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El Modelado en Areniscas de los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca) - VVAA, 2004

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J.L. Peña, L.A. Longares y M. Sánchez (Eds.)
Geografía Física de Aragón. Aspectos generales y temáticos
Universidad de Zaragoza e Institución Fernando el Católico. Zaragoza, 2004
ISBN: 84-96214-29-X
EL MODELADO EN ARENISCAS DE LOS TORROLLONES
DE GABARDA (MONEGROS, HUESCA)
C. Sancho (1), J.L. Peña (2), A. Belmonte (1), V. Souza (3), R.
Fort (4), L.A. Longares (2) y M.C. Sopena (5)
(1) Departamento de Ciencias de la Tierra, Universidad de Zaragoza
(2) Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio. Universidad de Zaragoza.
(3) Centro de Astrobiología CSIC-INTA, Torrejón de Ardoz (Madrid).
(4) Instituto de Geología Económica, Universidad Complutense de Madrid.
(5) Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza.
Resumen. Se analiza el modelado estructural formado por torres y mesas en areniscas en los Monegros
oscenses (Depresión del Ebro). De manera general, las laderas resultantes están parcialmente regularizadas.
Los escarpes verticales presentan, localmente, una gran densidad de microformas de alteración tipo tafonis,
alveolos, ganmmas y estructuras en panal de abejas. Este micromodelado se asocia con una actividad intensa
de procesos de humectación y secado, haloclastismo y disolución como consecuencia de la baja durabilidad
de la arenisca, las costras microfíticas desarrolladas y las condiciones ambientales semiáridas. El residuo
arenoso resultante puede ser arrastrado por el viento y dar lugar a pequeñas acumulaciones eólicas.
Palabras clave: torres estructurales de arenisca, micromorfologías de alteración, Depresión del Ebro.
Abstract. The development of sandstone structural landforms (rock towers and mesas) in the Monegros area
(Huesca Province, Central Ebro Basin) is analyzed. Rock slopes are partially covered by extensive talus
deposit remnants. Sandstone cliff faces often show tafoni, alveoles, honeycomb weathering and gnammas.
These microweathering features are related to intense weathering processes (wetting and drying and salt
crystallization and solution) controlled by low sandstone durability, microphytic crusts action and semiarid
environmental conditions. Moreover, sand-size particles from granular disintegration may be carried away by
the wind and produce aeolian accumulations.
Key words: sandstone towers, microweathering features, Ebro Basin.
Introducción
El modelado estructural de graderíos y torres en areniscas, especialmente Los Torrollones de
Gabarda, representa uno de los elementos naturales más significativos del paisaje de Monegros
(Fot. 1). Su desarrollo y evolución está controlado por distintos factores litoestructurales y
geomorfológicos (Sancho et al., 2002). Estas morfologías esconden un interesante micromodelado
alterológico, particularmente formas de meteorización cavernosa (tafonis y alveolos), asociadas con
una intensa funcionalidad de los procesos y mecanismos de meteorización de las areniscas (Sancho
y Belmonte, 2000). Adicionalmente, sirven de soporte para la acumulación de depósitos de ladera y
la formación de morfologías dunares de carácter eólico. De manera complementaria, este conjunto
estructural en areniscas, además de constituir el armazón del paisaje observado, constituye el
330
C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
sustrato de un conjunto de comunidades vegetales y faunísticas que incrementan su interés.
Además, son numerosos los vestigios de ocupación humana de este territorio en el pasado.
1. EL ÁREA DE ESTUDIO
Los Torrollones de Gabarda, entre las localidades de Marcén y Alberuela de Tubo, forman
parte de un relieve tabular prominente (541 m, Plana de Mobache) que destaca sobre las áreas
circundantes de la Depresión presomontana de Sariñena (Mensua e Ibáñez, 1977), al sureste de la
provincia de Huesca, en la cuenca del Ebro (Fig. 1). El clima reinante es de tipo mediterráneo
continentalizado (Del Valle, 1996). La precipitación anual media es de 450 mm repartida de
manera muy irregular y la temperatura media es de 13,5 ºC con una oscilación térmica amplia.
