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Historia del Avivamiento Wesleyano en Inglaterra

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EL AVIVAMIENTO WESLEYANO EN
INGLATERRA
Una herencia de renovación espiritual, evangelización y
reforma social
Por Norman Rubén Amestoy
EL CONTEXTO DEL AVIVAMIENTO
J. Wesley nació en Epworth en 1703 y su vida abarcó casi la totalidad
del siglo XVIII, un tiempo histórico en el cual estaban desarrollándose
cambios fundamentales sobre todo en Inglaterra y los Estados
Unidos. Si bien es cierto que resulta complejo hacer una breve
descripción de la vida en Inglaterra durante el siglo XVIII debemos
intentarlo para entender el marco histórico del avivamiento
wesleyano. Durante el siglo XVIII, Inglaterra tuvo una estabilidad
mayor que durante el siglo XVII, momento en el cual se había
desarrollado una sangrienta guerra civil. Los conflictos políticos entre
los dos partidos más importantes, los “Toris” y los “Whigs”,
continuaron. El poder militar y económico de Inglaterra seguía en
ascenso. La población Inglesa en la primera parte del s. XVIII era de
unos 5 millones de habitantes, y hacia fines del siglo, había
aumentado a más de 8 millones. Casi el 10% de la población vivía en
Londres, y la mayoría vivía en severas condiciones de pobreza.
Ninguna otra ciudad llegó ha ser tan grande como Londres, aunque a
fines de siglo ciudades y aldeas de zonas industriales como
Manchester, Birmingham y Leeds habían tenido un desarrollo
asombroso.
La vida de las ciudades y aldeas más grandes era precaria,
especialmente para los más pobres que eran los sectores más
numerosos. No existía mucha seguridad en el mercado laboral. La
vivienda era mayormente inadecuada y muy costosa. Los sectores
más carenciados de las ciudades, albergaban multitudes que vivían
hacinados en barrios periféricos y sucios.
Los servicios sanitarios eran primitivos, además que la costumbre era
arrojar los desperdicios en las calles y los ríos lo cual hacía que el olor
fuera insoportable. El agua potable era escasa. El precio de los
alimentos era costoso. La vida en general se hallaba marcada por la
inseguridad y el alcohol, la violencia, la prostitución y la difusión de
los juegos de azar eran los medios que la gente buscaba como medio
de escape de la desesperación y el abandono.
Los artesanos, obreros calificados y aprendices conformaban los
sectores medios en crecimiento aunque su situación no era menos
grave. Las jornadas de trabajo alcanzaban las 14 horas y los jornales
eran muy bajos. Estos ingresos se suplementaban con el trabajo de
las esposas e hijos. Niños de 4 o 5 años trabajaban como
deshollinadores en minas o fábricas. Las clases altas eran pequeñas
pero poderosas. Su estilo de vida estaba marcado por las
extravagancias y las comodidades.
Hacia el siglo XVIII la sociedad inglesa se hallaba polarizada en
términos económicos. Con el avance del siglo, Inglaterra experimentó
grandes cambios sociales y económicos. Se introdujeron nuevas
tecnologías de cultivo y fabricación que trajeron aparejada un
aumento de la producción. Hacia 1750 nos encontramos en plena
Revolución Industrial. Las industrias textiles y la fundición de hierro
crecieron a ritmo acelerado. Los motores a vapor impactaron en el
crecimiento industrial. La construcción de caminos (con peajes) y la
canalización de los ríos mejoraron el transporte de materias primas y
artículos manufacturados.
En cuanto al contexto religioso la sociedad se inclinaba nominalmente
por la iglesia Anglicana, que era la iglesia oficial de la corona
británica. Completaban el campo religioso la iglesia católica y las
iglesias
disidentes
como
los
bautistas,
presbiterianos,
congregacionalistas y cuáqueros. La Iglesia Anglicana mantenía como
iglesia oficial lazos estrechos con el poder político. Las parroquias se
habían constituido con varios siglos de antelación con lo cual los
poblados de reciente formación carecían de asistencia pastoral. Los
miembros de las iglesias disidentes no tenían derecho a voto ni les
era permitido ocupar lugares en el Parlamento. La iglesia Anglicana
tenía una visión fuertemente influida por mantener el orden vigente,
instando al pueblo creyente a aceptar el orden vigente y el lugar de
cada uno como voluntad divina.
