DELEUZE Y KAFKA. UNA APROXIMACIÓN Asignatura: Los hijos de Nietzsche y los giros del pensamiento contemporáneo: post-estructuralismo diferencial. Facultad: Filosofía Universidad: U.N.E.D. Equipo docente: Dra. D.ª Teresa Oñate y Dra. D.ª Amanda Núñez. Alumno: Víctor Montes García Curso: 2012-2013. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 2 Deleuze y Kafka. Una aproximación. 3 ÍNDICE ABREVIATURAS ................................................................. 4 1. JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO ................................ 5 2. LA POSTMODERNIDAD FILOSÓFICA .................... 7 2.1 Mapas y corrientes ................................................................ 7 2.2 La Hermenéutica Diferencial y la Ontología Estética ................ 8 3. ¿HAY UNA FILOSOFÍA EN KAFKA? ...................... 10 3.1 Kafka y sus interpretaciones .................................................. 10 3.2 Kafka y la condición postmoderna .......................................... 12 4. LA TERRITORIALIZACIÓN Y LA DESTERRITORIALIZACIÓN EN KAFKA ............................................. 16 4.1 Kafka, Praga y su época ...................................................... 16 4.2 Kafka y la territorialización/desterritorialización ..................... 18 5. EL DEVENIR .............................................................. 28 6. EL MASOQUISMO EN LA OBRA DE KAFKA A LA LUZ DE DELEUZE. .................................................................................. 33 7. KAFKA, LA BUROCRACIA Y EL DERECHO ......... 38 8. EN LA COLONIA PENITENCIARIA ....................... 44 9. A MODO DE CONCLUSIÓN .................................... 49 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.— ............................... 51 a) Fuentes de Gilles Deleuze: .............................................. 51 b) Fuentes de Kafka: ........................................................... 52 c) Bibliografía crítica: .......................................................... 53 Deleuze y Kafka. Una aproximación. 4 ABREVIATURAS O. C. = Obras completas de Franz Kafka JJR. = “Jean-Jacques Rousseau précurseur de Kafka, de Céline et de Ponge” (1962) NF. = Nietzsche y la filosofía (1962) SM. = Presentacion de Sacher-Masoch (1967) DR.. = Diferencia y Repetición (1968) AE. = El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia 1 (1972) KLM. = Kafka. Por una literatura menor (1975) D. = Diálogos (1977) MM. = Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia 2 (1980) C-2 = La imagen-tiempo (1985) F. = Foucault (1986) ABC = Abecedario (1988-1989). Transcripción. C. = Conversaciones (1972-1990) (1990) QF. = ¿Qué es la filosofía? (1991) CC. = Crítica y Clínica (1993). LID. = L’Îlle déserte et autres textes. Textes et entretiens 1953-1974 (2002) Deleuze y Kafka. Una aproximación. 5 1. JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO Nuestro interés por Kafka comenzó en 1982, una vez acabados los estudios de Derecho e inmersos ya en una defensa de la patria que no admitía objeción posible en aquel momento. Quizás eran “dispositivos maquínicos” —el jurídico y el militar, con sus respectivas estructuras burocráticas—, que fatalmente nos debían conducir a la línea de fuga de Kafka, y, siempre hay un lado positivo en todo, a la mejor comprensión de su vida y de su obra. Desde entonces dicha relación no se ha interrumpido. Nos acercamos a Kafka desde el derecho, y después desde la literatura y la filosofía, conforme también avanzaban nuestros estudios universitarios en estas materias. Otra cosa muy distinta nos sucede con Deleuze a quien, a diferencia de Derrida o Foucault, no conocimos sino de oídas durante la licenciatura y un precedente máster de filosofía. Llegamos a él precisamente a través de Kafka, autor al que había abordado, junto a Guattari, en su famoso Kafka. Pour une littérature mineure) (1975). Al enfrentarnos a esta asignatura nos encontramos un poco desorientados ante qué fuera aquello de “postestructuralismo diferencial”. Una vez más centrados —o eso creemos—, a partir de los textos recomendados en las bibliografías (“Los hijos de Nietzsche en la postmodernidad” III y IV), así como del artículo de la prof. Oñate “El mapa de la Postmodernidad y la Ontología Estética Espacio-Tiempo”, nos planteamos la cuestión de la elección de autor objeto de estudio y Deleuze nos pareció sumamente seductor, quizás precisamente porque sabíamos tan poco de él y porque siempre lo habíamos asociado a nuestra kafkiana pasión. Tras leer los trabajos recomendados para iniciarse en el estudio de Deleuze por el Equipo docente en el foro (“Ontología y diferencia: la filosofía de Gilles Deleuze” del que fuera nuestro profesor F. J. Martínez durante la carrera, y Deleuze, una filosofía del acontecimiento de Zourabichvili), así como los textos básicos del propio Deleuze ¿Qué es filosofía? y Diálogos, pudimos comprobar un hecho desconocido para nosotros y es que el interés deleuziano por Kafka no fue sólo el plasmado en Pour une littérature mineure, sino que Kafka estaba presente en casi todo el pensamiento de Deleuze y en sus obras. Nos planteamos así ya seriamente si sería posible no sólo acercarnos a Deleuze, sino intentar abordarlo en relación con Kafka. Formulada la propuesta al Equipo docente, fue amablemente aceptada y aquí está el resultado, que no el éxito. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 6 Lo sucedido a continuación nos ha desbordado —al tiempo que emocionado—, de la misma manera que lo hizo el “descubrimiento” de Vattimo en el primer cuatrimestre. La cantidad de deleuzianas referencias a Kafka y las conexiones entre ambos autores constituyen un perfecto entramado que ha superado todas nuestras expectativas de noveles en la materia. Como conocemos algo a Kafka tras tantos años de “convivencia”, hemos podido comprender cómo Deleuze ha proporcionado una visión literaria, filosófica y política 1 de su obra. Sin embargo, nuestro desconocimiento de las líneas principales del pensamiento de Deleuze ha hecho que sólo hayamos podido aproximarnos —de ahí el título del trabajo— a la relación entre estos dos grandes del pensamiento a partir de la recopilación de referencias a Kafka en las obras de Deleuze que, claramente, no nos ha dado tiempo a digerir y elaborar debidamente. En el desarrollo del trabajo, haremos previamente una pequeña introducción a lo que es objeto general del temario, es decir, la ontología postestructural, diferencial y espacio-temporal, corriente en la que se inserta la figura y la obra de Deleuze que hemos escogido para su estudio. A continuación, tan sólo osaremos subrayar —como ya hicimos en el trabajo de la precedente asignatura—, algunos conceptos que nos han parecido importantes en Deleuze y relacionarlos con la obra de Kafka, con atención especial a la obra que probablemente es más significativa deleuzianamente, es decir, En la colonia penitenciaria. ” 2 No podemos ocultar que el trabajo es profundamente egoísta ya que tan sólo intenta plasmar por escrito, por necesidad propia, en primer lugar el marco a que hacíamos referencia y, en segundo lugar, dejar reseñados los textos y anunciados los problemas que habría que analizar con mucho más tiempo y espacio. 1 Aunque el tratamiento de lo político en Deleuze —que es distinto según el grupo de obras de que hablemos—, sea siempre una problematización de lo político estrictamente filosófica, es decir, la propia de una ontología política (NUÑEZ, 2009, 468-469). Para una acotación ontológica de lo político en Deleuze: NUÑEZ (2008a), 101-116. 2 Seguiremos en las citas de Kafka las Obras completas publicadas por Galaxia Gutenmberg/Círculo de lectores —basadas en la definitiva edición crítica alemana—, salvo que se diga lo contrario. De la esta edición castellana de las Obras completas, han aparecido tres volúmenes de los cuatro previstos: I (Novelas), II (Diarios) y III (Narraciones y otros escritos), no habiéndose publicado, en cambio, el cuarto volumen que hubiera contenido la correspondencia. La citación se hará como O. C., más el número de volumen y la página. En cuanto a la correspondencia se seguirán las ediciones clásicas castellanas que se recogen en la bibliografía final. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 7 2. LA POSTMODERNIDAD FILOSÓFICA 2.1 Mapas y corrientes La prof. Oñate (2009) ha distinguido tres corrientes en la postmodernidad filosófica: A. La hermenéutica re-fundada por Gadamer siguiendo a Heidegger y en parte a Nietzsche, a la vez que recogiendo y transformando amplios movimientos como el romanticismo de Schleiermacher o Novalis; la fenomenología de Husserl y Hartmann; el existencialismo de Kierkegaard; el historicismo de Dilthey; y un hegelianismo atento a la inderogabilidad del Espíritu Objetivo que se remonta en Occidente hasta la pólis y el lógos griegos. El máximo exponente de la hermenéutica en la actualidad es Vattimo y su debolismo. B. El Post-estructuralismo de origen francés, que reúne la herencia de Marx y Althusser y su crítica al capital y la sociedad burguesa; el tratamiento del sexo y el inconsciente en Freud y Lacan; y la crítica de las estructuras que remite a Saussure y a LeviStraus; vinculando por último la crítica política postmarxista con la crítica y el arte de Nietzsche y con la crítica de la dialéctica de la Ilustración que debemos a la Escuela de Frankfurt. En esta corriente se insertan Lyotard, Foucault, Deleuze, Guattari o Braudillard. C. La Hermenéutica de la Diferencia que pone en relación y continúa las dos anteriores corrientes no sólo en el contexto filosófico, sino en el de las Humanidades y las Ciencias Sociales. Esto se traduce en un compromiso político y social de carácter pluralista: multicultural y democrático, crítico con las desigualdades del neoliberalismo y del neocolonialismo. Busca nuevos modelos de subjetualidad, educación, cultura, historicidad y sociedad, delimitando mutuamente las innecesarias carencias tanto de la hermenéutica europea como del postestructuralismo, reconectando las anteriores corrientes y conectándose a sí misma con Nietzsche (“Los hijos de Nietzsche”). No es posible, por tanto, hablar de una oposición entre hermenéutica y postestructuralismo ya que estas dos tradiciones tienen mucho en común, como se ha puesto de relieve muy recientemente (NÚÑEZ, 2012b, 223-240). Comparten un lugar común que es la Ontología política. En este sentido, tanto el discurso acerca de la ontología Deleuze y Kafka. Una aproximación. 8 menor de Gilles Deleuze (NÚÑEZ, 2010a)3, como el discurso debolista de Gianni Vattimo surgen de una problemática que afronta Gadamer y que acabará en la intención de “rebajar la ontología” mediante el cuestionamiento de las antiguas y nuevas verdades. La filosofía será así el arte de crear conceptos, pero para resolver problemas. Como nos repite una y otra vez Deleuze, no es posible responder a una pregunta que no está bien formulada (D. 5-6). En esta tarea tanto hermenéutica como postestructuralismo “construyen” un sistema que no es otra cosa que la misma construcción constante, alejados de poderes y verdades establecidos de una vez para siempre. La ontología será ahora una política de interpretaciones, “una política de la diferencia potencial” (NÚÑEZ, 2012b, 233). 2.2 La Hermenéutica Diferencial y la Ontología Estética Se llega así a una hermenéutica basada en la crítica a las nociones fuertes como el Sujeto, el Fundamento y el Tiempo Lineal de la modernidad metafísica. La crítica del Sujeto (Racional) enfrentado a un Objeto que, a partir del segundo Heidegger, es un giro hacia la Ontología Estética: una investigación del espacio, el tiempo, la percepción y el ser del lenguaje que son puestos en juego por las obras de arte. Es en el giro a la Ontología Estética —y no meramente en el giro lingüístico— donde se da la transformación de la filosofía en Hermenéutica de la Diferencia y donde puede y debe localizarse el paso de la modernidad a la postmodernidad. Es la diferencia basada en la apertura y el compromiso con lo otro en su diferencia y alteridad concretas. La diferencia que es des-cubierta por la verdad (alétheia) hermenéutica, abriendo el futuro de la diferencia gracias a que la ausencia sí es y la presencia no puede, por lo tanto, reducirse al mero presente. El postestructuralismo recibe de la hermenéutica la insistencia en dar prioridad a la cuestión del sentido y la interpretación-transmisión, tanto como la transformación ontológica de la temporalidad y especialidad del Retorno que Deleuze y Foucault convertirán en ejes centrales de sus filosofías. 3 Y ello aunque Deleuze abandone en determinado momento el término “ontología”. Sobre los motivos de hecho y de derecho de este abandono —que no implica romper la corriente de la “ontología menor” en que se inserta Deleuze—, vid. NÚÑEZ (2008b, 169-174). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 9 La Hermenéutica de la Diferencia trabaja a favor de una transhistoria ecológica de las culturas y las temporalidades diferentes simultáneas, que preserve desde la apertura análoga pero ni idéntica ni inconmensurablemente incomunicable de los universos de sentido. Una Hermenéutica que aflore los pasados violentamente excluidos, luchando también contra la dialéctica suicida de la máquina de guerra del Capital (Deleuze) de otra manera menos vulnerable que en el pasado. Partiendo de la distinción de Deleuze, que recoge Vattimo, entre “nihilismo activo” o violento y “nihilismo reactivo” o defensivo (OÑATE, 2012c, 313 y 323), se trata de huir del nihilismo violento que concibe la civilización como aniquilación de los lenguajes culturales y artísticos, y entender el nihilismo activo como la crítica óntica (del sujeto-objeto) y como liberación de la Diferencia Ontológica. Y en este camino de liberación de la Diferencia es precisamente Deleuze —a juicio de la prof. Oñate—, el que quizás ha ido más lejos a la hora de retrotraerse hasta el inconsciente y la memoria del lenguaje de la creatividad que se esconde en la antigua noética griega de la inocencia, y en el virtual del lenguaje noético: el que se diferencia como ser de la diferencia de la temporalidad nunca acontecida, dentro del pasar de la temporalidad que se muere. Mientras el kaosmos de Deleuze-Guattari convierten el aforismo de Heráclito: “Como polvo esparcido al azar…” en el lema de su pasión creadora por reterritorializar y des-territorializar la diferencia, también lo instaura como cifra rizomática de su obra más didáctica: ¿Qué es la filosofía? donde el kaosmos vuelve a irrumpir contra todo dualismo dicotómico y toda síntesis definitiva. La Diferencia ontológica no será ya entre el ser y los entes sino entre lo posible necesario y las potencias contingentes: una ontología del virtual (NÚÑEZ, 2004, 285). La disolución de lo otro es lo que abre posibilidades de salvación, según Deleuze. La diferencia podrá, entonces, acceder a la diferencia de las diferencias, a lo otro de lo otro. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 10 3. ¿HAY UNA FILOSOFÍA EN KAFKA? 3.1 Kafka y sus interpretaciones Las interpretaciones de la obra de Kafka son innumerables4 y realizadas desde los más diversos puntos de vista: religioso-político —por su condición de judío o judío asimilado—, literario, psicoanalítico, estético-político —principalmente desde perspectiva marxistas5—, y otras. 