Existe un fuerte déficit hídrico anual en toda la comarca y gran cantidad de horas de insolación.
Son frecuentes las nieblas y los vientos del oeste y noroeste (Ascaso y Cuadrat, 1981).
PIRINEOS
Huesca
Lleida
Zaragoza
N
Teruel
0
50
100 km
Los Torrollones
Fig. 1. Localización de Los Torrollones de Gabarda (Monegros).
El modelado en areniscas de Los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca)
331
FRAELLA
USÓN
N
MARCÉN
540m La Plana
528m
434
439
473
ALBERUELA
DE TUBO
Los Torrollones
0
0,5
1 km
Areniscas y margas terciarias
Laderas holocenas
Escarpes de arenisca
Incisiones en rellenos holocenos
Terrazas fluviales pleistocenas
Red fluvial
Laderas y glacis pleistocenos
Núcleos de población
Fondos de valle y piedemontes
holocenos
Fig. 2. Mapa geomorfológico del entorno de Los Torrollones entre Marcén y Alberuela de Tubo.
332
C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
Fot. 1. Los Torrollones se elevan, alineados de oeste a este, sobre el fondo de la depresión de Sariñena.
Fot. 2. El Castiello de Gabarda y graderíos asociados. Se observa, al fondo, la serie estratigráfica de areniscas
afectada por fracturas y procesos de alteración. También los taludes de las laderas regularizados y, en primer
plano, la cara de sotavento de una acumulación dunar.
El modelado en areniscas de Los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca)
333
El soporte geológico de Los Torrollones de Gabarda está constituido por areniscas y lutitas
(Fot. 1) pertenecientes a la Formación Sariñena (Quirantes, 1978), que fueron sedimentadas en
sistemas fluviales poco sinuosos procedentes del Pirineo, durante el tránsito Oligoceno-Mioceno,
hace unos 20-25 millones de años. Estos materiales aparecen dispuestos en capas horizontales y se
encuentran afectados por una red de fracturas verticales (Fot. 2), formada por una familia principal
con orientación noroeste-sureste y otra secundaria, perpendicular a la anterior. Su origen parece
relacionado con ajustes provocados por el rebote isostático de los Pirineos (Arlegui et al, 1997). El
sustrato terciario se encuentra recubierto por gravas que corresponden a una terraza cuaternaria
antigua, que en la actualidad permanece en posición culminante, asociada con la actividad del
sistema fluvial Guatizalema-Flumen (Fig. 2). Por el desarrollo morfológico de los horizontes
edáficos petrocálcicos, la edad mínima de este nivel aluvial debe de situarse en torno a 1,5 millones
de años, al inicio del Pleistoceno inferior.
2. ELEMENTOS GEOMORFOLÓGICOS DESTACADOS EN EL ENTORNO DE
LOS TORROLLONES
2.1 Graderíos estructurales
El sustrato geológico ha favorecido el desarrollo de un relieve estructural prominente
organizado, principalmente, en graderíos escalonados (Fot. 2) (Fig. 2). Las capas de arenisca
favorecen la exposición de superficies horizontales, separadas entre sí por cornisas y cantiles
verticales que coinciden, generalmente, con planos de fracturación. En las partes bajas de los
relieves, las cabeceras de los barrancos menores que drenan estas formas presentan morfologías de
pequeños anfiteatros (Laity y Malin, 1985). Así estos valles de bajo orden se inician abruptamente
con cabeceras verticales y mantienen una escasa pendiente. La escorrentía en la parte superior es
escasa, si bien en ocasiones es posible el desarrollo de marmitas en las superficies horizontales de
las areniscas como consecuencia de la abrasión mecánica causada por los cantos duros procedentes
de la terraza superior, al ser movilizados por corrientes de agua superficial. Por otro lado, en los
escarpes verticales se activan procesos de socavación basal relacionada con mecanismos de
alteración preferente en áreas de descargas de agua difusas o rezumes que favorecen la caída de
bloques y la aparición, en definitiva, de morfologías semiesféricas a modo de alcobas y semiarcos
(Howard y Selby, 1994; Nash, 1997). Además de estos procesos ligados preferentemente a la
descarga de la escorrentía subterránea del sistema, probablemente los procesos de erosión más
importantes en los escarpes de las areniscas están relacionados con la caída gravitacional de
bloques y desprendimientos, que regularizan las laderas y desencadenan el retroceso de los cantiles
(Howard y Selby, 1994).
