pensar de la forma que queramos, sin que nadie te torture por no pensar igual que él, porque es triste perder a una
persona a la que amas con el alma por pensar de una manera
que no es la misma que otra persona, por pensar diferente
nadie tiene derecho a torturarnos, NUNCA MAS.
Arial.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E. 16 “Grecia”.
46
El pueblo era tranquilo y chico, con un hospital y una
escuela. Era bastante oscuro y solitario. En él, habitaban
hombres, mujeres y niños. No había la posibilidad de elegir a
un gobernante porque no era democrático.
El alcalde de este pueblo era perverso y un tanto aburrido. Bajo ningún punto de vista permitía que se planten árboles porque lo sentía como un símbolo de paz y no le gustaba.
Cualquiera que incumplía la norma sería condenado a tortura, y, en el peor de los casos, a la muerte.
El poblado era bastante limpio, por la exigencia del
gobernador. Si los policías, llegaban a ver papeles arrojados
por la calle, el culpable sería también condenado a muerte.
La asistente del gobernador, tenía un niño llamado Jorge
Luis. Tenía 12 años. Era muy astuto y curioso y le interesaban
las plantas y puntualmente los árboles. Se informó del tema
de árboles de la ciudad, y al ser adolescente, decidió buscar
una semilla de árbol.
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Al tener idea del asunto, Jorge Luis se arriesgó e intentó plantar un árbol en la ciudad sabiendo las consecuencias.
Al ser menor, no llegó a morir, pero fue torturado con agua
caliente, cafeína, golpes y encierros. Su familia no se enteró
de la detención de su hijo.
Estuvo encerrado por muchos años y su padre buscó y
buscó a su hijo, y de a poco perdió la esperanza. En su homenaje,
y con valor, todos los habitantes y su familia plantaron muchas
semillas alrededor de la ciudad, enfrentaron al rey, detuvieron la
monarquía, y colaboraron para una nación democrática.
Tomás y Camilo.
Estudiantes.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E. 16 “Grecia”.
48
Hola… ¿cómo están? ¿Bien? Porque yo sí. Porque les
voy a contar una historia:
Hace no mucho tiempo. Poco, no tanto, yo tenía 6 años
fui llevado con mi mamá y papá a un lugar muy poco cómodo,
era desfavorable feo, sin color. En fin, esos primeros días me
hacían trabajar, yo pensaba que era para el pueblo ese trabajo que era para mejorarlo aunque me daban poca comida,
lograba hacer amigos. Pero llegó un día en el que mis padres
me dijeron que se irían. Me decían que se iban a un lugar
mejor, yo les creí porque nunca me habían mentido. Luego de
meses estando allí me llevaron a otro lugar uno más abierto
pero igual de desfavorable. Cinco días después iba a llegar
mi cumpleaños, mis padres, que habían vuelto, me tenían un
regalo el cual no me gustó mucho ya que era un muñeco con
las misma remera que nos dieron a nosotros al entrar, luego
de esa fea experiencia mi mamá me llevó con ella para trabajar pero alguno de los que nos vigilaban se enojó con ella
porque uno de sus pelos se quedó atrapado en la máquina
¡sólo por eso se enojó! ¡Y luego le pegó 30 veces sin cesar! Yo
al terminar lo sucedido, me acerqué a mamá para ayudarla a
levantarse pero no respondía. En ese momento no sabía qué
49
era la muerte así que la llevé a casa, no entendía por qué la
gente me miraba con pena aún no lo entendía hasta que me
caí en pleno camino.
Cuando me recobré fui a pedir ayuda y encontré una casa,
pero no la conocía. Comencé a revisar la casa me encontré con
un anciano un poco más joven que mi abuelo. Me encantarán
sus historias, pensé, seguro “el señor sabrá contar historias”
y eso le dije cuando me le acerqué. Luego de haberle dicho
eso me acordé de mi madre y le pregunté por ella, y le pedí
ayuda. Me dijo que ya no servía.
-¡Cómo que ya no servía!
-Que está muerta, ya no sirve para el Ejército.
Luego de ese momento me golpeó y me sacó de su cálida
casa a la calle fría y húmeda calle.
Después de que me sacara me fui a mi casa a avisarle a
mi papá el cual no estaba y yo pensé que seguro estaría en
el trabajo. Me fui a buscarlo y al salir de la casa me encontré
con tres imbéciles pegándole a mi papá. Cuando llegué hacía
él los otros tres se fueron riendo.
Bueno, al llegar mi papá estaba muy mal herido lo llevé a
casa si se le puede llamar así y no sabía qué hacer y cuando
menos me lo esperaba me dijo -“la venganza nunca es buena
mata el alma y la envenena”-. Luego de decir esas palabras
nunca me las olvidé.
Luego de eso corrí, corrí y corrí sin pensar en nada, quería
la libertad…
50
Después de correr como 50 metros se escuchó un disparo, luego de ese disparo sentí algo punzante en la espalda,
mire para atrás y había un hombre apuntándome. Seguí
pensando que iba a estar bien y otros 2 más. Volví a mirar
para atrás y habían otros dos con una cara diabólica seguí
caminando pero con más dolor, pero ahora...
1.2.3.4.5.6.7.8.9.10. Tiros, luego de eso perdí la cuenta más
siguieron los tiros sin cesar.
Luego de eso me caí al suelo ya no sintiendo nada cerrando los ojos lentamente.
Ahhhh, después de eso no me acuerdo más…
Paul Howard.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E “Grecia”.
51
En un pueblo muy chiquito vivía Juan, un niño con 10
años de edad, él era muy amable, juguetón y un poco travieso. Él vivía con su padre Pablo y su madre María. La madre
trabajaba en una textil y el padre nadie sabía de qué trabajaba. Era misterioso se levantaba muy tarde por que trabajaba
en la noche.
Juan como les dije antes era muy travieso él iba al colegio pero las veces que se sentía mal iba al trabajo de la madre.
Él siempre le decía a su mamá –¿por qué nunca voy al trabajo
de papá?– y su madre siempre le respondía lo mismo – Hijo
no podés ir al trabajo de tu padre no se permiten niños ahí– .
Un día cuando ya era la hora de que su padre se vaya a
trabajar Juan se metió al auto sin que nadie lo viera. Unos minutos más tarde se subió el padre al auto. Su trabajo no quedaba
muy lejos de su casa aproximadamente 8 cuadras.
Juan estaba muy emocionado de ir al trabajo de su padre.
Al llegar vio una casa super grande, él se decepcionó mucho
ya que pensaba que su padre era un superhéroe ya que nadie
52
sabía su trabajo. Se bajaron del auto, por suerte nadie lo vio a
Juan, pero a quien sí vieron todos con cara de miedo fue a Pablo.
Había muchísima gente atada con cuerdas a una pared,
Juan se asustó mucho y se escondió detrás de un cofre que
había.
Juan vio algo horrible, vio a su padre matando a unos
pobres señores. Juan salió llorando, su padre salió a buscarlo
ya que lo había visto y le dijo- Hijo ¿qué hacés acá?
Juan tan triste que estaba le dijo -pensé que eras mi
superhéroe pero ahora me doy cuenta que nunca lo fuiste- y
se fue corriendo a su casa.
Cuando llegó le contó a su madre, la madre furiosa
cuando llegó el padre le dio sus cosas para que se vaya de la
casa y eso hizo pero antes de irse les dijo- Perdón, me arrepiento y siempre me voy a arrepentir de lo que hice- Y se fue.
Nadie nunca lo volvió a ver.
Pasaron los años y Juan ya había formado su familia tenía una hija y dos hijos y una esposa muy maravillosa.
Vivían todos muy contentos aunque a veces Juan pensaba
en su padre que nunca más volvió a ver, pero lo que recordaba eran sus últimas palabras antes de irse y también se
preguntaba siempre ¿era verdad que se arrepentía de haber
trabajado en un centro de detención clandestino?
Melina.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Estudiante de la Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
53
Hola, mi nombre es Carlos y la historia que les voy a
contar es algo que me contó mi abuela. Yo nací en el año de
la dictadura aproximadamente en julio de 1977, era muy chico
cuando me separaron mis padres y hasta el día de hoy no le
encuentro sentido.
Crecí con mis padres adoptivos, que los sigo viendo, ellos
son Marta Gómez y Juan Cruz de Vincence. Ellos ya tenían
otro hijo, nunca me llevé bien con él, todo el tiempo me decía
que era ¡Adoptado! Y al ser muy chico no entendía la razón.
Mi madre me decía:
-Dejalo, te está haciendo un chiste.
Al cumplir los 18 años mi padre tuvo un problema de salud
y la enfermera me dijo que debía extraerme sangre. Pasaron
como 3 horas y la doctora todavía no venía, ya pasadas las 4
horas llegó y me dijo:
- Lo que le voy a decir es muy duro, usted no es el hijo del
señor, lo siento.
54
Todo en mi cabeza empezó a dar vueltas, no entendía lo
que pasaba, pensé que era una broma y de muy mal gusto.
Esa noche no pude dormir, todo retumbaba en mi cabeza,
los recuerdos de mi niñez volvían y no sabía qué hacer con lo
que sentía.
Comencé a informarme y empecé a separarme de mi
supuesta familia . Me llamaban de noche y día pero yo no
contestaba. Un día les contesté y me dijeron:
-Nosotros sabemos quiénes son tus padres.
-¿Quiénes son?- pregunté.
-Clara Rodríguez y Lucas González.
Ya había encontrado a mi familia y no sabía qué hacer.
Un día me decidí a ir al Banco Genético de las Abuelas de
Plaza de Mayo.
Ahí me explicaron que mi madre se había muerto. Era
comenzar de cero, de nuevo sentir lo mismo y no saber qué
hacer con ese sentimiento. Pasaron las semanas y me llamaron y decidí contestar, era mi abuela. Nos encontramos en un
bar de la Boca, hablamos de todo, me contó lo que les pasó a
mis padres, entonces cerró los ojos y me dijo:
-Tu mama estaba de 8 meses y ese día se había juntado
con amigas, una de ellas le había dicho a los militares que
tu madre estaba en desacuerdo con el “gobierno”, entre una
charla entraron, mataron a sus amigos y se la llevaron. Tu
papá y yo la buscamos noche y día pero no la encontramos.
Ya con mucha angustia tu padre se mató. Un día fui a marchar
a la Plaza de Mayo, me crucé a un militar que me ayudó y
me dijo que a tu mamá y a vos los habían matado, desde ahí
mis esperanzas se perdieron, hasta que decidí encerrarme,
buscar una explicación la cual no me daban. Me volví loca,
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se me partía la cabeza por tenerlos a ustedes al lado mío.
Hasta que un día me cansé y los fui a buscar con la esperanza
de que algún día estaría reunida con ustedes como en mis
sueños más anhelados. Pero como sabrás no los encontré,
igualmente estoy orgullosa porque en todo este tiempo no
me rendí ni un segundo y logré algo muy importante hoy en
este momento después de todo estoy con mi nieto, el nieto
que esperé por varios años, el nieto que en algún momento
lo creía muerto, pero te digo algo nunca perdí la esperanza”.
Y así fue como encontré mi identidad, me costó pero ahora
estoy feliz y eso nadie me lo va a sacar, no como antes. Estoy
apoyando a mi abuela y buscando respuestas y eso me pone
contento, me gustaría que todos sepan sobre sus padres.
María Magdalena y Carla Rodríguez.
Estudiantes.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Estudiantes de la Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
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En el año 1954 nació una mujer llamada Liliana ella era una
pequeña un poco caprichosa, alegre y muy cariñosa con sus
padres. Sus padres eran dos estancieros muy unidos y muy
pacientes con su hija. Los años transcurrieron y llegó el momento que Lili ingrese al jardín de infantes. Ella no se vio tímida y
fue a su primer día de clase. Al principio le costó hacer amigos
pero al final lo logró. Ella durante sus tres años en jardín, conoció
a dos de sus mejores amigas: Estela y Valentina. Luego entraron a la primaria juntas y más unidas que nunca. Ellas siguieron
juntas por mucho tiempo pero en el año 1976 Argentina estaba
sufriendo una dictadura lo que las terminó dividiendo.
Lili siguió viviendo junto a sus padres mientras que Estela
había sufrido la desaparición de su hermanito que acababa
de nacer y a Valentina se le había muerto el abuelo ya que
en el campo los centros de salud no eran muy fiables lo que
finalizó con la muerte. En el 1977 Liliana conoció a Marcos era
un chico sencillo y honesto lo que terminó con una relación
de pareja, tiempo después se casaron y Lili quedó embarazada. En 1978 nació su primer hijo Mateo. Después de la
gran noticia Liliana invitó a Estela, Marcos y Valentina a un
asado con sus padres el viernes por la noche. Llegó ese día y
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todos los invitados estaban presentes, todos parecían muy
contentos y Mateo en la habitación de Liliana y Marcos. La
noche siguió transcurriendo y en un momento entraron a la
casa que tenía la habitación al lado de la puerta y se escucha
el llorar de Mateo. En ese momento todos corrieron hacia
la puerta y vieron a un coche a toda velocidad. Desde ese
momento nada fue igual para Lili, la angustia, la decepción
de no poder ver a su hijo crecer y el sufrimiento fue lo que
terminó con la moral de la familia. Con ella desbastada ante
la injusticia de la pérdida, decidió ir en busca de su hijo y en
el año 2000 gracias a la ayuda que le brindaron los psicólogos fue a Madres de Plaza de Mayo a pedir ayuda. Por una
prueba de ADN logró encontrar una sangre positiva y era un
tal Mateo que tenía aproximadamente 22 años. Criado por
una familia militar bastante pobre y que durante la época
militar había sido maltratado y abusado fatalmente por
varios militares. En el momento en que se encontró con su
mamá todo cambió, el abrazo fue tan profundo que todos
los sentimientos fueron encontrados y Lili junto a Mateo
nunca más se separaron.