JOHN WESLEY Y LOS COMIENZOS DEL MOVIMIENTO
Juan Wesley nació dentro de la fe anglicana. Su padre Samuel era
párroco de dicha iglesia, mientras que su madre Susana también era
hija de un ministro disidente. Era una mujer de una notable santidad
y maestra de su hogar. Con gran disciplina se dedicó a la crianza y
formación de sus 19 hijos.
J. Wesley tuvo una excelente formación académica en Oxford desde
1720. En ese ambiente, a partir de 1725 comenzó un itinerario
espiritual marcado por periódicas conversiones que vinieron a
reforzar la formación recibida en su hogar. Nos referimos a la enorme
influencia que ejercieron las lecturas de Taylor, Tomás de Kempis y
Willian Law cuyo común denominador era la convicción de que la vida
cristiana consagrada y santa implicaba comprometerse enteramente
en el amor a Dios y al prójimo.
Luego de ser ordenado, primero como diácono y después como
presbítero, sirvió en las iglesias anglicanas. Nuevamente en Oxford,
tras recibir un nombramiento académico, inició un grupo dedicado al
estudio de la Biblia, las disciplinas espirituales, la comunión
frecuente, la ayuda a los necesitados y la práctica renovada de una
piedad intensa. En los círculos universitarios recibieron el mote de
“Club Santo”, “Polillas Bíblicas”, “fanáticos” y “Metodistas”. Del
estudio de los Padres de la Iglesia primitiva, especialmente de los
padres del desierto lo cautivó la idea de la perfección como meta de
la vida cristiana. En este sentido, la perfección era un proceso
dinámico, más que un estado estático. Este concepto sería
determinante para su propia visión de la vida cristiana y el ideario del
movimiento que comenzaría a gestar.
Por invitación de la Sociedad para la Propagación del Evangelio,
Wesley viajó a Georgia para trabajar entre la población indígena y los
colonos ingleses y luego de tres años de pésimas relaciones con los
colonos volvió a Inglaterra sin haber alcanzado grandes resultados.
Sin embargo la experiencia le proporcionó una oportunidad para su
maduración personal, especialmente por su contacto con los
misioneros de la Iglesia Morava que le enseñaron a Wesley que una
fe verdadera libera del temor y una vida espiritual auténtica produce
una felicidad profunda. De regreso en Inglaterra, Wesley tuvo la
extraordinaria experiencia de
Aldersgate que significó su conversión. “El miércoles 24 de mayo…
por a tarde, yo fui, muy contra mi propia voluntad, a la sociedad que
se reúne en la calle Aldersgate, donde una persona estaba leyendo
del Prefacio a la Epístola a los Romanos, de Lutero. A eso de las
nueve menos cuarto, mientras él estaba describiendo el cambio que
Dios obra en el corazón mediante la fe en Cristo, sentí en mi corazón
un ardor extraño. Sentí que confiaba en Cristo, sólo en Cristo, para la
salvación; y me fue dada la seguridad de que él había quitado mis
pecados, aún los míos, y me había salvado de la ley del pecado y de
la muerte. Empecé a orar con todo mí ser por aquellos que de alguna
manera especial me habían tratado con desprecio y me habían
perseguido. Entonces testifiqué abiertamente a todos los presentes lo
que ahora sentí en el corazón”
Luego de una visita a la iglesia morava en Herrnhut (Alemania), J.
Wesley siguió unido a la sociedad de Fetter Lane y predicando en
iglesias anglicanas. Al observar de cerca la vida y la fe de los
moravos, Wesley quedó admirado pero a la vez empezó a dudar
sobre la eficacia del quietismo, su pasividad y lo artificioso de un
ambiente eclesial introvertido en medio de la sociedad. Para Wesley
era esencial la fraternidad cristiana y la disciplina de la vida espiritual
pero no como un fin en si mismo, sino como un instrumento de la
misión, esto es: la propagación de la santidad bíblica por toda la
tierra.