2.2 Monolitos o torrollones
En estrecha relación con los relieves en graderío aparecen, ocasionalmente, otros elementos
estructurales aislados con morfología en monolito o torre (Fig. 2) que se conocen con la
denominación local de Torrollones (Fot. 1). Se alinean en una banda de orientación casi este-oeste.
En todos los casos se trata de elementos prismáticos con base rectangular, cuyas caras coinciden
generalmente con la red de fracturación regional. Los lados de las torres tienen escala decamétrica
(entre 10 y 70 m) y su altura relativa puede superar los 80 m. En ocasiones la erosión diferencial
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C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
que afecta a la base favorece el desarrollo de pedestales. En su formación (Stokes, 1973; Best et al.,
1988; Robinson y Williams, 1994) intervienen factores litológicos (una cobertera de gravas
cementadas resistentes que protege las areniscas infrayacentes del desmantelamiento generalizado
y una serie estratigráfica formada por capas potentes y masivas de areniscas que tengan la
suficiente resistencia para permitir el desarrollo de escarpes verticalizados), estructurales (una
densidad de fracturación adecuada con un espaciado entre fracturas superior a 4 m) y
geomorfológicos (una incisión o encajamiento de la red de drenaje en aquellos puntos de menor
resistencia y un retroceso lateral muy importante de los escarpes verticales) (Fig. 3).
N
S
Situación inicial
Evolución cuaternaria
La Plana de Mobache
Los Torrollones
Relieve actual
Areniscas y lutitas terciarias
Terrazas fluviales pleistocenas
Fig. 3. Esquema evolutivo de la formación de Los Torrollones.
2.3 Acumulaciones de ladera
Aunque a lo largo del Cuaternario, predominaron los procesos de encajamiento y retroceso,
episódicamente ha tenido lugar la acumulación de sedimentos en las laderas (Fot. 2) habiéndose
identificado varias etapas acumulativas. El modelado de las laderas es claramente diferente en
función de la orientación, con morfologías regularizadas al norte y perfiles segmentados de cantiltalud al sur. En los taludes meridionales, los depósitos de ladera tienen un espesor siempre inferior
a 1 m y están formados mayoritariamente por bloques irregulares de gran tamaño empastados en
una matriz limoarenosa. Estos bloques presentan por lo general avanzados estados de
meteorización. Adicionalmente, también pueden encontrarse cantos de la terraza cuaternaria, pero
menos abundantes, lo que nos indica la presencia de estos depósitos sobre las areniscas terciarias
hasta épocas recientes, si bien en la actualidad han desaparecido. También es frecuente encontrar
El modelado en areniscas de Los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca)
335
restos arqueológicos, principalmente cerámicos, que nos pueden ayudar a situar cronológicamente
los procesos de regularización. En efecto, en el interior de los depósitos de esta ladera se han
encontrado cerámicas romanas (siglo II-I a. C.), medieval cristiana antigua (siglo XII) y medieval.
Esto quiere decir que la etapa de regularización es posterior a la edad de la cerámica más reciente
que quedó englobada en el depósito junto con bloques de arenisca y matriz. Por tanto, debemos
asignar una edad post-medieval a estas acumulaciones de ladera. En la Depresión del Ebro
(Gutiérrez et al., 1998), las laderas regularizadas de esta edad aparecen de manera generalizada y se
asocian con el período frío y húmedo de la Pequeña Edad del Hielo (siglos XVI-XIX).
