Subido por Rodolfo Munoz

AUTOVALORACION Y ENFOQUE GENÉTICO

Anuncio
Vot VIH, No. 1,1991
REVISTA CUBANA DE PSICOLOGÍA
AUTOVALORACION Y ENFOQUE GENÉTICO
Gerardo Roloff Gómez, Instituto Central de Ciencias Pedagógicas
RESUMEN
El artículo presenta en forma resumida los resultados teóricos y empíricos más significativos de un conjunto
de investigaciones dedicadas al estudio de la autovaloración en su desarrollo de la niñez a la adolescencia y
edad juvenil Se fundamenta la importancia y necesidad de la adopción del enfoque genético, que enfatiza
el principio del desarrollo, en la investigación de la personalidad y, en particular, de la autovaloración; así
como su necesaria interrelación con el enfoque personológico, que enfatiza el principio de la personalidad.
Se explica el modelo de comparación ascendente elaborado en el curso de la investigación y cómo éste
permite inferir ias tendencias de cambio que caracterizan el desarrollo de la autovaloración, y se presentan,
de modo general, algunos resultados significativos obtenidos mediante este modelo.
ABSTRACT
This paper presents in brief the most significant theoretical and empirical results obtained from a series of
research works carried out on the study of the development of self-evaluation from childhood to adolescence
and youth. In states the importance and need of adopting the genetic approach, which stresses the principle
of development for undertaking research on personality and, particularly, on self-evaluation. It also point out
its necessary interelationship with the personological approach, that emphasizes the principle of personality.
The work explains the model of ascending comparison drawn up during research and how it allows to infer
the change trends which characterize the development of self-evaluation; in general, it presents some
significant results obtained through this model.
de la
en la adolescencia las relaciones de comunicación
personalidad y su desarrollo, reconocen, casi sin
Los autores
que abordan
el estudio
con los coetáneos pasan a un primer plano de
excepción, que este se inicia desde los primeros
importancia
años de vida y que bajo la acción integrada de un
mantienen con los adultos; que la necesidad de
sistema de factores
autoafirmación se hace predominante y promueve
sociales
y de las
propias
en comparación
condiciones internas se alcanzan niveles cada vez
la
más complejos de la personalidad.
autovaloración y autoconciencia.
Sin embargo,
cuando
se
nos
presentan
aparición
de
niveles
con
más
las que se
complejos
de
las
Toda esta información es válida y necesaria para
características de las distintas edades vemos un
la teoría y la práctica y debe profundizarse en la
cuadro en el que aparecen a relieve los rasgos
investigación de las formaciones psicológicas que
característicos de la edad, las nuevas formaciones
son características en cada edad, pero ocurre que
que lo caracterizan. Así, por ejemplo, se señala que
al enfatizarse en lo que es propio, característico de
23
cada edad, involuntariamente se contribuye a dar
una visión marcadamente discontinua, fraccionada
temporalmente del desarrollo de la personalidad.
Esta visión lleva a considerar a los maestros y
profesores, a los padres y en general a los que
trabajan con niños y jóvenes que la personalidad
del niño o del adolescente es así porque a esa
edad aparecen esos rasgos típicos y, por tanto, lo
fundamental- es conocer las características propias
de la personalidad en esa edad para hacer más
eficiente su trabajo; algo semejante le ocurre al
investigador que ai estudiar la autovaioración escoge
la adolescencia o la juventud porque la misma es
una característica central de estas edades.
Ai favorecer esta visión de la personalidad y su
desarrollo se obvian cuestiones claves para
comprender la personalidad en su devenir y no sólo
para comprenderla sino para intervenir de manera
eficiente en su desarrollo. Estas cuestiones son muy
conocidas y fueron planteadas hace mucho tiempo
por psicólogos de diferente orientación como LS.