Martín.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
58
Había una vez un chico llamado Camilo que vivía con su
familia en su casa. Era 1980 y Camilo tenía amigos llamados
Maxi, Franco, Santiago, Nacho y Tomas. Todos juntos molestaban por el barrio. Una vez de camino a un club para jugar
al fútbol con sus colegas pasaron por una casona. Al mirar
sorprendidos y con intriga qué había adentro se propusieron que si pasan otra vez por allí entrarían. Al mes siguiente
Camilo y sus amigos fueron a ver qué había adentro de esa
casona. Sin saber qué había, sin linternas pisaron la casa,
tocaron la puerta para ver si había alguien, al ver que no
se escuchaba nada se atrevieron a abrir la puerta y cuando
entraron hacía mucho frío y olía espantosamente. Ya adentro empezaron a investigar. El amigo de Camilo, Máximo con
muchas risas abrió un frasco con algo flotando sin saber y con
risas dijo que era un corazón. Ninguno le creyó pero seguían
investigando y parecía que había unos frascos iguales que el
que encontró Máximo. Al tener ya miedo empezaron a caminar rápido. Máximo sin querer empujó a Franco y se cayó por
una escalera que llevaba al sótano, con muchas risas miraron
alrededor y había cadáveres. Impactados salieron corriendo
para una plaza cercana y al tener mucho miedo todos se
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juraron nunca jamás entrar a la casona. Después se mudaron
a otro barrio llamado Devoto. Al encontrarse de adultos se
prepusieron fijarse cómo estaba su barrio donde se criaron.
Pasaron por sus anteriores casas y de regreso se encontraron con la casona de la infancia. Al frente de la casona había
un almacén muy viejo que supuestamente el letrero decía
1979. ¿Cómo no olvidarse del almacén que estaba enfrente
de la casona?
Preguntaron al vendedor: ¿usted qué sabe sobre esta
casa de enfrente? Con mucha tranquilidad el vendedor le
respondió: había una señora que apareció después que
salieron unos chicos en 1980 y me dijo que en esa casa pasaban cosas extrañas a todo aquél que quisiera saber la verdad
sobre lo que pasaba allí. Que se trataba de una casa maldita.
Los chicos se fueron impactados por la historia de la señora.
Del grupo de amigos no se supo nunca más nada, desaparecieron.
Yo no creo que fue mala suerte…
Máximo.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
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Rubén Doblado era un militar recibido del regimiento
825 ubicado en la Ciudad de Buenos Aires.
Luego de su graduación le encargaron allanar casas de
ciudadanos y traer a todos los militantes, ya sea abuelos,
y también a las mujeres embarazadas. Él al principio no
entendió por qué hacer eso. Pero aún así lo hizo y cumplió
su orden, a él le pidieron que a los militantes que los llevaran
a un ex convento en el cual sean torturados, asesinados y
en algunos casos las mujeres eran abusadas sexualmente. Él
no estaba totalmente de acuerdo con eso y decidió frenéticamente liberar algunos de ellos en bolsas de consorcio con
relleno de papeles, telas y orgánicos. Liberaba a la mayoría
de niños, mujeres embarazadas y algún que otro hombre.
Después de unos días los militares se enteraron que él había
salvado esas vidas y enviaron a dos cadetes a raptar a su
mejor amigo Rogel ya que también era militante.
Una vez raptado le enviaron un telegrama a Rubén que
le ordenaba ir al búnker 25-A. Una vez allí, le informaron que
lo descubrieron salvando ciudadanos entonces, como casti-
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go enfrente de él torturaron a Rogel, él intento suplicar pero
aún así lo lastimaron brutalmente sin piedad alguna.
Luego de tal atrocidad lo despidieron y salió llorando con
Rogel. Lo internó en el hospital Posadas, pasó bastante tiempo
hasta que Rogel se mejoró del dolor y lo llevaron a su hogar.
Cuando llegaron allí se recostaron en la cama y pensaron
hacer una marcha en contra de los militares. Antes, necesitaban reclutar gente para la marcha. Muchos ciudadanos
y ciudadanas no aceptaron pero la mayoría de abuelos y
abuelas sí aceptaron hacer una marcha.
Se haría primero en una plaza llamada Plaza de Mayo,
y así empezaron con carteles, protestas y preguntas como:
¿dónde están nuestros hijos y nietos? A pesar de que Rubén
sabía que hijos y nietos de esas personas estaban en centros
de tortura no quería decirlo para no herir a los abuelos y
abuelas. La marcha se hizo durante semanas pero los militares no daban respuesta alguna, pasaron años y los militares
decidieron hacer una guerra contra los ingleses que querían
tomar las Islas Malvinas que le pertenecía a Argentina.
Fueron a la guerra muchísimos chicos y señores entre ellos
fue obligatoriamente Rogel, Rubén se preocupó demasiado
por él estuvo noches sin dormir. Pasaron semanas desde que
Rogel se había ido y un día le llegó una carta la cual decía que
Rogel sabía había fallecido tras defender a su patria. Rubén
cayó en total depresión y decidió suicidarse ya que no tenía
nada que perder si ya lo había perdido todo.
Rubén Doblado murió el día 28 de marzo de 1981.
Jony y Brashan.
Estudiantes.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
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Era un 24 de marzo de 1976, Pablo Cortesi, un niño de
10 años, iba caminando por las calles de la Plaza de Mayo,
cuando vio unas cuantas personas que parecían ser militares
rondando la Casa Rosada. Pablo vió que estaban armados así
que decidió volver a su casa. Por temor, no le contó nada a su
mamá o a su papá.
Unas semanas después decidió contarle a su mamá lo
que vio y preguntarle sobre el tema. Pero ella le dijo que no
se preocupara por eso.
El 13 de septiembre era el cumpleaños de Pablo. Faltaban
2 días y Pablo estaba muy emocionado. Pero pasaría algo que
revertiría toda su emoción.
El 12 de septiembre el papá de Pablo se fue a trabajar y
no volvió. La emoción de Pablo se había convertido en tristeza y preocupación. Pablo no pasó bien su cumpleaños con la
angustia que tenía sin su padre. Pasaron los días y su padre
no regresaba. Hasta el 20 de septiembre cuando el papá de
Pablo apareció por la puerta de la casa más o menos a las 6
de la tarde.
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Mario dijo que lo habían golpeado unos ladrones y le
habían robado la billetera. Pablo lo abrazó y luego le miró
la cara, parecía tener mucho miedo. Pablo sospechaba de la
historia de Mario, pero tuvo que quedarse angustiado por no
saber la verdad.
Pasaron los años y Pablo creció. Era marzo de 1986, Pablo
tenía ya 30 años.
El papá de Pablo estaba en el hospital por una seria
enfermedad en los pulmones. Mario estaba empeorando y
su muerte era muy probable.
Un día, Pablo fue a visitar a Mario al hospital y vio que
estaba muy grave.
-Pablo, acercate- dijo Mario.
-¿Qué pasa?- dijo Pablo.
-¿Te acordás cuando volví a casa y dije que me habían
golpeado unos ladrones?
-Sí me acuerdo.
-Bueno, esa era una época de dictadura militar y me
secuestraron y torturaron con muchas otras personas que
se oponían a la dictadura.
Mario se fue de este mundo sin deudas, ya que le había
contado la verdad a su hijo.
Agustín.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E 16 “Grecia”.
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Esta no es una historia feliz, ya que he pasado por
muchas cosas por mi vida, como en el año 1976. Recién iba
empezando las cosas en Argentina. Comenzaron a desaparecer algunos niños y adultos, todo empezó a descontrolarse y
teniendo dos niñas era más difícil. A fines de marzo se había
organizado una huelga, en Plaza de Mayo, para protestar
contra la dictadura. Como no tenía a alguien que cuide mis
hijas, fueron conmigo a la huelga.
Estaba algunas cuadras de la plaza y ya había bastante
gente. Fuimos con banderas y cacerolas.
Unos minutos después de haber caminado no veo a una
de mis hijas, me empiezo a desesperar porque no estaba.
Entonces con mi otra hija le vamos preguntando a la gente
si la vieron, pero me decían que no. Más adelante había unas
señoras con un micrófono, con mi hija empezamos a empujar
a la gente para llegar hasta el micrófono. Una vez que llegamos hasta allí, agarré el micrófono y empecé a gritar:
-¡Hija…hija...soy mamá! Mientras que la gente empezó a
buscarla, mientras que mi otra hija fue a la comisaría a hacer
la denuncia de desaparecida, pero había que esperar las 24hs.
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Al día siguiente fui a repartir folletos con una imagen de
ella, pero nada había pasado. Horas más tarde, una vez que
llegué a mi casa, mi hija con cara de felicidad me dijo:
-Mamá una señora me llamó dar ayuda en la búsqueda
de mi hermana y dijo que la veamos en la Plaza de Mayo a las
21hs ¿le digo que sí?
Yo con cualquier forma de buscarla le dije:
-Decile que sí y que voy a ir con vos.
Horas más tarde, llegamos a la plaza y nos encontramos
con unas señoras mayores que también estaban buscando a
sus hijos, nietos, etc. Después de hablar un poco me fueron
pidiendo datos sobre mi hija y que cuando la encuentren me
llamaban. Horas más tarde llegué a mi casa.
Años más tarde encontré a mi hija, la cual fue secuestrada
y violada. Tenía un nieto con otra identidad y desaparecido.
Inmediatamente llamé a las Abuelas de Plaza de Mayo, para
la recuperación de mi nieto. Mi hija no se acordaba mucho de
su hijo, ya que fue violada.
34 años más tarde encontré a mi nieto a través de un
ADN. Por fin estaba toda la familia, a pesar del hombre que
había violado a mi hija, el padre de mi nieto.
Azul.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E 16 “Grecia”.
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Cuando era muy joven, no me llamaba mucho la atención
la política, me aburría un poco, no la entendía. En la escuela
no me iba muy bien en ese tema, pero aun así mis padres me
ayudaban y me apoyaban, éramos una familia muy unida. Lo
que me gustaba era la música… ¡me encantaba! Siempre le
pedía a mi papá que me comprara una guitarra, pero como
no teníamos mucho dinero, mi deseo duró un largo tiempo.
Un día mi interés por la política cambió, todo se tornó más
oscuro, la gente desaparecía de la nada, y los que aparecían,
aparecían golpeados. Mis padres no estaban muy contentos
que digamos y empecé a averiguar más.
Me di cuenta que la situación no estaba bien, así que le
pregunté a mis padres que pasaba y de la nada mi mamá
respondió con una voz nerviosa y con cara de cansada:
-No pasa nada hijo, todo está bien, no te preocupes por eso.
A lo que respondí:
-No lo haré mamá.
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Obvio que por dentro quería saber qué pasaba así que
empecé a averiguar y a averiguar, preguntaba a las personas,
pero como era menor de edad (tenía unos catorce años), la
gente me lo ocultaba.
Mi curiosidad era grande así que decidí salirme de la casa
por un pequeño rato a averiguar que pasaba por las calles, en
esos momentos mis padres no me dejaban salir solo gracias
a la situación.
Cuando iba caminado por las calles no veía nada extraño,
solo una que otra persona protestando por allí, así pasé un
largo rato caminando.
Me empecé a asustar cuando vi varias manchas de
sangre en el piso, mientras movía mis piernas rápidamente
hacia adelante, y escuchaba un grito mientras más caminaba hacia ese tal lugar, por un momento me quedé parado
y absolutamente quieto, igual que mi corazón dejó de latir,
estaba muy asustado. Pero si no me mataba el susto la curiosidad lo haría, así que me acerqué lentamente hacia ese grito
que me causaba escalofríos, me acerqué y me acerqué muy
lentamente hasta que vi… a una persona que arrastraba a
otra mientras que gritaba y rogaba que lo soltara.
Me puse muy nervioso, pero no corrí, me quedé mirando
a ver qué pasaba y como no estaba muy cerca y no se veía
muy bien desde mi lugar, me acerqué mientras me temblaban las piernas, en cuanto más me acercaba mi miedo más
grande se hacía, vi como a esa persona la querían meter en
una casa, que era grande y linda, con un toque macabro a
la vez. Estaba muy impactado con lo que veía, pero estaría
mucho más impactado después de la revelación que se venía.
Esa persona misteriosa que rogaba por su libertad para
no sufrir lo que luego le harían y en ese momento yo no
sabría, no era ni más ni menos que… ¡mi padre!
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Mi corazón se había partido en pedazos al verlo así, me
sentía muy mal, nunca lo había visto de tal forma, qué habría
hecho para que lo trataran así, no sabía si ir a ayudarlo o
quedarme parado, pero era mi padre, haría lo que fuera por
él. Me acerqué lentamente, y cada paso que daba más rápido
se hacía, hasta llegar al punto de correr y gritarles: -¡Oigan,
déjenlo!-, todos voltearon a verme con una cara de sorprendidos, pero en mi padre vi una cara de tristeza, desesperación,
como si ya no pudiera más e igual que todos, sorprendido.
Empezó a gritar que me fuera de ese lugar ya, mientras
unos de esas dos personas que lo arrastraban a él, empezaba
a correr hacia mí, en ese momento todo se detuvo, vi como
el mundo se paralizó, todo estaba en silencio, lo único que
se escuchaba era mi respiración y el latido de mi corazón. A
mi mente vinieron unos recuerdos de nosotros, mi padre, mi
madre y yo, unos muy lindos recuerdos, me hicieron recordar
que mi familia me amaba y yo a ellos, y de repente todo volvió
a como estaba, mi padre gritándome que me fuera, un monstruo vestido de militar corriendo hacia mí, y yo paralizado.
Mi padre y yo cruzamos miradas, nos vimos fijamente, nuestras miradas decían más que mil palabras, fue un
momento que nunca olvidaré, no sólo porque fue muy tenso,
sino porque fue la última vez que vi a mi padre.
Empecé a correr como nunca, por suerte yo era muy
rápido, llego un punto en que ese hombre se cansó y dejó
de perseguirme, llegué a mi casa muy asustado y agitado
gritándole a mi mamá que teníamos que ayudar a mi padre,
cuando de la nada sale ella muy asustada de su cuarto con
unas maletas de viaje, yo estaba muy confundido, pero aun
así lo que me importaba era ayudar a mi padre y seguí gritándole a mi mamá que lo ayudáramos. Mi madre estaba muy
confundida y me preguntó qué pasaba Cuando yo le conté
todo, mi madre se largó a llorar como nunca, jamás creí que
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la vería así, con su voz quebrantada me respondió que ya era
tarde y allí entendí que mi vida había cambiado para siempre, los momentos en los que mi padre y yo compartíamos y
sonreíamos juntos, se habrían acabado.
Mi madre se limpió las lágrimas rápido, aunque eso no
ocultaría el gran dolor que llevaba dentro de sí, agarró las
maletas y dijo que nos fuéramos, que luego me explicaría lo
que pasaba. No dije ningún “¿por qué?” y ningún “pero”, solo
me quería ir de ese horrible lugar.
No fue fácil irme del lugar en el que crecí, donde pasé muy
buenos momentos con mis padres, donde me enseñaron todo
lo que se, donde nací, donde ví por última vez a mi padre, la
última vez que cruzamos miradas… nuestra última mirada.
