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Aspecto dinámico de la publicidad posesoria
Una vez que analizamos la noción de posesión es importante saber cómo se adquiere. Es lo mismo llegar a ella de una forma legítima que mediante
vicios. Una vez obtenida, ¿se conserva para siempre o se puede perder? En esta lectura desarrollaremos las etapas del proceso: desde la adquisición
de la posesión, su conservación y hasta su posible extinción.
Adquisición de la posesión
Modos de adquisición
Régimen de frutos y mejoras
Efectos de las relaciones de poder
Referencias
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LECCIÓN 1 de 6
Adquisición de la posesión
La posesión solo puede ser adquirida voluntariamente y por personas capaces. En el caso de los menores de edad, pueden adquirirla a partir de los diez años.
El hecho de la adquisición se produce cuando se ejerce algún contacto con la cosa, cuando existe la posibilidad física de establecerlo o al ingresar la cosa en el ámbito de
custodia del adquirente. Si pensamos en el ejemplo de Analía, cuando ella firmó la escritura traslativa de dominio sobre el terreno, ella no estaba en contacto con el inmueble,
pero desde ese momento tenía la posibilidad física de establecerlo, por lo que desde ahí se considera adquirida la posesión.
Cuando hablamos de los modos de adquirir las relaciones de poder dijimos que existen diferentes clasificaciones. Una de las primeras consiste en distinguir entre los modos
mortis causa o por actos entre vivos.
M O RT I S C A U S A
I N T E R V I VO S
En este supuesto la posesión se transmite por la muerte de un causante. La sucesión puede ser universal o particular. “Sucesor universal es el que recibe todo o una
parte indivisa del patrimonio de otro; sucesor singular el que recibe un derecho en particular”[1].
En sentido similar “se denomina heredero a la persona a quien se transmite la universalidad o una parte indivisa de la herencia [sucesor universal], y legatario, al
que recibe un bien particular o un conjunto de ellos [sucesor particular]”[2].
“Desde la muerte del causante, los herederos tienen todos los derechos y acciones de aquél de manera indivisa, con excepción de los que no son transmisibles por
sucesión, y continúan en la posesión de lo que el causante era poseedor”[3].
Así, cuando se es heredero forzoso (ascendiente, descendiente o cónyuge), se tiene la posesión de los bienes que componen la masa hereditaria desde el momento
del deceso y el juez, en la sentencia del proceso sucesorio, se limita a reconocer la posesión que los herederos forzosos tienen por imperio de la ley. En cambio, los
herederos no forzosos y los legatarios deberán concurrir a tomar posesión de cada cosa muñidos de un oficio emanado del juez y en compañía de un oficial de
justicia.
[1] Art. 400- Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
[2] Art. 2278- Ley N° 26.994. Op. cit.
[3] Art. 2280- Ley N° 26.994. Op. cit.
M O RT I S C A U S A
I N T E R V I VO S
Adquirir la posesión significa asumir el poder físico sobre la cosa. Es en ese momento cuando, según Savigny (1845), deben reunirse los dos elementos corpus y
animus. La importancia del acto adquisitivo radica en el hecho de que es allí donde se exterioriza la causa de la posesión, se plasman sus caracteres y comienza el
cómputo de la anualidad, condición necesaria para ejercer las acciones posesorias propiamente dichas. En los derechos reales que se ejercen mediante posesión, esta
tiene carácter constitutivo del derecho.
La posesión, en cuanto poder de hecho, solo puede ser asumida mediante actividades del mundo físico y no basta la mera declaración contractual del transmitente.
Asimismo, en cuanto poder de hecho, técnicamente, este no se transmite. Lo que se transmite es, en primer lugar, la cosa poseída y, en segundo lugar, los derechos
que emanan de la posesión.
La citada adquisición puede consistir en un acto jurídico unilateral o bilateral. Por ejemplo, en la compraventa del terreno de Analía, el acto jurídico es bilateral.
