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NARRATIVA ARGENTINA II Ensayo Cortázar

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Carolina Balbi DNI 20 538932
UNA – Artes de la Escritura
COMISIÓN KOH – 6 (Seifert)
Narrativa Argentina II
"Yo aprecio esto en Cortázar y se lo agradezco, y creo es bueno que se quede allá. Porque cuando enmudezcan
todas las voces, habrá todavía una, salvada por la distancia, que señale y condene, que denuncie y ayude, que
movilice y congregue". Haroldo Conti.
El lejano sudamericano o viceversa
Una figura frecuente en la narrativa de Julio Cortázar son los puentes o los pasajes, podríamos
decir, los mismos escenarios simbólicos que atravesaron su biografía. En sus textos,
encontramos puentes que unen Buenos Aires y Europa, pasadizos que transforman pasajes
porteños en galerías parisinas, atajos que transforman la realidad sensible en un mundo
fantástico inalcanzable, personajes que traspasan las fronteras de los libros y se convierten en
habitantes de la vida real. Construir puentes buscando conciliar los extremos, buscar un lugar
propio, “han sido mi patria secreta desde siempre”. Su escritura pone en juego un devenir
escindido, unidad no resuelta.
El pasaje a través del lenguaje: 1- “Lejana” ( Bestiario, 1951)
Como se anuncia en el subtítulo, el texto representa el "Diario de Alina Reyes", por
consiguiente, comienza siendo narrado en primera persona, con la naturalidad y la
autenticidad del diario íntimo. En tono coloquial “soy una chica sin humos”, “che”, “M'hijita”,
“papelón”, “lindísima”; en contraste, usa pasajes en otros idiomas: “Votre ame est un
paysage choisi…” “champagne”, “ Now I lay me down to sleep.”, creando un estilo oral de
chica bien porteña que Cortázar intenta recrear desde lejos. La presencia de palabras
extranjeras, sin traducir, configuran un personaje en tránsito que pertenece a espacios
simultáneos, pero distintos y distantes, no fundidos. La protagonista hace juegos de palabras
para lograr dormir: palíndromas, anagramas “Alina Reyes, es la reina y… Tan hermoso, éste
porque abre un camino, porque no concluye. Porque la reina y…”. Cortázar eligió bien el
nombre de su protagonista, porque si seguimos jugando con los posibles anagramas de Alina
Reyes, multiplicamos: “y se irá en la…”; “y ni seré la…”, “si rara lee y…”, todas posibilidades
que se destejen en la sub trama del cuento. El anagrama incompleto con el que ella juega
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constituye la metáfora lingüística de la indefinición de la identidad. Desde esa perspectiva,
Alina es un posible anagrama vivo en el que los puntos suspensivos insinúan que es alguien
más, que le falta algo para ser totalmente, algo completamente opuesto a lo que ella sabe y
cree de sí: otro yo, otra realidad. El proceso de conciencia que el diario narra, va mostrando
como lo otro irrumpe progresivamente en el yo, expresado por el uso intercalado de la primera
y la tercera personas. El discurso ajeno se yuxtapone al propio, lo invade: “porque soy yo y le
pegan”; “Porque a mí, a la lejana, no la quieren”. Siguiendo el juego del lenguaje vemos que
un posible anagrama de “lejana” es “ajena”. Y de hecho “ajena y lejana” está elaborada en
cuanto doble opuesto de Alina; todo en ella constituye la antítesis de la protagonista: “la
lejana” es pobre porque Alina es rica, vive en Budapest (la ciudad doble: Buda- Pest. Unida
por un puente sobre el río Danubio), porque Alina vive en Buenos Aires, al otro lado del
océano. La otredad se manifiesta en este relato mediante la experiencia de una presencia ajena
como si fuera propia, de una voz extrínseca hablando desde dentro.
