Regiones geopolíticas Las regiones geopolíticas o conjuntos

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Regiones geopolíticas
Las regiones geopolíticas o conjuntos geopolíticos, son grupos de países que se encuentran territorialmente cercanos, con economías,
sociedades o incluso intereses políticos similares. O sea, tienen afinidades desde el punto de vista político, social y económico.
En general hay dos criterios a la hora de definir conjuntos geopolíticos: cercanía territorial y variables estadísticas a través de los
indicadores socioculturales, económicos y demográficos.
Uniendo ambos criterios obtienes los conjuntos geopolíticos.
Se incluyen variables demográficas porque también se tienen en cuenta indicadores como la tasa de crecimiento, tasa de natalidad y
mortalidad, densidad de población, esperanza de vida.
Se puede decir que Latinoamérica es un conjunto geopolítico, y dentro de Latinoamérica, todo el cono sur, incluyendo Chile,
Argentina, Bolivia y Uruguay. En Centroamérica hay un conjunto: Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, están bien asimilados. Hay
cosas que los identifican: las pequeñas y grandes Antillas, la América andina. Tienen afinidades, agrupaciones de estados con problemas
ambientales similares. Y también los países de Europa Central: Italia, Francia, España, Alemania, Suiza...
Mapas geopolíticos
Un mapa es la representación gráfica de una porción del espacio geográfico, proyectada sobre una superficie plana. En el caso de los
mapas geopolíticos, estos se usan para visualizar estructuras de relaciones geopolíticas. Puede tratarse de mapas de países
individuales, con sus principales ciudades y accidentes geográficos, o de conjuntos geopolíticos resaltados en colores.
Región Geoestratégica
Este perfil está determinado por la caracterización geopolítica de un país, en el caso de Ecuador como país marítimo, andino, amazónico,
con presencia en la Cuenca del Pacífico y en la Antártica y con proyección geopolítica bioceánica. Así también se plantean desafíos para
el nuevo milenio como son el “competir en el intercambio comercial, industrial y cultural a nivel regional y mundial; pero además, se hace
necesario que el Ecuador aproveche las múltiples ventajas que le proporcionan sus dimensiones geográficas y la riqueza de cada uno de
los escenarios que las conforman.” En muchas regiones del mundo, éstas se convierten en geoestratégicas tales como: el Golfo Pérsico,
el Canal de Panamá, el Canal de Suez, etc.; ya que se tratan de regiones que ofrecen ventajas de diversa índole para el círculo de poder
cercano sea propio o foráneo.
CENTRO Y PERIFERIA
Las categorías “Centro y Periferia” fueron uno de los mayores aportes del pensamiento estructuralista latinoamericano. Desde los años
sesenta, a diferencia de los enfoques anglosajones que veían la principal fractura del sistema internacional en la división Este-Oeste,
algunos intelectuales latinoamericanos comprendieron que la principal fractura del sistema, que afectaba el desarrollo de la región, era la
Norte-Sur.
Desde entonces, y a pesar de la utopía globalizadora del fin de las divisiones, los conceptos de centro y periferia tienen una clara
referencia a la división entre un mundo desarrollado y otro en desarrollo. No obstante, desde fines de los años setenta, tanto el centro
como la periferia se vieron atravesados por una nueva modalidad que adquirió el capitalismo: la liberalización y desregulación financiera
que conllevó la primacía de un capitalismo de base financiera sobre otro de tipo productivo.
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Sin embargo, este fenómeno impactó de diferentes maneras en el centro y en la periferia debido a que una de las características nodales
que hacen a la división es que mientras el centro crea y difunde las normas y reglas del sistema (rules makers), la periferia las recibe y las
acepta (rules takers). Desde los años ochenta, la aceptación y adscripción por parte de la periferia (Latinoamérica y parte de Asia) de los
beneficios de la globalización financiera concluyó con recurrente crisis (México 1995, Sudeste asiático 1997, Rusia 1998, Brasil 1999,
Argentina y Turquía 2001) que llevaron a un profundo cuestionamiento sobre dichas estrategias y a una apuesta a la globalización
comercial a partir del pilar exportador.
En este contexto, la expansión financiera encontró nuevos mercados –y nuevos instrumentos– donde expandirse. La profundización de la
integración europea a partir de la creación de la unión monetaria fue el nuevo escenario neurálgico donde se jugó la globalización
financiera. En ese supuesto espacio integrado y homogéneo (la Europa de los 15 países desarrollados) visualizado como un “centro” del
poder mundial, se comenzó a configurar un centro y una periferia europea en términos económicos y políticos. La crisis iniciada en 2008
desnudó y puso en evidencia dicha división.
En el aspecto económico, la Unión Económica creó su propia división internacional del trabajo. Algunos países como España, Grecia,
Portugal, Italia e Irlanda basaron su crecimiento en el ingreso de capitales especulativos o dirigidos a sectores proclives a burbujas (el
superávit de la cuenta financiera cerraba la brecha externa de la balanza de pagos) debido a un problema de competitividad estructural
agravado por las políticas macroeconómicas de la unión. Por su parte, países como Alemania, Francia, Holanda, Bélgica y Austria
mantuvieron sus superávit de cuenta corriente como eje de sus estrategias de desarrollo producto de su exitoso desempeño productivo.
Esta dinámica de crecimiento compartido pero diferenciado eclosionó en 2008. Transcurrida la crisis, al desfasaje económico se le
adicionó el político. La mentada homogeneidad europea y solidaridad regional mostró no ser tal. El centro europeo dictó las
normas/políticas (de ajuste) y la periferia no tuvo más remedio que aceptarla. Al igual que en los años noventa, cuando desde Washington y desde los organismos multilaterales de créditos se les exigía e imponía políticas a los países latinoamericanos y asiáticos, la
periferia europea parece resignada al rol de rule taker, ahora desde Bruselas.
Pasada la primera década del siglo XXI, los conceptos de centro y periferia mantienen su capacidad explicativa y no han perdido vigencia
para analizar las relaciones internacionales. Las transformaciones del orden internacional producto de, entre otras cosas, la emergencia
de nuevos poderes hace que debamos sofisticar y ajustar su aplicabilidad. En el mundo actual la “periferia tiene su centro” y “el centro, su
periferia”
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