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Akatisto Kursk

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Akatisto
A la Santísima Theotokos
Ante Su Icono Milagroso
Conocido como
El Icono “Kursk-Raíz” del Signo
to the Most Holy Theotokos
Que la Santa Iglesia
Celebra el 8 de Septiembre
Contaquio 1
Ante la Comandante Campeona y Buena Conductora que nos guía a la Ciudad Celestial,
* venid todos y postrémonos, los que no tenemos ciudad permanente (Heb. 13:14), *
suplicando su auxilio todopoderoso, * y recordando los milagros realizados desde los
años antiguos hasta ahora exclamemos a voz alta:
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Estrofa 1
Los ángeles se maravillaron al contemplarte, oh Soberana, precediéndonos en tu icono
como en una columna de fuego (Ex. 13:21) en nuestro gran éxodo de una tierra
esclavizada por los inicuos. Pues, no tenemos Moisés, sino ti como Conductora en
nuestras tristes andanzas por lo cual te clamamos en agradecimiento:
¡Salve, Conductora bendita!
¡Salve, Madre del Camino verdadero!
¡Salve, tú que nos acompañas por el desierto de este mundo!
¡Salve, tú que gloriosamente vences al Amalec noético!
¡Salve, tú que manas manantiales de gracia de tu icono!
¡Salve, tú que escribes la ley de tu Hijo, Cristo nuestro Dios, en las tablas de nuestros
corazones (II Cor. 3:3)!
¡Salve, apagamiento graciable del ardor de las pasiones abrasadoras!
¡Salve, todopoderoso fortalecimiento de los debilitados!
¡Salve, tranquilísima dulzura de corazones perturbados!
¡Salve, divino descanso de errantes y huérfanos!
¡Salve, tú que nos preparas la Tierra Prometida!
¡Salve, tú que nos abres los portones de la Jerusalén celestial!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 2
Hemos visto, hemos visto continuamente tus milagros y signos, oh Soberana.
Confesamos tu misericordia y no ocultamos tus beneficios, sino clamamos a voz alta:
¡Aleluya!
Estrofa 2
2
¿Quién puede comprender la mente de Dios y quién puede narrar el misterio de Sus
juicios? Pues levanta y derriba, humilla y exalta, hiere y sana, ¿y quién será Su
consejero? Por lo tanto, por causa de nuestros pecados, nos ha humillado y ha derrocado
nuestro reino, dispersando a nuestros hijos sobre la faz de la tierra. Entonces, ¿a quién
huiremos en nuestra aflicción, a quién extenderemos las manos, sino a ti, oh
Bondadísima? Pero con corazón compungido te clamamos así:
¡Salve, tú que ruegas a tu Hijo por nosotros!
¡Salve, tú que detienes la justa ira de Dios!
¡Salve, Purificación de nuestras transgresiones!
¡Salve, Intercesora del perdón para los pecadores!
¡Salve, tú que enciendes para nosotros la linterna de esperanza que no se oscurece!
¡Salve, tú que en tu icono corres delante de nosotros en nuestro éxodo y andanzas!
¡Salve, tú que reúnes en uno a todos los dispersados!
¡Salve, tú que proteges a todos con tu égida luciforme!
¡Salve, tú que apaciguas cismas y discordias!
¡Salve, tú que deshaces los consejos de los impíos!
¡Salve, tú que pilotas a los que navegan por el mar de la vida!
¡Salve, tú que con tu esmero no abandonas a nadie!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 3
Se realizan hazañas por medio de ti, y la gracia se derrama abundantemente de tu
precioso icono, oh Virgen benditísima, moviendo a todos a clamarte: ¡Aleluya!
Estrofa 3
En que tienes una compasión inefable, resplandeces tu gracia donde las tinieblas
encierran y se multiplican las aflicciones. Por lo tanto, no nos ha dejado como
huérfanos, sino en tu icono has llegado a nosotros los pobres que glorificamos tu
condescendencia y clamamos así:
¡Salve, mar de maravillas!
¡Salve, abismo de misericordia!
¡Salve, manantial que siempre fluye con gracia!
¡Salve, inagotable fuente de sanaciones!
¡Salve, tú que has vencido los límites de la naturaleza!
¡Salve, tú que has cambiado las leyes de la naturaleza!
¡Salve, tú que conviertes nuestro dolor en regocijo!
