Subido por Jessica Ordoñez

Luxacion de Cadera

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Luxación de cadera
Urgencias traumatológicas de la pélvis
y miembro inferior
CONTENIDO
1. Biomecánica lesional.
2. Diagnóstico por imagen.
3. Clasificación.
4. Estrategia terapéutica.
Manejo ortopédico.
Tratamiento quirúrgico.
Complicaciones.
5. Bibliografía.
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Biomecánica lesional
Las luxaciones de cadera nativa es una patología poco
frecuente. Suponen el 5 % de todas las luxaciones
traumáticas. Se considera una emergía ortopédica,
requiriendo una reducción temprana para disminuir
el riesgo de necrosis avascular de la cabeza femoral.
Es debida a traumatismos de alta energía, como los
accidentes de tráfico. Puesto que se requiere mucha
energía aplicada en la cadera para luxarla. (1)
La articulación de la cadera es una articulación
esferoidea (enartrosis) haciendo que se una de las
articulaciones más móviles del cuerpo. Aún así es una
articulación fuertemente estable. Por un lado presenta
una estabilidad intrínseca importante ya que más
de la mitad de la cabeza femoral está cubierta por el
acetábulo y el labrum acetabular. Está fuertemente al
acetábulo por medio de los ligamentos (iliofemoral,
pubofemoral, isquiofemoral y ligamento redondo) y por
la cápsula articular.
El ligamento iliofemoral (de Bigelow) tiene forma de
Y, y se encarga de evitar la hiperextensión de la cadera,
y refuerzo la capsula anterior. Es uno de los ligamentos
más fuertes en el cuerpo humano, por lo que raramente
se desgarra durante el traumatismo, actuando como
pivote para la reducción. El ligamento pubofemoral
actúa para restringir la abducción de la cadera, mientras
que el ligamento isquiofemoral evita la rotación interna.
El ligamento redondo, que se extiende desde la
depresión de la cabeza femoral hasta la fóvea acetabular,
previene el desplazamiento de la cabeza femoral.
Aporta vascularización a la cabeza femoral por medio
de la arteria foveolar (rama de la arteria obturatriz).
El resto de aporte vascular proviene de las arterias
femorales circunflejas, siendo el principal el suministro
aportado por la arteria circunfleja medial (rama de la
arteria femoral profunda). Estas continúan en los vasos
retinaculares subcapsulares que están en riesgo de
lesionarse durante al luxación. (2)
Las luxaciones de cadera son debidas a lesiones de alta
energía, en las que se genera una carga axial trasmitida
desde la rodilla, que asciende de distal a proximal y que
atraviesa la articulación de la cadera. Dependiendo de la
posición del fémur respecto de la pelvis en el momento
del traumatismo, va a condicionar cada uno de los tipos
de luxaciones.
Las luxaciones anteriores pueden producirse en
accidentes de tráfico, en caídas desde una altura
o secundaria a un golpe en la espalda de un paciente
en cuclillas. Son menos frecuentes 10-18%. La
cadera se encuentra abducida y en rotación externa,
haciendo que el cuello femoral choque con el borde
acetabular y se desplace por delante desgarrando la
cápsula anterior. En función de la flexión de la cadera,
condicionará una luxación anterior superior o inferior.
En estos casos puede haber un compromiso del
paquete neurovascular femoral.
Las
luxaciones
posteriores
clásicamente
se
asocian a traumatismo contra el salpicadero
del coche, en accidentes de tráfico. Son más
frecuentes 90%. Existe un impacto de la rodilla
flexionada con la cadera en aducción y flexión.
Estas luxaciones pueden asociarse con fracturas del
borde posterior del acetábulo. Cuando no existe fractura
suelen ser debidas a que la cadera está en una posición
neutra o aducida. Estos casos pueden asociar lesión
del nervio ciático, dado el desplazamiento posterior, así
como facturas de la pared y/o columna posterior del
cotilo, lesiones del cartílago articular, fracturas de la
cabeza femoral, etc. (3)
Lo primero que se tiene en cuenta, es que son lesiones
causadas por traumatismos de alta energía, con lo
que con alta frecuencia presentan lesiones asociadas:
traumatismo pélvico, torácico y/o abdominal. Estas
pueden alcanzar hasta una tasa de 70-90%. Por lo que se
debe proceder a una evaluación exhaustiva mediante la
aplicación de los principios de soporte vital avanzados,
que permita un adecuado diagnóstico y manejo las
lesiones que amenazan la vida del paciente.
