La Iglesia y la II Guerra Mundial

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EL PONTIFICADO DE PÍO XII (1939-1958)1
El último PAPA-REY y el fin de la Cristiandad: tras este
paradójico titular se esconde un duro y prolongado conflicto entre la Iglesia
y la sociedad moderna. Pío XII y con él la Iglesia tuvieron que hacer
frente, justo después de terminada la II Guerra Mundial, a la reconstrucción
de una nueva época y, más adelante, a una lenta adaptación, no del todo
asimilada, a las nuevas ideas y modos de vivir.
La Iglesia y la II Guerra Mundial: el fracaso de la vía diplomática y
el largo silencio papal.
Con la finalización de la I GM concluye el tactismo bélico. Se daba
paso a nuevas estrategias militares: la guerra ilimitada y la guerra total
acabaron afectando también a la población civil. El número total de
víctimas civiles está más cerca de los sesenta millones que de los cincuenta.
A tal carnicería humana se le deben sumar millones de desplazamientos y
lo que fue mucho más grave: la exterminación de la minoría judía y, en su
tanto, la polaca. Lo que generó sentimientos encontrados y resentimientos
no fáciles de apaciguar. Las pérdidas humanas estuvieron acompañadas por
la destrucción y arrasamiento de los campos de cultivo, ciudades e
infraestructuras.
La reconstrucción mundial: con la finalización de la Guerra, la
derrota del fascismo y de los sistemas autoritarios, la monarquía está
llamada prácticamente a su desaparición. La democracia y el sistema
republicano se instalan en Europa y en el mundo. La democracia se
consolida y con ella el poder del Estado crece de tal manera que
prácticamente todas las iniciativas sociales parten o llegan a él.
Desde el punto de vista de la cultura y de la mentalidad política, se
fue imponiendo lentamente el espíritu y la cultura socialista: “se trata de un
socialismo difuso cuyas fronteras son más amplias que las de las
formaciones propiamente socialistas. Casi todo el mundo se considera más
o menos socialista, sin tener una noción clara de lo que significa este
vocablo: esencialmente, la esperanza de conciliar la libertad y justicia, la
negativa a escoger entre una libertad cuyo corolario sea la desigualdad y la
injusticia y una igualdad que reduce las libertades tradicionales”2. Léon
Blum en Francia, Clement Attlee en Inglaterra…. fueron presidentes
socialistas….
Junto y frente al socialismo, el comunismo y la democracia cristiana
fueron las otras dos grandes corrientes políticas que gobernaron el mundo.
1
2
SORGE, B., La propuesta social de la Iglesia, BAC, Madrid 1999, 27-40.
RÉMOND, R. El siglo XX. De 1914 a nuestros días. Vicens Vives, Barcelona 1980, p 167.
El comunismo, en la medida en la que fue siendo asumido por una
parte considerable de la ciudadanía, se fue convirtiendo en una formidable
fuerza política en muchos países: en Francia en las primeras elecciones
generales de la nueva época obtuvo unos cinco millones de votantes, lo
que le permitió contar con 150 diputados en la Asamblea nacional; en
Italia, el doble, convirtiéndose, en consecuencia, en una alternativa real en
la toma del poder.
La democracia cristiana: la práctica totalidad de la sociedad
reconoció que los cristianos resistieron como auténticos héroes a los
sistemas totalitarios, siendo, en consecuencia, los herederos de los partidos
y grupos de derechas y los líderes, por su formación intelectual y por su
espíritu cristiano, de las nuevas iniciativas europeas.
En cuanto a las realizaciones prácticas: se aprobaron la nuevas
constituciones de la Europa y del mundo de nuestros días: Italia, Francia,
Japón… Triunfa el régimen de Asamblea y se gobierna, dado la
proliferación de partidos, casi siempre en base a grandes consensos. A nivel
global se crea la ONU (1945) y se firma la Declaración Universal de los
Derechos Humanos (1948).