Christian.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
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Era agosto del 1977 cuando ocurrió todo; “¿Dónde estoy?
¿Qué me van a hacer?”. Esas fueron mis palabras al despertarme lejos, muy lejos de mi casa, en un lugar lleno de personas
con traje militar, no conocía nadie.
-No preguntes, no hables, calla y trata de sonreír, si no
te irá mal-, me dijo uno de los señores que me venía viendo
desde que me desperté, estaba asustado, demasiado asustado, no sabía qué hacer para salir de ahí yo solo quería irme con
mi familia, mis hijos, mi esposa, no sabía nada de ellos.
Estaba por terminar el día, seguía ahí, encerrado sin saber
qué hacer, solo pensaba en que estarían haciendo mis hijos
y por qué, por qué me tocó a mí es algo que nunca entendí,
simplemente sucedió.
Pasaban los días y cada vez se transformaban más violentos, me lastimaban, me obligaban a hacer cosas que no quería
hacer, me torturaban cada día más fuerte, pensaba que me
iba a morir.
Sinceramente no sé cuánto tiempo pasé ahí adentro,
pero estoy seguro que fue la época más triste y horrorosa
de mi vida, sin información de nada. Comencé a volverme
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loco, solo quería salir de ahí y abrazar a mi esposa y decirle que estaba todo bien, empecé a pensar y pensar, como
podía salir de ahí. Se me ocurrían grandiosas ideas pero
todas imposibles. Un día, el Gran Día, me arriesgue, o salía
de ahí o moría, puse mi vida en riesgo, pero lo intenté. Era
de noche hacia frío, no sabía para donde direccionar, estaban
todos durmiendo con 5 o 6 guardias, los esquivé como pude,
escondiéndome entre las sombras, paso a paso, hasta que
ví un pasillo que llevaba hacia una puerta, corrí, corrí como
nunca antes lo había hecho, y logré salir, por un momento
pensé que me iban a matar pero seguí corriendo, vaya uno
saber dónde, sólo trataba de alejarme.
Lo logré, a lo lejos vi una luz, me acerqué a ella y encontré
una estación de tren, espere ahí a que algo o alguien apareciera y apareció, un tren que llevaba hacia una calle que
quedaba en mi barrio. Sin pensarlo subí, esperé y esperé y
llegué, era Martínez.
-Ya está, llegué-, pensé al bajar del tren estoy cerca,
caminé y caminé. Tratando de taparme y esconderme de las
personas, era ahí, después tanto tiempo estaba a metros de
mi hogar, mi familia, todo. Sin pensarlo corrí, y toqué la puerta
tan fuerte como pude, nadie respondía, toqué 2 o 3 veces,
o más, no me acuerdo, era tanta la emoción de estar en mi
casa que ni lo pensé. Pasaron 3 minutos aproximadamente y
nada, entre de una patada gritando “Acá estoy, papá llegó…
estoy bien” y ni un sonido. Empecé a buscar por todos lados
revolví todo, ni un maldito rastro de mis hijos y esposa, me
arrodillé y lloré, como nunca había llorado en mi vida. -“Mis
seres queridos, perdí todo”-, dije, empecé a buscar si alguien
había dejado una notita o algo para que yo pudiera saber algo
más, y ahí estaba, un trozo de papel arrugado manchado con
sangre el cual decía con faltas de ortografía y desprolijamente, “papi, donde quiera que estés, sé que estas cuidándonos a
mí, a Mia y a mamá”. En ese momento, supe que estaba solo,
que pensaba que era el único y era uno más, de hecho, uno de
72
los pocos que logró escapar. Mis hijos, mis pequeños hijos, lo
que daría por verlos aunque sea 5 minutos, daría mi vida y lo
que no pude darles, y a mi amor, que sé que los estás cuidando en donde quiera que estén.
Seguí mi miserable vida, solo, sin nada ni nadie, escondiéndome del mundo exterior, pasaron los años, ya todo había
acabado, soy viejo y no tengo absolutamente nada, solo una
escalofriante historia, espero y ruego a Dios, que esa espantosa época no vuelva a suceder, ni siquiera algo parecido, que
sólo haya sido el pasado, un horrible pasado.
Lourdes.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E 16 “Grecia”
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Era un día en 1981 estaba caminando sin rumbo, hacía frío,
mi cara estaba totalmente pálida, ya no sentía mis manos. Ese
día fue uno de los peores. Ese fue un día terrible, espantoso y desagradable. Yo estaba en mi casa, justo en mi cuarto
cuando de repente escucho ruidos muy fuertes de personas,
si mal no recuerdo eran hombres hablando afuera de mi casa,
por las dudas avisé a mis padres pero eso no ayudó. Me dijeron que esté tranquila, que ellos tenían todo controlado yo
estaba muy asustada pero al fin y al cabo lograron tranquilizarme. Entonces decidí volver a mi cuarto pero fue entonces
que en ese momento, ese maldito momento entraron unos
militares a casa, según mi madre armados. Yo no sabía qué
hacer me quedé inmóvil, estaba temblando, en segundos
escuché a mi madre gritar que no se llevaran a mi padre, que
él no había hecho nada. Mi madre estaba rogando. Pasaron
minutos pero llegó un punto en el que me ahorré de valentía
y fui para donde esa pesadilla estaba ocurriendo pero al llegar
solo encontré a mi madre llorando, estaba destrozada parecía golpeada lo único que me dijo fue, se lo llevaron y ahí fue
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cuando mis ojos sintieron mis lágrimas, sin pensarlo agarré
mi abrigo y las llaves y fui sin rumbo en busca de mi padre.
Antes de cerrar la puerta mi madre me advirtió que no fuera
porque era peligroso pero la impotencia de no saber qué van
hacer con tu padre es una sensación espantosa es como tener
un nudo en la garganta en el cual no podes parar de pensar.
Caminé apenas dos cuadras pero el temor me detuvo, no me
iba a quedar de brazos cruzados pero en la situación que
estaba el país no podía hacer nada. Al llegar a casa mi madre
seguía llorando y me preguntó sobre mi padre yo le dije que
no averigüé nada y ella me dijo que me quede en casa, que ya
lo íbamos a encontrar. Pasaron los días y con mi madre dimos
algunos folletos a nuestros vecinos sobre la desaparición de él
y no tuvimos noticia alguna.
Ya habían pasado diez años mi madre se había casado con
un abogado ellos tuvieron un hijo que ahora es mi hermano y
tiene cinco años, aún seguimos con la esperanza de que algún
día toque la puerta y diga familia ya llegué.
Lola.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
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Hola, mi nombre es Julia. Tengo 10 años, nací el 19 de marzo
de 1966, mis papás se llaman Carlos y Josefina, hago natación
y mi mejor amiga se llama Luana. Un día de 1977, recién estaba
volviendo de juntarme con Luana y Selena, un par de amigas,
habíamos ido a correr al parque. Recientemente había sido el
cumpleaños de Selena, entonces decidimos festejarlo en la
plaza. Estaba en mi casa tranquilamente, me dio sed, entonces decidí ir al comedor a buscar algo para comer, y me topé
con mi madre hablando por teléfono animadamente. Llegué
a la cocina, la saludé con la mano y, de repente, veo cómo se
forma una cara de horror en su rostro. Le cayeron lágrimas
en sus ojos, no sabía qué hacer, hasta que, de un momento a
otro, cortó el teléfono. Lo único que la escuché decir fue:
-No saben dónde está Luana.
Mis ojos inmediatamente se llenaron de lágrimas, fui
corriendo a abrazar a mi mamá y llegó nuestro hermano Juan,
sin entender qué sucedía. Fue a llamar a mi hermana Miranda, igualmente, ella tenía muchos problemas en la escuela, le
hacían bullying por tener autismo, sin embargo, ella era un sol,
siempre ayudaba a todos sin esperar nada a cambio, enton-
76
ces Juan decidió llamarla, para que nos de algún consejo. Juan
preguntó qué sucedía, y mamá le contó todo, mi hermano
también se sintió mal. Mi padre llegó a la casa, él se especializaba en el trabajo militar, últimamente estaba sucediendo un
golpe de Estado, pero la familia no sabía nada, el padre quería
ocultarlo. La angustia y el vacío que sentía en ese momento
era completamente increíble. Decidí ir a la casa de mi mejor
amiga, necesitaba hablar con la familia de Luana para saber
qué es lo que había sucedido.
(...)
-Hola Sr. y Sra. De Mascarelli- dije, decidida, entrando a
la casa.
-¡Hola Julia! Que bien que nos visitas, sentate a tomar un
té- dijo, intentando ocultar su dolor.
-Ya sé lo que sucedió señora- Sin dar más vueltas, me
siento en el sillón de la casa, el mismo en el cual pasaba las
tardes con Luana. Miro a los ojos a la mujer delante de mí y
veo cómo sus ojos y sus palabras se vuelven tan tristes de un
momento a otro.
-Oh, ya veo...-respondió sentándose en el sillón, junto a
mí. -Lo que sucedió fue que secuestraron a Luana cuando
volvía a casa- dijo, con los ojos llenos de lágrimas.
(...)
Pasó mucho tiempo, y todavía siento la angustia de todo
lo que me pasó a los 10 años. Ahora me encuentro con mis
26 años de edad, en una casa junto con mi novio y mi hijita
de 2, Agostina. Una amiga no se supera tan fácil y los recuerdos juntas siempre se me vienen la cabeza. Decidí hacer una
reunión con toda mi familia y amigos cercanos. Hace mucho
no veía a mi padre, por lo que lo fui a saludar con un gran
abrazo y él, sin esperármelo, comienza a llorar.
77
-Pá, ¿Qué te pasa?- pregunté sorprendida y preocupada
-Hija, te tengo que contar algo importante.. De verdad
no quería hacerlo- se sienta en una silla junto conmigo y me
mira- ¿Te acordás de Luana?
-Sí, cómo no acordarme...- respondí algo triste, ¿De verdad
quería tocar ese tema tan sensible para mí?- ¿Qué sucede?
-Perdón.. fui yo quien tuvo que hacerlo, por orden del
gobierno, nadie podía negarse y tenía miedo de que le pasara
algo a vos y a mi familia- empecé a enojarme y a la vez aliviarme, finalmente sabía la verdad, aunque todo me parecía tan
confuso -Sé que lo mío no tiene perdón, así que quiero recompensártelo- dijo mi padre y la puerta se abre, dejando a ver a
Luana con los ojos cristalizados e inmediatamente fui para ella
y la abracé tan fuerte como si nunca me hubiera imaginado. Al
fin la verdad estaba dicha y mi vacío se había ido.
Frutillita.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela N° 3 D.E 16 “Grecia”.
78
Había una vez en un pequeño pueblo, un montón de familias felices. Jugaban, se divertían y saltaban los niños, mientras
que los adultos, conversaban y sonreían. Entre ellos estaba
Lautaro, un chico de 10 años, quien amaba las aventuras y las
historias de su pueblo.
Muchas personas habían esparcido el rumor sobre unos
pájaros, de tonos grises y viejos, que estaban merodeando
por el sitio. Lautaro, al ser tan curioso, quiso averiguar más
sobre estos pájaros. Fue a cada rincón del pueblo para poder
verlos y confirmarlo, a pesar de que muchos niños le decían
que no fuera y que se divirtiera.
Después de unas incontables tardes buscando a estas
aves, las encontró justo en la línea que dividía al pueblo con
otros lugares desconocidos. Los observó de cerca, y encontró una imagen para nada linda. Tenían ojos grandes y espeluznantes, picos puntiagudos y daban un aura de peligro. El
niño les saca una foto, y decide volverse para su casa, su tarea
había terminado; le contaría a todos sus amigos sobre su gran
descubrimiento.
79
Él nunca imaginó que los pájaros iban a seguirlo y, de esa
manera, encontrar el pueblo. Definitivamente iba a hacer la
peor noche para los habitantes de aquel pequeño lugar.
Un montón de pájaros picotearon a cada uno de los niños,
adultos y abuelos mientras dormían.
A la mañana siguiente todos estaban distintos, ya no era
aquel pueblo feliz, los niños ya no jugaban, se divertían y
saltaban, ni tampoco los adultos conversaban y sonreían.
Todo el pueblo había perdido lo que tanto atesoraban; la
memoria, su propia identidad. La gente se encontraba enojada y triste con todo el mundo, ya no había amigos, gente con
quien estar y la ayuda entre sí, los padres no reconocían a
sus hijos y hasta incluso empezaron a hacer cosas que estaban mal, pero al no recordar nada, lo volvían a hacer. Se había
convertido en algo solitario y vacío.
Lautaro no sabía que hacer, necesitaba recuperar los
recuerdos de cada uno de ellos. Como el gran niño valiente
que era, no se quedó con los brazos cruzados y buscó por
toda su casa algo que le sirviera. Finalmente encontró un baúl
lleno de fotos antiguas del pueblo. Una le llamó la atención.
En la foto color té, se encontraban todo el pueblo reunido por
un evento en la plaza central, algo importante para todos.
Comenzó mostrándoles la foto a sus amigos y ellos al
verla, fueron recuperando cada recuerdo que habían vivido en
ese pueblo feliz. Es así que más y más gente fue esparciendo
la foto y todo se fue reconstruyendo de a poco. Las emociones habían vuelto y los colores brillantes también.
80
La memoria nos permite ser lo que somos, aprender de
los errores y no repetirlos, valorar lo que tenemos, unirnos y
tener objetivos en común. Es así como Lautaro pudo armar
aquellos recuerdos y unir de nuevo a su amado pueblo.
Sofía.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
81
Un día me desperté y estaba mi hermano hablando con
unos policías y le pedían que vaya a testificar sobre un asesinato que había pasado el día de ayer, pero nunca más lo vi, mis
papás me dijeron que estaba en prisión pero nunca les creí.
Aquí comienza mi historia, yo no tenía amigos era un niño
solitario no me gustaba para nada ser sociable, a mí me gustaba leer mucho y así sabía mucho de historia, mi hermano era
la única persona en la que confiaba me ayudaba, jugábamos.
Un día de paseo a la madrugada vi estacionar una camioneta en la puerta y vi bajar a mi hermano, estaba con los ojos
vendados, muy lastimado, yo en ese momento me coloqué
atrás de un árbol y me asusté, fui corriendo a casa a decirle
a mis padres y me dijeron que no vuelva allí nunca más, me
dijeron la verdad de lo que pasaba con la condición de no ir
más para allí, me dijeron, que lo estaban torturando porque
un amigo había cometido un delito.Desde ese día, me quedé
sin tocar esa biblioteca pero me agarró una terrible angustia
en el cuerpo de rescatar a mi hermano de ese horrible lugar.