4 Aunque se haya discutido incluso si es pertinente interpretar a Kafka: vid. SONTAG, S., Contra la interpretación. Madrid: Alfaguara, 1996, 31 y ss. “Nada de la infinita reseña de interpretaciones siempre un poco sucias, sino procesos finitos de experimentación, protocolos de experiencia” (D. 57). 5 Así, Sánchez Vázquez (SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A., «Introducción general» a Estética y marxismo. México: Era, 1970, 48) nos ha podido decir que Kafka “ha aprovechado en su favor los nuevos medios de expresión en la captación de lo real, surgiendo así un realismo como el kafkiano, incomprensible para el que lo mida con la vara del realismo tradicional, pero indudablemente adecuado para captar las relaciones burocratizadas, impersonales y deshumanizadas de los hombres-cosa o enajenados de nuestro tiempo” (el mismo autor y en idéntico sentido en SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A., «Un héroe kafkiano: José K.» en Las ideas estéticas de Marx (Ensayos de Estética marxista). México: Era, 1967, 2.ª ed., 135-151). También Fischer ha estudiado las perspectivas estética y marxista relacionándolas con la pretensión de verdad, la objetividad y «la posibilidad de emitir un juicio en el mundo» (FISCHER, E., «El arte socialista», en Estética y marxismo (Selección de A. Sánchez Vázquez), México: Era, 1970, 321), así como en otras obras como El artista y su época. Madrid: Fundamentos, 1972, o La necesidad del arte. Barcelona: PlanetaDe Agostini, Obras maestras del pensamiento contemporáneo, 1986, 98, 131 y 243). Para Goldstücker, “las épocas de Baudelaire y Kafka son excepcionalmente ricas desde el punto de vista del descubrimiento de nuevas técnicas de expresión artística” (GARAUDY, R. ET ALII, Estética y Marxismo. Barcelona: Planeta-De Agostini, Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo, 1986, 67). Lukács comparó a Kafka y Mann en su conocido estudio “¿Franz Kafka o Thomas Mann?” (Significación actual del realismo crítico. México: Era, 3.ª ed., 1974, 58-112). Para Lukács, Kafka representa una angustia frente al mundo capitalista que no consigue salir de su solipsismo; no acierta a ver nada más allá y, en concreto, la posibilidad de una vía socialista. Por el contrario, esa angustia —cuyo origen está perfectamente contextualizado en el mundo capitalista—, Kafka la eleva a una categoría existencial, a una trascendente Deleuze y Kafka. Una aproximación. 11 En este trabajo abordaremos a Kafka desde un punto de vista filosófico-político, pero reconociendo que, paradójicamente, Kafka no es ni filósofo6 ni político, lo cual no implica que carezca de una concreta visión del mundo, ni que, contra lo que se ha afirmado desde puntos de vista marxistas, no tuviera una concepción política, es decir, una concepción del uso del poder que es en definitiva la esencia de la política. Es más, el tema del poder y su relación con el individuo es central en la obra de Kafka que no entendemos, por ello, ajena a lo que significa la ontología estética, como creemos que se podrá concluir. La difícil caracterización de la obra de Kafka la expresa Deleuze al decirnos que: “Ces penseurs sont ‘ à moitié ’ philosophes, mais ils sont aussi beaucoup plus que philosophes, et pourtant ne sont pas des sages. Quelle force dans ces œuvres aux pieds déséquilibrés, Hölderlin, Kleist, Rimbaud, Mallarmé, Kafka, Michaux, Pessoa, Artaud, beaucoup de romanciers anglais et américains, de Melville à Lawrence ou Miller, dont le lecteur découvre avec admiration qu’ils ont écrit le roman du spinozisme... Certes, ils ne font pas une synthèse d’art et de philosophie. Ils bifurquent et ne cessent de bifurquer. Ce sont des génies hybrides qui n’effacent pas la différence de nature, ne la comblent pas, mais font servir au contraire toutes les ressources de leur ‘athlétisme’ à s’installer dans cette différence même, acrobates écartelés dans un perpétuel tour de force” (QF 105). “nada” que provoca el decadentismo en la forma y una dejación de funciones en los social del artista, todo ello frente al realismo crítico de Mann que le llevó en la II Guerra Mundial a adoptar una actitud comprometida. En la misma línea de interpretación marxista, entre nosotros: SOLER ÁLVAREZ, F. Una introducción al estudio de Franz Kafka. Valencia, Universidad de Valencia, Facultad de Filosofía, Departamento de Estética, Tesina dirigida por el prof. Román de la Calle, s/f. Desde un punto de vista diametralmente opuesto, el escritor Luis Landero ha realizado una interpretación individualista de la obra de Kafka al entender esta como una crítica de la ruptura de la separación entre lo público y lo privado (vid. «Actualidad de Kafka», en El País, 11/01/1998 http://www.elpais.com/articulo/opinion/KAFKA/_FRANZ/Actualidad/Kafka/elpepiopi/19980111elpepi opi_3/Tes?print=1 consulta: 18/5/13). 6 Aunque, como en leyes era obligatorio seguir un curso de humanidades, en la primavera de 1902 se matriculó en literatura e historia del arte alemanas y asistió también a cursos de filosofía de Anton Marty, discípulo de Brentano, integrándose en el círculo de brentanistas del café Louvre. Sobre la relación de Kafka con la filosofía de Brentano, vid. SMITH, B., “Kafka et Brentano”, Philosophiques 26/2, Automne 1999, 349-371 http://www.esnips.com/doc/682e6c10-48f7-49e7-877c-664a9a574700/Brentano---Kafka-e-Brentano(francés) 24/5/13, y JORDAN, R. W., “Acquired Innocence. The Law, the Charge, and K.’s Trial: Franz Kafka and Franz Brentano“ http://lamar.colostate.edu/~rwjordan/W-AcqIn.html (consulta: 24/5/13). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 12 En todo caso, frente a las tradicionales interpretaciones religiosas, psicoanalíticas o existencialistas de la obra de Kafka citadas, “Deleuze and Guattari show how the Kafka machines generates three passions or intensities: fear, flight and dismantling” (PARR, ADRIAN (ed.), 2005, 135). Kafka tenía una cosmovisión y una idea clara de cómo funcionaba la sociedad a partir de los mecanismos de poder y, si alguna conclusión podríamos extraer de su obra, es que sólo el derrumbe de estos mecanismos puede proporcionarnos esperanza. Su perspectiva es encuadrable perfectamente en el postmodernismo. No es extraño por ello que haya podido interesar a Lyotard, Derrida, Foucault, Deleuze y otros 7—, en la línea crítica del sujeto y demás conceptos “fuertes” siguiendo los planteamientos del debilitamiento de la ontología. 3.2 Kafka y la condición postmoderna Los clásicos estudios sobre la postmodernidad de Lyotard8 o Jameson9, entre otros muchos, eximen de hacer un análisis del fenómeno postmoderno con repercusiones en todos los aspectos de la vida10. Baste señalar que la modernidad se encontraba inmersa Sobre las relaciones entre Deleuze y Foucault: RAFFIN, Marcelo. “El pensamiento de Gilles 7 Deleuze y Michel Foucault en cuestión: las ideas en torno del poder, el sujeto y la verdad”. Lecciones y Ensayos 85 (2008). http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/85/02-leccion-marcelo-raffin.pdf (consulta: 21-4-13). 8 LYOTARD, J.-F., La condición postmoderna. Madrid: Cátedra, 7.ª ed., 2000. Este autor nos dice: “ese pesimismo es el que ha alimentado a la generación de comienzos de siglo en Viena: artistas, Musil, Graus, Hofmannsthal, Loos, Schoenberg, Broch, pero también filósofos como Mach y Wittgenstein. Sin duda han llevado tan lejos como era posible la ciencia y la responsabilidad teórica y artística de la deslegitimación” (op. cit., 78). En concreto y respecto a las relaciones de Kafka con el fin de la modernidad, vid. el apartado “La crítica de Kafka a la Modernidad: crisis de sentido y desmoronamiento ético”, en el trabajo de doctorado de Vega Castilla, C. de la, “El Proceso de Kafka como crítica de la modernidad. Crisis de sentido y derechos humanos”, http://www.cica.es/aliens/gittcus/kafka.htm 9 JAMESON, F., Teoría de la postmodernidad,. Madrid: Trotta, 1996. 10 Vid. respecto al arte, el interesante THIEBAUT, C., “La mal llamada postmodernidad (o las contradanzas de lo moderno)”, en Historia de las ideas estética y de las teorías artísticas contemporáneas. Valeriano Bozal ed., vol. II., 2.ª ed., Madrid: Visor, 1999. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 13 en una sociedad industrial y liberal ya superada. Y en ésta, el proceso de racionalización se había expresado (o se suponía que se había expresado) en la diferenciación de esferas de valor (cognitivas, normativas y expresivas). Pero todo ello acontece ahora en condiciones mudadas: desde los planteamientos postmodernos se acentuará la dispersión individualizada e individualista de las articulaciones de sentido y se subrayarán los nuevos factores técnicos, mediáticos e informáticos en los que se configura. Lyotard formuló todo un programa de análisis que recoge y sistematiza elementos de crítica a la modernidad: las sociedades contemporáneas ya no son como las sociedades típicamente modernas cuya complejidad racional se dejaba analizar en el programa neokantiano de Weber o en el programa funcionalista y sistémico, y cuyos heroicos retratos aparecían petrificados en el canon liberal de la modernidad. Los análisis postmodernos de la cultura acentuaron ese nuevo carácter de las sociedades desarrolladas y el nuevo rostro de los sujetos que las habitan en maneras muy diversas. Al mismo tiempo, como subraya Castoriadis, “esta eliminación del sentido ‘preestablecido’ no impidió que Europa entrara, durante ciento cincuenta años, de 1800 a 1950, en un período de extraordinaria creación en todos los ámbitos. Para los grandes novelistas, los grandes músicos y los grandes pintores de este período, no hay un sentido preestablecido (como tampoco para los grandes matemáticos y científicos). Asistimos a la embriaguez lúcida de la investigación y de la creación del sentido —y sin duda no es casual que la significación más importante de sus obras sea la interrogación permanente de la significación misma, en lo que Proust, Kafka, Joyce y tantos otros coinciden con la tragedia ateniense» [cursiva nuestra].11 Del mismo modo, G. Vilar ha afirmado que “la música de Schönberg es auténtica porque tanto por su forma como por su contenido se mide sin reparos con la experiencia del espanto [...] Al igual que en la literatura de Kafka o en el teatro de Beckett, el espanto y el sinsentido son la piedra de toque con la que Adorno mide la autenticidad y progresividad de un arte cuya explicación y justificación última consiste en que “en una situación carente 11 CASTORIADIS, C., El ascenso de la insignificancia., Madrid: Cátedra, 1998, 66. También Fischer: “El mundo que se hace extraño al hombre es sentido como un mundo sin sentido” (FISCHER, E., Literatura y crisis de la civilización europea (Kraus, Musil, Kafka), Barcelona: Icaria, 1977, 135). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 14 de libertad, el arte sólo es dueño de la imagen de la libertad en la negación de la falta de esta misma libertad’. ” 12 Es cierto que el propio Jameson califica de moderno a Kafka. Aunque reconoce que el Kafka de Deleuze es, sin duda, un Kafka postmoderno, él nos habla del sino excepcional del “trágico” Kafka con un entrecomillado que cuestiona el adjetivo. Para Jameson, la misma interpretación existencial de Kafka no puede muy considerarse postmoderna. Por el contrario ve en El proceso un desajuste entre la moderna economía y la vieja burocracia, pero la presencia anómala de esta última en la rutina moderna de Kafka supone incluso un alivio para ese sujeto moderno y aburrido: “En Kafka, como en otros lugares —nos dice Jameson—, la peculiar yuxtaposición de futuro y pasado, en este caso la resistencia de arcaicas estructuras feudales a las irresistibles tendencias modernizantes (de organización tendencial y supervivencia residual de lo que aún no es «moderno» en otro sentido), es la condición de posibilidad del modernismo y de la producción de sus formas y mensajes estéticos, que quizá no tengan ya nada que ver con la desigualdad de la que brota” 13 . Pero, dejando aparte que unas líneas antes Jameson había alabado esas mismas estructuras políticas austro-húngaras (“no era en absoluto un mal apaño, y constituye un fascinante modelo para nuestro propio período postnacional”), lo cierto es que Kafka denuncia esas estructuras precisamente porque las ve agotadas y sin otro futuro que el de ahogar al hombre y no de aliviarlo y distraerlo. La cuestión que se plantea entonces Kafka es cómo reaccionar ante esas estructuras que, a pesar de su caducidad, se resisten a desparecer. Chaix-Ruy nos parece que tiene una acertada visión postmoderna de Kafka en el capítulo III (“Un universo dislocado”) de su libro Kafka o el miedo al absurdo.14 A partir del espacio desolado en que transcurre la escena final de El proceso —y que tanto juego dio a Orson Welles—, Chaix-Ruy se pregunta si aparecer y desaparecer en un universo vacío y sin alma será el destino del hombre.15 Pero no sólo el paisaje es impersonal, también lo son los protagonistas y los personajes en general. Chaix-Ruy nos dice que “bastante antes que 12 VILAR, 13 14 G., “Introducción” a ADORNO, TH., Sobre la música. Barcelona: Paidós, 2000, 14. JAMESON, F., op. cit., 231. CHAIX-RUY, J., Kafka o el miedo al absurdo, Madrid: Ibérico-Europea, El hombre y su pensamiento, 1969, 55-76. 15 CHAIX-RUY, J., op. cit. 63. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 15 Martin Heidegger, Kafka había consagrado al impersonal alguien o se páginas muy pertinentes. Aquel que dirige no es un ser humano al que se puede esperar ablandar. Se trata de alguien, de uno a quien no se conoce, que quizá ni existe, un poder desconocido, anónimo”.16 Estamos en un mundo en el que pueden más las pulsiones afectivas que la razón, con la que acabarán; y también en una sociedad dividida en compartimentos y sectas que Kafka experimentó en Praga y expresó en su obra. No es extraño que el personaje de Kafka se sienta extranjero (Karl Rossmann en El desaparecido, por supuesto; el agrimensor K en El castillo; pero también el propio Josep K de El proceso que se encuentra acompañado pero al mismo tiempo solo y aislado). 16 CHAIX-RUY, J., op. cit. 67. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 4. 16 LA TERRITORIALIZACIÓN Y LA DESTERRITORIALIZACIÓN EN KAFKA 4.1 Kafka, Praga y su época La obra de Kafka es incomprensible sin tener en cuenta su relación con Praga, la ciudad donde, salvo leves escapadas17 y un breve lapso de tiempo al final de su vida en Berlín, vivió siempre. Ripellino comienza su libro dedicado a la “mágica Praga”, diciéndonos que “aún hoy, cada madrugada, a las cinco, Franz Kafka vuelve a su casa de la calle Celetná (Zeltnergasse), con su traje negro y su bombín”.18 Praga y Kafka, la ciudad y su escritor. Pocas veces se ha producido una simbiosis tan perfecta entre obra y urbe. Johannes Urzidil, amigo de Kafka, acentuaba esta reciprocidad y afirmaba que Kafka era Praga y Praga era Kafka. Hérnandez Arias por su parte ha dicho19 que “en su obra respira la ciudad. La atmósfera, las calles, los puentes, los rincones, los cafés, las sombras y las luces, todo se puede hallar, a veces casi imperceptible, en las páginas del genial escritor”. Pero lo importante para nosotros es que en Praga se dan los elementos de mezcla de nacionalidades, religiones y estatus sociales que influirán en la personalidad y en la obra de Kafka y que, al propio tiempo, serán uno de los detonantes de la destrucción de todo un sistema político. Praga era a la sazón la capital de Bohemia, con 230.000 habitantes hacia 1910 y un noventa por ciento de checos. De otro lado, había que distinguir los habitantes de habla alemana que rondaban los 34.000, de los que cerca de la mitad eran judíos. A su vez, el alemán hablado era un «alemán de libro, de limitado vocabulario y sin influencia dialectal: ésa fue la lengua materna en que Kafka […] escribiría»20 y 21. 