“Te dije que era la indicada” Eran las palabras que leí en un trozo de papel dejado en el escritorio de mi cuarto. Me asustaría y pensaría que es algún mensaje de advertencia o venganza, si no fuera porque conocía a quien había dejado aquel mensaje. El que me confió su secreto, revelándome que era un inmortal andante. ϾϿ En nuestro primer encuentro, él era un taxista, uno entre miles en la capital y tuve la suerte de encontrarlo cuando más lo necesitaba. Aquella vez, él tenia la apariencia de un hombre de edad avanzada, feliz tras el volante. Yo solo era un chico aun inseguro de su imagen, de si debía utilizar lentes y dudando de si escogí correctamente la carrera universitaria. Fue mi primer día de clases y lo único que tenia en mi mente, era el momento en que conocí a una chica muy linda. Durante el trayecto a mi hogar, la conversación que él tenía, tenía mi interés. —Solo dejo a un pasajero y voy a verte amor —estuvo en silencio unos segundos escuchando y de repente empezó a reírse por algo le dijeron —. También te amo Laria. Al finalizar su llamada, me imagine que él tenia la respuesta a la duda que me carcomía por dentro. —¿Cómo supo que ella era la indicada? —pregunte llamando su atención. El conductor me miro por el retrovisor algo confundido, pero rápidamente me supo comprender a que se refería y me sonrió divertido. El entendía muchas cosas, después de todo, vivió tanto tiempo que casi podía adivinar lo que pasaría en una historia como la mía. —No lo sabes —revelo dejándome caer de nuevo en la incertidumbre —. Solo el tiempo te dará la respuesta. —Gracias —atine a decir desanimado mientras dejaba salir un suspiro de decepción. —Yo la deje ir…, a la chica que todos decían que iba a ser el amor de mi vida —declaro mirando rápidamente por la ventana y ahora, con una expresión nostálgica, una que superaba a cualquiera. Su inesperada revelación, me dejo pensativo en las únicas chicas que ahora ocupaban en ese tiempo mi mente. Mi novia y la chica que acababa de conocer y no podía dejar de pensar. Cuando me di cuenta, ya habíamos llegado a mi destino y aquel extraño hombre, se despidió con una promesa. —Si la próxima vez me hablas de ella, entonces puede que sea la indica. Me despedí de él agradeciendo su gesto de querer ayudarme, sin creerme que lo volvería a ver y que, por un segundo, sus ojos parecían ser rojos. ϾϿ Paso 3 años para que en un bar donde estaba completamente sólo, intentando embriagarme, un extraño chico se sentó a mi lado. Su apariencia algo elegante y sus ojos rojos llamaría la atención, si no fuera porque era época de Halloween. Por el pasar de los años y que ya estaba muy ebrio, no recordaba donde fue la ultima vez que había visto a alguien así. —¿Te cambiaste los lentes? —me pregunto dejándome confundido —. Dale otro de los mismo y a mi un mojito cubano —pidió amablemente. —Es mismo estoy tomando —indique riéndome dando señales que estaba llegando a mi limite. Debió preocuparme que un desconocido me había invitado aun más alcohol, pero mi corazón en ese momento de mi vida, lo necesitaba. —Gracias —mencione levantando el vaso recién servido y vaciándola dentro de mi—. Esto si es felicidad. Estúpidamente, estaba muy seguro de lo que decía. Estaba sin pareja y pensando que cualquier cosa que hiciera o estudiara, de nada serviría para lo que me esperaba mañana, mucho menos para el futuro que ambicionaba. Realmente parecía que me estaba alejando de todo ello, en vez de acercarme. —¿No hay chica que te de algo de felicidad? —Me pregunto divertido por mi estado. —La había, pero me dijo que ya no hay nada para mí de su parte —declare deprimiéndome más de lo que ya estaba. —¿Y la otra chica de la que me hablaste? ¿Ya la olvidaste? En ese momento lo mire confuso, sin sospechar que era aquel mismo taxista, solo que con una nueva apariencia. Atribuí al alcohol mi mala memoria por olvidar el supuesto momento que le hable de la única otra chica que podría presumía a un desconocido. Es chica que no había salido de mi cabeza desde el primer momento. —Ella solo habla conmigo en pocas ocasiones, pero cada vez que lo hacemos, me siento igual que la primera vez que charlamos —mientras recordaba, trataba de enfocar mi mirada y conciencia ebria hacia el chico de ojos rojos para contarle mi mejor historia. —Yo