Subido por Tomás Kures

y dale

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...Y DALE!
Estas cosas, parecían ya, vacías de poleajes lúdicos producidos por la refracción
de escaramuzas invertidas sobre la simple y llana distorsión guiada de los
chichés hedonitas de batallas arrecifezadas de ensoñaciones caprichosas de
temporada.
Aquí invento yo, y si invento en Plea-Narcisa, la avataría resultante es tan
excelsa que transijo incluso con las taras, o peor todavía, las aurifico
envalentonado en la inercia barata del priapismo.
Parecían, a pares, desaparecían, arreciaban en oleadas más o menos regulares
pero siempre con la característica de no haber existido jamás; siendo, en cada
caso, un simple espejismo producido por la mala gestión del azar al programar
las herramientas de perpetuación de la especie.
Si bien podemos indultar a ciertos fármacos por los efectos secundarios que
trasladan al individuo, lo hacemos debido a que en una parte considerable de los
casos, nos beneficiamos, más allá de la compensación , de sus efectos primeros o
deseados. Diametralmente opuesto, es sin embargo, el proceder del alienador
mecanismo encargado de continuar la estirpe, pues nos sacude de antemano
con los contratiempos del asunto sin tan siquiera asegurarnos los beneficios y
placeres para los que en este sentido fueron dispuestos.(en otra ocasión
profundizaré en este último aspecto, queridos teólogos)
Estas cosas parecían ya vacías de visitas por la espalda, que encontrando el
momento preciso; ya por fronterizar con el ocaso del especimen en cuanto al
explendor de sus atributos, ya por el declive de su autonomía y lucidez,
exhaustos ya por la degenerativa pérdida de los mismos; inoculan un germen
polizón que nos pervierte con tal vehemencia, que nos hace desear, sin apenas
ambajes, aquello que dábamos por resuelto; por una página ya pasada de
nuestro propio devenir en el aprendizaje elemental de nuestra concienzuda
animalía y que, obviamente, carecía ya de sentido.
Y no me refiero a éste como el elaborado por los ramajes de la razón o la lógica,
sino al que parte de su significado más embrionario. El de sensación!
No hemos de caer, por tanto, una vez llevado el barco a este puerto, en la
negligencia del resentimiento, el rencor o el simple pasmo ante la posibilidad de
que pújil de tan escasas facultades vuelva a cruzarse en nuestros caminos en
situaciones futuras. Coincidan éstas con el rango de entereza propia que
coincidan: En la vigilia o el sueño; faltos de salud o embelesados en un vigor
desmedido. Un vigor que en ocasiones, nos produce una cierta especie de
amnesia en la que no acertamos a ordenar adecuadamente la intensidad de
nuestras debilidades, una vez extinto éste o cuando menos, debilitado.
Continuará...
Septiembre-2015
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