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Marianne Walle Las berlinesas y sus combates

Anuncio
BERLIN
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I .r l,,r,r,r il(. l.r rrctividad en las distracciones
r,ur.rt( .r l.r tlc l;r actividad profesional 18.»
1919-1933
equivale
,l,r\ (,rr.rs tl«. l;r cxistencia en la sociedad de masas de la
ntr'tt r rl¡,,lt l¡rutlt'r'll;l crall algo más que complementarias, A la
rlrrr rlrlrr¡,¡ t'st:rlrl.r:i<la cn las fabricas y oficinas correspondía lo que
,,, lr,r ll,rnr,rrl«¡ r'l «ornamento de la masa» 1e: el taylorismo se
l¡r'rr rlrr,r rrrr'lt¡so cn la estética de los bailes de revista, con sus
rr()\'rnil('nt()s paralelos en los que se reflejaba la gestualidad del
I
MODEI{NIZACION, RACIONALIZACION Y MEDIOS DE COMUNICACION
125
Las berlinesas y sus combates
Mariarune Walle
.,.r.,
Ir.rlr;r¡o t'rr c':rclcna. Apareció una cultura nueva, la Nueva Objeti-
vrtl:rtl, t¡trc rompió con la sensibilidad expresionista y le opuso
tlistlrrci¡ fría, a veces sarcástica, que veía en la velocidad en la
(,rrrct('r;¡ cl símbolo mismo del ritmo adoptado por el ciudadano
¡rrrrrlcrnr>. Este distanciamiento, lejos de rechazar la «americanizar rír¡¡» rlc la vida cotidiana le dedicaba un homenaje admirativo.
I lclhnuth Krüger, el animador del Cabaré de los Artistas, se
[,rrrlrr cr.r su Oración tras la iglesia del Recuerdo de 1a moda
,rrrrt'ric:rna qlre se ha apoderado de los medios culturales del
uNucvo Ocste berlinés»:
rur,r
u¡(
)h, I)ios mío! Flazme americano;
r.s rrri aspiración más anhelada en este mundo.
lirr Anrórica todo es mejor que aquí, más grande
lrr¡ rt';rliclad no lo sé, pero me lo imagino...20.»
y
más rápido.
Berlín, metrópoli ffioderna, uio aparecer en l,os aitos yeinte un nueuo
tipo de mujer: con peinado a lo gargon, deportiua, liberada
sexualmente. Pero todo esto son árboles que no dejan uer el bosque.
En realidad, la mayoría de las berlinesas se ueforzada a uiuir en
condiciones de existencia difíciles y las reiuindicaciones del derecho a
la emancipación daru lugar a numerosas luchas estériles, como ocurre
en el caso de las campañas y manifestaciones contra la represión del
aborto.
E
I ',i 19 de enero de 1919, cuarro días
des-
pués del asesinato de Rosa Luxemburgo, las alemanas acuden por
vez primera a Las urnas. Cerca del 90 por ciento de las que tienen
edad de voto expresarán su opinión en el sufragio. ¿Se trata de
una gratificación otorgada a las mujeres, gracias a las cuales la
economía del país siguió su marcha durante los cuatro años de
guerra? No: el Reichstag, en manos de los Consejos obreros y
campesinos, ha concedido derechos políticos a todos los ciudadanos alemanes mayores de edad por el dec¡eto del 30 de noviembre de 1918 tan sólo por la presión de los enfrentamienros
ri',r, l,lrr,,l l(r.¡,.¡rrr.¡,ul(rrltr¡rdcrZerstreuung-UberdieBerlinerLichtspielháuser»,
I ¡'nLlutttt .'tttrut. ,l ,1. r¡rarzt¡ clc 1926, citado de Das ornament ilet Masse.
Essays,
lr¡¡ lrx'l, I'l' ll I tl4.
r'¡',r'¡,lrr,,f ¡ir,,,.rr¡r'r.«l),rr()nranrcntderMasse»,enDasornamentderMasse,op.cit.
"' I r¡ l,r, I tt,ltlrtt, ¡r,, t¡. rlc jtrrrio 1930.
| ¡ ¡1,
sangrientos de la revolución. La recompensa que obtienen las
mujeres es la entrada en vigor del decreto del 28. de marzo de
1919 que avtoriza al gobierno a devolver al hogar a todas las que
ejercen una actividad proGsional. Aunque el artículo 5 de este
decreto precisa que sólo se despedirá a las mujeres que no
necesiten su salario para vivir y a las que no tenían trabajo
asalariado al comienzo de las hostilidades, estas disposiciones
restrictivas no se respetarán. La «desmovilización» de las mujeres,
sean o no cabezas de familia, está a la orden del día. Despidos
f-
IIERLIN
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1919-1933
MOIfERNIZACION, RACIONAI-IZACION Y MEI)I()S I)E COMUNICACION
abusivos, presión sobre Ios sala¡ios: el desamparo material y
moral es grande.