17 WAGENBACH, K., La Praga de Kafka. Barcelona: Península, 1998, 13. 18 RIPELLINO, A.M.ª, Praga Mágica. Madrid: Julio Ollero Editor, 1991, 15. 19 «Comentarios» a Aforismos, visiones y sueños, Madrid, Valdemar, El Club Diógenes, 1998, 49. 20 WAGENBACH, K., La Praga de Kafka, Barcelona: Península, 1998, 20. 21 Sobre la lengua cuenta Kafka, en una carta de 10.IV.1920, esta anécdota que le ocurrió en una pensión de Merano: «Después de las primeras palabras, se supo que procedía de Praga; ambos —el general, Deleuze y Kafka. Una aproximación. 17 También hay que pensar que Praga se encontraba dividida entre una clase superior —alemana, integrada por la aristocracia, el ejército y la industria, de orientación conservadora—, una clase baja (checa) de tendencia nacionalista, y entre ambas una exigua clase media, de origen alemán y judío, a la que pertenecía el propio Kafka. En realidad, Kafka apenas si salió de la zona más céntrica de la ciudad: todos los lugares frecuentados por él no distaban más de un centenar de metros entre sí. 22 Y en esta mezcolanza infinita se mueve Franz, que no es totalmente alemán; que no deja de ser checo; que mantiene una ambigua relación de amor-odio con lo judío (yidish), y, más aún, con el sionismo; que pertenece a una clase burguesa, pero observa la quiebra del sistema burgués desde su privilegiado observatorio de funcionario del Instituto de Accidentes de Praga, en contacto constante con la realidad obrera. No es fácil encontrar un sujeto más dividido —“desterritorializado”—, al que, además, le toque vivir en un período crítico (1983-1924) que incluye la Gran Guerra.23 Kafka es, en este sentido, un “avisador del fuego”, como lo han llamado Reyes Mate y Juan Mayorga24; o alguien dotado de una lucidez excepcional, como ha dicho Primo Levi25. No podemos abordar la discusión sobre la famosa anotación de su diario de 2 de agosto de 191426, pero que, para nosotros y tras el análisis de la producción literaria y, sentado frente a mí, y el coronel— conocen Praga. ¿Checo? No. ¿Ve a explicarles ahora a estos ojos militares fieles y alemanes quién soy realmente! Alguien dice: ´bohemio-alemán´, otro: ´Kleinseite´. Después dejamos de hablar y comemos, pero el general, con su oído agudo, filológicamente adiestrado en el ejército austriaco, no queda satisfecho, y, tras el desayuno, empieza a dudar de mi timbre alemán, y tal vez dude más el ojo que el oído. Puedo tratar de explicarlo con el hecho de que soy judío”. 22 WAGENBACH, K., Franz Kafka. Imágenes de su vida, Barcelona: Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, 1998, 63. El propio Kafka escribió: “Aquí está la casa donde nací; ahí, donde fui al instituto; un poco más allá, la universidad; y poco más allá, a la izquierda, donde he estado trabajando todo el tiempo. Toda mi vida encerrada aquí, en este pequeño círculo”. 23 También creemos que la “desterritorialización” de Kafka no obedece a un solo motivo: “Sartre disait de Kafka: son œuvre est ‘une réaction libre et unitaire au monde judéo-chrétien de l’Europe centrale; ses romans sont le dépassement synthétique de sa situation d’homme, de Juif, de Tchèque, de fiancé récalcitrant, de tuberculeux, etc.’ ” (LID., 111). 24 MATE, R. Y MAYORGA, J. “Los avisadores del fuego”: Rosenzweig, Benjamin y Kafka, Isegoría/23 (2000) pp. 45-67. 25 LEVI, P., «Kafka: una misteriosa sensibilidad», Quimera, número 165, enero 1998. 26 “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. —Tarde, escuela de natación” (Diarios, vol. II, Barcelona: Lumen, 1983, 2.ª ed., p. 73). Es evidente que aquí Kafka encuentra una línea de fuga en su diario, Deleuze y Kafka. Una aproximación. 18 especialmente, de los escritos profesionales de Kafka, no tiene el significado de indiferencia política y social que se le ha querido atribuir. Lo cierto es que Kafka vivió una época convulsa, en la que se desmontó el Imperio Austro-húngaro y nacieron diversas repúblicas en sus antiguos territorios. Del mismo modo, se produjo un período de racionalización y burocratización que ha sido sobradamente analizado 27, y que dio lugar, junto a grandes logros, a tremendos fracasos que han puesto en duda las potencialidades de la razón. Todo esto, de un modo u otro, está reflejado en su toda obra —y no sólo en los grandes relatos—, en la que no es lugar para entrar ni a vuela pluma. Como hemos dicho nos centraremos en su obra y en su relación con la filosofía deleuzeana, pero no olvidemos que Kafka analiza el sujeto moderno apuntando a sus consecuencias, que, desgraciadamente, pudieron ser ya constatadas por el postmodernismo. 28 4.2 Kafka y la territorialización/desterritorialización PARR nos habla de los multiples sentidos de la desterritorialización deleuziana: “There are a variety of ways in which Deleuze and Guattari describe the process of deterritorialisation. In Anti-Œdipus the speak of deterritorialisation as ‘a coming undone’ (D&G 1983: 322). In A Thousand Plaeaus deterritorialisation constitutes the cutting edge of una huida, pero recordemos que “huir no significa renunciar a la acción, no hay nada más activo que una huida.” (D. 45). 27 Vid. el artículo de KRACAUER, S., «Franz Kafka» en Construcciones y perspectivas. El ornamento de la masa 2, Barcelona: Gedisa, 2009, 81-94; o los diversos estudios de José María GONZÁLEZ GARCÍA: «Jaulas, máquinas y laberintos (Imágenes de la burocracia en Kafka, Musil y Weber)», La Balsa de la Medusa (Núm. 81988, 16-36); La máquina burocrática (Afinidades electivas entre Max Weber y Kafka), Madrid: Visor, La balsa de la medusa, 1989; «Max Weber y Franz Kafka: Afinidades electivas en la crítica a la burocracia», Arbor, 1990, nov-dic., 51 a 67. No debemos olvidar que Franz Kafka fue discípulo del sociólogo y economista Alfred Weber, hermano de Max Weber. 28 Como nos dice el propio Steiner: “Pero podemos ir más allá. Kafka conocía la advertencia de Kierkegaard: ‘Un individuo no puede ayudar o salvar a una época; sólo puede expresar que esa época está perdida’. Presenció la mayoría de edad de lo inhumano, y dibujó su intolerable rostro” (STEINER, G., “K”. En: STEINER, G. y otros, Kafka. Buenos Aires: Editorial Jorge Álvarez, 1969, 16.) Deleuze y Kafka. Una aproximación. 19 an assemblage (D&G 1987: 88). In their book on the novelist Franz Kafka, they describe a Kafkaesque literary deterritorialisation that mutates content, forcing enunciations and expressions to ‘disarticulate’ (D&G 1986: 86). In their final collaboration — What is Philosophy?— Deleuze and Guattari posit that deterritorialisation can be physical, mental or spiritual (D&G 1994: 68). Given this seemingly broad spectrum of descriptions two questions emerge. First, how does the process of deterritorialisation work? Second, how is deterritorialisation connected to reterritorialisation? Perhaps deterritorialisation can best be understood as a movement producing change. In so far as it operates as a line of flight, deterritorialisation indicates the creative potential of an assemblage. So, to deterritorialise is too free up the fixed relations that contain a body all the while exposing it to new organisations” (PARR, ADRIAN (ed.), 2005, 66-67). ¿Cuál es la visión que tiene Deleuze de la situación de Kafka que hemos descrito en el anterior apartado desde el punto de la desterritorialización? En sus Dialogues, nos dice: “Kafka, juif thèque écrivant en allemand” (D. 11). En esta frase tan sencilla están apuntados casi todos los componentes que determinarían personalidad y la obra de Kafka: su judaísmo (con el que tuvo una actitud ambigua durante toda su vida); su patria de nacimiento checa; el alemán como su lengua habitual; el checo, aunque se mostrara inseguro respecto a él29); y, sobre todo, su carácter de escritor (como llegó a decir “yo soy literatura”). Deleuze analiza con detenimiento la situación de los judíos en Praga y el estatus lingüístico en Por una literatura menor (1983, 41), concluyendo que todo “lo empujará hasta 29 Joseph David (1891-1962), cuñado de Kafka en cuanto casado con su hermana Ottla (Ottile), le ayudó con el checo ya que éste era la lengua de David.. Vid. PAWEL, E., The nightmare of reason. A life of Franz Kafka, New York, Vintage Books, 1985, pp. 376-379 (que relata extensamente las relaciones de Kafka con David), y p. 386, donde, al tratar de las relaciones de Kafka con su jefe checo (tras la proclamación de la República Checa), se afirma.: “he also greatly impressed and rather intimidated Kafka by his superbly literate and eloquent use of the Czech language, one reason why Kafka, during his subsequent extended leaves, always made it a point to have his letters to the director edited and corrected by the language-pedant Joseph David. Although his own spoken Czech was good, he never trusted himself —justifiedly so— with the fine points of Czech grammar and spelling”. La carrera burocrática era para los judíos checos un modo de ascenso social en medio de una sociedad fuertemente germanizada que ocupaba los puestos clave, por lo menos hasta que la situación se invirtió con la implantación de la República Checa en 1918 y pasaron los checos a controlar la burocracia, y el checo —que Kafka, afortunadamente para él, conocía, como hemos dicho—, pasó a ser la lengua de la administración. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 20 una desterritorialización que ya no podrá ser compensada por la cultura o por el mito, que será una desterritorialización absoluta” (KLM. 43).30 Y no es una desterritorialización física, por supuesto, ya que la vida de Kafka está sujeta al territorio, a Praga como decíamos, a esa Praga de la que apenas se movió hasta casi el final de sus días y que le “agarraba como una madrecita”. El territorio es importante para Kafka, sin duda. Hemos de recordar cómo en las Investigaciones de un perro, se nos habla de la importancia de marcar el territorio. Su propia obra trata del territorio. Nos dice Deleuze: “L’art de Kafka sera la plus profonde méditation sur le territoire et la maison, le terrier, les postures-portrait (la tête penchée de l’habitant avec le menton enfoncé dans la poitrine, ou au contraire ‘le grand honteux’ qui perce le plafond avec son crâne anguleux), les sons-musique (les chiens qui sont musiciens par leurs postures mêmes, Joséphine la souris cantatrice dont on ne saura jamais si elle chante, Grégoire qui unit son piaulement au violon de sa sœur dans un rapport complexe chambre-maison-territoire). Voilà tout ce qu’il faut pour faire de l’art : une maison, des postures, des couleurs et des chants — à condition que tout cela s’ouvre et s’élance sur un vecteur fou comme un balai de sorcière, une ligne d’univers ou de déterritorialisation. ‘Perspective d’une chambre avec ses habitants’ (Klee)” (QF 297-298). Pero, efectivamente, siempre habrá una línea de fuga que es una desterritorialización (D. 45). Los personajes de Kafka buscan su territorio, pero no lo encuentran. K el agrimensor —el que mide la tierra— encuentra un lugar donde no es aceptado; Joseph K. no encuentra su lugar en un mundo que le resulta extraño, pero lo busca con ahínco; Karl es expulsado de Europa pero no llega a integrarse en América, sino es en la fábula final. Igual pasa en los relatos, como el de Bumfeld: “El soltero de Melville Bartleby, como el de Kafka [Blumfeld], debe encontrar ‘el lugar de sus paseos’, América. El americano es aquel que se ha liberado de la función paterna inglesa, es el hijo de un padre desmenuzado, de todas las naciones”) 31. Los movimientos de territorialización/desterritorialización tampoco son unidireccionales. Lo que se impone es la función: “Retour au dualisme? Non, les deux 30 Deleuze nos dice en el mismo sentido: “Je ne vois de ressemblance qu’avec Kafka, avec ce que Kafka fait de l’allemand, en fonction de la situation linguistique des Juifs de Prague : il monte en allemand une machine de guerre contre l’allemand ; à force d’indétermination et de sobriété, il fait passer sous le code de l’allemand quelque chose qui n’avait jamais été entendu” (LID., 354). 31 CC. 120, Capítulo 10: “Bartleby o la fórmula” (reproducido también en: Preferiría no hacerlo. Bartleby el o el escribiente. Valencia: Pre-Textos, 2.ª ed., 2005). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 21 mouvements sont pris l’un dans l’autre, l’agencement les compose tous deux, tout se passe entre les deux. Là encore, il y a une fonction-K, un autre axe tracé par Kafka, dans le double mouvement des territorialités et de la déterritorialisation”. (D 88). Kafka se encuentra “fuera” de la lengua que es su más preciada tierra: “El callejón sin salida descrito por Kafka: imposibilidad de no ‘escribir’, imposibilidad de escribir en la lengua dominante, imposibilidad de escribir de otra manera” (C-2 288). Pero será precisamente a través de esta situación de minoría literaria como se puede conectar con la ontología menor. Es “a través de la formulación de una ontología menor como sistema abierto, inmanente y unívoco, como Deleuze nos conduce inmediatamente a la ontología política y a la ontología estética. Y es que la ontología menor, al ser solamente creativa, es decir, al alejarse de los poderes, afirmando una potencia libre, puede vincularse a disciplinas distintas a ella misma, como son la política y la estética en sus zonas potente-creativas, es decir, ontológicas. Pero no sólo ello […] la ontología menor, una vez devenida creativoestética, es siempre inmediatamente política, como lo era la literatura menor a la que está asociada. Es decir, la ontología menor es inmediatamente estética y política en Deleuze…” (NÜÑEZ, 2010a, 42).32 MARTÍNEZ MARTÍNEZ ha incidido también en la desterritorialización lingüística en Kafka: La obra de Kafka pone en funcionamiento un devenir minoritario al desterritorializar el alemán usándolo como si fuera un idioma extranjero. La literatura minoritaria no tiene por qué expresarse en una lengua minoritaria, más bien surge cuando se utiliza una lengua mayoritaria haciendo de ella un uso perverso, desterritorializando el idioma mediante la apertura de líneas de fuga que lo conectan con otros idiomas (con el yiddis y el checo, en el caso de Kafka, con el inglés en los escritores de Québec, con dialectos africanos en el Black-English, etc.). La literatura menor es directamente política y por ello adquiere un valor colectivo, se presenta como un ‘dispositivo colectivo de 32 “In Deleuze and Guattari’s book on Franz Kafka this attention to stuttering or stammering is seen as characteristic of a minor literature. A minor literature utilises the same terms a major one, but in a different way (it produces movement from within the major). Another way of putting this is that a minor literature names the becoming revolutionary of all literature (the other two accompanying characteristics of a minor literature being its inherently collective nature and its always already political nature)” (PARR, 2005, 105). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 22 enunciación’, sin sujeto, lo que la convierte en un foco privilegiado de resistencia frente al poder. La literatura menor hace un uso intensivo de la lengua, que la arranca al campo del sentido y de la representación abriéndola hacia sus extremos. El carácter colectivo de la literatura menor surge de que ésta se presenta como un dispositivo colectivo de enunciación en el que entran en relación una máquina célibe actual constituida por el artista solitario y una comunidad virtual a construir (MARTÍNEZ MARTÍNEZ, 1987, 303). Y no es simplemente que se produzca una desterritorialización en la lengua, sino que Kafka llega a utilizar el alemán como arma de guerra autodestructiva: “Je ne vois de ressemblance qu’avec Kafka, avec ce que Kafka fait de l’allemand, en fonction de la situation linguistique des Juifs de Prague: il monte en allemand une machine de guerre contre l’allemand ; à force d’indétermination et de sobriété, il fait passer sous le code de l’allemand quelque chose qui n’avait jamais été entendu” (LID, 354). Deleuze y Guattari analizan la situación de la literatura en Praga y elaboran su concepto de “literatura menor”-. El Dictionary Deleuze nos dice que “For Deleuze and Guattari, Kafka’s work is a ‘minor’ literature par excellence. A minor literature ‘desterritorialises’ language and provides an intimate and immediate connection between the individual and the political. It is also a form of literature in which everything is expressed in collective terms and everything takes on a collective value. In short, there is no subject in a minor literature, only collective assemblages of enunciation” (PARR, ADRIAN (ed.), 2005, 136). En Josefina o el pueblo de los ratones33, Un artista del trapecio o Un artista del hambre lo colectivo, en una inversión, llega incluso a acabar con el sujeto individual que llevaba la voz cantante, nunca mejor dicho en el caso de la ratita Josefina, en la que se produce un “agenciamiento colectivo de enunciación, cantinela desterritorializada, plano de consistencia del deseo, en el que el nombre propio alcanza su máxima individualidad al perder toda personalidad —devenir-imperceptible” (D. 138). La literatura como máquina, o el propio Kafka como máquina literaria, al igual que Deleuze es, según RAFFIN (2008, 19), una máquina de crear conceptos. “The book on Kafka constitues Deleuze and Guattari’s most detailed reading of literatura as machine. They claim that Kafka’s work is a rhizome or a burrow, in which no entrance is more privileged 33 “Es la paradoja de la ratita Josefina en Kafka: ¿canta, ha cantado, cantará, o bien nada de todo eso aunque eso produzca diferencias inexplicables en el presente colectivo de los ratones?” (C-2, 138). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 23 than another. They also claim that the Kafka-machine, composed as it is of letters, stories and novels, moves in the direction of the unlimited rather tan the fragmentary” (PARR, ADRIAN (ed.), 2005, 136). La máquina literaria tendrá una función de desenmascarar lo que está haciendo la máquina técnica y burocrática: “Lo podemos ver perfectamente en Kafka, ejemplo privilegiado, tierra edípica por excelencia: el polo edípico que Kafka agita y blande bajo la nariz del lector, es la máscara de una empresa más subterránea, la instauración no humana de una máquina literaria completamente nueva, hablando con propiedad, máquinas para hacer letras y desedipizar el amor demasiado humano, máquina que empalma el deseo al presentimiento de una máquina burocrática y tecnocrática perversa de una máquina ya fascista, en la que los nombres de la familia pierden su consistencia para abrirse al imperio austriaco abigarrado de la máquina-castillo, a la situación de los judíos sin identificar, a Rusia, América, China, a continentes situados más allá de las personas y de los nombres del familiarismo” (AE. 402). El propio escritor se convertirá en un devenir de lo colectivo: “Es el devenir del escritor. Kafka para Centroeuropa, Melville para América del Norte presentan la literatura como la enunciación colectiva de un pueblo menor, o de todos los pueblos menores, que sólo encuentran su expresión en y a través del escritor” (CC 15). Muchas de las obras de Kafka se sitúan en un no-espacio y un no-tiempo. No sabemos dónde ni cuando se desarrolla el proceso contra Joseph K; ni en qué época ni a qué lugar llega el agrimensor K. (salvo el anecdótico dato de que Kafka debió inspirarse en el llamado “Castillo” de Praga). Y es que la obra tiene ese poder de desterritorialización. NÚÑEZ (2012a, 176) nos dice que “la obra es precisamente lo que tiene capacidad para desterritorializar, para olvidar las costumbres y poder dar lugar a lo nuevo”. La tierra será la obra, como aletheia, espacia, que dé lugar a un mundo, done un lugar que produce un espacio y en el espacio sitúe las relaciones entre los entes.34 O como nos recuerda el propio Deleuze, “Puesto que un libro es una pequeña máquina, ¿qué relación, a su vez mesurable, qué relación mantiene esta máquina literaria con una máquina de guerra, una máquina de amor, una máquina revolucionaria, etc…. y con una máquina abstracta que las genera? A menudo, se nos ha reprochado que recurramos a los literatos. Pero cuando se escribe lo único verdaderamente importante es saber con qué otra máquina la máquina literaria puede ser conectada, y debe serlo para que funcione. Kleist y una loca máquina de guerra, Kafka y 34 Sobre el concepto de tierra como vínculo entre Heidegger y Deleuze: NÚÑEZ(2012a). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 24 la máquina burocrática increíble… (¿y si después de todo se deviniese animal o vegetal gracias a la literatura —que no es lo mismo que literariamente—, acaso no se deviene animal antes que nada por la voz?). La literatura es un agenciamiento, nada tiene que ver con la ideología, no hay, nunca ha habido ideología” (MM 10). Y algo más adelante: “El Estado pretende ser la imagen interiorizada de un orden del mundo y enraizar al hombre. Pero la relación de una máquina de guerra con el afuera no es otro “modelo”, es un agenciamiento que hace que el propio pensamiento devenga nómada, y el libro es una pieza para todas las máquinas móviles, un tallo para un rizoma (Kleist y Kafka frente a Goethe)” (MM 28). Kafka (especialmente en El Desaparecido) y Deleuze, apuntan también a la desterritorialización del capital, pero constatando un hecho: “no es que Deleuze adore las desterritorializaciones que general el capital, sino que podemos hablar de la desterritorialización paranoica del capital y sus reterritorializaciones parciales en forma de micro-fascismos (como pueden ser las religiones, el retorno de la importancia de la familia, la doble moral como principio, etc.), porque Deleuze y Guattari nos han cedido los conceptos para nombrarlas y poder hacerles frentes” (NÚÑEZ, 2008a, 115). Quizás en estos momentos y en este lugar, estas reterritorializaciones sean más amenazantes que nunca. Kafka menciona con muchísima frecuencia en su obra literaria y también en su obra privada (diarios y cartas), la prisión y las celdas: Poco tiempo después de su toma de posesión, el joven príncipe visitó una prisión, incluso antes de haber decretado la habitual amnistía. Entre otras cosas preguntó, como todos esperaban, cuál era el preso que llevaba más tiempo encerrado allí. Era uno que había matado a su mujer y llevaba ya veintitrés años en la cárcel purgando una cadena perpetua. El príncipe pidió verlo, y lo condujeron a la celda; aquel día, en previsión de la visita, el preso había sido encadenado. ______________________________________ El preso estaba encadenado. Entré en su celda, la cerré por dentro y le dije: Eres un viejo habitante de la cárcel”. Cuaderno en octavo C, O. C., III, 547. A medianoche ando siempre por la orilla del río; o bien tengo turno de noche y voy a la cárcel. O. C., III, p. 596. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 25 No era la celda de una cárcel, pues la cuarta pared quedaba del todo abierta. La idea de que esta pared hubiera podido estar tapiada, en el presente o en el futuro, resultaba espeluznante, porque en tal caso me habría encontrado en un ataúd vertical de piedra, teniendo en cuenta las dimensiones del espacio, de un metro de anchura y solo un poquito más alto que yo, por el momento al menos, la pared no estaba tapiada, yo podía estirar libremente las manos y si me agarraba de una abrazadera de hierro clavada arriba en el techo, podía asomar la cabeza, con cuidado, eso sí, pues no sabía a qué altura sobre el nivel del suelo se hallaba mi celda. Parecía estar a gran altura, al menos no veía más que una niebla gris en las profundidades, al igual que a izquierda y derecha, por cierto, y también en la lejanía, una niebla que solo parecía aclararse un poco en lo alto. Era una vista como la que ofrece una torre en un día gris. Cansado, me senté al borde, balanceando las piernas. Lo molesto era estar del todo desnudo, pues de lo contrario habría anudado la ropa y las sábanas, las habría sujetado arriba a la abrazadera, habría descendido un buen trecho por debajo de mi celda y quizá habría podido averiguar alguna cosa. Por otra parte, era bueno no poder hacerlo, pues, dada mi inquietud, sin duda lo habría intentado y el resultado podría haber sido nefasto. Es mejor no tener ni hacer nada. En el suelo del fondo de la celda, por lo demás del todo vacía y de paredes desnudas, había dos agujeros. El agujero practicado en un rincón parecía destinado a las necesidades; ante el agujero del otro rincón había un trozo de pan y un barrilito de madera, atornillado, que contenía agua, o sea que por ahí me pasaban el alimento. O. C., III, pp. 766-767. Ya no tengo que volver, la celda ha explotado, me muevo, percibo mi cuerpo. O. C., III, p. 783 La lucha con la pared de la celda. O. C., III, p. 789 El carcelero quiso abrir el portón, pero el candado estaba oxidado, las fuerzas del anciano no eran suficientes, tuvo que acudir el ayudante, pero este puso cara de duda, no por el candado oxidado…. O.C., III, p. 801 Deleuze y Kafka. Una aproximación. 26 Estas expresiones pueden tener un significado simbólico (la vida o su situación personal como prisión, por ejemplo). En este sentido, GÜNTER ANDERS 35 hace una interpretación curiosa interpretación “inversa”, según la cual ese estar en prisión sería una prisión negativa, entendida no como una reclusión, sino como una exclusión. La prisión es el mundo del que Kafka se encuentra excluido y al que quiere volver. Ya no es la originaria expulsión de un paraíso celestial, sino una exclusión del mundo que para Kafka es el mundo para él inalcanzable. Ambas exclusiones tienen en común, además, que generan pecado y culpa en el excluido. En sus obras, Kafka apunta también a esta exclusión: Karl es castigado con el destierro a América por un affaire con una sirvienta; el agrimensor K es excluido del Castillo, pero también de la aldea (que en definitiva es también del Castillo). El proceso y La condena, en todo caso, acaban con la muerte de su protagonista, aunque no sucede este El desaparecido.36 Sin embargo vemos una similitud entre los tres relatos En realidad, a lo que realmente se condena es a la exclusión. La muerte es sólo consecuencia de ésta. La exclusión es lo que resulta del proceso en el Hotel Occidental (se expulsa a Karl del mismo); en El proceso, Josef K. es expulsado igualmente de su mundo ya que él mismo se separa cada vez más de su entorno (abandona su relación de noviazgo, sus obligaciones laborales, etc.), y es precisamente el proceso, su dedicación absoluta a él, el que produce ese abandono. La exclusión se produce claramente en El Castillo, tanto en el episodio de la familia de Amalia (cuyo tema principal es precisamente el rechazo que sufren sus miembros por parte de su entorno), como en el caso del propio K. La admisión a la aldea concedida por el castillo que, según Brod, debería haber culminado la inconclusa novela, llega tarde, cuando K está agonizando. También en La condena se produce claramente una exclusión. 35 «Kafka. Pro y contra. Las bases del Proceso», en: Hombre sin mundo. Escritos sobre arte y literatura. Valencia: Pre-Textos, 2007, 96-97. 36 “Deleuze llega a decir que ‘la enfermedad o la muerte son el acontecimiento mismo’, puesto que el acontecimiento todavía no se ha cruzado suficientemente con su spatium, y, por ello, colapsa con un espacioforma, como ya hemos notado. Pero a medida que el filósofo comienza a considerar más principalmente los espacios, esto es, a partir podríamos decir, de su encuentro con Guattari y los textos sobre Kafka y las puertas o entradas, El Antiedipo o Mil Mesetas, junto con la revisión de Spinoza, culminando en ¿Qué es la filosofía?, en estos escritos, aparece, además de la faceta de la muerte que hemos considerado y que es inexpugnable, otra cara inmanente de la misma que apunta ya a un devenir que cruza espacio y tiempo y ya no sólo a una consideración temporal” (NÚÑEZ, 2009, 298). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 27 Después del terrible fallo, «Georg se sintió expulsado de la habitación» [subrayado nuestro], y sólo entonces se suicida. Algunos autores, empezando por el propio Brod, consideran que lo que existía era una auto-exclusión que era, no ya el castigo, sino propia la culpa de estos personajes de Kafka —y del propio Kafka—, en cuanto inadaptado a la vida,37 pero esto es una interpretación en la que no podemos ni debemos entrar. 37 Lo expresó bellamente Milena Jesenská —la mujer que, según dicen, mejor comprendió a Kafka—, en una emocionante necrológica tras la muerte nuestro autor: «Il était trop clairvoyant, trop sage pour être capable de vivre, trop faible pour se battre comme le font les êtres nobles et beaux, ne se refusant pas au combat par crainte des malentendus, des méchancetés, du mensonge intellectuel, persuadés par avance, cependant, qu’ils sont impuissants et se soumettant enfin de manière à faire honte au vainqueur» (Milena JESENSKA, Vivre, traduit du tchèque par Claudia Ancelot, Paris, Union générale d`Éditions, 1996, pp- 133134). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 28 5. EL DEVENIR Kafka escribió un pequeño relato llamado “El deseo de convertirse en indio” que fue recogido en su libro Contemplación (1913) y que decía así: Si uno fuera de verdad un indio, siempre alerta, y sobre el caballo galopante, sesgado en el aire, vibrara una y otra vez sobre el suelo vibrante, hasta dejar las espuelas, pues no había espuelas, hasta desechar las riendas, pues no había riendas, y por delante apenas veía el terreno como un brezal segado al raso, ya sin cuello ni cabeza de caballo (O. C., III, 27). El comentario a esta narración en las O. C. de Kafka que venimos citando dice lo siguiente: El extraño empleo que hace Kafka de los tiempos verbales en esta narración puede parecer incoherente, o hacer pensar que la dejó inacabada. Pero no es así: Kafka emplea deliberadamente la mezcla de tiempos verbales que el traductor preserva, y que solo remotamente tiene que ver con el alemán que se hablaba en la Praga de aquel tiempo (O. C., III, 968). De este modo se producen en el relato dos desterritorializaciones simultáneas: una lingüística, relacionada tal y como veíamos en el apartado anterior, con la situación de Kafka en el cruce de lenguas hebreo-alemán-checo-yiddish, y en la que Kafka huye incluso de la propia lengua en la que escribe; y una segunda, relativa a la temática del relato, que es una huida, pero llevada también al máximo ya que se huye no sólo de un lugar, sino de cualquier elemento material (recordando el ambiente fantasmagórico del relato “Un médico rural”). Respecto a la primera, Deleuze nos dice que “Lo que hace la literatura en la lengua es más manifiesto: como dice Proust, traza en ella precisamente una especie de lengua extranjera, que no es otra lengua, ni un habla regional recuperada, sino un devenirotro de la lengua, una disminución de esa lengua mayor, un delirio que se impone, una línea mágica que escapa del sistema dominante. Kafka pone en boca del campeón de natación: hablo la misma lengua que usted, y no obstante no comprendo ni una palabra de lo que Deleuze y Kafka. Una aproximación. 29 está usted diciendo” (CC. 16). Kafka consigue ser un extranjero, incluso en su propia lengua, mediante el trazo de una línea de fuga (D. 8). En su Crítica y clínica Deleuze nos ha hablado del devenir relacionándolo con el con Kafka: Devenir no es alcanzar una forma (identificación, imitación, Mimesis), sino encontrar la zona de vecindad, de indiscernibilidad o de indiferenciación tal que ya no quepa distinguirse de una mujer, de un animal o de una molécula […] El devenir siempre está ‘entre’: mujer entre las mujeres, o animal entre los animales. Pero el artículo indefinido sólo surge si el término que hace devenir resulta en sí mismo privado de los caracteres formales que hacen decir el, la (‘el animal aquí presente’…). Cuando Le Clézio deviene-indio, es siempre un indio inacabado, que no sabe ‘cultivar el maíz ni tallar una piragua’: más que adquirir unos caracteres formales, entra en una zona de vecindad. De igual modo, según Kafka, el campeón de natación que no sabía nadar […] Se deviene tanto más animal cuanto que el animal muerte; y, contrariamente, a un prejuicio espiritualista, el animal sabe morir y tiene el sentimiento o el presentimiento correspondiente. La literatura comienza con la muerte del puerco espín, según Lawrence, o la muerte del topo, según Kafka: ‘nuestras pobres patitas rojas extendidas en un gesto de tierna compasión’ (CC 11-12). En los cuentos de Kafka relativos a animales se observa así también un intento de encontrar una salida, una línea de fuga que resultará, a la postre, insuficiente, porque el devenir-animal se convierte en el devenir-muerte, como sucede en La madriguera o La transformación. Es por ello que Kafka tendrá que abandonar los relatos para sustituir el devenir-animal por un dispositivo más complejo como sucede en sus tres grandes novelas. Sin embargo, esto no significará la desaparición del devenir-animal: “en Kafka, la construcción de una gran máquina burocrática paranoica va unida a la creación de pequeñas máquinas esquizofrénicas de un devenir-perro, de un devenir-coleóptero” (MM 40). El devenir-animal en Kafka es un procedimiento de desterritorialización: “In Deleuze and Guattari’s hands he becomes a political author, and the prophet of a future world. It would, they claim, be grotesque to oppose life and writing in Kafka. Kafka seeks to grasp the world rather tan extract impressions from it, and if he is fixated on an essential problem, it is that of escape rather than abstract notions of liberty. The tendency towards Deleuze y Kafka. Una aproximación. 30 deterritorialisation in Kafka’s work, for example is evident in this use of animals in his short stories” (PARR, ADRIAN (ed.), 2005, 135). Las características del devenir-animal para Deleuze y Guattari, tal y como nos dicen en Por una literatura menor son: 1.ª Que en el animal todo es metamorfosis; y 2.ª Que la metamorfosis es la conjunción de dos desterritorializaciones, la que el hombre impone al animal al forzarlo a huir o esclavizarlo, y la que el animal propone al hombre, al indicarle salidas en las que el hombre por sí mismo nunca habría pensado. Gregorio se vuelve cucaracha no sólo para huir de su padre, sino más bien para encontrar una salida ahí donde su padre no supo encontrarla. Los devenires-animales son así líneas de fuga y desterritorializaciones absolutas (KLM. 24). En el devenir-animal se produce en una doble dirección en la que hay un encuentro, un cruce de dos líneas de fuga: el animal y la literatura: “Al escribir se proporciona escritura a los que no la tienen, y éstos a su vez proporcionan a la escritura un devenir sin el cual no existiría, sin el cual sería pura redundancia al servicio de los poderes establecidos” (D. 53). Respecto del devenir-animal MARTÍNEZ MARTÍNEZ nos dirá que: La obra de Kafka nos muestra una serie de estos devenires animales, especialmente en sus cuentos cortos. El devenir animal en Kafka, así como las transformaciones y metamorfosis animales, son desterritorializaciones absolutas de los individuos que buscan escapar así a las grandes máquinas familiares, burocráticas, etc. Kafka produce un deslizamiento perverso de Edipo que abre al individuo en dirección a las estructuras sociales y políticas que actúan por debajo y en torno al triángulo familiar. El devenir animal es una forma de afirmar una orfandad absoluta; es el establecimiento de una máquina célibe, libre por fin de la familia y del trabajo. Este devenir se mueve entre los polos de salida esquizofrénica y la recaída en el callejón sin salida de Edipo. Los cuentos de Kafka a través de animales trazan una línea de fuga que busca una salida. En el animal todo es metamorfosis, entendiendo ésta como un conjunto de desterritorializaciones: el devenir animal es un viaje inmóvil, sin desplazamiento, un cambio imperceptible que introduce una fisura en la forma mayoritaria que constituyen los individuos. Al devenir animal el individuo describe un mapa de intensidades, pasa por un conjunto de estados diferentes que se injertan en él produciendo un proceso que reemplaza la subjetividad. En el devenir animal, el individuo humano, sin sufrir ningún cambio aparente (todo devenir es molecular e imperceptible), combina sus fuerzas con un elemento Deleuze y Kafka. Una aproximación. 31 exterior, estableciendo una línea de fuga respecto a su identidad personal (MARTÍNEZ MARTÍNEZ, 2009, 296). El devenir no es tanto personal o histórico, sino geográfico, de entradas y salidas (D. 6), un nomadismo: “Les nomades n’ont pas d’histoire, ils ont seulement de la géographie. Nietzsche: ‘Ils arrivent comme la destinée, sans cause, sans raison, sans égard, sans prétexte…’ Kafka: ‘Impossible de comprendre comment ils ont pénétré jusqu’à la capitale, cependant ils sont là, et chaque matin semble accroître leur nombre…’ ” (Parnet en D 39-40). “Si nos hemos interesado tanto por los nómadas es porque son un devenir y no forman parte de la historia; son excluidos de ella pero se metamorfosean para reaparecer de otro modo, bajo formas inesperadas en las líneas de fuga del campo social” (C 242). Tampoco es que excluya Deleuze el componente edípico en estos devenires: “Claro que hay enunciados edípicos. Por ejemplo, en el relato de Kafka, Chacales y árabes, es muy fácil hacer este tipo de lectura: siempre es posible, no se corre ningún riesgo, siempre funciona, pero, eso sí, no se entiende nada. Los árabes están claramente relacionados con el padre; los chacales con la madre; y entre los dos una historia de castración representada por las tijeras oxidadas. Pero se da la circunstancia de que los árabes son una masa organizada, armada, extensiva, extendida por todo el desierto, siguiendo líneas de fuga, de desterritorialización (“están locos, verdaderamente locos”); entre los dos, en el borde, el Hombre del norte, el Hombre de los chacales. Y las enormes tijeras, ¿no son el signo árabe que conduce o lanza las partículas-chacales, tanto para acelerar su loca carrera, desprendiéndolas de la masa, como para devolverlas a esa masa, dominarlas y excitarlas, hacerlas girar? Aparato edípico del alimento: el camello muerto; aparato contraedípico de la carroña: matar los animales para comer, o comer para limpiar las carroñas. Los chacales plantean bien el problema: no es un problema de castración, sino de “limpieza”, la prueba del desierto-deseo. ¿Qué prevalecerá, la territorialidad de la masa o la desterritorialización de manada, bañando la líbido todo el desierto, como cuerpo sin órganos en que se desarrolla todo el drama?” (MM 43). Pero lo importante en todo caso es entender que los sistemas de poder, en cuanto mecanismos de represión, nos apartan del deseo. Y esto Deleuze lo aplica tanto a los sistemas despóticos como democráticos: “Pues a los perros, según las observaciones de Kafka, les gusta que el deseo despose estrechamente a la ley en el puro agotamiento del instinto de muerte, antes que oír a, es cierto, hipócritas doctores que explican lo que quiere decir todo esto. Pero todo esto, el desenvolvimiento del significado democrático o el Deleuze y Kafka. Una aproximación. 32 enrollamiento del significante despótico, forma parte, no obstante, de la misma cuestión, ora abierta y ora rayada, la misma abstracción continuada, maquinaria de represión que siempre nos aleja de las máquinas deseantes” (AE. 220). Deleuze distingue pues claramente entre devenir e historia: “El devenir no es la historia, la historia designa únicamente el conjunto de condiciones (por muy recientes que sean) de las que hay que desprenderse para ‘devenir’, es decir, para crear algo nuevo” (C 237). Para Deleuze lo más revolucionario no será el movimiento lineal y de oposición de una revolución, sino el “devenir revolucionario” (NÚÑEZ, 2010b, 114). Kafka puede ser así considerado un nómada más ya que en él se da un doble flujo: “el de un burócrata de inmenso porvenir, conectado con los dispositivos reales que se están creando; y el de un nómada que huye en la forma más actual, que se conecta con el socialismo, el anarquismo, los movimientos sociales.” (KLM. 64). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 33 6. EL MASOQUISMO EN LA OBRA DE KAFKA A LA LUZ DE DELEUZE. No es nuevo afirmar que el masoquismo está presente en la obra de Kafka. 38 A veces explícitamente y otras de forma encubierta a través de alguno de sus rasgos característicos como es la suspensión o dilación del objeto deseado. En este apartado sólo haremos referencia a algunos textos de Kafka en relación con el tema relacionándolos con Deleuze, fundamentalmente con su Presentación de Sacher-Masoch, pero también con otras obras. Un prius es el concepto de masoquismo. Aunque “tanto se nos ha hablado de la unidad sado-masoquista que hemos acabado por creerlo” (SM 14), el masoquismo es diferenciado cuidadosamente por Deleuze del sadismo, rechazando el tópico de la conducta “sado-masoquista” 39 , ya que ambos a principios distintos y no necesaria — incluso no frecuentemente—, concurrentes. Es, entendemos, el caso de Kafka donde no se incide en la actitud sádica, sino en la masoquista. Recordemos que, incluso en el aparentemente más “sádico” relato, En la colonia penitenciaria, el prisionero vuelve voluntariamente a la máquina después de haber estado correteando durante la conversación del oficial con el visitante y, finalmente, es el propio oficial el que acepta, también voluntariamente, someterse a la máquina.40 38 Anderson, M.. 1983. «Kafka and Sacher-Masoch». In: Journal of the Kafka Society of America. 7, Nr. 2, p. 4-19; Angress, R.K. 1970. «Kafka and Sacher-Masoch. A Note on the Metamorphosis'». In: Modern Language Notes. 85, S. 745-746; Kuna, F. M., «Art as Direct Vision: Kafka and Sacher-Masoch», Journal of European Studies, 2:3=7 (1972: Sept.), p. 237; Layser, M., A., «Franz Kafka’s “The Metamorphosis” and David Lynch’s Lost Highway: A Critical Comparison», Humanities 530, March 13, 2011; Schaffner, A. K. «Kafka and the Hermeneutics of Sadomasochism’, Forum Mod Lang Stud (2010) 46(3): 334-350, first published online June 18, 2010. 39 En el mismo sentido, en “Mystique et masochisme” se dice: “—Dès qu’on parle Masoch vous répondez Sade…G.D.- Forcément, puis qu’il s’agit pour moi de dissocier leur pseudo-unité!”(LID. 182). 40 Kafka escribió En la colonia en octubre de 1914, aprovechando un permiso laboral que pidió para poder dedicarse escribir. Hubo un proyecto de publicarla, junto con La condena y La transformación — relatos donde el componente masoquista es claro—, en un solo libro que se llamaría Strafen (Castigos), aunque finalmente no se llevó a cabo. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 34 Deleuze ve, en primer lugar, una relación entre Sacher-Masoch y Kafka por lo que hace a las lenguas minoritarias: “Mais voilà que Kafka met la littérature en rapport immédiat avec une machine de minorité, un nouvel agencement collectif d’énonciation pour l’allemand (un agencement de minorités dans l’empire autrichien, c’était déjà, d’une autre façon, l’idée de Masoch)” (D 146). En el mismo sentido: “Masoch, de origen bohemio, está tan ligado a las minorías del imperio austriaco como Kafka, el judío checo” (KLM. 97). El masoquismo no está vinculado tanto a un componente psicoanalítico como a la concepción ontológico-estética de la obra de arte. Deleuze ve en la obra de arte síntomas de lo que sucede en el mundo. Es lo que le sucede a Masoch, pero también a Kafka: “— Maintenant que vous m’y faites penser, il me semble aussi que dans l’œuvre de Kafka […] G. D. — Surement ” (“Mystique et masochisme”, LID, 183). De ahí que en la obra, incluso en la que no tiene contenido explícitamente masoquista, se de den elementos propios del masoquismo como decíamos más arriba: uno de los más importantes es la dilación, la suspensión que, aunque pueda ser por supuesto suspensión física, también es suspensión del tiempo, en forma de un aplazamiento ilimitado: “Masoch es el escritor que convierte el suspense en el resorte novelesco en estado puro, casi insoportable. La complementariedad contrato-suspense infinito desempeña en Masoch un papel análogo al del tribunal y el ‘aplazamiento ilimitado’ en Kafka: un destino diferido, un juridismo, un juridismo extremo, una Justicia que en ningún modo se confunde con la ley” (“Re-presentación de Masoch”. En: CC 79). Textos como El proceso, La condena o La colonia penitenciaria —a la que dedicaremos particular atención más tarde—, son fácilmente interpretables en términos masoquistas. Incluso algunos textos privados lo son también: ¿no es posible así ver en la Carta al padre la denegación de que nos habla Deleuze (SM 122-123) que lo es, a la vez, del superyo y del padre y que confía el poder en la madre (SM 125), con todas las connotaciones edípicas que queramos? Un de los textos donde ser observa claramente el componente masoquista es en La transformación. Deleuze nos dice en Crítica y clínica respecto a él que: “En su biografía de Sacher Masoch (Laffont, pág. 305). Bernard Michel pone de manifiesto que el nombre mismo del héroe de La metamorfosis, Gregor Samsa, es probablemente un homenaje a Masoch: Gregorio es el seudónimo que adopta el héroe de la Venus, y Samsa parece en efecto un diminutivo o un anagrama parcial de Sacher-Masoch. No sólo los temas ‘masoquistas’ abundan en Kafka, sino que el problema de las minorías en el imperio Deleuze y Kafka. Una aproximación. 