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¡Salve, tú que transformas nuestro lamento y gemidos en alegría espiritual!
¡Salve, tú que cambias la aflicción y tristeza para nuestro provecho!
¡Salve, tú que gloriosamente humillas a nuestros adversarios!
¡Salve, tú que avergüenzas la expectativa de nuestros adversarios!
¡Salve, tú que alegras a los que te cantan!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 4
Cuando nos sobreviene la tempestad de las tentaciones con dolores y dolencias, cuando
nos abandona la paciencia y nuestra alma se confunde, corramos a la imagen de la
Purísima Virgen y derramando lágrimas delante de ella, exclamemos del corazón:
Extiéndenos tus manos que cargaban a Dios y levántanos de las profundidades del mal
para que clamemos con labios agradecidos: ¡Aleluya!
Estrofa 4
De antaño el pueblo ruso oyó la noticia de la aparición de tu santa imagen entre los
árboles de Kursk, y corriendo a ella con devoción clamaron con compunción: ¿Por qué
se nos concede esto a nosotros, que la madre de nuestro Señor venga a nosotros (Luc. 1:
43)? Y al contemplar tu icono, Soberana, acostada a la raíz del árbol y al recibirlo como
un gran tesoro exclamaron a ti, su prototipo:
¡Salve, radiantísimo Paraíso que produjiste el Árbol de la Vida!
¡Salve, huerto divino que brotaste el árbol de la Iglesia!
¡Salve, flor fragante que perfumas el mundo entero!
¡Salve, lirio inmaculado que adornas el universo!
¡Salve, vid fructífera (Juan 15:1) que nos das de beber del vino de la compunción!
¡Salve, pámpano santificado que alimentas el género humano con frutos dulces!
¡Salve, raíz de la dispensación de Dios!
¡Salve, cumbre y cima de nuestra salvación!
¡Salve, tú que tajas nuestras pasiones malvadas de la raíz!
¡Salve, tú que siembras un jardín de virtudes!
¡Salve, tú que arraigas buenos hábitos en nosotros!
¡Salve, tú que nos haces dignos de ser partícipes de la vida paradisíaca!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 5
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Como una estrella dirigida por Dios, tu precioso icono, Señora, ha recorrido la tierra
rusa y sus ciudades. Reyes se han postrado delante de él con reverencia. Reinas lo han
adornado con amor. Jerarcas lo han recibido con temor, y una multitud de los fieles,
celebrando espiritualmente han clamado: ¡Aleluya!
Estrofa 5
Al ver frustrado el consejo insensato de los ateos para destruir tu icono, oh Virgen
purísima, y al recuperar tu santa imagen ilesa de toda fuerza destructiva, monásticos y
laicos con temor y amor exclamaron así:
¡Salve, fortaleza indestructible!
¡Salve, muralla indissoluble!
¡Salve, tú que avergonzaste el consejo de los ateos crueles!
¡Salve, tú que frustraste la expectativa de los adversarios!
¡Salve, tú que tapaste la boca de los blasfemos!
¡Salve, tú que preservaste ileso tu santo icono!
¡Salve, tú que lo conservaste de las manos de malhechores!
¡Salve, tú que apartas tus ojos de las obras inmundas de los hombres!
¡Salve, tú que no volteas tu purísima cara de nosotros los miserables!
¡Salve, tú que escapaste de las manos pecaminosas del diablo!
¡Salve, tú que resplandeces el perdón para los arrepentidos!
¡Salve, tú que abres las puertas de la misericordia de Dios por tu intercesión!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 6
El mundo entero proclama las misericordias que se derraman de tu icono, oh Reina de
todos, pues desde que saliste de la tierra de Rusia, no hay ciudad ni aldea donde no se ha
manifestado tu poder. Por lo tanto, los que han sido salvados por ti de toda nación
claman a Dios con agradecimiento: ¡Aleluya!
Estrofa 6
Brilla sobre nosotros de nuevo la luz de esperanza, oh Theotokos purísima, quien por tu
parto anunciaste al mundo el resplandor de la salvación. No nos dejes en las manos de
nuestros enemigos hasta el fin y acaba con los consejos de los apóstatas impíos y
crueles. Que nuestra tierra de Rusia sea tu casa, como de antaño, que florezca la piedad
en ella, que se adornen los santos monasterios y templos, y que los pueblos, librados de
los ateos crueles, celebren con alegría, glorificando tu socorro y clamándote así:
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¡Salve, tú que alumbras al mundo entero con tu amor!