–
Adquisición unilateral u originaria
En este primer supuesto no hay vínculo jurídico entre un poseedor y el siguiente. Además, basta la edad de 10 años para adquirir unilateralmente. Esta forma de adquisición puede producirse
por aprehensión de cosas muebles sin dueño (ya que los inmuebles nunca carecen de dueño), u ocupación de cosas muebles o inmuebles con dueño y contra la voluntad de este. Otro de los
supuestos de adquisición unilateral u originaria lo observamos en el supuesto del subadquirente de cosa mueble no registrable.
Recuerden que ese era el caso que analizábamos en el ejemplo de Analía cuando lleva su computadora a arreglar y, luego, esta era vendida por el personal del servicio técnico.
–
Adquisición bilateral o derivada
En este caso hay una persona que transmite la cosa y otra que la recibe en las mismas condiciones y con los mismos gravamenes.
El caso típico es el de la tradición, punto que desarrollamos a continuación. Este supuesto se ve en el caso de la compraventa de Analía sobre el terreno. Si el terreno hubiera estado hipotecado,
Analía lo hubiera recibido con dicho gravamen.
El acto adquisitivo de la posesión. Importancia
Al momento de adquirir la relación de poder, se califica la posición del detentador y se juzgan las calidades y vicios de su vínculo con la cosa. El Código Civil y Comercial
establece en su artículo 1920: “determinación de buena o mala fe. La buena o mala fe se determina al comienzo de la relación de poder, y permanece invariable mientras no se
produce una nueva adquisición”[4].
[4] Art. 1920- Ley N° 26.994. Op. cit.
De esta manera, quien ostenta un vínculo con la cosa puede variar su ánimo, su buena o mala fe y hasta el comportamiento que tiene para con la cosa, pero siempre quedará
signado por el acto adquisitivo. Para moverse de la posición en la cual la ley lo ha colocado, deberá intervertir el título, en el sentido explicitado en puntos anteriores y tal como
vimos en el caso de que un locador no devuelva el departamento una vez finalizado el contrato.
C O NT I NU E
LECCIÓN 2 de 6
Modos de adquisición
La tradición: definición. Diversas formas de tradición. Casos en que no es necesaria. La relación
de poder vacua. La universalidad de hecho. El apoderamiento. El desapoderamiento.
Cuando hablamos de tradición, siempre la posesión es transmitida por el poseedor anterior al siguiente, ello tiene relación con el
principio de tracto sucesivo (el cual analizaremos en el módulo 2). Cada posesión tiene origen en la anterior y, en ciertos casos, dichas
posesiones pueden accederse o sumarse a los fines de adquirir el derecho real por medio de la usucapión.
En ese marco juega un papel muy importante el instituto de la tradición. Este es el acto jurídico bilateral por el cual una parte entrega a otra la posesión de una cosa y esta,
voluntariamente, la recibe. Tiene dos elementos: el acuerdo entre las partes y la entrega posterior. La misma se encuentra definida en el artículo 1924 del Código y expone que
debe consistir en actos materiales que pongan al adquirente en posición de disponer físicamente de la cosa, como la entrega de llaves del lugar donde ella se encuentra. Estos
actos no se suplen por meras declaraciones verbales, tales como manifestaciones vertidas en la escritura de compraventa en relación a que por ese acto se entrega la posesión.
Sí, en cambio, se podría hacer entrega efectiva en frente del escribano y dejar constancia de ello en la escritura. Es necesaria plena capacidad, es decir, la edad de 18 años.
Asimismo, el Código Civil y Comercial establece que existen otras formas de tradición, las cuales se aplican en el caso de bienes
muebles. El mencionado artículo expone que:
también se considera hecha la tradición de cosas muebles, por la entrega de conocimientos, cartas de porte, facturas u otros documentos de conformidad con
las reglas respectivas, sin oposición alguna, y si son remitidas por cuenta y orden de otro, cuando el remitente las entrega a quien debe transportarlas, si el
adquirente aprueba el envío”[1].
