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Tema 1 - 1
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Tema 1 (Primera parte)
La Constitución española de 1978: Características. Los principios constitucionales y los
valores superiores.
Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra
LA CONSTITUCION
A) CONCEPTO
La definición más extendida de la Constitución es aquella que la configura como la norma
suprema del ordenamiento jurídico, aunque la verdad es que decir eso no es decir gran cosa.
Por ello, de manera más concisa y analítica, nosotros la definiremos como el conjunto de normas,
escritas o consuetudinarias, que regulan tanto la organización del Estado como el marco de
derechos y deberes de los ciudadanos.
En todo caso, el acercamiento a la idea de Constitución se verifica, según García Pelayo, a
través de tres conceptos distintos:
1. Concepto racional-normativo
La Constitución se manifiesta como un complejo normativo que, de forma unitaria y plena,
exhaustiva y sistemática, regula las principales funciones del Estado, así como las competencias
y relaciones entre los distintos órganos de poder.
De esta forma, los múltiples aspectos de la vida política se subsumen en un solo cuerpo
legal, dejando entrever una idea fundamental: la posibilidad de ordenar definitivamente toda
actividad pública.
Las consecuencias más importantes que se derivan de esta concepción, fruto del carácter
sacramental que el pensamiento político liberal atribuye a la ley y que se plasmará en la práctica
de la Revolución Francesa, serán, entre otras, la despersonalización de la soberanía, la exaltación de la razón en el ejercicio del poder público, la distinción entre poder constituyente y poder
constituido, y la preferencia por la expresión escrita.
2. Concepto histórico-tradicional
La Constitución es el fruto de una constante evolución histórica. Sus preceptos no derivan
de un acto racional y aislado, sino de una serie de acontecimientos espontáneos.
Revestida de un claro matiz conservador, la corriente historicista sitúa el origen de la Constitución en la costumbre y centra su análisis en la idea de legitimidad.
3. Concepto sociológico
La Constitución refleja una determinada realidad social, por lo que su contenido se elabora
en base a la situación política y a las estructuras de poder que están presentes en un determinado
momento. De esta forma, la cuestión principal estriba en determinar si los postulados constitucionales aún gozan o no de vigencia.
Desde un punto de vista normativo, la Constitución presenta tres rasgos fundamentales:
• Su forma normalmente escrita, como documento codificado y solemnemente promulgado.
• Su rango superior al del resto de normas del ordenamiento jurídico, y
• Su contenido específico, que se centra en la recíproca limitación de poderes y en la configuración de los diversos derechos y obligaciones.
Precisamente esta última nota será la que finalmente determine la existencia o no de una
verdadera Constitución, pues tal como advierte el artículo 16 de la Declaración de los Derechos
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Tema 1 - 2
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del Hombre de 1789, toda sociedad en la cual no esté asegurada la garantía de los derechos,
ni determinada la separación de poderes, no tiene Constitución.
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B) ESTRUCTURA
Las diversas Constituciones suelen presentar el siguiente esquema:
1. Preámbulo
En esta parte se determina a quién corresponde el poder constituyente, quién es el artífice
de la Constitución y cuál es, por consiguiente, la base de la autoridad soberana en que aquélla
descansa. Asimismo se definen los valores fundamentales que la Constitución reconoce y proclama y los fines que ésta pretende alcanzar.
2. Parte dogmática
Contiene las líneas fundamentales de la estructura política del Estado –Monarquía o República, forma unitaria o federal– y el catálogo de derechos –a la vida, al trabajo, a la intimidad,
a una vivienda digna, etc.–, libertades –de residencia, de expresión, de enseñanza, etc.– y
deberes –de trabajar, de contribuir a la defensa del Estado y al sostenimiento del gasto público,
etc.– que básicamente se reconocen y atribuyen a los ciudadanos, así como los mecanismos de
garantía de los mismos.
3. Parte orgánica
En ella se definen los órganos fundamentales del Estado, su número, composición y funcionamiento –Jefe del Estado, Gobierno, Parlamento, Administración, Defensor del Pueblo, Poder
Judicial, Fuerzas Armadas, etc.–, así como las competencias que corresponden a cada uno de
ellos.
Finalmente, se establecen los límites y el procedimiento de revisión y reforma del texto
constitucional.
1. Función legitimadora
La Constitución legitima la creación del Estado como realidad política nueva y como entidad
jurídica independiente, al tiempo que faculta a las fuerzas políticas dominantes en un determinado momento para adaptar el contenido de sus preceptos a las aspiraciones que están
presentes en ellas.
2. Función política
La Constitución establece los parámetros fundamentales de la actividad política –titularidad, destinatarios, forma de ejercicio, límites, etc.– y aporta los mecanismos necesarios para
la resolución de los problemas que de dicha actividad puedan derivarse.
3. Función organizativa
La Constitución determina la organización de las instituciones básicas del Estado, proclama
la forma de gobierno, define las relaciones entre los diversos poderes, etc.
4. Función jurídica
La Constitución somete la actividad del poder público al control de las normas legales y
establece la plataforma básica que sustenta todo el aparato jurídico del Estado.
5. Función ideológica
La Constitución traza las principales líneas del programa político del Estado, determinando
los valores fundamentales que deben presidir la intervención de éste.
D) CLASES
En función de diversos criterios, las Constituciones pueden agruparse conforme a las siguientes clases:
1. Constituciones consuetudinarias y Constituciones escritas
Según que el proceso de formación de su contenido se consume en un solo acto o se prolongue
a través de sucesivas actuaciones materiales, a las que por su reiteración se les atribuye fuerza
jurídica. Sin embargo, tal distinción no puede aceptarse en términos absolutos, pues es frecuente que las Constituciones escritas contemplen prácticas reiteradas y consideradas justas,
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C) FUNCIONES
Respecto a las principales funciones que actualmente desempeña la Constitución, cabe referirse a las siguientes:
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del mismo modo que las Constituciones basadas en la costumbre, como por ejemplo, la de Gran
Bretaña, suelen remitirse a documentos escritos y normativos previamente existentes.
2. Constituciones impuestas y Constituciones pactadas
Las Constituciones impuestas provienen de una decisión ajena a la voluntad mayoritaria
del pueblo1. Las pactadas, por el contrario, nacen del compromiso alcanzado entre el poder y
las diversas fuerzas políticas y sociales.
En base a idéntico criterio, cabe distinguir también entre Constituciones otorgadas, que
tienen su origen en la concesión voluntaria del poder político2, y Constituciones espontáneas,
que surgen de la decisión adoptada por el pueblo en un determinado momento.
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3. Constituciones rígidas y Constituciones flexibles
Según que su reforma requiera o no la intervención de un órgano especial, distinto del
competente para la modificación de las leyes ordinarias –normalmente, el Parlamento–, y/o de
un procedimiento asimismo singular o específico –mayorías cualificadas, referéndum, etc.–.
4. Constituciones normativas, nominales y semánticas
Dicha clasificación atiende a un criterio puramente ontológico, esto es, a la adecuación o no
del texto constitucional a la realidad que pretende modificar.
De este modo, en las Constituciones normativas existe una concordancia real entre sus
preceptos y el proceso de limitación, ejercicio y control del poder político. Son, en palabras de
Loewenstein, como un traje que sienta bien y que se lleva todos los días.
Por el contrario, las Constituciones nominales no se ajustan a tales parámetros, si bien
pretenden fomentar o apuntalar dicha coherencia práctica. Son como los trajes que tenemos
en el armario y que nos lo ponemos cuando hemos crecido.
Por último, las Constituciones semánticas contienen únicamente la voluntad del poder dominante –persona, clase o partido– y tienen por objeto investir a éste de la apariencia legal o
jurídica necesaria para imponerse a todo mecanismo de limitación del poder o de garantía de
los derechos individuales. No es en absoluto un traje, sino un disfraz.
Caben citarse, por último, otras clasificaciones menos relevantes que distinguen entre Constituciones largas o breves3.; originales o derivadas; de predicamento popular o monárquico;
ideológicas o pragmáticas; totalitarias, autoritarias y democráticas; etc.
LA CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978
A) ANTECEDENTES REMOTOS
La vigente Constitución española de 1978 es la décima en la historia del constitucionalismo
patrio –considerando como tales la Constitución de Bayona y las Leyes Fundamentales del
Reino–, por lo que antes de abordar sus antecedentes inmediatos expondremos una breve
reseña de las que le precedieron.
1. Constitución de Bayona de 1808. Dictada por Napoleón, sólo tuvo vigencia en las zonas
ocupadas por los franceses.
2. Constitución de Cádiz de 1812. Conocida popularmente como la Pepa, por haberse aprobado el día de San José, es la primera Constitución de todos los españoles. Incorpora la
clásica división tripartita de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).
3. Constitución de 1834. Más que una Constitución, propiamente dicha, se trata de una
disposición real por la que se convocan elecciones para unas nuevas Cortes bicamerales.
4. Constitución de 1837. Mantiene el bicameralismo de la Constitución anterior, pero con
unas denominaciones que no se abandonarán en los textos posteriores: Congreso de los
Diputados y Senado.
5. Constitución de 1845. Promovida por el Gobierno moderado de Narváez y promulgada
por la Reina Isabel II para reformar la Constitución progresista de 1837.
6. Constitución de 1869. Obligada la Reina Isabel II a abdicar y a abandonar el país por el
(1)
(2)
(3)
Tal es el caso de la Constitución francesa de 1791, impuesta por la burguesía liberal.
Como es el caso de la célebre Carta de Luis XVIII de Francia.
Esta clasificación responde al número de palabras del texto constitucional. Así, serían breves las Constituciones
que contienen menos de 3.000 palabras; medianas, si tienen entre 3.000 y 6.000 palabras ; y largas, si constan
de más de 6.000 palabras. La actual Constitución Española pertenece a estas últimas, puesto que tiene alrededor
de 16.800 palabras
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B) ANTECEDENTES INMEDIATOS
Tras el fallecimiento del general Franco el 20 de noviembre de 1975 y de acuerdo con las
previsiones sucesorias, es restaurada la Monarquía en España en la figura de Juan Carlos I y
constituido el primer Gobierno de la transición, bajo la Presidencia de Arias Navarro.
Ahora bien, para que la transición al nuevo régimen se realizara sin ningún tipo de traumas
era necesario crear una Ley-puente, esto es, una Ley que permitiera la reforma de las Leyes
Fundamentales del régimen anterior para pasar a una nueva legitimidad respetando, a su vez,
la legalidad vigente. Tal fórmula se llevó a cabo con la aprobación de la Ley de Reforma Política,
ratificada por el pueblo español en referéndum de 15 de diciembre de 1976. Para entonces, la
Presidencia del Gobierno había pasado a manos de don Adolfo Suárez.
Aunque esta Ley contiene la denominación de «orgánica» no forma parte de esta clase de leyes tal como se
entienden en nuestra actual Constitución. En efecto, como más adelante se analizará, las actuales leyes orgánicas
son una innovación de la vigente Constitución de 1978.