¡Salve, tú que recibiste la adopción del género humano de los divinos labios de tu Hijo!
¡Salve, Madre de Dios y Madre para los cristianos!
¡Salve, eliminación de enfermedades y sanador de heridas!
¡Salve, luz inmarcesible de los encarcelados!
¡Salve, consuelo de los encadenados y ensanche de celdas!
¡Salve, osadía de los perseguidos por causa de la justicia (Mat. 5:10)!
¡Salve, longanimidad de los que sufren por la Fe!
¡Salve, coronamiento de los mártires!
¡Salve, recompensa temible de los torturadores!
¡Salve, tú que sueltas las cadenas de los cautivos!
¡Salve, tú que liberas a los aprisionados de cuerpo y alma!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 7
El justo Juez y Dios, queriendo amonestar a los hombres que habían olvidado de Dios,
permitió que una gran lucha suscitase sobre la tierra, pues las naciones fueron agitadas y
los reinos fueron sacudidos. La muerte y el terror recorrieron la faz de la tierra.
Lamentos y gemidos sonaron en el aire. Entonces todos que pusieron su esperanza en ti,
oh Theotokos, recurrieron a tu imagen con avidez, y esperando la única salvación de ti,
clamaron a Dios que te había dado a la gente como auxiliadora: ¡Aleluya!
Estrofa 7
Nuevas señales y grandes prodigios manifestaste por tu precioso icono, oh Madre de
Dios, cuando oímos el sonido de la lucha, pues, aunque ardieron las ciudades, se tembló
la tierra, se destruyeron los tálamos, y el aire se llenó de langostas, preservaste ilesa la
iglesia donde permanecía tu imagen, oh Reina de todos, y al contemplar el milagro,
todos allá con una sola boca te exclamaron:
¡Salve, comandante gobernante!
¡Salve, tú en quien todos los pueblos ponen su esperanza!
¡Salve, pilar y confirmación de la Iglesia!
¡Salve, defensa y cercamiento de todo santuario!
¡Salve, victoria que vences el mundo!
¡Salve, tú que salvas a los que no tienen esperanza!
¡Salve, buena oyente de oraciones perseverantes!
¡Salve, amparo de los desamparados y esperanzas de los desesperados!
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¡Salve, tú que aplastas a Satanás bajo nuestros pies!
¡Salve, tú que mandas el fuego y los elementos!
¡Salve, tú que nos circundas con tu icono!
¡Salve, tú que nos sombreas con tu protección!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 8
Manifestaste una señal extraña y terrible, oh santísima: Cuando la casa fue destruida,
preservaste ilesa la pequeña habitación que habías santificado con la presencia de tu
icono, y presentaste enteros la anciana y su hijo, encubiertos en ella. Por lo tanto, todos
que ven y oyen estas cosas se aterraron con terror, exclamando con temor: ¡Aleluya!
Estrofa 8
Abrazas el mundo entero con tu amor deiforme, oh Siempre-Virgen, visitando a los
cercanos y lejanos y recorriendo todo el mundo bajo el cielo en tu icono siempre
venerado. Por lo tanto, desde el este hasta el oeste ha sido tu viaje para que todos se
postren delante de él sin impedimentos y canten a ti, su prototipo, así:
¡Salve, gozo de todos gozos!
¡Salve, inagotable copa de dulzura!
¡Salve, consuelo del triste siglo actual!
¡Salve, placer de la vida por venir!
¡Salve, tú que por nosotros abandonas a los que se regocijan en los cielos!
¡Salve, tú que te inclinas a la tierra de tantas tristezas y tantas aflicciones!
¡Salve, tú que entras en nuestros hogares invisiblemente con tu icono con pasos llenos
de gracia!
¡Salve, tú que mediante él traes bendición y regocijo!
¡Salve, tú que santificas celdas monásticas con tu preciosa imagen!
¡Salve, tú que adornas las casetas de los pobres con él mejor que palacios reales!
¡Salve, tú que iluminas los templos de Dios con tu santísimo rostro!