2.4. El micromodelado de alteración
% d e p é rd id a d e p e s o
2.4.1 Características de la arenisca
El análisis petrográfico (Fot. 3) y la difracción de rayos-X indican que las areniscas de Los
Torrollones son de grano fino-medio, con esqueleto formado por granos heterométricos y
subangulosos de cuarzo y feldespato y fragmentos de rocas lutíticas y calizas, matriz y cemento de
calcita escasos y alta porosidad (el valor medio del índice de vacíos es 9,5%). Por otro lado, los
ensayos en situ con un martillo de Schmidt o esclerómetro indican una resistencia baja de la
arenisca y por tanto una susceptibilidad alta ante los procesos de alteración. Esta característica ha
sido también detectada en el laboratorio mediante ensayos de alterabilidad (hielo-deshielo,
cristalización de sales y humedad-sequedad). Los mayores deterioros de la arenisca se producen
durante el envejecimiento acelerado por la acción de la cristalización de sales. Para su estudio, se
introducen las probetas en una disolución de sulfato sódico, para posteriormente introducirlas en
una estufa. Las probetas sometidas a este ensayo se desmoronan rápidamente con pérdidas de peso
muy altas (Fot. 4) (Fig. 4).
-40
-35
-30
-25
-20
-15
-10
-5
0
5
10
Número de ciclos
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
Fig. 4. Pérdida de peso de tres muestras de arenisca por sucesivos ciclos de cristalización de sales.
336
C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
Fot. 3. Aspecto microscópico de la arenisca. Se observan diferentes componentes del esqueleto y algo de
cemento calcítico.
Fot. 4. Aspecto de las probetas de arenisca después de ser sometidas a 11 ciclos de cristalización de sales. La
longitud de la arista de los cubos es 5 cm.
El modelado en areniscas de Los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca)
337
Fot. 5. Morfologías de alteración cavernosa en areniscas (tafonis, alveolos y estructuras en panal de abejas).
Fot. 6. Mecanismos de descamación y disgregación granular que afectan a una arenisca alveolizada.
338
C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
2.4.2 Formas y mecanismos de alteración
Uno de los rasgos geomorfológicos más característicos asociados a las areniscas terciarias de
los Torrollones de Gabarda está constituido por las diversas micromorfologías de alteración (Fot.
5), relacionadas con diferentes procesos alterológicos. Aparecen numerosos ejemplos de tafonis y
alveolos. Los tafonis (Cooke et al., 1993; Robinson y Williams, 1994) son formas de meteorización
cavernosa desarrolladas en paredes verticales. Se trata de huecos esféricos o elipsoidales de escala
variable (centimétrica a métrica), que presentan secciones arqueadas, con paredes internas
cóncavas y visera superior extraplomada. Vamos a utilizar el término tafoni para morfologías con
varios m3 de volumen y reservaremos el término alvéolo para microformas cuyo diámetro oscila
entre 5 y 50 cm, manteniendo las mismas características generales que los tafonis. En ocasiones, se
produce una coalescencia de alveolos en la vertical, de manera que aparecen formas de alteración
columnares (Howard y Selby, 1994). Otras veces, aparece un entramado con morfología tipo panal
de abejas (honeycomb) (Mustoe, 1982), de manera que aparecen unos huecos muy cerca de otros
separados por tabiques delgados más resistentes.
La mayor densidad de todas estas formas de alteración siempre aparece en superficies
verticales de escarpes con orientación meridional y presentan funcionalidad actual, tal y como se
deriva de la presencia de mecanismos de descamación (Mainguet, 1972) y disgregación granular
(Cooke y Warren, 1973) activos que afectan a las superficies de las paredes interiores (Fot. 6).
Como consecuencia en el interior se acumula un residuo arenoso fácilmente exportable. Por contra,
las paredes exteriores se encuentran relativamente endurecidas debido, entre otras causas, a la
acción de las costras microfíticas que desarrollan barnices rocosos (Cooke et al., 1993; Mellor et
al., 1997). En ocasiones, estas costras protectoras se distribuyen dibujando cortinas verticales de
color negro tanto en el interior de tafonis como sobre escarpes verticales, de manera que su
desarrollo parece claramente relacionado con la escorrentía superficial que escurre sobre las
superficies anteriores. Estas cortinas conllevan una acción protectora diferencial, de manera que su
presencia impide el desarrollo de alveolos mientras que en las zonas intercortina se incrementa la
actividad de la alveolización. Cuando coalescen diferentes alveolos siguiendo estas directrices,
llegan a individualizarse elementos columnares de arenisca protegidos por la costra, separados por
huecos paralelos donde se aceleran los mecanismos de meteorización.
