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Lapassade, G. (1973)
Capítulo V; en Grupo, organización e institución.
Dialéctica de los grupos, de las organizaciones y de las instituciones
destaca:
•(…) la dinámica de grupo conduce, en rigor, a una dialéctica de los grupos. El empleo del
término dialéctica se justifica si por él se entiende designar una lógica del inacabamiento,
de la acción «siempre recomenzada». El grupo, la organización, será una totalización en
curso que nunca es totalizada. La dialéctica de los grupos excluye la idea de una madurez
de éstos. La burocracia misma sufre un permanente esfuerzo de unificación que jamás
desemboca en la unidad. (pp. 249)
describe:
•La serie es una forma de «colectivo» (es decir, un conjunto humano) que recibe su
unidad desde el exterior. (…) de la serie parasamos al concepto de serialidad. Este es útil
para designar a todo conjunto humano carente de unidad interna. (…) Mientras que la
serie era dispersión de los hombres ,masificación, el grupo es, por el contrario,
totalización, cuando no totalidad. La vida del grupo está hecha, como vamos a verlo, de
una permanente tensión entre estos dos polos extremos: la serialización y la totalización.
Y esta tensión es el motor de la dialéctica del grupo. Cuyos diferentes momentos son
otros tantos episodios de la lucha contra un regreso, siempre posible, de la serialidad. El
grupo se constituye contra la serie; nace en la fusión de la serialidad. (…) El riesgo de un
regreso a la dispersión queda superado cuando los miembros de un grupo se vinculan
mediante un juramento; pero el juramento es, desde luego, un elemento inerte, dentro
del grupo; solo se lucha contra la serialidad introduciéndola en la vida del grupo como
primera compulsión. Luego se pasará del juramento, de la fe jurada, a la organización y,
de allí, a la institución. (pp. 249- 250 - 251)
detalla:
•(…) el grupo se define, no como un ser, sino como un acto. Este es el acto del grupo
sobre sí mismo: el grupo se trabaja sin cesar. (…) La heterogestión deshace al grupo y
provoca el regreso de la serialidad. La dialéctica de grupo tiene por objeto la exploración
esta alternativa. (…)
•El grupo es además paso dialéctico de la cantidad a la calidad. En una serie de expresión
«el décimo» designa un número de orden: el mío o el de cualquier otro (…) Pero en el
grupo «el décimo» es a la vez todo el mundo y nadie, puesto que todos somos necesarios
para que seamos un grupo de diez participantes. (…) cada cual es dentro del grupo un
agente totalizador, y que la totalización está a la vez en todas partes y en ninguna. (…)
•La dialéctica de grupos es, por el contrario, el movimiento de una permanente
totalización en curso, nunca acabada. (pp. 251 – 252 – 253)
A. El grupo en formación
expresa:
•El grupo no es más que la mediación de tales mediaciones (…) Todos los miembros del
grupo son «terceros», al mismo tiempo que todos son compañeros en parejas de
reciprocidad; como Tercero, cada cual totaliza las reciprocidades ajenas. Esa es una de las
mediciones que constituyen el grupo. (…) cada uno es el centésimo, ese gracias al cual el
grupo es grupo de ciento; (…) Cada tercero dice el grupo por los otros terceros, que de
este modo son, sin excepción, constituyentes.
•El nacimiento del grupo – en la fusión- parecería poder dar crédito a la idea guestáltica
de surgimiento de una nueva totalidad. (…) La unificación no es la unidad (…) La unidad
del grupo es práctica y no ontológica. (…) El número no determina ya aquí una sucesión o
Serie, como en la fila de espera. Expresa, por el contario, la síntesis. En el lenguaje de la
dialéctica, la cantidad ha pasado a ser calidad. (pp. 254 – 255 – 256)
B. El juramento
menciona:
•El juramento «funda la institución, pero en sí mismo no es institucional»; es
simplemente un «poder difuso de jurisdicción» dentro del grupo. El juramento es poder
de cada uno sobre todos y de todos sobre cada uno_ me garantiza contra mi propia
libertad e instituye mi control sobre la libertad del Otro. (p. 258)
C. Organización
narra:
•El juramento es aparición de un estatuto de permanencia en el grupo (…) A partir de la
organización, basada siempre en el juramento, se puede hablar verdaderamente de
grupo; hasta entonces nos hallábamos en la fusión de la serialidad. Pero el elemento
nuevo, en este punto, consiste en que el grupo se trabaja.