¡Salve, tú que habitas invisiblemente en las viviendas de los que te honran!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 9
Cada edad y cada rango recurren a ti, oh Soberana Novia de Dios, pues tus manos que
llevaban a Dios están extendidas a todos. Regalas todo a todos sin envidia. Iluminas y
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consuelas a todos, oh Reina de todos. Por lo tanto, regocijándonos por ti, exclamamos a
Dios: ¡Aleluya!
Estrofa 9
Los oradores hábiles se callan y los rétores elocuentes se debilitan, al desear glorificarte
tal como se debe, oh María Theotokos, pues toda mente es incapaz de alabarte
dignamente. Sin embargo, si nosotros callamos, las piedras clamarán (Luc. 19:40). Por
lo tanto, aunque indignos, con labios de arcilla nos atrevemos a exclamarte así:
¡Salve, ardiente palabra de los profetas!
¡Salve, predicación de los Apóstoles que no se puede callar!
¡Salve, canto cordial de los venerables!
¡Salve, fortaleza y osadía de los confesores!
¡Salve, místico coloquio de los hesicastas!
¡Salve, boca dorada de los rétores y los predicadores de Dios!
¡Salve, exaltada recompensa de los que luchan contra las pasiones!
¡Salve, divino disfrute de todos los justos!
¡Salve, gloria de madres y encomio de la virginidad!
¡Salve, descanso de los ancianos y guía de los jóvenes!
¡Salve, hija de Adán mortal y alumbradora de Dios!
¡Salve, tú que brillas cerca de Dios con una gloria inefable!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 10
Suplica con fervor que se salve el mundo, oh Theotokos, porque requiere tu ayuda, con
los lazos del maligno extendidos sobre la faz de la tierra, las naciones bufando y las
tempestades de los peligros surgiendo contra la Iglesia de Dios. Por lo tanto, así como
una vez en Caná de Galilea (Juan 2), di una palabra a tu Hijo y Dios para que
transforme el agua de tentaciones y aflicciones en el vino de compunción y regocijo
divino, para que Le cantemos continuamente: ¡Aleluya!
Estrofa 10
Sé una muralla inexpugnable para nosotros, oh Inmaculadísima, contra los órdenes de
combate de los enemigos visibles e invisibles, luchando poderosamente por nosotros
para que con amor te cantemos así:
¡Salve, tú que por nosotros siempre extiendes a Dios tus manos que llevaban a Dios!
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¡Salve, tú que sometes los espíritus del mal bajo nuestros pies!
¡Salve, tú que humillas los astutamente tejidos consejos del príncipe de las tinieblas!
¡Salve, tú que avientas la lluvia de pensamientos con el Espíritu de Dios!
¡Salve, tú que nos alejas el abatimiento de nosotros!
¡Salve, tú que apaciguas la ola abrumadora de la vida!
¡Salve, tú que mandas la tormenta de peligros!
¡Salve, tú que con gracia diriges a los lanzados por la tempestad!
¡Salve, tú que extraes de las profundidades del mal!
¡Salve, tú que misericordiosamente extiendes la palma a los que perecen!
¡Salve, tú que colocas nuestros pies en el camino a la salvación!
¡Salve, tú que fortaleces nuestros manos en la lucha!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 11
Acepta nuestro canto, así como tu Hijo aceptó la blanca de la viuda (Mc. 12:42), oh
Santísima, y siempre permita que te las ofrezcamos, navegando nuestra en paz y
concediendo el perdón del pecado para que al entrar en las habitaciones celestiales
clamemos a Dios: ¡Aleluya!
Estrofa 11
Estira tu égida luciforme sobre nuestra tierra, oh Bondadísima, disipando la noche sin
luna de la impiedad y relumbrando el resplandor de la regeneración para que clamemos
sin cesar:
¡Salve, tú verdaderamente vestida del sol (Apoc. 12:1)!
¡Salve, tú coronada con una guirnalda de estrellas (Apoc. 12:1)!
¡Salve, tú ornada envuelta en fimbrias áureas (Sal. 44:15)!
¡Salve, hermosura inefable!
¡Salve, resplandor más resplandeciente que el lucero del alba (Apoc. 2:28)!
¡Salve, calor más querido que el sol!
¡Salve, rayo de calor del siglo venidero!
¡Salve, luz inmarcesible de ángeles y hombres!
¡Salve, tú que alejas las tenebrosas cohortes de los demonios!
