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importancia del plan estrategico

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XX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reform a del Estado y de la Administración Pública, Lim a, Perú, 10- 13 nov. 2015
La importancia del planeamiento estratégico y su implicancia
en el proceso de gestión del rendimiento
Víctor Adrian Vargas Espejo
Diego Salazar Morales
Introducción
La gestión del rendimiento es una parte fundamental del diseño de un sistema de recursos humanos que
permite evaluar el desempeño de los servidores públicos en función de los objetivos estratégicos
institucionales de una entidad pública. Para desarrollar esta tarea, es necesario contar con un marco de
planeamiento estratégico sólido que facilite el alineamiento de los objetivos estratégicos nacionales, los
sectoriales (ministeriales), los territoriales (regiones) e institucionales con las motivaciones de los
servidores públicos. A través de este vínculo será posible identificar la contribución de los servidores
públicos al logro de resultados efectivos desde el Estado.
Sin embargo, a pesar de contar con servidores públicos alineados a los objetivos estratégicos, también
se requiere de una serie de condiciones mínimas para que las entidades públicas puedan generar un
sistema de gestión del rendimiento objetivo. Parte de dichas condiciones se relacionan con las
estrategias que los funcionarios o directivos de mando medio puedan emplear para motivar al personal
así como desdoblar en pasos estratégicos y puntuales las labores de gestión.
Pero más allá de la motivación y la ruta, existe una estructura institucional que debe modificarse y
adaptarse al sistema de gestión del rendimiento, o los esfuerzos por institucionalizar la gestión del
rendimiento terminaran siendo pasajeros y sin mayor transcendencia. Es por ello que la gestión del
cambio garantiza que los servidores públicos sientan que su trabajo es significativo y que instituye
nuevas prácticas dentro la organización pública donde se desarrolla.
Por ello, este documento busca poner el relieve el rol del planeamiento estratégico y su contribución a
generar objetivos compartidos (shared outcomes) en los servidores públicos, mediante el alineamiento
de sus actividades con el logro de resultados generales. El documento inicia con una exploración sobre
los elementos fundamentales de la gestión del rendimiento, identificando –además– los factores
estructurales y estratégicos que facilitarían su implementación. También se evalúa el impacto y la
contribución del planeamiento estratégico en el alineamiento entre objetivos y motivaciones en
diferentes niveles de gobierno, sopesando hasta dónde es posible desarrollar mediciones objetivas y
cuantificables sobre el desempeño de los servidores públicos.
Finalmente, el documento hace referencia a la gestión del cambio como una herramienta que permite
trascender hacia un cambio más permanente en las entidades públicas en cuanto a sus capacidades para
lograr resultados.
1. Gestión del rendimiento.
La gestión del rendimiento es un proceso que busca lograr eficiencia y efectividad en el manejo de los
asuntos públicos, a la vez que se enfoca en el fortalecimiento de la evaluación del desempeño de los
servidores públicos en función de los objetivos estratégicos institucionales. Según Longo (2005), la
gestión del rendimiento se refiere preferentemente a la “evaluación del rendimiento” y a cómo esta
contribuye a mejorar la gestión de las personas en una entidad pública.
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La gestión del rendimiento, además, es parte integral de sistema de GRH que precede (y también
antecede) a otros complementarios que conforman del sistema. Estos son:
El proceso de organización del trabajo, que define los puestos y perfiles adecuados a la
institución y que están alineados con los objetivos estratégicos que busca la entidad pública.
La gestión del empleo, que dirige los procesos de incorporación, movilidad y desvinculación
del personal.
La gestión del rendimiento, que evalúa y genera estándares de rendimiento de personal para dar
paso a,
La gestión de compensación, que brinda incentivos a los servidores públicos con base en el
desempeño, y
La gestión del desarrollo, que gestiona el aprendizaje individual y colectivo de la institución así
como la carrera (prospects) de los servidores públicos.