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levantamiento revolucionario del general Prim, es aprobada una nueva Constitución el
6 de junio de 1869, accediendo al trono de España Amadeo de Saboya.
Asesinado Prim y destronado Amadeo de Saboya, el 11 de febrero de 1873 se proclamaba
en España la Primera República, de vida efímera. El golpe de Estado del general Pavía
ponía fin a la primera experiencia republicana once meses más tarde, en enero de 1874,
antes de que las Cortes aprobaran la nueva Constitución que se estaba gestando.
7. Constitución de 1876. Restaurada la monarquía en la persona de Alfonso XII, la nueva
Constitución era aprobada el 30 de junio de 1876.
8. Constitución de 1931. Proclamada el 14 de abril de 1931 la Segunda República y preparado un nuevo texto constitucional, éste era aprobado por las Cortes el 9 de diciembre
de 1931.
Dicha Constitución estuvo vigente en todo el territorio nacional hasta el 18 de julio de
1936, fecha de comienzo de la guerra civil. A partir de entonces, y hasta la terminación
de la contienda, la Constitución de 1931 sería territorialmente derogada a medida que
el ejército vencedor iba ocupando zonas republicanas.
9. Leyes fundamentales del Reino. Al finalizar la guerra civil en 1939 se estableció en España
un sistema político basado en la concentración de poderes en la figura de un hombre,
Francisco Franco, nombrado Generalísimo de los tres Ejércitos al comienzo de aquélla.
En efecto, aunque el régimen franquista careció de una Constitución en sentido estricto,
esto es, de una Ley Suprema definidora de los principios de orden político y de la organización de los poderes del Estado, sí tuvo sin embargo un ordenamiento constitucional
elaborado a lo largo de tres décadas y plasmado en las siete Leyes Fundamentales siguientes:
a) El Fuero del Trabajo. Aprobado por Decreto en plena contienda, concretamente el 9
de marzo de 1938, es una declaración que contiene los principios del nuevo orden
social y económico.
b) La Ley Constitutiva de las Cortes, de 17 de julio de 1942, por la que se establece el
órgano parlamentario unicameral: las Cortes Españolas.
c) El Fuero de los Españoles. Aprobado por Ley de 17 de julio de 1945, en él se reconocen
y establecen los derechos y deberes de los españoles.
d) La Ley del Referéndum Nacional, de 17 de julio de 1945, que institucionaliza la
consulta popular directa como instrumento excepcional de decisión política.
e) La Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, de 27 de julio de 1947, por la que Franco
podría proponer a las Cortes la persona que habría de sucederle, a título de Rey o
Regente.
f) La Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, de 17 de mayo de 1958,
que estableció los valores supremos e ideales inspiradores de la actuación estatal.
g) La Ley Orgánica del Estado4, de 10 de enero de 1967, mediante la cual se reestructuró
y consolidó el carácter monárquico del Estado español, como asimismo se delimitaron
las atribuciones ordinarias del Jefe del Estado para el momento en que se cumplieran
las previsiones sucesorias. Dicho con otras palabras, en esta Ley se estableció que el
futuro Jefe del Estado no gozaría de los amplios poderes o facultades ordinarias de
que Franco disfrutaba.
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Aprobada la Ley, los pasos inmediatos a seguir se centraron fundamentalmente en convocar
elecciones libres, legalizar los partidos políticos y suprimir las instituciones del régimen anterior en cuanto se opusieran a la nueva situación. A tales efectos se instauró un nuevo Parlamento
bicameral formado por el Congreso de los Diputados, de representación proporcional a la población, y el Senado, de representación territorial.
Las primeras elecciones legislativas se celebraron el 15 de junio de 1977. Aceptado el carácter
constituyente de las nuevas Cortes, se decidió encargar el proyecto constitucional a una Comisión del Pleno del Congreso. Esta Comisión, tras designar una Ponencia integrada por siete
personas pertenecientes a diversas opciones políticas, los llamados padres de la actual Constitución española –José Pedro Pérez Llorca, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Gabriel
Cisneros, Gregorio Peces Barba, Manuel Fraga Iribarne, Jordi Solé Turá y Miguel Roca–, procedió a elaborar el borrador de la Constitución, el cual se materializó en un texto definitivo
que, aprobado el 31 de octubre de 1978 por las Cámaras legislativas en sesiones separadas,
fue ratificado en referéndum popular el 6 de diciembre y sancionado por el Rey ante las Cortes
el 27 de diciembre, para entrar en vigor el 29 de diciembre de 1978, al publicarse en el Boletín
Oficial del Estado.
Así nació nuestra actual Constitución, la llamada Constitución del consenso. En efecto, si
hubo una Constitución de 1812, sobre la que recayeron muchos apellidos -la Pepa, la primera,
la original, etc.-, una Constitución progresista de 1837, la llamada moderada de 1845, la Constitución democrática de 1869, la denominada liberal de 1876, la Constitución republicana de
1831, la Constitución de 1978 aparece en el plano de la política española como la Constitución
del consenso, lo que nos indica que es la Constitución de la concordia o, también, la Constitución
de la esperanza.
C) ESTRUCTURA
La vigente Constitución española consta de un Preámbulo, ciento sesenta y nueve artículos,
cuatro disposiciones adicionales, nueve transitorias, una derogatoria y una disposición final.
El Preámbulo viene a ser como el pórtico de la Constitución, como una especie de exposición
de motivos o de las grandes líneas filosóficas o ideológicas en que se basa el texto constitucional.
El articulado se agrupa en once Títulos, o dicho de otra forma, la Constitución española está
dividida en once Títulos, en razón de las materias tratadas en cada uno de ellos.
Cuando en un Título existen varios subtemas o aspectos distintos, aquél se divide en Capítulos. Es el caso de los Títulos I, III y VIII. Así, el Título I tiene cinco Capítulos y un artículo,
el 10, fuera de Capítulo; el Título III, tres Capítulos; y el título VIII, tres Capítulos.
Sólo un Capítulo de la Constitución española, el Capítulo Segundo del Título I, está, a su
vez, dividido en dos Secciones, existiendo además en dicho Capítulo un artículo, el 14, no
incluido en ninguna de las Secciones.
Por otra parte, los artículos, como unidades básicas del texto y numerados correlativamente,
pueden constar de varios apartados.
La estructura descrita es la más usual entre las diversas Constituciones actuales. No obstante, los constitucionalistas distinguen en esa estructuración dos partes claramente diferenciadas:
• Una parte dogmática, en la que, además de contener las definiciones generales del Estado, se definen y regulan los derechos y deberes de los ciudadanos.
• Una parte orgánica, en la que se regula el funcionamiento de los poderes e instituciones
del Estado.
Por lo que a la Constitución española de 1978 respecta, básicamente se puede afirmar que
el Título I y el Preliminar forman su parte dogmática. Consecuentemente, el resto de los Títulos
comprenden la parte orgánica.
D) CONTENIDO
El contenido de los once Títulos constitucionales y de sus disposiciones adicionales, transitorias, derogatoria y final se presenta como sigue:
Título Preliminar
Este Título no tiene contenido específico, sino que trata de cuestiones variadas en los nueve
artículos que contiene (del 1 al 9). En ellos se recogen los principales rasgos de la estructura
política del Estado y de la configuración de la sociedad, como a continuación exponemos:
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a) Estado social y democrático de Derecho
Nuestra Carta Magna comienza diciendo que España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la
libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político (art. 1.1).
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b) Soberanía popular
Si, como acabamos de ver, España es un Estado democrático5, la soberanía no reside ni en
el Rey ni en el Gobierno ni en ningún otro poder, sino en el pueblo. Así se expresa el art. 1.2,
al decir que la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del
Estado.
c) Monarquía parlamentaria
De las formas posibles de Monarquía -absoluta, constitucional y parlamentaria-, nuestra
Constitución establece que la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria
(art. 1.3)
e) El castellano como lengua oficial del Estado
Después de decir la Constitución en su art. 3.1 que el castellano es la lengua española oficial
del Estado, añade que todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
La primera frase de este artículo fue objeto de una dura y ardua discusión parlamentaria
al elaborarse la vigente Constitución, lo mismo que sucedió con la de 1931, cuando personas
de la talla de Unamuno6 y de Ortega y Gasset, entre otras muchas, defendieron que debía
decirse español y no castellano. Tratando de mediar en el conflicto, Camilo José Cela y Julián
Marías, ambos senadores en 1978, propusieron que se dijera «castellano o español», entendiendo
que esta fórmula podría satisfacer a todos. Pero no, la propuesta no prosperó y la Constitución
de 1978 prefirió decir «castellano» y no «español», cuando lo más correcto, entendemos nosotros,
es decir esto último, aunque también es verdad que con los dos nombres puede designarse la
lengua que hablamos todos los españoles. Porque, del mismo modo que decimos italiano y no
florentino o toscano, rumano y no válaco, deberíamos decir español y no castellano.
A este respecto, como se pregunta Mondéjar, ¿que nuestra lengua no puede llamarse española
porque las demás que se hablan en España también lo son? Este razonamiento es falaz y
antihistórico, pues por la misma razón el francés tendrá que dejar de llamarse así, porque el
catalán, el bretón, el alemán, el vasco, el occitánico y algunos más se hablan en Francia, son
franceses; también el rumano debería cambiar de nombre, porque el alemán y el húngaro se
hablan en Rumanía, son lenguas rumanas; etc. Pero el francés es francés, el inglés es inglés,
y el italiano y el rumano, etc. son italiano y rumano por la sencilla razón que son las lenguas
por antonomasia de Francia, Inglaterra, Italia y Rumamía, y porque el campo semántico designativo de estos nombres es políticamente más amplio, tiene bastante más extensión que
desde el punto de vista lingüístico. Porque, puestos a hacer comparaciones, también podríamos
decir lo mismo de algunas lenguas de España. En el País Vasco, por ejemplo, se habla distinto
euskera en el Goierri, en Ondarribia, en el Baztán, en el Roncal, en Etxaleku (Imotz), en Tolosa,
en Bermeo, en Getxo, en Arratia y en Llodio, pero nadie dice el «tolosano», el «baztanés», el
«alto-navarro», el «roncalés», el «imotzarra» o el «getxotarra», sino que todos tienen mucho
interés en seguir llamándole euskera, en tanto que la Euskalzaindia -Real Academia de la
Lengua Vasca- se las ve y se las desea para unificar todos los dialectos en el ahora denominado
euskera-batua.
Por todo ello, repetimos, lo correcto es llamar español o española a la lengua común de todos
(5)
(6)
Democracia, o poder del pueblo, viene de demos, pueblo, y de cracia, poder.