La continua presencia ajena-lejana enfatiza en Alina el sentimiento de descolocación, de estar
a medias. La protagonista deviene sujeto transcultural, de paso entre mundos. A medida que
el cuento y los días en el diario avanzan, el yo evoluciona hacia un deseo de encuentro y de
posesión. El anhelo de integración no se logra. El diario termina y se da paso a una voz en
tercera persona, que relata el esperado encuentro final, en medio del puente en Budapest. La
unión dura un instante, porque lo que sucede es un traspaso de identidades, y es Alina la que
queda temblando de frío, mientras su doble, se va sin mirar atrás. Los esfuerzos por conquistar
lo otro, son finalmente vanos. El anhelo de reconciliación de las dos orillas sigue ahí.
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La otra palabra: 2. “El otro cielo” (Todos los fuegos el fuego, 1966)
“...Por ahí vivió y murió Lautrémont, y es casi increíble que algunas calles, algunos cafés, y sobre todo las
galerías cubiertas conserven hasta ese punto su presencia. La Galerie Vivianne, por ejemplo, está tal cual pudo
conocerla él en 1870(…) Ubiqué la casa donde murió, hay un restaurant, pero los Cantos fueron escritos en otra
casa que echaron abajo. A lo mejor escribo un cuento largo, que sucederá en este barrio. Tengo ganas de hacerlo,
pero quisiera evitar toda contaminación fácil; en todo caso, que la presencia de Lautrémont se sintiera por
contraste. Por su mucho no estar. Eso es difícil”.
(Julio Cortázar. Fragmento de carta a su editor
Paco Purrúa, desde París, el 05 de enero de 1964)
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En primera persona, el protagonista del "El otro cielo" narra simultáneamente un Buenos
Aires (1928 y 1945) y un París (1868-70), superposición espacio-temporal, llevada a cabo sin
aclaración alguna, con toda naturalidad. Desde el título mismo el cuento nos plantea el enigma
de la otredad: existe un cielo y el otro. El personaje principal, un corredor de Bolsa, se
constituye él mismo en umbral hacia lo otro: "Mi paseo terminaba en el barrio de las galerías
cubiertas, quizá porque los pasajes y las galerías han sido mi patria secreta desde siempre".
Efectivamente, los pasadizos son la patria profunda del personaje, que le permite devenir otra
cosa. Habría una desterritorialización, que habla de la condición desplazada, escindida, que
parece caracterizar nuestra identidad cultural. El protagonista no tiene nombre, es un sujeto
que bordea la indefinición, está a medias, dividido entre un mundo y otro. Sin explicaciones,
el personaje pasa de la galería porteña a la parisina, “un mundo distinto donde no había que
pensar en Irma y se podía vivir en horarios fijos, al azar de los encuentros y de la suerte”. Ahí
conoce a Josiane, una joven prostituta. Esto transcurre por los años 1869-70 durante el sitio
de París por los prusianos, (años en que Lautréamont publica sus Cantos de Maldoror y muere
en 1870). En el cuento, por esa época, un asesino de mujeres, ronda las galerías. En los cafés
también merodea un posible sospechoso, “el sudamericano”, solitario y silencioso “vestido
con una hopalanda negra”. Al Conde de Lautréamont, nacido en Uruguay con el nombre de
Isidore Lucien Ducasse, (eligió su seudónimo basado el personaje de una novela), le llamaban
el “montevideano” cuando se instaló en Francia. De ahí el apodo de “sudamericano” en el
cuento. Los datos sobre su vida y muerte que aparecen en el relato corresponden a la vida real
de Lautréamont, poeta que rescataría posteriormente el Surrealismo. Siguiendo con los juego
de palabra, un posible anagrama de Lautremont es: “l’autre mot”, es decir “ la otra palabra”.
A la vez Laurent, el nombre que le habían inventado al asesino, es apócope de Lautréamont.
