La enseñanza es para gente idealista y utópica, como tú ((Ayer un estudiante de un máster de enseñanza de idiomas me dijo esta frase mientras tomábamos café: “La enseñanza es para gente idealista y utópica, como tú”. En su enunciado no había desprecio ni ironía sino más bien el reconocimiento de una opción personal: su motivación para hacer ese máster no era dedicarse al mundo del cual yo le estaba hablando, la escuela, sino para acercarse a otra realidad educativa, la enseñanza en los “centros de lenguas modernas” de las universidades españolas. Aunque él no puso ningún énfasis en la expresión, que tenía el tono neutro de las descripciones de hechos innegables, sus palabras me dan vueltas en la cabeza desde entonces.)) ¿Es necesario ser un idealista o un utópico para enseñar?¿Opara querer dedicarse a la docencia?¿Opara ser un buen docente? Suelo decir a mis alumnas y alumnos que esta profesión nuestra no puede depender simplemente de una vocación que responda a impulsos como el amor por la infancia o la voluntad de transmitir lo que uno sabe. Si nuestra profesión fuera vocacional, pediría muy sinceramente que los que hayan perdido la vocación se retiraran a sus casas o cambiaran de profesión, como el sacerdote que pierde la fe. Si embargo, sí creo que para enseñar y para ser un buen docente es necesario ser idealista y utópico. Ser idealista es imaginar un mundo mejor y hacerlo, además, no con un trazo grueso sino con detalle y no como una reflexión de salón sino en la elaboración y la ejecución de un plan de actuación. Más que ser idealista es necesario vivir idealista: imaginar, planear, buscar, comprometerse, decidir, equivocarse y corregir, discutir, compartir. Hace muchos años un buen amigo me enseñó, justo antes de partir hacia El Salvador, que utopía no es sinónimo de imposible, como se suele creer. Utopía significa no-lugar. Utopía es lo que aún no ha encontrado su espacio o su tiempo, el lugar al cual aún no hemos llegado, nuestra Ítaca: Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí, he aquí tu destino... Ser idealistas y utópicos es lo que nos anima a seguir leyendo, a hablar con los compañeros y compañeras, a escuchar a quienes saben más que nosotros o que han tenido experiencias diferentes a las nuestras, a diseñar, a imaginar, a vivir. Fernando Trujillo Sáez.