Nacido en Bilbao, Miguel de Unamuno fue, como otros muchos, un gran vasco abierto al mundo. No obstante,
respecto a las lenguas regionales fue bastante radical. Recomendó dar un entierro digno al euskera y se opuso al
reconocimiento oficial de las lenguas regionales españolas. Todavía se recuerda en Barcelona su polémica recriminación al Alcalde a raíz del discurso pronunciado por éste con motivo de la visita de Alfonso XIII a la ciudad
condal en 1916. «El Alcalde representa a los vecinos -dijo Unamuno- y no a los naturales, y aquéllos pueden no
ser catalanes ni saber catalán, pero no hay vecino alguno de Barcelona que ignore el español».
Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra
d) Unidad de la Nación y derecho a la autonomía
Bajo la idea de que España es una Nación de naciones, pues engloba todas las nacionalidades
y regiones que la componen, en el art. 2 se dispone que la Constitución se fundamenta en la
indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y
reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran
y la solidaridad entre todas ellas.
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nosotros, ya que no es un nombre moderno con connotaciones políticas odiosas o aborrecibles,
sino que es una realidad histórica y un hecho científico incuestionable. Incluso así la conocen
todos en el extranjero, pues no hace falta más que salir a Francia, Italia, Alemania, EE.UU.,
etc. para leer el consabido «Se habla español» en la mayoría de los hoteles y restaurantes7.
Pero aquí, no; aquí somos más papistas que el Papa.
f) Reconocimiento de las demás lenguas oficiales españolas y protección del acervo lingüístico
Obviamente, la oficialidad de la lengua española a nivel estatal no es óbice para que también
lo sean en sus respectivos territorios las demás lenguas de España. Perfecto y plausible. Así
se consagra en el art. 3.2, al decir que las demás lenguas españolas serán también oficiales en
las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos, reconociéndose en el
apartado siguiente que la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un
patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
g) La bandera de España
En el art. 4.1 se detallan los pormenores de la bandera de España: está formada por tres
franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una
de las rojas.
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h) Las banderas de las Comunidades Autónomas
Como consecuencia de la diversidad de los pueblos de España, los Estatutos podrán reconocer
banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán junto a la
bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales (art. 4.2).
i) La capital del Estado
Siguiendo con una tradición de más de cuatro siglos, en el art. 5 se dispone que la capital
del Estado es la villa de Madrid.
j) Partidos políticos
Si, como hemos, uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico es el pluralismo político, éste se manifiesta de manera fundamental en los partidos políticos que, al
decir de la Constitución, expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política.
Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la
ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos (art. 6).
k) Sindicatos y asociaciones empresariales
Ambas asociaciones, una de trabajadores y la otra de empresarios, defienden los derechos
económicos y sociales de sus afiliados.
Según la Constitución -art. 7-, su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del
respeto a la Constitución y a la ley, y su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.
l) Fuerzas Armadas
La Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire,
tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad
territorial y el ordenamiento constitucional (art. 8.1).
m) Respeto al ordenamiento jurídico y garantías jurídicas
Finalizando el Título preliminar, en el art. 9 se consagran importantes principios jurídicos,
estableciendo que:
• Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico (art. 9.1).
• Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la
igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas; remover
los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos
los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social (art. 9.2).
• La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publici(7)
Por cierto, el español se ha convertido ya en la segunda lengua hablada en EE.UU., amenazando seriamente a
la preponderancia del habla inglesa.
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dad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables
o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la
interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos (art. 9.3).
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Título I: De los derechos y deberes fundamentales
Este Título es, con diferencia, el más extenso de la Constitución. Contiene un total de
cuarenta y seis artículos, del 10 al 55, divididos, como se dijo, en cinco Capítulos: el primero,
sobre la nacionalidad de españoles y extranjeros; el segundo, de los derechos y libertades; el
tercero, sobre los principios rectores de la política social y económica; el cuarto, de las garantías
de las libertades y derechos fundamentales; y finalmente, el quinto, que trata de la suspensión
de los derechos y libertades en los supuestos de estado de excepción o de sitio.
Por su parte, el Capítulo Segundo está dividido en dos Secciones: la primera, sobre los
derechos fundamentales y libertades públicas; y la segunda, sobre los derechos y deberes de
los ciudadanos.
Título II: De la Corona
Consta de diez artículos, del 56 al 65, en los que se desarrollan cuantas cuestiones afectan
a la Corona –El Rey como Jefe del Estado, sucesión a la Corona, el Príncipe de Asturias, la
Reina, la Regencia, la tutela del Rey, sus funciones, el refrendo de los actos del Rey y la Casa
Real–.
Título III: De las Cortes Generales
Con un total de treinta y un artículos, del 66 al 96 –de los cuales el Capítulo primero tiene
quince artículos; el segundo, doce; y el tercero, cuatro–, regula todo lo referente a las Cámaras
legislativas.
Título V: De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales
En los nueve artículos de que consta, del 108 al 116, trata del control que ejercen las Cortes
sobre el Gobierno y, a la inversa, de las potestades que tiene el Gobierno sobre las Cámaras
legislativas.
Título VI: Del poder judicial
A lo largo de once artículos, del 117 al 127, se ocupa, como su nombre indica, del poder
judicial.
Título VII: Economía y Hacienda
Este Título se centra en temas tales como la función pública de la riqueza, la participación
en la empresa y en los organismos públicos, el desarrollo del sector económico, la potestad
tributaria, la elaboración de los presupuestos generales del Estado, la emisión de Deuda Pública, etc.
El Título VII abarca nueve artículos, del 128 al 136.
Título VIII: De la organización territorial del Estado
Con un total de veintidós artículos, del 137 al 158, se encuentra dividido en tres Capítulos,
de los cuales los dos primeros hacen referencia, respectivamente, a los principios generales de
la organización territorial del Estado y a la fijación de los criterios básicos de la Administración
Local –Municipios y Provincias– para finalmente en el Capítulo tercero, y con mucha más
extensión, tratar de las competencias de las Comunidades Autónomas.
El presente Título fue, sin lugar a dudas, el más controvertido de la vigente Constitución,
al suponer el actual Estado de las Autonomías un paso verdaderamente decisivo e importante
sobre la concepción del Estado unitario centralizado que en los últimos tiempos había imperado
en nuestro país. Precisamente por ello puede decirse que, técnicamente, es el Título constitucional más imperfecto, pues contiene oscuridades y ambigüedades, e igualmente caben, en
algunos aspectos, interpretaciones diametralmente opuestas.
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Título IV: Del Gobierno y de la Administración
Dicho Título consta de once artículos, del 97 al 107, y en él se establecen las bases de la
estructura del Gobierno, su composición, la forma de nombrar al Presidente y a los Ministros,
así como su cese y posibles responsabilidades.
Por lo que respecta a la Administración, se configuran los objetivos de los intereses generales
y los mecanismos de control judicial, calificando al Consejo de Estado como supremo órgano
consultivo del Gobierno.
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Tema 1 - 9
No obstante sus imperfecciones, tampoco cabe ninguna duda de que dicho Título ha sido un
soporte eficaz para la creación de las Comunidades Autónomas, al menos en lo que pudiéramos
llamar primera fase de la construcción autonómica.
Título IX: Del Tribunal Constitucional
Comprendiendo siete artículos, del 159 al 165, desarrolla la composición y competencias del
Alto Tribunal garante de la Constitución.
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Título X: De la reforma constitucional
Es el más breve de la Constitución: tan sólo consta de cuatro artículos, del 166 al 169, que
tratan precisamente de los procedimientos a seguir cuando se pretenda reformar alguno o
algunos preceptos de la actual Constitución.
Disposiciones adicionales (cuatro)
En la disposición adicional primera de la Constitución se reconocen los derechos históricos
de los territorios forales –aunque no se citan expresamente, se refieren a las provincias de
Alava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra–, para a continuación, en la disposición adicional segunda, establecer que la declaración de mayoría de edad contenida en el art. 12 de esta Constitución
no perjudica las situaciones amparadas por los derechos forales en el ámbito del Derecho privado.
Como se sabe, la Constitución española establece la mayoría de edad a los 18 años, tanto
en el Derecho público –derecho a ser elector y elegible– como en el privado. Ahora bien, en
virtud de la mencionada disposición adicional se admite la posibilidad de reconocer la capacidad
de obrar con edad inferior a 18 años, bien entendido que este reconocimiento lo será sólo en el
ámbito del Derecho privado y para aquellas situaciones en que el Derecho foral lo reconozca.
Así, por ejemplo, en el Código Civil español se dispone que para tomar dinero a préstamo se
necesita ser mayor de edad, es decir, tener 18 años. No obstante, puede darse el caso de que el
Derecho foral navarro lo permita a las personas de 16 años, por lo cual los navarros, amparados
por su Fuero, podrán hacerlo sin haber cumplido 18 años. No podrán votar ni ser elegidos
Diputados, Senadores, Alcaldes, Concejales o miembros de Asambleas Legislativas de Comunidades Autónomas sin tener 18 años, porque todo ello pertenece al ámbito del Derecho público,
pero podrán efectuar en el ámbito privado, aun siendo menores de edad, todas aquellas acciones
amparadas por su Derecho foral.
En la disposición adicional tercera se proclama el respeto al particular régimen económico
y fiscal del archipiélago canario.
La disposición adicional cuarta contempla el supuesto de que en una misma Comunidad
Autónoma existan varias Audiencias Territoriales –como es el caso de Sevilla y Granada, en
Andalucía, y de Valladolid y Burgos, en la Comunidad Autónoma de Castilla-León) y establece
que podrán distribuirse las competencias entre ellas, siempre de conformidad con lo previsto
en la Ley Orgánica del Poder Judicial. Tales Audiencias han sido sustituidas por los Tribunales
Superiores de Justicia (uno por cada Comunidad Autónoma–.
Disposiciones transitorias (nueve)
Como su nombre indica, en dichas disposiciones se recogen situaciones provisionales o pasajeras, fundamentalmente en lo que concierne a la implantación del Estado autonómico. También se contempla la renovación del Tribunal Constitucional, por sorteo, a los tres y seis años
de la primera elección de sus miembros.
Disposición derogatoria
Como suele ser habitual en la mayoría de las leyes, nuestra actual Constitución deroga
expresamente una serie de normas jurídicas hasta entonces en vigor, para terminar con una
derogación general de cuantas disposiciones se opongan a lo establecido en esta Constitución.
Disposición final
En ella se dispone su fecha de entrada en vigor; el mismo día de la publicación de su texto
oficial en el Boletín Oficial del Estado, esto es, el 29 de diciembre de 1978.
PRINCIPIOS QUE INSPIRAN LA CONSTITUCION DE 1978
Una peculiaridad digna de mención es el hecho de que nuestra actual Constitución establece
sus principios o valores fundamentales en el Preámbulo y en el Título Preliminar, como si
quisiera darle un horizonte más amplio que el puramente político.
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En este sentido, la Constitución española de 1978 se apoya en cuatro pilares o principios
fundamentales:
1. En la configuración de un Estado social y democrático de Derecho.
2. En una Monarquía parlamentaria.
3. En un sistema parlamentario bicameral.
4. En una concepción de Estado unitario descentralizado.
2. Una Monarquía parlamentaria
Ello implica que el Rey carece en nuestros días de funciones ejecutivas; simplemente se
configura como árbitro y moderador de los órganos constitucionales, siendo su persona inviolable y exenta de responsabilidad.
