Vot VIH, No. 1,1991 REVISTA CUBANA DE PSICOLOGÍA AUTOVALORACION Y ENFOQUE GENÉTICO Gerardo Roloff Gómez, Instituto Central de Ciencias Pedagógicas RESUMEN El artículo presenta en forma resumida los resultados teóricos y empíricos más significativos de un conjunto de investigaciones dedicadas al estudio de la autovaloración en su desarrollo de la niñez a la adolescencia y edad juvenil Se fundamenta la importancia y necesidad de la adopción del enfoque genético, que enfatiza el principio del desarrollo, en la investigación de la personalidad y, en particular, de la autovaloración; así como su necesaria interrelación con el enfoque personológico, que enfatiza el principio de la personalidad. Se explica el modelo de comparación ascendente elaborado en el curso de la investigación y cómo éste permite inferir ias tendencias de cambio que caracterizan el desarrollo de la autovaloración, y se presentan, de modo general, algunos resultados significativos obtenidos mediante este modelo. ABSTRACT This paper presents in brief the most significant theoretical and empirical results obtained from a series of research works carried out on the study of the development of self-evaluation from childhood to adolescence and youth. In states the importance and need of adopting the genetic approach, which stresses the principle of development for undertaking research on personality and, particularly, on self-evaluation. It also point out its necessary interelationship with the personological approach, that emphasizes the principle of personality. The work explains the model of ascending comparison drawn up during research and how it allows to infer the change trends which characterize the development of self-evaluation; in general, it presents some significant results obtained through this model. de la en la adolescencia las relaciones de comunicación personalidad y su desarrollo, reconocen, casi sin Los autores que abordan el estudio con los coetáneos pasan a un primer plano de excepción, que este se inicia desde los primeros importancia años de vida y que bajo la acción integrada de un mantienen con los adultos; que la necesidad de sistema de factores autoafirmación se hace predominante y promueve sociales y de las propias en comparación condiciones internas se alcanzan niveles cada vez la más complejos de la personalidad. autovaloración y autoconciencia. Sin embargo, cuando se nos presentan aparición de niveles con más las que se complejos de las Toda esta información es válida y necesaria para características de las distintas edades vemos un la teoría y la práctica y debe profundizarse en la cuadro en el que aparecen a relieve los rasgos investigación de las formaciones psicológicas que característicos de la edad, las nuevas formaciones son características en cada edad, pero ocurre que que lo caracterizan. Así, por ejemplo, se señala que al enfatizarse en lo que es propio, característico de 23 cada edad, involuntariamente se contribuye a dar una visión marcadamente discontinua, fraccionada temporalmente del desarrollo de la personalidad. Esta visión lleva a considerar a los maestros y profesores, a los padres y en general a los que trabajan con niños y jóvenes que la personalidad del niño o del adolescente es así porque a esa edad aparecen esos rasgos típicos y, por tanto, lo fundamental- es conocer las características propias de la personalidad en esa edad para hacer más eficiente su trabajo; algo semejante le ocurre al investigador que ai estudiar la autovaioración escoge la adolescencia o la juventud porque la misma es una característica central de estas edades. Ai favorecer esta visión de la personalidad y su desarrollo se obvian cuestiones claves para comprender la personalidad en su devenir y no sólo para comprenderla sino para intervenir de manera eficiente en su desarrollo. Estas cuestiones son muy conocidas y fueron planteadas hace mucho tiempo por psicólogos de diferente orientación como LS. Vigotsky y J. Piaget, Vigotsky planteó que la concepción marxista del desarrollo psíquico implica entenderlo como un proceso de cambios continuos y discontinuos en el que las nuevas formaciones psicológicas que surgen en una etapa son la consecuencia de los logros alcanzados en el desarrollo de las etapas precedentes, las cuales constituyen sus antecedentes o premisas necesarias. Desde otra concepción