Ese lugar quedaba a 10 cuadras de mi casa por lo cual si salía a
la madrugada tenía que tener cuidado con la policía.
82
Llegué al lugar y estaba todo oscuro y estaba la puerta
abierta, y fui corriendo a meterme entonces vi a mi hermano
atado a una silla y no había nadie, entonces le dije que era yo
y me dijo que me vaya que no lo ayude. Yo me resistí a dejarlo
ahí atado lo desaté y me dijo escapate ahora. Tratamos de
salir y habían llegado autos y empezaron a abrir fuego contra
nosotros una bala le impactó a mi hermano. Se sacrificó para
que yo saliera vivo de allí, llegué a mi casa con una bala en el
brazo y mis papás me llevaron a urgencias pero me quedé sin
mucha movilidad de aquel brazo.
Pasaron 10 años, me casé y me mudé a Santos Lugares.
Una vez pasaba a mi nuevo trabajo que quedaba en mi anterior
barrio y pasé por aquella casa y había un señor dando charlas
de gente que habían asesinado allí y hablaba de la historia de
mi hermano. En ese momento, le dije al señor que aquél chico
que balearon aquella noche era mi hermano y me entregó sus
cenizas las cual coloqué en mi casa con un altar en modo de
recuerdo de la valentía que tuvo mi hermano aquella noche.
Santiago.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Cutuli.
Escuela Nº 3 D.E 16 “Grecia”.
83
Esta es la historia de una familia feliz, era como vivir en un
cuento de hadas, así lo manifestaba ella, se llamaba Isabel y
era la madre de una bella familia, ella vivía con su esposo y sus
hijas, su casa siempre estaba llena de gente trabajando muy
talentosa, artistas, dibujantes y pintores; ella podía ver crecer y
disfrutar a sus hijas entre el arte y la sabiduría ya que sus hijas
pintaban, leían y dibujaban siguiendo el camino de su padre.
El padre de esta familia era un talentoso escritor, él escribía para niños haciendo popular la literatura infantil, pensaba
siempre en la manera de llegar a todos los niños, a aquellos
que sabían leer y también aquellos que no sabían leer, o por
alguna razón, no podían hacerlo.
Él pensaba que, haciendo obras que a los niños divirtiera
y a la vez atrapara, sería el medio educativo más afectivo de
todos los tiempos, así entonces comenzó a dibujar y contar lo
que quería mediante sus imágenes, así fue y así logró llegar a
miles de personas mostrando su talento y expresar sus ideas
a través del dibujo.
Esta familia creía en un país ideal, donde todo podía ser muy
transparente y tranquilo, sin gente que mienta ni se maneje con
84
violencia, donde no exista discriminación ni burlas que dañen
los sentimientos, donde puedan ayudarse entre todos y poder
lograr empatía, pensando o poniéndose en el lugar del otro.
Un mundo perfecto sería sin la existencia de guerras de
ningún tipo, con respeto y cuidado de la naturaleza, pensando
en que… cuándo ya no estén otras personas podrán disfrutar
de las maravillas de esta tierra cuidada. Un lugar casi mágico
donde solo exista paz y bondad.
Pero esos deseos no se cumplieron porque esa familia
con sueños reales, hoy ha pasado a formar parte de la Historia Argentina, han quedado huellas del paso de una familia
soñadora, plasmada en los dibujos y la manera que tenían de
pensar en los demás.
Han pasado varias décadas, en los años 50 una generación fue marcada con un legado fundamental para la ficción
nacional, donde la simpleza de sus héroes y la delgada línea
entre ficción y realidad fueron los condimentos principales que
atravesaron a todos con sus obras y le otorgaron un prestigio
mundial, ya que en el recuerdo de las obras… la familia vive.
Esta fue la historia de una familia feliz, que ha dejado de
serlo cuándo los militares tomaron el poder por la fuerza.
Durante la dictadura militar desaparecieron muchas
personas, trabajadores, estudiantes y también fueron robados bebés, hijos de las personas desaparecidas y que nacieron
en cautiverio, cuando sus madres estaban detenidas.
Adriel Caclini, Nahuel Campana, Valeria D’emestre,
Erik Centurión, Mateo Domato, Joel Galeano, Alan
Garrocho y Francisco Rocamora.
Estudiantes.
Docente a cargo: Diana Gamarra.
Escuela de Educación Especial y Formación Integral N º21.
85
“La gente habla mucho sobre mí, yo, guardo muchos secretos, estoy en... ¿Olvido? ¿Memoria? Bueno, entre esos dos
países, justamente los estoy separando, estoy sobre la frontera.
Para cruzar de Memoria a Olvido o de Olvido a Memoria hay sólo un pago, hay que contar la historia del viaje a un
recolector, y luego, ésta se derrama en mis raíces, ya dicho
esto, puedo comenzar.
Hace unos días, una chica pasaba frente a mí, pero hoy
estaba diferente. La noté cansada, pálida. De repente, se
apoyó sobre mí, como si se estuviera desvaneciendo. Me
observaba mucho, con una mirada perdida.
En ese momento recordé una historia, una historia muy
importante, sentí la necesidad de contarla, y de alguna forma,
lo hice... Esta persona venía de Olvido, para ir a Memoria.
Los espejos en Olvido, son esenciales, dicen mucho. Él siempre se miraba en el espejo y se daba cuenta que éste quería
86
decirle algo, mostrándole que siempre le faltaba alguna parte
de su cuerpo... Yo ya había escuchado historias así, parecidas,
porque nunca fueron, son, ni serán iguales.
El chico, por fin, entendió lo que realmente le estaba
faltando.
Un vacío, un vacío en el lugar de su nombre.
Justo en ese instante, me di cuenta de que esa chica, casi
desvanecida, se fortaleció.
La historia que le conté es para ella.”
Sofía Sao Bento, Azul Crisafio y Morena Sánchez.
Estudiantes. 7.° grado “B”. Turno mañana.
Docente a cargo: Silvia Caramés.
Escuela N° 23 D.E 18 “República del Portugal”.
87
“Yo soy un árbol, luzco como cualquier otro, pero, en el
interior no me parezco a ninguno.
Contengo historias desde las más pequeña hasta las más
grandes, desde las más locas hasta las más tristes, desde las
más lindas hasta las más feas y también la tuya.
Sé que pasaste épocas muy duras que, tal vez te hicieron sufrir.
Pero, créeme que ir a olvido para olvidar tu historia no te
hará sentir mejor.”
Joaquín Altamirano y Jazmín Sánchez Claret.
Estudiantes de 7.° grado “A”. Turno mañana.
Docente a cargo: Silvia Caramés.
Escuela N° 23 D.E 18 “República del Portugal”.
88
Imaginate, que un día común y corriente para muches, a
vos, te cambie la vida, para siempre.
Imaginate, estar tranquile haciendo algo que te gusta y en
un abrir y cerrar de ojos que te estén torturando, estar lejos de
tu casa, familia y amigues y que tal vez nunca más les vuelvas
a ver. Bueno, esto es lo que le pasó a María Claudia Falcone y
a sus cinco compañeres. Imaginate ser María Falcone.
Imaginate. Hoy, estabas en la calle, militando. Lo hacés
en Montoneros, una organización peronista contra el golpe.
María Clara Ciochini te ayudó a introducirte. Te vas a lo de tu
tía abuela con tu amiga, luego de un largo día de luchar por el
boleto estudiantil en los transportes públicos.
Imaginate. Estás cenando tranquila con tu amiga y tu tía
abuela, cuando entran unos señores, están vestidos de verde
y negro, te agarran a vos y a Maria Clara, no podés ni hablar,
ni ver. Solo pensás en que te está pasando lo mismo que a
muches, y que tal vez no vuelvas.
Imaginate. Después de una semana de torturas, te duele
todo el cuerpo y lo único que querés es que paren, que te
89
maten, o volver a tu casa, aunque sabés que la vida no volvería a ser la misma.
Imaginate. Sólo uno de seis sobrevivió, Pablo Díaz, tuvo
traumas post tortura, imaginate si te hubiese pasado a vos,
imaginate haber sobrevivido.
Imaginate que para muches sos un cuerpo sin vida, para
muches eras une terrorista, y por eso te desaparecieron,
aunque simplemente estabas ayudando a la gente que no
tiene casa.
Imaginate, ser une desaparecide.
Magdalena Brandani, Lara Ermann, Guadalupe A. Vidal.
Estudiantes.
Docente a cargo: Nicolás Turchetti.
Escuela N° 13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
90
Crecí como muchos otros niños, vivía en una casa con
mis papás.
Todos pensaban que mi vida era normal sin problemas ni
complicaciones, una vida casi perfecta. Pero siempre había
sentido un vacío que no sabía como llenar y lo sé porque
probé de muchas formas, abrazar a mi perro, pero llenaba ese
vacío por un momento, lo mismo pasaba cuando andaba en
bici con mi hermana, solo duraba un paseo. Era la razón por la
que no podía dormir durante las noches y lo que me atormentaba durante el día.
Un día una mujer entró por la puerta de mi casa pidiendo hablar conmigo. Nos metimos en mi cuarto y me explicó
muchas cosas que yo no sabía de mi pasado. Me contó cosas
que ya sabía, como que era adoptada, pero también cosas que
no. Como que mi verdadera mamá fue detenida desaparecida
y que mi verdadero papá murió hace unos años buscándome con mi abuela. Me mostró fotos de mis papás, me contó
anécdotas, a medida que me transmitió todo lo que pudo, mi
abuela fue llenando ese vacío.
Ese día entendí que yo fui un bebé apropiado y que junto
91
a mi verdadera mamá fuimos víctimas de un horrible genocidio que separó a mi familia y a muchas otras brutalmente, ese
día entendí lo que le pasó a mi mamá.
Ella desapareció, nadie sabe dónde está.
Desapareció, su familia la busca.
Desapareció, porque nadie contó lo que en realidad pasó.
Desapareció, porque pensaba de una manera.
Desapareció, porque decía lo que pensaba.
Desapareció, porque la policía la buscaba.
Ella desapareció porque al pueblo argentino
le taparon los ojos.
Desapareció pero está entre nosotros porque para nosotros olvidar es como dejar de respirar.
Esto le pasó a mi mamá, a Santiago Maldonado, a muchas
personas y a treinta mil detenidos-desaparecidos en la última
dictadura cívico-militar.
Entonces hagamos que los desaparecidos aparezcan
cuando hagamos justicia.
Si el gobierno quiere callar nuestro incansable grito de
justicia que lo intente porque no les vamos a dejar que se
lleven más desaparecidos.
A mi mamá nadie me la puede devolver pero sé bien que
al pueblo no lo van a callar nunca más.
Abuelas, madres, familias, pueblo, todos somos desaparecidos de alguna forma.
Lina.
Estudiante.
Escuela Nº13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
92
Víctor José de la Vereda
Mi nombre es Víctor, no tengo mucha memoria porque
tengo 96 años; puedo recordar cosas como que ya desayuné, lei mi libro favorito, tal vez que ya regué las plantas del
jardín. Pero hay cosas del pasado que aunque me esfuerce,
no puedo recordar.
Vivo solo, pero no siempre fue así. Yo tenia familia, y hay una
cosa que no olvidé, me puedo acordar de un momento terrible.
Sufro cada día por la desaparición de mi esposa Dolores, a
quién amaba con todo el corazón; también se llevaron a mi hijo
Carlos y a mi hija Perla.
No sé en dónde estarán mis hijos, los sigo buscando y no
pierdo las esperanzas de encontrarlos, porque sé que están
en algún lugar del mundo. Cada 24 de marzo me reúno con las
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para pedir justicia por mi
familia.
Carlos Torres
Me llamo Carlos, tengo 45 años, y sinceramente no estoy
seguro de ser parte de la familia que tengo, no me parezco ni
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a mi mamá, ni a mi papá, y mi forma de hablar es diferente
a la de todos.
Ayer fui a la casa de mi mamá María y mi papá Horacio. En la cena les anticipé que hoy iría a hacerme un análisis
genético. Ellos supieron entender y dijeron que me acompañarían, pero yo me di cuenta de sus expresiones de miedo
bastante disimulado.
Estoy nervioso.
Perla Montes
Soy Perla, tengo 45 años, vivo sola, y lejos de mi familia,
mis papás viven en Buenos Aires, yo en Neuquén. La distancia
no me molesta. La verdad es que nunca tuve una gran relación
con mi familia, ni una fuerte conexión, en realidad no me siento
tanto como su hija, no sé...
Ayer vi un documental del día de la memoria, y me quedé
pensando, si tal vez yo fuera hija de desaparecidos, pero no,
no puede ser, pasó demasiado tiempo. Yo creo que me hubiera dado cuenta, pero... ¿y si realmente fuera así? No tengo ni
hermanas ni hermanos con quiénes compararme pero sí puedo
decir que parecida a mis papás no soy.
Carlos Torres
Me fui a hacer los análisis, ya sé los resultados.
Como lo suponía mi ADN no coincide con el de mis “padres”.
Cada vez que lo pienso me pregunto en dónde está mi verdadera familia. ¿Tengo familia?
Me siento muy raro, y engañado.
Perla Montes
Estoy demasiado confundida, todo fue tan raro, cómo me lo
dijeron, cómo reaccionaron mis supuestos papás, cómo reaccioné yo. Es todo muy raro, estoy enojada no se muy bien por qué.
94
Hace una semana fui al banco de datos genéticos a que me
saquen sangre para buscar a mi familia biológica. La verdadera.
Carlos Torres
Acabo de sacarme sangre en el banco de datos genéticos.
Víctor José de la Vereda
Nunca en mi larga vida me había puesto tan feliz, no puedo
parar de sonreír, ni de llorar lágrimas de enorme alegría.
¡Encontraron a mis hijos!
Perla Montes
Me acaban de llamar. Soy la hija de Víctor José, y mi apellido
es Gómez, tengo un hermano, siempre quise tener uno, Carlos...
resulta que es mi mellizo.
Carlos Torres
Ya no soy mas Torres, ahora tengo una nueva familia
conformada por mi papá Víctor y mi hermana melliza Perla por
lo cual ahora soy Carlos Gómez.
Víctor José
Ahora estamos todos juntos. Desayunamos, leemos
nuestros libros favoritos, y regamos las Nomeolvides del
jardín, juntos.
