LA GUERRA APACHE; ¡UNA SALVAJE HISTORIA! (D2 D3 D4 D5) A paso lento avanzaban aquellos dos carruajes por el Camino Real en su ruta que llevaba de Chihuahua a Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), confiados sus tripulantes en que eran escoltados por una docena de hombres bien armados. Apenas habían entrado al desierto de Samalayuca una lluvia de flechas y balas les sorprendió. En pocos minutos todos estaban muertos y sus victimarios, guerreros apaches, los despojaban de sus cabelleras, se apoderaban de sus caballos y pertenencias para después prender fuego a los carruajes. Tras cometer el ataque, la partida de guerreros se dirigió a todo galope por las llanuras a la Sierra de la Candelaria, en el municipio de Ahumada, donde acampaban en unas cuevas localizadas en las inmediaciones de las montañas. Situaciones parecidas a estas se vivían en Chihuahua en el año de 1880 y en Nuevo México en el camino conocido como Camino Real de la Plata. (D6) En el año de 1848 finalizó la guerra entre Estados Unidos y México; se firmó el Tratado de Guadalupe-Hidalgo por el cual Estados Unidos y México se repartían a los apaches en sus respectivos territorios. Esto hizo que se dispersaran y generó un gran descontento hacia ambos países. En el año de 1880 los apaches habían decidido dar la última batalla por la subsistencia de su raza, rechazaron ofrecimientos de paz que el gobierno de Estados Unidos y de México les daban, ellos no querían acuerdos de paz porque los gobiernos mexicanos y estadounidenses solo les humillaban al darles muy pocas tierras, además de asesinatos cometidos en contra de su pueblo tanto en un país como en el otro. (D7 D8) Las peleas entre apaches y blancos (mexicanos/gringos) se daban por la forma en que los mexicanos y gringos iban ocupando el territorio de los indígenas y los iban orillando cada vez más al oeste; dejándolos con menos tierra. Los apaches, tenían una vida nómada y dedicada a la cacería de búfalos y bisontes. (D9) Los robos de ganado en haciendas y ranchos mexicanos se convirtieron en su única opción para sobrevivir haciendo inevitable el choque con los chihuahuenses. Tras la guerra de 1848 entre México y Estados Unidos, las quejas de robos y contrabando se incrementaron y la situación se agravó. Los apaches robaban a los chihuahuenses e intercambiaban el ganado robado con los estadounidenses por armas y mercancía. (D10) Los apaches fueron derrotados en Chihuahua tras el regresó al gobierno del Estado del ganadero Luis Terrazas, en 1880, quien ya en 1863 los había combatido con fiereza. Terrazas dijo: “Estoy persuadido de que ese enemigo de toda civilización y sanguinario más bien por carácter que por ignorancia, solo será derrotado a la fuerza” (D11) En el verano de 1880 cuando Terrazas tenía 51 años ordenó a su primo, el coronel Joaquín Terrazas (a quien llamaban el Azote de los apaches). Terminar con los jefes de los apaches: Victorio, Juh y Gerónimo. (H. VICTORIO) Victorio nació en la hacienda de Encinillas, donde trabajaban sus padres, que eran mestizos de Chihuahua. La hacienda era propiedad entonces de Pablo Martínez del Río, aunque sería poco después comprada por Luis Terrazas. El niño fue robado (tenía 6 años: su madre fue asesinada) por los apaches, con los que vivió y creció, hasta convertirse en uno de sus jefes, el más temible del norte de México. Para combatirlo, el coronel Joaquín Terrazas recibió todo el apoyo del gobierno de Chihuahua. “El gobierno les pagará 4 reales a los infantes y 6 más a los que se presenten a caballo”, le comunicó, “y les pagará los premios por cabelleras de indios guerreros, las piezas vivas de mujeres y muchachos según la ley, y 2 mil pesos por Victorio”. El coronel Joaquín Terrazas era el oficial más capaz del estado de Chihuahua, según el historiador Daniel Cosío Villegas. Ayudado por rastreadores tarahumaras, venció poco después al jefe Victorio, a quien mató de un balazo mientras cabalgaba al frente de sus hombres en la batalla de Tres Castillos. Fue el 15 de octubre de 1880. Murieron 62 guerreros y 16 mujeres y niños. Los apaches sobrevivientes (mujeres y niños) fueron reducidos a trabajar como sirvientes entre las familias de Chihuahua. (H. JUH) A principios de 1883 murió el indio Juh, al caer con su caballo a un barranco en un accidente que algunos dicen fue causado por el estado de ebriedad en el que iba y otros dicen fue provocado por otros apaches para buscar la paz (Juh acababa de quemar vivo al capitán Juan Mata Ortiz). (H. GERÓNIMO) El