El paciente con una luxación de cadera refiere dolor
muy intenso en la cadera y con limitación completa
del movimiento. Se aprecia una aparente deformidad
del miembro afectado. Esta deformidad puede pasar
desapercibida en los casos de lesiones concomitantes en
la extremidad ipsilateral (Factura de fémur o tibia y peroné).
Aquellos pacientes que presentan una luxación
anterior de la cadera presentan un ligero acortamiento
del miembro. Si presenta una luxación superior, la
cadera estará extendida y rotada externamente,
mientras si es inferior, la cadera puede aparecer
flexionada, abducida y girada externamente. En estos
casos la cabeza femoral puede ser palpable; en la
vecindad de la espina ilíaca anterosuperior o en la
ingle, respectivamente.
En las luxaciones posteriores, la extremidad afectada
presenta clásicamente un acortamiento, aducción
y rotación interna (posición bañista sorprendido). Asocia
frecuentes lesiones musculo-esqueléticas, con un riesgo
de un 10-14% de lesión del nervio ciático.
La valoración neurovascular debe aplicarse de manera
cuidadosamente en la evaluación inicial y durante el
seguimiento, dado el riesgo de lesión del nervio ciático
y de las estructuras neurovasculares femorales.
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Diagnóstico por imagen
Ante la sospecha de una luxación de cadera, se debe
proceder a realizar una proyección AP de Pelvis,
una proyección Inlet y Outlet de pelvis, así como una
proyección de Judet. Esto dará una orientación sobre
la dirección de la luxación y la presencia de fracturas
asociadas. A pesar de ellos, siempre es necesario
realizar un TAC de pelvis para confirmar la luxación,
valorar la presencia de fragmentos óseos o fracturas
acetabulares o de la cabeza/cuello femoral, que puedan
impedir la reducción adecuada de la cadera.
Por otro lado debe realizarse siempre una TC tras la
reducción. Esta informará si la reducción es congruente,
si presenta fragmentos óseos articulares o fracturas
asociadas (pared posterior, cotilo, cabeza y cuello femoral).
La RMN es útil para valoración del estado del cartílago en
caso de persistencia de dolor, tras el tratamiento agudo.
• Clasificación Pipkin de fractura-luxación de la
cadera:
-- Tipo I: luxación posterior de la cadera con fractura
de la cabeza femoral distal a la fóvea central.
-- Tipo II: luxación posterior de la cadera con
fractura de la cabeza femoral por encima de la
fóvea central
-- Tipo III: tipo I o tipo II con fractura asociada del
cuello femoral.
-- Tipo IV: tipo I, II o III con fractura asociada del
acetábulo.
• Clasificación de Rowe-Lowell para las luxaciones
centrales:
-- No desplazadas.
-- Fractura de la pared interna.
-- Fractura del techo acetabular.
-- Fracturas en estallido del acetábulo.
Clasificación
Se puede clasificar las luxaciones en función de
la dirección que presentan. Luxaciones anteriores
(superior o inferior), posteriores y centrales (asociadas
a Fracturas de cotilo).
Se suelen emplear 3 sistemas de clasificación:
• Clasificación de Epstein de la luxación anterior
de cadera:
-- Tipo I: luxaciones superiores (incluyen púbica
y subspinosa).
»» IA: sin fracturas asociadas.
»» IB: asociada a fractura de la cabeza o cuello
femoral.
»» IC: asociada a fractura del acetábulo.
-- Tipo II: luxaciones inferiores (incluyen obturador
y perineal).
»» IIA: sin fracturas asociadas.
»» IIB: asociada a fractura de la cabeza o cuello
femoral.
»» IIC: asociada a fractura del acetábulo.
• Clasificación de Thompson-Epstein de la luxación
posterior de cadera:
-- Tipo I: luxación simple con o sin fractura
insignificante de la pared posterior.
-- Tipo II: luxación asociada a un único fragmento
de pared posterior grande.
-- Tipo III: luxación asociada a un fragmento
conminuto de la pared posterior.
-- Tipo IV: luxación con fractura de la pared o techo
acetabular.
-- Tipo V: luxación con fractura de la cabeza femoral.
Estrategia terapéutica
Manejo ortopédico
Es muy importante proceder a una reducción de la
luxación, sobre todo si no es una luxación complicada,
lo más precoz posible para minimizar el riesgo de
complicaciones. Un retraso en la reducción se ha
asociado a mayor riesgo de necrosis avascular de
cadera. Se ha visto que en aquellos pacientes en los que
se procede a una reducción cerrada pasadas las 6 horas
de la lesión, tienen una mayor tasa de necrosis avascular
de la cadera.
