Los juicios tenían lugar en la Duat, donde las almas eran guiadas por Anubis hasta la sala de las dos verdades, donde se encontraba el dios Osiris, el encargado de dictar la sentencia y decidir si el alma del muerto podía ir al paraíso o no. Primero de todo Anubis extraía el corazón del difunto, símbolo de la moral y la conciencia y lo colocaba en un plato de la balanza; en el otro plato ponía la pluma de Maat, diosa que representaba la Verdad y la Justicia. El jurado de los dioses iba formulando preguntas sobre el pasado del difunto y su comportamiento moral, en función de la respuesta el corazón podía aumentar o disminuir de peso, haciendo decantar la balanza hacia un lado o el otro. Mientras el dios Thot iba anotando los resultados. Finalmente, Osiris exponía el resultado ante el tribunal divino que representaba las regiones egipcias. Si la balanza estaba equilibrada quería decir que el difunto había dicho la verdad, el alma del difunto, considerada buena y justa, sería guiada por Horus hasta su cuerpo momificado, al que se le abrirían los ojos y la boca en una ceremonia ritual para disfrutar de una vida eterna en el Aaru o paraíso. En caso contrario, Ammyt, se encargaría de la llamada "segunda muerte" devorando el cuerpo del difunto y evitando así que fuera inmortal.