Figura 1. Sistema integrado de GRH
Fuente: Longo (2004)
Es claro que cada subproceso del sistema de GRH no puede trabajar de forma independiente, dado que
no se puede desarrollar una gestión sólida del empleo del personal dentro de una entidad sin una
adecuada identificación de competencias y puestos que estén vinculados con los objetivos estratégicos
institucionales. De igual forma, sin personal adecuado (en puestos y perfiles),no es posible realizar
evaluación –ni mucho menos generar estándares comunes para el rendimiento–. Consecuentemente
tampoco se puede gestionar una compensación salarial acorde al valor del personal, ni velar por su
desarrollo y su contribución a la entidad pública. Pero más allá de la presencia de un sistema que GRH
que garantice un adecuado planeamiento, gestión y evaluación del rendimiento del personal, se
necesitan condiciones institucionales mínimas para que dicho sistema funcione correctamente. Estas
condiciones son dos: una estructural, que da cuenta de la cultura organizacional necesaria para la
implementación de un sistema de GRH; y otra estratégica, que refiere al conjunto de capacidades y
características con los que los operadores del sistema deben laborar para garantizar el funcionamiento
del sistema.
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1.1. Condiciones estructurales para la gestión del rendimiento
Son aquellas que se refieren a las prácticas institucionalizadas dentro de la entidad pública. Por
ejemplo: el sistema de gestión de recursos humanos, el funcionamiento de la dirección estratégica y las
capacidades directivas de los mandos medios (gerentes y directivos).
La gestión del rendimiento en una entidad pública difícilmente se consolida sin aquellas condiciones
básicas que puedan generar su desarrollo eficaz. Al respecto, Longo (2005) desarrolla los componentes
de cada una de ellas:
Dirección estratégica. Es una función relacionada al planeamiento estratégico que resulta en
que una entidad pública cuente con objetivos estratégicos prioritarios, identifique rutas de
implementación para el logro de los objetivos estratégicos, desdoblando los objetivos en metas
específicas y alcanzables. Además, que se ejerza liderazgo sobre los servidores públicos
involucrados en el logro de objetivos, poniéndolos al centro de todo ejercicio u actividad
institucional desarrollada. En palabras de Longo (2005:137):
“Sin duda alguna, la existencia de liderazgos conscientes de la necesidad de
dotar de orientación estratégica explícita a sus organizaciones favorecerá el
desarrollo de capacidades internas [dentro de la organización]”
Es importante señalar que la dirección estratégica forma parte de las funciones de los
funcionarios públicos y directivos de mando medio, por lo que estos conforman el sector crucial
para motivar el logro de objetivos. Esta situación también reafirma que el primer pilar de
evaluación del rendimiento de los servidores públicos es a nivel directivo (nivel de jefaturas).
Desarrollo de la función de recursos humanos. Esto implica que la organización abandone el
enfoque tradicional de administración de personal, es decir, “la mera ejecución de trámites,
formalizaciones y constancias de procesos, contratos, pagos, beneficios, incidencias diversas,
[etc,]” (Longo, 2005:138)para desarrollar una labor que incluya la planificación de los puestos
y roles de los servidores públicos, el diseño de perfiles, evaluaciones y capacitaciones. Es
decir transformar la GRH en una actividad estratégica, que vincule objetivos estratégicos,
identifique rutas de mejora y gestione para el cambio del personal y la institución (CEPLAN,
2015).
Desarrollo de la función directiva. Principalmente incluye el compromiso y liderazgo de los
directivos públicos en sus diversas funciones –ya sean estas políticas, estratégicas u operativas–
(SERVIR, 2015). Este segmento del conjunto de servidores públicos participa activamente en la
articulación de los objetivos estratégicos en metas alcanzables acorto plazo. Es decir, brindan el
contexto al trabajo de los servidores públicos y de otros directivos que conforman el proceso de
gestión. Asimismo, junto al reto que supone la dirección del personal, también están las
capacidades –y competencias– de estos directivos públicos: competencias personales,
habilidades sociales y capacidades técnicas.
Los tres elementos mencionados deberían presentarse de forma paralela para garantizar el diseño e
implementación de un sistema de gestión de rendimiento alineado a los objetivos estratégicos
institucionales.
