1# ACTIVIDAD EVALUATIVA DERECHO ADMINISTRATIVO Estudiante: Victor Manuel Paternina Bula. PANDEMIA Y VACUNACIÓN EN COLOMBIA: ¿DEBERÍAMOS PREOCUPARNOS? A menos que quien esté leyendo este escrito sea también parte de una pequeña excepcionalidad (como fue el caso de un joven británico que se encontraba en coma por mas de un año) y no sepa que lo que antes considerábamos normal ahora son convenciones de conductas ciudadanas que quedaron en el pasado a raíz de la pandemia generada por el virus del SARS-CoV-2. Sin embargo, luego de cada tormenta por muy fuerte que sea, llega la calma (o eso es lo que se espera). En este caso, la calma llega en forma de jeringas y de manera progresiva, siguiendo las dinámicas geopolíticas. Es decir que, luego de los países desarrollados siguen en la lista de espera los que se encuentran en vías del desarrollo, entre esos, Colombia. Como era de esperar el gobierno colombiano sigue la vía administrativa que define Barcenas (2014) “como la actividad prestacional o material” (p.59). Es decir, la vacuna un bien provista por el estado y que bajo el concepto 059871 se entiende que este proceso, visto como un acto administrativo cuenta con las características de “producir efectos jurídicos ya sea creando, modificando o extinguiendo derechos para los administrados o en contra de éstos”. La vacuna se convierte en un derecho en el momento en el que se declara su gratuidad al mismo tiempo en el que es anunciada su adquisición en diciembre del 2020. Hay que añadir, además, el hecho de que se debe tener en cuenta que “La ejecución, la aplicación, el desarrollo de la Constitución y de la ley no resulta completo si esos mandatos no se traducen en auténticos estados de satisfacción de necesidades de interés general.” (Bárcenas, 2014, p.59). Por tanto, la llegada de la primera dosis de vacunas fue auto concebida por el mismo gobierno como toda una hazaña de gestión administrativa y que pretende demostrarle a la ciudadanía la fortaleza en términos de coordinación que existe entre nuestro Jefe de Estado y su gabinete de ministros, así como sus capacidades diplomáticas para poder garantizar la salud de todos los colombianos. Esto hubiera sido así, si tan solo no hubiéramos tenido comparaciones directas con nuestros homólogos del continente. Países como México, Chile, Argentina o la polémica Brasil de Bolsonaro que no creía en la gravedad del asunto, empezaron sus procesos de vacunación con mucha mayor anterioridad que el gobierno colombiano. Para ponerlo en cifras, a día que se escribe este artículo, según CNN Español (2021), los países que más dosis han administrado son Brasil (7,3 millones), Chile (3,09 millones), México (1,8 millones) y Argentina (746.615) Mientras que el Ministerio de Salud notifica que, hasta la fecha, 25 de febrero de 2021, solo hay 66.157 dosis aplicadas. La confianza como factor de riesgo del Estado de derecho. Es normal entonces que la ciudadanía empezara a mirar con recelo las declaraciones diarias del presidente quien, para la vista de algunos, podría haber estado enunciando mentiras para mantener la situación bajo control antes de la llegada de las vacunas al país y empezar a cuestionar si el gobierno de turno iba a terminar poniendo en riesgo los propósitos del Estado declarados en la constitución, siendo más precisos, en el artículo 2, cuando nos menciona que uno de sus objetivos es el servicio a las comunidades. La dilatación de la llega de las vacunas hasta febrero de 2021 suponía entonces también una preocupación de confianza ciudadana en materia de los principios de la función administrativa (Vargas, 2 en tanto se refiere a la eficacia y la eficiencia de la gestión administrativa o el respeto del debido proceso, pues como hemos visto, la adquisición de las vacunas ha sido un proceso torpe y lleno de ‘parches’ que se han ido corrigiendo a medida que se han ido presentando inconvenientes. Por ejemplo, como data Efraín Rincón (2021) en La Silla Vacía, a causa de las demoras y la incapacidad de producción masiva, a Colombia le tocó esperar demás e ir buscando alternativas en otras vacunas que no se tenía planeada su adquisición (o al menos en un principio) como la de origen chino de Sinovac. Todo esto puede terminar suponiendo una pérdida de la confianza en los funcionarios públicos y por consecuencia directa, en las instituciones. Este es un problema gravísimo ya que, tal como afirma Vargas (2002): “Una sociedad que percibe a su administración como una organización burocratizada y lenta, incapaz de obrar con eficiencia y eficacia […], tenderá a alejarse del Estado y contrario a los fines de cohesión social, será proclive a marginarse de la legalidad y actuar en la ilegalidad”