Vigotsky y J. Piaget, Vigotsky planteó que la
concepción marxista del desarrollo psíquico implica
entenderlo como un proceso de cambios continuos
y discontinuos en el que las nuevas formaciones
psicológicas que surgen en una etapa son la
consecuencia de los logros alcanzados en el
desarrollo de las etapas precedentes, las cuales
constituyen sus antecedentes o premisas necesarias.
Desde otra concepción Piaget señaló algo equivalente al decir qua toda estructura tiene una génesis
y conduce a nueva génesis que dará lugar a una
nueva estructura
Si la personalidad del adulto es portadora de
una estructura relativamente estable de puntos de
vista, actitudes y convicciones ante los problemas
de la vida no es simplemente porque estos son
rasgos típicos que aparecen en la vida adulta, sino
porque tras eNos se encuentra un largo y complejo
proceso de desarrollo en el curso del cual van
conformándose estas complejas formaciones
psicológicas, que son el producto de su propia y
singular historia.
Es a esto a lo que se le denomina enfoque
genético en el estudio de la personalidad y es a
partir del mismo que hemos llevado a cabo un
conjunto de investigaciones en torno al desarrollo
de la autovaioración de niños, adolescentes y
jóvenes.
LO GENÉTICO Y LO PERSONOLOGICO
EN LA AUTOVALORACION
El enfoque genético en el estudio de la
personalidad es importante no sólo para una mejor
comprensión de su desarrollo, sino para el
esclarecimiento de cómo la intervención práctica de
los factores sociales puede ser más eficiente.
Los resultados de la influencia educativa se logran
a mediano y largo plazo. Los esfuerzos por lograr
que nuestros niños y jóvenes desarrollen cualidades
positivas de su personalidad no alcanzan su propósito de manera inmediata, tratamos de prepararlos
para la vida, para su incorporación activa a la vida
adulta y con vistas a esto comenzamos a educarlos
desde los primeros años.
Desde una perspectiva genética se hace más
comprensible la necesaria relación de continuidad
entre las distintas etapas del desarrollo para lograr
una intervención educativa eficiente.
Aplicado al desarrollo de la autovaioración el
enfoque genético permite explicamos con mayor
claridad por qué para que en la adolescencia se
logre un alto nivel de desarrollo de la autovaioración
no podemos esperar a que llegue esta edad para
entonces realizar nuestra labor, sino que es necesario
comenzarla desde antes, en la niñez para crear las
posibilidades y condiciones que favorezcan el
desarrollo pleno de la autovaioración.
Es nuestra opinión que el enfoque genético, que
pone de relieve el principio del desarrollo, es de
vital significación en el estudio de la personalidad
y, en particular, de la autovaioración y esto no sólo
vale para las investigaciones que abordan aspectos
propios del desarrollo, estudios longitudinales o de
comparación por edades, sino para cualquier
investigación de la personalidad.
Significa esto que el investigador en su análisis
e interpretación debe tomar en consideración que
está operando con personas que se encuentran en
una determinada etapa de su vida cuyas características están necesariamente presentes, así como
que cada una de ellas ha llegado a este momento
con una historia singular de desarrollo, de la cual
son portadores.
No obstante, para lograr una comprensión
adecuada de la autovaioración de un sujeto no
se hace equivalente al concepto de autoestima
(self-steem).
basta con estudiar cómo ésta se ha desarrollado,
es necesario considerar que este sujeto es una
personalidad.
Esta concepción fue desarrollada por Rosenberg
(Rosenberg, 1973) en una obra dedicada al análisis
de la autoimagen y sus relaciones con un conjunto
de factores sociopsiccJógicos (estructura familiar,
nivel cultural, creencias, nivel ocupacional y otros)
a partir de una amplia investigación con adolescentes
norteamericanos.
Estudiar el desarrollo de la autovaloración
aislándola del sistema de la personalidad o hacerlo
con cualquiier otro aspecto de la misma de lugar
a una visión fragmentada del desarrollo de la
personalidad. Por esto, el enfoque genético debe
verse en estrecha interrelación con el enfoque
personológico, bajo el cual todos los componentes
de la personalidad son integrantes, relacionados
entre sí, del sistema de la personalidad.