Pero más allá de las condiciones estructurales, que contribuyen a un funcionamiento eficaz de la
estructura básica de una entidad pública, también existen una serie de estrategias que pueden ser
utilizadas para fortalecer la gestión del rendimiento.
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1.2. Condiciones agénciales para la gestión del rendimiento
Se refiere a los pasos, objetivos y acciones que desarrollan los funcionaros públicos y los mandos
medios de las entidades públicas para fortalecer el rendimiento articulado de los servidores públicos a
su cargo. Por ejemplo, algunas estrategias sugeridas por la OECD (2015: 9) son: la creación de
vínculos entre el desempeño individual, organizacional y de todo el gobierno en general, mejorar el
desempeño del personal tomando a través del liderazgo y movilizar el involucramiento del personal.
Crear vínculos entre los objetivos estratégicos a nivel individual (servidores públicos),
organizacional y nacional. Esta vinculación dependerá de que los objetivos estratégicos
que las organizaciones se planteen estén articulados con el presupuesto público. Sólo de
esta forma se podrá saber cuáles son las prioridades en las que los servidores públicos deben
enfocar su trabajo y cómo, luego de desarrollarlas, podrán ser medidas en función de su
efectividad en el logro de objetivos estratégicos. Adicionalmente, la OECD (2015) sugiere que
para lograr el éxito en la articulación de objetivos estratégicos con el rendimiento del personal,
es de crucial importancia comunicar permanentemente los objetivos estratégicos y las
estrategias para alcanzarlos de forma clara a los servidores públicos.
Figura 4. Articulación de planes estratégicos con el presupuesto público
Fuente: CEPLAN
*PEDN: Plan Estratégico de Desarrollo Nacional (contiene los objetivos estratégicos nacionales).
PESEM: Plan Estratégico Sectorial Multianual (objetivos estratégicos sectoriales). PDC: Plan Regional
de Desarrollo Concertado (objetivos territoriales). PEI: Plan Estratégico Institucional (objetivos
institucionales). POI: Plan Operativo Institucional (actividades estratégicas) vinculadas con el
presupuesto público.
Fortalecer el desempeño organizacional de los servidores públicos a través del liderazgo.
Que implica la comunicación constante de la contribución que se espera de los servidores
públicos a los objetivos estratégicos institucionales y que simultáneamente, promueva un
sistema de GRH basado en incentivos para la mejora continua que fortalezca la cultura del
desempeño y resultados.
Movilizar y fomentar el compromiso de los servidores públicos. El elemento crucial para
fomentar y mantener la motivación de los servidores públicos es reconciliar sus intereses (o
motivaciones) personales con los organizacionales, así como brindar una perspectiva de
crecimiento y carrera que fortalezca los lazos entre los servidores públicos y sus empleadores.
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Lograr esta situación facilitaría la implementación de un sistema de GHR sólido.
Figura 5. Algunos factores que mejoran el compromiso de los empleados públicos
Clima laboral
Feedback y ayuda de
supervisores (jefes)
Participación en la
toma de decisiones
Motivación
Mejora en la
distribución del
trabajo
Variedad en
El trabajo
Sentido de
responsabilidad
Fuente: OECD (2015)
Las estrategias mencionadas, si bien contribuyen a la implementación de un sistema de GRH basado en
el rendimiento y mejora continua, difícilmente trascenderán las condiciones estructurales en las que se
asientan. Es decir, a pesar de que sean aplicadas correctamente, dependerá de las condiciones
estructurales de las entidades públicas un eventual progreso hacia un sistema de gestión del
rendimiento institucionalizado.
Es por ello que se enfatiza la importancia del planeamiento estratégico pues este facilita el desarrollo de
un proceso efectivo de GRH en la institución mediante la definición del norte institucional; es decir,
los objetivos estratégicos de la institución (Bryson, 2011). En tal sentido, contar con un Plan
Estratégico Institucional reduciría significativamente la incertidumbre sobre el sistema de GRH.