La recuperación en el campo económico fue espectacular. La guerra
dio lugar, tras los acuerdos de Bretón Woods, a la creación del Fondo
Monetario Internacional y del Banco Mundial. El mundo occidental se
benefició del Plan Marshall y de la OECE (Organización europea para la
cooperación económica).
La consolidación del bloque comunista en la Europa del Este y el
protagonismo de la URSS frente a la direccionismo de la política
internacional de los Estados Unidos, sumieron al mundo en unas tensas
relaciones diplomáticas, conocidas como la Guerra Fría.
Pío XII no publicó ninguna encíclica social. Le bastaba con aplicar
a las nuevas realidades las doctrinas contenidas en RN y QA. En cambió, sí
que se sirvió de numerosos discursos, los famosos radio-mensajes de
Navidad y de oportunos discursos, para ir adaptando la DSI a los nuevos
tiempos y a las nuevas realidades sociales y políticas. Su pensamiento
social se basó en la defensa de la persona humana y de la familia. Frente al
liberalismo y colectivismo desarrolló el solidarismo y el personalismo.
Sobre la persona, sujeto, medio y fin de toda la vida social, gira lo mejor de
sus aportaciones. Sus principales colaboradores en estas y en otras materias
fueron miembros de la Compañía de Jesús, profesores de la Universidad
Gregoriana: los padres Gundlach, Leiber….
Su magisterio social lo podemos estructurar en tres grandes etapas:
Primera: 1939-1945. Los Mensajes de Navidad. Ofrece las bases para la
búsqueda de una paz justa y segura.
Segunda: 1946-1949: aporta ideas sobre la reconstrucción del mundo.
Tercera: 1950-1958: trata de poner calma dentro de las tensiones creadas
por la amenaza de una nueva guerra.
Lecturas y comentarios:
Discurso en el 50 aniversario de la Rerum Novarum (1-6-1941). La
Solennitá
Por la civilización cristiana en el quinto aniversario de la Guerra (19-1944) (Oggi)
50 ANIVERSARIO DE LA RERUM NOVARUM. Domingo de
Pentecostés. 1-6-1941. Esquema del Discurso.
1. 1 de junio de 1941. Fiesta de Pentecostés. Un Pentecostés manchado por
la sangre derramada en una guerra, descrita con fuertes y vivos trazos:
“todas las fuerzas físicas e intelectuales de una porción de la humanidad….
están, en medida y ardor jamás conocidos hasta ahora, tirantes bajo la
férrea e inexorable ley de la guerra”. En todos los rincones de la tierra se
vive con “exasperación, acrimonía, escisión y lucha”.
2. A las voces de guerra y miedo, se une la pacífica voz del Vaticano.
Desde la tumba de Pedro, primer mártir de la era cristiana, el Papa hace un
llamamiento al mundo entero para convencerle de que sólo en Cristo y en
la verdad por él enseñada, “se pueden encontrar la verdadera salvación y la
felicidad duradera tanto para los individuos como para los pueblos”.
3. Sirviéndose de lo que para muchos es una arma mortífera, el papa desea
que la humanidad entera reviva la fiesta de Pentecostés. Lo necesita para
releer de nuevo la RN. .
4. Al tiempo que vuelve a justificar la intervención de sus antecesores y la
pertinencia de la RN y QA, subraya la importancia que en todos estos
asuntos ha ido ganando el Estado. Uno de los puntos a los que
conjuntamente ambos, Iglesia y Estado, deberán prestar atención es al tema
trabajo. En este punto, al poder público le corresponde “prevenir las
perturbaciones del equilibrio económico que provienen de la pluralidad y
de la oposición de encontrados egoísmos individuales y colectivos”.
5. A la Iglesia, en cambio, le corresponde “a no dudarlo”, juzgar si el orden
social y económico en lo que tienen de moral se ajustan a los principios del
derecho natural (ley natural) y de la Revelación. Con estas dos corrientes
de agua, así se expresa el Pontífice, la Iglesia ayudará la acción de la
Gracia; acción que en todo momento, pretende, por una parte, potenciar “en
la vida terrena el sano y vital aliento de la verdad y de la virtud moral” y,
por otra, erradicar “el bacilo morboso y muchas veces mortal del error y de
la depravación”. Esta es su ineludible misión de Madre.