No es casual que este autor haya sido una de
las figuras principales, junto con C. Hovland de un
amplio programa de investigaciones que se llevó a
cabo en la Universidad de Yale a fines de los años
50 y principios de los 60 en relación con la
modificación de actitudes mediante la comunicación
En nuestro trabajo de investigación en torno a
la autovaloración nos hemos visto precisados a
examinar distintos aspectos teóricos, tales como sus
funciones en las distintas edades, su relación con
otros componentes de la personalidad, entre otros
y hemos ido conformando el criterio de que aún
hay mucho por analizar y debatir acerca de múltiples
aspectos teóricos de la autovaloración y que esta
linea de análisis y reflexión debe desarrollarse
tomando en consideración que si bien no se concibe
un estudio teórico serio de la personalidad que no
aborde el problema de la autovaloración, no pueden
haber avances significativos en el estudio de la
autovaloración si los problemas que se analizan no
se insertan convenientemente en una concepción
teórica de la personalidad.
Esta propuesta argumentada de Rosenberg ha
sido acogida por varios autores entre los que cabe
señalar a I.S. Kon en la Unión Soviética y a J.
Garanto en España.
Debe señalarse que Kon se muestra partidario
de esta conceptualización actitudinal de la imagen
del yo en su primera obra dedicada especialmente
al análisis multidisciplinario de la autoconciencia,
(Kon, 1978) mientras que en su segunda obra al
respecto (Kon, 1984) no retoma estas ¡deas. En
este primer trabajo el autor analiza y argumenta
que ante las dificultades de la psicología para
concederle un status teórico a la agen del yo como
proceso o estado psíquico, como concepto o
representación, la psicología social resuelve este
problema mediante la teoría de las actitudes
(disposiciones sociales) otorgándole a la imagen del
yo la estructura multidimensional de los sistemas
disposicionales propuesta por V.A. Yadov en su
teoría disposicional de la personalidad.
Es sobre la base de estas ¡deas acerca del
necesario acercamiento de la teoría de la autovaloración a la teoría de la personalidad, que
valoramos con mucha cautela algunas ¡deas que
han surgido en los últimos tiempos relativas a la
concepción de la autovaloración.
Vale destacar que estas ideas han surgido dentro
de una de las ramas de la psicología que en las
últimas dos décadas ha manifestado un interés
creciente por el problema de la autovaloración, la
psicología social, interés que a nuestro juicio se
debe a la comprensión de la necesidad de que la
búsqueda de soluciones a los problemas de la vida
socia. rebase el nivel del análisis grupal para llegar
al hombre y su papel activo en el sistema de
relaciones sociales.
De este modo la imagen del yo puede ser
estudiada a partir de indicadores estructurales
(propuestos por Rosenberg) tales como: complejidad
y diferenciación cognitiva, significación subjetiva,
congruencia interna y estabilidad (a nuestro juicio
una idea que puede ser productiva).
Una lógica semejante sigue J. Garanto (Garanto,
1989) al fundamentar su propuesta de conceptualización del autoconcepto y la autoestimación como
actitud hacia sí mismo. Para este autor el
autoconcepto constituye el componente cognoscitivo
de la actitud hacia sí mismo. Para este autor el
Una de estas ideas, propuesta inicialmente, según
todo parece indicar por M. Rosenberg, es la de
conceptualizar la autovaloración como un tipo
especial de actitud, la actitud hacia sí mismo, que
25
autoconcepto constituye el componente cognoscitivo
de la actitud hacia si mismo, la autoestima su
componente afectivo y el autocomportamiento el
componente conductual.
como producto directo de las características
evaluativas externas que el experimentador controla.