Piaget señaló algo equivalente al decir qua toda estructura tiene una génesis y conduce a nueva génesis que dará lugar a una nueva estructura Si la personalidad del adulto es portadora de una estructura relativamente estable de puntos de vista, actitudes y convicciones ante los problemas de la vida no es simplemente porque estos son rasgos típicos que aparecen en la vida adulta, sino porque tras eNos se encuentra un largo y complejo proceso de desarrollo en el curso del cual van conformándose estas complejas formaciones psicológicas, que son el producto de su propia y singular historia. Es a esto a lo que se le denomina enfoque genético en el estudio de la personalidad y es a partir del mismo que hemos llevado a cabo un conjunto de investigaciones en torno al desarrollo de la autovaioración de niños, adolescentes y jóvenes. LO GENÉTICO Y LO PERSONOLOGICO EN LA AUTOVALORACION El enfoque genético en el estudio de la personalidad es importante no sólo para una mejor comprensión de su desarrollo, sino para el esclarecimiento de cómo la intervención práctica de los factores sociales puede ser más eficiente. Los resultados de la influencia educativa se logran a mediano y largo plazo. Los esfuerzos por lograr que nuestros niños y jóvenes desarrollen cualidades positivas de su personalidad no alcanzan su propósito de manera inmediata, tratamos de prepararlos para la vida, para su incorporación activa a la vida adulta y con vistas a esto comenzamos a educarlos desde los primeros años. Desde una perspectiva genética se hace más comprensible la necesaria relación de continuidad entre las distintas etapas del desarrollo para lograr una intervención educativa eficiente. Aplicado al desarrollo de la autovaioración el enfoque genético permite explicamos con mayor claridad por qué para que en la adolescencia se logre un alto nivel de desarrollo de la autovaioración no podemos esperar a que llegue esta edad para entonces realizar nuestra labor, sino que es necesario comenzarla desde antes, en la niñez para crear las posibilidades y condiciones que favorezcan el desarrollo pleno de la autovaioración. Es nuestra opinión que el enfoque genético, que pone de relieve el principio del desarrollo, es de vital significación en el estudio de la personalidad y, en particular, de la autovaioración y esto no sólo vale para las investigaciones que abordan aspectos propios del desarrollo, estudios longitudinales o de comparación por edades, sino para cualquier investigación de la personalidad. Significa esto que el investigador en su análisis e interpretación debe tomar en consideración que está operando con personas que se encuentran en una determinada etapa de su vida cuyas características están necesariamente presentes, así como que cada una de ellas ha llegado a este momento con una historia singular de desarrollo, de la cual son portadores. No obstante, para lograr una comprensión adecuada de la autovaioración de un sujeto no se hace equivalente al concepto de autoestima (self-steem). basta con estudiar cómo ésta se ha desarrollado, es necesario considerar que este sujeto es una personalidad. Esta concepción fue desarrollada por Rosenberg (Rosenberg, 1973) en una obra dedicada al análisis de la autoimagen y sus relaciones con un conjunto de factores sociopsiccJógicos (estructura familiar, nivel cultural, creencias, nivel ocupacional y otros) a partir de una amplia investigación con adolescentes norteamericanos. Estudiar el desarrollo de la autovaloración aislándola del sistema de la personalidad o hacerlo con cualquiier otro aspecto de la misma de lugar a una visión fragmentada del desarrollo de la personalidad. Por esto, el enfoque genético debe verse en estrecha interrelación con el enfoque personológico, bajo el cual todos los componentes de la personalidad son integrantes, relacionados entre sí, del sistema de la personalidad. No es casual que este autor haya sido una de las figuras principales, junto con C. Hovland de un amplio programa de investigaciones que se llevó a cabo en la Universidad de Yale a fines de los años 50 y principios de los 60 en relación con la modificación de actitudes mediante la comunicación En nuestro trabajo de investigación en torno a la autovaloración nos hemos visto precisados a examinar distintos aspectos teóricos, tales como sus funciones en las distintas edades, su relación con