Para Wesley la fe era un primer paso en la experiencia cristiana, pero
no su totalidad. “La fe… es solo la servidora del amor”. La finalidad de
la vida cristiana es la santidad. “La plenitud de la fe”. Esto significa
comprometer toda la vida a Dios y al prójimo en amor. De modo que
la fe que justifica lleva su fruto en una fe que obra mediante el amor.
Así el mensaje de Wesley se resumía en anunciar una proclama de:
salvación, fe y buenas obras.
LAS CARACTERÍSTICAS DEL AVIVAMIENTO
La predicación al aire libre
Luego de su conversión, en octubre de 1738, J. Wesley tomó
conocimiento de las conversiones que se estaban produciendo en
Nueva Inglaterra a través de la predicación de Jonathan Edwards.
Estos informes produjeron un impacto de fuerza extraordinario que lo
prepararon para una nueva etapa en su vida y ministerio, y
marcarían al movimiento con una característica indeleble: la
predicación al aire libre de manera itinerante e independientemente
de las estructuras eclesiásticas establecidas.
Por otra parte, a fines de 1738 George Whitefield regresó de las
colonias americanas donde había participado, con importantes
resultados en el primer gran avivamiento. La experiencia en las
colonias le había mostrado la posibilidad de pasar por alto las
estructuras eclesiásticas anglicanas. Entonces comenzó a predicar al
aire libre en la zona minera industrial de los alrededores de Bristol
con impresionantes resultados entre los mineros del carbón. Ante la
necesidad de ausentarse, Whitefield le pidió a J. Wesley su
colaboración en la continuación de la tarea evangelizadora. La
iniciativa de predicar fuera del templo le escandalizaba. “Habiendo
durante toda mi vida guardado tenazmente todo lo que tenía que ver
con la decencia y el orden, hubiera pensado que era casi un pecado
salvar a las almas, a menos que se llevara a cabo dentro de una
iglesia”. Sin embargo, a pesar de sus prejuicios se dirigió a Bristol
desarrollando una intensa actividad. “A las cuatro de la tarde (2 de
abril de 1739) me sometí a lo más bajo, y proclamé en medio de los
caminos el evangelio de salvación, hablándoles desde una pequeña
elevación en las afueras de la ciudad a unas tres mil personas”. Al día
siguiente predicó a campo abierto en las afueras de un pueblo
cercano y al domingo siguiente, en Hannam Mount, a los mineros de
Kingswood. La reacción del pueblo fue asombrosa ya que las vidas
fueron visiblemente afectadas mediante conversiones radicales. El
primer sorprendido por los resultados de la predicación del evangelio
fue el mismo Wesley, y a partir de entonces se transformaría en
una modalidad característica del metodismo en Inglaterra, Gales,
Escocia, Irlanda, Estados Unidos y los comienzos de la misión en el
Río de la Plata. La actitud de Wesley nos habla acerca de la necesidad
de tener una disposición permanente al cambio, la creatividad y la
innovación en cuanto a nuestras formas de organización y modos de
desarrollar la misión. Es notorio como una idea que en un principio le
parecía inadmisible y poco convencional, rápidamente fue adoptada
frente al desafío de predicar el evangelio. La predicación al aire libre y
el ministerio itinerante surgió como una necesidad dado que los
púlpitos de los templos le comenzaban a ser vedados. Sin embargo el
amor por las personas inconversas lo llevó a romper con sus propias
estructuras mentales y las estructuras del sistema parroquial
anglicano.
Evangelización y organización celular de la iglesia
A diferencia de G. Whitefield, cuya predicación movió a miles de
personas, aunque sin promover una estructura para alimentar
espiritualmente a los nuevos conversos, J. Wesley organizó a los
nuevos discípulos para crecer en la vida de santidad. El modelo
wesleyano se enraizaba en los grupos moravos y su misma
experiencia en el “Club Santo” de Oxford. A
partir de 1742, el movimiento wesleyano se organizó en
“sociedades”, “clases” y “bandas”. En este sentido, fue un verdadero
pionero de la evangelización a través de los grupos pequeños. Hacia
fin del siglo XVIII, el metodismo había desarrollado más de 10.000
grupos celulares, llamados “Clases”.