La mujer nueua
La primera preocupación de las berlinesas de las clases medias
cincuenta años, era la de
disponer de un rincón propio, a falta de una cama en exclusiva,
en viviendas exiguas. Greta F., nacida en Berlín en 1903 en el
barrio obrero de 'Wedding en el seno de una familia con nueve
hijos, de padre zapatero, explica:.
y del proletariado, de diez, veinte o
-
«Como la tienda era suficiente grande pudimos dividirla en dos. En
una parte tenía mi padre su taller. En la otra había dos carnas, Lll1a
mesa, tres sillas y un pequeño canapé. De allí mismo partía r-rn
corredor hasta el "salón" donde se encontraban las dos camas de
mis padres. Nuestro aprendiz y mis hermanos mayores dormían en
un pequeño cuarto contiguo. Ninguno de nosotros tenía cama ni
colchón: dormíamos sobre jergones de paja.,
Ilse S., hija única de un dibujante empleado en un periódico
ilustrado, recuerda que sus condiciones de alojamiento eran, sin
duda, mejores, pero estaban lejos de ser satisfactorias: «Nuestro
piso se componía de una sola habitación con una cocina, un
cuarto de baño y un balcón». Só1o Ia mitad de las viviendas tenía
electricidad. Las demás se iluminaban con gas y ni siquiera de
manera sistemática: «Cuando en invierno la factura era demasiado elevada, recurríamos a nuestra vieja lámpara de petróleo o a
velas».
En general se tiende a una concepción más racional de todo lo
relativo al acondicionamiento de la cocina: fregadero con desagüe, alacenas en la pared, armarios con numerosos cajones,
fresquera con hielo para facilitar el almacenamiento de las provisiones. Los primeros frigoríficos aparecen hacia mediados de los
años veinte, peÍo su precio es elevado: entre 1..000 y 2.000 marcos
(el salario medio de un obrero es de 100 a 200 marcos por mes).
Só1o la plancha y el aspirador están al alcance de las clases medias.
Las asociaciones de amas de casa que se crean aqui
y allá por
todo Berlín explican, a aquellas mujeres que no pueden pagarse
estos aparatos, cómo economizar su energía doméstica y reivindi-
Taquimecanógrafas, hacia 79 30.
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1919-1,933
, ,r, ,l r,, "il,'( ilnl( ltlo tlt' llt «profesión» de ama de casa' ¡Se da
,¡\'()(.1( l()ll ltilttlral» de la mujer, a la maternidad y al
l'r r"rr'l,r,l r l.r
,l,r
¡!
llsl;ts ilsocieciones están fuertemente sostenidas
que agrupa a ü1ás
¡,,,, 1., I r¡,..,,1, .tstlt i:tt'it¡llcs femeninas alemanas
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,1, ,¡,
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r'',l
tr
I nu('nrl,ros, sobre todo entre las clases medias protesrrrt,'. l.¡ l,tr'nt.t lt'tttcuilra, que experimenta un auge imPresion,rnrr., 1,.,,.'1,, t,r'nllií.n ánimos: tanto el balsámico Blatt der HausIt,ttt, t,,rrr,, l. ()artcn.laube, para las veladas en las cabañas de los
Irrrr.rt,,s. .rsí t'onlr) la revista comunista Die Kiimpferin cornpiten
( o¡ s¡s l)r()ycct()S de decoración de viviendaS, recetas de cOcina
r,r¡,r,l.r y rrr«rclclos de corte y confección.
I l,r,r.rst. lnccanógrafa era el sueño de todas las jóvenes berlirr,.s.¡s tlc clasc obrera (ascender a la clase de los cuellos blancos) y
,lr. l.rs t.l;rscs rledias cuyos padres no pueden Pagar estudios en
lr\t irut()s () colegios. La escolarizaci|rr en un instituto cuesta
\,,('ilrt(' n)arcos mensuales y diez en un colegio; además, hay que
r ()r¡rl)r:tr t<lclos los libros. Las mecanógrafas trabajan de ocho a
,1,,., ll,r.,,s cliarias en máquinas pesadas y lentas. Se sientan en sillas
,1,
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,1,'l.r.'st':rla, como ocurre con el 70 por ciento de las mujeres
(lrt'rrtt':rl 30 por ciento de los hombres). Pero esto importa poco'
l.r r¡rt.t.:rr¡írgÍafa, la secretaria y lA vendedora encarnan en este
Itcrlín cl tipo de la «nueva mujer». Se trata de una mujer que se
Ir,r tor.trr<lo las trenzas para Peinarse a lo garEon y que se depila las
independiente,
l)r('rrr:r:i. (lt¡nsciente de su valía, materialmente
, rr,.l,,.l,r, rlcportiva y sexualmente «liberada», tiene la audacia de
.,('nt.¡rs(' sola cn un café y fuma en público 1.