último en caer fue Gerónimo, apache chiricahua como Victorio, nació en la frontera de Sonora con Arizona, finalmente y después de que el gobierno de Sonora le asesinara a su esposa e hijos; se rindió y entregó sus armas al gobierno de Estados Unidos en junio de 1886. Gerónimo fue recluido en la prisión de Fronteras (Sonora; en donde se conservan valiosos recuerdos en el museo que hoy lleva su nombre), donde permaneció tres años. Transcurrido este tiempo, fue trasladado a una reserva india en Oklahoma, sin que tuviese la ocasión de ver de nuevo a su pueblo. Allí pasó los últimos años de su vida. Murió a los 79 años de edad. Muchos apaches terminaron sus días en las reservaciones de Texas y Nuevo México. (D12) En Chihuahua no quedaron más que un puñado de decenas, luego de la guerra de exterminio librada en su contra. Chihuahua prosperó luego de la eliminación de los apaches. Luis Terrazas llegó a ser uno de los hombres más ricos de México. Pero su final no fue feliz, pues sufrió los estragos de la Revolución Mexicana; fue perseguido por Pancho Villa. Terrazas había ya visto morir a dos de sus hijos —Guillermo, en 1878, en plena adolescencia, y Federico, fulminado por una enfermedad en 1903— cuando tuvo la pena de ver desaparecer también a su primogénito, Luis, quien había sido secuestrado junto con Guillermo, su nieto, por las tropas de Villa. Las fotos de su vejez lo muestran derrotado, desilusionado y triste; “murió en su cama, en su casa y en la ciudad que lo vio nacer, la madrugada del 15 de junio de 1923”. Estaba cerca de cumplir 100 años. En el curso de su vida, los apaches desaparecieron del norte de México. INFORMACIÓN DE INDIO JUH: https://www.estilomexicano.com.mx/blogs/cultura/y-para-ti-no-balazos-parati-lumbre-juan-mata-ortiz-el-destino-de-un-hombre ARTICULO PRINCIPAL (FIN): Victorio Cuando una partida de apaches dirigida por Victorio, escapó de las reservaciones norteamericanas, y se asentó en las cercanías de la Laguna de Guzmán, en el noroeste del estado, justo donde Terrazas tenía parte de sus haciendas ganaderas, el gobernador mandó llamar a su pariente, el coronel Joaquín Terrazas y tras dotarlo de recursos, mandó combatirlos y exterminarlos. Terrazas puso precio a las cabelleras de los indios y en particular a la Victorio, un hombre mestizo cuya leyenda señala que a la edad de 6 años, cuando se llamaba Pedro Cedillo, fue raptado de un rancho chihuahuense y adoptado por la tribu Chiricagua en la que ya adulto asumió el liderazgo de todas las tribus apaches, que lo siguieron en su guerra contra el hombre blanco. Para exterminarlo, el gobernador de Chihuahua reorganizó las juntas de guerra que habían funcionado en años anteriores y acordó movilizar fuerzas en coordinación con el coronel Adolfo T. Valle, a cargo de tropas federales, para castigarlos por el abigeato que cometían continuamente y los asesinatos de rancheros, que se habían vuelto cosa común. Sin embargo, en cuanto los apaches sentían la presencia de las tropas de Gobierno, se movilizaban y cruzaban a Estados Unidos a territorios donde los mexicanos no podían ingresar y en cuanto se retiraban, los indios regresaban a México. Ante ello, Terrazas plantea y organiza una tercera expedición pero el coronel Valle se niega a cooperar. Sin desanimarse, el gobernador sigue con sus planes y comisiona para ir en persecución de los apaches a su pariente Joaquín Terrazas, un militar que alcanzó el grado de coronel durante la intervención francesa en la defensa de la República. Con él se encuentra el mayor Juan Mata Ortiz, como segundo al mando. Voluntarios de los cantones (hoy distritos) Guerrero, Benito Juárez, Satevó, Morelos y Galeana, se les unen y se dirigen al norte del estado, al municipio de Ahumada donde habían sido detectados los apaches. En la columna de Gobierno suman 600 voluntarios y una fracción de seguridad pública y rural al mando de Mata Ortiz. Con ellos va un grupo de tarahumaras de Arisiachic, al mando de Mauricio Corredor y su compadre Roque, así como el apache Jari Manto Negro, un indio que años atrás sirvió de guía por Chihuahua a Benito Juárez durante la intervención francesa, refiere el cronista de Ciudad Juárez, Filiberto Terrazas Sánchez. Vitorio, quien se encontraba acampando en la Laguna de Guzmán, es avisado por sus exploradores de la presencia de las tropas de Terrazas y decide dividir sus huestes entregando al capitancillo Nana una columna de guerreros y él se queda con el grueso de las familias apaches y 77 hombres. Nana, quien