No obstante, y esto no es nada contradictorio, su
marcado acento empirista ha dado lugar a que bajo
este enfoque se hayan desarrollado una gran variedad
de técnicas y estrategias experimentales cuyo análisis
y utilización en la concepción marxista leninista de la
personalidad puede ser muy provechosa.
Garanto señala que su modelo estructuralmultidimensional de las actitudes hacia sí mismo
está inspirado en los modelos propuestos por Lx'
Ecuyer y Fltts, este último creador de una escala
para evaluar el autoconcepto (Tennessee Self
Concept Scale) en el que se abordan cinco
dimensiones del si mismo: el s( mismo físico,
moral-ético, personal, familiar y social y en cada
uno de ellos se analizan los tres componentes de
la actitud hacia si mismo.
La idea a que nos referimos es la propuesta
por M. Webster, Jr. y B. Sobieszek (Webster y
Sobieszek, 1978) de analizar la autovaloración dentro
del contexto de la teoría de los estados de expectativa
elaborada por J. Berger
La otra idea, proveniente también de la psicología
social, constituye una aproximación al estudio de
la autovaloración a partir del enfoque interaccionista
del yo que tuvo sus inicios en las ideas de C.
Cooley y G. Mead y que ha tenido gran desarrollo
en las últimas décadas.
Se le llama estado de expectativa al concepto o
criterio que se forman los miembros de un grupo en
el proceso de interacción acerca de la capacidad que
tienen los demás miembros y ellos mismos (autoexpectativa) para realizar exitosamente una tarea grupal.
Para los autores, el concepto de autoexpectativa
aventaja al de autovaloración en que el primero es
mucho más limitado y específico ya que se refiere
siempre a determinada tarea, en una situación y
tiempo dados, mientras que el segundo se refiere
a algo más general que trasciende el marco
específico de una tarea y una situación y perdurable
en el tiempo, lo que lo hace poco efectivo como
criterio para predecir la actuación de un individuo
en determinada situación de interacción grupal.
El concepto interaccionista del yo desempeñó
en sus Inicios un importante papel c o m o
contrapartida y alternativa del pensamiento
psicológico de una época en la que el yo quedaba
enmarcado en su papel de mediador en la lucha
entre los instintos y las prohibiciones sociales o se
le imbuía de la potencia mística que le confería el
alma de la cual era centro. En este sentido, el
interaccionismo constituyó un decisivo avance en
la búsqueda de los verdaderos orígenes del yo, en
su desmistrficación.
Estos dos enfoques surgidos en la psicología
social el de la actitud y el de los estados de
expectativa tienen entre sí una gran diferencia, el
primero busca en la aplicación del modelo actitudinal
a la autovaloración una concepción más integradora
y compleja de ésta que supere el caos terminológico
imperante; mientras que su conceptualización como
estado de expectativa es un intento deliberado y
explícito de despojar a la autovaloración de toda
su generalidad y complejidad y convertirla en una
variable específica, sujeta a condiciones concretas
que permita hacer predicciones precisas de la
conducta de un individuo ante una situación dada.
No es sorprendente que estos autores hayan borrado
el término personalidad de su vocabulario y que
cuando se refieren a un sujeto de investigación lo
califiquen como un actuante.
Sin embargo, ya en las ideas iniciales de la
concepción interaccionista se halla el germen de la
llamada corríanle ¡«juologista en psicología en la
que el yo, y por endt; la personalidad se deduce
directairiente da la iiidiiiz de los factores sociales
de vida y, on este caso, de la influencia de los
demás, negándole de este modo su carácter activo,
transformador.
En las investigaciones que se realizan bajo la
concepción interaccionista del yo se evidencia que
para ei investigador lo que debe lograrse no es
crear las condiciones adecuadas que enriquezcan
y estimulen el potencial da desarrollo de la
personalidad sino que todo se limita a la manipulación
de determinadas sil naciones o influencias sociales
que permitan moldear el yo en un sentido dado,
quedando reducido a una variable dependiente,
No obstante esta gran diferencia entre estos
enfoques hay algo en común, ambos constituyen
26
intentos de ajustar una realidad psicológica compleja
dentro de los límites de un modelo que fue originado
y concebido para explicar otras realidades (Roloff
1984).