[1] Art. 1925- Ley N° 26.994. Op. cit.
Entonces, por ejemplo, si una persona compra unas zapatillas por internet y pide que se las manden por un correo determinado, cuando
el vendedor las entrega al correo, se considera ya realizada la tradición.
Los actos de toma de posesión pueden adoptar distintas modalidades. Puede suceder que una parte tome la cosa y la otra lo consienta
(expresa o tácitamente) o que el anterior poseedor la deje en poder del nuevo poseedor y este lo consienta. También puede suceder que
la cosa haya estado siempre en poder de un tercero (tenedor) quien comenzó a poseer a nombre del nuevo poseedor. Veremos más
abajo algunos casos especiales.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la tradición de cosas inmuebles debe ser hecha cuando no hay otro supuesto poseedor en el sitio
que se oponga a ella, esto se llama posesión vacua y es un requisito específico para este tipo de bienes. Esta manifestación es muy
común que sea colocada en las escrituras traslativas de dominio sobre inmuebles.
En relación a los títulos de crédito, la tradición se juzgará efectivizada luego de que el deudor cedido haya sido fehacientemente
notificado del traspaso del crédito. Hablamos de títulos nominativos, no de los endosables (como un pagaré o un cheque), pues en
estos la calidad de acreedor se transfiere con el mero endoso y pasa de esta manera de mano en mano sin que sea necesario celebrar un
contrato de cesión de crédito.
Por ejemplo, si Juan tiene un título de crédito que debe ser cancelado por Marcos y decide transmitírselo a María, se considerará que se realizó la misma en el momento en que
Marcos haya sido notificado.
Una cuestión de vital importancia para el desarrollo de la vida profesional es que la notificación debe ser fehaciente. En este sentido, no se trata de una comunicación
cualquiera. Se hace esta aclaración porque es muy común que hoy se diga que está algo notificado por un mensaje de texto o de WhatsApp y resulta ser insuficiente a los fines
aquí expuestos.
Casos especiales de tradición
Existen determinados supuestos en que la legislación establece que no es necesario que se haga la tradición de la cosa. Dichas situaciones se encuentran contempladas en el
artículo 1923 del Código Civil y Comercial, el cual expone que:
Las relaciones de poder se adquieren por la tradición. No es necesaria la tradición, cuando la cosa es tenida a nombre del propietario, y este pasa la posesión
a quien la tenía a su nombre, o cuando el que la poseía a nombre del propietario, principia a poseerla a nombre de otro, quien la adquiere desde que el
tenedor queda notificado de la identidad del nuevo poseedor. Tampoco es necesaria cuando el poseedor la transfiere a otro, reservándose la tenencia y
constituyéndose en representante del nuevo poseedor. La posesión se adquiere asimismo por el apoderamiento de la cosa[2].
[2] Art. 1923- Ley N° 26.994. Op. cit.
Este artículo da lugar a las siguientes hipótesis:
Traditio brevi manu
–
Quien debe recibir la posesión de la cosa ya la tenía en su poder desde antes de celebrado el acto jurídico por el cual debe realizarse el traspaso y pasa de ser un mero tenedor a ser poseedor. Es
el caso del locatario (tenedor) que luego adquiere la cosa por compraventa.
Si pensamos en nuestro ejemplo, podría suceder que Analía compre el departamento que alquiló y, mediante ese hecho, pasaría de ser tenedora a poseedora. Aquí no se requiere tradición
debido a que ella ya se encuentra en contacto con la cosa.
Constituto posesorio
–
Quien era poseedor transmite a otro la posesión, pero queda en contacto con la cosa en calidad de tenedor. Es el caso de quien vende un inmueble de su propiedad y continúa viviendo en él
como locatario; también de quien se erigía en poseedor, pero luego reconoce esa calidad en alguien más (por ejemplo, la hipótesis de quien es interrogado ante escribano y admite no ser el
dueño).