Lina Ziccarello.
Estudiante.
Docente a cargo: Nicolás Turchetti.
Escuela Nº13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
95
-¡Mamáaaaaaa! No sabés lo que me contó Lucre. Me dijo
que los tiburones le tienen miedo a los delfines cuando están
todos juntos. Pero igual los buscan y se los comen, no entiendo, ¿Por qué hacen eso?
-Mirá hijita, lo que pasa es que cuando los delfines están
todos juntos emiten sonidos muy poderosos y fuertes que
hacen que los tiburones se sientan amenazados, entonces los
capturan para sentirse a salvo.
Nunca entendí la importancia de las palabras de mamá
hasta ese marzo del ‘76 donde todos los lindos recuerdos
desaparecieron, al igual que ella, dejándome en casa de la
abuela sin siquiera despedirse.
Esos tiburones se sintieron amenazados por mi mamá
Delfina y se la llevaron. Se la llevaron, no sabemos dónde está.
Se la llevaron, porque pensaba distinto, porque decía lo que
pensaba, porque hacía ruido. A mi mamá se la llevaron.
Isabella Molina Merajverg, Serena Pousadela Panizza.
Estudiantes.
Docente a cargo: Nicolas Turchetti.
Escuela N° 13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
96
Me vi en sus ojos, vi el reflejo de sus lágrimas con el mismo
dolor que las mías, esas que quise olvidar por tanto tiempo.
Su pelo canoso y sus lentes con caracoles me hicieron darme
cuenta de lo que en realidad me estaba pasando.
La historia que tenemos en común, el sonido del río donde
murió, no, donde mataron a Santiago, su hijo; me ayudaron a
salir de ese profundo silencio en el que viví por muchos años.
Esa noche del 79 fue la que marcó mi vida. Nunca más lo
pude volver a ver. El ruido de la puerta golpeándose violentamente contra la pared, sus gritos llenos de miedo y mi impotencia al no poder ayudarlo. El ruido del motor del Falcon
verde, ese que siempre quedará en mi memoria. El silencio de
los medios, de mi vecina, de la justicia, mi silencio.
Las únicas que hacían ruido eran ellas, las madres, las
abuelas, esas que hicieron todo lo que yo no pude, las que
me hicieron hablar, las que me hicieron escuchar y las que me
hicieron comprender que olvidar también es tortura.
Uma Castellani, Julieta khabie, Ema Akerman y Renata
Caldelas Goldstein.
Estudiantes.
Docente a cargo: Nicolás Turchetti.
Escuela Nº13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
97
Me preguntan si estoy emocionada, pero eso no es lo
que hay que preguntar. Las personas, aunque no lo demuestran con su innecesaria pregunta, saben que estoy más que
emocionada. Tengo un sentimiento inmenso que no cabe en
una palabra.
Sigo mirando al infinito, ansiosa. Hasta que la veo entrar
con sus ojos marrones y su pelo rubio enrulado.
-Hola- sale de sus labios rojos.
Saludo con la mano débilmente y tiemblo, me quedo sin
palabras, porque un “hola” no es suficiente.
Me caen lágrimas. De emoción porque por fin la estoy
viendo, a esa hermosa chica con rasgos tan parecidos a los
míos. De tristeza porque no pude estar con ella hasta sus 41
años porque culpa de que, ya que me tenían desaparecida,
cuando nació se la llevaron, se la dieron a otra familia.
-Cuánto tiempo- tartamudea.
-Más que tiempo- logro decir al mismo tiempo que mis
lágrimas inundan la alfombra del café- ¿querés pedirte algo?-.
Asiste y el viento le corre uno de sus rulos.
98
Mientras lee atentamente el menú yo la observo. Y de
mirada en mirada, me mira. Puede parecer incómodo, pero no
lo fue. Más bien mudo, como lleno de aire, y fue esperanzador, mostrándome una nueva y mejor vida detrás de sus ojos
marrones, idénticos a los míos.
Lua Petrecca.
Estudiante.
Docente a cargo: Nicolás Turchetti.
Escuela Nº13 DE 9 “Raul Scalabrini Ortiz”
99
Hoy en el colegio nos pidieron un trabajo práctico sobre
la dictadura militar de 1976. Cuando le conté a mi mamá, me
dijo que mi abuela tenía diarios de esa época que me servirían.
Ese día fui a su casa para adelantar el trabajo y me dio
dos canastas llenas de diarios. Aunque esos diarios no tenían
mucha información, conseguí identificar a un desaparecido.
Se trataba de Daniel Alberto Racero. Me pareció curioso su
nombre “Daniel”, ya que era el mismo que el mío. Entonces le
pregunté a mi abuela si lo conocía o sabía algo de él.
-Yo no sé nada, pero las Madres de Plaza de Mayo seguro
que saben algo y te podrían ayudar.
Fue así cómo me contacté con las Madres.
-Daniel es mi hijo, desapareció el 16 de septiembre de 1976
con 18 años – empezó a contar la señora.
-Estaba con sus amigos volviendo de una reunión del
Centro de Estudiantes, ellos luchaban por conseguir el boleto
estudiantil secundario- recordó y luego siguió contando.
-Cuestión, que ese día, estaban caminando cerca de la
plaza, ahí en La Plata, era de tarde noche y de repente se les
100
aparecieron unos militares armados, ellos entendieron rápido
la situación y hubieran querido salir corriendo pero con las
armas los amenazaban.
En ese momento me sentí perdido, confundido. Con más
exactitud, me agarró un dejá vú, como si estuviera escuchando recuerdos…
-¿Y entonces qué pasó?- volví a la historia.
-Bueno, entonces se quedaron ahí quietos, sin hacer nada,
mientras esperaban y observaban la reacción de esas personas desconocidas para ellos, quienes repentinamente los
rodearon con sus cuerpos y los interrogaron: “¿dónde están
sus compañeros, los participantes del levantamiento?”, inmediatamente, Daniel tomó la palabra: “nosotros… no sabemos,
no hemos participado de ninguna cosa así”
Me desconcentré porque se me vinieron sentimientos a la
cabeza que impedían que me concentrara, tomaba a aquella
historia como parte de mi vida pasada y la recordaba tal cual
la contaba esa señora.
-Pero, no le creyeron los militares a Daniel. Después, lo
llevaron a un lugar de detención, junto con sus compañeros.
En aquel lugar, muchas personas eran torturadas y asesinadas y los que sobrevivían, tenían que convivir con los cuerpos de los fallecidos- parecía que la señora estaba contando
lo que le había pasado a su hijo como si hubiera pasado ayer.
Sin embargo, cada vez me sentía más protagonista de esa
narración, hasta que en ese momento me di cuenta; era yo.
Tuve que disculparme con la señora, pues tenía que
pensar, en silencio. Dejó de hablar y yo busqué desesperadamente esos recuerdos, ese momento y esa situación en
mi corazón. Los encontré en la parte más profunda, también
encontré un vacío, en el que probablemente había cambiado
de una vida a la otra; sino, no se explicaba.
101
La Madre de Plaza de Mayo que me había contado la
historia de Daniel Alberto Racero, es decir, me contó mi vida
anterior, me miraba atentamente sin comprender. Le agradecí
su amabilidad de informarme sobre su hijo y me despedí de
esa mujer.
Tenía muchas cosas que hacer y la primera sería denunciar
a aquellos militares con ideas raras en la cabeza, de eliminar a
la gente que luchaba por sus derechos y por una vida mejor.
Lola Rodríguez, Maite Suarez y Gustavo Rojas.
Estudiantes.
Docente a cargo: Nicolás Turchetti.
Escuela N° 13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
102
Hace tres años que encontré mi presente, descubrí mi
identidad y todavía me cuesta entender todo mi pasado y
sentir que soy dos personas al mismo tiempo.
La semana pasada me encontré con mi abuela, que sé que
es alguien importante para mí, pero no la conozco bien.
Me contó sobre mis padres biológicos, cómo se los llevaron y cómo me arrancaron de sus brazos, me separaron de
elles. También me explicó que seguro no me acordaba de
nada ya que mis primeros recuerdos fueron en otra casa, con
otra familia, otra yo.
Con mi mamá Vero y mi papá Sebas, cenábamos todos
los sábados mi pasta favorita, pero desde ahora, ese día, ceno
con mi abuela. Y a ella le encantan los buñuelos de verdura,
que me gustan, pero prefiero las pastas. Siempre me muestra
fotos, cartas, anécdotas, de mis otros padres Josefina y Diego.
A veces llora y a mí, de vez en cuando, se me caen un par de
lágrimas. Pero son más las veces que nos reímos.
Charlamos mucho sobre el tema de la adopción con mis
papás, y elles siempre me decían que lo habían hecho de
manera legal. Yo desde chica sabía que era adoptada y nunca
103
me ocultaron nada. Me sorprendí tanto como mis papás al
enterarme de mi otra identidad.
Se acercaba el 24 de marzo y por primera vez entendía lo que
significaba. Todos los años yo iba a la marcha pero este año era
diferente, ya que formaba parte de la lucha. Sentía los nervios
en mi cuerpo, sentía que toda la gente iba a estar mirándome y
preguntándome cómo era, sentía que un día era una persona
común y corriente y, el otro, hija de desaparecides.
Ema Dubois, Juana Podder, Vera Wilkis, Francisca Pérez.
Estudiantes.
Docente a cargo: Nicolas Turchetti.
Escuela N° 13 D.E 9 “Raúl Scalabrini Ortiz”.
104
Eran las 11 pm, una noche fría de 1978, caminaba con rapidez mientras miraba hacia el suelo, contemplando como las
marcas de suelas mojadas se borraban con el pasar de mis
pasos. Martín iba parloteando a mi lado, diciendo cosas que mi
mente no captaba al estar tan inmerso en mis pensamientos,
hasta que dijo algo que realmente captó mi atención, provocando que desvié mi mirada del piso y giré mi rostro hacia él.
—¿Viste lo que pasó con Esteban?
—¿Qué pasó?
—Dicen que a Esteban se lo llevaron los militares porque se
rehusó a mostrarles el documento, la mujer está desesperada
intentando saber donde está.
No llegué a decir nada, ya que una silueta masculina se
aproximó hacia nosotros, acompañado por dos hombres
corpulentos.
—Qué interesante el tema... ¿Qué hacen a esta hora por
las calles?
—Tomamos aire—dijo Martín, con tono desanimado.
105
—Documentos por favor.
Al escuchar esas palabras, instantáneamente sentí cómo mi
rostro se tornaba blanco como la nieve.
—No... No lo tengo acá—titubeó Martín.
—Yo lo tengo —dije, entregándole el documemto y sintiendo cómo mis manos comenzaban a sudar.
—Entonces vos me tenés que acompañar.
—Ni en broma—dijo Martín, su voz cobró fuerza y confianza.
—No te lo voy a repetir dos veces.
—No voy a ir con ustedes.
—Si no querés cooperar voy a tener que llevarte a la fuerza.
Un sonido fuerte me ensordeció, mi sangre se heló y
me paralicé.
Un disparo.
Dos disparos.
A Martín le dispararon dos veces en la pierna derecha, suficiente para inmovilizarlo pero no para matarlo. Ví como lo llevaban a rastras a algún centro de detención clandestino.
106
—¿Por eso el tío Martín no volvió?—me preguntó Sofía
—No, se lo llevaron los militares y nunca lo volví a ver
—Pa, ¿Por qué a vos no te llevaron?
—Porque estábamos caminando una hora más tarde de
lo permitido y para zafar de que te lleven tenías que llevar el
documento, el tío no lo traía encima.
—Eran muy estrictos, no te dejaban hacer nada—reprochó ella.
—Eran dictadores, Sofi.
De(mente).
Estudiante.
Docente a cargo: Laura Tapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
107
Era un día como cualquier otro, yo estaba en la escuela
cuando mi mamá me fue a buscar más temprano sin explicarme nada, sólo me dijo que nos mudaríamos por segunda vez. Yo estaba muy enojado porque nunca me daban la
más mínima explicación. Así que de vuelta me tocó hacerme
amigos nuevos en la escuela y adaptarme a la casa nueva,
todo para que 3 meses después nos mudáramos de nuevo y
tener que acostumbrarme a todo por tercera vez ya estaba
cansado y nadie me explicaba nada.
Un día mi mamá no llegó del trabajo. A mi me pareció
muy raro y noté a mi papá bastante preocupado, pero él me
dijo que todo estaba bien y que mamá iba estar de viaje por
unos días. Yo sabía que algo me estaba ocultando pero decidí
no decir nada, hasta que un día no pude aguantar más y le
pedí a mi papá que por favor me dijera la verdad y que dejara
de ocultarme las cosas. Papá me dijo que ya era hora de que
me contara todo. Ahí fue cuando me dijo que mi mamá había
108
sido secuestrada por los militares por estar en contra de la
dictadura. En ese instante entendí todo lo de las mudanzas.
Ya no me importaba hacerme amigos o acostumbrarme a
casas nuevas lo único que quería era seguir mudándome con
mi papá y que a él no le pasara nada malo porque era lo
único que me quedaba.
ch.mal.
Estudiante.
Docente a cargo: Laura Tapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
109
Había una vez, allá por el año 1976, en el barrio de Caballito vivía una familia de cuatro integrantes, tres de ellos eran
varones y una mujer (Pablo, el papá, Simón, el hijo de doce
años, Thiago, su otro hijo de diez y Laura, la mamá).
En esos años en el país el gobierno era de dictadura. Siempre al lugar que iban de paseo lo hacían escondidos. Simón y
Thiago no sabían lo que pasaba, ya que los padres les contaban poco para que no tuvieran miedo.
La familia tenía por costumbre no decir sus verdaderos nombres ya que si los militares sabían que no pensaban
como ellos serían secuestrados inmediatamente, y quien sabe
donde terminarían sus días.
Un día Simón y Thiago al llegar a casa después de la escuela se encontraron con que sus papás estaban muy nerviosos.
Pasado un rato de tiempo se tuvieron que ir todos muy apurados a casa de su abuela Florencia.
Al irse, Simón se da cuenta que dejó su diario donde escribía todo lo que hacía, dónde iría, etc. Y pensó que no sería tan
importante así que no le dijo nada a su mamá.
110
Al llegar, a la casa de su abuela, luego de un largo viaje, se
encontraron con todo revuelto y muy desordenado y nadie
estaba allí.