¡Salve, tú que iluminas las tinieblas de la incredulidad!
¡Salve, tú que nos vistes en las armas de la luz (Rom. 13:12)!
¡Salve, tú que hueles bien con las flores de todas las virtudes!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
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Contaquio 12
Hemos recibido gracia sobre gracia (Jn. 1:16) de tu icono, oh Theotokos purísima, pues
nadie que recurre a él con fe se va manivacío, sino cada uno recibe su don divino de
acuerdo con su necesidad y se corona de gozo y clama a Dios: ¡Aleluya!
Estrofa 12
Te cantamos, te magnificamos, nos postramos delante de ti, oh Señora purísima, sin
saber en absoluto alabarte suficientemente, y cayendo ante tu preciosa imagen, con
compunción te clamamos así:
¡Salve, dulcísima primavera de nuestras almas!
¡Salve, brillantísima mañana de nuestros corazones!
¡Salve, altura incomprensible!
¡Salve, gloria inmarcesible!
¡Salve, bienaventuranza interminable!
¡Salve, bondad que no se deseca!
¡Salve, alegría inefable!
¡Salve, tú la única verdaderamente benditísima!
¡Salve, tú más exaltada por encima de toda criatura!
¡Salve, tú que nos auxilias en esta vida!
¡Salve, tú que encuentras a los fieles en la hora de la muerte!
¡Salve, porque incluso en el Terrible Juicio salvarás a los que esperan en ti!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Contaquio 13
Oh Madre cantada por todos y Madre de todos los cristianos, emulando a tu Hijo y Dios
con amor nos clamas con misericordia: ¡No temáis, manada pequeña (Luc. 12:32)!
Estoy contigo y nadie está contra vosotros (Rom. 8:31). Por lo tanto, cayendo delante de
ti con amor y dando gracias con lágrimas, clamamos a voz alta: ¡Aleluya! (tres veces)
Y de nuevo Contaquio 1 y Estrofa 1.
Contaquio 1
10
Ante la Comandante Campeona y Buena Conductora que nos guía a la Ciudad Celestial,
* venid todos y postrémonos, los que no tenemos ciudad permanente (Heb. 13:14), *
suplicando su auxilio todopoderoso, * y recordando los milagros realizados desde los
años antiguos hasta ahora exclamemos a voz alta:
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Estrofa 1
Los ángeles se maravillaron al contemplarte, oh Soberana, precediéndonos en tu icono
como en una columna de fuego (Ex. 13:21) en nuestro gran éxodo de una tierra
esclavizada por los inicuos. Pues, no tenemos Moisés, sino ti como Conductora en
nuestras tristes andanzas por lo cual te clamamos en agradecimiento:
¡Salve, Conductora bendita!
¡Salve, Madre del Camino verdadero!
¡Salve, tú que nos acompañas por el desierto de este mundo!
¡Salve, tú que gloriosamente vences al Amalec noético!
¡Salve, tú que manas manantiales de gracia de tu icono!
¡Salve, tú que escribes la ley de tu Hijo, Cristo nuestro Dios, en las tablas de nuestros
corazones (II Cor. 3:3)!
¡Salve, apagamiento graciable del ardor de las pasiones abrasadoras!
¡Salve, todopoderoso fortalecimiento de los debilitados!
¡Salve, tranquilísima dulzura de corazones perturbados!
¡Salve, divino descanso de errantes y huérfanos!
¡Salve, tú que nos preparas la Tierra Prometida!
¡Salve, tú que nos abres los portones de la Jerusalén celestial!
¡Salve, oh Soberana que siempre revelas al mundo signos de tu misericordia!
Oración a la Santísima Theotokos
Oh nuestra Reina bondadosísima, oh Theotokos nuestra Esperanza, Hospedaje para
huérfanos, Intercesora para forasteros, Alegría de los entristecidos, Protectora de los
ofendidos: Tú ves nuestra desgracia. Tú ves nuestra aflicción. Ayúdanos, porque somos
débiles. Aliméntanos, porque somos forasteros. Conoces nuestra ofensa. Absuélvala
como quieras, porque no tenemos otra ayuda fuera de ti, ni otra intercesora, ni buena
confortadora más que tú, oh Madre de Dios. Ampáranos y protégenos por los siglos de
los siglos.
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