Tradición por indicación
–
El tenedor (mandatario, depositario, inquilino, etc.) que poseía en nombre del anterior propietario, ahora comienza a poseer a nombre del actual, porque así se lo indican. Es el supuesto de una
persona que vende una casa alquilada y el comprador respeta el contrato de alquiler, por lo tanto, el tenedor sigue en dicha situación y no se hace entrega del bien.
Adquisición por representante
–
La representación puede ser legal (incapaces – personas jurídicas) o voluntaria (mandatarios o gestores de negocios, cuando media ratificación). La representación legal no merece
complicación, pues el incapaz y la persona jurídica se reputan sin voluntad, juzgan la validez del acto por la capacidad y la intención del representante.
En el caso de representación voluntaria es obligatorio que el mandante sea capaz y el acto será válido si el mandatario no lo es, pues el mandato puede otorgarse a incapaces. Se presume iuris
tantum que el mandatario adquiere para su comitente y debe manifestar expresamente si lo hace para sí y, aunque efectúe tal manifestación, mientras que el comitente desee adquirir y el
transmitente desee transmitir, la posesión al comitente, es este quien adquiere la posesión y no el mandatario. En relación a la buena fe o mala, se tiene en cuenta la del representado.
Existen dos momentos a tener en cuenta en relación a la posesión: el apoderamiento y el desapoderamiento.
El apoderamiento
Para adquirir una relación de poder sobre una cosa, esta debe establecerse voluntariamente:
Por sujeto capaz, excepto las personas menores de edad, para quienes es suficiente que tengan diez años.
Por medio de un contacto con la cosa, de la posibilidad física de establecerlo, o cuando ella ingresa en el ámbito de
custodia del adquirente. (Art. 1922. Ley 26.994. Op. cit.)
El desapoderamiento
Es una de las causales de cese de la posesión y acontece cuando otro sujeto priva al poseedor del contacto físico con aquella, sin mediar su voluntad.
Ejercicio de la posesión. Actos posesorios
Hemos dicho que la posesión es un hecho y, como tal, requiere de una realidad externa que se manifieste en el mundo fenomenológico. No es lo mismo tener derecho a poseer
(como cuando alguien firmó la escritura de adquisición de un inmueble) que el hecho de ya poseer la cosa. Ostentar la escritura o cualquier otro título válido de adquisición nos
dará derecho a iniciar un juicio para procurar la tradición de la cosa, pero no nos convierte en poseedores. A su vez, el ladrón que carece de título, pero está en contacto con la
cosa y se comporta como su dueño, es poseedor.
El Código brinda una enumeración meramente enunciativa de aquellos que “constituyen actos posesorios sobre la cosa los siguientes: su cultura, percepción de frutos,
amojonamiento o impresión de signos materiales, mejora, exclusión de terceros y, en general, su apoderamiento por cualquier modo que se obtenga”[3]. Podríamos agregar la
destrucción, modificaciones en la sustancia e, incluso, la enajenación.
En nuestro ejemplo, cuando Analía decide colocar un alambre alrededor de su terreno consideramos que realiza un acto posesorio.
[3] Art. 1928- Ley N° 26.994. Op. cit.
Cabe destacar que la posesión puede ser ejercida por distintos titulares de derechos reales, tales como el propietario y el usufructuario,
el usuario y el habitador; siempre que sean de distinta naturaleza, ya que sino serían incompatibles y se excluirían entre sí. Por su
parte, cuando hay condominio, los condóminos poseen el todo y no una porción material determinada. Por ejemplo, si dos hermanos
reciben un campo en una herencia, ambos tienen la posesión sobre el campo, no sobre la mitad del mismo.