35 austrohúngaro impulsa ambas obras. No por ello deja de haber grandes diferencias entre el juridismo de tribunal en Kafka y el juridismo de contrato en Masoch” (CC 80). Más adelante, Deleuze relaciona esta suspensión de El proceso con un afuera: “Kafka por su parte plantea la deuda infinita en la ‘absolución aparente’, el destino diferido en el ‘aplazamiento ilimitado’, que hacen que los jueces se mantengan más allá de nuestra experiencia y de nuestra concepción” (CC 177). Pero también hay que poner de relieve otro dato en La transformación que nos parece muy significativo y es la referencia a la fotografía de la señora con boa y manguito de piel que está en la habitación de Georg que se produce en dos momentos del relato: Por encima de la mesa, sobre la que había un muestrario de telas desplegado —Samsa era un viajante de comercio—, colgaba un retrato que él había recortado hacía poco de una revista ilustrada y puesto en un precioso marco dorado. Representaba a una dama con un sombrero y una boa de piel que, bien erguida en su asiento, alzaba hacia el espectador un pesado manguito, también de piel, en el que había desaparecido todo su antebrazo” (O. C., III, 87). Cambió cuatro veces la dirección de su marcha, sin saber muy bien qué debía salvar primero; cuando vio, colgado llamativamente en la pared ya vacía, el cuadro de la mujer envuelta en pieles, se arrastró presuroso hasta él y se pegó contra el vidrio, que lo sostuvo y alivió el ardor de su vientre. Al menos ese cuadro, que Gregor tapaba ahora totalmente, no se lo quitaría nadie. (O. C., III, 118-119) Es difícil también, creemos, no ver componentes masoquistas en El desaparecido. El encuentro de Karl con la joven Klara, hija de Pollunder, amigo del tío de Karl, deriva en una escena propia de una fantasía masoquista: Sin embargo, tras un instante de inmovilidad silenciosa y descuidada, sintió de nuevo contra su cuerpo la fuerza creciente de ella, que se liberó, lo agarró con una llave de brazos bien aplicada, rechazó las piernas de él con una posición de pies de alguna extraña técnica de lucha y, recuperando el aliento con magnífica regularidad, lo empujó contra la pared. Allí, sin embargo, había un diván, sobre el cual dejó a Karl, diciéndole, sin inclinarse demasiado sobre él: ‘Ahora muévete si puedes’ […] dejando deslizar una de sus manos hasta el cuello de él, que empezó a apretar con tanta fuerza que Karl era totalmente incapaz de hacer otra cosa que tratar de tomar aliento, mientras ella le ponía la otra mano en la mejilla, se la tocaba como probando, y la volvía a Deleuze y Kafka. Una aproximación. 36 levantar, cada vez más alto, dispuesta a darle una bofetada en cualquier momento. ‘¿Qué te parecería’, preguntó, ‘si para castigar tu comportamiento con una señora, te mandara a casa con una buena bofetada? […] siento unas gana enormes de darte una bofetada ahora que estás ahí echado […] Y entonces, naturalmente, no me contentaré con una bofetada, sino que te daré a derecha y a izquierda, hasta hincharte la cara’ ” (O. C., I, 252-253). Incluso no es imposible ver en la figura del novio de Klara, Mack (O. C., I, 270271), un trasunto de Papadopolis, “El griego” de La Venus de las pieles. 41 Incluso Karl, enviado de nuevo a ver a Klara, afirma refiriéndose al criado que lo acompaña: “parece creer que tengo que ir a ver a la señorita Klara como castigo” (O.C., I, 267). BEGLEY se pregunta de qué pueden ser culpables Georg, Gregor, Joseph K. y Karl 42. Concluye que es posible que lo sean por no tener un manejo adecuado de la vida social y, en concreto, de la sexualidad, relacionada a su vez con la figura paterna que parece ostentar el monopolio de la vida sexual y familiar. Efectivamente, Georg se enfrenta al padre con motivo de su noviazgo; Gregor intenta evitar por todos los medios que Grete le quite una fotografía de una dama con gorro y estola de piel, como hemos visto. Karl es cierto que es considerado inocente por Kafka, a diferencia de Josef K.,43 pero de hecho es castigado con el destierro a América por un affaire con una sirvienta; y, finalmente, Joseph K. ha sido visto en muchas ocasiones como el trasunto del propio Kafka tras ser declarado culpable por el “tribunal del hotel” (en referencia al “consejo de familia” que expulsó a Kafka —otra vez la exclusión— por comportamiento con Felice). Pero si Kafka parte para la construcción de todo su dispositivo de que “el principio por el cual me rijo es: la culpa está siempre fuera de duda” (Franz Kafka, En la Colonia Penitenciaria, O.C., III, 151), Deleuze y Guattari no están de acuerdo con que exista una culpa previa y originaria. Al contrario, la culpa la crean los propios dispositivos. En este sentido “tal hacer de Deleuze supone una deconstrucción crítica de la paranoia instituida: el 41 SACHER MASOCH, LEOPOLD VON, La Venus de las pieles, Madrid: Alianza, 1975, 172 y ss. 42 BEGLEY, L, El mundo formidable de Franz Kafka. Ensayo biográfico, Barcelona, Alba, 2009, p. 171 y 43 «Rossmann y K., el inocente y el culpable, a la postre ajusticiados ambos, sin distinción, el ss. inocente con mano más leve, más bien empujado a un lado que derribado a golpes» (Diario, anotación de septiembre de 1915, O.C., II, 573). Sin embargo, en El proceso, Josef K. defiende su inocencia: «Sobre todo, si quería lograr algo era necesario rechazar de antemano toda idea de una posible culpa. No había ninguna culpa» (O.C., I, p. 568); «“¿Es usted inocente?”, preguntó [el pintor Titorelli]. “Sí”, dijo K.» (O.C., I, 589). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 37 juez, la culpa, la deuda, las representaciones de los estafadores, los hombres superiores, el espíritu de la negación y del resentimiento, o la hegemonía del Yo con todas sus cárceles, guerras y manías.” (NÚÑEZ y OÑATE, 2004, 274). Los interminables aplazamientos kafkianos que observamos en sus obras: el Castillo que nunca se alcanza o la sentencia que nunca llega y que incluso es posible que pueda no llegar, según le anunciaba su abogado a Joseph K.; o, también, los aplazamientos que en su propia vida establece (v. gr. en la torturante correspondencia de su relación a Felice)44, podrían perfectamente estar vinculados a ese aspecto masoquista que pone de relieve Deleuze y que es la suspensión: “El hecho de la expectación (espera) y de la suspensión es esencial al masoquismo […] El masoquismo hace siempre referencia al retardo, a la demora […] El masoquista es más bien el moroso, el que vive la espera en estado puro” […] “El masoquista retrasa el placer todo el tiempo que sea necesario hasta que el dolor, esperado también, otorgue su consentimiento” (SM 73-74). El propio Kafka le dice a Felice en su correspondencia que su ideal de vida es trabajar en un sótano donde no hablara con nadie y en el que Felice le dejara la comida en el suelo a la puerta de la habitación. Texto que puede ser interpretado tanto como voluntad de aislamiento como sentimiento de exclusión y humillación masoquistamente aceptado. 44 “Volviendo a Kafka, Felice es inseparable de una cierta máquina social y de las máquinas parlantes cuya firma representa; ¿cómo no iba a pertenecer a ese tipo de organización, a los ojos de Kafka, fascinado como está por el comercio y la burocracia? Pero al mismo tiempo, los dientes de Felice, los grandes dientes carnívoros la hacen pasar según otras líneas a las multiplicidades moleculares de un devenir-perro, de un devenir-chacal… Felice, inseparable del signo de las máquinas sociales modernas, las suyas y las de Kafka (aunque no son las mismas), y de las partículas, las pequeñas máquinas moleculares, de todo el extraño devenir, del trayecto que Kafka hará y le obligará a hacer a través de su perverso aparato de escritura” (MM 42). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 38 7. KAFKA, LA BUROCRACIA Y EL DERECHO Resulta muy complicado diferenciar los aspectos jurídicos, filosóficos, sociológicos y políticos en la obra de Kafka45. Pero entre sus temas ocupa un lugar relevante la consideración del poder y de la burocracia46 —en la que el propio Kafka estuvo integrado—. Y ello porque es el poder el que elabora las normas y los burócratas los que la aplican ley47. En este sentido, tradicionalmente se ha considerando a Kafka como anticipador de un mundo burocratizado e inhumano48. Las influencias de Alfred Weber (1968-1958), profesor de Kafka, y Max Weber (1864-1920)49, son fundamentales, pero también es apasionante comprobar sus correspondencias con el pensamiento de Kracauer 45 Se ha apuntado que Kafka anticipó los totalitarismos del siglo XX. En este sentido es representativa la aseveración de Primo LEVI de que “Kafka tenía una sensibilidad animal, como se dice de las serpientes que prevén los terremotos» («Una agresión llamada Kafka». En: Entrevistas y conversaciones. Barcelona: Península, 1998, 153); o Hanna ARENDT cuando lo sitúa en el momento del cambio de la dominación burocrática al totalitarismo moderno. Kafka, nos dice esta autora, «recurrió al gran poder de su imaginación para extraer todas las conclusiones necesarias, para completar lo que la realidad había en cierto modo olvidado llevar a la luz del día» (Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza Editorial, 4.º reimp. de la 1.ª ed., 2010, 359-360). 46 “De todos los escritores, Kafka es el mayor experto en materia de poder; lo ha vivido y configurado en cada uno de sus aspectos […] El auténtico objetivo de su vida consiste en sustraerse al poder en cualquiera de sus formas, lo presiente, reconoce, señala o configura en todos aquellos casos en que otras personas lo aceptarían como algo natural” (CANETTI, E., El otro proceso de Kafka. Barcelona: Muchnik, 1981, 2.ª ed., 140 y 152). Aunque nos resultan también muy seductoras las palabras de escritor Carlos FUENTES: “Y doy una explicación kafkiana a esa pregunta importantísima sobre qué es el poder: en El proceso, Kafka insinúa que el poder no existe, que lo inventamos nosotros, que le damos poder a alguien que no lo tenía, nosotros se lo damos —remarca— y creemos que lo tiene, pero es nuestro. Pero eso sí, una vez que ellos lo tienen lo usan en nuestra contra, nos aplastan. Hay un gran equívoco en esto. Lo interesante en Kafka es que ese poder encarna luego en literatura. Y fue premonitorio porque predijo las dictaduras sombrías del siglo XX”. http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=34159 (consulta: 10/6/13). 47 El propio Max Weber dedica un capítulo de uno de sus libros a esta relación: vid. “Burocracia y derecho”. En ¿Qué es la burocracia? Buenos Aires: La Pléyade, 1977, 52-62. 48 GONZÁLEZ GARCÍA, J.M.ª. La máquina burocrática (Afinidades electivas entre Max Weber y Kafka). Madrid: Visor, 1989. 49 Para las relaciones entre Kafka y Alfred Weber, tomando como ejemplos el relato En la colonia penitenciaria del primero y el ensayo Los funcionarios del segundo, vid. HARRINGTON, A. “Alfred Weber’s essay ‘The Civil Servant’ and Kafka’s ‘In the Penal Colony’: the evidence of an influence”. History of the Human Sciences, 2007, v. 20, n. º 3, 41-63. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 39 (1989-1966), sólo seis años más joven que Kafka, y que otros seis años después de la muerte de Kafka publicó el importante Die Angestellten (Los empleados) (1930).50 Kafka era perfectamente conocedor tanto del funcionamiento de la administración como de la industria. Ingresó el 30 de julio de 1908 en el Arbeiter-UnfallVerschiserungs-anstalt für das Köningreich Böhmen (Instituto de Accidentes Obreros del Reino de Bohemia). Pronto fue trasladado a un departamento que se ocupaba de la protección de los trabajadores contra accidentes, lo que le obligó a conocer perfectamente el funcionamiento de las fábricas51 y a redactar gran número de informes, como veremos en un apartado específico del trabajo. Deleuze y Guattari nos dicen que “Kafka está en la frontera. Él no sólo está en el gozne de dos burocracias, la vieja y la nueva; está en el gozne de la máquina técnica y del enunciado jurídico” (KLM, 119). Como subrayamos antes, en los relatos de Kafka hay un devenir-animal que resulta una insuficiente línea de fuga. En las tres novelas de Kafka, “la máquina ya no es mecánica ni cosificada, sino que encarna en dispositivos sociales muy complejos que permiten obtener, con un personal humano, con piezas y engranajes humanos, efectos de violencia y de deseo inhumanos infinitamente más fuertes que aquellos obtenidos gracias a los animales o gracias a mecánicas aisladas” (KLM. 61); “la contabilidad, la burocracia proceden por calcos, pero también pueden ponerse a brotar, a producir tallos de rizoma, como en una novela de Kafka” (MM 20). Es en estas novelas donde entra lo administrativo, lo burocrático, lo jurídico en su cara más perversa e inhumana. 50 Sobre Kracauer, vid. especialmente KRACAUER, S., Los empleados. Barcelona: Gedisa, 2007, 140- 141, pero también KRACAUER, S., «Franz Kafka» en Construcciones y perspectivas. El ornamento de la masa 2, Barcelona, Gedisa, 2009, 81-94. 51 Recordemos también que Kafka era socio de una fábrica de asbesto familiar, en la que tuvo ocasiones sobradas de conocer el funcionamiento y condiciones de la producción fabril. Tampoco debemos olvidar que Felice Bauer trabajaba para una fábrica de parlógrafos en Berlín y Kafka seguía con atención todas las vicisitudes del trabajo de ésta, como se puede ver en muchas las cartas que le dirigió. La relación de Kafka con las fábricas (las que conoció a través de su trabajo y la familiar), ha sido analizada exhaustivamente en KOCH et al., Kafkas fabriken, Marbach, Deutsche Schillergesellschaft, 2002, con abundante material fotográfico. En el julio de 2003, el mismo Koch organizó la exposición “Kafkas fabriken/Kafkovy tovarny” en Museum für nationales Schrifttum en Praga-Strahov. http://www.radio.cz/de/rubrik/tagesecho/die-ausstellung-kafkas-fabrikenkafkovy-tovarnydeckt-eine-ueberraschend-sachliche-facette-des-deutschsprachigen-prager-genies-franz-kafka-auf 27/11/10). (consulta: Deleuze y Kafka. Una aproximación. 