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1. María Angélica Illanes - En el nombre del pueblo, del estado y de la ciencia

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"EN EL NOMBRE DEL PUEBLO,
DELESTADO Y DE LA CIENCIA, (...)"
HISTORLA SOCLAL DE LA SALUD PUBLICA
CHILE 1880/1973
(Hacia una historia social del siglo xx)
María Angélica Illanes Oliva
Colaboración Profesional
Pablo Blasquez
Ana María Farias
Claudio Fuentes
José M. Pozo (1». Parte)
"En el nombre del Pueblo, del Estado y de la Ciencia. ..."
Historia Social de la Salud Pública en Chile 1880 / 1973.
(Hacia una historia social del siglo xx).
©María Angélica luanes Oliva.
Inscripción N" 85.703
Primera Edición: Colectivo de Atención Primaria. Santiago. 1993
Segunda Edición: Ministerio de Salud. Chile. 2010
Edición Revisada: María Angélica lllanes Oliva.
Diseño: Patricio Uribe B.
Producción de originales: Patricio Oribe B.
Impresión: Gráfica Puerto Madero
Imagen de portada: "El niño enfermo", óleo de Pedro Lira.
Material iconográfico: Biblioteca Nacional.
Reproducción material iconográfico: Francisco Velóse.
Santiago de Chile, enero. 2010
CAPITALISMO TRÁGICO Y
ESTADO ASISTENCIAL
SEÍHJNDAPARTE
140
OS años 20 del siglo XX abren las puertas a una historia de nuevos protagonismos sociales y desafíos políticos. Los sectores organizados del
pueblo y de la clase obrera muestran su presencia y su fuerza, mientras
las clases dirigentes y propietarias asumen el reto de la salvaguardia del
orden establecido.
Los años 20 del siglo XX son el nudo histórico de este conflicto que. no obstante, estuvo lejos de resolverse en función de la polaridad clase obrera/burguesía. Peculiaridad
de la "vía chilena" que se explica tanto por la propia historia del movimiento popular,
como por la capacidad de respuesta de los sectores más lúcidos de la clase dominante
y del estamento técnico.
Un período de gran complejidad que hemos abordado desde esta problemática social
de la salud pública, no sólo en cuanto temática, sino como importante categoría de análisis histórico, imprescindible para la comprensión de un período que en buena medida
se jugó en torno al protagonismo de la intelectualidad médica.
Este período histórico que barca desde 1920 a 1938 es la historia de la disputa social
y política por el cuerpo del pueblo. Cuerpo doliente y enfermo, donde supura ya toda
su explotación secular y que testimonia ante todo Chile y el mundo el estado de destrucción humana a que ha conducido la explotación laboral.
A las clásicas pestes, como la viruela, se sumaron las llamadas "enfermedades sociales" -la tuberculosis, la sífilis, el tifus exantemático-, que no era sino el cuadro clínico
de la miseria, el hacinamiento y la carencia de una vivienda higiénica y humana en el
marco de la emergencia de un capitalismo mercantil, industrial y manufacturero que
pugna por imponerse en Chile con un afán de plusvalía absoluta. Miles de hombres,
mujeres y niños sudaban la humedad oscura, el hambre, el cansancio de los interminables horarios de las fábricas y faenas.
Pudiera parecer que aquí estamos hablando de masas agónicas, misémmas, semejantes a sociedades paupérrimas del África o de la India. No pocos hicieron esa similitud para granear la miseria en Chile. No obstante y a diferencia de esas imágenes de
lejanía, en Chile el pueblo enfermo y hambriento estaba organizado, o al menos tenía
cercana y abierta la posibilidad de la organización.
141
Sabemos que desde medio siglo antes, los trabajadores habían creado y multiplicado
las Sociedades de Socorros Mutuos (S.S.M.), a través de las cuales organizaron un
sistema social de prestación de salud y un sistema previsional a la medida de sus recursos, al paso que fundaban sus propias escuelas, sus salas de teatro, baile y cultura y su
propia prensa. Un micro-mundo social popular que encontraba allí un referente para la
construcción de su identidad.
El progresivo crecimiento de las sociedades de socorros fue acompañado por sucesivos intentos de unificación organizativa: la Confederación Obrera de Sociedades
Unidas, las Mancomúnales, el Congreso Social Obrero, la Gran Eederación Obrera
de Chile, la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional, fueron todas organizaciones
que buscaban dar respuesta tanto a las necesidades vitales y fisiológicas básicas de
la clase trabajadora, como llevarla a la lucha por el mejoramiento de sus condiciones
de vida. En estas expresiones de unificación de las agrupaciones populares, junto a la
lucha social reivindicaliva y de clase, se mantenían las propias organizaciones de base:
las Sociedades de Socorros Mutuos para auxiliarse en caso de enfermedad, muerte y
desgracia: para instruirse y entretenerse.
Cuerpo y conciencia, inseparables elementos constitutivos de la identidad popular y
que encontraba en las S.S.M. obreras una expresión organizativa.
Cuando el humo de los bombardeos de la Primera Guerra Mundial parecía anunciar
el derrumbe del capitalismo, la revolución proletaria tomaba el poder en Rusia. Entonces se planteó en Chüe ei imperativo de dar ¡a lucha frontal: había llegado la hora deí
poder para la clase obrera.
Las sociedades de socorros mutuos fueron profundamente cuestionadas por la vanguardia revolucionaria: el cuerpo fue despreciado en cuanto razón de organización:
las sociedades de socori'os debían ser superadas por el sindicato, que centraba la lucha
contra el capital \ el cambio estructural.
El imperativo de la modernidad para el proletariado industrial, llamaba a dar la batalla en el terreno mismo de la fábrica, contra el patrón, movilizada la conciencia y
acción revolucionaria. El cuerpo del pueblo -en tanto figura concreta y necesidad inmediata, como dolor de parto, como chiquillo con fiebre, como cojo mutilado en las
faenas del ferrocarril, como borracho tirado en el barro del conventillo- quedó de hecho
subsumido en el campo de la conciencia de clase, que se dijo capaz de absorber dentro
de sí toda la realidad en tanto verdad y acción absoluta. Después de la destrucción de
la causa primera del dolor, el capitalismo, después se solucionaría todo lo demás, por
añadidura.
Así, el movimiento popular de vanguardia dejaba el campo libre para la acción benefactora de la institucionalidad privada, de la Iglesia y del Estado.
La envergadura del problema social en tanto miseria y enfermedad y los reiterados
142
estallidos de protesta, fueron un llamado de alerta a los sectores más lúcidos de la clase
patronal chilena, de los partidos políticos abiertos a la reforma, de la Iglesia, de los
sectores medios y profesionales, de los militares y especialmente de una intelectualidad
médica, la que fue quien supo finalmente abrir una salida a la crisis.
En efecto, dicha intelectualidad médica, situándose más allá de la contienda política
militante que obstaculizó el proceso de reforma, apoyó, dio dirección y conducción a
dos proyectos institucionales que estarían llamados a realizar la "salvación nacional":
a nivel privado, el ya referido Patronato Nacional de la Infancia: a nivel público, el
Estado Asistencial.
Ambos proyectos se fundaban sobre el nuevo concepto de "'asistencia social", moderno heredero del concepto de caridad que se entendía como el acto de "'ayudar a salir" de
la pobreza, de la enfermedad y del círculo vicioso propio de la miseria. Correspondientemente se transitará también de la idea de ""cuerpo-escoria", propio de la acción caritativa, al concepto de ""cuerpo-recurso" sustentado por la ideología asistencial. Recurso
(el cuerpo del pueblo) económico, militar y político, la asistencia, se planteó, mejoraría
las condiciones de salud y vida del pueblo y éste se alejaría de la subversión. A pesar
del contenido utilitario-económico que acompaña a la asistencia, una mayor conciencia
del dolor humano recorría la piel de la sociedad desde los años 20 del siglo XX.
El objetivo político del proyecto asistencial es '"integracionista": busca restablecer
los lazos rotos del pueblo con la clase dominante, por un lado, e incorporar al pueblo
al ámbito de lo nacional, es decir, al Estado, por otro. Esto, a través de la apropiación
del cuerpo sufriente y enfermo del pueblo para el restablecimiento de su salud y aseguramiento de su reproducción biológica, ante las condiciones límites que se vivían de
abandono y muerte.
Por lo tanto, el proyecto "integracionista" del pueblo se realiza aquí justamente por
el lado que va a ir dejando de lado la vanguardia obrera militante: por el lado del cuerpo y la enfermedad del pueblo, sin tocar las condiciones productivas de la misma: la
economía capitalista.
Entrar al tema específico del Estado Asistencial que emerge como proyecto a partir
de los años 20 y que se concreta a partir del 25, constituye uno de los desafíos importantes de nuestra historia contemporánea. Desafío asumido en parte aquí intentando
al mismo tiempo escudriñar en los fundamentos ideológicos sobre los cuales éste se
sustentó históricamente.
Esforzada y contradictoria fue la construcción de este proyecto político, en tanto
pretendía realizar una importante transformación del rol del Estado en Chile, ocupándolo con el fin de incorporar a su seno al pueblo y a la sociedad en general para la salvaguardia del orden establecido y el restablecimiento de la "armonía social". De gran
envergadura y alcance fue este proyecto, pues él debía comprometer a todas las clases
sociales, las que debían pagar, en definitiva, el costo de la reforma social. Proyecto de
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tal naturaleza habría sido imposible de asumir por los partidos políticos históricos de la
época, entrampados en una práctica política que concebía la república como un salón o
club para la defensa de sus intereses particulares.
Los agentes claves de este fenómeno de transformación del Estado de Chile fueron,
en primer lugar, la intelectualidad médica y, por otra, los militares, ambos en abierta
ruptura con el estamento político. Médicos y militares se dieron la mano -por la razón
y la fuerza- para obligar al "sacrificio" al capitalismo anárquico en aras de su propia
salvación y de la sobrevivencia de la clase trabajadora. Para los médicos, su imperativo
histórico era restablecer -desde la ciencia y la técnica- el roto y vulnerable equilibrio
entre la fuerza de trabajo y la producción capitalista.