Conservación de la posesión
Recordemos que, para adquirir la posesión, era necesario reunir los elementos corpus y animus. Sin embargo, una vez adquirida no es necesario estar en contacto permanente
con la cosa; el corpus se conserva mientras se tiene la posibilidad de acceder a ella y el animus se mantiene hasta que se expresa la voluntad en contrario. Así, una persona
puede olvidar temporalmente que posee una cosa o en qué lugar la ha guardado, sin perder por ello la posesión. En relación a las cosas perdidas, se conserva la posesión
mientras haya esperanza de hallarlas. En el caso de Analía, no es necesario que ella vaya todos los días al terreno, sino que vaya cuando pueda y conserve la voluntad para, de
este modo, mantener la posesión del mismo.
Dicha relación de poder “se conserva hasta su extinción, aunque su ejercicio esté impedido por alguna causa transitoria”[4]. También “se presume, a menos que exista prueba en
contrario, que el sujeto actual de la posesión o de la tenencia que prueba haberla ejercitado anteriormente, la mantuvo durante el tiempo intermedio”[5].
[4] Art. 1929- Ley N° 26.994. Op. cit.
[5] Art. 1930- Ley N° 26.994. Op. cit.
Por último, posesión se conserva también cuando es ejercida por representantes, aunque estos manifiesten poseer para sí o abandonaren la cosa, fallecieren o devinieren
incapaces, así como cuando sus herederos comenzaren a poseer pensando que les correspondiere a nombre del representante fallecido.
Extinción de la posesión
Existen diferentes situaciones por las cuales una persona puede perder la posesión de una cosa:
Sucede cuando se destruye o pierde el objeto, o un
Se pierde el corpus, aunque se conserve el animus
tercero desapodera al poseedor. Aunque la persona
tenga la voluntad, le falta la posibilidad de ejercer el
poder de hecho sobre la cosa.
1 of 3
En este caso puede desaparecer el deseo o intención
de sujetar la posesión al poder de hecho. Por ejemplo,
Se pierde el animus, aunque se conserve el corpus
una persona que conserva una prenda de ropa que no
va a utilizar nunca más.
2 of 3
Aquí se pierde el acceso a la cosa y media ánimo en
tal sentido; tal como acontece cuando el sujeto
Se pierde el corpus y el animus
efectúa tradición o bien cuando alguien abandona una
cosa.
3 of 3
A su vez, el Código Civil y Comercial, en su artículo 1931, brinda las siguientes hipótesis:
1. se extingue la cosa;
2. otro priva al sujeto de la cosa;
3. el sujeto se encuentra en la imposibilidad física perdurable de ejercer la posesión o la tenencia;
4. desaparece la probabilidad razonable de hallar la cosa perdida;
5. el sujeto hace abandono expreso y voluntario de la cosa[6].
[6] Art. 1931- Ley N° 26.994. Op. cit.
Derechos y deberes inherentes a la posesión
No es lo mismo hablar del derecho a poseer que de los derechos que emanan de la posesión. El primero se denomina ius possidendi y lo poseen todos aquellos que, por algún
título o causa legítima, adquirieron la facultad de ser instituidos en poseedores legítimos. Tal sería el caso de quien adquirió un inmueble por escritura pública y tiene derecho a
que se lo entreguen. Este sería el caso de Analía cuando firma la escritura del terreno.
En cambio, el ius possessionis se encuentra conformado por los derechos que emanan de la posesión ya consumada, tal como el ejercicio de las servidumbres constituidas sobre
el fundo vecino o los derechos a hacer respetar los límites y restricciones al dominio por parte de los vecinos. Esto se vería, por ejemplo, cuando Analía coloca el alambrado en
su terreno.