2. El impacto del planeamiento sobre la gestión del rendimiento
Los efectos del planeamiento estratégico sobre la gestión del desempeño son cruciales en la medida que
alinean los objetivos estratégicos de la entidad con los esfuerzos colectivos desarrollados por los
servidores públicos (Longo, 2004). Para ello, tanto gestión del desempeño como planeamiento
estratégico forman parte de un mismo proceso que a través de diferentes etapas, mejoran el
desenvolvimiento de los servidores públicos en la entrega de productos tangibles a los ciudadanos (Ver
figura 1).
De ahí que el gran reto que para instaurar un sistema efectivo de gestión del rendimiento, está en
vincular la visión integral del gobierno con el rendimiento y metas individuales de los servidores
públicos (Longo, 2004). Esta responsabilidad corresponde a los funcionarios de alto nivel y a los
mandos medios (sector directivo o gerencial), ya que son ellos los que fortalecen la perspectiva integral
y alineada de trabajo de los ejecutores u operadores. Dicho alineamiento se desarrolla en varias subetapas (OECD, 2015):
Al más alto nivel, donde la gestión del rendimiento está centrada en lograr la visión de largo
plazo de la institución, principalmente en el impacto, la utilización y la mejora del servicio
público.
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A nivel estratégico, donde la gestión del rendimiento se enfoca en los resultados, es decir, en la
calidad y el volumen de los servicios que se bridan así como la satisfacción tanto del personal
como de los ciudadanos usuarios.
A nivel de programa, donde la gestión del rendimiento se enfoca en los productos de los
programas y los logros particulares de cada uno de estos.
A nivel operacional, donde la gestión del rendimiento se preocupa por los procesos y la calidad
de los servicios, tanto en la rapidez con la que estos se brindan como del personal encargado de
entregarlos.
Cada uno de estos niveles no es excluyente del otro, sino que forman parte de una misma cadena
contributiva. La OECD (2015) recomienda que las entidades públicas propaguen el alineamiento a
partir de un efecto cascada de metas y prioridades. Esta herramienta permite identificar los objetivos
del alto gobierno desdoblándolo en pasos estratégicos que apunten a metas específicas en la labor diaria
de los servidores públicos (ejecutores y operadores), labor realizada por los altos mandos
(funcionarios públicos) y los mandos medios (directivos públicos) de las entidades públicas
(SERVIR, 2015).
Empero la articulación no solamente se da a nivel jerárquico, es decir entre diversas entidades de un
sector, sino también a nivel territorial. Esto implica un mayor esfuerzo de parte de los funcionarios
públicos y de sus mandos medios en la identificación de los objetivos estratégicos prioritarios a los que
tendrán que alinear el desempeño del personal a su cargo.
Figura 2. Articulación de objetivos estratégicos en los tres niveles de gobierno
Fuente: CEPLAN
2.1. Articulación en varios niveles y el reto de la medición.
Si bien la alineación del desempeño a los objetivos es el primer paso para el establecimiento de un
sistema de gestión del rendimiento; el segundo, es la forma en la que se medirá el aporte individual de
cada uno de los servidores públicos. Esto es un reto importante pues no es posible cuantificar de forma
exacta el desempeño de un servidor público sin que este suponga una carga valorativa subjetiva
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importante. Ante ello, Aibar (2004)sugiere los siguientes pasos: (i) comprender la cadena de valor de
la entidad pública, y su posición relativa respecto al resto de entidades públicas del Estado, (ii)
desarrollar un análisis multidimensional de los productos y resultados que entregan las entidades
públicas y cómo estas se relacionan al desempeño y (iii) valorar el trabajo de los servidores tomando en
cuenta la percepción de los directivos cercanos a su trabajo, quienes son los que más interacciones
tienen con los servidores públicos.
Estos tres elementos contribuyen a establecer un mecanismo fiable sobre el cual se pueda evaluar el
desempeño de los servidores públicos. Cabe señalar que aunque la ausencia de información juegue un
rol importante en la evaluación, se deben evitar cuantificaciones exageradas que no reflejan el aporte de
los servidores a los objetivos institucionales. En otras palabras, el recojo de información poco relevante
en lugar de ayudar, entorpece el proceso de evaluación del rendimiento pues genera divisiones entre el
personal de la entidad pública.
