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SEDESTACIÓN Y POSICIONAMIENTO EN LA LESIÓN MEDULAR INFANTIL

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SEDESTACIÓN Y POSICIONAMIENTO EN LA LESIÓN MEDULAR INFANTIL
Raquel Perales Gómez
El término “sedestación” no está incluido en el diccionario de la Real Academia Española, sin embargo
es una palabra muy utilizada en el ámbito de la discapacidad motórica e indica que el individuo está
sentado. La terminología “posicionamiento”, cuando hablamos de sedestación, se refiere a la posición
o disposición del cuerpo que se adopta cuando se está sentado.
No existe demasiada documentación científica específica entorno a cómo debe ser el posicionamiento
y la sedestación en el lesionado medular. Lo más similar que podemos encontrar en la literatura son
programas de entrenamiento en sillas de ruedas o estudios sobre la eficacia de cojines. En la lesión
medular infantil encontramos algunas referencias más, pero tampoco indican directrices de elección o
de actuación.
La Lesión Medular Espinal es una condición neurológica que ocurre cuando se lesiona la médula
espinal. El resultado es la deficiencia de múltiples sistemas incluyendo la pérdida de la función motora
y sensitiva, y la afectación de la vejiga e intestino entre otros; produciéndose, en la mayoría de los
casos, espasticidad. Este tipo de déficit va a requerir neurorehabilitación, y el posicionamiento y la
sedestación va formar parte del tratamiento siendo muy determinante en el mismo.
Los aspectos que más interfieren en la sedestación del lesionado medular son: la MOVILIDAD, la
SENSIBILIDAD y la PROPIOCEPCIÓN. La falta de movilidad en los miembros inferiores requiere el
uso de una silla de ruedas como medio de locomoción, la falta de sensibilidad aumenta el riesgo de
úlceras por presión y la falta de propiocepción puede implicar un mal posicionamiento del cuerpo por
falta de conciencia del cuerpo y por tanto generar asimetrías corporales y futuras complicaciones.
La lesión Medular Infantil es una afectación relativamente rara en los menores de 15 años y conlleva
graves consecuencias fisiológicas y psicológicas. Las principales causas son los accidentes de coche,
seguidos de las caídas accidentales y de los accidentes deportivos. La afectación cervical se da en
mayor proporción en los niños más pequeños, hasta los 8 años; y a partir de esa edad se producen más
lesiones tóraco-lumbares. Hasta los tres años el porcentaje entre sexos es similar, pero a partir de esa
edad aumenta la proporción de los varones con respecto a las hembras hasta llegar a duplicarse el
número.
Los principales aspectos que diferencian la lesión medular infantil de la de los adultos son: tienen la
cabeza proporcionalmente más grande, el esqueleto y las estructuras del aparato locomotor están en
crecimiento, tienen mayor tejido blando y menor soporte estructural, el nivel de la lesión neurológica
está más cerca del nivel anatómico de la lesión, solo se da en los niños el tipo SCIWORA (Lesión
medular sin anormalidad radiológica), la recuperación neuronal “parece ser mejor” en los niños.
Las complicaciones secundarias que se dan en la lesión medular infantil son la escoliosis en
porcentajes que llegan al 96% cuando la lesión se ha producido antes del crecimiento, la displasia de
cadera en un 57%, las úlceras por presión en un 41%, la espasticidad en un 61% de los casos y
también se puede producir osteopenia y reducción del crecimiento.
Los principales objetivos de la sedestación en el niño con lesión medular van a ser: Dotar de la
máxima independencia en la movilidad, facilitar la función más óptima en función del nivel de lesión,
minimizar la gravedad de las compensaciones músculo-esqueléticas y prevenir las complicaciones
secundarias
Para conseguir estos objetivos hay que realizar un buen posicionamiento, y el primer paso comienza
por ESTABILIZAR LA PELVIS. La pelvis es el pilar de un buen posicionamiento y es necesario que
esté correctamente colocada, simétrica y alineada, para poder posicionar el resto de las estructuras
corporales adecuadamente. Pero para colocar bien la pelvis es necesario tener una silla de ruedas, un
cojín y un respaldo adecuados; por lo que a la hora de realizar un buen posicionamiento en sedestación
hay que hablar de “sistema de posicionamiento” en lugar de hablar únicamente de silla de ruedas.