6-7. Si León XIII desveló y denunció las “fatales” consecuencias que para
la vida del obrero se encerraban en el “socialismo materialista” y en
liberalismo económico; no contento con esto expuso “los principios
convenientes y aptos para mejorar —gradual y pacíficamente— las
condiciones materiales y espirituales del obrero”, el discurso del 1 de
Junio de 1941 va en la misma dirección.
8-9. De la RN, tal como vio la QA, nació la doctrina social católica y con
ella innumerables bienes para toda la humanidad. Además de asegurar la
paz social, sembró y desarrolló en el corazón de toda la humanidad
“sentimientos cristianos y dignidad civil”; promovió los intereses y los
derechos de los trabajadores, “particularmente de los débiles y
desheredados, con amplia política social y con la creación de un fuero
del trabajo” Por lo que puede afirmarse que la RN es “la carta magna
de la laboriosidad social cristiana”.
10-11. Ante una situación tan incierta e insegura como la actual (1941), el
Papa se apresta a seguir el “proceso social de los nuevos tiempos”,
fijándose en tres “valores fundamentales que se entrelazan, se aseguran
y se ayudan mutuamente”; éstos son: “el uso de los bienes materiales, el
trabajo, la familia”.
EL USO DE LOS BIENES MATERIALES. (12-18)
12. Pío XII, al decir de los comentaristas, sin dudar de la doctrina y práctica
del derecho “de propiedad y del sustento del hombre”, parece ir más allá
de lo que habían ido sus predecesores, subrayando en esta ocasión, tal
como había dicho en su encíclica a los Obispos americanos, la Sertum
laetitiae (1-11-1939), "que los bienes creados por Dios para todos los
hombres” deban llegar “con equidad a todos, según los principios de la
justicia y de la caridad".
13. Toda persona humana, dotada de juicio y razón, “tiene efectivamente
el derecho natural y fundamental”, amén de toda normativa sobre la
regulación práctica sobre el derecho de propiedad, “de usar de los bienes
materiales de la tierra”. Es tan sagrado este derecho individual que “no
puede suprimirse en modo alguno, ni aún por otros derechos ciertos y
pacíficos sobre los bienes materiales”. Clave para entender este
planteamiento es advertir el que éstos fueron destinados por Dios para
satisfacer las necesidades de todos. Solo de esta manera, llegará la sociedad
a “la paz fecunda y a la consistencia vital”. Elementos necesarios para
poder superar las precarias condiciones actuales, “generadoras de luchas
y celos y abandonadas a merced del despiadado capricho de la fuerza y
de la debilidad”.
14. “El derecho originario sobre el uso de los bienes materiales”, el derecho
de propiedad le permite a la persona humana “el cumplimiento de sus
deberes morales” y de esta manera llevar a buen puerto “el fin moral y
religioso que Dios, su creador, le ha señalado”
15. Los poderes públicos en orden a procurar el bien común están
obligados a tutelar estos derechos de la persona humana. Con todo, la
persona, sujeto de derechos y deberes, en aras de la consecución del bien
común, puede y debe imponer condiciones y limitaciones al Estado, para
que éste no se exceda con un poder demasiado extenso, susceptible de
“atropellar el sentido mismo del bien común y caer en el error de
afirmar que el fin propio del hombre en la tierra es la sociedad; que la
sociedad es fin de sí misma; que el hombre no tiene que esperar otra
vida fuera de la que se termina aquí abajo”.
16. Define la economía nacional como la colaboración de todos los
trabajadores a la creación segura e ininterrumpida de riqueza. Un país será
tanto más rico cuantas más personas e instituciones libremente colaboren a
la creación de riquezas. El Estado no debe intervenir cuando se asegura,
“en conformidad a los designios del Creador, el derecho personal de todos
al uso de los bienes.