Ar utlir :rl l-railc y elegir al hombre no son ya placeres reserva,1,,,,,¡ l;rs:tctriccs y mujeres fáciles; también las demás quieren
,lr.,lrrrt.rrl.,s, r'ort csa pizca de insolencia que traiciona su falta de
gran
.,,
¡,,rrrr,l.r.l. Vr';¡ttr«ls cómo Die Elegante Welt, revista de
rr.rrl.r (.y() t('rtr:r cs la sociedad berlinesa, describe el comPortaililr ilrr,,l, l.r trttrjcr qLlc se aventura a entrar sola en una sala de
rr
nosotros le convcndrá. "con ese rubio aito de allá, darás, sin duda,
una vuelta a la pista; pero el otro, el que está en el rincón, con su
rostro enérgico, tarnpoco cstá mal". Y lo que quiere la mujer' io
quiere Dios. Seguramente bailará con esos clos señores, a quienes,
sin embargo, no conoce.»
l(
rrr,rl .rtl:r¡rr:rclas a su tarea- Su salario medio se sitúa en la parte baja
|,
MODERNIZACION, RACIONALIZACION Y MEDIOS DE COMUNICACION
l,
-',rrll rlr',lrr.'r tlt' r'icrto ticmpo de haber llegado
n¡,.,¡,rr,¡,,.
se interesa por
saber quién de
para
le
basta
ojeada
l¡,rtulrrcs.
Una
l,rrlrr'\
'r r, l¡,,1,,,,1, l',rr1lrr|v(,ttS,,,ltrryMarutrSchmidf,NeueFrauen.DíeZuanziger
I,,,,, ll,,l¡,, l'¡l(¡,
Su educación no empuja a la mayoría de las berlinesas a este
tipo de comportamiento. En cambio, los «bailes de viudas» tienen
,i, é*ito clato: las mujeres quieren olvidar los cuatro años de
privaciones vividos y recuperar el tiempo Perdido. Pelo, ¿d.ónde
lncontrar a los caballeros a quienes hacer bailar? En los diarios
berlineses de los sábados aparecen anuncios por palabras. En
Lg27, en una sola edición del Berliner Morgenpost, leemos veintiséis anuncios de este tiPo.
El frenesí de la danza está en su apogeo en todas las clases
sociales. Las mujeres hacen que asciendan los beneficios de los
zapateros. Los bálsamos para aliviar los pies doloridos proporcio,rri, b,r.rro. ingresos. F{onradas amas de casa pierden \a cabeza y
las piernas al ritmo ioco del charlestón, del
alzan rnuy
".rib"
shimmy o del fox-trof. A partir de 1929, quien no qulgra pasar el
día eá los olócales con calefacción», abiertos al público en las
grandes ciudades a consecuencia de la crisis, puede bailar incluso
en casa cuando falta leña que quemar.
Para las mujeres de clase media, la fiesta sigue siendo aún,
colno durante la guerra, la salida ritual a casa de una u otra para
hacer punto a la vez que se dan ánimos o simplemente para
parlotear ante una taza de café y un trozo de pastel'
Pero pronto se abre camino una idea llegada de los Estados
IJnidos: ú fiesta de las madres. En 7923La Asociación de floristas
alemanes toma la iniciativa de emprender una vasta campaña
publicitaria y envía ramos gratuitos a todas las madres y abuelas,
incluidas las acogidas en hospitales y asilos de ancianos, a fin de
arnenizar una joinada dedicada a honrar a las madres. La idea
gusta tanto qle la fiesta se instaura en 1930. Seduce a los
ansiosos por ver aumentar el número de nacimientos, y
políticos,
^a
las mr.r¡eres, qué tienen la impresión de que sus actividades
serviles y-tradiciónales son, finalmente, reconocidas: la madre y el
ama de irr" ,or,. colocadas así sobre un pedestal en comparación
con la «nueva mujer», esa mujer segura de sí y decidida a
conseguir el éxito en una carrera profesional'
§
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Sin embargo, para la mayoría de las berlinesas la imagen de la
2; es sinónifiesta no está cargada de tantas segundas intenciones
mo de salida al aire libre, de excursión dominical' En todos los
barrios de la cir,rdad se crean asociaciones de Amigos de la
naturaleza. salen en grupo familias enteras, pero también solteros, chicos y chicas. La bicicleta, la natación, e1 tiro al arco se
hacen muy populares.