Somos partidarios de los modelos en la
investigación científica, pero de aquellos que son
creados para explicar un fenómeno y resumen sus
elementos esenciales y no de los que son trasladados
de un campo a otro, sin poseer capacidad explicativa
generalizable a otros fenómenos.
La vía para la comprensión teórica de la
autovaloración no es la de la creación y adopción
de modelos que permitan adjudicarle un status
teórico independiente, sino la de la búsqueda de
su lugar y papel en el sistema de la personalidad.
Estamos en condiciones de emprender un camino
que nos aparte de la búsqueda de un yo
independiente, de una entidad autónoma dentro de
nosotros mismos que nos permite conocemos,
juzgarnos, elogiarnos o censurarnos.
La autovaloración es un hecho de la conciencia
y como tal llega a adquirir atributos como la
diversidad y complejidad de su contenido,
adecuación, flexibilidad y otros mediante los cuales
podemos evaluar su nivel de desarrollo; pero, a la
vez, es un hecho de la personalidad y como tal
tiene una profunda connotación motivacional,
dinámica, inductora e interviene con mayor o menor
efectividad en el proceso de autorregulación en
forma de vivencias, expectativas, aspiraciones,
estados de satisfacción.
La conciencia humana es una conciencia
personalizada, no hay reflejo consciente, no hay
reflexión o autorreflexión puras, todo acto de
reflexión, de conciencia en el hombre es un acto
de su personalidad.
De ahí que la autoconciencia es autoconciencia
personalizada, es autovaloración como unidad del
conocimiento y la vivencia de sí mismo.
Estamos en condiciones de emprender el camino
que posibilite superar el análisis dicotómico de
conciencia y personalidad, de cognición y afecto
que ha sido el paradigma predominante de la
psicología durante mucho tiempo y avanzar hacia
la síntesis integradora que nos acerque a la
personalidad en toda su integridad.
En realidad ya hemos comenzado a avanzar por
este camino de la síntesis integradora (González
Rey) y precisamente por eso es necesario que
seamos muy reflexivos y críticos con lo que hacemos.
Avanzar hacia la síntesis no significa excluir el análisis
y esto es válido, porque esta exclusión implica negar
prácticamente toda la historia de la psicología
(predominantemente analítica) y con elia todos los
avances, los métodos y procedimientos elaborados
y empezar de cero con lo cual adoptaríamos una
posición a histórica, metafísica.
Además una característica del conocimiento
científico es que toda síntesis presupone el análisis,
constituyendo ambos una unidad analítico-sintética
que para el estudio de la personalidad constituye
un reto que tenemos que asumir con toda la
complejidad que el mismo implica.
En el terreno de la personalidad el análisis sin
síntesis conduce al fraccionamiento en el que se
pierde el ser humano concreto, la síntesis sin análisis
conduce a una integración de cosas que apenas
conocemos y, por tanto, a una comprensión
especulativa del hombre.
EL MODELO DE INVESTIGACIÓN.
RESULTADOS SIGNIFICATIVOS
En el decursar de nuestra labor hemos
estructurado una forma peculiar del enfoque genético
de la autovaloración que tiene como base lo que
denominamos modelo de comparación ascendente
que permite la realización de ciclos o fases de
investigación sucesivas en cada uno de las cuales
los sujetos de una determinada etapa de desarrollo
se comparan con los de la*etapa siguiente, por
ejemplo, niños y adolescentes, no tanto para
caracterizar cómo es la autovaloración en unos y
otros, sino para llegar, mediante un análisis
bidireccional de una etapa a otra, a formular las
tendencias de cambio que deben tener lugar en
el paso de una a otra etapa, cuáles, digamos, deben
ser las principales transformaciones que debe
experimentar la autovaloración en el tránsito de la
niñez a la adolescencia, cuál debe ser el sentido
o tendencia de dichas transformaciones.