Esta se debe realizar de manera cerrada o abierta,
lo antes posibles. Se han descrito diferentes técnicas
cerradas, las cuales recomendables realizar en
quirófano, bajo anestesia genera con correcta
analgesia y relajación. Todas se basan dar tracción
longitudinal de manera gradual mientras el ayudante
estabiliza la pelvis, añadiendo rotación hasta que
se produce la reducción.
Metodo de Bigelow
Describió un método en 1869 para las luxaciones
posteriores consistente en la aplicación tracción
continuada, durante la siguiente secuendia de
movimeintos: flexión completa de la cadera, después
abducción y rotación externa suave, posteriormente
extensión completa de la cadera y rotación interna hasta
dejarla en neutro. El método inverso de Bigelow para la
reducción de las luxaciones anteriores consiste tracción
longitudinal, aducción, rotación interna seguida de
extensión y neutralización de la cadera. Se han descrito
fracturas iatrogénicas mediante esta técnica.
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Método de Allis
Describió en 1895 su método el cual consiste en
colocar al paciente en decúbito supino. Mientras se
estabiliza la pelvis, se aplica tracción gradual en línea
mientras se flexiona la cadera y rodilla. Posteriormente
se realizan movimientos suaves de rotación con ligera
aducción, hasta que la cabeza salte por el acetábulo.
Método de Stimson
Publicada por primera vez en 1900, consiste en colocar
en decúbito prono al paciente con las piernas colgando
del extremo de la camilla. Mientras se estabiliza la
pelvis, con la cadera y rodillas flexionadas a 90º se
tracciona en eje del fémur o se presiona directamente
sobre la cabeza femoral.
Otros métodos más actuales son el descrito por
Rochester, que consiste en colocar el antebrazo del
cirujano debajo de la rodilla flexionada, empleándolo
como punto de apoyo, mientras se aplica tracción
continua y rotación controlada. El ayudante estabiliza
la otra rodilla sujetando el tobillo. El método de Mayra
y Samuel, donde el paciente se coloca en decúbito
supino al borde del extremo de la camilla. En cirujano
se coloca el miembro afectado sobre su hombro,
traccionando hacia debajo de la tibia, mientras aplica
aducción, ejerciendo una fuerza anterior de la cadera.
Una vez procedido a la reducción cerrada de la cadera,
se debe comprobar la estabilidad de esta. Esta consiste
en flexionar la cadera 90º, aplicar rotación interna,
aducción y compresión posterior. Deben anotarse en que
grados serian capaces de volverla luxar. Se recomienda
colocar una tracción transesqueletica distal en fémur
sobre todo en luxaciones inestables. Debe realizarse
posteriormente un control con TC para confirmar que la
reducción sea concéntrica, que no presente lesiones óseas
asociadas o fragmentos incarcerados intra-articularmente.
Existe una importante controversia a la hora de proceder
en el postoperatorio tras una reducción de la cadera.
Clásicamente se procedía a mantener una tracción
transesquelética durante 4 semanas y evitar la carga
hasta la 6ª semana.
Actualmente se está tendiendo a aplicar protocolos
que conlleven a una menor inmovilización junto con
una fisioterapia precoz. En los casos en los que se ha
conseguido una reducción cerrada estable dentro de las
primeras 6 horas, se recomienda inmovilización menos
de dos semanas, antes de iniciar movilización completa.
Se deben realizar ejercicios suaves para evitar adherencias
intra-articulares, evitando los movimientos extremos hasta
la 6ª-8ª semana. En los casos de movilización precoz,
se autoriza la sedestación a lo largo de los primeros días,
autorizándose carga parcial progresiva, siendo completa
a la 6ª semana. (4)
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Tratamiento quirúrgico
Las indicaciones son:
1. Luxación de cadera irreductible.
2. Reducción incongruente de la articulación de la
cadera.
3. Fragmentos interpuestos (hueso o cartílago) dentro
de la articulación de la cadera.
4. Inestabilidad de la cadera tras la reducción.
5. Luxación de cadera asociada a una fractura del
cuello femoral.
6. Fragmento grande desprendido de la cabeza
femoral.
El abordaje elegido para cada caso depende de la
dirección de la fractura, las lesiones asociadas y las
preferencias del cirujano.