Los médicos jugaron aquí el papel histórico de levantar el crítico problema de la
salud pública ai status de una verdadera doctrina de seguridad nacional, desde la doble
perspectiva de la seguridad externa: regeneración de la raza como fuerza militar de
guerra: y de la seguridad interna: restauración del desintegrado orden productivo nacional, a raíz de la mortalidad obrera, del deterioro de la capacidad física de la fuerza
de trabajo y de la fuerte presión de la protesta social.
Ei problema de la salud pública, en tanto doctrina de seguridad y en tanto política de
bienestar social, se constituyó en el concepto a partir del cual se construyó la vía del
llamado Estado de Asistencia, encarnado históricamente en la fundación de un superministerio llamado a la misión de llevar a cabo a reforma legislativa y asistencia!: el
Ministerio de Higiene, Asistencia, Previsión Social y Trabajo (1925), a cuya cabeza
se instaló el cuerpo médico, bajo e! amparo de los golpes de fuerza de los gobiernos
militares de los años 20.
El modelo de Estado Asistencia! que se pretendía construir, no pensaba realizar una
revolución interna en la estructura del Estado ya existente, sino más bien crear un
aparato adjunto al Estado liberal. Una suerte de "satélite' de! Estado liberal llamado a
cumplir la función asistencia! del mismo, comandado por el cuerpo médico, pero controlado y legitimado desde el aparato central del Estado.
De este modo la intelectualidad médica quería asegurarse de que no se hiciese del
superministerio que llevaría a cabo la reforma social, una mera repartición pública del
Estado, sujeta a la aventura de los distintos gobiernos. Y había algo que se lo aseguraba: el satélite tenía su propio satélite: la Caja del Seguro Obrero Obligatorio, que
recibía todo el fondo del ahorro social y en torno a ¡a cual la ciase médica se instaló
para el ejercicio de su poder y puesta en práctica de su proyecto sanitario. Un Estado
dentro del Estado.
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Podríamos graficar el proyecto de Estado Asistencial de la manera siguiente:
Estado
Ministerio de
Higiene, Asistencia Social
y Trabajo
Caja del
Seguro Obrero
El desafío de hacer del Estado un agente interventor en materia de legislación y
cuidado bienestar corporal colectivo, en tanto que no pretendía cambiar las bases del
orden político-económico, es decir, en tanto que no buscaba construir una sociedad basada en principios de justicia social, convivía con profundas contradicciones internas,
que caracterizaron la historia del período 1920 y 1938.
El fundamento de estas contradicciones descansaba en la dificultad de establecer una
relación democrática entre la base social y el Estado legislador. Relación que se buscó
establecer a través de agentes mediadores. Visitadoras sociales, enfermeras sanitarias,
inspectores sanitarios y del trabajo, la investigación científico-social, la organización
técnica, constituyeron todos intentos esforzados por disminuir la distancia entre el
mundo social y el Estado. En general, el proyecto reformista del Estado legislador
logró ir sorteando los obstáculos en el curso del siglo xx, en medio de las crisis económicas y políticas más agudas que registra la historia nacional.
Una de las claves importantes para comprender este fenómeno, es decir, para entender todo el proceso de construcción y consolidación del Estado Asistencial en Chile,
reside en la Ley 4.054. Ley de Seguros de Enfermedad. Invalidez y Vejez. Ella creó la
Caja del Seguro Obrero Obligatorio que condujo de hecho a la histórica y combatida
incorporación de la clase obrera nacional al Estado, en tanto Caja Social, administradora de una parte de la plusvalía capitalista y del salario, a quien la clase obrera debió
arrendar su seguridad vital. A través del control de esta Caja el Estado contó con la base
sustancial de apoyo y sustento de su política social en el siglo xx hasta la década de
1980 con la privatización de los seguros sociales: golpe mortal al Estado chileno.
Cuando se abren las páginas en los albores de los años '20 del siglo xx chileno y se
capta la intensidad histórica de aquellos álgidos momentos de crisis, protesta y organización, en una coyuntura de ofensiva exitosa de los movimientos revolucionarios en
Europa del Este, los historiadores vanamente han dado vuelta la página, esperando el
capítulo siguiente, es decir, la revuelta y la revolución.
No obstante, los factores aquí mencionados, en especial, la pugna ideológica al interior del movimiento popular, la movilización del sector filantrópico y, principalmente,
del estamento médico y militar y su decidida voluntad histórica puesta al servicio de la
construcción del nuevo rostro de Estado Asistencial, se coadyuvaron para la neutralización del conñicto social. Sin embargo, se comenzaría a escribir el primer capítulo de
una "revolución pasiva" a través de la ocupación del Estado por el cuerpo militar y el
cuerpo médico, con el fin de iniciar la reforma legislativa y asistencial.
145
146
LA ERA DEL DESPERTAR
MODERNIDAD UNO: LAS SOCIEDADES OBRERAS DE
SOCORROS MUTUOS EN EL BANQUILLO
Cuando el nuevo siglo tenía diecinueve años, los hijos de las mujeres pobres no
abrían sus puños después de nacer.
Al caer la noche, los hombres se reunían inquietos en la boca del conventillo.
En las calles polvorientas caminaban, al alba, camino a la fábrica, hombres, mujeres
y niños que trabajarían largas horas en recintos oscuros y fríos por un salario de hambre.
Se asistía en el mundo al derrumbe de la teoría del equilibrio de los salarios a nivel
de la subsistencia. La curva de la super\ ivencia se deslizaba irremediablemente hacia
el punto cero y se detenía la reproducción de los asalariados. Se diezmaba el ejército
de reserva.
La mortalidad general daba cuenta en Chile, en 1920, de 34 por mil y la mortalidad
infantil de menores de un año llegaba al 306 por mil. Nuestro récord mundial "'''.
La miseria se quedaba en Chile tras el bullicio de los barcos que partían al Este
repletos de trigo y cereales. Iban a calmar el hambre de la convulsionada Europa de
postguerra. El nuevo auge del puerto alzaba los precios de todos los artículos indispensables y los salarios ni siquiera alcanzaban para el azúcar y el mate. A los niños que
sobrevivieron se les hinchó el vientre y arquearon las piernas.
Sobrevino el despertar, como instinto irresistible de vida. Los 3.700.000 habitantes de
Chile conocieron sobre huelgas y cuestión obrera: treinta huelgas en 1918, con trescientas
jomadas paradas y pérdidas en dinero por $ 40.700.000; sesenta y seis huelgas en 1919
con setecientas veintinueve jomadas paradas y pérdidas por S 106.690.000 '"".
169 Anuario Estadístico de la República de Chile. Santiago. 1920
170 Boletín de la Oficina del Trabajo. Santiago. Chile. 1920
147^
Después de las mancomúnales, destruidas en 1907, se habían sucedido los esfuerzos
e intentos de federación de las Sociedades Obreras de Socorros Mutuos. Por su parte,
la Gran Federación Obrera de Chile, creada en agosto de 1909 desde el seno del gremio
fen'oviario, se había esparcido rápidamente por el país, llegando a tener seccionales en
Valdivia, Temuco, Talcahuano, San Rosendo, Concepción, Talca, Chillan, Santiago,
Valparaíso, Llay-Llay, Ovalle, Copiapó, Iquique y Antofagasta. Conservando la orientación de las sociedades que la conformaban, el socorro mutuo, pretendía al mismo
tiempo aglutinar a la clase artesanal y obrera en torno a la presión social, política y reivindicativa a nivel nacional. Culminación de este fenómeno asociativo y de agitación
fue la creación, a fines de 1918. de la Asamblea Obrera de Alimentación, a la que ya
nos hemos referido.
Los fracasados esfuerzos de la Asamblea por presionar a los poderes legislativos para
que se hiciesen las reformas necesarias para el mejoramiento de las dramáticas condiciones de vida de la clase obrera, desencantó a importantes sectores de trabajadores,
los que criticaron la "vía oficial" para presionar por los cambios. Se levantó el discurso
de la necesidad de agitar la lucha social anti-patronal directa. Entretanto, se fueron
creando nuevas sociedades obreras y gremiales cuya novedad era su negativa a solicitar
personería jurídica. Setenta asociaciones se habían afiliado a la Federación Obrera.
En el norte, la Federación comienza a estrechar sus lazos con el Partido Obrero
Socialista, cuyo máximo dirigente era Luis Emilio Recabarren, con el objeto principal
de facilitar "el movimiento de oradores que requiere la actividad educacional". En
Antofagasta se creaba un Comité Central paralelo a dicha Federación, con el objeto de
centralizar y coordinar la acción de las distintas sociedades del norte y darles una nueva impronta de lucha anticapitalista y de clase. Sin embargo, dicho Comité Central no
dejaba de lado la función de asistencia y socorro mutuo que daba sentido a la mayoría
de las asociaciones federadas '^'.
Todo esto sucedía cuando las salitreras, desde fines del año 1918, expulsaban miles
de obreros de la pampa, derramándose hambre humana por la tierra de la república.
Veinte mil quinientos obreros golpearon las puertas de la re-instalada Oficina de
Colocación, en demanda de empleo: mayoritariamente se trataba de obreros del salitre
y de peones jornaleros no calificados. Trece mil de ellos fueron "despachados": 7.400
con empleos en obras públicas, fábricas, talleres y faenas agrícolas. No obstante, más
de 5.400 fueron despachados "libres" .
1 71 Recabarren, Luis Emilio. "Primer Congreso Regional de la Federación Obrera de Chile"". El Socialista- Antofagasta
16 de enero. 191 8. en De\és \ Cruzat. Rccaharn'n. eschíos de prensa, Nuestra América \ Terranova Ediciones. Tomo IV,
Santiago, 1987, p, 7, Dicho Comité Central declaraba como uno de sus objetivos más importantes: ""Garantizar y perfeccionar los ser\ icios tnédicos \ de beneficencia \ la inmediata y solícita atención en ios incidentes; abolición del peso que paga
cada trabajador en las oficinas salitreras o mineras para la asistencia médica que por ahora es nula y con dicho peso levantar
Itospitales obreros en cada pueblo que lo necesite o acuerde el Comité de la Federación, administrado y dirigido por los
mismos trabajadores.
148
En solo tres meses (octubre, noviembre y diciembre de 1919) habían ingresado a!