En la búsqueda de estas tendencias de cambio
no partimos únicamente de plantearnos
problemáticas propias de la autovaloración en el
niño para ver si cambia o transforman en el
adolescente, sino que también enfocamos problemas
propios del adolescente, para buscar sus antecedentes genéticos en el niño.
Esta forma de análisis genético es ante todo un
modo de enfatizar la explicación del desarrollo como
proceso de cambios y transformaciones, y no limitarlo
a la descripción de lo que es característico en unas
y otras etapas, que permite una propuesta acerca
de en qué sentido debe dirigirse la acción de los
factores sociales para contribuir a estos cambios y
transformaciones que definen el paso de una etapa
a la otra. Si algo caracteriza esta forma del enfoque
genético de la autovaloración es que cada ciclo o
fase de investigación está compuesto por una serie
de estudios cada uno de los cuales responde al
planteo de una problemática específica de
importancia para el desarrollo de la personalidad
en las etapas que se estudian y no a un esquema
estructural de la autovaloración de acuerdo a los
parámetros de adecuación, estabilidad y otros.
Por tanto lo que nos planteamos en cada estudio
no fue la caracterización estructural de la autovaloración en uno u otro período sino cuáles son las
problemáticas de mayor relevancia para el desarrollo
de la personalidad en estas etapas y cuál es el
papel y lugar de la autovaloración en ellas.
Este modo de proceder mediante la focalización
de problemáticas relevantes en cada etapa, parte
de una concepción de la autovaloración no como
una entidad independiente dentro de la personalidad,
sino como factor regulador que interviene
activamente en el enfrentamiento del sujeto a
problemáticas de significación vital para su desarrollo
y de hecho se convierte en una forma concreta de
integración de los enfoques genético y personológico
en el estudio de la autovaloración. Al proceder
mediante esta estrategia nos enfrentamos a la
necesidad de elaborar métodos y técnicas que se
ajustarán a las problemáticas abordadas y al nivel
de desarrollo de los sujetos y no utilizar un mismo
método en diferentes edades para después comparar
los resultados, que es lo que clásicamente se hace
en estudios comparativos o longitudinales.
A nuestro entender esta exigencia creadora
constituye una ventaja y no una dificultad, aunque
Indiscutiblemente conduce a un análisis comparativo
de mayor complejidad.
Consideramos que los estudios realizados en las
diferentes fases de nuestro trabajo no constituyen
un análisis exhaustivo y concluyente de las
problemáticas abordadas, por el contrario los
consideramos como puntos de apertura a una línea
investlgativa cuya ulterior profundización puede
arrojar resultados muy prometedores.
Nuestro trabajo ¡nvestigativo en su realización ha
pasado por tres fases.
En la primera fase nuestra atención se centró
en el desarrollo de la autovaloración de los escolares
primarios, en sus posibilidades de valorar adecuadamente su actuación en la realización de diferentes
tareas docentes y no docentes y la tendencia de
cambio que sufren estas valoraciones.
Pudimos comprobar que ya desde estas edades
aparecen posibilidades de acción de la autovaloración como regulador de la actividad del niño que,
aunque elementales, cuando se estimulan convenientemente por la influencia pedagógica crean las
bases para que el niño comience a ocupar una
posición más activa en la autodirección de su
actividad y para el logro, en etapas más avanzadas
del desarrollo, de niveles superiores de autorregulación de la personalidad.
Estos resultados obtenidos en nuestras
investigaciones y en los cuales no nos extendemos
por haber sido divulgados en anteriores publicaciones
(Roloff. G. 1984, Roloff, G. 1987 a, Rdoff, G. 1987
b) tienden a coincidir en lo esencial con los obtenidos
por P. Rico en sus trabajos (Rico, P. 1987, Rico,
P. 1989) con escolares cubanos y, en gran medida,
con los de otros autores (üpkina, A., 1974, Dimitrov,
I., 1977).