Las “clases” sirvieron en el desarrollo del metodismo primitivo como
la herramienta por excelencia de la evangelización y como un medio
para el discipulado. Como precursor del movimiento celular moderno,
Wesley promovió la evangelización que llevó a una rápida y notoria
multiplicación. La metodología consistía en una predicación al aire
libre y la posterior invitación a que las personas se unieran a una
“clase”. El objetivo primario de la predicación evangelística era iniciar
nuevas clases donde principiar el discipulado.
Las “clases” eran grupos de aproximadamente 12 personas que se
reunían semanalmente con un líder laico para facilitar la formación
espiritual y doctrinal de los nuevos conversos, el ejercicio de una
disciplina colectiva, el cuidado pastoral de los miembros. Wesley
estaba convencido de que un nuevo creyente no había hecho una
decisión efectiva por Jesucristo hasta que no se involucraba en un
grupo pequeño. Su interés como pastor estaba puesto en el
discipulado antes que en la decisión, asimismo enfatizaba más el
crecimiento en el Fruto del Espíritu Santo – la vida de santidad – que
en el desarrollo de los dones.
Las sociedades eran el marco comunitario donde se realizaba la visión
wesleyana de la santidad. Los propósitos de estos grupos incluían: 1)
fomentar la perfección en Cristo; 2) reconocer y ejercer los dones
espirituales de los asistentes; 3) animarse mutuamente en amor; 4)
velar los unos por los otros; 5) practicar la confesión de pecados y el
ejercicio de la disciplina. Cuando J. Wesley murió en 1791 había
80.000 miembros en las sociedades organizadas como “clases”. Las
reuniones eran especialmente atractivas entre las capas obreras dado
que en alguna medida ofrecían una alternativa social y espiritual en
medio de la socie dad inglesa del siglo XVIII. La promoción de
predicadores laicos. A medida que el movimiento metodista fue
adquiriendo mayor crecimiento, un problema que surgió cada vez con
mayor fuerza fue la necesidad de cubrir todos los frentes que se
abrían a la predicación. En un principio Wesley esperó del clero
anglicano auxiliares pero al ser defraudadas sus expectativas decidió
en 1741, incorporar al ministerio laico surgido en el seno del mismo
avivamiento. Este liderazgo venía a llenar una necesidad práctica de
expansión y consolidación del naciente movimiento. Los primeros
predicadores laicos fueron los “Jinetes Rústicos” que llevaban la
palabra a los lugares mas alejados. El trabajo de los líderes era
“Alimentar y dirigir, enseñar y gobernar al rebaño en la ausencia del
pastor”. La mayoría de los reclutados eran hombres sencillos, sin
demasiada instrucción formal, pero ejemplos vivos de fe y celo
evangelístico. Cada líder laico tenía que llevar un diario detallado de
sus labores, dedicando ocho horas al estudio y la meditación, ocho
horas para el trabajo, la visitación y la predicación, y ocho horas para
dormir y comer. Los predicadores debían educarse, porque ellos eran
el medio para que los miembros de las sociedades se educaran.
Wesley mismo vigilaba la preparación y el estado espiritual de cada
uno. Les visitaba en sus casas, exhortándoles al aseo y al orden
doméstico y les pedía que hicieran lo mismo con los creyentes a
cargo. Los que no aceptaban la disciplina eran retirados del
ministerio. La incorporación del ministerio femenino. Si bien J. Wesley
tuvo dudas sobre si era apropiado adoptar el ministerio de la mujer,
lo cual significaba habilitarlas para la predicación del evangelio,
terminó por reconocer el talento de Sarah Crosby, Mary Bosanquet,
Hannah Harrison, y Eliza Bennis entre otras. Wesley reconoció su
eficacia y aprobó oficialmente en 1787 a Sarah Mallet a predicar
enseñanzas doctrinales y disciplinarias.
