Conversatorio : Orientación para la Afectividad y la sexualidad desde la teoría de Stermberg y la psicología positiva (Reseña) Los Orientadores educativos colombianos Dra en educación Shelry Osorio Leon y el Psicòlogo. Mg Amilkar A. Brunal, disertan a manera de debate sobre aspectos relevantes para considerar en el área de la Orientación para la Afectividad y la Sexualidad desde la teoría de Robert Stermberg (Amistad,Erotismo ,Compromiso)y la psicología positiva (Roles virtuosos), partiendo de un breve análisis macrosocial desde la “Cultura de la hipermodernidad(G. Lipovestky) aplicado a la cultura popular(pop) latinoamericana. A partir de los ejes de estudio del modelo Latinoamericano para la Orientación Transicional para el Sentido ético de la Vida” de la Red latinoamericana de Profesionales de la Orientación (Relapro) , se recomienda inicialmente ,el estudio de las cosmovisiones filosóficas manifiestas en las transiciones propias de la adolescencia y la juventud y su influencia en las relaciones afectivas significativas (Amistad, noviazgo principalmente) que realizan las necesidades existenciales de Identidad,Entendimiento Afecto,Protecciòn, Participaciòn , Creaciòn , Libertad, Recreaciòn y sentido de pertenencia en poblaciones escolarizadas;como metodología aplicable en los ámbitos de la Orientación Educativa Dominicana. En segunda instancia se recomiendan trabajos en la línea de la ética del Cuidado de Si y del cuidado del Otro(Foucuault) y el desarrollo de habilidades sociales (comunicativas) enfocadas a la exploración de las relaciones interpersonales. “La cultura del Bienestar” “La cultura del Bienestar” | Rebeldes Digitales Todo aquello que se acelera va incursionando inevitablemente en otros mundos. Uno avanza y a medida que avanza, va descubriendo espacios nuevos que anhela conquistar. El impulso imperante de auto superación ya no se limita al ámbito de lo profesional y de lo material, sino que poco a poco, va avanzando también hacia el mundo de las sensaciones. Uno debe ahora además de progresar, sentirse bien. El superhombre ya no desea solamente superarse con el fin de alcanzar un éxito que le permita el acceso a las cosas y a una reputación, sino que ahora además va más allá y anhela conseguir un bienestar, al que aspira llegar con el mismo tipo de esfuerzo. Toda auto superación va ligada inevitablemente a una sobrexigencia, que por supuesto supone un sufrimiento y un cansancio, porque todo aquello que se fuerza, duele; como duelen las piernas después de una clase de gimnasia. Pero la cultura del bienestar irrumpe y nos impone a las sensaciones placenteras como objetivo, mentalizándonos en que cada acción debe de estar unida siempre a una sensación de placer que la valide. “Si no lo gozas, no sirve”. El trabajo, aquella actividad forzosa a la que estamos obligados, corre entonces un grave peligro, porque inevitablemente en cada ocupación existen siempre sensaciones desagradables. Y por muy maravilloso que se pinte a un trabajo, todo trabajo tiene también su parte pesada, su esfuerzo y su lado oscuro, simplemente porque esa es la cualidad intrínseca del trabajo. Por lo cual, esta nueva imposición de estar siempre felices y de sentirnos siempre bien, genera un cortocircuito en todo ser humano trabajador y sobre todo en las nuevas generaciones, que aún no conocen el trabajo y que esperan de él una sensación de bienestar continuada y prometida, que por supuesto no encontrarán al 100 por cien jamás, en ninguna ocupación. Esta tendencia hedonista que considera al placer como objetivo último se propaga por todos lados. Existe un mercado emergente focalizado en las sensaciones que conquista todos los ámbitos. Los placeres 360 grados triunfan a la vez que confunden y provocan sensaciones contradictorias en los individuos que no las alcanzan, y que dudan, de si el problema son ellos o es el trabajo que tienen. La atención del mercado ya no está puesta en la utilidad del producto, sino en las sensaciones que éste provoca y el ambiente placentero en el cual se lo presenta. Hoy parece importar más el packaging, la decoración y el perfume ambiental de la tienda, que la utilidad del producto que vas a comprar. Se motiva al consumo, ya no por la necesidad del objeto, sino por las sensaciones placenteras que produce el consumir o ” la experiencia del consumo”. _“Lo importante es que te sientas bien” _ parece ser la consigna primera en estos tiempos para todo. El esfuerzo y el sacrificio son hoy mala palabra. En esta búsqueda prioritaria por “sentirse bien” parecen ya no importar las consecuencias que produzca este comportamiento hedonista e irresponsable, en una sociedad cada vez más enfocada en el sí mismo y en la búsqueda de la sensación como norma; una sociedad habituada al dopaje en todas sus variantes, como recurso para poder encajar dentro de esta tendencia, que sólo admite al placer. Quedando vedadas, todas las demás sensaciones del abanico sensorial contemporáneo. Esta búsqueda frenética por el placer 