En tal sentido, tal como sugieren Glendinning, Bullock, & Humble (1973), es recomendable que las los
agentes evaluadores partan de identificar los resultados clave de la organización, desarrollar
indicadores cuantitativos, y más importante aún, cualitativos, para cada uno de esos resultados de tal
forma que permitan coordinar y combinar dichas medidas para obtener una visión global del
desempeño.
Actualmente, el marco normativo peruano cuenta con herramientas de política pública que ayudan a
identificar su posición relativa en una cadena de valor que nos permite identificar los resultados
institucionales en relación a otras entidades. Pero hay que tener en cuenta que si bien por un lado es
factible identificar la cadena de valor de una entidad pública, ésta misma entidad puede pertenecer a la
cadena de producción de otra; y que no todas las entidades públicas cuentan con una misma
metodología para identificar sus productos y resultados. (Sotelo, 2012).
Figura
3.
Articulación
de
objetivos
estratégicos
para
la
ENTIDADES PÚBLICAS
TERRITORIOS
SECTORES
NACIONAL
RESULTADOS
gestión
del
rendimiento
ACTIVIDADES
Plan Estratégico de
Desarrollo Nacional
Plan Estratégico
Sectorial Multianual
(PESEM)
Plan Estratégico
Institucional (PEI)
Plan Operativo
Institucional
(POI)
Presupuesto Público
Plan Regional de
Desarrollo Concertado
(PRDC)
Plan Estratégico
Institucional (PEI)
Plan Operativo
Institucional
(POI)
Presupuesto Público
Plan Estratégico
Institucional (PEI)
Plan Operativo
Institucional
(POI)
Presupuesto Público
Fuente: Elaboración propia con base a la Directiva N°001-2014, Directiva General del Proceso de
Planeamiento Estratégico.
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Es importante resaltar que ubicar la labor del servidor público en la cadena de resultados es un primer
paso para el desarrollo de una evaluación objetiva. Siguiendo a Aibar (2004), el segundo paso será
identificar específicamente los productos y resultados que entregan las entidades públicas o cómo estas
se relacionan con la labor de los servidores públicos. Al respecto, Sotelo (2012) afirma que todas las
entidades públicas cuentan con operaciones que transforman los insumos con los que cuentan en
productos tangibles. Dichas operaciones están ancladas en una serie de procesos institucionales que
contribuyen la cadena de producción de la entidad pública y que, a la vez, son elementales para el
logro de la producción pública. Según la PCM 1(2014) son tres los procesos que conforman la cadena
de producción de una entidad pública. Se tiene (i) los procesos estratégicos, que establecen el norte
institucional de la entidad pública; (ii) los procesos misionales, que son aquellas acciones y
procedimientos que generan el producto principal de la entidad pública y, finalmente, (iii) los procesos
de apoyo que dan soporte al cumplimiento de los procesos misionales.
NECESIDADES Y EXPECTATIVAS DE CLIENTE
SATISFECHAS
REQUJISITOS Y NECESIDADES DEL CLIENTE
Figura 4. Procesos que conforman la cadena de valor de una entidad pública
Fuente: PCM (2014)
Ciertamente las acciones que componen estos procesos no son cuantificables,tampoco la eficiencia y
efectividad con la que los servidores públicos puedan transformar los insumos en productos. Por lo que,
la valoración sobre su trabajo recae en los directivos o gerentes directos de los servidores públicos. Este
es el tercer criterio para una evaluación del rendimiento medianamente objetiva, que según Longo
(2005: 133):
“[Tanto las operaciones de] filtrado de los objetivos organizativos y su conversión en
pautas de rendimiento individual sólo pueden realizarse desde la proximidad, esto es,
desde posiciones que garanticen el conocimiento de las personas y la capacidad para
observar su actuación. La forma en que los individuos pueden, en cada caso, contribuir
mejor a la consecución de las metas conjuntas de sus equipos o unidades de trabajo, es
una cuestión que exige un análisis personalizado, por una parte, (esto es, que tiene en
cuenta las características, expectativas, preferencias e intereses individuales en juego) y
situacional, por otra (esto es que está atento al entorno, momento y circunstancias que
concurren). Nada de esto es posible desde la lejanía de una entidad central
especializada, llámese o no departamento de recursos humanos, ni subsumible en
artefactos de manejo centralizado, por correctamente que hayan sido diseñados, desde
un punto de vista técnico”
1
Presidencia del Consejo de Ministros del Perú.