Las conferencias teológicas y misioneras
A partir de 1744 luego de haber levantado a los primeros
predicadores laicos (1741), formado las primeras “clases” (1742) y
redactado las reglas para las sociedades (1743), Wesley comenzó a
reunir anualmente a los predicadores del movimiento dando origen a
las Conferencias Anuales. La primera conferencia se reunió con la
presencia de 6 pastores y cuatro laicos y tenían como finalidad
capacitar bíblica y teológic amente para la misión además de asignar
los lugares de predicación. Con la promoción del liderazgo laico se dio
paso a la creación de las sociedades
y clases atendidas por ellos. Algunos predicadores eran itinerantes de
tiempo completo y servían en redes de “sociedades” llamadas
“circuitos”. Otros ministraban en sus tiempos libres y en sus lugares
de residencia. En 1760 después de menos de un cuarto de siglo
existencia, el movimiento tenía 90 predicadores laicos itinerantes y
numerosas iglesias en casi la totalidad de los condados de Inglaterra.
La renovación de la alabanza
Una característica destacable del avivamiento wesleyano desde sus
inicios fue la irrupción de la alabanza. Para ello J Wesley realizó
traducciones de la himnodia alemana sobre todo los surgidos en el
contexto de la renovación pietista. Con todo, la mayor influencia fue
la que ejerció Charles Wesley quien llegó a componer alrededor de
6000 himnos que trascenderían incluso el ámbito del metodismo.
El desarrollo de un ministerio de reforma social
Desde sus comienzos el metodismo no se conformó simplemente con
predicar el evangelio y establecer nuevas lugares de reunión, sino
que la visión misionera wesleyana era mucho más amplia y procuraba
afectar a la sociedad. En esta dirección las sociedades trabajaron en
la fundación de dispensarios para enfermos, crearon hogares para
huérfanos,
establecieron
escuelas
para
pobres,
atendieron
pastoralmente a los prisioneros mediante la visitación, desarrollaron
un amplio ministerio de publicaciones de libros, panfletos y tratados
que apuntaban a elevar la vida espiritual de los fieles y también
realizaron publicaciones tendientes a mejorar su salud física.
J. Wesley tenía una comprensión del evangelio en el cuál la palabra
de Dios debía servir a la persona en su totalidad y para la totalidad
de la condición del hombre más allá de las condiciones sociales que
debiera enfrentar. De hecho para los primeros metodistas, no había
separación entre evangelización y obra social cristiana. En 1744
Wesley afirmaba: “Todo proyecto para reconstruir la sociedad que
pasa por alto la redención del individuo, es inconcebible… Y toda
doctrina para salvar a los pecadores que no tiene el propósito de
transformarlos en cruzadas contra el pecado social es igualmente
inconcebible”. La santidad personal y la santidad social no están en
oposición.
En general el metodismo primitivo, tenía un horizonte teológico
caracterizado por una total confianza en el poder del Evangelio como
palabra de Dios, y un énfasis en la salvación personal por la fe, por
medio de la muerte de Jesucristo. Por otra parte, mantenía una
estrecha relación entre el avivamiento y la reforma social. Para
Wesley era imposible separar el despertar religioso y la
transformación de la sociedad ya que estos eran dos aspectos de una
misma realidad. En esta alianza, se ligaba la predicación del
evangelio puro a la moralización de la sociedad y las reformas
sociales. Los predicadores del avivamiento creían firmemente que la
predicación del evangelio tendría consecuencias sociales. Este
mensaje fue lo que animó al metodismo a la evangelización, como así
también trabajar a favor de los derechos fundamentales del hombre.
En este sentido, hacia 1774, Wesley se declaró contrario a la
esclavitud y apoyó las iniciativas de la “Secta Chapman” en el
Parlamento. Por otra parte se mostró partidario de la defensa de los
“esclavos industriales” al protestar contra la explotación de los niños
y las mujeres en las fábricas y las minas; abogó por el saneamiento y
la humanización de los talleres, promoviendo la reducción de las
jornadas de trabajo de 14 y 16 horas y el aumento de salarios;
favoreció las condiciones de las cárceles e impulsó cambios en la
legislación del sistema penal.