otros componentes de la personalidad, entre otros y hemos ido conformando el criterio de que aún hay mucho por analizar y debatir acerca de múltiples aspectos teóricos de la autovaloración y que esta linea de análisis y reflexión debe desarrollarse tomando en consideración que si bien no se concibe un estudio teórico serio de la personalidad que no aborde el problema de la autovaloración, no pueden haber avances significativos en el estudio de la autovaloración si los problemas que se analizan no se insertan convenientemente en una concepción teórica de la personalidad. Esta propuesta argumentada de Rosenberg ha sido acogida por varios autores entre los que cabe señalar a I.S. Kon en la Unión Soviética y a J. Garanto en España. Debe señalarse que Kon se muestra partidario de esta conceptualización actitudinal de la imagen del yo en su primera obra dedicada especialmente al análisis multidisciplinario de la autoconciencia, (Kon, 1978) mientras que en su segunda obra al respecto (Kon, 1984) no retoma estas ¡deas. En este primer trabajo el autor analiza y argumenta que ante las dificultades de la psicología para concederle un status teórico a la agen del yo como proceso o estado psíquico, como concepto o representación, la psicología social resuelve este problema mediante la teoría de las actitudes (disposiciones sociales) otorgándole a la imagen del yo la estructura multidimensional de los sistemas disposicionales propuesta por V.A. Yadov en su teoría disposicional de la personalidad. Es sobre la base de estas ¡deas acerca del necesario acercamiento de la teoría de la autovaloración a la teoría de la personalidad, que valoramos con mucha cautela algunas ¡deas que han surgido en los últimos tiempos relativas a la concepción de la autovaloración. Vale destacar que estas ideas han surgido dentro de una de las ramas de la psicología que en las últimas dos décadas ha manifestado un interés creciente por el problema de la autovaloración, la psicología social, interés que a nuestro juicio se debe a la comprensión de la necesidad de que la búsqueda de soluciones a los problemas de la vida socia. rebase el nivel del análisis grupal para llegar al hombre y su papel activo en el sistema de relaciones sociales. De este modo la imagen del yo puede ser estudiada a partir de indicadores estructurales (propuestos por Rosenberg) tales como: complejidad y diferenciación cognitiva, significación subjetiva, congruencia interna y estabilidad (a nuestro juicio una idea que puede ser productiva). Una lógica semejante sigue J. Garanto (Garanto, 1989) al fundamentar su propuesta de conceptualización del autoconcepto y la autoestimación como actitud hacia sí mismo. Para este autor el autoconcepto constituye el componente cognoscitivo de la actitud hacia sí mismo. Para este autor el Una de estas ideas, propuesta inicialmente, según todo parece indicar por M. Rosenberg, es la de conceptualizar la autovaloración como un tipo especial de actitud, la actitud hacia sí mismo, que 25 autoconcepto constituye el componente cognoscitivo de la actitud hacia si mismo, la autoestima su componente afectivo y el autocomportamiento el componente conductual. como producto directo de las características evaluativas externas que el experimentador controla. No obstante, y esto no es nada contradictorio, su marcado acento empirista ha dado lugar a que bajo este enfoque se hayan desarrollado una gran variedad de técnicas y estrategias experimentales cuyo análisis y utilización en la concepción marxista leninista de la personalidad puede ser muy provechosa. Garanto señala que su modelo estructuralmultidimensional de las actitudes hacia sí mismo está inspirado en los modelos propuestos por Lx' Ecuyer y Fltts, este último creador de una escala para evaluar el autoconcepto (Tennessee Self Concept Scale) en el que se abordan cinco dimensiones del si mismo: el s( mismo físico, moral-ético, personal, familiar y social y en cada uno de ellos se analizan los tres componentes de la actitud hacia si mismo. La idea a que nos referimos es la propuesta por M. Webster, Jr. y B. Sobieszek (Webster y Sobieszek, 1978) de analizar la autovaloración dentro del contexto de la teoría de los estados de expectativa elaborada por J. Berger La otra idea, proveniente también de la psicología social, constituye una aproximación al estudio de la autovaloración