estaba escribiendo mientras otros se hablaban para conocerse entre sí. Éramos todos nuevos en nuestro primer día en la universidad —mi relato no era tan claro como quería por mi estado, pero parecía entender —. Aun así, ella fue la única que se me acerco. Su hermoso cabello suelto y rizado. Casi te puedo asegurar que sus ojos era de un color miel. Una enorme sonrisa de asombro se formó en el chico, era una expresión que mucho hacía cuando escuchaban de ella, hasta yo lo hacía al recordar. —Y eso no es todo —interrumpí su imaginación—. Yo trataba de escribir mi primer relato romántico erótico con mi escasa experiencia sin estar satisfecho. Hasta que ella leyó lo que tenia y me ayudo a completar dejándome encantado. ¡Fue un momento precioso! Eso ultimo lo grite. —Se ve que te gusta. Deberías ver una forma de hablar más seguido con ella —era el mejor consejo. —No, no me gusta —me da pena admitirlo, pero hasta sobrio lo negaba —. Tal vez debería pedir su número. —Hazlo y vuélveme a hablar de ella cuando nos volvamos a ver otra vez. Se despidió y me dejo con idea de pedir su numero y la extraña sensación de que lo había visto sin poder recordar cuando o donde. ϾϿ No fue que hasta que cumplí 25 años, que esta vez me lo encontré como un pasajero que se sentó a mi lado en un viaje de dos horas. —¿Piensas en una chica? —me pregunto iniciando la conversación. A primera vista, en ese momento, el parecía un hombre un poco mayor que mí, pero mejor vestido. —¿Se me nota? —pregunte pensando que mis suspiros eran demasiados notorios. Mirándolo, pude ver en sus ojos un tinte rojizo que esa vez, si que me hizo recordar a dos personas similares a él. Ignorando la idea, le platique brevemente mis viajes con cierta chica. La vez que en un glamping bebimos tequila con gomitas, jugamos, reímos y para la noche, estábamos puestos nuestras pijamas enterizas de zorro y unicornio, mirando las estrellas. El viaje que tuvimos a un parque acuático y terminamos en la piscina del hotel para pasar la noche con una botella de vino viendo películas y comiendo juntos. Cuando le dije que jugué como niño cuando estábamos en la piscina me miro como si me quisiera regañar, pero lo ignore y continúe. La vez que viajamos a ver venados, los cuales pudimos alimentarlos, acariciarlos y luego nos perseguían para que les demos más comida junto a otros animales. También le platique de los increíbles regalos que había recibido de ella. Una lonchera de mi super héroe favorito, un peluche de mi animal favorito muy difícil de conseguir y una bufanda de mi color favorito tejido por ella. El extraño hombre sonreía divertido como si supiera o viera algo que yo no. Me era frustrante en ese entonces, pero ahora entiendo que sí que lo hacía. ¿Estas dudando por sentirte feliz? Su pregunta había dado en el clavo, sonaba tonto, pero en mi defensa, era lo mejor me había estado pasando después de varias decepciones en ese momento de mi vida. —Sí, pero no — estaba demasiado confundido para aceptarlo. —Hace tiempo te dije que el tiempo te daría la respuesta sobre ella y cuando me pediste su número, dejaste que el tiempo que pasaste con esta chica, te lo dijera —la confusa conversación me parecía conocida —. ¿Y ahora dudas al saber que eres feliz con ella? Solo pude dejar salir una corta risa al pensar en algo imposible. —Todos pasamos justamente por lo que tú estas viviendo, aunque en mi caso, me demore más en darme cuenta. Durante el resto del viaje, me conto lo que parecía ser su historia, de cuando amo y se culpo cuando ella murió. También dudo de si volvería o tenía permitida ser feliz, si había entrenado lo suficiente para lo que debía hacer, si podría proteger su nueva felicidad y si todo su trabajo duro, serviría al final. La historia de un inmortal de ojos rojos. Escribí su historia al día siguiente, luego de una noche en la cual soñé con más claridad aquella aventura. Deje el mensaje que me dejo aquel ser inmortal y me aliste para mi gran día. El día que gritaría al mundo que soy muy feliz. La experiencia y consejos de todos los desconocidos que me ayudaron, formaron a ese ser inmortal con gran sabiduría. Fui feliz al conocerla, lo fui dudando de mis decisiones, lo fui aun cuando pensara que no duraría y ahora lo sigue siendo, solo por haber vivido todo eso.