De modo general, el hallazgo de este potencial
autovalorativo en el niño y su susceptibilidad a la
influencia pedagógica constituye un importante
indicador de la tendencia evolutiva de la autovaloración y de los mecanismos y factores que
contribuyen a su desarrollo.
Obtuvimos evidencias de que existen factores
que condicionan que el desarrollo de la autovaloración transcurre de modo diferencial en distintos
tipos de escolares y que uno de estos factores y,
quizas el más importante en esta etapa, es la
posición o status académico del alumno que deviene
principalmente de su nivel de rendimiento docente
el cual marca diferencias entre los escolares, que
de no atenderse adecuadamente en el marco escolar
Nuestros resultados evidenciaron que ambas
facetas de la relación yo-otro desempeñan un
importante papel en el desarrollo de la autovaloración
de los niños y adolescentes. En los niños los criterios
del adulto (maestro) tienen una gran fuerza
moldeadora, aceptándose casi incondicionalmente;
es interesante comprobar como en el adolescente
esto se transforma, se exige más al adulto al
argumentar su criterio, se polemiza con él y en
muchos casos no se acepta su opinión.
y familiar pueden convertirse para el alumno de
menor rendimiento en un obstáculo para su
desarrollo.
Uno de los resultados más consistentes de
nuestros trabajos es precisamente el de las
significativas diferencias en la autovaloración de los
escolares de diferentes nivel de rendimiento y cómo
la misma se ve seriamente afectada en los escolares
de bajo rendimiento.
Al valorar a sus compañeros se aprecia que los
niños tienden a valorarse por encima de ellos aun
cuando en algunos casos le superan de manera
evidente; los adolescentes aunque tienden a valorarse
alto en relación con los demás comienzan a manifestar
el reconocimiento de la superioridad de algunos
compañeros a los que llamamos otro superior que
de hecho representan una meta, un reto para el
adolescente, lo que puede convertir a este otro superior
en una fuerza movüizadora para la autotransformaclón.
Estos hechos tienden a coincidir con los reportados en las investigaciones de Combs, Everett,
Stiev y Sumner (citados por Gimeno Sacristán, J.,
1976) y en las de este propio autor.
La segunda fase de nuestro trabajo abarca un
grupo de investigaciones en las que el centro de
atención es el análisis genético de la autovaloración
a partir del modelo de comparación ascendente en
dos etapas fundamentales, la niñez y la adolescencia.
Otros resultados ponen de manifiesto que de la
niñez a la adolescencia se transforma significativamente el contenido de las valoraciones en su
diversidad y nivel de complejidad, se elevan signficativamente las posibilidades de argumentación reflexiva, lo que favorece el desarrollo de una posición
más crítica e independiente en sus relaciones con los
demás.
Se estudiaron problemáticas tales como la
relación yo-otro, el vínculo de la autovaloración
general y la parcial, el desarrollo de las valoraciones
en cuanto a contenido y nivel de complejidad y la
interacción entro ul grado de significación o
importancia que tiene p;mi el sujeto determinadas
áreas y su autovaloración con respecto a ellas; en
cada caso se analizó el sentido en que se producen
los cambios y transformaciones de la niñez a la
adolescencia.
Conjuntamente con esto, en el paso a la
adolescencia se incrementa la tendencia a la autovaloración positiva, sobre todo en aquellas áreas de
la vida que tienen más signficación para los
adolescentes.
De este grupo de investigaciones se ha obtenido
un conjunto de resultados que contribuyen a ampliar
y esclarecer cuestiones claves del desarrollo de la
autovaloración El análisis del problema del yo y el
otro permitió esclarecer que el mismo contiene dos
facetas que aunque interrelacionadas indican formas
de influencia diferenciabas.