LOS EFECTOS DEL AVIVAMIENTO
El Avivamiento despertó oposición
Cuando J. Wesley y G. Whitefield comenzaron a predicar sus
experiencias en las iglesias de Inglaterra y al aire libre, las multitudes
concurrían a escucharles. Las formas y los resultados alarmaron a los
líderes de la iglesia. En la primera etapa del movimiento era común la
confrontación y la oposición. Los mensajes despertaban emociones
sorprendentes y atrajeron la crítica del clero anglicano como así
también de la alta sociedad y los intelectuales racionalistas, para
quienes todo fervor era inconveniente.
En las reuniones era común que los asistentes clamaran en alta voz,
se convulsionaran o cayeran tocados por el poder de Dios. Wesley
creía que las manifestaciones físicas de su prédica acontecían por la
resistencia del Diablo o la presencia del Espíritu Santo. De este modo,
las sociedades metodistas fueron objeto de persecución y violencia
por revoltosos instigados por las autoridades eclesiásticas
parroquiales. Por otra parte el alto clero descalificó el movimiento
acusándolo de “entusiasmo”, esto es “endiosados”. Wesley se
defendió distinguiendo diversos tipos de entusiasmo, e insistiendo en
que la fe no era auténtica a menos que fuera intensamente personal
y experimental.
El avivamiento desembocó
movimiento metodista
en
el
surgimiento
del
Si bien Wesley no tenía intenciones de crear una nueva denominación
y se consideró siempre como un ministro de la Iglesia de Inglaterra,
la ruptura fue inevitable. Wesley consideraba a la división como
pecado y no quería la separación del anglicanismo, sino una reforma
desde adentro. Por ello los primeros grupos se llamaron “sociedades”
y no “iglesias”. Es decir grupos celulares que buscaban una
renovación de la vida espiritual y a la vez fermento de la Iglesia
Anglicana. El movimiento tuvo un gran desarrollo en las Islas
Británicas y posteriormente en los EE.UU.
El avivamiento estimuló la educación popular a través de la
creación de las escuelas dominicales
El metodismo primitivo fue un estímulo para la educación popular ya
que Wesley insistía en la educación de sus predicadores laicos, del
mismo modo instaba a los conversos de las clases populares a que
estudiaran la Biblia y todo tipo de literatura que mejorar su calidad de
vida. Fieles a sus raíces en las clases populares, los metodistas
organizaron escuelas paralelas para la educación de los niños de la
clase obrera industrial, víctimas del proceso de industrialización que
requería mano de obra barata. Esta iniciativa realmente innovadora –
creaba una alternativa popular para los niños pobres al margen del
sistema oficial – desembocaría en lo que posteriormente tomó el
nombre de Escuelas Dominicales dentro de las principales
denominaciones protestantes.
La primera escuela dominical metodista fue iniciada por Ana Bell en
High Wycombe, posteriormente en 1780 Robert Raikes (1735-1811)
Anglicano y periodista, comenzó en Gloucester una escuela dominical
donde se proponía a la vez dar instrucción moral, religiosa, una
alfabetización básica a los niños marginales. En 1785 se formó en
Londres una Sociedad Pro Escuelas Dominicales para extender el
movimiento por todo el Imperio
Británico.
El avivamiento produjo
moralizador en la sociedad
un
resurgimiento
ético
y
Otro efecto del avivamiento wesleyano fue la transformación moral y
espiritual especialmente entre los sectores marginados de una
sociedad que comenzaba a experimentar los efectos de la revolución
industrial. El metodismo al romper con el sistema parroquial mostró
su disposición de ser un movimiento popular de fe, capaz de
proclamar un evangelio de gracia y santidad que resultaba ser
efectivamente salvador para las multitudes sumidas en la miseria. Al
romper con el monopolio político – religioso, colocando la fe al
alcance del pueblo humilde, dignificó a las personas, haciéndolas
protagonistas de su destino y participantes activos de sociedades que
ofrecían una alternativa de vida. El entusiasmo metodista daba al
mensaje evangélico la atracción de una fe profundamente personal y
experimental.