Los niños están en constante crecimiento y van a necesitar elementos que se vayan adaptando a estas
necesidades. En edades más tempranas el mejor sistema de posicionamiento va a ser una silla
pediátrica que tenga posibilidades de regulación en ancho, en profundidad, en altura del respaldo, en
altura del reposapiés y que tenga también la posibilidad de colocar controles laterales tanto de tronco
como de cabeza.
A medida que el niño va creciendo la siguiente opción sería una silla de ruedas manual de crecimiento
que permita regularse tanto en ancho como en profundidad, con posibilidades de variar
la altura del
respaldo y los reposapiés, con un eje trasero multiposicional que permita variar la basculación de la
silla y regular la profundidad y altura de las ruedas. Y también sería recomendable que los reposapiés
estuvieran en ligera abducción para mantener las piernas abiertas dado el alto porcentaje de displasias
de cadera que encontramos en esta población. Si el nivel de lesión lo permite se recomienda que la
silla sea autopropulsable para que el niño pueda ser independiente lo antes posible, ya que el
movimiento está muy relacionado con el desarrollo de estructuras cerebrales, con el aprendizaje, con la
interacción con otros, con la seguridad en uno mismo y con la participación social. La edad
recomendada para empezar a utilizar este tipo de silla sería entorno a los 12-15 meses, la misma edad a
la que un niño sin afectación comenzaría a andar de manera autónoma.
En función del nivel de lesión elegiremos el cojín más adecuado teniendo en cuenta que los de espuma
están indicados en lesiones medulares muy bajas, con sensibilidad integra o no afectada. Los cojines
de aire protegen del riesgo de escaras, pero generalmente resultan más inestables que los anatómicos
que están más indicados cuando se necesita estabilidad y protección, o cuando hay que corregir
asimetrías de la pelvis.
Un niño con lesión medular pasa mucho tiempo sentado en una silla de ruedas necesitando un buen
soporte para la espalda, por lo que como mínimo se recomienda un respaldo regulable en tensión,
aunque lo más apropiado sería un respaldo rígido que diera soporte a la zona lumbar y permitiera
ciertos ajustes. En los casos de mayor complejidad, debido a una escoliosis o a deformidades, siempre
se recomiendan respaldos anatómicos que proporcionan un buen soporte de la espalda y también es
importante que además permitan colocar controles laterales de tronco a lo largo de toda la altura del
respaldo.
La silla de ruedas eléctrica también tiene que ser adaptable al crecimiento y se podría empezar a
adiestrar en su conducción a partir del año de edad, siempre que cognitivamente sea posible. Hay que
tener en cuenta que en lesiones muy altas el desplazamiento en una silla eléctrica con mando de
mentón va ser uno de los pocos aspectos en los que el que va a ser independiente.
Como conclusión podemos decir que un correcto posicionamiento en sedestación es fundamental para
un niño con una lesión medular. La elección y adaptación del sistema de posicionamiento va a ser
determinante,
y un buen control postural en sedestación va a mejorar la estabilidad del tronco
facilitando la movilidad de los miembros superiores, los alcances y las manipulaciones, el desempeño
de las actividades de la vida diaria y todo ello va a contribuir a una mejor calidad de vida del niño y de
su entorno.
Bibliografía recomendada:
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Calhoun C., Shottler J., Vogel L., et al. Recomendations for mobility in children with spinal cord
injury. Top Spinal Rehabil. 2013; 19(2):142-151.
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Stilik J, Pesl T, Kry j, et al. Spinal injuries in children and adolescents. Acta Chir Orthop Trumatol
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