La risa del difunto Epitafios, epigramas, poemas breves Carlos Alberto La risa del difunto La risa del difunto Carlos Alberto Primera edición, 2021 © Carlos Alberto Rodríguez R. [email protected] ISBN (Pendiente) La portada ha sido diseñada usando imagen de Freepik.com1 Bogotá, D.C., Colombia, 2021 1 Fuente: https://www.freepik.es/vector-gratis/diseno-calavera-mexicana_905112.htm#page=1&query=calavera&position=13. Consulta: junio 9 de 2020 Carlos Alberto Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga. Johann Sebastian Bach La risa del difunto Carlos Alberto Prefacio Imaginemos, como escenario de esta aventura, un bosque nublado, gris en degradé, en el que las nubes bajas se confunden con los fantasmas, o viceversa; y en cuyo suelo, además de grama y zetas, habitan cientos de finados. Ellos reclaman el derecho a expresarse –aunque también dejan que sus dolientes lo hagan– con escritos, que podrían ser grabados en sus lápidas, trágicos, si así fue su existencia, pero conservando el sentido del humor, jugando con palabras y frases entre lo solemne y lo burlesco, lo absurdo y lo real, así como satíricas, sarcásticas, irónicas y, porque no, mordaces. Nos encontraremos, entonces, ante epitafios, así como con epigramas, y con la unión de estos. ¿Estaremos asomando ante un nuevo género de los poemas breves: los epitagramas? La lectura de cada composición orientará la identificación correspondiente. La risa del difunto Prólogo La brevedad es la sombra que merodea un mausoleo. Ella nos recuerda que la vida es breve y su final el mismo. Muchos escritores han asumido el reto de buscar la construcción sintáctica más simple, sonora y profunda. No es fácil lograr cultivar ese espíritu de precisión, en tan pocas palabras, para comunicar de manera elocuente grandes pensamientos. Al igual que la fragancia y la belleza de la primavera, que duran tan solo un breve espacio de tiempo, así, también, la vida. La vida, de principio a fin, es un don que se va tejiendo y convirtiendo en historia. Historia que queda en la memoria y recuerdo de los momentos compartidos y disfrutados a plenitud cuando llega el final: la muerte. Buscar las palabras que resuman o sinteticen una vida es una ardua labor. Solamente un privilegiado y experimentado cazador de términos y conceptos logra plasmar, en un epitafio o epigrama, tan sagrada y loable misión. Es por ello, que los difuntos gozan de su celestial paseo noctámbulo y, en cada panteón, su risa y carcajada son eterna plegaria al leer los caracteres borrosos que yacen en la frías y olvidadas lápidas. Hay que leerlos sin prisa y con pausa. Nos permiten reflexionar, meditar y contemplar la grandeza de estos versos. Carlos Alberto La risa del difunto es una propuesta literaria del poeta Carlos Alberto. Sus textos conservan el espíritu de la precisión y la profundidad de la concisión. Cada epitafio o epigrama es una apuesta poética por eternizar el humor y la sabiduría que, en torno a una tumba, nos evoca la finitud de la vida. «Aquí yace. La risa del difunto» Héctor Lizarazo Salcedo Poeta. Estudios de filosofía y pedagogía. Asesor editorial de la Revista Vinculum. Secretario Adjunto y de Comunicaciones de la Conferencia de Religiosos de Colombia –CRC– La risa del difunto Hermoso arcoíris forman el sol y tus lágrimas Carlos Alberto Para recordarme no necesitas venir de visita. Todas las noches te halaré de los pies La risa del difunto Resuenan versos. El poeta no ha muerto Carlos Alberto ¡No dejan dormir! ¿Quién echó luciérnagas en el féretro? La risa del difunto No me satanices. Fui buena persona. Sino, pregúntale