3. Un sistema parlamentario bicameral
Nuestra Constitución de 1978 ha establecido un sistema parlamentario bicameral compuesto por el Congreso de los Diputados –Cámara Baja–, como Cámara de representación directa
de los ciudadanos y de mayor protagonismo en la vida del país, y el Senado –Cámara Alta–,
como Cámara de representación territorial y llamada a ser órgano de segunda reflexión y
deliberación.
Bajo tal estructura bifronte, en nuestro ordenamiento constitucional corresponden a las
Cortes Generales dos misiones fundamentales:
1. En primer lugar, la representación del pueblo español, que a ellas envía a sus representantes democráticamente elegidos. Las Cortes son, en este sentido, la institución que
encarna de forma más directa el ejercicio de la soberanía nacional que corresponde al
pueblo español.
2. En segundo lugar, las Cortes Generales, al integrar el poder legislativo, ejercen las
competencias que como tal poder le corresponden: por una parte, la genuina potestad
legislativa y, por otra, el ejercicio del control de la acción del Gobierno.
4. Una concepción de Estado unitario descentralizado
La Constitución de 1978, pretendiendo solucionar el viejo problema de la unidad del Estado
y lejos de adoptar una de las soluciones extremas sobre su organización territorial –Estado
unitario centralizado o Estado federal–, se decidió por una fórmula intermedia de autonomía
política en base a tres principios fundamentales y jerarquizados:
1. La indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles, lo que conlleva la negación del principio de la autodeterminación.
2. El reconocimiento y garantía del derecho de autonomía de las diferentes nacionalidades
y regiones que integran la Nación.
3. La solidaridad entre dichas nacionalidades y regiones una vez que hayan ejercido tal
derecho.
En virtud de dicho principio, una disposición de carácter general (Leyes, Decretos legislativos, Decretos-leyes,
Reglamentos, etc.) no puede contravenir lo dispuesto en otra de rango superior.
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1. Un Estado social y democrático de Derecho
En primer lugar, un régimen democrático no es únicamente aquel en el que el poder procede
del pueblo, sino más bien aquel en el que el pueblo participa de las decisiones del poder y en
donde la voluntad popular puede conducir al predominio de cualquiera de las ideologías que
integran el espectro social. Tal postulado se plasma plenamente en nuestra Constitución, puesto
que reconoce la soberanía del pueblo y consagra el pluralismo político y social, a cuyos efectos
establece los oportunos cauces de participación del pueblo en las decisiones que le afectan.
Por otra parte, lo fundamental en un Estado de Derecho es el sometimiento de los propios
poderes públicos a la Constitución y a ley, para cuya efectividad se establecen en la Norma
suprema el recurso y la cuestión de inconstitucionalidad, así como el principio de jerarquía
normativa8.
Finalmente, el calificativo de social que se atribuye al Estado sirve para indicar el papel
que se le asigna. Con ello se admite implícitamente que el libre juego de las fuerzas sociales
no produce necesariamente resultados satisfactorios, razón por la cual el Estado llevará a cabo
una actuación interventora que garantice la consecución del máximo bienestar al mayor número
de ciudadanos.
(8)
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Tema 1 - 11
Esta nueva concepción del Estado autonómico contiene en la Constitución de 1978 las siguientes peculiaridades:
• No se trata de una mera descentralización administrativa, sino que la reestructuración
territorial se entiende como una autonomía política, en cuanto que cada Comunidad
Autónoma contará con un órgano legislativo propio.
• Dicha descentralización política viene definida por la Constitución como autogobierno,
en cuanto a plasmación del derecho a la autonomía.
• No es un sistema de descentralización política originaria -–como ocurriría si se reconociera el derecho a la autodeterminación-–, sino derivado de la indisoluble unidad de la
Nación y de la propia Constitución.
Tema 1 - 12
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Tema 1 - 13
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Tema 1 (Segunda parte)
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Los derechos y deberes fundamentales. Su garantía y suspensión
DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS ESPAÑOLES
Los derechos y libertades de los ciudadanos están recogidos en la parte dogmática de la
Constitución, dentro del Título I, el cual, como se dijo, es con diferencia el más largo de cuantos
componen el texto constitucional.
Dicho Título comprende cuarenta y seis artículos, divididos en los Capítulos y Secciones
siguientes:
• Capítulo Primero. De los españoles y los extranjeros (arts. 11 al 13)9.
• Capítulo Segundo. Derechos y libertades (arts. 14 al 38).
– Sección 1.ª De los derechos fundamentales y de las libertades públicas (arts. 15 al
29)10.
– Sección 2.ª De los derechos y deberes de los ciudadanos (arts. 30 al 38).
• Capítulo Tercero. De los principios rectores de la política social y económica (arts. 39
a 52).
• Capítulo Cuarto. De las garantías de las libertades y derechos fundamentales (arts.
53 y 54).
• Capítulo Quinto. De la suspensión de los derechos y libertades (art. 55).
Sin duda, la estructura anterior es la más importante y compleja de cuantas componen el
texto constitucional. Dicha importancia se deriva de las siguientes cuestiones:
1. En primer lugar, porque aunque todo el Título I lleva el rótulo De los derechos y deberes
fundamentales, pronto se observa que sólo se da la categoría de derechos fundamentales
a los recogidos en la Sección Primera del Capítulo Segundo de dicho Título, precisamente
bajo la rúbrica De los derechos fundamentales y de las libertades públicas.
2. En segundo término, porque sólo los derechos reconocidos en dicha Sección Primera del
Capítulo Segundo, junto con los derechos y libertades regulados en el art. 14 y el derecho
a la objeción de conciencia reconocido en el art. 30, están protegidos por un recurso basado
en los principios de preferencia y sumariedad ante los Tribunales ordinarios y por el
recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
3. En tercer lugar, porque depende del lugar en que se encuentren ubicados los derechos,
y como más adelante veremos, su desarrollo tendrá lugar, según cada caso, mediante ley
orgánica, ley ordinaria, Real Decreto legislativo o Real Decreto.
4. Por último, porque en el caso de una hipotética reforma de la Constitución, el procedimiento a seguir difiere sustancialmente del ordinario si la misma afecta a la Sección
Primera del Capítulo Segundo de dicho Título.
Por esta razón, y aunque los derechos constitucionales pueden clasificarse con arreglo a
diferentes criterios, la clasificación más convincente a efectos de estudio se obtiene de la propia
ordenación que de los mismos se hace en el Título I de la Constitución.
(9) El artículo 10 queda fuera del Capítulo I.
(10) El artículo 14 queda fuera de las Secciones en que se divide el Capítulo II.
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A) DERECHOS FUNDAMENTALES Y LIBERTADES PUBLICAS
Después de comenzar proclamando la Constitución en el Capítulo Primero del Título I los
derechos de la persona (art. 10), que ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad, además de otras normas referentes a la nacionalidad (art. 11), a la mayoría de edad,
que se alcanza a los 18 años (art. 12), a los derechos y libertades de los extranjeros en España,
a la extradición y al derecho de asilo (art. 13), en el art. 14, dentro ya del Capítulo II, se establece
el principio de igualdad ante la ley, al decir que:
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social.
Con el art. 15 comienza la Sección Primera del Capítulo Segundo, la más importante del
Título I, en la que se recogen los derechos fundamentales y las libertades públicas. Dichos
derechos, a los que algunos autores denominan derechos personales, son aquellos que protegen
al individuo frente a los demás y frente a los poderes públicos, con el fin de garantizar su plena
realización como persona humana, los cuales forman el grupo más numeroso de los reconocidos
y amparados por la vigente Constitución. Al estudio del contenido y características de los más
principales dedicamos los siguientes apartados:
b) Derecho a la libertad ideológica y religiosa (art. 16)
La Constitución garantiza la libertad de profesar cualquier creencia o ideología, con la sola
limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público
protegido por la ley.
En virtud de este derecho, nadie puede ser obligado a proporcionar información sobre sus
propias convicciones políticas o religiosas.
Después de declararse en este precepto que ninguna confesión tendrá carácter estatal, a
continuación se añade que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la
sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. Obviamente, la expresa alusión a la Iglesia Católica es consecuencia lógica de ser el catolicismo la religión más profesada por los españoles.
c) Derecho a la libertad personal y seguridad jurídica (art. 17)
A tenor de lo dispuesto en el art. 17, toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad
jurídica, contemplándose al respecto en la Constitución tres momentos concretos: la privación
de libertad, el procesamiento y el cumplimiento de la pena.
1. La privación de libertad (art. 17). La detención preventiva está sujeta a dos condicionamientos:
• En primer lugar, ha de durar el tiempo mínimo estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos, de tal modo que
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a) Derecho a la vida y a la integridad física y moral (art. 15)
Según el art. 15, todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en
ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes.
Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares
para tiempos de guerra.
Se trata, como vemos, del derecho fundamental por excelencia, al proteger la vida humana
frente a aquellos que se dirijan a destruirla (homicidio, pena de muerte) o menoscabarla (tortura, tratos inhumanos o degradantes).
Dos cuestiones plantea este artículo: la pena de muerte y el aborto. Respecto a la primera,
la Constitución es clara: la abolición de la pena de muerte no es total, sino que puede tener
una excepción sobre las personas sujetas a jurisdicción militar, aunque única y exclusivamente
para aquellos actos cometidos en tiempos de guerra, si bien en los momentos actuales está
totalmente abolida.
Por lo que respecta al aborto la cuestión es más compleja, pues depende del significado que
se dé al término todos (todos tienen derecho a la vida... ). Algunos autores sostienen que tal
expresión tan sólo se refiere a la persona humana, mientras que otros estiman que en la palabra
todos ha de incluirse también al nasciturus (al ser que todavía está en el claustro materno), de
lo cual se deduciría la prohibición constitucional del aborto.
No obstante lo anterior, el aborto es permitido actualmente en nuestro país en determinados
casos legalmente reconocidos.
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dicho esclarecimiento será el determinante de la detención preventiva, en su caso, o de
la puesta en libertad.
• En segundo lugar, en ningún caso la detención preventiva puede durar más de 72 horas,
ya que en ese plazo la autoridad gubernativa y sus agentes están en la obligación de
poner al detenido en libertad o a disposición de la autoridad judicial.
Para asegurar su cumplimiento, el detenido deberá ser informado de forma inmediata y
comprensible de sus derechos y de los motivos de su detención, no pudiendo ser obligado a
declarar, y garantizándosele la asistencia de un abogado en las diligencias policiales y judiciales.
Asimismo, la Constitución se remite a una ley reguladora del procedimiento de habeas corpus
con el fin de que se produzca la inmediata puesta a disposición judicial de toda persona detenida
ilegalmente.