Dentro de estos derechos, el poseedor y el tenedor tienen la facultad de ejercer las servidumbres reales que corresponden a la cosa que constituye su objeto. También tienen
derecho a exigir el respeto de las restricciones y límites impuestos a los titulares de dominio, enumerados en el Capítulo 4, Título III del Libro Cuarto del Código (arts. 19701982); es decir, restricciones y límites al dominio. Tal sería el caso de impedir emanaciones y ruidos molestos de sus vecinos o que aquellos plantaren árboles a menos distancia
de la reglamentaria de la medianera. Si pensamos en nuestro ejemplo de análisis, cuando Analía alquilaba el departamento ella era tenedora y si su vecino hiciera ruidos
molestos, ella podría requerir el cese de los mismos.
A su vez, “el poseedor y el tenedor tienen el deber de restituir la cosa a quien tenga el derecho de reclamarla, aunque no se haya contraído obligación al efecto”[7]. Por ejemplo,
si el que le alquiló la cosa no era el verdadero dueño y ha sido vencido en un juicio de reivindicación, cuya sentencia ordena la restitución del bien.
[7] Art. 1933- Ley N° 26.994. Op. cit.
Por otra parte, “deben respetar las cargas reales, las medidas judiciales inherentes a la cosa, y los límites”[8] o restricciones sobre el dominio. A menos que exista disposición
legal en contrario, el poseedor debe satisfacer el pago total de los impuestos, tasas y contribuciones que graven la cosa y cumplir la obligación de cerramiento.
[8] Art. 1933- Ley N° 26.994. Op. cit.
C O NT I NU E
LECCIÓN 3 de 6
Régimen de frutos y mejoras
A los fines de determinar a quién le corresponden los frutos y el pago de las mejoras producidas durante una relación de poder,
debemos, en primera medida, distinguir las clases de frutos y mejoras que reconoce el Código Civil y Comercial. Esta clasificación se
encuentra en el artículo 1934.
Fruto percibido
Mejora de mero mantenimiento
Es el que separado de la cosa es objeto de una nueva relación posesoria. Si es
“La reparación de deterioros menores originados por el uso ordinario de la
fruto civil, se considera percibido el devengado y cobrado[1].
cosa”[2].
Fruto pendiente
Mejora necesaria
Es “el todavía no percibido. Fruto civil pendiente es el devengado y no
“La reparación cuya realización es indispensable para la conservación de la
cobrado”[3].
cosa”[4].
Mejora útil
“La beneficiosa para cualquier sujeto de la relación posesoria”[5].
Mejora suntuaria
“La de mero lujo o recreo o provecho exclusivo para quien la hizo”[6].
[1] Art. 1934- Ley N° 26.994. Op. cit.
[2] Art. 1934- Ley N° 26.994. Op. cit.
[3] Art. 1934- Ley N° 26.994. Op. cit.
[4] Art. 1934- Ley N° 26.994. Op. cit.
[5] Art. 1934- Ley N° 26.994. Op. cit.
[6] Art. 1934- Ley N° 26.994. Op. cit.
Luego sienta la siguiente regla respecto a los frutos:
Adquisición de frutos o productos según la buena o mala fe. La buena fe del poseedor debe existir en cada hecho de percepción de frutos; y la buena o mala
fe del que sucede en la posesión de la cosa se juzga sólo con relación al sucesor y no por la buena o mala fe de su antecesor, sea la sucesión universal o
particular. El poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos y los naturales devengados no percibidos. El de mala fe debe restituir los percibidos y los
que por su culpa deja de percibir. Sea de buena o mala fe, debe restituir los productos que haya obtenido de la cosa. Los frutos pendientes corresponden a
quien tiene derecho a la restitución de la cosa[7].
[7] Art 1935- Ley N° 26.994. Op. cit.
A su vez, en relación a las mejoras establece:
Ningún sujeto de relación de poder puede reclamar indemnización por las mejoras de mero mantenimiento ni por las suntuarias. Estas últimas pueden ser
retiradas si al hacerlo no se daña la cosa. Todo sujeto de una relación de poder puede reclamar el costo de las mejoras necesarias, excepto que se hayan
originado por su culpa si es de mala fe. Puede asimismo reclamar el pago de las mejoras útiles pero sólo hasta el mayor valor adquirido por la cosa. Los
acrecentamientos originados por hechos de la naturaleza en ningún caso son indemnizables[8].