•El grupo se torna siempre ( a partir del juramento), y ante todo, como objetivo: se
trabaja para poder trabajar, es decir, para perseguir fines comunes. (…) La organización
ya no es un medio, sino un fin. (pp. 258 – 259)
manifiesta:
•(…) el individuo común definido por la función, es quien actúa con todos los demás
individuos hacia los objetivos dentro de la totalización de tales praxis. (…) el grupo no
trabaja; se trabaja, en la medida en que se organiza.
•En el grupo los conflictos nacen de una indeterminación relativa de las funciones, que
puede ser inicial o que se puede deber a una situación nueva, situación que exige un
retoque. (pp. 260 – 261)
explica:
•El grupo se trabaja y trabaja. SE trabaja para darse, en una especie de creación continua,
la unidad ontológica de la que carece, que nunca tendrá y cuyo deseo, no obstante,
conserva, y por otra parte el trabajo en grupo realiza una unidad práctica de los
organismos que lo componen. Por eso, es decir, porque el trabajo es el tipo mismo de la
actividad dialéctica, el grupo en acción debe comprenderse mediante dos especies de
actividades simultáneas, cada una de la cuales es función de la otra: la actividad dialéctica
como superación práctica del estatuto común hacia la objetivación del grupo
(producción, lucha, etc.) (p. 269)
D. El terror
detalla:
•El terror no es dictadura de un subgrupo minoritario, es, por el contrario, una estructura
fundamental del grupo en su totalidad (…) Con el terror, «la praxis se convierte en el ser
del grupo y su esencialidad; (…) Esta estructura nueva del grupo es al mismo tiempo la
práctica del Terror y una reacción de defensa contra el Terror» (…) Resulta evidente que
ese « estatuto ontológico» significa, no que el grupo ha llegado a la finalidad que lo
obsesiona (tener la unidad de un organismo), sino que su modo de ser se halla
radicalmente modificado por el paso dialéctico de la organización a la institución. (p. 272)
E. La institución
describe:
•En el grupo organizado, la distribución de las tareas se efectuaba aquí y ahora; originaba
la diferenciación de las funciones. (…) «la institución produce sus agentes afectándolos
por anticipado a determinaciones institucionales» (…) el sistema institucional aliena las
libertades en una especie de Sujeto trascendente. De ahí el problema de la autoridad (…)
El nacimiento de la soberanía – institución se produce a partir de una imposibilidad para
cada tercero de volver a ser directamente regulador. Esa impotencia fundamenta la
existencia de un soberano (…) Únicamente el soberano «totaliza» y unifica (…) El Estado
es la forma tipo de la institución. (pp. 274 – 275 – 276)
F. La Burocracia
menciona:
•(…) atribuye a la burocracia características ligadas a un momento del desarrollo
histórico, sin advertir que éstas se pueden modificar. (pp. 278 – 279)
G. El lugar de la Historia y el Inacabamiento
destaca:
•Entonces se va a pasar de la «organización» a la «institución» por mediación del terror.
La integración- terror depura al grupo y elimina a quienes se desviaron. El «grupo terror» se opone al «grupo vivo» de un primer momento; su equilibrio ya no es el mismo:
es ahora «grupo - invadido», amenazado, obsesionado por el «desviacionismo», por el
riesgo permanente de disolución en serie.
•Para sobrevivir va el grupo a establecer sus instituciones: la práctica es institución el día
en que el grupo, como unidad corroída por la alteridad, se vuelve impotente para
cambiarla sin trastornarse íntegro a sí mismo. (…) El grupo institucional «se forja» a
través de las transformaciones que transforman, por ejemplo, la función (característica
del grupo organizado) en obligación (…) (p. 282)
H. Aplicación a la pedagogía
expone:
•El colectivo en fusión sólo puede llegar a ser verdaderamente un grupo gracias a la
mediación implícita del juramento. Este es el compromiso tácito que cada cual
«pronuncia» de «jugar el juego», de no «sabotear» la experiencia, aceptando la regla del
juego que el grupo se ha dado a sí mismo. En efecto, comportamientos tales como, por
ejemplo, el sabotaje del grupo o el trabajo fraccional sólo se pueden estudiar si
previamente se considera el grupo como conjunto de participaciones «juradas». (…) En el
momento en que el grupo entra en esa fase de la organización, el control de las
posibilidades de fuga, de desviación, de no participación, puede adquirir formas más
duras. Los miembros del grupo se sienten ahora vinculados por los compromisos (…) (pp.
283 – 284)
Conclusiones
manifiesta:
•Esa función social de la psicosociología entra en conflicto con otra función, que es la de
instituir un lugar de surgimiento del habla social en plenitud, ubicada en la superación de
la separación y el desconocimiento de los individuos y los grupos. Esto implica la
búsqueda del sentido de los grupos en el nivel de las instituciones: esa es la tarea del
socioanálisis institucional. (p. 287)
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