Albergue Fiscal 14.800 hombres y 2.250 mujeres y 2.100 niños de la clase trabajadora
chilena .
Los carros de Valparaíso ardieron en llamas: en Santiago los gremios obreros declaraban las huelgas por turno en los establecimientos industriales de un mismo ramo; en
Punta Arenas, alzamientos de obreros culminaban con la toma de localidades y retenes
policiales; paraban los obreros de Lota, Coronel y El Teniente.
En 1919 se fundó en Chile la anarquista International World Workers (IWW) y los
estudiantes universitarios protagonizaban combativas jornadas callejeras, cayendo,
junto con la clase obrera, víctimas de la furiosa represión.
Modernidad, alumbramiento, despertar podríamos llamar a esos años de la historia
social y política de Chile cuando, con el vacío del hambre y la energía de la ideología
marxista. la clase trabajadora se organizó, fue a la huelga, cayó sobre su propia sangre
y pregonó la unidad.
La historia ha narrado este acontecer como un punto de inflexión, momento en el
cual al interior de la clase obrera habrían de dirimirse dos radicales posiciones: la del
anarquismo versus las corrientes socialista y comunista respecto a la táctica, sentido y
orientación de su lucha contra el patrón, el Estado y el orden social capitalista.
Sin embargo, estas dos posiciones confrontacionales no son capaces de dar cuenta
cabal de las reales disyuntivas de un movimiento popular que ya tenía su propia historia, cuyo accionar y modo de ser cultural se había moldeado en el seno de las sociedades obreras de socorros mutuos.
Pensamos que sólo desde esta más amplia perspectiva histórica podremos comprender mejor el camino que siguió el movimiento popular ante los nuevos desafíos políticos, como también dar cuenta del contenido y las contradicciones históricas que
asumió su nueva fase de la lucha.
Las Sociedades de Socorros Mutuos agrupaban en 1923 a cerca de 100.000 asociados a lo largo del país. Su objetivo central e identidad descansaba en la autoprotección
de sus asociados ante la enfermedad, la muerte y la orfandad, por medio del ahorro y la
solidaridad. Sin embargo, se vieron sobrepasados por los acontecimientos de un siglo
que despertaba enfermo de crisis y guerra, mientras se realizaba, en un país del planeta,
la destrucción de la propiedad privada.
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Estos hechos plantearon apremiantes desafíos a la clase obrera del mundo, específicamente, de Chile. Desde ese momento se habló más claramente de la necesidad
de orientar la lucha en el sentido de la transformación revolucionaria de la sociedad
capitalista, adoptando para este fin modalidades organizativas que priorizaran la lucha
contra el capital y las estructuras de dominación.
Prácticamente la totalidad de las organizaciones de la clase obrera y artesana eran
Sociedades de Socorros Mutuos. Esto significó que el movimiento político y revolucionario y sus enormes desafíos históricos se plantearan desde y a partir de esas sociedades.
Por ello se presionó por la modificación del carácter de éstas: de organizaciones sociales
de solidaridad horizontal de la clase obrera (salud, atención, instrucción, compañía ante
el dolor y la muerte), en instrumentos claves de acción política y su transformación en
sindicatos orientados directamente hacia la lucha contra el patrón.
El imperativo histórico de protagonizar una lucha de carácter político-revolucionario
implicaba para la clase obrera tener que cuestionar sus propias sociedades de socorros,
en tanto organizaciones autónomas, gestadas espontáneamente desde el seno de las diferentes agrupaciones populares y orientadas básicamente a la autoprotección física y
desarrollo cultural de la sociedad obrera en general.
Pero los hechos que llevaron a poner en tela de juicio a las Sociedades de Socorros
Mutuos no pueden atribuirse exclusivamente al voluntarismo político de la dirigencia
obrera de la época, sino que también hay que considerar la situación que se vivía al
interior de las sociedades.
Un sentimiento de apatía y un estado de estagnación las consumía desde principios del
siglo XX. Factores como la miseria económica de los trabajadores y la consiguiente falta
de recursos de las sociedades, la creciente convicción de que mientras existiese el orden
capitalista poco ayudaban las tareas en pro de la salud y bienestar de los asociados y sus
familias, así como la prescindencia política de las sociedades en una época en que se
presionaba por el compromiso en la lucha social etc.; todo esto coadyuvaba al paulatino
decaimiento de las sociedades obreras con finalidad de socorro.
151
Por otro lado y de manera decisiva, tuvo que ver en este fenómeno la creciente proletarización de los artesanos y sectores populares en general a raíz del importante aumento de las industrias y manufacturas chilenas desde principios de siglo y especialmente
durante la guerra europea. Esto, obviamente, llevó el nudo del problema social a la
confrontación asalariado-capitalista, alimentada por la teoría revolucionaria marxista
que anidaba en los sectores más lúcidos del proletario chileno.
El número de obreros ocupados en las fábricas y en los centros mineros en 1890 llegaba a 200.000; en 1900 sobrepasaba los
300.000. De acuerdo al censo de 1907 de una población activa de
1.200.000 habitantes, 940.000 eran obreros: 300.000 trabajadores urbanos, 240.000 gañanes, 220.000 obreros agrícolas, 40.000
mineros, 140.000 trabajadores ligados al comercio^'"-.
La exigencia de sustitución de las Sociedades de Socorros Mutuos por organizaciones
sindicales y políticas significaba, en la práctica, la relativa pérdida de la participación
popular de base que en dichas sociedades de socorro ejercía -tanto a nivel de la gestión, control popular y acción directa- una parte importante de la sociedad proletaria y
obrera. Esto por el hecho de que la organización gremial-política sustitutiva necesitaba
levantar cuadros dirigentes especializados en la práctica del debate ideológico y la lucha
antipatronal, jugando de hecho un papel de mediación-revolucionaria entre la base y las
estructuras de poder.
Esta situación, en su conjunto, alimentó por mucho tiempo contradicciones y pugnas
al interior de la clase proletaria, sembrando la desorientación en amplios sectores de ella
y dejando el camino libre a la importante acción social que comenzó a desarrollar la
Iglesia, la clase aristocrática y el Estado, con un sentido compasivo, vertical y jerárquico
y en vista de una clara orientación de mantención del statu-quo.
¿Cuáles eran los argumentos que fundaban la crítica obrera a las S.S.M.?
172 Julio He'ise. Historia de C/ü/e. Editorial Andrés Bello, Santiago. 1974. p. 411
152
SOCIEDADES MUTUALISTAS
"Más de una cincuentena de años llevan
las sociedades mutualistas primitivas en
nuestro país...
La asociación gremial, a la inversa de la
mutualista. trabaja por mejorar al obrero
de lo que éste no ha alcanzado aún.
Se organizaron con el fin de socializar
al obrero, de precaverlo contra futuras
emergencias. Para que. en caso de enfermedades tuviese un punto de protección y
si feneciese, la familia contara con un apoyo para salvar los gastos de sepultación y
algo de efectivo con que hacer frente al
difícil trance de la viudez u orfandad.
Siempre se suscitan grandes dificultades
entre patrones y operarios, aquel quiere
explotar y avasallar, éste lucha por su independencia económica y por conseguir
garantías para sí.
Resumiendo: las Sociedades Mutualistas se preocupan sólo del porvenir del
obrero y muy poco o nada del presente.
Puede de ellas decirse que ya hicieron
su época. Y por lo tanto, en la evolución
obrera, son deficientes, no dan resultados
prácticos inmediatos.
Las nuevas orientaciones hacia fines más
positivos han llevado a los obreros hacia
las modernas organizaciones gremiales o
sindicales y ellas han estado dando excelentes resultados en los países en que ya
están implantadas.
¿Quién será el que hará comprender al
patrón de la necesidad del obrero? ¿Quién
le exigirá que remunere el jornal, que
atienda en un accidente del trabajo u otras
necesidades?
Aquí está la sociedad sindicalista sirviendo de interventora entre el capital y el
trabajo, exigiendo siempre lo que corresponde al trabajador como remuneración a
sus tareas.
A las actuales sociedades mutualistas
debe imprimírseles un rumbo sindicalista,
para que así realicen una obra más directa
en bien de sus asociados".
Cicero'
\75 El Gráfico. Época 2. Año I. Anlofagasta. Chile. Septiembre de 1918. N° 3
153^
LA RUTINA SOCIAL OBRERA
'Trataré... de la constitución rutinaria
de las diferentes sociedades sociales obre-
Existe en cada una de ellas y en cada
una de las que se organicen en esta época,
el mismo objetivo anónimo, la misma reunión de seres cuasi-parásitos. inactivos,
sin nuevas iniciativas de regeneración y
mejoramiento social-económico obrero
que signifique una revolución en el actual
estado de la sociabilidad: sin más mirajes
que reunirse con el instinto del mono en
grupos, según sean sus gremios, sus aficiones, costumbres o creencias.
Casi siempre, o en la generalidad de
ellas, no se explaya en sus sesiones ningún
tópico de interés, ninguna idea tendiente a
una nueva era de vida colectiva; siempre
es la eterna discusión de temas estériles,
ingenuos, faltos de vida, de lucha, faltos
de concepción humana, de manifestaciones de arte, de civismo, de adelanto, de
trabajo, de perseverancia.
¡¡Empezad por temblar, oh burguesesl!,
cuando ese pueblo mancomunado en las
modernas sociedades obreras ventile los
nuevos ideales de reivindicación social.
¡¡Temblad!! Y haced uso de la metralla
cuando el estado actual de la sociabilidad
obrera caiga al peso de su podredumbre.
Cuando la obra tesonera de los locos geniales infiltren en el cerebro de los obreros
mancomunados las doctrinas de un más
hermoso devenir humano"".
Norma Pe Cisma'^^
A través de estos y otros escritos de prensa obrera se aprecian claramente algunos
factores interesantes de anotar:
1.
Las Sociedades de Socorros Mutuos se perciben como una primera etapa de la
organización obrera, llamada a ser superada. Esto significaba que. de hecho, ellas
y sus objetivos estaban condenados por el curso natural de la historia en progreso
ininterrumpido y ascendente:
2.