tiene bajo su mando a Loco, conocido también como el indio Ju; y a quien a la postre se convertiría en el legendario Gerónimo, tiene la misión de distraer a las tropas, mientras Victorio deja a las familias en un lugar seguro y retorna para hacer frente a sus perseguidores. Terrazas detecta la maniobra y hace lo mismo y desprende a una columna de soldados al mando de Juan Mata Ortiz para impedir cualquier escape. La batalla de Tres Castillos Ayudado por los tarahumaras, el coronel Terrazas encuentra la huella de Victorio y lo rastrea hasta la Sierra de la Amargosa, donde lo copa en la zona montañosa conocida como Tres Castillos (en el municipio de Coyame del Sotol) donde el 14 de octubre de 1880 al mediodía se encuentran frente a frente. El grupo comandado por Vitorio se posesiona del cerro sur, mientras que el otro capitaneado por Nana, Ju y Gerónimo es atajado por Juan Mata Ortiz y su gente, quien a balazos les impiden ir en auxilio de su líder máximo. Al atardecer, el jefe apache ve venir una columna de soldados y decide salir a su encuentro con un reducido pero selecto grupo de guerreros escoltas, mientras el grueso de su gente se parapeta en el cerro y se prepara a resistir. En la columna de mexicanos va Mauricio Corredor, quien al estar a 50 pasos de la apachería, abre fuego con su rifle calibre .44 y pega en el pecho a Victorio, derribándolo. El jefe apache es recogido por sus escoltas y llevado a la cumbre del cerro sur, donde ya se encontraban parapetados el resto de sus guerreros, así como las familias que intentaban resguardar. Dos horas después, Victorio muere y la derrota para los apaches es inminente. Al amanecer del 15 de octubre, la masacre se inició entre ambos bandos, en los peñascos, incluso peleando cuerpo a cuerpo, con puñal y pistola. Las mujeres y niños, al ver la derrota de sus guerreros, claman por sus vidas y son perdonados. Únicamente resisten dos horas más en una cueva, armados con fusiles de repetición y bastante parque, pero son abatidos. Al mediodía todo ha terminado. Hay 72 apaches muertos, numerosos heridos y prisioneros. El Gobierno decretó diversas recompensas por las cabelleras obtenidas y repartió entre sus combatientes 17 mil pesos, además de una prima de 2 mil pesos que fue entregada al tarahumara. Las celebraciones en la capital no se hicieron esperar. Joaquín Terrazas y sus hombres fueron recibidos como héroes. Para ti: ¡lumbre! La batalla de Tres Castillos es considerada la derrota de los apaches, ya que a partir de la muerte de su jefe máximo, las incursiones y asaltos sangrientos fueron de más a menos, hasta que los últimos rebeldes terminaron por acordar la paz y regresar a las reservaciones que se establecieron en Estados Unidos. Sin embargo, la muerte de Victorio sería vengada por las hordas capitaneadas por el indio Ju, quien fue personalmente a cobrarse la afrenta. Apenas terminaban las celebraciones por la victoria de Tres Castillos, cuando Ju y Gerónimo sembraban el terror en el noroeste del estado. En Plan de Álamos, Ju con 50 guerreros ataca y da muerte a unos rancheros, días después hace lo mismo con un grupo de vaqueros en el Puerto de los Magueyes y a principios de diciembre de 1881 cae sobre la hacienda del Torreón y se roba las bestias. Las incursiones continúan y en dirección al sur llega al Ojo de Venado y mata una partida de ganado y a 90 kilómetros de la capital, en Laguna de Encinillas, asalta una columna de viajeros, asesina a todos y destroza los carruajes. Joaquín Terrazas sale a perseguirlo y los apaches nuevamente regresan a Estados Unidos, pero reaparecen en Galeana robando ganado para después volver a cruzar la frontera, matando a cuanto hombre blanco se le atravesaba. En Estados Unidos, el Gobierno mueve tropas en Arizona al mando del general Crook con la finalidad de someterlos, lo que provoca que alrededor de 700 indios inicien una migración a la Sierra de Chihuahua liderados por Ju y Gerónimo. Al verse copados tanto en Estados Unidos como en México y sin más camino que buscar la paz, los líderes apaches acuerdan en varias ocasiones encuentros con Terrazas, los cuales se ven frustrados por la desconfianza mutua. Finalmente en Casas Grandes, Ju decide negociar la rendición y lograr una paz sin condiciones mínimas. Joaquín Terrazas no le cree y prepara una emboscada. Los apaches instalan su campamento a orillas del rio Casas Grandes y al amanecer el ataque de Terrazas se malogra cuando las tropas de Juan Mata Ortiz adelantan antes de tiempo