a partir del enfoque interaccionista del yo que tuvo sus inicios en las ideas de C. Cooley y G. Mead y que ha tenido gran desarrollo en las últimas décadas. Se le llama estado de expectativa al concepto o criterio que se forman los miembros de un grupo en el proceso de interacción acerca de la capacidad que tienen los demás miembros y ellos mismos (autoexpectativa) para realizar exitosamente una tarea grupal. Para los autores, el concepto de autoexpectativa aventaja al de autovaloración en que el primero es mucho más limitado y específico ya que se refiere siempre a determinada tarea, en una situación y tiempo dados, mientras que el segundo se refiere a algo más general que trasciende el marco específico de una tarea y una situación y perdurable en el tiempo, lo que lo hace poco efectivo como criterio para predecir la actuación de un individuo en determinada situación de interacción grupal. El concepto interaccionista del yo desempeñó en sus Inicios un importante papel c o m o contrapartida y alternativa del pensamiento psicológico de una época en la que el yo quedaba enmarcado en su papel de mediador en la lucha entre los instintos y las prohibiciones sociales o se le imbuía de la potencia mística que le confería el alma de la cual era centro. En este sentido, el interaccionismo constituyó un decisivo avance en la búsqueda de los verdaderos orígenes del yo, en su desmistrficación. Estos dos enfoques surgidos en la psicología social el de la actitud y el de los estados de expectativa tienen entre sí una gran diferencia, el primero busca en la aplicación del modelo actitudinal a la autovaloración una concepción más integradora y compleja de ésta que supere el caos terminológico imperante; mientras que su conceptualización como estado de expectativa es un intento deliberado y explícito de despojar a la autovaloración de toda su generalidad y complejidad y convertirla en una variable específica, sujeta a condiciones concretas que permita hacer predicciones precisas de la conducta de un individuo ante una situación dada. No es sorprendente que estos autores hayan borrado el término personalidad de su vocabulario y que cuando se refieren a un sujeto de investigación lo califiquen como un actuante. Sin embargo, ya en las ideas iniciales de la concepción interaccionista se halla el germen de la llamada corríanle ¡«juologista en psicología en la que el yo, y por endt; la personalidad se deduce directairiente da la iiidiiiz de los factores sociales de vida y, on este caso, de la influencia de los demás, negándole de este modo su carácter activo, transformador. En las investigaciones que se realizan bajo la concepción interaccionista del yo se evidencia que para ei investigador lo que debe lograrse no es crear las condiciones adecuadas que enriquezcan y estimulen el potencial da desarrollo de la personalidad sino que todo se limita a la manipulación de determinadas sil naciones o influencias sociales que permitan moldear el yo en un sentido dado, quedando reducido a una variable dependiente, No obstante esta gran diferencia entre estos enfoques hay algo en común, ambos constituyen 26 intentos de ajustar una realidad psicológica compleja dentro de los límites de un modelo que fue originado y concebido para explicar otras realidades (Roloff 1984). Somos partidarios de los modelos en la investigación científica, pero de aquellos que son creados para explicar un fenómeno y resumen sus elementos esenciales y no de los que son trasladados de un campo a otro, sin poseer capacidad explicativa generalizable a otros fenómenos. La vía para la comprensión teórica de la autovaloración no es la de la creación y adopción de modelos que permitan adjudicarle un status teórico independiente, sino la de la búsqueda de su lugar y papel en el sistema de la personalidad. Estamos en condiciones de emprender un camino que nos aparte de la búsqueda de un yo independiente, de una entidad autónoma dentro de nosotros mismos que nos permite conocemos, juzgarnos, elogiarnos o censurarnos. La autovaloración es un hecho de la conciencia y como tal llega a adquirir atributos como la diversidad y complejidad de su contenido, adecuación, flexibilidad y otros mediante los cuales podemos evaluar su nivel de desarrollo; pero, a la vez, es un hecho de la personalidad y como tal tiene una profunda connotación motivacional, dinámica, inductora