40 Kafka era precisamente la persona más indicada para hablar de lo burocrático (era empleado público) y de lo jurídico (era abogado): “Personne mieux que Kafka n’a montré ces deux faces complémentaires de tout agencement. S’il y a un monde kafkaïen, ce n’est certes pas celui de l’étrange ou de l’absurde, mais un monde où la plus extrême formalisation juridique des énoncés (questions et réponses, objections, plaidoirie, attendus, dépôt de conclusions, verdict) coexiste avec la plus intense formalisation machinique, la machination des états de choses et de corps (machine-bateau, machine-hôtel, machinecirque, machine-château, machine-procès). Une seule et même fonction-K., avec ses agents collectifs et ses passions de corps, Désir.” (D. 86). Como nos enseñó Foucault, en un momento dado las sociedades disciplinarias (basadas en la tortura y el encierro) dejaron paso a las sociedades de control. “Kafka, que se hallaba a caballo entre estos dos tipos de sociedad, describió en El proceso sus formas jurídicas más temibles: la absolución aparente (entre dos encierros), típica de las sociedades disciplinarias, y el aplazamiento ilimitado (en continua variación) de las sociedades de control son dos formas de vida jurídicamente muy distintas” (C. 281-282). Estas nuevas sociedades no necesitan ya lugares cerrados, cárceles piranessianas, sino maquinarias o dispositivos para dicho control. Deleuze y Guattari en su propuesta sobre la producción de Kafka, demuestran lo que era su tesis inicial, es decir, la primacía de la enunciación sobre el enunciado, de modo que éste no existe sino a partir de un previo sujeto de la enunciación. Habrá así un dispositivo maquínico que es a la vez máquina, enunciado y deseo. El enunciado es producido por un dispositivo maquínico de deseo (a la vez individual y colectivo), pero ese enunciado “es siempre jurídico, es decir, se hace según reglas”. Incluso cuando se intenta destruir el dispositivo, la forma de destruirlo será a través de un proceso jurídico, es decir, regulado. La ventaja de Kafka es que está en “el gozne de la máquina técnica y del enunciado jurídico”. Y ello por conocer la máquina-artefacto (véanse los informes sobre aparatos que realizó Kafka y también su interés por la máquina, empezando por los parlógrafos con los que trabajaba Felice y que tanto despertaban su curiosisidad) y también el enunciado jurídico, lo que le permite realizar esa unión de deseo-máquinaenunciado (KLM, 118-119). Lo abstracto y lo subjetivo no son incompatibles, sino al contrario: “Pour en rester aux deux grands cas sommaires que nous avons distingués, le régime signifiant despotique et le régime passionnel subjectif, comment ils se combinent chez Kafka —le Château comme centre despotique irradiant, mais aussi comme succession de Procès finis dans une suite de pièces contiguës.” (D 144). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 41 Llama poderosamente la atención en Kafka que nos hable de un mundo regido por normas que no son conocidas para los administrados, que son arbitrarias, no públicas, etc. Pero Kafka vivía en un mundo en el que estaban garantizados —al menos formalmente—, los derechos fundamentales procesales que se habían incluido ya en las declaraciones de derechos americana y francesa. Es decir, los principios básicos del derecho punitivo moderno —tanto en el ámbito penal como procesal penal—, estaban perfectamente establecidos en Alemania y Austria cuando Franz Kafka estudió y ejerció su profesión y lo que se debatían eran cuestiones técnico jurídicas muy específicas.52 Sin embargo, estos principios básicos del derecho son cuestionados en muchas ocasiones en la obra de Kafka. ¿Por qué motivo? 53 Deleuze nos dice a este respecto lo siguiente: “Y lo que cuenta en los Estados de derecho no son los derechos adquiriros y codificados, sino todo lo que actualmente es problemático en el seno del derecho y que hace que lo adquirido corra siempre el riesgo de volver a ser cuestionado. No nos faltan hoy problemas de este género, el código civil hace aguas por todas partes, y la crisis del código penal es comparable a la de las prisiones. Lo que crea derecho no son los códigos ni las declaraciones sino la jurisprudencia” (C 244). El derecho no es algo fijo ni cercano, como se puede observar perfectamente en el famoso texto “Ante la ley” de Kafka que es la inútil espera a que la ley nos muestre el camino, lo cual no sucede porque la ley, diríamos parafraseando, “gusta de ocultarse”. “Nadie como Kafka ha sabido mostrar que la ley no tiene nada que ver con una totalidad natural armoniosa, inmanente, sino que actuaba como unidad formal eminente y bajo ese concepto reinaba sobre fragmentos y pedazos (la muralla y la torre). Además el Estado no es primitivo, es origen o abstracción, es la esencia abstracta originaria que no se confunde con el comienzo” (AE. 205). Pero si la ley es insuficiente, se desplaza el problema a la jurisprudencia —y lo estamos experimentando en nuestras carnes en estas épocas—, que sustituye la voluntad del legislador por la del juez cuando, según Montesquieu el juez sólo debería ser la boca 52 Es evidente que Kafka conocía los procedimientos penales alemán y austriaco de la época (BANAKAR, R., «In Search of Heimat: A Note on Franz Kafka's Concept of Law». Law & Literature, Vol. 22, No. 2, Fall 2010). http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1574870, consulta : 11/12/10) 53 BEGLEY, L, apunta a la existencia de una burocracia propia del imperio Austro-húngaro y un conde de West-West representando al lejano Francisco José, pero se pregunta porqué K renuncia en su via crucis final a la oportunidad de escapar al sistema del tribunal (El mundo formidable de Franz Kafka. Ensayo biográfico. Barcelona: Alba, 2009, 208). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 42 que pronuncia las palabras de la ley. Ahora las leyes pasan a un segundo plano ante el político y ante el juez. Deleuze nos dice comentando un texto de Kafka de La muralla china relativo a lo ignoto de las leyes: “Lo que equivale a decir la ley, puesto que unas leyes que no se conocen apenas se diferencian. La conciencia antigua habla de leyes, porque nos hacen conocer el Bien o lo mejor en tales o cuales condiciones: las leyes dicen lo que es el Bien del que resultan. Las leyes son un ‘segundo recurso’, un representante del Bien en un mundo abandonado por los dioses. Cuando el auténtico Político no está, deja directrices generales que los hombres deben conocer para comportarse. Las leyes son pues como la imitación del Bien en tal o cual caso, desde el punto de vista del conocimiento” (CC 50). Uno de los elementos de lo jurídico que ya anticipamos al hablar del masoquismo es la infinita dilación. La dilación del juicio la expresa Deleuze diciéndonos que “cuando el tiempo se sale de sus goznes, tenemos que renunciar al ciclo antiguo de las faltas y de las expiaciones para seguir la senda infinita de la muerte lenta, del juicio diferido o de la deuda indefinida. El tiempo no nos deja otra alternativa jurídica sino la de Kafka en El proceso o bien la ‘absolución aparente’ o bien la ‘prórroga ilimitada’ ” (CC 51-52). Y en su Foucault: “Algo similar a la ‘moratoria ilimitada’ en Kafka, que ya no necesita arresto ni condena” (F 69). La maquinaria jurídica se extiende por toda la obra de Kafka. Deleuze y Guattari hacen referencia también al carácter judicial que adquiere La condena. Al tratar de lo que denominan “triángulos opresores” —que no son sino una extensión del triángulo edípico padre-madre-hijo—, subrayan un triángulo que aparece en La condena: “En La condena el amigo de Rusia ocupa el lugar de uno de los términos del triángulo y lo transforma en un aparato judicial o de condena” (KLM, 22). También las cartas de Kafka para Deleuze y Guattari destilan enunciación jurídica ya que “son parte integrante de la máquina de escritura o de expresión” (KLM, 54). En este sentido —continúan estos autores— existe un enorme paralelismo entre las respectivas correspondencias epistolares de Kafka y Proust relativas a sus relaciones sentimentales, ya que ambas tratan de evitar la proximidad de la relación conyugal, pero mientras en Proust predomina un estilo “mundano-diplomático”, en Kafka el estilo es “jurídico-leguleyo” KLM, 54). Guattari nos dice también en su cuidado estudio Sesenta y cinco sueños de Kafka que “Antes de convertirse en el horrible instrumento de ‘La colonia penitenciaria’, la máquina de cartas se sueña bajo la forma de un personaje mágico: un cartero que mueve los brazos ‘como las bielas de una máquina de vapor’ y le entrega dos cargas, que engendran a su vez un flujo ininterrumpido de hojas escritas por Felice” (GUATTARI, 2009, 22). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 43 Kafka habla del ‘tribunal del hotel’, como hemos dicho antes, y califica a su novela de ‘proceso’ en el diario. También usa el término ‘proceso’ —junto al de ‘juez’— cinco años más tarde en la Carta a “…este terrible proceso que se desarrolla entre tú y nosotros, ese proceso en el que te empeñas en proclamarte juez…” (Carta al padre, II, O.C., 830). El mundo jurídico de Kafka, aunque está perfectamente estructurado, también da pie a la indiferenciación: “Su obra no obstante hace coexistir, reaccionar a uno sobre el otro y pasar de uno a otro dos mundos o dos cuerpos: un cuerpo del juicio con su organización, sus segmentos (contigüidad de las oficinas), sus diferenciaciones (ujieres, abogados, jueces…), sus jerarquías (clases de jueces, de funcionarios); pero también un cuerpo de justicia en el que corren los segmentos, se pierden las diferenciaciones y se difuminan las jerarquías, no conservando más que unas intensidades que componen zonas inciertas, que las recorren a toda velocidad y se enfrentan en ellas a unas potencias, sobre este cuerpo anarquista devuelto a sí mismo (‘la justicia no quiere nada de ti, te coge cuando vienes y te deja cuando te vas…’ )” (CC 183-184). Se ha subrayado que, ante tanto despropósito, Kafka se defendía con el humor y la ironía. 54 Esta es también la postura de Deleuze: No queda más que la indeterminación de la ley, por un lado, y la precisión del castigo por otro. Por eso, la ironía y el humor adquieren una nueva fisonomía más moderna: siguen siendo elementos de la ley, pero la piensan, ahora, en la indeterminación de su contenido y en la culpabilidad del que se somete a ella. En este sentido, Kafka confiere al humor y a la ironía valores propiamente modernos en relación con el cambio del nuevo estatuto de la ley. Cuenta Max Brod que cuando Kafka leyó El Proceso, a sus oyentes les dio un ataque de risa, del que no se libró ni el mismo Kafka. Puede ser una risa tan extraña como aquella que acogió la muerte de Sócrates (SM, 87). 54 DENTAN, M., Humour et création littéraire dans l’œuvre de Kafka, Genève-Paris, Libraire E. Droz- Librairie Minard, 1961; REISS, H. S., «Franz Kafka's Conception of Humour», Modern Language Review, 44 (1949), p. 534; STORA-SANDOR, J., «Devenir el otro: “Informe para una academia” de Franz Kafka» y «Del verdadero fracaso a la falsa victoria: “La metamorfosis” de Franz Kafka», en De Job a Woody Allen. El humor judío en la literatura, Buenos Aires, Editorial Biblos-Editorial Almagesto, 2000, pp. 144-153 y 291-303; V.V.A.A. El humor absurdo. Antología ilustrada, Buenos Aires, Editorial Brújula, 1967: BRETON, A., «Franz Kafka», en Antología del humor negro, Barcelona, Anagrama, 1972; COSTA, R. DE, El humor en Borges, Madrid, Cátedra, 1999. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 44 En otro lugar, pero en parecido sentido, añade Deleuze lo siguiente: Et aussi, en ignorant sa puissance et son génie comiques, d’où l’œuvre tire généralement le maximum de son efficacité anti-conformiste. (Nous préférons parler des angoisses et de l’aspect tragique.) En vérité, l’on n’admire pas Kafka si l’on ne rit pas souvent en le lisant” (JJR, 73). Y un poco más adelante: “Même Max Brod, pourtant, raconte comment les auditors avaient le fou rire quand Kafka lisait Le Procès [ …] Le rire-schizo ou la joie révolutionnaire, c`est ce qui sort des grands livres, au lieu des angoisses de notre petit narcissisme ou des terreurs de notre culpabilité (LID, 359). 8. EN LA COLONIA PENITENCIARIA Como ya dijimos, hubo un proyecto de publicar este relato junto con La condena y La transformación, en un volumen que se llamaría Strafen (Castigos), aunque finalmente no se llevó a acabo. El propio Kafka hizo una lectura pública de la obra en Munich que, por lo escabroso del tema y de su tratamiento, provocó perplejidad e incluso desmayos entre el público asistente. Por fin, el relato fue publicado autónomamente en 1919 por la editorial de Kurt Wolf en Leipzig. La narración trata de una colonia de castigo o colonia penitenciaria (Strafkolonie), situada en una isla a la que un viajero acude en misión exploradora. Casi todo el relato se centra en un complejo aparato de tortura que inscribe en la piel de los condenados el precepto que han infringido. Sus personajes son el ya fallecido “antiguo comandante” que implantó el sistema de tortura convirtiéndolo además en un espectáculo —que nos recuerda vivamente la descripción de la tortura narrada por Foucault en el comienzo de Vigilar y castigar— 55; el oficial a cargo de la máquina e imbuido de las mismas ideas de 55 Sobre las relaciones de Foucault con Kafka tomando como punto de partida En la colonia penitenciaria, vid. el muy reciente trabajo “Introduction and Methodology: Foucault and Kafka”, en: CURTIS, C., Justice, Punishment, and docile bodies: Michel Foucault and the fiction of Franz Kafka, The Florida State University. College of Arts and Sciencies, Degree Awarded, Spring Semester, 2010, pp. 1-30. Pero ya con anterioridad se Deleuze y Kafka. Una aproximación. 45 autoridad que tenía el antiguo comandante; el nuevo comandante, que no está de acuerdo con esta práctica que sólo tolera, y, finalmente, el viajero que contempla con aversión el espectáculo, pero manteniendo la distancia amparándose en su condición de extranjero; finalmente está el torturado y el soldado que lo vigila que adoptan más bien un papel secundario ya que toda la acción se centra en el diálogo entre el oficial y el viajero. El germanista Mueller-Seidel ha estudiado extensamente las posibles fuentes del relato.56 Hay consenso en que El jardín de los suplicios de Mirbeau57 es una de las fuentes del relato. En cuanto a las interpretaciones del miamo, son innumerables como las de todas las obras de Kafka. BOURDIEU relaciona la inscripción de la norma incumplida en el cuerpo del condenado con la interiorización de un orden social que se aprende por el cuerpo. En este orden no sólo está incluida la normalización ejercida por la disciplina de las instituciones, sino los condicionamientos materiales de la existencia: «el fragmento de In der Strafkolonie donde Kafka cuenta que graban en el cuerpo del trasgresor todas las letra de la ley que ha había relacionado a Foucault y Bentham con En la colonia en: REPETTO, D., “El cuerpo de los condenados. Una lectura de En la colonia penitenciaria de Kafka”, http://derecho-a-replica.blogspot.com/2009/05/el-cuerpo-de-los-condenados-una-lectura.html (consulta: 10/5/13). 56 Vid. la reseña de José GRAU a su libro sobre La deportación de los seres humanos (ABC 25-10-97, p. 69). MUELLER-SEIDEL parte del libro de Hans Gross, profesor de Kafka, que publicó en 1905 un libro titulado «La degeneración y deportación de los seres humanos» en el que habla de la deportación de “hombres y mujeres inferiores” y que fue criticado por el propio hijo del autor Otto Gross. También cita un escrito del criminólogo Robert Heindl; un ensayo de Albred Weber, también profesor de Kafka como vimos; y El jardín de los suplicios de Mirbeau. 