2. Las garantías procesales (art. 24). La Constitución establece el principio de la efectiva
protección de los derechos e intereses legítimos por parte de los jueces y Tribunales, y
el derecho de todos los ciudadanos a no declarar contra sí mismos, así como el derecho
a juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa y asistencia de letrado, a ser
informados de la acusación formulada contra ellos, a un proceso público sin dilaciones
indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su
defensa y a la presunción de inocencia.
3. La condena y su cumplimiento (art. 25). En este precepto se recalca el viejo principio de
que no habrá pena sin una ley previa que tipifique la conducta del sujeto como punible.
Por lo que respecta al estatuto del penado, la Constitución prohíbe los trabajos forzados
y señala, como finalidades de las penas de privación de libertad, la reeducación y la
reinserción social del delincuente.
d) Derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen (art.
18.1)
El derecho al honor es el que asiste a cualquier persona cuando estima que ha sido injuriada
o calumniada, en cuyo caso puede querellarse contra el presunto detractor para recuperar su
dignidad y ser recompensada.
El derecho a la intimidad no es otra cosa que el derecho a estar solo, si uno lo desea, sin
intromisiones de ningún tipo en su vida privada y manteniéndose apartado de la observación
de los demás.
Por derecho a la propia imagen hay que entender, en sentido restringido, que ninguna
persona tiene derecho a usar la figura física de otra, sin previo consentimiento de ésta. En un
sentido más amplio, ese derecho abarca también las valoraciones subjetivas que puedan hacerse
sobre cierta persona.
e) Derecho a la inviolabilidad del domicilio (art. 18.2)
El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento
del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.
f) Derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones y secreto de las mismas (art.
18.3)
Atendiendo a la realidad social y al uso extendido de otros medios de comunicación interpersonal distintos de la correspondencia postal, la tradicional inviolabilidad de ésta se transmite en la Constitución a todo tipo de comunicaciones, sean telegráficas, telefónicas o de cualquier otro tipo, salvo resolución judicial en contrario.
El apartado 4 del art. 18 limita el uso de la informática, remitiendo su regulación a una
futura ley que garantizará el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el
pleno ejercicio de sus derechos.
g) Derecho a la libertad de residencia y circulación (art. 19)
En este precepto la Constitución reúne la libertad de residencia, en sentido estricto (es decir,
el poder fijar libremente el domicilio en cualquier parte del territorio nacional), con la libertad
de circulación, toda vez que ésta es presupuesto de la primera. A ellas agrega la de salir y entrar
libremente en el territorio nacional, derecho que no puede ser negado por motivos ideológicos
o políticos.
h) Derecho a la libertad de expresión (art. 20)
El art. 20 de la Constitución, al desarrollar el principio general de la libertad ideológica
contenido en el art. 16, reconoce y protege:
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• La libertad de expresión mediante la palabra, la prensa y la imprenta.
• La producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
• La libertad de cátedra, en virtud de la cual todo profesor tiene derecho a enseñar conforme a sus propios criterios y con los métodos que estime más idóneos.
• El derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de
difusión. Para garantizar este derecho, se consagra el secreto profesional en favor de
quienes trabajan en los medios de comunicación, de tal forma que no tienen porqué
declarar la fuente de donde procede su información.
El ejercicio de los citados derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura
previa. Por otra parte, el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información
únicamente podrá acordarse en virtud de resolución judicial.
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i) Derecho de reunión y manifestación (art. 21)
La Constitución configura el derecho de reunión como tal cuando ésta es pacífica y sin armas,
no exigiéndose para ello autorización previa.
Respecto a las reuniones en lugares de tránsito, las cuales quedan equiparadas con las
manifestaciones, la Constitución exige previa comunicación a la autoridad gubernativa, estableciendo la posibilidad de prohibición de las mismas cuando existan razones fundadas de
alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.
k) Derechos de participación democrática (arts. 23 y 29)
Tales derechos se reducen a dos: a la libertad política, en sentido estricto, y al derecho de
petición.
• La libertad política (art. 23). La Constitución reconoce el derecho a participar en los
asuntos públicos a todos los ciudadanos, expresión que hay que entender referida a todos
los españoles mayores de 18 años. Dicha participación puede ser directa (plebiscito) o
indirecta (a través de los representantes elegidos por sufragio universal). Consecuentemente, los ciudadanos también tienen derecho a acceder en condiciones de igualdad a
las funciones y cargos públicos.
• Derecho de petición (art. 29). Este derecho comprende todas las peticiones graciables,
esto es, aquellas que cualquier ciudadano, sea a título individual o colectivo, solicite de
los poderes públicos sin apoyo en alguna norma específica, posibilidad que la Constitución reconoce de forma expresa siempre que se soliciten por escrito y en la forma y con
los efectos que determine la ley. No obstante, este derecho es restringido para los miem(11) Como su nombre indica, dichos Colegios agrupan a personas pertenecientes a la misma profesión. Tal es el caso
de los Colegios de Abogados, de Médicos, de Economistas, de Ingenieros Industriales, etc.
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j) Derecho de asociación (art. 22)
El reconocimiento de tal derecho es una de las piezas clave del Estado democrático, que de
hecho resultaría incompleto sin la existencia del mismo. Ahora bien, el ejercicio de este derecho
sólo se reconoce, lógicamente, a aquellas asociaciones cuyos fines sean lícitos y no utilicen
medios tipificados como delito, prohibiéndose taxativamente las asociaciones secretas y las de
carácter paramilitar.
El derecho de asociación supone el poder constituir partidos políticos, sindicatos, asociaciones profesionales y empresariales y cualesquiera otras de carácter político, cultural, económico,
recreativo, social, etc.
En cuanto a los partidos políticos, sindicatos y asociaciones empresariales, además de exigirse respeto a la Constitución en el ejercicio de su actividad, se requieren dos requisitos complementarios: que tanto su estructura interna como su funcionamiento sean democráticos (arts.
6 y 7, respectivamente).
Paralelamente a ello, el derecho a la libre sindicación está recogido en el art. 28 de la
Constitución con una serie de excepciones, limitaciones o peculiaridades en determinados supuestos por razones del cargo (Fuerzas Armadas, jueces, magistrados, fiscales, funcionarios,
etc.). Asimismo se establece que nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato.
Respecto a las asociaciones profesionales -los llamados Colegios Profesionales-11, nuestra
Norma Suprema establece en su art. 36 que la ley regulará las peculiaridades propias de su
régimen jurídico y el ejercicio de las profesiones tituladas, volviendo igualmentye a requerir
que la estructura interna y el funcionamiento de tales Colegios sean democráticos.
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bros de las Fuerzas Armadas o Cuerpos sometidos a disciplina militar, a los cuales sólo
se les reconoce con carácter individual, negándose, por tanto, las peticiones colectivas.
Obviamente, esta última prohibición trata de evitar posiciones de fuerza o coacción por
parte de los citados miembros, e incluso encubiertos actos de indisciplina.
l) Derecho a la educación (art. 27)
Regulado en el art. 27 de la Constitución, fue uno de los preceptos que más acalorados
debates suscitó en la Comisión Constituyente, pues no en vano todos los grupos políticos están
de acuerdo en que actualmente la toma de la escuela tiene bastante más importancia y efectividad de la que en su día tuvo la toma de la Bastilla.
La regulación constitucional de la educación tiene fundamentalmente dos vertientes distintas:
• Por una parte, el derecho a la educación, propiamente dicho, que supone el derecho a su
prestación por parte de los poderes públicos y que tiene por objeto el pleno desarrollo de
la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a
los derechos y libertades fundamentales. En este sentido, la enseñanza básica será obligatoria y gratuita.
• Por otra, la libertad de enseñanza, que implica no sólo el derecho a crear centros docentes
por parte de cualquier persona física o jurídica que lo desee, sino también la posibilidad
de introducir una pluralidad de proyectos educativos a través de tales centros.
Asimismo, el citado art. 27 establece:
• Los poderes públicos garantizarán el derecho que asiste a los padres para que sus hijos
reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
• Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar
el cumplimiento de las leyes.
• Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley
establezca.
• Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión
de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos
que la ley establezca.
m) Derecho a la huelga (arts. 28.2 y 37.2)
El reconocimiento del derecho a adoptar medidas de conflicto colectivo por parte de los
trabajadores, fundamentalmente la huelga, se encuentra recogido en los arts. 28.2 y 37.2 de
la Constitución, con la salvedad de que deberá asegurarse el mantenimiento de los servicios
esenciales de la comunidad, como pueden ser, por ejemplo, los transportes urbanos, el ferrocarril, líneas aéreas, servicios de urgencia en hospitales y clínicas, en Correos, Telefónica, etc.
B) SEGUNDO NIVEL DE DERECHOS CONSTITUCIONALES
Además de los derechos fundamentales y libertades públicas que se recogen en la Sección
Primera del Capítulo II del Título I de la Constitución (arts. 15 al 29, ambos inclusive), en la
Segunda Sección de dicho Capítulo (arts. 30 al 38, ambos inclusive) se contemplan una serie
de derechos que pudiéramos calificar como de segundo nivel, figurando, entre otros de menor
importancia, los siguientes:
a) Derecho de propiedad (art. 33)
El reconocimiento constitucional del derecho de propiedad lo configura como derecho al
dominio de toda clase de bienes y derechos. Como corolario del mismo, se consagra también el
derecho a la herencia.
Pero si bien el art. 33 reconoce el derecho a la propiedad y a la herencia, también se establece
en su apartado segundo que la función social de tales derechos delimitará su contenido, de
acuerdo con las leyes. Es preciso, por tanto, ahondar en las garantías y limitaciones de tan
importantes derechos.
Como garantías del derecho de propiedad podemos señalar:
• La prohibición de impuestos de carácter confiscatorio (art. 31.1).
• La prohibición de prestaciones patrimoniales que no estén previstas por ley (art. 31.3).
• La exigencia de que la expropiación, en su caso, debe realizarse de conformidad con lo
dispuesto en las leyes y tan sólo cuando obedezca a causa justificada de utilidad pública
o interés social, y en todo caso mediante la correspondiente indemnización (art. 33.3).
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Constituyen limitaciones del derecho de propiedad:
• El deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, de acuerdo con la respectiva
capacidad económica (art. 31.1).
• El principio general contemplado en el art. 128.1, a tenor del cual toda la riqueza del
país, en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad, está subordinada al interés
general.
• La posibilidad de que el sector público se reserve recursos o servicios esenciales, especialmente en casos de monopolio (art. 128.2).
• La posibilidad de intervenir empresas, cuando así lo exigiere el interés general (art.
128.2).
• La posible planificación económica, acordada por el Estado (art. 131.1).
No obstante, y a pesar de su ambigüedad, la limitación más importante del derecho de
propiedad se encuentra en el art. 33.2, antes citado, al establecer que la función social de este
derecho –junto con el de herencia– delimitará su contenido de acuerdo con las leyes, lo cual
implica que aun cuando la ley no puede privar a nadie del dominio de sus bienes o derechos
sin mediar indemnización, lo que sí puede es limitar las facultades de ese señorío por razones
de interés público.