e interviene con mayor o menor efectividad en el proceso de autorregulación en forma de vivencias, expectativas, aspiraciones, estados de satisfacción. La conciencia humana es una conciencia personalizada, no hay reflejo consciente, no hay reflexión o autorreflexión puras, todo acto de reflexión, de conciencia en el hombre es un acto de su personalidad. De ahí que la autoconciencia es autoconciencia personalizada, es autovaloración como unidad del conocimiento y la vivencia de sí mismo. Estamos en condiciones de emprender el camino que posibilite superar el análisis dicotómico de conciencia y personalidad, de cognición y afecto que ha sido el paradigma predominante de la psicología durante mucho tiempo y avanzar hacia la síntesis integradora que nos acerque a la personalidad en toda su integridad. En realidad ya hemos comenzado a avanzar por este camino de la síntesis integradora (González Rey) y precisamente por eso es necesario que seamos muy reflexivos y críticos con lo que hacemos. Avanzar hacia la síntesis no significa excluir el análisis y esto es válido, porque esta exclusión implica negar prácticamente toda la historia de la psicología (predominantemente analítica) y con elia todos los avances, los métodos y procedimientos elaborados y empezar de cero con lo cual adoptaríamos una posición a histórica, metafísica. Además una característica del conocimiento científico es que toda síntesis presupone el análisis, constituyendo ambos una unidad analítico-sintética que para el estudio de la personalidad constituye un reto que tenemos que asumir con toda la complejidad que el mismo implica. En el terreno de la personalidad el análisis sin síntesis conduce al fraccionamiento en el que se pierde el ser humano concreto, la síntesis sin análisis conduce a una integración de cosas que apenas conocemos y, por tanto, a una comprensión especulativa del hombre. EL MODELO DE INVESTIGACIÓN. RESULTADOS SIGNIFICATIVOS En el decursar de nuestra labor hemos estructurado una forma peculiar del enfoque genético de la autovaloración que tiene como base lo que denominamos modelo de comparación ascendente que permite la realización de ciclos o fases de investigación sucesivas en cada uno de las cuales los sujetos de una determinada etapa de desarrollo se comparan con los de la*etapa siguiente, por ejemplo, niños y adolescentes, no tanto para caracterizar cómo es la autovaloración en unos y otros, sino para llegar, mediante un análisis bidireccional de una etapa a otra, a formular las tendencias de cambio que deben tener lugar en el paso de una a otra etapa, cuáles, digamos, deben ser las principales transformaciones que debe experimentar la autovaloración en el tránsito de la niñez a la adolescencia, cuál debe ser el sentido o tendencia de dichas transformaciones. En la búsqueda de estas tendencias de cambio no partimos únicamente de plantearnos problemáticas propias de la autovaloración en el niño para ver si cambia o transforman en el adolescente, sino que también enfocamos problemas propios del adolescente, para buscar sus antecedentes genéticos en el niño. Esta forma de análisis genético es ante todo un modo de enfatizar la explicación del desarrollo como proceso de cambios y transformaciones, y no limitarlo a la descripción de lo que es característico en unas y otras etapas, que permite una propuesta acerca de en qué sentido debe dirigirse la acción de los factores sociales para contribuir a estos cambios y transformaciones que definen el paso de una etapa a la otra. Si algo caracteriza esta forma del enfoque genético de la autovaloración es que cada ciclo o fase de investigación está compuesto por una serie de estudios cada uno de los cuales responde al planteo de una problemática específica de importancia para el desarrollo de la personalidad en las etapas que se estudian y no a un esquema estructural de la autovaloración de acuerdo a los parámetros de adecuación, estabilidad y otros. Por tanto lo que nos planteamos en cada estudio no fue la caracterización estructural de la autovaloración en uno u otro período sino cuáles son las problemáticas de mayor relevancia para el desarrollo de la personalidad en estas etapas y cuál es el papel y lugar de la autovaloración en ellas. Este modo de proceder mediante la focalización de problemáticas relevantes en cada etapa, parte de una concepción