el combate y los indios salen disparados en todas direcciones abandonando caballos, armas y numerosos muertos y heridos. Horas después, Joaquín y Juan Mata Ortiz ven aproximarse un jinete, lo identifican como el indio Ju, pero no disparan por creer que intenta negociar la paz. Al llegar hasta donde estaban los militares chihuahuenses, el apache amenaza: “Tú, Joaquín, ¡traicionero!, ¡maldito!, y para ti ‘capitán gordo’, no balazos, no cuchillos, no lanza, no flechas; para ti… ¡lumbre! A partir de ese momento, Ju no vuelve a solicitar paz ni tregua alguna, sólo el empeño de cumplir su juramento. En septiembre de 1882 reaparece robando ganado y asesinando personas en la región del noroeste. Juan Mata Ortiz, sin esperar refuerzos, sale a perseguirlo desde Galeana con una partida de 21 hombres, que el 13 de octubre por la mañana se encuentra con ellos en una loma cerca del Charco de los Arrieros, donde la superioridad numérica de los apaches se impone. En esta batalla Ju cumple su promesa y, pese a perder numerosos guerreros por los disparos de los hombres de Mata Ortiz, logran capturarlo vivo y llevarlo a la cumbre del cerro donde, amarrado, lo quema en una hoguera. Ju y sus hombres huyen a la sierra de Chihuahua y meses después, el jefe indio muere al caer con su caballo a un barranco en un accidente que algunas versiones señalan, fue provocado por sus subalternos para buscar finalmente la paz. Otras sugieren que fue por el estado de ebriedad en el que se encontraba el apache. Tras su muerte, asumiría el mando Gerónimo, quien con 40 hombres logró mantenerse en pie de guerra otros 35 meses, a salto de mata a través de Arizona, Nuevo México, Sonora y Chihuahua, hasta que finalmente se entrega al Ejército de Estados Unidos, para luego ser recluido en una reservación con todo su pueblo. Viejo y vencido, Gerónimo vio sus últimos días sobreviviendo de lo que los turistas le daban por tomarse fotos con ellos. Fuentes y fotos: Memorias, La guerra contra los Apaches, Joaquín Terrazas; Chihuahua, Textos de su Historia, Graciela Altamirano, Guadalupe Villa; Breve Historia de Chihuahua, Luis Aboites; La guerra apache en México, Filiberto Terrazas. (EL DIARIO, EDICION JUAREZ/ Juan de Dios Olivas / 2013-08-24 | 23:06) https://reporteroscom.blogspot.com/2013/08/la-guerra-apache-una-salvaje-historia.html Conjunto Quinta Carolina 19:43 | Publicado por Sitios Históricos de Chihuahua Quinta carolina, casa grande El Conjunto Quinta Carolina, por sus características arquitectónicas y formales es uno de los ejemplos más representativos de las Haciendas Porfirianas de finales del siglo XIX y principios del XX que se conservan en México. Historia En la primera mitad del siglo XIX, los terrenos que actualmente ocupa la Quinta Carolina pertenecían a la finca de campo conocida como “Labor de Trías”, cuyo propietario era el ilustre liberal Don Ángel Trías. Don Luis Terrazas compro la propiedad a las hijas de Trías y noviembre de 1896, obsequio a su esposa Doña Carolina Cuilty una hermosa casa en esos terrenos y la bautizo en su honor como “Quinta Carolina”. Fue tan importante este proyecto, que propició que la línea de tranvía se ampliara hasta sus terrenos. Conjunto Quinta Carolina El conjunto tiene como elemento arquitectónico principal la Casa Grande, en el jardín había tres quioscos, un invernadero y el edificio del Boliche que aún se conserva. Circundando los limites de la casa se distribuyen los edificios de la Portería, la Casa del Mayordomo, una Capilla dedicada a San Carlos Borromeo, las Caballerizas, el Establo, un Torreón con un Tanque de Agua, el Pozo, un Aljibe, la Cochera y la Casa del Administrador o Tienda de Raya. La hacienda contaba con una Escuela, además se habían levantado varias construcciones para las “cuadras” o casas para los peones que se ubicaban a unos cuantos metros de la quinta. Casa de la Administración Por su esquema compositivo y su organización socioeconómica la casa de campo Quinta Carolina seguía fielmente el modelo de la grandes haciendas terraceñas, siendo su producción agropecuaria una de las exitosas de la entidad en el siglo XIX. Casa Grande Después de la revolución, la Quinta Carolina fue una de las pocas haciendas que continuó funcionando hasta después de 1920. A la muerte del general Terrazas la propiedad paso a manos de Jorge Muñoz, con el tiempo la familia solo asistía los fines de semana y Desde la década de los 30´s la Quinta estuvo deshabitada. Fuente oficial: CONACULTA, INAH. Imágenes: Fototeca INAH.