De lo anterior se deduce que el derecho de propiedad está en la actual Constitución muy
lejos de las viejas declaraciones liberales que lo colocaban como el primero y más importante
de los derechos, por cuanto, como acabamos de ver, en la práctica se desconstitucionaliza tal
derecho al ser posible que las leyes delimiten su contenido.
c) Derecho a la negociación colectiva (art. 37.1)
En el art. 37.1 de la Constitución se reconoce y garantiza el derecho a la negociación colectiva,
no sólo entre el colectivo laboral y la propia empresa, sino también entre organizaciones de
empresarios y trabajadores. Asimismo se garantiza la fuerza vinculante de los convenios.
d) Derecho al cierre patronal (art. 37.2)
Como contrapartida al derecho de huelga reconocido a los trabajadores, la Constitución
reconoce en favor de los empresarios el derecho al cierre patronal12, con las mismas limitaciones
sobre el mantenimiento de servicios mínimos que las establecidas para la huelga.
A diferencia de la huelga, que se menciona expresamente en el art. 28.2, el cierre patronal
no está explícitamente denominado como tal en la Constitución, si bien aparece de forma
implícita en el art. 37.2, al decir que se reconoce el derecho de los trabajadores y empresarios
a adoptar medidas de conflicto colectivo, dentro de las cuales se encuentra, lógicamente, el
citado cierre patronal.
C) TERCER NIVEL DE DERECHOS CONSTITUCIONALES
En el Capítulo III del Título I, bajo la rúbrica de los principios rectores de la política social
y económica, y comprendiendo los artículos 39 al 52, ambos inclusive, se aborda un tercer nivel
de derechos constitucionales, conocidos como derechos sociales, con el siguiente alcance y contenido:
1. Protección a la familia y a la infancia (art. 39)
A tenor de lo dispuesto en la Carta Magna, los poderes públicos deberán asegurar la protección
social, económica y jurídica de la familia y, asimismo, la protección integral de los hijos, iguales
éstos ante la ley con independencia de su filiación, y de las madres, cualesquiera que sea su
estado civil. Vemos, por tanto, que la Constitución considera a la familia como la base misma
de la sociedad.
Asimismo se dispone que la ley posibilitará la investigación de la paternidad y que los padres
(12) Conocido como lockout.
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b) Derecho al trabajo (art. 35)
La Constitución reconoce el derecho al trabajo y al mismo tiempo impone el deber de trabajar,
garantizando asimismo el derecho a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción personal a través del trabajo, a una remuneración suficiente para satisfacer las necesidades del
trabajador y su familia y a la no discriminación por razón de sexo en el ejercicio del derecho al
trabajo. La Constitución, para la concreción de la mayoría de estos derechos, se remite al
Estatuto de los Trabajadores.
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deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio13,
durante su minoría de edad y en los demás casos en que legalmente proceda.
Por último, en este precepto se establece que los niños gozarán de la protección prevista en
los acuerdos internacionales que velan por sus derechos14.
2. Redistribución de la renta y política orientada al pleno empleo (art. 40.1)
La Constitución obliga a los poderes públicos a promover las condiciones favorables para el
progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica, haciendo hincapié en que de
manera especial deberán realizar una política orientada al pleno empleo.
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3. Condiciones y seguridad e higiene en el trabajo (art. 40.2)
En el ámbito laboral, nuestra Constitución obliga a los poderes públicos a fomentar una
política que garantice la formación y readaptación profesionales, así como velar por la seguridad
e higiene en el trabajo y garantizar el descanso necesario, mediante la limitación de la jornada
laboral, las vacaciones periódicas retribuidas y la promoción de centros adecuados.
4. Régimen público de Seguridad Social (art. 41)
En este importante precepto constitucional se consagran las premisas fundamentales del
sistema de Seguridad Social en nuestro país, al proclamar textualmente que los poderes públicos
mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice
la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en
caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.
Observamos, por tanto, que las prestaciones de la Seguridad Social quedan constitucionalmente divididas en dos categorías:
• Prestaciones básicas, o aquellas que atienden fundamentalmente a situaciones de necesidad (asistencia sanitaria, prestaciones económicas por incapacidad laboral, maternidad o desempleo, pensiones, etc.) entre las que se pone especial énfasis, como se ve, en
las prestaciones por desempleo.
Dichas prestaciones, según el precepto anterior, deberán quedar garantizadas por un
régimen público de Seguridad Social.
• Prestaciones complementarias, cuya finalidad, como su nombre indica, es la de completar
o mejorar las prestaciones básicas.
Estas prestaciones serán libres, o dicho de otra forma, podrán llevarse a cabo por
entidades privadas.
Pero no sólo en el artículo 41 de nuestra Carta Magna se hace alusión al derecho de los
ciudadanos a la Seguridad Social, sino que también en otros preceptos constitucionales se
contemplan diversos aspectos de la misma, como son:
1. Como hemos visto, en el art. 39 se proclama la protección de la familia (los poderes
públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia), así como, en
el art. 40.2., una adecuada formación profesional (los poderes públicos fomentarán una
política que garantice la formación y readaptación profesionales; velarán por la seguridad
e higiene en el trabajo).
2. Asimismo, en el art.43, se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los
poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y
de las prestaciones y servicios necesarios... Los poderes públicos fomentarán la educación
sanitaria...
3. Tratando de evitar la marginación de los disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales, el
art. 49 proclama que los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los
que prestarán la atención especializada que requieran...
4. Los derechos a la percepción y actualización de pensiones se constitucionalizan en el art.
50, al decir que los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos duran te la tercera
edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bie(13) Con muy buen criterio, la Constitución destierra, por tanto, la antigua distinción entre hijos legítimos, naturales
e ilegítimos, estableciendo simplemente, la filiación matrimonial y la no matrimonial, además de la adoptiva.
(14) De entre los acuerdos internacionales, los más importantes son los de la UNICEF (Fondo para la Infancia de las
Naciones Unidas).
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nestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos
de salud, vivienda, cultura y ocio.
5. El principio de la participación de los interesados en la gestión de la Seguridad Social
se ve plasmado en el art. 129, al decir que la ley establecerá las formas de participación
de los interesados en la Seguridad Social y en la actividad de los organismos públicos
cuya función afecte directamente a la calidad de vida o al bienestar general.
Finalmente, y aunque no se trate propiamente de reconocimiento de derechos individuales,
no está de más conocer que las competencias del Estado y Comunidades Autónomas en materias
que afectan a la Seguridad Social quedan delimitadas constitucionalmente de la siguiente
forma:
• Las Comunidades Autónomas podrán asumir competencias en asistencia social, sanidad
e higiene (art. 148.1, apartados 20.º y 21.º).
• El Estado tiene competencia exclusiva sobre sanidad exterior, bases y coordinación general de la sanidad, legislación sobre productos farmacéuticos, legislación básica y régimen
económico de la Seguridad Social, sin perjuicio de la ejecución de sus servicios por las
Comunidades Autónomas (art. 149. 1, apartados 16.º y 17.º).
6. Protección de la salud y fomento de la educación sanitaria, educación física,
deporte y ocio (art. 43)
Como acabamos de ver, en este precepto se reconoce el derecho a la protección de la salud,
atribuyendo a los poderes públicos la organización y tutela de la salud pública a través de
medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.
Igualmente establece que los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte, así como la utilización del ocio.
7. Acceso a la cultura y promoción de la ciencia y la investigación científica y
técnica (art. 44)
Los poderes públicos, dice este precepto, promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la
que todos tienen derecho, y la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés
general.
8. Medio ambiente y calidad de vida (art. 45)
Hasta hace unos pocos años el hombre consideraba la naturaleza como como una fuenta
inagotable de bienes y recursos (agua, alimentos, energía, materias primas, etc.). Pero debido
al rápido crecimiento demográfico, en las sociedades altamente industrializadas de nuestro
tiempo se extendió la preocupación de los ciudadanos y de los poderes públicos por los problemas
relativos a la conservación de la naturaleza. En efecto, el agotamiento de los recursos naturales
a causa de su explotación económica incontrolada, la desaparición en ocasiones irreversible de
gran cantidad de especies de la fauna y flora, junto con la degradación de aquellos espacios
naturales poco alterados hasta el momento por la acción del hombre, motivaron que lo que en
su día sólo preocupara a la comunidad científica y minorías socialmente avanzadas se conviertiera en uno de los retos más acuciantes de nuestros días.
Por ello, superados históricamente los criterios que preconizaron un proceso de industrialización sin cortapisas15, la necesidad de asegurar una digna calidad de vida para todos los
(15) Ejemplos devastadores del medio ambiente en aquella época los hay por doquier, pero quizás lo que más llamaba
la atención en nuestro país era el estado en que se encontraban los ríos Oria y Llobregat, los llamados ríos
papeleros, y el Nervión, a su paso por Bilbao. Eran los años 60 y 70, cuando el País Vasco se encontraba con creces
a la cabeza de la renta per cápita de España, pero el río Oria en Guipúzcoa, a partir de Tolosa, ofrecía un aspecto
desolador. Vendrían después las localidades de Villabona, Andoáin y Hernani, donde las más importantes industrias papeleras del país vertían sus residuos al referido río con total impunidad, produciendo un estado lamentable
en el mismo hasta prácticamente su desembocadura en las puertas de San Sebastián. Lo mismo ocurría en
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5. Emigrantes (art. 42)
Tampoco la Constitución ha olvidado a los españoles que por diversos motivos tuvieron que
abandonar su patria. Unos lo hicieron, finalizada la contienda civil, por motivos políticos; y
otros, los más, por falta de perspectivas y de futuro en sus regiones de origen. Pero, a decir
verdad, esta tendencia se encuentra en la actualidad totalmente atenuada.
Con el ánimo de proteger sus derechos, en el art. 42 se dispone que el Estado velará especialmente por la salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los trabajadores españoles
en el extranjero, y orientará su política hacia su retorno.
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ciudadanos obligó a admitir que la política de conservación de la naturaleza sea uno de los
grandes cometidos públicos de nuestra época.
Nuestra Constitución ha plasmado en su articulado tales principios y exigencias. En concreto, con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y defender y restaurar el medio
ambiente, apoyándose para ello en la indispensable solidaridad colectiva, el art. 45 consagra
en su apartado 1 el derecho de todos a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo
de la persona, así como el deber de conservarlo y, correlativamente, en su apartado 2, impone
a los poderes públicos la obligación de velar por la utilización racional de todos los recursos
naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio
ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva. Y, por último, en el apartado
3, se dispone que para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que
la ley fije, se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación
de reparar el daño causado.