En la tercera fase iniciamos la investigación del
desarrollo de la autovaloración en el tránsito de la
adolescencia a la edad juvenil, orientando nuestra
búsqueda en el campo de las relaciones de
comunicación entre los estudiantes.
Una de estas facetas, a la que llamarnos otro-yo,
se refiere a la influencia que las opiniones de las
personas que rodean al sujeto tiene sobre su
autovaloración. Es en este sentido en el que se
proyectan los estudios del yo y el otro en el enfoque
interaccionista.
Al explorar este nuevo campo de acción de la
autovaloración hemos comenzado a estudiar las vías
y formas de la comunicación más efectivas para
estimular la reflexión sobre sí mismo y sobre los
demás e iniciado el estudio de los aspectos
motivacionales de la comunicación personal y su
vínculo con la autovaloración.
La otra faceta la denominamos yo-otro-yo y se
expresa en que el sujeto al valorar a otras personas
cercanas a él, realiza comparaciones con respecto
a sí mismo y los otros que influyen en el desarrollo
de au autovaloración.
Los resultados hasta el momento obtenidos nos
han permitido identificar algunas categorías que
29
hacen posible adentrarnos en el análisis psicológico
del plano personal, íntimo de las motivaciones
comunicativas; entre ellas las de preferencias
comunicativas e ideal comunicativo.
personales que estimulen la autoreflexión en el
proceso comunicativo.
Consideremos que los resultados obtenidos en
el estudio de las problemáticas que hemos
mencionado constituyen en su mayoría puntos de
apertura a líneas de investigación de gran relevancia
en el estudio de la auto-valoración y de su lugar y
funciones en el sistema de la personalidad.
A la vez hemos iniciado el estudio de las vías
de desarrollo de la autoreflexión mediante el empleo
de lo que denominamos técnicas de enriquecimiento reflexivo que se puedan convertir en recursos
BIBLIOGRAFÍA
1. Dimitrov, I. (1977). Contenido y funciones de la imagen del yo en los prescolares. Referat de Tesis de candidatura, Moscú, 1977.
2. Garanto, J. (1984). Las actitudes hacia si mismo y su medición. Temas de
Psicología, No. 7, Universidad de Barcelona.
3. Gimeno Sacristán, J. (1976). Autoconcepto, sociabilidad y rendimiento escolar.
Instituto Nacional de Ciencias de la Educación, Madrid.
4. González Rey, F. Desarrollo de la personalidad. Editorial Pueblo y Educación (en
edición).
5. Kon, I. S. (1978). El descubrimiento del yo. Editorial Politizdat, Moscú
6.
(1984). En la búsqueda de si mismo: La personalidad y su autoconciencia. Editorial Politizdat, Moscú.
7. Lipkina, A. I. (1974). Psicología de la autovaloración del escolar. Tesis de Doctorado. Moscú.
8. Rico, P. (1989). La formación de acciones de control y valoración de la actividad
docente en escolares primarios. Tesis de Candidatura, La Habana.
9. Roloff, G. (1984). La autovaloración en el estudio de la personalidad, En: Psicología de la personalidad. Edit, de Ciencias Sociales, La Habana.
10.
(1987 a). La autovaloración: particularidades de su desarrollo en la
infancia. En: Investigaciones de la personalidad en Cuba. Editorial de Ciencias
Sociales.
11.
(1987 b). La inclusión del alumno en el proceso evaluativo y su papel
en la formación de la autovaloración. En: Investigaciones de psicología
pedagógica acerca del escolar cubano. Edit. Pueblo y Educación.
12. Rosenberg, M. (1973). La autoimagen del adolescente y la sociedad. Editorial
Paidos, Buenos Aires.
13. Webster, M. y Sobieszek, B. (1978). Teorías de la autoevaluación. Editorial Limusa,
México.
30
Descargar