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EXPRESO CORTADO 1 Irrigar el raciocinio 1 de 3

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EXPRESSO CORTADO
Por Gilberto Medina Casillas
Irrigar el raciocinio.
1 de 3
He ido por la vida aprendiendo y enseñando, recordando y olvidando. Y siempre, realmente
a partir de mis ocho años de edad, he concebido al raciocinio como una cualidad humana
incomparable.
Seguramente Carl Sagan coincidiría conmigo en que la “aparición” del “neocortex” (corteza
cerebral) donde habitan las neuronas, llamémoslas, pensantes; es el salto cualitativo en la
evolución de la especie, dando inicio al raciocinio.
El raciocinio conlleva conciencia de sí.
El raciocinio enfrenta problemas y deduce o intuye soluciones.
El raciocinio acomoda las cosas como causas y efectos.
El raciocinio sabe de algún modo que el tiempo avanza hacia adelante, hacia lo posible.
El raciocinio para tomar decisiones necesita información, antecedentes, situación, con esta
información puede hacer pronósticos de qué pasaría si tal o cual acción se realizara.
El raciocinio es el hablante cuya voz resuena acolchonada dentro de nuestra cabeza, en el
cerebro, con la corteza encendida.
Sea pues el raciocinio.
Y al cabo, al raciocinio le da por hacernos pensar que somos él. Es cuando llegan las
emociones, de origen enteramente animal, a rescatarnos del divagante raciocinio.
Ahora bien, lo anterior nos lleva a considerar que el “egoeimé” de los griegos (yo soy yo
mismo) es una facultad del alma.
Lo cual, nos permite responder a la pregunta ¿quién eres?
Yo, soy físicamente un hombre e, intelectualmente, Gilberto.
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