Ellas constituyen una etapa primitiva ingenua de la asociación obrera cuya simbología usada, la del mono, nos demuestra la radicalidad de este pensamiento
evolucionista.
3.
Ante estas sociedades se levantaba la alternativa de la modernidad societaria obrera, la que descansaba en dos fundamentos: la teoría política revolucionaria y el trabajo asalariado. La modernidad proletaria era la lucha revolucionaria de la clase
obrera contra el capital y la explotación: la modernidad era, pues, el capitalismo,
que ya alcanzaba en Chile su rostro industrial. Todo aquello que quedara fuera del
marco dado estrictamente por el capital y su ámbito de reproducción era primitivismo, atraso, creencia e ingenuidad.
175 Ibid.
154
Así, históricamente, las sociedades obreras de socorros mutuos, con su preocupación
básica por la salud y bienestar de sus asociados, cayeron bajo el imperativo de la modernidad.
Dichas sociedades obreras se mostraron abiertas a la crítica interna, conscientes de
que se vivía un momento de reflexión histórica que pugnaba por abrir paso a lo que ellas
llamaban, una "evolución" de rumbos de la clase obrera, planteándose dos preguntas
claves: "¿Son para la época en su forma actual? ¿Qué reformas son necesarias para que
respondan a las nuevas orientaciones del progreso y de las necesidades sociales?" ''\
Al interior de las sociedades obreras las alternativas de mutualismo-sindicalismo se
planteaban no tanto como "oposición", sino como "reorientación". Se trataba, quizás, de
fundir ambas alternativas en una organización que acogiera, que reuniera la diferencia:
lo social-laboral y lo social-biológico: el espacio de la fábrica y el espacio familiar, el
dirigente-luchador-teórico y el dirigente-hermano-solidario: las bases en huelga y las
bases puerta a puerta: el patrón y el enfermo: "La sociedad nuestra (Sociedad Unión de
los Tipógrafos, la más antigua) está compuesta por elementos que dilucidan a favor del
mutualismo, unos, y por el sindicalismo, otros; sin embargo, la unión no decae ni decaerá hasta obtener una organización que responda a las nuevas orientaciones del progreso
y de las necesidades sociales" ''''.
De hecho, la Federación Obrera de Chile (FOCH). creada en 1909 a iniciativa de los
obreros ferroviarios y que fue consolidándose al calor de las luchas obreras y de la conciencia de clase, mantuso su carácter de asociación central mutualista. al paso que fue
incorporando reivindicaciones y banderas de claro contenido anti-capital. A esta Federación se fueron incorporando cientos de sociedades y una buena parte de los recién creados sindicatos, comenzando poco a poco a temblar en su interior la pugna ideológica,
con especial intensidad desde que surgió el referente histórico de la revolución rusa ' '.
Eran tiempos que exigían unidad.
Pero era también tiempo de definiciones.
A partir de 1919 las sociedades obreras convocaban a congresos nacionales para dilucidar su identidad.
175 El Gráficit. Antofñgasu. noviembre. 1918
176 Ibid.
177 No obstante, las sociedades de socorros siguieron primando tanto al interior de la Federación, como en el país en
general, existiendo en 1923. 338 sociedades mutuales que agrupaban a un total de 98.237 socios y 67 sindicales con un tota'!
de 17,978 asociados. Aún más, ¡a mitad de dichas sociedades smdicales prestaban atención médica \ botica a sus miembros.
Boletín de la Oficina del Trabajo. 1923, p, 220
1551
"No está demás terciar -escribía Recabarren - en un debate que tendréis para resolver
la discusión de vuestros estatutos en lo que respecta a auxilio en caso de enfermedad
(...)• En mi concepto, debemos unirnos principalmente para defendernos de la explotación y de la tiranía en que nos esclaviza la clase capitalista y gobernante. Este pensamiento debe estar por encima de cualquiera otra mira mezquina y egoísta. Unirnos, formar nuestra Federación, formar nuestra Caja para defendernos por medio de la huelga,
contra el bajo salario y la carestía de los consumos, tiene y debe ser nuestro pensamiento
principal. El socorro mutuo, la protección en caso de enfermedad es algo que queda
fuera de todo valor en el estatuto de una organización como la nuestra (...). Pensad
juiciosamente que nuestro principal objetivo de organización debe ser para conquistar
la libertad y la dignidad que nos han quitado los que explotan nuestra patria. Después,
nunca ningún compañero quedará abandonado" '^^.
La causa obrera debe encaminarse, en este pensamiento, a la "causa primera', en función de la cual todo lo demás vendría por añadidura.
En el Congreso de la FOCH de 1919, bajo la presidencia de Recabarren. se produjo
el quiebre de la Federación Obrera, adoptando un sector de ella el emblema de la bandera roja. El sector mutualista se agrupó en tomo al Congreso Social Obrero después
de 1920.
En la etapa crucial del movimiento obrero, cuando éste alcanzaba su álgida expresión
como protesta, huelga y movilización, la clase obrera se divide. Se podría plantear que
aquí se enfrentaron dos pensamientos: el revolucionario y el reformista, el pensamiento
socialista y el pensamiento demócrata. No obstante, no es posible reducir el problema
en esta etapa de la historia de Chile, sólo a una cuestión ideológica y político-partidaria.
Se enfrentaron aquí, de manera importante y decisiva, la tradición mutual de la sociedad
obrera y la modernidad organizativa anti-capital.
Por otra parte, sería un simplismo histórico reducir a las sociedades de socorros a la
categoría de reformistas, puesto que su identidad no se configura respecto del sistema
establecido, sino por el contrario, respecto de su autonomía relativa al sistema. Pensamos que en la confrontación sociedad de socorros versus sindicato subyacía la oposición
"autonomía sistémica" versus 'incorporación confrontacional al sistema'.
Hasta cierto punto, nos podríamos encontrar aquí ante la problemática anarquismo
versus socialismo. No obstante, siguiendo otra lógica, las sociedades de socorros mutuos siguen manteniendo como foco principal de su identidad, las necesidades y la persona del asociado.
Al enfrentarse la mutualidad con el sindicato se estaba concibiendo la separación histórica entre lo particular y lo general, lo individual y lo colectivo, el rostro y el cuerpo,
la figura y la forma, lo fenoménico y lo absoluto:
178 "El Socialista". Antofaeasta. 15 de agosto. 1919; en E. Devés y X Cruzat: Recabarren. escritos de prensa. Tomo IV,
Nuestra América > TerranoN a Ediciones. 1985. p. 32
Hsó
A LOS TRABAJADORES
•"Cuando los individuos saben que dentro de ios organismos de la Federación
Obrera de Chile no hay fórmulas de mutualidad, cuando saben que sus estatutos
no prescriben beneficios mutualistas por
enfermedad o muerte, consideran la organización deficiente, a su criterio, e inservible para el pobre, creyendo que los hombres deben formar instituciones donde les
tiren unos cuantos centa\os a ellos cuando
estén enfermos o a sus deudos, para que
le compren cajón y lo enüerren cuando se
mueran.
Las sociedades mutualistas hacen esto.
dan linicamente estos beneficios: Pagando
una cuota subida, porque con baja cuota
no lo harían, cuando se enferman tienen
doctor y medicina y un pequeño viático
para su sostén mientras dure la enfermedad. Cuando el asociado se muere, la
Asociación corre con todos los gastos del
funeral y a la viuda se le indemniza con
una suma de dinero.
Pero hay que convenir, que para recibir
esos beneficios, tínicamente esos beneficios, sin hacer otra acción más elevada,
no vale la pena la agrupación de personas
en sociedades que viven bajo pomposos
nombres, cuando únicamente bastaría sacar una póliza en una Compañía de Seguros y así estaría perfectamente garantido
en su interés egoísta que busca dentro de
esas instituciones llamadas de socorros
mutuos.
En cambio las organizaciones en resistencia o revolucionarias tienen mirajes
más elevados, concepciones más amplias
de sus funciones que son la esencia de su
vida.
No habría necesidad de hacer un estudio
profundo para demostrar el objetivo de la
vida de estas organizaciones, tínicamente
nos basta y en forma rutinaria, decir: los
dolores, las enfermedades que sufre el
pueblo ¿a qué se debe? A defección del organismo, y no únicamente del organismo
individual, físico, sino también, al plexo
social: desde el momento que todas las
enfermedades que sufre la humanidad son
derivadas de la imperfección social en que
nos desarrollamos.
¿.Acaso la miseria en que vive el pueblo, las malas habitaciones donde se aloja,
las inhumanas faenas en que trabaja no
son causa gerenáticas de un sinnúmero de
enfermedades que lo imposibilitan cruelmente o lo zampan prematuramente a la
tumba?
Sí; las condiciones de vida, esas condiciones desgraciadas en que vive el pueblo
son causas de todas sus enfermedades; y.
el interés de las instituciones que los obreros formen debe tender -precisa y únicamente- a hacer desaparecer las causas que
generan sus males, a perfeccionar las condiciones sociales del individuo, a perfeccionar la vida misma.
Y las instituciones de resistencia o revolucionarias tienden a eso. Compréndanlo, así los trabajadores prejuiciados con el
mutualismo.
Las organizaciones nuestras no prescriben en sus estatutos, reglamentos o
programas, viáticos para los enfermos,
pomposos funerales para los muertos e
indemnizaciones para las viudas; eso está
prescrito sí, en el sentimiento, en el corazón de cada asociado que cuando ve una
157!
desgracia de esta naturaleza, armado de
ese espíritu de solidaridad que cada vez se
perfecciona más en el individuo que pertenece a nuestras organizaciones, corre presuroso a prestar su ayuda, donde se necesite sin que escrituradamente se le obligue,
porque ello es únicamente un sentimiento
humano constituido en deber y no obligado por fuerzas extrañas.
Nuestras organizaciones, hemos de repetirlo muchas veces, no se preocupan
de la ayuda mutua a los enfermos y a los
muertos, pero se preocupa sí. mucho, de
los vivos; de que sus condiciones de vida
se perfeccionen cada día más y por eso la
propaganda es intensa para que dentro de
los organismos haya mayor número de los
que sufren para bregar en mejores condiciones por la desaparición completa de los
sufrimientos.