Y, como vemos, todos, absolutamente todos los poderes públicos están obligados a velar por
la defensa, protección y restauración del medio ambiente, sin que ninguno de ellos pueda
sustraerse al cumplimiento de las funciones que le competan en esta materia, contando para
ello con la indispensable solidaridad colectiva, esto es, con la colaboración del ciudadano.
9. Conservación del patrimonio artístico (art. 46)
Queda garantizada en este precepto la conservación y promoción del enriquecimiento del
patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran,
cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad, estableciéndose, además, que la ley
penal sancionará los atentados contra este patrimonio.
10. Derecho a la vivienda y utilización del suelo (art. 47.1)
Estamos ahora en presencia de unos de los derechos sociales más importantes y controvertidos: el de que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada,
para lo cual se establece que los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y
establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización
del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.
11. Participación en las plusvalías de la acción urbanística pública (art. 47.2)
Como colofón a la prohibición de la especulación del suelo, en este segundo apartado se
dispone que la comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los
entes públicos.
12. Participación de la juventud en el desarrollo político, social, económico y
cultural (art. 48)
La Constitución establece que los poderes públicos promoverán las condiciones para la
participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural.
13. Atención a los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos (art. 49)
Al comentar los diferentes aspectos del régimen de la Seguridad Social hemos visto que la
Constitución trata en este precepto de evitar la marginación de tales personas, estableciendo
al efecto que los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la
atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los
derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos.
14. Atención a la tercera edad (art. 50)
Como vimos, la Constitución también reconoce los derechos económicos de quienes llegados
a cierta edad, los llamados «jubilados» o «pensionistas», al garantizarles, mediante pensiones
adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica.
Asimismo, prosigue la Constitución, con independencia de las obligaciones familiares, los
poderes públicos promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.
Barcelona, en la comarca del Baix Llobregat, bañada por el río del mismo nombre. Y qué decir del Nervión, que
ya antes de entrar Bilbao llevaba consigo una buena parte de la suciedad vertida por la industria siderúrgica,
para alcanzar su punto culminante de deterioro en Sestao y Baracaldo, al paso por los Altos Hornos, y contaminar
todo cuanto se le pusiera por delante antes de tirar toda la porquería al Cantábrico, ¡qué crimen!, entre Santurce
y Getxo. Afortunadamente, hoy en día, dada la presión social, esto es impensable.
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15. Defensa de los consumidores y usuarios (art. 51)
Ante los posibles abusos por parte de determinados comerciantes sin escrúpulos, nuestra
Norma Suprema garantiza la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante
procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos.
Para ello se promoverá la información y la educación de los consumidores y usuarios, se
fomentarán sus organizaciones y se oirán a éstas en las cuestiones que puedan afectar a aquéllos, en los términos que la ley establezca.
En el marco de lo dispuesto por los apartados anteriores, la ley regulará el comercio interior
y el régimen de autorización de productos comerciales.
DEBERES FUNDAMENTALES
Básicamente se puede afirmar que todos los derechos reconocidos en la Constitución comportan implícitamente el deber de respeto de los mismos para la totalidad de los ciudadanos.
Así, por ejemplo, frente al derecho de propiedad que tiene el legítimo propietario de una casa,
todos los demás tenemos el deber de respetar tal derecho. Al propietario se le denomina sujeto
activo del derecho de propiedad y el resto de la comunidad somos los sujetos pasivos de tal
derecho. El primero tiene el derecho y nosotros, el deber. Y lo mismo sucede con todos los
derechos constitucionalmente reconocidos.
Por ello no es de extrañar que la Constitución de 1978 sea sumamente parca en la enumeración expresa de deberes específicos, pues tan sólo se recogen en la Sección Segunda del
Capítulo Segundo del Título I, bajo la denominación de los derechos y deberes de los ciudadanos,
los siguientes:
a) El deber de defender a España y de realizar las obligaciones militares y civiles impuestas
por las leyes (art. 30.1), a la vez que se constitucionaliza en este precepto la objeción de
conciencia (30.2).
b) El deber de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, de acuerdo con la respectiva
capacidad económica (art. 31.1).
c) El deber de trabajar (art. 35), lo cual parece más bien una declaración programática que
cualquier otra cosa.
d) Se prevé asimismo que las leyes regulen los deberes de los ciudadanos en los casos de
grave riesgo, catástrofe o calamidad pública (art. 30.4).
Asimismo, en el Capítulo Tercero del Título I, concretamente en el art. 45, se determina que
todos tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
A ello hay que añadir el deber de cumplir la Constitución y el de someterse a las leyes, así
como el de respetar los derechos de los demás y los restantes principios y valores que la Constitución sitúa como base de la convivencia social.
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16. Organizaciones profesionales (art. 52)
Dado que en el art. 7 de la Constitución se contemplan los sindicatos y las asociaciones
empresariales, y en el art. 36 los Colegios profesionales, ahora, en el art. 52, bajo la denominación de Organizaciones profesionales, se hace referencia a las que contribuyan a la defensa
de los intereses económicos que les sean propios. Es el caso, por ejemplo, de las Cámaras de
Comercio, Industria y Navegación, las Cámaras Agrarias, las Comunidades de Regantes, las
Cofradías de Pescadores, etc.
Lógicamente, al tratarse de asociaciones similares a las anteriormente citadas, la Constitución repite otra vez la consabida fórmula: la estructura interna y funcionamiento de estas
Organizaciones profesionales deberán ser democráticos.
Diremos, por último, que después de analizar los derechos contenidos en el Capítulo III del
Título I -los del tercer nivel-, es necesario indicar que tales derechos, individualmente considerados, no constituyen propiamente un derecho subjetivo, porque los preceptos constitucionales citado hay que relacionarlos con el artículo 53.3 de la propia Constitución, que establece
que el reconocimiento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo
tercero informará la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos. Sólo podrán ser alegados ante la jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan
las leyes que los desarrollen. Es decir, son principios rectores de la política social y económica
del país y, como tal, han de informar necesariamente, entre otros, la actuación de los poderes
públicos, pero el derecho subjetivo del ciudadano únicamente nacerá cuando se haya promulgado la ley o las leyes que desarrollen tales principios.
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GARANTIAS DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES
Los derechos y libertades contemplados en los tres primeros Capítulos del Título I de la
Constitución gozan, en mayor o menor medida, de unas garantías que podemos clasificarlas
en tres grupos:
1. SEGUN LAS NORMAS QUE LOS DESARROLLAN Y REGULAN
En atención a las fuentes previstas en la Constitución para su regulación y desarrollo pueden
distinguirse, a su vez, tres niveles de garantías:
a) Desarrollo mediante ley orgánica
Según prevé el art. 81 de la Constitución, el desarrollo de los derechos fundamentales y
libertades públicas reconocidos en la Sección Primera del Capítulo II del Título I, comprendiendo los arts. 15 al 29, ambos inclusive, se regulará mediante ley orgánica.
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b) Desarrollo mediante ley ordinaria
Los derechos reconocidos en el art. 14 y en la Sección Segunda del citado Capítulo II16,
abarcando los arts. 30 al 38, ambos inclusive, se regularán sólo por ley ordinaria, de acuerdo
con lo establecido en el art. 53.1.
c) Desarrollo mediante ley ordinaria, Real Decreto legislativo o Real Decreto
Por último, los derechos reconocidos en los Capítulos I y III del Título I están sujetos al
desarrollo común u ordinario de los preceptos constitucionales, por lo que podrán ser regulados,
salvo reserva expresa, tanto por ley ordinaria como por Real Decreto legislativo o Real Decreto17
Asimismo es de destacar que, de conformidad con lo dispuesto en el art. 86 de la Constitución,
los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos contemplados en el Título I nunca podrán
ser regulados por Decreto-ley18.
2. SEGUN EL PROCEDIMIENTO DE REFORMA CONSTITUCIONAL
Según se dispone en los arts. 166 y siguientes de la Constitución, en los que se aborda la
posible reforma de la misma, en el caso de que se propusiera una revisión de la Constitución
que afectara a la Sección Primera del Capítulo II del Título I, el procedimiento a seguir es
bastante más riguroso que el requerido para revisar cualquier otra parte del mencionado Título.
En esos casos, los pasos a seguir serían los siguientes:
• Se procedería a la aprobación del proyecto de reforma por mayoría de dos tercios de cada
Cámara (Congreso y Senado).
• Acto seguido se disolverían las Cortes Generales con el fin de que el pueblo concurra a
unas elecciones generales para elegir nuevos representantes.
• Las Cámaras nacidas de estas elecciones deberían ratificar la decisión de reforma y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, el cual tendría que ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
• Finalmente, el pueblo tendrá que pronunciarse de nuevo aprobando el texto en referéndum.
El procedimiento descrito debe seguirse en el caso de que se trate de una reforma total de
la Constitución, o de una parcial que afecte al Título Preliminar, a la Sección Primera del
Capítulo II del Título I, o al Título II.
Si se pretende una reforma parcial de la Constitución no comprendida en los casos del
apartado anterior, el procedimiento requerido para ello es bastante menos exigente, pues en
principio sólo se requiere la aprobación del proyecto de reforma por una mayoría de tres quintos
de los miembros de cada una de las Cámaras, sin que éstas tengan que disolverse, y sometiéndose el proyecto a referéndum popular sólo en el caso de que lo solicite una décima parte de
los miembros de cualquiera de las dos Cámaras.
(16) Tales derechos son los que nosotros hemos denominado como de segundo nivel.
(17) Tanto el Real Decreto legislativo como el Real Decreto son disposiciones que emanan del Gobierno, pero mientras
el Real Decreto Legislativo es una norma con rango de ley dictada en virtud de una habilitación concedida por
las Cortes, el Real Decreto, por el contrario, es una norma con rango inferior a la ley y que normalmente contiene
un Reglamento.
(18) Como se verá en su momento, los Decretos-leyes son normas con rango de ley dictadas por el Gobierno en casos
de extraordinaria y urgente necesidad.
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3. SEGUN EL ORGANO QUE PROTEGE SU EJERCICIO
Lo mismo que cualquier otro apartado del texto constitucional, los derechos contemplados
en el Título I de la Constitución están protegidos por el recurso y la cuestión de inconstitucionalidad. Tratándose de los citados derechos, tanto el recurso como la cuestión de inconstitucionalidad se interponen ante el Tribunal Constitucional contra leyes y disposiciones normativas con fuerza de ley que afecten a los mismos.
Asimismo, todos los derechos constitucionales pueden invocarse ante los Tribunales de Justicia a través de un procedimiento judicial ordinario, e incluso existe, para determinados derechos, un procedimiento judicial preferente y sumario, cuya sentencia, si no es favorable,
puede ser recurrida en amparo ante el Tribunal Constitucional.
Finalmente, cualquier persona puede acudir también a los servicios del Defensor del Pueblo.