a tus rivales Carlos Alberto ¡Aquí, ni muerto regresaré! La risa del difunto La última sonrisa la desvaneció el embalsamador Carlos Alberto Caminé de espaldas a la muerte. Quería ver mi funeral La risa del difunto Qué el creador te re-tenga en la eternidad Carlos Alberto Jamás volveré a dormitar bajo un almendro en un día tormentoso La risa del difunto Esta es la cuestión: ¿Soy o no soy? Carlos Alberto Dadme de epitafio la sombra de la luna La risa del difunto En esta tumba habita el equilibrista que pisó en falso Carlos Alberto Mis hijos sacaron mi inteligencia. ¡No me dejaron nada! La risa del difunto Si lloran… estoy muerto Carlos Alberto El amor partió del crematorio inhumado en sus propias pavesas La risa del difunto Vivo de tumbo en tumba Carlos Alberto Querido, tu alma descansa; mi cuerpo también La risa del difunto Fui un ser de paso. Hoy, esqueleto de piso Carlos Alberto Dejaste un inmenso vacío que cubrimos con tierra La risa del difunto Estas flores aparentan estar vivas, como quien las trajo Carlos Alberto S. O. S. Sufro de catalepsia La risa del difunto ¿Para la fiesta de los difuntos, qué traje me pondré? Carlos Alberto ¡Enmudeciste! La risa del difunto Fui fiel, incluso a mis amantes Carlos Alberto Si estuviera de visita me podría marchar La risa del difunto Desnudaron mi alma los gusanos Carlos Alberto Mi yo niño continúa vivo. Estoy jugando taba La risa del difunto –¿Por qué te fuiste? –No soporté los recitales con malas lecturas y peores poemas Carlos Alberto Te ahorraste la cremación. Me mató un rayo La risa del difunto Qué piquiña tan terrible, las hormigas culonas atacan Carlos Alberto Lucho por vencer la amnesia. Solo viene a la mente un apellido: Alzhéimer La risa del difunto Por culpa de un virus estoy con-finado Carlos Alberto ¡Estoy en pánico! Temo a los muertos La risa del difunto Supe tarde, que tus besos matan Carlos Alberto Disipa el polvo de la lápida para que veas brillar mis cuencas La risa del difunto Todo lo que necesito es el amor de un buen café Carlos Alberto ¿Cómo me revuelco? Escogiste un ataúd muy angosto. La risa del difunto Tánatos, ¿teníamos cita? Carlos Alberto Espero al titiritero para que enhebre mi esqueleto. Quiero bailar salsa La risa del difunto María Mercedes Carranza era vidente: Este hombre va a morir, decía Carlos Alberto ¿Qué está sucediendo? Cada vez es más intenso el calor. Nooo… ¡voy hacia el infierno! La risa del difunto Esta soledad me va a matar Carlos Alberto Si quisieras, revivirías las pasiones que me hacen des-fallecer La risa del difunto ¿Estamos de bienal? Vienes cada dos años a saludar. Mejor, regresa en el bicentenario Carlos Alberto Jardín del recuerdo: ¡hombres olvidados! La risa del difunto Aún percibo el olor de las flores muertas. ¡Me enterraron vivo! Carlos Alberto Nubados bosques, gélidas tumbas; fantasmas ‘enruanados’ La risa del difunto ¿Dónde me escondo? Quieren revivirme con un término raro: ¡Exhumación! Carlos Alberto Señora, déjame C A E R en la tentación La risa del difunto ¿A qué sabe la muerte? A magnolias, claveles, crisantemos Carlos Alberto Negra noche, noche negra. Negra, ¿ésta noche? La risa del difunto La muerte no existe. Aquí todo vibra. ¡Está temblando! Carlos Alberto Si me amaras, vendrías a estrujar mis huesos La risa del difunto No quería morir. Fallé en la última letra del ahorcado Carlos Alberto ¡Eh, espérame! Hoy tengo salida La risa del difunto Tengo derecho a la muerte escrita. Graba mi nombre en una lápida Carlos Alberto Aquí yace epitafio, ¡no soportó el frío mármol! La risa del difunto Haz una pausa por mí. Estoy en coma (,) Carlos Alberto ¿Quién es el dueño de esta sepultura? Olvidé testarla La risa del difunto ¿Qué pasará esta noche? ¿A mi vecina de tumba le dolerá la cabeza? Carlos Alberto Disfruto los ratos de ocio contemplando las galaxias. La enana de ultratumba es mi favorita La risa del difunto Por esta vez, creo en la sinceridad de tu llanto. Duele mucho el costo del sepelio Carlos Alberto Ahora no sufro ni siento dolor. Tampoco necesito respirar: adiós disnea y estertores. Pero el delirium me atormenta La risa del difunto ¡Me sorprendió la clandestina muerte! Carlos Alberto ¿A qué has venido? Este cadáver es solo una coartada para tu luto La risa del difunto Ahora entiendo que entre la vida y la muerte la frontera es invisible. ¿En cuál lado te encuentras? Carlos Alberto Procuro dormir las veinticuatro horas de la noche. Quiero aumentar la inteligencia La risa del difunto No has muerto, pero qué bueno que te fuiste Carlos Alberto Ya sé, siempre dicen: Aquí yace La risa del difunto Glug, glug, glug… ¡Eh, tiraste mis cenizas al río! Carlos Alberto Al final… tengo vivienda propia La risa del difunto Por los embates del deseo mi esqueleto está maltrecho Carlos Alberto Con el paso del tiempo la relajación es más profunda. Mis huesos están desgonzados La risa del difunto Me gustan las tormentas nocturnas. Los rayos iluminan tu recuerdo Carlos Alberto Me aferro a la T I E R R A La risa del difunto No deseaba ser enterrado. En verdad, tampoco quería vivir en el recuerdo Carlos Alberto Tengo poder mental. ¡Qué me parta un rayo!, dije. Y, así fue La risa del difunto ¡Hasta aquí llegué! Carlos Alberto Fui aprendiz de poeta, economista de la palabra. El verso final: un suspiro Carlos Alberto La risa del difunto Anuncia la muerte el canto de la ambulancia Carlos Alberto Soy candidato a momia. Los gusanos detestan a los poetas La risa del difunto Polvo soy, y en polvo nos convertiremos Carlos Alberto No autoricé donación de órganos, pero no veo los ojos La risa del difunto Por favor, trae mi casaca negra. Hace mucho frío Carlos Alberto Estoy expiando la congoja de la perenne inexistencia La risa del difunto Estoy deprimido. Cuando vuelvas trae una chocolatina Carlos Alberto Te mereces un epitafio… en blanco La risa del difunto ¿Para qué traes flores? Ahora mismo no somos nada Carlos Alberto V.I.P. Vivienda de Interés Póstumo La risa del difunto Hay mucho ruido: es el silencio moribundo Carlos Alberto No creo en brujas, pero las veo volar La risa del difunto Me hipnotiza el silencio sepulcral Carlos Alberto ¿Qué cómo llegué aquí? Atravesé el puente del silencio La risa del difunto Me incineraste. Aún hecho polvo, ¡te amo! Carlos Alberto Iluso de mí. Algunas veces pensé que era humano La risa del difunto Final absurdo. Estoy en la ‘olla’ Carlos Alberto Reloj no marques las horas. Aquí el tiempo sobra La risa del difunto Siento el cuerpo pesado como si fuera de mármol Carlos Alberto Partiste inesperadamente. Mas, no pienses en regresar La risa del difunto ¿Acaso en vida fui sepulturero? Encontré en el ataúd menaje con pica, pala, pisón, llana, palustre Carlos Alberto Esperé la muerte toda la vida. Y llegó, desnutrida y pálida, la maldita La risa del difunto Echaron una botella dentro del féretro. Dice: “Agítese antes de beber.” ¿Cómo lo hago? Carlos Alberto Extraño al estilista. Estoy mechudo La risa del difunto ¿Miedo, yo? Solamente al regreso de la muerte Carlos Alberto Hubo un fuerte aguacero en la madrugada. Los gusanitos nadan felices La risa del difunto Ven con los pies descalzos. Quiero verificar la huella plantar Carlos Alberto Inesperada fue tu