Se preocuparon mucho por su abuela pero rápidamente
decidieron ir a la casa de sus tíos Mirtha y Juan y allí pasaron
toda la noche. A los chicos les gustaba estar allí ya que había
un patio y muchos juegos.
Luego de seis días volvieron a su casa y encontraron que
todo estaba incendiado. Simón al darse cuenta que no estaba
su diario personal le contó a su mamá.
Luego de muchos días fueron a la casa de sus tíos a agradecerles lo que habían hecho por ellos, pero al llegar ven todo
incendiado. Había gente en la casa, eran ellos dos, sus tíos,
intentando rearmar la casa.
Pasaron el día con ellos y les contaron que luego de que
se habían ido de su casa se dieron cuenta que los estaban
buscando los militares por su ideología. Laura, la mamá, llegó
a la conclusión que los militares se habían llevado a los tíos,
por todas las pistas que habían encontrado como el diario de
Simón y las huellas del auto en la arena, etc. Por suerte no
pasó ninguna desgracias más.
Estudiante.
Docente a cargo: LauraTapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
111
Esto que voy a contar podría empezar con “Había una
vez” o “Hace muchísimo tiempo”,pero no me serviría: pasó
de verdad y no hace tanto tiempo.
Pasó en 1976, en Argentina. Había una familia de 5 personas: papá, mamá y 3 hijos, y todos hacían lo que todos hacen:
los papás trabajaban y los chicos iban a la escuela. Pero un día
todo cambió: llegaron los militares y reprimieron a muchas
personas. A esta familia la amenazaron muchísimo y un día a
la mamá, Cristina, los militares la fueron a buscar a la escuela
porque era maestra y pensaba distinto a ellos.
Entonces, los papás anunciaron:
-Hijos, nos vamos a ir a vivir a otro país -dijo el papá,
Carlos, preocupado.
-Primero se va papá, para buscar un trabajo y alquilar una
vivienda -explicó la mamá, muy seria.
-¿Y la escuela? -preguntó Julieta, la hija del medio.
-¿Y nuestros amigos? -quiso saber Pancho, el hermano
menor.
-¿Y a qué país vamos a ir? -preguntó Carlitos, el hermano
mayor.
112
Pero los padres solo tenían una respuesta para esos hijos
preocupados:
-Nos vamos a ir a Brasil -respondieron.
Y por suerte se fueron, porque acá, donde vivían, los militares fueron a registrar la casa donde vivían y les quemaron
las cosas y les robaron los libros.
Para irse, hubo que hacer muchos preparativos: conseguir documentos, dinero y, sobre todo, cuidarse de los militares. Los 3 chicos se tuvieron que esconder, en otra ciudad,
con viejos amigos. Y un día los fue a buscar el papá, que los
llevó a tomar el tren, en otra ciudad, al que se subieron solos.
Todo era muy raro, pero era necesario. Y cuando subieron al
tren, qué alegría, allí estaba su mamá para recibirlos! Hasta
que viajaron a Brasil, unos meses después, siguieron escondiéndose, en otras 2 ciudades.
Los chicos tenían todo tipo de preguntas, pero los grandes tenían pocas respuestas y muuuucha seriedad.
-¿Cuándo vamos a volver a ir a la escuela?, -¿Cuándo voy
a jugar otra vez con mis amigos?, -¿Por qué no puedo llevar
mis juguetes?.
Los chicos también estaban preocupados con lo que
vendría: -¿Dónde queda Brasil?, -¿Hablan igual que nosotros?, -¿Hay escuelas como acá?.
En Brasil conocieron mucha gente que los ayudó. Los
chicos terminaron la primaria y empezaron la secundaria.
También hicieron amigos. Y en eso estaban, cuando un día
los papás les anunciaron, otra vez:
-Hijos, nos volvemos a vivir a Argentina -dijo el papá,
contento.
-Primero vuelve papá, para buscar casa y trabajo, y
después vamos nosotros -dijo la mamá, otra vez.
-Pero, ¿y el colegio? -preguntó Julieta.
113
-¿Y mis amigos de acá? -quiso saber Pancho.
-¿Y mi novia? -preguntó Carlitos, que había crecido.
Pero ahora era el año 1983 y los militares se estaban yendo
del gobierno de Argentina. Y los argentinos que se habían
tenido que ir exiliados a otros países, empezaron a volver.
Y los 5 integrantes de esta familia volvieron. Y continúan
acá. Los chicos terminaron la secundaria y los papás siguieron
trabajando. Mucho más felices, porque estaban en su país, con
su familia y sus amigos. Además, en 1985 estos militares fueron
juzgados y llevados a la cárcel, donde ya muchos se murieron.
Me gustaría terminar el cuento diciendo “colorín colorado
este cuento se ha acabado”, pero aunque es un cuento, pasó
de verdad y no ha acabado. Porque esta familia, que también
es la mía, siguió con su vida, en su país, que también es el mío.
Lo que sí puedo decir, para terminar, es que mi mamá
creció y hoy me tiene a mí, que puedo decir “y vivieron felices
por siempre”.
Tutatis Pérez.
Estudiante.
Docente a cargo: Laura Tapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
114
Un día, Santiago Roberts estaba volviendo de la escuela y
recodó lo que había pasado hace dos años con su familia.
Era un día feo, nublado y cada tanto llovía. Ese mismo día
cuando Santiago volvió de la escuela se puso a hacer la tarea,
comió y justo después, pasados 30 minutos, tocaron la puerta.
La madre fue a ver quien era, y unos hombres con uniforme
entraron a buscar al hermano mayor de Santiago que tenía 18
años. Se lo habían llevado porque se hartó de vivir privado de
sus sentimientos y/o acciones. Y es que hacía un mes había
dicho que no le gustaba la dictadura militar porque estaba
prohibido hacer y/o decir lo que sentíamos o pensábamos,
pero se hartó y lo confesó. Lo estuvieron buscando todo ese
tiempo.
No sabían a donde lo habían llevado, si estaba preso, si
tenía hambre, si estaba bien, nada de nada.
Pasaron meses y nada, hasta que llegó una carta del Coronel Flip diciendo:
115
“Familia Roberts:
Lamentamos informarles, que Carlos Roberts falleció.
Estuvo un tiempo en prisión y luego al intentar escapar, lo
mataron a latigazos.
CORONEL DANIEL FLIP”
Al acordarse de su hermano se sintió mal, lo extrañaba
mucho y se lo contó a su madre. Su madre le dijo: -Está bien
porque antes de irse pudo expresar lo que sentía y ser libre.
LuBel.
Estudiante.
Docente a cargo: Laura Tapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
116
Y vi la luz. Cuando asomé mi cabeza vi a una mujer con
quien en ese mismo instante sentí una conexión especial.
Ella lloraba desconsoladamente (en ese momento no sabía
por qué aunque ahora soy capaz de entenderlo, imagínense
perder un hijo). No recuerdo mucho de ese día pero recuerdo haber estado en brazos de esa mujer que me decía algo,
aunque yo no pudiera entenderla. De alguna forma me dormí.
Cuando desperté me cargaba un hombre, junto a él había
una mujer (aunque con ésta no compartía esa rara sensación
de que estábamos unidos de alguna manera)
Durante toda mi vida pregunté si tenían fotos de Miriam
(quien me crío junto a Alberto) embarazada. Me decían que
se les habían perdido, alguna otra excusa o simplemente
cambiaban de tema. Eso siempre me generó intriga pero yo
aún les creía.
El día 2 de abril de 1982 Leopoldo Galtieri dijo declarando la guerra a los ingleses: “Si quieren venir que vengan les
presentaremos batalla”. Miriam y Alberto por supuesto que
lo aclamaron y yo festejé con ellos sin siquiera saber qué
festejaban. Luego de ese día la situación en la escuela cambió.
117
Muchos hermanos de mis amigos tuvieron que ir a la fuerza a
las Islas Malvinas (el territorio mas frío y hostil de la Argentina). Mientras tanto en mi casa preguntaba por qué los llevaban y me respondían: “Porque es su deber proteger a la patria
Rodri” (así supuestamente me llamaba,“Rodri”).
Cuando tenía casi 8 años un amigo de la primaria me contó
que se llevaron a su mamá y que su papá buscaba respuestas.
Yo se lo conté a Miriam y le pregunté quiénes se lo llevaron,
ella dio uno de sus repentinos cambios de tema.
No sabía qué pasaba pero las cosas no encajaban en mi
cabeza. Después de todo era muy chico.
En esos días visitaba nuestra casa una señora joven que
era amiga de Miriam. Se ve que me vio preocupado porque
me empezó a preguntar sobre mi vida como para conversar.
Yo le contaba, me volvía a preguntar, le contaba algo más. La
mujer me dijo que mis padres me ocultaban algo muy importante que no podía revelarme. Yo entonces, no sabía qué, pero
sabía que me ocultaban algo. Esa noche no pude dormir.
A la mañana antes de ir a la escuela confronté a Miriam y
le pedí explicaciones, me respondió que no pasaba nada, yo le
dije que no podía engañarme más. No podía pensar más que
en saber la verdad.
Mientras volvía a mi casa (que quedaba en la esquina de
Monteagudo y Caseros en Parque Patricios), cruzando Caseros, un coche me atropelló. Yo quedé ensangrentado en el
piso y sin saber quién era. Llamaron a una ambulancia y me
llevaron al hospital Garrahan donde oí que no me quedaba
mucho tiempo de vida, que mi estomago estaba completamente aplastado como una lata de Coca-Cola. Poco tiempo
después aparecieron Miriam y Alberto y me lo dijeron todo:
que mi nombre en verdad era Mateo, que mi mamá se llamaba Ana, que mi papá había sido asesinado por pensar distinto que los dictadores. También me pidieron disculpas. Yo les
118
dije que los perdonaba, les di un abrazo y en ese momento
sentí con Miriam una conexión similar a la que sentí con mi
madre. Minutos después vi “esa misma luz” que sentí y vi en
un primer momento solo que esta no me traía al mundo, sino
que me alejaba de él, no me daba vida, me la quitaba. Ese día
pude irme en paz, ya que pude al fin entender quién era esa
mujer y qué era esa luz.
Ateneo.
Estudiante.
Docente a cargo: Laura Tapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
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Un día, yo volvía de la secundaria, volvía para mi casa, vivía
a unas tres cuadras del lugar ya antes mencionado, solo, con
mi mamá desde hace tres años, ¿Vieron la historia del padre
que fue a comprar cigarrillos y no volvió? Exactamente eso.
Mi hermana, de veintitrés años, apenas cumplió los dieciocho se fue a España, de viaje, pero se quedó a vivir allá, pensá
que ni nos avisó o nos visitó. Oigo unos gritos a mis espaldas,
aterrorizado, corro hacia mi casa, en busca de estar seguro,
además, no tenía mi documento encima.
Ya estando a unos metros de mi casa me detuve para
retomar el aire, pero en ese momento vuelvo a escuchar un
disparo, más cerca. Divisé un auto militar, enfrente de mi casa,
corrí dentro de la misma y me encontré con una escena, no
muy linda que se diga,
Los cuatro militares se dieron vuelta y me vieron, se me
acercaron tres del total, el otro pareció adentrarse más como
buscando algo.
120
-Nene, no podés estar acá.– Anunció uno de los tres, luego
de segundos de mirarme seriamente.
-Pero es mi casa. . . ¿¡Dónde está mi mamá!?– Exclamé
desesperado.
- No podés estar acá.– Me reiteró, como si no lo hubiera
escuchado antes.
Desde entonces, porque era menor de edad y aunque no
lo fuera, no tenía plata, empecé a vivir en la casa de un amigo
que conocía desde chico, íbamos a escuelas diferentes, pero
vivíamos a unas tres cuadras, fueron a los primeros que recurrí, su mamá conocía a la mía, por lo que logré adaptarme con
naturalidad, aunque, por más que me hubieran aceptado así,
y que eran copados, extrañaba mi casa, seguía sin saber que
había pasado con mi mamá, tenía miedo, si había algo que se
me destacaba, era mi paranoia, se me ocurrían demasiadas
situaciones, y no muy buenas.
El colegio nuevo era de otro nivel, no me costó mucho
adaptarme y hacer nuevos amigos, pero siempre, siempre
estaba en otra, pensando en la escuela, pero en otra. Pensaba
en cómo nos privaban las cosas, los militares, podían llegar
a tu casa de la nada y puf, desaparecías o recibías un balazo,
podían verte en la calle, en un horario indebido charlando con
alguien y te podían llevar a quién sabe dónde, podían sacarnos el boleto de autobús con descuento estudiantil nos teníamos que conformar porque si decíamos algo podían llevarnos
a, nuevamente, quién sabe dónde.
Un día, exactamente el 16-9-1976, más bien conocida
como, actualmente, la Noche de los Lápices, Claudio, yo y
otros chicos y chicas de la secu salimos a quejarnos, no nos
importaba el horario, no nos importaba lo que piensen los
militares, no nos molestaba el riesgo, justamente, veníamos a
quejarnos de lo que nos molestaba, solicitábamos el boleto de
autobús con descuento estudiantil, entre otras cosas.
121
No tardamos mucho en escuchar a los militares.
Salimos corriendo algunos, otros dieron frente, yo estaba
en el primer grupo, Claudio en el otro, y también, el primero
en ser agarrado.
Hoy, ya con sesenta y un años, viendo el mundo, que todavía no es del todo justo, pero, sin dictadura, ni persecución, y,
sobre todo, los chicos y chicas pueden expresarse, más bien,
todos y todas, pueden expresarse de forma igualitaria, y sin
riesgos de, que por hablar demás, sufran lo que sufrían antes.
No me arrepiento de nada.
Sam.
Estudiante.
Docente a cargo: Laura Tapia.
Escuela Nº 94 D.E. 6 “Enrique Banchs”.
122
-Hola, mi nombre es Noah. Tengo nueve años y vivo
con mi papá, mi mamá, mi hermana Layla, mi perro Tadeo y
mi gata Alba. Mi papá y mi mamá se fueron de viaje, y nos
dejaron con mi abuela Nora. Fuimos a su casa porque es más
grande y trajimos a las mascotas también. Su casa es linda,
pero tiene todas las paredes llenas de fotos de gente que no
conozco y Layla tampoco. Varias veces le preguntamos quiénes son y ella nos dice sus nombres, y nos relata anécdotas e
historias que vivió con ellos, pero siempre cuando llegamos
a una foto en la que está ella de joven abrazando a un chico
de pelo largo despeinado y ojos de un verde profundo, se le
ponen los ojos llorosos y le tiembla la voz. Nunca nos cuenta
nada sobre ese chico.