360 grados no está acotada únicamente a una juventud ávida de experiencias, sino que ya no tiene límite de edad y nos ha acostumbrado cada vez más, a la proliferación de hogares rotos; porque para quien busca un placer siempre renovado, una relación estable o una familia resultan ser un impedimento. Sin embargo, la imposición de la cultura del bienestar es más dañina en aquellas sociedades en las que no se han alcanzado niveles de progreso adecuados, porque esta consigna del placer como objetivo último, aumenta la sensación de precariedad, de sufrimiento, de desigualdad y de resentimiento en poblaciones carenciadas. Desgraciadamente, se ha malinterpretado al bienestar y se lo ha establecido como a un derecho universal, en vez de entenderlo como al resultado del desbordamiento de la abundancia. La abundancia que produce el trabajo y su forma de administrarse, es lo que crea el bienestar y no al revés. Y pretender un bienestar sin hipertrabajo, resulta ser un objetivo altamente perjudicial para cualquier sociedad. La abundancia es el resultado natural de una sociedad hiperproductiva que enfocada en el trabajo, deja como consecuencia y como opción, la posibilidad de un bienestar. Irónicamente el superhombre productivo es quien menos se permite estos lujos, porque generalmente suele dedicar toda su energía al trabajo y cuando se decide a “estar bien” suele encarar esta nueva opción de bienestar como a un nuevo target, al que persigue con el mismo ahínco que dedicaba antes al trabajo. Se vuelca entonces a los deportes, a los viajes y al ocio en general, con el mismo fanatismo con el que se dedica al trabajo. Muchos otros, creen que la cultura del bienestar es la posibilidad de vivir sin trabajar y exigen este pseudoderecho que creen que les corresponde, para gozar de este imaginario estado, sin percatarse de que en exceso, éste enmascara una sensación latente de inutilidad y de total dependencia. Sin embargo, los más sensatos, viven al trabajo con esfuerzo y sacrificio y con la aceptación de sus inevitables luces y sombras, entendiendo al bienestar como a la oportunidad que el trabajo otorga para la desaceleración en todas sus formas. JR Jóvenes chinos prefieren 'estar tumbados' en una nueva tendencia ante la presión de la cultura laboral y el ritmo de la vida moderna - RT Zygmunt Bauman y la sociedad líquida - Revista Esfinge Mitos del amor romántico - Somos Psicología y Formación (somospsicologos.es) 1. Los celos Asociamos sentir celos con que nos importe una persona y con quererla o que nos quieran. Sin embargo, los celos no son sinónimo de amor. El respeto de la libertad del otro o la confianza no van de la mano de la imposición de unos límites, tal y como persiguen los celos. 2. La media naranja Es uno de los mitos que más claramente estamos eliminando a nivel social. Ya son muchas las personas que defienden que no son la mitad de otra, que no están incompletas y que en ellas mismas ya son un todo perfecto. La creencia en este mito nos empuja a buscar desesperadamente a otro que nos complemente. Y en la desesperación siempre hacemos malas elecciones. 3. La exclusividad Este mito nace del miedo a que la otra persona se vaya y de que no nos sentimos seguros de nosotros mismos. Imponemos una serie de límites que no siempre van con lo que la otra persona quiere. Quitar este mito no implica abrir la relación a una alternativa poliamorosa, sino ser conscientes de que mi vida no es exclusiva de mi pareja y que tengo el poder de decir estar donde yo quiero, aunque el otro no esté. 4. El amor todo lo puede El amor solo es amor. Cuando metemos tristeza, miedo o rabia se pierde la verdadera esencia. Justificamos la lucha con que el amor está diseñado para poderlo todo, como la distancia. Sin embargo, el amor no tiene que escalar montañas para que sea auténtico si una de las dos partes no quiere hacerlo. 5. Los polos opuestos se atraen Que las personas diferentes a nosotros nos llaman la atención es indiscutible. Sin embargo, esto no siempre es sano. Me puedo vincular a un opuesto por un vacío que siento, por algo que a mí me falta y quiero que el otro se ocupe de ello. Me atrae el opuesto por la promesa de que me llenará, pero con la certeza de que diferentes incompatibilidades me acabarán dañando. Una relación basada en afinidades me traerá muchos más beneficios, aunque tenga yo que ocuparme de mis vacíos. Aunque aquí aparezcan cinco mitos del amor romántico, existen muchos otros que siguen enterrados en el inconsciente colectivo. Los modelos psicopedagógicos actuales luchan por derribar todas las creencias insanas sobre nuestra forma de vincularnos. Desmitificar el amor implica bajarlo del pedestal donde lo habíamos colocado, hacerlo más terrenal, aunque eso parezca quitarle cierta magia a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo acabaría con las heridas, con relaciones donde no hay estructuras seguras o con la soledad y el vacío por no tener una pareja, ya que dejaría de ser visto como algo negativo.