En este contexto, se enmarca la construcción de una ética del
compartir que activaba fundamentalmente el compromiso solidario
con los más humildes. En esta dirección cabe recordar que las
primeras sociedades introdujeron toda una serie de instituciones
destinadas a aliviar el sufrimiento, mientras que la extensión de la
renovación wesleyana contribuyó a introducir reformas sociales
significativas en la sociedad civil y el parlamento frenando cualquier
tipo de revolución violenta. “En el siglo del sauve qui peut de Voltaire
y del laissez faire de Smith, cuando se estaba resquebrajando el
paternalismo de la sociedad jerárquica tradicional, el metodismo trató
de darle a las clases bajas un sentido de su valor propio, y revivir la
religión tradicional como fuente de calor y entretenimiento, de confort
y alegría” (Semmel). La ética que surge de estos conceptos era
sumamente efectiva, no solo porque constituía una ética social, sino
también individual. Una ética derivada de una poderosa fe en la
relación del individuo con Dios, promovía un fuerte sentido de
responsabilidad moral personal muy similar a la ética puritana,
alentando las virtudes de ahorro, diligencia, honestidad, trabajo duro
y temperancia.
El cuidado personal estaba en una relación natural con la ayuda en el
cuidado de los demás. Esta ética tenía la distinción adicional de
traspasar las barreras de clase y religión. Las reformas obreras, esto
es el saneamiento de los talleres, la reducción de la jornada laboral,
el aumento salarial, la defensa de niños y mujeres trabajadores,
iniciadas por Wesley fueron continuadas por Lord Shaftebury y el
posterior movimiento laborista quien se nutrió de varios de los
predicadores surgidos del avivamiento. Finalmente cabe mencionar el
importante efecto de la causa templaria y el abstencionismo típico de
las sociedades wesleyanas.
El avivamiento se extendió a otras denominaciones y dio
nuevo vigor al movimiento misionero
El avivamiento wesleyano arrastró - pese a las resistencias iniciales –
al resto de las denominaciones de un cristianismo teórico a un
cristianismo vivo. En este sentido la iglesia anglicana, como así
también las iglesias libres recibieron un nuevo aliento de renovación
espiritual que trascendió las fronteras de la nación. Así mismo el
avivamiento wesleyano trajo un nuevo impulso al movimiento
misionero hacia fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. En 1760
comenzó a realizar esfuerzos permanentes por establecer una misión
duradera en los Estados Unidos y hacia 1820 el crecimiento había
sido tan notable que había superado al desarrollo del metodismo en
Inglaterra.
En 1792 se organizaron las primeras sociedades misioneras; en 1795
se inauguró la Sociedad Misionera de Londres.
La Primera Revolución Industrial a finales del siglo XVIII; supuso
una profunda transformación en la economía y sociedad británica. Los
cambios afectaron a la organización del proceso productivo. Las
fábricas aumentaron en tamaño y modificaron su estructura
organizativa. La producción empezó a realizarse en grandes fábricas
en vez de pequeños talleres domésticos y artesanales, y aumentó la
especialización laboral.
Salvación, Santificación y Buenas Obras
Según J. Wesley, la conversión es el primer paso, donde reconocemos
lo que Jesucristo HIZO POR NOSOTROS. La santificación, es
abrirnos a lo que el Espíritu Santo HACE EN NOSOTROS,
constituyéndonos en nueva humanidad. Las obras son el fruto
inmediato de esa fe por la que somos justificados (Sermón 35), pero
el amor de Cristo, no solo no se contenta con no hacer lo malo al
prójimo, sino que constantemente nos mueve a hacer toda clase de
bien (Sermón 36).
Las “Clases” y el Compartir
Las reuniones de “clases” buscaban demostrar que el evangelio no
era solo un hermoso ideal, sino una visión para la transformación de
la realidad. En las sociedades la santidad tomaba forma concreta en
las prácticas de sus miembros haciendo realidad incluso una ética
económica basada en el evangelio. Al referirse a una de las clases,
Wesley dice: “Encontré un grupo de 12 jóvenes, y casi sentí
envidia de ellos. Vivían juntos en una sola casa, y
continuamente compartían lo que ganaban por encima de lo
necesario para vivir”. En otra ocasión vio como los creyentes: “Se
reunían todos los jueves a las seis de la mañana para tratar
los asuntos en su agenda. Enviaron ayuda a los enfermos de
acuerdo con la necesidad de cada uno. Luego entregaron el
restante de lo recaudado de acuerdo con la urgencia de los
necesitados. Así que despacharon el reparto en el curso de la
semana. Repartieron el jueves lo que se había traído el
martes”.