Este sudamericano sería el propio Lautréamont. El Conde de Lautréamont y Cortázar son
como imágenes invertidas uno del otro: Lautréamont nació en América Latina de padres
franceses, Cortázar nació en Europa de padres argentinos. Los epígrafes de los cuentos son
fragmentos de Los cantos de Maldoror. Al no señalar su procedencia, Cortázar los hace
reveladores de una apropiación que genera su escritura. El epígrafe correspondiente a la
primera parte del cuento, instala la figura del doble: “Esos ojos no te pertenecen. ¿De dónde
los has tomado?”. Alude al momento en que Maldoror comprueba aterrado que el fantasma
que lo había hechizado es una reflexión especular de sí mismo, que son sus propios ojos los
del brillo infernal. Cortázar utiliza intertextualmente la biografía y la obra de Lautréamont,
constituyéndolo como alter ego del
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narrador, como representantes de su lado oscuro. Trabajando el pasaje: noche-día, antesahora, literatura-vida, deseo-prohibición, Buenos Aires-París, vida-muerte.
La oposición se da al presentar París como un signo invertido de Buenos Aires. La oposición
complementaria París-Buenos Aires nos permite entender el proceso de identidad cultural
rioplatense. Por eso además de vivi en otro tiempo y otro espacio al cruzar la zona de las
galerías cubiertas, el personaje posee en ese mundo inverso un “otro yo” al que se conoce
como “el sudamericano”. Nuevamente ambos ámbitos enfrentados se constituyen en anverso
y reverso, en doble opuesto en el que cada costado requiere del otro para ser, para alcanzar
sentido. Lo propio y lo ajeno son dos momentos de un mismo devenir. La fusión, la totalidad,
la integración de los opuestos jamás llega a cumplirse verdaderamente. Desde que ocurren las
simétricas muertes del "sudamericano" y de Laurent (el otro alter ego), el narrador ya no
puede transitar hacia el otro cielo: "Algunos días me da por pensar en el sudamericano, y en
esa rumia desganada llego a inventar como un consuelo, como si él nos hubiera matado a
Laurent y a mí con su propia muerte". En esos momentos empieza "a sentir que el barrio de
las galerías ya no era como antes el término de un deseo”. Sólo le queda la vida sin libertad,
la rutina lo devora y termina casado con Irma que espera un hijo, sentado en el patio, tomando
mate y preguntándose a quién votará.
La bolsa o la vida: Conclusión
“….la alienación sólo impone una elección entre sus términos eliminando uno de ellos, siempre el
mismo sea cual sea esa elección (…) "la bolsa o la vida" o en "libertad o muerte". Se trata tan sólo de
saber si queremos o no conservar la vida o rehusar la muerte. Hay que fijarse en que lo que queda está
de todos modos descornado: será la vida sin la bolsa -y será también, por haber rehusado la muerte, una
vida un poco incomodada por el precio de la libertad”. Lacan, J. “Posición del inconsciente” (1962)
Libertad o Muerte (lema de los Treinta y Tres Orientales,1825, Uruguay), elección que no fue
ajena a los escritores latinoaméricanos y que de alguna manera se pone en juego en la poética
cortazariana. La construcción de pasaje-puentes, constituyen la creación de un sujeto móvil
cuyo lugar no está dentro de ningún espacio en particular, sino en los intersticios de ellos, en
el tránsito, no pudiendo asimilar de forma definida los mundos en los que se desplaza, más
bien, constituyéndose en ese desplazamiento. Desde ese punto de vista,
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se pone en escena una noción de identidad esquiva, línea de fuga en constante movimiento y
cuestionamiento.