Hoy en la cena (en la que estábamos comiendo el sobresaliente pastel de papa de mi abuela) tocaron el timbre.
Tadeo y Alba se sobresaltaron, los tres fuimos a abrir la
puerta, tenía el extraño presentimiento de que no me podía
perder lo que estaba por pasar, y algo me decía que Layla
sentía lo mismo. La abuela abrió la puerta, era un hombre
con el pelo extremadamente largo y canoso, tan canoso que
era de un plateado intenso, estaba vestido con retazos de
123
tela y tenía unas zapatillas rotas por la parte de adelante,
de modo que se le salían los dedos de los pies, tenía unos
ojos verdes y profundos. La abuela preguntó: -¿Mateo?,
él respondío: -¡Sí! Mi abuela no perdió ni un segundo más
y lo abrazó. Después de unos minutos, dejó de abrazarlo y
lo invitó a pasar. Miles de preguntas daban vueltas en mi
cabeza ¿Quién era Mateo?¿Por qué se veía así? ¿Qué había
pasado? Hasta que me acordé de quién eran esos ojos verde
profundo, ¡del chico que abrazaba la abuela en la foto! Ahora
todo cobraba un poquito más de sentido, pero todavía había
muchas cosas que no sabía. Empecé a preguntarle al señor y
a mi abuela. Mateo dijo: -“Acérquense que les voy a contar”.
Todas nos acercamos, y comenzó:
-En la última dictadura militar, no se respetó la Constitución Nacional ni muchos de los derechos que ésta nos
reconoce como el derecho a votar para elegir a nuestros
representantes políticos, a expresar nuestras ideas libremente, a ser diferente, a vivir de acuerdo a nuestras propias ideas,
a formar agrupaciones políticas, e hicieron muchas cosas más
que iban en contra de nuestros derechos. Yo tenía alrededor
de veinticinco años cuando todo esto pasaba, no era militante
pero compartía los mismos ideales que ellos y ellas, libertad,
justicia, igualdad, independencia. Había empezado a trabajar
como asistente de cirujano mientras estudiaba para convertirme en uno. Un día el cirujano no fue al hospital, me enteré
cuando ya estaba ahí.
Layla interrumpió: -“¿Por qué no te mandó un whatsapp?”
Mateo respondió con una sonrisa: -“No existía nada de eso”.
Layla hizo una mueca de asombro, Mateo siguió:
-Ese día me quedé en el hospital escuchando la radio hasta
tarde porque se había largado a llover y no quería mojarme.
124
De repente se abrieron las puertas y entraron dos hombres
cargando a un herido que agonizaba de dolor. Aunque no
estaba el cirujano, decidí ocuparme, era la única chance que
había, fue difícil, pero le salvé la vida. Yo estaba orgulloso, y
él muy feliz. Después de agradecerme reiteradas veces y de
decirme que algún día me devolvería el favor, se fueron. Unos
minutos después llegaron unos hombres armados, algunos de civil, otros con uniforme. Eran militares. Buscaban al
herido. Como no lo encontraban, uno dijo: -“¡Llevémonos al
médico y hagámoslo cantar!” Sin pensarlo, salté por la ventana y comencé a correr con todas mis fuerzas sin mirar atrás.
Habría corrido una cuadra y media cuando vi al hombre que
había salvado y a los otros dos metiéndose en una camioneta, me acerqué y les conté lo que pasaba. -“Vení con nosotros”, me dijeron. Subí. La camioneta arrancó de golpe. Estaba
desesperado, temblaba, empecé a pensar cosas horribles. Les
dije: -“Por favor ayúdenme, no quiero que los militares me
secuestren, me torturen, me maten. Y mucho menos que le
hagan eso a mi familia”.
-Te vamos a ayudar como vos nos ayudaste a nosotros.
Te vamos a dejar en una estación de servicio en las afueras de Colonia el Memorioso, caminá diez kilómetros campo
adentro en sentido norte, acá tenés una brújula para guiarte,
vas a encontrar la casa de unos viejitos, se llaman Rosa y
Antonio, ellos hospedan personas que escapan de los militares, deciles que venís de parte de José y te van a dar un
hogar hasta que cambien las cosas. Te dejo este papelito con
todas las instrucciones.
125
-Cuando estábamos por llegar, José (así se llamaba el hombre
que salvé) me dijo que no me podía comunicar con nadie, eso
me dejó impactado, ¿Qué pasaría con mi hermana Nora?
-¡Así que sos nuestro tío abuelo! - concluí yo con alegría.
-Mateo ríe: ¡Así que tengo estas sobrinas nietas radiantes!
¡Qué hermoso!
-Seguí con la historia, tío -dijo Layla.
-Seguí las instrucciones hasta llegar enfrente de la casa,
toqué la puerta, me abrió una señora mayor, me examinó de
arriba a abajo, y al terminar me dijo con voz dulce: “¿Qué se
te ofrece querido?” Le conté mi situación, le dije que venía
de parte de José. Me dejó entrar y me mostró el que sería
mi cuarto por mucho tiempo. A unos cien metros de la casa
empezaba la selva, era terreno inexplorado, nadie iba. Así viví
mucho tiempo, trabajando en el campo, con las vacas y los
cultivos, hasta que un día los militares nos encontraron. Rosa,
Antonio y cuatro personas más que vivíamos en la casa pudimos escapar a la selva. Había otras seis personas que fueron
secuestradas. Estuvimos escondidos por mucho tiempo,
porque pensábamos que los aviones fumigadores eran aviones de guerra que nos buscaban. Vivimos de las frutas de los
árboles, del agua de los arroyos, de lo que podíamos pescar y
cazar. Un día fui en busca de comida, me perdí y me desmayé.
Cuando me desperté había unos turistas desesperados alrededor mío, les conté mi historia. Ellos me contaron que había
vuelto la democracia, que era libre nuevamente. Los turistas
eran de Buenos Aires y se ofrecieron a traerme hasta aquí,
así podía encontrarme con mi familia. Cuando estábamos por
llegar estaba muy nervioso y mucha adrenalina corría por
mis venas. En la vereda vi un mosaico en mi honor, con mi
nombre completo, dice que soy un desaparecido víctima del
terrorismo de estado. Nunca voy a dejar de ser una víctima,
pero desde hoy dejo de ser un desaparecido.
126
La abuela habla por primera vez desde que empezó el
relato, y se pone a llorar: “-¡Pensé que no te iba a ver nunca
más hermanito!-”, lo abraza. Layla y yo nos unimos al abrazo.
Se abre la puerta, entran mi papá y mi mamá, miran sorprendidos y preguntan ¨¿Qué pasó acá?¨
Chica Pionera Cósmica.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Fernández.
Escuela Nacional Superior Nº2 “Mariano Acosta”.
127
Dedicado a Silvia Amanda Gonzalez
Juan Carlos (chino) Mora y su hijo/a/e
que nació en cautiverio.
Hola, me llamo Catalina y vengo a contarles mi historia…
bueno más bien la historia de mis antepasados.
Era el verano del 1971, mis abuelos que en ese momento
tenían 21 años, estaban profundamente enamorados. Tenían
una fantasía, iban a viajar por toda la Argentina en el auto de
Héctor, mi tío abuelo. Él les prestaría el auto porque se iba a
comprar otro y el escarabajo ya no lo necesitaría. En marzo
armaron las valijas y se fueron. Ramona y Felipe, mis abuelos, vivían en Tierra del Fuego. El primer lugar que eligieron visitar fue Neuquén. Allí permanecieron tres meses ya
que ambos habían conseguido empleos estables, pero decidieron seguir recorriendo y a fines de junio ya estaban en
San Luis. Ahí, según papá, duraron solamente una semana,
se aburrieron y se fueron a Mendoza. Justo ahí fue donde
encontraron una posibilidad de buena vida; un trabajo bien
pago para cada uno y un departamento de dos ambientes
128
muy barato. Se quedaron por muchísimo tiempo, me gusta
imaginar cómo habrán decorado su departamento si tendría
flores o cuadros o si tendría una cocina súper linda.
Después de tres años en Mendoza, a mi abuelo le ofrecieron un trabajo en Buenos Aires, entonces en el ’74 se vinieron
a la gran ciudad. Mi abuela dejó su trabajo, para acompañar
a mi abuelo y empezó a trabajar como ama de casa. En ese
entonces tenían 24 o 25 años más o menos y tuvieron a mi
papá. Ramona y Felipe eran muy chicos para criar a su hijo así
que decidieron dejarlo en manos de mis bisabuelos; de parte
de mi abuelo Felipe. Ellos criaron a mi papá. Mis abuelos al
año que estaban en Buenos Aires empezaron a militar en la
Juventud Peronista, conocida como la JP, porque pensaban
que tenían que ayudar a los que menos tenían. Después de
un largo tiempo de pareja, mis abuelos empezaron a tener
diferencias y se separaron. Mi abuelo se vio obligado a ir a
vivir a una pensión porque se había quedado sin trabajo. Mi
abuela había conseguido uno y decidió seguir alquilando. En
la época de las fiestas todo fue muy solitario, Ramona trabajaba hasta las 12 pm y no había nadie que la esperara y algo
similar le pasaba a Felipe. Según me contó mi papá, en el año
nuevo del ‘75 se reconciliaron. Y unas semanas después se
fueron a Misiones durante enero y febrero.
Era marzo y los militares tomaban el poder. Mis abuelos
volvieron de Misiones a fines de ese mes y se enteraron que
unos compañeros de la JP no estaban, nadie sabía lo que les
había pasado, todos supusieron que habían escapado o que
se habían ido a algún lugar sin avisar. En mi perspectiva no
le dieron demasiada importancia porque a las 2 semanas ya
no se hablaba de ellos, pero en realidad todos en la militancia
tenían miedo, esto llevó a que muchos de los militantes dudaran de seguir con esta actividad, pero mis abuelos no. Ellos
siguieron. Un día recibieron un llamado de Clara, la mamá de la
mejor amiga de mi abuela, llorando desesperada preguntando
si habían visto a María. Ramona respondió que no. Al tiempo a
129
María se la había declarado desaparecida. Mis abuelos después
de esto tomaron la decisión de dejar de militar. Eran fines del
‘76. Meses después se seguían buscando a los desaparecidos
de ese entonces.
Pasó el año y, aunque Felipe no estaba de acuerdo con
mi abuela, ella decidió, inquieta como era, empezar a militar
de nuevo. Más o menos en agosto, mi abuelo se tuvo que
ir a Tierra del Fuego donde se encontraban sus hermanos.
Planeaba confirmar la noticia de que mi abuela y él se iban
a casar. Lástima que esto no llegó a pasar porque cuando
Felipe volvió al departamento de ambos Ramona ya no
estaba ahí. Encontró la puerta derribada y un mate en el
piso con la yerba aun húmeda desparramada en el suelo. La
mesa toda mojada porque la pava se había caído. Se pudo
dar cuenta fácilmente que a mi abuela se la habían llevado
los militares. Por un momento me meto en la persona de mi
abuelo y hasta yo misma puedo sentir el nudo en la garganta y el golpe que sintió en el estómago. Sabía en su profundo
ser que no la iba a encontrar jamás, pero aún así mi abuelo la
buscó hasta donde no tendría sentido alguno que esté.
Al pasar los años, mi abuelo perdió las esperanzas. Decidió formar algún tipo de lazo con mi papá, y gracias a esta
relación puedo estar relatando todo esto hoy. Mi papá me
cuenta que lo llevaba a tomar helados, a jugar a la pelota
y muchísimas cosas más. Pero su juego favorito eran las
escondidas, siempre lo fueron. Después cuando fue siendo
más grande, mi abuelo le empezó a hablar más sobre mi
130
abuela. Le contaba la increíble mujer que era, luchadora, fuerte, alegre. Y que obviamente le hubiese encantado
tener una relación con él. Cuando mi papá cumplió 12 años
mi abuelo y él se fueron a vivir a Tierra del Fuego para estar
más cerca de la familia.
Allá mi papá conoció a mi mamá, Laura. Años después se
vinieron a vivir a Buenos Aires y cuando él tenía 33 años y
ella 31 nací yo.
Me acuerdo del día en que mis papás y yo estábamos en
un shopping y mi papá recibió un llamado. Se puso pálido.
No entendí qué le pasó hasta que escuché que eran los
antropólogos forenses. Avisaban que habían encontrado a
mi abuela. Recuerdo su cara en ese momento, se le habían
llenado los ojos de lágrimas. Pude comprender que no eran
buenas noticias, rápidamente le avisó a mi mamá lo que le
habían dicho. Ambos apurados llamaron a mi abuelo. Luego
de unos meses yo ya me había enterado de parte de la
historia de mis abuelos, aunque era muy chiquita, me costó
entender que no iba a conocer a mi abuela pero que era un
alivio saber qué le pasó. Mi abuelo vino a Buenos Aires a
buscar sus restos. Todos nos llevamos una sorpresa.
Llegaron a la oficina de los antropólogos forenses, allí les
explicaron que la habían encontrado a mi abuela Ramona en
un cementerio, junto a otras mujeres, también desaparecidas, todas ellas estaban embarazadas. La voz de todos en la
sala se cortó ¡nos quedamos como en un estado de shock!
Mi papá me explicó que tengo un tío en alguna parte.
131
Ahora nos preguntamos si ese bebe sabrá que tiene una
familia y que nosotros lo estamos buscando. Yo por mi edad
lo congelé, simplemente hice eso. Cuando pienso en mi tío
solo pienso en un niño de 12 años jugando en el patio de su
escuela. Mi papá dejó una muestra de sangre por si alguna
vez ocurre el milagro de que mi tío quisiese descubrir su
identidad. A veces me gusta fantasear que mi tío o tía viene
a tocar a mi puerta, que yo le abro como si fuese algo rutinario y es tan linda esa fantasía que desearía que algún día
sea real.
“Memoria, Verdad y Justicia por los 30.000 desaparecidos”.
Micaela Vera.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Fernández.
Escuela Nacional Superior Nº2 “Mariano Acosta”.
132
Identidad, una palabra que cuando yo era chico no tenía
un significado tan importante.
Me llamo Luis y recién a mis 41 años logré descubrir mi
verdadera historia. Ahora que sé que mi mamá no es mi
mamá, que mi papá no es mi papá y que mis hermanos no
son mis hermanos puedo , (antes de empezar a contar los
sucesos de 2008), aclarar que no fue fácil y que antes de la
siguiente sospecha nunca me podría haber imaginado una
familia diferente.