Los jóvenes de catorce años, protestantes y católicos, tienen
igualmente su fiesta totalmente particular; se llama confirmación
o comunión y, cuando el adolescente es originario de una familia
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socialdemócrata o comunista, confirmación laica. Es un día
importante y solemne, sobre todo para las chicas. Los centros del
movimiento obrero organizan cursos preparatorios de seis semanas para la con{irmación laica. La ceremonia es motivo de
reunión familiar. Se celebra oficialmente por la mañana con
discursos entreverados Por coros hablados y cantados (el coro
hablado está muy de moda), proyecciones de cine y música' Se
llega incluso a abrir oficinas de asesoramiento con el fin de
doiificar de la mejor manera posible 1o artístico y lo didáctico'
La berlinesa Elfriede K., originaria del barrio obrero de
Neukólln, hija de un carpintero y una bordaclora, miembros del
partido comunista, da testimonio de la importancia que tenía
entonces esta famosa confirmación laica:
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el curso de los preparativos hablamos del pátrafo 218 que
prohíbe el aborto. Fue muy interesante porque pudimos discutir
«En
con total libertad este delicado problema. El 27 de rr,arzo' víspera
del gran día, el jefe de la policía de Berlín había prohibido
cualquier manifestación política. La ceremonia debía desarrollarse
en el Palacio de los deportes el día siguiente, domingo, a las 10' La
policía nos obligó a cspcrar a que concluyeran las ceremonias
religiosas en las iglesias. Hacía tanto frío que las flores se nos
helaban en las manos. Mc impresionaron mucho la solemnidad de
los lugares, el recogimiento de Ia muchedumbre y la ceremonia
propiamente dicha. De pronto llegó la policía y hubo que desalojar
la sala en un cuarto de hora. El pánico fue espantoso y felizmente
no hubo heridos graves. A la tarde, muy excitados todavía por los
sucesos que acabábamos de vivir, logramos, no obstante, celebrar
2 Entrevistas realizadas por Roland Gróschel y Andrea Lummert
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Para una obra sobre
las fiesras del movimiento obrero alemán (Manfred Isemeyer, Klaus Sühl, Hundert Jahre
Berlín, 1989, pp. 68-112).
Jugendueihe,
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Diuersiones
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de semana, hacia 7930.
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en familia una hermosa fiesta. Mi tío me regaló un peqlreño bolso
de cuero, del que me sentí muy orgullosa, mis abuelos tres paños de
cocina "para preparar el porvenir", según decían, y ni tía me dio
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un vestido, con 10 que ya tenía
dos.»
Otra fiesta perpetua en Berlín es la de la moda femenina,
por las revistas ilustradas. Es una moda que, según
escribe Díe Elegante Welt, pretende ser «funcional, deportiva,
sensual» 3. Las faldas caen en suaves pliegueg, la seda artificial es
muy apreciada. Todo está hecho para dar una gran libertad de
movimientos; 1o esencial es sentirse cómodas; es el triunfo del
suéter. La «burguesa» de Berlín, delgada, de pecho plano y
piernas largas, intenta encarnar la belleza distante de una Greta
Garbo. Su entusiasmo por los coches crece, según se ve por el
organizada
aumento del número de mujeres que visitan los diferentes salones
del automóvil. Otro lugar de encuentro donde les agrada ser
vistas es el hipódromo. El gran derby de Berlín es la ocasién
para exhibir las últimas creaciones de la moda parisina. Pero
donde la berlinesa cultivada encuentra a sus amistades es en el
teatro o en 1os salones literarios abiertos a las aspiraciones y
concepciones más extravagantes, con tal de que sean nuevas. Los
salones berlineses se convierten en auténticos laboratorios de
ideas. El entusiasmo por el psicoanálisis y la astrología taya a
veces en el delirio.
Si la racionalizaciín del trabajo doméstico se encuentra todavía en sus inicios en esta época, la racionalizaciín de las fábricas
avaruza a buen paso. En la cadena las cadencias son cada vez rnás
rápidas. Cuando a partir de los veinticinco años la obrera tiene
hijos y le esperan en casa las faenas domésticas, no logra ya seguir
el ritm<¡ y su salario disminuye. Bajo la república de'Weimar el
trabajo en las fábricas no supondrá ningtn avance parala emancipación femenina. La vida cotidiana de Ia obrera berlinesa es la
de esta mujer de cuarenta y ocho años, madre de tres niños de
tres a trece años, cuyo marido está en paro y cuenta con un
subsidio muy escaso para mantener a la farniliaa:
3 Die Elegante Welt, n.. 2-7927, cittdo por Astrid Eichstedt en Neue Frauen, op.
p.
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a Mein Atbeitstag, mein Wochenende, las obreras de la industria textil se comunican sus
experiencias, obra publicada por la Asociación de obreras de la industria textil, Berlín,
'h ,l¡n,llt (lúqplh lr ll,',tlttt
thllhansL).
193O,
p.
123.
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BERLIN Iq]9-1.,]]
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MODERNIZACION, RACIONALIZACTON Y MEDIOS DE COMUNICACI()N
135
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«SoylimpiadorademáquirrasenLlna{ábricatextildecardado.