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Esta situación dificulta aún más la posibilidad de una medición cuantificable y estandarizada del
desempeño de los servidores públicos, más allá de la subjetividad o de indicadores aproximados.
Tal vez, uno de los aspectos más relevantes para la identificación de actividades misionales está en la
posibilidad de que su labor genere un cambio permanente en las estructuras de la entidad pública. Este
es un tipo especial de gestión que es posible impulsar y que impacta directamente en los resultados
que busca lograr la entidad pública, y que a la vez, nos acerca a una medición algo más significativa del
desempeño del trabajo de los servidores públicos.
2.2. Gestión del cambio
La efectiva articulación del planeamiento estratégico y la gestión del desempeño garantizan la
formación de objetivos compartidos y alineados verticalmente (shared outcomes). En otras palabras,
garantizan que los servidores públicos sientan que su trabajo es significativo en relación a los objetivos
institucionales, los de su sector, y –finalmente–, a los objetivos nacionales (OECD, 2015). Ciertamente,
lograr este nivel de articulación puede ser difícil, pero un sistema de gestión del desempeño que
permita dar un marco global de la posición del funcionario público en el Estado, será aquel que logre
entregar productos que a la vez incentiven un mejor desempeño.
Para lograr este nivel de articulación y desempeño individual con impacto en objetivos institucionales,
se requieren de las funciones estructurales y agénciales mencionadas anteriormente. Ambas
condiciones forman parte de las dinámicas de funcionamiento de una entidad pública. Mientras que las
condiciones estructurales son necesarias para el funcionamiento institucionalizado y permanente de una
forma de gestión; las condiciones agénciales se enfocan en tareas específicas y en logro puntual de
resultados. Ambas pueden funcionar individualmente, pero no permanecer en el tiempo.
Figura 3. Condiciones estructurales y agénciales de las entidades públicas
COMPONENTE AGENCIAL
COMPONENTE ESTRUCTURAL
SISTEMA DE GESTIÓN DE
RECURSOS HUMANOS
Mejora
permanente
LIDERAZGO
gestión
del cambio
DIRECCIÓN ESTRATÉGICA
VINCULACIÓN DEL
RENDIMIENTO INDIVIDUAL
CON EL ORGANIZACIONAL Y
DEL GOBIERNO
CAPACIDADES DIRECTIVAS
MOBILIZAR AL PERSONAL
RESULTADO NO
PERMANENTE
RESULTADO
PERMANENTE
Fuente: Elaboración propia
La inclusión de reformas en las entidades públicas, o la introducción de una nueva forma de gestión por
ley, pueden funcionar efectivamente por un tiempo, si ellas vienen acompañadas de un esfuerzo
gerencial por implementarla; pero no podrán institucionalizarse ni ser internalizadas por los miembros
de la entidad si estas no se trasladan hacia un cambio estructural. Para que esto suceda se necesita
desarrollar una gestión del cambio (o transformacional).
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Por gestión del cambio (o transformacional) se entienden a aquellas acciones que trascienden las
estrategias dirigidas al logro inmediato de resultados con el objetivo de modificar las estructuras de una
entidad pública. Usualmente son reformas desarrolladas en la cultura de gestión interna de la entidad
manifestada en sus normas inmediatas y dependientes de alta dirección, transformaciones en la
composición y nivel del personal que impactan dramáticamente en el rendimiento de la entidad en su
conjunto, o la inclusión de innovaciones tecnológicas que simplifiquen y eleven la productividad.
Estas estrategias suponen un cambio importante y permanente en las entidades públicas. Sin embargo,
implementarlas tiene un costo político y temporal elevado, por lo que su empleo debe ser estratégico.