En el caso de presentar fracturas asociadas estas deben
ser reducidas y fijadas en el mismo acto de la reducción
abierta. Si se encuentra ante fracturas de la cabeza
femoral, se recomienda retirar aquellos pequeños
fragmentos osteocondrales no viables, mientras que
los grandes fragmentos se reducen y se fijan mediante
tornillos de esponjosa sin cabeza.
Para las luxaciones anteriores se suelen emplear el
abordaje anterior de Smith-Petersen o el anterolateral
de Watson-Jones. Permite un acceso muy bueno para
la reducción y fijación de fracturas de cabeza femoral,
ya que suelen ubicarse a nivel anteromedial o unidas
al ligamento redondo.
En las luxaciones posteriores complejas se prefiere
acceder a través del abordaje de Kocher-Langenbeck,
permite evaluar defectos osteocondrales de la cabeza
femoral, retirar cuerpos libres y reducir y fijar fracturas
de la pared posterior del cotilo.
La presencia de pequeños fragmentos óseos sueltos
puede condicionar daños en la superficie articular. Si se
disponen en la fóvea puede no ser necesaria su retirada.
En función de la localización de los mismos, se puede
abordar por un vía anterior o posterior, o bien mediante
artroscopia. En caso de interposición de tejidos blandos
o fragmentos óseos que impidan una reducción
congruente deben ser tratados mediante cirugía, ya sea
para su reparación o extirpación. (6)
Complicaciones
Son múltiples las complicaciones que pueden presentarse
tras una luxación de cadera. En cuanto a su presentación
se pueden clasificar en inmediatas, a corto o largo plazo.
La lesión del nervio ciático es una complicación seria
presente en un 10-20% de los casos. Esta tasa aumenta
en caso de lesiones óseas. Debe valorar el estatus
neurológico previo a la reducción y tras la misma,
ya que este puede quedar atrapado. Presenta una tasa de
recuperación del 70%, aunque depende de la gravedad de
la lesión. Está indicada la revisión del nervio en caso de
empeoramiento del estatus neurológico tras la reducción.
Las complicaciones a corto plazo pueden ser el
dolor inguinal y la pérdida de movilidad; así como las
relacionadas con la reducción abierta, como son la
infección, el sangrado o la trombosis venosa profunda.
Se consideran complicaciones a largo plazo la necrosis
avascular, la artrosis de cadera o la osificación de
cadera. La necrosis avascular tiene una tasa del 5%
en reducciones temprana y del 50% en las superiores
a las 6h. Puede ser debido a la lesión de los vasos
circunferenciales y a la isquemia de la cabeza femoral
mientras permanece luxada. No parece influir la carga
precoz en su aparición, pero si el intento de reducciones.
La artritis postraumática se presenta en un 25% de los casos.
Es más frecuente en luxaciones posteriores. Aumenta al 50%
en caso de fracturas de la cabeza femoral. Está relacionada
con la severidad inicial del traumatismo, de la lesión de los
condrocitos y de la pérdida de congruencia articular.
La osificación heterotópica se presenta principalmente
con luxaciones posteriores, que incluyen fractura de la
pared posterior, o en luxaciones anteriores que emplean
un abordaje anterior para e tratamiento de fractura de la
cabeza femoral. Para su tratamiento se suele emplear
indometacina y radioterapia. (4)
El mayor factor pronóstico es el tiempo de reducción.
Se podrían clasificar este en función de la siguiente
secuencia. Luxación simple posterior > Luxación simple
anterior > luxación posterior con fractura de la pared
posterior > Luxación con fractura de cabeza femoral.
Bibliografía
1. Sanders S, Tejwani N, Egol KA. Traumatic hip
dislocationea review. Bull NYU Hosp Jt Dis 2010; 68:
91e6.
2. Gautier E, Ganz K, Krugel N, et al. Anatomy of the
medial femoral circumflex artery and its surgical
implications. J Bone Joint Surg Br 2000;82:679–83.
3. Phillips AM, Konchwalla A. The pathologic features
and mechanism of traumatic dislocation of the hip.
Clin Orthop Relat Res 2000;7–10.
4. Clegg TE, Roberts CS, Greene JW, Prather BA. Hip
dislocations-epidemiology, treatment and outcomes.
Injury 2010; 41:329–34.
5. Hak DJ, Goulet JA. Severity of injuries associated
with traumatic hip dislocation as a result of motor
vehicle collisions. J Trauma 1999; 47: 60e3.
6. Siebenrock KA, Gautier E, Woo AK, Ganz R. Surgical
dislocation of the femoral head for joint debridement
and accurate reduction of fractures of the
acetabulum. J Orthop Trauma 2002; 16:543–52.
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