“Lejos de estar fuera del campo social o de salir de él, las líneas de fuga constituyen el rizoma o la
cartografía. Las líneas de fuga son casi lo mismo que los movimientos de desterritorialización. (…) Una
vez más encuentro aquí la primacía del deseo, ya que el deseo está precisamente en las líneas de fuga,
conjunción y disociación de flujos. (Delleuze, Gilles. Deseo y placer. Archipiélago, Cuadernos de crítica
de la cultura. Barcelona, nº 23,1995)
Elegimos los cuentos “Lejana” (Bestiario, 1951) y “El otro cielo” (Todos los fuegos el fuego,
1966), para ejemplificar esta poética de pasajes que está presenta en varios cuentos de
Cortázar, por su carácter especular el uno con el otro. Protagonista mujer/hombre, y porque
en el primer cuento se da el traspaso de personalidades (ella queda del lado de allá, pobre y
con frío), en cambio en el segundo el protagonista queda del lado de acá, y del otro lado la
muerte. La relación con lo otro en la poética de Cortázar, su visión del ser humano "siempre
lleno de todo aquello que no es", que encarnan sus personajes, nos permitiría leer sus textos
como metáfora de la identidad latinoamericana. Identidad confusa, nunca plenamente
integrada, se presenta como el correlato de una cultura leída desde un imaginario lejano-ajeno,
fundada como una idea de Europa, por tanto, históricamente escindida, enajenada.
En suma, la escritura de Julio Cortázar, al menos una parte de ella, con sus dobles y sus pasajes
deviene metáfora del vaivén pendular del acá y allá. América Latina-Europa, lo conocidodesconocido, la metafísica-lo político. Las continuas líneas de fuga no llevan a ninguna
totalidad o centro estable; al revés, revelan la constitución de un sujeto y una realidad plurales,
escindidos y en conflicto. Julio Cortázar encontró líneas de fuga para “desde la distancia”
(como vaticinó Haroldo Conti, escritor desaparecido por el terrorismo de Estado en 1976)
seguir vivo, hablando de nuestra identidad, y del conflicto con lo ajeno y lo lejano. Se lo
agradecemos.
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Bibliografía:
-
Pizarnik Alejandra, “Nota sobre un cuento de Julio Cortázar: El otro cielo”, Prosa completa, Barcelona,
Lumen, 2002.
-
Delueze Gilles. “La Literatura y la vida”.
-
Cortázar Julio
Cortázar Julio y Berrenechea Ana María, Cuaderno de Bitácora de Rayuela, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 1983.
Bestiario, Buenos Aires, Alfaguara, 2015.
Todos los fuegos el fuego, Buenos Aires Editorial Sudamericana, 1966.
Los relatos 3. Pasajes. Madrid, Alianza Editorial, Madrid 1976.
Clases de literatura-Berkeley, 1980. Buenos Aires, Alfaguara , 2013.
-
Reinoso, Olga. “El sentimiento de no estar del todo: El discurso identitario latinoamericano en dos cuentos de
Cortázar”.
Revista
Chilena
de
Literatura.
75,
Santiago,
2009.
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22952009000200015
-
Haroldo Conti habla sobre Cortázar https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-26936-201101-11.htmlhttps://www.youtube.com/watch?v=mPURUo0Nhn0.
-
Lacan Jacques. “Posición del inconsciente”, 1962.
Delleuze Gilles. Deseo y placer. Archipiélago, Cuadernos de crítica de la cultura. Barcelona, nº 23, 1995.
“Años después, cuando ya éramos amigos, creí volver a verlo como lo vi aquel día, pues me parece que se
recreó a sí mismo en uno de sus cuentos mejor acabados-El otro cielo-, en el personaje de un latinoamericano
sin nombre que asistía de puro curioso a las ejecuciones en la guillotina. Como si lo hubiera hecho frente a un
espejo, Cortázar lo describió así: "Tenía una expresión distante y a la vez curiosamente fija, la cara de alguien
que se ha inmovilizado en un momento de su sueño y rehúsa dar el paso que lo devolverá a la vigilia". Su
personaje andaba envuelto en una hopalanda negra y larga, como el abrigo del propio Cortázar cuando lo vi por
primera vez, pero el narrador no se atrevía a acercársele para preguntarle su origen, por temor a la fría cólera
con que él mismo hubiera recibido una interpelación semejante. Lo raro es que yo tampoco me había atrevido a
acercarme a Cortázar aquella tarde del Old Navy, y por el mismo temor..” “El argentino que se hizo querer
por todos” Gabriel García Marquez, Madrid, Diario El país, 1984.
https://elpais.com/diario/1984/02/22/opinion/446252413_850215.html
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