Pongamos un ejemplo:
Dentro de un Consejo Federal hay un
número de cien individuos que pagan una
cuota mensual de tres pesos, los que se
utilizan en pago de local, gastos de secretaría, alumbrado, aseo, mantenimiento de
un salón de lectura, etc.. etc. Estos individuos trabajan dentro de una fábrica con
un salario de cuatro pesos diarios y un día
cualquiera, no satisfechos por cierto con
el jornal, hacen un movimiento tendiente
a mejorarlo y consiguen un aumento de
veinte por ciento, cada obrero como se ve.
ha conseguido diariamente ochenta centavos de salario más al día. que suman al
mes. término medio. 20 pesos. Es ese el
fruto de la organización de resistencia.
Con una cuota de tres pesos al mes que
pagan en un Consejo donde está organizado, ha conseguido un aumento de salario
mensual de 20 pesos.
158
Hablando más claro, y para que los
obreros nos entiendan, diremos:
El obrero organizado depositó $ 3 en la
Caja del Consejo donde está agrupado, y
estos tres pesos depositados mensualmente le producen una renta de 20 pesos mensualmente también.
¿Qué compañía o empresa industrial
produce una rentabilidad tan superior a
ésta? Ninguna.
Esos veinte pesos, ¿qué significan?
Más pan en el hogar del obrero que los
gana, más vestuario para su mujer y sus
hijos, una mejor condición de vida.
¿Da esta renta, o este bienestar inmediato una sociedad mutualista que únicamente se preocupa de cuidar enfermos y
de enterrar muertos? Comparen los trabajadores.
Aún más. las organizaciones en resistencia perfeccionan al individuo porque
en ellas hay un contacto diario de sus elementos por diversas circunstancias: se va
a la organización una vez porque se realice
una conferencia, porque se ha abierto una
sala de lectura, porque hay una reunión
para tratar cualquier asunto y porque se
hace el hábito de ir al local a conversar
noche a noche sobre la situación en que se
está en el taller, de la condición del trabajo, del trato que reciben de sus patrones y
de los movimientos que deben de hacerse
después para ir mejorando poco a poco su
condición.
En este diario contacto los trabajadores
se conocen, conversan, discuten y así hacen una amistad estrecha paternal; se dan
el trato de compañeros y se consideran
hermanos entre sí hasta el extremo de que
el dolor del uno lo siente el otro y en estas
condiciones se practica la verdadera solidaridad humana.
¿Puede haber mayores ventajas dentro
de una sociedad de socorros mutuos a las
que presentan las de resistencia o revolucionarias?
Hemos escrito esto, para aquellos trabajadores que buscan dentro de las instituciones su satisfacción personal, para
aquellos que cuando son invitados por
nosotros a pertenecer a los organismos de
la Federación Obrera de Chile, la primera
pregunta que nos hacen es: ¿cuánto le dan
cuando uno está enfermo?, ¿cómo le hacen los funerales cuando uno se muere?,
¿qué dinero le dan a la viuda, a los hijos?
La Federación no ofrece estos beneficios en sus estatutos: pero el sentimiento
de satisfacer o aliviar estas desgracias es
individual en los asociados y como cada
individuo dentro de la organización tiene estos sentimientos él está consagrado
como sentimiento colectivo.
La Federación Obrera de Chile no abandona a sus enfermos, entierra a sus muertos, ayuda a los que por una circunstancia
o por otra se encuentran en situación miserable o en cualquier desgracia, repitiendo lo antes dicho, sin que sus estatutos lo
prescriban.
Ahora comparen los trabajadores con
los pocos razonamientos que entregamos a
su consideración, si prefieren las sociedades de socorros mutuos donde les dan un
viático cuando se enferman y un pomposo
funeral cuando se mueren, sin preocuparse de ellos en su vida diaria, o pertenecer
a una organización como la Federación
Obrera de Chile, que se preocupa a más
de sus condiciones desgraciadas, por enfermedad o muerte, también de su vida
diaria, de mejorar el salario, de espantar la
miseria del hogar, de perfeccionar la vida
misma".
Pancho Villa
A través de este importante artículo firmado con el seudónimo de Pancho Villa se aprecia
claramente el radical cuestionamiento a que se vieron enfrentadas las sociedades de socorros
mutuos en tanto organizaciones obreras. Mientras éstas trataban con la enfermedad y la muerte, el sindicato trataba con la vida; mientras las sociedades de socorros mutuos lidiaban con el
hecho irremediable y la consecuencia, aquél buscaba las causas; mientras las sociedades de
socorros mutuos se revolcaban en la piel maloliente de lo corpóreo, el sindicato buscaba lo
elevado y la esencia.
Así, históricamente, la sociedad obrera en general se vio envuelta en esta radicalidad de la
modernidad que se nombró Mumalismo versus Revolución.
179 IAI Federación Obix'ni. Siinú-dgo.]un\o 19. 1922
159^
2. MODERNIDAD DOS: LA -TATRIOTICA MUJER CHILENA"
La sola presencia en el hogar del pobre de
una dama distinguida, aún cuando ella descienda
de lujoso coche y luzca preciosas joyas,
desarma al más exaltado enemigo de la
aristocracia '*".
El nuevo discurso y acción de la clase obrera que iniciaba la lucha contra el capital y hablaba del ideario sociahsta, despertó, a su vez, a la clase patronal de su letargo social.
La modernidad como proletarización de los sectores más pobres, al paso que había agudizado su miseria hasta el límite de la muerte crónica, por otro lado, había desatado sus lazos de
sujeción servil con la clase dueña de la riqueza.
El peligro del sociahsmo se inscribía en el marco de esta "autonomía de la miseria". El
imperativo para la clase patronal era, pues, el de restablecer los lazos rotos de la dependencia
y la admiración social del orden aristocrático.
La prédica clerical del valle de lágrimas y de la resignación había hecho su época y ya mostraba su plena ineficacia en el siglo de la madurez de la razón y de la conciencia. La misma
voz oficial de la iglesia católica, a través de sucesi\'as encíclicas y, especialmente por medio
de la Rerum Novamm, había llamado a la movihzación de los cristianos para la salvaguardia
de la humanidad a través de la justicia y la caridad para con los pobres del mundo.
Y en momentos en que la guerra europea había desarticulado todos los engranajes sociales
y que la civilización occidental con su espectáculo de belicosidad había sacado los trapos al
sol de su barbarie; cuando la vanguardia obrera habían hecho suyo el poder en la Rusia zarista
y lanzaban su llamado a los proletarios del mundo unidos, la movilización social patronal en
pos de la salvaguardia del orden occidental, pasó a ser un imperativo impostergable.
Se inició, entonces, en los años 20 en Chile, una tenaz campaña llamando a las madres a
iniciar la salvación nacional contra la amenaza del socialismo "que tiende a separar al hijo de
su madre entregándolo al Estado (...). Hoy el materiahsmo acentúa la decadencia del sentimiento maternal, ya aminorado (...). Ninguna madre digna de ese nombre puede permanecer
180 Santa Cruz. Elvira. "La caridad privada > las Gotas de Leche", en Primer Conf^reso de las Gotas de Leche. Santiago,
i 920.
160
indiferente ante el peligro que nos amenaza, de retroceder al estado de barbarie por la amplia
e intensa propaganda que se hace de las doctrinas socialistas (...). El mismo sentimiento maternal intensifica el espíritu de caridad, haciéndolo extensivo no sólo a sus propios hijos, sino
también a los huérfanos que ella encuentra a su paso (...) pues la madre forma parte de una
vasta congregación, unida por lazos sobrenaturales'" '^'.
La mujer en lucha contra el socialismo lo hacía en su calidad de categoría universal y como
núcleo de la sociedad. El recurso a la madre era el desesperado llanto de lafigurade una clase
en busca de útero -refugio ante la avalancha de la historia.
El contenido específico de este objetivo de lucha y movilización antisocialista decía relación, como decíamos, con la restitución de la mediación entre clase propietaria y pueblo. La
caridad, secularmente arraigada en el sentimiento cristiano, necesitaba nuevos fundamentos
e instituciones que respondieran a este imperativo de mediación. No bastaban los asilos, hospicios o casas de expósitos donde la clase aristocrática entregaba sólo su dinero encomendándole a la iglesia el ejercicio directo de una caridad que no estaba dirigida al pueblo en
general, sino exclusivamente a aquellos sectores populares que quedaban marginados de la
vida productiva propiamente tal.
Se sabía que Chile tem'a la mortalidad infantil más alta del mundo, hecho que se había
agudizado con la creciente proletarización de la mujer obrera que acudía a trabajar por largas
jomadas a las fábricas. También se sabía que la miseria de los salarios de la familia obrera,
su inhumano hacinamiento en los asquerosos conventillos y su mala aumentación crónica,
los hacía sucumbir de enfermedades y pestes. Hacia este pueblo explotado se dirigían las
llamadas y proclamas para su emancipación, organización y lucha anticapitalista. La caridad
modema debía dirigirse, pues, a las fuerzas vivas del pueblo chileno y acudir hasta las mismas
puertas del hogar obrero. Pero como toda caridad, su objetivo debía centrarse en los eslabones
más débiles del pueblo; los niños y, por ende, las madres.
Este moderno contenido de la caridad coincidía, como hemos dicho, con los objetivos específicos de la ciencia médica que entonces se planteaba -como uno de sus más caros desafíosla lucha frontal contra la mortalidad infantil para la salvaguardia de la raza, de lariquezade la
República y de la misma ciencia y, por otro lado, era una respuesta al mensaje de las encíclicas
recientemente promulgadas, que concebían el hogar y la familia como el núcleo fundamental
181 15 "La Misión de las MadTi:5\ Ahnanaque de! Paíronato Nacional de ¡a Infancia. Santiago, i921
161
de la sociedad y. por lo tanto, como el centro y agente protagónico para la salvación del orden
y los valores occidentales y cristianos. Si la estabilidad y la subsistencia familiar se vulneraban, todo el edificio social peligraba y se exponía al derrumbe del orden moral establecido.
La institución vanguardia de este moderno objeto de caridad: el niño y la madre, se había
creado en 1900, año ciílmine de la miseria, el hambre y la muerte en la República, año de
fuerte incremento de las organizaciones de lucha y resistencia de la clase obrera y de grandes
paralizaciones huelguísticas a lo largo del país. Se trataba del Patronato Nacional de la Infancia y su red de Gotas de Leche diseminados por los barrios populares, al cual ya nos hemos
referido.