El origen de tafonis y alveolos es todavía poco conocido. Estas formas pueden iniciarse a lo
largo de discontinuidades estructurales y estratigráficas y en puntos de debilidad mineralógica. El
desarrollo de las mismas está relacionado con la alteración de las paredes por mecanismos de
descamación y disgregación granular, siendo posible diferenciar estadios evolutivos que conllevan
el incremento de tamaño, la coalescencia y la degradación de las formas. La activación de los
mecanismos de alteración en los tafonis se relaciona generalmente con procesos de haloclastismo
(cristalización e hidratación de sales) en ambientes áridos y semiáridos (Goudie, 1974; Sancho y
Benito, 1990; Cooke et al., 1993; Robinson y Williams, 1994; Smith, 1994; Rodríguez y Doehne,
1999). En el interior de tafonis y alveolos aparecen con frecuencia eflorescencias y costras salinas
formadas por diferentes sulfatos (yeso) y cloruros (halita). Sin embargo no hay que olvidar que la
funcionalidad del haloclastismo supone modificaciones cíclicas de la humedad en el interior y
superficie de la arenisca que puede facilitar la acción conjunta menos importante de otros procesos
como la crioclastia, humectación-secado, hidrólisis de feldespatos y disolución de cementos
calcáreos.
El modelado en areniscas de Los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca)
339
Fot. 7. Superficie de la arenisca cubierta por una costra de líquenes y musgos con desarrollo de una gnamma.
Fot. 8. Imagen de microscopio electrónico de la interfase entre un liquen y la arenisca. Las flechas amarillas
muestran zonas en las que las hifas penetran en el sustrato. Las verdes señalan la zona fotosintética por
debajo del córtex superior del liquen. Las estrellas azules indican la médula del liquen con fragmentos
minerales incluidos entre las hifas del talo. Escala gráfica
340
C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
También es posible encontrar, aunque con menor frecuencia, otras microformas sobre
superficies horizontales de arenisca. Se trata de gnammas o depresiones elípticas (Fot. 7) poco
profundas, con fondo generalmente plano, de pequeño tamaño (escala centímetrica-métrica) y
relacionadas con una meteorización diferencial del sustrato rocoso (Cooke et al., 1993). Entre los
mecanismos de alteración generadores de las gnammas hay que considerar la disolución (Benito et
al., 1993) de los componentes carbonatados de la arenisca, tal y como pone de manifiesto el
análisis mineralógico del residuo del fondo, si bien también se ha señalado el papel de líquenes y
musgos en la formación de estas microdepresiones (Schipull, 1978). La evacuación del residuo de
las gnammas puede deberse al desbordamiento de las mismas o a la acción turbillonar del viento.
2.4.3 Costras microfíticas
La simple observación de la superficie de las areniscas pone de manifiesto el extraordinario
desarrollo de costras microfíticas (Fot. 7). Estas cubiertas juegan un activo papel en los procesos de
meteorización y las morfologías resultantes en zonas áridas (Cooke et al, 1993). Las superficies
horizontales están colonizadas por encostramientos liquénicos y musgos. Uno de los líquenes de
color claro, más representativo es Diploschistes actinostomus, que forma grandes rosetas que se
levantan en el centro. La costra micrítica de color negro incluye varios géneros liquénicos entre los
que se ha diferenciado Collema flacidum. Los musgos aparecen como morfologías almohadilladas
relacionadas con los líquenes. Por otro lado, los escarpes verticales de los niveles de areniscas
suelen aparecer completamente colonizados por recubrimientos liquénicos, que desarrollan pátinas
de color negro. Las observaciones microscópicas (Fot. 8) demuestran una doble acción alterológica
de las costras microfíticas, mediante procesos biofísicos (disgregación de la roca y fragmentación
de los minerales) y bioquímicos (disolución de minerales por segregación de ácidos orgánicos)
(Adamo y Violante, 2000; Chen et al., 2000). No obstante, la propia cubierta liquénica, junto con
las pátinas de oxalato derivadas de la acción bioquímica, forman una cubierta resistente que
protege el sustrato rocoso y amortigua los efectos de la meteorización física y química (Viles y
Pentecost, 1994).