.l"ígo.rri.,.r, hora de viaje en tren-de cercanías Para llegar al
a
t.^bí.¡o. Me levanto a las 4-15; el tren sale a las 5'10; llego a Berlín
la
hasta
rrayecto
el
hago
6,
a
las
comienza
trabajo
ei
Como
las s.i5.
fábriclcorrienc{o.A11ílimpiolasc¿rdadorashastalasl4.l5,peroei
sale hasti las 77'73, por 1o que debo esperar en 1a
estación. A las 18 estoy en casa, donde me espera el trabajo: acabar
de preparar la cena, pi.rr., la comida del día siguiente' comprobar
si las ctras de los chiios están limpias. Por la tarde estoy demasiado
y
agotada y sólo el domingo arreglo la ropa interior' Ios calcetines
ir
para
sueño
de
horas
mis
de
tJdo lo áemás. A veces sacrifico parte
tren de vuelta no
aunareunióndelpartido[comunista]odelSocorroobrero.El
Mis
sábado regreso , .ir, , la misma hora que los demás días'
compras para la semana las hago en la cooperativa' LJna vez por
la familia. La víspera preparo todo para
-.r'hrgo'l" colada de toda
pode. émpezar pronto el domingo por la mañana' Los otros tres
áomi.rgos'del rnes comienzan para mí alasT . He de limpiar la casa,
..rrr.rrJn. y preparar la comida' Los domingos concluyen con un
paseo o una reunión de amigos otganízada Por una asociación
tbr..r. Y así es mi vida, día tras día, semana tras semana'»
Entre 1919 y 1'9321os salarios femeninos del conjunto ¿t to'
a
sectores p.odrciirros son de un 30 a un 40 por ciento inferiores
subsidio
del
tercios
dos
recibe
paro
en
los masculinos. IJna mujer
de un hombre que se halla e, idéntica situación. En virtud de un
decreto de 1,2 de septiembre de 1923 acerca de la reglamentación
del tiempo de trabá¡o, el patrono tiene derecho a exigir que se
hagan hi.as ext.at .r" pr[rdas. En 1'924 la mayor pa-rte -de los
oUi"ror trabaja diez horai diarias en lugar de las ocho. legales
conseguidas én 1919- Si se incluye el trabajo doméstico' las
mujeás hacen jornadas de dieciocho horas' Só1o les quedan seis
prá do.rrrir. Eisábado es la jornada más fatigosa, destinada sobre
iodo a 1o que no pudo hacerse durante la semana'
Las obreras ernbarazadas tienen condiciones de vida especialmente dificiles. Es cierto que la ley de 15 de julio de1.927 acetca
del trabajo en periodo prénatal y postnatal prevé-un periodo de
doce senianas áurante las que no está autorizado el despido, pero
la ley no obliga al empresario a pagar -a las mujeres durante esas
do.. ,.*rrrrr] Atí puel, co.rtinúán trabajando hasta el límite de
sus fuerzas.
La batalla por el aborto
La «reforma sexual, está de moda y todas las ideas renovadode Berlín: se pretende crear cufsos de educación sexual
vienen
ras
se reivindica la supresión del párrafo 218 que
escuelas,
las
en
reprime el aborto y el que condena e1- concubinato, se solicita
atenció¡ médica gratuita para las enfermedades venéreas, se
elogia la cirugía .riéti., y en torno a 1a capital se instalan playas
de áudistas. Helene Stoecker, fundadora en 1905 de 1a Liga para
la protección de las madres y la reforma sexual, invitaba en sus
.oife.errcias en Berlín, ya durante el Imperio, a distinguir sexualidad y procreación. También es en Berlín donde el ginecólogo
Mr* i{i.r.h realiz1 las primeras investigaciones sobre la vida
sexual de las parejas y donde, en vísperas de la Primera Guerra
Mundial, los iumultuosos debates públicos sobre la «huelga de
vientres» y la venta libre de contraconceptivos dividen las filas dei
movimieáto de mujeres socialdemócratas. Entre 1919 y 1,932 se
abren en toda Alemania cuatrocientas ofrcinas de pianificación
familiar, cuarenta de ellas en Berlín, principalmente en los barrios
obreros de 'wedding, Neukólln, Friedrichshain y Prenzlauer
Berg. lJna tercera parte de estas oficinas se halla bajo la responsabiliJad de mujeres médicas militantes de los movimientos femeninos.
Los abortos efectuados por curanderos son numerosos: el
colegio de médicos calcula su número en 900'000 anuales para
toda Alemania y esta cifra está, sin duda, por debajo de la verdad'
Se calcula ,.t ,bo.to por cada nacimiento' El espectro, de la
decadencia nacional y de la degeneración del pueblo alemán,
propagado por el Centro católico y el partido nacional popular'
i*plÉ " lás jueces a pronunciar duras *)enas contra.las creadoras
de ángeles. Lts artículos de la antigua presidenta- de la -Liga de
asociaiio.tes femeninas, Gertrud Báumer, en la publicación mensual Die Frau, editada en Berlín, aPuntan en la misma dirección:
denunciar el peligro de una «vida sexual sin trabas y ajena a la
voluntad de maternidad».