En el marco de esa álgida eferv'escencia social que atemorizaba a la sociedad tradicional
católica, se realizó el Primer Congreso Nacional de Gotas de Leche. El contenido y espíritu
de su discurso llamaba a la "•resistencia caritativa" frente a la revolución social, movilizando
todas las energías en la urgente salvación del orden social cristiano.
El llamado se dirigía, principalmente, a quien debía ejercer la acción clave de esta misión
salvadora: no a los médicos, ni a losfilántropos,ni a los pob'ticos. ni a la Iglesia, sino al "cuerpo de señoras".
Entre la red de agentes de caridad y salud que acmaban en los distintos servicios del Patronato Nacional de la Infancia, el agente principal era el llamado "cuerpo de señoras". Serán
las "distinguidas damas" ligadas al Patronado -muchas de ellas esposas defilántroposy todas
mujeres de la alta sociedad con gran espíritu altmista y especial sensibilidad social- las que
ejercerán la función clave, elfinestratégico del Patronato y que lo diferenciaba de las tradicionales instituciones caritati\'as: las señoras estaban llamadas a restablecer la mediación entre la
clase patronal y el pueblo, acudiendo directamente al hogar proletario a llevarle el mensaje de
cariño, comprensión, compasión y ayuda del Patronato a los humildes.
De todas las obras del Patronato, "ninguna más trascendente que la organización de señoras que hoy toma en sus labores una parte tan activa y de tan alto interés. Ellas han dado
al Patronato esa acentuación de espíritu materno, de bondad, de ternura, sin la cual todas la
nociones científicas de los médicos, todas las enseñanzas de los higienistas, toda la voluntad
de los filántropos y toda la vigilancia de los administradores, aparecerían como muertas y
resultaiian ineficaces" '"'"Tor medio de las visitas domiciliarias, la dama del Patronato no sólo vigila al niño
que se atiende en las Gotas de Leche, sino que se introduce en los hogares, cura las llagas
físicas y morales (...): graiijeándose primero las voluntades, llega a la conquista de las almas
suavemente, hasta conseguir, porfin.inocular en esos espíritus ignorantes una clara noción de
sus deberes sociales". De esta manera ""el Patronato Nacional de la Infancia, con admirable
criterio V sutilísima intuición ha iniciado este acercamiento de las clases sociales" '^'.
182 Carlos S¡l\ a Vildósola, Ibid., p. 4
1 S3 hh ira Sama Cruz . Ibid., p. 257
162
Esta importante tarea de mediación -y lo que le confiere tal carácter- no se dirigía sólo en
un sentido unidireccional; dama aristocrática-pueblo. sino que tenía por misión traer desde la
base misma al seno del Patronato la imagen difusa del pueblo chileno. '"Vosotras, dejaréis oír
aquí vuestros sanos consejos, nos diréis lo que \uestra larga experiencia os ha enseñado en
el arrabal y el conventillo: nos instruh'éis en la psicología de ese pueblo que aviva vuestros
generosos impulsos y aprenderemos a comprenderlo mejor, a aquilatar mejor sus necesidades
y a conocer toda la extensión de su miseria. (...) Os ruego con especial insistencia que ilustréis nuestras deliberaciones en cuanto se refiere a la inspección domiciliaria, que hagáis otra
vez presente su enorme eficacia, que otra vez nos digáis su rol eminentemente educador del
pueblo, que nuevamente nos indiquéis cómo os habéis convencido que sin ella se malgasta
en forma lastimosa la labor del médico yfinalmente,que nos demostréis cómo esas cariñosas
visitas vuestras al hogar del pobre, despierta la gratitud de la adusta miseria y borran asperezas
sociales que empiezan a sacudir al mundo entero" '"^.
(En conversación con Yolanda Barba, ex integi'ante del grupo de señoras de una Gota de
Leche; "Cuando usted trabajaba en la Gota de Leche, ¿cómo las recibía el pueblo cuando
ustedes llegaban a sus casas?". -"Con desconfianza", expresó. "Nos miraban desconfiadas. Es
que algunas señoras iban elegantes > enjovadas").
En realidad, y como ya lo habíamos planteado, en el centro de esta mediación de caridad,
altruista e ideológica al mismo tiempo, residía un concepto de pueblo que no podía sino mantener las distancias entre las dos clases que. si bien se miraron a los ojos e incluso de tocaron
en el seno de la modema caridad, se pensaban y se deseaban profundamente lejanas.
"Los pobres son los niños grandes de la humanidad. Ellos no comprenden la causa de esas
desigualdades irritantes de la fortuna, se rebelan contra su desdichada suerte (...) la vida es
triste para ellos desde que nacen hasta que mueren, porque ni la luz de la razón ni la del sol ha
llegado muchas veces hasta ellos. No olvidemos que en Chile la ci\ilización se ha detenido
en las clases superiores" ^'\
Con este concepto de pueblo, como las masas ignorantes y marginadas de la razón, evidentemente que la mediación caritativa se ejercía impregnada de verticalidad y como una relación
compasiva entre civiüzación y barbarie.
Sin embargo, esta "caridad burguesa", en tanto elevada misión histórica mediadora, tuvo
también la osadía de aportar a un profundo debate que cuestionó la irresponsabilidad de la
sociedad en ejercicio del poder, e impulsó una cierta toma de conciencia aristocrática acerca
de la situación de abandono y miseria del pueblo y el nuevo rol social que a dicha sociedad le
cabía para su ""remedio". No podna. pues, comprenderse el curso evolutivo reformista y pacífico que tomó la historia política del país, sin considerar y calibrar este importante ""activismo
social" que se llevó a cabo en el seno de la sociedad patronal más conciente. preparándose
para los nuevos tiempos, es decir, para su modema misión \' deber de ""restauración social".
184 Discurso de Luis Cal\o .Maci^enna. en Acras del Primer Ctm^reso de ¡as Gotas de Leche. Santiago, i920. p. 57
185 Elvira Santa Cruz. op. cit.
163
Uno de los nudos centrales del debate se fundamenta en las nuevas exigencias del cristianismo el que, en este tiempo de modernidad, se concebía como la doctrina que había elevado
el sentimiento de la caridad a la categoría de un deber social.
Pero más allá del cristianismo, existía un imperativo histórico: "Es deber de los ricos, para
satisfacción propia, por su propia conveniencia y hasta para su propia defensa y salvación, ir
en socorro de los necesitados" '*'.
Se hacía ver, en un claro sentido educador de los 'ricos', que la miseria era causal de incumplimiento por parte deJ pueblo de sus ""deberes sociales", por lo tanto había que atacar
dicha miseria para obtener el cumplimiento del deber, es decir, del trabajo y la paz social.
Finalmente, "para que puedaflorecer-se enfatizaba- la fraternidad y el amor entre el rico y
el pobre (...) es preciso tender sobre aquel abismo social el puente divino de la caridad,que
no sólo consiste en la protección material del desvalido, sino que es también dignificación
del trabajo, rehabilitación social, acercamiento espiritual, puente franco a cuyos bordes el
uno tiende las manos solicitando ayuda y el otro extiende sus brazos y le cobija en ellos. Sí.
señores, la caridad privada puede realizar ese ideal de redención humana, puede disipar los
odios de clases y acallar las protestas airadas del proletariado con más eficacia y mayor éxito
que la acción represiva de los gobiernos" "*\
La lucha por la sobrevivencia del niño proletario y su cuidado materno era, desde esta
visión, la puerta principal que abría el camino de la redención física y moral del pueblo.
En tomo a este desafío se hermanaron, en esa crucial coyuntura histórica de los años 20. el
positivismo científico y la moderna caridad cristiana. Agente y mensajera principal de uno y
otra fue la "abnegada mujer chilena, que más que mujer, es ángel" "^*con su corazón abierto
al tiempo nuevo.
"Cada nueva Gota de Leche -decía el Dr. Luis Calvo Mackenna- es una nueva barca salvavidas que la caridad arroja en medio del tumultuoso mar de nuestra infancia desvalida, de este
mar lleno de tempestades -llámese alcoholismo, tuberculosis, sífilis, pauperismo, ignorancia(...). Vosotras,damas nobles y abnegadas de las Gotas de Leche del país (...) habéis acudido
en tropel al llamado que el pueblo os ha hecho por intermedio del Patronato Nacional de la
Infancia", embarcación de la "'expedición libertadora de la infancia desvalida". Agregaba:
"la lucha a favor de la infancia será cada vez más activa, el niímero de sus soldados cada vez
mayor; cada día más instruidas y disciplinadas las tripulaciones de esas barcas que surcan el
mar homicida" •'*'.
Era la guerra santa del siglo XX.
A poco andar, esta expedición libertadora de la infancia, como otras múltiples iniciativas
de la caridad privada, comenzó -ai parecer- a dar sus frutos, lo que se expresó en la denuncia
186 Discurso de Emiliano Bordalf. en Adas del Primer Congreso dt' Gotas de Leche. 1920. p. .^4
I 87 Sania Cni/. Elvira, op. cit.. p. 2,'J7
I 88 Bordalí. Emiliano, op. cit.. p. .Í2
189 lbid..pp..57..'S9
164
por parte de la Federación Obrera: "Con estupefacción vemos que el pueblo se entrega ingenuamente en manos de la burguesía católica, del clero y. en general, de una serie de ladinos
patronatos, escuelas parroquiales, gotas de leche, instituciones catequistas, etc., que son agentes activísimos de la iglesia. La masa popular se fanatiza y en este estado, los usufructuarios
de la religión les enseñan a las familias proletarias a abominar de los centros donde se les da
educación social y de lucha de clases."' Planteaba que había que intensificar la "educación de
las masas trabajadoras, afinde que se den cuenta del peligro que para ellas significa el poder
creciente y amenazador de la clase capitalista de esta nación, si ésta continúa desorientando al
proletariado y ganándolo para que traicione sus propios intereses de clase"'*'.