[8] Art 1938- Ley N° 26.994. Op. cit.
Por último, agrega una regla en cuestión de responsabilidad por la destrucción de la cosa y mantienen en este sentido la distinción de acuerdo a la buena o mala fe del tenedor o
poseedor:
El poseedor de buena fe no responde de la destrucción total o parcial de la cosa, sino hasta la concurrencia del provecho subsistente. El de mala fe responde
de la destrucción total o parcial de la cosa, excepto que se hubiera producido igualmente de estar la cosa en poder de quien tiene derecho a su restitución. Si
la posesión es viciosa, responde de la destrucción total o parcial de la cosa, aunque se hubiera producido igualmente de estar la cosa en poder de quien tiene
derecho a su restitución[9].
[9] Art 1936- Ley N° 26.994. Op. cit.
Juan usurpó un campo en la provincia de Buenos Aires. Para ingresar al mismo, rompió una tranquera. Durante el tiempo que estuvo allí reparó la
tranquera, arregló el techo que tenía goteras y pintó las paredes ¿Cuál de esas mejoras puede reclamar al finalizar la relación de poder?
No puede reclamar ninguna mejora, ya que el es un poseedor de mala fe y vicioso, por ende, no le corresponde.
Puede reclamar únicamente la reparación de la tranquera y del techo, ya que la pintura fue por decisión propia.
Puede reclamar el arreglo del techo y el mayor valor que le de a la propiedad la pintura que colocó en las paredes.
Puede reclamar todos los arreglos que realizó, ya que son en beneficio del inmueble, el cual vuelve a su verdadero propietario.
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C O NT I NU E
LECCIÓN 4 de 6
Efectos de las relaciones de poder
La posesión
La posesión cumple distintas funciones dentro del mundo jurídico. Ihering las resume en tres ítems:
Es el contenido de la mayoría de los derechos reales, con excepción de la hipoteca y las servidumbres prediales.
Es condición indispensable para que se constituyan o transfieran los derechos reales (ya que se debe reunir el título más el modo).
Otorga el derecho a su defensa, a protegerse en la propia posesión ante posibles lesiones (que pueden consistir en turbaciones o desposesiones) mediante
las acciones que otorga la ley, ya que en nuestro sistema la justicia por mano propia se encuentra prohibida.
En cuanto a las consecuencias jurídicas que surgen de ella, mientras que Savigny (1845) reconocía como única consecuencia las
acciones posesorias y Aubry y Rau la de hacer presumir la propiedad, tradicionalmente se han enunciado las siguientes:
Acciones posesorias.
Derecho a usucapir.
Presunción de propiedad en relación a las cosas muebles, con buena fe y título oneroso.
Derecho de ser indemnizado de las mejoras necesarias y útiles, si es de buena fe y de acuerdo a las reglas enunciadas anteriormente.
Derecho de retención si tiene buena fe.
La tenencia
Dentro las mencionadas relaciones reales, y sumado a la posesión, se encuentra la tenencia. La misma se da cuando una persona, por sí o por medio de otra, ejerce un poder de
hecho sobre una cosa y se comporta como representante del poseedor. En la tenencia existe corpus pero no animus domini, ya que el tenedor reconoce la propiedad en otro; es
decir, reconoce en el otro un derecho mejor al propio.
Hay dos tipos de tenencia: pura o absoluta (la cual no guarda relación con la asignatura) y la tenencia relativa, la cual puede ser, a su vez, interesada o desinteresada.