partida. ¿Con quién lo hiciste? La risa del difunto Echa un verso, poeta; breve, por favor, no sea que me duerma Carlos Alberto Buscando la musa en el fondo del mar, arribé a este punto La risa del difunto El ronroneo de la gata Mía es lo que más extraño de la vida antetumba Carlos Alberto Dijeron que sería una abducción, pero me inhumaron La risa del difunto La soledad está muy dura. Invitaré a cenar a los gusanos Carlos Alberto Buscando mi identidad llegué muy abajo La risa del difunto ¿Para qué ir al cielo? Bajo tierra, vivo en paz Carlos Alberto Me engañaron, aquí no hay mar, ni orgasmos, ni estrellas La risa del difunto Para reanimar estos huesos dame un café intenso Carlos Alberto Si las miradas mataran… tendría muchos epitafios La risa del difunto Recuerdo tu seductor acento. ¡Estremeces mis cenizas! Carlos Alberto Mi vecina, La llorona, no deja dormir La risa del difunto Te propongo un cambalache: duerme esta noche en mí morada, abrigada con tierra fresca. Entre tanto, yo, ‘calentaré’ a mi rival Carlos Alberto Quisiera gritar lo que siento, pero el barro me atora La risa del difunto ¡Eh! Sí, estoy muerto, pero no me pisotees Carlos Alberto Se vende epitafio de cadáver reencarnado La risa del difunto El año fallecido se apodera de otro cuerpo Carlos Alberto En la cava que antaño cavé se añejan mis penas La risa del difunto Aquí no vive el amor, Mors se lo llevó Carlos Alberto Aún no anochece y ya diviso un lucero en este cielo huérfano La risa del difunto Triste está el cielo por tu partida. ¡Llorón! Carlos Alberto ¿Dónde yace el tiempo? En el espacio de-mente La risa del difunto Solo moriré cuando me olvides Carlos Alberto Perdí tiempo esperando la luz del día. Olvidé que para mi alma siempre es de noche La risa del difunto No he muerto. Estoy exiliado Carlos Alberto ¿Estás bailando sobre la lápida? Lastimas mis tímpanos La risa del difunto Desentiérrame, amor. Probemos nuevamente el fruto prohibido Carlos Alberto Cuando tu alma me acompañe, viviremos juntos para siempre La risa del difunto Esta nueva vida es fantasmagórica Carlos Alberto El alma descansa del pesado éter La risa del difunto Duerme en paz, amada mía. Entre tanto, disfrutaré del insomnio Carlos Alberto Viejo, mi querido viejo, ahora no caminas lerdo La risa del difunto Mujeriego empedernido, ¿con quién estás durmiendo? Carlos Alberto Invoco tu presencia en este mundo de ultratumba. ¡No puedo morir sin ti! La risa del difunto ¡Silencio! Zona de meditación Carlos Alberto Si hubiera sido árbol, hoy sería un chamizo erguido La risa del difunto Estoy medio muerto. Los gusanos despreciaron mis huesos Carlos Alberto Aprende música. Soy una marimba ósea La risa del difunto Aunque cataléptico, me encuentro aquí ‘gracias’ al escalpelo de un médico forense Carlos Alberto Detesto el cementerio. Los fantasmas no dejan dormir La risa del difunto Muerte infinita, vida sin fin Carlos Alberto La vida era prestada. Me embargaron a perpetuidad La risa del difunto ¿Qué quieres que te diga? Si a mi voz se la está tragando la tierra Carlos Alberto En invierno me abriga la nieve La risa del difunto No recuerdo si quieres olvidarme Carlos Alberto ¡Eh! Aquí no caben todos mis secretos La risa del difunto Claro que tienes derecho al llanto, pero me estás ahogando Carlos Alberto Un paso al vacío, eso es la muerte La risa del difunto No haber podido llorar mi deceso, fue lo más duro de morir Carlos Alberto A ti, oscuridad, al comienzo del túnel La risa del difunto Deambulo por parajes oscuros, quizá buscando reaprender el lenguaje vivo Carlos Alberto La cremación acabó con mi vida Epitafio