La prensa obrera ataca lo que denomina la "caridad burguesa"" en oposición a la "solidaridad social". A dicha caridad la catalogan de ""insulto"", "'exhibicionismo'", "'hipocresía",
"sádico placer" de la clase alta que estira hacia el pobre '"su mano protectora temblorosa de
orgullo'". Su crítica de fondo aludía a que la ""caridad burguesa"" no apuntaba hacia las causas
de la miseria para su remedio, sino que trataba de remediar su efecto caritativamente. Sin
embargo, lo más claro en la crítica popular a esta caridad ejercida por la alta sociedad, era su
carga de rabia y de dolor ante la humillación que significaba para el pueblo. "'Es un insulto
la caridad burguesa; es una blasfemia semejante sentimiento cuando quienes la practican,
cuando quienes lo abrigan lo hacen y sienten dando sobras y sintiendo la repugnancia de la
desgracia ajena"'"'.
190 Federación Obrera. Santiago. 1924. enero 3
Í9I "¿Caridad, vanidad, hipocrecía?". Federación Obrera. Santiago, junio 7. 1923 y septiembre 23, 1922. "Los burgueses
iiaciendo la earidad"". "La iniitil candad". yii^nVia. junio 18, 1926
165'
3. MODERNIDAD TRES; ESCLAVITUD Y "PESTE BLANCA"
La mujer del pueblo de Chile -reciente objeto de caridad cuando llevaba hinchado el útero
y los pechos- con su hijo )a crecido, era uno de los recursos naturales más ricos de la República para la producción capitalista.
En buena medida, el auge industrial y productivo de Chile a partir de 1910 descansó en sus
brazos trabajadores y el de sus hijos. Mal alimentados, en talleres insalubres y mal aireados
donde nunca entraba el sol, en jomadas de diez a dieciséis horas al día. algunas con horarios
nocturnos del que salían a las dos y tres de la madmgada. con jornales de $ 1.50 eran. pues,
las víctimas más vulnerables de la modernidad industrial. "¡Cuántas jovencitas deben trabajar durante todo el curso del embarazo y hasta los instantes mismos del alumbramiento, en
faenas pesadísimas, muy superiores a sus fuerzas y soportando un trato inhumano, cruel de
sus patrones! (...) ¡Cuántas mujeres hay. que en el momento de parir sus hijos no tienen ni un
pedazo de pañal para envolverlos ni leche con que alimentarlos porque sus glándulas mamarias, debido a los largos ayunos, no han podido enriquecerse con el sublime Ucor de la vidal Y
acaso no sabemos que la inmensa mayoría de las pobres madres del pueblo deben abandonar
el lecho dos días después del alumbramiento para atender a todas las atenciones de su hogar y
cuatro o cinco días después se presentan a la fábrica o al taller, a ocupar sus puestos, a luchar
rudamente por la vida en pesada faena de muchas horas de labor, restándose a los cuidados
que solícitamente debe prodigar al hijo? '''^
Con sus ojos impregnados de noche, no había madre de pobres que no trabajara hasta altas
horas en su propia casa. Además del secular lavado y planchado de ropa ajena, el auge de la
industria fabril y. en especial la textil, le había llevado "trabajo a domicilio"" que asalariaba su
miseria por pieza hecha: un peso cuarenta por una docena de camisas.
Lucinda Gamboa vivía en la calle Palma N° 1403. Trabajaba en "aparado"" y ganaba $ 100
al mes. nominales, a los cuales había que descontarles $ 16 por gasto de material (agujas,
hilo. seda, carbón, etc.). las multas que por cualquier defecto impom'an los empresarios y los
gastos de movilización y tiempo para llevar el trabajo ejecutado a la casa del mismo. Lucinda
pagaba $ 35 por el alquiler y para subvenir los gastos de su familia compuesta por cinco personas. Lucinda trabajaba catorce, quince y aún dieciséis horas diarias '''•'.
Las ropas hechas por encargo pasaban a fonnar parte del hacinado paisaje de ollas, sartenes,
chiquillos sucios y escuálidos, ceniza volando por el aire, perros y gatos, lavaza de loza y
ropa: el microcosmos de la pieza de conventillo que anidaba la bronquitis, el bacilo de Koch.
el tifus y todos los microbios del siglo. "Nuestras elegantes damas que llegan felices a sus
casas por haber comprado a]go baratísimo (...) pagan en reaJidad un precio eievadr'simo, ya
192 federación Obferu. Saníiago. ¡924. marzo 24
Í93 H. Caffarena. "F:! irahajo a domicilio", en Bcletín de ía Oficina del Trabajo. 1924. p, ')8
166
que junto con el objeto comprado llevan a su casa gérmenes de tuberculosis, de difteria, de
sarampión, de viruela, etc." ''^.
Malgastado su cuerpo con trabajos alumbrados con vela, la mujer trabajadora enfermaba y
con ella sus hijos vivos y por nacer. De un estudio de 1.064 niños pobres menores de un año
hecho en la ciudad de Santiago en 1920. sólo cinco niños estaban totalmente sanos. Ochenta
de ellos padecían de tuberculosis manifiesta y cuarenta y siete la tem'an en estado latente. Una
mayoría era víctima de bronquitis y setenta y cinco de ellos eran raquíticos" ''''.
La condición de miseria y expoliación de la mujer no sólo se mide históricamente a través
de la explotación de su fuerza, sino también por el tráfico social del placer de su cuerpo.
Las jóvenes del pueblo de los años 20 llenaban las noches de calles y prostíbulos. Se las
llamaba las '"esclavas blancas" que contagiaban el placer con sífilis y gonorrea. El niimero
de las "'esclavas" inscritas \^oluntariamente en la ""Boleta de Inspección" en Santiago llegaba
en 1921 a 8.582. la mayoría de ellas entre los veinticinco \ treinta y cinco años. Del total de
inscritas, el 63% tenía sífilis detectada, a pesar de tcxlos los recursos que dichas ""esclavas"
empleaban para ocultar sus enfermedades a las visitas efectuadas por los médicos a las casas
de prostitución. En 1921 existían en Santiago 108 prostíbulos anotados con ."JOS asiladas '''"\
Sin embargo, el número de inscritas no sobrepasaba el 10%. mientras se constataba una cifra
aproximada de 25.000 defunciones, en 1924. ocasionadas por sífilis sobre un total de 124.097
fallecidos '"".
En el norte, en la región salitrera, el problema de las enfeimedades venéreas llegaba al
extremo. En 1918. al menos el 60% de los trabajadores estaba contagiado. Esta situación
motivó la indicación del entonces Ministro del Interior. ,\rturo Alessandri P.. quien propuso
que las personas infectadas acudieran a los hospitales bajo pena de sesenta días de prisión.
Esta medida fue aprobada ''*'.
Las enfemiedades venéreas infectaban los románticos años 20. diseminándose por la población obrera y por los jóvenes cultos de la sociedad que solazaban en las ""esclavas blancas"
elfinalde la farra. La moderna y cristiana sociedad chilena, escandalizada en sus principios y
violentada en sus tabúes, se vio obligada a hablar de sexo: en los pulpitos, en las instituciones
de beneficencia (que organizaban colectas para las ""mujeres caídas"), en el Congreso. ""Buena
obra es la acción médica que alivia los dolores físicos o trata de evitar contagios o propagaciones vergonzosas y funestas: pero mejor obra es moralizar y educar, para que hombres y
mujeres cumplan deberes morales y no produzcan males que se extienden a otras generaciones, que destruyen las buenas cualidades de una raza, que perturban hasta el orden social de
una nación" '"^^
194 E.. Caffarena. op. cit.. p. 10.^
I9.Í R, Bra\o. "índice de Sanidad de la Ciudad de Santi.ago". en Memorias de la Liga Chilena de Higiene Social. 19201921.pp. 194-197
195 Dr, Ramón Sataforello. "La esclavitud blanca", en Memorias de la Liga Chilena de Higiene Social. 1920-1921. pp.
198-204
197 Dr. U., Bustos. Medicina sccial. Santiago, pp.6.^-69.
198 Boletín del Cniígreso Sacioncd. Diputados, sesión de mayo 6. 1928
199 Boleríit del Congrego. Sesiones Extraordinarias. Diputados 1919-1920. p. 1.264
1671
La ciencia médica se vio obligada, entonces, a desnudar su velado lenguaje tradicional:
"Diez años atrás no era lícito ni siquiera hablar de la sífiüs y la gonorrea: los epítetos de 'enfermedades secretas', 'enfermedades vergonzosas' o 'de la sangre' servía para ocultar todo
lo que ignorábamos de la enorme trascendencia que desempeñan en el bienestar de la raza y
prosperidad de la nación" -*'.
En cada época histórica, la miseria ha encontrado su peculiar manera de mostrarse en el
cuerpo. Más allá de sus universales andrajos, curvatura de espalda y opacidad en los ojos, el
hambre y la explotación dan vida a los microbios que supuran la historia por dentro.
La tuberculosis, llamada entonces "la peste blanca", se mostró como el más genuino producto corporal de la producción industrial; su hacinamiento urbano, sus miserables condiciones de vida, subsistencia y trabajo y su maldito sistema de evasión: la taberna y el alcohol.
"La tuberculosis -decía la Federación Obrera- es hija del régimen capitaüsta" -"'. La "peste
blanca" era, pues, esa otra manifestación de la modernidad. Y una de las causas principales de
muerte del pueblo hacia 1920.
Tradicionalmente conocida como la "anemia de los mineros"', la tuberculosis hacía desde
siempre estragos entre los peones del carbón. En 1923 se daba cuenta que en las minas de
Lirquén el 72,5% de los obreros estaba infectado con el bacilo -°-.
La enfermedad cundió en el país a la medida del desarrollo industrial y de la multiplicación
de los miserables conventillos de las ciudades. El pueblo cansado, infectado, alcoholizado,
tosía en el conventillo, en las fábricas y talleres, escupía sus desgarros a lo largo del camino
diario. En 1923 se constataba que 'la peste blanca afectaba ya al 85% de la población" (...)
"Al caer el jefe de la familia, cesa el salario, las prendas se venden, el hogar se destruye, el
hambre y la desesperación hacen presa de la mujer y de los hijos, siendo la sala común del
hospital su única esperanza y la mendicidad o corrupción, el refugio obligado de su triste
condición" -"'.