Es decir, focalizado en aquellos factores críticos (key factors) de la entidad –aquellos cuellos de botella
cuya desaparición agilice su labor–.
Una forma de lograr hacer trascender una estrategia de gestión hacia el entramado estructural de las
entidades públicas es la formulación de estrategias más integrales que sobrepasen a los periodos de
gestión de los funcionarios públicos y altos directivos; pero más importante aún es que estas sean
aceptadas y conocidas por todos en la entidad pública.
Algunos autores como Kanter, Stein, & Jick (1992), Kotter (1996)& Luecke (2003) han definido una
serie de pasos que toda organización desarrolla hacia la transformación de sus procesos y estructuras y
que, finalmente, repercuten en los hábitos de gestión organizacionales. Para ellos la gestión del cambio
se compone de los siguientes pasos: (i) analizar las necesidades de cambio, (ii) establecer los objetivos
comunes y una dirección estratégica hacia dónde dirigir el cambio en la entidad, (iii) crear un sentido
de urgencia, (iv) gestionar relaciones externas y coaliciones internas, (vi) anclar los nuevos procesos de
gestión en la cultura organizacional de la entidad pública, (vii) generar resultados demostrables al corto
plazo que refuercen la sensación de avance en la entidad y (viii) formalizar los cambios a través de
nuevas normas, directivas y mandatos.
Sólo así se podrá establecer una ruta efectiva del cambio organizacional para la implementación de un
sistema de GHR basado en el rendimiento.
3. Conclusiones
El planeamiento estratégico es un elemento clave para el diseño de un adecuado sistema de gestión del
rendimiento, ya que contribuye con la identificación de objetivos estratégicos, acciones estratégicas y
una ruta estratégica. Además, da un marco general para la gestión de rendimiento en entidades públicas
ya que permite alinear el trabajo de los funcionarios, directivos y servidores públicos en múltiples
niveles del Estado al cumplimiento de objetivos estratégicos nacionales.
En tal sentido, el planeamiento crea una agenda compartida entre los intereses de los funcionarios,
directivos y servidores públicos con los objetivos institucionales del Estado.
Para que esto sea posible se necesita de una serie de condiciones mínimas que garanticen el
funcionamiento adecuado de un sistema de gestión del rendimiento. Entre ellas cuentan factores
estructurales como la presencia de una tradición en planeamiento y dirección estratégica, un sistema de
gestión de recursos humanos que escapa de las labores meramente administrativas, así como directivos
cuyas capacidades y liderazgo contribuyan a identificar metas alcanzables y accionables para el
personal a su cargo y que, a su vez, contribuya a los objetivos estratégicos institucionales. Sin embargo,
a pesar de no contar con estas condiciones mínimas, es posible instaurar un sistema de gestión del
rendimiento, aunque sus resultados serán efímeros.
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Junto con las condiciones estructurales, también están las agencial es, que se refieren a las acciones que
pueden desarrollar los funcionarios y directivos de las entidades públicas para lograr resultados
efectivos. Entre dichas acciones se tienen a la creación de vínculos entre las motivaciones personales de
los servidores públicos con los objetivos organizaciones y nacionales; siendo esta una acción que
permite darle un marco de trabajo al trabajo del personal de la entidad. A esto se debe sumar el
liderazgo del cuerpo directivo para fortalecer el desempeño del personal, y finalmente, también la
generación de compromisos de funcionarios públicos que alineen sus intereses y preocupaciones a los
objetivos estratégicos de sus entidades públicas y del Estado. Precisamente, esto es hacer estratégica la
gestión del rendimiento.
Finalmente, a pesar de los esfuerzos que los funcionarios y directivos públicos puedan desarrollar para
lograr articular su labor –y la de sus dirigidos– en objetivos compartidos, estos sólo llegarán a ser
resultados efímeros de no generarse una gestión transformacional que identifique los cuellos de botella
organizacionales, estableciendo procesos que fortalezcan el logro de resultados y, a la vez, establezcan
la gestión del rendimiento en las estructuras de la organización.
Bibliografía
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