Los titulares de los periódicos berlineses pretenden ser disuasorios día tras día: nCinio años de correccional por haber practicado un aborto con consecuencia de muerter; «Graves lesiolrcs :t
por
causa de una intervención clandestina»; «LJn año cle prisión
afct;trttllts
haber colaborado en un aborto». Las más durramcntc
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1919-1933
MODERNIZAC1ON, RACIONALIZACION
Y MEDIOS DE COMUNICAC]()N
..,rr l,r', ,,1,¡¡ ¡.¡', 1, l.rr crrr¡rlcaclas de hogar. A veces se las retiene
\ rl lr,\ lll( \r'\ ('l¡ lrl lsií»l¡ prCvCntiVa; en Otras OCaSiOneS Se leS deja
.,rlrr ,l, lrrrrr,rr ( ()n :rr¡¡cnazas de llevarlas ante los tribunales si
vl, lr','r¡ ,r ,l.rr r¡rr«' lrl["rlar. En 1920,2.450 mujeres comparecerán
r n t()(l,r Alr'r¡r.rrrilr ante los tribunales por haber infringido el
l'.rr,rl(,.llt't. li¡r 1923 serán 4.230 y más de 7.O00 en 7925.
( rrr u('nt.r rnil ¡lcutanas mueren cada año a consecuencia de un
.rlror to r l,r¡¡rlcstino y otras 40.000 padecen secuelas graves.
li¡r'rrtc l cstc número demasiado elevado de abortos «en la
nr.'r.r tl«' l:r cocina», 365 mujeres, todas ellas médicas berlinesas,
:,olrt it:rrr cr) pcticiones dirigidas a la Comisión de derecho penal
tl<'l l(cir:hst¿rg la supresión del párrafo 21,8 y 1a creación de cursos
rlr' r'tlrrc¡ción sexual. Las peticiones no obtienen respuesta; sim¡rlcrrrcrrtc, a partir de 1,926,las penas de correccional son qonmut;rtl:rs ¡r<>r pcnas de prisión.
(;clrtcnares de mujeres desfilan por las calles de Berlín: obrer;rs, rrricrrrbros del ala radical del movimiento feminista burgués e
r1,,rr:rlnrcrrtc muchas mujeres médicas; todas ellas reivindican la
rl«'rrrg:rc:iírn del párrafo 2L8. La reunión más importante tiene
Irr¡,,;rr t'rr 1931 en el Palacio de los deportes y es copresidida por el
r'.,r r itor y nródico comunista Friedrich 'W.olf y por su colega de
Strrtt¡q:rrt, Else Kienle. Friedrich Wolf escribe una obra teatral,
.'lt itlo ¡trtisit'(,, puesta en escena por Erwin Piscator y representada
p()r un:r < orrrpañía de actores jóvenes en el Lessing-Theater desde
cl .l') rl<' ()( rul)rc de 7929. La obra concluye con el grito desesper,r,lo rl<'r¡nl obrera que muere a consecuencia de un aborto
r l,rrrrlt'rtrrro «¿No hay nadie que pueda ayudarnos?...»
I ,,r rlivcrsr)s proyectos de ley encaminados a autorizar la
rrrtcr r rr¡rr rirrr tlcl cmbarazo durante los tres primeros meses,
l,r( \( ilr.r,1.,s «'¡¡ cl l{cichstag por los partidos de izquierda, quedan
,,rr lllr to Allrcrt liirrstein y Sigmund Freud intervienen, por su
lr.rrrr', ('r l,rvor rk'l:r supresión del «párrafo de la vergiúenz/;>.
lllrt,rlt llrct l¡t, l(rrrt'l'ucholsky y Erich Kástner, los tres residentr r .r ll,'rl¡n, l¡.r,t.rr tlc, cstc asunto tema de poemas y artículos.
Alr,r' llx Nt'rlrrr¡,,r't', l)i¡tora y miembro de la Asociación de
Artrrt,r', l(t'vrrlrrt rorr.rrios, la ASSO, realiza un dibujo que se
,ltltttrrlr' ,ttrt¡'l¡.¡¡¡¡1'¡'tt'. l(iitlrc I(ollwitz, cuyo marido es uno de
lrri rrrrrlrr..' r('\lr()r¡:i.rlrlcs rlc lu ¡rlanificación familiar, ctea para el
lf,rrtr(lrr r,nnlt¡r\t,r un (;rrtt'l r¡trc sc hará célebre: Abajo el párrdo
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Arriba y abajo: La nueua mujer de los años ueinte.