Los lazaretos de variolosos se adaptaron para acoger la nueva peste. Pabellones de mujeres
y hombres, donde yacían brazos secos y rostros macilentos, que soportaban los dolores de
las piernas, del pulmón y la cintura. Lavanderas, cosmreras, zapateros, mecánicos, "gañanes,
hombres de vida oscura, de pasado amargo y tortuoso, el hambre, la miseria, los vicios, a unos
los tomó en la cama, a otros en la taberna, en el prostíbulo, en el taller y a otros en el suburbio,
para juntarlos en la sala común del hospital y tal vez mañana por unirlos en la fosa común del
cementerio" -**.
200 Freiré, Lucas. -La Reforma Sanitaria", en La Nación. Santiago, diciembre 10, 1924
201 Federación Obrera. Santiago, septiembre 18, 1923
202 Federación Obrera. Santiago, enero l-i, 1922
203 Exequiel González Cortés, "Proyecto sobre Seguro Obligatorio", Santiago. 1923
204 Federación Obrera. Santiago, marzo 21, 1922
168
Alarmada la sociedad ante una de las más temidas enfermedades contagiosas, se había
organizado desde 1900 la Liga contra la Tuberculosis que reunía a una cantidad de médicos
y otras personalidades, concientes de la necesidad de educar para evitar elflagelo.En su llamado de alerta a las formas de propagación de la peste, la Liga hacía una neutral radiografía,
ya en 1901, de lo que no era sino las conexiones de la miseria con la enfermedad. "Predisponen a la tuberculosis todas la causas capaces de debilitar al organismo y en particular: el
alcoholismo (...); la alimentación defectuosa y deficiente; la aglomeración de personas en
habitaciones estrechas, oscuras y húmedas: ciertas profesiones y ocupaciones que obligan
a trabajos en común en lugares polvorientos; la posición inclinada habitual; enfermedades
como la alfombrilla, la influenza, lafiebretifoidea; el exceso de trabajo, la vida desordenada,
los sufrimientos morales prolongados: la herencia; los hijos de padres mberculosos" ™^ Para
evitar la enfermedad la Liga recomendaba una serie de medidas relacionadas con el aire puro,
la alimentación adecuada y los ejercicios, en ese lenguaje peculiar de la ciencia profiláctica,
pseudo- naturista.
Sin embargo, a propósito especialmente de las enfermedades de la blanca modernidad y de
mortandad infantil, se desató una de las más virulentas denuncias por parte de la clase obrera
organizada acerca de la responsabilidad que le cabía al régimen de explotación capitalista.
Y si el hambre y la carestía eran argumentos fácilmente obviables por la clase propietaria a
través de los conocidos clichés de la "flojera del pueblo"', "su indolencia'", y su "falta de previsión'", el espectáculo de un pueblo que nacía enfermo, que mori'a a los pocos meses, que asistía
al trabajo tosiendo hasta morir, que llenaba los hospitales donde se anotaba su "curriculum
vitae" como testamento de su muerte, ante este espectáculo, tartamudearon las argumentaciones y se organizaba urgente la caridad, los comedores y las colectas.
Pero surgieron también otras iniciativas que hermanaron, con espíritu soüdario, a gmpos de
"médicos jóvenes" con las propias organizaciones obreras. Las enfermedades de "trascendencia social", las venéreas y la tuberculosis eran ya plagas crónicas "que por sí solas aportan más
sufrimiento, miserias y muertes en la familia humana que todas las demás infecciones agudas
juntas" -"''. Con el objeto de aliviar esta fuente de dolor humano de la modemidad, se creó, por
parte de algunos médicos, la Liga Chilena de Higiene Social.
El Dr. Carlos Femández Peña, con su raída chaqueta, sus cai'actenslicos lentes redondos y
abundante barba negra, dirigente de dicha Liga, era también consejero de dirigentes obreros
tales como Carlos A. Martínez y Evaristo Ríos. Sobre los tres se escribía: "Son hombres sencillos y llenos de ilusiones. Me hacen la impresión de esos cristianos de los primeros siglos, que
vivían medios febriles, esperando por momentos la realización de algún apocalipsis" -'*^.
El Dr. Femández Peña, en estrecha relación con el movimiento de los trabajadores, incorporó la iniciativa médico-científica de la salud a la reivindicación y organización federada
obrera: concepto de medicina social entendida como la expresión de un movimiento social
amplio en lomo a la higiene y salud del pueblo.
20.5 Liga conira la Tuberculosis, 'instrucciones para evitar Is Tuberculosis". Imprenta Un¡\erso, 1901
206 Lo ,Vflc(o/!. Santiago, diciembre 10. 1924
207 Entre\'istaa Antonio Pinto Duran. Zigzag. 1920
169
170
Esta unidad de acción se expresó en la Convención Nacional de la Federación Obrera realizada en julio de 1920. donde se hizo un crudo diagnóstico de las llamadas eitfermedades
de trascendencia social de que era víctima la clase obrera, disponiéndose a luchar contra las
condiciones de trabajo fabriles y contra las "industrias alcoholizadas". educando ai pueb'io e
iniciando un vasto movimiento de opinión piíblica al respecto. Se acordó ofrecer la implantación de la gratuidad del diagnóstico, profilaxia y tratamiento de esas afecciones y una abierta
cooperación en la labor de la Liga Chilena de Higiene Social a través de los Consejos Federales de la FOCH. Por su parte, dicha Liga ofrecía a la Federación Obrera de Chile "su más
entusiasta colaboración para conseguir la ayuda de los poderes piíblicos en el sentido de (...)
buscar los fondos que se necesitan para desarraigar la peligrosa plaga de la unciiiiarrosis que
tan gravemente afecta la salud de los obreros (...)" -"^
Tres iniciativas importantes se dieron la mano como expresión de esta unidad entre ciencia
médica y trabajadores: la Liga Chilena de Higiene Social, la Liga Nacional contra el Alcohoüsmo y la Federación Obrera de Chile. A éstas se incorporó también la Asociación de Educación Nacional que celebró, por las calles de Santiago y con Femández Peña a la cabeza, la
aprobación de la Ley de Instrucción Primaiia Obligatoria, que salió del homo parlamentario
poco antes del advenimiento de los años 20.
El manifiesto de dichas asociaciones reunidas llamaba a la organización de "las fuerzas
vivas" de Chile para iniciar una poderosa campaña contra las enfennedades sociales, la prostitución y el alcoholismo.
El alma de este mo\'imiento. que no distingue credos, partidos, ni clases,
que junta obispos, señores, radicales, obreros, demócratas y socialistas, como
las cruzadas reunieron a todos los señores feudales más enemigos, en una
palabra, de este modemo movimiento de salvación pública, es uno de los
personajes más singulares y dignos de obser\'ación con que cuenta nuestra
sociedad. ¿Quién no lo conoce? Su gran patilla negra elevada sobre una aha
armazón, de ademanes sueltos, siempre en viaje a través de las calles, con un
gran paquete de libros y re\ istas que no se sabe adonde lleva. El Dr. Fernández Peña, profesor \ propagandista anti-alcohólico. constituye una de esas
figuras que sir\^en para caracterizar toda una época -'".
208 Memoria de la l-iga Chilena de Higiene Social. 1920. p. 46.
209 •'Como se repite la historia". Zig-Zag. op.cit.
171
En plena conmoción política, el Dr. Fernández Peña, a nombre de la ciencia y la
conciencia social, jugó un rol clave e incansable de vinculación entre la clase obrera, el
estamento médico, los poderes públicos y la sociedad en general. Su figura simbolizó
un tiempo en que la historia de Chile no había de dirimirse sólo en el ring de los dos
contrincantes. "Un feliz apaciguamiento de las divisiones sectarias vino a favorecer esta
corriente de cordialidad entre los que por diversos caminos, iban hacia un mismo fin'"-'",
se escribía respecto a esta campaña del Dr. Fernández .
Fernández Peña expresó la inquietud y trabajó por poner la ciencia en vinculación
directa con el pueblo. Las organizaciones creadas por su iniciativa fueron el foco de
acción de una numerosa red de médicos, cuyas conferencias propagandeaba semana
tras semana el diario de la FOCH y que se dictaban en los mismos locales de esta organización.
LLAMADO A UNA CONFERENCIA EXTRAORDINARIA
DE LA LIGA CHILENA DE HIGIENE SOCIAL
Hoy jueves a las 6 P.M. esta institución ofrecerá en su local de Bandera
166 una Conferencia a una delegación del personal de la Vía y Obra de
los FF. FE. que se encuentra en esta capital. La doctora Ernestina Pérez
hablará sobre sífilis y el secretario de la Liga sobre "Profilaxis de las enfermedades sociales". Ilustrarán con películas muy interesantes-".
Esta acción educativa y de atención social condujo a la creación de un movimiento
amplio que culminó en lo que se llamó la Liga de las Ligas: el "Consejo Nacional ProPatria y Hogar", cuyo programa se planteaba: "sobre la base universal del sentimiento
patrio, con la dirección que nadie discute del método científico riguroso, se combatirá
con todas las armas legales, morales, intelectuales y materiales la triple plaga de la
enfermedad social, la peor de todas: la esclavitud blanca, signo de oprobio y del alcoholismo, fuente de la miseria y abyección populares, veneno de la raza y sentencia mortal
para sus futuras generaciones" -'- .
A menudo el proyecto del que se ha llamado "Estado Benefactor" que se intentó implantar en Chile desde el gobierno de Arturo Alessandri (1920-1924/25), se ha visualizado como un tema vinculado a negociaciones de carácter netamente político-partidista.
Sin embargo, desde esta perspectiva de la lucha vital, aparece como una construcción
activa desde la base, movilizada en torno a la cuestión límite de la muerte del pueblo y
que se dio en forma paralela, conjunta y atravesando el propio movimiento social obrero
y político de la época.
La lucha social contra la muerte, entrando a terciar en la contradicción que se jugaba
en la polaridad de la lucha de clases, abría camino a la Reforma.
210 Z/>-Zí7?.op. cit.
211 Federaciófi Obrera. Santiago, enero 17. 1924
212 "Como se repite la historia". Zig-Zaí:. op.ck.
172
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