2.5 Acumulaciones eólicas
Como consecuencia de la meteorización de las areniscas aparece un residuo arenoso que
puede ser movilizado por el viento, dando lugar, ocasionalmente, a formaciones eólicas dunares
aisladas, que se superponen al armazón estructural de Los Torrollones. Se trata de pequeñas
acumulaciones dunares situadas a sotavento de los relieves de arenisca y orientadas según el viento
dominante (cierzo) procedente del noroeste. La duna mejor desarrollada (Fot. 2) tiene una altura de
5 m y un desarrollo longitudinal de unos 25 m. La inclinación de la cara de caída de la arena es de
15°. La curva granulométrica obtenida presenta, como es lógico, un elevado grado de clasificación
y un valor de la mediana de 0,18 mm (Fig. 5), tamaño de grano idóneo para ser transportado por el
viento. La mineralogía de la arena indica que el origen es local (del propio soporte alterado) y
transporte relativamente corto. En la actualidad el grado de funcionalidad es reducido, tal y como
indica la cubierta vegetal que estabiliza la duna.
P o rc e n ta je d e p e s o a c u m u la d o
El modelado en areniscas de Los Torrollones de Gabarda (Monegros, Huesca)
341
100
80
60
40
20
0
1
10
100
Tamaño de grano (micras)
Fig. 5. Curva granulométrica acumulativa de la arena procedente de un depósito dunar.
3. CONSIDERACIONES
Los graderíos estructurales y las morfologías en torres del entorno de Gabarda constituyen
elementos de interés geomorfológico por su singularidad y calidad paisajística, susceptibles de ser
integrados en el listado de Puntos de Interés Geológico de Aragón o en su red de Espacios
Naturales Protegidos.
El desarrollo y evolución de este relieve estructural están controlados por diversos factores.
En primer lugar, aflora una serie potente de areniscas del Terciario horizontales, afectada por una
fracturación de densidad variable. Estos materiales se meteorizan diferencialmente en función de la
presencia de intercalaciones de materiales lutíticos y de la densidad de la fracturación. En las zonas
con menor resistencia se acelera el encajamiento de la red de drenaje, favoreciendo el retroceso
lateral de los escarpes. Como consecuencia son frecuentes las gradas estructurales, torres y
monolitos, anfiteatros, semiarcos, microformas de alteración y desprendimientos y caída
gravitacional de bloques. En ocasiones, durante esta evolución cuaternaria y coincidiendo con
etapas frías, se ha producido la regularización parcial o total de las laderas.
Estas areniscas han estado, y continúan estando, sometidas a procesos y mecanismos de
meteorización de alta funcionalidad. La dinámica del sistema alterológico que afecta a las areniscas
terciarias de La Plana de Mobache y Los Torrollones de Gabarda está controlada por una serie de
parámetros específicos del área de estudio. En efecto, las condiciones climático-ambientales
favorecen la presencia de numerosas fases cíclicas de humectación de la arenisca y de evaporación
del agua. Además, el marco geológico-geomorfológico controla el drenaje subterráneo y la
aparición de áreas de descarga difusa o rezumes. Por otro lado, la propia naturaleza textural y
342
C. Sancho, J.L. Peña, A. Belmonte, V. Souza, R. Fort, L.A. Longares y M.C. Sopena
mineralógica de la arenisca hace que estos materiales presenten una susceptibilidad muy alta a la
alteración. Como consecuencia se activa una serie de procesos alterológicos entre los que destaca el
haloclastismo que pone en marcha mecanismos de disgregación granular y descamación. Esta
funcionalidad se traduce en la aparición de gran densidad de morfologías, entre las que destacan
tafonis y alveolos. Con frecuencia, el desarrollo de estas formas viene matizado por la acción
protectora de costras y pátinas microfíticas. En situaciones concretas, es posible realizar una
aproximación a la cuantificación del grado de actividad de toda esta dinámica, observando tasas
alterológicas importantes. La movilización eólica del residuo arenoso resultante favorece el
desarrollo de morfologías dunares aisladas.
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