137
t38
I]ERLTN
1919-19.]3
(Jn sueño: llegar a ser una estrella
Las mujeres son aún poco numerosas en los bancos de la
universidad: apenas un 10 por ciento del conjunto de los estudiantes. Ninguna de las 10.595 alemanas que obtienen el docrorado en las diversas disciplinas entre 1908 (fecha de la entrada en
vigor de la ley que abre a las mujeres el acceso a la enseñanza
superior) y 1933 puede acceder a una cátedra.
La imagen de la joven que emprende estudios superiores se
opone a la idea tradicional de «la» mujer. El rector mismo de la
universidad de Berlín declaró en 7917: «Nuestros hijos deben
nacer de madres que posean un cerebro sosegado y tiernpo
suficiente para consagrarlo a \a "crianza" de una descendencia
numerosa». ¡Es significativo que el término alemán utilizado aquí
se reserve específicamente para los animales!
¡Hay que cuidarse, sobre todo, de las bachilleres que querrían
estudiar bellas artes! Hasta 1919, las jóvenes esruvieron simplemente excluidas de las escuelas del Estado, que eran cenagales de
pecado, escuelas de vicio. «No te conviertas en una de esas buenas
mujeres neurotizadas que han perdido toda su feminidad», dice
un padre estupefacto a su hija que le informa de sus proyectos. La
escultora berlinesa Renée Sintenis, al rechazar seguir una formación de secretaria, rompe con la familia, a la que nunca más
volverá a ver. Los padres de Louise Rósler, que pertenecen a los
ambientes burgueses de la capital, le prohíben vender sus telas y
vivir de la pintura, cuando sus profesores le pronostican un
porvenir brillante. A veces la inflación tiene su lado bueno: las
familias arruinadas no pueden imp.dir a la hija independizarse.
Berlín es el lugar que ofrece las mejores oportunidades a las
mujeres pintoras que aspiran a ejecutar obras que vayan más allá
de los retratos de familia, ramos de flores o naturalezas muertas
que se esperan de ellas. Jeanne Mammen se inspira en la calle y las
tabernas. Poco a poco conquista un lugar como dibujante e
ilustradora en las revistas de arte. Los collages de Hanna Hóch
comienzan a conocerse. Renée Sintenis, dotada de una fuerte
personalidad, no tarda en convertirse en una figura de la vida
berlinesa: su elevada estatura, la singular belleza de su rostro
anguloso, sus ropas de corte masculino no pasan desapercibidas.
Pero estas pocas mujeres artistas son la excepción que confirma la regla. (Jna encuesta elaborada en 1922 revela que el 87,5
MODERNTZACION. RACTONALTZACTON
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por ciento de las mujeres pintoras (frente ar34,5 por ciento de los
hombres) viven por debajo del mínimo vital cuando carecen de
recursos ajenos a su arte. Esa es la razón de que Káthe Kollwitz,
presidenta de la Asociación de mujeres artisias, que cuenta con
quinientos miembros sólo en la ciudad de Berlín, ,! pr.o.rp. po,
encontrar ayudas financieras, lo que no es nada tbvio !., ,r,
terreno ampliamente dominado por los hombres. La prensa
berlinesa se interesa poco por las exposiciones de artistas fe'meninas. Muchas, para sobrevivir, buscan empleo como extras de cine
o teatro. Es el caso de Marlene Dietrich, quien, siendo aún una
desconocida, llama la atención por la manera extravagante de
vestirse, por llevar monóculo y por su instrumerrro
-.rrI.rl: u'a
sierra. Sus colegas la llaman «la girl de Kurfiirstendamm».
Las únicas mujeres que disfrutan de un lugar destacado en la
sociedad berlinesa son las actrices afamadasl rodo el mundo
conoce su dirección. Los mirones se plantan delante de sus
domicilios con la secreta esperanza de verias entrar o salir" Se sabe
que Asta Nielsen habita en una villa suntuosa de la Kaiserallee"
Se
sabe que la casa de Tilla Durieux, miembro de la comp añia
d.e
Max Reinhardt, se encuentra en el número 35 de la victoriastya!\e y que es el lugar de encuentro de todas las personalidades
del mundo cultural de la república de'weimar. Gracias a la ayuda
financiera de Tilla Durieux abre piscator su teatr o d.e la plaza
Nollendorf y monra la obra de Ernsr Toller Hoppla, wir liben!