57 Aunque este libro no se encuentra entre los libros que se conservan de la biblioteca de Kafka, sí que están otros dos libros de Mirbeau: Laster und andere geschichten (1903) y Enthüllungen einer Kammerzofe (1901) (Le Journal d'une femme de chambre, 1900) (vid. BORN, J., Kafkas Bibliothek, Frankfurt am Main, S. Fischer, p. 42), por lo que está claro que Kafka conocía al autor y su obra. Compárese el relato de la tortura relatada por Kafka con el realizado por Mirbeau en el capítulo VI del Jardín de los suplicios (Madrid, Cupsa, 1977, pp. 157159), que concluye con estas frases del verdugo a los visitantes, tras haber terminado su “trabajo”: «hoy día ya no sabemos lo que es realmente el suplicio… Aunque me esfuerce por conservar las tradiciones auténticas…, estoy agobiado…, y yo sólo no puedo frenar la decadencia […] Porque yo hago lo más que puedo, como ya han visto ustedes, para restablecer nuestro prestigio abolido… Porque yo soy un viejo conservador…, un nacionalista intransigente…, y me repugnan todas estas prácticas, todas estas modas nuevas que, con el pretexto de la civilización, nos traen los europeos y, sobre todo, los ingleses». Resulta imposible —a nuestro juicio—, no ver el paralelismo con las explicaciones que el oficial da al viajero sobre la justificación de la tortura en En la colonia… Deleuze y Kafka. Una aproximación. 46 transgredido “radicaliza y literaliza con una brutalidad grotesca”, como sugiere E. L. Santner, la cruel mnemotécnica a la que, como traté de mostrar, recurren a menudo los grupos para naturalizar lo arbitrario y —otra intuición kafkiana (o pascaliana)— conferirle de ese modo la necesidad absurda e insondable que se oculta, sin más allá, tras las instituciones más sagradas». 58 Lyotard 59 realiza una apasionante interpretación del texto en la que distingue los tres sentidos etimológicos de praescriptio (pre-inscripción, ordenación y dilación temporal). Este autor distingue el “estado moral” del “estado legal”. El primero es el primigenio: es el estado en el que nacemos, antes del conocimiento de la ley a través del lenguaje. El cuerpo es culpable, porque ha nacido “antes de la ley”, “fuera de la ley”, pero precisamente porque esta ley no era todavía conocida, nuestra culpabilidad es inocente. Por eso, no es necesario un debate sobre ella. La culpa es indiscutible, como afirma el oficial. La ley es una ley moral frente a la inocencia y, a fin de reparar la culpa, la moral debe ser necesariamente cruel (esta crueldad se expone además pública, teatralmente). Lyotard identifica así la tortura de En la colonia con la educación moral frente a una especie de estado natural, anterior a la moralidad. Si el oficial y el fallecido antiguo comandante representan la antigua ley moral, caída en desgracia, el nuevo comandante repudia la máquina y la crueldad. Éste representa así un nuevo modo de entender la justicia, un modo político de hacerlo en el que se delibera (hay tribunal, acusación y defensa, respeto a los derechos del hombre). El viajero participa también de esta nueva justicia en la que la comunidad se asocia de otra manera, en la deliberación y la tolerancia. LYOTARD, sin embargo, deja el debate abierto sobre esta dualidad de justicias, e incluso apunta una posible convivencia entre ambas en ámbitos distintos (moral y político). Deleuze relaciona también máquina-escritura-ley: “Como en la máquina de La colonia penitenciaria, la sanción escribe el veredicto y la regla. Por más que el cuerpo se libere del grafismo que le era propio en el sistema de la connotación, ahora se convierte en la piedra y el papel, la tabla y la moneda sobre las que la nueva escritura puede marcar sus figuras, su fonetismo y su alfabeto. Sobrecodificar, ésta es la esencia de la ley y el origen de los nuevos dolores del cuerpo” (AE. 219). Y relacionando En la colonia con Artaud: “Artaud dotará al sistema de la crueldad de desarrollos sublimes, escritura de sangre y vida 58 BOURDIEU, P., Meditaciones pascalianas, Barcelona, Anagrama, pp. 186-187. 59 LYOTARD, J.-F., «Prescripción», en Lecturas de infancia (Joyce, Kafka, Arendt, Sartre, Valéry, Freud). Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1.ª ed, 1997, 41-59. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 47 que se opone a la escritura del libro, como la justicia al juicio, y acarrea una auténtica inversión del signo. ¿No es acaso asimismo lo que ocurre en Kafka, cuando opone al gran libro de El proceso la máquina de La colonia penitenciaria, escritura en los cuerpos que da fe de un orden antiguo como de una justicia en la que se confunden el compromiso, la acusación, la defensa y el veredicto?” (CC. 179). En todo caso, parece claro que Kafka rechaza un determinado concepto del derecho penal y del derecho procesal: aquel en que se violan los derechos legales básicos. Así, como resulta de las respuestas del oficial a las inquisitivas preguntas del viajero, no existe la presunción de inocencia («la culpa está siempre fuera de toda duda»); no se conoce la acusación ni la sentencia («“¿Conoce su sentencia?”. “No”, repuso el oficial»); no sabe siquiera que ha sido condenado («“Pero sí sabrá que ha sido condenado, ¿verdad?); no existe posibilidad de defensa («“Entonces tampoco sabrá cómo fue asumida su defensa” […] “No ha tenido ninguna oportunidad de defenderse”»; el tribunal no ha sido nombrado regularmente («“Yo he sido nombrado juez aquí, en la colonia penitenciaria; pese a mi juventud. Pues también asesoraba al anterior comandante en todos los asuntos penales”») 60 , etc. Creo que, por encima de los motivos contextuales que pudieran dar pie al relato, Kafka subraya unas determinadas relaciones (verdugo-víctima-espectador)61 que pueden suceder en cualquier momento y lugar (al amparo o no de la legalidad), si se dan las condiciones adecuadas para ello. Además, viendo situaciones como las que, al amparo de la legalidad, acaecieron en la II Guerra Mundial y que siguen sucediendo en el siglo XXI (Guantánamo), tampoco podemos decir que sea imprescindible apelar a explicaciones metafísicas para entender el relato. MARTÍNEZ MARTÍNEZ introduce la noción de “máquina-célibe”: “La noción de máquina-célibe es de Michel Carrouges, que designa así una serie de máquinas literarias (la máquina que describe Kafka en la Colonia Penitenciaria, las máquinas artísticas de Duchamps, las máquinas poéticas de Raymond Rousel, etc.) cuyas principales características serían: 1) su relación con la máquina paranoica, especialmente con sus torturas y su sumisión a la ley, aunque no es un a máquina paranoica; 2) tampoco es una máquina milagrosa, a pesar de que la inscripción que encierra la máquina célibe esté relacionada con el placer (Voluptas) y con el sujeto. Pero este sujeto no es una persona, es más bien el eterno retorno de todos los 60 En la colonia penitenciaria, O.C. III, pp. 150-151. 61 Vid. CORBI, J., Las emociones morales y la flecha del tiempo, Azafea, v. 7, 2005, pp. 47-64 Deleuze y Kafka. Una aproximación. 48 nombres de la historia, es la disolución de la personalidad, por sobresaturación”. (MARTÍNEZ MARTÍNEZ, 1987, 144). Derrida y Guattari toman la expresión “máquinas célibes” de Carrouges, pero entendiendo que es precisamente ese carácter célibe el que permite a Kafka la producción intensiva y con conexiones colectivas. Sin embargo, estos autores encuadran En la colonia…. en el apartado que comprende los cuentos y, como todos estos, supone una línea de fuga en la triangularidad que se reflejaba en la correspondencia. Se alcanza una desterritorialización absoluta, pero sigue siendo todo ello insuficiente para salir del círculo edípico quedándose encerrado el devenir-animal. En este sentido parece que Kafka pensó un final en el que el viajero se comportaba como un perro (KLM. 54-61). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 9. 49 A MODO DE CONCLUSIÓN La relación entre Kafka y Deleuze es profunda. Deleuze encuentra en la obra kafkiana un lugar idóneo para explicitar su pensamiento filosófico. La especial biografía de Kafka, que lo situó como vimos en una tierra de nadie, pero con la condición de espectador privilegiado por su situación profesional, de un momento crucial de la historia europea que incluyó la llamada Gran Guerra y la disolución del Imperio Austrohúngaro, le permite a Deleuze articular una concepción postmoderna sobre su obra que responde a una crisis en la historia de muchos conceptos fuertes, incluyendo el de sujeto. Como hemos puesto de relieve, Kafka era perfectamente conocedor del mundo de la burocracia y del mundo capitalista por su condición de funcionario del Instituto de Accidentes Obreros del Reino de Bohemia. Tuvo ocasión de vivir la crudeza del trabajo fabril en aquellos tiempos y luchó por que los trabajadores tuvieran acceso a mejores condiciones de trabajo y a unas indemnizaciones justas en caso de accidente laboral. Como nos dice MARTÍNEZ MARTÍNEZ, “en Kafka, Deleuze explora el surgimiento de una literatura menor, de una literatura que se quiere colocar al margen de las tradiciones en cuya encrucijada se encuentra. Kafka está en la encrucijada entre dos burocracias, la nueva y la vieja, entre su germanismo, su judaísmo y su nacionalismo, siempre en el medio, como Sartre, como Proust. Por otra parte, Kafka es el creador de una literatura maquínica, de una serie fabulosa de máquinas que hace funcionar en sus novelas, la burocrática, la célibe, la penitenciaria” (MARTÍNEZ MARTÍNEZ, 1987, 42). Deleuze se plantea el debate en torno a Kafka en estos términos: “Hay que entender cosas como la gran polémica: ‘¿hay que arrojar a la hoguera a Kafka?’. Todo eso resulta inimaginable, y parece algo pueril hoy, pero era verdaderamente una atmósfera creativa” (ABC. 25) 62. Según Deleuze, Kafka refleja en sus obras “un espacio jurídico, económico o político completamente reaccionario prefabricado y asfixiante” (C. 47), y su obra “es el diagnóstico de todas las potencias diabólicas que nos amenazan” (C. 228).63 Las máquinas 62 Deleuze alude lógicamente a la encuesta “Faut-il brûler Kafka?” publicada en Action¸14 juin 1946, pp. 10 y 12-13. 63 “Deleuze and Guattari repeatedly emphasise the fact that Kafka’s solitude gives him an acutely political, and even prophetic, vision. Kafka the bachelor-machine perceives the ‘diabolical powers of the Deleuze y Kafka. Una aproximación. 50 burocráticas, jurídicas y económicas, siempre represivas del deseo, ahogan a la máquina deseante: “Ce qui est important pour nous dans Kafka, c’est justement la manière dont, à travers tous les régimes de signes qu’il utilise ou pressent (capitalisme, bureaucratie, fascisme, stalinisme, toutes les ‘puissances diaboliques de l’avenir’), il les fait fuir ou filer sur un plan de consistance qui est comme le champ immanent du désir, toujours inachevé, mais jamais manquant ni légiférant, ni subjectivant” (D. 146). ¿Será la palabra y la obra la salvación? No parece que ello sea así, en primer lugar porque “la comunicación siempre llega demasiado pronto o demasiado tarde” (QF. 33); y en segundo lugar porque “el lenguaje no es la vida, el lenguaje da órdenes a la vida; la vida no habla, la vida escucha y espera. En toda consigna, aunque sea de padre a hijo, hay una pequeña sentencia de muerte, —un Veredicto—, decía Kafka.” (MM. 82). Según Deleuze, “Kafka pensaba que teníamos tan sólo un acto de habla para vencer la resistencia de los textos dominantes, de las leyes preestablecidas, de los veredictos ya decididos” (C-2. 335), pero esto no es así. Entonces “es él el que resiste, es él el acto de resistencia” (ibid). Es la búsqueda de la “resistencia a la intolerabilidad” (NUÑEZ, 2008, 102) que nos permita vivir dignamente en estos tiempos. Y esta resistencia se basa en aquellos “acontecimientos que fulguran tras el desvanecimiento del origen. “ (NÚÑEZ y OÑATE, 2004, 278), ya que “cuando la filosofía renuncia a fundar, el afuera abjura de su trascendencia y se vuelve inmanente” (ZOURABICHVILI, 2004, 27).64 Como nos ha dicho la prof. Oñate (2012a, 18): La experiencia del pensar nos dice que este tiempo se ha mostrado tan marcadamente heideggeriano en lo filosófico-ontológico (Hanna Arend, Hans Jonas, Gadamer, Vattimo, Foucault, Deleuze —incluso a su pesar—, Derrida, Duque, Marzoa, nosotras y nosotros.... l@s divers@s hij@s de Nietzsche...) como brutalmente violento e indiferente, se ha mostrado el desarrollo global ilimitado del capitalismo nihilista óntico, en el plano de la barbarie político-económica, belicista, future’ —American capitalism, Soviet bureaucracy and European Fascism— tha are knocking on the door of his study. The literary machine enables this vision because it functions not like a mirror of the world, but rather like a watch that is running fast” (PARR, ADRIAN (ed.), 2005, 136). 64 Para este concepto de resistencia en Kafka y Deleuze, Vid.: SCHILLING, FRANCISCO (2010). “Kafka, Deleuze y la escritura como resistencia”. Octubre 2010 http://diarioelmuro.com/kafka-deleuze-y-laescritura-como-resistencia/ (consulta: 5/5/13). Deleuze y Kafka. Una aproximación. 51 por completo indiferente al expolio del planeta y a las necesidades de los más débiles y de los "otros" (incluidos la phýsis, lo ilimitado y los mundos de vida). Y es este el tiempo en que debe apelarse al pensamiento que nos llega desde el retorno del mundo griego y a través de los "neohelenistas", entre los cuales está Heidegger y Gadamer, consigamos resistir y combatir las citadas violencias, en la línea trazada también por Deleuze y su "nihilismo activo" y creativo frente al "reactivo", violento y resentido (OÑATE, 2012c, 323). Y aunque desde luego sea necesario un siglo XXI gadameriano, como apunta la misma prof. Oñate en su entrevista a Ángel Gabilondo (OÑATE, 2012b, 36), porque será el siglo de la Hermenéutica como koiné, también pueda ser como el siglo deleuziano en una koiné en que, como dice el entrevistado, Gadamer y Deleuze puedan conversar. Deleuze y Kafka pueden insertarse sin más problemas en esta lucha contra la violencia de los absolutos, del poder político y del capital, ya que ambos han descubierto los componentes maquínicos de estas fuerzas violentas y la mejor manera de vencer al enemigo es, sin duda, conocerlo bien. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.— a) Fuentes de Gilles Deleuze: —“250e anniversaire de la naissance de Rousseau. Jean-Jacques Rousseau, précurseur de Kafka, de Céline et de Ponge” (1962). Arts 872, Juin 6-12, 1962, p. 3 (publicado posteriormente en: L’Île déserte et autres textes. Textes et entretiens 1953-1974 (2002). Paris: Éditions de Minuit, 2002, 73-78). —Nietzsche y la Filosofía (1962). Barcelona: Anagrama, 5.ª ed., 1998. —Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel (1967). Madrid: Taurus, 1973. Deleuze y Kafka. Una aproximación. 52 —Diferencia y repetición (1968). Buenos Aires: Amorrortu, 2012 (tit. original: Différence et répétition (1968). Paris: PUF, 1993). —El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia 1 (1972). Barcelona: Paidós, 1985 (tit. original: L’Anti-Œdipe. Capitalisme et schizophrénie (avec Guattari) (1972). Paris: Les Éditions de Minuit, 1991). —Kafka. Por una literatura menor (1975). México: Era, 2.ª ed., 1983 (tit. original: Kafka. Pour une littérature mineure (avec Guattari) (1975). Paris: Les Éditions de Minuit, 1975) —Diálogos (1977). Valencia: Pre-Textos, 1980 (tit. original : Dialogues (avec Parnet) (1977). Paris: Flammarion, 1996. —Mil Mesetas Capitalismo y Esquizofrenia 2 (1980). Barcelona: Anagrama, 5.ª ed., 2002. —Foucault (1986). Barcelona: Paidós, 1987. —La imagen-tiempo (1985). Barcelona: Paidós, 1987. —Abecedario (con C. Parnet) (1988-1989). Transcripción. 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