de la autovaloración no como una entidad independiente dentro de la personalidad, sino como factor regulador que interviene activamente en el enfrentamiento del sujeto a problemáticas de significación vital para su desarrollo y de hecho se convierte en una forma concreta de integración de los enfoques genético y personológico en el estudio de la autovaloración. Al proceder mediante esta estrategia nos enfrentamos a la necesidad de elaborar métodos y técnicas que se ajustarán a las problemáticas abordadas y al nivel de desarrollo de los sujetos y no utilizar un mismo método en diferentes edades para después comparar los resultados, que es lo que clásicamente se hace en estudios comparativos o longitudinales. A nuestro entender esta exigencia creadora constituye una ventaja y no una dificultad, aunque Indiscutiblemente conduce a un análisis comparativo de mayor complejidad. Consideramos que los estudios realizados en las diferentes fases de nuestro trabajo no constituyen un análisis exhaustivo y concluyente de las problemáticas abordadas, por el contrario los consideramos como puntos de apertura a una línea investlgativa cuya ulterior profundización puede arrojar resultados muy prometedores. Nuestro trabajo ¡nvestigativo en su realización ha pasado por tres fases. En la primera fase nuestra atención se centró en el desarrollo de la autovaloración de los escolares primarios, en sus posibilidades de valorar adecuadamente su actuación en la realización de diferentes tareas docentes y no docentes y la tendencia de cambio que sufren estas valoraciones. Pudimos comprobar que ya desde estas edades aparecen posibilidades de acción de la autovaloración como regulador de la actividad del niño que, aunque elementales, cuando se estimulan convenientemente por la influencia pedagógica crean las bases para que el niño comience a ocupar una posición más activa en la autodirección de su actividad y para el logro, en etapas más avanzadas del desarrollo, de niveles superiores de autorregulación de la personalidad. Estos resultados obtenidos en nuestras investigaciones y en los cuales no nos extendemos por haber sido divulgados en anteriores publicaciones (Roloff. G. 1984, Roloff, G. 1987 a, Rdoff, G. 1987 b) tienden a coincidir en lo esencial con los obtenidos por P. Rico en sus trabajos (Rico, P. 1987, Rico, P. 1989) con escolares cubanos y, en gran medida, con los de otros autores (üpkina, A., 1974, Dimitrov, I., 1977). De modo general, el hallazgo de este potencial autovalorativo en el niño y su susceptibilidad a la influencia pedagógica constituye un importante indicador de la tendencia evolutiva de la autovaloración y de los mecanismos y factores que contribuyen a su desarrollo. Obtuvimos evidencias de que existen factores que condicionan que el desarrollo de la autovaloración transcurre de modo diferencial en distintos tipos de escolares y que uno de estos factores y, quizas el más importante en esta etapa, es la posición o status académico del alumno que deviene principalmente de su nivel de rendimiento docente el cual marca diferencias entre los escolares, que de no atenderse adecuadamente en el marco escolar Nuestros resultados evidenciaron que ambas facetas de la relación yo-otro desempeñan un importante papel en el desarrollo de la autovaloración de los niños y adolescentes. En los niños los criterios del adulto (maestro) tienen una gran fuerza moldeadora, aceptándose casi incondicionalmente; es interesante comprobar como en el adolescente esto se transforma, se exige más al adulto al argumentar su criterio, se polemiza con él y en muchos casos no se acepta su opinión. y familiar pueden convertirse para el alumno de menor rendimiento en un obstáculo para su desarrollo. Uno de los resultados más consistentes de nuestros trabajos es precisamente el de las significativas diferencias en la autovaloración de los escolares de diferentes nivel de rendimiento y cómo la misma se ve seriamente afectada en los escolares de bajo rendimiento. Al valorar a sus compañeros se aprecia que los niños tienden a valorarse por encima de ellos aun cuando en algunos casos le superan de manera evidente; los adolescentes aunque tienden a valorarse alto en relación con los demás comienzan a manifestar el reconocimiento de la superioridad de algunos compañeros a los que llamamos otro superior que de hecho representan