T E N E N C I A P U R A O A B S O L U TA
T E N E N C I A R E L AT I VA
Tiene carácter autónomo, sin vínculo con posesión alguna y se configura cuando los bienes no son susceptibles de ser poseídos por estar fuera del comercio; es por
ello que el tenedor no posee a nombre de otro. El caso típico son los bienes del Estado.
En este caso, además de existir una relación real entre el sujeto y la cosa (tenencia pura), existirán vínculos regulados por el derecho administrativo entre el sujeto y
el Estado. Estos pueden ser:
Uso común: un sujeto anónimo e indeterminado, en su carácter de miembro de la comunidad, hace uso de bienes de dominio público (por ejemplo, una calle
o una plaza). No existe un derecho subjetivo. Si la persona es turbada en el uso por el Estado, puede incoar una petición o recurso interno y puede, en cambio,
interponer recursos administrativos en sede judicial si la turbación proviene de los particulares.
Uso especial o privativo:el sujeto se encuentra individualizado y el ordenamiento expresamente le otorga la facultad de uso sobre ciertos bienes. Se adquiere
de tres maneras:
Permiso de uso: el Estado le confiere un derecho de uso precario, esto quiere decir que puede revocarlo en cualquier momento sin causar agravio, por
razones de mérito, oportunidad y conveniencia. No crea derecho subjetivo, pero otorga recursos administrativos contra terceros turbadores y puede
generar obligación de resarcir cuando el Estado lo revoca.
Concesión de uso: el concesionario ha suscripto un contrato con el Estado (generalmente con el fin de prestar un servicio público) y esta situación lo
pone en contacto físico con bienes públicos: máquinas viales, vehículos, un predio, etc. En virtud del citado contrato, el particular ha adquirido un
derecho subjetivo patrimonial que es, por tanto, oponible erga omnes (una parte de la doctrina les llama derechos reales administrativos de goce) y
existe derecho a indemnización en caso de revocación, con fundamento en el artículo 17 de la Constitución Nacional a más de todos los recursos
administrativos que el ordenamiento prescribe contra el Estado y las defensas reales, posesorias e indemnizaciones que prescribe la ley civil en relación
a los terceros.
Prescripción de uso: es el caso de que una ley expresa autorice a adquirir por usucapión una cosa dada en uso por el Estado (situación
excepcionalísima). Una vez cumplido el plazo de ley, el derecho que se otorga es similar a la concesión.
T E N E N C I A P U R A O A B S O L U TA
T E N E N C I A R E L AT I VA
En este caso, el tenedor posee la cosa en nombre de otro con quien lo une un vínculo jurídico, tal como un contrato de locación, comodato, depósito, etc.
La tenencia relativa puede clasificarse en:
1. Interesada: el tenedor está autorizado a servirse de la cosa, por ej. comodatario, locatario.
2. Desinteresada: no debería servirse de la cosa (aun cuando lo hiciera), por ej. mandatario, depositario.
Entonces, si pensamos en el caso analizado en la lectura podemos observar una tenencia cuando Analía alquila el departamento. Ella se transforma en tenedora y su relación de
poder puede ser clasificada como interesada, ya que puede servirse de la cosa.
Al igual que la adquisición de la posesión, la tenencia puede provenir de un hecho voluntario unilateral o bilateral. En forma unilateral, mediante apropiación con animus
tenendi; por ejemplo, un peón que caza animales para el dueño del campo. En forma bilateral, mediante tradición (que es una forma de adquirir tanto la tenencia como la
posesión).
Cabe destacar que, si bien el Código Civil no prescribe formalidades para la tradición con fines de adquirir la tenencia, habrá que atarse a las cláusulas del acuerdo entre partes,
(contrato de depósito, mandato, etc.).
LECCIÓN 5 de 6
Referencias
Ley N° 26.994 (2014). Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Ley N° 24.430 (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Savigny, M. (1845). Tratado de la posesión según los principios del derecho romano. Madrid: Imprenta de la Sociedad Literaria y Topográfica.
LECCIÓN 6 de 6
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