Título: Pedro Linares López Subtítulo: El poder de los sueños Linares López nació en la Ciudad de México, el 29 de junio de 1906. Era escultor de papel maché o cartonero, profesión en la que se inició desde muy pequeño, continuando el legado familiar. El trabajo se basaba principalmente a la producción artesanal de piñatas, esqueletos, máscaras y figuras para la quema de Judas, utilizadas en diferentes celebraciones tradicionales de dicho país. Una grave enfermedad, cuando tenía 30 años aproximadamente, hizo que su vida diera un giro rotundo. Tras varios días de fiebre alta, en estado de inconciencia, y sin los recursos económicos que permitieran brindarle la atención médica que el caso requería, el joven Pedro Linares estuvo muy cerca de la muerte. Tanto que, cuando despertó tras una milagrosa mejoría, sus familiares lo estaban velando, creyéndolo muerto. El recuerdo lúcido de los sueños que tuvo durante su estado febril, cambió su vida para siempre. Recordaba extrañas imágenes y sucesos con criaturas desconocidas moviéndose en un bosque. Valiéndose de sus habilidades en cartonería, decidió materializar y convertir en objetos aquellos animales que había visto tan reales mientras se debatía entre la vida y la muerte. Realizó innumerables bocetos hasta lograr las representaciones exactas de lo que vio. Las llamó “alebrijes”. Posiblemente, en su delirio Pedro creó el término por la combinación de alegría, porque no sentía dolor; brujería, por ser criaturas mágicas; y embije, que viene de embijar, que significa enlodar o teñir de rojo, un término que por su oficio conocía muy bien. Sus alebrijes tienden a mostrar la boca abierta, mostrando los dientes puntiagudos de la criatura y la lengua apuntando hacia afuera, generalmente tienen alas, garras o cascos con patrones y colores muy detallados. Estas figuras fantásticas surgen de la combinación de elementos fisionómicos de varios animales, reales o imaginarios, y se caracterizan por sus colores vibrantes. Pedro Linares obtuvo un gran reconocimiento con sus alebrijes, y fue invitado por Estados Unidos y Europa, para que el mundo pudiera conocer sus hermosas y extrañas criaturas. Atrajo la atención y la admiración de los artistas mexicanos más reconocidos internacionalmente, como Frida Kahlo y Diego Rivera, aunque fue un documental sobre su vida y su obra, realizado en 1975 por la cineasta Judith Bronowski, el que definitivamente lo elevó a la fama mundial. En 1990 Linares recibió el Premio Nacional de Ciencias y Arte de México en la categoría de Arte y Tradiciones Populares gracias a su trabajo, su técnica, su arte y, por supuesto, sus alebrijes, que sintetizan las tradiciones prehispánicas de México. Pedro Linares López falleció el 25 de enero de 1992, a los 85 años, dejando una herencia incalculable para el arte mexicano. Sin dudas, su obra permitió consolidar una nueva perspectiva del arte por el que es reconocido México en la actualidad; un arte lleno de misticismo, de magia, de color y de una insuperable imaginación. Es considerado el padre de un tipo de arte surrealista basado en criaturas inexistentes que solo estaban conectadas entre sí por su propia imaginación y por el poder de sus sueños. Destacado: Una pesadilla que se convirtió en sueño Todo su esfuerzo y trabajo lo dedicó a recrear los animales fantásticos que soñó y que con tanta nitidez recordaba. Entre esos extraños animales que vio, los que más recordó después fueron un burro con alas, un gallo con cuernos de toro y gran cantidad de animales mezcla de insectos, reptiles, pájaros y mamíferos con todo tipo de colores. El mundo de los alebrijes —también como una de las grandes tradiciones culturales mexicanas— sugiere que cada uno también es capaz de refundarse en su propio universo, de reedificar su propia tradición, de reinventar aquello que pereció, de crear con imaginación y delirios, de entregarnos a los sueños y moldear estos con las manos.