una meta, un reto para el adolescente, lo que puede convertir a este otro superior en una fuerza movüizadora para la autotransformaclón. Estos hechos tienden a coincidir con los reportados en las investigaciones de Combs, Everett, Stiev y Sumner (citados por Gimeno Sacristán, J., 1976) y en las de este propio autor. La segunda fase de nuestro trabajo abarca un grupo de investigaciones en las que el centro de atención es el análisis genético de la autovaloración a partir del modelo de comparación ascendente en dos etapas fundamentales, la niñez y la adolescencia. Otros resultados ponen de manifiesto que de la niñez a la adolescencia se transforma significativamente el contenido de las valoraciones en su diversidad y nivel de complejidad, se elevan signficativamente las posibilidades de argumentación reflexiva, lo que favorece el desarrollo de una posición más crítica e independiente en sus relaciones con los demás. Se estudiaron problemáticas tales como la relación yo-otro, el vínculo de la autovaloración general y la parcial, el desarrollo de las valoraciones en cuanto a contenido y nivel de complejidad y la interacción entro ul grado de significación o importancia que tiene p;mi el sujeto determinadas áreas y su autovaloración con respecto a ellas; en cada caso se analizó el sentido en que se producen los cambios y transformaciones de la niñez a la adolescencia. Conjuntamente con esto, en el paso a la adolescencia se incrementa la tendencia a la autovaloración positiva, sobre todo en aquellas áreas de la vida que tienen más signficación para los adolescentes. De este grupo de investigaciones se ha obtenido un conjunto de resultados que contribuyen a ampliar y esclarecer cuestiones claves del desarrollo de la autovaloración El análisis del problema del yo y el otro permitió esclarecer que el mismo contiene dos facetas que aunque interrelacionadas indican formas de influencia diferenciabas. En la tercera fase iniciamos la investigación del desarrollo de la autovaloración en el tránsito de la adolescencia a la edad juvenil, orientando nuestra búsqueda en el campo de las relaciones de comunicación entre los estudiantes. Una de estas facetas, a la que llamarnos otro-yo, se refiere a la influencia que las opiniones de las personas que rodean al sujeto tiene sobre su autovaloración. Es en este sentido en el que se proyectan los estudios del yo y el otro en el enfoque interaccionista. Al explorar este nuevo campo de acción de la autovaloración hemos comenzado a estudiar las vías y formas de la comunicación más efectivas para estimular la reflexión sobre sí mismo y sobre los demás e iniciado el estudio de los aspectos motivacionales de la comunicación personal y su vínculo con la autovaloración. La otra faceta la denominamos yo-otro-yo y se expresa en que el sujeto al valorar a otras personas cercanas a él, realiza comparaciones con respecto a sí mismo y los otros que influyen en el desarrollo de au autovaloración. Los resultados hasta el momento obtenidos nos han permitido identificar algunas categorías que 29 hacen posible adentrarnos en el análisis psicológico del plano personal, íntimo de las motivaciones comunicativas; entre ellas las de preferencias comunicativas e ideal comunicativo. personales que estimulen la autoreflexión en el proceso comunicativo. Consideremos que los resultados obtenidos en el estudio de las problemáticas que hemos mencionado constituyen en su mayoría puntos de apertura a líneas de investigación de gran relevancia en el estudio de la auto-valoración y de su lugar y funciones en el sistema de la personalidad. A la vez hemos iniciado el estudio de las vías de desarrollo de la autoreflexión mediante el empleo de lo que denominamos técnicas de enriquecimiento reflexivo que se puedan convertir en recursos BIBLIOGRAFÍA 1. Dimitrov, I. (1977). Contenido y funciones de la imagen del yo en los prescolares. Referat de Tesis de candidatura, Moscú, 1977. 2. Garanto, J. (1984). Las actitudes hacia si mismo y su medición. Temas de Psicología, No. 7, Universidad de Barcelona. 3. Gimeno Sacristán, J. (1976). Autoconcepto, sociabilidad y rendimiento escolar. Instituto Nacional de Ciencias de la Educación, Madrid. 4. González Rey, F. Desarrollo de la personalidad. Editorial Pueblo y Educación (en edición). 5. Kon, I. S. (1978). 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