DANTE ALIGHIERI (1265-1321) Oltre la spera... Tutti li miei penser... Allende el orbe de rodar más lento llega el suspiro que mi pecho exhala: nuevo intelecto con que Amor escala célica altura en alas del lamento. Sabe sólo de Amor mi pensamiento; por él y en él lo tengo tan cambiante: de Amor la potestad lo lleva amante, o a loco razonar, su valimiento. Me infunde en la esperanza dulce aliento, o acerbo lloro en onda desbordante; tan sólo se unifica si tremante mi alma de pavor se ve un momento. Y así mi suerte ignoro en la contienda, y no querer decirlo y que lo diga: vagando voy en amorosa erranza... Y si con todos he de hacer alianza vano será clamarle a mi enemiga -la insensible Piedad- que me defienda. Cuando alcanza la cima de su intento ve la Mujer que otra ninguna iguala por su esplendor: a quien todo señala de Amor para el más alto rendimiento. Viéndola así, con voz sutil, ardiente, Amor le habla al corazón doliente que lo interroga y no comprende nada. Soy yo quien me hablo a mí y ante la bella membranza de Beatriz, todo destella y lo entiende mi mente iluminada. Con l'altre donne Tanto gentile Tanto es gentil el porte de mi amada, tanto digna de amor cuando saluda, que toda lengua permanece muda y a todos avasalla su mirada. Rauda se aleja oyéndose ensalzada -humildad que la viste y que la escuda-, y es a la tierra cual celeste ayuda en humano prodigio transformada. Tanto embeleso el contemplarla inspira, que al corazón embriaga de ternura: lo siente y lo comprende quien la mira. Y en sus labios, cual signo de ventura, vagar parece un rizo de dulzura que el alma va diciéndole: ¡Suspira! Otra ninguna mis pupilas llena; y si las miro, no dudéis, Señora: lo que disperso en otras enamora vuestra beldad lo junta en gracia plena. La vuestra duda no será condena, ni razón contra mí torturadora: por tanta gallardía seductora, tan fija a vuestro ser va mi cadena, que a cuanto no es lo vuestro, fenecidos, sólo en Vos mi pensar y mis sentidos saben vivir su esclavitud gozosos. Y si en otras mudara alma y figura, nuevo Luzbel sería, de la Altura cayendo a los abismos tenebrosos. Amor e'l cor gentil Corazón y el Amor son una cosa sola y gentil -el sabio lo ha dictado. Ninguno sin el otro ha palpitado, que la razón no puede estar ociosa. Falla natura cuando está amorosa, y Amor o el Corazón por un cuidado; transcurra el tiempo breve o dilatado, lo mismo en inquietud que si reposa. Si a la Bella se suma la Discreta, y nuestra vista bebe su dulzura colmando el corazón de ansia secreta, del Amor al asedio que perdura pidiendo estadio la Beldad nos reta como bravo adalid en su armadura. Rubén Darío (Nicaragua 1867-1916) Que el amor no admite cuerdas reflexiones Señora, Amor es violento, y cuando nos transfigura nos enciende el pensamiento la locura. No pidas paz a mis brazos que a los tuyos tienen presos: son de guerra mis abrazos y son de incendio mis besos; y sería vano intento el tornar mi mente obscura si me enciende el pensamiento la locura. Clara está la mente mía de llamas de amor, señora, como la tienda del día o el palacio de la aurora. Y el perfume de tu ungüento te persigue mi ventura, y me enciende el pensamiento la locura. Mi gozo tu paladar rico panal conceptúa, como en el santo Cantar: Mel et lac sub lingua tua. La delicia de tu aliento en tan fino vaso apura, y me enciende el pensamiento la locura. Vicente Huidobro (Chile, 1893-1948) Altazor o Viaje en paracaídas. Canto II (Fragmento) Mujer el mundo está amueblado por tus ojos Se hace más alto el cielo en tu presencia La tierra se prolonga de rosa en rosa Y el aire se prolonga de paloma en palo Al irte dejas una estrella en tu sitio Dejas caer tus luces como el barco que pasa Mientras te sigue mi canto embrujado Como una serpiente fiel y melancólica Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro ¿Qué combate se libra en el espacio? Esas lanzas de luz entre planetas Reflejo de armaduras despiadadas ¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso? En dónde estás triste noctámbula Dadora de infinito Que pasea en el bosque de los sueños Heme aquí perdido entre mares desiertos Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche Heme aquí en una torre de frío Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera Luminosa y desatada como los ríos de montaña ¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos? Te pregunto otra vez El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor Te hablan por mí las piedras aporreadas Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo Te habla por mí el color de los paisajes sin viento Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas Dormido en tu memoria Te habla por mí el arroyo descubierto La yerba sobreviviente atada a la aventura Aventura de luz y sangre de horizonte Sin más abrigo que una flor que se apaga.