17. La riqueza material de un pueblo no consiste únicamente en la
abundancia de bienes materiales sino en que éstos estén orientados
debidamente “al desarrollo personal de sus miembros”. Si tal distribución,
aún disponiendo de bienes, no mirase los intereses y las necesidades de
todas las persona, estaríamos ante un pueblo pobre. Pobre porque, en el
fondo, no se interesa del total y entero bienestar de las personas.
18. Si se mide la riqueza de los pueblos únicamente con criterios
económicos y cuantitativos se llegará casi con toda seguridad a la creación
de políticas económicas, que exijan cada vez más “continuos gravámenes,
en bienes y sangre”; bienes muy alejados de los frutos de la paz y del
bienestar; expresión de una riqueza más cualitativa que cuantitativa, cuyo
objetivo central es la persona humana.
EL TRABAJO (19-21)
19. Respecto al trabajo se vuelven a subrayar dos propiedades, ya presentes
en la RN: el trabajo es a la vez personal y necesario.
20. Si el trabajo en la concepción cristiana es un derecho necesario, lo es
porque viene impuesto y determinado por la ley natural y no por la
sociedad. La organización del trabajo dependerá, en consecuencia, de los
particulares: patronos y obreros. Solo si se dan circunstancias
extraordinarias, podrá y deberá intervenir el Estado.
21. La intervención del Estado salvará el carácter personal del trabajo y
respetará todos los derechos de los trabajadores. Derechos que se señalan a
continuación. El papa quería salvaguardar al hombre cristiano, fagocitado a
poco que se descuide por un régimen laboral propio de una economía de
guerra.
LA FAMILIA (22-25)
22. Con la creación de la riqueza se busca asegurar el bienestar físico,
espiritual y religioso de la familia. Nada mejor que vincular una vez más,
tal como se ha venido proponiendo desde la RN, la propiedad con “la
existencia y el desarrollo de la familia”.
23. Siendo la familia la raíz natural y más fecunda de las naciones,
resultaría antinatural que el Estado atacase e hiciese “vana la propiedad
privada”. Si lo hiciese le arrebataría al padre de familia, “la libertad que
Dios le ha señalado en el perfeccionamiento de la vida familiar”.
24. Se vuelve a vincular la propiedad privada con el progreso y estabilidad
de la familia, encarnados, como ya se hiciera en la RN, en la propiedad de
un terreno. La llamada creación de espacios vitales, aunque algo tenga
que ver con la propiedad de la tierra, se presenta aquí como una válvula de
seguridad ante la incertidumbre e inseguridad de la guerra.
25. Ante las dificultades por las que están pasando muchas familias y ante
la inmensa oferta de inmensos espacios vitales, los Estados tendrían que
propiciar y favorecer la emigración. Amén de favorecer el crecimiento de
verdaderas colonias de agricultores, la familia y el Estado saldrían
beneficiados: los estados al acoger ciudadanos laboriosos, las familias al
constituir una verdadera nación al tener asegurado para siempre un
terreno.
COOPERACION AL NUEVO ORDEN. (26-27)
26. Se hace una llamada a todos los cristianos para que cooperen de cara a
la organización de un “orden nuevo”, que “dé a los pueblos la
tranquilidad en la paz y en la justicia”. Cooperar al nuevo orden y en
especial a la regeneración de la vida económica es un deber moral. No será
fácil. Los obstáculos crecen de día en día. Las mayores dificultades
provienen del paganismo de la vida pública. Este nuevo orden invita a los
cristianos para que superándose a sí mismos no se contenten con la
mediocridad pública. Se alude y se reconoce, una vez más, el paganismo
en el que se desarrolla la vida social.
27. La reconstrucción de un nuevo orden social pasa por avivar la llama del
espíritu social fraterno. Ayuda imprescindible en este camino y en este
fraterno ejercicio serán los impulsos de caridad que vengan y se ofrezcan al
Corazón Divino. Cristo sigue convocando e invitando a la entera
humanidad a la práctica de las Bienaventuranzas.
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