Wesley y la Obra Literaria
Otro aspecto destacado del ministerio de J. Wesley fue el producir,
editar y distribuir literatura adaptada a las necesidades de la gente
común, lo cual despertó en los fieles el deseo de educarse. En esta
época los libros eran escasos y muy costosos. Con el fin de educar a
los predicadores y ayudantes preparó la Biblioteca Cristiana (17491755 que estaba compuesta por una serie de 50 libros. Estos eran
vendidos a precios módicos y los creyentes aprendían a leer para
poder leerlos. Además escribió folletos sobres diversos temas de
actualidad. Se calcula que redactó cerca de 300 libros y un centenar
de panfletos
LA PRIMERA CONFERENCIA Y LA SANTIDAD BÍBLICA
La santidad personal y social es lo que Wesley llamaba la Santidad
Bíblica, esta era la misión del movimiento como se registra en las
Actas de la Primera Conferencia Anual.
- Pregunta: ¿Cuál podemos creer razonablemente es el designio de
Dios al levantar a los predicadores llamados metodistas?
- Respuesta: “El designio de Dios al levantar a los predicadores
metodistas no es formar una nueva secta; sino reformar la nación,
particularmente la iglesia, y diseminar la santidad bíblica sobre la
tierra” Actas, 25 de Junio de 1744.
La Oposición y la Crítica Cristiana
En 1742 Ralp Erskine, un hombre piadoso partícipe del avivamiento
escocés escribió un panfleto titulado “Declaraciones, protesta y
testimonio del Remanente Sufriente de la Verdadera Iglesia
Presbiteriana de Cristo en Escocia, anti-papista, antiluterana, anticlerical, antiwhitefieldiana, anti-erasmista, anti sectaria”. En el
panfleto denunciaban que:”las inmorales manos clericales y sectarias
de Whitefield” habían administrado los sacramentos a los
presbiterianos, y afirmaba que “Whitfield no tiene una conversación
limpia…es un idólatra escandaloso… un miembro del anti-Cristo… una
bestia salvaje” A.
Dallimore. George Whitefield, Cornerstone, Vol 2, p 132. Actualmente
seguimos encontrando ejemplos del mismo lenguaje desmedido de
líderes consagrados y a la vez falibles.
Wesley Renovación y Avivamiento
“Cuando el Señor transformó por un nuevo nacimiento a gran
cantidad de personas, estas hicieron algo más que unirse a la iglesia.
Por medio de la oración, cambiaron radicalmente su perspectiva, su
obediencia y su ejemplo, y cambiaron profundamente la sociedad
inglesa. Surgió un clima de cambios legislativos y políticos de una
manera que nunca se hubiera podido lograr por el activismo político.
[ …] Si la renovación dentro de la iglesia ha de cumplir con los
propósitos de Dios, y si Cristo ha de ser glorificado, esto nos debe
llevar a un mayor empuje evangelístico. Y debe conducirnos a lo que
alguna vez se denominó un despertar de la sociedad en general”.
John White, Cuando el Espíritu viene con Poder, Ed Caribe, pg
231-232.
Santidad Bíblica y Salud Integral
La “Santidad Bíblica” que resume el evangelio de J. Wesley era una
santidad integral que incluye un estilo de vida, una forma de vivir,
“una disciplina” con hábitos y costumbres que buscaban favorecer un
mejoramiento de la salud personal y social. Santidad y Salud eran
caras de una misma moneda. Por ello Wesley dio tanta importancia a
las condiciones económicas, físicas y materiales de los miembros de
las sociedades metodistas, especialmente de los desocupados que
quedaban al margen de una sociedad en transición. A ellos les dio
reglas que eran normas de buena salud Física, espiritual y social, esto
es consejos para una Salud Integral. Así mismo gran parte de su
ministerio lo dedicó a la visitación de los enfermos y orar por su salud
y sanidad. Entre sus publicaciones tenemos: “Consejos al Pueblo en
General”; “Física Primitiva: O un Ensayo y Método Natural de curar la
mayoría de las Enfermedades”.
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