Aquella noche fue desastrosa. Estábamos en familia mi
mamá, mi papá, mis hermanos y mis tíos sentados cenando. Todo empezó cuando mi mamá decidió naturalmente
ir al baño. Pasaban los minutos y ella no volvía, 10, 15, 20,
hasta que mi tía decidió ir a ver que estaba pasando. Hubo
un silencio mortal, cuando de repente apareció mi tía acabada
en llanto, lo que todos nos imaginamos en ese momento fue
diferente y me llevo a estar contando esto. En ese momento,
con 30 años y una lágrima atravesando mi mejilla, decidí reaccionar rápidamente.
133
-¿Qué le paso? ¿Dónde está? dije llorando, a lo que mi tía
decidió no responder y salir corriendo hacia el baño. Todos la
seguimos, frente a la puerta se apartaron, y quede yo solo, con
la posibilidad de abrir una puerta y encontrar a mi supuesta
madre, que por ese entonces amaba mucho, paralizada en el
piso. Y eso fue lo que realmente pasó: una mujer de 69 años a
la que por lo visto se le había parado el corazón. Pero una vez
más, me había equivocado.
Ya en el hospital, nos explicaron lo que pasaba: a mi
mamá le había empezado a funcionar mal un riñón, algo
muy común en esa edad de la vida. Y fue así como ocurrió
todo o bueno, casi todo.
Nos enviaron a nuestra casa, y a ella la dejaron en “observación”. Esa noche no pude dormir, me daba terror que a mi
mamá le pasara algo. Al otro día 10:30 am estábamos en el
hospital; y bueno ya deben saber lo que viene a continuación.
-Definitivamente necesita un transplante.
Dijo el doctor, y ahí fue cuando yo, con solo decir 4 palabras cambié por completo el resto de mi vida.
–¡Yo se lo dono!, grité.
Y para ese entonces en el que mi mamá estaba despierta
y consiente, se negó.
–Yo no puedo permitir eso, dijo.
Tranquilamente le expliqué que no eran necesarios los dos
riñones y que se podía utilizar solo uno; decidí directamente
pedirle una cita al doctor, para hacer una prueba de compatibilidad. Porque como sabrán, para donar sangre, un riñón o
cualquier otro órgano se necesita que sean compatibles, es
decir tiene que haber algún tipo de parentezco.
-Entonces- (me dijo el doctor) -mañana a las 8:00, te
espero para la prueba.
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- Allí estaré, (asentí con la cabeza).
A la noche en la cena, a la que mi mamá pudo asistir
debido al alta temporal que recibió; intentó convencerme, de
que no lo haga.
-Hijo, no hace falta, puede haber otro donante.
Dijo tiernamente, (lo ignoré), estaba decidido de que
quería ayudar a mi mamá de esa manera. Me fui a mi casa,
y al otro día, a las 8:00 de la mañana estaba en la recepción
hablando con la secretaria.
-En una hora te entregamos los resultados.
Dijo de mala manera. Esperé, esperé, esperé, hasta que se
acercó el médico con una carpeta y cara de susto.
-Mmmm... ¿qué parentesco tienen?, preguntó.
-¡Soy su hijo!. Respondí, seguro y convincente. En ese
momento, el doctor saco todo a la luz:
-NO SON COMPATIBLES ...
Dijo, mientras me mostraba la carpeta negra. ¡Era verdad!,
¡no había ni 5% de compatibilidad! Ahora en vez de donar un
riñón, quería hacer un prueba de ADN... Por ahí era cierto,
pensé.
Al otro día, llevé al consultorio del médico, un pelo que,
había encontrado en un sombrero de mi madre, y pedí que
lo compare con mi sangre... Definitivamente, no había parentesco; le pedí al médico impresiones de los resultados. Él, al
entender lo que pasaba, me las dió; me fui llorando a la casa
familiar en busca de respuesta.
Al llegar golpeé la puerta, 2, 3, 4 veces, hasta que abrió mi
hermano:
- Luisito, ¿qué pasó ?
-Nada Gabriel, correte, ¿está... mamá?
135
-Sí, si , está desayunando, pasá.
-¡¿Qué quiere decir esto?!, grité alzando la hoja de los
exámenes .
-No veo nada hijo, acércate .
-¿Hijo?
Al ver la hoja comprendió todo...
-¿Quién te dió esto?
Dijo con la cara pálida como si hubiera visto un fantasma.
- Necesito respuestas, no más preguntas, respondeme
¿QUÉ-SIGNIFICA-ESTO?
-Era muy joven, no sabía lo que hacía, dijo entre lágrimas.
-Te escucho, dije firmemente y me senté en el viejo sillon
que había en el comedor .
-Todo comenzó...
-¡¿QUÉ?! grité yo
- no lo cuentes como si fuera un cuento de hadas porque
no lo es, ¡estoy por escuchar la desagradable explicación de
porque nuestros riñones no son compatibles y porque nuestro ADN dice que no tenemos ningún tipo de parentesco!
- Tenés razón. Fue así. Yo no llegaba a los 30 años; en 1979...
un tres de septiembre, tocaron nuestra puerta, dos militares,
que tenían entre brazos un bebé tapado hasta la cabeza de
mantas; en ese momento, a mí me daba terror enfrentar un
embarazo, y pagué con gusto el paquete.
-¿Pagaste? Pregunté yo desconcertado.
-Sí Luis, pagué; ese bebé eras vos, no tenemos ningún
tipo de parentesco biológico, pero yo te amo y desearía que...
-Pará, pará (la interrumpí), ¿entonces los militares tocaban las puertas de las personas y vendían bebés?
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-Algo así, era pura dictadura, en 1978 naciste vos y un año
después, nos trajeron ese pequeño niño de 10 meses.
Estallé en gritos.
-Y entonces ¿quiénes conforman mi verdadera familia?...
-¡La conformamos nosotros!
-¡No!, me refiero a mi familia biológica.
-No sabemos quiénes son, los militares, les quitaban los
bebés a las personas con ideas diferentes a las de ellos, y se
los entregaban a otros que los apoyasen...
-Y ustedes... ¿apoyaban esto?
No hubo respuesta. Decidí salir corriendo, tome el 101 en
La Rioja y San Juan. Me dirigí a mi casa. Al llegar me senté en
mi escritorio y me puse a hacer cuentas: yo había nacido en
1978, y un año después fui entregado a otra familia, mi ma...
ma... “mamá adoptiva”, en ese momento tenía 30 años, 1979
- 30= 1948, ¡Sí!, era posible , mi mamá biológica debía haber
nacido entre 1940 y 1950, podía tranquilamente estar viva.
Salte de alegría, a partir de ese momento me puse a averiguar.
Hospitales, casas, direcciones de todo, hasta que un día recibí
un llamado:
-Hola ¿Luis?
Lo reconocí rápidamente, era mi “papá adoptivo”.
-¿Sí? Respondí.
-Vení al hospital rápido.
Contestó desesperado.
-¿Qué te hace pensar que quiero ir? no me interesa nada
que tenga que ver con ustedes, dije cortante.
-¡¡Es Silvia !!
-Ya te lo dije, no me interesa ¡OLVIDENCE DE MI!
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(Corté). Ya sabía lo que había pasado, probablemente
Silvia mi “mamá adoptiva”, debía estar internada a punto de
morir; lo deje pasar. Al otro día seguí con mi investigación, y...
acá continuo, sin saber con quienes tengo riñones compatibles. Es triste, lo sé, pero es lo que me tocó vivir; hay miles de
desaparecidos, de desaparecidos y de personas que no conocen su verdadera identidad, yo soy uno de ellos y hoy en día
sigo en busca de mi propia familia. Ya no lo hago en soledad,
y confío que, con ayuda de las “ABUELAS”, llegare a la verdad.
Sofía Mattaruco.
Estudiante.
Docente a cargo: Diego Fernández.
Escuela Nacional Superior N° 2 “Mariano Acosta”.
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El día 24 marzo de 1976 se provocó el peor atentado contra
la Argentina, una dictadura tras un golpe de Estado militar
en el cual derrocaron al gobierno actual de ese momento y
colocaron la Junta Militar, que eligió a Jorge Rafael Videla
como “presidente” de facto. Durante este período se cometieron hechos que atentaron contra los derechos humanos.
Yo hoy voy a contar la historia de una mujer que nació
el 9 de febrero de 1947 y que con 12 años enseñaba a leer y
a escribir a los chicos que no podían ir a la escuela porque
siempre le interesó la educación. También para ese entonces
fue catequista, trabajaba en Cáritas. Ayudaba a organizarse en el barrio para que entre todos pudiesen construir las
veredas para poder vivir mejor. Además de esto, arreglaron
una guardería que no estaba en condiciones dignas y se
organizaron para que los chicos estén mejor y las madres
pudiesen ir a trabajar. Esa mujer se llama Beatriz Castro y en
ese entonces vivía en la villa de San Ignacio de Loyola partido de Gral. San Martin.
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En esa misma época a Beatriz la apasionaba bailar y
cantar, entonces bailaba y cantaba en su barrio para conseguir algo de dinero para poder ir a la escuela. Después de un
par de años se hizo delegada de una fábrica textil, presidente de una comisión barrial, trabajadora social y a la vez hacía
trabajos de costura en su casa y les enseñaba costura a otras
personas.
Beatriz fue secuestrada por los militares el día 4 de abril
de 1976 (teniendo 27 años), frente a sus 5 hijos Sonia (2
años), Roxana (3 años), Diego (4 años), Dina (5 años), María
del Carmen (6 años). Luego de eso fue trasladada en una
tanqueta (un tanque militar), junto con otras personas del
barrio, a la comisaría de Villa Ballester, en donde estuvo en
una celda, encapuchada, atada de manos, interrogada y
torturada de diversas maneras.
En dicha comisaría permaneció un tiempo, de allí la trasladaban a Campo de Mayo para realizar simulacros de fusilamiento y otras torturas, luego la volvían a llevarla a la misma
comisaria.
Su madre, quien en el momento del secuestro de Beatriz
se hizo cargo de los niños, posteriormente comenzó una
búsqueda, para saber dónde estaba su hija, al no tener resultados de la misma, realizó un pedido al juez, lo que se conoce
como habeas corpus. Finalmente se conoce que el día 30 de
junio de 1976 fue trasladada a la Unidad 2 de Villa Devoto,
donde estaría con presos políticos y puesta a disposición del
PEN (Poder Ejecutivo Nacional).
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Después de casi 3 años de que la secuestraron el día 9
de febrero de 1979 recuperó su libertad y de inmediato fue
a la casa de su madre a buscar a sus 5 hijos, después de ello
la vida para Beatriz fue muy difícil, tenía que buscar trabajo,
conseguir un nuevo hogar para poder vivir con sus 5 hijos,
ya que aquella vivienda en la que fue secuestrada no podía
volver, porque había sido arrebatada por uno de los militares
que habrían realizado dicho secuestro. Luego de 7 años tuvo
su sexto hijo. Aún con todo lo que implicaba criar seis hijos,
Beatriz no bajó los brazos y seguía trabajando en los barrios
para lograr una igualdad social.
Finalmente consigue una vivienda estable para ella y sus
hijos en el Barrio Madre del Pueblo que se encuentra en el
partido de Merlo, Pcia. de Bs. As. Allí logró abrir una sala de
primeros auxilios para los habitantes del barrio, la cual el día
de hoy continúa abierta.
Después de 34 años (2013) fue citada a un juicio en el que
declaró todas las aberraciones estando en cautiverio. Sus 5
hijos, durante el mismo, la apoyaron y escucharon, muchos
hechos que ni ellos estaban enterados. En estos años la
mayoría de ellos comprendió muchas cosas, sin embargo,
hay otras que aún cuestan.
Hoy Beatriz vive en Mar del Plata donde con 72 años
de vida, sigue trabajando en una cooperativa (CTA) y va a
comedores en villas donde lleva tanto libros como ropa y
todo lo que pueda a gente que no está en condiciones dignas
de vida, hasta dió cosas de ella a niñ@s que necesitaban. Y
siempre que puede le pide a la gente que conoce que si hay
ropa o cosas que ya no les sean necesaria antes de tirarlas se
la den a ella porque sabe a quién dársela ya que, hay muchas
personas que eso que ya no les sirve a otras personas, les
sirve de mucho.
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Hay muchos puntos de vista para narrar esta historia
yo la estoy narrando desde el punto de vista de una nieta,
porque Beatriz es mi abuela y todo esto lo sé porque tengo
la suerte de escucharla y que me cuente toda su historia, los
hechos lamentables que fueron parte de ésta y la lucha que
el día de hoy sigue teniendo para lograr una igualdad social.
#prohibidoolvidar.
s.m.m.v.
Estudiantes.
Docente a cargo: Diego Fernández.
Escuela Nacional Superior N° 2 “Mariano Acosta”.
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No sufras que yo estaré a tu lado
La violencia te maltrata el corazón.
Veo la pobreza, me entristece.
Me entristece el corazón.
No corras más, te voy a alcanzar,
te quiero ayudar.
Aquí estoy contigo
Porque mi amor te quiere abrazar
Es más fuerte de lo que vos pensás.
Busca la sonrisa entre la gente
Algo que te alivie el temor.
Tomame la mano y no te caigas
En el abismo del dolor.
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Queremos una sociedad más fuerte
Donde reine la justicia y la igualdad
Junto lucharemos contra todas
Las injusticias y la maldad.
Thiago Abraham, Ayelén Iara Alcaraz, Thiago Lionel
Aquize, Sofía Buzatto Oliva, Franco Ignacio Castillo,
Angelina Alison Castillo Ruiz, Britany Cisneros Granados, Exequiel Kenji Donaire Flores, Morena Aylén Falloni,
Camilo Fernández Mastrángelo, Alma Ema Gauna, Alison
Kiara Humeres, Daniel Kim Porco, Thais Nicole Martins,
Nehuén Ezequiel Monsalvo, Thiago Exequiel Morales,
Sheila Miranda Oliva Fernández, Ayelén Elizabeth Paniagua, Flavio Estéfano Pinedo Mori, Luna Sabrina Quiroga,
Thiago Esteban Rios Insfran, Belén Valderrama Villarroel,
Fabricio Agustín Vera y Joselín Ariana Zapata Villarroel.
Estudiantes.
Profesora de Música: Lucila Gingarelli.
Profesora de Plástica: Rocío Ricagno.
Maestra de grado: Camila Muriel Alcántara.
Escuela N° 5 D.E “Provincia de Corrientes”.
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