Por tanto, según el órgano que protege el ejercicio de los derechos constitucionales, las
garantías quedan agrupadas en los seis apartados siguientes:
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1. Recurso de inconstitucionalidad
El recurso de inconstitucionalidad, que se interpone, como acabamos de ver, contra leyes y
disposiciones normativas con rango de ley, puede ser instado por el Presidente del Gobierno,
el Defensor del Pueblo, cincuenta Diputados o cincuenta Senadores. Además, cuando afecten
a su propio ámbito de autonomía están también legitimados los órganos colegiados ejecutivos
y las Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas.
3. Procedimiento judicial preferente y sumario
A tenor literal de lo previsto en el art. 53.2 de la Constitución, los derechos reconocidos en
el art. 14 y los comprendidos en la Sección Primera del Capítulo Segundo del Título I de la
Constitución están protegidos por un procedimiento preferente y sumario19 a interponer ante
los Jueces y Tribunales ordinarios.
Dicho procedimiento está regulado por Ley 62/1978, de 26 de diciembre, de Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales de la Persona, y puede ser interpuesto por cualquier
persona, a título individual, así como, en determinados casos, por el Ministerio Fiscal.
No obstante lo anterior, la Ley Orgánica 8/1984, de 26 de diciembre, amplió la aplicación
de este procedimiento a la objeción de conciencia reconocida en el art. 30 de la Constitución.
Por consiguiente, contra las resoluciones del Consejo Nacional de la Objeción de Conciencia20
que denieguen la solicitud, o que tengan un efecto equivalente, puede interponerse en la actualidad el correspondiente recurso judicial de conformidad con las normas que regulan el
procedimiento preferente y sumario.
4. Recurso de amparo
Asimismo, los derechos protegidos por el procedimiento anterior, esto es, los comprendidos
en el art. 14 y en la Sección Primera del Capítulo Segundo del Título I, junto con la objeción
de conciencia reconocida en el art. 30, están protegidos por el recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional.
Ahora bien, esto es muy importante, el recurso de amparo sólo es procedente cuando las
violaciones procedan de los poderes públicos -no de personas o entes privados- y se hayan agotado
todos los recursos utilizables dentro de la vía judicial.
Por tanto, el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional se configura como de segunda
instancia, ya que necesariamente ha de existir otro ante los Tribunales ordinarios de Justicia.
En consecuencia, mediante el recurso de amparo se protege a todo ciudadano frente a las
violaciones de los citados derechos y libertades que se originen por disposiciones, actos jurídicos
o simple vía de hecho de los poderes públicos del Estado, de las Comunidades Autónomas y
(19) Decir que un procedimiento es preferente y sumario equivale a decir que es rápido o acelerado.
(20) Este Consejo, dependiente del Ministerio de la Presidencia y compuesto por un miembro de la carrera judicial,
con categoría de Magistrado, y cuatro vocales nombrados por los Ministerios de la Presidencia, Justicia y Defensa,
es el competente para conocer las solicitudes de declaración de objeción de conciencia y resolver sobre las mismas,
así como conocer las peticiones o reclamaciones que eventualmente presenten los objetores de conciencia.
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2. Cuestión de inconstitucionalidad
La cuestión de inconstitucionalidad es promovida por Jueces o Tribunales en el caso de que
en el tratamiento de un proceso surjan dudas sobre la constitucionalidad de una norma con
rango de ley aplicable al caso y de cuya validez dependa el fallo.
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demás entes públicos de carácter territorial, corporativo o institucional, así como de sus funcionarios o agentes. Se ampara, por tanto, contra lesiones producidas por los poderes públicos,
no contra leyes o normas con rango de ley.
Además de las personas directamente afectadas, están legitimados para interponer el recurso
de amparo el Defensor del Pueblo y el Ministerio Fiscal.
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5. Procedimiento judicial ordinario
Son derechos protegidos ante la jurisdicción ordinaria, de acuerdo con las leyes que los
desarrollen, el resto de los derechos constitucionales, esto es, los contenidos en los Capítulos
Primero y Tercero del Título I.
6. El Defensor del Pueblo
En la actual Constitución se ha establecido por vez primera una figura sin precedentes en
el constitucionalismo patrio como garante de los derechos de los ciudadanos. Nos estamos
refiriendo al Defensor del Pueblo, órgano que ha alcanzado el beneplácito de la mayoría de las
Constituciones europeas a partir del modelo sueco que, con el nombre de Ombudsman (guardián
de la ley), lo adoptó a principios del siglo XIX
El Defensor del Pueblo es definido en el art. 54 de la Constitución como el alto comisionado
de las Cortes Generales, designado por éstas para la defensa de los derechos comprendidos en
el Título I, a cuyo efecto podrá supervisar la actividad de la Administración, dando cuenta a
las Cortes Generales.
Por tanto, el Defensor del Pueblo es un órgano que, dependiente de las Cortes Generales,
las cuales lo nombran y lo cesan y ante las que habrá de rendir cuentas, supervisa y controla
la actividad de las diversas Administraciones Públicas (estatal, autonómica, local e institucional), a fin de evitar el abuso de poder por parte de las mismas.
El Defensor del Pueblo puede actuar de oficio o a instancia de cualquier persona natural o
jurídica que invoque un interés legítimo, siendo de recalcar que tiene encomendada, como
acabamos de ver, la defensa de todos los derechos reconocidos en el Título I de la Constitución,
no sólo de los de la Sección Primera del Capítulo Segundo de dicho Título que gozan, además,
del procedimiento judicial sumario y del recurso de amparo. Por ello es fácil deducir que el
resto de los derechos reconocidos en el Título I serán el objeto fundamental de las actuaciones
del Defensor del Pueblo, quien en este sentido puede poner en evidencia a la Administración
y a los funcionarios que la integran en cualquier caso de abuso de poder.
SUSPENSION DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES
A) DECLARACION DE LOS ESTADOS EXCEPCIONALES
La suspensión de derechos y libertades se produce a consecuencia de la declaración de los
denominados estados excepcionales, regulados en el art. 116 de la Constitución.
Aunque en el citado precepto se mencionan como tales los estados de alarma, excepción y
sitio, tan sólo los dos últimos implican suspensión de derechos constitucionales.
La declaración de los estados de excepción y sitio se realiza siempre previa intervención
parlamentaria. No así el estado de alarma, el cual será declarado por el Gobierno, mediante
Decreto acordado en Consejo de Ministros, por un plazo máximo de quince días, dando cuenta
al Congreso de los Diputados, reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no
podrá ser prorrogado dicho plazo. El citado decreto determinará el ámbito territorial a que se
extienden los efectos de la declaración.
Con la declaración del estado de alarma básicamente se pretende poner en guardia a la
población frente a determinados acontecimientos o circunstancias reales o previsibles, tales
como inundaciones, incendios forestales, peligro de gota fría, etc.
En los supuestos de estado de excepción, que puede ser declarado en casos de terrorismo
generalizado, graves alteraciones del orden público, epidemias, etc., la declaración compete
igualmente al Gobierno, mediante Decreto acordado en Consejo de Ministros, pero necesitando
para ello de la previa autorización del Congreso de los Diputados. Tanto la autorización como
la declaración deberán precisar los efectos, el ámbito territorial a que se extiende y su duración,
no pudiendo exceder de treinta días, prorrogables por otros treinta con los mismos requisitos.
Por su parte, el estado de sitio, el más grave de los contemplados y que, por tanto, exigirá
circunstancias gravísimas, sólo puede ser declarado por la mayoría absoluta del Congreso de
los Diputados, a propuesta exclusiva del Gobierno, siendo la Cámara Baja la que determina
las condiciones, duración y ámbito territorial.
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Tema 1 - 26
TESTS
INDICE
AUXILIARES DE LA ADMINISTRACION GENERAL DEL ESTADO
Temario
Según el apartado 5 del art. 116, no podrá procederse a la disolución del Congreso mientras
esté declarado alguno de los tres estados excepcionales, quedando automáticamente convocadas
las Cámaras si no estuvieren en período de sesiones. Su funcionamiento, así como el de los
demás poderes constitucionales del Estado, no podrá interrumpirse durante la vigencia de
tales estados.
Disuelto el Congreso o expirado su mandato, si se produjese alguna de las situaciones que
dan lugar a cualquiera de dichos estados, las competencias del Congreso serán asumidas por
su Diputación Permanente.
Respecto al ámbito de la suspensión, es diferente según se trate de estado de excepción o de
sitio, de la forma siguiente:
EDITORIAL
EZCURRA
1. Estado de excepción
2. Estado de sitio
En el estado de sitio son susceptibles de suspensión, además de los que acabamos de exponer
para el estado de excepción, los derechos contenidos para la detención preventiva en el apartado
3 del art. 17, esto es:
• Del derecho de toda persona detenida a ser informada de forma inmediata y comprensible
de los derechos y de los motivos de su detención.
• Del derecho a negarse a prestar declaración.
• Del derecho a la asistencia de abogado en las diligencias policiales y judiciales.
B) SUSPENSION INDIVIDUAL PARA PERSONAS DETERMINADAS
Así como las consecuencias de los estados excepcionales se aplican a la generalidad de
personas que se encuentran en el ámbito territorial a que extienden sus efectos, en el art. 55.2
de la Constitución se contempla igualmente la posible suspensión de los derechos reconocidos
en los artículos 17, apartado 2 (tope de 72 horas en la detención preventiva), y 18, apartados 2
y 3 (inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones), de forma individual y en
cualquier momento para personas concretas, en razón de su pertenencia a bandas armadas o
elementos terroristas.
A este respecto, y según lo previsto en el art. 520 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
toda persona detenida como presunto partícipe de delitos relacionados con bandas armadas o
individuos terroristas, será puesta a disposición del Juez competente dentro de las setenta y
dos horas siguientes detención. No obstante, podrá prolongarse la detención el tiempo necesario
para los fines investigadores, hasta un límite máximo de otras cuarenta y ocho horas, siempre
que, solicitada tal prórroga mediante comunicación motivada dentro de las primeras cuarenta
y ocho horas desde la detención, sea autorizada por el Juez en las veinticuatro horas siguientes.
Prohibida su reproducción total o parcial. Hecho el depósito que marca la ley. Copyright by: Miguel Ezcurra
Declarado el estado de excepción, y de acuerdo con lo dispuesto en el art. 55 de la Constitución, son susceptibles de suspensión los derechos siguientes:
• Todas las garantías establecidas para la detención preventiva en el art. 17, excepto las
previstas en el apartado 3.
• La inviolabilidad del domicilio y el secreto de las comunicaciones (art. 18, apartados 2 y
3).
• La libertad de residencia y circulación (art. 19).
• A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra,
el escrito o cualquier otro medio de reproducción (art. 20.1.a).
• A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión (art.
20. 1.d).
• Puede prescindirse de la resolución judicial para el secuestro de publicaciones (art. 20.5),
requisito que, como en su momento se dijo, es imprescindible en condiciones normales.
• Los derechos de reunión y manifestación (art. 21).
• El derecho a la huelga (art. 28).
• El derecho de los trabajadores y empresarios a adoptar medidas de conflicto colectivo
(art. 37.2).
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