Las actrices de cine son tan aduladas co,,o las chicas de las
revistas. Nunca el estallido de los cuerpos y el culto d,e ra d.anza
han conocido exaltación comparable, ianto a través del charlestón endiablado como dela-danza expresionista, que sin embargo
provoca desconciert".-L_"r bailarinas de personaliáad fascinante y
controvertida, como Mary 'w.igman (quyo verdadero nombre
era Mlia Wiegmann y procedía de la buena burguesía hannove_
rana), valeska Gert, Gret Palucca y verena Skoránel, sin olvidar
a Leni Riefenstahl, se imponen en los medios intelectuales berrineses' Su coreografia se inspira en los gestos de la vida cotidiana
estilizados y utlliza una dinámica resárvada hasta entonces tan
sólo a los bailarines. Los movimientos de Mary 'W.igman son
violentos, agresivos, dominantes. La revelación dL ,,r, Li-ág.rr.,
interiores» es también el objetivo de Leni RieGnstahl, qu. j"r.g,
con- el cuerpo en toda su movilidad. En cuanto a valeika
Geit,
no busca representar la vida, se mete en ella de lleno y pone en
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BERLTN 1919-1933
('n;r ;r lil nrtúcrcs olvidadas por la existencia: la joven descarriatl:r. l;r rrrtricr cngañada, todas las que han sido rechazadas. Es a la
v('z l);¡y;¡s() y rniluo y rnezcla lo grotesco y el estilo del cabaré, sin
( ir('r' ('n krs cxccsos de Anita Berber, la cliente habitual y exótica
rk' l«rs l'¡lrrcs nocturnos que se hunde en la cocaína de tanto querer
('xl)r'csltr su éxtasis.
I)<¡s cantantes de cabaré llenan las salas día tras dia. La
lrrirrrcra cs Blandine Ebinger, alta y delgada, pálida, de pelo
t rrst:rño cortado a lo gargon, gue recita y canta textos muy
nrordaccs. La segunda, Claire '§V'aldoff, que, recurriendo al hunlor negro y al dialecto berlinés, encarna con brío a la chica de la
calle. No se muerde la lengua al criticar a ese ser andrógino que
se llama «nueva mujer» o al meterse con las lesbianas que se
cxhiben en ciertos barrios elegantes para seguir la moda. En
efecto, en Berlín, junto con París, es donde se encuentra el mayor
nútmero de lesbianas. Las refinadas acechan en los alrededores de
ll Friedrichstra8e. LJn club de cuatrocientos miembros, el club
Vi<rlctta, afiliado a la Liga de los derechos del hombre, edita la
rcvist:r Die Freundin y se reúne en el cafe Nationalhof. En la
u'l';rvcrne», en cambio, y en los alrededores de la Alexanderplatz,
cl :urrbicnte es más grosero.
l.lcga 1933 y de la noche a la mañana los nazis cambian todo
('st() y r¡s¡ltan las oficinas de planificación famiiiar, cuyos responr;rlrlcs, l¡o¡¡rbres y mujeres, son encarcelados.
Mtrt'l¡¡rs obreras, agotadas por la doble carga doméstica y
¡rrolcsiorr:rl, cntrevén entonces con alivio la posibilidad de quetl.¡tsc ct¡ r::rslt.
«No tcrrc¡nos profesión, tenemos trabajo», solían decir las
nnll('r('\ t'r¡ los:¡ñ<¡s veinte. ¿Habrían renunciado a su trabajo con
t,urt,r l,rr ilirll¡rl l);rrr convertirse en «madres del hogar» si un
nr,ryrll nrin¡('r'() tlc cllas hubiese tenido bajo la república de
Wrr¡rr.¡r ¡rrur vt'rtlutlcrl profesión?...
('s(
MODERNIZACION, RACIONALIZACION Y MEDIOS DE COMUNICAC]ION
Siemensstadt,
un urbanismo audaz
Annemarie Jaeggi
En Siemensstadt, Martin Wagner, arquitecto de los seruicios de
urbanismo de la ciudad de Berlín, encarga a un equipo de
uanguardia la realización de un programa de viuiendas sociales.
Estos esJuerzos de desarrollo de la uiuienda social fueron emprendidos
por muchos municiytios bajo la república de Wéimar entre 1924 y
79j1 , en particular por Francfort y Berlín.
Arr., de la Primera Guerra Mundial las
condiciones de vida de las masas de proletarios berlineses eran
catastróficas. En 1918 la miseria se había apoderado de las clases
medias.
La situación de la vivienda era especialmente terrorífica. La
ciudad estaba cubierta en tres cuartas partes de su perímetro, por
inmuebles de alquiler adosados unos a otros, que contenían en
cinco plantas viviendas estrechas, sombrías y húmedas.
La Constitución de Weimar había recogido en uno de sus
artículos el derecho de todo alemán a ,una «vivienda decente».
Pero, habida cuenta del estado penoso áe h economía, la construcción no pudo desarrollarse hasta después de 7924, tras la
reforma monetaria y el plan Dawes. El gobierno alemán instituyó entonces un interesante sistema de financiación de construcciones nuevas creando una tasa que se recaudaba de los alquileres
percibidos por los propietarios de inmuebles construidos antes de
1914. Este dinero se redistribuía a continuación en forma de
préstamos hipotecarios a un interés muy ventajoso que suponía
de un 50 a un 60 por ciento del capital a invertir para la compra
de una vivienda- El resto debería obtenerse en el mercado libre o
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